Encuentro de negocios.

La noche se estaba presentando en la paradisiaca isla de Shamataw, quizás los algunos negocios dieran por finalizada sus ventas del día, pero habían muchos otros que apenas comenzaban, aquellos pequeños negocios que la mayoría de las personas no visitaban, ni querían que se las vieran visitándolos.

Una figura con una simple capa de color marrón oscuro caminaba a paso tranquilo pero constante. Por las suaves curvas cualquiera podía adivinar que se trataba de una mujer bastante joven, no así por sus gestos, que en lugar de ser gráciles como los de la mayoría de su tipo, eran más bien firmes y decididos, como los de alguien que esta acostumbrada a hacer las cosas al modo práctico, no el coqueto.

Era una hermosa ciudad la de Shamataw, los barrios eran tranquilos, las personas muy amenas, sin duda era una isla encantadora, y por lo tanto, para los cánones de la joven figura encapuchada, absolutamente aburrida. Eso la tenía un poco de mal talante, podía disfrutar de las aguas termales y las playas de arena blanca durante algunos días, mas luego se volvía aburrido que jamas pasara nada.

Había recibido una nota en el lugar donde se alojaba el día anterior, lo cual resulto ser una sorpresa enorme, ya que no recordaba que nadie supiera muy bien de su paradero, mucho menos a alguien que le importara. Una parte suya creía que quizás fuera todo una confusión, que el mensajero se había confundido de persona, al fin y al cabo la nota no decía su nombre ni estaba firmada... Pero fuera como fuera tenía que ir, al menos para salir del largo letargo en el que se había atorado. Y quien sabe, tal vez al final resultara que si era para ella.

Tenía que estar a las ocho de la noche en punto en una esquina bastante transitada de la ciudad, imaginaba que ahí se encontraría con quien fuera que le había mandado la nota, en un lugar con bastante gente llendo y viniendo no llamaría la atención, tal vez por eso ese lugar y no otro más cerrado e intimo. ¿irían luego a otro lugar?

La pirata no estaba acostumbrada a usar capa, pero la misteriosa nota la había inquietado, y por algún extraño motivo tenía la sensación de que tal vez este encuentro no sería como cualquier otro. El que la encontraran sin mas cuando ella nunca tenía un rumbo fijo, que nadie firmara, la misma, el que solo aclarara que sería un "Encuentro de negocios provechoso para todos". No podía decir que no a algo así, siempre era necesario tener algunas monedas más.

Sophitia llegó por fin al lugar acordado, no tenía un reloj, ni sabía a quien estaba buscando. Apoyo la espalda contra una pared y simplemente espero a que alguien la contactara a ella, si sabían donde estaba suponía que tambien sabrían como era ella, no podía hacer mas que esperar.

Un par de ojos azules escudriñaban desde la oscuridad la esquina en la cual había sido citada la pirata. No reflejaban emoción alguna, solo observaban atentamente, mientras los ojos pardos de su acompañante miraban en la dirección contraria.

Había llegado puntual, algo as u favor, le gustaba la puntualidad aunque a ella misma le gustara hacerse esperar. Pero la figura que veía no era lo que estaba esperando encontrar en la esquina. Ya que las apariencias suelen engañas, le daba el beneficio de la duda, tal vez esta era la persona que le ayudaría con su sencillo propósito.

Como la nota que había recibido Sophitia, había hecho llegar unas tantas más, con resultados poco alentadores, ya que se había presentado a la cita toda clase de marineros que de poco o nada le servían. No quería ladronzuelos de mar de los cuales debiera estar cuidándose la espalda en todo momento y no solo en los cruciales, quería alguien con algo de cerebro, que realmente conociera su trabajo, no solo al asaltar sino al navegar.

Siendo como era Ethel, no esperaba llegar a ser pirata, ni bucanero ni nada por el estilo. Solo necesitaba tener un colchón financiero sobre el cual reconstruir su estilo de vida, darle una pequeña base a sus futuros negocios y tener la libertad que da la riqueza para moveré en diferentes círculos y hasta fundar en el nuevo reino en el que se encontraba una pequeña orden, algo que no llamara la atención.

“Comprar” la Gota Escarlata, había sido muy sencillo, el Capitán estaba dispuesto a darle lo que fuera, tras una breve charla, eso incluyó su barco, su casa, sus hijos, su dignidad y luego su vida. Legalmente, el navío era suyo, no estaba marcado y se podía confundir con cualquier otro barco. Era perfecto para sus planes iniciales. Ahora solo le hacía falta una tripulación con experiencia en alta mar, en combates y sacrificable en un momento dado.

Además, sería divertido. Muy divertido. Las playas paradisiacas de Shamataw habían traído el descanso que le hacía falta, esas vacaciones que tanto quería tomar desde hacia años; también le habían traído las ideas. Y ahora debía moverse.
Ocho treinta. Esperaría un momento más, probando la paciencia de la pirata. No la dejaría ir, pero prefería llevar esa entrevista con mas de una persona, resultaba mucho más rápido.

- Es hora – le dijo a la jovencita detrás de ella; esta asintió y ocupó su lugar, mientras la bruja rodeaba la calle desde atrás.

- Señorita… - dijo con voz cavernosa la anciana que se acercó en ese momento a Sophitia; estaba envuelta en una manta andrajosa y bajo esta, se podían distinguir harapos que cubrían un cuerpo un poco encorvado, que se apoyaba en una rama de forma irregular, que amenazaba con romperse bajo el peso de la mujer – podría usted ayudarme con algo de comer… tengo hambre… - pidió acortando aun mas la distancia de ellas.

Los minutos pasaban, y seguían pasando, pero nadie llegaba, quizás si había sido un error después de todo. Sophitia suspiro bajo la capa, era una lastima, en verdad había pensado por un momento que tendría algo de diversión, mejor dicho, problemas.... Eran lo mismo, al menos para ella siempre iban de la mano.

Miraba las personas pasar con atención, pero no era una espía, ni una ninja ni nada similar, no había notado a las dos sombras que la contemplaba desde una distancia relativa. El no tener reloj hacia que la espera se volviera más larga "No tengo nada que hacer tampoco" pensó resignada, pero resuelta a esperar un poco más.

Se encontraba mirando en otra dirección cuando la anciana se acerco a ella, su ajada vos llamo su atención. Era bastante mas cortes que la mayoría de los mendigos, y eso ya era mucho. Como toda ciudad grande, Shamataw se regodeaba en exhibir sus hermosas cascadas, sus lujosas casa, las relajantes aguas termales, y lo bondadosa de su gente. Pero así tambien se esmeraba en ocultar la pobreza que algunas partes de la sociedad podía llegar a sufrir. Los mendigos eran mucho menos numerosos que en otros lugares, pero seguían estando ahí.

- Disculpe, Señora - Dijo retirándose la capucha. Ya que se había comportado educada para con ella, no tenía porque contestar de otro modo - Pero yo tengo aun menos que usted - Y era cierto, al no tener trabajo fijo, toda su entrada de dinero se reducía a ganar apuestas. Aparte, Sophitia no era la persona más ahorrativa del mundo, todo desaparecía tan rápido como había aparecido.

Seguramente la encorvada figura debía escuchar esas cosas seguido, si era que alguien le contestaba al pasar. Pero mas allá de eso, esta vez era verdad. Por un momento la pirata pensó si terminaría convirtiéndose en una pordiosera, la simple idea le causaba repulsión. Ser pirata era mucho más honrado para su modo de ver, claro esta.

Sin más que decirle a la anciana, se volteo para mirar una vez mas a su alrededor, en busca del emisor del mensaje. Pero nadie estaba allí, las personas ya comenzaban a dispersarse, o bien se iban a su casa, o entraban a donde fuera que tenían algún asunto. No tardaría en quedarse sola en la calle....

