Encuentro de negocios.

Cuando escucho a la bruja tras ella el enojo se hizo presente nuevamente, no entendía por que no se ponía en algún rincón sin molestar y la dejaba tranquila con los problemas que no dejaban de llegar uno tras otro. Hizo gesto burlón como imitándola hablando y no respondió a su pregunta.

- Ya que hiciste todo este alboroto podrías haberle puesto una simple cara al mago – Ya estaba hasta la coronilla de sus jueguitos para probarla, capitanes de mucho mas renombre la habían contratado sin dudar, y esta bruja de tierra adentro no dejaba de molestar con sus constantes comentarios.

Por suerte para la pirata, luego de eso desapareció, murmuro algunos rezos para que se mantuviera bien lejos lo que quedaba de la prueba. Los barcos se acercaban a gran velocidad, partes de ambos navíos volaban y eran arrastradas por el agua que invadía las cubiertas, los cañones no dejaban de sonar, pero los del barco enemigo resultaban mucho más estridentes, y habían logrado hacer algunos destrozos importantes.

Aun no estaban lo suficientemente cerca, y los metros que faltaban se hacían una eternidad para Sophitia, estaba apoyada en la baranda, los nudillos pálidos de tan fuerte que apretaba, mirando como los barcos se acercaban, ignorando por completo los cañonazos y balas que pasaban por todos lados.

Sin mediar palabra alguna empezó a correr a toda velocidad hacia donde estaba el mago, parecía estar preparando algo, pero al no poder verle gestos siquiera podía saber si estaba invocando su magia o no. Se acerco a su oído y le dijo lo que pensaba hacer y lo que necesitaba que haga él. El mago asintió y siguió donde estaba haciendo cosas que la pirata no entendía ni le interesaba entender.

De allí salió corriendo hacia el palo mayor, y con la habilidad que le dieron año de hacer lo mismo subió con agilidad sin resbalar ni una vez, la lluvia molestaba, y que los cañonazos no cesaran tampoco ayudaba. Cuando estaba aproximadamente por la mitad del palo vio un destello en las negras nubes, por unos segundos la noche se hizo día.

- Oh.... no... ¡¡¡Maldita bruja!!! – Grito al viento mientras un rayo de tamaño monumental golpeaba el barco, dejando parte del mismo gravemente dañado e incendios que pronto los piratas, aun aturdidos, se acercaban a apagar – Eres una maldita psicópata ¿Lo sabias? – Siguió gritando mientras subía, Sophitia y esperaba que la estuviera oyendo.

Por fin llego al juanete mayor, se sentó unos segundos mirando el campo de batalla desde tan privilegiado lugar, si no empezaban a abordar en seguida perderían, les hundirían el barco. Sophitia tomo una de las sogas libres y se la enrollo alrededor de uno de los brazos, suspiro un poco, no tenia miedo, pero eso no significaba que le resultara agradable lo que iba a hacer. Se puso de pie y dando un gran salto dejo su vida en manos de la suerte.

El viento y la lluvia no la dejaban ver nada, tampoco había mucho que mirar, tan solo tenía que esperar a que la cuerda llegara a su máximo y soltarse antes de que emprendiera el regreso, luego seria cuestión de rogar el que hubiese algo cerca para agarrarse.

Estaba por llegar el momento, contó unos segundos mas y soltó la soga, poniendo las manos por delante desesperada por aferrarse a lo que fuera. Abrió los ojos, y para su espanto se encontró con que no había absolutamente nada, ni una soga, tela, palo, ni nada a lo que pudiera agarrarse.

- ¡¡¡Mierda, mierda, mierda!!! – Maldijo a los gritos, se haría pedazos contra la cubierta del barco enemigo y terminaría todo, ya podía escuchar a Ethel riéndose y diciendo “¿Qué se supone que intentabas hacer pequeña inútil?” No podía dejarla decir eso, tenía que llegar a como diera lugar.

De pronto sintió un empujón desde la parte de atrás ¡tenía que ser el mago! Por fin se había dado cuenta de lo que pasaba, y había seguido sus ordenes. Con ese impulso si podía llegar hasta la parte de la tela, saco su espada y la clavo con todas sus fuerzas, fue cayendo con mucha mas suavidad mientras rasgaba en el proceso la vela mayor, eso les sacaría algo de velocidad.

Rodó para no romperse las piernas al caer y se puso en pie, espada en mano, y un gesto de absoluta excitación en el rostro, estaba lista para pelear hasta las ultimas consecuencias.

- ¡¡¡¡¡¡¡Al abordaje!!!!!!!! - Grito a todo pulmón a su tripulación, instándolos a que la siguieran.

Fuego, caos, destrucción, locura. Lo unico que le faltanba a la mezcla era su segundo componente favorito: Muerte.

Pero de eso no tendría, solo era una ilusión y como tal solo le daría la parte divertida, extrayendolo de una sola mente, pero Caos y Destrucción al fin y al cabo. Lastima que fuera una mera ilusión. Sería tan divertido entonces. Tendría que conformarse y esperar, esperar al momento en que pudiera hacerlo en altamar, en el real altamar. Se sabereaba con eso.

Mientras tanto, pese a tomarse las cosas con su expresión risueña, ella si era conciente que se trataba de una prueba de contratación para medir las habilidades de la que podría ser su capitana y que como tal, Sophitia acaba de tener un desliz un tanto desafortunado: le restaba puntos, con las concecuencis que traería peder la dichosa prueba.

Le preguntaba en serio por sus alternativas de solución a la situación y ella no solo no les respondió sino que le plantó una evasiva bastante tonta. Y ella quería una respuesta directa. Aun así, lo dejó estar, restó los puntos y siguió con sus conjuros y abjuraciones para destruir ambos barcos. Le dolía por su Gota Escarlata, pero que fuera. Después de todo era una ilusión y los efectos físicos solamente los sufrirían Sophitia y Rogelio, si daba señales de vida.

ambos rayos impactaron contra los barcos y pronto prendieron en fuego. Con una sonrisa Ethel solo se dedicó a observar los acontecimientos, escuchando con claridad cada comentario de sus invitados, comosi el ambiente estuviera en silencio para ella. No pudo evitar sonreír.

- Para una vez queno tuve nada que ver...- dijo con cinismo

Entre el tronar de los rayos, la copiosa lluvia, el mar embravecido y los cañonazos de los barcos, mientras una docena de marineros enemigos la rodeaban, a la espera de terminar rápidamente con el asunto, en medio de ese caos Sophitia se reía a carcajadas, no podía haber nada más divertido en el mundo que eso.

-Vamos, vamos, a ver ¿Quien será el primero? - Les decía haciéndole un gesto con la mano libre para que se acercaran.

Mientras, los barcos estaban ya lo suficientemente cerca como para comenzar a lanzar ganchos, cuerdas y tablas para cruzar, los piratas, eufóricos ante la perspectiva de la pelea, no perdía el tiempo, lanzándose sobre el barco enemigo como un manojo de hormigas.

A estas alturas si bien la pirata no se había olvidado que al fin y al cabo esto era una prueba, también sabía que no tenía muchas opciones más que mostrarse como ella era en realidad, no era la capitana perfecta ni mucho menos, pero sabía bien que podía hacerlo, que era la adecuada para el trabajo. Si Ethel quería verlo o no era asunto suyo, si le gustaba la muchacha para el trabajo la contrataría y sino pasaría al siguiente, Sophitia estaba segura que al menos en eso era como cualquier jefe, y no iba a rebajarse a ser su marioneta o su lame botas, su orgullo siempre era lo que iba por delante en su vida.

