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A buscarse la vida mandan
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A buscarse la vida mandan
Todo lo que pasó en el callejón fue la mar de extraño. Estaba ahí en ese callejón al lado de esa señora y deseando que aquellos hombres se fueran persiguiendo a la ilusión que había creado y lo conseguí, realmente lo conseguí, pero eso no fue lo extraño. Lo extraño fue que, de repente, me di cuenta que la señora ya no estaba a mi lado; me di cuenta cuando casi me caí porque iba sujetándome de su brazo.
Con la boca abierta por la sorpresa, miré y remiré y la llamé bajito para que los hombres no me oyeran, pero nada, no estaba ¡Malhaya mi suerte! Me había encontrado una persona amiga y ahora se desvanecía en el aire como si fuera humo ¿Habría sido un fantasma? ¿O me la había imaginado? Mamá siempre decía que tenía demasiada imaginación…
Como fuera, estaba sola con el gato en ese callejón y no podía quedarme ahí. Aquellos hombres podían volver o podían venir otros peores, tenía que irme ya. No estaba tan mal como al principio, aunque me escocía la rodilla y todavía no sabía donde ir, al menos tenía los reales que había sacado de la cartera que había encontrado tirada y no una sola pieza de acero, algo es algo.
Cuando llegué a la salida del callejón, doble a la izquierda por que sí, lo mismo daba si estaba dormida y unas cuantas calles más allá me topé con una taberna. No se veía tan mal y tenía hambre y estaba cansada y no tenía ganas de seguir buscando, así que entré y, por fin, desde que el barco se fuera, tuve un poquito de suerte. La primera camarera con que me topé había ido varias veces al circo y me conocía y le gustaba mi número, así que no me corrió diciendo que ese no era lugar para una mocosa. En lugar de eso, me dio un plato de comida a mí y un vaso de leche a Chevalier, que nos sirvió en la cocina y me ofreció alojamiento por esa noche. La taberna no tenía cuartos para rentar pero ella vivía ahí y me alquiló un jergón colocado en su habitación, eso era mucho mejor que lo que había imaginado y acepté contenta.
Era un cuarto pequeño, casi completamente ocupado por la cama y el armario de la camarera y en el que apenas cabía el jergón en el que Chevalier y yo dormiríamos. Tenía un ventanuco por el que entraba la luz de un farol de la calle y un poco de aire que no alcanzaba a disipar el olor a ajo, cerveza y fritanga que impregnaba la habitación. El cielo de la pieza estaba lleno de manchas y rajaduras y mientras me dormía, traté de encontrar figuras en él como lo hacía con las nubes, porque me estaba dando mucha pena y no quería llorar. Apenas alcancé a identificar la cabeza de un asno cuando la garganta se me apretó y los ojos me empezaron a arder; me quedé dormida llorando, abrazada a Chevy que, lindo él, ni siquiera maúllo.
Desperté con el zamarreo de la camarera, muy temprano en la mañana. Su patrona había descubierto nuestro trato, una colega chismosa, la había delatado y estaba muy enojada. Así que me dio un pan con un poco de queso, me indicó donde estaba la Avenida del Mercado y ¡hala! a la calle de nuevo y sin posibilidad de vuelta.
Compartí el pan y el queso con Chevalier sentada en la banca de una plaza que encontré al paso, pensando en qué hacer. Bueno, no había mucho que pensar en realidad, tenía que apañármelas sola para comer y buscar un lugar para dormir. Así que agarré al gato, que se había entretenido tratando de cazar unos pajarillos y caminé hasta el mercado. Gasté todo el dinero que me quedaba en comprar unos balones, unas argollas, un mazo de naipes y un zurrón para llevarlos.
Nunca había actuado en otro lugar que no fuera la pista del circo y me dolía el estómago mientras buscaba un lugar donde realizar mi primera actuación en la calle. Me instalé en un sitio vacío entre dos tenderetes y, rogando que nadie me corriera y alguien quisiera dejar una moneda en el pañuelo que puse en el suelo, lancé una argolla al aire.