Desilusionada, dio unos pasos, moviéndose despacio hacia ningun lado en particular.

Efectivamente las calles iban quedando libres de intruos para la reuíón qu eahí iba a celebrarse; no lo hacían de forma consiente, solo era el efecto del final del día, por muy idilico que sea un lugar, siempre llega el mometn para ir a descansar. Las pocas personas que aun transitaban por las calles de la isla, miraban con repulsión a la anciana, solo intuyendo como sería su rostro, oculto bajo la manta que cubría su cabeza, y desaprobando que un mendigo se paseara por sus tranquilas calles dandole un mal aspecto a la armonía del lugar.

Sophitia también recibía parte de esas mirada solo por estar cerca de la anciana, llegando a ser algunas despectivas y otras tantas de confución por no darle a la pobre mujer lo que estaba esperando.

- Oh, no diga eso señorita, no sea que se le cumpla - dijo sin esparse que empezara a caminar sin más, tuvo que cerrarle ese paso que dio para alejarse de ella, y se acercó aun mas, estirando su "baston" en dirección a donde podrían estar los bolsillos de la pirata - sin duda algo debe tener, algo con lo que pueda saciar un poco el hambre de esta anciana... - se seguía acercando, con pasos vacilantes en su fimea pero sin duda al avanzar.

En algo no se equivocaba la muchacha: no era la primera ni la ultima vez que le dirían algo así, pero sin duda, no parecía ser de la clase de persona que acepta tan facilmente una negativa, sin embargo, aun no se estaba comportando de manera hostil o amenazante, solo insistente.

¿Por que la gente debía ser tan idiota? Era algo que la pirata se preguntaba a diario, siempre estaban mirándolo a uno, susurrando, juzgando, ¿acaso todos ellos eran perfectos? Ella tambien podía ver lo que hacían, ella tambien se daba cuenta y podía murmurar. ¿Acaso aquel señor distinguido no había venido en busca de prostitutas? ¿O esa señora de la alta sociedad a encontrarse con su amante? ¿Aquel carpintero no se gastaría el dinero para la comida de sus hijos en bebida? ¿Aquella señora no iba a terminar abandonando a su bebe? Entonces, ¿Porque la miraban a ella?¿Solo por hablar con una anciana?

La mujer insistía, Sophitia la miro extrañada, siempre había pensado que su aspecto denotaba perfectamente que no tenía ni donde caerse muerta (en el pleno sentido de la oración) No era que se vistiera zaparrastrosa, sus ropas estaban bastantes limpias y no tenían agujeros, pero se notaba que estaban bastante usadas, y eran en si sencillas. Esa misma noche vestía bajo la capa una camisa blanca de algodón, pero le faltaba algunos de los botones y le dejaban el vendado pecho (siempre se lo vendaba para más comodidad) un poco a la vista, un pantalón holgado negro, y una botas del mismo color de cuero. No había pensado en qué ponerse, porque eso era lo único que tenía, al menos hasta que robara algo nuevo.

- Pues es cierto... - Dijo reiterando sus palabras - Pero veamos... - Reviso sus bolsillos buscando un milagro.

No recordaba muy bien lo que había hecho la noche anterior, pero creía haber bebido hasta el hartazgo gracias a unos gentiles caballeros a los que luego golpeo para no tener que "pagarles", muy de vez en vez, servía ser mujer. Luego había caminado por la ciudad hasta llegar milagrosamente al cuarto donde se hospedaba, por una de esas cosas de la vida, tuvo que entrar por la ventana. Es que la dueña no sabía que ella se alojaba ahí, detalles.

Los milagros existen, pensó Sophitia al encontrar una pequeña moneda en el fondo de uno de sus bolsillos. La miro unos segundos, no le alcanzaba para comprar bebida, tal vez la anciana le diera mejor uso.

- Hoy esta de suerte señora, aquí tiene - Le puso la moneda sobre la mano extendida - Siquiera recordaba que estaba allí...

Y una vez más era cierto, no tenía porque mentirle a la pobre vieja, la pirata sabía bien lo que era ser rechazada por la gente bien.

A la mujer parecía no importarle en lo absoluto la actitud de doble moral de quienes transitaban por ahí, en parte porque eso sería destructivo para si misma y por otro lado, no los conocía, ni sus rutinas tan bien como Sophitia.

No, a ella le importaba mas los movientos de la muchacha buscandose la moneda que le había pedido. Se intersaba tanto que se acercaba un poco mas, escudriñandola con los ojos, talvez buscando otras cosas de valor que pudiera lograr de ella.

- no me diga que es usted una señorita avara, además de mentirosa, eso de engañar a un necesitado no está bien - le dijo y su cercanía bien empezaba a ser un poco mas hostil, en especial al colocar la rama contra la pared obstruyendo la salida por este costado, mientras con su cuerpo lo hacía del otro lado, de modo que si no la empujaba estaría "atrapada" - algo as de valor ha de tener, con esto no poder saciar ni un poco el hambre - la moneda había desaparecido entre sus ropas harapientas y la mano libre ahora trataba de esculcar abiertamente a Sophitia, con total descaro.

- Algun digno oficio debe tener usted para ganarse la vida, uno que le de dinero - siguió palpaldo aquí y allá hasta que dio con algo mas interesante y entonces, acercando el rostro a ella, pero aun cubierto entre las sombras, sonrió con ojos brillantes - qué tenemos aquí?? -

Los transeunetes habían desaparecido como por arte de magia y al otro lado de la calle, se dejó ver una mujer joven que observaba atentamente la escena, sin expresión alguna. Evaluaba conciensudamente las reaciones de Sophitia, un hombro contra la pared de la casa, la mano sobre el pomo de una cimitarra que mantenía echada hacia atras.

fdi: por qué contigo no me quedan largos??????????????????????

F.D.I: Mil perdones, Yshara, en verdad olvide esa regla ^^"

La mujer se ponía cada vez más incómodamente cerca, Sophitia no entendía qué mas quería que le diera. O más bien lo entendía, pero no sabía como hacerle entender que no podía darle nada mas.

El pedido se volvió de un momento para el otro agresivo, casi exigente, ¿Acaso esa señora estaba loca? Eso ya era otro cantar, aunque parecía hablar con bastante coherencia como para ser una persona enferma.

La vieja le cerraba el paso, Sophitia se echo hacia atrás para evitar el contacto, y por primera vez el enojo asomo a su rostro. No le gustaba que la presionaran a hacer nada, fuera un mendigo, una vieja loca o el rey del mundo.

- No soy avara, ¡simplemente no tengo dinero! Y me importa poco si desea creerme o no -

Así y todo no aparto las manos de la anciana, algo la inquietaba muchísimo sobre ella. Aun no había logrado verle el rostro, ¿Qué tan terrible podía ser? Era extrañamente confiada, y no le terminaba de creer su supuesta fragilidad.

Al comenzar la señora a revisar sus ropas Sophitia no pudo aguantarlo mas, la quito de encima suyo de un empujón con enojo, estaba en lo cierto, no era una anciana débil ni parecido. Eso ya era mucho, no importaba qué tan pobre fuera o que tan loca estuviera, no tenía derecho.

Pero era tarde, había logrado sacarle algo, Sophitia palpo sus ropas buscando qué era lo que le faltaba. ¡Su daga! La daga que le había dado su padre, no tenía gran valor económico, sino mas bien sentimental.

- ¡Deme eso! ¡No le pertenece ni tiene valor alguno! - Dijo mientras hacia ademán de recuperarla.

