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Un encuentro inesperado y feliz

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Mensaje por Dulfary 16/04/12, 01:52 am

- No es broma, créeme - dijo con una sonrisa que bien podría desmentirla. El soldado soltó la risa y ella negó con la cabeza - se lo puedes preguntar a cualquiera, pero eso no me da beneficios, por eso tampoco es broma lo segundo, si eso responde a tu pregunta - con su sonrisa como premisa, ambos iban caminando tras el grupo de la Orden de la Dama que se dirigía al puerto.

Dulfary iba respondiendo a dos preguntas que terminaron en "debes estar bromeando" ¿realmente eres sobrina de Devan? ¿es una cinta la que bloquea tu espada, tienes la espada impedida para desenfundar?

tras llegar a Rhylia, presentarse con Devan, entregar las dos cartas, levantar con él el plan y sujetar todo lo que pudiera ser un cabo suelto, se le había enviado en comisión a Tricarnia.

El viaje, como siempre, había sido espantoso. Pero llevaba la comisión en la que iba "Arale" tenía ademas ordenes de evitar decir que se trataba de la sobrina de Devan, que no se querían tratos especiales y que si un día quería ser paladín debería empezar como todo, como Iniciada, así que para evitar que se hiciera daño ella o a otros por ostentar ropa que aun no le correspondía, su espada estaría anclada. Era la mejor excusa que se les podía ocurrir, tras demostrar que no tenía idea de como usar una espada.

Y es que parte de las mentiras para justificar los rápidos avances de Arale dentro de la Orden, como para ir en comisión siendo solo recién llegada, era la historia que ella había estado entrenando en su casa, bajo la directriz, a distancia y correspondencia, del mismísmo Devan, que cada vez que se alejaba de Rhylia era para hacer seguimiento en el avance de su sobrina y que creía que estaba lista para unirse a la Orden, recorriendo con zancadas, los mismo pasos que cualquier otro interesado en llegar a ser Caballero o incluso paladín.

Así que estaba en Tricarnia, haciendo el trabajo más básico que se le podía encomendar a un Iniciado, pratrullar, y l hacía con gusto. Solo que alguien del barco en el que llegó dejó saber que era sobrina de su tío y ahora respondía preguntas de quien mas cercano a ella se había mostrado.

Un guión muy bien aprendido, sin variaciones sospechosas. mostraba humildad, sencillez y un dechado mas de virtudes que hacían fluctuar su perfil entre las filas, siendo bajo, pero llamativo.

Pero sabía que no debía estar en Tricarnia, sino en Rhylia, investigando para Lohengrin. una cosa a la vez, tal vez, aquí podría averiguar algo y si no, consolidar su historia para poderse mover mejor.

Ahí estaba, el puerto de nuevo. Ya no lo miraba con aprehensión, pues no se montaría en ningún barco, no por ahora, solo hacía el recorrido que se le había encomendado, e iba con su nuevo compañero. Él si tenía su mano apoyada con dignidad en el pomo de su espada, mientras ella, aun trataba de mantener de forma consciente el balance entre su puerto y la cosa esa estorbosa que colgaba de su cadera.

Espera que no hubiera problemas, a pesar de todo lo que había entrenado y practicado, se le dificultaría hacer cosas con esa cosa ahí. Mientras no hubiera problemas, ella se gozaría su patrullaje, así que sin dejar de fijarse en el ambiente, en la gran cantidad de personas que iban y venían, de los mercaderes, los marino, los pasajeros y quienes les despedían, iba riendo y conversando con su compañero.

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Mensaje por Lisandot 28/04/12, 07:57 pm

Se quedó parada en el muelle hasta que la silueta de Akira, con su blanca hakama y su negro cabello agitado por el viento, sólo fue una minúsculo punto en la cubierta del barco. No era la primera vez que se despedían ni sería la última, pero le dolía cada vez que sucedía como si nunca hubiera ocurrido antes. Con un profundo suspiro, cuando la distancia hizo imposible que pudieran verse el uno al otro, decidió por fin moverse y salir del muelle.

Aunque los calores del verano se anunciaban ya con fuerza en aquellos postreros días de primavera, ella sentía algo de frío. Un frío que era más emocional que físico, producto de la obligada separación de su amado y de los días de añoranza y preocupación que le aguardaban hasta su regreso.

Siempre había deplorado profundamente que el semielfo oficiara de guardaespaldas de personas acaudaladas; no llevaba bien tenerlo lejos durante varios días y siempre temía que resultara lastimado, que su vida corriera riesgo. El sentimiento persistía, pese a que lo habían hablado varias veces y comprendía le necesidad de que él desempeñara ese empleo; era bien pagado y necesitaban el dinero para los proyectos que tenían para su vida futura. También era cierto, tal como se lo había señalado Akira, que en el tiempo que llevaban en Jaspia, era ella y no él quien se las había arreglado en alguna ocasión para resultar seriamente lastimada.

Pese a todo la idea no le gustaba y ese hecho se constituía en la única sombra que se cernía en sus vidas desde que llegaran al archipiélago. El reino no estaba exento de problemas – hubiera sido irreal que lo estuviera – pero gozaba de paz y relativa prosperidad. Podían ir y venir a su antojo y transitar por las calles con razonable seguridad y eso era muchísimo más de lo que habían obtenido en Cascadas. Además, habían conseguido empleo con rapidez y vivían sin estrecheces, aunque no les alcanzaba para ahorrar y poder concretar aquello sueños que no podía materializar con su poder mágico. Era por eso que Akira había optado por ese empleo extra...

Suspiró y sacudió la cabeza con fastidio. Seguir dándole vueltas a lo mismo no la llevaría a ninguna parte más que a descorazonarse y para evitarlo, decidió ir a ver aquella casa junto al mar que tenían en mente, aquella en que él tendría su dojo y ella su dispensario y donde podrían criar una familia, si las circunstancias eran propicias, porque aunque el semielfo no lo había dicho abiertamente aún, ella sabía que él soñaba con hijos...

Caminaba a paso ligero, tan embebida en sus pensamientos que estuvo a punto de chocar con una patrulla de la Dama, pero alcanzó a frenar a tiempo, aunque se tambaleó un poco al hacerlo.

- Disculpen – murmuró algo azorada, enfocando recién la vista en la pareja que tenía delante y se quedó sin palabras al mirar a la muchacha, tan sorprendida estaba de verla en ese lugar, con esa compañía y vestida y armada de esa manera - ¿Dul? - interrogaban sus ojos, pero la pregunta no llegó a sus labios.
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Mensaje por Dulfary 02/05/12, 01:42 am

Sin borrar su sonrisa, hubo algo que captó su atención, un destello blanco, no fue un destello, fue un punto blanco en medio de un mundo de colores vivos y otros deslucidos, no era un blanco muy especifico ni particular, solo fue un instante, algo que se habría perdido en lo mas profundo de la memoria del día a día de no ser por la sensación de falta de aire, esa misma sensación que asociaba a sus no tan gratas visitas al fondo del mar.

Para cuando quiso confirmar lo visto, ya el punto blanco no estaba, de hecho no lograba establecer en donde lo había visto, sus ojos saltaron de un lado a otro y pusieron en alerta a su atento compañero.

- Pasa algo? - preguntó él, Dulfary frunció el ceño y negó con la cabeza.

- No, creo que no... - no estaba segura y su duda solo puso mas tenso a su compañero. Tal vez no era nada, pero podría ser todo, así que estuvo con los cinco sentidos, solo por si acaso.

- Tenga cuidado señorita - dijo con cortesía el caballero que iba un par de metros por delante de ellos dos, al tropezarse con Lisandot. No era una advertencia o un reproche, lo decía con sinceridad e incluso le ayudó a mantenerse estable cuando se tambaleó soltándola solo cuando su instinto le dijo que estaría bien, lo cual lo rezagó del grupo pero lo acercó a Dulfary y su compañero - se encuentra bien? - preguntó con una sonrisa y siguió con su camino.

Pero le dio tiempo a Dulfary de fijarse en la escena, en la persona, en sus ojos y sonreír espontáneamente al reconocerla. Cuando sus ojos se encontraron, ante la duda de Lis se dio cuenta que tendría que ser mas efusiva si no quería que su charada se viniera al piso. No esperaba encontrarse con nadie ahí, si acaso con Uryaith pero no con alguien que por error y desconocimiento tumbara el esfuerzo de tres.

- Lis!!! que alegría verte - su sonrisa era totalmente honesta, en realidad sentía la alegría que demostraba pero también necesitaba cortar cualquier desliz así que siguió hablando - Qué te trae por aquí? Ay cierto que me dijiste que te vendrías a vivir o a pasear a Tricarnia, no me acuerdo bien - la abrazó muy contenta de verla, pero con el corazón latiendo a mil por ahora, pese a que sus palabras no reflejaban nerviosismo alguno.

