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Camino a la capital
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Re: Camino a la capital
Pero cuando Zeiss se giró hacia ella, parecía encontrarse tan bien como siempre; alegre, algo distraído en extrañas elucubraciones que de repente eran interrumpidas por una presencia inesperada. De hecho, cuando Auria habló de que debía sentirse dolido la observó con los ojos como platos, como si no comprendiera lo que decía. Pasados un par de segundos hasta que se hizo la luz en su mente, y entonces comenzó a reir.
- Me han acusado de tantas cosas en mi vida, y muchas de ellas ciertas, que lo de Marga se pierde como una gota en un torrente primaveral. ¿No es una bonita comparación?
Le dio la espalda de nuevo a Auria, comprobó que lo tenía todo, y bajó habilmente al piso inferior.
- Debería dedicarme a poeta. En realidad me llamo Zeiss. Si me llamara Zecilio de verdad, mentiría siempre que fuera posible. Ni siquiera el diminutivo salva cierto orgullo al nombre; de hecho es aún peor. "Zeci". Y tampoco soy mayordomo; me dedico a ladrón, estafador, impostor, y todas esas cosas malas que la gente denuncia a la guardia siempre que puede. Marga no lo sabía, por supuesto.
- Me han acusado de tantas cosas en mi vida, y muchas de ellas ciertas, que lo de Marga se pierde como una gota en un torrente primaveral. ¿No es una bonita comparación?
Le dio la espalda de nuevo a Auria, comprobó que lo tenía todo, y bajó habilmente al piso inferior.
- Debería dedicarme a poeta. En realidad me llamo Zeiss. Si me llamara Zecilio de verdad, mentiría siempre que fuera posible. Ni siquiera el diminutivo salva cierto orgullo al nombre; de hecho es aún peor. "Zeci". Y tampoco soy mayordomo; me dedico a ladrón, estafador, impostor, y todas esas cosas malas que la gente denuncia a la guardia siempre que puede. Marga no lo sabía, por supuesto.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
Una vez más, ya Auria había perdido la cuenta de cuantas veces iban, se sintió completamente desconcertada con respecto a que le pasaba por la mente a este sujeto. Esperaba encontrarlo... ¿Como esperaba encontrarlo? Triste, enojado, quizás decepcionado, pero nada de eso se reflejaba en su rostro, en sus gestos casi distraídos, como si estuviera pensando en otra cosa. Sería que... ¿Tal vez era en cierto sentido como ella? ¿Tal vez en realidad le importaba un comino las personas que lo rodeaban? Pero no, estaba segura que su rostro de dolor de hacia unos minutos era cierta.
- Si, es una bonita comparación – Dijo cautelosa mientras se acercaba a donde estaba él, esperándolo abajo.
Luego llego la “confesión”, la doctora lo escucho con calma, ya había supuesto que varias de las cosas que había dicho no eran ciertas, aunque no había alcanzado a imaginar cuanto. Ahora todo tenia mucho más sentido, esa clase de heridas podía ser mucho más creíble en un ladrón que en un mayordomo, lo del nombre no importaba tanto, al fin y al cabo no cambiaba mucho si ella decía que se llamaba Auria o Cristine.
- De acuerdo, no sé que te agarro por ser sincero cuando era tan divertido jugar a ver quien mentía más – Dijo dándose la vuelta – Pero como sea, me importa poco si eres ladrón, asesino o violador de cabras ¿Qué quieres hacer? Sigo sin saber el camino a la capital, así que necesito tu ayuda, pero... ¿Vas a dejar a Marga en este estado? – al decir esto último giro el rostro para mirarlo un segundo, quería ver sus expresiones al contestar, luego volvió a mirar hacia la salida del granero y comenzó a caminar.
Salió nuevamente y se dirigió con paso calmado hacia el abrevadero, la mano le ardía terriblemente por las quemaduras, pero no quería mostrarse herida. Llegó a las frías aguas y sumergió la mano, la miro atraves del agua para calcular daños, por suerte no era muy grave, la piel se veía colorada y algo hinchada, pero no se le iban a formar ampollas o a caer la piel.
Luego de dejarla allí unos minutos se dirigió hacia su maletín, allí tenía un ungüento para quemaduras muy bueno, y también quería ver qué había decidido hacer Marga después de todo.
- Si, es una bonita comparación – Dijo cautelosa mientras se acercaba a donde estaba él, esperándolo abajo.
Luego llego la “confesión”, la doctora lo escucho con calma, ya había supuesto que varias de las cosas que había dicho no eran ciertas, aunque no había alcanzado a imaginar cuanto. Ahora todo tenia mucho más sentido, esa clase de heridas podía ser mucho más creíble en un ladrón que en un mayordomo, lo del nombre no importaba tanto, al fin y al cabo no cambiaba mucho si ella decía que se llamaba Auria o Cristine.
- De acuerdo, no sé que te agarro por ser sincero cuando era tan divertido jugar a ver quien mentía más – Dijo dándose la vuelta – Pero como sea, me importa poco si eres ladrón, asesino o violador de cabras ¿Qué quieres hacer? Sigo sin saber el camino a la capital, así que necesito tu ayuda, pero... ¿Vas a dejar a Marga en este estado? – al decir esto último giro el rostro para mirarlo un segundo, quería ver sus expresiones al contestar, luego volvió a mirar hacia la salida del granero y comenzó a caminar.
Salió nuevamente y se dirigió con paso calmado hacia el abrevadero, la mano le ardía terriblemente por las quemaduras, pero no quería mostrarse herida. Llegó a las frías aguas y sumergió la mano, la miro atraves del agua para calcular daños, por suerte no era muy grave, la piel se veía colorada y algo hinchada, pero no se le iban a formar ampollas o a caer la piel.
Luego de dejarla allí unos minutos se dirigió hacia su maletín, allí tenía un ungüento para quemaduras muy bueno, y también quería ver qué había decidido hacer Marga después de todo.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
- La mayoría del tiempo es más divertido ser sincero. ¿Te has divertido tú mintiendo en nuestra pequeña competición?
Se mantuvo clavado en el suelo, con los brazos en jarras, los ojos medio cerrados fijos en Auria. La quietud con la que se mantenía parecía indicar que estaba observándola con atención y calma, pero su expresión, los párpados caídos, la casi imperceptible sonrisa que lo alejaba sólo lo suficiente de la seriedad, apuntaban más bien a que estaba desinteresado e incluso impaciente por irse. Su frase podría haber sido tanto una acusación como la pregunta más casual; su pose no desmentía nada.
Desvió la mirada hacia el techo sólo cuando Auria le preguntó si dejaría a Marga en su actual estado, como si tuviera que pensarlo un poco por no haber considerado aquella cuestión anteriormente.
- Por qué no - contestó -. De todas formas su hijo volverá pronto, probablemente en el transcurso de la tarde.
Diciendo esto siguió a Auria al exterior, hasta la fuente sin comentar nada y desde allí hasta el maletín. Junto a él estaba Marga, hecha un ovillo en el suelo y sacudida por algunos sollozos esporádicos. Tenía en su mano el frasco vacío que Auria le había recetado para calmarla; parecía que al final había optado por tomarlo y aliviar su sufrimiento. Aún no había hecho efecto, pero era cuestión de tiempo.
Se mantuvo clavado en el suelo, con los brazos en jarras, los ojos medio cerrados fijos en Auria. La quietud con la que se mantenía parecía indicar que estaba observándola con atención y calma, pero su expresión, los párpados caídos, la casi imperceptible sonrisa que lo alejaba sólo lo suficiente de la seriedad, apuntaban más bien a que estaba desinteresado e incluso impaciente por irse. Su frase podría haber sido tanto una acusación como la pregunta más casual; su pose no desmentía nada.
Desvió la mirada hacia el techo sólo cuando Auria le preguntó si dejaría a Marga en su actual estado, como si tuviera que pensarlo un poco por no haber considerado aquella cuestión anteriormente.
- Por qué no - contestó -. De todas formas su hijo volverá pronto, probablemente en el transcurso de la tarde.
Diciendo esto siguió a Auria al exterior, hasta la fuente sin comentar nada y desde allí hasta el maletín. Junto a él estaba Marga, hecha un ovillo en el suelo y sacudida por algunos sollozos esporádicos. Tenía en su mano el frasco vacío que Auria le había recetado para calmarla; parecía que al final había optado por tomarlo y aliviar su sufrimiento. Aún no había hecho efecto, pero era cuestión de tiempo.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
No podía desentrañar como pensaba, ese era su mayor problema, Auria lo miro largamente luego que pregunto eso ¿Se había divertido? Si, la verdad sea dicha, era lo más cercano a divertirse que había sentido en mucho tiempo. Pero el juego había terminado, y ya no podrían seguir jugándolo luego, por que ambos habían derribado las bases mismas, ya ambos sabían qué era el otro.
- Tal vez – Fue lo único que pudo contestar, y no iba a sacarle ni una sílaba más.
Entonces la dejaría allí, bueno, para ella era mejor así, no tendría que quedarse toda la tarde esperando a ese tal hijo, vaya uno a saber a que hora volvería, y mientras deberían soportar a la mujer esa llorando y gimiendo, llena de autocompasión, dolor, y no de la clase de dolor que a Auria le gustaba.
Aun así, todo hubiese sido más simple si al llegar a la campesina esta estuviera muerta, le ponían una frazada arriba, algunas condolencias y punto final. Pero para su decepción aun estaba viva, sería que no había llegado su hora, cada persona tenía un momento en el cual la reclamaban desde arriba, las casualidades hacían que en general ese momento llegara cuando se cruzaban con Auria, pero era simple casualidad.
Se acerco a su maletín sin decir ni una palabra, apenas fijándose en la figura tirada en el piso, acomodo los frascos que en su apuro había quitado de su sitio, los contó con cuidado, tomo sin mucho cuidado el que tenía Marga en la mano, en un principio no quería soltarlo, pero luego de varios tirones cedió por fin.
- Bien, estoy lista – Dijo mientras cerraba el maletín.
Se levanto de la posición arrodillada y miro fijamente a Zeiss, en cierto modo quería entender un poco más de este extraño hombre, pero a la vez no estaba segura de qué encontraría, y eso le causaba una cierta inseguridad, no miedo, no recelo, sino simple incertidumbre. Pero tenía que admitir que luego de tantos campesinos aburridos, torpes e incultos, el poder jugar ese exótico juego la mantenía entretenida ¿Sería así para ambas partes? No se arriesgaba a responder esa pregunta.
- ¿Por donde vamos? – Dijo directamente, las cavilaciones se las guardaba para ella misma.
- Tal vez – Fue lo único que pudo contestar, y no iba a sacarle ni una sílaba más.
Entonces la dejaría allí, bueno, para ella era mejor así, no tendría que quedarse toda la tarde esperando a ese tal hijo, vaya uno a saber a que hora volvería, y mientras deberían soportar a la mujer esa llorando y gimiendo, llena de autocompasión, dolor, y no de la clase de dolor que a Auria le gustaba.