Con la boca abierta por la sorpresa, miré y remiré y la llamé bajito para que los hombres no me oyeran, pero nada, no estaba ¡Malhaya mi suerte! Me había encontrado una persona amiga y ahora se desvanecía en el aire como si fuera humo ¿Habría sido un fantasma? ¿O me la había imaginado? Mamá siempre decía que tenía demasiada imaginación…
Como fuera, estaba sola con el gato en ese callejón y no podía quedarme ahí. Aquellos hombres podían volver o podían venir otros peores, tenía que irme ya. No estaba tan mal como al principio, aunque me escocía la rodilla y todavía no sabía donde ir, al menos tenía los reales que había sacado de la cartera que había encontrado tirada y no una sola pieza de acero, algo es algo.
Cuando llegué a la salida del callejón, doble a la izquierda por que sí, lo mismo daba si estaba dormida y unas cuantas calles más allá me topé con una taberna. No se veía tan mal y tenía hambre y estaba cansada y no tenía ganas de seguir buscando, así que entré y, por fin, desde que el barco se fuera, tuve un poquito de suerte. La primera camarera con que me topé había ido varias veces al circo y me conocía y le gustaba mi número, así que no me corrió diciendo que ese no era lugar para una mocosa. En lugar de eso, me dio un plato de comida a mí y un vaso de leche a Chevalier, que nos sirvió en la cocina y me ofreció alojamiento por esa noche. La taberna no tenía cuartos para rentar pero ella vivía ahí y me alquiló un jergón colocado en su habitación, eso era mucho mejor que lo que había imaginado y acepté contenta.
Era un cuarto pequeño, casi completamente ocupado por la cama y el armario de la camarera y en el que apenas cabía el jergón en el que Chevalier y yo dormiríamos. Tenía un ventanuco por el que entraba la luz de un farol de la calle y un poco de aire que no alcanzaba a disipar el olor a ajo, cerveza y fritanga que impregnaba la habitación. El cielo de la pieza estaba lleno de manchas y rajaduras y mientras me dormía, traté de encontrar figuras en él como lo hacía con las nubes, porque me estaba dando mucha pena y no quería llorar. Apenas alcancé a identificar la cabeza de un asno cuando la garganta se me apretó y los ojos me empezaron a arder; me quedé dormida llorando, abrazada a Chevy que, lindo él, ni siquiera maúllo.
Desperté con el zamarreo de la camarera, muy temprano en la mañana. Su patrona había descubierto nuestro trato, una colega chismosa, la había delatado y estaba muy enojada. Así que me dio un pan con un poco de queso, me indicó donde estaba la Avenida del Mercado y ¡hala! a la calle de nuevo y sin posibilidad de vuelta.
Compartí el pan y el queso con Chevalier sentada en la banca de una plaza que encontré al paso, pensando en qué hacer. Bueno, no había mucho que pensar en realidad, tenía que apañármelas sola para comer y buscar un lugar para dormir. Así que agarré al gato, que se había entretenido tratando de cazar unos pajarillos y caminé hasta el mercado. Gasté todo el dinero que me quedaba en comprar unos balones, unas argollas, un mazo de naipes y un zurrón para llevarlos.
Nunca había actuado en otro lugar que no fuera la pista del circo y me dolía el estómago mientras buscaba un lugar donde realizar mi primera actuación en la calle. Me instalé en un sitio vacío entre dos tenderetes y, rogando que nadie me corriera y alguien quisiera dejar una moneda en el pañuelo que puse en el suelo, lancé una argolla al aire.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
El viaje no había sido nada fácil, después de que se dieran cuenta que la pequeña no estaba en ningún lugar del barco (y fue entonces que agradeció a ese marinero fantasma que tanta lata le había dado en desde que abordó), Stella había tomado una decisión impulsiva y algo loca…entiéndase una al estilo 100% Stella: tomaría un bote salvavidas “prestado” y regresaría a la capital del archipiélago para buscar a Songèrie.
La ventaja es que aún no había desempacado por lo que con facilidad pudo sigilosamente montar todo en el bote (vamos que dos maletas, un bolso y su bastón no eran complicados de llevar), y con la ayuda de su don pudo desamarrar los nudos que sujetaban al bote con el barco y lanzarse a alta mar. Por supuesto que en el instante mismo en que chocó con violencia el pequeño bote contra el mar supo que había sido una idea pésima: ¿qué sabía ella de navegación? NI siquiera había conseguido suficiente agua y comida más que para cuando mucho unos tres días si la administraba bien, y aparte ni siquiera era tan fuerte físicamente como para remar ella sola asegurándose de ir en la dirección correcta. Aunque claro antes de dejarse llevar por todo el pesimismo que la abrumaría y aplastaría una voz familiar ronca se hizo presente:
-“Pero vamos hija, que tienes a un marinero con más de 30 años de servicio a tus órdenes, así que no te pasará nada…”
Stella suspiró y trató de sonreír lo mejor que pudo.
