Asunto: Confidencial

Se lanzó en pos de su presa con el mismo entusiasmo con el que hacía todas las cosas, sin pensar ni poco ni mucho en los riesgos que podía correr. La idea de que no conocía casi la ciudad y que, en medio de la noche, fácilmente podía extraviarse fue un detalle que nunca apareció en su mente. Toda su atención estaba centrada en la mujer que caminaba apresuradamente delante suyo.

Para su buena fortuna, dado lo tardío de la hora, las calles estaban bastante despejadas por lo que no tuvo que hacer esfuerzos para evitar encontronazos con otros transeúntes. Su marcha era fácil y rápida, lo bastante cerca de la camarera como para no perder detalle de sus movimientos, pero lo suficientemente lejos como para que ésta no pudiera escuchar el sonido de sus pasos.

A poco andar no le cupo la menor duda que su perseguida ocultaba algo. Todo en ella la delataba ante sus ojos atentos: la elección de calles cada vez menos iluminadas, los numerosos rodeos que daba, aquellas miradas furtivas por encima de su hombro… El corazón de Flor latía rápido tanto por la emoción de que estaba tras la pista de algo importante como por el esfuerzo de la rápida caminata que se prolongaba más de lo que ella hubiera imaginado.

Tras varias horas de persecución, tiempo del que no tenía una noción muy clara, y cuando ya comenzaba a pensar que la camarera había sufrido un ataque de locura y vagaba sin rumbo en medio de la noche de Trinacria, la mujer pareció por fin haber llegado a su destino. Florangél iba muy cerca de ella, pero no lo bastante como para colarse al interior de la casa cuando la puerta se abrió o para haber siquiera vislumbrado su interior.

Se detuvo indecisa y algo frustrada frente a la puerta cerrada, pensando en qué hacer a continuación. La puerta estaba cerrada con llave y las ventanas tenían echados los postigos, de suerte que apenas podían distinguirse una débil luminosidad bajo ellos, no había forma de entrar ni forma de espiar. Claro, podía haberse convertido en una hormiga u otro bicho pequeño para meterse por debajo de la puerta, pero luego de haber presenciado la muerte cruel de muchos de estos animalitos a manos de niños traviesos o bajo los pies de transeúntes descuidados, se había propuesto no convertirse jamás en uno de ellos; además, ser un bicho no tenía nada de divertido.

No sabía realmente si la camarera iba a volver a salir de aquella casa, pero intuía que si. La forma en que se había dirigido a ella, con tantas precauciones, le hacía pensar que esa no era su vivienda. Por lo tanto, decidió sentarse en el suelo y descansar un rato mientras esperaba que la mujer volviera a salir.

La media hora de espera se le hizo larga y ya revisaba sus opciones para volver a la posada cuando su perseguida volvió a salir, ¡con un paquete bajo el brazo! Nuevamente animada retomó su tarea de seguirla, ¡la cosa estaba de lo más interesante! Esta vez el trayecto, más breve que el anterior, las llevó a una zona de grandes y lujosas casa, ante una de las cuales se detuvo la mesera. A Flor el corazón le dio un brinco cuando reconoció el escudo que adornaba la puerta principal.

Conteniendo apenas su impaciencia y su curiosidad, aguardó junto a la mujer hasta que apareció el hombre envuelto en la capa. Y aunque presenció la escena con los ojos muy abiertos y la figura masculina se le antojó vagamente familiar, no logró reconocerlo.

Pese a eso, era una muchacha muy feliz y emocionada la que siguió a la camarera de vuelta a la posada. No tuvo problemas para entrar, pese a lo avanzado de la hora, y subió las escaleras como un relámpago. ¡Cuando le contara a Sophitia lo que había visto!

Relajada y conforme, Sophitia había esperado acostada en la cama, con ambos brazos apoyados tras su cabeza a modo de almohada, los minutos había pasado largos, y se habían transformado en horas. Al final no pudo evitar quedarse dormida, ya era tarde cuando ella había llegado, ahora lo era mucho más ¿Dónde estaría Florangel? Esa muchacha siempre la hacia preocupar.

Los párpados pesaban toneladas, lograba abrirlos durante algunos segundos, pero al final se rindió, mientras pensaba que su amiga no había llegado ¿Y si estaba en problemas? Pero ella siempre se preocupaba, y siempre al final resultaba que no había pasado nada, tal vez iba siendo tiempo de admitir que la maga era una mujer hecha y derecha, que podía cuidarse sola ¿Qué pensaría Florangel de ella? Nunca se lo había preguntado.

Sus sueños estuvieron plagados de pesadillas, tal vez dormirse con el estomago lleno de alcohol no era buena idea. Cientos de imágenes de su pasado aparecieron frente a ella como si de una película en cámara rápida se tratara, vio los rostros de muchas personas, muchas de ellas muertas por su mano, pero no había sido su intención, ella no mataba por placer, sino por necesidad, si la atacaban, o en medio de una pelea alguno terminaba muerto, no era su culpa ¿O si?

Sus justificativos no la reconfortaban, en más de una oportunidad sus muertos la perseguían, los asesinos sin corazón no tenían esta clase de problemas, no sufrían con estos problemas de conciencia. Y en esta misión seguramente tendría que asesinar a muchas personas mas ¿Qué pensaría Florangel? Por un segundo su rostro entre espantado y desilusionada se paseo frente a ella, la veía dándose la vuelta y corriendo para alejarse de ella, del monstruo que había resultado ser.

- ¡NOOOOOOOO! – Estaba despierta sentada en la cama con los brazos estirados, sudaba copiosamente, y su respiración estaba acelerada – Solo un sueño... – Fue lo único que dijo apoyando la cabeza entre ambas manos.

Oyó el grito de su amiga en el mismo momento en que llegaba a la puerta y entró como una tromba a la habitación, iluminada por la lámpara que estaba en la mesita, dispuesta a usar la ventaja de su invisibilidad para acometer a quien le estuviera atacando… pero sólo encontró a Sophitia dentro.

Rápidamente, pensando en que el posible atacante la hubiera oído entrar y se hubiera ocultado, revisó la habitación y el cuarto de baño, pero no encontró nada; la ventana estaba cerrad y por la puerta no había salido nadie…

- ¿Qué te pasó, Sophitia? ¿Por qué gritabas? – sentándose a su lado en la cama, le pasó una mano por la cabeza, completamente olvidad de que su amiga no podía verla - ¿Tuviste una pesadilla?