Aun así, todo hubiese sido más simple si al llegar a la campesina esta estuviera muerta, le ponían una frazada arriba, algunas condolencias y punto final. Pero para su decepción aun estaba viva, sería que no había llegado su hora, cada persona tenía un momento en el cual la reclamaban desde arriba, las casualidades hacían que en general ese momento llegara cuando se cruzaban con Auria, pero era simple casualidad.
Se acerco a su maletín sin decir ni una palabra, apenas fijándose en la figura tirada en el piso, acomodo los frascos que en su apuro había quitado de su sitio, los contó con cuidado, tomo sin mucho cuidado el que tenía Marga en la mano, en un principio no quería soltarlo, pero luego de varios tirones cedió por fin.
- Bien, estoy lista – Dijo mientras cerraba el maletín.
Se levanto de la posición arrodillada y miro fijamente a Zeiss, en cierto modo quería entender un poco más de este extraño hombre, pero a la vez no estaba segura de qué encontraría, y eso le causaba una cierta inseguridad, no miedo, no recelo, sino simple incertidumbre. Pero tenía que admitir que luego de tantos campesinos aburridos, torpes e incultos, el poder jugar ese exótico juego la mantenía entretenida ¿Sería así para ambas partes? No se arriesgaba a responder esa pregunta.
- ¿Por donde vamos? – Dijo directamente, las cavilaciones se las guardaba para ella misma.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
No se le había pasado la mirada fija de Auria. De hecho, había pocas cosas que se le estuvieran pasando en aquel momento, y hacía funcionar su mente a toda velocidad bajo un rostro de calma y serenidad.
- ¿Lista? preguntó, volviendo a dirigir su atención hacia ella; había estado mirando a otro lado mientras esperaba que la muchacha recogiera todas sus cosas - Yo también. Podemos iniciar pues un agradable paseo por el campo en la mortecina luz del amanecer, que aún no está presente pero no tardará en llegar. Hasta entonces, ten cuidado por donde pisas; el fuego sólo nos guiará una pequeña parte del camino, y en cuanto nos alejemos no me gustaría acabar cargando con una médico de tobillo torcido.
Con un teatral ondear de su capa, le dio la espalda a Auria y comenzó a andar hacia el camino por el que habían llegado, pero esta vez lo tomó en dirección contraria.
- ¿Lista? preguntó, volviendo a dirigir su atención hacia ella; había estado mirando a otro lado mientras esperaba que la muchacha recogiera todas sus cosas - Yo también. Podemos iniciar pues un agradable paseo por el campo en la mortecina luz del amanecer, que aún no está presente pero no tardará en llegar. Hasta entonces, ten cuidado por donde pisas; el fuego sólo nos guiará una pequeña parte del camino, y en cuanto nos alejemos no me gustaría acabar cargando con una médico de tobillo torcido.
Con un teatral ondear de su capa, le dio la espalda a Auria y comenzó a andar hacia el camino por el que habían llegado, pero esta vez lo tomó en dirección contraria.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
La miraba con mucha atención, aunque solo por momentos lo notaba, y eso la ponía nerviosa, pero no podía hacer mucho al respecto, solo esperar que las cosas salieran bien. La mujer en el suelo ya estaba tirada, probablemente dormida producto de la droga, bien por ella, no había sido la liberación espiritual que Auria esperaba, pero serviría por el momento, quizás con el tiempo ella misma acabara con su vida.
- Ni aunque tuviera una fractura permitiría que me cargues – Dijo la doctora mirándolo con gesto malhumorado. Odiaba sus tontos chistes, y lo que más odiaba era que nunca dejaba en claro donde comenzaba uno y cuando hablaba en serio, el irritante sujeto tenía facilidad para ponerla de mal humor.
Miro los restos de la casa destruida, aun se podía ver algo de humo saliendo por varios lugares, aunque el rocío de la mañana ya comenzaba a actuar para apagar hasta la última brasa. Una vez mas, se marchaba de un lugar y este quedaba destruido, había dejado de contar hace mucho cuantas veces había visto esa escena. Pero poco le importaba, la asesina solo hacia su trabajo, lo que su religión demandaba de ella.
Caminaron desandando el camino por el que habían llegado antes, una vez más Auria prestaba poca atención al camino, y por sobre todo a la charla en general, por lo poco que conocía a Zeiss, ya sabía que no diría nada interesante a menos que supiera que iba a lograr algo con eso, una reacción por parte de ella, quitarle alguna verdad, o lo que fuera, pero mientras la asesina estuviera callada seguramente solo diría tonterías.
- ¿A cuantos días estamos de llegar? – Pregunto luego de algunas horas, como no estaba escuchándolo no sabia si lo había interrumpido o no, o si su comentario había sido oportuno. Poco le importaba también...
- Ni aunque tuviera una fractura permitiría que me cargues – Dijo la doctora mirándolo con gesto malhumorado. Odiaba sus tontos chistes, y lo que más odiaba era que nunca dejaba en claro donde comenzaba uno y cuando hablaba en serio, el irritante sujeto tenía facilidad para ponerla de mal humor.
Miro los restos de la casa destruida, aun se podía ver algo de humo saliendo por varios lugares, aunque el rocío de la mañana ya comenzaba a actuar para apagar hasta la última brasa. Una vez mas, se marchaba de un lugar y este quedaba destruido, había dejado de contar hace mucho cuantas veces había visto esa escena. Pero poco le importaba, la asesina solo hacia su trabajo, lo que su religión demandaba de ella.
Caminaron desandando el camino por el que habían llegado antes, una vez más Auria prestaba poca atención al camino, y por sobre todo a la charla en general, por lo poco que conocía a Zeiss, ya sabía que no diría nada interesante a menos que supiera que iba a lograr algo con eso, una reacción por parte de ella, quitarle alguna verdad, o lo que fuera, pero mientras la asesina estuviera callada seguramente solo diría tonterías.
- ¿A cuantos días estamos de llegar? – Pregunto luego de algunas horas, como no estaba escuchándolo no sabia si lo había interrumpido o no, o si su comentario había sido oportuno. Poco le importaba también...
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
Para lo poco que sabía de Zeiss, Auria le compredía y predecía sorprendentemente bien; aunque su entendimiento de su forma de ser no llegara a tanto como para que pudieran usarse estas palabras, lo que podía ser una simple intuición se traducía por lo mismo en la práctica: no se equivocaba en la defensa que tomaba contra el ladrón.
Zeiss estaba a la caza de cualquier pequeña pista que pudiera salir de la conversación y, como ella adivinaba, lo único que creía necesitar para conseguirla era que respondiera. Por ello sus frases tajantes y que daban poco pie a seguir charlando sin fin aparente resultaban un gran impedimento y, bajo una gran masa de paciencia que se había visto obligado a aprender con los años, Zeiss estaba algo irritado. La médico no sólo no se había vuelto esquiva y secretista, sino que además ignoraba totalmente la dirección que habían tomado. Zeiss había esperado que comentara algo sobre el camino, hiciera notar de alguna forma que iban en dirección contraria a la del día anterior. No pudo evitar preguntarse si estaría disimulando, si daba por supuesto que habían realizado un desvío para trasnochar en la granja, o si era inusitadamente despistada y falta de orientación.
De cualquier forma era irrelevante. Aquello no llegaba a partirle el corazón.
Aunque de cómo se sentía él exactamente no estaba del todo seguro en aquel momento. Pero sí que era plenamente consciente de que tampoco era demasiado importante, y por ello se había centrado en otra cosa, había tomado una tangente que se le había presentado cuando menos lo esperaba. Dos simples palabras.
"Tal vez".
Era lo único que Auria había respondido, pero bastaba para avivar una pequeña chispa en la mente de Zeiss, una chispa que había prendido cuando ella misma se había descubierto al hablar de "jugar a quién mentía más". Una mentirosa, pues. ¿Falsa médico? ¿Química huyendo de la justicia? ¿Simple timadora, embaucadora, ladrona? O quizás algo más, algo más relacionado con lo que acababa de ocurrir, algo como un cómplice que hubiera atrancado la puerta de la habitación de Marga y Cleid, y que al intentar robar en la casa sólo hubiera conseguido, por algún extraño accidente, prenderle fuego.
Quería pasar a la acción antes de que amaneciera. Y la claridad del día no tardaría mucho más antes de comenzar a despuntar. A la pregunta de Auria respondió con otra pregunta, calmada, casi despistada, trivial.
- ¿A cuántas personas has matado en tu vida?
Era una pregunta sin apenas riesgo comparada con lo que Zeiss había llegado a lanzarle a la gente para sondearla, buscando verdades con disimuladas acusaciones depositadas al azar. Se mantuvo a si mismo calmado mientras hablaba, manteniendo buen paso y mirando al frente. No hay mejor forma de sacar informaciones que hacer aparente que lo sabes todo, y acusaciones exageradas o algo ambiguas suelen soltar las lenguas.
Zeiss estaba a la caza de cualquier pequeña pista que pudiera salir de la conversación y, como ella adivinaba, lo único que creía necesitar para conseguirla era que respondiera. Por ello sus frases tajantes y que daban poco pie a seguir charlando sin fin aparente resultaban un gran impedimento y, bajo una gran masa de paciencia que se había visto obligado a aprender con los años, Zeiss estaba algo irritado. La médico no sólo no se había vuelto esquiva y secretista, sino que además ignoraba totalmente la dirección que habían tomado. Zeiss había esperado que comentara algo sobre el camino, hiciera notar de alguna forma que iban en dirección contraria a la del día anterior. No pudo evitar preguntarse si estaría disimulando, si daba por supuesto que habían realizado un desvío para trasnochar en la granja, o si era inusitadamente despistada y falta de orientación.
De cualquier forma era irrelevante. Aquello no llegaba a partirle el corazón.
Aunque de cómo se sentía él exactamente no estaba del todo seguro en aquel momento. Pero sí que era plenamente consciente de que tampoco era demasiado importante, y por ello se había centrado en otra cosa, había tomado una tangente que se le había presentado cuando menos lo esperaba. Dos simples palabras.
"Tal vez".
Era lo único que Auria había respondido, pero bastaba para avivar una pequeña chispa en la mente de Zeiss, una chispa que había prendido cuando ella misma se había descubierto al hablar de "jugar a quién mentía más". Una mentirosa, pues. ¿Falsa médico? ¿Química huyendo de la justicia? ¿Simple timadora, embaucadora, ladrona? O quizás algo más, algo más relacionado con lo que acababa de ocurrir, algo como un cómplice que hubiera atrancado la puerta de la habitación de Marga y Cleid, y que al intentar robar en la casa sólo hubiera conseguido, por algún extraño accidente, prenderle fuego.
Quería pasar a la acción antes de que amaneciera. Y la claridad del día no tardaría mucho más antes de comenzar a despuntar. A la pregunta de Auria respondió con otra pregunta, calmada, casi despistada, trivial.
- ¿A cuántas personas has matado en tu vida?