- Jeje, disculpen, me emocioné al verte. Los presento, él es Aristes, futuro sargento entre los bastiones de la Orden de la Dama - Aristes hizo un gesto marcial, pero bien galante y le sonrió con encanto a Lisandot antes de decir "encantado"

- Me alegra tanto que por fin hayas podido estar en Tricarnia como querías... mira, mira, mira - se señaló toda a ella - yo también estoy cumpliendo con lo que te dije cuando eramos niñas, ya no más eso de Arale, tal Arale lo otro, ahora es Arale Iniciada de la Orden de la Dama tal, Arale iniciada de la Orden de la Dama lo otro - se hechó a reír y su compañero también. Estaba cubierto lo del nombre, al menos.

- Serás payasa, qué diría tu tío - ambos rieron - Nuevamente encantado, señorita... - la miró a la expectativa esperando que se presentara.

- Ah si, jaja, ella es mi amiga... - dejó la frase intencionalmente inconclusa para que se presentará Lisandot por si misma.
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Mensaje por Lisandot 13/05/12, 06:54 pm

- Estoy bien, gracias, dispense usted – dijo con una sonrisa de disculpa al hombre que la había ayudado, pero ni siquiera notó que se iba porque su atención fue capturada de inmediato por la muchacha que tenía delante.

Toda duda acerca de que pudiera haberse equivocado y que la que tenía delante fuera una chica sorprendentemente parecida a Dul, fue borrada de un plumazo por el cariñoso y alegre saludo con que ésta la recibió. Respondió cálidamente al abrazo de la kazekage y apenas tuvo tiempo de esbozar una sonrisa y hacer una cortés venia al soldado que le era presentado, cuando Dulfary siguió hablando.

Y tuvo que hacer uso de todo su autodominio para que no se reflejara, ni en su mirada ni en sus gestos, su asombro ante lo que oía. Ya le había llamado la atención que la rubia dijera que le había hablado de ir a vivir o pasear a Trinacria, pero esto… ¿Cuándo eran niñas? ¿Arale? Lo agregado por el soldado sólo aumentó su intriga, ¿su tío? Permaneció en silencio, sonriente, mientras escuchaba y trataba de asimilar la situación.

Desde luego, no entendía nada de lo que estaba sucediendo, pero haber formado parte de la Resistencia a un tirano le había otorgado el entrenamiento suficiente para adaptarse con rapidez a una situación inesperada y seguir la corriente con naturalidad; más de una vez la vida y seguridad de sus amigos - y la suya propia - habían dependido de su calma y agilidad mental. Hasta que pudiera hablar con ella a solas, Dulfary sería Arale, su amiga de la infancia.

- Lisandot Eclath – acabó por presentarse con una encantadora sonrisa – El placer es mío, futuro sargento Aristes. Le ruego disculpe mi pasmo, pero la verdad es que me ha sorprendido mucho ver a Arale después de tanto tiempo.

Sonriendo aún recorrió con la mirada a la chica, apreciando cada detalle de su indumentaria. Así que Iniciada de la Dama, ¿qué se traería entre manos?

- ¡Quién lo diría! La revoltosa de la clase logró entrar a la Orden – comentó con tono cariñoso – Sé de más de una que va a tener que tragarse sus palabras con sal y pimienta. Aunque parece que lo locuaz no se te quita – rió - ¿Ustedes están en una misión?
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Mensaje por Dulfary 17/05/12, 02:30 pm

La expresión de alivio de Dulfary cuando Lisandot la llamó Arale, por poco no la puede disimular, sin embargo su sonrisa a flor de piel supo camuflar ligeramente las cosas. Eso, y que Aristes no le quitara los ojos de encima a Lis mientras se presentaban.

Benditos buenos modales.

- No le ponga atención a Arale, no es necesario que me llame futuro Sargento, Aristes esta bien, o solo Sargento - sonrió y dirigió una mirada al resto del grupo

Inmediatamente después, Dulfary, se sonrojó. Tal vez Lis le estuviera siguiendo el juego, tal vez Lis no la conocía de tantos años como para tener argumentos para llamarla revoltosa, pero lo cierto era que siempre fue la revoltosa de la clase, entre su Clan, así que el sonrojo era real por el simple hecho de haber atinado en el blanco.

- Jeje, si, mas de uno - esto ya lo dijo un poco mas azarada - Estamos tan solo patrullando, algo así como cosas de rutina...

- ES rutina - la corrigió Aristes.

- Lis y yo tenemos mucho que contarnos, libreta que adelantar. Por qué no te adelantas y yo cierro el grupo, digo para no retrasarnos... -

- Pero ustedes invitan el almuerzo - Advirtió

- Perrrfecto! - le hizo un ademán para que se adelantara, prácticamente echándolo de ahí, para que les diera privacidad y en cuanto se dio la vuelta, Dulfary se giró y abrazó de nuevo a Lisandot, emocionada.

- Que bueno volver a verte - lo dijo al oído, como la niña que era.

En verdad le llenaba el corazón. Su encuentro en Valanderiel había sido tan corto y lleno de tantas cosas que apenas había podido hablar. La había extrañado y mucho y tras esa fiesta de té se había dado cuenta de cuanto había sido eso.

La soltó lentamente y se miró a sí misma de abajo a arriba, devolviendo la mirada con una sonrisa con la que admitía que debía dar un par de explicaciones, pero mientras aun estuvieran los oídos de su compañero cerca era mejor ahondar en otros temas.

- Como has estado? Yo estoy de patrulla pero tú, qué haces por el puerto? - preguntaba entre la curiosidad y la alegría mal contenida.
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Mensaje por Lisandot 28/05/12, 02:28 am

- Lo llamaré Aristes, entonces, si usted me llama Lisandot – respondió con cortesía.

Observó interesada el sonrojo de la rubia, preguntándose si había acertado en algo con su comentario y tomando nota mental de que estaban en un asunto de rutina; cada segundo que pasaba su curiosidad aumentaba más. No sabía mucho acerca del clan de la chica, pero con lo poco que sabía le parecía muy extraño que autorizaran a uno de sus miembros a pertenecer a una entidad como la Orden de la Dama; menos probable aún era que la chica hubiera dejado su clan para ingresar a la Orden.

- Sí, “Arale” y yo tenemos muchas cosas que contarnos. Su vida parece haber cambiado mucho desde la última vez que la vi -
asintió, sonriendo con una ligera venia para despedir a Aristes.

Arale o Dul, el abrazo que recibió era igualito al que había recibido de la niña en su anterior encuentro, el mismo cariño, la misma emoción - aunque esta vez no hubo lágrimas - y lo correspondió con calidez, envolviéndola en sus brazos.

- Te he extrañado mucho, me alegra verte.


Para cualquiera viera el cariño con que saludaban, podría haber resultado sorprendente saber que apenas se habían visto tres o cuatro veces en el lapso de tiempo que se conocían - ¿cuánto era? ¿dos años ya?, a veces se le hacía difícil precisar el tiempo – pero la verdad es que eso era un dato sin mayor importancia en lo que a sentimientos se refería. El vínculo entre ellas había quedado establecido el mismo día que se conocieran y compartieran la pesadilla que atormentaba a la muchacha.

Aunque nunca había reflexionado sobre eso, para ella Dul tomaba el papel de la hija que hace mucho añoraba tener, sin confesárselo siquiera a sí misma. Una hija que se perdía con el viento y entre las sombras por largas temporadas y a la que ahora abrazaba fuerte para que se quedara con ella un poquito más, para que ni el viento ni las sombras se la llevaran de su lado todavía.

La miró con una sonrisa cariñosa cuando se separaron; la alegría que sentía al haberla encontrado y comprobar que tendrían tiempo de conversar hacía desvanecerse la sensación de tristeza que le había dejado la partida de su amado.

- Vine a despedir a Akira – explicó con un suspiro – Se embarcó para Móselec, como escolta de un comerciante. ¿Puedo secuestrar a una Iniciada de la Orden en patrulla para tomar un refresco o tendremos que contentarnos con caminar despacio tras los otros?
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Mensaje por Dulfary 31/05/12, 12:18 am

Era bastante particular que la expresión de Lisandot, dentro del mar de mentiras que se acababan de soltar, fuera totalmente cierta. Habían pasado varias cosas desde la ultima vez que se vieran, muchas si se miraba desde alguna perspectiva. La vida había cambiado, la forma de llevar a cabo su misión también.

Sin embargo, ahora que estaban relativamente solas, podrían hablar con tranquilidad al respecto. Contarle todo el asunto de la Orden y lo que se proponía, tal vez Lisandot pudiera darle nociones de cómo hacerlo.