Seguramente había sido eso. La pirata sudaba como si se encontrara a pleno sol y parecía muy agitada ¿Qué habría soñado para ponerla así? Cuando ella era pequeña, su madre le cantaba para tranquilizarla en las raras ocasiones en que tenía pesadillas, pero su amiga ya estaba un poco crecidita como para aplicar un tratamiento como ese, tenía que pensar en otra cosa.

- Anda, te traeré un vaso de agua- dijo, levantándose y dirigiéndose al baño con presteza.

Muchas veces había observado que a las personas que estaban muy alteradas por algo, se les daba un vaso por agua. No sabía exactamente cuales eran las propiedades tranquilizantes del agua – debían funcionar solamente con personas que estuvieran muy perturbadas, por que si no todo el mundo sería un remanso de tranquilidad – pero si funcionaba con otras personas, ¿por qué no iba a hacerlo con Sophitia? Además, cuando le contara a la pirata lo que había visto, se le iba a olvidar todo lo malo que pudiera haber soñado.

Sólo unos instantes demoró en regresar con un vaso lleno de agua, que parecía flotar en medio de la habitación, el que le ofreció a su amiga antes de sentarse nuevamente a su lado.

- Bebe un poco, te hará bien – ordenó con convicción – Esa camarera tiene muchas cosas que ocultar, ¿sabes? No pasó nada raro aquí en la posada, pero cuando la taberna cerró, ella salió a la calle y yo la seguí – empezó a narrar con vivacidad.

La puerta de abrió de un golpe para dar paso a... Nadie... La visión resulto un tanto confusa para la pirata, los ruidos de pasos que continuaron por todo el cuarto no ayudaron a resolver las dudas que su atontada mente creaba.

La nada le preguntaba qué le pasaba mientras se sentaba al lado suyo, recién entonces se percato de qué era lo que ocurría. No estaba segura si echarse a reír o como reaccionar, o mejor era no decirle mucho a Florangel, solo la preocuparía más.

- Je, si, una pesadilla - Dijo intentando sonreír para alivianar la situación - Parezco una cría llorica.

Comenzó a respirar profundamente para terminar de calmarse, su amiga solicita iba en busca de agua para ayudarla. Era demasiado buena, la sacaba de sus casillas que fuera tan buena, no lograba entenderlo bien.

- Eres demasiado buena, Florangel - Le dijo en vos baja la pirata, recordó la primera vez que se habían encontrado, también le había ofrecido agua - jajaja, la historia se repite - Comento para ver si su amiga lo recordaba.

Agarro el vaso de agua que le ofrecían y bebió mientras escuchaba la historia, así que se le había ocurrido seguir a la camarera, que ingeniosa era, se había olvidado por completo de la camarera.

- Cuéntame todo - Ya se sentía mucho mejor, era momento de seguir concentrándose en su tarea.

- ¿Demasiado buena? Hija, si sólo te traje un vaso de agua.

No dejaba de resultarle desconcertante que Sophitia atribuyera a mucha bondad actos que para ella eran completamente naturales; cosas simples que cualquier persona haría por otra, especialmente si le tenía cariño, al menos así lo veía ella.

Sí que se acordaba de que le había ofrecido agua la primera vez que se encontraron, en aquel callejón, al llegar por accidente a Jaspia y ver a la pirata maltrecha, tirada en el piso, pero su atención estaba cautiva por lo que había observado al seguir a la camarera y no tenía lugar para reminiscencias.

- Cuando salió de aquí, yo pensé que iba a su casa y la seguí para averiguar donde vivía y por si veía algo interesante. Salió toda misteriosa, dando rodeos y mirando para atrás para ver si alguien la seguía. Caminamos mucho rato, hasta que llegó a un callejón sin salida, muy oscuro y llamó a una puerta. Se metió tan rápido que no tuve tiempo de colarme y no había ni siquiera una rendija por donde mirar o escuchar algo, así que tuve que esperar. Ya pensaba que se había quedado a dormir ahí cuando volvió a salir con un paquete en las manos.

Si la pirata hubiera podido verla hubiera observado sus ojos brillantes y sus mejillas coloreadas por la emoción que le producía su aventura, emoción que también denotaba su vibrante voz.

- Esta vez no dio tantos rodeos, yo creo que se sentía segura de que nadie la seguía, y se fue a un barrio muy elegante y esperó en la puerta de servicio de una de las casas, hasta que salió un hombre envuelto en una capa – me pareció familiar, pero no lo reconocí, y ella le dio el paquete y un gran beso y luego volvimos a la posada. ¿Y sabes qué escudo había grabado en la puerta principal de la casa?...

Hizo una pausa de algunos segundos para darle más espectacularidad a su revelación.

- El mismo que estaba bordado en la chaqueta de ese tal Vincent, el de la casa Erdalá.

Dejo de lado los sentimentalismos, no era el momento ni el lugar "¿Y cuando es el momento para ti?", esa era una pregunta interesante, pero era solo una de las consecuencias de la vida que había elegido llevar, y no se arrepentía ni un solo día.

Escucho con atención lo que le contaba Florangel, si la emoción tenía que tener un rostro, ese era el de la muchacha, parecía un niño el día de su cumpleaños, o algo similar. Pero más allá de eso, la información era sumamente valiosa, no podía creer que hubiesen tenido tanta suerte al elegir hospedaje, y la ayuda de su amiga era invaluable también.

- ¡Eres una genio! - Dijo abrazándola con fuerza - Increíble, esa es información muy valiosa - No la había soltado aun, pero finalmente lo hizo, más porque era lo que correspondía que lo que quería - Yo también estuve haciendo algunas cosas...

Apoyo la espalda contra el respaldo de la cama, el cansancio comenzaba a notarse, y no era para menos, había sido una jornada muy larga, no tenía idea de lo tarde que sería ya.

- Me encontré con una vieja compañera, una mercenaria, le dije que había dejado la profesión pirata y que me quería dedicar a otros trabajos más remunerativos - Le guiño un ojo de modo cómplice mientras sonreía - Le dije que me consiguiera algún trabajito con algún noble o algo similar para entrar de a poco al negocio, si lo consigue, ya tengo medio pie adentro - Se le escapo un largo bostezo, relajandole el cuerpo - El resto es cuestión de que haga bien mi trabajo...

