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El alcance de la sombra de un sauce

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Mensaje por Cyrian 17/02/11, 02:24 pm

En silencio, Cyrian asimiló despacio sus palabras mientras la escuchaba. A fin de cuentas, era algo parecido a lo que había pensado, lo más previsible en la situación de las dos mujeres. Finalmente sabía qué había querido decir con aquel "No es" Josephine; su marido se había perdido en el mar y aún no había tenido corazón de decírselo a su hija.

Por otro lado, por fin tenía nombre para aquel rufián, Roger. No era un matón cualquiera, como había deducido en su breve pelea con él. Lo que ahora sabía sin asomo de duda es que su "conversación" con él seguramente no habría terminado... Y probablemente la siguiente charla no sería tan limpia.

Sonrió de medio lado a Josephine e hizo un gesto con la mano para restarle importancia a aquello. Si tan sólo ella supiera a qué situaciones y enemigos se había enfrentado... La perspectiva de lidiar con un pretendiente rechazado testarudo no le preocupaba en demasía, aunque no bajaría la guardia.

- Josephine, no os preocupéis por eso. En el momento que me ayudasteis en la playa sin tener razón alguna para ello, me dejasteis en deuda con ambas y, para compensaros, prometí protegeros. Y eso es lo que pretendo hacer, lo único que os pedía era saber todo lo posible. - dijo con voz calmada y tranquila, sin alterarse, sin reproche. Simplemente exponiendo el hecho.- En cuanto a Rebeca, lo único que sufrió fue el sobresalto. Antes de que Roger pudiera ponerle mano encima, perdió el uso del brazo. - concluyó con una sonrisa.

- Si hay una próxima vez... - dijo poniendo hincapié en el "si", aunque estaba bastante convencido de que volvería a suceder. - Prometo ser un poco más contundente, milady Josephine.
Cyrian
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Mensaje por Ethel 17/02/11, 05:34 pm

La sonrisa de la mujer fue extraña, porque expresó alivio pero también preocupación. Si hay una proxima vez...

La primera ocasión en que se dijo eso debió cumplirlo y no lo hizo. Pudo cortarlo de raíz pero era una vida que había dejado atrás. No quería una proxima vez, lo triste es que la habría y después de esa, otra y otra.

- En Jaspaeria hay una Orden, La Orden de la Dama. Es importante, yo misma comparto y profeso su fé y las nobles personas que envían desde su sede principal suelen ser personas de respeto. Mucho me temo que ser contundente, relamente contundente le traerá problemas y un termino medio nos los traerá a nosotras cuando usted haya podido partir de vuelta a su hogar, porque Roger hace parte de los enviados de la Orden de la Dama - rió con sorna - supuestamente a ayudar.. si supieran de su comportamiento y lo poco que lo quieren quienes tienen la desgracia de cruzarse en su camino... De alguna forma tiene poder, y no necesito explicarle, Cyrian, cómo cambia eso las cosas -

Guardó silencio por un momento, con la vista perdida en un punto en el infinito.

- En realidad no sé como proceder al respecto. Es un problema y... un peligro latente, pero mi responsabilidad también es darle una buena educación a Rebeca. Ya ha visto lo impetuosa que es... dejarle ver que algunas situaciones se arreglan a la fuerza no es la clase de ejemplo que quiero darle - dijo un poco avergonzada. No quería sonar como una persona desvalida por ser cobarde. Ella sabía que no era ni lo uno ni lo otro
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Mensaje por Cyrian 17/02/11, 08:47 pm

Si Josephine hubiera estado más atenta a la expresión de Cyrian que a sus propios pensamientos, habría visto la mirada de ¿lástima? que le dedicaba junto a una mueca de desprecio. Conocía perfectamente a la Dama y a su Orden. Conocía perfectamente el disfraz luminoso que tenían y del que se vanagloriaban tanto de cara al exterior.

Pero también conocía la hipocresía y la mentira que se escondían tras tal disfraz. Su cuerpo apenas tenía marcas de aquella lección (el tiempo y cuidadosas atenciones las habían difuminado hasta hacerlas casi inapreciables), pero su espíritu aún lucía las cicatrices. Estaba decepcionado con la mujer por creerse a pies juntillas esas patrañas, pese a tener frente a sus ojos a un perfecto ejemplo de la calaña que en realidad alimentaba a la Orden encarnado en Roger, un vulgar acosador. Pero sabía de primera mano el fanatismo que esa religión podía crear en sus seguidores, por lo que no iba a entrar a discutir en ese punto.

Escupió a un lado la bilis que había acudido a su garganta simplemente pensando en aquellos... "paladines" antes de dirigir la palabra a la mujer. Si bien su expresión había retornado a su habitual neutralidad, su tono sonó un poco más duro.

- Si me permitís mi opinión, tampoco creo que sea una buena lección para vuestra hija el que os dejéis avasallar y abusar por un hombre sólo porque esté respaldado. Pero la educación de Rebeca es vuestra responsabilidad, no la mía, por supuesto.

Una torva sonrisa se dibujó en su rostro mientras daba la espalda a Josephine, mirando en dirección a la casa.- En cuanto a la Orden de la Dama, vos misma lo habéis dicho, mi intención no es estar demasiado tiempo por aquí, ¿qué diablos importará los problemas que pueda tener con ellos cuando regrese a mi hogar? Dejad que yo juzgue la contundencia necesaria con Roger.

Pero no pudo evitar lanzar un dardo final, su pequeño desafío a la que fue su diosa, a la egocéntrica deidad que respaldó a unos cobardes, la misma diosa que investía de poderes sagrados a acosadores y chantajistas. - A diferencia de la diosa a la que dedicáis plegarias, yo sí tengo intención de ayudaros con vuestro problema.
Cyrian
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Mensaje por Ethel 18/02/11, 01:25 am

- No me mal entienda caballero Cyrian...- su tono de voz ahora más triste - Que yo crea en la Dama y en sus preceptos, no quiere decir que deje mi destino en manos de plegarias que no tendrán ningún resultado si no actuó yo también en consecuencia y mucho menos quiere decir que sea ciega y no me de cuenta como se abusa de un credo en pro del propio beneficio y abuso del poder -

Se alisó el delantal. Tenía razón en cuanto a la educación de Rebeca, pero esperaba que la niña tuviera un buen ejemplo, un punto de partida para crearse sus propios conceptos.

- De la misma forma que ocurre con tantas otras religiones. No creo que los habitantes de Palau Ishir sean la excepción. Y no, no me dejo avasallar, de ser así tal vez ese hombre ya habría perdido el interés en mí y créame que en mas de una ocasión he estado tentada por esa opción pero no. Resisto cuanto puedo, aunque sea decepcionante el que solo me den las fuerzas hasta el estándar de una mujer sola -

Por fin volvió a poner sus ojos en los de Cyrian, para lo cual tuvo que buscar su mirada a pasos lentos mientras hablaba.

- No se sienta atado a su promesa. Si quiere protegernos mientras esté aquí, adelante, hágalo con Rebeca y estaré en deuda con usted aun en la eternidad. Pero no se sienta comprometido a cargar con mis problemas - su voz se volvió más dura - después de todo parece usted unirse al grupo que cree que me los ganado y mantenido - lentamente le dio la espalda, para ir a buscar las frutillas, pero se volvió por haber olvidado decirle algo importante.

- A usted, Cyrian, no lo seguirán ahí a donde vaya, por lo poco que deja leer en sus ojos veo aquellos osen seguirlo no tendrán un final muy feliz aunque quizá den con su faceta mas gentil y este sea rápido. Sin embargo no pierda de vista que no todos los vinculados a la Orden son verdaderos creyentes en la Dama y practicantes de sus doctrinas y el futuro que nos esperaría a nosotras podría ser muy negro. Ahora soy solo una humana y como tal también siento miedo, no tanto por mí como por mi hija - en ningún momento le alzó la voz, pero si Cyrian recordaba sus años mas tempranos, vería en su discurso un regaño maternal - la cual espero le aprenda algunas cosas a usted - remató con una sonrisa llena de confianza.

- Confió en su buen juicio y en que lo que hará, será pensando en nuestro bienestar por cumplir con su promesa. Como le digo, tiene mi agradecimiento de antemano -


* * *

- Estas demasiado pensativa... - silencio - podríamos... - más silencio, una mirada casi mortal - ... ... ... no... no enti... endo... -

- No necesitas entender, dense prisa -
Ethel
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Mensaje por Cyrian 18/02/11, 06:31 am

Cyrian guardó silencio, dejándola replicarle. Era su turno de perder la mirada en el horizonte. Tal y como esperaba, ella no había captado lo que había tras sus palabras. No se trataba de que dudara de los seres que debían mantener y pulir el credo, ni de que considerase a la religión de la Dama una excepción especialmente corrupta.

Su odio estaba enfocado hacia la misma deidad. Josephine no podría entenderlo, o eso pensaba el caballero. Él había sido uno de sus caballeros santos. Se había adherido con fe ciega y devoción a sus preceptos y la Dama le había recompensado por ello con poder. Poder para luchar, para defender, para sanar heridas, para con su Luz enfrentar a la oscuridad. Y, sin más, había sido abandonado. No sólo por sus camaradas, sino por la mismísima deidad.

Sin embargo, no iba a intentar siquiera explicárselo. Aguantó en silencio el maternal sermón que le dedicaba antes de replicar.

- Mis promesas me atan, lady Josephine, pero sólo cuando soy yo quien las hace. Libremente, hice la promesa de protegeros, igual que libremente tomasteis la decisión de salvar a un desconocido. Soy consciente de que cuando me marche, mis actos dejarán una estela, por ello, mis actos son medidos. - Sus ojos marrones se clavaron en los de ella en este punto.- Pero en una cosa os equivocáis. No pienso que os hayáis ganado vuestros problemas. Pero sí os estáis dejando avasallar. Ser avasallado no trata únicamente de actuar dócilmente. Tener miedo de defender lo que uno cree correcto frente a los abusos de otro por posibles represalias es también dejarse avasallar.

- No temáis por mi juicio. -dijo sin desmentir ni una de las palabras que Josephine había dicho con respecto al destino de sus posibles perseguidores, sólo que dudaba que uno sólo de los Caballeros de la Dama encontraran su lado gentil en dichas circunstancias.- Tomaré las decisiones que juzgue mejores según se presenten.

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Mensaje por Ethel 18/02/11, 02:45 pm

La mirada serena de la mujer se mantuvo ante sus palabras y su apreciación sobre dejarse avasallar. Lo normal habría sido que expresara un suspiro, pero no lo hizo. En parte tenía razón...

Por otro lado, estaba muy lejos de imaginar siquiera las razones por las cuales odiaba a la Orden; seguramente al marcharse aun no lo sabría y por tanto había algo que ninguno de los dos, al menos en ese momento podía saber, no sería Josephine quien tratara de reconciliarle con la Dama.

- En verdad espero que no se vea en la situación de ser contundente con Roger - tampoco se le pasó por la mente que él mismo fuera a buscarlo para tal fin - y que en ese momento Rebeca no tenga que presenciarlo - le miró las manos antes de volver a sus ojos y por un momento dejarse... ¿cautivar por ellos?

Guardó silencio, a la espera de su respuesta, por si tenía algo más que agregar.
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Mensaje por Cyrian 21/02/11, 04:18 pm

Cyrian le sostuvo la mirada, esperando que continuara hablando; tardó un par de segundos en darse cuenta de que quizás ella esperaba una respuesta a sus últimas palabras.

- Haré lo posible por que sea así; pero me temo que si llegase ese momento, serían los actos de Roger quienes acabaran determinándolo. Aunque siempre puedo ir yo a su encuentro. - contestó con calma, observando las manos de Josephine las frutillas que estaba recogiendo para el pastel que habían interpuesto como excusa. Con tranquilidad, se inclinó junto a ella para ayudarla a recolectarlas. - Será mejor que nos demos prisa, o Rebeca se impacientará por su pastel. - comentó mientras esbozaba una media sonrisa, en lo más parecido a un tono de broma que la mujer le había escuchado en el poco lapso que le conocía.

En la mente del joven se movían bastantes pensamientos que le intrigaban. Por supuesto, en primer lugar seguían estando los extraños sucesos que le habían traído a Kuzueth. Las frases de su "amigo" seguían presentes en su mente; quizás demasiado. No lejos de ese primer plano, se movía la intranquilidad de su subconsciente, esa extraña impresión, quizás alimentada por la visión de la mansión de Ethel que le regalaba su subconsciente cada vez que cerraba los ojos.

