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El alcance de la sombra de un sauce
3 participantes
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Re: El alcance de la sombra de un sauce
Agradecía que no preguntara más. Su marido se había perdido en el mar, su tripulación también y aunque esperaba por él, en su fuero interno entendía que solo podía guardar la esperanza que volviera a ellas pero que debía olvidarse de las expectativas que pudiera tener en ello o se pasaría la vida entera mirando al océano, en su espera y no solo las tardes, como la de el día anterior cuando encontraron a Cyrian
- Caballeros errantes? - preguntó visiblemente sorprendida. No sabía que tal cosa existía, al igual que muchas otras cosas - Puedo preguntar que lo hizo asentarse inicialmente en Jasperia? -
Lo miraba con interés, con mucha más familiaridad, pero sin perder ese respeto implícito que despertaba en ella el hecho de estar frente a un caballero, al que su hija quería tratar como mascota.
- De acuerdo, le cobraré por mis servicios y mi hospitalidad - su tono, aunque alegre y franco, guardaba cierto sarcasmo. No quería cobrarle, no estaba en su corazón hacerlo. Ahora, si él quería colaborar era otra cosa. Entendía que no tenía dinero, ni medios para transportase lejos de Kuzueth y que tendría que ganarse la vida de alguna forma en Daosh mientras eso - Por ahora su ofrecimiento de protección creo que vale lo suficiente para pagar nuestra comida, la ropa y hasta una balsa para que se marcha -
En su cabañita solo había que realizar labores de hogar, ayudar con la siembra del huerto y recoger leña en el bosque, cosa que hacía cuando no les alcanzaba para pagarle a su vecino por esto. Y una mujer, que no decir una niña, sola en el bosque, siempre es un peligro.
Pero entonces su ojos se abrieron de par en par mirando en dirección al punto en que había desaparecido su hijita, temiendo que lo escuchara y armara pataleta por su inminente partida, pero parecía no haber escuchado.
- Cree usted, que estarán preocupados por su ausencia - era una pregunta un poco tonta y así lo hizo saber - lo siento, es obvio, a veces pregunto unas cosas.... Para empezar, podría ir al pueblo para que acompañe a Rebeca a comprar un poco de harina - era una mujer práctica, había que moverse.
- De momento averigüe con el señor Abraham por materiales para hacerle una litera para que esté más cómodo. Aproveche para mirar el lugar, tal vez así consiga algún empleo que sea de su agrado cuando se sienta restablecido - en sus ojos se vio una preocupación. Siendo un caballero, tal vez el empleo que consiguiera lo alejaría de ellas.
- Pero Cyrian no necesita trabajar! yo lo voy a cuidar a él! - declaró Rebeca desde la puerta, con las manitas mojadas y escurriendo agua.
- Caballeros errantes? - preguntó visiblemente sorprendida. No sabía que tal cosa existía, al igual que muchas otras cosas - Puedo preguntar que lo hizo asentarse inicialmente en Jasperia? -
Lo miraba con interés, con mucha más familiaridad, pero sin perder ese respeto implícito que despertaba en ella el hecho de estar frente a un caballero, al que su hija quería tratar como mascota.
- De acuerdo, le cobraré por mis servicios y mi hospitalidad - su tono, aunque alegre y franco, guardaba cierto sarcasmo. No quería cobrarle, no estaba en su corazón hacerlo. Ahora, si él quería colaborar era otra cosa. Entendía que no tenía dinero, ni medios para transportase lejos de Kuzueth y que tendría que ganarse la vida de alguna forma en Daosh mientras eso - Por ahora su ofrecimiento de protección creo que vale lo suficiente para pagar nuestra comida, la ropa y hasta una balsa para que se marcha -
En su cabañita solo había que realizar labores de hogar, ayudar con la siembra del huerto y recoger leña en el bosque, cosa que hacía cuando no les alcanzaba para pagarle a su vecino por esto. Y una mujer, que no decir una niña, sola en el bosque, siempre es un peligro.
Pero entonces su ojos se abrieron de par en par mirando en dirección al punto en que había desaparecido su hijita, temiendo que lo escuchara y armara pataleta por su inminente partida, pero parecía no haber escuchado.
- Cree usted, que estarán preocupados por su ausencia - era una pregunta un poco tonta y así lo hizo saber - lo siento, es obvio, a veces pregunto unas cosas.... Para empezar, podría ir al pueblo para que acompañe a Rebeca a comprar un poco de harina - era una mujer práctica, había que moverse.
- De momento averigüe con el señor Abraham por materiales para hacerle una litera para que esté más cómodo. Aproveche para mirar el lugar, tal vez así consiga algún empleo que sea de su agrado cuando se sienta restablecido - en sus ojos se vio una preocupación. Siendo un caballero, tal vez el empleo que consiguiera lo alejaría de ellas.
- Pero Cyrian no necesita trabajar! yo lo voy a cuidar a él! - declaró Rebeca desde la puerta, con las manitas mojadas y escurriendo agua.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
- Me temo que me he expresado mal, nunca me asenté en Jasperia, estuve de paso junto a mis compañeros. - Su expresión se tensó. - Vinimos porque descubrimos que en Ur Shalasti, varios de los pueblos estaban siendo atacados por monstruos e intentábamos socorrerles. - En aquel punto, sus manos estaban crispadas en puños y no dijo más y por su expresión era evidente que no quería hablar más de ello.
Cerró sus ojos, cuyo marrón empezaba a enrojecerse, para ayudar a calmarse mientras ella establecía su cobro a cambio de su alojamiento y manutención. Cyrian asintió despacio, en conformidad; a ella podía parecerle fuera de lugar por su generosidad, pero para él era algo importante a tener en cuenta, así no tendría ninguna deuda que pagar para con las dos mujeres de la casa cuando pudiera partir. Él no era un granjero, ni las labores del hogar nunca se le habían dado demasiado bien, principalmente porque jamás se había dedicado a ellas, pero estaba seguro de que encontraría algo más en lo que ayudar.
Una media sonrisa se pintó en su rostro con la preguntade Josephine. - Me pregunto si ya lo habrán notado siquiera. - pensó para sus adentros, pero no dijo nada. Entonces, se percató de que los ruidos procedentes del pequeño patio empezaban a menguar; Rebeca iba a regresar dentro en breve, por lo que no podría preguntar el porqué de esa mirada preocupada que se había pintado en su rostro cuando habló de que él encontrara algun trabajo en el pueblo.
Efectivamente, la niña no tardó en entrar. Cyrian se giró a la pequeña y dijo:- Pero no puedo dormir siempre en vuestra cama, Rebeca, ni alimentarme a mí saldrá gratis. Si no ayudo de este modo, no podré quedarme casi nada de tiempo, causaría demasiado problemas.
Se levantó de su asiento de la mesa. - ¿Me acompañais a visitar al señor Abraham antes de ir al pueblo por harina, Rebeca?
Cerró sus ojos, cuyo marrón empezaba a enrojecerse, para ayudar a calmarse mientras ella establecía su cobro a cambio de su alojamiento y manutención. Cyrian asintió despacio, en conformidad; a ella podía parecerle fuera de lugar por su generosidad, pero para él era algo importante a tener en cuenta, así no tendría ninguna deuda que pagar para con las dos mujeres de la casa cuando pudiera partir. Él no era un granjero, ni las labores del hogar nunca se le habían dado demasiado bien, principalmente porque jamás se había dedicado a ellas, pero estaba seguro de que encontraría algo más en lo que ayudar.
Una media sonrisa se pintó en su rostro con la preguntade Josephine. - Me pregunto si ya lo habrán notado siquiera. - pensó para sus adentros, pero no dijo nada. Entonces, se percató de que los ruidos procedentes del pequeño patio empezaban a menguar; Rebeca iba a regresar dentro en breve, por lo que no podría preguntar el porqué de esa mirada preocupada que se había pintado en su rostro cuando habló de que él encontrara algun trabajo en el pueblo.
Efectivamente, la niña no tardó en entrar. Cyrian se giró a la pequeña y dijo:- Pero no puedo dormir siempre en vuestra cama, Rebeca, ni alimentarme a mí saldrá gratis. Si no ayudo de este modo, no podré quedarme casi nada de tiempo, causaría demasiado problemas.
Se levantó de su asiento de la mesa. - ¿Me acompañais a visitar al señor Abraham antes de ir al pueblo por harina, Rebeca?
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
Rebeca se echó a reír, esa risa infantil que te dice que han dicho algo tonto y que tú deberías saber que los estas diciendo y que lo pensaste antes de decirlo. Cómo lo haría cualquier niño.
- El señor Abraham vive en el pueblo - dijo por fin y fue el turno para la mamá de hacer un esfuerzo por aguantar la risa. Era comprensible que Cyrian no lo supiera, tal vez ella no había sido clara, pero su hija la había hecho reír.
Por su lado, Josephine, en retribución a su tacto, tampoco había indagado más sobre su pasado. Le bastaba con saber que había estado en Ur Shalasti para que cualquier duda sobre el porque se tensaba así quedara clara. Era un hombre valiente, demasiado y sin duda era alguien fuerte y recursivo si había logrado salir de ahí. No le diría que su esfuerzo y el de sus amigos había sido en vano, que los seres que merodean por esa isla aun existían, aunque tal vez no los mismos que él combatió, y que seguían siendo el terror de las gentes del lugar.
- Pero si, vamos primero donde el señor Abraham, que siempre tiene dulces y luego por la harina - la niña volvió a retirarse y al volver tenía las manos secas y estaba mal peinada, cosa que la señora arregló de inmediato. Al parecer, a la niña, la explicación que dio el caballero era más suficiente: con trabajo podría quedarse por mucho tiempo porque no incomodaría.
- Antes que se vayan, me permite tomarle las medidas? - preguntó con cierto rubor Josephine.
- El señor Abraham vive en el pueblo - dijo por fin y fue el turno para la mamá de hacer un esfuerzo por aguantar la risa. Era comprensible que Cyrian no lo supiera, tal vez ella no había sido clara, pero su hija la había hecho reír.
Por su lado, Josephine, en retribución a su tacto, tampoco había indagado más sobre su pasado. Le bastaba con saber que había estado en Ur Shalasti para que cualquier duda sobre el porque se tensaba así quedara clara. Era un hombre valiente, demasiado y sin duda era alguien fuerte y recursivo si había logrado salir de ahí. No le diría que su esfuerzo y el de sus amigos había sido en vano, que los seres que merodean por esa isla aun existían, aunque tal vez no los mismos que él combatió, y que seguían siendo el terror de las gentes del lugar.
- Pero si, vamos primero donde el señor Abraham, que siempre tiene dulces y luego por la harina - la niña volvió a retirarse y al volver tenía las manos secas y estaba mal peinada, cosa que la señora arregló de inmediato. Al parecer, a la niña, la explicación que dio el caballero era más suficiente: con trabajo podría quedarse por mucho tiempo porque no incomodaría.
- Antes que se vayan, me permite tomarle las medidas? - preguntó con cierto rubor Josephine.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
En su fuero interno, estaba dando las gracias a Josephine por no seguir la cadena de preguntas. Seguramente, pensaría tener una imagen bastante clara de lo sucedido, aunque probablemente sería una muy cercana a la inversa de la realidad. Sí, había estado en Ur Shalasti con sus compañeros. Aquellas aldeas hablaban de unos monstruos que encajaban muy bien con la descripción de un tipo menor de demonio y su compañía de paladines había decidido hacerse cargo.
Quizás en la imagen mental de Josephine, él era el único, o de los pocos, superviviente de aquel enfrentamiento, cuando en realidad él era una de las bajas. Una baja calculada, según pensaba él, y que siguiera con vida se debía a intervenciones externas. No tenía ni idea de cómo había terminado la misión, ni el estado actual de la isla, ni si aquellos montruos se trataban de los demonios que creían o de alguna de las aberraciones nativas de aquel lugar, ni si alguno de sus antiguos camaradas había sobrevivido. Aunque tampoco le importaba en absoluto. Quizás el último punto sí, por cobrarse justicia por él y sus dos amigos abandonados, dándole personalmente muerte a cualquier superviviente. Especialmente a su hermano.
Cuando Rebeca se echó a reír, miró con confusión ora a una y ora a la otra, sin comprender qué había dicho gracioso.
Ah, de acuerdo, Abraham vivía en el pueblo.
Se encogió de hombros mirando a Rebeca. - Acabo de llegar a la isla, no puedo saber esas cosas aún. - dijo a modo de disculpa. - Si a vuestra madre le parece bien que tomeis dulces tras el desayuno, entonces esperemos que el señor Abraham tenga hoy alguno.
Se preparó para salir con la niña en dirección al pueblo cuando Josephine le pidió que esperara. Sonrió amablemente y asintió. - No tengo inconveniente, lady Josephine. - Y esperó para seguir las indicaciones de ella quien, al fin y al cabo, era su sastre.
Quizás en la imagen mental de Josephine, él era el único, o de los pocos, superviviente de aquel enfrentamiento, cuando en realidad él era una de las bajas. Una baja calculada, según pensaba él, y que siguiera con vida se debía a intervenciones externas. No tenía ni idea de cómo había terminado la misión, ni el estado actual de la isla, ni si aquellos montruos se trataban de los demonios que creían o de alguna de las aberraciones nativas de aquel lugar, ni si alguno de sus antiguos camaradas había sobrevivido. Aunque tampoco le importaba en absoluto. Quizás el último punto sí, por cobrarse justicia por él y sus dos amigos abandonados, dándole personalmente muerte a cualquier superviviente. Especialmente a su hermano.
Cuando Rebeca se echó a reír, miró con confusión ora a una y ora a la otra, sin comprender qué había dicho gracioso.
Ah, de acuerdo, Abraham vivía en el pueblo.
Se encogió de hombros mirando a Rebeca. - Acabo de llegar a la isla, no puedo saber esas cosas aún. - dijo a modo de disculpa. - Si a vuestra madre le parece bien que tomeis dulces tras el desayuno, entonces esperemos que el señor Abraham tenga hoy alguno.
Se preparó para salir con la niña en dirección al pueblo cuando Josephine le pidió que esperara. Sonrió amablemente y asintió. - No tengo inconveniente, lady Josephine. - Y esperó para seguir las indicaciones de ella quien, al fin y al cabo, era su sastre.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
La niña sonreía con picardía.
- Cierto mami que si puedo??? - preguntó Rebeca luciendo la sonrisa engatusadora que sabía usar para convencer a muchas personas. Por supuesto, la señora no dijo nada, solo sonrió y fue a buscar su cinta de medidas. Borró de esta las marcas que tomara como medida para los vestidos de hija, los últimos que había hecho.
