Junto al mar de nuevo

Ya llevaba tiempo viajando, buscando un lugar en el que poder encontrar la paz que buscaba. Hacía algún tiempo que había dejado atrás el Reino de las Cascadas, junto con el recuerdo de la gente que allí conoció. Cierto es que le costó dejar aquel lugar, ya que allí consiguió recuperar las ganas de seguir viviendo. Comenzó a pensar que conociendo nuevos lugares y nuevas gente, y teniendo nuevas experiencias, estaría haciéndola feliz a ella. Decidió buscar lugares y gentes que a ella le hubieran encantado para, aunque no fuera verdad, hacer sus sueños realidad de algún modo.

Así llegó a unas nuevas tierras. Se trataba de tres islas con sus respectivas ciudades y pueblos. Una imagen verdaderamente impresionante al visualizar. Aunque ahora se encontraba algo solo, habiéndose acostumbrado a ciertas compañías en el anterior reino, no tenía ninguna prisa en entrar en aquel lugar. Pensó que lo mejor sería tomarse las cosas con calma, y así lo hizo.

Caminó durante horas por aquel paraje, observando todo lo que estaba a alcance de su vista y, cuando llegó a un lago precioso donde pensó que lo mejor sería sentarse a contemplar lo que el paisaje le ofrecía, dejó de caminar, y se tumbó al lado de un árbol.

Sophitia se había levantado temprano esa hermosa mañana... No porque quisiera, sino porque no había tenido alternativa. La noche anterior la había pescado medio perdida por una zona algo boscosa.

- Odio los bosques – Se repitió una y mil veces mientras caminaba sin sentido.

Al final el cansancio la había vencido, tanteando en la oscuridad encontró un árbol algo hueco, al menos eso la protegería del frío. Se acurruco como pudo y durmió profundamente, soñó toda clase de cosas increíbles, con barcos, mares sin fin, tesoros maravillosos y ella misma con el sombrero de capitán....

Despertó cuando sintió cosquillas en la mejilla, trato de ahuyentar lo que fuera que la molestaba, otra vez estaba molestando, cansada abrió los ojos dispuesta a acabar con el asunto y seguir durmiendo. Grande fue su sorpresa al ver que lo que tenia encima era un enorme ciempiés...Y no había solo uno....

Salió corriendo del horripilante árbol, y siguió corriendo por el bosque aun cuando ya no tenia nada encima, al grito de – Odio los bosques! – Y espantándose insectos inexistentes del cuerpo.

Al final llego a un lago enorme, agua era agua, no importaba si era dulce o salada. Con una sonrisa enorme iluminándole el rostro se quito las botas y salto al lago.
Se sentía de maravilla, nado hasta lo más profundo que podía, y luego subía con toda velocidad, daba vueltas sobre si misma mientras reía carcajadas.

Flotando boca arriba, se dejo llevar por el agua mientras miraba el hermoso cielo y hacia forma de animales con las nubes. Por fin un momento de calma, entre las apuestas, los piratas, los rateros y el alcohol, nunca tenia un tiempo libre como para relajarse.

La panza comenzó a hacerle ruido, era predecible ya que no comía desde hacia casi un día entero. Nado hasta la orilla, y fue a buscar una vara los suficientemente larga, en poco tiempo encontró una lo suficientemente flexible. Le hizo una pequeña ranura en la punta, y le ato un piolin que llevaba en el bolsillo....

-No es la mejor caña del mundo....Pero tal vez funcione....

Agarro una piedra algo puntiaguda y comenzó a escarbar cerca de la orilla del lago, donde la tierra estaba mas blanda, solo le faltaba algunos gusanos....

Fue entonces cuando noto a un extraño hombre sentado del otro lado exacto – Que raro... – Penso, ya que no había notado antes que estaba ahí...

Tras un buen rato tumbado, con los ojos cerrados disfrutando del rumor del viento y el que éste producía en el agua del lago, se sentó a disfrutar del paisaje, ahora con los ojos bien abiertos. Lo cierto era que se encontraba bastante solo. Aunque, en cierta forma eso es lo que buscaba, temía a la soledad. Cuando no había nada que lo distrajera de sus pensamientos, su mente se llenaba de recuerdos. Recuerdos que empezaban a estar algo borrosos. Se negaba a dejarlos ir, porque con esos recuerdos se iría también ella. Sí, sufría cuando la recordaba, pero era lo único que le quedaba de ella. No iba a permitir que lo más importante de su vida, desapareciera de ella sin más.

Alzó la vista cuando oyó un pájaro. Lo buscó con la mirada y lo encontró. Era un pájaro carpintero situado justo en el árbol que se encontraba a la derecha de Luthys. Su vista alcanzaba a verle suficientemente bien. Se trataba de un pájaro carpintero común, con las alas negras y blancas y su mancha roja particular en la cabeza. Sonrió al verle actuar, y sintió el poder de su raza al notar débiles deseos de levantarse y matar a ese pájaro.

Sí, es lo que hubiera hecho un demonio corriente. Pero él no era un demonio corriente, dejó de serlo cuando la conoció a ella. Y, ahora que no era totalmente inmortal gracias al castigo de su señor, las ganas de seguir llevando una vida demoníaca eran nulas.

Cuando su vista se dirigió al lago, vió allí a una chica. A simple vista parecía humana, pero había aprendido a no dejarse guíar por las apariencias.

Durante unos segundos dudó en si decirle algo o hacer como si nada. Pero, teniendo en cuenta lo solo que estaba decidió levantarse y dirigirse, a paso normal, hacia la humana.

- Hola- se limitó a decirle con una sonrisa.

Sophitia solo se quedo allí, mirando como el extraño se acercaba poco a poco, obviamente no tenia apuro alguno. Era de estatura normal, pelo oscuro, piel algo tostada por el sol, pero no tanto... Se podría decir que era apuesto.