Los golpes se repartían de modo gratuito y abundante por parte de la pirata, finalmente los marineros comenzaron a atacar, algunos a puño limpio, otro con espadas y dagas, y era en este momento donde las capacidades de Sophitia mas se notaban, ya que tenia una gran habilidad para ese tipo de pelea. Si había que describirla de alguna manera, no se podía decir ni por asomo que era un arte, o que se movía con una gracia impresionante, como los luchadores que aprenden en las escuelas. No, su tipo de pelea era sucio, era el estilo “sobrevive como puedas”, el estilo de las calles, pero lo seguro era que funcionaba y que Sophitia lo dominaba.

Un golpe certero en plena cara, una nariz rota, un rodillazo, un ataque a los ojos, otro a la ingle, algo le golpeo la mano haciendo que se callera su espada, pero no importaba, no la necesitaba. Apretó los puños y levanto la guardia, dispuesta a continuar hasta que no le dieran mas las fuerzas, no podía ver que estaban haciendo los demás piratas, pero eso solía suceder, quien presta atención a lo que hacen los demás corre riesgo de no contarlo luego.

Lo que si estaba ansiosa por encontrar era al capitán enemigo, no lograba discernirlo aun, pero cada vez que veía la oportunidad, en los momentos en que la pelea le daba un respiro, buscaba entre los marineros a aquel que podía hacer que eso se terminara pronto.

Pese a la habilidad de Sohpitia, el grupo que la asediaba era cada vez más estrecho en cuanto al espacio que le proporcionaba, pronto la dispareja pela tendría que dar sus frutos o al menos eso esperaban los marinos, si nada mas loco ocurría en esa noche tan extraña.

El fuego, en ambas naves empezó a hacer estragos. Ethel simplemente miraba como entre sus rayos, las balistas del barco mercante y el fuego de los magos de guerra, su hermosa Gota Escarlata se veía dañada y las lenguas de fuego empezaba a cobrar la existencia de las velas de su nave. Hizo un gesto de fastidio reproche y su mente de mercader (de muerte pero mercader al fin y al cabo) inició la engorrosa tarea de sacar cuentas de los costos de tal cosa.

Si esto se tratara de algo real, el barco llegaría a la costa con su recién adquirida mercancía? Complicado estipularlo.

Con el paso de los piratas de un barco a otro y de los marinos de una nave a otra, ella también cambió de posición, observando desapasionadamente lo que para ella no era mas que la risa histérica y teatral de la pirata al enfrentarse a los demás, dejando el curso de los acontecimientos marchar de la forma mas natural posible, lo siguiente en ocurrir sería el apoyo de “sus” “hombres”

Por otro lado, el aporte de Rogelio daba sus frutos, cuando los magos del bergantín volvieron a realizar sus conjuros de fuego, estos se convirtieron en pequeñas chispas de múltiples colores tan inofensivas como las que lanzan en los días de feria; esto para los que tuvieron más suerte, pero el desafortunado mago que le dio ordenes a Rogelio, termino con su cara ennegrecida y su pelo y su túnica chamuscados.


Edit: con el regreso de Rogelio, recordé un detalle de los magos

** El evento no previsto, al menos por los marinos del barco mercante, fue que uno de sus hombres de volviera en su contra.

Pero que hermosa se había visto su Sophitia saltando de una nave a otra, que espectacular había sido su caída por la vela mayor y que sensual su forma de abordarlos sin temor. Sin duda, después de Valeska, ella merecía ser la madre de algunos de sus hijos, por ella si dejaría el mar, sentaría cabeza y armaría castillos en el aire que estuviera dispuesto a cumplir.

Cuando una de las espadas de los marino quiso atacar a traición a su pirata, Rogelio Bonifante de las Tres Cruces, lo atravesó de punto a punto con la espada de otro guardia a bordo del bergantín, sacándola de su funda con tanta suavidad y rapidez que ninguno de los dos se dio cuenta de lo ocurrido hasta que la daga del nuevo muerto estuvo en su mano y se interpuso en el camino de otra espada que iba a por Sophitia, Amor de sus Amores, giró en redondo y la misma dago cortó el cuello de ese marino y al terminar de dar la vuelta, interceptando el puño de la pirata, que por lógica en medio de su apasionante pelea tendría que venir hacia él por estar tan cerca de ella, la acercó hasta él abrazandola por la cintura

- No desesperes amor mío, estoy aquí para – rescatarte iba a decir, pero alguien tan temerario como ella no merecía ser rebajada con tal insulto – apoyarte – dijo, la soltó casi de inmediato, antes que el ímpetu de ese espíritu, que robaría su mente cada noche, respondiera a sus actos para “apoyarla” tal como había dicho, deteniendo el ataque de alguien mas, quedando ahora a la espalda de ella**

Off Topic: Hermosísimas damas, sepan ustedes disculparme por tan larga ausencia.

Sophitia jamas lo admitiria, antes hubiese preferido arrancarse la lengua y comersela, pero la repentina intervención de Rogelio había sido de gran ayuda, compenetrada en la pelea, rechazando tantos golpes y espadasos como le era posible, no había llegado a ver el oponente que la atacaba por la espalda.

Lo que seguramente no le agradecería tampoco era que la tomara con tanto cariño por la cintura, su gesto en un primer instante fue de sorpresa, por solo un segundo de vergüenza, pero finalmente volvió a la normalidad. No entendía que demonios le pasaba a ese sujeto, estaban en medio de la toma de un barco enemigo y él haciendo payasadas.

-Gracias, ahora quita tus garras – Dijo lanzando un puño que por suerte Rogelio esquivo, y sin duda era una fortuna, porque la pirata necesitaba del extravagante hombre allí con ella para que le cuidara la espalda mientras se encargaba de su lado.

El fuego seguía interrumpiendole, no entendía como podía seguir prendido con tanta tormenta, y el agua de mar llendo y viniendo, pero no era momento para teorías. Tomo carrera y agachandose en el ultimo instante golpeo a uno en el estomago, le robo la espada y comenzó un duelo con otro que se encontraba cerca, pero llevaba mucho tiempo, finalmente se acerco, tomando la espada del enemigo en un descuido y dandole un impetuoso cabezazo en pleno rostro, pateandolo después para que cayera al mar.

Habían sogas que llevaban a su propio barco, claro estaba, ellos no iban a ser los único en querer abordar, cortaba las que encontraba y ayudaba a la vez a aquellos piratas que habían comenzado el ataque. No eran aun todos los que podían ser, algunos se habían queda atrás, peleando con los marineros que habían subido.

Una ola especialmente grande golpeo el costado del barco, haciendo que todos por igual rodaran hasta que lograran agarrarse a algún objeto, o golpearan contra el, otros tantos no fueron tan afortunados y calleron al mar, el que no perdona y debora todo.

Sophitia se tomo de la escalera que subía al castillo, le piso las manos a uno de los marineros cercanos, logrando así que rodara hasta caer por el agujero de la bodega.
Pronto el barco se estabilizo, y las peleas comenzaron nuevamente, los piratas peleaban con ahínco, emocionados por el botín de tan gran barco, pero los marineros no se quedaban atrás, protegiendo con empeño lo que les pertenecía. Sophitia no lograba ver al capitán enemigo, su objetivo principal, subió la escalera de la que se había agarrado, quería ver mejor desde el castillo del barco.