Era una pregunta sin apenas riesgo comparada con lo que Zeiss había llegado a lanzarle a la gente para sondearla, buscando verdades con disimuladas acusaciones depositadas al azar. Se mantuvo a si mismo calmado mientras hablaba, manteniendo buen paso y mirando al frente. No hay mejor forma de sacar informaciones que hacer aparente que lo sabes todo, y acusaciones exageradas o algo ambiguas suelen soltar las lenguas.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
Auria en verdad no tenia sentido de orientación, no es que careciera de él, sino que no estaba acostumbrada del todo a viajar a pie, había llegado hasta ahí por pura casualidad y fortuna del destino, y ese era el porque tampoco había logrado llegar a la famosa capital. No confiaba en Zeiss, pero tampoco veía el porque podría querer engañarla, si pretendía robarle no veía que le pudiera sacar mucho, y eso lo podría haber hecho en el mismo lugar donde se encontraron, tampoco asesinarla, por mismo motivo. Por esto lo seguía despreocupadamente, solo concentrada en que su constante charla no le afectara.
Sin embargo, la pregunta de Zeiss la tomo por sorpresa, pero era una persona inteligente, sabía que era imposible que el sujeto supiera de su pasado, a menos que perteneciera a la orden no sabría nada de ella. “Me subestimas” Pensó Auria, y, aunque sea algo ridículo, la irrito, la hizo enojar que la creyera tan tonta como para caer en una treta así de simple, sabia con certeza que el ladrón era capas de pensar estrategias mucho más complejas.
- Que pregunta mas estúpida – Dijo ofendida - ¿Acaso crees que los cuento?
Espero a ver si había alguna reacción, algún gesto, que se riera, que se enojara, cualquier cosa que le diera la señal correcta, que le dijera que a Zeiss en verdad le importaba qué pasaba con las personas que lo rodeaban, que demostrara que al final era un simple ladrón de buen corazón. Auria se sonrió, pero esta vez no era fingido, era una sonrisa algo retorcida que mostraba que algo no andaba bien dentro de su cabeza, era su verdadera risa.
- Como doctora, cuando un paciente esta sufriendo demasiado y no hay modo de ayudarlo, no me queda mas remedio que acabar con su vida, para evitar que siga padeciendo – Explico como continuando con la primer oración.
Estaba jugando con él, bromeando si se quiere, aunque sus modos eran poco comunes, un humor negro que no era del agrado de la mayoría de las personas. ¿Era Zeiss de la clase de persona que podía tomárselo con humor? La asesina no lo sabía, no tenía idea de en qué pensaba, cómo lo pensaba o a dónde quería llegar con todo eso. Pero al igual que él hacia con ella, el único modo que tenía para averiguarlo era con oraciones chocantes que hicieran surgir algún sentimiento en él.
- ¿A cuantos días estamos de llegar? – Repitió como si nada de lo anterior hubiese sucedido.
Sin embargo, la pregunta de Zeiss la tomo por sorpresa, pero era una persona inteligente, sabía que era imposible que el sujeto supiera de su pasado, a menos que perteneciera a la orden no sabría nada de ella. “Me subestimas” Pensó Auria, y, aunque sea algo ridículo, la irrito, la hizo enojar que la creyera tan tonta como para caer en una treta así de simple, sabia con certeza que el ladrón era capas de pensar estrategias mucho más complejas.
- Que pregunta mas estúpida – Dijo ofendida - ¿Acaso crees que los cuento?
Espero a ver si había alguna reacción, algún gesto, que se riera, que se enojara, cualquier cosa que le diera la señal correcta, que le dijera que a Zeiss en verdad le importaba qué pasaba con las personas que lo rodeaban, que demostrara que al final era un simple ladrón de buen corazón. Auria se sonrió, pero esta vez no era fingido, era una sonrisa algo retorcida que mostraba que algo no andaba bien dentro de su cabeza, era su verdadera risa.
- Como doctora, cuando un paciente esta sufriendo demasiado y no hay modo de ayudarlo, no me queda mas remedio que acabar con su vida, para evitar que siga padeciendo – Explico como continuando con la primer oración.
Estaba jugando con él, bromeando si se quiere, aunque sus modos eran poco comunes, un humor negro que no era del agrado de la mayoría de las personas. ¿Era Zeiss de la clase de persona que podía tomárselo con humor? La asesina no lo sabía, no tenía idea de en qué pensaba, cómo lo pensaba o a dónde quería llegar con todo eso. Pero al igual que él hacia con ella, el único modo que tenía para averiguarlo era con oraciones chocantes que hicieran surgir algún sentimiento en él.
- ¿A cuantos días estamos de llegar? – Repitió como si nada de lo anterior hubiese sucedido.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
Uno de sus pasatiempos predilectos era irritar a la gente, y parecía que iba por buen camino en ese sentido. Auria se mostró ofendida al responder, y eso fue un punto a favor para él... pero al mismo tiempo tenía que cederle un tanto al haberse adelantado la peculiar médico a sus pensamientos.
Respondiera como respondiera Auria, la intención de Zeiss había sido procurar desestabilizarla más abriendo mucho los ojos y diciendo algo como: "no sé de qué me hablas, yo sólo me refería a posibles accidentes en el seno de tu profesión." Cuando la escuchó defenderse con esto exactamente, sonrió con cierta ironía, o quizás un cinismo deformado. En aquel momento se había vuelto repentinamente consciente de que ambos eran plenamente consciente de lo que el otro pretendía, y que en realidad se encontraban en un cara a cara disimulado. No era el único tratando de sondear la persona contraria, de la misma forma que Auria no era una buena chica inocente.
"Exactamente a cuantos días quiera poner yo entre nosotros y la capital. Me ha parecido notar que tu orientación es un poco deficiente. ¿Te las apañarías sola?". Lo pensó, pero lo guardó para sí inmediatamente: sabía que no era buena idea intentar intimidar por aquellos medios. No asustaría a Auria con aquellas palabras, si acaso sólo la volvería más ácida si combinaba aquellas palabras con las que realmente quería decir.
- La primera persona que yo maté fue a mi padre - respondió, pero como si se tratara de un ejemplo con el cual dijera: "bromear es divertido hasta un punto, pero ahora dímelo en serio: ¿a quién mataste tú?".
Respondiera como respondiera Auria, la intención de Zeiss había sido procurar desestabilizarla más abriendo mucho los ojos y diciendo algo como: "no sé de qué me hablas, yo sólo me refería a posibles accidentes en el seno de tu profesión." Cuando la escuchó defenderse con esto exactamente, sonrió con cierta ironía, o quizás un cinismo deformado. En aquel momento se había vuelto repentinamente consciente de que ambos eran plenamente consciente de lo que el otro pretendía, y que en realidad se encontraban en un cara a cara disimulado. No era el único tratando de sondear la persona contraria, de la misma forma que Auria no era una buena chica inocente.
"Exactamente a cuantos días quiera poner yo entre nosotros y la capital. Me ha parecido notar que tu orientación es un poco deficiente. ¿Te las apañarías sola?". Lo pensó, pero lo guardó para sí inmediatamente: sabía que no era buena idea intentar intimidar por aquellos medios. No asustaría a Auria con aquellas palabras, si acaso sólo la volvería más ácida si combinaba aquellas palabras con las que realmente quería decir.
- La primera persona que yo maté fue a mi padre - respondió, pero como si se tratara de un ejemplo con el cual dijera: "bromear es divertido hasta un punto, pero ahora dímelo en serio: ¿a quién mataste tú?".
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
No había respuesta alguna, Zeiss resultaba un adversario muy digno, no lograba sacarlo de sus casillas y a la vez él si la sacaba a ella, lo odiaba por eso, pero no podía evitar reconocer su talento. El juego continuaba después de todo, solo que habían cambiado levemente las reglas, la cuestión era ¿Quién desestabilizaría al otro primero? ¿Quién se quebraría y mandaría todo al demonio? Que divertido resultaba, era una competencia de astucia.
Seguían caminando por un camino de tierra que Auria no conocía, miró sus botas algo gastadas ya, en otro tiempo habían sido de buena calidad, y el echo de que resistieran tantos años lo demostraban. Había perdido la capa en el incendio o algo así, ya no se acordaba bien, estaba tan solo con su ropa negra, manchada aun por la sangre seca de víctimas pasadas, algún día tendría que lavarla, el olor no le resultaba desagradable, pero no ayudaba a su imagen.
- Esta muy bien – Respondió la doctora ante la afirmación de Zeiss, si lo había escuchado, pero era una ridiculez de comentario, no pensaba tomárselo en serio.
¿Era porque no le importaba acaso? No, no era eso, no consideraba que matar a sus propios padres fuera más grave que matar gente en general, aunque lo hubiese tomado en serio, la idea no le era ajena. Todos seguían siendo iguales, los cortabas un poco y ya quedaban irreconocible, otro poco de fuego y siquiera una madre podría reconocer a su hijo.
- ¿Crees que encontremos un rio o un lago pronto? – dijo ya que parecía que no iba a contestarle cuando llegaban – Necesito limpiarme.
Si no quería contestarle para irritarla aun más, que así lo hiciera, no pensaba darle el gusto, continuaría con la charla por alguna otra parte y fin del asunto. De cualquier modo, la urgencia por un baño lo tenía en verdad, y al no ver señales de ciudad alguna, con un poco de agua de rio estaría bien.
Seguían caminando por un camino de tierra que Auria no conocía, miró sus botas algo gastadas ya, en otro tiempo habían sido de buena calidad, y el echo de que resistieran tantos años lo demostraban. Había perdido la capa en el incendio o algo así, ya no se acordaba bien, estaba tan solo con su ropa negra, manchada aun por la sangre seca de víctimas pasadas, algún día tendría que lavarla, el olor no le resultaba desagradable, pero no ayudaba a su imagen.
- Esta muy bien – Respondió la doctora ante la afirmación de Zeiss, si lo había escuchado, pero era una ridiculez de comentario, no pensaba tomárselo en serio.
¿Era porque no le importaba acaso? No, no era eso, no consideraba que matar a sus propios padres fuera más grave que matar gente en general, aunque lo hubiese tomado en serio, la idea no le era ajena. Todos seguían siendo iguales, los cortabas un poco y ya quedaban irreconocible, otro poco de fuego y siquiera una madre podría reconocer a su hijo.
- ¿Crees que encontremos un rio o un lago pronto? – dijo ya que parecía que no iba a contestarle cuando llegaban – Necesito limpiarme.
Si no quería contestarle para irritarla aun más, que así lo hiciera, no pensaba darle el gusto, continuaría con la charla por alguna otra parte y fin del asunto. De cualquier modo, la urgencia por un baño lo tenía en verdad, y al no ver señales de ciudad alguna, con un poco de agua de rio estaría bien.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
Era evidente que no conseguía impactarla de ningún modo por aquellos medios. Tradujo aquello como que Auria era una mujer de sangre fría, casi desalmada. Había poca gente que, ante aquella afirmación que había hecho Zeiss, no se escandalizara o lo tomara a broma. "Está muy bien" era de lo más neutro.
Pero aquello le divertía más que le irritaba.
- La sangre favorece el color de tus ojos, querida. Deberías considerar el quedarte así.
Aunque supuso que lo decía más por una cuestión de higiene y de sentirse bien consigo misma que para lavar sus ropas antes de llegar a la ciudad, cosa que en el fondo tampoco habría sido mala idea. Era posible que algunos guardias se interesaran por ella si la veían circular con tanta sangre reseca.