- te voy a mostraa mis lugares favoritos, luego hacemos un desvío y te presento a mis amigas, será la envidia de todas y será magnifico y luego iremos por la harina - he ahí el itinerario de Rebeca.
En su carita se vía cuanta ilusión le hacía esa pequeña expedición, en sus palabras, el poco interés que tenía por traer el recado encargado por la señora. Por fortuna iría con un adulto.
Al regresar Josephine, hizo levantar a Cyiria y pararse sobre un banquillo que tenía en la mano junto a la cinta de medidas. Levante las manos, estire la pierna, respire con normalidad, levante la cabeza, parece cómo es habitual en usted, le gusta el cuello de este estilo? de este otro? los pantalones, los prefiere cortos, largos? ajustados, a que altura en su cintura. Tomó medidas de los hombros, de la cadera, le miró los pies y volvió a retirarse para volver con unos botines viejos, negros, en cuero, con cordones limpios y se los ofreció esperando que le quedaran a la medida.
- Amor, ven un momento - se llevó a la niña a la habitación y en ella murmuró un par de cosas antes de dejarla ir. Esta salió dando saltitos.
- Estamos listos, te quedan bien? podemos irnos? - tiró de la muñeca de Cyrian en dirección a la puerta.
El camino hacía Daosh, era tranquilo, lleno de guijarros y tenía de sonido de fondo el arrullo del mar. Era un camino en toda regla, por él pasaban algunas carretas a las fincas y casas más lejanas, el trafico de personas y animales cuando iban a la venta. El camino parecía partir en dos la isla o, al menos, sus ambientes, ya que de un lado se veía boscoso medio selvático, del otro estaba el mar, la playa, los acantilados.
- Cyrian, como era tu barco? - preguntó la niña mientras se movían por este, a la velocidad que marcaba ella, pues no pensaba, caprichosa ella, cambiar su paso para estar a la altura de Cyrian si es que este se adelantaba. A partir de ese punto, a cada pregunta que hacía respondía "ahh ya" y atacaba con otra.
- El lugar del que vienes, era bonito? Era grande? - lo miraba con atención, tratando de visualizar la versión de Cyrian sobre su hogar. Las casas ahora eran cada vez más frecuentes, el camino se unía a otros caminos y se hacía más grande. Se acercaban más a la ciudad.
Más bien, un pueblo. En apariencia era un lugar de pesca, así lo delataban las balsas y algunos de los barcos pequeños que atracaban en su muelle. Pero las calles, un poco enlodadas, dejaban ver personas cuyo aspecto no se parecía al de los pescadores, sus rostros tiznados, que no estaban curtidos por el sol, hablaban de trabajo con tierra y bajo tierra, hablaban de minas.
Los hostales abundaban, la rotación de personal podía llegar a ser alta.
Pero también había personas muy bien vestidas, de negocios, habituales del lugar con ropajes mas sencillos, el bullicio normal de una mañana de mercado.
El paseo los adentraba en las calles, pasando frente al molino de harina pero rumbo a donde debía encontrarse Abraham, tal y como había dicho la niña, la cual seguía con sus preguntas
- Cómo era la persona a quien dejaste en el otro lugar? - ahora su interés parecía más que curiosidad morbosa y tenía sentido, si ahora sería ella quien estaría a su cuidado y protección, quería hacerse una idea de quienes había dejado atrás para no quedarse corta en comparación.
- Cierto mami que si puedo??? - preguntó Rebeca luciendo la sonrisa engatusadora que sabía usar para convencer a muchas personas. Por supuesto, la señora no dijo nada, solo sonrió y fue a buscar su cinta de medidas. Borró de esta las marcas que tomara como medida para los vestidos de hija, los últimos que había hecho.
- te voy a mostraa mis lugares favoritos, luego hacemos un desvío y te presento a mis amigas, será la envidia de todas y será magnifico y luego iremos por la harina - he ahí el itinerario de Rebeca.
En su carita se vía cuanta ilusión le hacía esa pequeña expedición, en sus palabras, el poco interés que tenía por traer el recado encargado por la señora. Por fortuna iría con un adulto.
Al regresar Josephine, hizo levantar a Cyiria y pararse sobre un banquillo que tenía en la mano junto a la cinta de medidas. Levante las manos, estire la pierna, respire con normalidad, levante la cabeza, parece cómo es habitual en usted, le gusta el cuello de este estilo? de este otro? los pantalones, los prefiere cortos, largos? ajustados, a que altura en su cintura. Tomó medidas de los hombros, de la cadera, le miró los pies y volvió a retirarse para volver con unos botines viejos, negros, en cuero, con cordones limpios y se los ofreció esperando que le quedaran a la medida.
- Amor, ven un momento - se llevó a la niña a la habitación y en ella murmuró un par de cosas antes de dejarla ir. Esta salió dando saltitos.
- Estamos listos, te quedan bien? podemos irnos? - tiró de la muñeca de Cyrian en dirección a la puerta.
El camino hacía Daosh, era tranquilo, lleno de guijarros y tenía de sonido de fondo el arrullo del mar. Era un camino en toda regla, por él pasaban algunas carretas a las fincas y casas más lejanas, el trafico de personas y animales cuando iban a la venta. El camino parecía partir en dos la isla o, al menos, sus ambientes, ya que de un lado se veía boscoso medio selvático, del otro estaba el mar, la playa, los acantilados.
- Cyrian, como era tu barco? - preguntó la niña mientras se movían por este, a la velocidad que marcaba ella, pues no pensaba, caprichosa ella, cambiar su paso para estar a la altura de Cyrian si es que este se adelantaba. A partir de ese punto, a cada pregunta que hacía respondía "ahh ya" y atacaba con otra.
- El lugar del que vienes, era bonito? Era grande? - lo miraba con atención, tratando de visualizar la versión de Cyrian sobre su hogar. Las casas ahora eran cada vez más frecuentes, el camino se unía a otros caminos y se hacía más grande. Se acercaban más a la ciudad.
Más bien, un pueblo. En apariencia era un lugar de pesca, así lo delataban las balsas y algunos de los barcos pequeños que atracaban en su muelle. Pero las calles, un poco enlodadas, dejaban ver personas cuyo aspecto no se parecía al de los pescadores, sus rostros tiznados, que no estaban curtidos por el sol, hablaban de trabajo con tierra y bajo tierra, hablaban de minas.
Los hostales abundaban, la rotación de personal podía llegar a ser alta.
Pero también había personas muy bien vestidas, de negocios, habituales del lugar con ropajes mas sencillos, el bullicio normal de una mañana de mercado.
El paseo los adentraba en las calles, pasando frente al molino de harina pero rumbo a donde debía encontrarse Abraham, tal y como había dicho la niña, la cual seguía con sus preguntas
- Cómo era la persona a quien dejaste en el otro lugar? - ahora su interés parecía más que curiosidad morbosa y tenía sentido, si ahora sería ella quien estaría a su cuidado y protección, quería hacerse una idea de quienes había dejado atrás para no quedarse corta en comparación.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
En el rostro de Cyrian se empezó a ver reflejado que temía que el sencillo encargo iba a transformarse en algo que les iba a llevar mucho tiempo. A juzgar por lo dicho por la niña, lo más probable era que hasta la hora del almuerzo no regresaran, eso si no tenían alguna parada más allá de las ya programadas, cosa que a juzgar por la cara que había puesto era más que probable. No pudo evitar una sonrisa divertida al pensarlo.
- Adorable... - pensó de nuevo, aunque esta vez sin ironía, mientras se preguntaba cómo conseguiría convencerla de regresar sin retrasarse demasiado.
Siguió tranquilamente las instrucciones de Josephine con respecto a sus medidas. A él le gustaba la ropa principalmente funcional, que no estorbara sus movimientos antes que algo... elegante. - No hace falta que os esmereis demasiado, con algo sencillo será suficiente. - dijo mientras tomaba los botines, que le quedaban un poco anchos pero tendrían que valer. Sus finas botas de cuero, pensadas para llevar dentro de las botas de metal de la armadura, estaban aún húmedas por su "naufragio", y si las llevaba para un paseo medianamente largo como el que iban a dar, iban a acabar destrozadas.
Se puso el nuevo calzado mientras Josephine iba con Rebeca a la habitación. Ni siquiera se preguntó qué le había dicho en la habitación, supuso que le habría dado algunas monedas para la harina y la litera y que le habría dicho lo que se esperaba de una madre, "ten cuidado", "cuidado con los extraños", etc. Se incorporó cuando su escoltada regresó a la habitación, de nuevo con su media sonrisa. -Sí, me quedan bien, podemos salir cuando digais, Rebeca.- dijo inclinando la cabeza, en una exagerada reverencia, para hacer las delicias de la niña.
Tardaron poco en ponerse en marcha. Él caminaba detrás de la niña, adaptando su paso al de ella, sin perderla de vista ni perder detalle de lo que sucedía a su alrededor, incluso cuando se detenían un rato en algún lugar, para ver alguna flor que le llamara la atención a Rebeca o algo similar, acababa siendo capaz de anticipar cómo y desde dónde iban a moverse las aves de los alrededores. Sus sentidos estaban tan afilados como de costumbre, comprobó para su tranquilidad, y para él era algo totalmente natural.
Parte del camino, el único sonido que les acompañaba era el de sus pasos sobre los guijarros del camino y los sonidos del bosque selvático y del mar. El resto, era su conversación con Rebeca.
- ¿Mi barco? Era.... normal supongo. No sé demasiado sobre ellos. - contestó evasivamente y buscó de inmediato desviar el tema. - Y decidme, Rebeca, ¿cómo son vuestros lugares favoritos?
- El lugar de donde vengo se llama Lurthum. - dijo con tranquilidad mirando alrededor, intentando hacerse una idea del tamaño aproximado de Kuzueth.- Es también una isla. Quizás sea un poco más grande que ésta. Es muy hermosa y verde, frondosa, pero no del mismo modo que este lugar. Tiene una ciudad muy grande y bonita y las playas son de arena fina.
Los ojos de Cyrian recorrían el perfil del pequeño pueblo según se iban adentrando en él. Parecía un lugar humilde, de algún modo le encajaba muy bien con lo que había visto hasta el momento. Y a juzgar por cierto tipo de tiendas y el aspecto de algunos de sus habitantes, la pesca y la minería eran las principales actividades del lugar.
Entonces Rebeca le preguntó por su protegida y no pudo evitar sonreír y que su mirada se iluminara. - No la he dejado atrás, Rebeca, he llegado aquí por accidente. - le corrigió.- Ella es... una mujer increíble. Inteligente, sabia, fuerte, hermosa... Es una mujer que encarna la elegancia... - se detuvo y carraspeó suavemente, sintiéndose un poco avergonzado. - Lo siento, es simplemente que la admiro...
- Adorable... - pensó de nuevo, aunque esta vez sin ironía, mientras se preguntaba cómo conseguiría convencerla de regresar sin retrasarse demasiado.
Siguió tranquilamente las instrucciones de Josephine con respecto a sus medidas. A él le gustaba la ropa principalmente funcional, que no estorbara sus movimientos antes que algo... elegante. - No hace falta que os esmereis demasiado, con algo sencillo será suficiente. - dijo mientras tomaba los botines, que le quedaban un poco anchos pero tendrían que valer. Sus finas botas de cuero, pensadas para llevar dentro de las botas de metal de la armadura, estaban aún húmedas por su "naufragio", y si las llevaba para un paseo medianamente largo como el que iban a dar, iban a acabar destrozadas.
Se puso el nuevo calzado mientras Josephine iba con Rebeca a la habitación. Ni siquiera se preguntó qué le había dicho en la habitación, supuso que le habría dado algunas monedas para la harina y la litera y que le habría dicho lo que se esperaba de una madre, "ten cuidado", "cuidado con los extraños", etc. Se incorporó cuando su escoltada regresó a la habitación, de nuevo con su media sonrisa. -Sí, me quedan bien, podemos salir cuando digais, Rebeca.- dijo inclinando la cabeza, en una exagerada reverencia, para hacer las delicias de la niña.
Tardaron poco en ponerse en marcha. Él caminaba detrás de la niña, adaptando su paso al de ella, sin perderla de vista ni perder detalle de lo que sucedía a su alrededor, incluso cuando se detenían un rato en algún lugar, para ver alguna flor que le llamara la atención a Rebeca o algo similar, acababa siendo capaz de anticipar cómo y desde dónde iban a moverse las aves de los alrededores. Sus sentidos estaban tan afilados como de costumbre, comprobó para su tranquilidad, y para él era algo totalmente natural.
Parte del camino, el único sonido que les acompañaba era el de sus pasos sobre los guijarros del camino y los sonidos del bosque selvático y del mar. El resto, era su conversación con Rebeca.
- ¿Mi barco? Era.... normal supongo. No sé demasiado sobre ellos. - contestó evasivamente y buscó de inmediato desviar el tema. - Y decidme, Rebeca, ¿cómo son vuestros lugares favoritos?
- El lugar de donde vengo se llama Lurthum. - dijo con tranquilidad mirando alrededor, intentando hacerse una idea del tamaño aproximado de Kuzueth.- Es también una isla. Quizás sea un poco más grande que ésta. Es muy hermosa y verde, frondosa, pero no del mismo modo que este lugar. Tiene una ciudad muy grande y bonita y las playas son de arena fina.
Los ojos de Cyrian recorrían el perfil del pequeño pueblo según se iban adentrando en él. Parecía un lugar humilde, de algún modo le encajaba muy bien con lo que había visto hasta el momento. Y a juzgar por cierto tipo de tiendas y el aspecto de algunos de sus habitantes, la pesca y la minería eran las principales actividades del lugar.
Entonces Rebeca le preguntó por su protegida y no pudo evitar sonreír y que su mirada se iluminara. - No la he dejado atrás, Rebeca, he llegado aquí por accidente. - le corrigió.- Ella es... una mujer increíble. Inteligente, sabia, fuerte, hermosa... Es una mujer que encarna la elegancia... - se detuvo y carraspeó suavemente, sintiéndose un poco avergonzado. - Lo siento, es simplemente que la admiro...
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
La niña iba feliz, se notaba en su andar, en su carita con esa sonrisa de triunfo y orgullo, tenía un caballero, que caminaba con ella y que además le había hecho una caballerosa reverencia.