Y, quizás a causa de esas dos circunstancias, su mente estaba muy alerta y suspicaz con lo que oía. Esa frase de "Ahora soy solo una humana" no había pasado inadvertida para él.

Pero, paradójicamente, Josephine y Rebeca y su situación centraban su mente en lo más inmediato, en un problema con el que lidiar y contra el que planear, evitando que su mente se obsesionara con las cosas para las que necesitaba, al menos de momento, tiempo...
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Mensaje por Ethel 21/02/11, 07:39 pm

La sonrisa de Josephine careció de fuerza, pero era sincera. Cuando se agachó a ayudarla, retomó sus palabras, que tal y como había previsto Cyrian, no terminaban ahí.

- Roger no es el único problema. El bosque también lo es... Es peligroso, estamos cerca y no sé si recordará que en él hay caníbales. - Mientras recogían frutas, le fue contando de los pormenores de la isla, ajena a los pensamientos y preocupaciones del caballero, o precisamente tratando de alejarlo de estos para que su mente tuviera un instante de paz.

Paz que se extendió durante casi una semana, en la que Roger no hizo aparición alguna por la casa, en la que el hombre, en el pueblo, mantuvo la distancia (aunque su mirada no la perdiera) de la señora Josephine.

La estera proporcionada por Abraham resultó ser muy cómoda y sobre todo práctica, con facilidad para doblarse y transportar sin ser un encarte.

Tanto la madre como la hija, aprendieron rápido sobre los gustos de Cyrian, sin tener que preguntarle (mucho) si era de su agrado, atinando en platos de comida, postres, actividades recreativas como ir a la playa.

Los barcos parecían ponerse de acuerdo para aumentar los costos respecto a un pasaje que lo sacara de la isla y ninguno parecía estar dispuesto a viajar fuera del archipiélago, lo que implicaría una conexión con una isla mayor, algunos con intención de llegar hasta Rhilya.

Después de presentarle a sus amigas, en una pequeña fiesta de té, Rebeca dejó de atosigar tanto a Cyirian sobre ser su caballero, su propiedad o su cadáver, pero a cambio, el vinculo afectivo con él, cada se hacía mas fuerte y era más y más notorio. No se le pegaba como una lapa y no lo agobiaba, pero era notorio el cariño que sentía por él, al punto que varios en el pueblo prejuzgaron que Cyrian sería su padrastro y que tenía alguna relación con Josephine.

Una semana de paz en la que no hubo una razón de peso para sacar su armadura, en la que cuando su mirada se cruzó con la de Roger, al otro extremo de una calle, mas allá de odio no hubo ningún tipo de afrenta o provocación. En la que la vida que llevó fue literalmente de hogar, con responsabilidades casi paternas, libertad, descanso.

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Mensaje por Cyrian 02/03/11, 09:09 am

Una semana de paz. Desde que era un infante, no mucho mayor de lo que ahora era Rebeca, jamás había disfrutado de un periodo tan largo de tranquilidad. Su adiestramiento había sido intenso, su servicio como paladín apenas había tenido asueto; no contaba como periodos de descanso los viajes entre aventuras, ya que siempre podía surgir algún problema o escaramuza.

Pero no iba a negarlo; esa semana le había sentado bien. Las preocupaciones más inmediatas le mantenían ocupado, por lo que su sueño recurrente con la mansión de Ethel era algo que podía dejar en segundo plano para que la idea no le obsesionara. Y dichas preocupaciones inmediatas, al mismo tiempo, eran algo fácilmente controlable. Seguía alerta, pero no tenso.

Tampoco se engañaba. Si la situación se alargaba en el tiempo, sería la inactividad la que acabaría desquiciándolo. Comprendía mejor que nunca el deseo de muchos veteranos de "retirarse del mundanal ruido" en lugares como ése; pero no era para él. Al menos aún no, su sangre aún era joven y le pedía acción. Por ello, Josephine y Rebeca pronto se acostumbraron a, mientras ellas disfrutaban de la tranquilidad de la playa o, simplemente, descansar en la casa, ver como Cyrian quemaba energía, fuera corriendo de un lado a otro de la playa, alrededor de la casa, etc. Todo con el fin de que su cuerpo no resintiera el no mantenerse en óptimo estado de forma, llegado el momento.

No sabía cuándo podía llegar ese momento, lo único seguro es que iba a estar preparado para entonces. Y estaba seguro de ello por pequeños indicios. Por ejemplo, había visto a Roger en el pueblo y en su mirada pudo ver que no habían terminado de "charlar", eso por sí mismo significaba poco, pero el hecho de que para él los pasajes fuera de la isla se encarecieran (excepto un par de barcos a Rhylia que había encontrado) le indicaban que Roger había movido hilos para no perderle de vista. Siempre que pensaba en ello, no podía evitar que se le dibujara una sonrisa irónica. Si tan sólo Roger fuera consciente de que estaban intentando morder mucho más de lo que podrían masticar...

Por otro lado, Cyrian tenía que admitir que se sentía cómodo en la casa. Josephine y él se entendían bastante bien; y el aprecio de Rebeca por él era recíproco. El caballero la veía como una hermana pequeña, o mejor dicho, si no tuviera tan mal concepto de un hermano mayor, la vería como una hermana pequeña.
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Mensaje por Ethel 02/03/11, 03:16 pm


Los ojos oscuros y llenos de odio de quien miraba la pequeña choza, esa noche en la que la luz de las lunas era escasa. Los puños de Roger cerrados con fuerza, solo evidenciaban las ansias que tenía de desfogar su ira y frustración y vergüenza y humillación contra el insolente que había osado hacerlo quedar en ridículo.

A su lado, un caballero en cota de malla, observaba el panorama con mucha seriedad. Parecía preocupado. Los otros dos, detrás de Roger y el otro, solo querían acción. Pero no estaba muy convencido de los métodos que iban a utilizar. De algo estaba seguro, el hombre que ayudaba y convivía con Josephine era peligroso, era buscado y si no había hecho acto de presencia por sí mismo al regresar, era porque algo ocultaba, algo siniestro que él, como baluarte de la Dama, debía investigar y llevar a sus superiores para darle solución.

La señora había estado sola casi todo el día. Tanto Cyrian como la niña había salido a correr. Debía confirmar con la niña que su impresión de contagio del mal no era errónea. Cuando lo hiciera, irían por la madre. Pero por ahora, aguardaban en el lindero del bosque, esperaban a la pareja.

El odio de Roger hacia Cyrian había incrementado con los días. Y cada vez se sentía mas frustrado. Cuanto más hacía por hacer llegar el rumor de barcos hacia puertos que le permitirán irse y dejarlo hacer lo que le placiera con Josephine, por alguna razón no se iba. Fue el rechazo hacía Rhilya lo que le h izo involucrar a su superior, quien aceptó encantado participar; no por los intereses de Roger, sino porque… esa cara aniñada no era desconocida.

* * *

- Estas segura de eso? - la pregunta la tomó preparada. No sería la primera ni la última vez que la escuchara y espera que tras responderla por tercera vez, fuera la definitiva.

- Totalmente, lo amo. No creí que las cosas fuera así, pero lo fueron... - su sonrisa de mujer enamorada le iluminó el rostro. La otra entendió que si era capaz de sonreír así, y si él la había visto de esa forma, el sentimiento era mutuo.

- Es solo un marino - aun así trató de quitarle mérito.

- No lo es... es... es un caballero. Si no lo fuera, no estaría dispuesta a esto - sonaba realmente convencida.

- Ella ya lo sabe? - Era una pregunta tonta, claro que lo sabía,
ella siempre lo sabía todo - Ya se lo dijiste? -

- Te lo quería contar primero a ti...hacemos un buen equipo y necesitaras pensar en alguien más... me dolería que no lo aceptara, que me dijera que no. Sí, lo sé, no tienes que decirlo, ella no me dirá que no, pero si lo piensa... es que tal vez está viendo algo que yo no. En verdad quiero estar con él... en verdad lo dejo y lo dejaría todo por él - la puerta, frente a la cual hablaban el par de mujeres,se abrió. Una luz tenue, cálida, se coló a través de la apertura. La joven tomó aire y casi no se percató que su "amiga" le apretaba la mano antes de dejarla entrar - Quería hablar contigo... - dijo con tímido respeto - sobre algo... -

- Claro, pasa - la voz sonó maternal, cariñosa y la puerta se cerró a su espalda. Minutos después, la pregunta se repitió


* * *

Habían rodeado la casa. Aun cuando quisieran hacer mucho daño, no se necesitaban tantos hombres para rodearla, después de todo, la vivienda era pequeña. Repartidos por el lindero del bosque solo había que esperar a que llegaran. La frase, se la habían repetido mentalmente durante toda la tarde y parte de la noche que habían esperado.

Solo había que esperar a que llegaran. Pero no llegaban. Las luces de la casita ya estaban encendidas y varias veces habían visto la silueta de Josephine al asomarse a ver si ya venía, lo que generaba gestos obscenos en Roger. Esa noche, después de deshacerse de Cyrian, cobraría su premio, así tuviera que matar primero a la mocosa.

Ahí, estaban. Por fin. Hora de poner en marcha el plan.

Aun no habían llegado a la cima, por el camino, cuando un caballo les dio alcance.

- Alto! Alto!! – exigió. Era un soldado, vestía los atuendos del Ducado, pero montaba sobre un corcel de alguien de la Dama; su expresión denotaba que le urgía darles una información importante. Disminuyó el paso al estar muy cerca de ellos y entonces, el galope aceleró, el jinete tomó de la mano a Rebeca y huyó a todo galope hacía el bosque, desde donde Roger, le hizo una seña a Cyrian, convidándolo a acercarse.


* * *

El fino cristal, se hacía cada vez más frío, igual que si se sumergiera en el agua. Pero no había agua circundante. La neblina que se arremolinó dentro de este, empezó a esparcirse por la habitación, contagiandola de su frialdad. El silencio reinó, tan pesado como una conciencia oscura y sin redimir, tan escalofriante como la sonrisa que le siguió.

- Intentas cegarme? -
Ethel
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Mensaje por Cyrian 03/03/11, 02:01 am

Una semana de paz que en un solo instante había sido hecha trizas. La primera señal de alerta fue el repiqueteo de los cascos del caballo al acercarse. Su primer instinto resultaría ser contraproducente en este caso, al apartar a la niña del camino junto a él. Si la hubiera dejado seguir delante suya el jinete hubiera tenido más dificultad. La segunda señal fue el “Alto”. Su atención se desvió momentáneamente del caballo a su jinete, reduciendo el agarre de sus manos en la niña, si no lo hubiera hecho, habría advertido antes la librea errónea de la montura.

Y aquella fue la señal que hizo saltar la alarma en su mente, darse cuenta de que los símbolos que portaba el caballo eran de la Orden de la Dama, pero un par de segundos demasiado tarde. Las manos del jinete se habían cerrado sobre las de la niña y la habían alzado mientras se la llevaban, con el caballo recuperando rápidamente velocidad. El caballero se giró en dirección al caballo que se alejaba y, aún antes de verlo, sabía que esa era la jugada de Roger.

Por fortuna, Cyrian no fue el único que cometió errores involuntarios. Tanto Roger como el jinete lo habían hecho. Lo astuto hubiera sido hacer que el caballo le arrollara a traición, pero el odio de Roger, y la curiosidad de alguien más, habían prevenido eso; y no tardarían más que unos pocos latidos de corazón en darse cuenta de ello.

Los ojos de Cyrian se enrojecieron, hasta el punto que un afortunado brillo de luna entre el enramado de los árboles le hacían parecer pequeñas ascuas incrustadas bajo la sombra que un pequeño manzano tenía a bien proyectar con la escasa luminosidad. Y fue bajo esta sombra donde sus enemigos vieron lo más parecido a una metamorfosis que jamás verían en un humano.

Las sombras parecieron moverse para envolverle, y la familiar sensación de peso sobre sus hombros regresó, según su armadura y armas acudían a su llamado. Casi podía sentir que el cuero del interior de las placas ronroneaba al regresar al cuerpo de su dueño. Y éste, por vez primera desde que llegara a Kuzueth, se sentía en su elemento.

Pero visto desde fuera, todo resultaba más arcano y siniestro. Ante la mirada de Roger y los caballeros, donde antes había un joven que caminaba junto a una niña, se alzaba una figura imponente. Todo lo poco impresionante que resultaba quien estaba dentro de la armadura, se transformaba en una figura amenazante e intimidante. Las pesadas y adornadas hombreras acrecentaban su tamaño, los ruidos de metal de sus movimientos añadían fuerza a éstos, el yelmo cornudo con forma de cráneo, aderezado con la mirada de muerte de sus rojos ojos, completaba el aterrador efecto.