De momento, caminaba con ella, tomándola de la mano como la niña que realmente era, gesto que no había podido mostrar con muchas personas, pues no con muchas personas se podía dar el lujo de bajar la guardia totalmente frente a las apariencias.

- Es bueno volverse a sentir en familia, así solo sea por un momento - pese a la emoción en sus palabras estaba siendo prudente en cuanto al tono, sin hablar necesariamente en voz baja. Simplemente no hacía escándalo. Pero era lo que su corazón le pedía que expresara ante sus palabras de haberle hecho falta.

Escuchaba con creciente interés lo que le decía y una gran sonrisa que amenazó con borrarse por no haber podido verse con Akira... había pensado tanto en él al naufragar en el archipiélago...

- Yo diría que si puedes, qué mas da, que luego me castiguen si quieren, prefiero ir a algún sitio a conversar que ir de escolta - se llevó las manos a la espalda tomándolas entre sí, dandole mas enfasis a su comentario irresponsable - entonces fue eso lo que me llamó la atención, aun viste de blanco? con hakama? jajaja en pijama? Me pareció verlo, vi el punto blanco hace un rato pero luego lo perdí de vista y no sabía lo que era. Ojala que regrese pronto, yo estaré un par de semanas aquí antes de regresar a Thialir, así que podré hacerte compañía mientras él no está - parecía realmente animada con la idea
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Mensaje por Lisandot 02/07/12, 02:05 am

Si alguien miró raro al ver a una Iniciada de la Orden de la Dama caminar tomada de la mano de una joven que aparentaba más o menos la misma edad, no lo notó; y si lo hubiera notado, no le hubiera importado. Para ella las apariencias no contaban: Dulfary era una niña, como había descubierto en aquel sueño compartido; una niña muy especial, distinta a cualquiera que hubiera conocido, llena de misterios y secretos, pero una niña al fin y al cabo, la hija de su corazón. Ese sentimiento hacía que el comentario de la chica le pareciera lleno de sentido.

- Sí, es muy bueno, así que debemos aprovechar cada segundo.


Lamentaba no tener una casa propia, un hogar, en el que ofrecer cobijo a Dul aunque fuera por los minutos – algunas horas era un sueño – que durara su encuentro; poder prepararle un refresco, algo de comer, mimarla como una buena anfitriona a una visita muy esperada. Suspiró, tendría que ser en otra ocasión, cercana si todo salía bien. Por ahora, tendría que servir un grato lugar al que podían ir.

- ¿Arriesgas un castigo muy severo? –
preguntó con preocupación - No quiero que tengas problemas por mi causa.

No conocía los usos de la Orden, pero lo que sabía de castigos de tipo militar – para faltas que no eran tan graves como un motín o una deserción - iban desde barrer los establos o pelar papas en la cocina, hasta recibir azotes o estar confinado en un calabozo a pan y agua durante una temporada. No quería que la kazakage se sometiera a eso.

- Sí, aún viste su hakama blanca y lleva los pies descalzos – contesto sonriendo con ternura al evocarlo – Su viaje durará algo más de dos semana – explicó con tristeza y sus ojos se oscurecieron un poco – Es una pena, con lo que le hubiera gustado verte… Contigo aquí, la espera parecerá menos larga –la idea la animaba también – ¡Oye! quizás podamos visitarte en Thialir cuando Akira regrese – agregó con ojos brillantes y más claros.
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Mensaje por Dulfary 17/07/12, 01:31 am

- Exacto, todo el tiempo que se pueda. No se demoran estos en empezar a preguntar cosas, pedir otras y ponerme a dar vueltas de forma tonta entre una tarea y otra. Devan me lo advirtió, creo que quería asustarme, pero yo no me voy a dejar de unas cuantas ordenes, no, no, no. Ojala que este paseo dure muuucho, pero ya sabiendo que están aquí, no mas es que me des tu ubicación y podré visitarte cada vez que me den un respiro o me lo tome a la fuerza – su sonrisa no podía ser más amplia – así que no te preocupes y nada de suspiros, encontraremos el tiempo, esto no se puede desaprovechar – se detuvo en su perorata, parecía que por fin iba a necesitar aire para seguir hablando.

En realidad estaba pensando con cabeza fría las palabras de Lisandot. Hasta donde realmente le darían un castigo por salirse de la formación y la patrulla en la que se encontraba?. No estaba muy segura.

- Si fuera mi Clan te podría decir exactamente que pasaría, - parecía más seria – pero esta gente, con el respeto de la señora a la que veneran, tienen algo mal en la cabeza, eso o no sirvo para las ordenes militantes o como sea que se llamen. A lo sumo me pondrán a lavar letrinas, o pisos, o las botas de algún caballero impotable. Pero no creo que me traiga más problemas que de los que por sí me llegan solos – sonrió burlona, casi al borde la risa, pero pensando en que a Lis no le haría gracia eso, y es que tenía ese semblante de mamá a la que no hace chiste que su niño se caiga mientras corre por mas que le divertía a este, así que sin soltarle la mano la codeó para supiera que iba en broma. - Me estoy cuidando, tranquila - su sonrisa fue mucho mas serena.

- Creo que puedo hacer un retraso en mi viaje de vuelta, no mucho, la verdad todo esto no es por deporte o por nueva vocación, pero… - suspiró – la verdad me muero de ganas por verlo, tanto como tenía ganas de verte a ti – la abrazó por el hombro.

- Mira, ese café me han dicho que es de lo más tranquilo, podemos tomarnos algo y luego me reúno con la gente y me invento que por tus viajes me contabas sobre Palau y el horror que te causa la herejía de la existencia del mito de esa isla. – palabras necias de alguien que no ha visto la isla y sola la conoce por oídas.

- Los estaré esperando ansiosa, y si no, en Lytermberg, allí solo tengo una modesta celda de pre clérigo o pre paladín, o pre algo así, pero qué importa, donde duerme una caben cinco!! Sí, sí, puedes traer visita – permanecía detenida frente al café, esperaba que Aristes se fijara en ellas, para hacerle señas que se retrasaría.

- Aishhhhh yo quería ver a Akira, decirle que aun sin su ayuda no me ahogué. Solo por eso y ensuciarle su hakama, me quedaría un mes!! – se apresuró a agregar – es broma, es broma - estaba realmente feliz de verla nuevamente

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Mensaje por Lisandot 03/08/12, 08:40 pm

Su sonrisa aumentaba a medida que escuchaba a la muchacha, siempre le había admirado la cantidad de palabras que era capaz de emitir con sólo una bocanada de aire y, por supuesto, le encantaba el trasfondo de aquel discurso: no importaba lo ocupada que la quisieran tener, Dul tendría tiempo para que pudieran verse.

- Akira y yo no alojamos en la posada “La Alegría del Viajero”, en la calle del Sol Naciente - explicó cuando la rubia se detuvo, fuera porque necesitara tomar aire o porque había dicho todo lo que quería hasta ese momento.

Dul pareció considerar con seriedad su preocupación por un posible castigo, pero pronto ésta fue cambiada por una expresión burlona, que mostraba a las claras que a la chiquilla el asunto la divertía y no le preocupaba para nada. No quería amargar el momento que estaban pasando con sus preocupaciones, así que se autoconvenció de que la kazakage sabía lo que hacía y dejó el asunto a un lado.

- Estás viva, así que veo que sabes cuidarte bien –
dijo sonriente cuando ella le dio esa codazo de camaradería.

Bien pensado, era eso o que la niña tenía un ejército de espíritus protectores a su disposición ¿Qué otra explicación podía haber al hecho de que hubiera salido de Cascadas sana y salva, pese a los riesgos que solía tomar?

- Sé que no andas vestida así por juego y, la verdad me muero de curiosidad por conocer las razones –
contestó, abrazando a la niña por la cintura cuando ésta pasó su brazo por sus hombros – Akira también tiene muchas ganas de verte, estoy segura que cuando vuelva querrá ir a visitarte de inmediato, si ya te has marchado para ese entonces.

El semielfo y ella habían estado alguna vez en el café que señalaba Dul y le constaba que no sólo era un lugar tranquilo sino también que preparaban unos pasteles que eran la delicia de su amado.

- Sí, es un lugar tranquilo y con unos pasteles exquisitos –
comentó – pero si vas a inventar una excusa es mejor pensar en otra isla. Hasta donde yo sé, Pulau es una isla que está en movimiento, no te creerán que estuve ahí… - parada al lado de la niña, le echó un vistazo al local, comprobando que tenían mesas vacías – Bueno, si tu celda no es demasiado pequeña, por camas no hay que preocuparse, yo sueño lo que se necesite…

Era muy agradable poder hablar con tanto relajo de sus poderes, desde que saliera de Cascadas sólo lo había podido hacer con Akira. La alegría y el entusiasmo de Dul habían barrido con su melancolía y ahora la hacía reír a carcajadas con su anhelo de ensuciar la inmaculada hakama del semielfo.