- Pero era bonito, feo, grande, pequeño? Qué es un barco normal? - parecían interesarle los detalles triviales más que los técnicos o rimbombantes - a mi me gusta el muelle, la plaza, el bosque, pero no muy profundo porque las brujas y los caníbales se lo llevan a uno, pero yo no le tengo miedo a las brujas, por eso siempre me burlo de mis amigas que salen corriendo cuando se las mencionas - soltó la risa con infantil malicia - pero los caníbales si son peligrosos, digo, que una bruja te convierta en sapo es algo con lo que puedo vivir, pero que te coma un caníbal no, no se sabe si te cocinan vivo, como hacen con las langostas, pobrecitas las langostas pero saben rico y que tal que ellos digan lo mismo, pobrecita Rebeca, pero sabe tan rico. Qué mas me gusta, la casa de Isabel me gusta, es grande, bonita y tiene muchos juguetes. También me gusta el risco que esta cerca a la casa, es muy tranquilo y bajar a la playa es fácil, con mi mami vamos mucho ahí - si el padre era marino, eso tenía sentido.
Ahora que por fin le contaba algo interesante, lo escuchaba con atención, fascinada por lo que decía. Parecía gustarle la ciudad y eso que narraba no podía competir mucho con Daosh, tal vez con la Capital, la cual había visto en pinturas, pero ya pensaría algo, eso decían sus ojos.
Y luego, se puso sería. Mortalmente seria. Mujer. Su ceño se frunció y su gesto se fue tornando de... celos.Un ramillete de virtudes. Entonces, por qué? Él había dicho que la había dejado por accidente.
- Entonces es hermosa -dijo con cierto resentimiento en su voz. De nuevo había esperado una descripción física, que dijera que era un hombre enclenque, de ojos oscuros, que usaba ropa chistosa, con tres pelos en la cabeza y una nariz de tucan; de aceptar a una mujer también esperaba una descripción que iniciara por: bajita, gorda y pálida. Había sido una sorpresa que dijera eso, que hablara así de ella.
Cyirian podría decir que la niña, la odio. Y luego de eso no hizo más preguntas. Con los puños apretados. Las calles cada vez ganaban volumen, personas, estabilidad, figura, calles, carreras, pasajes, tiendas, casas, pequeños edificios. Gente gritando, pasando, comprando, vendiendo, yendo viniendo. Ojos ausentes, ojos atentos a sus negocios, ojos que buscan, ojos oscuros que vigilan y esperan el momento, ojos cansados.
Tal vez lo que eran del interés de Cyrian eran esos que vigilan y esperan, que acechan en la oscuridad o justo en la luz, que aguardan por un presa fácil, una presa, como esa señora a la que acaban de tropezar y que ha seguido con su camino ajena a que acaba de perder no solo su bolsa sino una bonita pulsera. O una presa de mayor valor como un monstruito pelirrojo y que se adelanta al hombre que parece seguirla ya.
Por el rabillo del ojo, casi una sombra, un detalle, cabello negro, rizos,. A su espalda, saliendo de su angulo de visión, una sombra en el suelo, un lugar vacío una esquina que llevaba a un callejón sin puertas, sin salida, sin rastro, vacío.
Un juego del anhelo.
- Pero era bonito, feo, grande, pequeño? Qué es un barco normal? - parecían interesarle los detalles triviales más que los técnicos o rimbombantes - a mi me gusta el muelle, la plaza, el bosque, pero no muy profundo porque las brujas y los caníbales se lo llevan a uno, pero yo no le tengo miedo a las brujas, por eso siempre me burlo de mis amigas que salen corriendo cuando se las mencionas - soltó la risa con infantil malicia - pero los caníbales si son peligrosos, digo, que una bruja te convierta en sapo es algo con lo que puedo vivir, pero que te coma un caníbal no, no se sabe si te cocinan vivo, como hacen con las langostas, pobrecitas las langostas pero saben rico y que tal que ellos digan lo mismo, pobrecita Rebeca, pero sabe tan rico. Qué mas me gusta, la casa de Isabel me gusta, es grande, bonita y tiene muchos juguetes. También me gusta el risco que esta cerca a la casa, es muy tranquilo y bajar a la playa es fácil, con mi mami vamos mucho ahí - si el padre era marino, eso tenía sentido.
Ahora que por fin le contaba algo interesante, lo escuchaba con atención, fascinada por lo que decía. Parecía gustarle la ciudad y eso que narraba no podía competir mucho con Daosh, tal vez con la Capital, la cual había visto en pinturas, pero ya pensaría algo, eso decían sus ojos.
Y luego, se puso sería. Mortalmente seria. Mujer. Su ceño se frunció y su gesto se fue tornando de... celos.Un ramillete de virtudes. Entonces, por qué? Él había dicho que la había dejado por accidente.
- Entonces es hermosa -dijo con cierto resentimiento en su voz. De nuevo había esperado una descripción física, que dijera que era un hombre enclenque, de ojos oscuros, que usaba ropa chistosa, con tres pelos en la cabeza y una nariz de tucan; de aceptar a una mujer también esperaba una descripción que iniciara por: bajita, gorda y pálida. Había sido una sorpresa que dijera eso, que hablara así de ella.
Cyirian podría decir que la niña, la odio. Y luego de eso no hizo más preguntas. Con los puños apretados. Las calles cada vez ganaban volumen, personas, estabilidad, figura, calles, carreras, pasajes, tiendas, casas, pequeños edificios. Gente gritando, pasando, comprando, vendiendo, yendo viniendo. Ojos ausentes, ojos atentos a sus negocios, ojos que buscan, ojos oscuros que vigilan y esperan el momento, ojos cansados.
Tal vez lo que eran del interés de Cyrian eran esos que vigilan y esperan, que acechan en la oscuridad o justo en la luz, que aguardan por un presa fácil, una presa, como esa señora a la que acaban de tropezar y que ha seguido con su camino ajena a que acaba de perder no solo su bolsa sino una bonita pulsera. O una presa de mayor valor como un monstruito pelirrojo y que se adelanta al hombre que parece seguirla ya.
Por el rabillo del ojo, casi una sombra, un detalle, cabello negro, rizos,. A su espalda, saliendo de su angulo de visión, una sombra en el suelo, un lugar vacío una esquina que llevaba a un callejón sin puertas, sin salida, sin rastro, vacío.
Un juego del anhelo.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
- Os lo digo de veras, no entiendo de barcos... - contestó con media sonrisa forzada.- Supongo que era de madera, tenía dos mástiles con velas y era bastante grande, o eso me pareció a mí. Más que eso no sabría explicar - improvisó sobre la marcha. No le gustaba mentir, pero, ¿cómo iba a explicarle a una niña algo que él mismo no comprendía? A fin de cuentas, lo más sincero que podía contarle era "iba andando, de repente una ola me arrastró y me desperté en la playa donde me encontraste".
- ¿Brujas y caníbales? Algo escuché cuando vine a Jasperia, pero pensaba que eran rumores infundados. - comentó sonriendo divertido con el razonamiento de la niña. En realidad, era bastante seguro que los caníbales mataban a sus víctimas antes de cocinarlas. Reducía las posibilidades de que huyeran. Aún más, si eran de los que preferían las víctimas crudas.
No pudo evitar sonrojarse un poco cuando notó los celos de la niña. Debía haber supuesto que su devoción por Ethel iba a molestarle. Suspiró preguntándose como podía paliar el problema. - También es una mujer exigente, por lo que imaginad la que me espera cuando averigüe dónde estoy. - dijo en un intento de mejorar el ánimo de la niña, sin pararse a pensar en lo cierto que podía llegar a ser esa afirmación.
Seguía siendo la sombra de la niña mientras llegaban a la parte más bulliciosa del pueblo. - Para ser tan pequeño hay mucha gente por las calles, ¿será hoy día de mercado? - pensó para sí mientras su mirada permanecía alerta a los alrededores. Mientras más gente había al mismo tiempo en un lugar, aumentaban el número de peligros. Y más siendo un pueblo relativamente pequeño y siendo él un perfecto extraño en la región.
Sus atentos ojos captaron el pequeño hurto, pero no era un asunto de su incumbencia mientras no le involucrara directamente; pero había algo más, una sensación en el vello de la nuca, un presentimiento de sentirse observado, de nuevo la impresión de que algo no encajaba.
Creyó ver algo por el rabillo del ojo, pero cuando lo siguió con la mirada, no lo encontró. No era posible que hubiera visto eso. Simplemente no podía ser...
Se recriminó su distracción, Rebeca no se había dado cuenta y le había ganado algo de terreno. - Esperadme, Rebeca. - le dijo mientras aceleraba el paso para recortar la poca distancia que la niña le había ganado en aquel breve periodo de tiempo, apenas unos pasos delante de él.
- ¿Brujas y caníbales? Algo escuché cuando vine a Jasperia, pero pensaba que eran rumores infundados. - comentó sonriendo divertido con el razonamiento de la niña. En realidad, era bastante seguro que los caníbales mataban a sus víctimas antes de cocinarlas. Reducía las posibilidades de que huyeran. Aún más, si eran de los que preferían las víctimas crudas.
No pudo evitar sonrojarse un poco cuando notó los celos de la niña. Debía haber supuesto que su devoción por Ethel iba a molestarle. Suspiró preguntándose como podía paliar el problema. - También es una mujer exigente, por lo que imaginad la que me espera cuando averigüe dónde estoy. - dijo en un intento de mejorar el ánimo de la niña, sin pararse a pensar en lo cierto que podía llegar a ser esa afirmación.
Seguía siendo la sombra de la niña mientras llegaban a la parte más bulliciosa del pueblo. - Para ser tan pequeño hay mucha gente por las calles, ¿será hoy día de mercado? - pensó para sí mientras su mirada permanecía alerta a los alrededores. Mientras más gente había al mismo tiempo en un lugar, aumentaban el número de peligros. Y más siendo un pueblo relativamente pequeño y siendo él un perfecto extraño en la región.
Sus atentos ojos captaron el pequeño hurto, pero no era un asunto de su incumbencia mientras no le involucrara directamente; pero había algo más, una sensación en el vello de la nuca, un presentimiento de sentirse observado, de nuevo la impresión de que algo no encajaba.
Creyó ver algo por el rabillo del ojo, pero cuando lo siguió con la mirada, no lo encontró. No era posible que hubiera visto eso. Simplemente no podía ser...
Se recriminó su distracción, Rebeca no se había dado cuenta y le había ganado algo de terreno. - Esperadme, Rebeca. - le dijo mientras aceleraba el paso para recortar la poca distancia que la niña le había ganado en aquel breve periodo de tiempo, apenas unos pasos delante de él.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
Las nuevas, y mas extensas, explicaciones como complemento a sus respuestas parecían haber logrado la exigente aceptación de la niña, que volvía a recuperar su animo habitual, pero lo que seguía sin hacerle el minimo de gracia era el asunto de su admiración por aquella desconocida que había quedado bien atrás y lejos de ellos, de él, donde no estorbara.
Y que Cyrian se sonrojaba no ayudaba a que dejara ese mohin y sus puñitos cerrados.
- Por mi que no averigüe en donde estas y si viene tendrá que verselas conmigo y con mamá y con las amigas de mamá. Ya verás, no podrá hacerte nada - parecía muy convencida pero en su semblante quedó ese deje de preocupación por las palabras de su caballero. La mujer tomaría represalias contra él? Eso no tenía mucho sentido, dijo que se había ido sin querer...
Ella pensaba en esto cuando, cuando la atención de ambos se desvió. No estaba atenta al entorno, solo se fijaba lo suficiente en el camino para no perder la ruta y para no ensuciar su vestido. Por eso, cuando Cyrian le dijo que esperara, era demasiado tarde.
Junto a ella, de rodillas, tomandola del brazo, estaba un hombre joven, pero tal vez mayor que Cyrian, dificil decirlo a ciencia cierta con esa barba desordenada de varios días. Vestía como minero, sucio, mal encarado, con una sonrisa retorcida que anticipaba las mas crueles y mefastas intenciones, una manos grandes que lograban abarcar con facilidad el bracito de la niña.
Al volver la vista a ellos, el h ombre le estaba termiando de decir algo, algo que a Rebeca le disgustó e hizo que tratara de liberarse, sin exito alguno, reacción que asentuó la sonrisa del hombre. Se le veía incomoda y asustada, así que cuando escuchó su nombre, los dos giraron a ver al caballero.
- Cyrian... - llamó la niña en un susrró infantil que pronto se llenó de fuerza al encarar de nuevo al suejto - sueltame o le dejeré que te patee hasta que no puedas volver a sentarte en tu trasero - lo amenzó, confiada en que sería respaldada.
Pero esa misma confianza la tomó el hombre que, lentamente, se puso en pie, sin soltar el brazo de Rebeca, para encarar a Cyrian.
- ah sí? no digas - se burló.
Y que Cyrian se sonrojaba no ayudaba a que dejara ese mohin y sus puñitos cerrados.
- Por mi que no averigüe en donde estas y si viene tendrá que verselas conmigo y con mamá y con las amigas de mamá. Ya verás, no podrá hacerte nada - parecía muy convencida pero en su semblante quedó ese deje de preocupación por las palabras de su caballero. La mujer tomaría represalias contra él? Eso no tenía mucho sentido, dijo que se había ido sin querer...
Ella pensaba en esto cuando, cuando la atención de ambos se desvió. No estaba atenta al entorno, solo se fijaba lo suficiente en el camino para no perder la ruta y para no ensuciar su vestido. Por eso, cuando Cyrian le dijo que esperara, era demasiado tarde.
Junto a ella, de rodillas, tomandola del brazo, estaba un hombre joven, pero tal vez mayor que Cyrian, dificil decirlo a ciencia cierta con esa barba desordenada de varios días. Vestía como minero, sucio, mal encarado, con una sonrisa retorcida que anticipaba las mas crueles y mefastas intenciones, una manos grandes que lograban abarcar con facilidad el bracito de la niña.
Al volver la vista a ellos, el h ombre le estaba termiando de decir algo, algo que a Rebeca le disgustó e hizo que tratara de liberarse, sin exito alguno, reacción que asentuó la sonrisa del hombre. Se le veía incomoda y asustada, así que cuando escuchó su nombre, los dos giraron a ver al caballero.
- Cyrian... - llamó la niña en un susrró infantil que pronto se llenó de fuerza al encarar de nuevo al suejto - sueltame o le dejeré que te patee hasta que no puedas volver a sentarte en tu trasero - lo amenzó, confiada en que sería respaldada.
Pero esa misma confianza la tomó el hombre que, lentamente, se puso en pie, sin soltar el brazo de Rebeca, para encarar a Cyrian.
- ah sí? no digas - se burló.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
Cyrian se había relajado por la tranquilidad del paseo, su expresión se había ido haciendo menos severa a la que era habitual en su rostro. Junto a eso, se podía añadir que su aspecto fuera de su armadura era poco intimidante. Se trataba de un chico joven y sus músculos, aunque firmes y elásticos por la preparación física a la que se había estado sometiendo desde casi su infancia, no eran muy abultados. Además, su rostro le delataba como alguien aún joven e incluso le aniñaba un poco.