-“Tiene razón, me había olvidado por completo de ese detalle, quizá no fue una idea tan loca…”
Poco a poco los ánimos empezaban a revivir en la muchacha, además no iba a dejar que alguien como Songèrie estuviera sola en una ciudad, era demasiado peligroso. Empezó a remar lentamente siguiendo las indicaciones del marinero por un instante se alegró el que la siguiera, posiblemente llegando al muelle trataría de ayudarle a él a cruzar y por fin navegar por el mar eterno.
No conversaron demasiado; se trataba más bien de un monólogo del marinero (su nombre era Fritz) que le contaba mil historias de las aventuras que había vivido desde que se embarcó por primera vez, también le dijo que incluso ahora ya sin tener una presencia física sentía mareos al estar en tierra firme por eso casi nunca abandonaba el barco. La joven no se cansó de agradecerle que le acompañara y dirigiera aunque claro, como era de esperarse, la sutileza de un marinero no iba con los modales con los que estaba acostumbrada a tratar.
-“No debes de preocuparte, llevábamos cuando mucho unas 4-5 horas de viaje por lo que tomando en cuenta que eres una chica y que el mar está tranquilo, al anochecer estaremos de regreso en los muelles.”
Aún cuando Fritz ya no debía preocuparse de que se lo comiera un tiburón o una ola gigante volteara el bote, sus ojos se encontraban recorriendo el horizonte una y otra vez, recordando todo lo aprendido. Pasadas unas horas los brazos de Stella ya no podían más así que dejó que su cuerpo descansara y su mente se agotara, con la ventaja que podría ejercer un poco más de fuerza y avanzar al menos algo extra.
Alcanzaron a ver unos delfines y muchas gaviotas, que parecían curiosos de que una chica estuviera en un bote a mitad de la nada…pero bueno era la única manera de regresar ya que el capitán había dicho que tenían una agenda apretada y que de todas formas “volverían a Trinacria pasados unos meses”; ¡que clase de caradura que era! Nada más recordarlo hacía que Stella frunciera el ceño, ocasionado que uno de los remos perdiera el ritmo y que el bote se moviera de forma peligrosa de lado a lado.
-“¡¡Concéntrate marinera de agua dulce!! ¿O quieres que ambos acabemos en el fondo del mar?
Ella sabía que lo decía por inercia porque Fritz no acabaría en el fondo del mar únicamente ella, y al sentir un escalofrío decidió que lo mejor era poner la mente en blanco y únicamente pensar en los remos y en llegar pronto a Trinacria para buscar a la pequeña niña que consideraba como una hermana. Pasaron las horas, y Stella hacía cambios entre remar con los brazos y con la mente, ya no sabía si era realmente una gran fuerza de voluntad que la movía o el simple hecho de no tener otra cosa que hacer pero casi al anochecer las intermitentes luces les anunciaron que estaban en los muelles.
No iba a negar que la sorpresa de los marineros que la ayudaron a amarrar el bote fue mayúscula, aunque agradeció que le bajaran las maletas del bote estaba casi segura que sus brazos no iban a ser funcionales en mucho tiempo. Por más que deseara emprender la búsqueda de Songèrie se encontraba física y mentalmente agotada por lo que se dirigió a la primera posada que encontró y se dispuso a dormir.
Al día siguiente temprano se arregló un poco, pagó otras dos noches de hospedaje por adelantado (agradeciendo el descuento que le hicieron al saber que era una mujer “especial” que sabía que era más por temor que por otra cosa pero igual no rechazaría la amabilidad de las personas) y se dispuso con su bastón a hacer preguntas acerca de una chica acróbata. Había quienes le decían que se había marchado el día anterior con el circo; otros que habían visto a alguien correr por ahí que se parecía mucho a esa descripción. Sin darse cuenta ella y Fritz se acercaron a una de las plazas, el movimiento en la mañana era considerable lo que le recordó los días de mercado en su ciudad natal, un deje de melancolía cruzó su mente mientras se llevó la mano al bolsillo donde estaba su espejo.