Efecto acentuado por que, apenas un instante tras verlo, se desvaneció en la nada.

Pero no tardarían mucho en volver a localizar a Cyrian, en especial el jinete a la fuga. La oscura figura apareció frente a él, de improviso, espada en mano y escudo embrazado; la sorpresa hizo que el caballo se encabritara y relinchara asustado, mientras coceaba con sus patas delanteras. Una de las pezuñas golpeó de lleno en el escudo del joven, con fuerza suficiente para abollarlo; pero la peor parte la tendría la pata del caballo. El fuerte crujido que se escuchó en la noche no era el brazo de Cyrian, sino la tibia del caballo al estallar por el retroceso del abrazo de las sombras que protegía al caballero.

El súbito desequilibrio del caballo lanzó por los aires al ya inestable jinete y su carga. Cyrian sujetó a Rebeca y la hizo girar antes de tocar suelo, apenas una decena de metros de donde la habían cogido, para mermar la fuerza del choque. – Rebeca, corred a casa y no miréis atrás. ¿Me oís? ¡Corred! –le dijo mientras la soltaba. Por desgracia para el jinete, nadie amortiguó su mala caída, cabeza por delante, y se quedó inmóvil en el suelo.

No podía defenderla de modo eficaz si no se iba, lo mejor que podía hacer era no parar de moverse. Su mirada buscó de nuevo a un no tan seguro de sí mismo Roger, mientras, sólo por precaución mientras se incorporaba, golpeaba con la cruz de su espada la nuca del caído. Tras el golpe, sabía que no fingía. Si estaba vivo pero inconsciente, malherido o muerto, era algo que no podía saber. Igual que no podía saber si el entumecimiento en el brazo del escudo significaba que el caballo se lo había roto o sólo dormido. Por su bien, esperaba que lo segundo. En cualquier caso, no iba a pararse a comprobarlo.

La impresión que había causado era su mejor baza. Tenía que seguir pareciendo inhumano, imparable si quería mantener su ventaja; y, maldita sea, tenía que admitir que los lastimeros relinchos de dolor del caballo cojo estaban de su lado. Se hundió rápidamente en la sombra por la que había aparecido, sólo para salir en la mismísima sombra de Roger, espada por delante, hundiendo la hoja en el mismo hombro que le dislocara una semana atrás. - ¿Qué tal vuestro brazo, Roger? Confío en que esta vez aguantéis un poco más de dolor... – susurró antes de desaparecer por la misma sombra.

Tres figuras más había vislumbrado y, por la librea del caballo, sólo podía suponer que entre ellos hubiera seguidores de la Dama. Una pequeña luz que sanaba el corte de Roger confirmó esa sospecha... pero lo que congeló en su sitio a Cyrian fue el rostro que iluminó ese destello de luz.

Saltó en otra sombra, olvidando lo que estaba haciendo, olvidando el dolor de su brazo, olvidando a Josephine, Rebeca, Roger e incluso Lurthum. Sus ojos estaban fijos en paladín de más alto rango. Y era la mirada de un perro rabioso que lleva una semana encadenado sin comer que se encuentra de repente libre.

Aún pasados mil años, reconocería las facciones de Ruther. Éste a su vez palideció al reconocer el rostro bajo el casco. – No puede ser... – murmuró atónito.

- Ruther, jamás esperé demasiado de ti, pero... ¿acudir en ayuda de un notorio rufián? ¿Secuestrar niñas? Es lamentable, incluso para un perro como tú. – Como un reflejo del torbellino de emociones de su corazón, el fantasmal brillo azul de su espada se arremolinaba aportando un macabro juego de luces y sombras a la escena... ¿o era que las sombras de los alrededores acudían al siniestro caballero?
- ... Te vi morir, Cyrian... - murmuró con el pasmo de quien ve su peor pesadilla alzarse de improviso frente a él.
Uno de los caballeros de menor rango, tomando la palabra de su superior y creyéndole hipnotizado por esa sombría aparición, invocó el poder de la Dama para rechazar a los no muertos, pero Cyrian permaneció impasible. – Si te refieres a cuando me abandonaste como la rata cobarde que eres..... No, sobreviví.

Dicha esa frase, desapareció en la sombra que le cobijaba. Un súbito grito de dolor a su lado arrancó del trance a Ruther, pero se giró demasiado tarde. Uno de sus camaradas jadeaba intentando coger aire, mientras una línea roja de sangre se dibujaba justo bajo su barbilla, por donde la aguda espada del caballero había abierto un corte limpio. El pobre muchacho tardó unos pocos segundos en poner sus ojos en blanco y desplomarse. El paladín, maza en mano, se abalanzó contra Cyrian, en un vano intento de acudir en rescate del muchacho, pero el golpe fue bloqueado con facilidad. Con el sonoro gong del golpe, Ruther sonrió y una descarga de poder sacro iluminó la escena.
- ¡Pagarás por la muerte de ese chico, Cyrian! – gritó pensando que la Luz le había ayudado a recuperar la iniciativa contra el oscuro caballero. Pero no era oscuridad lo que reforzaba a Cyrian; cuando la luz se retiró, no estaba allí

La risa del joven llegó a él desde algún lugar indeterminado, cerca del pequeño claro donde se estaba desarrollando la pelea. - ¿Y quién pagó por mi muerte? ¿O por la de Gisella? ¿O por la de Thym? – Un ahogado grito de Roger les reveló su posición. El guantelete de Cyrian lo había sujetado por la nuca y con fuerza, estrelló escudo y cara del hombre. No estaba muerto, lo reservaba para más tarde.
Sus ojos se volvieron con lástima hacia el otro caballero restante.- Luchas junto a un violador y a un traidor cobarde, en nombre de una diosa que no moverá un dedo para ayudarte. Yo lucho por defender a una madre y su hija... ¿Quién crees que es el bien aquí?
El chico, con el que no debía tener mucha diferencia de edad, estaba aterrado. Sin duda era la primera vez que se encontraba con una lucha... así de descarnada. Ruther intervino, atacando con más mesura a Cyrian, forzándole a apartarse de Roger antes de que intentara rematarlo (aunque Cyrian no lo pretendiera). – ¡No le escuches, intenta confundirte! ¡No es más que un ser de oscuridad!
- No, Ruther, sólo soy el resultado inevitable de la Luz. Cuéntale cuán luminoso eres, oh Paladín.- rió mientras su espada contraatacaba.- Cuéntale como giraste sobre tus talones mientras tus compañeros te necesitaban, cuéntale como les abandonaste para salvar tu pellejo. Cuéntale los crímenes cometidos por Roger, y quien sabe cuántos más, bajo tu amparo.
- Ni siquiera sabes a quién intentas proteger...-Dijo mientras gruñido furioso escapaba de sus labios de Ruther mientras su mano libre descargaba poder sacro de nuevo, y su rival desaparecía en las sombras de nuevo.
- Y viendo el poder que manejas, con el beneplácito de la Dama. – rió mientras reaparecía en el lado opuesto del claro
- ¡Por la Dama!- gritó de improviso el asustado chico mientras se incorporaba al ataque contra Cyrian. – ¡Eso no puede ser cierto! ¡Un caballero del rango de Lord Ruther jamás haría algo tan despreciable como lo que has dicho!- El caballero de sombras tenía que admitirlo, el coraje del chico era encomiable, pero pese a que en años no había mucha diferencia, la habilidad de Cyrian iba muchos años por delante de la suya. Le costó muy poco desarmarlo y derribarlo, menos tiempo del que le costó a Ruther superar la impresión por la frase del chico para acudir en su ayuda.

Ahora, yacía desarmado y bocarriba, con la punta de la espada de Cyrian justo bajo su nuez.- ¿Has oído Ruther? Conmovedor...- murmuró mirando al veterano paladín.- Voy a poner su vida en tus manos. Si puedes negar algo de lo que te acuso, le soltaré y me rendiré. Si no, morirá aquí y ahora.
Cyrian le recordaba muy bien. Entre su grupo de paladines, le llamaban Ruther el “Sincero”, porque desde siempre había tenido un curioso tartamudeo cuando intentaba mentir. Y por la palidez del veterano, seguía siendo un hecho conocido.
- ¿Puedes negar algo de lo que te he dicho?- insistió el joven. Sólo le respondió el silencio.- Que este chico muera sabiendo la verdad de a quienes entregó valientemente su vida.- Y sin ceremonia, hundió la hoja en su cuello.

Sólo quedaban los viejos camaradas de armas en pie en el claro. Ruther estaba fuera de sí. Cyrian había muerto, tenía que haber muerto, nadie podía sobrevivir a aquel ataque, nadie podía seguir vivo con la sangre que encontraron al regresar al lugar de la escaramuza, nadie podía imaginar que el hermano de Artix no estuviera muerto cuando encontraron los pedazos retorcidos de su armadura diseminados por el lugar.

Y sin embargo ahí estaba, luchando con el talento de siempre, anulando y contraatacando cada uno de sus movimientos, arrinconándole. Siempre había sido el mejor luchador y, para su horror, lo seguía siendo. Eso fue lo último que pensó mientras el escudo de Cyrian superaba su defensa y golpeaba su barbilla, sumiéndole en la negrura...

Por su parte, el oscuro caballero no había salido indemne de la pelea. Se tomó unos segundos para recuperar el aliento; las quemaduras del poder sagrado de Ruther le escocían enormemente y había tenido que sostener su aura de sombras mucho más tiempo del habitual. La adrenalina y el odio le sostenían mientras ataba y amordazaba a Roger y Ruther contra un árbol. No había terminado con ellos, aún no.

Pero acababa de recordar que Rebeca había salido corriendo unos minutos atrás hacia su casa, y que Josephine estaba allí, sola.
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Mensaje por Ethel 03/03/11, 03:10 pm

Como una respuesta a ese presentimiento nacido de lo profundo del corazón, en cuanto pensé en la niña el silencio nocturno se desgarró violentamente por un grito de esta. Agudo, estridente, lleno de temor. Que de pronto se cortó.

Cuando el caballo apareció y Rebeca se echó hacia atrás obedeciendo a las indicaciones de Cyrian, la niña no tuvo tiempo ni oportunidad de gritar. Había dejado salir un chillido histérico cuando el animal ya se había alejado y se sentía dar tumbos puesta como un bulto por delante de la silla de montar. No era cómodo para ella ni para el jinete, pero tampoco hubo mas tiempo para moverla... luego se desató ese pequeño infierno para todos.

Lo que para el jinete fue una visión en primer plano, para la pequeña fue una imagen de refilón que prefirió no haber visto. No solo la habían capturado, si no que la llevaban directo hasta un demonio; así que cuando el caballo se encabritó, cerró los ojos con fuerza y soltó un grito ahogado, sintiendo el miedo agolparse en su garganta cuando la gravedad la liberó. El contacto con la armadura la terminó de llenar de pánico y las lágrimas por fin escaparon por asustados ojos.

Solo la voz de Cyrian al decirle que corriera a la casa la tranquilizó pero al mirarlo, trató de huir aun más atemorizada. El caballero, el cadáver proclamado de su propiedad, su Cyrian era ese demonio que tanto la había asustado. Retrocedió sin dejar de mirarlo como al ser más espantoso que había visto jamás, con una mezcla de confusión y afecto en sus ojistos, antes de darse la vuelta y empezar a correr a la casa a todo lo que le daban las piernas, que iban más rápido aun que sus lágrimas.

No vio nada de lo que ocurrió después en el bosque, la habría traumado sin duda, quebrado su mente a saber con qué consecuencias. Ella solo corrió donde su madre, a la seguridad de su hogar, pero lo siguiente que se supo de ella, fue su grito desgarrado.
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Mensaje por Cyrian 08/03/11, 07:58 am

El grito de Rebeca terminó de sacarle del trance de odio y venganza en el que le había sumido la visión de Ruther. Maldiciendo para sus adentros haber perdido tanto tiempo se giró con la intención de saltar de una de las sombras al camino, llegando más rápido de lo que lo hubiera tenido que hacer abriéndose camino desde el pequeño claro hasta allí. Más calmado, intentó imaginar la ruta que habría seguido la niña camino de a la casa, y en silencio, atento a cada sonido de la noche, se apresuró en alcanzarla.