Arriba habían dos magos, y tres trifulcas que no terminaban de definirse, la pirata odiaba pelear contra magos, a su parecer siempre hacían trampa con sus artes oscuras y extrañas. Pero no parecía haber muchas opciones....

Mientras la mayoría de los marinos se batían a duelo con algunos de los piratas, otros trataban de impedir que se llevaran la mercancía que transportaban, pero con muy poco éxito.

La bodega, tal y como se había practicado en la anterior ilusión en la que probó las destrezas del grupo de piratas, lentamente se iba desocupando para pasar a la Gota Escarlata. Eran eficientes, sabían cuidarse entre ellos, como equipo realizaban muy bien las cosas.

Cruzada de brazos, permanecía como observadora, Ethel, aun cuando la ola golpeó el barco, fue la única en no moverse y tan solo ser bañada por algunas gotas del agua marina que penetraron en la burbuja protectora de su mandala. En su mente, sacaba rápidos cálculos, el fuego alcanzó el mástil y las velas del barco mercante, pero también del suyo. Mal muy mal. Sin embargo, la mercancía estaba a salvo y las bodegas se conservaban, de momento, en perfecto estado.

Sus piratas, iban aniquilando uno a uno los mercaderes, en el mismo esquema que había usado en su propia ilusión, pero fue la respuesta de Rogelio lo que más llamó su atención. Serían ciertas sus palabras de amor? o solo era un payaso buscando desconcertar al enemigo?

A paso lento, empezó a acercase a su propio barco, con el fin de cambiar de embarcación. No era mucho lo que quedaba por hacer ahí, ni por el hecho que el capitán, acabara de dar fin a varios piratas.

Su vestimenta no difería mucho de la de sus subordinados, pero su habilidad para el combate si sobre salía. La mayoría de las bajas en el bando de Sophitia y Rogelio, las provocaba él y ahora direccionaba los ataques de uno de los magos de barco, hacía el mago sin rostro de los piratas.

**La espada de Rogelio se movía agilmente, no permanecía mucho tiempo quieta, ahora estaba haciendo un corte, ahora estaba deteniendo otra espada, ahora estaba dando un planaso a alguien más. Para ser una persona que huía fácilmente de las peleas y valoraba su pellejo por encima de los poemas que pudiera escribir a todos sus amores, se desenvolvía bastante bien con el arma.

Y cuando no era la espada la que hacia un ataque era su bota la que se clavaba hasta lo más profundo en caras o cabezas de caídos, piernas, estómagos, riñones; o era su puño. Una parte de su mente, esa que registraba el dolor de las heridas y los golpes recibidos, hacía que olvidara que se trataba de una simple ilusión, que no pensara en traer el recuerdo de como terminó en un barco mercante legal, sino que diera el todo por el todo por salir indemne de la situación.

Fue esa misma parte de su mente lo que hizo que cuando la ola golpeó el barco, atinara a tomar una soga cualquiera y la enrollara en su muñeca o que, aunque se estuviera ahogando con el agua que penetró en el barco, no soltara su espada como si lo hicieron varios guardias del barco mercante.

No era la primera vez que le pasaba algo así, pero eso no significaba que no fuera desagradable, que el ardor del agua salada en su garganta y su nariz fuera gratificante para él. Por eso era que pensaba que tormenta y ataques no era una buena combinación. Tenía que salir de ahí, no dejaría atrás a su amada Sophitia, pero tenía que salir de ahí, aprovechar la presencia de los demás piratas y cambiar de barco, el mercante no daba la impresión de aguantar mucho más.**

La pelea estaba terminando, acabarán o no con todos los tripulantes del otro navío, gran parte de la mercancía ya era de ellos, y aunque habían tenido muchas bajas el resultado era positivo a ojos de Sophitia, quien con semejante tormenta siquiera estaba segura en un comienzo el poder alcanzar el barco enemigo.

Traspaso a uno de los magos con una espada, entre la lluvia y el agua de mar helada la sangre caliente era un contraste fuerte. La pirata no se fijo, empujo el cadáver para que el arma quede libre, no le gustaba matar, era mas bien como un tramite molesto pero necesario. Vio al otro mago, y un hombre le daba instrucciones.

- Aja! – Ese era el que estaba buscando, poco le importaba que ya la cosa estuviera definida, se tenia que encargar que quedara total y completamente zanjada. Los capitanes de barcos no solo eran los que gritaban ordenes, también solían ser los navegantes, dos pájaros de un tiro, no podrían ponerse en orden para perseguirlos, estaba segura.

Su primer ataque fue con el mango del arma, aunque si fuera tan fácil no hubiese llegado al puesto que tenia, ni tendría tantos cuerpos alrededor, el hombre se cubrió del ataque sin dificultad y ataco a la vez dando un puñetazo que Sophitia esquivo por poco.

Chocaron las espadas de ambos reiteradas veces, el barco se movía hasta quedar casi en ángulo vertical, a lo que tenían que agarrarse de algo sin dejar por eso de pelear. Quedaron espada contra espada un momento, pero la fuerza del hombre lógicamente era superior, la pirata cayo hacia atrás rodando varias metros producto del vaivén, aunque se puso en pie en seguida.

Le gustaba pelear con un rival digno para variar, sonreía divertida mientras se sacaba la sangre que le corría por la frente y no la dejaba ver, seguramente se había hecho un tajo en la cabeza en la caída. Se lanzó al ataque nuevamente sin pensarlo, lo que era una costumbre ya en ella.

El abordaje casi había terminado, los piratas ya tenían la bodega del barco llena de nueva mercadería, las luchas seguían desarrollándose aquí y allá, pero eran las menos. Algunos de los tripulantes estaban ahora inconscientes y atados, se les preguntaría si querían pasar a ser parte de la tripulación y sino se los lanzaría al mar.

Una de las ballestas del barco pirata disparo en dirección a la vela mayor del barco enemigo, dándole el golpe de gracia entre los anteriores ataques y el fuerte viento. Sophitia se agacho ante la caída inminente de semejante armazón, por suerte el desmoronamiento fue hacia el otro lado. Miro el palo totalmente inutilizable y lanzo una carcajada.

- Fue un placer robarles – Le dijo riéndose al capitán enemigo, acto seguido dio un salto desde el castillo para agarrarse de una de las sogas de abordaje, atrapándola por muy poco, dándose envión y aterrizando en su barco.

Rodando en la caida termino dada vuelta cerca de Ethel, riéndose de lo mas divertida, estaba de demasiado buen humor incluso como para que la presencia de la bruja le molestara.

La pelea iba sucediendo, interesante en algunos lugares, aburrida en algunos otros. Ethel estaba de acuerdo con la pirata en la conveniencia de terminar con el capitán del barco mercante así que procuró darle una pelea de nivel dos, es decir, que fuera desafiante pero nada demasiado elaborado que sobre pasara por mucho sus capacidades.

A Rogelio le dio otro tanto de lo mismo, con otros marinos y sus guardias, diversión para todos, ganancias para ella. Aunque solo fuera una ilusión.

El asunto estaba terminando, lo que no quería decir que la tormenta fuera a amainar, no por ahora. Y la mercancía...si, alguna había pasado, pero no toda en el estado en que le hubiera gustado, por obvias razones.