Una vez que sirviera bien a un noble, o a alguien con un mínimo de posición, el resto era cuestión de que se corriera la voz, que dijeran que era buena en lo que hacia, así tal vez lograra llegar cerca de su objetivo. Cierto es que gran parte de su plan consistía en tener suerte, pero era lo mejor que se le había ocurrido en tan corto tiempo.

- De cualquier manera hay que preparar un plan B, Sonya no me aseguro que pudiera conseguirme el trabajo...

Recibió con alegría tanto el elogio como el abrazo de su amiga, le encantaba que la halagaran y le mostraran cariño. Con su autoestima a tope y la satisfacción del deber cumplido, al menos por esa noche, escuchó con atención el relato de Sophitia.

El mundo que dejaban traslucir las palabras de la muchacha - aquel en que te relacionabas con mercenarios y podías dejar tu profesión de pirata para conseguir un “trabajito” con un noble – la intrigaba y la fascinaba a partes iguales, de tan diferente que era a aquel del que ella provenía.

Los piratas saqueaban, secuestraban y mataban. Sophitia era una pirata. Por lo tanto, Sophitia saqueaba, secuestraba y mataba; era una deducción lógica. Sin embargo, pese a que su parte más racional sabía que la muchacha tenía que haber estado involucrada en mayor o menor grado en actividades como esa, la verdad es que era algo que tenía completamente disociado, al punto que hubiera mirado mal a alguien que tachase a su amiga de delincuente. A los ojos de su corazón, Sophitia era una muchacha intrépida, valiente y generosa, que había crecido de una manera dura y tenía un oficio algo peculiar.

- Eres una mujer con muchos recursos, Sophi – comentó con admiración cuando la chica terminó su relato, aunque sus últimas palabras se perdieron en medio de un bostezo, réplica del de su amiga.

Era una persona muy activa y energética, pero el día había comenzado muy temprano y seguir a la camarera por las calles de Trinacria había sido una tarea ardua; el cansancio cayó sobre ella con la fuerza de un alud.

- ¿Plan B?... Claro… mañana… Ahora durmamos…

Su voz estaba henchida de sueño. Sin mayores ceremonias, se quitó el vestido y el calzado y se deslizó entre las cobijas, en el lado opuesto al que se encontraba la pirata.

- Buenas noches – alcanzó a decir antes que sus ojos se cerraran.

A su manera, Sophitia era una mujer con recursos, tantos años de hacer sociales en las tabernas, barcos, y en la calle en general la habían llenado de conocidos que podían serle útil de alguna manera. No todos estaban dispuestos a ayudar, no siempre encontraba a personas tan cooperativas como Sonya, a quien le debía ahora una muy grande. Pero cuando se negaban a ayudarla tenía también algunos ases bajo la manga que la ayudaban a conseguir lo que quería. En resumen era como su amiga decía, tenía recursos, todos los que una mujer normal de su edad podía conseguir.

El cansancio era notorio en Florangel, seguir a la camarera por media ciudad de seguro no había sido fácil, mas aun considerado que tenia que hacerlo en sigilo. La pirata tampoco estaba de lo mejor, le pesaban los párpados como si estuvieran recubiertos de plomo, al principio se iba a quedar dormida allí mismo, pero haciendo uso de toda su fuerza logro quitarse la ropa y meterse a la cama.

- Buenas noches, Flor – Dijo antes de abandonarse definitivamente al sueño, y esperaba que esta vez sin pesadillas.

La luz del día llego pronto al cuarto de las muchachas, se habían dormido muy tarde, y por lo tanto, también se estaban despertando muy tarde. Sería media mañana entre las diez y las once, tarde para desayunar, pero temprano para almorzar.

Sophitia se estiro en la cama, aun cansada, pero sabiendo que no podía seguir perdiendo el tiempo, tenía el pelo absolutamente despeinado, aunque poco le importaba, se rascaba la espalda mientras bostezaba en un gesto muy poco femenino. Se puso en pie con algo de dificultad, estirando piernas y brazos y se dirigió al baño para tratar de despertarse un poco.

- Que maravilla dormir sobre una cama de verdad ¿No crees? – Dijo mientras se lavaba la cara, un día largo las esperaba a ambas, y, si todo salía bien, luego las esperaba otra noche.

Si Florangél hubiese oído decir a su amiga que tenía todos los recursos que una joven normal de su edad podía conseguir, habría manifestado sorpresa y desacuerdo. Nunca había conocido a una chica de tantos recursos como la pirata; bueno, lo cierto es que nunca había conocido a una muchacha como ella. La mayoría de las jóvenes que había tratado eran como la propia Flor, chicas que vivían con su familia y eran más o menos protegidas por esta. Todas, excepto Arneín, pero la pequeña elfa era harina de otro costal.

Pero como su amiga no verbalizó sus pensamientos, no hubo lugar a discusión; se durmió tan profundamente que ni aunque la posada hubiera estallado, se hubiese despertado. Tuvo numerosos y placenteros sueños que olvidó nada más abrir los ojos y emergió de aquella feliz inconciencia con el espléndido humor de siempre y un hambre avasalladora.

Se estiró con deleite mientras observaba divertida el aspecto de su amiga al dirigirse al baño y se hizo visible para que ella pudiera verla a su vez.

- Pues sí y una buena comida será más maravillosa aún- comentó saliendo de la cama y recogiendo el vestido que había dejado tirado en el suelo al acostarse “Nunca aprenderás a colgar la ropa como corresponde, Flor”, la reprendió la voz de su madre en un rincón de su mente.

Mientras esperaba que su amiga desocupara el baño para ir a acicalarse a su vez, empezó a darse vueltas por la habitación buscando que hacer y no tardó en encontrar el papelito que las había ocupado en la vista. A falta de otra cosa, comenzó a leerlo de nuevo y, entonces, las letras que faltaban en una palabra aparecieron como por arte de magia en su cerebro.

- ¡Muerto! – gritó – ¡Aquí dice muerto!

Tanto se había acostumbrado a la habilidad de Florangel que siquiera se había percatado de la ausencia de la muchacha, sabía que estaba acostada en la cama junto a ella, sin importar que la viera o no. También se había acostumbrado a que apareciera de repente, era increíble lo que la costumbre podía lograr, y Sophitia lo disfrutaba.

- ¡Sin duda que si! ¡Ahora mismo bajamos a comer! – Fue lo último que dijo antes de sumergir la cabeza entera en el agua, sacándola luego y sacudiéndose. Todo el baño había quedado mojado, pero poco le importaba a la pirata, se ato el pelo rápidamente y ya estaba lista.