Las calles por fin estaban vacías, solo una sombra quedaba en la oscura calle, pero la pirata no notaba nada de eso ahora, quería su daga de vuelta.

Tuvo que presionar para lograr ver algo de lo esperaba en la pirata cuando se le acercó. No estaba mal su enojo, pero no era suficiente para que no se saliera con la suya. Sin embargo, como un inicio no estaba mal.

- Mentirosa, mentirosa, primero me dijiste que no tenías y luego si tenías, como puedo creerte ahora? Eres mala, no tienes corazón – su voz sonó casi a lamento de corazón roto, pero sus manos seguían esculcándola.

Tal y como Sophitia sospechaba, su confianza no era común y su fragilidad no era tan cierta. Si tan acostumbrada estaba a las peleas, la pirata debía percibir que al darle el empujón varias cosas no estaban bien. La primera, la anciana pareció anticiparse a su movimiento y echarse hacía atrás al tiempo que la muchacha la empujaba. Visto desde afuera, aun el testigo con mejor vista, podría afirmar que Sophitia la empujó con demasiado rudeza para el resultado. La segunda, si, la había empujado ella, pero el irse hacia atrás, la fuerza con la que lo hizo, era el efecto combinado de la acción de ambas. Tercero, había sido un poco mas exagerado por parte del a anciana, como si esperara que la fuerza impresa por la pirata en el empujón fuera un mas grande. Aun cabían dos opciones: o era una gran timadora o estaba tan acostumbrada a que la gente la apartara de esa forma que había aprendido a neutralizar la fuerza de la agresión. O ambas.

El traspiés pronunciado de la mujer culminó en un balanceo con el que examinaba la daga de su victima de turno, por llamarla de alguna forma. Era bonita, era útil, tenía filo, pesaba apenas lo necesario para ser efectiva, bastante efectiva y lo mejor: tenía mucho valor.

A jugar por la reacción de la joven, se había sacado la lotería. Los ojos de nuevo centellaron bajo la manta y sujetó el arma con las dos manos, no por para blandirla, sino para no perderla. Retrocedía un poco, alejando la daga de su antigua dueña.

- Claro que tiene valor – la voz esta vez sonó menos grave, menos ajada, cargada de una sensual malicia que tal vez a un hombre lo habría hecho detenerse por un momento. Pero no estaba delante de un hombre, así que su función no era la de seductora provocación, solo enfatizar un hecho – mira como te pones por algo que no tiene valor – irguió un poco la cabeza, dejando ver su sonrisa traviesa en unos labios que nada tenían que ver con la edad.

Dio otro paso atrás toreándola, divirtiéndose como si de una colegiala se tratara

- Qué estarías dispuesta a pagar para que te la regrese? – preguntó iniciando las negociaciones, en un tono que haría pensar a mas de uno en qué respuesta dar antes de abrir la boca y perder la oportunidad, ya sea con la respuesta equivocada o haciendo una pregunta que rompiera con opción de recuperarla.

Sophitia no lograba entender del todo como había terminado en una situación así, hacia ya varios minutos que se había olvidado de porque estaba en ese lugar originalmente. Quien fuera que la citara en su momento solo le había jugado una mala broma, nada mas.

Luego estaba esa anciana, que la exasperaba y no la dejaba en paz, y para colmo de males tenia su querida daga. Miro con enojo como se afirmaba a la misma, a la pirata siquiera le gustaba que alguien mas la tocara.

Ese era prácticamente el único regalo que su padre le había hecho en vida, y tambien el único recuerdo físico que le quedaba de él. El resto eran solo recuerdos y enseñanzas, cosas que solo podía tener en su mente, y si bien eran importantes, la daga lo era más.

- No me refiero a eso - Dijo exasperada la pirata - Digo que no la podrá vender por casi nada.

La señora parecía la representación misma de las brujas de los cuentos, Sophitia no sabia que tan cerca de la realidad podía estar esta comparación. Lo que si sabia, con certeza ahora, era que como mínimo la anciana era una timadora de primera y ella había caído en la trampa de lleno.

- ¿Qué... qué estaría dispuesta a pagar? - El tartamudeo no era producto de los nervios, sino mas bien de la incredulidad, no caía en si del asombro.

Mientras hablaban se había acercado de a poco a la mendiga, con intenciones de aprovechar sus reflejos más rápidos, pero al escuchar eso ultimo se detuvo en sus intentos y esbozo una sonrisa irónica. No podía creer que una anciana loca estuviera intentando negociar con ella.... ¿Negociar? Había venido a eso a esa esquina, pero nunca imagino que sería de ese modo.

- De acuerdo Señora, el negocio es sencillo - Saco una daga simple que llevaba en la cintura mientras hablaba - O me da la daga, o se queda sin lengua con la cual pedir limosnas. Es simple, ¿verdad? - Dijo y sonrió alegre, pero a la vez de muy mal humor.

La sombra en la esquina se removió inquieta cuando la muchacha sacó la daga. Dio un paso al frente pero se contuvo de no intervenir, le costó lo suyo, pero se quedó posicionada donde estaba, como observadora.

Lengua, lengua... rayos!! No tenía de esas y eso que Coral le advirtió que podría ser lo más predecible. Tenía una oreja, una nariz pero no una lengua, o sí? No, no había sido tan precavida. Tenía dos opciones, la materializaba o improvisaba.

No, mejor dejar la magia para un momento en que fuera más necesaria o más divertida, lo que ocurriera de nuevo. Pero si estaba oxidada en el manejo de espadas por dedicarse tanto tiempo a lo administrativo, mucho más en el manejo de armas cortas. Además, no quería usar esa misma daga para “defenderse”.

Y de momento le estorbaba, así que colocando la palma libre bocarriba, sobre esta se trazó una línea de bronce, que vista desde otro ángulo no era sino el marco de un pequeño espejo, en el que clavó la daga hurtada, sin que lo traspasara hasta su mano, sino tragándose el arma y desapareciendo de inmediato.

- Pero yo quiero algo que sea tuyo, no algo mío, así no tiene gracia – la voz sonaba cada vez más melodiosa, menos gutural, menos antigua. La daga que blandía la pirata no implicó un movimiento de prevención por parte de la mujer de los harapos, o al menos este llegó retardado, en forma de una posición de combate.

De su espalda sacó un espada corta y curva pero su punta no estaba al ataque, ni a la defensa ni en guardia alguna, lo que le restaba predictibilidad a lo que haría con ella una vez Sophitia se animara a seguir adelante.

No era eso lo que tenía en mente al interceptarla, pero dada la naturaleza de lo que quería hacer, comprobar que era capaz de defenderse en un ataque tampoco estaba de más.

- Entonces, cual es su precio? – en su tono había ahora un deje de burla de provocación.

Contrario a lo que Sophitia había imaginado, la anciana no se dejo apabullar por su amenaza, algo sorprendida aun así la pirata sonrió. Ya era definitivo no era una dulce viejita, ahora lo que quería era que le mostrara su verdadera forma.

Miro sorprendida como su daga desaparecía en... La mano de la señora. Entonces era una bruja, sin siquiera darse cuenta del todo Sophitia levanto la guardia, al no ser capas de manejarse con la magia, le causaba mucha sospecha y hasta algo de miedo en cierto sentido. Pero no pensaba salir corriendo, no le dejaría su hermosa daga.

Su contra parte tambien se ponía en guardia, iban a pelear. Eso no le causaba la menor gracia, no era del estilo de peleas que le gustaban a ella, pero no había marcha atrás. Esa voz, sus tonos la confundían a cada momento, no lograba entenderlo, por momentos era como si estuviera escuchando a una mujer joven encerrada en el cuerpo de una anciana.