La mirada que Ethel le dirigió a Sophitia cuando estuvo a su lado, era un poema. Helada como solo ella podía expresarla. No mostraba molestia, ni alegría, mucho menos alegría, por lo que la sonrisa que dejó ver cuando tuvo los ojos de Sophitia a rango se veía muy sospechosa.

- Que bueno que tu humor sea el mejor, así no te tomarás a mal que descuente directamente de tu parte cada daño sufrido por el barco -podría esta hablando de política del reino o de filosofías perdidas en la memoria de las personas, por el tono en que lo dijo.

De inmediato se dio la vuelta y empezó a caminar hasta desaparecer y reaparecer junto a Rogelio.

- Busca refugio, o te quedarás en este barco y créeme que no me molestará en lo mas mínimo mostrarte que sería lo que yo te haría de tomarte prisionero y sospechar que eres un pirata y en su mirada podría ver que no era nada bueno, nada que no tuviera una dosis de dolor y gritos tan alta que era mejor imaginársela.

FDI:

Por cierto, los cañones en los barcos aun no existen, solo balistas y magos, por favor edita tu respuesta

**La espada que había robado fue detenida por el sable del contramaestre, quien además la hizo girar y prácticamente le torció la muñeca al moverla de esa forma. Le faltó más bien poco para soltar el arma y pronto se dio cuenta que debió hacerlo y retroceder, pues el gancho derecho que le propinó a Rogelia lo envió al suelo.

- Señor… - dijo levantando la mano, casi a ciegas, en señal de aparente rendición, pero el contramaestre no quiso darle la oportunidad y movió ágilmente su arma para darle el golpe de gracia que le permitiera pasar al siguiente “maldito pirata”. Sin embargo el contramaestre se quedó quieto.

Un par de segundos le tomó a Rogelio darse cuenta que su expresión ya no era de resuelta determinación por acabar con todos y proteger a sus hombres y su mercancía, sino de vacía sorpresa y derrota. Sí, la espada que le cruzaba el corazón desde la espalda bien podría explicar la situación.

El sable cayó, luego el hombre se puso de rodillas, luego, luego no supo qué pasó con él. Rogelio se levantó de donde estaba dando un giro en el piso y luego levantándose a tiempo para hacer perder el ritmo de pelea a otro marino que ya tenía arrinconado a un hermano pirata devolviéndole un poco de espacio y ventaja.

Una espada en el suelo le fue de utilidad para seguir con su plan de escape, aunque su nivel de estrés bastó para que el filo buscara el cuerpo de Ethel cuando esta se le apareció al lado sin avisar y… de la nada

- Mujer hermosa, cómo es que haces algo así? Podrías resultar lastimada. Precisamente estaba tratando de llegar al otrobarco, pero nome dejan y no, no quisiera caer en tus bellas, delicadas y atrayentes manos – hizo una reverencia y corrió a sujetarse de uno de los cabos con los que los piratas habían cruzado de un barco a otro y pasó al pirata aterrizando torpemente contra el maderamen de la cubierta, de tal forma que sintió como le sangraba de nuevo la boca.

Pero al menos, estaba en un barco amigo, o eso pensó hasta sentir varios filos apuntando hacia él, que aun llevaba indumentaria de marino mercante. **

Que amargada era esa mujer, Sophitia no podía entender como podía mantenerse tan seria en una situación tan entretenida, esa mirada fría parecía traspasarla, pero la pirata no se amilanaba por nada, siguió sonriendo aun cuando la amenazaban con reducirle la paga.

- Si el dinero fuera tan importante en mi vida no me hubiese hecho pirata – Dijo mientras se ponía en pie, el hombro le dolía, seguramente por la caída, pero eso no importaba.

Descontarle por los daños era un ridiculez ¿Cómo creía que se abordaba un barco? ¿Pidiendo por favor? Era obvio que ambos barcos sufrirían daños, cuando no terminaban hundidos, eso le pasaba por tener a una mujer a bordo, Sophitia solo podía rogar que cuando hicieran posteriores abordajes la jefa se quedara cómoda en casa tomando té y le dejara el trabajo a los piratas de verdad.

- Vamonos de aquí!!! Vamos, vamos, muevansen montón de haraganes – Comenzó a repartir ordenes para que se fueran de allí lo antes posible, había que salir de la tormenta. Mientras parte de la tripulación se encargaba de poner en marcha el barco, otro grupo arreglaba las partes rotas mas urgentes, cualquier cosa que pudiera poner en riesgo la estabilidad de la embarcación, finalmente, unos pocos terminaban de ajustar la carga robada para que no diera vueltas por toda la bodega.

Sophitia daba vueltas por el lugar asegurándose de que todo se cumpliera, ayudando si veía que necesitaban una mano mas, o alguien que tire, o ajuste, no tenia problema alguno en ser capitana, tampoco en ser una tripulante mas, había trabajado en ambos puestos.

Rogelio cayo de improviso en medio del barco, a unos pocos metros de Sophitia, que primero pensó en atacarlo, creyendo que el enemigo no se había dado por vencido, pero en seguida lo reconoció. Pero claro, los demás no lo sabían....

- Esperen, es de los nuestros! – Dijo la pirata mientras se metía en medio – Se infiltro en el barco enemigo para ayudarnos.

Mas allá de que no estuviera de acuerdo con las maneras del hombre, la había defendido en varias oportunidades, y había resultado muy útil en el abordaje. No iba a perder un buen hombre por un tonto error....

La transacción estaba llegando a su fin. De hecho, estaba prácticamente resuelta, más con el daño estructural que tendría el barco mercante en caso de no tratarse de una ilusión. Ahora sólo faltaba llegar a alguna costa e ir cerrando la ilusión, antes que Sophitia se terminara de desangrar.

No le respondió a la pirata, no era necesario, si en realidad pensaba que sólo se trataba de una amenaza no era problema suyo sino de ella. Si para la pirata todo el pago que valía era la emoción de la pelea, de la aventura, el placer de estar en el mar, perfecto, porque entonces no necesitaría el dinero que equivalía a su parte.

El otro asunto era Rogelio Bonifante. Qué haría con él? Siempre podía borrarle la memoria, o podría resultarlo o incluso asegurarse de victorias como estas asegurándose que estuviera en los marcos mercantes que a ella le convenía, lo que también era reclutarlo.

Y se fiaba de él, no es que se fiara mucho de Sophitia, pero menos de Rogelio, de alguien capaz de jugar en dos bandos y aun así ser pirata. Claro que… todo sería cuestión de hablar con él. Si los chicos de la ilusión lo dejaban con vida, claro está. Por supuesto que tenía que admitir que el comentario de sus manos le hizo gracia y no pudo evitar mirarselas con cierto orgullo.

Cruzada de piernas observaba la escena, pero pronto fue a hacer cuentas de la mercancía, su estado y cantidad, el equivalente en dinero. Según iba haciendo ese recuento, uno a uno los piratas iba desapareciendo de la cubierta, del velamen, del camarote, del barco mercante, del timón, hasta que solo estuvieron solos Rogelio y Sophitia.

La tormenta fue amainando, el mar volvía a su calma habitual y pronto, el barco estuvo totalmente quieto, encendiéndose en un vistoso verde cada daño sufrido, cada ruptura y, si acaso bajaban a la bodega donde estaba la mercancía, verían que cada marca verde tenía su pareja naranja en la carga.

