Asunto: Confidencial

- Prometo portarme muy bien – contestó con voz solemne, mientras se hacía visible.

No tenía pensado meterse en líos. En realidad, nunca – bueno, casi nunca – elegía meterse en líos. Los problemas simplemente sucedían y la envolvían y muchas veces no tenía una noción clara de como pasaba todo. De alguna manera, atraía los líos como la miel a las moscas y estos habían pasado a formar una parte más de su vida, pero esta vez estaba firmemente decidida a hacer cuanto pudiera para mantenerse lejos de ellos; no quería complicar una situación de por si difícil y tampoco deseaba preocupar a su recién adquirida hermana.

Su aspecto era tan desaliñado como podía serlo el de alguien que había dormido con la ropa puesta. Le hubiera venido bien un baño, pero cuando la pirata habló del desayuno y se encaminó a la puerta, el asunto ya no le pareció tan importante. Enviando la imagen de su madre con el ceño fruncido ante semejante desprolijidad a lo que podría ser el desván de su mente, se apresuró a alisar su ropa con las manos y a ordenar su cabello con su peine, al mismo tiempo que caminaba junto a su amiga.

- Por supuesto, vamos a comer, me muero de hambre – respondió con entusiasmo tomando al fin el brazo de su amiga.

No encontraron a nadie a su paso, pero en el comedor de la taberna había mucha actividad. Trabajadores del puerto y vendedores del mercado se preparaban para enfrentar las tareas del día con un reparador desayuno y un par de meseras se afanaban por atender con rapidez a los hambrientos parroquianos. El aroma del pan recién horneado perfumaba el ambiente haciendo que el estómago de Flor empezara a impacientarse por ser atendido prontamente.

A primera vista todo parecía perfectamente natural pero, cuando las muchachas se sentaron a una mesa y pidieron su propio desayuno, pudieron distinguir entre el barullo de las conversaciones un rumor que saltaba de una mesa a otra.

- ¿Habéis oído? Dicen que encontraron a uno de los Eidallah muerto en el callejón junto con la golfa que lo acompañaba; parece que los decapitaron, a él lo identificaron por la ropa...

Estaba siendo una semana algo larga, la verdad. No me imaginaba que ser guardia era tan cansado. Y eso que sólo llevaba dos días de trabajo, más la prueba.

Anoche, tras llegar al cuartel después de resolver lo de Arale, la comandante Ayle irrumpió en mi cuarto... Bueno, mi cuarto. Mi cuarto compartido con otros diecinueve guardias. Y nos despertó a todos. Había habido un asesinato. Me dolía la cabeza, y todavía llevaba la venda, pero a la Comandante le dio igual.

- ¡Despertad, panda de vagos! Organizáos en grupos de dos personas e id bajando al salón principal. Vamos, Vamos, ¡VAMOS!
Me puse la armadura como bien pude, agarré la lanza y bajé rápidamente. Quenn me saludó y el Cabo me miró severamente, como siempre hacía.


- Soldados. Esta noche ha ocurrido algo que deseo que jamás vuelva a ocurrir mientras yo esté en esta ciudad. Un Asesinato. Y nada menos que de un noble. Vicent Eidallah, junto con una mujer. Aparecieron sin cabeza en el callejón de los Carpinteros. diez grupos buscarán por ahí y otros diez buscarán sospechosos. Se comenta que el criminal debió ser alguien con mucha maña con las armas de filo, puesto que la decapitación es... Oh, sí, lo decapitaron, Ray. La decapitación es totalmente limpia. Además, algunos testigos han afirmado que oyeron un estruendo y un olor como a explosivo... Probablemente se trate de algún maloliente pirata o algo así. En fin. Como estáis organizados, os reparto ya las tareas... Ray y Mort, Pruebas ... Dejé de escucharla por un momento... ¡Bien! Otro caso que resolver... ¡Y nada menos que un asesinato!

- Quenn y Uryaith... Alrededores. Buscad al sospechoso, y traedlo vivo.
Sonreí. Sabía que era una tarea importante, y que la comandante quería recompensarme por el trabajo de ayer. Lo sé porque ayer, cuando llegué, me dijo que me iba a recompensar cuando pudiera, que había hecho un buen trabajo.

Así que nos encaminamos al callejón ya cuando era por la mañana. Todos los guardias se pusieron a trabajar.

- Eh, Uryaith, no he desayunado... ¿Qué te parece entrar en esa taberna a tomar algo?- Señaló una taberna cercana, algo lúgubre, pero que no tenía mala pinta del todo...
- Claro. Además, es la mejor manera de enterarnos de rumores, historias y posibles sospechosos.
Nadam ás entrar nos acogió el olor del pan recién hecho y el de los rumores recién tostados...

-¿Habéis oído? Dicen que encontraron a uno de los Eidallah muerto en el callejón junto con la golfa que lo acompañaba; parece que los decapitaron, a él lo identificaron por la ropa...
Se quedaron mudos cuando nos vieron entrar. Nos sentamos en una mesa y esperamos a que nos atendieran.

La pirata era completamente ajena a los arreglos personales, mucho mas estando en la situación que estaban, un baño hubiese sido hermoso y relajante, pero resultaba totalmente secundario. Durante algunos segundos se le ocurría pensar que Florangel se merecía mucho mas que una pieza mugrosa sin baño y lo que seguramente sería un pobre desayuno, pero la muchacha ya había dejado bien en claro que ella misma había elegido ese camino, y Sophitia comenzaba a hacerse a la idea de que era así.

Bajaron del brazo al comedor común, algo más sonrientes de lo normal tal vez para la situación, pero las caras largas y los murmullos no se hicieron esperar, todo el mundo comentaba las nuevas. Ciertamente, el que muriera semejante personaje de la política y la economía local no era algo que pudiera pasar desapercibido, la pirata lo supo desde el mismo momento en que lo vio morir.

Comenzó a comer en silencio, el desayuno del día era gacha con unas rodajas del pan, Sophitia probablemente hubiese cambiado todo eso por unos buenos litros de cerveza, pero así estaba la cosa, no iba con su disfraz de mercenaria el andar bebiendo, y si se pasaba podía armar disturbios, cosa nada conveniente.