La vio sacar una espada corta, con eso ya la pirata se encontraba en desventaja, el arma de la otra tenia mas alcance. No importaba, se fiaría de sus reflejos entonces. Avanzó de modo decidido y lanzó unos pocos golpes, intercalando cortes con la daga y golpes directos con la mano vacía, quería ver en que nivel estaba su oponente.

Se detuvo un momento y la observo, estaba llegando al borde de su corta paciencia, ya siquiera podía fingir la sonrisa que antes esbozara con esfuerzo.

- Ya basta de este estúpido juego - Dijo mientras se adelantaba, no ya para probar a su oponente, sino para atacarla de modo directo. ¿Qué importaba si era una bruja o la reina del mundo?, le importaba en ese mismo instante menos que nada.

- Ten me al menos un mínimo de respeto - Llevo la mano vacía al broche de la capa que tenía en el pecho y la soltó - ¡Y muestrate como eres en verdad!

Debajo tenía la ropa cómoda que solía usar, pantalón negros holgado abajo y atado en la cintura por una cinta roja, botas negras y camisa blanca abierta en los primeros dos botones lo que dejaba ver tan solo su pecho completamente vendado.

Casi le dieron ganas de reír.

Los ataques de tanteo, dejaban ver a una persona que, en alguna epoca, fue muy hábil con la espada, como cuando los marinos han estado por muchos años por fuera del mar, opr la razón que sea, y que un un día regresan: aun conocen su trabajo, como hacer, pero su estilo es antiguo y se nota la distancia de ese elemento.

- Respeto? - preguntó incredula - Querida, que clase de pirata has sido? el respeto se gana y si no eres capaz de darle un precio a tu daga, cómo vas a ganar mi respeto? - a pesar de su tono burlón, lo decía en serio.

El acercamiento empezaba a resultar mal.

De todas formas, había mostrado impulso y algo de iniciativa, lo que era bueno, así que tal vez no todo estaba perdido. Que le venciera en combate no quería decir nada, ella misma había perdido la costumbre de luchar cuerpo a cuerpo, por eso, aunque cada uno de sus ataques era detenido con la espada y evadía con relativa facilidad los golpes que trataba de dar con su mano, sabía que si el combate se ponía un poco mas exigente le iba a costar un poco de trabajo dar la talla, como quizá había notado Sophitia, sobretodo si en verdad se trataba de un pirata curtido y no alguien buscando aventuras de la forma mas peligrosa.

La pequeña escaramusa le resultava divertida, pero no era eso lo que estaba buscando. Sí, necesitaba fuerza de choque, pero la razón por la que se le había citado a ella y no a otro lobo de mar que pudiera hacer lo mismo, aun no la había visto y eso... no era bueno.

Aun así, la niña mostraba coraje, ser impetuosa y visto lo visto, pasional. tres cosas que le agradaban, aunque no combinadasde esa manera. Si le daba lo que queriá, lo que buscaba, el día había dado la mitad de sus frutos, así que le otorgaría por un momento más, el preciado beneficio de la dud; mientras tanto, lo movimientos juguetones de su espada al defenderse, pues en ningún momento habiá tomada la inicitiva de ataque, se acabaron con el cambio en la determinación de sophitia.

Las ganas con las que la atacaba la empezaban a poner en problemas (que a su vez ponían un poco mas ansiosa a la sombra que las vigilaba en la distancia) por esto, en mas de una ocasión, la pirata debió sentir esa sensación de vellitos erizados que viene cuando está proximo un efecto mágico del que no se tiene escapatoria, pero no sucedía nada. se habiá controlado, lanzarle un hechizo acabaría con el juego y era divertido aunque fuera por negocios.

Cuando los metales chocaron una vez más, trabandose opr un momento uno contra otra, la anciana, dio un paso en dirección a Sophitia. Si ya tenía varias razones para descartar que furea una ancianita indefensa y muerta de hambre, ahra tenía otra: no olía a calle, ni a miseria, ni a hambre, tampoco a alcohol o sudor o a perfume barato, o al falta de baño frecuente y sal reseca; olía a fresco, a un ligero popurri de flores que armonizaba con el olor a mar.

- Seridad - susurró ya sin su sonrisa - eso si te lo concedo - liberó la presión en la traba de ambas armas agarrando la muñeca de Sophitia para atraerla con fuerza hacia ella y darle un rodillazo sin soltarle la muñeca con la que sostenía la daga.

Su mano no tenía arrugas ni señales de haberse dedicado en su vida al trabajo físco y al concederle tomar las cosas en serio dejó caer la manta "piojosa". Debajo si llevaba ropa harapienta, un vestido raido en mas de un punto, desgastado y sucio, pero ahora que le trataba de dar un rodillazo, dejaba ver bajo este un ajustado pantalon gris, que iba dentro de una botas de cuero negro; en la parte superior no se podía apresiar como era el resto del atuendo, pero si dejaba adivinar una verdad contraria a su disfraz: la "anciana" era presiosa. Así como la mano carecía de arrugas, su rostro también, su piel parecía de porcelana, apenas tocada por el sol que bañaba las islas durante el día, lo que la delataba como extranjera y seguramente recién llegada, sus glaciales ojos azules, la miraban con la seriedad que le proponía; su cabello negro estaa recogido en una cola alta dejando caer algunos rizos en su frente, sin que estos fueran un estorbo para su lucha.

Sophitia tenía gran experiencia en batalla cuerpo a cuerpo, dedicaba casi todos sus tiempos libres a eso, era joven, era fuerte, sabia que podía con esa batalla, pero el ganar no era lo que buscaba esta vez.

Mientras sentía una y otra vez el chocar de las armas no podía dejar de pensar que no entendía por qué estaba haciéndolo. Ella no estaba poniendo esfuerzo pleno en la pelea, y su oponente tampoco se lo estaba tomando en serio. Podía ver con claridad que la mujer nunca atacaba, sino que solo se defendía, y en más de una oportunidad la pirata pensó que iba a salir disparada con algún artilugio mágico, pero aun así... Nada...

La suma de todo esto solo daba un resultado en la mente de la pirata: La estaba probando. Pero una vez mas el por qué se hacia presente, no la conocía, no le había hecho nada, no le debía nada. "¡Ya deja de pensar tanto!¡No sirves para esas cosas!" Ciertamente, no servía para esas cosas, mejor se dejaría llevar por el impulso.

Comenzó a apretar el ataque, se acerco de a poco, acelerando las embestidas y volviéndose más agresiva, ¿Que se ganara el respeto? Se lo ganaría, ya vería que si.

Ya mas cerca a la mujer, una fuerte fragancia embriago sus sentidos, no se lo esperaba, no se esperaba nada de lo que siguió. Su oponente la agarro por la mano y la atrajo hacia si, golpeándola fuertemente en el estomago. Por simple instinto la pirata puso el abdomen duro, pero aun así el dolor le recorrió el cuerpo y la dejo sin aire.

La vista se le nublo, no lograba controlar su enojo, el golpe la había dejado agachada y ahí se había quedado, inclinada ya no por el dolor, sino por el profundo odio que le causaba todo. No era un cambio únicamente mental, tambien físico, su ímpetu se había enfriado, era una rabia fría y totalmente descontrolada.

Aun estaban una junto a la otra, se escucho solo el suave sonido de la capa corroída que le había servido de disfraz a la hechicera al caer. En un movimiento rápido, la mano libre de Sophitia fue directo al cuello de la otra mujer, mientras que la mano anteriormente agarrada se soltó con un giro y tomo a su vez la mano de la que ya sabía no era una anciana.

Así agarrada la arrastro y apretó con todo su cuerpo y fuerza contra la pared y por primera vez desde haber sido golpeada levanto la vista. No había sentimientos en ellos, ni conciencia alguna, el enojo había pasado los limites que la pirata solía resguardar con mucho cuidado.