Por ello, no le sorprendía en absoluto que aquel matón del tres al cuarto no se sintiera en absoluto intimidado por su presencia ni por la amenaza de la niña; desde su punto de vista, debía parecer poco más que un muchacho defendiendo a una niña sin nada con que respaldarse salvo sus propias bravatas.
Sin embargo, eso era algo que ya le había sucedido con anterioridad e incluso era algo con lo que había llegado a contar, por fortuna, dado que no podría contar con sus armas. Sabía como defenderse sin ningún tipo de armas si llegaba el momento y, más importante aún, pese al desastrado aspecto de aquel hombre, estaba convencido de haberse metido en más peleas que él y haber salido bien parado de ellas también en mayor proporción.
Además, jugaba a su favor el estereotipo de alguien que acude a defender a una niña en apuros. Él era un caballero, pero distaba de ser del tipo de guerrero que lucha por la virtud y la bondad con una brillante armadura.
Su mirada se endureció y su media sonrisa se convirtió en una expresión severa mientras se acercaba a aquel hombre. Alzó su brazo y señaló al sujeto con calma, con la misma calma y tranquilidad con la que dijo una sóla frase hacia el tipo.
- Sólo lo voy a advertir una vez, soltadla de inmediato o lo lamentareis. - Su mirada estaba fija en el hombre, pero no perdió de vista los alrededores, quería ver si la situación subía de tono si alguien acudiría en su contra.
Por ello, no le sorprendía en absoluto que aquel matón del tres al cuarto no se sintiera en absoluto intimidado por su presencia ni por la amenaza de la niña; desde su punto de vista, debía parecer poco más que un muchacho defendiendo a una niña sin nada con que respaldarse salvo sus propias bravatas.
Sin embargo, eso era algo que ya le había sucedido con anterioridad e incluso era algo con lo que había llegado a contar, por fortuna, dado que no podría contar con sus armas. Sabía como defenderse sin ningún tipo de armas si llegaba el momento y, más importante aún, pese al desastrado aspecto de aquel hombre, estaba convencido de haberse metido en más peleas que él y haber salido bien parado de ellas también en mayor proporción.
Además, jugaba a su favor el estereotipo de alguien que acude a defender a una niña en apuros. Él era un caballero, pero distaba de ser del tipo de guerrero que lucha por la virtud y la bondad con una brillante armadura.
Su mirada se endureció y su media sonrisa se convirtió en una expresión severa mientras se acercaba a aquel hombre. Alzó su brazo y señaló al sujeto con calma, con la misma calma y tranquilidad con la que dijo una sóla frase hacia el tipo.
- Sólo lo voy a advertir una vez, soltadla de inmediato o lo lamentareis. - Su mirada estaba fija en el hombre, pero no perdió de vista los alrededores, quería ver si la situación subía de tono si alguien acudiría en su contra.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
El efecto fue el esperado. El sujeto no parecía intimidado en lo más mínimo. Todo lo contrario. Tomó el bracito de Rebeca con mas fuerza, pero de tal forma que no parecía un agarre casual.
Las personas que circulaban por el lugar, al percibir los problemas, de la forma mas sensata siguieron con su camino, otras, de forma muy disimulada formaban un corrillo para no perderse la posible pelea, aun habían quienes, desde la seguridad que les daba una puerta o o una ventana se hacían testigos de lo que ocurría en la calle. O desde una esquiva vigilaban con o jo atento y critico lo que pasaba, evaluando mas que chismoseando.
- Y qué harás exactamente? - preguntó el hombre, con una sonrisa mas amplia ante las intimidantes palabras de Cyrian, atrayendo a la niña hacía sí - esto es un asunto entre los dos, verdad preciosa - su aire desprevenido y confiado ante la figura del caballero obedecía su propia estrategia de pelea callejera y parte de esta era hacer uso de la ventaja, en este caso, la niña.
La forma en que la tenía sujeta la convertía no solo en un escudo humano, si no en defensa y arma en caso de ser necesario. Para ninguno de los dos sería ajena la técnica y quizá ambos en algún momento la había utilizado con algún humanoide de mayor tamaño y edad que la niña, pero el sujeto, al que llamaremos Roger, daba la impresión de tener pericia también al hacerlo con alguien pequeño. Sin duda la usaría como arma para defenderse de cualquier ataque de Cyrian, sin importarle si resultaba dañada en el proceso.
Por supuesto Rebeca se quejó y sollozó un poco. Y con el sollozo de Rebeca el panorama cambió un poco.
Podría ser efecto del "naufragio". o podía ser una visión del pasado o del futuro. De un momento a otro la niña ya no estaba ahí, ni el hombre, ni las demás personas, o el lodo común en las calles parcialmente adoquinadas de Daosh, ni las casas sencillas pero bonitas del pueblo... había cenizas, desolación, lo que quedaba de las edificaciones se podía comparar con lo que recordara de Ur al pasar por la poca civilización presente en la gran isla.
Con un poco de imaginación podrían escucharse los sonidos de las criaturas al asecho, si se cerraban los ojos podría sentirse esa inquietante tensión en el ambiente y si volvían a abrirse, después de un parpadeo podría verse una pequeña masa informe de lodo y tierra acercarse hacia el rostro.
- Y entonces, héroe, qué vas a hacer? - lo retó Roger que había pateado el suelo con la punta de su bota, de tal forma que un poco de lodo y tierra se digirieron contra Cyrian. Daba igual si le daba en la cara, el pecho o lo esquivaba, no lo estaba atacando, solo era una agresión.
fdi: mil disculpas, se me borro la respuesta anterior y no tuve la precaución de guardarla... esta no llega ni a los tobillos
Las personas que circulaban por el lugar, al percibir los problemas, de la forma mas sensata siguieron con su camino, otras, de forma muy disimulada formaban un corrillo para no perderse la posible pelea, aun habían quienes, desde la seguridad que les daba una puerta o o una ventana se hacían testigos de lo que ocurría en la calle. O desde una esquiva vigilaban con o jo atento y critico lo que pasaba, evaluando mas que chismoseando.
- Y qué harás exactamente? - preguntó el hombre, con una sonrisa mas amplia ante las intimidantes palabras de Cyrian, atrayendo a la niña hacía sí - esto es un asunto entre los dos, verdad preciosa - su aire desprevenido y confiado ante la figura del caballero obedecía su propia estrategia de pelea callejera y parte de esta era hacer uso de la ventaja, en este caso, la niña.
La forma en que la tenía sujeta la convertía no solo en un escudo humano, si no en defensa y arma en caso de ser necesario. Para ninguno de los dos sería ajena la técnica y quizá ambos en algún momento la había utilizado con algún humanoide de mayor tamaño y edad que la niña, pero el sujeto, al que llamaremos Roger, daba la impresión de tener pericia también al hacerlo con alguien pequeño. Sin duda la usaría como arma para defenderse de cualquier ataque de Cyrian, sin importarle si resultaba dañada en el proceso.
Por supuesto Rebeca se quejó y sollozó un poco. Y con el sollozo de Rebeca el panorama cambió un poco.
Podría ser efecto del "naufragio". o podía ser una visión del pasado o del futuro. De un momento a otro la niña ya no estaba ahí, ni el hombre, ni las demás personas, o el lodo común en las calles parcialmente adoquinadas de Daosh, ni las casas sencillas pero bonitas del pueblo... había cenizas, desolación, lo que quedaba de las edificaciones se podía comparar con lo que recordara de Ur al pasar por la poca civilización presente en la gran isla.
Con un poco de imaginación podrían escucharse los sonidos de las criaturas al asecho, si se cerraban los ojos podría sentirse esa inquietante tensión en el ambiente y si volvían a abrirse, después de un parpadeo podría verse una pequeña masa informe de lodo y tierra acercarse hacia el rostro.
- Y entonces, héroe, qué vas a hacer? - lo retó Roger que había pateado el suelo con la punta de su bota, de tal forma que un poco de lodo y tierra se digirieron contra Cyrian. Daba igual si le daba en la cara, el pecho o lo esquivaba, no lo estaba atacando, solo era una agresión.
fdi: mil disculpas, se me borro la respuesta anterior y no tuve la precaución de guardarla... esta no llega ni a los tobillos
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
Cyrian no pudo reprimir un leve estremecimiento. Por un momento, no se sentía en Kuzueth, sino en Ur Shalasti. Por un momento, Roger no estaba allí, frente a él lo que se alzaba era una de esas montruosidades de carne y hueso que le atacaron. Por un momento, sus armas no estaban en sus manos no porque estuvieran presas en su sombra, sino porque jamás había tenido ocasión de tomarlas... Por un momento, no era a Rebeca quien estaba prisionera, sino el cuerpo de.....
El iris de sus ojos se había puesto en su matiz más rojo, aún antes de que el barro que le golpeó en el hombro le devolviera a la realidad, sin embargo su expresión no había cambiado ningún otro ápice. Incluso dibujó una media sonrisa, mirando de reojo el sucio proyectil. - Interpreto entonces que ignoráis mi advertencia. - replicó. Fuera lo que fuese aquella visión que acaba de pasearse por su mente consciente, no tenía tiempo de pensar en ella en aquel momento.
El tipo parecía tener arrestos y tablas en peleas, y pocos escrúpulos también, dado que todo indicaba que iba a utilizar a Rebeca como escudo.
Iba a tener que andarse con cuidado.
Comenzó a moverse lentamente, a un lado y a otro, midiendo a su oponente y buscando el mejor ángulo para acercarse. La mirada de Roger no se separó de él en ningún momento, ambos se estaban midiendo, pero si podía juzgar a partir de la expresión del hombre, su opinión de él estaba muy equivocada.
¿Qué haría un héroe en su situación? Intentaría razonar con él, buscar un punto por el que conseguir que se distrajera y poner a salvo a la niña antes de enzarzarse en una lucha real. Sin duda, Roger esperaría algo así o poco diferente.
Pero él no era un héroe, desde hacía mucho tiempo. Y aunque aún lo fuese, le habían enseñado una vía alternativa. De hecho, casi podía superponer la imagen mental de su maestro explicando lo que debía hacer con la de Roger y la asustada Rebeca.
Finalmente, encontró la abertura que buscaba y no perdió la oportunidad. Cyrian se lanzó hacia delante en pos del hombre, con el puño en alto en dirección a su rostro amagando un puñetazo. Tal y como esperaba, la retorcida sonrisa de Roger no desapareció mientras reaccionaba alzando de un tirón la niña, provocándole un grito sorprendido, interponiéndola en la trayectoria de su mano.
Justo lo que Cyrian quería.
La mano del caballero no detuvo su movimiento, pero en el último instante, se desvió y en lugar de golpear, sujetó la muñeca de la mano de Roger con que sostenía a la pequeña. Antes del siguiente latido de su corazón, el “héroe” tiró de la mano hacia él, aprovechando la inercia de su carrera a su favor, mientras su brazo libre abandonaba la guardia para sujetar su hombro.
Roger aprovechó el hueco evidente para golpearle en las costillas, pero contaba con ello y simplemente aguantó el golpe mientras terminaba la maniobra, iba a dolerle cuando acabara la pelea, pero no ahora. Con la muñeca sujeta, la mano en el hombro del rufián se cerró con fuerza, y toda la potencia acumulada del movimiento de Cyrian se transmitió a un brusco empujón, en el mismo instante que toda la fuerza del cuerpo del caballero colaboraba en un súbito tirón de la muñeca.
- Crack. – dijeron a la vez el chico y el brazo de Roger. Sonrió de medio lado, era un movimiento que su maestro les había enseñado durante su adiestramiento, una llave para cuando se está desarmado pero no un oponente, especialmente con armas cortas, como dagas, botellas rotas... o en este caso niñas pequeñas. Era un gesto rápido y contundente, con la intención de dislocar hombro, codo o muñeca, dependiendo de la complexión del enemigo en concreto. De hecho, la maniobra completa había sido ejecutada en menos de un segundo. Si se hacía con demasiada fuerza, incluso podía resultar en fractura ósea, pero a Cyrian le había faltado el peso extra de su armadura para alcanzar ese punto.
Juzgando por la súbita falta de fuerza en todo el brazo y el grito de dolor, había sido el hombro el eslabón más débil del brazo. Sin pararse a regodearse en ello, Cyrian golpeó de revés el rostro de Roger mientras la mano que estaba en su muñeca la soltaba para sujetar a Rebeca, con poca delicadeza, y dejarla en el suelo intacta.
Antes de que la hubiera soltado, Cyrian terminó de desequilibrar a su rival con un codazo en el hombro dislocado, acabando derribado en el barro que antes le lanzó. – Os advertí que ibais a lamentarlo. – Dijo sin cambiar el tono de voz de antes de la pelea mientras le daba una patada en las costillas en el suelo. – Será mejor que no os levantéis, no veo necesario ser más contundente aún. La próxima vez que tengáis que dirigiros a Rebeca, o a su familia, espero que seáis un poco más cortés y amable.
Pisó el hombro herido del hombre y apoyó su peso en él...- Confío en no necesitar tener esta conversación de nuevo, ni con vos ni con nadie, ¿entendido? – Una forma sutil de decir que las dos mujeres estaban protegidas y que quería que se supiese. Bueno, quizás no tan sutil. Levantó el pie y se despidió con una nueva patada en el costado, girándose hacia Rebeca, pero mirando por el rabillo del ojo a Roger, para no darle la espalda, no lo creía, aquello debía dolerle bastante, pero no iba a asumir riesgos innecesarios.
- ¿Estáis bien, Rebeca? Vayámonos de aquí, tenemos cosas que hacer aún.
El iris de sus ojos se había puesto en su matiz más rojo, aún antes de que el barro que le golpeó en el hombro le devolviera a la realidad, sin embargo su expresión no había cambiado ningún otro ápice. Incluso dibujó una media sonrisa, mirando de reojo el sucio proyectil. - Interpreto entonces que ignoráis mi advertencia. - replicó. Fuera lo que fuese aquella visión que acaba de pasearse por su mente consciente, no tenía tiempo de pensar en ella en aquel momento.
El tipo parecía tener arrestos y tablas en peleas, y pocos escrúpulos también, dado que todo indicaba que iba a utilizar a Rebeca como escudo.
Iba a tener que andarse con cuidado.
Comenzó a moverse lentamente, a un lado y a otro, midiendo a su oponente y buscando el mejor ángulo para acercarse. La mirada de Roger no se separó de él en ningún momento, ambos se estaban midiendo, pero si podía juzgar a partir de la expresión del hombre, su opinión de él estaba muy equivocada.