Sophitia no los vio al principio, porque estaba de espaldas a la puerta, pero cuando pasaron por al lado suyo sintió un escalofrío, eran dos guardias de la ciudad, probablemente venían a tomar su desayuno temprano. Pero... Que problemático tener a la justicia tan cerca, como sabuesos de caza olfateando la madriguera del zorro. Miro con seriedad a Florangel, como tratando de leer qué pensaba.

- Estemos tranquilas, desayunemos y salgamos de aquí – Le susurro.

La pirata intento no mirarlos mientras seguía con su comida, sus encuentros con los guardias de la ciudad jamas habían sido buenos, y ya había pasado varias noches en los calabozos por robos menores. Ellos no la querían, ni ella tampoco los soportaba a ellos.

“ A buen hambre no hay pan duro” se dijo Florángel al mirar el austero desayuno y se lanzó a comer con buen apetito y mejor voluntad, mientras escuchaba los rumores que saltaban de una mesa a otra. No la sorprendía el hecho, donde hay gente reunida siempre ha chismes y el asesinato de un miembro de una gran familia local era un chisme de primerísimo nivel, demasiado sabroso para dejarlo pasar. A la transmisión de las noticias, siguieron pronto las especulaciones acerca de las posibles causas del doble homicidio “Un marido celoso” “ajuste de cuentas” “trampas en el juego” “un asunto político” “un sangriento asalto”, oyó murmurar aquí y allá. Por cierto, ella no sabía por qué habían matado a Vincent y a su acompañante, pero si sabía que habían conspirado para matarlo y hasta conocía a alguno de los conspiradores, o quizás a todos, pero no tenía la menor intención de compartir aquella información con los otros parroquianos; el chismorreo jamás había sido uno de sus defectos.

Comía tranquilamente, con calma, para que el desayuno le durara tanto como fuera posible cuando, sentada de cara a la puerta como estaba, vio entrar a la pareja de guardias. Aunque había tenido muy malas experiencias con los guardias en el Reino de las Cascadas, esbirros del tirano que gobernaba aquel lugar, predominaban en ella los recuerdos de los guardias de su país natal, la mayoría de ellos gente correcta y seria que se dedicaba a proteger a los ciudadanos que no acostumbraban a meterse en líos con la justicia. Como quiera que sabía que en Jasperia no gobernaba ningún tirano, asoció de inmediato a aquellos guardias con los de su país de origen.

Por ello, sólo había curiosidad en la mirada que les dedicó mientras se acercaban en busca de una mesa, curiosidad despertada especialmente por el chico pelirrojo, demasiado bajo y demasiado joven para lo que ella acostumbraba ver en un guardia. Con todo, no pudo sino notar la tensión que experimentó Sophitia cuando la pareja pasó junto a ella; claro, las vivencias de su amiga con la ley eran muy distintas a las suyas.

- De acuerdo – susurró en respuesta y siguió comiendo.

Los esfuerzos de la pirata por no mirar a los guardias le parecieron tan obvios que se le ocurrió que ellos iban a notarlo tan pronto como la miraran y eso los haría entrar en sospechas. Decidió, pues, distender el ambiente con un poco de conversación.

- Sophi, ¿dónde iremos a buscar trabajo cuando terminemos de desayunar? - preguntó tranquilamente.

Cuando fui a rascarme la cabeza, vergonzoso, recordé que tenía la venda. Bajé la mano y me puse a mirar a los clientes de la posada. Me llamó la atención especialmente una pareja de chicas. La primera nos obvió de una manera descarada, pero la segunda nos miró con curiosidad. Sonreí a ambas, esperando encontrar respuesta en sus miradas.

Nos sentamos en una mesa cercana. Le pedimos a una posadera, una chica rubia de la que Quenn - se olía a la legua - se había quedado prendado en un momento, un desayuno corriente, con pan y gachas, que era, por otro lado lo que nos habían ofrecido, así que tampoco teníamos muchas más opciones. En cuanto nos lo sirivieron, Quenn se abalanzó hacia su plato y las devoró con un ruido que hizo que los clientes cercanos se giraran y miraran asombrados.

Yo reí. Me hacía gracia que Quenn comiera como si no hubiera un mañana.

- ¡Tranquilo, Quenn!
- ¡Vaya! Parece que los guardias andáis mal de presupuesto... ¡Mira cómo come este! - Una mesa cercana siguió la chanza y yo les reí la gracia. No parecían malos tipos, y que lo hacían de buena fe.

- ¡Es mi manera de comer! ¿Vale? - Y nos seguimos riendo. Quenn se atrangantó de la risa y hubo un momento un poco tenso, pero luego se volvió a relajar el ambiente.

Volví a echar una mirada a las mujeres que me habían llamado la atención para ver si se habían reído o algo...

Su amiga no parecía perder el apetito por la situación, dos guardias precisamente donde ellas estaban, con todo lo que estaban pasando, la pirata estaba comenzando a suponer que algún dios se las había agarrado con ella por algún motivo que desconocía... Bueno, si, los motivos sobraban, pero no veía por que tendrían que enojarse los dioses a esta altura de su vida. Bueno, si así venía la mano, Sophitia no iba a ser menos, nunca había necesitado de ayuda divina, y no sería esta la excepción.

- Mmmm, no lo se con seguridad – Respondió la pirata algo distraída mirando a los guardias mientras pensaba que no tenía que mirarlos - Yo sigo pensando en conseguir algún trabajo de guarda espalda, así que tal vez me de unas vueltas por los barrios a ver si encuentro a alguien conocido que me de una mano... – Pensó unos segundos antes de hablar – En cuanto a ti, te recomiendo algo un poco menos... Peligroso....

Quería pisar con cuidado ese territorio, sabia que su amiga era especialmente sensible con respecto a que la subestimaran, y Sophitia era algo torpe al hablar, no tenía intención de menospreciar sus esfuerzos, simplemente se quedaría mas tranquila si sabia que Florangel no corría mas riesgos que quitarse a un borracho algo cariñoso de encima.