Al ver que se acercaba, simplemente se quedo sentada mirándolo, pensando si la abría visto mientras nadaba, ojalá que no, su modo de comportarse en el agua era bastante vergonzoso, parecía una nenita pequeña.
Aun estaba bastante mojada, se había atado el cabello y le seguía goteando, impidiendo así que su ropa terminara de secarse. Como siempre, vestía una camisa blanca de algodón, unas babuchas negras sostenidas con una cinta roja en la cintura y para terminar unas botas negras que ahora mismo no tenia puestas, ya que le gustaba andar descalza.

El extraño la saludo con simpatía, Sophitia uso una mano para que el sol no le encandilaran la vista, y dijo con una sonrisa amplia y cálida.

-Buenas tardes extraño! – Rió brevemente ante el apodo – Gustas pasar la tarde pescando y hablando sobre la vida?

Ella era así, no importaba que acabara de conocerlo y ni tan siquiera supiera su nombre, le gustaba la compania y no dejaba pasar la oportunidad de poder conocer gente. Su padre siempre le decía que con una actitud positiva y una gran sonrisa se podía hacer milagros, y a lo largo de su corta vida había comprobado que era muy cierto. En mas de una pelea los “extraños amistosos” le habían salvado el pellejo, le habían dado un lugar donde dormir o un plato de comida caliente.

Luthys contempló a la joven, que estaba sentada en seña de espera hacia él. La miró disimuladamente de arriba abajo, y lo cierto es que le pareció una joven muy bonita. El toque que su pelo mojado le proporcionaba en esos instantes era muy atractivo.

Sin embargo, todos estos pensamientos no hicieron mucha mella en el demonio, nunca se sentía verdaderamente atraído por las chicas, mucho menos si eran humanas. Exceptuandola a ella, nunca se había enamorado antes de ninguna humana. Aunque, ¿estaba seguro de que ella era una humana? A lo largo de sus años había visto tantas razas que no le asombraría que esa chica tan bonita no fuera todo lo humana que parecía ser.

Contempló cómo iba vestida y, exceptuando el que fuera descalza, no levantó en él ninguna sospecha de que la chica fuera algo rara.


De todas formas, él tampoco parecía no ser un humano normal. Como vestimenta llevaba unos pantalones negros de tela suelta, una camisa de color crudo (su favorita desde hacía años, ella se la regaló, de ahí que aunque una vez fuera blanca ya no lo fuera) de la que solo abrochaba los dos botones inferiores, dejando al descubierto su pecho y los cuatro pelos morenos y rizados que en él tenía, y sus botas, sus eternas botas negras que, ya fuera invierno o verano, siempre llevaba puestas.

- Por supuesto que puedo quedarme a charlar, pero, ¿no estabas haciendo algo?- Lo cierto es que le sorprendió la actitud de la chica, pues aunque no lo conocía de nada se dispuso a hablar con él. Por supuesto él era inofensivo, pero no creía que fuera lo más indicado el presentarse así a la gente. Tras tantos años viajando por el mundo, sabía perfectamente que no siempre la gente era buena...

El extraño parecía algo sorprendido de su modo confianzudo de hablar. No era para menos, no se acostumbraba entre las personas el dar invitaciones así como así. Pero Sophitia no tenia tiempo para todas las presentaciones, y rituales que hay que hacer antes de poder siquiera hablar con alguien. Bah! Patrañas!
Sin duda el sujeto no parecía ser del todo normal, era como si tuviera un halo de otro mundo, como si no perteneciera a esta realidad. Pero tranquilamente podía ser que el hambre la estaba haciendo alucinar. Sacudió la cabeza como sacándose esas ideas raras y hizo una seña con la mano, como invitándolo a sentarse junto a ella.

- Estaba improvisando una caña – Dijo Sophitia volviendo a poner manos a la obra – Hace un día que no como y ya me esta haciendo falta.

Se concentro en su supuesta caña, midió la resistencia del palo, y del nudo. Agarro uno de los gusanos que había encontrado e intento atarlo directamente. Obviamente no se quedaba quieto y haciendo fuerza en una de las veces se corto con el filoso hilo.

- Auch! – Se llevo el dedo a la boca de modo instintivo....Luego se acordó de lo que había tocado con este – Puaj!!

Mientras se limpiaba la boca con algo de agua, se quedo mirando la caña un rato, algo le faltaba .... Ah! Ciertamente sin un anzuelo seria complicado atrapar nada....Pero no tenia nada como para poder usar... Un alambre pequeño seria lo ideal....

- Cielos, solo me falta un anzuelo, se te ocurre qué podría usar?

La panza volvió a hacer ruido, como quejándose de que tardara tanto, no había remedio, si no encontraba algo para hacer de anzuelo tendría que intentarlo solo atando a un gusano y rogar por tener algo de suerte, o que aparezca un pez muy tonto que se dejara atrapar.

Prestó toda la atención posible a los movimientos de la joven, y la verdad es que se la veía bastante resuelta, pero... le faltó un detalle. Él ya se había percatado de que a la caña le faltaba el anzuelo, pero prefirió no decir nada, dado el hecho de que nunca había pescado y podría quedar de listillo.

Pero no fue así, ya que era verdad que se le había olvidado a la pobre chica el anzuelo para la caña.

- Emm...- dijo cuando le pidió ayuda. Miró por los alrrededores y no vió nada, pero sí que oyó el estómago de la joven. La miró e incluso creyó vérselo en la cara, pero también pensó en el demonio tan patético en que se había convertido y pensó que sería a causa de su compasión esa visión de la chica.- Lo siento, pero por aquí no hay nada que pueda servirte.