¿Qué haría un héroe en su situación? Intentaría razonar con él, buscar un punto por el que conseguir que se distrajera y poner a salvo a la niña antes de enzarzarse en una lucha real. Sin duda, Roger esperaría algo así o poco diferente.
Pero él no era un héroe, desde hacía mucho tiempo. Y aunque aún lo fuese, le habían enseñado una vía alternativa. De hecho, casi podía superponer la imagen mental de su maestro explicando lo que debía hacer con la de Roger y la asustada Rebeca.
Finalmente, encontró la abertura que buscaba y no perdió la oportunidad. Cyrian se lanzó hacia delante en pos del hombre, con el puño en alto en dirección a su rostro amagando un puñetazo. Tal y como esperaba, la retorcida sonrisa de Roger no desapareció mientras reaccionaba alzando de un tirón la niña, provocándole un grito sorprendido, interponiéndola en la trayectoria de su mano.
Justo lo que Cyrian quería.
La mano del caballero no detuvo su movimiento, pero en el último instante, se desvió y en lugar de golpear, sujetó la muñeca de la mano de Roger con que sostenía a la pequeña. Antes del siguiente latido de su corazón, el “héroe” tiró de la mano hacia él, aprovechando la inercia de su carrera a su favor, mientras su brazo libre abandonaba la guardia para sujetar su hombro.
Roger aprovechó el hueco evidente para golpearle en las costillas, pero contaba con ello y simplemente aguantó el golpe mientras terminaba la maniobra, iba a dolerle cuando acabara la pelea, pero no ahora. Con la muñeca sujeta, la mano en el hombro del rufián se cerró con fuerza, y toda la potencia acumulada del movimiento de Cyrian se transmitió a un brusco empujón, en el mismo instante que toda la fuerza del cuerpo del caballero colaboraba en un súbito tirón de la muñeca.
- Crack. – dijeron a la vez el chico y el brazo de Roger. Sonrió de medio lado, era un movimiento que su maestro les había enseñado durante su adiestramiento, una llave para cuando se está desarmado pero no un oponente, especialmente con armas cortas, como dagas, botellas rotas... o en este caso niñas pequeñas. Era un gesto rápido y contundente, con la intención de dislocar hombro, codo o muñeca, dependiendo de la complexión del enemigo en concreto. De hecho, la maniobra completa había sido ejecutada en menos de un segundo. Si se hacía con demasiada fuerza, incluso podía resultar en fractura ósea, pero a Cyrian le había faltado el peso extra de su armadura para alcanzar ese punto.
Juzgando por la súbita falta de fuerza en todo el brazo y el grito de dolor, había sido el hombro el eslabón más débil del brazo. Sin pararse a regodearse en ello, Cyrian golpeó de revés el rostro de Roger mientras la mano que estaba en su muñeca la soltaba para sujetar a Rebeca, con poca delicadeza, y dejarla en el suelo intacta.
Antes de que la hubiera soltado, Cyrian terminó de desequilibrar a su rival con un codazo en el hombro dislocado, acabando derribado en el barro que antes le lanzó. – Os advertí que ibais a lamentarlo. – Dijo sin cambiar el tono de voz de antes de la pelea mientras le daba una patada en las costillas en el suelo. – Será mejor que no os levantéis, no veo necesario ser más contundente aún. La próxima vez que tengáis que dirigiros a Rebeca, o a su familia, espero que seáis un poco más cortés y amable.
Pisó el hombro herido del hombre y apoyó su peso en él...- Confío en no necesitar tener esta conversación de nuevo, ni con vos ni con nadie, ¿entendido? – Una forma sutil de decir que las dos mujeres estaban protegidas y que quería que se supiese. Bueno, quizás no tan sutil. Levantó el pie y se despidió con una nueva patada en el costado, girándose hacia Rebeca, pero mirando por el rabillo del ojo a Roger, para no darle la espalda, no lo creía, aquello debía dolerle bastante, pero no iba a asumir riesgos innecesarios.
- ¿Estáis bien, Rebeca? Vayámonos de aquí, tenemos cosas que hacer aún.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
Una rebeca zarandeada a más no poder, hacía su mejor esfuerzo por no sollozar, después de haber lanzado un grito (qué mas semejaba un chillido) al ser alzada e interceptada por Cyrian en el fútil intento de defensa de Roger.
El tiempo que duró de pie, fue más bien corto, en ambos casos. Mientras Rebeca cayó sentada de cola, ensuciando su lindo vestido, Roger gemía de forma lastimera y patética en el suelo. No se había levantado tras el caballero, no era tan tonto, y no se trataba solo de sentido común tras la paliza propinada, si no que… entendía, al igual que aquel que los observaba desde la esquina de un callejón arrebujado en una capa de viaje, que Cyrian no era un “héroe” cualquiera. Ambos lo supieron desde el momento en que tomó su muñeca, lo demás solo confirmó sus sospechas.
La pareja de mujeres ya no tenían un problema, ahora el problema lo tenía Cyrian. Sería un problema menor mientras se hacían las confirmaciones debidas, pero cuando esto fuera hecho, sería un lio mayor: reconocían su estilo porque ellos mismos lo habían visto y hasta manejado con anterioridad, ese muchacho que ahora le advertía que no se acercara a Josephine (su apetecida presa Josephine) en algún momento pasó por Rhylia y no como turista si no caballero, como ellos.
El observador del callejón despareció sin dejar huella dejando a Roger tendido y humillado.
Rebeca, no respondió a la pregunta de Cyrian, al menos no con palabras. Sus ojos vidriosos lo miraban desde el límite de la estupefacción y la admiración. Su caballero. No se había equivocado al pensar que en realidad las defendería, que se haría cargo del horrible hombre de la taberna y que se quedaría con ellas para que nadie más les hiciera daño. Se puso en pie y aun atontada y adolorida lo guío hasta el negocio de Abraham.
Era un lugar austero, dominado por la madera y la alfarería. Tenía toda clase de tablones, maderas, largas tiras de mimbre, paja, piedras, lozas finas de piedra, bultos de construcción, hierro de todos los tamaños, desde grandes varillas hasta pequeños clavos. El lugar estaba organizado, pese al reducido espacio no se veía saturado y la puerta que conducía a su interior, después de una terraza inicial, daba acceso a más materiales y a otra puerta que seguramente llevaría a la vivienda del hombre.
Abraham, era un humano de edad, cabello y barca cana, manos enormes y ceño fruncido. Su ropa sencilla, casi toda en tonos grises en una tela que algún día (o en algún momento del día) fue blanca, estaba cubierta por un delantal hecho de cuero grueso y resistente. Se encontraba trabajando al fondo de la terraza, muy cerca a la puerta, tejiendo un canasto.
En cuanto los vio acercarse, primero reparó en Cyrian y luego en la niña que le tomaba la mano con fuerza y con claros signos de nerviosismo. Rebeca estaba asustada y al viejo no se le escapó el detalle.
- Abraham!!! Alista un agua de panela – bramó – YA!!!! – Al interior de la casa, una sombra se movió con rapidez. El viejo se puso en pie y se acercó hasta el límite de su negocio – Rebeca? Qué sucede? - Preguntó con el tono en que lo haría un abuelo preocupado, pero la niña, en lugar de correr hacia él, se apretujó contra Cyrian, mirando en todas las direcciones. Entonces, la mirada severa y poco amigable, la de siempre, de Abraham se posó en los ojos del caballero, esperando una explicación.
Sus ojos fríos se mantenían fijos en el sauce que observaba a través de su espejo. Estudiaba las ramas del árbol, su tronco, sus raíces y la tonalidad azul de su iris solo hacía que sus ojos se vieran más implacables y resaltaran en la oscuridad que los rodeaba, a sus ojos, al espejo, a la habitación, era muy profunda, tanto como las emociones contenidas dentro.
El tiempo que duró de pie, fue más bien corto, en ambos casos. Mientras Rebeca cayó sentada de cola, ensuciando su lindo vestido, Roger gemía de forma lastimera y patética en el suelo. No se había levantado tras el caballero, no era tan tonto, y no se trataba solo de sentido común tras la paliza propinada, si no que… entendía, al igual que aquel que los observaba desde la esquina de un callejón arrebujado en una capa de viaje, que Cyrian no era un “héroe” cualquiera. Ambos lo supieron desde el momento en que tomó su muñeca, lo demás solo confirmó sus sospechas.
La pareja de mujeres ya no tenían un problema, ahora el problema lo tenía Cyrian. Sería un problema menor mientras se hacían las confirmaciones debidas, pero cuando esto fuera hecho, sería un lio mayor: reconocían su estilo porque ellos mismos lo habían visto y hasta manejado con anterioridad, ese muchacho que ahora le advertía que no se acercara a Josephine (su apetecida presa Josephine) en algún momento pasó por Rhylia y no como turista si no caballero, como ellos.
El observador del callejón despareció sin dejar huella dejando a Roger tendido y humillado.
Rebeca, no respondió a la pregunta de Cyrian, al menos no con palabras. Sus ojos vidriosos lo miraban desde el límite de la estupefacción y la admiración. Su caballero. No se había equivocado al pensar que en realidad las defendería, que se haría cargo del horrible hombre de la taberna y que se quedaría con ellas para que nadie más les hiciera daño. Se puso en pie y aun atontada y adolorida lo guío hasta el negocio de Abraham.
Era un lugar austero, dominado por la madera y la alfarería. Tenía toda clase de tablones, maderas, largas tiras de mimbre, paja, piedras, lozas finas de piedra, bultos de construcción, hierro de todos los tamaños, desde grandes varillas hasta pequeños clavos. El lugar estaba organizado, pese al reducido espacio no se veía saturado y la puerta que conducía a su interior, después de una terraza inicial, daba acceso a más materiales y a otra puerta que seguramente llevaría a la vivienda del hombre.
Abraham, era un humano de edad, cabello y barca cana, manos enormes y ceño fruncido. Su ropa sencilla, casi toda en tonos grises en una tela que algún día (o en algún momento del día) fue blanca, estaba cubierta por un delantal hecho de cuero grueso y resistente. Se encontraba trabajando al fondo de la terraza, muy cerca a la puerta, tejiendo un canasto.
En cuanto los vio acercarse, primero reparó en Cyrian y luego en la niña que le tomaba la mano con fuerza y con claros signos de nerviosismo. Rebeca estaba asustada y al viejo no se le escapó el detalle.
- Abraham!!! Alista un agua de panela – bramó – YA!!!! – Al interior de la casa, una sombra se movió con rapidez. El viejo se puso en pie y se acercó hasta el límite de su negocio – Rebeca? Qué sucede? - Preguntó con el tono en que lo haría un abuelo preocupado, pero la niña, en lugar de correr hacia él, se apretujó contra Cyrian, mirando en todas las direcciones. Entonces, la mirada severa y poco amigable, la de siempre, de Abraham se posó en los ojos del caballero, esperando una explicación.
Sus ojos fríos se mantenían fijos en el sauce que observaba a través de su espejo. Estudiaba las ramas del árbol, su tronco, sus raíces y la tonalidad azul de su iris solo hacía que sus ojos se vieran más implacables y resaltaran en la oscuridad que los rodeaba, a sus ojos, al espejo, a la habitación, era muy profunda, tanto como las emociones contenidas dentro.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
El caballero tendió la mano a la niña cuando se alejaron de la escena de la pelea; él estaba acostumbrado a la violencia y al salvajismo de cualquier clase de pelea, pero era de suponer que la niña no y que buscaría algún tipo de apoyo. Esperaba no haberla asustado con su... contundencia, si no, la niña iba a intentar evitarle y protegerla iba a ser mucho más complicado, pero por fortuna no parecía ser el caso; la niña le apretó la mano con firmeza, nerviosa y alterada, pero no temerosa de él.
Por su parte, Cyrian estaba tranquilo por completo, aunque de haber sido consciente de lo que acababa de desencadenar quizás no lo hubiera estado tanto. Él jamás había estado en Rhylia, y aunque había ostentando el manto de paladín, jamás había sido investido en ningún templo de aquella isla, no podía saber que el que su maestro buscara pupilos tan lejos, en su tierra natal, era algo poco habitual, quizás parte de algún peregrinaje o misión para propagar la fe en la Dama fuera de las islas, o tal vez alguna clase de retiro o exilio honroso. En cualquier caso, él no era consciente de que aquel movimiento era una técnica específica de la Orden y fácilmente reconocible para cualquiera que conociera la llave, y permanecía ajeno a la atención que podía haber atraído sobre él.
- Tranquila, Rebeca, todo está bien, te prometí protegerte, ¿verdad? - dijo intentando animar un poco a la niña, sin mucho éxito ya que no conseguía que hablara, mientras se encaminaban a lo que parecía alguna clase de taller.- ¿Esta es la casa de Abraham? Esperemos que tenga algún dulce, ¿o ya no te apetece Rebeca?
Llevó su mano libre al lugar donde había encajado el golpe reflejo del rufián, en sus costillas a la altura del pecho en el costado e hizo una pequeña mueca mientras palpaba. El golpe no había sido tan fuerte como había pensado en un principio, quizás le quedara un moratón durante un par de días, pero nada más serio, por fortuna.
Fue entonces cuando el artesano reparó en ellos. En un primer momento al ver que se acercaba, se preparó por si tenía que defender de nuevo a la niña, pero la expresión preocupada y el tono de su voz le demostraron que no iba a ser necesario. Su mirada marrón y tranquila mantuvo la de Abraham sin inmutarse por la dureza de la mirada de éste.
- Ha tenido un encontronazo con un rufián en el pueblo, está bien pero un poco agitada, es todo. ¿Vos sois Abraham? Josephine nos envía...
Por su parte, Cyrian estaba tranquilo por completo, aunque de haber sido consciente de lo que acababa de desencadenar quizás no lo hubiera estado tanto. Él jamás había estado en Rhylia, y aunque había ostentando el manto de paladín, jamás había sido investido en ningún templo de aquella isla, no podía saber que el que su maestro buscara pupilos tan lejos, en su tierra natal, era algo poco habitual, quizás parte de algún peregrinaje o misión para propagar la fe en la Dama fuera de las islas, o tal vez alguna clase de retiro o exilio honroso. En cualquier caso, él no era consciente de que aquel movimiento era una técnica específica de la Orden y fácilmente reconocible para cualquiera que conociera la llave, y permanecía ajeno a la atención que podía haber atraído sobre él.
- Tranquila, Rebeca, todo está bien, te prometí protegerte, ¿verdad? - dijo intentando animar un poco a la niña, sin mucho éxito ya que no conseguía que hablara, mientras se encaminaban a lo que parecía alguna clase de taller.- ¿Esta es la casa de Abraham? Esperemos que tenga algún dulce, ¿o ya no te apetece Rebeca?