Fue entonces que saltaron las risas en el lugar, Sophitia miro la escena pero no se reía, su intolerancia hacia la justicia lograba que no pudiera relajarse ni tan siquiera para poder divertirse con una broma tonta. Siguió comiendo ignorándolos, y en cuanto termino hizo algo que momentos antes había dicho que no iba a hacer, le pidió a la mecera una cerveza bien fría.

- Ains, necesito empezar la mañana con el pie derecho – Comento pensando en voz alta – La termino y nos vamos al mercado, podrías conseguir trabajo en alguno de los puestos.

Por suerte para su buen humor, que siempre se caracterizo por ser muy escaso, la bebida llego rápido y helada, no era de la mejor calidad, claro estaba, pero no se iba a poner quisquillosa con eso. Bebió el jarro entero en un solo respiro, fondo blanco como le gustaba a ella, luego lo apoyo con poca delicadeza sobre la mesa y se puso de pie.

- Bueno, vamosnos...

Los dedos de una mano sobraban para contar las situaciones capaces de hacer que Florangél perdiera el apetito y una pareja de guardias sentados cerca de ellas, definitivamente no entraba en ese selecto grupo. Le correspondió la sonrisa al guardia pelirrojo y siguió comiendo tan campante.

A ella le parecía más o menos obvio que la pirata iba a buscar trabajo como guardaespaldas y le parecía obvio también que su futuro laboral no estaba ahí, pero se hubiera picado un poco si hubiese alcanzado a escuchar que su amiga quería para ella un trabajo menos peligroso. Afortunadamente, el sonido de unas risas ahogó las últimas palabras de Sophitia.

Al mirar hacia el origen de las carcajadas se dio cuenta que embromaban al mayor de los guardias por su manera de comer y no pudo evitar reírse a su vez, si hasta el guardia jovencito se estaba riendo de su compañero. Aquella pareja de guardias le estaban pareciendo unos tipos de lo más simpáticos, pero la incomodidad de su hermana era tan evidente que hizo su mejor intento por contener la risa y seguir comiendo con cara de seriedad, aunque sus chispeantes ojos color miel la delataban.

No le llamó mucho la atención que Sophitia terminara por pedir una cerveza y tampoco le preocupó. Cuando recién se habían conocido le había parecido una costumbre extraña desayunar con cerveza, pero ya se había hecho a la idea que eso era normal para la pirata y sabía que tenía buena cabeza para el alcohol. Lo que si la preocupaba era que la sola presencia de
los guardias la pusiera tan tensa, pero no podía hacer mucho al respecto.

- Eso sería estupendo.

La idea de conseguir trabajo en algún puesto le gustó. Seguramente vender iba a ser mucho mejor que tratar de trabajar como mesera o sirvienta, quizás hasta fuera divertido y tal vez pudiera conseguir más información acerca de la camarera y la casa misteriosa; en los mercados abundaban los chismes.

- A su orden, capitana.

Con presteza se levantó y se dispuso a seguir a su amiga, pero antes de salir le dirigió un breve ademán de despedida y una sonrisa al joven pelirrojo. Le parecía de lo más conveniente estar en buenos términos con la guardia.

Cuando Quenn iba por la decimo séptima cucharada del minuto, la camarera rubia se me acercó. Quenn me miró celoso, pero no le hice ni caso.

- No me preguntes por qué lo sé, pero esa chica está implicada en el asesinato. - Me susurró al oído.
Y se fue sin más. Yo me puse algo alerta. Ahora entendía por qué parecía tan nerviosa esa mujer.
Cuando se levantaron ambas, hice una señal a Quenn para avisarle de que se levantara. Con una sonrisa, como la que me había dirigido la acompañante de mi "sospechosa", dije:

- Disculpadme, señoritas... Por casualidad... ¿no podrían contestar a algunas preguntas...? Verán, estamos investigando un caso y...

Traté de parecer lo más amable posible, y con lenguaje corporal traté de parecer lo menos agresivo posible... Sin embargo, podría entender que se sintieran algo intimidadas porque dos guardias les hicieran preguntas. La taberna quedó en silencio, salvo alguna conversación aislada. Supongo que eso era lo que pasaba en las grandes ciudades, que todo el mundo quería enterarse de los chismes...

Nada era tan fácil nunca, jamas podía suceder que Sophitia planeara algo y todo saliera de acuerdo al plan, sin problemas ni contratiempos. No, eso se lo dejaba para esos aventureros con suerte que luchaban por la justicia, rescataban a las doncellas y robaban a los ricos para dárselo a los pobres. A ella al menos, no le funcionaba, la muestra mas evidente era que ante algo tan sencillo como desayunar, le había dado como resultado un interrogatorio de la guardia.

La pirata esta a pocos pasos de la puerta con Florangel por delante cuando escucho el “disculpadme” del muchacho pelirrojo. Sophitia se dio vuelta rápidamente con cara de pocos amigos, no se sentía intimidada por los dos hombres, pero ella era así, podrían haber sido veinte guardias bien armados y ella aun así les hubiese presentado pelea.

Pero en ese instante no quería pelear, en realidad, su idea nunca había sido llamar la atención, cosa que tampoco había logrado, ya que ahora eran el centro de las miradas de todos los presentes, eran uno de esos momentos en que le hubiese gustado tener la habilidad de su amiga para poder mimetisarse y desaparecer de allí.

- Si, caballeros ¿En qué podemos ayudar a la tan responsable y honrada guardia de la ciudad? – Su tono era levemente irónico, apenas había logrado contenerse para no salir corriendo, no se le podía pedir también que controlara su tono.

Lo mas ridículo del asunto era que un gran porcentaje del enojo de Sophitia no era producto de la situación, ni miedo de que la atraparan, o que supieran el porque estaban en la isla, en realidad, su recelo era solo inspirado por los malos tratos que había tenido con la guardia en el pasado.

A los dos que tenía frente a ella en ese momento no los conocía, pero estaba segura que si la llevaban a la central mas de uno la reconocería, y varias recordarían viejas heridas que la pirata les había producido en medio de las persecuciones.

No tenia nada contra ellos en particular, sino contra todos los que fueran de su misma calaña.

Y había sucedido lo que temía. El comportamiento de Sophitia les había parecido sospechoso a los guardias y estos habían acabado por pensar que andaba en malos pasos, ¿de qué otra forma podía explicarse que se hubieran acercado a ellas para interrogarlas?