-“No es momento de sentimentalismos niña necesitamos encontrar a la pequeña”
-“Ya lo sé pero, ¡hay una cantidad increíble de personas aquí! Tardaré una eternidad en preguntarles a todos.”
Y ni soñar siquiera tratar de recibir sus pensamientos, una vez cuando aún no controlaba bien sus dones, se metió en un mercado para practicar, fue tanta la información que recibió que su adorado maestro tuve que cargarla para sacarla de ahí y tuvo una jaqueca por días; lección aprendida ya sabía reducir el rango pero ¿para qué arriesgarse?
La ventaja es que aún no había desempacado por lo que con facilidad pudo sigilosamente montar todo en el bote (vamos que dos maletas, un bolso y su bastón no eran complicados de llevar), y con la ayuda de su don pudo desamarrar los nudos que sujetaban al bote con el barco y lanzarse a alta mar. Por supuesto que en el instante mismo en que chocó con violencia el pequeño bote contra el mar supo que había sido una idea pésima: ¿qué sabía ella de navegación? NI siquiera había conseguido suficiente agua y comida más que para cuando mucho unos tres días si la administraba bien, y aparte ni siquiera era tan fuerte físicamente como para remar ella sola asegurándose de ir en la dirección correcta. Aunque claro antes de dejarse llevar por todo el pesimismo que la abrumaría y aplastaría una voz familiar ronca se hizo presente:
-“Pero vamos hija, que tienes a un marinero con más de 30 años de servicio a tus órdenes, así que no te pasará nada…”
Stella suspiró y trató de sonreír lo mejor que pudo.
-“Tiene razón, me había olvidado por completo de ese detalle, quizá no fue una idea tan loca…”
Poco a poco los ánimos empezaban a revivir en la muchacha, además no iba a dejar que alguien como Songèrie estuviera sola en una ciudad, era demasiado peligroso. Empezó a remar lentamente siguiendo las indicaciones del marinero por un instante se alegró el que la siguiera, posiblemente llegando al muelle trataría de ayudarle a él a cruzar y por fin navegar por el mar eterno.
No conversaron demasiado; se trataba más bien de un monólogo del marinero (su nombre era Fritz) que le contaba mil historias de las aventuras que había vivido desde que se embarcó por primera vez, también le dijo que incluso ahora ya sin tener una presencia física sentía mareos al estar en tierra firme por eso casi nunca abandonaba el barco. La joven no se cansó de agradecerle que le acompañara y dirigiera aunque claro, como era de esperarse, la sutileza de un marinero no iba con los modales con los que estaba acostumbrada a tratar.
-“No debes de preocuparte, llevábamos cuando mucho unas 4-5 horas de viaje por lo que tomando en cuenta que eres una chica y que el mar está tranquilo, al anochecer estaremos de regreso en los muelles.”
Aún cuando Fritz ya no debía preocuparse de que se lo comiera un tiburón o una ola gigante volteara el bote, sus ojos se encontraban recorriendo el horizonte una y otra vez, recordando todo lo aprendido. Pasadas unas horas los brazos de Stella ya no podían más así que dejó que su cuerpo descansara y su mente se agotara, con la ventaja que podría ejercer un poco más de fuerza y avanzar al menos algo extra.
Alcanzaron a ver unos delfines y muchas gaviotas, que parecían curiosos de que una chica estuviera en un bote a mitad de la nada…pero bueno era la única manera de regresar ya que el capitán había dicho que tenían una agenda apretada y que de todas formas “volverían a Trinacria pasados unos meses”; ¡que clase de caradura que era! Nada más recordarlo hacía que Stella frunciera el ceño, ocasionado que uno de los remos perdiera el ritmo y que el bote se moviera de forma peligrosa de lado a lado.
-“¡¡Concéntrate marinera de agua dulce!! ¿O quieres que ambos acabemos en el fondo del mar?
Ella sabía que lo decía por inercia porque Fritz no acabaría en el fondo del mar únicamente ella, y al sentir un escalofrío decidió que lo mejor era poner la mente en blanco y únicamente pensar en los remos y en llegar pronto a Trinacria para buscar a la pequeña niña que consideraba como una hermana. Pasaron las horas, y Stella hacía cambios entre remar con los brazos y con la mente, ya no sabía si era realmente una gran fuerza de voluntad que la movía o el simple hecho de no tener otra cosa que hacer pero casi al anochecer las intermitentes luces les anunciaron que estaban en los muelles.