Llevó su mano libre al lugar donde había encajado el golpe reflejo del rufián, en sus costillas a la altura del pecho en el costado e hizo una pequeña mueca mientras palpaba. El golpe no había sido tan fuerte como había pensado en un principio, quizás le quedara un moratón durante un par de días, pero nada más serio, por fortuna.
Fue entonces cuando el artesano reparó en ellos. En un primer momento al ver que se acercaba, se preparó por si tenía que defender de nuevo a la niña, pero la expresión preocupada y el tono de su voz le demostraron que no iba a ser necesario. Su mirada marrón y tranquila mantuvo la de Abraham sin inmutarse por la dureza de la mirada de éste.
- Ha tenido un encontronazo con un rufián en el pueblo, está bien pero un poco agitada, es todo. ¿Vos sois Abraham? Josephine nos envía...
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
En efecto, la niña no pronunció palabra alguna y por supuesto, no temía a Cyrian, después de todo, era su naufrago y ahora su caballero, entendía que no le haría daño. Sus enormes ojos, llenos del nerviosismo residual por lo ocurrido así lo expresaban. Confiaba en él, punto.
A sus preguntas asentía con la cabeza, una veces más enérgica que las otras y como era de esperarse, se le pasó por alto el detalle que le dolía el costado. La idea de los dulces del anciano le renovaba el animo, pero aun así no le respondió a este cuando la interrogó, antes de ingresar, ni aun cuando el viejo Abraham quiso verificar con ella las palabras del que para él, era un extraño.
- Así que la señora Josephine... - dijo dudando aun. Les hizo un hosco ademan para que siguieran adelante. Al apartarse, de entre la casa, salió un muchacho, un poco mas joven que Cyrian, su cabello sin peinar, negro como las puntas mas lejanas del anciano, delgado que daba la impresión que iba a partirse si el viento soplaba muy fuerte. Por lo demás, vestía igual que el viejo, pero mas limpio.
Traía, con mucha torpeza, una jarra que dejaba ver que estaba bien fría.
- Abraham!!! - gritó el viejo y el muchacho dio un respingo con el que casi pierde la jarra - lleva esa cosa a la mesa!! Pasen, pasen, aquí los dulces que tanto te gustan pequeña - el tono con el que se refería a los invitados era diferente al que usaba con el muchacho. Los llevó hasta un punto en la terraza, entre lozas de lo que bien podía ser mármol, en donde había un comedor hecho de bambú. Pieza a pieza, muy bonito, sobre el que estaba una lámina de madera, en la que se puso la jarra.
- Y quien es tu amiguito, Rebeca? - preguntó el viejo, buscando la lengua de la niña más que saciar su curiosidad.
- Mi... mi caballero - dijo, sentándose en la mesa.
- Ohh, tienes un caballero - dijo irónico y le dirigió una mirada dura a Cyrian... más bien, compasiva - En que puedo ayudarle, caballero? ABRAHAM!!! - gritó de nuevo.
- S.. si... abuelo - dijo el muchacho detrás de él
- Qué esperas que no traes dulces para Rebeca?????? - el muchacho, como el mejor escapista, despareció de la escena, eso si, llevándose un par de bultos por delante. - Yo soy Abraham Tercero - se presentó mientras servía el agua de panela, primero a la niña luego a Cyrian.
A sus preguntas asentía con la cabeza, una veces más enérgica que las otras y como era de esperarse, se le pasó por alto el detalle que le dolía el costado. La idea de los dulces del anciano le renovaba el animo, pero aun así no le respondió a este cuando la interrogó, antes de ingresar, ni aun cuando el viejo Abraham quiso verificar con ella las palabras del que para él, era un extraño.
- Así que la señora Josephine... - dijo dudando aun. Les hizo un hosco ademan para que siguieran adelante. Al apartarse, de entre la casa, salió un muchacho, un poco mas joven que Cyrian, su cabello sin peinar, negro como las puntas mas lejanas del anciano, delgado que daba la impresión que iba a partirse si el viento soplaba muy fuerte. Por lo demás, vestía igual que el viejo, pero mas limpio.
Traía, con mucha torpeza, una jarra que dejaba ver que estaba bien fría.
- Abraham!!! - gritó el viejo y el muchacho dio un respingo con el que casi pierde la jarra - lleva esa cosa a la mesa!! Pasen, pasen, aquí los dulces que tanto te gustan pequeña - el tono con el que se refería a los invitados era diferente al que usaba con el muchacho. Los llevó hasta un punto en la terraza, entre lozas de lo que bien podía ser mármol, en donde había un comedor hecho de bambú. Pieza a pieza, muy bonito, sobre el que estaba una lámina de madera, en la que se puso la jarra.
- Y quien es tu amiguito, Rebeca? - preguntó el viejo, buscando la lengua de la niña más que saciar su curiosidad.
- Mi... mi caballero - dijo, sentándose en la mesa.
- Ohh, tienes un caballero - dijo irónico y le dirigió una mirada dura a Cyrian... más bien, compasiva - En que puedo ayudarle, caballero? ABRAHAM!!! - gritó de nuevo.
- S.. si... abuelo - dijo el muchacho detrás de él
- Qué esperas que no traes dulces para Rebeca?????? - el muchacho, como el mejor escapista, despareció de la escena, eso si, llevándose un par de bultos por delante. - Yo soy Abraham Tercero - se presentó mientras servía el agua de panela, primero a la niña luego a Cyrian.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
FDI: Perdón, perdón, perdón, perdón.... Lo siento, las navidades por aquí han sido como si me hubiera ido a celebrarlas con Cthulhu a R'lyeh y me hubiera cargado la vajilla.... sólo que peor.
DDI:
Sin soltar la mano de la pequeña, que parecía necesitar un soporte no tanto físico como reconfortante, siguió al hombre mayor hacia la terraza que comunicaba con lo que debía ser su taller. Parecía que Abraham III no era simplemente un carpintero como había supuesto, juzgando por el mármol que se veía apilado, sino todo un artesano. Y no uno vulgar, si la mesa junto a la que se sentaron era muestra de la calidad de su trabajo pues dentro de su simpleza, se veía el cuidado puesto al detalle.
También se veía que el hombre mayor era uno de carácter, por lo que por un momento se permitió sentir un poco de compasión por el muchacho, el tal Abraham.... ¿IV? ¿V?, mientras servía un poco de agua a la niña.
Ni los cambios de tono ni las miradas del hombre hacían que Cyrian siquiera parpadease, totalmente tranquilo frente a la mirada escrutadora, aunque no pudo evitar encogerse un poco de hombros ante las palabras de la niña, devolviéndole la mirada al artesano comprendiendo, o eso pensaba, la mirada de éste.
Por otro lado, era bueno ver que Rebeca empezaba a calmarse lo suficiente para recuperar el habla.
- Un placer conoceros, Abraham III. Mi nombre es Cyrian. Josephine me indicó que viniera a vuestro taller para conseguir una litera.- dijo tranquilo. - Y Rebeca parecía ilusionada con la idea de venir, dado que le gustan mucho vuestros dulces. - Añadió a continuación, a fin de que la niña continuara hablando. Mientras antes entrara en conversación, antes dejaría de rememorar lo que acababa de pasar y estaría menos agitada.
DDI:
Sin soltar la mano de la pequeña, que parecía necesitar un soporte no tanto físico como reconfortante, siguió al hombre mayor hacia la terraza que comunicaba con lo que debía ser su taller. Parecía que Abraham III no era simplemente un carpintero como había supuesto, juzgando por el mármol que se veía apilado, sino todo un artesano. Y no uno vulgar, si la mesa junto a la que se sentaron era muestra de la calidad de su trabajo pues dentro de su simpleza, se veía el cuidado puesto al detalle.
También se veía que el hombre mayor era uno de carácter, por lo que por un momento se permitió sentir un poco de compasión por el muchacho, el tal Abraham.... ¿IV? ¿V?, mientras servía un poco de agua a la niña.
Ni los cambios de tono ni las miradas del hombre hacían que Cyrian siquiera parpadease, totalmente tranquilo frente a la mirada escrutadora, aunque no pudo evitar encogerse un poco de hombros ante las palabras de la niña, devolviéndole la mirada al artesano comprendiendo, o eso pensaba, la mirada de éste.
Por otro lado, era bueno ver que Rebeca empezaba a calmarse lo suficiente para recuperar el habla.
- Un placer conoceros, Abraham III. Mi nombre es Cyrian. Josephine me indicó que viniera a vuestro taller para conseguir una litera.- dijo tranquilo. - Y Rebeca parecía ilusionada con la idea de venir, dado que le gustan mucho vuestros dulces. - Añadió a continuación, a fin de que la niña continuara hablando. Mientras antes entrara en conversación, antes dejaría de rememorar lo que acababa de pasar y estaría menos agitada.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
- Sabía yo que tendrías un nombre - comentó el anciano. Acto seguido se llevó la mano al mentón esperando que Rebeca agregara algo más, mientras pensaba en el asunto de la estera. La mirada escrutadora que le lanzó a Cyrian ahora fue un tanto diferente, lo medía, literalmente, largo, ancho, complexión. Todo lo que necesitara para darle un estera de calidad.
Luego le dio una mirada a Rebeca. No, era un sujeto de paso... darle algo muy cómodo, hecho a su medida, implicaría que la niña se encaprichara aun más
- Me lo encontré en la playa... pero no cabe en mi cama... podríamos cambiar mi cama para que quepa en ella - sí, tenía razón. Estaba de paso. Los dulces ya los traería Abraham V - Y sí... yo quería dulces, de esos blantidos que son como rellenos y que... no sé como se llaman -
- Trufas, linda, trufas - le aclaró con dulzura de abuelo, para volver a su tono severo al dirigirse a Cyrian - Una litera... no creo que una litera quepa en la cabaña de la señora Josephine, tal vez una estera. Cuenteme, usted a que se dedica? - quiso saber, pero no estaba siendo suspicaz, solo se atenía a su trabajo y quería corroborar lo dicho por la niña.
fdi: No sé, no sé. Que hará usted, caballero, para desagraviarme?
Luego le dio una mirada a Rebeca. No, era un sujeto de paso... darle algo muy cómodo, hecho a su medida, implicaría que la niña se encaprichara aun más
- Me lo encontré en la playa... pero no cabe en mi cama... podríamos cambiar mi cama para que quepa en ella - sí, tenía razón. Estaba de paso. Los dulces ya los traería Abraham V - Y sí... yo quería dulces, de esos blantidos que son como rellenos y que... no sé como se llaman -
- Trufas, linda, trufas - le aclaró con dulzura de abuelo, para volver a su tono severo al dirigirse a Cyrian - Una litera... no creo que una litera quepa en la cabaña de la señora Josephine, tal vez una estera. Cuenteme, usted a que se dedica? - quiso saber, pero no estaba siendo suspicaz, solo se atenía a su trabajo y quería corroborar lo dicho por la niña.
fdi: No sé, no sé. Que hará usted, caballero, para desagraviarme?
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
FDI: Hmm, eso es algo a hablar más detenidamente, milady. Las bases de una negociación de paz para subsanar un desagravio no son algo que se puedan asentar de manera tan fría.
DDI:
- Es costumbre tener uno, ¿no es así? - contestó Cyrian, con tono fríamente cordial, no por las palabras ni la actitud de Abraham, sino por ser su estado natural. Perdió algo de frialdad, sin embargo cuando contestó él mismo a la niña. - Rebeca, esa solución no sería bastante. No podéis dormir con vuestra madre cada noche ni yo me sentiría cómodo usurpándoos el lecho. Como ha dicho Abraham, lo mejor será una estera.
No tenía inconveniente ninguno en dormir al raso, en honor a la verdad. Las noches eran cálidas y estaba más que habituado después de tanto tiempo a soportar poco más que el suelo bajo su cuerpo como colchón. De hecho, los últimos tiempos de su vida habían sido la excepción, su habitación era bastante cómoda, o al menos lo que él llamaría cómoda.
El pensar de nuevo en aquello le devolvió como un pequeño flash la imagen de la mansión en llamas a la mente durante un instante. Sacudió casi imperceptiblemente la cabeza en un intento de apartarla de sus pensamientos, sin dejar de preguntarse el porqué le era tan difícil borrar esa escena de su subconsciente.
Regresó por completo a la realidad con la pregunta de Abraham. - Como ha dicho lady Rebeca, soy un caballero de un lugar lejano, Lurthum. Podríais decir que soy un guardián. Mi llegada a la isla ha sido un poco...azarosa, por lo que estoy en deuda con ella y su madre.
DDI:
- Es costumbre tener uno, ¿no es así? - contestó Cyrian, con tono fríamente cordial, no por las palabras ni la actitud de Abraham, sino por ser su estado natural. Perdió algo de frialdad, sin embargo cuando contestó él mismo a la niña. - Rebeca, esa solución no sería bastante. No podéis dormir con vuestra madre cada noche ni yo me sentiría cómodo usurpándoos el lecho. Como ha dicho Abraham, lo mejor será una estera.
No tenía inconveniente ninguno en dormir al raso, en honor a la verdad. Las noches eran cálidas y estaba más que habituado después de tanto tiempo a soportar poco más que el suelo bajo su cuerpo como colchón. De hecho, los últimos tiempos de su vida habían sido la excepción, su habitación era bastante cómoda, o al menos lo que él llamaría cómoda.
El pensar de nuevo en aquello le devolvió como un pequeño flash la imagen de la mansión en llamas a la mente durante un instante. Sacudió casi imperceptiblemente la cabeza en un intento de apartarla de sus pensamientos, sin dejar de preguntarse el porqué le era tan difícil borrar esa escena de su subconsciente.
Regresó por completo a la realidad con la pregunta de Abraham. - Como ha dicho lady Rebeca, soy un caballero de un lugar lejano, Lurthum. Podríais decir que soy un guardián. Mi llegada a la isla ha sido un poco...azarosa, por lo que estoy en deuda con ella y su madre.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
El anciano lo quedó mirando fríamente.
- Es lo común, pero no la regla. Cuando se esta rodeado de mineros y marinos desadaptos, te acostumbras que respondan: "me llaman Pepito el de los Perez" o "Me puedes decir Fulano". Sin duda no eres de por aquí - ya no solo por lo dicho por Rebeca o el mismo Cyrian, sino por la formalidad de este.