Con todo, no le preocupaba que le hicieran preguntas, estaba segura de que no habían hecho nada malo y la actitud del joven guardia era amable; su único temor cuando habló fue que Sophitia saltara encima del muchacho y echara a perder las cosas definitivamente. Su cuerpo se puso tenso mientras echaba un rápido vistazo a cualquier cosa que pudiera ser usada como arma y se aseguraba de ver donde estaba el guardia mayor.

Contuvo con esfuerzo un suspiro de alivio cuando la pirata se limitó sólo a hablar aunque, claro, su tono tan poco amistoso no ayudaba mucho que digamos. Tenía que hacer algo, decir algo que explicara porque su amiga se estaba portando así y ahuyentar las sospechas de los guardias. .

- Pero, hermanita – dijo con voz suplicante, tirando la manga de Sophitia – no le hables así al señor, que se puede disgustar . No todos los guardias son como ese patán de Sam, tu ex novio; cálmate ¿sí?.

Esperaba de todo corazón que la pirata entendiera y le siguiera el juego, y no pensara que se había vuelto loca de remate, pero no podía hacerle ninguna señal aclaratoria delante de aquellos dos.

- Yo... claro que contestaremos sus preguntas, señor guardia, no faltaba más, pero... pero... ¿podemos hablar aquí? O... o ¿tenemos que ir a la central? - su voz tembló ligeramente al decir esto y miró al muchacho con expresión compungida.

Una sombra se colocó frente a la luz exterior que entraba por la puerta del local.

- ¡Ey, Quenn! - llamó - ¿Aún estás con el desayuno? ¿A eso lo llamáis vosotros ganarse la paga?

Era Dart, soldado de casi una treintena que gustaba tanto de armar jaleos como de pararlos en nombre de la guardia. Desde la puerta pidió una cerveza y pasó al interior, dándole unos golpecitos amistosos a Uryaith en el hombro cuando llegó a su altura.

- Para paliar la sed – se justificó, y saludó a las dos muchachas con una inclinación de la cabeza, un levantar de cejas y una sonrisa traviesa en la comisura de los labios -. Roy y yo hemos estado investigando mientras tú hablabas con bellas mozas. Aunque tan delicadas damas sin duda estarán deseosas de un poco de protección de la guardia, después del asesinato de ayer... No se habla de otra cosa hoy. Vincent Eidallah hasta tenía un guardaespaldas, pero no le sirvió de nada.

Mientras charlaba, sacó unas monedas para pagar la bebida y ventiló buena parte de la cerveza de un trago. Varias personas habían intentado explicarle alguna vez a Dart que se disfrutaba más la bebida si se la hacía durar más, pero él cada vez asentía con la cabeza, pedía otra ronda y en tres tragos dejaba la jarra vacía sobre la mesa, para gran desesperación de sus allegados.

- Y el guardaespaldas de momento no aparece - continuó -. Estamos buscando algún testigo que nos diga si ayer iba con Vincent Eidallah, porque de momento las informaciones son confusas. Resulta que la moza que le sirvió su último trago a Vincent... justo antes de que le mataran no muy lejos de su posada... en fin, que no recuerda haber visto esa noche al guardaespaldas. Nos lo habrá jurado siete veces, que no le había visto, pero que ayer tenía mucho trabajo así que nada es seguro... mientras que un borracho afirma que sí, que estuvo allí.

Dart era un hombre que no sabía de lugares ni de secretos. Aún se hablaba de aquella emboscada que mandó al garete después de contarle a toda una taberna cómo aquella noche iban a pillar a unos forajidos desprevenidos, pero su valía como soldado y como conocedor de la baja calaña valían sus defectos. En aquel caso sólo estaba hablando de la desaparición de un guardaespaldas, así que no iba a morderse la lengua en lo más mínimo.

La verdad es que la chica parecía cabreada. Sus ojos me miraron con una agresividad que yo no entendía. ¿Por qué me trataba tan violentamente? Me sentí algo sorprendido, la verdad.
Por suerte, su amiga era algo más agradable. Y me dio, sin que quisiera, la justificación de que la primera fuera tan... bueno, desagradable. Intenté hacer memoria para ver si conocía a algún Sam, pero el único que conocía era del pueblo, no un guardia. Y estaba desdentado. Y gordo. Y era feo de narices. Y además, no había salido nunca del pueblo. Así que probablemente no se refirieran a ese chico.

Cuando iba a responderla, sonreí y preparé la boca para decir: "Central está muy lejos." cuando entró Dart. No lo conocía demasiado, pero la historia de la emboscada era "Vox Populi", como le gustaba decir a Alder, otro guardia, aunque yo no supiera qué significaba, y conocida por todos.
Sonreí. El guardia parecía majo. Locuaz y parlanchín, aunque algo camorrista de vez en cuando. Pero me caía bien. La única pega era que, como bien le había dicho el propio Roy, un hombre de la edad de Dart, pero mucho más callado, "Si quieres que no se sepa un secreto, que Dart no se entere, o hará de tu confesión carne para los pregoneros".
Me puso al día de la investigación. A mí y a Quenn, y a las chicas que nos acompañaban, y al borracho de la esquina (Ya por la mañana había gente borracha), y a las camareras, y a los de la mesa de enfrente... Puse cara de resignación, medio: "Este Daaart" y medio preocupado por lo fácil que era que diera información, mientras Dart no me veía, y cuando intervine, puse una cara amable.

- Gracias Dart. Tienes razón. Seguiremos investigando, en vez de estar en la taberna.- Miré tanto a Quenn como a las dos mujeres con mi mejor rostro de: "Sigamos nuestra conversación en otra parte".

La primera reacción de Sophitia era darse la vuelta y decirle de mala gana a su hermana “¿De que demonios estas hablando?”, nunca en lo que llevaba de vida se le hubiese ocurrido liarse con un guardia de la ciudad, antes muerta. Pero antes de que pudiera abrir la boca para decir nada entró el tercer sujeto, dándose aires de galán, a estas alturas la pirata no sabia se golpearlos o vomitar por tan estúpidos cumplidos ¿Existía alguna mujer que pudiera caer con esas tonterías?