Tenía que ayudar a esa chica. Pero, ¿cómo? Y de pronto apareció en su mente aquella imagen: la playa. ¿Cuántos meses estuvieron en aquella isla apartada totalmente del mundo? Recordó a aquella gente tan pobre que vivía allí, y que, prácticamente, tenían que hacerlo todo con sus propias manos. Y, por supuesto, dentro de las labores se encontraba la de pescar. Y lo hacían sin nada.

- Espera- le dijo a la joven de pronto. - Igual sí que puedo ayudarte.

Esperaba que sí, por el bien de la joven. Aquellos hombres pescaban metiéndose en el agua y permaneciendo quietos y en silencio. Los había visto suficientes veces como para no acordarse de ello. Él también podría hacerlo.

Se acercó al agua para ver cómo estaba de honda. Después, se remangó los pantalones hasta sus muslos, dejando al descubierto sus musculosas y morenas piernas. Tras esto, se dirigó a pasa muy muy lento hacia el agua. Y fue en ese preciso momento cuando comenzó a sentirse totalmente ridículo. Miró a la muchacha de reojo, y lo estaba mirando. Carraspeó un poco y dijo un poco cabizbajo:

- Tienes que estar quieta y en silencio.

Miró al agua de nuevo y suspiró. ¿Realmente se creía capaz de pescar un pez de esa forma?

Se decepciono mucho cuando el muchacho contesto que no poseía ningún utensilio útil, al final pescar no resulto ser la alternativa mas practica...Bueno, en su cabeza parecía mucho mas sencillo...

- No te preocupes, ya se nos ocurrirá algo – Era difícil pensar con hambre, pero un día sin comer nunca había matado a nadie.

Que vergüenza, qué clase de pirata dejaba que se le escapara semejante ruido? Vergüenza debería tener . El extraño joven parecía estar pensando una solución, y el ruido de su estomago solo lo apuraraba. Se quedo mirándolo meditativa, parecía que su mente se había transportado a otra época, a otro lugar, a un recuerdo muy lejano en un momento quizás similar a este o tal vez no.

De pronto, se levanto, por suerte se le había ocurrido algo, Sophitia sonrío, sabia que no se equivocaba al hablar con él.

- Perfecto! Cual es la idea? – Mientras decía esto tiraba la caña por encima del hombro de modo despreocupado.

Vio como media la profundidad del lago, se arremangaba los pantalones y sin mas se metía al agua. Vaya! Acaso los iba a cazar con las manos? Había que ser muy habilidoso y tener mucha paciencia para hacer algo así... Dos cualidades que por supuesto ella no poseía...

- No sé si este estilo de pesca sea para mi pero... – Se arremango la camisa y los pantalones – Si no lo intento nunca sabré si puedo hacerlo – Sonrío ampliamente y se metió despacio al agua.

Se quedo lo más quieta que su naturaleza inquieta le permitía, observando, escuchando. De vez en cuando se escuchaba un chapoteo aquí o allá...Pero ninguno demasiado cerca. Luego de un largo rato de esperar ya la espalda le dolía por la posición y los brazos se le estaban acalambrando...Pero aun así no daba el brazo a torcer.

Le pareció ver algo...Presto mas atención, si! Había un jugoso pez a la vista! Despacio acerco las manos sin hacer sombra para que no escapara, cuando ya estaba a unos pocos centímetros se lanzo sin mas sobre el mismo.

Lo sintió moverse en sus manos, era resbaloso y si no lo sacaba pronto se le escaparía, ambos chapotearon durante algunos minutos hasta que por fin logro sujetarlo firmemente y arrojarlo a la tierra.

Algo despeinada y totalmente mojada comenzó a reír sin parar.

- Jajajajajajajaja! Eso fue lo mas divertido que he echo en mucho tiempo – Se paro y extendió la mano – Por cierto, yo soy Sophitia! Es un gusto conocerte!

Aunque estaba casi convencido de que no iba a conseguir pescar ningún pez, no quiso echarse atrás. Ya estaba haciendo bastante el ridiculo, a su entender, como para encima echarse atrás. Se quedó quieto, todo lo quieto que pudo, agachado, con los brazos dentro del agua, sin hacer el más mínimo ruido.

Instantes después, la chica lo imitó, lo que le hizo quitarse un peso de encima. Al fin y al cabo, ahora estaban haciendo el ridículo los dos, y no sólo él. Le sonrió y... poco después tenían un pez para atrapar justo en medio de ellos. Ayudó a la chica a sacarlo y no pudo evitar reír cuando lo consiguieron.

- Estaba seguro de que no lo conseguiríamos- dijo entre carcajadas. Después de tiró al suelo, se colocó de medio lado y apoyó todo su peso en su brazo derecho. Un par de botones de la camisa se le habían desabrochado tras la lucha con el pez, y dejaba al descubierto su pecho moreno y fornido. Se encontraba tumbado sobre hierva, esa hierva húmeda y verde que crece a orillas de muchos lagos. Era bastante cómodo y se sentía bien allí.

Sin dejar de sonréir, le dijo a la joven:
- Mi nombre es Luthys. También ha sido muy divertido para mí. - Hizo una pausa - Ahí tienes tu comida, espero que ese estómago parlanchín tuyo deje de oírse. - La última frase la dijo en un tono bastante serio. Sin querer había salido su lado demoníaco. Al parecer, el asunto de buscarle comida a otra persona no estraba en sus planes, y algo dentro de él decía que había sido un acto estúpido. Y Luthys sabía que tenía razón. ¿Desde cuando un demonio ayuda a un humano a que no muera de hambre? Había actuado sin pensar, y porque había sido presa del aburriemiento y de las ganas de entretenerse. - Bueno, espero que disfrutes de tu comida. - dijo mientras se levantaba. Ya no sonreía. - ¿Qué andas haciendo por aquí? - Una vez de pie, volvio a colocarse la ropa debidamente: se bajó los pantalones y se abrochó la camisa, colocandolo todo como debía estar.