Recobrar el equilibrio emocional también había tenido su lado negativo, sin embargo. El brazo izquierdo le dolía hasta el punto que no podía apenas moverlo, mucho menos utilizar el escudo que llevaba embrazado; sin duda a causa del asustado golpe del caballo y agravado por la escaramuza frente a frente con Ruther. Una vez más, maldijo para sus adentro su irreflexión a la hora de actuar. Ahora sólo podía especular con lo que sucedía frente a él.

¿Habría más atacantes? ¿Habrían capturado o peor a Rebeca? ¿Josephine estaría a salvo dentro de la casa? Y si era así, ¿por cuánto tiempo?

No se planteaba estas preguntas desde la preocupación, su mente había recuperado su perfecta calma, el "mundo en equilibrio" del que alguna vez hablara quien fue su maestro. Valoraba las posibilidades estratégicas e intentaba anticipar qué movimientos harían sus enemigos.

Para su desgracia, tenía que dejarles mover ficha antes de continuar la partida. A su favor tenía que era un gran jugador de ajedrez, especialmente con las negras.
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Mensaje por Ethel 11/03/11, 02:14 pm

Los saltos por las sombras y el camino por el linde del camino lo llevaron casi hasta la casa. Después de todo, la niña había corrido tan rápido como había podido y no estaban marcadamente lejos.

Eso sí, había una cosa curiosa en el trayecto que se realizó a pie. Primero, las luces de la casa estaban en su totalidad encendidas... era eso o mas bien el humo que delataba el fuego que empezaba a consumir en interior de la choza, altamente inflamable. Si, más bien lo segundo. Eso le daba luz y un aura irreal a la que fue, por varios días, la vivienda de Cyrian.

Sombras se movían al interior de la vivienda, a escasos 100 metros de la vivienda yacía el cuerpo inerte de un hombre; la maleza del camino solo dejaba ver las botas de este y para descartar que se tratara de una actuación, la sangre le salía tanto por el pantalón como por los costados. Bien dicen que las heridas en la cabeza son bastante escandalosas y que un sartén puede ser un arma mucho mas letal que cualquier espada afilada.

Ya a solo 10 metros del lugar era mas palpable el caos y la angustia de la pequeña familia. Lo siguiente que se dejó oír fue el grito de Josephine

- CORRE!!! - más movimiento de sombras que a esa distancia se dejaban ver como figuras uniformadas entre sí y entonces, Rebeca echó a correr fuera de la casa. Ese quizá era el momento de actuar, en especial porque una de las figuras corrió detrás de ella y la agarró del hombre, perdiendo la presa al tratar de tomarla del brazo. La madre corrió detrás de la figura que seguía a su hija, estaba armada con uno de los cuchillos de la cocina, pero tras ella venía otra figura, espada corta en mano.

Si, era el momento ideal para intervenir, quedar como el héroe que no era, salvar a las damas, cumplir con su palabra, tener un final feliz ...

... De no ser por la silueta solitaria que se interponía entre él y la casa, parada justo a la mitad del camino mirando de forma impasible el espectáculo de angustia y competencia por sobrevivir - eliminar.

Un primer blanco muy fácil para desechar o para tomar ventaja o para lo que fuera que el sentido de estrategia y buen jugador de ajedrez que tenía Cyrian dijera. Un primer cuerpo que se giró cuando estuvo justo sobre él revelando a una dama vestida con un pañolón atado a su cuello en cruz sobre su pecho pero dejaba ver la curvilínea silueta de alguien que al verlo, se inclinó hacia atrás con sorpresa abriendo los ojos incrédula.

Dudó por un instante y antes de darse cuenta, sonrió con alivio y sin pensar en las consecuencias, se arrojó a los brazos de Cyrian en un abrazo de alegría y descanso. Por supuesto, los rizos negros volaron con esos dos pasos que dio.

- REBECA!!!! -

Entre Cyrian y sus protegidas... Ethel.

Ethel
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Mensaje por Cyrian 16/03/11, 02:21 pm

Fuego. Sobre la negrura de la noche su revelador brillo rojizo aparecía frente a sus ojos; la pequeña cabaña de Josephine estaba en llamas. Apretando los dientes para ignorar el incipiente dolor de su brazo izquierdo, se esforzó en apresurar el paso. Había perdido mucho más tiempo del que pensaba y la partida estaba muy avanzada.

Apenas si percibió al hombre muerto en el camino, al advertirlo casi a nivel subconsciente como que ya no era una amenaza; su mirada y su atención estaba en el frente, buscando señales de movimiento, buscando alguna indicación de que Rebeca y Josephine estaban a salvo.

Pese a lo que denotaba el urgente grito de la mujer, no pudo contener un pequeño suspiro aliviado, estaban vivas y aún en buen estado. No estaba todo perdido aún; intentó hacer un pequeño cálculo mental del número de enemigos. Al menos dos seguían a sus protegidas y había una tercera oteándolo todo frente a él; quizás aún pudiera salvar la situación. Sólo tenía que evitar a la figura que obstaculizaba el paso, preferiblemente sin que le detectara y después....

Esa línea de pensamiento se vio bruscamente interrumpida cuando la bota de su armadura pisó descuidadamente algo de grava del camino. El crujido del suelo bastó para que la figura se moviera y el caballero empezó a mascullar una maldición que murió antes de siquiera formarse en sus labios al ver quien acababa de descubrirle.

Su corazón tuvo la familiar sensación de saltarse un latido al encontrarse sus miradas y sus ojos casi se salieron de sus órbitas. Cuando ella se acercó a él para abrazarle, lágrimas de alivio se dibujaron en el contorno de sus ojos bajo el yelmo. Hacía sólo una semana que no la veía, cierto, pero las visiones... las pesadillas... No era tanto el hecho de volver a verla, como el verla sana y salva. La razón por la que estaba allí era algo que podría esperar. Sólo importaba que estaba de vuelta con ella, que volvía a estar junto a su Señora.... Que al fin estaba de vuelta en casa. Al menos eso pensaba mientras acogía a Ethel entre sus brazos en un cálido abrazo, con sincera expresión de felicidad. Pero eso fue tan breve que incluso era posible que ella no lo hubiera advertido.

De lo más profundo de su mente, un levísimo susurro se levantó y acudió a él como una imagen. Sólo una imagen proveniente de sus recuerdos más intensos. Su hermano dándole la espalda. Una imagen que evocaba la sensación de total abandono y desamparo. ¿Qué diferencia había entre ellos? Artix le había dejado morir en pos de conservar el favor de una Diosa. Él estaba dejando a Josephine y Rebeca a su suerte, después de haberles prometido protección.

No podía hacer eso.

Entonces hizo algo que jamás pensó posible que deseara hacer: apartó a Ethel de sus brazos. Sus miradas se cruzaron un instante, sus ojos rojizos aún vidriosos.– Necesito vuestra ayuda, mi Señora. – fue lo que le dijo en aquel breve segundo, antes de hundirse en su sombra.
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Mensaje por Ethel 27/03/11, 10:08 pm

La pétrea frialdad con la que miraba la cazaría a que se le sometía a la madre, se rompió en cuanto lo sintió tan cerca. Todo, cuanto había pensado, planeado, especulado, sentido, todo se fue a pique y solo quedó la alegría y alivio de verlo frente a frente y saberlo vivo, magullado, si, pero bien, libre del nefasto final de su mansión. El regocijo de su corazón la dejó emocionalmente desarmada. Por eso le abrazó, por eso se dejó llevar por sentimientos más positivos, superó las barreras que pudieran separarla de él. El cariño y la felicidad con la que lo abrazaba era real.

Tan real como la escena que desarrollaba a la espalda de Ethel y frente a los ojos de Cyrian. Una de las Flores, la que perseguía a la niña, le había logrado dar alcance, pero esta, le dio una patada en la espinilla que al parecer la tomó desprevenida pues la dejó ir. La otra Flor agarró a Josephine, esta se giró y la atacó con su cuchillo de cocina y en un movimiento la madre quedó desarmada, la Flor a su espalda dejándola a la vista en línea recta al caballero.

Estaba bien, eso era todo lo que importaba a Ethel en ese momento. Su desconfianza podía encontrar una explicación…

Sin embargo…

Sparking angel, can I see
your darks intentions…
your feelings for me…

… La apartaba. Por un momento había dudado, por un instante se dijo a sí misma que toda la evidencia sobre su traición y abandono no era real, ni sólida, que algo atroz y su primera impresión del espejo era correcta, él necesitaba su ayuda, la pedía abiertamente cuando nunca antes lo había hecho, había una explicación… pero él la apartaba.

Falling angel tell me why? …
What the reason the thorn in your eye

A partir de ahí, todo ocurrió a un mismo tiempo. Con tan simple y doloroso gesto le confirmó todo y, así como ella le perforaba el hígado con la misma precisión y lentitud con que el puñal de la Flor cortaba la garganta de Josephine privándola de la vida, él le perforó el corazón. Sus ojos brillaron, húmedos, pero no se permitió llorar, solo hacer más letal la herida.

También la voz de Ethel se dejó oír.

-TCryariidaonr!!! ... - había tanta tristeza y dolor en su tono, como angustia y desesperación en el grito de Rebeca. La daga ya clavada en su costado, empezaba a girar cuando la apartó. La sombra por la que se iba no cedió a su intención de partir.

No fue un mandala de luz, fue un mandala de sombras, que se tragó la compuerta de salida de Cyrian devorando las sombras del lugar dejando lugar al piso duro y la nada, y por la inercia de dejarse caer, lo hizo terminar (como tu decidas que quede)

La niña si había visto la daga, la forma en que la hundió en él y ahora, al igual que Cyirian, veía como el arma ceremonial saltaba en su mano para cambiar de posición. El caballero la había visto tanto veces hacer el movimiento, que no le sería difícil adivinar lo que haría a continuación, movería el brazo de forma delicada y hasta elegante, dejando pasar el filo por su cuello mas allá de la garganta en su profundidad, la había visto sobre pasar hombreras, yelmos y armaduras al hacerlo. Pero el brazo no se movió, su mirada permaneció en un punto del vacío infinito entre sus ojos y el suelo a la espalda de Cyrian; la dificultad con la que pasó saliva denotaba el nudo en su garganta y la respiración pausada y entre cortada, la opresión en su pecho.

Fdi: por si no conoces la canción ^^
https://www.youtube.com/watch?v=OxCq4HH10kk
Ethel
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Mensaje por Cyrian 28/03/11, 10:48 am

FDI: Pues no la conocía, pero mira, te contesta la misma canción Razz

Blinded by faith I couldn't hear
All the whispers, the warnings so clear.


-No te sorprendas si a tu regreso, tu recibimiento no es el que esperas, sé cauto.- sintió en su cabeza, con la misma agudeza con la que la daga perforaba su hígado. El dolor de una advertencia ignorada

Cyrian no lo comprendía.

No había entendido hasta pasados unos instantes la razón del dolor en su abdomen, hasta que vio la daga traicionera en la mano de Ethel. No comprendía por qué era su mano la que sostenía la daga y le llamaba traidor.

Tampoco había sabido la razón por la que se había ido de bruces contra el suelo en lugar de entrar en la sombra hasta que al alzar la cabeza, la atmósfera irreal creada por el mandala de Ethel le dio la respuesta; no había entrado en una sombra simplemente porque ya no había ninguna.

Y mientras se incorporaba hasta quedar arrodillado, con su rodilla izquierda hincada en tierra y la derecha lista para ponerse en pie, no comprendía por qué seguía vivo y la daga de Ethel no había terminado el trabajo que había empezado al hacer que su sangre se derramara, cubriendo con una película rojiza la armadura, cuyo color disfrazaba ese hecho; otro pequeño gesto de teatralidad para disimular heridas mientras luchaba.

¿Qué esperaba? ¿Que la atacara para corroborar su acusación? ¿Que suplicara? Ethel debía saber que jamás haría nada de eso.

Había visto el destino de Josephine, había escuchado el grito de Rebeca, pero no podía ya hacer nada por ellas. Ni tampoco por sí mismo, de hecho, quedaba nada que fuera a hacer.

There's no escape now
No mercy no more

Su mano derecha se cerró en torno a la empuñadura de su espada, mientras él la miraba, con la sorpresa, el dolor y la confusión pintados en sus castaños ojos. Con un gesto la alzó y la clavó.... en el suelo, a su lado, dejándola ahí mientras usaba la misma mano para retirarse el yelmo, quitando la defensa, si bien ya inútil, de su cuello, exponiéndolo para su Señora.