Y si Sophitia no era la maestra del disimulo este sujeto le ganaba con creces, gritando toda esa información en medio de la taberna donde segundos antes todo el populacho estaba murmurando para enterarse de las novedades, allí se las entregaba, servida en bandeja de plata. La pirata miro al sujeto de mala manera mientras se aseguraba de que su querida hermana estuviera fuera del alcance de sus sucias manos, pero no dijo nada por el momento, la advertencia de Florangel le había servido para recapacitar un poco.

¿Qué seria mejor? ¿Seguir aguantando al pelmazo bocón, o irse con los que al menos eran respetuoso (para ser guardias)? Sophitia no sabía que hacer con toda la información que poseía, si se las daba de seguro resolverían el caso mucho mas rápido, pero corrían riesgo de ser descubiertas, y que les arruinaran su propia misión. Necesitaba consultarlo con Florangel, que era mejor para eso de pensar, pero no podían escaparse así como así.

- Sigamos con esta charla en otro lugar, si no les molesta, caballeros – Dijo la pirata mientras agarraba del brazo al muchacho de ojos color miel, con una dulzura que hasta entonces no había mostrado jamas frente a su hermana. El modo más veloz para deshacerse del tercer sujeto era que pensara lo que no era, y salieran de allí donde no los siguieran.

Dejando al otro sujeto para Florangel, confiando en que sabría seguirle el juego de engaños sobre engaños, acompaño con suavidad al muchacho hacia la puerta y luego a la calle, donde pudieran estar lejos de las vistas ajenas, camino de esta manera durante un par de cuadras hasta asegurarse de que todo había pasado, siempre sonriendo.

Pero en cuanto estuvieron solos soltó al guardia como si sufriera de alguna enfermedad contagiosa, y agarro también a Florangel, para que el otro hombre no se pasara de listo.

- Bien, ya estamos libres del lengua floja ¿Podemos ser de ayuda de alguna manera? Tenemos cosas que hacer, así que apúrense – Dijo cruzada de brazos, esperando en realidad que la suerte estuviera de su lado y las dejaran ir sin mas.

La entrada del guardia chismoso fue realmente providencial a los ojos de Flor; Estaba segura de que, a no ser por esa interrupción, Sophitia hubiera dejado al descubierto su invento sobre “el patán de Sam”; no es que no pudiera desbaratarlo después, pero por el momento tenía una tregua y eso se lo debía al recién llegado. Así que no se tomó a mal sus galanteos y aunque no correspondió a la sonrisa, tampoco lo miró feo.

Escuchó las noticias que el guardia entregaba con avidez, mientras en su interior crecía el sentimiento de su propia importancia y la de su amiga en el asunto ¡Ellas poseían mucha información valiosa, que sin duda ayudaría a resolver el caso! Pero, aunque se moría de ganas de cooperar en el asunto y recibir los honores correspondientes, no olvidaba que eran enviadas confidenciales de Valeska y debían andar con cuidado; la reina pirata la había impresionado lo suficiente como para no olvidarse de sus advertencias.

La cara del muchacho pelirrojo era realmente graciosa cuando el recién llegado terminó su parrafada, con ese aire de resignación, como si no fuera la primera vez que el tipo fuera tan indiscreto y el aire paciente con que le contestó. Para Flor estaba clara la invitación a seguir la conversación fuera de allí que se leía en sus ojos, pero antes de que pudiera decir nada su hermana se le adelantó.

Que Sophitia tomara al pelirrojo del brazo con tanta dulzura fue un cambio de humor tan inesperado y desconcertarte, que Flor se demoró un instante en reaccionar y tomarse del brazo del otro guardia.

- Sí, vamos, aquí hay demasiada gente, ¿no? - contestó, dedicándole una cálida sonrisa a Queen y tirándolo suavemente del brazo para seguir a los otros dos.

Todas las dudas que tenía en relación a lo que se proponía la pirata terminaron un par de cuadras más allá, cuando la chica volvió a ser la misma de siempre y luego de arrancarla de un tirón del brazo del guardia al que acompañaba, encaró de malas maneras al par de hombres.

Florangél suspiró y sacudió la cabeza como diciendo “esta chica no tiene remedio”. Ya que Sophitia no la había desmentido, esperaba que los uniformados se hubieran tragado su explicación acerca de los malos modos de su amiga.

FdI: Perdón por este tiempo offrol. Las mudanzas, que tienen sus problemas. Más si es a otro país =)
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La mujer que me miraba con peor cara cogía en ese momento con una dulzura insospechada mi brazo. Pensé que por fin mostraba algo de simpatía hacia mí. Tal vez se hubiera dado cuenta de que su comportamiento anterior había sido erróneo... quién sabe. A lo mejor la mirada que le había lanzado a la otra chica, o la insinuación de que a lo mejor estaba enfadada por una historia pasada, había hecho que se tranquilizara un poco...

Pero mis cavilaciones duraron poco. Una vez estuvimos fuera, la chica me soltó casi de un empujón. Parecía seguir muy, pero que muy enfadada por algo que yo no llegaba a entender del todo.

Me apresuré a contestarla. Parecía la líder de la situación, así que prácticamente me dirigí únicamente a ella. Sonreí y dije:

- Tranquila, seré breve. Como nuestro... colega Dart ha dejado claro, la guardia está investigando un asesinato. Ha muerto Vincent, un miembro de la Casa Eidallah. ¿Vosotras sabéis algo del caso?- Lo decía con pocas esperanzas de que me contestaran, puesto que, si supiesen algo probablemente no nos lo contarían, y si no lo sabían, no podrían ayudarnos pero todo era probar.
Tras preguntar, miré a las dos mujeres con actitud afable. Especialmente a la chica que apenas había hablado, puesto que parecía más dispuesta a contarnos algo, si es que de verdad sabían algo y la camarera no nos había engañado...

Ciertamente, la pirata no tenia remedio, así había sido desde siempre, y no estaba en sus planes cambiar. Había que entender que tantos años de resentimiento no podían curarse en un instante, tantos años de estar rodeada de gente que odiaba a la justicia, el recuerdo de muchos piratas amigos ahorcados y colgados en los muelles como ejemplo. No, era muy poco probable que Sophitia recapacitara y cambiara sus modales para con el pelirrojo y su amigo.