- Lurthum? - preguntó, por fin sorprendido. Su ceño se frunció y luego sonrio - esun lugar lejano, al menos no esta en el archipiélago. Ninguna de estas islas se llama así. Bien, si usted cudara de la señora Josephine y de Rebeca, no mequeda otro remedio que darle algo de mucha calidad a un precio cómodo. ABRAHAM!!!!!! -
- Si abuelo? - musitó el muchacho a su espalda.
- Los dulces... - el complemento de la frase no se dio, al ver la fuente de trufas sobre la mesa. Rebeca, tímidamente, pero sin dudarlo, acercó la manito para comerse el primero - Creo que podré ayudarles con una vacante que hay en las minas... en el turno de la madrugada, uno de los operarios tuvo un accidente y estará descansando, nada grave, nada grave - acompañó la explicación con un movimiento de manos - así puede pasar la mayor parte del día con las damas, cuidándolas -
- Del hombre horrible!!* - exclamó la niña, con la boca llena. Pasó el dulce y agregó - además, Cyrian no tiene que trabajar, yo lo voy a alimentar -
- Claro linda, claro - le retiró los dulces y esta hizo un puchero - me pagarás con tus trufas la estera de tu caballero - la niña haló la fuente hacia ella - si, eso creí - sonrió de forma bonachona - tengo un excedente de los materiales de la cerca del huerto, con eso podré hacer algo cómodo y práctico que podrá llevarse a cualquier lado. Le interesa la propuesta? - los ojos de Rebeca rogaban, a los de Cyrian, que dijera que no, que no aceptara el puesto en la mina.
fdi:*no me refiero a Lohen ni a sus secuases
- Es lo común, pero no la regla. Cuando se esta rodeado de mineros y marinos desadaptos, te acostumbras que respondan: "me llaman Pepito el de los Perez" o "Me puedes decir Fulano". Sin duda no eres de por aquí - ya no solo por lo dicho por Rebeca o el mismo Cyrian, sino por la formalidad de este.
- Lurthum? - preguntó, por fin sorprendido. Su ceño se frunció y luego sonrio - esun lugar lejano, al menos no esta en el archipiélago. Ninguna de estas islas se llama así. Bien, si usted cudara de la señora Josephine y de Rebeca, no mequeda otro remedio que darle algo de mucha calidad a un precio cómodo. ABRAHAM!!!!!! -
- Si abuelo? - musitó el muchacho a su espalda.
- Los dulces... - el complemento de la frase no se dio, al ver la fuente de trufas sobre la mesa. Rebeca, tímidamente, pero sin dudarlo, acercó la manito para comerse el primero - Creo que podré ayudarles con una vacante que hay en las minas... en el turno de la madrugada, uno de los operarios tuvo un accidente y estará descansando, nada grave, nada grave - acompañó la explicación con un movimiento de manos - así puede pasar la mayor parte del día con las damas, cuidándolas -
- Del hombre horrible!!* - exclamó la niña, con la boca llena. Pasó el dulce y agregó - además, Cyrian no tiene que trabajar, yo lo voy a alimentar -
- Claro linda, claro - le retiró los dulces y esta hizo un puchero - me pagarás con tus trufas la estera de tu caballero - la niña haló la fuente hacia ella - si, eso creí - sonrió de forma bonachona - tengo un excedente de los materiales de la cerca del huerto, con eso podré hacer algo cómodo y práctico que podrá llevarse a cualquier lado. Le interesa la propuesta? - los ojos de Rebeca rogaban, a los de Cyrian, que dijera que no, que no aceptara el puesto en la mina.
fdi:*no me refiero a Lohen ni a sus secuases
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
- Hay una gran diferencia entre no tener nombre y no querer decirlo, maese Abraham. - respondió Cyrian fríamente. Acto seguido, se encogió de hombros. - Pero no creo que valga la pena que discutamos de semántica.
Su expresión cuando dijo Lurthum, en cambio, sí que le parecía más llamativa. ¿Por qué había fruncido el entrecejo? ¿Conocía el lugar o había oído hablar de aquella isla antes? ¿O era simplemente su expresión pensativa? En cualquier caso, pese a que le hubiese gustado, no podía ser más inquisitivo al respecto dadas las circunstancias. Tomó nota mental, quizás para preguntar en otra ocasión.
A pesar de su ruda apariencia y comportamiento, sospechaba que el anciano era mucho más amable de lo que daba a entender. Él no tenía ningún motivo para contarle lo del empleo de minero, después de todo era problema del caballero de dónde obtuviera el dinero.
Mientras Abraham y la niña hablaban entre ellos, Cyrian consideraba la oferta. Lo cierto es que jamás había practicado ningún oficio, con la excepción de lo poco que aprendió de la forja de sus progenitores antes de conseguir acceder a su entrenamiento como paladín.
- Os agradezco enormemente la sugerencia, maese Abraham. - Dijo inclinando la cabeza levemente. - Pero me temo que la mina no es para mí. - Ya había estado en manos de la buena fortuna dos veces para sobrevivir, su antigua diosa o cualquiera de sus egocéntricos congéneres estaba bastante determinado en que acabara muerto. Y estar en unos túneles profundamente bajo tierra, precariamente sostenidos y donde tantas cosas podían salir mal, era ponerlo demasiado fácil.
Tomó nota mental de lo que había dicho la niña. Claro que podía referirse al hombre con el que había tenido la pelea antes, pero valía la pena insistir. Le preguntaría en el trayecto a por la harina o en el regreso a casa, en cuanto viera una ocasión propicia para ello.
- Entiendo entonces, maese Abraham, que tenemos un acuerdo para la estera. Sólo dígame cuando recogerla y me encargaré de que seáis pagado por vuestro tiempo. - dijo con su media sonrisa.
Su expresión cuando dijo Lurthum, en cambio, sí que le parecía más llamativa. ¿Por qué había fruncido el entrecejo? ¿Conocía el lugar o había oído hablar de aquella isla antes? ¿O era simplemente su expresión pensativa? En cualquier caso, pese a que le hubiese gustado, no podía ser más inquisitivo al respecto dadas las circunstancias. Tomó nota mental, quizás para preguntar en otra ocasión.
A pesar de su ruda apariencia y comportamiento, sospechaba que el anciano era mucho más amable de lo que daba a entender. Él no tenía ningún motivo para contarle lo del empleo de minero, después de todo era problema del caballero de dónde obtuviera el dinero.
Mientras Abraham y la niña hablaban entre ellos, Cyrian consideraba la oferta. Lo cierto es que jamás había practicado ningún oficio, con la excepción de lo poco que aprendió de la forja de sus progenitores antes de conseguir acceder a su entrenamiento como paladín.
- Os agradezco enormemente la sugerencia, maese Abraham. - Dijo inclinando la cabeza levemente. - Pero me temo que la mina no es para mí. - Ya había estado en manos de la buena fortuna dos veces para sobrevivir, su antigua diosa o cualquiera de sus egocéntricos congéneres estaba bastante determinado en que acabara muerto. Y estar en unos túneles profundamente bajo tierra, precariamente sostenidos y donde tantas cosas podían salir mal, era ponerlo demasiado fácil.
Tomó nota mental de lo que había dicho la niña. Claro que podía referirse al hombre con el que había tenido la pelea antes, pero valía la pena insistir. Le preguntaría en el trayecto a por la harina o en el regreso a casa, en cuanto viera una ocasión propicia para ello.
- Entiendo entonces, maese Abraham, que tenemos un acuerdo para la estera. Sólo dígame cuando recogerla y me encargaré de que seáis pagado por vuestro tiempo. - dijo con su media sonrisa.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
Los ojos del anciano brillaron por un momento, pero el brillo se apagó cuando Cyrian dijo que no valía discutir por semántica... él si quería discutir por eso, no tenía con quien hacerlo, pocos en el pueblo podían o querían prestarse para tal cosa.
Quizá otro día... no, la frialdad de su tono le decía que ningún otro día
- La mina no es un trabajo para todos. Además - sonrió benevolente - el cuidar de las damas seguro acaparará todo su tiempo - señaló con la mirada a Rebeca. La niña seguía en lo suyo, los dulces.
- Pase esta noche por ella, o mañana por la mañana si aun puede dormir en donde haya dispuesto misia Josephine, por el precio... ya buscaremos un acuerdo que nos sea benéfico a ambos -
Después de tener las medidas para la estera, la siguiente parada fue el señor de la harina. El camino hacía allí fue mucho mas sencillo, sin mayores incidentes, ademas de las anotaciones de la niña sobre el pueblo, una exhibición ante un grupo de niñas presentándolo como su caballero, su guardián y narrando la historia de cómo inició siendo su cadáver personal. El corrillo de seis niñas, que no eran las amigas de Rebeca, rodearon a Cyrian y lo tocaron, empujaron, picaron, halaron, testearon, y en términos generales se maravillaron por la adquisición de rebeca que cuando se sintió satisfecha y fruto de la envidia de las niñas, se lo llevó de la mano hacia el molino de harina.
Quizá otro día... no, la frialdad de su tono le decía que ningún otro día
- La mina no es un trabajo para todos. Además - sonrió benevolente - el cuidar de las damas seguro acaparará todo su tiempo - señaló con la mirada a Rebeca. La niña seguía en lo suyo, los dulces.
- Pase esta noche por ella, o mañana por la mañana si aun puede dormir en donde haya dispuesto misia Josephine, por el precio... ya buscaremos un acuerdo que nos sea benéfico a ambos -
Después de tener las medidas para la estera, la siguiente parada fue el señor de la harina. El camino hacía allí fue mucho mas sencillo, sin mayores incidentes, ademas de las anotaciones de la niña sobre el pueblo, una exhibición ante un grupo de niñas presentándolo como su caballero, su guardián y narrando la historia de cómo inició siendo su cadáver personal. El corrillo de seis niñas, que no eran las amigas de Rebeca, rodearon a Cyrian y lo tocaron, empujaron, picaron, halaron, testearon, y en términos generales se maravillaron por la adquisición de rebeca que cuando se sintió satisfecha y fruto de la envidia de las niñas, se lo llevó de la mano hacia el molino de harina.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
- Entonces pasaré en la mañana a recogerla. - Respondió el caballero con media sonrisa. - No soy demasiado quisquilloso a la hora de dormir, por lo que sobreviviré otra noche.
Dicho esto, Cyrian y Rebeca se despidieron de Abraham y se adentraron de nuevo en el pequeño pueblo, camino del molino. En esta ocasión, el joven iba mucho más alerta, no sólo al entorno, sino un poco más allá, por decirlo de algún modo. Su atención apenas estaba en lo más inmediato, es decir, la conversación con Rebeca. En su lugar, se centraba más en los alrededores, dado que ya tenía una idea de lo que podía esperar, así le era más fácil anticiparse a futuros problemas.
Eso no quería decir que no fuera escuchando lo que iba diciendo Rebeca, ni que no prestara atención al corrillo de niñas que le estaba incomodando (y, por los Nueve Infiernos que era una situación incómoda para él), por lo que sin duda agradeció en su fuero interno que siguieran camino hacia su destino.
Esperaba de todo corazón terminar pronto con este encargo. Tenía cosas que hablar con Josephine, por ejemplo, quién era ese hombre que había tenido que golpear y qué había detrás de todo aquello.
Ya estaba metido en ello, y no era una persona que se retractara de sus palabras. Sólo quería saber qué esperar a partir de aquel momento. Por un momento, se encontró casi lamentando lo breve que podía resultar el descanso de sus armas en su sombra. Quizás las necesitara muy pronto.
Dicho esto, Cyrian y Rebeca se despidieron de Abraham y se adentraron de nuevo en el pequeño pueblo, camino del molino. En esta ocasión, el joven iba mucho más alerta, no sólo al entorno, sino un poco más allá, por decirlo de algún modo. Su atención apenas estaba en lo más inmediato, es decir, la conversación con Rebeca. En su lugar, se centraba más en los alrededores, dado que ya tenía una idea de lo que podía esperar, así le era más fácil anticiparse a futuros problemas.
Eso no quería decir que no fuera escuchando lo que iba diciendo Rebeca, ni que no prestara atención al corrillo de niñas que le estaba incomodando (y, por los Nueve Infiernos que era una situación incómoda para él), por lo que sin duda agradeció en su fuero interno que siguieran camino hacia su destino.
Esperaba de todo corazón terminar pronto con este encargo. Tenía cosas que hablar con Josephine, por ejemplo, quién era ese hombre que había tenido que golpear y qué había detrás de todo aquello.
Ya estaba metido en ello, y no era una persona que se retractara de sus palabras. Sólo quería saber qué esperar a partir de aquel momento. Por un momento, se encontró casi lamentando lo breve que podía resultar el descanso de sus armas en su sombra. Quizás las necesitara muy pronto.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
La compra de la harina fue mucho mas sencilla. Las calles del pueblo no dieron nuevas sorpresas, aparte de los ojos curiosos de la niña en busca de otras amigas con las cuales presumir a su Caballero - ex cadáver.
Un bulto de harina. Eso era lo que había llevar, la existencia para casi seis meses en la solitaria cabañita, envío que iniciaba por una bolsa mas pequeña para que la niña la llevara hasta su madre a fin de no dejar de comer mientras se hacía llegar el resto de la carga. Los ojos del molinero, previa presentación semi formal de Cyrian por parte de Rebeca, se clavaron en él tratando de adivinar si lo llevaría el nuevo huésped de las mujeres o si tendría que enviar a uno de sus muchachos, pero sin pronunciar palabra cosa que habría sido mas sencilla y menos dada a malas interpretaciones.
Pero el molinero no era el único con la mirada puesta en Cyrian. Desde las escasas sombras de los callejones de Daosh otros ojos se fijaban en él, lo estudiaban y luego desaparecían entre la gente, se convertían en la sonrisa de una dama mayor, de un joven ocioso, de un hombre cansado, la mirada abstraída de una mujer joven con mercado, los ojos vibrantes de Rebeca llamando su atención sobre cualquier punto trivial de su conversación, en la que no se volvió a mencionar al hombre horrible.
No había peligro inminente, las instintos de Cyrian bien podían confirmarlo, solo el hecho que despertaba mas miradas de las que se veían pasar. Pero, a final de cuentas, eso era normal, porque era nuevo en el lugar, estaba con la niña pelirroja y... todos sentían curiosidad aunque no la expresaran.