Fdi: los dejo para que si diviertan un rato juntos, mientras pienso alguna maldad con Ethel

**Levantó de inmediato las manos en señal de rendición, uno de los piratas, casi al tiempo, le pateó enviándolo de vuelta al piso. Conocía cómo era eso, el mismo Rogelio lo había hecho en alguna ocasión en que habían tomado prisionero algún marino que no alcanzaba a huir de su barco en el cruce de aceros.

Ya no era un muchacho joven, muy joven, como para creer en rendiciones totalmente tranquilas, así que él mismo hacía eso, mejor él que otro que fuera a hacer más daño del necesario a alguien que en verdad se rendía.

Además, no era la primera vez que era victima de algo así. A eso, había que sumarle también, que no tenía mucha confianza en que los hombres del barco realmente hicieran caso a su amada Sophitia, y el golpe se lo confirmaba ya que desautorizaba la orden impartida por ella.

¿Cómo, cómo podían desoír su hermosa voz y hacer diferente a lo que fueran sus deseos? No los entendía, pero era mejor para Rogelio, así podría ser el único en el barco en abocar hacia ella todas sus atenciones de forma genuina y no por interés o zalamería.

La adoraba, si tenía que pasar mas de un día con ella en altamar se convertiría en el centro exclusivo de su vida y no sabía si su corazón generoso estaba listo para eso. Sí, lo estaba. Por ella lo estaba. Pero como le dolía el golpe, que unido a los demás recibidos en el transcurso de la escaramuza hacia que su cuerpo pidiera descanso.

Le echó una mirada a Sophitia y supo que solo tendría el descanso que su cuerpo pedía, entre sus brazos. La miró cálidamente y su sonrisa fue amplia, con un sutil toque de sangre. Pero no hubo mas golpes

No hubo más nadie, uno a uno iban desapareciendo y casi con desesperación se apresuró a abrazar a Sophitia, no quería que desapareciera de su vida, que se esfumara en el aire igual que la tormenta, pero al parecer ella no se fue, cosa que no implicaba que Rogelio dejara su abrazo.

- No entiendo lo que está pasando, ni lo que ha pasado – la soltó lentamente y se sentó en un barril random, apoyando sus manos en las rodillas, cansado, respirando aun agitadamente – parece que mis sueños se hacen realidad, en cualquier caso, estamos tú y yo solos – sonrió como hombre enamorado, mirándola a los ojos – sin embargo eso no nos bastará para mover este barco hasta puerto a disponer de nuestro precioso botín –

De momento, al menos él, necesitaba un ligero descanso **

De poco le había servido a Rogelio la rendición, buscar piedad en piratas era como pretender limosnas de un comerciante avaro. Uno de ellos no tardo en asestarle el primero de lo que de seguro serían muchos golpes, y Sophitia sabía bien que hablar no era una opción. Sin pensarlo mucho se puso en medio nuevamente, empujando a uno de los agresores que retrocedió unos pasos.

-¿No me escuchaste lo que dije? ¿O además de idiota eres sordo? – El sujeto la miro con mezcla de desdén y enojo, al parecer iba a contestarle, pero entonces todos los piratas, uno a uno empezaron a desaparecer.

La pirata no lo había notado por estar enfrascada en el problema de Rogelio, pero al mirar alrededor vio como en realidad ya casi todos habían desaparecido. Su primer idea fue mirarse las manos, a la espera de que empezaran a desaparecer también, pero no paso nada y lo que era peor, se había quedado con compañía.

Sintió el abrazo y un escalofrío le recorrió la espalda, como odiaba que los hombres se aprovecharan de esa manera de las situaciones, y había crecido entre piratas, claro, se conocía todos los trucos habidos y por haber. La mirada de odio fue bastante evidente, sin contar con que muy lejos estuvo de devolver el abrazo.

-No vuelvas a hacer eso si quieres conservar tu cara donde esta – Dijo deshaciéndose del abrazo, quedándose de pie mientras él hablaba sentado en el barril – Yo tampoco entiendo ni mierda de lo que sucede, creo que era algo así como una prueba de la bruja, pero no sé porque tenía que complicarse tanto.

Esta clase de cosas solo confirmaban una vez más porque Sophitia odiaba la magia, las personas normales que querían hacer negocio con ella simplemente pedían referencias, o la contrataban una vez y veían su desempeño, lo esperable. Pero al parecer a esta señora le gustaba hacer todo a lo grande, tenía que crear esa ilusión, y la tormenta, y el resto del circo todo para comprobar algo tan simple. Bueno, si a ella le gustaba así…

-En eso tienes razón, no podemos llevar este barco entre dos – Dijo mientras caminaba un poco por la cubierta, ahora que la tormenta había pasado, y que eran los único abordo todo parecía estar sumergido en un extraño silencio – Ja, el botín es de la jefa, así que de todos modos no podría disponer de él.

Ahora que la adrenalina estaba bajando sentía molestias por todo el cuerpo, la habían golpeado, cortado, empujado y pisado, tendría alguna que otra cicatriz nueva, y un bonito mapa de moretones, lo de siempre.

-Bueno, podemos aprovechar que todo está calmado y descansar hasta que a Ethel se le ocurra sacarnos, o al menos recuperar fuerzas para intentar mover esto – Dijo mientras pateaba una de las velas del barco – Ve y duerme tranquilo, yo mirare que tantos daños hay y como está el botín.

No estaba menos agotada que su compañero, se agarro el brazo donde aun tenía sangre fresca, ni se acordaba qué se había hecho eso, era un corte profundo arriba del codo.

-Y voy a revisar esta herida también … - Dijo sin darle mayor importancia, mientras se daba la vuelta para ir a buscar algo con que limpiar el corte.

Mientras tanto, Ethel y Coral, ya de vuelta en la taberna, convidan a los marineros a tomar algo caliente o de alcohol para que se sientan un poco mejor tras la experiencia de la ilusión.

Obviamente hay cierto descontento, pero en su mayoría responde a ser traídos de regreso a la posada con magia, pero sobre todo a que sea una mujer quien trata de ser su capitán.

Ethel habla con el contramaestre, al son de una interesante partida de go, los demás marinos juegan otros tableros lúdicos de diversa índole, entre ellos o contra Coral, y es tan interesante lo que hace que vale por los otros párrafos que esto pudiera contener.

fdi: delay para que ustedes se conozcan.

**Mantuvo la mirada en ella, en su hermosa Sophitia. Sin embargo, esta vez no tenía sonrisa alguna, ni una expresión galante. Solo la miraba.

Si hubiese algo en su semblante, sería preocupación. Pero no era menos que extraño, ya que la preocupación que dejaba ver, aunque real y sentida, correspondería más a alguien a quien se le conoce de toda una vida, con quien se ha compartido mucho y se crea un lazo emocional y afectivo. Y Rogelio, que daría su vida por llegar a ese punto con su amada pirata, por el tiempo de conocerse no se ajustaba a esa descripción.

Pero así es el amor.

- Descansaré cuando hayamos atendido esas heridas – su tono fue, esta vez, mucho más serio y determinado a lo que había sido habitualmente el común de la relación entre ellos. No era el botín lo que mas le llamara la atención en ese momento, tal vez luego, cuando se tuviera la certeza de llegar a puerto. Había cosas mas importantes, como los daños en la pirata y en el barco que tendría que sacarlos de ahí, del que dudaba que lograra soportar una tormenta igual o más leve a la anterior.