- Por supuesto podemos corregir un poco la trayectoria un poco para pasar por uno; no estamos muy lejos. Yo mismo tengo algo de sed y poca agua de reserva. Permíteme que vuelva a desviar nuestro curso.
Dicho lo cual torció un poco hacia la izquierda Tardarían alrededor de media hora en llegar a un río.
Pero aquello le divertía más que le irritaba.
- La sangre favorece el color de tus ojos, querida. Deberías considerar el quedarte así.
Aunque supuso que lo decía más por una cuestión de higiene y de sentirse bien consigo misma que para lavar sus ropas antes de llegar a la ciudad, cosa que en el fondo tampoco habría sido mala idea. Era posible que algunos guardias se interesaran por ella si la veían circular con tanta sangre reseca.
- Por supuesto podemos corregir un poco la trayectoria un poco para pasar por uno; no estamos muy lejos. Yo mismo tengo algo de sed y poca agua de reserva. Permíteme que vuelva a desviar nuestro curso.
Dicho lo cual torció un poco hacia la izquierda Tardarían alrededor de media hora en llegar a un río.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
Y Zeiss había acertado, Auria tenia los cánones de moral demasiado retorcidos, en cierto modo, eran casi inexistentes, su causa era la única justa, no había modo de que fuera diferente. Padres, padres, padres, recordaba eso, recordaba a sus padres, ya no estaban más con ella, tampoco en un lugar mejor, los muy traidores habían muerto en las llamas, si, podía recordarlo, y al siguiente momento, ya no lo recordaba mas...
- ¿El color de mis ojos? – Dijo levantando una ceja interrogante - ¿Sabes siquiera de qué color son o simplemente inventas sobre la marcha? – Su humor no mejoraba, pero al menos tampoco empeoraba, según recordaba sus ojos eran de un oscuro desconcertante, parecía de un rojo muy oscuro, casi negro, recordaba que por más que se esforzara nunca había logrado tener una mirada cándida.
Estaba dispuesta a soportarlo si la llevaba a algún lugar con agua pronto, no solo era por la ropa, también necesitaba un lavado ella, por tantos días de caminar, más la sangre seca y el olor a humo ya no aguantaba siquiera ella misma el olor. Miro su mano levemente quemada, quería también frenar para poder hacer un ungüento que le curada eso.
- De acuerdo, como prefieras, pero vayamos ya – No sabía por donde estaban, o cuanto tiempo les robaría el desviarse hacia un lago, pero lo cierto era que nadie la esperaba a donde iba, podía tardarse el tiempo que quisiera, no había motivo para ir, tampoco para volver.
Se desviaron del camino nuevamente, había algo así como un camino marcado, tal vez de viajeros que también había necesitado del agua, pero resultaba apenas perceptible, Auria no lo habría notado de haber estado sola. Caminaron un tiempo, la asesina sin hablar, fiel a su estilo, se concentraba en ver el paisaje, sobre todo las plantas que podían serle útiles para hacer medicinas.
- Y... ¿Cómo llegaste a ser ladrón? – Pregunto la mujer, con un poco de interés, también para hablar de algo.
- ¿El color de mis ojos? – Dijo levantando una ceja interrogante - ¿Sabes siquiera de qué color son o simplemente inventas sobre la marcha? – Su humor no mejoraba, pero al menos tampoco empeoraba, según recordaba sus ojos eran de un oscuro desconcertante, parecía de un rojo muy oscuro, casi negro, recordaba que por más que se esforzara nunca había logrado tener una mirada cándida.
Estaba dispuesta a soportarlo si la llevaba a algún lugar con agua pronto, no solo era por la ropa, también necesitaba un lavado ella, por tantos días de caminar, más la sangre seca y el olor a humo ya no aguantaba siquiera ella misma el olor. Miro su mano levemente quemada, quería también frenar para poder hacer un ungüento que le curada eso.
- De acuerdo, como prefieras, pero vayamos ya – No sabía por donde estaban, o cuanto tiempo les robaría el desviarse hacia un lago, pero lo cierto era que nadie la esperaba a donde iba, podía tardarse el tiempo que quisiera, no había motivo para ir, tampoco para volver.
Se desviaron del camino nuevamente, había algo así como un camino marcado, tal vez de viajeros que también había necesitado del agua, pero resultaba apenas perceptible, Auria no lo habría notado de haber estado sola. Caminaron un tiempo, la asesina sin hablar, fiel a su estilo, se concentraba en ver el paisaje, sobre todo las plantas que podían serle útiles para hacer medicinas.
- Y... ¿Cómo llegaste a ser ladrón? – Pregunto la mujer, con un poco de interés, también para hablar de algo.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
- ¿Lo preguntas por verdadero interés o simplemente improvisas sobre la marcha? - preguntó en una clara imitación de la última respuesta de la muchacha.
Lo cual no quería decir que le importara contestar. Y tampoco había puesto mala cara. Lo cierto es que si le preguntaban por su pasado, Zeiss no dudaba jamás en responder; otra cosa era que lo que dijera fuera cierto.
- Verás, es algo que va un poco por inercia. En ocasiones, cuando matas a tu padre, tu madre se muestra la más protectora de las madres, miente y te protege ante la ley, asegura que todo fue un accidente, y tu creces a salvo pero con un inapartable trauma en el fondo de tu mente - se permitió una pausa teatral -. Pero es un caso raro. De forma más habitual, cuando matas a tu padre tu madre tiende a escandalizarse, perseguirte, y es necesario escapar de casa para salvar el pellejo; llegados a este punto tienes la opción de morirte de hambre en las calles... o aprovechar que ya estás fuera de la ley para cometer un par de infracciones más.
Mientras tanto se acercaban al torrente del que había hablado el ladrón. Zeiss había decidido no despistarla en eso, aunque estaba convencido de que debería haberlo hecho, haberla llevado dando círculos por la isla sin encontrar jamás agua, y afirmando constantemente "sí, sí, ya estamos llegando, sólo unos minutos más".
Lamentaba un poquito no haberlo hecho. Habría sido francamente divertido.
Lo cual no quería decir que le importara contestar. Y tampoco había puesto mala cara. Lo cierto es que si le preguntaban por su pasado, Zeiss no dudaba jamás en responder; otra cosa era que lo que dijera fuera cierto.
- Verás, es algo que va un poco por inercia. En ocasiones, cuando matas a tu padre, tu madre se muestra la más protectora de las madres, miente y te protege ante la ley, asegura que todo fue un accidente, y tu creces a salvo pero con un inapartable trauma en el fondo de tu mente - se permitió una pausa teatral -. Pero es un caso raro. De forma más habitual, cuando matas a tu padre tu madre tiende a escandalizarse, perseguirte, y es necesario escapar de casa para salvar el pellejo; llegados a este punto tienes la opción de morirte de hambre en las calles... o aprovechar que ya estás fuera de la ley para cometer un par de infracciones más.
Mientras tanto se acercaban al torrente del que había hablado el ladrón. Zeiss había decidido no despistarla en eso, aunque estaba convencido de que debería haberlo hecho, haberla llevado dando círculos por la isla sin encontrar jamás agua, y afirmando constantemente "sí, sí, ya estamos llegando, sólo unos minutos más".
Lamentaba un poquito no haberlo hecho. Habría sido francamente divertido.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
Torció la boca cuando la respuesta a la pregunta resulto ser otra pregunta, una especie de burla a su modo de hablar, si se seguía burlando de ella le retorcería el cuello como a una gallina, no sabía cómo, pero lo haría. En fuerza física y seguramente en pelea directa Zeiss le ganaba por mucho, la asesina tenía las de perder, pero solo era cuestión de tener paciencia, esperar el momento correcto, un descuido, un desliz, lo vigilaría de cerca.
- Ja-ja-ja, que chistoso eres – Dijo cruzándose de brazos ofendida.
Cuando pensaba que el ladrón no iba a contestarle comenzó a hablar sin parar, casi como si no pudiera callar todo lo que tenía que ver con su pasado. Pero otra vez salía con eso de su padre asesinado, ¿Debería creerle semejante historia? Ella no dudaría en matar a los suyos si así se lo pedía su querida dama, pero el caso de Zeiss parecía muy diferente.
- No me digas, y dime ¿Por qué un niño mataría a su propio padre? - Preguntó levantando una ceja escéptica a creer en el relato.
Había miles de motivos, ella lo había visto en los pueblos por los que había pasado, muchas veces siquiera eran motivos importantes, tal vez porque era borracho, o porque golpeaba a la madre, o abusaba de sus hijas, quizás todo eso a la vez. Todo era posible, la naturaleza humana era de por si horrible, no podían hacer nada que la sorprendiera, la asustara, o la inquietara en modo alguno. Conocía sus pecados, era por eso que no había perdón para ninguno.
- Para serte sincera, me cuesta creer que un sujeto tan.... ¿Carismático? – Dijo dubitativa – pudiera hacer cosas por el estilo.
Le pareció escuchar agua a lo lejos, eso levantó un poco su humor, aunque incluso estando en el mejor de sus humores no era una persona agradable, no a menos que se esforzara por serlo, así que una leve subida no representaba mucho cambio.
- Ja-ja-ja, que chistoso eres – Dijo cruzándose de brazos ofendida.
Cuando pensaba que el ladrón no iba a contestarle comenzó a hablar sin parar, casi como si no pudiera callar todo lo que tenía que ver con su pasado. Pero otra vez salía con eso de su padre asesinado, ¿Debería creerle semejante historia? Ella no dudaría en matar a los suyos si así se lo pedía su querida dama, pero el caso de Zeiss parecía muy diferente.
- No me digas, y dime ¿Por qué un niño mataría a su propio padre? - Preguntó levantando una ceja escéptica a creer en el relato.
Había miles de motivos, ella lo había visto en los pueblos por los que había pasado, muchas veces siquiera eran motivos importantes, tal vez porque era borracho, o porque golpeaba a la madre, o abusaba de sus hijas, quizás todo eso a la vez. Todo era posible, la naturaleza humana era de por si horrible, no podían hacer nada que la sorprendiera, la asustara, o la inquietara en modo alguno. Conocía sus pecados, era por eso que no había perdón para ninguno.
- Para serte sincera, me cuesta creer que un sujeto tan.... ¿Carismático? – Dijo dubitativa – pudiera hacer cosas por el estilo.
Le pareció escuchar agua a lo lejos, eso levantó un poco su humor, aunque incluso estando en el mejor de sus humores no era una persona agradable, no a menos que se esforzara por serlo, así que una leve subida no representaba mucho cambio.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
Oh, qué divertido modo de torcer la boca de disgusto tenía Auria. Plenamente satisfactorio, aunque debía admitir que no había pensado que la mujer fuera a reaccionar tanto, o incluso que fuera a reaccionar de forma externa.
- Tú decides si creerme o no. Aunque me parece un punto de vista muy extremo el que sólo permite dos opciones. La vida está hecha de medias verdades, no de verdades y mentiras ambas completamente puras. Puede que te haya contado una media verdad. O puede que lo de que todo son medias verdades sea sólo una media verdad. Con lo cual tendríamos ya un cuarto de verdad. Y si volvemos a dividirlo...