Sophitia se dejo caer sobre la hierva completamente agotada, se quedo así, pensando un rato, mirando las nubes y disfrutando del contacto con el suave pasto. El pez por fin se había rendido, había que cocinarlo rápido antes de que se pasara, necesitaría tres varas fuertes y algo de leña.

- Sin duda semejante pez hará que mi estomago se ponga feliz – Dijo riendo – Muchas gracias por ayudarme, Luthys.

Le dio la sensación de que había cambiado el tono, que ya no era tan cortes ni tan amistoso, pero también podía ser que fuera idea suya, tal vez estaba cansado y no controlaba bien los modos. Solo esperaba que no fuera por algo que ella había dicho.

Miro extrañada como se levantaba de pronto y completamente serio se acomodaba la ropa, como si nada hubiese pasado. Interesante, hace unos momentos estaba en el lago tratando de agarrar peces con las manos y ahora parecía un noble recién bajado de la carroza. Esta bien, Sophitia no se sentía quien para andar criticando.

- Estaba de paso, en realidad – Dijo ruborizándose levemente – Me perdí en el bosque que esta aquí cerca, no tengo mucho sentido de orientación... Y menos en los bosques. En síntesis, termine aquí. Pero no tengo rumbo, así que da igual.

De puso de pie, el sol había logrado secar al menos un poco su ropa, así que la desdoblo y acomodo un poco. Luego se puso las botas y se volvió a atar el pelo.

- Y tu que haces por aquí? No me pareció que hubiera ningún asentamiento cerca – Miro al rededor buscando madera suficiente para cocinar. Por suerte, había bastante y no demasiado húmeda.

Al final logro juntar lo suficiente para cocinar al pescado, la apilo en forma de pirámide, apartando tres. Luego saco sus afiladas dagas y con gran facilidad abrió y destripo el pescado, estaba acostumbrada, lo hacia desde pequeña.

- Es bastante grande, si quiere puede comer tu también – Le sonrío mientras pasaba el pescado por uno de los palos y lo ponía cerca del fuego.

No sabia bien lo que se sucedía a este sujeto, pero la había ayudado, y eso era lo que valía...

Permaneció de pie al lado de la joven mientras ella hablaba. Miraba a todos lados con cierto nerviosismo, aunque seguía escuchando a la joven.

- ¿Asentamiento? No sé si habrá alguno cerca. Yo he venido solo. Hace tiempo que dejé un reino y me topé con este, supongo que lo recorreré, como hago con todos los lugares que encuentro a mi paso. - Una sonrisa nerviosa asomó por sus labios. - Emm, gracias pero no tengo hambre.

"La gente como yo no tiene necesidades tan molestas como los humanos", pensó para sus adentros.

¿Qué le ocurría? ¿Por qué estaba tan nervioso? Es como si de repente sintiera que está haciendo algo mal. ¿A qué podía deberse? No tenía nada que ver con esa chica, pues parecía buena persona y no le inspiraba ningún tipo de temor. ¿Se debería quizá a que había algún otro demonio cerca?

Y supo que sí rapidamente. No sabía a qué distancia se encontraría exactamente, pero obviamente era uno de los suyos. Aunque quizá fuera un ángel... No, la presencia de los ángeles era mucho más dulce que la de los demonios. Sólo esperaba no encontrárselo en aquel lugar.

Fue entonces cuando recordó la presencia de la joven junto a él. No debería dejar que un demonio se quedase a solas con una joven como ella. Lo mejor que podía pasarla era que la engatusara para aprovecharse de su feminidad. Y no iba a permitir que ningún demonio le hiciera daño a nadie que no se lo mereciera, sobre todo después de lo mal que lo trataron a él. Se dió cuenta de cuánto rencor sentía aún hacia aquellos seres a los que antaño él se pareció.

- Emm, esto... Sophitia, ¿te importaría comer rápido para que podamos buscar un buen sitio donde charlar y descansar más apartados de... aquí? - Esperaba sonar convencido, pero no estaba seguro de haberlo conseguido. Tenía que apartar a esa chica de allí en seguida, o tendrían problemas. Ambos tendrían problemas.

El sujeto estaba visiblemente nervioso, se negaba a sentarse y miraba para todos lados como si nos fueran a atacar en cualquier momento. Otro cambio de actitud tan repentino? Que persona tan curiosa era Luthys.

Mientras él observaba el paisaje como buscando al enemigo, Sophitia comenzaba a sacarle las partes ya cocidas al pez y las comía con calma para evitar tragarse las espinas.
Con que no venia de ninguna ciudad cercana... Pero tampoco le daba muchos datos sobre de donde era. Si quería ser misterioso por ella estaba bien, todos tenían algo que ocultar...

Ella continuamente ocultaba su pasado pirata, no era que sintiera vergüenza, pero la gente no confiaría en alguien de su calaña. No importaba que tan bueno fuera uno, o que tan amigable y sonriente se comportara. Si eras pirata, eras un vil ladrón, una rata asquerosa, un error de la sociedad “civilizada”.

En esas cosas estaba meditando Sophitia, no podía evitar pensar que aunque fueran un montón de ratas tramposas extrañaba estar con su gente, de compartir chistes y canciones con ellos. La emoción de tomar un barco, robar tesoros y vencer a la armada era única, y por mas que se esforzara no lograba remplazarla con una vida mundana.

Esta saboreando una parte especialmente sabrosa del pez cuando noto algo raro... Le parecía que había menos sonidos en el bosque, como si los animales se hubiesen ido. Bien podía decir que era su imaginación, pero si su compañero también se ponía nervioso eso significaba que ya no era solo idea suya.

- Si no comes voy a tardar mas – Dijo bromeando e instándolo a acompañarla por ultima vez – Jajajaja! Tranquilo, en seguida termino

En verdad había logrado contagiarle un poco de su nerviosismo, ya no quería estar cerca de ese lago, ni de ese bosque.Se levanto de un salto, y tiro tierra sobre lo poco que quedaba de fuego.