Manejarlo entre dos. Eso era tan loco como su amor por ella, pero solo reforzaba lo segundo.

Para cortar un poco la seriedad del momento, agregó con una sonrisa

- No haré nada que te incomode. A cambio, me gustaría saber cómo fue que terminaste implicada en todo esto? – no se acercó a Sophitia, en su lugar se empezó a dirigir al castillo de popa en busca de los implementos necesarios para atender las heridas de su adoración.

Mientras se dirigía hacia allí, comentó de nuevo con esa ausencia de seriedad en su voz

- Por cierto, si es tu puño, no importa perder la cara con tal de sentir tu tacto - **

Si la pirata en algún momento se percato de la mirada de Rogelio, en ningún momento hizo gesto alguno de enterarse, no correspondió a ella, ni sonrío. Miraba la camisa manchada de sangre preguntándose si sería tan profunda como para tener que coserla, y si era así, que tanto daño dejaba en realidad aquella ilusión, que dolía como una de verdad no cabía la menor duda, pero incluso el dolor podía ser mentira.

La seriedad repentina de su compañero la tomo por sorpresa, aunque no por eso bajo la guardia, levanto la vista para mirarlo a los ojos, con esas maneras entre orgullosa y prepotente que tenia Sophitia. Su fuerte carácter siempre le servía de escudo ante los “galanes” del mar, al final siempre se rendían e iban a por una presa más sencilla.

-No tienes por que preocuparte, es tan solo un rasguño, es cuestión de limpiarla un poco y vendarla… - Rompió la manga de la camisa para mirar mejor, el corte comenzaba en el codo y subía hasta la mitad del brazo, parecía hecho por algún sable, sangraba y ahora que la tela no lo detenía la sangre goteaba hasta la mano – Bueno… Tal vez un par de puntos no le vendrían mal….

Que no se acercara a ella era un alivio, tal vez por fin había entendido e iba a tomarse las cosas seriamente, lo siguió mientras iban al castillo de popa.

-Ethel me envió un mensaje para probarme y ver si me contrataba, al parecer esta es su idea de una prueba – Caminaba agarrándose el codo herido, tanto por el dolor que aumentaba a cada momento, como por la sangre que fluía de modo lento pero constante – Espero que al menos pague bien….

Claro que la seriedad no podía durar mucho, la pirata le dirigió una nueva mirada de fastidio, no le molestaba la compañía de un hombre de vez en vez, ni los cumplidos, pero si que la trataran de tonta, o como si fuera una chiquilla ingenua, los halagos vacios, eso si le molestaba.

-Deja de decir tonterías de una buena vez, aunque siguieras diciendo las mismas patrañas durante mil años no te creería ni una, no me trates de tonta – Soltó el discurso algo indignada – Me estoy jugando mi trabajo en esto, no estoy aquí para conseguirme amantes.

Era brusca al hablar, directa, si lo que quería el tipo ese era follar que lo dijera de modo directo, le diría que no, claro, pero que no le viniera con cortejos estúpidos para doncellas descerebradas por que la irritaba enormemente, ella era una pirata, nacida y criada entre lo mas bajo de la sociedad, y el cuento del principe azul hace mucho que había expirado.

**Rogelio, pese a tener un corazón amplio capaz de amar a mas de una, aunque no al tiempo y simultaneo - menos aun si estaba una frente a la otra - tenia muy claro, en su mente y en su corazón, que ninguna dama era una presa para él. Cada una es especial, cada una era única y valiosa como la más fina de las joyas; por lo tanto, nunca lo veía como una cacería.

Y, también, por tanto, el comentario de Su amada Sophitia, le dolió, aunque no dio muestras de ello. No era la primera en dudar de él, estaba seguro que no era la última. Pero que lo viera a él como un amante ocasional, le pareció triste y confirmó su resolución que la bella pirata, todo lo que necesitaba era afecto, real. No como el que pudiera ofrecerle cualquier truhan en Nehmen o incluso en el Trisquel.

Por supuesto, todo esto, a ojos de Rogelio, no de la realidad.

- Yo no quiero ser tu amante - su mirada se hizo un poco más cálida, pero pronto se refugió en la seguridad de la frivolidad - Aunque entiendo tu recelo, nuestra fama nos precede, es comprensible que estés tan prevenida. Da igual, yo esperaré por ti, mil años o hasta que las lunas converjan y se eclipsen entre sí o - hizo un gesto gracioso con los hombros restándole importancia al asunto - hasta que logre demostrar que mis intensiones son sinceras y castas - sonrió ampliamente.

- Sin embargo, para lograr eso falta mucho tiempo y dedicación y en este momento hay asuntos mas importantes. Por ejemplo, que habiendo tenido tantas heridas, yo mismo no sé zurcir, así que mas nos vale encontrar algo de medicina y de ser posible vendajes limpios -

Inició el proceso de búsqueda de aquellos implementos que fueran de utilidad para tratar las heridas y golpes de ambos, regresando a aquello que los convocaba en ese barco, además de la posibilidad de ser felices uno junto a otro.

- Con todo este caos y alboroto, espero que hayas pasado la prueba. Después de todo, el pago y los extras somos mas que capaces de tomarlos por nuestra cuenta y en tu caso, no creo que tengas dificultades para justificar una perdida o dos dentro del inventario - su sonrisa afable ya no tenía que ver con ser galante, sino con camaradería. Dejaría el otro tema quieto, de momento.

- Por mi parte, cuando logremos hacer mover este animal y tocar puerto, estoy mas que seguro que no trabajaré con ella. Simplemente no podría... - regresó a la frivolidad - concentrarme en mis labores. **

Se sostenía el brazo mientras lo escuchaba, cada vez entendía menos a Rogelio, estaba a punto de pensar que estaba loco o algo similar ¿Qué eran esas miradas dulces? ¿Qué le pasaba por la cabeza? ¿Y porque justo le tenía que pasar a ella? Eran algunas de las preguntas que pasaban por la cabeza de Sophitia.

-Jajaja ¿un pirata con intenciones sinceras y castas? Tienes que estar bromeando… - Esta profesión no estaba hecha para ser ni sincero, ni honesto u honorable, menos casto, sin duda solo podía ser un chiste tonto o ese sujeto no era pirata.

Mirando la herida con algo más de atención llego a la conclusión de que una venda podría ser útil por el momento. Si se le llegaba a infectar la cosa si se iba a poner grave, y perder el brazo o morir por hacer una prueba para un trabajo no parecía una gran idea.

-Si no fuera porque está en un lugar tan complicado lo haría yo misma … - Entraron a un cuarto que tendría que debería el del capitán de haber sido un barco normal, con tripulación y lo demás. Los muebles y las comodidades lo delataban. Sophitia empezó a buscar con el brazo sano en algunos de los armarios, para su alegría encontró varias botellas de alcohol – Que rico! – Dijo contenta, luego la destapo con los dientes y lo probo.

La idea era mas que tentadora, agarrarse algunas cosas para ella a modo de pago, pero… La bruja no parecía tomarse con buen humor los insultos, y algo le decía que el simple hecho de robarle una nuez justificaría para ella un buen castigo.

-Nah, vamos a portarnos bien – Dijo guiñándole un ojo para luego reír, entrando en el juego de la camarería – Esto me gusta para beber, pero preferiría vino calentado para la herida – Dijo mientras le pasaba la botella para que tome también - ¿Encontraste algo por ahí?