Podría haber seguido así un rato, pero en lugar de hacerlo simplemente repitió varias veces un movimiento cíclico de la mano que venía a significar "etc, etc, etc".
- Y sigamos con verdades y mentiras... Aunque me anoto eso de carismático, es un cumplido que me ha llegado al alma. No todos los días me dicen cosas tan bonitas... No te estarás enamorando de mi, ¿verdad? Debo advertirte de que creo que no funcionaría. ¿O será todo una media verdad muy dada la vuelta, y que en realidad me estoy enamorando yo de ti, preciosa dama, y que si te hago enfadar es por lo enternecedor que me parece ese mohín que haces cuando estás frustrada?
Dicho esto, le dedicó una mirada seductora y una brillante sonrisa que no acababan de congeniar con su personalidad.
- Tú decides si creerme o no. Aunque me parece un punto de vista muy extremo el que sólo permite dos opciones. La vida está hecha de medias verdades, no de verdades y mentiras ambas completamente puras. Puede que te haya contado una media verdad. O puede que lo de que todo son medias verdades sea sólo una media verdad. Con lo cual tendríamos ya un cuarto de verdad. Y si volvemos a dividirlo...
Podría haber seguido así un rato, pero en lugar de hacerlo simplemente repitió varias veces un movimiento cíclico de la mano que venía a significar "etc, etc, etc".
- Y sigamos con verdades y mentiras... Aunque me anoto eso de carismático, es un cumplido que me ha llegado al alma. No todos los días me dicen cosas tan bonitas... No te estarás enamorando de mi, ¿verdad? Debo advertirte de que creo que no funcionaría. ¿O será todo una media verdad muy dada la vuelta, y que en realidad me estoy enamorando yo de ti, preciosa dama, y que si te hago enfadar es por lo enternecedor que me parece ese mohín que haces cuando estás frustrada?
Dicho esto, le dedicó una mirada seductora y una brillante sonrisa que no acababan de congeniar con su personalidad.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
Al paso que iban llegarían a la capital y siquiera estaría segura de cómo se llamaba su supuesto guía, apenas y si le creía que era ladrón. ¿Por qué siempre tenía que empezar con esa cháchara infinita? ¿No podía contestar simplemente “si” o “no”? Estas cosas mantenían ocupada la mente de la doctora mientras Zeiss hacia su discurso de medias verdades, o cuarto de verdades, Auria ya no estaba muy segura.
- No sabes cuanto te agradezco que te limitaras a hacer el gesto – Comento irónica el movimiento cíclico de la mano, el solo imaginarse a Zeiss hablando sobre cuartos, tercios, etc., durante todo el camino la volvía loca.
No estaba segura de haberlo dicho como un halago, en realidad, estaba casi segura de lo contrario, había utilizado el termino “carismático” por no decir “bufón” , aunque viendo como lo había tomado, probablemente se habría alegrado aun más si le hubiese dicho esto ultimo. De todos los sujetos raros con los que se podría haber cruzado, sin duda este era el peor, y no le quedaba más remedio que seguirlo si no quería terminar perdida en medio de la nada. Esto le servía de lección para la próxima.
Y hablando de mohín, Auria no pensaba darle el gusto de hacer uno cuando escucho su ultimo comentario, era obvio que ese era su objetivo, no la agarraría desprevenida dos veces seguidas.
- Claro, en realidad estoy profundamente enamorada de ti y de tus.... ¿Encantos? – Dijo dudando a propósito – En realidad venía siguiéndote, me puse en tu camino a propósito para que me encuentres – Sonrió encantadora, de ese mismo modo que había hecho siempre que quería que alguien la adorada, una sonrisa brillante y dulce – Pero ahora que me descubriste tendré que olvidarme del plan y seguir tratándote como al ridículo que eres – A medida que la oración avanzaba la sonrisa se iba trastocando, hasta volver a su gesto normal, e incluso con el ceño aun más fruncido, terminando con un silencio fulminante.
El sonido del agua ya era bien claro y notorio incluso para el más despistado, por fin podría darse un baño, y relajarse un poco. Saber que al meter la cabeza bajo el agua no escucharía la irritante voz de Zeiss la animaba a acelerar el paso.
- No sabes cuanto te agradezco que te limitaras a hacer el gesto – Comento irónica el movimiento cíclico de la mano, el solo imaginarse a Zeiss hablando sobre cuartos, tercios, etc., durante todo el camino la volvía loca.
No estaba segura de haberlo dicho como un halago, en realidad, estaba casi segura de lo contrario, había utilizado el termino “carismático” por no decir “bufón” , aunque viendo como lo había tomado, probablemente se habría alegrado aun más si le hubiese dicho esto ultimo. De todos los sujetos raros con los que se podría haber cruzado, sin duda este era el peor, y no le quedaba más remedio que seguirlo si no quería terminar perdida en medio de la nada. Esto le servía de lección para la próxima.
Y hablando de mohín, Auria no pensaba darle el gusto de hacer uno cuando escucho su ultimo comentario, era obvio que ese era su objetivo, no la agarraría desprevenida dos veces seguidas.
- Claro, en realidad estoy profundamente enamorada de ti y de tus.... ¿Encantos? – Dijo dudando a propósito – En realidad venía siguiéndote, me puse en tu camino a propósito para que me encuentres – Sonrió encantadora, de ese mismo modo que había hecho siempre que quería que alguien la adorada, una sonrisa brillante y dulce – Pero ahora que me descubriste tendré que olvidarme del plan y seguir tratándote como al ridículo que eres – A medida que la oración avanzaba la sonrisa se iba trastocando, hasta volver a su gesto normal, e incluso con el ceño aun más fruncido, terminando con un silencio fulminante.
El sonido del agua ya era bien claro y notorio incluso para el más despistado, por fin podría darse un baño, y relajarse un poco. Saber que al meter la cabeza bajo el agua no escucharía la irritante voz de Zeiss la animaba a acelerar el paso.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
Al menos había evitado la pregunta de Auria... ¿Por qué un niño mataría a su propio padre? Oh, sin duda había muchas respuestas, pero a Zeiss se le antojó que era difícil expresarlo. Podría hacerlo, pero ganar un poco de tiempo para reflexionar le había parecido la prioridad del momento... porque no siempre las respuestas se le presentaban en mente, divinamente inspiradas. En ocasiones había que pensárselas un poco, aunque eran casos raros.
Y mientras tanto, sin quererlo, había obtenido una encantadora sonrisa por parte de Auria. Zeiss se preguntó si le dolería fingirla, como suele ocurrir cuando uno pretende expresar una emoción que no siente cuando lo que invade su ser es otra radicalmente distinta. Posiblemente aquello no ocurriera con Auria. Posiblemente ella estuviera tan tranquila en su interior, encantada con el efecto de candidez y dulzura exterior que provocaba. Maldita actriz.
Pero el ladrón también sabía fingir, y se le antojó que él también podía dedicarse a ello... Pero no, no le apetecía. Podría haberse puesto de rodillas, haberle cogido la mano, cantado su amor y rogado que Auria le desposara, prometiendo una casa soleada, no muy grande pero suficiente para criar una familia, algunos niños, vecinos alegres, amigables y solícitos. En lugar de ello siguió escuchando mientras la mujer hablaba, transformando sus facciones y sellando sus palabras con un profundo silencio.
- He considerado besarte, pero sería ir demasiado deprisa, ¿no? - respondió tras el silencio, distraído, como si no se hubiera percatado ni del silencio ni de la última frase -. De cualquier forma ya estamos llegando a tu riachuelo, en el que podrás bañarte a voluntad.
Y mientras tanto, sin quererlo, había obtenido una encantadora sonrisa por parte de Auria. Zeiss se preguntó si le dolería fingirla, como suele ocurrir cuando uno pretende expresar una emoción que no siente cuando lo que invade su ser es otra radicalmente distinta. Posiblemente aquello no ocurriera con Auria. Posiblemente ella estuviera tan tranquila en su interior, encantada con el efecto de candidez y dulzura exterior que provocaba. Maldita actriz.
Pero el ladrón también sabía fingir, y se le antojó que él también podía dedicarse a ello... Pero no, no le apetecía. Podría haberse puesto de rodillas, haberle cogido la mano, cantado su amor y rogado que Auria le desposara, prometiendo una casa soleada, no muy grande pero suficiente para criar una familia, algunos niños, vecinos alegres, amigables y solícitos. En lugar de ello siguió escuchando mientras la mujer hablaba, transformando sus facciones y sellando sus palabras con un profundo silencio.
- He considerado besarte, pero sería ir demasiado deprisa, ¿no? - respondió tras el silencio, distraído, como si no se hubiera percatado ni del silencio ni de la última frase -. De cualquier forma ya estamos llegando a tu riachuelo, en el que podrás bañarte a voluntad.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
Ciertamente, Auria se regodeaba en poder fingir sentimientos mundanos como alegría, dulzura o simpatía, era parte de su armamento, al carecer de poder físico. Le gustaba ver como las personas se lo creían, como comenzaban a confiar en ella, se abrían a compartir sus pesares y sentimientos más profundos, todo mientras la doctora pensaba en múltiples maneras de asesinarlos, de masacrarlos y ofrendar su cuerpo frío y tieso a los cielos. Obviamente, no era su intención que Zeiss se lo creyera, de ser así hubiese sido encantadora desde el comienzo, pero tampoco había imaginado que iba a pasar tanto tiempo con el ladrón.
No estaba segura de qué esperaba que sucediera luego, quizás tenía esperanzas aun de que Zeiss simplemente se callara, la llevara a destino y ya, o que se viera apabullado y cediera por fin a sus demandas. Pero nada de eso paso, él seguía burlándose ¡Que detestable resultaba! Odiaba como la miraba, con esa altanería, con esa sonrisa burlona.
- No, a menos que te moleste terminar con la cara llena de golpes – Dijo con el odio impregnado a fondo en su tono, por fin algo de honestidad – De cualquier manera, gracias por traerme a mi riachuelo.
Apuro el paso y pronto llego al lugar, no quería escucharlo al menos por diez minutos seguidos, si seguía sacándola de quicio terminaría intentando matarlo de inmediato, y hacer las cosas a las apuradas no era su estilo. El arroyo al que se habían acercado tenía un buen tamaño, podía cruzarse de lado a lado caminando, probablemente en el centro el agua llegaría hasta la cintura, pero el agua corría con velocidad, no era recomendable intentarlo. De fondo pedregoso, a los ojos de Auria, el agua resultaba hermosamente invitadora, apoyo el maletín contra una piedra y siguió caminando.
- En seguida regreso – Fue lo único que aclaro mientras se alejaba, corrió unos arbustos y siguió caminando un poco más, ser una mala persona no la hacia perder el pudor, no pensaba desnudarse frente a un desconocido.
Una vez que considero que estaba lo suficientemente lejos, se sentó en una piedra a quitarse las botas y el resto de la ropa, dejando todo prolijamente doblado a la vista. Iba a quitarse la ropa interior, pero lo penso mejor y la dejo puesta, atada con uno de los elásticos siempre guardaba uno de sus bisturí, no le gustaba la idea de mojarlo, pero le gustaba aun menos la idea de quedarse completamente desarmada.