- Vamonos – Por primera vez en mucho tiempo su gesto era serio.

Estaba más nerviosos por momentos, pues aún no sabía si sus suposiciones eran ciertas. Esperaba que no, porque desde que lo castigaron, nunca más había vuelto a encotrarse con ningún demonio, que sí con un par de ángeles. Pero quería olvidar su pasado. Y su pasado estaba volviendo a él repentinamente, sin poder evitarlo.

Mientras miraba a todos lados, nervioso y buscando algo que le indicara qué estaba pasando, echaba ojeadas de reojo a Sophitia para ver cuánto le quedaba para terminar su comida. ¡Malditos humanos y sus ganas de comer!

Cuando terminó de comer, vió con cuánta rapidez se puso en pie la chica y se lo agradeció interiormente, pues no iba a darle las gracias por ello.

- Muy bien. Ven, creo que sé dónde podemos ir.

No, lo cierto es que no sabía dónde ir, pero sí sabía que lo mejor era que el fuera delante. Comenzó a andar rápido, mirando hacia donde Sophitia se encontraba para estar seguro de no perderla.

Debería correr más deprisa, si ella no puede seguirme, que no lo haga, mala suerte., dijo su maldita voz de demonio. Pero Luthys sabía que no iba a ser capaz de abandonar a esa chica a su suerte. Al fin y al cabo, le había caído bastante bien, y deseaba concerla más. Cuando comenzó su viaje tras la muerte de ella, decidió que iba a encontrar amigos, conocería a gente. ¿Cómo iba a abandonar a la joven si no había hecho nada para merecerselo? No iba a hacerlo, punto y final.

- Vamos, Sophitia, ten cuidado.- Ignoraba si la chica estaba acostumbrada a caminar o no, o cómo era de habilidosa y ágil, pero estaba seguro de que era mejor ir dándole palmaditas en la espalda.

Ni tiempo de hacer la digestión tuvo, se levanto y en seguida comenzaron con un caminar rápido que mas parecía un trote. A Sophitia no le molestaba, estaba acostumbrada a correr, la gente no suele tomarse a bien que uno le gane en las apuestas, ni que les robe comida. Esto ultimo es especialmente tonto, porque si no lo están comiendo ni piensan hacerlo, qué daño les hace que uno lo tome y satisfaga así su apetito?

A paso acelerado caminaron por el tupido bosque, Luthys se movía con mucha gracia y se abría paso con facilidad, de vez en cuando se detenía como para prestar atención a lo que lo rodeaba, luego le hacia una seña seguían caminando. Ya estaba comenzando a preocuparse, y él no le explicaba nada, solo la incentivaba a seguir moviéndose con leves palmaditas en la espalda.

Al menos sabia a donde íbamos, eso era lo único que la dejaba más tranquila, ya que ella estaba completamente perdida... estaba desorientada desde que habían dado tres pasos dentro del bosque. No sabia por que, pero los arboles la desorientaban, podía guiarse en medio del océano sin tener ni una isla a la vista, pero entraba a un bosque y todos sus sentidos se embotaban.

- Puedes al menos decirme a donde vamos? O porque corremos? – No estaba agitada, ni cansada, pero la dejaba más tranquila el saber la situación... Aunque el correr sin haber descansado le estaba haciendo doler la panza.

Para estos momentos su pelo ya estaba completamente lleno de ramas y hojas que se habían ido quedando atrapadas. Manos, codos y rodillas se le habían manchado con barro por abrirse paso en el bosque y en su cara había algunos rasguños. Ella no se quejaba, moriría antes de admitir lo difícil que le resultaba abrirse paso y seguirle el ritmo a su acompañante.

Luego de casi trotar durante media hora en la espesura su ritmo cardiaco había aumentado y su respiración se había echo mas pesada “Odio los bosques” se repetía una y otra vez. Encontraron un esbozo de camino, probablemente utilizado por leñadores o cazadores frecuentes, siguieron por allí un trecho, eso le permitió descansar un poco los brazos y caminar normalmente sin tener que esquivar arboles caídos ni ramas que mágicamente siempre iban a parar contra su rostro.

Tras seguir corriendo durante un buen rato y atravesar bastantes árboles, miró a su compañera que parecía bastante confusa.

- No estoy muy seguro de qué está pasando, pero tengo una mala sensación - No prosiguió, pues necesitaba una buena excusa para no decir que había un demonio por allí. Si decía eso, probablemente tendría también que dar su verdadera idetidad, y eso no lo quería.-Creo que nos persigue alguien. Bueno, sé que nos persigue alguien, o al menos está siguiendo nuestro rastro.

Siguieron caminando y al fin encontró un lugar donde cobijarse. Se trataba de una cueva. Sí, le parecía extraña, pero no era una cueva artificial. Al parecer algún caminante anterior se había encargado de construirla con algunos materiales que encontró por el lugar.

- Nos meteremos ahí- dijo señalando con un dedo a la cueva.

En realidad, eran cuatro piedras y cuatro ramas mal puestas, de tal forma que conseguían el efecto de una especie de cobijo con forma de cueva.

Luthys se acercó para entrar antes que la chica, por si hubiera algo peligroso dentro. Cuando comprobó que todo estaba en orden, hizo una señal a la chica para que entrara. Se sentó en el suelo, con las piernas estiradas y los brazos apoyados en el suelo, detrás de su espalda.

- Lo siento.- Se sentía culpable por la manera tan brusca que tuvo de salir corriendo. Pero era lo correcto, de eso estaba seguro.