- Yo he tenido el mismo deseo más de una vez – dijo, aún riendo, mientras entraban al café – Es que con esa hakama siempre tan blanquita es difícil no tener malas intenciones, pero guárdame el secreto, ¿eh? – agregó, mientras se sentaban a una de las mesas – Bien, señorita, eres mi invitada, ¿qué quieres tomar?
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Mensaje por Dulfary 08/08/12, 12:18 pm

Los nombres que daba Lisandot de la posada y la calle, hacía pensar a la niña en lugares felices, llenos de luz y alegría. La clase de lugares que le gustaban a ella, llenos de buena energía, esperanza, gente con caras sonrientes porque sus corazones sonreían y pensó en lo precario de la situación que quedó en Cascadas. Le dolía por las personas que aun estaban ahí y que de una u otra forma se dejó atrás con el problema de oscuridad del Reino, pero por otro, no podía pensar en dos personas que se merecieran más estar en un lugar donde todo fuera brillante y lleno de paz que Lis y Akira.

Su sonrisa conmovida no se hizo esperar en lo mas mínimo. Saber que estaban bien y bien, le llenaba de una forma cálida el corazón.

- Ojala no me haya ido, y sí, esto - dijo señalándose toda ella - tiene una explicación, no muy lógica, según como se mire, pero la tiene. Es una historia larga de contar, llena de acción, intrigas, aventura, romance, suspenso y terror. Para todos los gustos de cualquier genero - le sacó la lengua divertida. Entendía de sí misma, por fortuna, que para contarle lo se traía entre manos, lo mejor era dejar sosegar un poco la emoción del encuentro, después de todo, pese a lo folcloricamente que se lo estaba tomando, era un asunto delicado.

- La celda y muchas camas podría ser un problema, verás, es lo suficientemente amplia para que quepa una enorme cama de media plaza, una mesita para el libro de rezos y un armario empotrado en la pared que creo que tiene mas espacio que la celda en sí, para guardar dos o tres mudas de ropa, incluyendo los uniformes de la Orden. Puede que sea la sobrina de mi tío pero no me dieron mayores privilegios y por fortuna no me toca usar armadura, que si no... no podría entrar yo en la celda - soltó la carcajada, mientras se sentaba, todo lo demás fue dicho mientras ingresaban al café.

- Lo de la isla es lo de menos, si se mueve es problema de ella. Las casualidades existen y pudiste terminar ahí por X o Y razón y luego salir corriendo de tanta gente medio loca o algo así despectivo que se te ocurra, no puedo inventarlo todo yo. Mi creatividad tiene sus límites, nah, la mamá de una amiga que tuve en el clan decía "Explicación no pedida, acusación manifiesta" o algo así, en mi caso es. bueno es diferente y difícil por mi problema para quedarme callada, pero los chicos de la Orden por ahora apenas lo están aprendiendo. Pobres, creo que por eso me dieron una celda individual, - de pronto bajó la voz - lo cual es muy bueno para las razones por las cuales entré - volvió a subir el tono a uno norma - Eso sí, de pedir algo soñado, sería un colchón que no tenga nada que ver con el entrenamiento para dormir en campamento, como no saben que paso mas tiempo a la intemperie que en hoteles, es horrible, la cosa mas incomoda del mundo, pienso que lo ponen es para que los que no tenga el alma hecha de hierro se retiren por su propia voluntad de la Orden y busquen un camino mas afín a ellos - al final, su expresión de compasión daba entender lo mucho que los entendía y los apoyaba en su desición.

Por fortuna la mente de Dulfary era lo suficientemente inocente como para no verle un doble sentido a esa frase de Lisandot sobre malas intenciones contra la hakama. Como fuera, Dul reía y asentía a guardar el secreto.

- No necesito pensarlo mucho, sé que aquí hacen una tarta de trufas que dicen que es espectacular! todo un atentado de azúcar. - borró su sonrisa y asumió una actitud falsamente protocolaria y aun más falsamente solemne - Una porción de esa tarta y un vaso con leche, por favor - sonrió de nuevo.

- Pero bueno, bueno, basta ya de hablar sobre mí y esas cosas. Cuéntame, qué están haciendo aquí, cómo llegaron? Cómo está todo? - las preguntas las hizo sin pausa, con una sonrisa de franca emoción y curiosidad por saberlo todo.
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Mensaje por Lisandot 02/09/12, 07:32 pm

- ¿Una historia llena de acción, intrigas, aventura, romance, suspenso y terror? ¿Contigo como heroína? Será sumamente interesante oírla – sonrió. Aunque prefería con mucho, leer dichas historias en un libro o escucharlas de los labios de un bardo, que saber que formaban parte de la vida de un amigo, la expresión de diversión de Dul la hizo guardarse el comentario; no quería parecer aguafiestas y regañona.

Rió de buena gana al escuchar la descripción que hacía la niña del tamaño que tenía su celda, mientras se sentaba en la que era la mesa favorita de ella y Akira en aquel lugar, a la que se había dirigido automáticamente, casi sin darse cuenta.

- Entonces, si nos quedamos contigo ahí, tendré que soñar algo que nos sujete a la pared y dormir parados, así cabemos todos.


Con las palabras de la rubia como música de fondo – a las que no dejaba de prestarle atención, sin embargo – hizo un gesto a una de las camareras que iba con una bandeja hacia una de las mesas para que pasará a tomar su pedido al regreso y luego se volvió a mirar a su compañera.

- Está bien, está bien –
asintió – ya se me ocurrirá alguna buena historia… quizás me secuestró alguien y me llevó a la isla y me escapé raptando a alguien a mi vez, todo puede ser - rió- Un colchón soñado te duraría poco tiempo – agregó- así que mejor meto un buen colchón de plumas y lo meto en mi bolso y te lo llevo, nadie lo notará. Vas a tener que elegir tu propio camino sin la ayuda de un mal colchón.

Su comentario acerca de las malas intenciones con la hakama de Akira había sido hecho con total inocencia – se permitía comentarios pícaros con el semielfo, muchas veces; con la niña, nunca – así que fue una fortuna que Dul no captara un doble sentido completamente involuntario, se habría sentido muy abochornada de no haber sido así.

- Yo quiero una porción de frutas de mazapán y un refresco de cerezas –
indicó, luego de que la rubia hizo su pedido – Veamos – dijo ante la andanada de preguntas – Siendo una isla, vinimos en barco - sonrió – Por ahora yo trabajo ayudando a vender hierbas medicinales mientras me doy a conocer como sanadora y Akira trabaja en un vivero y, ocasionalmente, como guardaespaldas y vivimos en la posada que te mencioné, pero queremos establecernos aquí, así que pensamos comprar una casa cuando podamos. Justo iba a ver la que nos gusta cuando nos encontramos.
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Mensaje por Dulfary 03/09/12, 03:04 pm

Había tantas y tantas cosas que quería preguntarle a Lisandot, y otras tantas que quería contarle que le parecía que la tarde no les bastaría para tanto y que tarde o temprano echarían en falta su presencia y tendría problemas. Pensar en un día libre no era una opción, impulsiva como era quería poderlo abordar todo de una vez, sin interrupciones.

Se preguntó si acaso le darían una licencia de un par de días para eso. De paso le servirían para terminar de adaptarse tanto al uniforme como al desajuste en su equilibrio que le daba el portar una espada.

De momento, miraba con una sonrisa y ensoñación a Lisandot. Cada cosa que le contaba le parecía tan fascinante y bonita. Una casa de ellos en la ciudad. Eso sonaba muy bien. Asentarse, echar raíces y nunca mejor dicho ahora que sabía que ambos estaban trabajando con plantas, ya fuera en medicina o en el vivero.

-Y pronto vendrían los niños que llenen esa casa - no era una pregunta, era una afirmación llena de ilusión y esperanza. Como si fuera el paso culmen de ese nuevo comienzo lejos de toda la pesadilla que tantos habían dejado atrás. Sentía un calor en el pecho que le decía que en adelante todo lo que venía era bueno, muy bueno, al menos para esa pareja, así que finalmente suspiró.

- Tienen todo muy bien planeado, me alegra mucho por ustedes. Ya verás como pronto todos querrán que tú y solo tú seas quien los atienda, es como estar en manos de la mamá. Eso sí, me alegra mucho que el jefe de Akira, en el vivero, sea tan comprensivo como para entender que de vez en vez tiene que hacer un viaje o ausentarse para cuidar de otros. Han pensado en tener su propio vivero cuando por fin tengan la casa? Claro que ya tengo la excusa perfecta para ausentarme, mi atado de hierbas se esta quedando sin maticas - se echó a reír, para restarle importancia a eso y al hecho que explica el por qué se quedaba sin insumos.