Se metió al agua despacio, disfrutado del contacto del frío liquido, se detuvo cuando el agua le llegaba apenas un poco más arriba de las rodillas, se agacho y comenzó a lavarse lo mejor que pudo sin tener jabón. La diferencia entre su piel llena de polvo y una vez limpia era notoria, así y todo en ningún momento sonrió, a lo sumo se podría notar que estaba algo más relajada.
- Por fin se esta yendo ese desagradable olor – Hablar sola era una mala costumbre que no lograba sacarse.
Luego de un rato por fin estaba limpia, se acerco a la orilla, tomo su ropa y comenzó a refregarla contra una piedra, pero las manchas no eran fáciles de quitar, eso ya lo sabía, la sangre no salía como si nada. Pasados unos minutos por fin se rindió y contemplo los resultados, no estaba limpia, pero al menos ya no tenía mal olor, semi conforme, la estiro bajo el sol y la dejo secar, al igual que su cuerpo.
No estaba segura de qué esperaba que sucediera luego, quizás tenía esperanzas aun de que Zeiss simplemente se callara, la llevara a destino y ya, o que se viera apabullado y cediera por fin a sus demandas. Pero nada de eso paso, él seguía burlándose ¡Que detestable resultaba! Odiaba como la miraba, con esa altanería, con esa sonrisa burlona.
- No, a menos que te moleste terminar con la cara llena de golpes – Dijo con el odio impregnado a fondo en su tono, por fin algo de honestidad – De cualquier manera, gracias por traerme a mi riachuelo.
Apuro el paso y pronto llego al lugar, no quería escucharlo al menos por diez minutos seguidos, si seguía sacándola de quicio terminaría intentando matarlo de inmediato, y hacer las cosas a las apuradas no era su estilo. El arroyo al que se habían acercado tenía un buen tamaño, podía cruzarse de lado a lado caminando, probablemente en el centro el agua llegaría hasta la cintura, pero el agua corría con velocidad, no era recomendable intentarlo. De fondo pedregoso, a los ojos de Auria, el agua resultaba hermosamente invitadora, apoyo el maletín contra una piedra y siguió caminando.
- En seguida regreso – Fue lo único que aclaro mientras se alejaba, corrió unos arbustos y siguió caminando un poco más, ser una mala persona no la hacia perder el pudor, no pensaba desnudarse frente a un desconocido.
Una vez que considero que estaba lo suficientemente lejos, se sentó en una piedra a quitarse las botas y el resto de la ropa, dejando todo prolijamente doblado a la vista. Iba a quitarse la ropa interior, pero lo penso mejor y la dejo puesta, atada con uno de los elásticos siempre guardaba uno de sus bisturí, no le gustaba la idea de mojarlo, pero le gustaba aun menos la idea de quedarse completamente desarmada.
Se metió al agua despacio, disfrutado del contacto del frío liquido, se detuvo cuando el agua le llegaba apenas un poco más arriba de las rodillas, se agacho y comenzó a lavarse lo mejor que pudo sin tener jabón. La diferencia entre su piel llena de polvo y una vez limpia era notoria, así y todo en ningún momento sonrió, a lo sumo se podría notar que estaba algo más relajada.
- Por fin se esta yendo ese desagradable olor – Hablar sola era una mala costumbre que no lograba sacarse.
Luego de un rato por fin estaba limpia, se acerco a la orilla, tomo su ropa y comenzó a refregarla contra una piedra, pero las manchas no eran fáciles de quitar, eso ya lo sabía, la sangre no salía como si nada. Pasados unos minutos por fin se rindió y contemplo los resultados, no estaba limpia, pero al menos ya no tenía mal olor, semi conforme, la estiro bajo el sol y la dejo secar, al igual que su cuerpo.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
Ni siquiera había considerado bañarse él también, aunque le encantaba nadar estuviera el agua fría o caliente. De haberlo hecho habría sido con Auria relativamente cerca, y realmente aquello no le apetecía nada. No después de los buenos recuerdos que tenía de nadar con alguien realmente bueno, una persona dulce aunque amnésica, tímida pero dispuesta. Habría sido coger aquellos recuerdos y enturbiarlos para siempre.
Dejó que Auria fuera a bañarse a escondidas con su pudor. Pensó que sin duda aquella prisa por ocultarse combinada con su verdadera personalidad significarían algo psicológicamente hablando, pero nunca habría podido decir el qué al ser un verdadero ignorante en la materia... Aunque, claro, él no tenía por qué respetar su pudor.
Estuvo un rato esperando, de cuclillas en el suelo jugueteando con unas piedras mientras reflexionaba, y después se encaminó hacia donde había ido la médico. Procuró avanzar con sigilo para no llamar su atención, y la encontró tumbada, secándose junto a su ropa de la que no se había podido ir toda la sangre.
- Es metafórico. La sangre sigue allí aunque la laves. No tanto en la tela como en las fibras. No tanto en tu cuerpo como en tu alma.
Sonrió tristemente, con la vista desenfocada en dirección a las ropas de la médico, como si su mente estuviera más allá, no tanto en Auria como... en otra persona.
¿Por qué estaba conviviendo con una asesina? Ahora tenía claro que ella había matado a Cleid al prender fuego a la casa, y luego había pretendido ayudar. Sus habilidades de actriz eran asombrosas; Zeiss en el momento se lo había tragado del todo... pero ya no podía hacerlo. Aquella mujer le habría caído bien en otras circunstancias, pero ahora sabía lo que había hecho, sabía que no se arrepentía de nada. Y si había algo que Zeiss odiara con toda su alma es el asesinato.
Aquella mujer sacaba lo peor de él.
Con lentitud, desenfundó su cuchillo.
Dejó que Auria fuera a bañarse a escondidas con su pudor. Pensó que sin duda aquella prisa por ocultarse combinada con su verdadera personalidad significarían algo psicológicamente hablando, pero nunca habría podido decir el qué al ser un verdadero ignorante en la materia... Aunque, claro, él no tenía por qué respetar su pudor.
Estuvo un rato esperando, de cuclillas en el suelo jugueteando con unas piedras mientras reflexionaba, y después se encaminó hacia donde había ido la médico. Procuró avanzar con sigilo para no llamar su atención, y la encontró tumbada, secándose junto a su ropa de la que no se había podido ir toda la sangre.
- Es metafórico. La sangre sigue allí aunque la laves. No tanto en la tela como en las fibras. No tanto en tu cuerpo como en tu alma.
Sonrió tristemente, con la vista desenfocada en dirección a las ropas de la médico, como si su mente estuviera más allá, no tanto en Auria como... en otra persona.
¿Por qué estaba conviviendo con una asesina? Ahora tenía claro que ella había matado a Cleid al prender fuego a la casa, y luego había pretendido ayudar. Sus habilidades de actriz eran asombrosas; Zeiss en el momento se lo había tragado del todo... pero ya no podía hacerlo. Aquella mujer le habría caído bien en otras circunstancias, pero ahora sabía lo que había hecho, sabía que no se arrepentía de nada. Y si había algo que Zeiss odiara con toda su alma es el asesinato.
Aquella mujer sacaba lo peor de él.
Con lentitud, desenfundó su cuchillo.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
El sol se sentía de maravilla sobre la piel, el agua ya casi se había secado por completo, solo su revelde cabello seguía algo mojado y le sentaba de excelente, como un aura de animal salvaje, o como un gran felino que se acuesta a hacer su siesta bajo el calido padre sol.
Pero al igual que los felinos, Auria no dejaba de prestar atención a su entorno solo por estar descansando. Escuchaba todo lo que estaba a su alrededor con ambos ojos cerrados, intentando captar el mas minimo sonido que la alertara de algun intruso. Ya llevaba varios meses escapando de la ley, había acumulado algo de experiencia.
Por el momento todos los sonidos parecían normales, mejor así, no quería problemas, nunca los había querido en realidad. Fue el destino la que la obligo, fueron ellos quienes empezaron, le mintieron, y la lastimaron.
- No fue mi culpa... - Dijo mientras se volteaba para secar su espalda - La dama así lo quizo...
Se tomo la cabeza e intento calmarse, no le hacia bien pensar en esas cosas pero los recuerdos volvían cuando querían, tenia que concentrarse solo en el presente, los gritos la iban a dejar sorda, las manos apretaron, amenazando con clavar las uñas en el cuero cabelludo. De a poco fue soltando los cabellos, ya no escuchaba mas sus tormentos, había sobrevivido una vez mas a si misma.
Se levanto algo confundida, tomo la camisa y comenzo a abotonarsela mientras volvía a la normalidad. Detestaba esos pequeños momentos de confución, unos recuerdos, algo la hacia sentirse terriblemente, sabía que seguían allí, pero no estaba segura de qué eran, ni porque la molestaban.
Se iba a poner los pantalones cuando le parecio escuchar algo, pero no estaba segura, se quedo quieta, expectante, girando la cabeza de un lado a otro para tratar de captar nuevamente ese sonido.
- Zeiss ¿Eres tu? - Dijo con tono de chica preocupada y asustada,eso siempre ayudaba, era aprovechar cada una de sus pocas ventajas al máximo.
Pero al igual que los felinos, Auria no dejaba de prestar atención a su entorno solo por estar descansando. Escuchaba todo lo que estaba a su alrededor con ambos ojos cerrados, intentando captar el mas minimo sonido que la alertara de algun intruso. Ya llevaba varios meses escapando de la ley, había acumulado algo de experiencia.
Por el momento todos los sonidos parecían normales, mejor así, no quería problemas, nunca los había querido en realidad. Fue el destino la que la obligo, fueron ellos quienes empezaron, le mintieron, y la lastimaron.
- No fue mi culpa... - Dijo mientras se volteaba para secar su espalda - La dama así lo quizo...
Se tomo la cabeza e intento calmarse, no le hacia bien pensar en esas cosas pero los recuerdos volvían cuando querían, tenia que concentrarse solo en el presente, los gritos la iban a dejar sorda, las manos apretaron, amenazando con clavar las uñas en el cuero cabelludo. De a poco fue soltando los cabellos, ya no escuchaba mas sus tormentos, había sobrevivido una vez mas a si misma.
Se levanto algo confundida, tomo la camisa y comenzo a abotonarsela mientras volvía a la normalidad. Detestaba esos pequeños momentos de confución, unos recuerdos, algo la hacia sentirse terriblemente, sabía que seguían allí, pero no estaba segura de qué eran, ni porque la molestaban.
Se iba a poner los pantalones cuando le parecio escuchar algo, pero no estaba segura, se quedo quieta, expectante, girando la cabeza de un lado a otro para tratar de captar nuevamente ese sonido.
- Zeiss ¿Eres tu? - Dijo con tono de chica preocupada y asustada,eso siempre ayudaba, era aprovechar cada una de sus pocas ventajas al máximo.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
Extraño ataque de la médico. Aquello desconcertó a Zeiss: ¿fingía aquello al haber oído el comentario que el ladrón hizo en voz alta? Tampoco lo había dicho a la espera de que ella no lo escuchara, sino lo contrario... pero su decisión sólo se tambaleó unos segundos, el tiempo que duró aquel extraño suceso y hasta que Auria, con su tono más inocente, se dirigió a él al adivinarle cerca.