Así que era verdad que algo los seguía, pero que cosa podía ser detectada desde tanta distancia y ser tan peligrosa como para hacernos correr de esa manera? Desde ya quedaba descartado cualquier animal salvaje, vamos! Esta bien que tienen buen olfato y que pueden ser de temer, pero bastaba con poner trampas, prepararse bien y ya estaba, la mayoría hasta se asustaba con un poco de fuego. No, tenia que ser otra cosa....Pero que?

Caminaron algo mas lento por el borroso camino, a los pocos minutos encontraron algo parecido a una cueva...Mas bien eran algunas pobres piedras formando una insinuación de espacio techado, probablemente utilizado para guardar leña para los viajeros y que no se les moje o cosas similar. Para Sophitia estaba mas que bien, esto de correr golpeándose contra los arboles no era algo que le agradara a sobremanera.

Luthys entro primero a la cueva por las dudas, muy caballeresco de su parte, y la ladrona en verdad se lo agradecía, no lo necesitaba, pero lo que valía era el detalle. Entro despacio mirando los rincones oscuros con atención, luego de su mala experiencia con los ciempiés ya no confiaba en los lugares acogedores. Por suerte no había nada, más relajada se sentó en uno de los rincones y se puso lo mas cómoda que pudo.

- Oye, no hay porque pedir disculpas, por lo que dices me acabas de salvar la vida. En todo caso yo debería agradecerte – Le sonrío y siguió intentando acomodarse.

El piso era de tierra bien pisada, en un costado había una pila de madera ordenada, como supuso era alguna clase de refugio para cazadores. En el centro de la cueva había un agujero no muy profundo, como para hacer un fuego.

- Ahora que estamos algo mas tranquilos... Me podrías contar qué es lo que nos persigue exactamente? - Apoyo la espalda contra la pared y se cruzo de piernas – Y no me vengas con que era un oso o una carpa con tentáculos, quiero la verdad – Ya estaba bien de ser misterioso.

Su ropa estaba algo húmeda aun, y algo caliente no le vendría nada mal... Un fuego, eso necesitaba. Así podría preparar algo de té.... Aunque para eso necesitaría un recipiente donde calentar el agua... Todo esto de vivir a la intemperie no era cómodo...

- Podriamos prender un fuego?-

Había pasado casi toda la tarde con Luthys, y aun no sabia nada sobre él, tanto le preocupaba que supiera de su pasado, o de su presente? Que tan raro, u oscuro podría ser? Sophitia era conciente que su vida no era lo que se dice “ejemplar” ni mucho menos, recordaba varias que de las cuales no se sentía orgullosa.
Pero así era vivir, una continua sucesión de echos bueno y malos por igual, lo que tenían en común es que todos enseñaban, y si uno había aprendido algo entonces no fue en vano.

Siguió inspeccionando el lugar, por si había algo que indicara que era mejor irse. Tras un rato, desistió, comprendiendo que, al menos de momento, estaban a salvo.

Se sentó junto a su compañera, sin mirarla a la cara, sino al frente e intentando escuchar cualquier aviso de peligro.

- No, bueno, no sé si te habré salvado la vida...- la miró, pasando una de sus manos por su nuca. Después sonrió.

A la pregunta no quiso contestarle, por el momento. Pero sí le pareció una buena idea lo del fuego.

- Emm, sólo hay un problema, no sé hacer fuego.- Aunque su interior demoníaco hubiera hablado de manera chulesca para demostrar algo, Luthys no lo hizo. Estaba más preocupado por el demonio que les perseguía que por quedar bien delante de Sophitia.- Y, pensándolo bien, tienes razón: voy a decirte la verdad.

Pasara lo que pasara con el demonio áquel, no iba a dejar en la ignorancia a la pobre muchacha. Respiró hondo y estuvo seguro de que iba contarle todo cuando la chica encendiera el fuego.

Luthys parecía algo mas “amigable” ahora, eso la ponía contenta, ya que se estaban escondiendo de algo, al menos quería llevarse bien con su compañero de cuarto. Incluso se sentó junto a ella, minutos atrás parecía estar cerca solo por compromiso... Tendría alguna clase de problema mental? Esperaba que no, en verdad, conocer a un loco era lo único que le faltaba.

Se quedo mirándolo unos minutos, su perfil era perfecto, su cuerpo también, se podría decir que era sospechosamente perfecto, como si hubiese sido creado por un artista. Acaso sus padres eran ángeles? A Sophitia le causo mucha gracia esta idea, vaya locuras estaba pensando. No era momento de distraerse con tonterías.

- No te preocupes, yo sé perfectamente como hacerlo – Se levanto de una sola vez y puso manos a la obra.

Solían decirle que era sorprendente la energía que tenia, parecía que no se agotaba nunca, tal vez el tener hambre era lo único que podía bajar un poco su ritmo. Sentía la necesidad de hacer cosas todo el tiempo, eso podía ser malo o bueno, dependiendo de como se lo mirara.

Agarro algo de la madera que estaba apilada a un costado de la cueva, estaba extremadamente secas, tal vez hacía mucho que no entraba nadie. Así estaba bien, seria mucho más fácil prenderla

Apilo la madera en el agujero y con un par de movimientos de sus dagas hizo la chispa suficiente como para prender un lindo fuego, soplo apenas y ya estaba echo.

Se quedo allí...contemplando las finas danzas de las llamas dándole la espalda a Luthys. El fuego siempre le resulto hipnotizaste, se podía quedar horas observándolo. Estiro las manos y se acerco aun más en un vano intento por calentarse, de pronto sentía como que la temperatura había bajado.

El demonio se sintió mejor cuando la chica se sentó a su lado.

La observó encender el fuego, y lo miró largo rato por los huecos libres que el cuerpo de Sophitia dejaba. Desde que habían entrado en la cueva no había sentido más la presencia del otro demonio, pero ya era demasiado tarde para inventarse una excusa con Sophitia.