Fue entonces que escucho el grito de su amiga “¡Muerto! ¡Aquí dice muerto!” que rápido lo había descifrado, pero ahora que lo decía, si tenía mucho sentido, y estaban así, un paso más cerca de averiguar qué se traía entre manos su objetivo. Salió del baño sonriendo ampliamente y tomo la ropa que había dejado esparcida por el piso.

- ¡Bien hecho! Sabia que podías - dijo revolviendole los cabellos con una mano- Aparte de desayunar ¿Qué vamos a hacer? – Su mente comenzaba a calcular las posibilidades del día, y cual era la mejor manera de aprovechar el tiempo – No iré a ver a Sonya hasta la noche, mientras tanto, podría intentar conseguir algo por mi cuenta...

Pensaba en vos alta, y a la vez esperaba que Florangel pudiera darle una idea también. Una vez cambiada y ya mas fresca, se dirigió hacia la puerta, se detuvo un segundo antes de abrirla.

- ¿Quieres desayunar abajo trasformada? ¿O mejor traigo el desayuno arriba? -

Aceptó con una gran sonrisa y sin falsas modestias el elogio y el ge3sto cariñoso de su amiga. Sí, lo había hecho bien y se sentía complacida por eso y muy intrigada por todo lo que estaba sucediendo. Esas palabras del papel “venganza” y “muerto”, ¿se referían al tal Vincent?; lo más seguro es que fuera así. Y luego estaba el viaje nocturno de la camarera, tan lleno de precauciones y la entrega de ese paquete en casa de la familia de Vincent. Esa camarera era una persona muy importante en lo que se estaba tramando, fuera lo que fuera, no había que perderla de vista.

- Yo creo que hay que vigilar a la camarera, ella parece estar muy metida en este asunto.

Esa vigilancia le parecía necesaria, pero no le apetecía mucho dedicarse sólo a eso; había que estar demasiado tiempo quieta y atenta y hacer eso muy seguido o por mucho rato era aburridor.

- ¿Qué te parece si tú la vigilas mientras yo intento ubicar la casa de dónde salió el paquete? Tal vez descubramos algo interesante.

No estaba segura de lograrlo, no conocía tanto la ciudad como para memorizar el recorrido que habían hecho con todas las vueltas que se habían dado y de noche, pero podía intentarlo por el aire; sería divertido volar un poco y quizás le fuera bien.

- Se supone que tú estás sola acá, yo creo es mejor que traigas el desayuno arriba, y que sea muy abundante.

Una risa subrayó la última recomendación mientras se dirigía al baño a asearse.

Vigilar a una camarera no era muy difícil para la pirata, solo tenía que sentarse a hacer lo que hacia siempre, beber y apostar con los habitúe del lugar. También tenía que controlarse en otros aspectos, nada de beber hasta caer desmayada, no quedaba bien con la imagen de una mercenaria ¿Quién contrataría a una ebria? Tampoco podía ponerse a pelear, la echarían del lugar y perdería grandes oportunidades de volver a cruzarse con Vincent.

- ¿Qué te parece si yo la vigilo durante el día, y luego a la noche cuando tengo que salir cambiamos de lugares? – Sería algo así como un relevo – Tienes toda la tarde para encontrar la casa misteriosa.

Si se suponía que estaba sola, también llamaría la atención que se llevara comida para dos personas al cuarto, aunque a lo sumo pensarían que tenía un amante escondido o alguna cosa similar.

- Déjamelo a mi, en seguida regreso con el desayuno – Dijo abriendo la puerta y saliendo al pasillo.

Bajo a buen paso la escalera para encontrarse con un comedor algo más habitado que la noche anterior, la gente se apiñaba en las mesas, preparándose para el almuerzo que estaba próximo a llegar. El hambiente seguía siendo tan ameno como lo recordaba del día anterior, daba gusto hospedarse en un buen lugar para variar.

La pirata se acerco a la barra y pidió lo que hubiese, la mujer le dio cosas varias, leche de almendra, pan, frutos secos, queso y algunas galletas. Parecía bastante abundante a los ojos de Sophitia, contenta con los resultados pago y subió con los brazos llenos.

- Espero que estes lista para comer hasta reventar – Dijo entrando con dificultad por tener ambas manos ocupadas.

- ¡Me parece perfecto! – asintió con entusiasmo.

La propuesta de Sophitia de vigilar ella durante todo el día era aún mejor de lo que había esperado; con todo ese tiempo a su disposición, las posibilidades de lograr su objetivo eran mucho mayores. Además, podría conocer más a fondo la ciudad, lo que siempre era útil.

- Te estaré esperando con impaciencia – gritó desde el baño antes de sumergir la cara en el agua.

Se lavó y acicaló con esmero mientras esperaba el regreso de la pirata, con la ayuda del espejo y el cepillo que había adquirido junto con la ropa. Estaba realmente bonita con su lustrosa caballera negra cayendo sobre sus hombros y sus ojos color miel despidiendo un brillo dorado, pero esa belleza no sería apreciada por nadie fuera de esa habitación. Mientras estuviera en Moramaile quien llegara a verla, sólo lo haría si adoptaba la forma de un animal.

- ¡Estoy más que lista!

Cerrando con presteza la puerta tras su amiga, tomó alguno de los platos que esta transportaba, ¡sí que había traído un desayuno abundante!, y se dirigió a la mesa con paso rápido.


- Oye, todo esto se ve muy bueno.

La educación que su madre se había esmerado en darle apenas alcanzó para que esperara que su amiga se sentara antes de empezar a engullir el desayuno, tanta hambre tenía. Durante varios minutos, su atención estuvo centrada exclusivamente en las viandas que estaba comiendo, disfrutando de manera ostensible cada bocado.

- Todo estaba tan bueno como se veía – exclamó con un suspiro de satisfacción al terminar y luego soltó una carcajada – Los empleados de la posada van a pensar que eres una tragona de cuidado creyendo que te zampas toda esta comida tú solita.

Si ya estaba de buen humor al despertar, ahora que había saciado su apetito su ánimo era espléndido. Estaba llena de energías y deseosa de empezar ya la búsqueda de la casa misteriosa.

- Ya es hora de que me ponga en marcha. Nos vemos al atardecer, diviértete mientras vigilas.

Hizo un gesto de despedida con la mano, se mimetizó y salió de la habitación.