Medito una vez mas que era lo más recomendable, si hablar o mantener el secreto. Pero había algo que definía la situación sin posibilidad de discusión, y eso era la figura de Valeska Rosentolz, había jurado cumplir con su tarea y mantener todo en el mayor de los secretos. Faltar a su palabra no era algo tan grave, lo en verdad importante era a quien le había hecho la promesa, y la gran cantidad de posibilidades dolorosas que eso podía desencadenar.

- Sabemos lo mismo que todos los demás – Dijo cruzándose de brazos – Bueno, ahora gracias a tu compañero sabemos un poco mas – Sonrió irónica – Pero nada que pudiera serles de utilidad.

Obviamente esperaba que Florangel detrás de ella pusiera gestos acorde a lo que ella estuviera diciendo, rogaba que no reflejara extrañeza o desconcierto ante la historia que la pirata decía. La tomo del brazo sin perder de vista a los guardias, aun con el ceño fruncido, no quería seguir con esa charla, en primer lugar por que la irritaban, y en segundo lugar por que no quería arriesgarse a que nada deschavetara su mentira.

- Si no necesitan nada mas, caballeros ¿Nos permiten retirarnos? – Era una pregunta, si, pero mas parecía una formalidad, ya que aunque dijeran que no, probablemente la pirata se echaría a reír y se iría igual.

En realidad, Flor no deseaba que su hermana cambiara, para ella estaba bien así, la quería tal y como era, pero la preocupaba que los modales de la pirata las hicieran sospechosas de algo y acabaran metidas en un lío peor del que ya estaban. Aunque si los guardias habían creído su patraña, quizás no había de qué preocuparse y, además, el chico pelirrojo le había parecido muy amable.

Con todo, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no demostrar su sobresalto cuando el
muchacho mencionó el asesinato de Vincent, suerte que estaban mirando a Sophitia, no había esperado eso ¿Por qué a ellas precisamente tenía que preguntarles algo como eso? Era raro, muy raro.

Que la pirata negara saber algo sobre el asunto no la sorprendió para nada, después de todo ellas andaban en una misión secreta y estaba segurísima de que no había olvidado las instrucciones que Valeszka les había dado y las consecuencias de no cumplirlas. Y aunque no hubiera sido así, su amiga era la última persona que pudiera imaginar dándole informaciones de buen grado a los representantes de la ley. Así que no puso cara de extrañeza ni de desconcierto ni nada de eso; puso su mejor cara de chica dulce e inocente, mientras asentía con la cabeza a lo que Sophitia decía.

- Tenemos muchas cosas que hacer – agregó en apoyo de la petición de la pirata.

Hasta donde ella podía ver, no había razón alguna para que los guardias no las dejaran marchar a ocuparse de sus asuntos, pero no se sentía tranquila. Pese a que había aceptado de buena gana participar en esa misión confidencial para la reina pirata, a su conciencia de buena ciudadana – inculcada con esmero por sus padres – le desagradaba ocultar información que podía ayudar a resolver el asesinato de dos personas. Mientras les sonreía a los guardias en espera de su respuesta, había decidido hacerle llegar la información al pelirrojo – que parecía tener casi la edad de ella misma – sin poner en riesgo el secreto de su misión. Recursos no le faltaban para eso.

Miré a ambas mujeres a los ojos. Creía que no me estaban siendo del todo sinceras, pero no podía demostrarlo, así que mi única posibilidad era dejarlas ir sin ningún problema. No quería causar un altercado, aunque soy especialista en ello. Así que suspiré y dije:

- Está bien, señoritas. Os agradezco vuestra colaboración. Por favor, no dudéis en contactar con nosotros si recordáis algo, por favor. Es muy importante.

Me di la vuelta y me dispuse a irme, pero Quenn me cogió del hombro y me habló al oído.

- Pero, ¿qué haces? ¿Las vas a dejar irse así, sin más?
- ¿Y qué quieres que haga, Quenn?- le respondí - ¿Las meto en prisión sin ningún cargo?
- ¿Eh? ¿De qué hablas? Pregunto si las vas a dejar irse sin pedirles una cita ni nada.
- Quenn, no creo que estas chicas quieran nada con gente como nosotros
- Bah, qué dices. ¿No recuerdas con la dulzura con la que nos han sacado de la taberna? Vamos, somos dos chicos, ellas dos chicas en la gran ciudad...
- Quenn, de verdad que n...
- Perdonadnos, señoritas... ¿Seríais tan amables de concedernos a mi amigo y a mí una cena esta noche, después de nuestro turno? Mi amigo es muy tímido y no os ha querido preguntar, pero...
Me dí con la palma en la frente.

Sophitia tomo del brazo a su hermana y se dio la vuelta, feliz de que por fin pudieran dejar atrás todo ese asunto. Necesitaban planear como iban a seguir, esa misma noche tenían que salir a buscar información, para Florangel sería pan comido, era toda una ventaja tenerla en el dúo, y ella podría....

Estaba hilando los pensamientos de esta manera cuando escucho que el otro soldado las llamaba de nuevo, lo primero que se le vino a la mente a la pirata fue “¿Y ahora qué?”, mientras ponía un gesto de impaciencia que por suerte los dos hombres no podían ver.

Se dio la vuelta para encarar lo que fuera que le quisieran decir cuando le vinieron con semejante asunto. En el gesto de Sophitia cruzaron toda una serie de sentimientos, sorpresa, incredulidad y por ultimo algo de risa, es que la idea misma, para su perspectiva, era tan ridícula que no cabía mas que reírse.

- Hoy estamos ocupadas, tal vez mañana ¿No hermana? – Dijo para darle pie a Florangel de que siguiera inventando en el sentido que se le antojara.

Casi podía escuchar las risas a carcajadas de toda una tripulación pirata en sus oídos *Miren a la señorita, ahora sale con los "guardianes de la ley"*, que terrible bochorno, estaba agradecida de que nadie que la conociera la estuviera mirando.