- Dime... ¿Qué quieres? Te lo daré sea como sea, pero devuelve mela... - Tenía a simple vista todo para ganar, pero había notado a la intranquila sombra tras de ella, y su oponente era maga. No se podía seguir peleando...

El agarre se aflojo, Sophitia retrocedió mientras se tomaba la cabeza algo a dolorida, tardo unos segundos en recordar donde estaba. Miro fijo a la bella mujer...

- Bien, are lo que sea por recuperarla,pero explicame ¿Por qué me citaste a este lugar? ¿Qué necesitas? - Su mente estaba muy clara, despejada, el odio se había esfumado de la nada y podía ver con claridad la situación.

Demasiado pasional.

Y ahora estaba fuera de control.

Dejó caer su arma al piso y al chocar contra la pared cerró los ojos. La sombra al final de la calle ahora si dio un paso al frente lista para intervenir. La mano libre agarró con firmeza la muñeca de la que se cerraba en su cuello, solo el instante que le tomó darse cuenta que tendría que ser algo más persuasiva si en realidad se estaba dejando llevar por el odio. Al descender la mano, no lo hizo despacio, de entre sus ropas sacó una fina daga, parecía mas un abrecartas por lo delgado, pero su filo era de una daga ceremonial; sin dudas y con una frialdad propia de un asesino, la ubicó justo sobre el diafragma y presionó con ella solo lo suficiente para advertirle que su reacción rea demasiado peligrosa para su superviviencia, pero entonces cedió un poco el agarre, como si por fin recapacitara.

En ese momento, la bruja abría sus ojos y con la mano que sostenía Sophitia logró hacerle una señal a la otra sombra, con la que pedía que no entrara. Era su pelea, quería ver a donde llegaba.

- Lo que sea? - dijo con voz ronca que esta vez no era finjida y agregó mucho más sombría - me darías tu alma? -

Sin retirarse de la pared, se masajeó el cuello. Tenía que pensar muy bien lo que haría a continuación. Tenía el precio de su voluntad, podía hacer tantas cosas con eso... pero no la que quería. Su pequeño negocio implicaba más que sirvientes doblegados y más que fuerza.

La miraba fijamente, aun evaluándola, aun buscando algo que le dijera que no había perdido el tiempo ni el esfuerzo y que el susto había valido la pena.

Habría soportado lo de pasional. Pero llegar a expresar "lo que sea"... en su mente se dibujaron varias perversiones, varias forma de denigrar y seis formas de destruirle el alma por hacer "lo que sea". Una frase demasiado peligrosa en ella. Pero...

- Estoy buscando personal para una pequeña travesía - sonrió con deleite - pero necesitaba verificar las facultades del personal que me llevaré - caminó con inusitada sensualidad hasta la capa, la recogió pero no se la puso - implica una buena paga así que no quiero gente "común" - acomodando la manta en su brazo, junto ambas manos y al separarlas un pequeño espejo se formó.

El artefacto brilló y dejó salir de él con un brillo rojizo la daga de la pirata que se mantuvo suspendida en el aire. El espejo brilló en un tono bronce y desapareció. Tomó la daga con cierto respeto y se la ofreció a la pirata, ya sin una sonrisa.

- Disculpa por el mal rato, como te digo, era algo necesario - su expresión ya no estaba cargada de burla, sino de una elegancia que nada tenía que ver ni con su ropa exterior, ni con el lugar en donde estaban. Se dio la vuelta empezó a caminar hacia la sombra, con paso lentos, sin prisa alguna, deteniéndose un momento para girarse a ver a Sophitia - Si quieres, puedes destruir la nota con la que te cité, no tienes el empleo -

Siguió andando. Tal vez no todo estaba perdido.

Si había algo que no se podía negar era que Sophitia se mostraba absolutamente autentica con todo el mundo, no andaba con vueltas ni engaños de ningun tipo, siquiera los consideraba una posibilidad. Cada una de sus reacciones eran un reflejo puro de lo que sentía, la síntesis de todo eso sin duda era la palabra "pasional", pero así era ella, no pensaba andar cambiando por nadie, ni por nada.

Llevada por la ira siquiera se dio cuenta de la daga que la hechicera le había apoyado a modo de amenaza, ni lo cerca que había estado de morir. Pero miles de veces le había pasado igual, en cientos de situaciones se había metido donde nadie la llamaba sin medir los riesgos o las consecuencias de sus actos.

La mujer que se presentaba frente a ella era en verdad muy hermosa, distinguida, no pertenecía al bajo mundo, sus hipnotizantes ojos azules dejaron a Sophitia asombrada. Buscaba gente para un trabajo, decía ella, al final no se había equivocado la nota, ni había esperado en vano.

Siquiera contesto a la pregunta sobre su alma, levanto la vista y los clavo en los ojos de la otra mujer, en ellos podía ver que la propuesta iba muy en serio, y que incluso sería sencillo para ella llevarlo a cabo. No le daría su alma, no hubiese sido lo que su padre quisiera para ella... Había muchas cosas que su padre no habría querido que hiciera...

- ¿Un negocio? - No entendía por que la había elegido a ella justamente, tenia toda una serie de desventajas notables, como la de no poseer barco propio, ser bastante joven, mujer, siquiera tenía tripulación. Entonces, ¿Por qué una mujer tan inteligente la buscaba a ella?

Fuera como fuera, de todos modos no había pasado, quizás por una vez la hechicera se había confundido. Sophitia agarro la nota y la rompió en ese mismo momento, dejo que los trozos volaran de su mano mientras contemplaba como la extraña dama se marchaba.

"¡Que demonios!¡Soy Sophitia!¡No hay nada que no pueda hacer!"

- ¡Oiga!¡Anciana! - Dijo mientras acortaba la distancia que las separaba en un par de trancos y ponía una mano sobre el hombro de la mujer - Deme el empleo, no hay nada que yo no pueda hacer igual, o incluso mejor que cualquiera de los borrachos de por aquí.

Una vez mas actuaba de modo inconsciente e irreflexivo, pero la ecuación era simple en la mente de la pirata. Ella era así como la veía, o la elegía para el trabajo o la mataba por molesta, en cualquier caso el asunto terminaba allí, en ese mismo momento.

Tarde, relativamente tarde.

Aun así los pasos de Ethel se detuvieron, sin girarse aun mientras ahogaba la sonrisa en sus ojos, no solo por por la petición, sino por haberla llamado Anciana. Se giró despacio y al hacerlo lo hizo con suficiente altivez en su postura y su expresión, esperando que no fuera necesario un gesto físico para quitarle la mano del hombro.

- Qué quieres? - preguntó con cordialidad, sin perder altivez, pero en una actitud como si jamás se hubieran visto. Su sonrisa se hizo condecendiente y la miró con una ternura casi humillante.

- No he citados borrachos aquí. No busco hombres a los cuales pueda pagar con un par de botellas de ron y una - la miró de arriba a abajo - señorita que les caliente la cama. Estoy buscando marinos de verdad - al decirlo, lo hizo con mas energía, remarcando el perrenque que quería de sus "empleados" - curtidos en el mar, legales o... de dudosa reputación, no una niña que le den arrebatos de ira a falta de manejar una situación comprometedora con astucia - eso último lo dijo con dulzura casi maternal, en un tono que no la hiriera, tanto.

- Por mucho menos he rechazado un par de recomendados de Valeska - se encogió de hombros e hizo el amago de darse la vuelta de nuevo, deteniendose con expresión pensativa - qué es lo que puedes hacer mejor que los "borrachos" de aquí? -

La miró con interes, antes de caminar hacia su espada a recojerla. Segun ella lo veía, le había dado demasiada información, o se ganaba el empleo, o tendría que decirle a Coral que procediera.