Paso varios de los platos a Florangel y se acomodo en la cama con toda la comida alrededor de ambas, lo adecuado era usar la mesa, pero de esa manera era mucho más cómodo. Así como su amiga se contuvo a duras penas, recordando quizás lecciones antiguas de buena conducta, la pirata, que carecía completamente de ellas, engullo la comida sin preocuparse por ninguna otra cosa que no fuera evitar atragantarse y masticar un poco antes de tragar.

- Eso o que me traje a un amante ayer a la noche cuando llegue – Dijo guiñándole un ojo y riendo – Pero poco importa lo que piensen siempre y cuando nos dejen tranquilas – Lo peor que podría pasar era que quisieran espiar, pero dudaba que llegaran a tanto.

Mientras su amiga le decía que se marchaba, Sophitia seguía devorando lo que quedaba, abriendo uno de los panes con las manos y poniéndole el queso dentro. Asintió sin mas y respondió el saludo con una sonrisa y un movimiento de la mano con el sándwich recién preparado.

Una vez que su amiga se hubo marchado, la pirata tomo los restos del desayuno y los puso al costado de la cama, tirándose a mirar el techo mientras masticaba el final del aperitivo. No quería bajar tan rápido, muchos estarían comiendo y no tendría nada que hacer, pensó en el dinero que habían gastado, era mucho para tan pocas horas, y pensaba gastar mucha mas. A lo mucho tenían para un par de días mas, luego esperaba poder conseguir un trabajo o estarían en problemas.

Resuelto el problema se puso en pie, ya era demasiada haraganería, agarro los platos vacíos y salió nuevamente hacia el comedor. Aun habían persona comiendo, pero otro gran grupo estaba ya solo bebiendo algo de vino, licor y cerveza a modo de postre, eran de la clase sobremesa que a Sophitia le encantaba.

Se sentó en la única mesa que encontró vacía luego de dejar los trastos sucios en la barra y pedir una jarra de cerveza en el proceso, dio la casualidad que la mesera que la atendió fue la misma que tenía que espiar. Tomó un buen sorbo de la bebida mientras miraba por el rabillo del ojo, al parecer no hacia mas que su trabajo, no había absolutamente nada sospechoso en ella, pero Florangel la había visto, y sabiendo eso, Sophitia no le quitaría el ojo de encima en toda la tarde.

Ya era mediodía cuando salió de la posada y el sol brillaba alegremente en un cielo sin nubes. La avenida estaba tan concurrida como el día anterior y pronto tuvo que refugiarse en el vano de una puerta cualquiera para evitar ser arrollada por la multitud mientras decidía su plan de acción.

La verdad es que la tarea no era nada de fácil; la apariencia de las calles a plena luz del día eran muy diferentes a la que tenían por la noche, la camarera se había dado muchísimas vueltas y ella no conocía Trinacria, pero eso no la descorazonó. Sabía en que dirección había partido la mujer, sabía que la casa en cuestión – de la que había tenido tiempo sobrado para estudiar la fachada- estaba en un callejón sin salida y sabía adonde se había dirigido después. Con esos someros datos, esperaba alcanzar el éxito.

No tenía la menor intención de hacer toda su búsqueda a pie. No tenía necesidad de estar horas dando vueltas por la ciudad si disponía de la forma de ver toda la ciudad en su conjunto, volando. En el mismo vano en que estaba refugiada tomó la forma de un halcón y emprendió el vuelo alegremente.

Amaba volar. Sentir el viento entre sus plumas, tener todo el mundo a sus pies y esa maravillosa sensación de total libertad… era algo incomparable. Cada vez que tenía la ocasión de emprender el vuelo agradecía aquel don que tanto tiempo atrás se le había concedido. Durante algunos minutos se entregó por completo al goce de volar, sin pensar en nada más, y probablemente hubiera continuado así hasta terminar el tiempo de su transformación si no le hubiera interesado tanto la tarea que traía entre manos.

Puesta ya a trabajar, decidió seguir la única ruta que conocía con certeza: la que iba de la posada a la casa de Vincent; la camarera no había hecho nada especial por ocultarse a su regreso. Desde aquella mansión esperaba hacer el camino a la inversa hasta encontrar el callejón de marras. Su perseguida también había sido menos cuidadosa desde que saliera de la casa misteriosa que en la primera parte del trayecto.

¡Joder! ¿Por qué una ciudad tiene que tener tantos callejones sin salida? Era algo realmente abusivo. Había volado desde la posada a la casa de Vincent casi en línea recta y luego desde ésta hasta la posada, describiendo un amplio semicírculo hacia el Este, la dirección que la camarera había tomado al salir, y se había encontrado con no menos de 20 callejones sin salida a su paso.

Intuía que, pese a que habían caminado durante muchas horas, no se habían alejado demasiado de la posada ya que gran parte de ese tiempo lo habían gastado dando vueltas, así que decidió empezar a explorar aquellos que estuvieran más cercanos. Fuera de la avenida principal, las calles estaban menos transitadas, más aún considerando que ya era la hora del almuerzo, así que no hubo testigos de su vuelo rasante cuando entró al primer callejón.

La camarera tenía un día demasiado ajetreado en la posada, estaba a rebosar de gente, sin embargo no se mostraba nerviosa, era muy diestra en su trabajo y parecía mucho más relajada que los días atrás. Ni siquiera un leve gesto en ella hizo que pareciera sospechosa.

Al menos hasta que, bien entrada la tarde, llegaron a la taberna Vincent y la misma chica que lo acompañaba el día anterior. Ver que la pareja entraba fue como un shock, una sorpresa inesperada (y a juzgar por su gesto una mala sorpresa), de la que se recuperó rápidamente al ver entrar tras ellos al mismo tipo al que le había pasado la nota el otro día.

La pareja parecía ajena a toda persona reunida en la posada, hablando algo acaramelados, en la mesa más alejada del bullicio. Parecía que solo se habían acercado hasta allí para pasar un rato a solas y sin que nadie los molestara.

En una mesa cercana, el guardaespaldas, vigilando a todos los presentes con ojos críticos, no permitía que nadie echara si quiera un vistazo en la pareja sin clavar unos amenazadores ojos sobre quién lo hiciera, excepto la camarera, a quien dirigía miradas algo más relajadas, quizá tirando a enamoradas.