- Mi Señora, tal y como os dije cuando....- la voz de él se entrecortaba por el dolor; le costaba respirar y la pérdida de sangre y las heridas anteriores empezaban a pasar factura... Llevó su dolorida mano izquierda a la herida en su abdomen, intentando frenar la hemorragia.- ... Cuando entré a vuestro servicio... Mi vida os pertenece y podéis hacer lo que deseéis con ella... Incluso terminar con ella. Pero... después de estar tanto tiempo.... sirviéndoos, creo que merezco saber por qué.

Sus iris se enrojecieron mirándola directamente a los ojos. – Decidme... ¿Por qué me dais...muerte y me llamáis traidor sin serlo? – Y una lágrima traidora, de las de alegría que se formaron cuando la estrechó en sus brazos, corrió por su mejilla.
Cyrian
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Mensaje por Ethel 31/03/11, 03:37 pm

Qué esperaba? Esa era una muy buena pregunta. Cyrian había estado presente en el momento en que tomó la decisión de terminar con la vida de su mejor aprendiz; ya antes la había visto preocupada, pero jamás tanto como cuando aceptó que lo haría.

Cuatro Lotos eran su orgullo y su adoración, de las 17 mujeres que ostentaban la categoría, solo cuatro le eran tan cercanas, dos de ellas, Alice y Davianna, tuvieron su sentencia con solo un suspiro, se cumplió su condena sin miramientos, sin una duda. Si bien Davianna logró escabullirse por el sacrificio de Alice, todo se hizo sin remordimiento, sin esperas, el mandala, el conjuro del demonio, la emboscada del caballero. Cyrian sabía cuando quería Ethel a Alice, sabía de todas las expectativas y esperanzas depositadas en ella, el vinculo casi maternal, la forma en que se le pasó cada error, cada desaire, quizá la única persona a la que le vio mostrarle cariño verdadero y con ella, no había dado espera, no había respirado profundo, no había apretado los dientes, no le habían vibrado los ojos al borde de las lagrimas.... como estaba pasando en ese momento con él.

No esperaba una súplica. Traidor o no, lo consideraba alguien digno de no tener que humillarse con una súplica por su vida. Como fuera, el golpe que le había dado era mortal y ambos sabían que ese tipo de ruego no surtían efecto en ella.

Que la atacara... tampoco aguardaba a eso.

You broke a promise
And made me realise
It was all just a lie


No podía hacerle mas daño del que ya le había hecho. La pequeña pausa entre un evento y otro, los gritos de Rebeca llamándolo por su nombre, llamando a su madre mientras trataba de zafarse de nuevo de Coral, produjo un rompimiento en el tiempo, en el que se perdía en sus ojos castaños y esperaba encontrar la respuesta a la súplica que si había en los ojos azules de Ethel... un por qué, una nación de verdad en su confusión.

La hechicera no se movió un ápice cuando sacó su espada, herirla físicamente no sería nada con perder su casa y su Orden, con el dolor en su corazón porque él hiciera parte de esa perdida... pero Teresa, Flor de Loto sobreviviente, no pensaba igual y prácticamente saliendo de la nada se ubicó detrás de Cyrian, la espada levantada se detuvo a escasos milímetros de su cuello cuando la de Cyrian se clavó en el suelo.

- NOS VENDISTE PERRO TRAIDOR!! Qué te ofrecieron los mal nacidos de Feiran? Otra desertora y una vida campestre?? - Teresa estaba fuera de sí, la traición de Cyrian poco o nada le importaba, lo que la llevaba a perder el control era cuanto lastimaba esto a Ethel - Cómo...!!!?? -

- Déjanos - dijo débilmente a Teresa, cortando su pregunta más que obvia. Ni siquiera la miró y con la misma sutiliza con la que apareció, se desvaneció en el aire.

Sparkling angel
I believe
You are my saviour
In my time of need


Silencio. El nudo en garganta era demasiado fuerte para hablar, las lágrimas cedieron al tiempo que dejó caer la daga a la tierra.

- Solo he creído en dos promesas a lo largo de mi vida - empezó, con la misma suavidad y tristeza - Pensé que no esperaba que cumplieras con la tuya, pero si fue así. Te doy una muerte más misericordiosa que aquella a la que me condenaste a mi al entregarnos, al salir de la Casa, dejándonos... - el nudo se cerró y con él, el entorno al rededor de ellos se cubrió en llamas, creando un circulo.

Varios metros detrás de ellos, Coral que trataba de controlar a la niña sin dañarla, fue apartada por Teresa que de una bofetada envió a la niña al suelo, de donde no se levantó más. El circulo se cerró.

No era fuego real, era una ilusión en la que se devoraban paredes de una ruina, y cada evento empezó a ir en retroceso, dejando ver los cuerpos de soldados, mercenarios y Flores caídas, junto Cyrian se dejó ver el brillo azulado de la espada de Dayanira (el tercer Loto de su predilección y asignada a protegerla tanto o mas celosamente que Cyrian), junto al cadáver de esta.

Las llamas ascendían y luego empezaron a descender, mostrando cada parte de la toma de la mansión, la lucha y desesperación de las Flores por mantener a raya, y sin éxito, a los invasores, la noche cerrada y silencioasa y entonces, el tiempo volvió a su cauce moviéndose rápidamente hasta llegar al despliegue por proteger el cuerpo sin mente de Ethel, el momento en que Sonya caía en la entrada de una de las tantas habitaciones, ya iba más lento, más detallado, el soldado que siguió a la Flor hasta Ethel, el momento en que se le dio muerte.

Lo que Cyrian no vio
.

\\Al girarse Ethel a mirar a sus leales Flores, tenía pequitas en algunas partes de la cara, pequitas de sangre.

- Donde está Cyrian? – su voz sonó imperativa, fría; caminaba de regreso, con las armas bajas y chorreando.

Silencio entre las presentes, silencio tenso

- Donde le ordenaste que estuviera – la bruja miró al interior de la habitación ahora vacía.

- Donde le… ¿ordené? – por fin había una inflexión en su voz, estaba extrañada y casi todas, menos la de las cadenas, abrieron los ojos con sorpresa. Ethel miró al suelo y el silencio que vino a continuación las puso a todas, sin excepción esta vez, tensas.

- Nadie lo ha visto… ninguna lo sabe… - dijo una Sonya agonizante.

- Tienen demasiada información nuestra… alguien les tuvo que ayudar – dijo otra Flor en otro tiempo y ubicación.
//


El tiempo regresó a su flujo acelerado, la devastación, la muerte, los rituales de Ethel por sacar a sus niñas, el derramamiento de sangre, de Flores, soldados y hasta Ethel, la quema de la casa, el ambiente impregnado del sentimiento de tristeza y derrota

– Eludiste todo contacto y rastreo mágico, el vacío te tragó. Ahora juegas el papel de víctima. Cómo esperas que no te someta a un juicio por traición cuando todo indica que nos vendiste? –

You took my heart
Deceived me right from the start
You showed me dreams
I wished they'd turn to real


- Cómo no sentirme traicionada si en la primera y verdadera oportunidad de cumplir con tu palabra, me abandonas a mi suerte? - sin desmeritar sus acciones, al final, fue su suerte quien las sacó de la casa, a suerte de mostrarle un nuevo camino a la Condesa, de abrirle los ojos hacía las personas a quienes decía deberles lealtad - Creí en ti y me apuñalaste por la espalda -

La ilusión de la casa cayendo, envuelta en llamas y dejando entre sus prados un jardín de Flores marchitas, se volvió mas nítida.

- Estarás satisfecho – no había reproche ni rencor en su voz, solo una profunda desilusión - Esta es tu obra… -

Ethel
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Mensaje por Cyrian 01/04/11, 06:56 am

La mirada de Cyrian no se desvió ni un ápice de los ojos de Ethel, ni siquiera parpadeó cuando Teresa puso su arma en su cuello, pero sus palabras sólo aumentaron la confusión que habitaba el mortecino brillo de sus ojos; para el dolorido caballero era como si de repente hubiera caído en otro plano de existencia.

Entendía los ojos de Ethel, lo que quizás esperaba de él. Una explicación, una razón que desmintiera la acusación que ella misma le lanzaba. Esperaba que se defendiera, después de todo, aunque no físicamente. Su sangre ya había empapado su guantelete y goteaba entre sus dedos, la herida sólo le daría unos minutos más de consciencia.

El caballero observó con atención las escenas que se sucedían frente a sus ojos, convocadas por la hechicera que era su Señora y su expresión comenzó a ensombrecerse mientras su rostro se desencajaba, en una expresión de horror que no podía fingirse, puro y simple horror al ver que la pesadilla que llevaba acechándole desde que el mar le dejara en la playa pedregosa donde Rebeca le encontró.

La Mansión en llamas, la sangre, la muerte... Su mirada seguía obsesivamente cada detalle, frenéticamente cuando el hechizo aumentaba la velocidad del transcurso del tiempo mientras palidecía, y no por efecto de la pérdida de sangre. La lucha desesperada de cada Flor, de cada sirviente, podía sentirla vívida como culpa, latiendo en su pecho, como una losa que caía sobre él. Cada muerte que veía repetida ante sus ojos sólo aumentaba el peso de la losa que le oprimía, amenazando con asfixiarle.

Los ojos de Cyrian sólo regresaron a los de su Señora cuando terminó el recorrido de los acontecimientos ocurridos aquella noche. Y su mirada hablaba de confusión, de sorpresa, de horror... y de fracaso, pero su mirada no tardó en bajar a causa de la vergüenza; vergüenza por haberle fallado de semejante modo. Apretó los dientes mientras tragaba saliva, intentando deshacer el nudo en su garganta. Le estaban juzgando por traición y era el momento de plantear su caso.

Pero no lo hacía por su vida, eso era lo de menos. Pero su corazón, dolido por su fracaso, no iba a permitirle morir así, no iba a permitir que Ethel pensara que era un traidor.

- No....no es cierto, mi Señora. No os he traicionado. – comenzó a decir, haciendo hincapié en cada palabra, aunque su voz comenzaba a debilitarse. – En mi vida, sólo he hecho dos juramentos; - tuvo que detenerse a recobrar aliento.- el primero sabéis bien cómo acabó, pero jamás falté a él. El segundo es el que os hice a vos.

Se encorvó un poco más apoyando su mano en la empuñadura de su espada de nuevo para mantenerse erguido antes de continuar.- Os he fallado, Ethel. – dijo mientras las lágrimas vencían la resistencia de sus ojos. En muy pocas ocasiones le había escuchado dirigirse a ella por su nombre, y lo que nunca había oído antes es su voz tan aplastada por la culpa.– Eso no puedo rebatíroslo, he fracasado como protector, pero no os traicionaría jamás.

Su explicación no podía estar acompañada de ilusiones mágicas, de visiones sobre lo acontecido para respaldar sus palabras, sólo podía esperar que en su Señora quedara algún resquicio de confianza en él para creer sus palabras. – No sé si fue la mañana del día del ataque....o de algún día cercano. Sólo puedo deciros que la noche anterior os informé de que me retiraba a mi habitación a descansar.- su rostro se crispó por una punzada especialmente aguda de dolor.- Al amanecer, me despertó lo que pensé que erais vos, llamándome desde algún lugar de Lurthum. Me preparé y me apresuré a acudir a vuestra llamada. Me encontré caminando por.... un páramo, un desierto de tierra seca, sin nada a la vista, un lugar que jamás había visto en la isla, pero “vuestra llamada” seguía instándome a adentrarme. Igualmente no podía regresar pues Lurthum había desaparecido a mis ojos. Al....cabo de unas horas, encontré un sauce en lo alto de una de las lomas, y sentí que vuestra llamada venía de allí.

Tragó saliva, sentía cómo en el reloj de arena quedaba poco tiempo y su resistencia menguaba rápidamente. – Pero cuando llegué allí, fue como si un océano se cerrara sobre mí. – Por algún motivo, lo sucedido debajo del sauce estaba confuso en su memoria, y no podía explicarlo, menos aún en su estado; quería terminar de contar su versión antes de que la oscuridad de la muerte se lo llevara definitivamente.- Pensé que me ahogaría pero desperté, enganchado en una de las ramas, flotando cerca de esta isla. Y entonces Rebeca, la niña, me encontró medio muerto por la sed en la playa, hará cosa de una semana.

- No sé porqué no... habéis podido contactar conmigo ni ver dónde me encontraba, pero lo que os digo es la verdad. No soy un traidor, pero os....he....fallado. – Volvió a mirar a su alrededor, a la ilusión de la Mansión en ruinas, mientras otras lágrimas escapaban de sus ojos.- Y ésta es la obra de mi fracaso, y toda este tiempo, lleva apareciendo frente a mis ojos, aunque no lo entendiera. - terminó hablando pausadamente, mientras pensaba que la ilusión perdía nitidez, antes de darse cuenta de que era que sus ojos ya no enfocaban bien.