Ella no iba a ensuciarse...

Si tuviera que resumir en una simple palabra como se sentía ante el discurso de la mujer seria: Humillada.

No encontraba palabras con las cuales contestarle, sentía la enorme necesidad de golpearla, de hacerla cerrar la boca a la fuerza si era necesario. Pero de ese modo solo le daría la razón, y no deseaba bajo ninguna circunstancia dársela.

Así que soporto con todas sus fuerzas cada uno de los calificativos de la mujer, la miro con seriedad y calma. Contemplo la daga que por fin había recuperado, aun estaba en su mano, si continuaba aferrándose al pasado nunca lograría avanzar. ¿Qué le habría dicho su padre que hiciera?

- Si es como usted dice, entonces con mas razón soy a quien esta buscando - Dejarse llevar por la ira ya no era una opción, quería ese trabajo, en verdad lo quería, su intuición le decía que la mujer no era ninguna mentirosa, le podía abrir las puertas a un futuro mas prometedor si quedaban satisfechos con su trabajo.

- Es verdad que soy una niña aun, pero mi vida es ser pirata, tengo mucha mas experiencia de la que parece a simple vista- No entendía bien a que se refiere con eso de "arrebatos de ira", no recordaba haberse puesto tan mal en la riña anterior, así que lo dejo pasar - No tengo barco, no tengo tripulación, familia o conocido alguno, si su trabajo es tan importante como dice, entonces deseo tenerlo, y necesito tenerlo.

No tenía una respuesta concreta a su pregunta, pero sabia que lo que decía era cierto, no se lo estaba inventando. Nadie podía derrotarla en cosas de piratería si se ponía en ello, absolutamente nadie. Su pedido no nacía en modo alguno de la desesperación, sino mas bien de la absoluta confianza en ella misma, confianza sin la cual, ya habría muerto hace mucho.

La contemplo mientras agarraba su espada, ¿Qué mas podía agregar a lo ya dicho? Su cerebro trabajaba con toda la fuerza de la que era capas, pero no se le daba bien ese terreno, solo una cosa le quedaba por decir.

- Ya que no puede confiar en mi palabra, pruebe como trabajo y compruebelo con sus propios ojos - La miro directo a sus hermosos ojos azules, nunca lograba ver nada en ellos, pero quería resaltar la seriedad con la que hablaba. Hacer tratos no era lo que mejor se le daba, pero confiaba plenamente en sus capacidades como pirata - Haré el trabajo para el que me estaba buscando, sin costo alguno... Pero a cambió, si le gusta como hago las cosas, busqueme en el futuro para otros asuntos similares.

Era el todo por el todo, si decía que si aun así la recompensa podía llegar muy a futuro o quizás nunca. Pero si funcionaba, tenía muchas posibilidades de futuros empleos.

El todo por el todo.

Cada una de las frases que mencionaba le parecía la típica y desesperada argumentación de quien se aferra a ... bueno, en este caso a un negocio que podría ser jugoso.

Solo una se quedó grabada en su memoria en ese momento. Solo una cobró mucha fuerza y la descolocó un poco. Un mucho.

Acaso había dicho que no tenía barco, ni tripulación, ni familia, ni conocido alguno? Estaba impactada, al punto de ahcerle un seña a la sombra de Coral para que se acerca. La chica era graciosa, particular, muy particular, pero podría servir

Sonrió condesendiente. Parecía hablar en serio.

- Explicame una cosa, Posible Socia, cómo es que tienes mas experiencia de la que aparentas si no tienes siquiera una chalupa en la cual entrenarte? - Ethel sabía poco de la vida de los piratas, sabía que existían, sabía un poco de sus codigos y de su ferocidad, y claro, que por lo general esa vida que desconocía terminaba en las armas de sus niñas cuando alguno había cometido la estupidez de atacar uno de sus barcos. Bracos que ya no tenía y que dado el personal queh abía recolectado no tendría en un rato. Pero un pirata que no tiene barco, ni tripulación ni nada... que rayos era eso??

Sus ojos perdieron brillo. A simple vista eso era malo, muy malo, pero se acaba de ganar su puesto. Ahora tendría que ocultarlo hasta que ella misma se percatara.

- Cómo has echo para sobrevivir en un mundo así sin recursos? - tal vez era un paria entre los piratas, lo que la hacía mas interesante y sin duda encajaría entre el personal que tenía a bordo.

- De acuerdo, te pagaré con las lecciones que logres parender en este viaje. Pero no cantes victoria todavía - se cruzó de brazos y Coral, una joven de cabellos rubios, cortos y atados en una coleta baja, vestida de negro, como merncenaria, las rodeó sin mediar palabra alguna, sin fijarse demasiado en Sophitia, casi una sombra - Necesitas un barco para entrar. yo no tengo barco para lo que me propongo - mentía, tenía la Gota Escarlata, pero si podía tener otro sería mejor - donde vas a obtener uno para mi? - su sonrisa se hizo mas cortes, mas seductora.

No la dejaría sola en semejante empresa, pero las negociaciones iniciaban.

¿Por que siempre tenía que estar en desventaja con esa mujer? No importaba lo que hiciera, o dijera, siempre tenía cara de insatisfecha. Las cosas que pensaba Sophitia no eran exactamente cosas que pensaría una dama, los insultos iban y venían, pero así y todo no hacía gesto alguno, esta mujer era lo más cercano a una "jefa" que había tenido en toda su vida, era normal que le causara enojo.

- Eso es, señora, porque nací en un barco - No se pondría a contar la historia de su vida en medio de la calle abandonada, pero alguna respuesta tenía que dar - La mayoría de los piratas se embarcan cuando tiene unos pocos años menos que yo, pero mi padre era capitán pirata y me enseño todo lo que sabía antes de morir. Es decir, soy pirata de nacimiento.

No tenía interés alguno en contarle sus intimidades, por lo general era una persona abierta y desinhibida. Pero esta mujer la había vuelto algo resentida, le había dicho cosas que dolían miles de veces mas que un simple insulto, quería desquitarse, pero no estaba en situación de hacerlo, estaba en desventaja. ¿Perdería una oportunidad así solo por su orgullo? No sonaba sensato...

- Hasta hace poco tiempo, vivía trabajando en el barco de mi padre. Pero murió, y su tripulación me despojo de lo que me pertenecía por derecho - Al final, ese era su objetivo, y si esa mujer le daba los medios para poder llevarlo acabo, entonces agacharía la cabeza... Al menos momentáneamente - Es por eso, Señora, que no tengo nada ni a nadie.

En lineas generales parecía que todo salía bien, que odioso era tener que rendirse a las ordenes de terceros, pero algún día sería ella quien daría ordenes... Algún día...

- Si, claro - No pudo evitar sonreír ante el comentario, su orgullo seguía siendo lo suficientemente grande como para pensar que no necesitaba aprender nada de nadie - Veamos si entiendo... Me llamo a mi sin saber absolutamente nada, supuso que ya tenía un barco y ahora que resulta obvio que lo tengo, ¿Es mi responsabilidad salir corriendo a buscar uno?

La situación era un asco, la mujer la trataba que daba espanto, su compañera la rodeaba como si fuera a matarla en cualquier momento, no le pagarían y querían que sacara un barco de debajo de su manga como un mago. No pudo mas que reír hasta que le salieron lágrimas, y aunque resultaba extraño y fuera de lugar, sus carcajadas eran verdaderas. La presión se disolvió, al menos en ella, era mejor tomarse las cosas a bien.