Mientras tanto, en la misma casa donde la noche anterior la camarera había pasado un buen rato, y a la misma hora que Vicent y compañía entraban en la taberna, un hombre corpulento, con el rostro y la calva llena de cicatrices, salía de la misma y se dirigía con paso firme y seguro por las calles de la ciudad. Su destino: la misma posada donde se encontraban todos los demás.

La mesera no parecía estar haciendo nada sospechoso, e hizo precisamente eso durante largo tiempo, de cualquier manera, Sophitia no tenía apuro alguno, las jarras se cerveza se acumulaban en su mesa hasta que alguna buena empleada venía a quitarlas y le servía nuevas.

Fue sin duda una enorme sorpresa cuando vio que nuevamente su objetivo entraba al bar con su amante y un guardaespaldas ¿Dos veces en el mismo lugar? Entonces debía ser un cliente habitual, que además se traía algo entre manos. La mesera se veía algo más ansiosa, y no era para menos.

Sophitia había bebido lo equivalente a dos hombres, pero aún estaba fresca, no se le escapo ni una de las miradas del gorila que tenía por guardaespaldas, ni las que le devolvía la mesera. Habían muchos asuntos tras esta supuesta venganza, tenía que encontrar algún modo de llamar la atención, pero le resultaba algo problemático.

Sabía cómo resaltar haciendo escándalos públicos, peleas con heridos siempre eran un buen espectáculo, pero esa era la actuación de una pirata, no de una mercenaria respetada, aparte, no le daría buena imagen en general. Necesitaba algo más amigable, y es ahí donde estaba el problema.

Saco un mazo de cartas que tenía guardado, siempre le resultaba útil, y en ese caso le ayudaría a pensar y a pasar el rato sin levantar sospechas. Mezclo brevemente las cartas y comenzó a ponerlas en posición para jugar un solitario.

Luego de entrar volando al primer callejón y de estar a punto de chocar con un árbol por tener toda su atención centrada en escrutar las fachadas de las casas tratando de encontrar algún detalle que revelara la casa del día anterior, había decidido hacer el resto del camino mimetizada y a pie. Era más práctico, pero también más lento… y más cansador… y mucho, mucho más aburrido…

Su frustración aumentaba con cada callejón al que entraba y en el que no encontraba nada reconocible. Los minutos ya se habían transformado en horas y su paciencia – en general poca – había sido estirada todo lo que era posible por su determinación de lograr su meta, cuando entró al callejón número trece. Y ese número, que generalmente era asociado a la mala suerte, fue su número afortunado.

En cuanto se hubo adentrado algunos pasos en él, el lugar se le hizo familiar. Caminando a paso lento, fue reconociendo las pequeñas particularidades del sitio; un bache en el empedrado aquí, un arbusto allá… y la piedra plana en la que se había sentado a esperar la noche anterior. ¡Ese era el callejón correcto!

Perfecto, lo había encontrado ¿Y ahora qué? A la luz del día el callejón se veía triste y solitario. Era angosto y no muy limpio, con no más de media docena de casas de deslucidas fachadas por lado. La que le interesaba estaba tan cerrada y silenciosa como la noche anterior, pero en ese lugar eso no parecía ser algo fuera de la corriente, todas se veían así.

Ahora no tenía a nadie a quien esperar así que sólo se permitió un breve momento de descanso, para crear un poco de agua con que saciar la sed que la larga búsqueda le había causado, antes de llamar a la puerta y ver qué pasaba. Bebiendo estaba cuando la puerta se abrió y un hombre salió de la casa. Corpulento y con la cara y la cabeza surcadas de cicatrices, su aspecto era tan amenazante que Flor se alegró de poseer un camuflaje natural y no tener que ocultarse para que no la sorprendiera a la entrada de su casa.

No tenía la menor idea de adonde se dirigía el individuo pero, recordando que la camarera había salido con un paquete misterioso del mismo lugar, se le ocurrió que era una buena idea descubrir donde iba y, ni corta ni perezosa, se puso a seguirlo.

En el rato que estuvieron allí, el tiempo justo para tomar un jarra de cerveza, hubo tan solo un instante que el “gorila” apartó la vista de los presentes para dirigirla hacia la mesa, como leyendo algo en su mano, para después, cuando la camarera se acercó a retirar su jarra, hacer un leve gesto de asentimiento, apenas perceptible.

La camarera retiró la jarra, al tiempo que recogía algo más de la mesa y se encaminó hacia la barra, haciendo un pequeño rodeo para recoger algunas jarras vacías más. Se la veía visiblemente más relajada que cuando habían llegado la pareja y su guardaespaldas.

Justo cuando pasaba por la mesa de la pirata, un empujón de un cliente borracho hizo que volcara, sobre Sophitia, toda la bandeja donde llevaba las jarras “vacías” (porque siempre queda algo en alguna), además de un trozo de papel donde podía leerse una pregunta, que solo los ojos más rápidos y atentos podrían haber leído, puesto que, en cuanto se dio cuenta de lo que había pasado, lo primero que hizo la camarera fue coger la nota y guardarla en su bolsillo, para después gritar al borracho y por último pedir disculpas a la pirata. En la nota ponía “¿Será hoy?”

- Por esta noche ya has bebido demasiado Nel, mejor lárgate de aquí si no quieres que llame a Bob y te eche a patadas de aquí. ¡Mira la que has liado! Tú también deberías pedir disculpas a la dama… Señorita de verdad que lo siento mucho, si me permite puedo ir a por algunos trapos limpios y ayudarla a limpiarse un poco y luego, como usted se hospeda aquí po… podemos lavarle la ropa, incluso podemos invitarla a una ronda gratis…

Mientras la camarera seguía con su parloteo y sus disculpas, tanto la pareja como el guardaespaldas salieron de la taberna discretamente y se encaminaron, por su camino de siempre hacia un callejón cercano.

En el callejón, el instinto y el olfato del tipo amenazador le decían que había algo fuera de lo normal en el callejón, no podía verlo con sus ojos, pero la experiencia ( y un par de cicatrices podían confirmarlo), le había demostrado dos cosas, que no siempre podía fiarse de su vista, y que siempre debía hacerlo de su instinto.

Por lo tanto, echando un rápido y amenazador vistazo alrededor del callejón, sacó una túnica con capucha y se la echó por encima, echó a correr hasta una de las calles principales hasta mezclarse con la multitud, su aspecto debajo de la capucha era totalmente reconocible, pero una vez tapado, se mezclaba con las multitudes como uno más, solo un ojo entrenado, o una persona que no le hubiera perdido de vista ni un segundo, podría identificarle.