- Si quieres te puedo acompañar luego a ver la casa. Nada como visualizar algo real para alcanzar más rápido las cosas que deseamos - su sonrisa de oreja a oreja no se hizo esperar y con un nuevo suspiro se fue perdiendo.

- Supongo que es mi turno para contar en qué ando - se sonrojó y, desvió la mirada hacia los detalles agradables y acogedores del café, cuando la camarera se acercó con parte de la orden que habían pedido. Las sillas blancas, las mesas pulidas y pulcras, las cortinas de cuadros azules y lila en tonos muy pálidos sujetas en la mitad a los bordes laterales de las ventanas le daban un ambiente muy hogareño que sin duda era el éxito del lugar.

Hogar.

Se sintió un poco incomoda consigo misma por pensar en que sin importar como ocurrieran las cosas, esa casita, propia o arrendada, que tuvieran ellos dos, sería un lugar al cual podría correr cuando necesitara uno y un poco de paz. Incomoda por no haberlo consultado siquiera y sentirlo así con tanta fuerza.
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Mensaje por Lisandot 06/09/12, 12:37 am

Su sonrisa se ensanchó y sus ojos brillaron clarísimos cuando Dul mencionó lo de los niños. Era el proyecto tácito de ambos, suyo y de Akira. No lo habían hablado directamente aún, pero era algo que flotaba en el aire, como el perfume de las primeras flores que anuncian la primavera: tener una casa, formar una familia, criar sus hijos. Un suspiro suavecito se le escapó de los labios al recrear esa escena en su mente y cuando se dio cuenta, le sonrió a la rubia, algo ruborizada por su distracción.

- Sí, pronto vendrán –
asintió - Una casa debe tener niños en ella.

Le parecía casi irreal que un proyecto tan deseado, tan largamente acariciado estuviera muy próximo a hacerse realidad; era casi como si se estuviera materializando uno de sus sueños, sabiendo que estaba destinado a perdurar y no a desvanecerse en la nada como todas sus materializaciones inevitablemente hacían. Habían trabajado mucho, sí, pero en ese reino que no estaba bajo el dominio del terror y la oscuridad, su esfuerzo estaba destinado a producir frutos y esa esperanza – certeza más bien – era lo que la sostenía en las horas de soledad cuando el semielfo se ausentaba en sus labores de custodio.

- Nuestros jefes son personas muy amables, hemos sido afortunados –
comentó – Akira tendrá un dojo en la casa y yo mi consulta y no habrá un vivero propiamente tal, pero sí un jardín de hierbas medicinales, así que podrás renovar tu provisión cuando quieras… ¿la estás agotando muy rápido?

Aunque lo preguntaba casi como si preguntara si quería otro postre, la verdad es que le preocupaban los peligros a los que la chica se veía expuesta, tanto por su forma de ser como por las misiones que le encomendaba su clan. Y que ahora estuviera involucrada con la Orden de la Dama, la inquietaba más aún.

- ¡Será estupendo ir juntas! –
exclamó con alegría – Es una casa que mira al mar, te gustará – agregó - Y sí, es tu turno para contarme tus andanzas.

Mientras esperaba que Dul empezara su relato, siguió su mirada mientras recorría el local, posándose en cada uno de los hogareños detalles y no tuvo dificultad alguna en comprender lo que la niña pensaba y sentía. La forma en que se relacionaba con lo que ella misma había experimentado algunos momentos antes, la hizo sonreír.

- Dul – dijo, tomándole las manos con cariño – Espero que no te moleste, pero Akira y yo queremos que en nuestra casa siempre haya un lugar para ti, para cuando quieras o necesites venir con nosotros.
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Mensaje por Dulfary 07/09/12, 06:57 pm

A pesar de la naturalidad con la que preguntó, Dulfary se apresuró a aclarar el asunto de las hierbas medicinales, para darle tranquilidad a Lisandot

- No ha pasado nada, de hecho ha sido muy poco lo que he tenido que recurrir a mi atado para curaciones y eso. Pero no lo renuevo desde mucho antes de partir para aquí, claro que lo que mas he gastado son hojas para el mareo, si vieras lo mal que me va en los barcos… y, bueno hojas para el dolor, pero esas ya las traía escasas desde antes, como te digo – y de momento, a ese respecto, hablaba con la verdad pues ningún percance mayor, además del naufragio y unas cuantas heridas menores, hasta el momento.

Según la conversación continuaba, la expresión de Dulfary se fue haciendo poco a poco mas seria. El asunto que iba a contarle, sus andanzas, como ella lo había llamado. No era tan sencillo como la mayoría de problemas en los cuales se metía era algo delicado y no tenía reparo en contárselo con pelos y señales a Lisandot; era en ese punto donde radicaba el problema.

Debía ser prudente al escoger sus palabras, ya que estaba en un lugar público y nunca se sabía quien podía estar escuchando. No era especialmente paranoica, ni tenia razones para pensar que alguien tuviera especial interés en escuchar lo que conversaban ellas, y eso también era parte del problema.

A pesar de todo esto, su sonrisa no alcanzó a desaparecer del todo y mantenía su buen ánimo. Era emociónate para ella lo que iba a contarle. Pero entonces, Lis dijo algo que cambió su semblante por completo.

Le estaba confirmando sus pensamientos de un lugar en alguna parte del mundo, diferente a su natal Klokoff, a la cual llamar hogar, a donde volver cuando estuviera cansada… sus ojos brillaron en esa tonalidad rojiza, con tanta ilusión que dejaban traslucir su naturaleza de infante en especial por la sonrisa que se le dibujó.

- Sí señor, muchas gracias – se le hizo un nudito en la garganta por la emoción contenida y, simplemente, asintió enérgicamente con la cabeza a su ofrecimiento. Un casita cerca al mar. La visión de eso, de hogar, fue lo que le dio tiempo a calmarse un poco y retomar el hilo de lo que antes iba a decir. Sin que esa bonita sonrisa de alegría se perdiera.

- Recuerdas que les había contado que había llegado aquí por encargo de mi… familia? Bueno, eso sigue siendo así, es solo que conocí a alguien que me hizo cambiar un poco el plan a seguir y seamos francos si no fuera por esa persona mi curso de acción seguiría siendo igual de errático – su ritmo para hablar era mismo, pero el tono de voz era mas suave, mantenido la conversación solo entre las dos.

Apoyó la cucharita en la tarta y esta se cortó con total suavidad, atrayendo del todo la atención visual de la niña hacia esta.

- En casa me pidieron investigar la Orden – retomó más seria – No habían logrado infiltrar a nadie para hacerlo, y no tenía muy buena información sobre esta. Saben que se dedica a llevar Luz y busca hacer del mundo un lugar luminoso y hermosa donde no hayan amenazas de ninguna clase de bicho – sonrió y se llevó el cabello detrás de una oreja – en realidad esa es mi versión de la versión que tienen en el Clan. Mi tarea era sencilla, ver que tan cierto era eso y hasta qué punto los enemigos o amenazas que ellos tratan de mantener a raya equilibran su intento de ser una Luz demasiado brillante. Después de todo nosotros no buscamos un mundo perfectamente “Bueno”, sino equilibrio entre fuerzas – ahora si tuvo que callar, necesitaba levarse ese primer trozo de tarta de trufas a la boca.
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Mensaje por Lisandot 30/09/12, 06:37 pm

Claro que era una buena noticia saber que la niña no había gastado su suministro de hierbas medicinales atendiendo heridas de gravedad, pero no pudo evitar sentir compasión cuando le habló de sus mareos en los barcos. Ella misma no sufría ese problema, lo que era una gran suerte considerando lo mucho que había viajado por mar, pero si había visto y atendido a muchas de sus víctimas y sabía lo desagradable e invalidante que podía ser.

- Aunque aún no tengo mi jardín de hierbas propio, trabajo en un puesto de venta de hierbas y ayudo al dueño a cultivarlas; puedo colaborar en la renovación de tus provisiones sin problemas. ¿Qué estás usando para el mareo? ¿Jengibre?

Se dio cuenta que con su propuesta había interrumpido la preparación de Dul para comenzar su relato, pero ver la ilusión que irradió su mirada y la bella sonrisa que se instaló en sus labios al oírla, hizo que valiera la pena lo que en otras instancias hubiera considerado una falta de cortesía. Aquel momento era un momento perfecto, uno de aquellos en que se sentía en total y completa armonía con el mundo, una con el todo en perfecta comunión. Un momento fugaz como gota de agua cayendo en arena ardiente, pero más valioso que cualquier tesoro que pudiera ambicionar, porque el recuerdo de aquellos momentos perfectos era la fuente del valor que le permitía hacer frente a los malos tiempos, el destello de luz que la guiaba en las horas oscuras.