- De acuerdo, posible jefa, sin duda que sus modos lograron llamar mi atención - No entendía ni la mitad de lo que sucedía, y seguramente si hubiese sabido con quien hablaba se lo habría pensado mejor, pero la cuestión ya estaba planteada así - Si no le molesta, llameme Sophitia - Extendió la mano a modo de saludo.

Algo que si iba pasando, era que los fríos ojos de la hechicera la iban mirando con mayor atención. Lo que le contaba justificaba ese tonto y típico juego de "ahora me voy, pero me contengo a ver si te ganas tu lugar". En realidad se iba a ir, así que lo que había valido era dejarla en un pieza.

Nacida en un barco. Qué tan literal era eso? La mirada inquisitiva que posó con pesadez sobre ella, era exactamente la misma que había utilizado con cada una de las mujeres y hombres que en alguna momento habían hecho parte de alguna de las Ordenes que había creado a lo largo de su vida. Coral, la conocía y no pudo evitar estremecerse de recordar el día en que fue su turno hace muchos años atrás. De hecho, la última persona que había recibido tal mirada, las últimas dos personas, fueron las dos primeras en volverse contra la bruja y por supuesto las dos primeras en recibir toda la fuerza de su odio entre las que una vez llamó sus niñas

Sin embargo, en lo que Coral veía como el preámbulo de un reclutamiento mucho mas cercano que una tripulación de bucaneros, en realidad era la valoración de un posible componente mágico, que dada la geografía en la que estaban le vendría muy bien.

Pirata de naciemiento Su actitud fue cambiando, como si de repente ganara su respeto. La sangre de esa niña se había vuelto, de un instante a otro, preciada. Claro está, si aquello que decía era real.

Las facciones de Ethel se fueron suavizando, conservaba la misma elegancia, pero ya no era tal altiva. Su sonrisa, se formando dejándose ver mucho mas cálida y maternal. No le diría con palabras salomeras que le parecía tierno lo que le contaba o trágico, solo le sonreía con cierta empatía y toda su lenguaje no verbal daba a entender que bajaba la guardia, que entendía lo que le decía y que por lo tanto las condiciones parecían cambiar un poco.

- Interesante historia - lo decía en serio y con mucho interés en lugar del sarcasmo que se podría haber esperado de ella - es curioso que la compartas conmigo - su tono era mucho más amigable, mas relajado, mas cercano, pero de pronto como si recordara que debía mantenerse en su lugar, se sacudió un poco y su tono volvió a ser un poco travieso - Entonces si tienes un barco, solo que no puedes disponer de él. Eso, como todo en la vida se puede arreglar - su mente empezó a trabajar rápido. Con lo tenía podía hacer muchas cosas, incursionar en mas de un círculo.

Cómo le gustaban esas cosas del teatro, por lo general resultaban y cuando no, era mucho mas divertido.

- Verás, si algo que yo valore mucho es la lealtad y eso que hizo tu tripulación no es correcto - se volvió a cruzar de brazos, escuchando su presentación. Desvió la vista a Coral y esta fue algo obvia al mover la cabeza negativamente para que no hiciera lo que hizo a continuación.

- Mi nombre es Ethel. Podría darte una tapadera pero no lo veo necesario porque las condiciones de nuestro acuerdo acaban de cambiar. Sí, aun puedes trabajar para mi gratis, bueno, casi, y sí es tu responsabilidad desde ahora hacerte a un barco para que podamos iniciar la travesía, pero ya no te voy a dar a cambio para este trabajo lo que puedas aprender, eso te lo regalo, ahora te puedo dar algo mucho mejor, a cambio de muchos más trabajos, claro está - su sonrisa se hizo sutilmente maligna, un reflejo de lo que se pintaba en su cabeza, de los planes para el futuro que tal vez favorecerían a Sophitia, pero que sin duda le beneficiarían a ella.

Le causaba cierta gracia que la llamara señora. Estaba acostumbrada a que lo hicieran, pero no con su nombre acompañandolo; tal vez la gracia radicaba en que minutos antes la había llamado Anciana y ahora el termino de señora le sonaba más a apelativo de edad que a mote de respeto.

Por lo visto tenía un trato, o al menos algo bastante semejante a este. Ya en acción vería de qué tanta utilidad le era la pequeña pirata, y cuando tuviera la tripulación completa decidiría que lugar darle en el barco... suponiendo que lograra conseguirlo, claro está.

Por otro lado, parecía no querer ayuda para devolver el golge, eso atentaríaen contra de sus planes, sin embargo esa una eventualidad facilmente solventable si se ponía en la tarea de intersanrse en el asunto. Eso era algo para decidir después, ahora, ahora tenía otra cita que cumplir y como siempre, sus planes no dependían de esta unica carta.

Sophitia suponía muy bien. Se tenía que ir, pero con tanta información, aunque tampoco era mucha, no veía del todo conventiente que pasara la noche a saber en donde bebiendo qué y hablando con quien sabe quíen. Pero de momento podía dejarla ir. No había nada que le impulsara a decirle que le daría cobijo y alimento.

- No le quito más su tiempo señorita Sophitia - empezó a caminar en la dirección opuesta a la pirata. No sería ella quien le ofreciera posada por esa noche. Por otro lado, Coral estaba bien adiestrada y sabía qué era lo que debía hacer; por lo general preguntaba si tenía un lugar donde quedarse, pero ya que la joven había mencionado estar a la deriva, tendría que poceder de otra forma.

- Yo conozco un buen lugar para pasar la noche, es económico, carece de lujos y su comida no tiende a intoxicar - dijo. Su voz era bastante musical, pero un poco fría, indiferente, como si no estuviera acostumbrada a abrir mucho la boca. Empezó a caminar en la ruta que llevaba Sophitia, echando una que otra vez un vistazo hacía atrás, con cierta preocupación por su señora.

Iban por la misma ruta, pero aun esperaba la respuesta de la adquisición de la tripulación. El sitio donde iba a llevarla, era el hostal donde habían pasado las primeras noches ellas. Buena parte de la nueva tripulación se hospedaba ahí, las demás habitaciones estaban vacias, en efecto la comida era buena. Era un lugar relativamente costoso, pero Ethel estaba asumiendo parte del costo de forma secreta, monto que luego descontaría del botín que lograran. Era un lugar discreto, el valor se debía mas a la comodidad de sus habitaciones que a sus lujos, a la facilidad para el pago y a lo reservado que era el encargado con cada huesped.

Aunn así, cabía la opción que Sophitia no aceptara, que estuviera sin un peso, que no tenía que ser un problema ya que la mayoría de las personas que llegaban ahí lo hacían sin muchos recursos, pero por el tiempo de permanencia, al menos por la primera noche no era un problema para el Señor; también podía ser que tuviera todo un plan en mente. Pero creía contar con la carta ganadora: comida decente!.

Al instante mismo que termino de decir la ultima oración comenzó a pensar de donde podía sacar un barco, la idea resultaba absurda, si hubiese podido conseguir un barco tan fácilmente ya lo habría hecho hace mucho. Pero las excusas no valían para esta señora, su mirada denotaba que no perdonaría ni un solo error.

Sophitia puso una mano sobre su rostro, refregó sus ojos cansada de pensar tanto en tan poco tiempo, no tenía idea de en qué se estaba metiendo, lo pensaría con más calma mientras durmiera... En algún lado...

Se sorprendió a sobremanera cuando la ayudante de Ethel le sugirió “amablemente” un lugar. Por un lado, le molestaba que tuvieran controlados todos sus movimientos, aunque tenía sentido que no la dejaran ir sin mas, podría andar abriendo la boca por ahí y eso no era nada bueno. Pero por otro lado, no tenía a donde ir, así que en resumidas cuentas, daba lo mismo.