Un tono inocente y falso. El tono de una asesina que engaña.
Zeiss avanzó hacia ella. No estaba serio, ni tampoco sarcástico, o cómico, o en alguno de aquellos estados tan habituales en él. Su expresión era neutra, así como su voz cuando habló: no había curiosidad ni reprimenda, ni trivialidad ni la consabida urgencia en la que se traduce la importancia.
- Tengo una pregunta, Auria - le dijo -: ¿por qué matas?
Tenía la daga en la mano, y aunque en aquel momento la capa la ocultaba, la primera brisa de viento habría apartado la prenda para dejarla a la vista. Y Zeiss en tal caso no intentaría ocultarla, no.
Un tono inocente y falso. El tono de una asesina que engaña.
Zeiss avanzó hacia ella. No estaba serio, ni tampoco sarcástico, o cómico, o en alguno de aquellos estados tan habituales en él. Su expresión era neutra, así como su voz cuando habló: no había curiosidad ni reprimenda, ni trivialidad ni la consabida urgencia en la que se traduce la importancia.
- Tengo una pregunta, Auria - le dijo -: ¿por qué matas?
Tenía la daga en la mano, y aunque en aquel momento la capa la ocultaba, la primera brisa de viento habría apartado la prenda para dejarla a la vista. Y Zeiss en tal caso no intentaría ocultarla, no.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
Auria contemplo como Zeiss se acercaba, no era el mismo que ella había visto durante todo el viaje, su rostro no demostraba emoción alguna, era como un animal al acecho, concentrado enteramente en su presa. La asesina retrocedió, no estaba asustada, pero quería evitar que el ladrón acortara la distancia, quería evitar la lucha cuerpo a cuerpo.
Pero cuando hizo la pregunta se detuvo, la estaban acusando de asesinato, se paro firme y le sostuvo la mirada orgullosa, delatando su ascendencia noble, su sangre pura.
- Yo no soy ninguna asesina – Contesto con tono ofendida, como si le hubiesen dicho un insulto imperdonable – Yo doy paz a las almas en pena, curo a las personas de sus males, le doy descanso a aquellos que solo están aquí para sufrir – Un terrible dolor de cabeza la estaba destrozando por dentro, se puso la mano izquierda sobre la parte que le dolía.
Ella nunca había asesinado, si así fuera, entonces también habían asesinado a su familia, pero no era así, los habían liberado, eso le había dicho el sacerdote.
- Mi trabajo.... – El dolor se estaba haciendo insoportable, le producía mareos, no la dejaban pensar – Mi trabajo es liberar, no asesinar, así lo desea la dama, así tenia que ser, el padre lo dijo, tenía que liberar a mi familia.... No estaba haciéndoles ningún mal, él me lo dijo – Estaba mezclando las cosas ¿En que momento estaba? ¿Con quien estaba hablando? - ¿Quién eres tu?
No lograba entender lo que sucedía, y ese dolor persistía, y cada vez era más interno, y ya no dolía en la cabeza, sino en su alma, en el mismísimo corazón, ese que le habían dicho que no tenia que existir. Se puso ambas manos en el pecho, como intentando sostenerlo para que no caiga, para que no cediera. Despacio, por lo bajo al principio, luego subiendo cada vez más el tono comenzó a reírse, a reírse sin parar, en una de esas carcajadas que no tienen nada de graciosas.
- ¿Vas a matarme? – Dijo mientras caía de rodillas al piso, con la cabeza gacha por el cansancio – Hazlo, poco me importa, sé que la dama me recibirá en la gloría, y dejare por fin este mundo lleno de maldad y podredumbre. Vamos... ¡Hazlo! – Lo conmino mientras dejaba el cuello a la vista.
Pero cuando hizo la pregunta se detuvo, la estaban acusando de asesinato, se paro firme y le sostuvo la mirada orgullosa, delatando su ascendencia noble, su sangre pura.
- Yo no soy ninguna asesina – Contesto con tono ofendida, como si le hubiesen dicho un insulto imperdonable – Yo doy paz a las almas en pena, curo a las personas de sus males, le doy descanso a aquellos que solo están aquí para sufrir – Un terrible dolor de cabeza la estaba destrozando por dentro, se puso la mano izquierda sobre la parte que le dolía.
Ella nunca había asesinado, si así fuera, entonces también habían asesinado a su familia, pero no era así, los habían liberado, eso le había dicho el sacerdote.
- Mi trabajo.... – El dolor se estaba haciendo insoportable, le producía mareos, no la dejaban pensar – Mi trabajo es liberar, no asesinar, así lo desea la dama, así tenia que ser, el padre lo dijo, tenía que liberar a mi familia.... No estaba haciéndoles ningún mal, él me lo dijo – Estaba mezclando las cosas ¿En que momento estaba? ¿Con quien estaba hablando? - ¿Quién eres tu?
No lograba entender lo que sucedía, y ese dolor persistía, y cada vez era más interno, y ya no dolía en la cabeza, sino en su alma, en el mismísimo corazón, ese que le habían dicho que no tenia que existir. Se puso ambas manos en el pecho, como intentando sostenerlo para que no caiga, para que no cediera. Despacio, por lo bajo al principio, luego subiendo cada vez más el tono comenzó a reírse, a reírse sin parar, en una de esas carcajadas que no tienen nada de graciosas.
- ¿Vas a matarme? – Dijo mientras caía de rodillas al piso, con la cabeza gacha por el cansancio – Hazlo, poco me importa, sé que la dama me recibirá en la gloría, y dejare por fin este mundo lleno de maldad y podredumbre. Vamos... ¡Hazlo! – Lo conmino mientras dejaba el cuello a la vista.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
¡Religión! ¡Religión, religión, religión!
- ¡Religión! - se le escapó, tan despectivo como lo había pensado. Pero en su mente no había dioses, ni cruzadas; ni vida más allá de la muerte ni rituales. Todo lo que había era un hombre de espaldas, en un estudio oscuro, mirando aquel cuadro de la muerte.
¡Religión!
Aquello le enfurecía. ¿Cuánto hacía que no se sentía así? ¿Tenía que considerar entonces a Auria como una víctima demasiado débil como para rebelarse, inestable, traumatizada por un evento de infancia no superado? Sin duda eso era lo que más le enfurecía. Y odiaba enfurecerse. Odiaba perder el control de sí mismo, porque entonces sentía que se convertía en lo que realmente era.
Observó aquel ataque de Auria, aquel ataque quizás no fingido. Pudo deducir cosas, y su mente, demasiado habituada a analizar la palabras en busca de un resquicio por el que colarse, no dejó de hacerlo. Comenzó a ver a Auria como una herramienta para los peores fines, una pobre creyente con un pasado de muerte que había condicionado su futuro. De no haber estado tan furioso habría aprovechado el momento para acercarse a ella emocionalmente y comprenderla, pero en aquel momento era más tentador pegarle un puñetazo. Todavía sentía un resquemor por la forma en la que Marga le había tratado al morir Cleid.
Cuando Auria cayó al suelo y pidió, suplicó o retó a que la matara, se acercó a ella y la cogió por la camisa para levantarla hasta la altura de sus ojos, de forma que pudiera ver éstos tanto como su cicatriz; esperó que se fijara bien en ella. La ira remitía, y aunque algo le abrasaba el pecho volvía a hablar con neutralidad.
- ¿Cómo sabes si un alma está en pena? ¿Me matarías por lástima hacia mi alma o porque te he importunado? ¿A quién hacían daño aquellos a los que mataste? ¿Crees que ellos querían morir, crees que sus amigos, su familia, no lloraran su muerte y la sufrirán? ¿Crees que es justo obligar a los demás a sufrir lo que tú ya has sufrido? - dijo, separando lo suficiente cada pregunta como para que cada una tuviera importancia por si sola y no se convirtiera en una simple enumeración, y con especial énfasis: - ¿Te das cuenta, en lo más mínimo, de lo que estás haciendo y de cómo lo justificas? ¡Liberar! ¡Tú no liberas: matas y condenas al sufrimiento!
Y hablaba de un mundo de maldad y podredumbre. La maldad existía, y Zeiss lo sabía demasiado bien. La sentía latiente aunque asediada, la herencia de su padre. Aquello era irónico; probablemente Auria en cambio hubiera nacido inocente y no llevara el mal en la sangre, y en cambio se había entregado a él y a la muerte. Quizás demasiada inocencia y una mente débil la llevaron a aquello. La única pregunta era: ¿podía revertir? Sólo le quedaba averiguar aquello y tomar medidas según la respuesta. En la mano libre aún sujetaba el puñal, fuera de la vista de Auria.
- ¿Entiendes lo que estoy diciendo? ¿Vas a recordarlo cuando yo me vaya? ¿Te plantearás algo o seguirás matando?
- ¡Religión! - se le escapó, tan despectivo como lo había pensado. Pero en su mente no había dioses, ni cruzadas; ni vida más allá de la muerte ni rituales. Todo lo que había era un hombre de espaldas, en un estudio oscuro, mirando aquel cuadro de la muerte.
¡Religión!
Aquello le enfurecía. ¿Cuánto hacía que no se sentía así? ¿Tenía que considerar entonces a Auria como una víctima demasiado débil como para rebelarse, inestable, traumatizada por un evento de infancia no superado? Sin duda eso era lo que más le enfurecía. Y odiaba enfurecerse. Odiaba perder el control de sí mismo, porque entonces sentía que se convertía en lo que realmente era.
Observó aquel ataque de Auria, aquel ataque quizás no fingido. Pudo deducir cosas, y su mente, demasiado habituada a analizar la palabras en busca de un resquicio por el que colarse, no dejó de hacerlo. Comenzó a ver a Auria como una herramienta para los peores fines, una pobre creyente con un pasado de muerte que había condicionado su futuro. De no haber estado tan furioso habría aprovechado el momento para acercarse a ella emocionalmente y comprenderla, pero en aquel momento era más tentador pegarle un puñetazo. Todavía sentía un resquemor por la forma en la que Marga le había tratado al morir Cleid.
Cuando Auria cayó al suelo y pidió, suplicó o retó a que la matara, se acercó a ella y la cogió por la camisa para levantarla hasta la altura de sus ojos, de forma que pudiera ver éstos tanto como su cicatriz; esperó que se fijara bien en ella. La ira remitía, y aunque algo le abrasaba el pecho volvía a hablar con neutralidad.
- ¿Cómo sabes si un alma está en pena? ¿Me matarías por lástima hacia mi alma o porque te he importunado? ¿A quién hacían daño aquellos a los que mataste? ¿Crees que ellos querían morir, crees que sus amigos, su familia, no lloraran su muerte y la sufrirán? ¿Crees que es justo obligar a los demás a sufrir lo que tú ya has sufrido? - dijo, separando lo suficiente cada pregunta como para que cada una tuviera importancia por si sola y no se convirtiera en una simple enumeración, y con especial énfasis: - ¿Te das cuenta, en lo más mínimo, de lo que estás haciendo y de cómo lo justificas? ¡Liberar! ¡Tú no liberas: matas y condenas al sufrimiento!