No hay nada que agradecer, siempre será una alegría que estés con nosotros –
contestó sonriente y con un brillo algo húmedo en los ojos, luego de un brevísimo silencio en el que aprehendió aquel momento único y lo atesoró en un privilegiado lugar de su corazón. Luego, soltando la mano de la niña, se aprestó a escuchar su relato.

Escuchó con atención, bebiendo su refresco y sintiendo de forma muy intensa, como ya le había pasado más de una vez, la incongruencia de tener frente a ella a una niña haciéndose cargo de misiones que habrían superado a más de un adulto. Sí, sabía que había sido preparada para ello desde muy pequeña, pero aún así...

La sensación se reforzó cuando vio como los ojos de la chiquilla se concentraban en el postre mientras seguía contándole acerca de su misión y un suspiro casi inaudible se escapó de sus labios, pero se mantuvo en silencio hasta que la muchacha hizo un alto para dedicar su total atención a la tarta de trufa que tenía adelante.

- Tu tarea era sencilla: verificar y completar la información que tu familia tiene sobre la Orden, pero conociste a alguien que cambio un poco eso – resumió en voz baja para que sólo su interlocutora pudiera escucharle - ¿Quién es esa persona?
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Mensaje por Dulfary 07/10/12, 12:46 am

Era simplemente fabuloso el que pudiera ayudarla a recargar los insumos medicinales de su atado de hierbas. No es que fuera muy grande o especializado, tampoco se trataba que estuviera preparado para cualquier tipo de eventualidad, sólo tenía lo básico, hierbas para desintoxicar, para el dolor (varios dolores de hecho), para el mareo, claro está, para evitar infecciones, para respirar, pero sobre todo para desintoxicar. El asunto de las vendas, era otro cantar, pero eso podía solucionarlo directamente en la Orden, sin tener que dar mayores explicaciones sobre sus conocimientos, ni pasar por la presión de reconocer que no sabía muy bien para que servirían algunas plantas y aun así preguntarlas.

El encuentro con Lisandot, a ese respecto, había sido más bien afortunado.

- La borda del barco. Si, básicamente, uso eso para el mareo - hizo una mueca que era una mezcla entre trauma, vergüenza, resignación y angustia, sobre todo resignación - previo a eso, jengibre, albahaca y... - se quedó pensando, el nombre de la planta no venía a su mente, no podía recordarlo, pero aun le quedaba una pequeña muestra, así que la sacó y se la dejó ver: una última passiflora, que si bien no era para nada útil para la clase de mareo que sufría la niña en los barcos, se la había tomado tanto con desconocimiento como con desesperación – y esto, no recuerdo su nombre, y... digamos que funciona... naaaahhh, no funciona, dejar parte de mí regado por el mar no termina de aliviarme, es horrible y estamos entre islas -

Y aun así, sonreía, ya que ahora todo aquello tenía una nueva visión. Por muy traumático que resultara para Dulfary estarse desplazando por mar (aunque nunca más traumático que hacerlo por las sombras) tenía una razón de peso y determinante para someterse a eso una y otra y otra vez de ser necesario. Una casa a la cual llegar, un hogar al cual acudir.

Ahora que la conversación se iba por otra rama, un poco más agradable que sus viajes, fue dejando de prestar atención a la torta, aunque no por esto dejándola de lado, pues bocado a bocado ésta iba desapareciendo.

- Es un amigo - su sonrisa diáfana hablaba por sí sola de la profundidad que esa palabra conllevaba, siendo curioso que al decirla, por una vez no sonó solo con afecto, sino con deje de respeto no mostrado antes hacia otra persona, mucho menos a alguien mayor.

- Si con alguien estaría a salvo su secreto sería contigo, pero hasta yo reconozco que es un imprudencia el mencionarlo. Mejor lo dejamos en que es alguien de confianza - sonrió con la tranquilidad de quien cree en la certeza de sus palabras, una sonrisa que también esperaba la comprensión de Lisandot al respecto. No le sabía bien el guardarle secretos pero esto era algo que iba más allá de ella misma, de su Clan y de la clase de cosas que ponía en riesgo a otras personas.

Era complicado, como muchas otras cosas en la vida, pero era lo que había y por una vez, guardó silencio al respecto.

- Es alguien que existe y que de alguna forma, bueno, nos estamos ayudando mutuamente, él necesita información diferente a la que quiere mi Clan, creo, no estoy segura, y a cambio tuve una forma de acercarme lo suficiente y muy bien cubierta como para que incluso yo pase desapercibida. - su tono fue dejando ese timbre jovial y poco a poco se fue haciendo sombrío, más bien preocupado - Pero sabes... sospecho que mi gente no tenía muy bien la información sobre todo esto, o las cosas han cambiado mucho desde que se tomó la decisión de medirlos y por un momento se quedaron sólo con la fachada de Agentes Extremos de la Luz. Mi hermano Yato solía decirme que en toda canasta de manzanas, por muy hermosas que se vean, alguna siempre estará dañada o peor aún, aguardando con una sorpresita a dentro - comiendo, como lo estaban haciendo no diría de forma explícita la palabra "lombriz" o la primera que pasó por su cabeza como siempre había sido cuando pensaba en sus palabras, "gusano" (aunque por alguna razón pensaba en un gusano de seda), aun cuando fuese obvio a qué se refería.

- Y es extraño, sabes? Tampoco es mucho lo que he logrado averiguar, tengo muy poco tiempo dentro, pero como todo en la vida, hay de todo, gente buena, no tan buena, gente que por hacerse la graciosa, encajar o mostrar que es "mejor" no es tan... no sé cómo decirlo sin ser grosera y perjuiciosa, y mira que no me gusta ser perjuiciosa, tal vez el termino más cercano sería: poco agradables, sin mencionar los que son intimidantes pero que en el fondo y a pesar de su comportamiento y hasta fanatismo son buenas personas - suspiró - vale, me dejo de cosas - dijo antes que le reprendiera - me desvió del tema y con toda intención, perdón. Pero de verdad preferiría no decirte y puestas como están las cosas en la mesa, darte una bonita descripción de dicho caballero - sus ojos brillaron como cuando lees un cuento de hadas y visualizas al valiente príncipe en su no tan brillante armadura y encima del caballo haciéndole frente al peligro y a la vida - lo podría estar delatando por eso solo, estoy casi segura que no hay muchos como él y como a veces el al mundo se le da por funcionar al revés, lo - bajó muchísimo la voz, poco menos que un susurro - están buscando, - pasó saliva y retomó con el mismo tono de voz bajo, pero mucho mas alto que esas dos ultimas palabras - pero puedes estar tranquila, no solo se trata de alguien bueno, y no lo digo porque siempre veo algo de bueno en todos, de verdad, yo doy fé que es una Persona de Honor - lo último lo dijo realmente enfática y, aunque la palabra que había tratado de decir anteriormente era "prejuiciosa" su edad no le permitía hacer tino del uso adecuado de la que finalmente salió a la luz.

Por ningún momento se le pasó por la mente, que su plena confianza en Lohengrin, algún día, por alguna razón llegase a ser defraudada.


FDI: Si te doy el nombre en este tema, genero una errata para Cruce de Caminos
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Mensaje por Lisandot 03/11/12, 01:46 am

La gracia de la primera respuesta le arrancó una sonrisa que no se convirtió en una carcajada en toda regla sólo por la expresión que acompañaba dichas palabras, la que indicaba que la niña no bromeaba, todo lo contrario, hablaba muy en serio.

- Passiflora –
dijo al ver la planta que Dul le mostraba, más apropiada para calmar nervios inquietos y llamar al sueño esquivo que para conjurar los mareos de viaje – Un archipiélago no es el mejor lugar para una persona con tendencia a los mareos – añadió a continuación, en un tono que mezclaba la compasión por el predicamento que la chiquilla sufría con el orgullo por la manera en que enfrentaba la situación, sin permitir que la amilanara – Creo que puede ayudarte con algo más, una pócima especial – agregó con una sonrisa misteriosa.

Era sanadora, era herbolaria, era alquimista. Una planta en sus manos era mucho más que un conjunto de flores, hojas, frutos, tallos, raíces, semillas; era la materia de una serie de preparaciones destinadas a sanar o al menos mitigar, los males del cuerpo y también del espíritu. Dejando de lado su refresco y la deliciosas frutitas de mazapán, rebuscó en su bolso y al cabo de algunos instantes, extrajo un frasco que le extendió a la kazekage.

- Esta es esencia de clavo de olor –
informó – Debes disolver un par de gotas en un vaso pequeño con agua, endulzarlo con miel y beberlo antes de emprender el viaje y durante éste, media hora antes de comer; te aliviara mucho.