- De acuerdo, vamos – No sabía que tanto podía confiar en esa mujer, durante toda la reunión no había dicho ni una palabra, había estado a punto de pensar que era muda o algo similar. Durante las tentativas de negocio, en mas de una oportunidad sintió su aura amenazante alrededor de ella, era la matarife, al fin y al cabo no pretendía que Ethel se manchara las manos con algo así.

Caminaron sin decir palabra alguna, Sophitia no sabía que decir, o como hablar con una persona así. Seguramente su acompañante consideraba que no era necesario intercambiar palabras, había notado que se volteaba preocupada cuando se separo de la hechicera, de seguro quería volver rápido con ella.

- Dime el nombre del lugar, lo encontrare sola y así puedes volver con tu señora – Dijo Sophitia.

No tenía interés de andar molestando a nadie, ni pretendía hacerle un favor, era una cuestión practica, ella no pensaba escaparse, y la muchacha no quería hacer ese trabajo. Iba a ser mejor si la dejaba en paz.

Tendría que poner un gran esfuerzo para que esto saliera bien, pensar bien cada paso, y el barco.... El barco tendría que robarlo, de eso no tenía la menor duda, pero intentar semejante hazaña sola era aun mas demente, antes buscaría ayuda de alguien. Tendría que ser una persona de confianza, que le debiera un favor o que estuviera dispuesta a hacer el trabajo con un pago prometido a futuro.

Y hablando de pagos, reviso sus bolsillos vacíos en busca de alguna moneda olvidada. Por supuesto, no tenía nada, que molestia. Pasaría la noche en donde le habían sugerido y pagaría de algún modo que luego pensaría, si Ethel era conocida del lugar, no quería escapar dejando deudas como hacía siempre, no era buen modo de formar su imagen ante la nueva jefa.

Coral también permaneció en silencio. No veía la necesidad de entablar una conversación, aunque si le hacían preguntas, respondería. La porpuesta que le hacíala pirata era tentadora, pero no podía tomarla; además su señora sabía cuidarse sola, mejor que ella misma.

No caminaba con prisa, pero sus pasos las habían llevado rápidamente de los callejoes en los que estaban a calles con mas trafico aun, de esas que apesar de la hora que era ya aun mantrwnían personas transitando por ella, no todos ebrios o en mal estado, había turistas, llugarños y toda clase de personal, en negocios, en la calle, caminando con rapidez, paseando, haciendo el tonto; en resumidas cuentas, una noche más en la tranquila y paradisiaca isla.

El paseo fue corto, más al paso con el que iban. Coral iba ensimismada y pareció regresar a la realidad al señalar un edificio a metid de una de las cuadras. Entraban y salían personas de él. Su fahcada blanca en arcilla no se destacaba entre las demas edificaciones y si se distinguía como lugar de descanso era por el simpatico anuncio en madera pirograbada que rezaba: El Remanzzo, Pozzada.

Cada Z estaba hecha con mucha elegancia y con un trazo más suave que las demás, recalcaldo a que se iba al lugar. Tenía dos ventanas de marco de madera y cristales con vitrales en los que habían repujados de objetos caseros; por éstas salía una suave luz de diferentes colores debido a las diferentes tonalidades de los cristales en cada ventana. En el segundo y tercer piso, había pequeños balcones con algunas enredades cayendo de estos, con puertas tanbien en criatal de piso a techo y estas si con un enrejado, para la seguridad, pero en madera.

Cada vez que se abría la puerta del lugar, se veía la iluminación ambrina proveniente de las teas y tal vez algun hogar, pero no salía ningún vapor que anunciara calor en su interior. Coral se tomó un momento en la acera de enfrente, revisando posibles mirones, un antiguo habito que le quedaba de su vida anterior, antes de cruzar. En eso tenía mucha razón Sophitia, Coral había sido asesina, aun lo era y, aunque no le gustaba considerarse así, solía ser peligrosa.

- Vamos - abrió la puerta y sin duda alguna entró en la posada. Las personas que estaban distribuidas en las diferentes mesas, tambien en madera pero oscura, no se inmutó con su entrada, cada cual seguía en lo que estaba, solo una cabeza se movió sobre saltada hacía ella mirandola con nerviosismo antes de regresar a su plato. Sí, todos los que estaban en ese gran comedor frontal, estaban comiendo o bebiendo, pero no como un bar o una taberna si no como un restaurante y olió delicioso, tan rico como para despertar el hambre. El personal era vario pinto, pero todo parecía estar dentro de lo normal.

Esperó a que Sophitia entrara y se adelantara hacía la barra del encargado, que estaba hacía el fondo de la gran habitación, junto a unas escaleras. Un hombre estaba pasando bandejas desde un ventanuco en un pared que a la vista era falsa y que servía para darle privacidad a la cocina, a juzgar por lo que salía en las bandejas y entraba de regreso por el mismo lugar: platos y bebidas. tres simpaticas señoritas recoogían las bandejas y las distribuián. En otro extremo de la misma barra, había otro hombre, este mucho más mayor que el anterior, aunque con cierto parecido a este, tenía un libro enorme frente a él y lo ojeaba con cuidado haciendo anotaciones. Tras él había una estantería con papeles y cosas, distruibuidos en páneles.

Cuando el anciano levantó la vista, pasó sin interes a Coral y luego se clavó en Sophitia, mirandola de arriba abajo sin expresión alguna, pendiente de si se sentaba o se acercaba a la barra y a qué punto de esta. Volvió a poner la vista en Coral e hizo una rápida asociación por la forma en que esta le daba paso a la pirata. Suspiró con cierta resignación y cerró el libro, guardándolo bajo la recepción.

Su expresión serena, no le regaló una sonrisa, pero tampocohabía hostilidad en él, solo expectativa por lo que driría.

En cuanto miro la fachada del lugar supo que no era adecuado para ella, no es que fuera de alta categoría ni mucho menos, era mas bien que ella estaba acostumbrada a tabernas de mala muerte. En cierto modo tenía sentido, una dama que parecía tan refinada como Ethel no iba a estar en un lugar cualquiera. Recién en ese momento se le ocurrió a la pirata que tal vez no había sido buena idea aceptar la oferta de hospedaje.

Su gracioso cartel las recibió con promesas de buen descanso, y su ordenada fachada le decía a Sophitia que no encontraría diversión esa noche. Era verdad que tenia que concentrarse en su trabajo, pero quizás este sería su ultimo día libre en mucho tiempo, aparte, no conseguiría efectivo si no había al menos una mesa de apostadores.

Un hermoso aroma le dio la bienvenida en cuanto entro, su estomago respondió de inmediato con unos fuertes ruidos que esperaba no se hubiesen escuchado, era verdad que tenía hambre, pero no era tan rastrera como para denotarlo de modo alguno. El orgullo, siempre se trataba de lo mismo, de cualquier manera había mucho ruido en el lugar.

Un anciano era quien las atendería, pero aquí era donde empezaban los problemas para la pirata. No tenía ni un centavo, sus alternativas eran pocas en verdad, o le fiaban, o se iba a otro lado. También podía comenzar una mesa de apuestas de la nada, pero necesitaba algo con lo que apostar, como cartas, dados, o algo similar.

Sin mucha idea de como comportarse o qué hacer le dio paso a la muchacha para que hablara ella con el anciano, prefería no decidir.

- Te lo dejo a ti - Dijo mientras le daba dos palmadas en el hombro y ponía su mejor cara de "No entiendo lo que sucede".

Inmediatamente fue a buscar un lugar donde sentarse, con dos sillas por las dudas de que la mujer decidiera quedarse. Miro a las mesas de al lado de modo distraído, en busca de una salida a su problema, pero resultaba difícil en verdad.