Resuelto el asunto del molino, vino el regreso a casa, con una niña mas cansada que la que había salido en la mañana y un sol mas brillante que le arrancaba destellos al mar que lo separaba del fue su hogar. Como bien pensaba el caballero, era una lastima el tener que sacar sus armas tan pronto de las sombras... aunque tal vez no hubiera necesidad... tal vez con otra alternativa para solucionar las dificultades que tenía la mujer que batía la mano desde la distancia para darles la bienvenida sería suficiente y tendría sus vacaciones
Un bulto de harina. Eso era lo que había llevar, la existencia para casi seis meses en la solitaria cabañita, envío que iniciaba por una bolsa mas pequeña para que la niña la llevara hasta su madre a fin de no dejar de comer mientras se hacía llegar el resto de la carga. Los ojos del molinero, previa presentación semi formal de Cyrian por parte de Rebeca, se clavaron en él tratando de adivinar si lo llevaría el nuevo huésped de las mujeres o si tendría que enviar a uno de sus muchachos, pero sin pronunciar palabra cosa que habría sido mas sencilla y menos dada a malas interpretaciones.
Pero el molinero no era el único con la mirada puesta en Cyrian. Desde las escasas sombras de los callejones de Daosh otros ojos se fijaban en él, lo estudiaban y luego desaparecían entre la gente, se convertían en la sonrisa de una dama mayor, de un joven ocioso, de un hombre cansado, la mirada abstraída de una mujer joven con mercado, los ojos vibrantes de Rebeca llamando su atención sobre cualquier punto trivial de su conversación, en la que no se volvió a mencionar al hombre horrible.
No había peligro inminente, las instintos de Cyrian bien podían confirmarlo, solo el hecho que despertaba mas miradas de las que se veían pasar. Pero, a final de cuentas, eso era normal, porque era nuevo en el lugar, estaba con la niña pelirroja y... todos sentían curiosidad aunque no la expresaran.
Resuelto el asunto del molino, vino el regreso a casa, con una niña mas cansada que la que había salido en la mañana y un sol mas brillante que le arrancaba destellos al mar que lo separaba del fue su hogar. Como bien pensaba el caballero, era una lastima el tener que sacar sus armas tan pronto de las sombras... aunque tal vez no hubiera necesidad... tal vez con otra alternativa para solucionar las dificultades que tenía la mujer que batía la mano desde la distancia para darles la bienvenida sería suficiente y tendría sus vacaciones
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: El alcance de la sombra de un sauce
Un bulto de harina. Eso era lo que Cyrian llevaba a cuestas mientras regresaban a la pequeña casa. No había dudado en cogerlo y, si bien era pesado, no se lo resultaba; su cuerpo estaba acostumbrado a portar el peso adicional de su armadura y casi se sentía demasiado liviano sin ella.
El trayecto hacia el molino había sido sencillo, si bien había sostenido un pequeño duelo de miradas con el molinero, probablemente mientras éste le examinaba. Sobre los motivos de ello, sólo podía especular; no se imaginaba a Josephine cargando la pesada carga todo el trayecto desde el molino hasta su hogar, por lo que quizás estaba pensando si en esta ocasión iba a ahorrarse el portador hasta allí. O quizás era fruto de la curiosidad, como tantos otros casos.
En el pueblo había sido bien consciente de las miradas que les habían seguido, al menos a pequeños tramos. Todas, o al menos eso creía, eran de habitantes locales, examinando al extraño que iba con Rebeca, lo cual no era de extrañar. Daosh calificaba como pueblo a duras penas, así que cada recién llegado era fácil y rápidamente detectable.
Pero había algo más. No estaba seguro, pero su instinto, afinado tras años de duro entrenamiento, estaba intranquilo. Como si hubiera algo más, justo fuera del alcance de sus sentidos, que no pudiera llegar a vislumbrar. Como si estuviera pasando algo importante por alto. La misma sensación de estar olvidando algo pero no saber el qué.
Sí, no percibía amenazas inmediatas. Quizás esa intranquilidad no fuera más que fruto de su inquieto subconsciente. Pero esa idea estaba dejando de serle tranquilizadora. Cada vez que se la repetía, le sonaba más parecido a lo que pensaba de lo sucedido en Ur Shalasti, que había resultado terriblemente real. Ese era un antecedente que tampoco podía olvidar.
Finalmente, la figura de la pequeña casa y de la mujer aparecieron frente a ellos y la tranquilidad de saber cuál era el próximo paso a seguir regresó a él. Aquel "hombre terrible", aquel rufián del pueblo....
El próximo paso era conseguir que Josephine le explicara qué estaba pasando.
Tras dejar el saco de harina en donde le indicaron, esperó su oportunidad para hablar a solas con Josephine, oportunidad que no tardaría mucho en llegar cuando la madre se dirigió a la cocina. Con la excusa de prestarle una mano, la siguió.
- Lady Josephine, si me permitís. - la abordó el caballero, en voz baja.- Tuvimos un pequeño altercado en el pueblo. - Le explicó brevemente lo sucedido, sobretodo centrándose en la descripción del rufián que había atacado a Rebeca, aunque omitiendo que la niña había sido zarandeada de mal modo.- Milady, he prometido protegeros, tanto a vos como a Rebeca y lo haré, pero si me contarais qué sucede, me sería mucho más fácil.
El trayecto hacia el molino había sido sencillo, si bien había sostenido un pequeño duelo de miradas con el molinero, probablemente mientras éste le examinaba. Sobre los motivos de ello, sólo podía especular; no se imaginaba a Josephine cargando la pesada carga todo el trayecto desde el molino hasta su hogar, por lo que quizás estaba pensando si en esta ocasión iba a ahorrarse el portador hasta allí. O quizás era fruto de la curiosidad, como tantos otros casos.
En el pueblo había sido bien consciente de las miradas que les habían seguido, al menos a pequeños tramos. Todas, o al menos eso creía, eran de habitantes locales, examinando al extraño que iba con Rebeca, lo cual no era de extrañar. Daosh calificaba como pueblo a duras penas, así que cada recién llegado era fácil y rápidamente detectable.
Pero había algo más. No estaba seguro, pero su instinto, afinado tras años de duro entrenamiento, estaba intranquilo. Como si hubiera algo más, justo fuera del alcance de sus sentidos, que no pudiera llegar a vislumbrar. Como si estuviera pasando algo importante por alto. La misma sensación de estar olvidando algo pero no saber el qué.
Sí, no percibía amenazas inmediatas. Quizás esa intranquilidad no fuera más que fruto de su inquieto subconsciente. Pero esa idea estaba dejando de serle tranquilizadora. Cada vez que se la repetía, le sonaba más parecido a lo que pensaba de lo sucedido en Ur Shalasti, que había resultado terriblemente real. Ese era un antecedente que tampoco podía olvidar.
Finalmente, la figura de la pequeña casa y de la mujer aparecieron frente a ellos y la tranquilidad de saber cuál era el próximo paso a seguir regresó a él. Aquel "hombre terrible", aquel rufián del pueblo....
El próximo paso era conseguir que Josephine le explicara qué estaba pasando.
Tras dejar el saco de harina en donde le indicaron, esperó su oportunidad para hablar a solas con Josephine, oportunidad que no tardaría mucho en llegar cuando la madre se dirigió a la cocina. Con la excusa de prestarle una mano, la siguió.
- Lady Josephine, si me permitís. - la abordó el caballero, en voz baja.- Tuvimos un pequeño altercado en el pueblo. - Le explicó brevemente lo sucedido, sobretodo centrándose en la descripción del rufián que había atacado a Rebeca, aunque omitiendo que la niña había sido zarandeada de mal modo.- Milady, he prometido protegeros, tanto a vos como a Rebeca y lo haré, pero si me contarais qué sucede, me sería mucho más fácil.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: El alcance de la sombra de un sauce
Josephine estaba muy contenta, apenada y en deuda con Cyrian, por traerle el saco de harina. Acaba de ahorrarse varios cobres por traerlo... estaría mas en deuda cuando supiera lo ocurrido con Rebeca.
Los recibió y abrió el camino, quitando cualquier obstáculo, hacia la cocina, al área en donde tenía la alacena.
La sonrisa que lucía la mujer cuando se le acercó murió muy rápido al seguir escuchándolo,y no solo eso, sus ojos se fueron abriendo, con preocupación hasta llenarse de temor al imaginarse lo peor. Lo particular era que junto el temor, sus puños se cerraron en torno a su delantal, con enojo, hasta blanquear los nudillos. Cyrian esperaba una explicación, pero ella intuía los pormenores omitidos.
- REBECA!! - llamó y salió de la cocina en dirección a la niña. Por supuesto la infante se le acercó obediente, y mientras lo hacía su madre la examinó, por encima, que no estuviera herida, sin llegar a tocarla - Cyrian y yo tenemos que salir - dijo con dulzura y agregó antes que su hijita protestara - con la harina que hay quiero hacer un pastel y le mostraré en donde encontrar las frutillas que te gustan tanto - acarició la carita de la niña y, dirigiendo una mirada a Cyrian, salió de la casa, sin quitarse el delantal.
Lo llevó, en silencio, hasta el lindero del bosque, lejos de la casa y los oídos de la niña.
- Lo que ocurre, es lo que le puede ocurrir a cualquier mujer sola. Roger cree que al no tener un hombre en la casa él tiene la vía libre para...- suspiró - pretenderme. Y no sabe aceptar un no por respuesta. August... mi esposo, por quien cambió mi vida - sonrió como solo las mujeres enamoradas saben hacerlo - se perdió en el mar... o eso quiero creer, las molestias provenientes de Roger iniciaron en su viaje anterior, más de uno lo escuchó amenazar de muerte a mi esposo, más de una vez los Caballeros de la Dama tuvieron que arrestarlo y hasta lo llevaron a Denkenia. Es un hombre tan molesto - dijo airada
- Personas como Abraham dicen que es peligroso, que se aprovecha de su posición para salir impune de sus fechorias, de los daños que provoca a la propiedad... pero protege a los mineros de los peligros del bosque, así que muchos toleran en silencio su grosería. - suspiró.
Había hablado con calma y no se había movido de donde estaban, no buscaban frutillas.
- La situación conmigo es un poco diferente. Se cree con el derecho a tratarme, si es que me entiende. Se sobrepasa en el nulo espacio que le doy, más de una vez ha venido hasta la casa y ha tratado de entrar, a la fuerza, sobre todo cuando esta ebrio. Cuanto mas le rechazo más brusco se comporta, ha dañado varias veces los cercos de la casa, ni le cuento las veces que he tenido que reparar la puerta por los golpes que le ha dado. La casa es lo de menos - su sonrisa se llenó de resentimiento e ironía
- Ha escuchado hablar de " Bravitas es como me gustan"? El truco de esa frase es no darle gusto a zafio que hace uso de ella, desafortunadamente yo no he podido lograrlo, porque mientras sus manos largas han pasado de la linea conmigo y no he sabido detenerlo, cuando ha maltratado verbalmente o insultado o hecho sentir mal a Rebeca mi reacción no ha sido la mas prudente - sonrió con orgullo - la cicatriz que tiene en la sien solo ha redoblado sus esfuerzos por lograr ser parte de la familia - inconscientemente, se llevóo la mano a la mejilla casi a la altura del mentón, donde había recibido su ultimo golpe, la respuesta a la agresión que le hizo ella.
Miró al caballero a los ojos.
- Rebeca lo odia. Lamento mucho que usted se vea envuelto en un problema que no es el suyo. Necesito saber... le hizo daño a mi niña?-
Los recibió y abrió el camino, quitando cualquier obstáculo, hacia la cocina, al área en donde tenía la alacena.
La sonrisa que lucía la mujer cuando se le acercó murió muy rápido al seguir escuchándolo,y no solo eso, sus ojos se fueron abriendo, con preocupación hasta llenarse de temor al imaginarse lo peor. Lo particular era que junto el temor, sus puños se cerraron en torno a su delantal, con enojo, hasta blanquear los nudillos. Cyrian esperaba una explicación, pero ella intuía los pormenores omitidos.
- REBECA!! - llamó y salió de la cocina en dirección a la niña. Por supuesto la infante se le acercó obediente, y mientras lo hacía su madre la examinó, por encima, que no estuviera herida, sin llegar a tocarla - Cyrian y yo tenemos que salir - dijo con dulzura y agregó antes que su hijita protestara - con la harina que hay quiero hacer un pastel y le mostraré en donde encontrar las frutillas que te gustan tanto - acarició la carita de la niña y, dirigiendo una mirada a Cyrian, salió de la casa, sin quitarse el delantal.
Lo llevó, en silencio, hasta el lindero del bosque, lejos de la casa y los oídos de la niña.
- Lo que ocurre, es lo que le puede ocurrir a cualquier mujer sola. Roger cree que al no tener un hombre en la casa él tiene la vía libre para...- suspiró - pretenderme. Y no sabe aceptar un no por respuesta. August... mi esposo, por quien cambió mi vida - sonrió como solo las mujeres enamoradas saben hacerlo - se perdió en el mar... o eso quiero creer, las molestias provenientes de Roger iniciaron en su viaje anterior, más de uno lo escuchó amenazar de muerte a mi esposo, más de una vez los Caballeros de la Dama tuvieron que arrestarlo y hasta lo llevaron a Denkenia. Es un hombre tan molesto - dijo airada
- Personas como Abraham dicen que es peligroso, que se aprovecha de su posición para salir impune de sus fechorias, de los daños que provoca a la propiedad... pero protege a los mineros de los peligros del bosque, así que muchos toleran en silencio su grosería. - suspiró.
Había hablado con calma y no se había movido de donde estaban, no buscaban frutillas.
- La situación conmigo es un poco diferente. Se cree con el derecho a tratarme, si es que me entiende. Se sobrepasa en el nulo espacio que le doy, más de una vez ha venido hasta la casa y ha tratado de entrar, a la fuerza, sobre todo cuando esta ebrio. Cuanto mas le rechazo más brusco se comporta, ha dañado varias veces los cercos de la casa, ni le cuento las veces que he tenido que reparar la puerta por los golpes que le ha dado. La casa es lo de menos - su sonrisa se llenó de resentimiento e ironía
- Ha escuchado hablar de " Bravitas es como me gustan"? El truco de esa frase es no darle gusto a zafio que hace uso de ella, desafortunadamente yo no he podido lograrlo, porque mientras sus manos largas han pasado de la linea conmigo y no he sabido detenerlo, cuando ha maltratado verbalmente o insultado o hecho sentir mal a Rebeca mi reacción no ha sido la mas prudente - sonrió con orgullo - la cicatriz que tiene en la sien solo ha redoblado sus esfuerzos por lograr ser parte de la familia - inconscientemente, se llevóo la mano a la mejilla casi a la altura del mentón, donde había recibido su ultimo golpe, la respuesta a la agresión que le hizo ella.
Miró al caballero a los ojos.
- Rebeca lo odia. Lamento mucho que usted se vea envuelto en un problema que no es el suyo. Necesito saber... le hizo daño a mi niña?-
Ethel- Cantidad de envíos : 308
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