Could have been forever.
Now we have reached the end.
Cyrian
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Mensaje por Ethel 01/04/11, 03:11 pm

Mas teatro, o en realidad estaba horrorizado por lo que veía? Quería creerle, quería confiar en sus palabras, quería una explicación un poco más creíble que la que le estaba dando. Su mirada iba adquiriendo dureza, sus facciones iban dejando paso al enojo y… Y entonces lo mencionó, el Sauce.

Su expresión no cambió, no dejaría ver que había dado con un punto que la intrigaba. Sin dejar de escuchar lo que le decía, recopiló toda la información que le estaba dando, la imagen del espejo reflejando el sauce vino a su mente. Era verdad que se había utilizado su promesa para alejarlo? Una jugada astuta, si quería seguir creyendo en la devoción del caballero, engatusarlo a través de ella. La razón para no verlo, fue el cambio de cuerpos con Canción, el haber hecho el intercambio a sus espaldas para lograr que se quedara en la mansión, a sus anchas y no anclado a una habitación que se suponía estaba vacía, o siguiéndola en el cuerpo de Canción. Tenía toda su atención en el ataque a Nysadyra, y por eso no lo sintió… o tal vez si? Habían pasado demasiados meses para recordarlo.

- Es tu temporada de fallos - dijo con cruel frialdad - me fallaste a mi, le fallaste a la Orquídea desertora, todo un record para ti, supongo. Dicen que la tercera es la vencida - miró por encima del hombro a la niña y se inclinó para tomar la daga, sin limpiarla. Con la otra mano le tomó la barbilla.

- Cyrian... - pese a lo firme y amenazante de su agarre, su tono fue afectuoso - el sauce... - se esforzaba por que la enfocara y utilizó la mano que sostenía la daga, para apartarle el cabello de la frente - Qué te lloró el sauce? - sin perder el cariño, fue imperativa, pero se dio cuenta que los ojos no la veían a ella, no parecían enfocar nada en este mundo. No esperaba que le respondiera de inmediato, no en ese momento, quizá no tenía la fuerza de vida suficiente para hacerlo. Pero era su forma, muy suya, de darle a saber que le creía, de momento.

Lo abrazó dejándolo en su regazo, al dejarse caer en el suelo; no sabía si estaba inconsciente o no, solo sabía que debía recuperar por un momento fuerzas, si quería curarlo, salvarlo

- Por qué no? - exigió saber Teresa. Las tres Flores estaban a su alrededor, Coral sosteniendo en brazos a una Rebeca inconsciente.

- Por el sauce - se adelantó el Geranio, pero Ethel negó con la cabeza.

- Por menos que esto se ha llamado a otros traidores! - protestó.

- Es que no lo entiendes, Teresa? Tu viste los espejos, para qué seguir con un teatro de fidelidad ante dos extrañas, si nos creía vencidas. Qué probabilidades creías que teníamos de escapar de Lurthum? Es cierto que le falló, pero vimos el sauce, Cleofe también lo vio, era la pieza que faltaba en la ecuación –

- Y por qué Josephine si? – Ethel levantó la mirada, las otras dos Flores la miraron.

- Me cuestionas? – la tranquilidad en el tono de la hechicera puso tensa a la Flor, quien no fue capaz de responder – También me preguntarás por qué Davianna si? O Alice? O Cecil? – la Flor frunció el ceño – Cecil trató abiertamente de matarme, ella no cuenta, pero no protestas por las otras porque no eran de tu agrado, Josephine tampoco fue la más allegada a ti, pero… por qué te enfurece tanto que le crea? Josephine no solo desapareció de la Orden, sino que renegó de nosotras y sin dudarlo un momento abrazó otra fe, una fe por la que nos dejó, si realmente fuera por el mercader, estaría viva, pero fue más que eso –

- El muchacho sabe sobre el sauce – dijo el Geranio – Y así no lo supiera, no importa! Tú lo viste, como dice Coral –

La mano de Ethel, tierna y delicada, acariciaba la cabeza de Cyrian, la mano con la daga se posó sobre la de él que trataba de retener la hemorragia. Había bastante de lo cual hablar, aun no desfogaba toda su frustración e ira, aunque debía admitir que apuñalarlo había ayudado, aun con su explicación. Sin aparente traición de por medio, aun quedaba el asunto que había faltado a su promesa.

- Tendremos un problema con esto? – preguntó con severidad y la respuesta fue un profundo silencio, antes que se escuchara la negativa.
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Mensaje por Cyrian 01/04/11, 07:34 pm

La voz de Ethel le llegaba lejana y terriblemente distorsionada, como perdida en la distancia o sonando amortiguada como si sus oídos estuvieran taponados. Apenas si podía entender alguna de sus palabras.

Además, el mundo seguía perdiendo su nitidez, no podía enfocar la vista en nada, aunque resultaba evidente que lo intentaba con todo su espíritu; pero su reloj de arena estaba en sus últimos granos, tal y como denotaba el ritmo cada vez más lento de su corazón, firme aún pero lento, al tener cada vez menos sangre que bombear.

No podía llevar su cuerpo más allá, incluso su tozudo instinto de supervivencia era incapaz de rebatir esa sencilla afirmación. Y simplemente, se desplomó de nuevo en dirección al suelo, sin visos ya de recuperación sin ayuda. Sólo el que la hechicera lo acogiera en su regazo evitó que diera con sus huesos en el suelo.

Sin embargo, paradójicamente, su resistencia hasta casi literalmente la última gota de sangre jugaba en su contra, como averiguaría su Señora cuando posó su suave mano, sujetando la que presionaba la herida. Sólo entonces pudo observar la magnitud de ésta, tal vez más grave de lo planeado, causando un sangrado mucho más rápido que no había podido advertir por el tono carmesí propio de su armadura; lo único que podía asegurar con certeza es que cualquier otro ser humano se hubiera desplomado mucho antes por la pérdida de sangre, por lo que el tiempo que le quedaba a la fuerza vital de Cyrian era aún menor, casi en el punto en que cada latido podía ser el último.

No vio a las Flores entrar en el claro, ni vio a Rebeca inconsciente. Tampoco escuchó ni siquiera un ápice de la conversación que sostuvieron entre ellas ni el interés que tenían en el sauce; para él, el mundo se había quedado a oscuras y en silencio, la antesala del abismo.

Y, a solas ante sí mismo, sólo podía reconocer que estaba asustado, pero no por la muerte, sino por que lo último que vieran sus ojos fueran sus fracasos, que eran uno más de los que contaba Ethel. Su fracaso a la hora de hacer justicia y cobrar venganza por sí mismo y sus camaradas.
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Mensaje por Ethel 25/04/11, 01:44 pm

El rescate


La pesada bota, de cuero reforzada de forma interna con una placa de metal, le dio vuelta al cuerpo inerte. Junto a la cabeza del inconsciente, se clavó un mandoble y sobre este se apoyó el cuerpo de otro par de botas.

- Yo ya tuve suficiente, si tienes ganas de ser piadosa, date prisa, el espe… -

- Es que no lo ves? – interrumpió la dueña de la primera bota – es un paladín – lo tomó del cuello, dispuesta a estrangularlo. De la tal Dama – sonrió con malicia

- Es un paladín de la Luz – dijo con sorna - y? – la sonrisa de la otra se borró. La discusión paró, el portal del espejo se cerraba y ellas debían darse prisa, así que atravesaron con lastre que se convirtió en un golpe seco contra una mesa de mármol color gris con vetas rojizas.

Altar de sacrificios.

- Y esto es…? – preguntó una voz femenina, en alguna parte del gran recinto que envolvía el altar. Era suave, era hermosa, llena de perpleja curiosidad. El silencio gobernó por un momento antes que ella volviera a hablar – un regalo? Te encontraste un poco de basura y me la traes de regalo – no parecía ofendida – Noo, Antonieta, esto no es como con los gatos trayendo ratones de ofrenda – de nuevo reinó el silencio, las manos delicadas recorrieron el cuerpo mal herido, acariciaron la piel con cariño, casi con amor y delinearon las facciones de su cara hasta usar dos dedos para abrir uno de sus parpados – Esta vivo – parecía extrañada – bueeno, “está vivo” es un decir – de nuevo silencio – entonces esto es lo que vi… -

El peso, sobre el cuerpo que los ojos de un frío azul estudiaban, aumentó cuando la hechicera se sentó a horcajadas sobre él. Le apartó el cabello, mimándolo.

- No hay mucho que tenga para hacer aquí… alguien hizo casi todo el trabajo por mi, si es que lo tomo como un proyecto de corrupción. Tu deidad te abandonó, cierto? – había compasión en su voz, no lastima, solo comprensión y compasión – y ya te diste cuenta – la mano, cálida, se posó en su mejilla – no es mucho lo que puedo aportar a eso, no sería mi obra. Te dio la espalda y el camino de descensión lo has tomado… o no? Aun no sabes qué rumbo tomar? Dime tu nombre – el hechizo se abrió paso a través de las paredes de la mente del paladín hasta llegar ahí donde la mente se refugia cuando escapa del mundo.

La mente del hombre estaba perdida en la oscuridad; como una proyección de los sentimientos de Cyrian, lo que encontró a Ethel a su alrededor eran ruinas. Su mente había elegido para la escena el aspecto de un castillo, del cuál aún se adivinaba su fuerza y poderío, pero del cual un cataclismo desconocido no había dejado más que ruinas; murallas derruidas, torres caídas, fortines caídos sobre sí mismos.... Cyrian TM

Y en medio de toda aquella desolación, Cyrian estaba de pie, con la expresión de la derrota en su rostro, de quien lucha por algo sólo para encontrar con que a su regreso su hogar no existe. La mirada del chico estaba perdida en algún punto del horizonte, donde el sol estaba fijo en el cielo, en un ocaso perpetuo, en una metáfora de su soledad. Cyrian TM

Sólo que no estaba solo.

Frente a él, la figura elegante de la hechicera, vestida como una princesa, sus rizos negros recogidos con hebillas plateadas y sus ojos atravesándole el alma, le ofreció la mano, dejando tintinear dos aros plateados en sus delgadas muñecas.

Se giró hacia la hermosa figura, tan bella que le robó el aliento, que la bruja sobre su cuerpo físico pudo sentir como su corazón se saltaba un latido al verla. Sólo podía pensar que aquella mujer no era otra que la Muerte que venía por él. Cyrian TM

- Mi señora, si vos sois la Muerte, ¿quién teme ir con vos?- dijo sin poderse contener. Igual era que estaban dentro de su mente y sus pensamientos no tenían mas opción que manifestarse de algún modo. Cyrian TM

La dama le sonrió.

- No, no soy la muerte, aunque algunos también me han confundido con ella, por actual como tal – dijo con suavidad

- Mi nombre era...es Cyrian. - Su mirada regresó al horizonte, como si le costara mantenerse centrado, como si fuera una aparición a punto de perderse en la noche. - He sido abandonado. Traicionado.... ¿pero por qué...? Cyrian TM

- No estas solo – anunció con suavidad – La Luz te dejó porque es una cobarde, porque no podía seguir reteniéndote en un mundo al que no perteneces porque estas por encima de sus infantiles manipulaciones, porque tú sí eres capaz de ver – la oscuridad se hizo más densa, los rodeó

La mirada de Cyrian bajó al suelo, a dos cadáveres, uno de un hombre y otro de una mujer, que habían aparecido a sus pies. Sin embargo, sus palabras sí respondían a la bruja.- ¿Y ellos? ¿También podían ver? ¿O sólo fueron sacrificados? - su voz sonaba devastada por el dolor, pero también había una chispa de ira. Cyrian TM

- Eso tendrás que preguntárselo a ellos… a quienes les dieron la espalda en nombre de una fé que no es tan cierta, después de pedirles tanto a cambio. Es tarde para ellos, tal vez, solo tal vez, para ti no lo sea aun. Yo no te ofrezco nada, no te pido nada, solo quiero mostrarte un camino en el que aun estando solo no volverás a sentir la traición a tu fé. Yo puedo guiarte, caminar contigo por un nuevo rumbo que ya sabes que está ahí pero te obligaron a repudiar solo por la cobardía de la Luz. No tienes que seguirlo, es tu decisión, pero iré contigo si me lo permites y si tú no me dejas a mi, yo siempre estaré contigo – le tomó la mano – y sanaré tus heridas… -


- Qué haces? – preguntó la niñita rubia que se decía su aprendiza, por fin, a la altura del altar para ser escuchada.