Se sentó en la cama del capitán, a la espera de que Rogelio se encargue de las vendas y en caso de conseguir vino, la aplicación del mismo. Como buena pirata que era, Sophitia no se quejaba por el dolor, ni era de hacer gestos para molestar en el proceso, tenía ya muchas curaciones encima, algunas por manos expertas, otras tantas a las apuradas, hechas de modo precario.

-Claro, concentrarte… - Dijo mientras se reía – Seguro harás bien en marcharte, será todo lo hermosa que quieras, pero tiene un carácter que vaya, así no va a conseguir marido, dirían las matronas –

Parecía más relajada, al menos por el momento podía tener una charla tranquila, miraba el camarote distraída, con la mano libre se soltó el pelo y lo arreglo un poco, no le gustaba tenerlo así porque se le iba a la cara y le molestaba, pero lo tenía todo despeinado, y no podía usar la otra mano para volvérselo atar.

** - Eso, señorita capitana, es en cuanto a bienes y productos y, el amor, no es ni un bien ni un producto – volvió a hacer ese gesto gracioso de levantar los hombros. En su mente agregó “al menos para mi”

Ambos parecían tener la misma idea, ir directo al camarote del Capitán, ahí encontrarían mejores implementos para que lo que necesitaban y, tuvieron razón.

- Un pirata que quiere portarse bien? – rió un momento, con ganas y con la gracia que le causaba el asunto – eso es aun más raro – no la miró, más que cuando dijo “que rico”, estaba buscando vendas, un botiquín. La Gota Escarlata no parecía un barco pirata, así que algo así de elegante y sofisticado debería tener. Pero no fue así. Lo que si encontró fue ropa masculina, de capitán, una camisa de lino que con una daga muy ornamentada convirtió rápidamente en varias tiras que servirían de vendas.

Para esto, tuvo que dejar la botella un momento sobre un buró, pero al terminar la tomó. La acercó a su nariz, olfateó con cierta elegancia su contenido, luego dio un sorbo, muy pequeño, casi señoritero, movió el trago en su boca y, cuando todo indicaba que lo pasaría con una mueca que terminara de ir en detrimento de su imagen de pirata, lo escupió al piso.

- Discrepo. El grado de alcohol de esta botella es más alto que el que puedas obtener de vino calentado. Será mejor para desinfectar la herida y resecar la apertura – en cuanto terminó de hablar, empinó el codo y esta vez bebió al menos seis tragos largos, sin bajarla apenas y sin hacer mueca alguna, tal vez una sonrisa de satisfacción. La botella quedó mas o menos por la mitad.

Por un momento, la miró embobado. Se veía linda con el pelo suelto, pero no iba con su carácter, solo resaltaba ese aspecto salvaje que tanto le atraía. Pero lo que lo enamoraba era su imagen de chica ruda que sabe que por dentro es sensible (de nuevo, según él) y en eso, el pelo reocgido, estratégicamente “peinado” para no estorbar en los momentos cruciales, le iba mejor. “Que ente el diablo y escoja, no podría yo decidir yo ni con una moneda”

Sin embargo, quitó su expresión rápidamente y retomó el hilo de la conversación.

- Estoy seguro que mi primer capitán se casaría con ella encantado! Y con su hermana y su madre también – mientras lo decía se acercaba a la cama con las vendas en una mano y la botella en la otra, y además se reía. Se reía en especial porque estando tan lejos su primer capitán su cuello estaba a salvo para decir eso.

Con una mano, la que tenía las vendas, con un gesto rápido, terminó de ponerle el pelo en la cara y antes que protestara, y sin pensar en la cama del capitán como un bien el cual mantener en buen estado, le regó el licor en la herida.

Lo del pelo era para dos cosas, la primera, distraer su atención hacia la furia más que al dolor y la segunda, estaba relacionada con esto último, el dolor y el orgullo; que pudiera ocultar, si así lo prefería, cualquier gesto de dolor o incomodidad tras esa cortina negra. Y él era pirata, él entendía eso de guardar las apariencias y parecer duro, así que estaba seguro que un poco de ayuda al respecto no le vendría mal.

Lo siguiente fue empezar a vendar. No era un experto, pero tenía claro que entre más cerrada estuviera la herida y más firme fuera el vendaje, esta cicatrizaría mucho mejor. Así que es esmeró en el vendaje, el cual, como era de esperar terminó en un nudo notorio, esforzándose porque los extremos de este no parecían un lazo. **

Estuvo a punto de tildar a Rogelio de afeminado por poner tantos reparos al tomar, y de sacrílego al escupirlo, pero al parecer estaba equivocada.

-Bien, tu vas a hacer la cura, así que, como prefieras – Dijo mientras miraba con aprobación como bebía de la botella, era así como tenía que beber un pirata, no saboreando el contenido ni haciéndose el delicadito. Pensaba beberse lo que quedaba de la botella, pero ya que Rogelio la quería usar, no tenía más remedio que aguantarse lo que iba a arder eso estando sobria.

Claro que siquiera se dio cuenta de la mirada, estaba entretenida intentando que un mechón de pelo saliera de su ojo izquierdo y casi parecía dispuesta a cortarlo entero solo para que dejara de molestar.

-Pues tu primer capitán debe estar muy loco, no hay que meterse con las mujeres que hacen magia, si se enojan contigo te tiran maldiciones, pueden hacer que se te caiga el pelo, que tengas mala suerte, que se hunda tu barco y… Oye! – Exclamo cuando Rogelio le revolvió el pelo, luego sintió el alcohol en la herida y apretó los dientes con fuerza para no gritar.

Gritar y llorar era para los débiles, y desde pequeña le habían enseñado que los débiles no duraban mucho en el mar, podía recordar perfectamente a los primeros ahorcados que había visto de pequeña, colgando para que se los comieran los cuervos. Habían sido pusilánimes, y habían pagado el precio, el mar no perdonaba a nadie.

-No tenias por que hacer eso… - Dijo con esfuerzo mientras le vendaban la herida, el dolor iba pasando de a poco, aunque cada vuelta y ajuste que daba con la tela hacia que una punzada le recorriera el brazo.

Apoyo la mano en la frente y usando los dedos como peine tiro el pelo hacia atrás, respiro profundo y soltó el aire lentamente.

-Gracias por ayudarme con la herida… Y… Lamento si antes te hable de modo algo brusco – Lo decía seria, no enojada como antes, era sincera pero tampoco quería ser tan amigable como para darle confianza de mas.

** De su primer capitán tenía muy gratos recuerdos. Tan gratos como los que puede tener cualquier pirata sobre su capitán y la vida de mar. Loco no era la palabra que usaría, tal vez temerario, coraje o cualquier otra.

Sin embargo, vagando de recuerdo en recuerdo, de esa forma ágil y rápida con la que trabaja la mente cuando quiere llevarte al pasado sin oportunidad a desconectarse del presente, pronto una sonrisa de picardía llegó a sus labios, marcado los hoyuelos en sus mejillas.

En cierta medida, su primer capitán si podría estar loco.