Mas allá de todo eso, y dijeran lo que dijeran los hombres, iban a marcharse de allí, no había tiempo que perder con esas tonterías.

Flor se relajó considerablemente cuando el pelirrojo se despidió de ellas, ¡al fin podrían dedicarse a sus asuntos y ya no tendría que preocuparse de que la pirata le saltara al cuello a uno de los guardias! Por lo mismo, dio un respingo cuando el compañero del pelirrojo las llamó de nuevo. Ese guardia era mayor que el otro, seguramente tenía más experiencia, quizás había notado algo…

La petición de una cita la dejó con la boca literalmente abierta. Nunca en su vida le habían pedido una cita en forma directa. Cuando vivía con su familia, su padre y su madre eran el conducto que cualquier muchacho interesado en pasear con ella o visitarla tenían que seguir – y eran muy raros los que se habían animado a invitar a la loca del pueblo, a decir verdad – y luego, había llevada una vida tan azarosa que no había existido lugar para ese tipo de cosas. Y ahora ese guardia desconocido, de la nada, quería invitarlas a cenar. De haber atendido a las indicaciones maternas, Florangél hubiese puesto al atrevido en su lugar con una respuesta que indicara su molestia y un frío desprecio… pero la situación era tan insólita y tan opuesto era lo que había dicho el hombre a lo que ella había temido, que la acometieron unos deseos enormes de echarse a reír ahí mismo.

Tuvo que respirar profundo y morderse los labios con fuerza para contener la risa, y aún así tardó un momento en contestarle a Sophitia.

- C-claro – contestó con voz vacilante debido al esfuerzo por contener su hilaridad - L- los encargos de… de papá… no pueden esperar. A-además recuerda… que nos prohíbe salir con extraños… y de noche… Nos daría una tunda si se entera… si alguien le cuenta que… nos invitaron… yo no quiero que me pegue…

Bajó la vista, mordiéndose los labios nuevamente y empuñando con fuerza las manos. La comedida respuesta de su hermana no había hecho más que agregarle gracia a la cómica situación y lo único que esperaba era que las dejaran irse ya, para poder reírse a sus anchas.

Off: Siento todas mis idas y venidas, pero es que me es difícil conectarme muchas veces, y entre eso y que el mail no me ha avisado de esto (y suele hacerlo)... =)

- Oh, vaya. ¿Entonces mañana? Podemos quedar a comer si lo prefe---

Pegué un tirón a Quenn de su armadura.

- ¿Has perdido la cabeza? Tenemos trabajo que hacer y tú estás aquí ligando cuando está bastante claro que no les interesamos. - No me había dado cuenta hasta que había acabado que le estaba echando un sermón, y que probablemente ellas lo estuvieran escuchando. En realidad, me di cuenta cuando Quenn me miró con malos ojos y me soltó la mano de un golpe. No debería haberlo hecho, pero, como solía decir mi padre: "A lo hecho, pecho". Así que me giré y les hice una reverencia a las dos mujeres.

- Sois libres para iros si queréis, pero, por favor, y esto es importante. Si recordáis algo, lo que sea, acerca de este tema, por favor, decídnoslo. Estaremos probablemente por aquí un tiempo antes de irnos al cuartel. Preguntad por nosotros, Uryaith y Quenn. - Me forcé a sonreir y me di la vuelta, junto con Quenn. Pude observar que estaba enfadado, así que me dispuse a pedirle perdón cuando estuviéramos lo suficientemente lejos de ellas.

Por un segundo temió que Florangel no pudiera contener la risa y contestarles, su gesto entre sorprendido y jocoso eran evidentes para la pirata, no sabía para los demás. Por fin consiguió hilar algo así como una respuesta, Sophitia aportaba un gesto afirmativo a todo lo que ella decía, asegurando la veracidad de todo.

- Ni yo – Agrego sonriendo con inocencia – Así que si nos disculpan.

Antes de que cualquiera de las dos pudiera contestar el otro sujeto pareció entender la indirecta “Que muchacho tan avispado” Penso irónicamente Sophitia, mientras tomaba del brazo a Florangel, dispuesta a marcharse de allí.

- Uryaith y Quenn, entendido, lo tendremos en cuenta, adiós. – Se dio la vuelta y comenzó a caminar, no demasiado rápido para que no pareciera que estaban escapando, pero a buen paso para dejar atrás tan difícil situación.

Una vez que se habían alejado varias cuadras, doblado varias veces para mas seguridad, en un callejón entre dos casas Sophitia se detuvo en seco, tomo su estomago y comenzó a reírse hasta quedarse doblada.

- Jajajajajaja! Bendita mar, que situación mas extraña, creí que iba a estallar de la risa frente a sus caras – Apoyada contra la pared intentaba calmarse, secándose unas pocas lagrimas que la risa había hecho surgir – Menos mal que logramos salirnos de eso, creo que el tal Quenn es algo mayor para ti, querida hermana.

Bromeo y volvió a reír, el poder relajarse un poco luego de tantos malos tragos les vendría bien. Una vez que pudo parar las risas, ya con el animo renovado, era hora de pensar cual iba a ser el paso siguiente.

- Bueno, bueno ¿Qué quieres hacer ahora? Dime qué planeas – Estaba con una mano apoyada contra la pared, mirándola con una sonrisa de oreja a oreja, predispuesta a meterse en locuras.

FDI: Lamento la tardanza

Florángel no dijo ni una palabra más, no hubiese podido hacerlo sin estallar en delatoras risas. Cuando Sophitia se despidió, sólo hizo una leve venia con la cabeza a modo de adiós y se apresuró a ir con ella, sincronizando su paso al de su hermana, lo que la ayudó a refrenar el impulso de echar a correr sin más.

Cuando por fin se detuvieron Flor rompió a reír hasta que las lágrimas le saltaron y el estómago le dolió, mientras sus carcajadas y las de la pirata resonaban en el callejón vacío.