- Si le dedicaré mi energía y mi tiempo a él, espero tener una idea de la parte del mundo en que se halla – un pequeño mandala de luz azul se incrustó en el pecho de Cyrian y al entrar, un mandala mucho más grande, que abarcaba a ambos y al altar, de tonos verdes y símbolos arcanos y olvidados brilló mientras le curaba sus heridas físicas… las otras, no lo harían con magia.

- Entonces Ethel tiene un juguete nuevo? – pregunto la niña pelirroja, de alas negras – eso significa que nos dejaras tranquilas un rato? –

- Noo, eso significa, que te será mas difícil tratar de matarme – sonrió divertida

- Yo no quiero matarte, no puedo imaginar querer tal cosa – la mano de la hechicera la acarició en la cabeza.

- Por qué lo marcas? Se dará cuenta? – preguntó la niña rubia

- No se dará cuenta, es una marca mmm… entre lo mental y lo espiritual – sonrió maliciosa – en ambas –



- Vendrás conmigo? – preguntó la silueta en la mente de Cyrian, con voz aterciopelada – dejarás que trate de curar tu tristeza y tu dolor? -


* * *

- No quiero!!! – chilló Rebeca, dio un manotazo y la bandeja se balanceó en las manos de Ethel.

- Pero debes – fue casi una amenaza que dejó tranquila a la niña, pálida y llorosa – Si no comes, perderás fuerzas y entonces… que será de él? – señaló con la mirada el cuerpo inconsciente de Cyrian. Todo lo que tuvo por respuesta fue un hipo dentro del sollozo – Cyrian te necesita, tienes que estar fuerte – aconsejó.

Entonces, la niña recibió su primer plato de comida en días.


* * *


La partida de Josephine


Los dedos de la bruja tamborilearon contra los braceros de la silla en la que estaba sentada como una reina.

- Repíteme la historia – pidió con total apatía, con inquietante apatía.

- No es una historia, es un reporte… - dijo con voz temblorosa el hombre que estaba postrado de rodillas frente a ella, con una espada en su cuello.

- claro, tu llámalo como quieras. Repite – la palabra, la dijo secamente y el hombre, de no ser por la espada a su cuello habría retrocedido.

- El hombre que pedí que mataran, falleció hace varios días ya, su elemento no realizó el trabajo, nunca se presentó… es falso que la hirieron, es falso que esta muerta, ella nunca – la mano de Ethel se movió y con el gesto, la cabeza del hombre cayó al suelo.

- Investíguenlo – ordenó.

- Ya se hizo, abandonó la isla como debía ser, se sabe que llegó a su destino, pero… parece ser que nunca realizó el trabajo, que subcontrató y se marchó… es raro – reportó una Flor

- Con el marino? – asintió – Bien… ya le daremos su escarmiento. Se lo advertí, todo lo que debía hacer era insistir… quiso huir, bien… tienen un nuevo blanco secundario. Si la ven, tráiganmela sin sus manos -


* * *

- Buena chica. Podrías cuidarlo por mi? –

- Qué pasó con mi mamá? – quiso saber.

- Bueno, linda, tu mamá murió, tu lo viste, Roger era un hombre muy malo – explicó sin compasión Ethel; la niña lloró de nuevo. Desde que estuviera consciente, llevaba varias días llorando.

- Pero se fue? – quiso saber.

- Si, huyó. Cyrian lo dejó ir –

- Tú heriste a Cyrian – reprochó la niña.

- Es cierto. Él me hirió primero. No es excusa, pero es la verdad. Lo siento hermosa, nosotras debimos rescatar a tu mamá, llegamos tarde, pero en algún momento remediaremos nuestro error. Si te quedas con nosotras, tal vez lo hagas tú misma – acarició maternalmente su cabecita, mientras la abrazaba afectuosamente para que se desahogara.

- Se va a morir? – quiso saber.

- Ahora eso solo depende de él… y de ti. Yo ya intervine – le dio un beso en la frente.


* * *

Lo que Cyrian no vio

Frío.

Sin ausencia de luz, solo frío.

La temperatura en la habitación descendía y eso bastó para despertarla. Era extraño que sintiera frío, que lograra sobre pasar la calidez de sus sábanas de algodón Camgiko y helara sus dedos. Desde hacia varias semanas atrás que lograba dormir la noche entera, si no tenía un acompañante, perro esa noche en particular se despertó.

En la estancia, que se había adaptado como un ilusorio estudio de su joven pupilo, los espejos permanecían opacos. El ambiente allí, se sentía aun mas frío, pero no hizo nada por abrigarse mejor, permaneció con la insinuantes bata velada que delineaba sensualmente su figura y marcaba la forma en que le afectaba la bajísima temperatura. No había anormalidades, así que tuvo que activar el sencillo hechizo de espionaje para pasar revista a las niñas que continuaban con vida… vidas que ahora eran plácidas, carentes de sangre y emoción; una a una se fueron reflejando en los espejos, algunas dormían, otras trabajaban de algún modo, las que no habían conocido una existencia diferente a la que tuvieron como Flores seguían como mercenarias pero ya no tenían a quien rendirle cuentas mas que a ellas mismas.

La dulce sonrisa que le despertó el ver a Tintalia con una panza prominente, se desvaneció con molestia al fijarse en el único espejo que no reaccionaba a su hechizo, que seguía sin reaccionar a su hechizo.

- Donde… - susurró en un tono carente de emoción, ese que usaba antes de decretar que una existencia debía llegar a su fin. El espejo brillo al forzar el hechizo de búsqueda, dejándola ver a ella y luego una hojarasca de hojas marchitas de sauce. Entrecerró los ojos, apretó los puños y las maderas de la casona que les servía de posada, se estremecieron.

El resultado era el de siempre. No daba ningún tipo de señal pese a que su hechizo sobre él era poderoso… tal vez no tanto. No lo daba por muerto y cada vez que intentaba ver que fue de él, las razones por las que las dejó a su suerte, siempre veía la misma escena en la mansión: Cyrian saliendo de la propiedad caminando por el bosquecillo trasero, el rumor entre las Flores que decía que había dejado el lugar por orden de Ethel, rumor que corría como cierto y del cual no encontraba su origen.

Esa noche ya no pudo volver a dormir y, fue su aprendiz quien pagó las consecuencias. El té con Miyuki le resultó insulso. Solo aguardaba el momento del día en que se daría la revelación que ya estaba anunciada desde el frío de la noche y que habría de darse.

Procuró mantener su privacidad, más de lo acostumbrado. Estando a solas, el espejo con el que intentaba localizar a Cyrian se materializó frente a ella, sin ser convocado. Una neblina gris y espesa empañaba la parte inferior de este. La dureza de su mirada y la frialdad en sus facciones, solo era el reflejo de la lucha de poderes que se estaba gestando en ese momento.

Ahí estaba, de vuelta a esta realidad; su hechizo finalmente lo había localizado. Las enormes raíces del Sauce se salieron del espejo a través del cristal y al tocar el pie de la hechicera retrocedieron “lastimadas” para buscar otra ruta por la cual abrir paso. La neblina se esparció por la habitación y ahí estuvo, el reflejo del árbol, de un sauce llorón, tan nítido como sien verdad estuviera en la habitación.

Mientras Cyrian hablaba con su amigo, Ethel también lo observaba desde una posición diametralmente opuesta. Con el árbol en medio de ambos, no se vieron entre ellos. No era eso lo que esperaba ver y sin duda el Sauce lo sabía, así que la lucha de poderes volvió a darse con un relativo empate. No era el árbol lo que en ese momento le interesaba, así que le hizo lo mismo que a Cyrian tantos años atrás, lo marcó; sin embargo estoy consumió mucha de su energía, más de la habría creído necesitar tras calibrar lo requerido con esa lucha de poderes , más de la que se permitía usar y, cuando el árbol desapareció, el espejo empezó a cuartearse evitando que el agua y el poder del océano llegara a la habitación a través de de él.

- te tengo – fue una sentencia oscura y siniestra. La marca que había impuesto sobre Cyrian le dejó ver donde estaba, el Sauce los tenía en la misma isla. Pero no hubo sonrisa de satisfacción ni de triunfo.

Observó pacientemente, por uno de los costados no estropeados del espejo, como se aferraba a la rama de Sauce, como a la deriva y a merced de las olas se acercaba a sus garras, a su destino. Al dar un paso atrás, otro espejo la engulló y la dejó justo en la playa de guijarros.

A los pies tenía la cabeza de Cyrian, en su mano su daga. En su mirada el helado resentimiento de quien acepta por fin que fue engañada y traicionada por aquel en quien tenía su confianza. Lo evaluaba desde su posición, solo debía esperar a que abriera los ojos y acabaría con todo ellos, con su dolor, con su ira, con su sed inconsumable de sangre… pero le faltaba algo, le hacía falta el deseo de venganza, no lograba despertarlo. Había ahí mucho que solo una traición… no se dejaría engañar. No tenía la suficiente energía para sacarlo de la playa cuando se vio interrumpida por la mujer y su hija.

La daga en su mano se alargó lo suficiente para lograr hacer contacto con él, tan fina como una varita, más inofensiva de lo que en realidad le habría gustado.

Un piquete, dos piquetes, tres piquetes.

La fina punta de una rama picaba de forma insistente en uno de los hombros de Cyrian. La punción, sin ser mortal, si era aguda, casi profunda y se repetía en intervalos de a tres justo en el mismo punto, con letal puntería.

- Oye… estas muerto? – preguntó una Ethel con la figura de Rebeca, con esa adorable carita llena de pecas, en la que los cabellos rojizos estaban sujetos en dos coletas., piecitos blancos, cuyos deditos se enterraban en la arena, vestido amarillo y blanco con cuello de holán bordado y encajes en su falda.

Un piquete, dos piquetes, tres piquetes.

- Deberías estar muerto – sentenció Ethel en la figura de la niñita y volvió a picarlo, esta vez, cerca a su cuello. – la gente que llega así a la playa esta muerta – No pudo hacer más, cuando tuvo a la pequeña familia más cerca, con los ojos vidriosos se dejó ir a través de otro espejo.

- Mi primer muerto – Dijo la voz infantil e inocente de la verdadera Rebeca, con esa nota de orgullo en su tono infantil y ahora lo picó, una sola vez, en la mejilla. La delicada manito que portaba en verdad la rama “compruebamuertos” – ahora te podré presumir con mis amigas – su sonrisa se sentía en el viento, no había que verla con los ojos, se escuchaba.

Y se veía adorable



Coincidencia o no, había vuelto al mundo, cayendo en manos de una antigua y desertora Flor. Todo encajaba, por obra suya y por obra del Sauce. Directo a ella. Dos pájaros de un solo tiro. O al menos eso creyó.

Ocultarle tal suceso a las Flores habría sido posible, solo si lo hubiese intentado. Reunidas junto al espejo con el que vigilaban el día de Cyrian, Ethel parecía estar demasiado ausente. Escuchaba lo que decía la niña, lo que decía Josephine, no se pudo resistir a manipular algunas de las palabras de la niña, en lo que las Flores observaban con atención. Pero fue el murmullo de Cyrian el que le hizo cerrar los ojos.

Era posible que sí estuviera en lo correcto, entonces? Había que empezar a moverse.

Abrió los ojos muy lentamente.

- Qué opinas? - silencio, frío, extenso, sepulcral, casi aterrador - Qué piensas? - el silencio se repitió. Y el silencio fue mas elocuente que cualquier palabra al respecto. Lo entendía, ella misma habría respondido eso si se tratara de ella. Apartó la mirada, no soportaba la forma en que sus ojos caían pesadamente sobre ella.

- Tendrás que... - pasó saliva, no eran las palabras, pero necesitaba saber - decirme - de nuevo silencio y esta vez temió que fuera contra ella, pero no sería así, no ahora.

Se levantó rumbo al espejo. Sin dudas, sin armas.

- De momento, en matarlos - dijo sin emoción alguna

La Flor suspiró

- Sea -


Ethel ingresó por la salita y se dirigió a hurtadillas hasta el fondo de la habitación de la niña. Al moverse, mantuvo la vista fija en la cama, vacía. Ahí estaba, en la ventana. Se paró frente a él. La respiración de la hechicera, revestida en el disfraz de la niña, era inquietantemente tranquila mientras lo observaba, con ojos tan brillantes como fijos, sin una sonrisa, de hecho, sin expresión alguna en su carita pecosa. Estaba dormido. No lo parecía, lo estaba.