Suspiró y dijo:

- Soy un demonio.- Lo soltó así, sin más preambulos, pues no sabía cómo darle la vuelta al asunto para hacérselo más llevadero a Sophitia.

Lo primero que pensó fue que ella se daría la vuelta y, o bien se reiría de él, o simplemente pensaría que estaba loco. Sí, a lo largo de su vida había aprendido a conocer un poco mejor la mentalidad de los humanos, y no eran muy crédulos, la verdad...

Tras un breve silencio por parte de ambos, prosiguió:

- No vayas a imaginarte a un demonio de las leyendas, en realidad no somos tan malvados. - Intentó decir esto con un tono simpático, pero le salió más bien un tono amargo.- Yo apenas puedo considerarme ya un demonio, pues dejé de serlo hace tiempo, cuando...- le costaba hablar del tema, era algo que tenía guardado y no le gustaba hablar de sentimientos - me enamoré de una humana.

Por el momento no estaba preparado a seguir con el monólogo. Esperó a que su compañera hablara antes de proseguir.

Mientras tanto, se levantó y se dirigió a la entrada de la cueva, asomó su cabeza y parte de su cuerpo y miró al cielo, con todos sus sentidos preparados para cualquier ruido, y su mente en lo que acababa de contarle a aquella chica que lo acompañaba.

Una persona común nunca puede estar preparada para semejante declaración, hacían solo unos minutos le había dicho que no le inventara ninguna historia rara, que le diga la verdad. Sophitia se había dado vuelta y estaba animando el fuego mientras esperaba la respuesta.

Las palabras resonaron en su mente como con eco, abrió mucho los ojos y abrió la boca como para decir algo.... Algo que nunca dijo porque la vos le fallo. Se dio la vuelta lo más rápido que pudo, tan rápido que casi se trastabilla que se chamusca en el fuego.
Por un momento penso que quizás fuera una broma, como continuando la que ella había dicho sobre “carpas con tentáculos”. Pero no era así, podía ver en el rostro del joven que lo que decía era la pura verdad, lo veía en como se habían oscurecido sus rasgos, en la amargura que reflejaban sus ojos. Debió ser muy doloroso para él decirlo en vos alta, toda su vida debió ser muy complicada...

Le sostuvo la mirada en medio de un incomodo silencio, pero al final la retiro y miro al suelo, como buscando qué decirle para hacerlo sentir mejor. No había nada que pudiera hacerlo sentir mejor, o al menos nada que ella pudiera hacer.
Luego de escucharlo todo respiro profundo para tomar valor e intentar hablar...

- Yo... Nunca me lo abría imaginado – Que tonto que sonaba eso, pero ya estaba dicho – Emmm, yo siempre... pense que...bueno, que no existían cosas así, que eran cuentos... – Jugueteaba con una ramita, estaba nerviosa.

Suspiro, sin duda la charla con otras razas no era lo suyo, tenia que buscar el modo de calmarse, debería pararse ir junto a él y al menos ponerle una mano en el hombro, o algo que demostrara que no le importaba que sangre corriera por sus venas. Pero las piernas estaban como tontas, y no le respondían bien.

Le enojaba ser tan inservible, no iba a seguir comportándose así. Se puso en pie sin pensarlo, y se acerco lentamente a Luthys. Poso una mano sobre su hombro y lo apretó suavemente, para demostrarle que nada de eso importaba ya, que no tenia porque estar solo, que estuviera tranquilo. Le sonrío y levanto la vista...

- Mas allá de todo, es una noche hermosa, verdad? – El sol había caído en el bosque, y al no haber ni una sola luz humana cerca, las estrellas se mostraban en todo su esplendor, una brisa cálida corría por aquí y por allá y los grillos cantaban a la luna.

Pudo comprobar que la chica lo había creído. Y, no sólo eso, sino que además había sentido compasión por él. O, al menos, eso dejaban entender sus ojos.

Aunque quiso proseguir y contarle lo de su "semimortalidad", cuando vió que la chica cambiaba de tema para hacerle sentirle mejor a él (o a ella misma), decidió que lo importante ya estaba dicho.

Sonrió a la joven, a la que sólo había mirado un par de veces durante esa conversación, y dijo:

- Sí, es verdaderamente preciosa.- Y era cierto. Miró al cielo y puso su sentido del oído en los sonidos del lugar. Verdaderamente las noches eran lo mejor del día, aunque, como bien recordaba, los días eran lo mejor para los ángeles. Sonrió para sus adentros.- Bueno, sigamos con ese fuego.

Pero fue entonces, mientras que se daba la vuelta cuando supo gracias a sus desarrollados sentidos de demonio, que no estaban solos.

De momento, prefería hacer como que no sabía nada. Iba a disimular hasta que fuera posible, que todo estaba bien. Ni Sophitia sabría nada de la presencia del demonio, ni el demonio sabría que Luthys sabía que estaba allí. Al menos por el momento.

Al parecer su compañero ya estaba algo mejor, eso la alegro, la noche era joven aun. Giro sobre si misma y se dirigió a revisar el fuego, tenia que hacer algo con sus manos, eso de quedarse quieta no era lo suyo.
Se agacho y lo reanimo un poco, agregándole algunas ramas. No sabia si en ese bosque habían animales peligrosos, pero por las dudas abría que mantener el fuego prendido.

Ya que Luthys le había confiado semejante secreto, lo mínimo que podía hacer ella era contarle también algo de su vida. Se recostó contra la pared y se puso cómoda, era momento de hablar un poco.

- Tus historias de seguro deben ser muy interesantes, yo también tengo algunas – Dijo y sonrío – Mi padre era un Pirata!

Cuando menciono a su padre el rostro se le ilumino, y la sonrisa se ensancho aun más, el que su padre fuera pirata era un asunto de orgullo para Sophitia. No importaba tanto si había sido famoso o no, para ella era el más importante de todos.