Y hablaba de un mundo de maldad y podredumbre. La maldad existía, y Zeiss lo sabía demasiado bien. La sentía latiente aunque asediada, la herencia de su padre. Aquello era irónico; probablemente Auria en cambio hubiera nacido inocente y no llevara el mal en la sangre, y en cambio se había entregado a él y a la muerte. Quizás demasiada inocencia y una mente débil la llevaron a aquello. La única pregunta era: ¿podía revertir? Sólo le quedaba averiguar aquello y tomar medidas según la respuesta. En la mano libre aún sujetaba el puñal, fuera de la vista de Auria.
- ¿Entiendes lo que estoy diciendo? ¿Vas a recordarlo cuando yo me vaya? ¿Te plantearás algo o seguirás matando?
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Camino a la capital
Auria sintió como la tomaban de la camisa y la levantaban de un solo tirón, seguía viva, agarro con ambas manos el puño que la sostenía, mirando fijamente al ladrón que hasta entonces no había mostrado su verdadero yo. Así era en realidad Zeiss, ahora la doctora lo veía claramente, era tal y como se lo había imaginado, no tan diferentes, tampoco tan parecidos y la doctora sonreía, sonreía sin parar, por que la dama una vez más descubría a los pecadores en toda su horrible realidad.
- Porque todas los están – Contestaba las preguntas sin dudar ni un segundo, eran respuestas que tenía bien aprendidas, que se habían encargado que se afianzaran con uñas y dientes a lo más profundo de su mente – Por la lástima que me da tu alma. Se hacían daño a si mismos al vivir en pecado. No lo deseaban porque en su ignorancia no lograban ver la verdad, y si lloran sus muertes solo me confirman su ignorancia, ya que ahora están en un mejor lugar, no hay porque lamentarse – La siguiente pregunta le dio una puntada en la cabeza nuevamente – Yo no he sufrido, nunca, jamás, el padre me dijo el mensaje de la dama, tenían que morir, ellos están en un mejor lugar ahora ¡No fue mi culpa! – Las ultimas palabras se convirtieron en un grito, un grito que intentaba escucharse por encima de los llantos de sus hermanos – Yo libero, esa es mi misión....
El grito parecía haberla dejado sin voz para contestar, sus brazos colgaban inertes al costado del cuerpo, poco parecía importarle lo que la rodeaba, no sentía dolor, ni miedo, ni pena, los recuerdos habían regresado una vez más a atormentarla, no quería recordar ¡Odiaba recordar!
- Eres tu el que no entiende ¿No entiendes lo que pasaría si mi causa no fuera cierta? – Giro apenas la cabeza para mirarlo una vez más, sus ojos parecían fuego, su rostro desencajado por la tristeza del que sabe la verdad – Estas manos... Estas manos que tienes frente a ti acabaron con la vida de culpables, de mi familia de pecadores ¿Y si no lo eran? ¡¿Y SI NO LO ERAN?!
La cabeza le iba a explotar, la agarro con ambas manos, clavando las uñas en la carne, los odiaba a todos, absolutamente a todos, odiaba a sus padres por ser pecadores, por obligarla a matarlos, a sus hermanos por mentirle con sus lagrimas finales, fingiendo ser inocentes, al padre por encargarle hacer el trabajo, la dama era la única que la amaba, la que la iluminaría con sus luz al final.
- Ellos eran culpables, todos lo somos, no me arrepentiré por salvar las almas de los penitentes – Su tono había vuelto a ser frío y su mirada perdida – Y sin duda, tu estas corrupto....
En un suspiro tomo el bisturí que tenía guardado en su ropa y lo clavo en el hombro de Zeiss para lograr que la soltara. Los recuerdos habían regresado a donde debían estar, en algún lugar oscuro de su mente, donde nadie debía tocarlos.
- Porque todas los están – Contestaba las preguntas sin dudar ni un segundo, eran respuestas que tenía bien aprendidas, que se habían encargado que se afianzaran con uñas y dientes a lo más profundo de su mente – Por la lástima que me da tu alma. Se hacían daño a si mismos al vivir en pecado. No lo deseaban porque en su ignorancia no lograban ver la verdad, y si lloran sus muertes solo me confirman su ignorancia, ya que ahora están en un mejor lugar, no hay porque lamentarse – La siguiente pregunta le dio una puntada en la cabeza nuevamente – Yo no he sufrido, nunca, jamás, el padre me dijo el mensaje de la dama, tenían que morir, ellos están en un mejor lugar ahora ¡No fue mi culpa! – Las ultimas palabras se convirtieron en un grito, un grito que intentaba escucharse por encima de los llantos de sus hermanos – Yo libero, esa es mi misión....
El grito parecía haberla dejado sin voz para contestar, sus brazos colgaban inertes al costado del cuerpo, poco parecía importarle lo que la rodeaba, no sentía dolor, ni miedo, ni pena, los recuerdos habían regresado una vez más a atormentarla, no quería recordar ¡Odiaba recordar!
- Eres tu el que no entiende ¿No entiendes lo que pasaría si mi causa no fuera cierta? – Giro apenas la cabeza para mirarlo una vez más, sus ojos parecían fuego, su rostro desencajado por la tristeza del que sabe la verdad – Estas manos... Estas manos que tienes frente a ti acabaron con la vida de culpables, de mi familia de pecadores ¿Y si no lo eran? ¡¿Y SI NO LO ERAN?!
La cabeza le iba a explotar, la agarro con ambas manos, clavando las uñas en la carne, los odiaba a todos, absolutamente a todos, odiaba a sus padres por ser pecadores, por obligarla a matarlos, a sus hermanos por mentirle con sus lagrimas finales, fingiendo ser inocentes, al padre por encargarle hacer el trabajo, la dama era la única que la amaba, la que la iluminaría con sus luz al final.
- Ellos eran culpables, todos lo somos, no me arrepentiré por salvar las almas de los penitentes – Su tono había vuelto a ser frío y su mirada perdida – Y sin duda, tu estas corrupto....
En un suspiro tomo el bisturí que tenía guardado en su ropa y lo clavo en el hombro de Zeiss para lograr que la soltara. Los recuerdos habían regresado a donde debían estar, en algún lugar oscuro de su mente, donde nadie debía tocarlos.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Camino a la capital
Zeiss estaba todo lo atento que podía a los brazos de Auria, aunque cuando los dejó inertes pasaron a encontrarse en una zona muerta de su visión. De no haber pretendido herirle en el hombro la asesina habría acertado, pero las últimas palabras de la mujer le habían advertido y, aunque no le dio tiempo a apartarse completamente, sí que pudo reaccionar al entrar en su campo de visión el bisturí. Le cortó la ropa y la carne de forma superficial con el movimiento que, con la otra mano, el ladrón efectuó para de un manotazo apartar el brazo de Auria. La tomó por la muñeca, que retorció con intención de hacer que soltara su arma.
- Si no lo eran - respondió entonces a la pregunta que ella había gritado - eres una asesina. Y más te valdría afrontar esa probable posibilidad.
Él no era un asesino. Podía matar a Auria en aquel momento, y lo haría sin el más mínimo remordimiento. Aquello sería venganza... Pero Zeiss no buscaba venganza. Lo que buscara exactamente era quizás más difícil de definir, porque, por su condición de ladrón, no podía ser exactamente justicia.
No, no la mataría. Podía matar en ocasiones, pero no en aquella. Era en cambio necesario que Auria recordara lo que se había dicho, que aquello quedara en un remoto rincón de su mente y provocara que los recuerdos, dolorosos como el brebaje que desinfecta la herida, surgieran de forma espontánea con mayor y mayor frecuencia. Y era también necesario que la gente, cuando la viera, pudiera reconocerla como la asesina que era. Necesitaba algo que la distinguiera, que los habitantes de un pueblo supervivientes a su paso pudieran recordar e identificar.
Mantuvo el brazo de Auria bien sujeto con una mano, mientras que con la que afianzaba el puñal empujaba desde su espalda a la mujer para acercarla a él. Casi con dulzura, dijo:
- Yo he matado, y tengo dos bellas cicatrices en el rostro. No es más que justo que tú también tengas una.
Sin previo aviso, y sin que se modificara su expresión, movió la mano del puñal con un movimiento brusco hasta la mejilla izquierda de la mujer, donde lo hundió en un rápido movimiento desde el pómulo en un arco de círculo hasta la parte interior de la órbita, junto a la base del puente de la nariz. Era casi una lágrima congelada que había pasado peligrosamente cerca del ojo, algo que Zeiss no pretendía, pero que la imprecisión, la prisa y el movimiento de Auria habían provocado.
Prediciendo una reacción por parte de la mujer, la soltó en cuanto terminó el movimiento y se apartó con agilidad, alejándose de posibles ataques que Auria efectuara como un animal herido.
- ¿Quién soy yo para hacer justicia? - dijo - Pero ahora estás marcada. Cuando veas la cicatriz piensa en la gente a la que matas, y que te delate allá donde vayas como quien realmente eres.
- Si no lo eran - respondió entonces a la pregunta que ella había gritado - eres una asesina. Y más te valdría afrontar esa probable posibilidad.
Él no era un asesino. Podía matar a Auria en aquel momento, y lo haría sin el más mínimo remordimiento. Aquello sería venganza... Pero Zeiss no buscaba venganza. Lo que buscara exactamente era quizás más difícil de definir, porque, por su condición de ladrón, no podía ser exactamente justicia.
No, no la mataría. Podía matar en ocasiones, pero no en aquella. Era en cambio necesario que Auria recordara lo que se había dicho, que aquello quedara en un remoto rincón de su mente y provocara que los recuerdos, dolorosos como el brebaje que desinfecta la herida, surgieran de forma espontánea con mayor y mayor frecuencia. Y era también necesario que la gente, cuando la viera, pudiera reconocerla como la asesina que era. Necesitaba algo que la distinguiera, que los habitantes de un pueblo supervivientes a su paso pudieran recordar e identificar.
Mantuvo el brazo de Auria bien sujeto con una mano, mientras que con la que afianzaba el puñal empujaba desde su espalda a la mujer para acercarla a él. Casi con dulzura, dijo:
- Yo he matado, y tengo dos bellas cicatrices en el rostro. No es más que justo que tú también tengas una.
Sin previo aviso, y sin que se modificara su expresión, movió la mano del puñal con un movimiento brusco hasta la mejilla izquierda de la mujer, donde lo hundió en un rápido movimiento desde el pómulo en un arco de círculo hasta la parte interior de la órbita, junto a la base del puente de la nariz. Era casi una lágrima congelada que había pasado peligrosamente cerca del ojo, algo que Zeiss no pretendía, pero que la imprecisión, la prisa y el movimiento de Auria habían provocado.
Prediciendo una reacción por parte de la mujer, la soltó en cuanto terminó el movimiento y se apartó con agilidad, alejándose de posibles ataques que Auria efectuara como un animal herido.
- ¿Quién soy yo para hacer justicia? - dijo - Pero ahora estás marcada. Cuando veas la cicatriz piensa en la gente a la que matas, y que te delate allá donde vayas como quien realmente eres.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
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