El tono con que la rubia pronunció la frase “es un amigo” llamó poderosamente su atención, no por el afecto que había en él, sino por el respeto que demostraba, algo que la niña no concedía fácilmente y que hacía pensar en alguien muy especial para ella, pero no en el sentido de haberse enamorado. Estaba cada vez más intrigada, pero se topó de frente con la prudencia, que por una vez, Dul demostraba y no pudo menos que asentir y dejar su curiosidad aparcada cuando ésta decidió no seguir hablando acerca de su amigo misterioso. La quería mucho como la niña que era y la respetaba y confiaba en ella como la adulta que muchas veces, más que aparentar, estaba obligada a ser y de ninguna manera iba a presionarla para tratar de romper el silencio que había escogido guardar.

Cuando la chica hizo la metáfora de las manzanas en su mente se formó de inmediato la imagen de un rollizo gusano habitando feliz en el interior de una de ellas, pero como jamás había sido remilgada continuó disfrutando tranquila de su postre de mazapán, aunque la preocupación del tono de Dul se transfirió a ella, ¿manzanas podridas al interior de una organización como la Orden de la Dama? Eso no presagiaba nada bueno.

No, no iba a reprenderla por sus desvíos y tampoco corrigió la palabra mal empleada, a ella le gustaba como la chica narraba las cosas, aunque a veces tuviera que hacer un gran esfuerzo para no perder el hilo. Sonrió al ver como sus ojos brillaban al pensar en aquel misterioso caballero, pero la preocupación que había sentido con lo de las manzanas podridas aumentó al saber que el héroe de Dul era perseguido por la Orden.

- Si una Persona de Honor es perseguida por la Orden, significa que las cosas allí no andan nada de bien –
contestó en una tono apenas audible.

La idea de la poderosa Orden dominada por fuerzas del mal le provocó un escalofrío, los recuerdos de Cascadas estaban demasiados frescos aún, pero hizo un esfuerzo para dominarse y le sonrió a la niña.

- Estoy segura que tu amigo es tan bueno como piensas que es, Dul - dijo con honestidad - ¿Quién eres dentro de la Orden?
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Mensaje por Dulfary 10/11/12, 01:16 pm

Mientras Lisandot buscaba en su mochila algo, Dulfary se planteaba hasta que punto era prudente agregar a sus males con los mareos de barco el otro hecho que la hacía casi estar en el lugar equivocado para ella

- ojala no te preocupes más de la cuenta, pero no solo es malo para alguien que se marea en barcos, sino para alguien que no sabe nadar – sin poderlo o quererlo evitar se echó a reír de muy buena gana. Era un desastre, enviarla a Jasperia, con sus mareos y su ausencia de habilidad para nadar, era simplemente un desastre.

Pero estaba más que convencida que en su casa no tenía idea alguna de tales cosas. De los mareos, del nado.

Sin perder la sonrisa por la risa, tomó el frasco entre sus dedos y lo examinó un momento. No era recelo, era algo más infantil y tonto que eso: buscaba el clavo. Literal. No la especia, la herramienta y no lo vio, claro está (la herramienta).

Una nueva sonrisa iluminó su carita angelical, escuchando las indicaciones de la sanadora.

- Muchas gracias Lis, además, me has dado una excusa para que más tarde vayamos juntas al mercado: hay que conseguir miel – no se le ocurrió pensar que Lisandot también tuviera miel con ella y , la idea de ir al mercado le pareció fascinante.

- No lo sé del todo – dijo, de vuelta al tema de la Orden, seriamente y casi confundida – aun no llego tan lejos en mis averiguación, como te digo, pero las religiones suelen ser raras, en casa siempre lo han dicho y si su pensamiento es poco convencional, tal vez haya pisado mas de pie – cayo (de cayo, no de caer)– con su forma de actuar o de vivir las vivencias de la Dama… vivir las vivencias, circulo redondo, salir afuera, ay – puso los ojos en blanco – el caso, las doctrinas de la Dama, son gente rara, muy rara, no es tan simple como me porto bien o mal, sino lo que creen, como lo creen y que hacen con lo que creen. Y eso es apenas la punta del iceberg… honestamente no sé como hace el Líder para que nosotros nos movamos por el mundo trayendo equilibrio habiendo tantos matices, porque sé de por historias de compañeros que no tienen por qué alardear de saberlas, que también han expulsado y perseguido a otros tantos caballeros y hasta sacerdotes por obrar de forma indebida y no ser personas correcta en su proceder, lo que indicaría que algunas cosas sí están bien adentro… es complejo – movió la cabeza lentamente haciendo una mueca de perplejidad – muy complejo… -

Su tarta desapareció. Ya no había sino boronas que ella estaba pescando con el dedo y se llevaba a la boca, así que lentamente el plato iba quedando muy limpio, impecable.

- Soy una iniciada que entró muy tarde a la Orden, pero adoc…trin…nada… por su tío en todo lo referente a la Dama, su Orden, la Orden y el camino del caballero. La sobrina del viejo Maestro de Armas, Devan inserte apellido. – sonrió traviesa – pero yo no le dije viejo – dejó ir una sonrisita socarrona – así que como ya tengo buena parte de la instrucción y mucha más edad de la esperada para un Iniciado que apenas inicia – se rió – puedo salir de Lytenberg y hacer patrulla con chicos más antiguos que yo, pero siempre aprender –
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Mensaje por Lisandot 21/11/12, 09:03 pm

¿Por qué era que no le sorprendía realmente que la niña, que se mareaba en los barcos y no sabía nadar, estuviera de misión en un archipiélago? No la sorprendía, pero si le preocupaba, aunque esa preocupación se esfumó ante las francas carcajadas de Dulfary, a los que no tardó en unirse ¡Qué espíritu el de esa chiquilla adorable, que la hacía reírse de problemas que a otra hubieran intimidado!

- Bueno, no tengo medicinas que hagan que una persona nade, pero tal vez podamos encontrar a alguien que te enseñe – dijo cuando su risa se calmó.

Lamentablemente, ella no podía ser esa persona; era una nadadora apenas regular, no podría enseñarle a nadie esa destreza... pero tal vez sí podría enseñarle algo que a la chica le resultaría muy útil: a preparar la medicina antimareos.

- Podemos conseguir miel, más clavo y un par de cosas más; te enseñaré a preparar ese brebaje – anunció con una sonrisa.

Si la rubia sufría de mareo crónico, era mejor que supiera preparar por si misma la medicina que podía ayudarla; dada sus actividades y a venturas, no siempre iba a estar al alcance de ella o de otro herbolario para reponer sus suministros.

Dulfary tenía razón, las religiones eran raras y complejas y las cosas no eran tan simples como portarse bien o mal. Estaban los dogmas, las doctrinas, los ritos y las tradiciones y demasiadas veces todo aquello pesaba más que la bondad y la honorabilidad de una persona; todo eso sin contar que las religiones mayores y más estructuradas no eran ajenas a la corrupción y las luchas de poder. Por todo eso y porque nunca había logrado tener fe en alguna entidad en particular, era que ella nunca había sido feligrés de religión alguna.

- Los asuntos religiosos son muy complejos – asintió – pero muchas veces he visto que mientras más grande y poderosa es una religión, mayores posibilidades hay de que se alejen de los principios de las deidades a las que dicen servir y que persigan a los que insistan en seguir el camino original... y a veces esas persecuciones pueden ser muy duras, muy crueles – concluyó con acento preocupado.

Alguna vez había visto lo que perseguidos en nombre de la “única fe verdadera” habían tenido que sufrir; sabía de los castigos impuestos a apóstatas, herejes y cismáticos y sus ojos se oscurecieron por un momento ante la visión del riesgo que la niña corría. Sabedora de que no podría nunca convencerla de que abandonara su cometido, sólo pudo desear con toda su alma que aquel misterioso caballero supiera protegerla.

- Y seguro que eso te gusta más que estar encerrada estudiando – sonrió- Veo que han preparado todo muy cuidadosamente – comentó – espero que te hayas aprendido bien tu papel... no... estoy segura que así es. Bueno, señorita Iniciada – continuó - ¿qué deseas hacer ahora? ¿Otro postre? ¿una visita al mercado? ¿ o conocer el que espero sea nuestro hogar algún día?
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Mensaje por Dulfary 28/11/12, 03:04 pm

La idea que alguien le enseñara a nadar le agradaba. El asunto, por primera vez, era el tiempo. Antes contaba con tanta libertad para hacer cosas que no hacía su trabajo para el Clan. Ahora, estando en la Orden, debería encontrar el espacio si quería ponerse en la tarea de aprender a nadar.