- Y me enseño todo lo que sabia – Continuo – Llevo el ser Pirata en la sangre.

Se paro mientras decía esto ultimo y se llevo la mano al corazón, como si fuera la causa más noble de la tierra. Luego se echo a reír y volvió a sentarse, la emocionaba mucho hablar de su “profesión”, en cuanto tuviera de nuevo su barco dejaría al continente entero sin oro, la mismísima reina pirata se rendiría a sus pies.

Mientras pensaba en eso tarareaba feliz una canción pirata que su padre le cantaba de pequeña, tomo uno de los palos que estaba en la pila y comenzó a tallarlo con su daga.

Luthys se sentó al lado de Sophitia mientras ella hablaba. La observó contarle sobre su vida y notó cuán orgullosa se sentía de pertencer al la rama de los piratas. Dejaba claro con la iluminación de su rostro y su amplia sonrisa que para ella era lo mejor del mundo. Ahí fue cuando Luthys se fijó mejor en sus ojos. Le brillaban por la emoción de lo que estaba contando y vió que eran verdaderamente preciosos.

- Me gustan tus ojos- dijo sonriendo levemente cuando su compañera terminó de hablar. Esperaba no haber dicho nada fuera de lugar, pues así era como actuaban los humanos, ¿no? Él quería parecer un humano ante los ojos de esa visita que les vigilaba y no vió mejor forma para ello. Sobre todo si lo que acababa de decir era la pura verdad. Los ojos de Sophitia eran una maravilla. - ¿Te dedicas a algo?

Lo mejor era hablar sobre algo interesante para ambos y que la joven no reparara en el más mínimo cambio en el ambiente. Si ese demonio visitante iba buscando algo que hacer para divertirse lo mejor sería aburrirlo con su conversación.

Echó un vistazo disimulado al lugar y supo que la visita estaba escuchando y controlando atentamente.

Sophitia se sentía feliz de que a su acompañante le gustaran sus historias. Así que ni lerda ni perezosa comenzó con una de las tantas que tenia guardada para esta clase de situaciones.... Si, era normal que hablara con extraños, y terminara en una cueva en algún lugar de algún bosque durante toda una noche hablando de cualquier cosa, muy normal.

- En una ocasión, Larry Pata de Palo comenzó una trifulca con Sam el Bello. Según él, le había echo trampa en el juego de cartas – Detuvo un momento la historia para contemplar la talla que estaba haciendo – Pero la verdad es que no hay pirata que no haga trampa en los juegos “de azar”, es casi como una regla mas. La cuestión esta en que no te pes...

La selva seguía extremadamente silenciosa, solo se escuchaba el crepitar del fuego y la vos de Sophitia. Entre tanto silencio le pareció escuchar un ruido, la distracción le hizo resbalar el cuchillo y romper la figura de madera.

-... quen, cielo! Tendré que volver a empezar – Tomo otro palo y continuo – En fin, la cuestión es que Larry le iba a dar una tunda que no se olvidaría jamas. Y por supuesto que las apuestas no se hicieron esperar, yo estaba allí recogiendo el dinero de las misma cuando el muy tonto se resbalo y cayo derecho al mar. Sam remarco aun mas su nombre de “el bello”, siempre fue muy feo y los golpes lo dejaron aun peor. Y yo me quede con muchas lindas monedas.

Ahí estaba ese ruido otra vez, algún lobo debía estar por la zona. Precisamente estaba escuchando ese sonido cuando el comentario de Luthys llego a sus iodos. La reacción fue visible, un rubor rojo se disperso por todo su rostro y una mirada de sorpresa fue dirigida directamente al demonio. No es que nunca le hubiesen dicho un halago, es que solían venir de marineros tan borrachos que ni tan siquiera se podían mantener en pie, es decir, no eran tomados en cuenta en lo mas mínimo por ella.

- Cielos... G-gracias... – Es lo único que puedo balbucear.

Se sintió extremadamente tonta por su reacción y para colmo, por la sorpresa, se había cortado el dedo. No se dio cuenta hasta que sintió la sangre correr por la mano, estaba muy acostumbrada a esa clase de cosas. Se lo llevo a la boca y lo dejo ahí mientras contestaba a la pregunta.

- Me dedico a sobrevivir – Le sonrío dando a entender que era un chiste – No tengo nada que hacer, ni sé hacer nada. Solo me propuse conseguir un barco dentro de relativamente poco... Y ese es todo el plan de mi vida....

Escuchó la historia que Sophitia le contó, sin dejar de observar la sonrisa que asomaba de sus labios. Realmente su profesión le gustaba y eso debía ser genial.

Cuando se ruborizó tras el comentario sobre sus ojos, Luthys soltó una carcajada.

- De nada.

Estaba notando los movimientos y miradas de Sophitia alrrededor. ¿Habría notado algo? Tampoco era algo imposible, aunque sí improbable. Él también miró alrrededor, esta vez de forma más notoria. Al parecer la visita se estaba intentando hacer notar. Parecía el momento de intervenir.

Luthys se levantó y se colocó junto a Sophitia. Después le susurró:

- No te asustes.- Tras esto, miró a su alrrededor y dijo en voz más alta: - Está bien, se acabó el juego. ¿Qué quieres?

Hubo un momento de silencio en el que no ocurrió nada. Luthys se puso algo nervioso, pues la chica debía pensar que estaba loco. Pero, tras unos instantes, una sombra comenzo a posarse en el suelo y a tomar forma. Se trataba de un hombre. Tenía el pelo largo, castaño y algo enmarañado. Su complexión era fuerte. Y, aunque había tomado forma humana, había elegido mostrar su par de alas negras y sus ojos rojos.

Luthys posó su mano izquierda en el hombro de la joven, no quería que se asustara más de lo necesario.

- Vaya, veo que somos dos de la misma raza por este lugar... ¿Qué tal hermano? -