- Al contrario, era una persona muy sensata. Eso sí, tienes que admitir que la gracia de esa hechicera volvería loco a cualquiera antes de darse cuenta que es mejor correr. Si hubieses conocido a su cuarta esposa me comprenderías, porque a él ya no le importa perder el pelo, era calvo cuando yo lo conocí y lo del barco... Da igual, no importa -

No le contaría las historias de tormenta, de lucha contra monstruos marinos, no de barcos cambiados. No había necesidad, no al menos en la primera cita. El tiempo ya diría si ademas de su corazón Sophitia podía ser dueña de sus confidencias.

Mantuvo su sonrisa, aunque esta tenía un matiz diferente, observando a la pirata aguantar el dolor.

- Claro que sí, no hay suficiente alcohol para sedarte y necesitabas una distracción - lo decía como si fuera lo mas sencillo del mundo. - No me gusta ver llorar a una mujer y me da un poco nauseas el que lo haga un pirata. Ya que reúnes ambos, la ira es la mejor opción -

Se cuidó de no decir "ver a una dama llorar". Sabía de antemano que Sophitia expectaria que ella no era ninguna dama y que no lloraba. Expresándolo como lo hizo, solo protestaría por lo de llorar.

Con dolor en su alma se alejó de ella sin darle ni un beso en la cabeza y empezó a buscar más licor. No tardó en encontrarlo. Tres finas botellas de coñac. Dos de vino rosado.

Al girarse a su compañera, le lanzó una de las de coñac.

- Ni lo menciones. En serio, no lo menciones, yo también tengo una imagen que mantener y estaría muy mal visto que esté por la vida ayudando piratas que se dejan herir - se rió con ganas del asunto; su objetivo era simple, apartar la mente de Sophitia del asunto de la herida y de estar agradecida.

Quería su amor, no su agradecimiento.

- Mejor, ya que soy yo el doctor, tomate dos de estos - le lanzó la botella de vino rosado en lo que caminaba hacia la cabecera de la cama y se asomaba por el ojo de buey a observar a su verdadero amor: el mar - y llámame en la mañana - con un movimiento gracioso y en extremo confianzudo se lanzó a la cama, cayendo sentado, con las piernas estiradas y un brazo sirviendo de apoyo a su cabeza contra el maderamen del barco.

- Da igual que entre los dos podamos mover el barco. No puedo ver las estrellas en este cielo tan extraño y así no hay lugar al cual dirigirse - agregó cerrando los ojos - A no ser, que tengas un plan -

Y aun con los ojos cerrados, se iba llevando tragos largos a la boca, directamente de la botella, mientras pensaba, por el ultimo tono con el que le había hablado, que ya casi iba cediendo **

Parecía que había mucho mas en Rogelio que lo que dejaba ver a simple vista, la pirata nunca había demostrado real interés en saberlo, por otro lado, era normal considerando que apenas se conocían. Se quedo mirándolo mientras hablaba de su capitán, como a la espera de que le contara algo mas, si había algo que a los piratas les encantaba era alardear de sus viajes y aventuras, pero al parecer no era el caso ni tampoco el momento.

Sophitia era una persona que una vez que la conocías podía ser de lo más predecible, claro que la insinuación de Rogelio sobre que se pusiera a llorar la ofendió mucho, y si hubiesen estado en otras circunstancias de seguro le hubiese estampado el objeto mas cercano en la cara al grito de “Ahora veremos quien llora primero”, pero la estaba curando, y no se mostraba hostil, así que se lo dejo pasar por esta vez, frunció el ceño levemente pero no dijo nada mas.

Se puso a mirar la improvisada curación en su brazo cuando vio venir la botella, la que atajo en el ultimo momento, la destapo en seguida para probarla, mientras se reía con el comentario del pirata.

- ¿Imagen que mantener? Y si que lo haces bien – Pero no dijo todo lo que pensaba, el cómo se hacia el tonto constantemente para distraer, que le parecía que había mucho mas atrás de sus payasadas, pero aun no definía si quería saber, mucho menos le iba a decir que le hacia acordar a alguien que conoció hace mucho tiempo “Será mejor que no los relaciones” Pensó mientras le daba el primer trago a la botella.

Agarro también la botella de vino rosado, entre lo cansada que estaba por la pelea, la herida y beber todo eso de seguro dormiría como un bebe, dudaba entre las opciones, si confiar en que Rogelio sería un caballero y no se aprovecharía de la situación, o no beber y aguantarse que le doliera el brazo toda la noche.

- Sin duda eres de los médicos que me gustan – Dijo riéndose mientras le daba otro trago al coñac – Mmmmm si es cierto que guiarse en este mar... – Dijo pensando en las posibilidades – La opción cómoda es esperar a que nos saque, seguro debe haber para dar de comer a una tripulación, así que nos daremos una panzada de las buenas ... Pero quiero terminar con esta estúpida prueba de una vez... – y el problema era el cómo.

Se levanto mientras meditaba el asunto, la botella de vino había quedado en la cama junto a Rogelio, pero la de coñac seguía en sus manos, dio algunas vueltas por el cuarto y finalmente se detuvo.

- No creo que importe mucho a donde vayamos, tampoco si nos quedamos, nos sacara cuando se le antoje o cuando le demostremos “algo” que querrá averiguar, vaya a saber qué – Dijo mientras se encogía de hombros – Así que, descansa, yo haré lo mismo, y mañana veremos si podemos mover este cacharro aunque no sepamos a donde vamos, o bien nos embriagamos hasta perder el conocimiento jajaja – Se dio la vuelta en dirección a la puerta mientras reía – Lo llamo en la mañana, Doc, jaja!

** La sonrisa que volvió a marcar los hoyuelos de Rogelio fue bastante evidente, cuando Sophitia mencionó que "era de los médicos que le gustan" Sonrisa encantadora y galante, claro está.

No mencionó nada sobre eso, se guardó su comentario para sí. Debía darle mas tiempo, en el futuro, se reirían de ese momento. En el futuro.

Su presente era salir de un barco que se mantenía estático, sin viento, sin oleaje. Concentraba sus sentidos en la pirata y en el leve vaivén del navío para no sentir que estaba en tierra. De lo contrario, en un par de días empezaría a sentirse muy mal.

- No hay suficiente licor para tal cosa, paciente - su sonrisa, tirado en la cama como un pachá, se torció- No me gusta esperar, pero en algo tienes razón, esta noche no se hará absolutamente nada por movernos, se necesita más fuerza -

Y las estrellas. No tenía la menor idea de en donde estaba. Sophhitia hablaba del momento en que a Ethel le diera e capricho de quererlos sacar. ¿Sacar de donde? Las mujeres que manejaban magia sin duda eran muy interesantes, pero también eran demasiado complicadas y complejas.

Bebía otra buena parte de su botella, a ojos cerrados para deleitarse con la imagen de Sophitia con su pelo suelto grabada en la retina, cuando cayó en cuenta que fruncía el ceño. Las palabras de la pirata indicaban que sólo se dedicaba a jugar con ellos, los actos de Ethel en medio de la batallaba confirmaban que sólo se dedicaba a jugar con ellos y eso era algo que no le gustaba.

No sería la primera vez que jugaran con él, pero sí una de esas incomodas situaciones en las que no podría salir huyendo antes de salir más lastimado de lo que quisiera. Abrió los ojos despacio.

- Mañana será un nuevo día - su expresión de joven educado no tardó en aparecer, pero no hizo el menor amago de moverse de la cama. Lo que Rogelio sí tenía muy claro era que esa noche, por larga que fuera, no le tocaría un pelo a Sophitía. **