Después de un par de vueltas se escondió entre las sombras de un portal, se quitó la túnica, se puso un pañuelo en la cabeza y un sombrero de moda y se echó sobre los hombros una capa y salió rápidamente y con agilidad para mezclarse nuevamente con la multitud.

Su destino: el mismo callejón por donde iban a pasar Vincent, su pareja y su guardaespaldas. Llegó tan solo un instante antes de que el trió torciera el callejón.

Pocos segundos después, se oyó un aterrador grito de mujer, un corte de cuchillo degollando a Vincent, un disparo directo al corazón y, al segundo siguiente, nadie, excepto las víctimas, permanecían en el callejón…

Entretenida en su solitario, bebiendo, mezclando las cartas y volviéndolas a repartir, Sophitia no perdía movimiento de la pareja, camarera y guardaespaldas, si uno miraba al pasar no parecían estar haciendo nada fuera de lo normal, pero la pirata vio el extraño movimiento del gorila, y el asentimiento ¿En qué se habían puesto de acuerdo Vincent y la camarera? Obviamente usaba a su protector como puente para evitar dar el mensaje directamente, quedarse con las manos limpias.

El choque de la camarera fue inesperado, sobre todo porque Sophitia no estaba mirándola en ese momento, se levanto de inmediato sacudiéndose lo poco que le había caído de las jarras, miraba precisamente para abajo para sacarse los líquidos, un golpe de suerte fue lo que hizo que viera el papel: "¿Será hoy?"

- Jajaja, no te preocupes tanto muchacha, no es nada grave – Contestaba distraída, su mente estaba en el mensaje, maquinaba rápidamente ¡La venganza sería hoy! ¿Pero contra quien? No sabía lo suficiente sobre su objetivo como para estar segura, suponía que algún rival comercial, o político, necesitaba a Flor para que la ayudara con esto – De verdad no es nada, págame la cuenta de hoy y quedamos a mano. – Dijo mientras agarraba las cartas de la mesa dispuesta a marcharse del lugar, había visto a su objetivo salir, y no podía dejarlo ir.

Salió rápido del lugar, siguiendo a Vincent y a su compañía a una distancia prudencial, cuanto le serviría ser invisible en ese momento, caminaba con las manos en los bolsillos, mirando a los lados como si estuviera de visita en el mercado, y no persiguiendo a alguien. De pronto los vio doblar en un callejón, había dos opciones, o se habían dado cuenta de su presencia y se dirigía a una trampa, o aun no la habían detectado y se iba a revelar por fin quien sería la víctima de la venganza.

Sophitia los siguió sin mas, no había llegado tan lejos para arrepentirse a último momento, fue despacio, escondiéndose lo más que podía tras barriles y cajas abandonados. Pero nada de lo que había supuesto preparo a la pirata para lo que se venía, lo primero que llamo su atención fue el cuarto sujeto entrando al callejón ¿Quién era ese? Y la respuesta llegó más rápido de lo que imaginaba, fue tan solo unos segundos, Vincent fue degollado, un disparo termino con todos los problemas de modo preciso.

No era su objetivo quien iba a vengarse, sino mas bien el objeto de la venganza, la trama daba un giro inesperado ¿Qué iba a hacer ahora? La reina no le había dicho qué hacer si Vincent moría en medio de la operación ¿Qué pasaría con la misión?

Florángel siguió al tipo de las cicatrices con su entusiasmo de siempre, intentando mantenerse lo bastante cerca como para no perderlo de vista, pero no tanto como para ser escuchada. Satisfecha con las precauciones adoptadas, se sentía confiada en el éxito de su tarea, pero no contaba con la perspicacia y la astucia de su perseguido.

La maniobra de éste, de cubrirse con una capa, luego de echar un vistazo alrededor, la desconcertó un poco. ¿Se había dado cuenta, de alguna manera, que ella estaba ahí? ¿O se trataría sólo de un hombre sumamente desconfiado? Que el hombre se echara a correr la tomó totalmente desprevenida. Tanto, que perdió algunos valiosos segundos antes de reaccionar. Cuando lo hizo, echó a correr velozmente en la misma dirección en la que había visto correr al calvo, pero para cuando llegó a la calle principal, este se había mezclado ya con la multitud.

El tipo al que perseguía se había puesto por encima una túnica verde oscuro, eso y su contextura eran los únicos datos que poseía para lograr identificar a su perseguido. Y vaya que lo intentó. Pero no es fácil determinar la complexión de una persona que viste túnica y el color verde oscuro parecía ser el color de moda aquella temporada, ¡si parecía que a todos se les había ocurrido salir a la calle ataviado con una, caramba!

Sólo le tomó algunos minutos aceptar que había perdido a su perseguido. Se sentía algo frustrada, pero más que eso, se sentía intrigada. Estaba convencida de que el calvo le había dado esquinazo intencionadamente, ¿cómo había sabido que ella lo seguía? ¿Por qué tomaba tantas precauciones para no ser seguido? Por lo visto, tenía todo un plan preparado de antemano para despistar a quien lo siguiera. ¿En que estaría metido?

Tenía que comentarle a Sophitia lo que había pasado, no sabía por qué, pero estaba segura de que era importante. No tenía sentido volver al callejón; ya conocía el camino y no tendría problemas para encontrar nuevamente la casa. Llena de impaciencia por hablar con su amiga, corrió hasta la posada.

Al no verla en la taberna, supuso que había regresado al dormitorio y allí se dirigió de inmediato.

- ¡Sophitia, encontré la casa! – exclamó apenas hubo cerrado la puerta tras suyo.

Sólo el eco respondió a sus palabras. La pirata no se encontraba ahí. La camarera se encontraba aún en su puesto, la había visto al pasar por la taberna, así que su amiga no se encontraba siguiéndola, ¿adónde habría ido?

La pirata se encontraba anonadada, no salía de su asombro por el repentino giro que había dado el asunto, se había quedado con la boca abierta y los ojos asombrados. Pero no tenía mucho tiempo como para quedarse papando moscas, tenía que salir de ahí.

Los hombres por suerte para ella seguían ensimismados en sus asuntos, fue retrocediendo muy despacio, saliendo del callejón con sumo cuidado. En su mente solo tenía una prioridad, tenía que encontrar a Florangel, salir de esa taberna y replantearse los pasos a seguir.