Acercó su cara despacio, muy despacio a la de él, al punto que sus narices quedaron separadas por la distancia del filo de una hoja. Eso era llegar al límite de la expresión, eso de observar a alguien de cerca. El diminuto mandala de luz se dibujó en su frente, tuvo cuidado de no causarle daño, solo quería destruir su descanso mostrándole la casa, el destino de los ojos de, los que para ella eran, sus nuevos aliados.

La hijita de Josephine tenía algo. Parecía un ángel guardián para Cyrian. Solo quería que lo viera, su mano dejó ver la daga ceremonial y al tenerlo frente a frente, listo para llevarle de regreso a la tierra de donde jamás debió rescatarlo, la niña irrumpió en el cuarto. Se había acercado con el mismo sigilo que ella, revisó la habitación, se sentó en el regazo de Cyrian, apoyando la cabeza en su pecho y muy pronto cerró los ojos

A la mañana siguiente le dijo a su madre que había soñado consigo misma, frente a Cyirian, mirándolo con tan mala fe que se asustó y que cuando se había pedido a si misma que no le hiciera daño, se había ido a través de un espejo que antes no estaba ahí y por eso, y para proteger a su propiedad, había dormido con él. Por error, Josephine le atribuyó todo a un invento de la niña y a un mal sueño.

Pero había sido suficiente para Ethel. Desde entonces, solo los espió por los espejos, esperando el momento de ese encuentro que nada podría evitar. Ni las dudas de sus Flores, ni la solicitud de perdonar la vida de Josephine. Hasta que el bloque de niebla en sus espejos fue la señal para actuar.



* * *

No era una celda, pero la humedad y oscuridad bien podían hacer pasar la habitación como una de estas. Se bamboleaba.

En una litera, yacía Cyrian. Sus heridas ya no eran de gravedad, pero faltaba mucho para que dejaran de ser de cuidado. Esta vez no había usado su magia para ayudarlo, se habían valido de las habilidades curativas y de medicina de una de las Flores. Como le había dicho a la niña, ahora todo dependía del deseo de vivir de Cyrian. Esta vez no lo visitó en el fondo de su mente, esta vez no intervino en su ayuda, más que para restarle a los efectos divinos de los ataques del caballero de la Dama.

Al fondo de la húmeda estancia, estaba el cuerpo agonizante de su aprendiz. Un joven noble que ahora carecía de energía, donada sin su voluntad para hacer los conjuros. Con poca sangre, usada como parte ritual en tratar de salvarlo.

Habían pasado varios días, lo habían alimentado a la fuerza, lo habían mantenido vivo pese a no ser su deseo sino el de Ethel, ahora solo restaba esperar y de eso se encargaba la misma Ethel, sentada esa oscura bodega, aguardando.
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Mensaje por Cyrian 29/04/11, 10:53 pm

Cyrian suspiró al mirar a su alrededor. Recordaba vagamente el lugar, aunque ahora tenía mejor aspecto; de nuevo se encontraba en aquella fortaleza, con el mismo cielo y el mismo sol estático, congelado en el atardecer. El lugar donde encontró por vez primera a su Señora.

La fortaleza en sí estaba en mejores condiciones, reconstruida en su mayor parte: la encarnación de la mente del antiguo paladín se encontraba en el patio central de la construcción, a su alrededor se alzaba una muralla que formaba parte de un baluarte interior, dentro de la misma fortaleza, un lugar donde replegarse si el patio exterior era perdido; al otro lado de esa muralla, se alzaba una más amplia, con torreones en puntos clave y pequeños edificios contra la muralla, a modo de almacenes. A su espalda, se alzaba un fortín, sin ventanas ni más accesos que una puerta sellada.

Sin embargo, la fortaleza era estéril. No había hiedra creciendo entre los ladrillos, no había señales de que ninguna de las edificaciones se hubiera usado en mucho tiempo. De algún modo, su aspecto había mejorado, sí, pero seguía estando abandonada.

Como cuando Ethel le encontró.

- Me pregunto qué sucederá cuando muera. – preguntó en voz alta, al cabo de un tiempo muy largo, de apatía. Su voz daba a entender que era lo único que esperaba, aplastado por el peso de sus fracasos.
- Se pondrá el sol y la noche borrará todo rastro de esta creación de tu mente, Cyrian. – le contestó una voz inesperada, una que hacía mucho tiempo que no escuchaba...

Se giró con una media sonrisa y su mirada se encontró con la figura de una mujer que le miraba con una expresión parecida, con la misma armadura y armas que siempre portaba, tal y como la recordaba, incluso con su cabello castaño recogido a un lado y sus ojos de un azul pálido. – ¿Gisella? – preguntó con voz trémula.
- No, no soy ella, sólo una proyección de tu propia mente. Si fuera en verdad ella, ¿no crees que habría aparecido con mi esposo también?
- Sí, supongo que tienes razón. – murmuró desilusionado.- Es sólo que... bueno, ya sabes, o sé, que añoro hablar con ella.
- Eso es evidente. ¿Qué otro motivo podría tener tu mente para elegir esta forma para hacerte compañía aquí?- contestó su camarada caída, en un tono sarcástico. Exactamente el que solía poner cuando alguien se equivocaba y quería hacer que él mismo lo viera, lo que causó que obtuviera una mirada confusa como respuesta. La falsa Gisella bufó levemente antes de continuar. - ¿No entiendes a qué me refiero? Te daré una pista. –guiñándole un ojo.

En un instante, el suelo del baluarte cambió su adoquinado por ceniza volcánica, para confusión de Cyrian. Sin embargo, no tuvo tiempo de expresar esa confusión con palabras.

De repente, el suelo detrás de Gisella se abrió mientras una criatura de carne surgía de él. La criatura tenía un torso que recordaba a un humano, con algunas regiones de hueso a la vista y las venas horriblemente marcadas por su musculatura, si no fuera por la ausencia de brazos, más allá de un par de muñones óseos y que de su “boca”emergían tres tentáculos aserrados que goteaban una saliva ácida. Se movía sobre una especie de grupa que surgía de su espalda, empujado por seis apéndices terminados en manos.

Spoiler:

Antes de que Cyrian tuviese tiempo siquiera de gritar una advertencia, el monstruo se abalanzó sobre Gisella, sus tentáculos cerrándose uno en torno a su cuello, otro por su pecho y otro por su abdomen. El caballero cerró los ojos mientras escuchaba el horripilante ruido de su ataque, que tan súbito como empezó, cesó; esa presa estaba asegurada, pero aún quedaban por cazar.

- ¿Ahora se te ocurren más ideas? – le espetó la voz de la mujer. Al abrir los ojos vio de nuevo la magnitud de sus heridas, la horrible herida abierta en su cuello, la caja torácica a medio abrir, el enorme agujero que perforaba su abdomen. Todo exactamente como cuando lo vio por primera vez.- Veo por tu mirada que sí.
- Nos abandonaron... estabas viva.... intenté...yo....
- Soy tú, Cyrian. No necesitas justificarte ante mí. Sé que lo intentaste. Sé que nos abandonaron a los cuatro.

Cyrian apretó los puños. Sus iris enrojecieron, alimentados por la chispa de ira despertada por ese recordatorio, esa imagen. La magnitud de la traición de la Dama de la Luz.

- Nos abandonaron. Primero nuestros compañeros, que nos dejaron a nuestra suerte.- comenzó a decir, con rabia, mientras la proyección de su mente sonreía.- Y también la Dama. Estabas viva y me retiró su poder antes de que pudiera curaros. No os lo merecíais.
- ¡Bien! Veo que lo has entendido. – dijo Gisella dando una palmada. El suelo volvió a ser de adoquín y su aspecto regresó a como era al principio de la conversación.- Sobreviviste y, contigo, sobrevivió una esperanza.
- Justicia.... – mientras sus miradas se encontraban.
- ¡Exacto! Aún no es el momento de que se ponga el sol. Aún hay que aguantar la línea del ocaso frente a la oscuridad.
- No puedo caer en el fracaso. Debo redimirme; ante mi Señora y ante vosotros.

Gisella le sonrió, esa sonrisa de ella que era capaz de aclarar los días más nublados de Cyrian en el pasado. – Entonces, ya sabes lo que hacer. Despierta.


* * *
En la litera de la oscura habitación, Cyrian comenzó a removerse levemente, sus ojos moviéndose aún cerrados mientras poco a poco su consciencia regresaba al lugar de los vivos. Lentamente, se abrieron, con sus iris en su tonalidad más roja mientras miraba a su alrededor intentando en vano orientarse o encontrar alguna referencia.

- ¿Dónde estoy? – preguntó mientras hacía gesto de incorporarse, cambiando rápidamente de idea al sentir la punzada de la herida en su vientre. Sus ojos vagaron un poco más, encontrando las dos figuras que lo acompañaban en la habitación, finalmente buscando los de Ethel.

* * *

Mientras la proyección de Cyrian desaparecía, Gisella se desvanecía en una figura sólo compuesta por un par de ojos negros, fríos, indiferentes.... y satisfechos por el momento
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Mensaje por Ethel 15/05/11, 09:31 pm

Con la niña dormida en su regazo, Ethel miraba impasible a Cyrian. Observaba como se revolvía, el movimiento de sus ojos, quiso ver en su mente, pero desistió de la idea sin tener que recurrir a mucho de su voluntad. Ya tenía un corso de acción y no lo cambiaría y eso incluía la total indiferencia a lo que ocurriera con él a partir del momento en que lo sanó.

Quizá, lo primero que percibiera Cyrian fuera un cierto mareo que no provenía de su propio estado, sino del exterior, del vaivén monótono de la bodega. Y lo siguiente el relativo silencio del lugar. Solo el sonido del mar cortaba lo que bien pudo haber sido un silencio aplastante.

Los ojos de Ethel permanecían en él. Inescrutables en sus emociones o sentimientos. Estaban rojos, los de Cyrian, muestra que lo ocurrido en su mente, sueño o visión, había exacerbado sus emociones, más exactamente, la ira... seguramente el deseo de venganza.

El silencio, tras su pregunta, se extendió un momento más. Sólo retiró los ojos de él cuando la niña se removió; desvió la vista a la entrada de la bodega, donde una tercera silueta, que estaba apoyada al marco, ingresó. Sin mirar al herido se llevó a la niña, dejándolos por fin solos.

¿Donde estaba? Esa era una pregunta de interesante contestación.

- En un barco - dijo sin inflexión en su voz. Recostada como estaba al casco del barco, por fin cambió de posición, inclinándose hacia adelante, de tal forma que iba colocando la barbilla en sus manos en el proceso de apoyar los codos en sus rodillas, cubiertas por un pantalón de marino.

- Tus heridas aun no cierran del todo, evita los movimientos rudos - advirtió en ese mismo modo atonal con el que Cyrian ya la había escuchar y visto recibir y tratar a personas que no eran de su interés en lo absoluto y que por tanto, su existencia sería muy corta.
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Mensaje por Cyrian 16/05/11, 06:25 am

Cyrian cerró los ojos de nuevo, asintiendo despacio para demostrar que la había oído. Por un lado, se sorprendió de sentirse aliviado al ver a Rebeca aún viva. Por otro, la frialdad de Ethel con él era aún más dolorosa que las heridas que aún sentía repartidas por su cuerpo. No había sido consciente de lo vapuleado que se encontraba en realidad durante la escaramuza de aquella fatídica noche.

¡Diablos, se había interpuesto en el camino de un caballo al galope! ¿Cómo iba a salir indemne simplemente sólo de eso, aunque no hubiera sucedido nada más?

Apretó los puños, intentando que la tristeza no se filtrase en demasía a su voz mientras formulaba su siguiente pregunta, de nuevo mirándola. - ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente, mi Señora?

La entendía, en realidad. La conocía lo suficiente como para saber que la bruja no era una persona que se tomase los fracasos a la ligera, y él la había decepcionado de forma catastrófica. Aún tenía la imagen del desastre de la Mansión grabado en su retina, de donde nada lo borraría en mucho tiempo.

Seguía vivo y le habían atendido las heridas; eso no significaba que fuera a sobrevivir a aquello, pese a todo. Conocía ese tono de voz de su Señora, al igual que lo que solía presagiar, por lo que estaba seguro que su odisea aún no había acabado. Todavía quedaba algo que ella quería de él.

Sin embargo, ella se mostraba poco comunicativa. Tal vez como si esperara la pregunta adecuada por su parte; pero aún no tenía idea de cuál podía ser esa.

-¿Dónde se dirige el barco?- preguntó, con matiz. Preguntaba la dirección del barco, sin asumir si él estaría en él cuando arribaran o no, mostrando que entendía las implicaciones del tono.
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