- ¡Ay! Me tuve que morder la lengua para no reírme – la voz le salía entrecortada por las risas apenas dominadas –¿Ves? Esas cosas pasan cuando te muestras tan dulce, eres un peligro y ese Quenn puede ser mayor para mí, pero el pelirrojo quedaría muy bien para ti, jajajajaja…

Era un auténtico regalo poder reírse y bromear y olvidarse por un momento de asesinatos y cadáveres, sí señor, pero los recreos nunca duran mucho, cómo se lo recordaba ahora su hermana al preguntarle que planeaba. Hasta antes de la llegada de los guardias el plan de ambas era buscar trabajo, así que Sophitia no se refería a eso al preguntarle sus planes, seguro que no.

- ¿Te fijaste en lo que dijo el guardia chismoso? – preguntó – ¿Eso de que la camarera juró que no había visto al guardaespaldas de Vincent con él en la posada anoche? Nosotras sabemos que mintió, que el tipo si estuvo ahí y que estaban tramando algo juntos, pasándose mensajes y tal. Quiero contarle eso al pelirrojo, puedo hacerlo sin que siquiera me vea, tú lo sabes.

Flor sabía bien que, con la animadversión que su hermana sentía hacia los guardias, era probable que no le pareciera bien la idea, pero ella quería hacerlo – e iba a hacerlo – no sólo por esa conciencia de buena ciudadana que ni ella misma sospechaba tener sino además porque pensaba que, dándole información al guardia pelirrojo y vigilando sus pasos, tendrían más chance de averiguar lo que Sophi había dicho: quién y por qué había matado a Vincent Eidallah y su acompañante.

Lo cierto era que Sophitia jamás se mostraba dulce porque eso era un signo de debilidad en los entornos donde ella se movía, o de prostituta, ninguna de las dos categorías le gustaban. Además, no tenía interés alguno, carecía de esa capacidad femenina de mostrarse interesada en un muchacho y seducirlo con artimañas femeninas, más bien era un: Tú me gustas, ven para aquí.

-Uh, si, soy todo un peligro – Dijo sarcástica y siguió riendo, alguien con su apariencia, sus maneras y ese cuerpo lleno de cicatrices, no podía más que tomarlo a chiste – Paso, me gustan más robustos y varoniles.

Lo siguiente ya no le gustaba tanto, dejo de reír y miro a su hermana con gesto serio, no enojada, no podía enojarse con ella, pero si se notaba que no le hacía ninguna gracia la idea. Que el pelirrojo ni se entere de que había sido Flor la que se lo decía no significaba que Valeska no se enterara, y como no sabían que planeaba, tampoco sabían cómo podía afectar el que dieran información extra nada menos que a la guardia.

-No me parece, Flor, no tenemos que meternos en más problemas, venimos a hacer un trabajo, no a ser las justicieras que salven el día y resuelvan el caso – Tal vez Sophitia tuviera una mirada algo más cruda de la realidad, no le interesaba ser de ayuda a las causas nobles, sino el llevar a buen término la misión para la que fue llamada – No puedo evitar que lo hagas, pero tampoco voy a ayudar.

No le gustaba decirle que no, sabía que Florángel quería hacer lo correcto, que le emocionaba la idea, pero era mejor que al menos por esa vez la fantasía dejara espacio a la realidad.

-Si Valeska se entera que estuvimos colando información a la guardia nos va a mandar a matar, y seguro no de modo rápido e indoloro – No se podía imaginar cual sería el castigo, pero corrían rumores muy feos sobre lo que hacia la reina pirata con aquellos que la decepcionaban.

Apoyo una mano en el hombro de la muchacha, tampoco era que quería ser tan cortante con el asunto, le sonrió como para quitarle importancia.

-Anda, busquemos algún modo de acercarnos a la casa de donde salió ese sospechoso sujeto, y algún empleo también, parece que vamos a estar un tiempo aquí y no podemos vivir del aire tampoco.

Tenían que descubrir quien estaba en realidad tras el asesinato de Vincent, porque lo habían matado y como era que estaba siendo hilada toda esa maraña de mentiras, poca cosa para comenzar el día.

Por supuesto, Flor notaba que las maneras de Sophitia distaban de ser finas y delicadas y ya había tenido ocasión de observar algunas de las cicatrices en su cuerpo pero, aún así, estaba completamente convencida de que la pirata era una mujer hermosa que podría conquistar al hombre que quisiera con sólo proponérselo. Un hombre que fuera su novio, con el que pasear tomados de la mano y que la mimara con lindos detalles, era lo que las fantasías románticas de la chica indicaban, fantasías muy opuestas al mundo de su amiga y que todavía no eran siquiera melladas por la realidad.

- Bueno, sí, el pelirrojo es simpático, pero pequeñito.

No le sorprendió para nada el cambio en la expresión y la actitud de la pirata; no había esperado que le pareciera bien ni que estuviera de acuerdo con su idea, ni mucho menos que le ayudara, así que no se sintió molesta ni decepcionada por ello.

- No me meteré en problemas, Sophi, tendré cuidado. De todos modos, supuse que no querrías ayudarme, está bien, lo puedo hacer sola.

No lo decía en plan de berrinche ni por amurramiento, estaba tranquila y convencida de lo que decía, desde su punto de vista no tenía porque haber riesgo alguna en entregar cierta información, anónima e invisible, que pudiera ayudar a resolver un crimen. Lo creyó hasta que Sophitia mencionó a Valeska, factor que no había tenido en cuenta. Recordando como la reina pirata había sabido donde estaba ella cuando, mimetizada y silenciosa, había asistido a la reunión, no le cupo la menor duda que podría averiguar que le había entregado información al guardia y el tono de su amiga auguraba que el castigo sería terrible. Si hubiera estado sola, no hubiera vacilado en correr el riesgo, pero arrastrar a Sophi, exponerla... eso era muy distinto.

- Tendremos que hacerlo solas, ¿verdad? Bueno, así será – dijo con resolución – No creo que me cueste mucho encontrar la casa esa, ¿sabes?, pero yo creo que tal vez sería mejor vigilar a la camarera, ella sabe mucho de todo esto – continuó con un tono algo misterioso - ¿De qué crees que podríamos trabajar? Tú igual podrías conseguir algo como mercenaria o en un barco, pero yo...

Tomando el brazo de su amiga, echó a andar hablando animadamente, haciendo proyectos para el inicio del día, hasta emocionada con la idea de partir desde cero.