Pronto se había refugiado entre la multitud, era poco consciente de quienes la rodeaban, mirando al piso pensando en como seguir con todo todo eso, sus pies eran los encargados de llevarla de vuelta al cuarto. Una vez que llego a la taberna respiro profundo un par de veces y entró con gesto de "Aquí nada paso", ignorando a todos para ir directo al cuarto.

Entró y en cierto modo se sorprendió cuando vio que su amiga ya estaba allí.

- ¡Florangel! ¡Menos mal que te encontré! - Dijo cerrando la puerta con cuidado - Tengo que contarte muchas cosas...

Por fin podía relajarse un poco comenzó a caminar de un lado al otro del cuarto pensando en por donde empezar.

- No era Vincent quien iba a matar a alguien, al contrario, acaban de matarlo a él! - Comenzar por el final parecía la mejor opción.

No la inquietaba tanto la ausencia de su amiga de la habitación – si había salido de la posada debía tener una buena razón – como la fastidiaba. Quería contarle lo que había descubierto y quería contárselo ya. Además, su imprevista ausencia la dejaba sin más que hacer que esperar que apareciera. Y detestaba esperar, especialmente cuando no tenía idea de cuanto tiempo duraría la espera.

Luego de unas cuantas vueltas sin objeto por la habitación, en una de las cuales se había acordado de hacerse visible para que su amiga no creyese que la habitación estaba vacía cuando llegara, decidió matar el tiempo tomando un baño.

Como estaba cubierta de polvo y bastante sudada por su caminata en busca de la casa misteriosa y la persecución del calvo, el baño le resultó bastante beneficioso, pero ella no era del tipo de personas que puede pasarse largo tiempo metida en una tina a fin de relajarse, así que en pocos minutos estuvo de vuelta en la sala, vestida y con el cabello mojado envuelto en una toalla, buscando en qué ocuparse mientras Sophitia volvía.

Por fortuna para ella, la pirata no tardó en aparecer. Una sola mirada a la cara que ésta traía, algo desencajada y con el asombro pintado en sus ojos, le indicó que algo muy inusitado había ocurrido.

- ¿Qué pasó? – preguntó intrigada.

Su amiga tardó en contestar lo que le pareció una eternidad. Lo que fuera debía ser algo grave. ¿Habría tenido noticias de Valeska? Quizás la reina había cambiado de parecer y había cancelada su misión ¿O sería que Vincent había descubierto que lo espiaban? ¡Cuánto tardaba Sophitia en hablar, caramba! Estaba a punto de agarrarla por los hombros para obligarla a detenerse y que le dijera de una vez lo que había pasado, cuando la muchacha por fin habló. Y fue su turno de quedar con la boca abierta.

- ¿Vincent, muerto? – tenía que repetirlo para convencerse – Pero… pero… ¿cómo?... ¿cuándo?

La dejo algo más tranquila el ver que no era la única sorprendida, Florangel tenía exactamente el mismo gesto que ella, de boca abierta y ojos asombrados. La tomo de una mano y la sentó junto a ella en la cama, ya que iba a contarle todo al menos lo harían cómodas, apoyó la espalda contra la pared y comenzó a contar.

Hablo sobre la tarde tomando cerveza y la constante vigilancia a la mesera, la llegada de Vincent nuevamente con su chica y su guarda espalda, el choque, la nota, y su salida precipitada del lugar para seguirlos, para concluir con la escena del asesinato. A medida que iba hablando parecía que también se lo contaba a si misma, repetirlo le ayudo a recapacitar y re evaluar la situación.

- Así paso todo – Concluyo la historia – Estoy bastante desconcertada con respecto a qué vamos a hacer de aquí en mas...

Apoyo los brazos tras la cabeza ya pasado el shock inicial, evaluando las posibilidades que tenían, y solo una tenía sentido para ella.

- No veo mucho remedio, vamos a tener que cambiar nuestro objetivo, ahora tenemos que seguir a quienes mataron a Vincent y averiguar el porque.... El porque de la venganza, en realidad – Iba redondeando la idea a medida que se le iba ocurriendo.

No podían comunicarse con la reina, ya que ella les había dicho que no lo hicieran, levantaría sospechas. Por unos segundos paso por la cabeza de la pirata una idea, que quizás, desde un comienzo su objetivo no había sido ese hombre, que tal vez Valeska sabía del plan que se estaba gestando y las había enviado para que fueran testigos y le informaran en realidad quien había sido, quien estaba detrás. Todo era posible, en una mujer como esa cualquier cosa podía ser.

- Cuéntame ¿Qué descubriste tu? – Recién entonces había recordado la otra mitad del asunto.

Escuchó el relato de su amiga con toda la atención de que era capaz, aguzando tanto sus oídos como su mente para no dejar escapar ningún detalle que fuera de importancia. No pensaba en esos momentos en lo que podrían hacer después, sólo quería asimilar y entender lo que había pasado.

En su país natal en lo primero que hubiera pensado en Florangél, luego de superada la sorpresa inicial, hubiese sido en avisar a la guardia. Pero su experiencia en Cascadas la había dejado demasiado desconfiada en relación a los cuerpos policiales como para que se le ocurriera esa alternativa ahora; no sabía como eran las cosas en Jasperia y, además, no olvidaba que estaban haciendo un trabajo casi clandestino. Así que, cuando la pirata declaro que debían seguir a quienes habían matado a Vincent y averiguar por qué lo habían hecho, estuvo completamente de acuerdo con ella.

- Sí, sí, eso es lo que debemos hacer.

No sólo estuvo de acuerdo, la idea la entusiasmó de inmediato. Con la que ya sabían, no iba a ser tan difícil descubrir el resto.

- Encontré la casa donde fue la camarera anoche y me puse a vigilarlo. Ya me estaba aburriendo cuando un hombre calvo, lleno de cicatrices, salió de allí. Quise seguirlo pero, no sé cómo, se dio cuenta de que estaba ahí; se puso una túnica con una capucha y se echó a correr. Me tomó por sorpresa y me sacó ventaja, ya no lo pude encontrar.

Todavía la desconcertaba que su presencia hubiera sido detectada y que el calvo se hubiera afanado tanto en darle esquinazo. Seguramente no andaba en nada bueno.

- ¡Oye! Ese tipo debe ser cómplice de la camarera y su amigo, por eso no quería ser seguido. Tal vez fue él quien le dio el paquete anoche. Tenemos que entrar en esa casa de alguna manera.