- Es curioso, creo que no lo había pensado. Pero sí, tal vez sea tiempo de buscar alguien que me enseñe a nadar. En Lytenberg he visto piscinas... vale, son fuentes, pero creo que servirían para aprender con seguridad - no fuera a salirle un kraken o algo así, si lo intentaba directamente en el mar. La idea la entusiasmaba y sí, buscaría la oportunidad de llevarla a cabo.

Así que asintió enérgicamente a la propuesta de ir a buscar la miel y, más aun, a la de aprender a prepararlo. Eso le sería muy útil.

- Creo que es el caso de mi amigo. O al menos algo así entiendo - dijo respecto a las persecuciones por parte de la religión, sin embargo, a pesar de lo cuidadosamente que se le había dicho, a ella aun no le quedaba claro del todo como era el asunto en sí.

Eso sí, en cuanto surgió la duda sobre "qué hacer ahora", perdió todo semblante de seriedad y solemnidad.

- Mmmmmm... no estoy segura, aunque se me ocurre algo. No conozco la ruta, pero podríamos ir a la casa de ustedes - daba por hecho que era de ellos, aunque aun no la tuvieran - y de camino pasamos o desviamos hacia el mercado para comprar lo que nos falta - propuso.
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Mensaje por Lisandot 17/02/13, 08:44 pm

Sus ojos brillaron clarísimos y una enorme e incontenible sonrisa se adueñó de su rostro cuando Dulfary dijo “la casa de ustedes” En lo profundo de su corazón ella también la consideraba ya suya aunque aún les faltara mucho dinero por reunir - por eso la visitaba cada vez que podía para asegurarse que todo estaba en orden y en su lugar – y ni por un segundo consideraba la idea de que podía ser vendida antes de que ellos pudieran hacer el pago inicial. No, aquella era la casa de Akira y de ella … su hogar... el lugar donde formarían su familia … no podía ser de nadie más...

Observó con ternura el enérgico asentimiento de Dul a su propuesta de enseñarle a preparar el medicamento. La alegría y el entusiasmo de la niña habían desvanecido por completo el sentimiento de tristeza que la había embargado al despdir a su amor y agradecía en sun interior a quien fuera le hubiera permitido encontrase con ella y disfrutar de su compañía unos preciosos momentos que pensaba prolongar tanto como pudiera.

- Me parece un plan perfecto perfecto – dijo alegremente – Iremos primero al mercado y luego a nuestra casa. Será un paseo largo, pero el día está hermoso y caminar es muy bueno para la salud.

Con un gesto de la mano llamó a la camarera para pedirle la cuenta y, mientras esperaba, miró a la niña con aire conspirativo.

- La dueña de la casa me entregó unas llaves para que pueda entrar a ella cuando lo desee – comentó – Te enseñaré a preparar la pócima antimareos ahi mismo, no me costará nada soñar el equipo necesario y algunos muebles, pero tenemos que dejar todo como si nadie hubiera estado ahí, ¿eh?

Una vez fuera - pagado ya el importe de la cuenta, con una buena propina, y agradecido debidamente el servicio que les habían prestado – tomó suavemente el brazo de Dulfary para indicarle el camino.

- Es por allá.
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Mensaje por Dulfary 18/02/13, 02:35 pm

La expresión de alegría de Lisandot era casi alimento para Dulfary. Le gustaba mucho verla tan contenta, que la nostalgia y melancolía de la partida de Akira se viera aplacada un poco por tan inesperado encuentro

- Efectivamente, es doblemente perfecto - comentó ante las palabras de la sanadora, siempre sin borrar su sonrisa y sin mencionar ni por equivocación que siendo un paseo largo, se le dificultaría explicar su ausencia.

No es que omitiera la información de forma intencional, sino que ella misma no caía en cuenta de ese pequeño (y problematico) detalle.

- Yo siempre estoy dispuesta a caminar. Es una novedad no tener que hacerlo por los tejados, pero las construcciones de aquí son raras y... cómo se dice... irregulares! - la camarera que ya se llevaba la cuenta y el pago por esta la mira un poco extrañada, pero tras una sonrisa de dejarlo pasar simplemente dejó del todo la escena.

Le gustaba mucho la idea de ir a la casa como tal y no solo eso, sino verla llena, con muebles,, decoración y hasta cocina funcional. Era maravilloso o, como había dicho Lis, perfecto.

Tomada del brazo de su amiga, fue andando por la calle, sin prestar mayor atención a como las miraba la gente de forma ocasional. No conocía mucho de Tricarnia, ni de jasparia en sí, así que dependía de Lisandot para que guiara el camino e incluso elegir el mejor lugar dentro del marcado para hacer sus comprar. Mentalmente hacía cálculos de cuantas monedas tenías y estaba segura que podría pagar por todo.

- Ojala que me dejen el tiempo suficiente en la ciudad para aprender a moverme con facilidad yo sola - manifestó dando un vistazo a las calles, la estructura de los edificios y la gente.

- Sabes, lo mejor de estar en una ciudad nueva, es que muy seguramente los problemas tardaran en presentarse ooooo yo en encontrarlos. Me gusta este Reino y ahora que encontré a la familia, mucho más. Ay mira!! ese señor vende cacao!! con eso puedo tratar de hacer trufas!!! - como siempre, cambió de un tema a otro sin el mayor inconveniente, esta vez, tirando un poco de Lis para acercarse donde el vendedor.


Última edición por Dulfary el 14/03/13, 09:37 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Lisandot 10/03/13, 07:38 pm

Ella solía ser una persona cauta, atenta a los detalles y por nada del mundo hubiese querido originarle problemas a Dulfary pero, llevada por la alegría del reencuentro con la niña y la ilusión de mostrarla la casa que soñaba – bien despierta esta vez – compartir con Akira y en la que ella siempre sería recibida con los brazos abiertos, no había parado mientes en el tiempo que dicho paseo les llevaría. Relajada y alegre, como no pensó que estaría al empezar el día, se dispuso a disfrutar hasta del último segundo de la compañía de la hija de su corazón.

Sí había un lugar que conocía a la perfección en Trinacria, era el Mercado. Allí se encontraba el puesto de hierbas en el que trabajaba y era donde se aprovisionaba de las cosas que necesitaba en el hogar transitorio que había establecido en la habitación de la posada. Allí también, entre los comerciantes y otros trabajadores del lugar, se contaban los primeros pacientes estables que había hecho como sanadora. No sólo sabía donde encontrar todo lo que necesitaban sino que estaba segura de conseguirlo al precio preferencial acordado tácitamnete a “los de la casa”, todos los que hacían buena parte de su vida en ese lugar, incluída ella.

- Espero que esta ciudad sea siempre como nueva para ti, entonces y que los problemas se mantegan bien lejos –
hizo votos al oír el comentario de la rubia sobre los problemas, sintiendo un lindo calor en el corazón cuando ella dijo lo de haber encontrado a la familia.

Caminaba del brazo de la Iniciada, saludando a los conocidos, indiferente a las miradas de curiosidad que las seguían. No es que hiciera caso omiso de los comentarios que se hicieran a su alrededor – estar al tanto de los chismorreos le había permitido salvar la vida en alguna ocasión – pero en esta ocasión no revestía peligro ser el centro de la atención.

La primera parada en el camino no estaba planificada, pero no fue para nada desagradabl; era una linda coincidencia que a la niña le gustaran tanto los dulces como a su Akira. Mientras Dul la “arrastraba” hacia el puesto, ella se proponía pedirle la receta de las trufas. Cierto que podía materialiazar todo lo que quisiera – y conociera – con sus sueños, pero tenía un encanto especial preparar con sus propias manos cosas para las personas que amaba.

- Buenos días, don Blas – saludó sonriente al llegar - ¿Cómo está de su reuma hoy? ¿Se ha aplicado las compresas de hassira?
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Mensaje por Dulfary 14/03/13, 10:32 pm

Dulfary llevaba todo el impulso de comprar cacao para las trufas. No iba a negociar, solo comprar, sin regatear, sin miramientos, solo impulsividad. Deme un kilo de cacao, que luego no sabré en donde meter o cómo transportar, pero démelo... DE ME LO GGGG !!!!

Sin embargo, el impulso para empezar a hablar, que no el físico ya que debió detenerse apoyando la mano contra el maderamen del puesto de venta, quedó cortado cuando Lis habló con el señor, con nombre y referencia de condición física: reuma.

Así que se limitó a sonreír mientras ellos conversaban, al menos hasta que desvió la vista a los cacaos y se perdió en ellos. Cuantas trufas podría sacar de uno solo? No tenía idea. Eso sí, de las cosas que tenía anotadas con letra prolijia en su libreta de asesinos y misiones, era la receta de la vecina.

Esperaba tener tiempo suficiente.

- Señor, qué costo tienen esos hermosos cacaos?? - preguntó en cuanto tuvo la oportunidad, totalmente ajena a que le daba material para cobrarle de más.
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