No iba a negar que la sorpresa de los marineros que la ayudaron a amarrar el bote fue mayúscula, aunque agradeció que le bajaran las maletas del bote estaba casi segura que sus brazos no iban a ser funcionales en mucho tiempo. Por más que deseara emprender la búsqueda de Songèrie se encontraba física y mentalmente agotada por lo que se dirigió a la primera posada que encontró y se dispuso a dormir.
Al día siguiente temprano se arregló un poco, pagó otras dos noches de hospedaje por adelantado (agradeciendo el descuento que le hicieron al saber que era una mujer “especial” que sabía que era más por temor que por otra cosa pero igual no rechazaría la amabilidad de las personas) y se dispuso con su bastón a hacer preguntas acerca de una chica acróbata. Había quienes le decían que se había marchado el día anterior con el circo; otros que habían visto a alguien correr por ahí que se parecía mucho a esa descripción. Sin darse cuenta ella y Fritz se acercaron a una de las plazas, el movimiento en la mañana era considerable lo que le recordó los días de mercado en su ciudad natal, un deje de melancolía cruzó su mente mientras se llevó la mano al bolsillo donde estaba su espejo.
-“No es momento de sentimentalismos niña necesitamos encontrar a la pequeña”
-“Ya lo sé pero, ¡hay una cantidad increíble de personas aquí! Tardaré una eternidad en preguntarles a todos.”
Y ni soñar siquiera tratar de recibir sus pensamientos, una vez cuando aún no controlaba bien sus dones, se metió en un mercado para practicar, fue tanta la información que recibió que su adorado maestro tuve que cargarla para sacarla de ahí y tuvo una jaqueca por días; lección aprendida ya sabía reducir el rango pero ¿para qué arriesgarse?
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
FDI: ¡Por fiiiiin! *O*
La argolla que con tanto entusiasmo había lanzado al aire cayó con el mismo entusiasmo al suelo, sin que lograra atraparla. La situación en que estaba, actuando sola y al descubierto entre esos puestos, me había puesto muy nerviosa y los nervios me habían jugado una mala pasada. Sentí que las mejillas me ardían de vergüenza cuando me agaché para recoger la argolla, probablemente nadie me había estado mirando, pero yo sabía que me había equivocado nada más empezar y eso me hacía sentir muy mal.
Desanimada, me senté en el piso abrazándome las rodillas y ahí me quedé un largo rato, sumida en tristes pensamientos. Si ni siquiera lograba hacer mi acto, ¿qué iba a ser de mí? ¿Cómo iba a sobrevivir? Una horrible imagen de mi misma vestida de harapos y mendigando un pedazo de pan hizo que se me saltaran las lágrimas; era un destino tan, tan triste ¡Malhaya mi suerte!
Llevaba un rato llorando por mi lamentable vida futura cuando un maullido y un suave arañazo me sacaron del pozo de mis angustias, era Chevalier quien trataba de llamar mi atención. Pobrecito mío, si me había olvidado de él en medio de mi fracaso y seguramente tenía hambre, un gatito que crece debe comer mucho. ¿Alcanzaría a mendigar lo suficiente para los dos? Entonces, el rostro de mi madre apareció en mi cabeza y escuché su voz reprendiéndome por darme vencida tan pronto y animándome a que volviera a intentarlo. “Sí, mami, lo haré”, pensé obediente, me pasé la manga por el rostro para secarme las lágrimas y me levanté.
Esta vez logré atrapar la argolla lanzada al aire, y también agarré la segunda y la tercera y la cuarta… y me olvidé de los nervios, la vergüenza y el temor, como solía pasarme cada vez que salía a la pista del circo. Al principio, nadie me prestó la atención, pero luego un chiquillo que pasaba por ahí me vio y tiró de la manga de su madre hasta que se detuvo y se pusieron a mirarme.
Pasa muy seguido que cuando alguien se detiene a mirar algo, lo que sea, no falta el curioso que se une para averiguar de que se trata y a ese, muy pronto se agregan otros. Para mi buena suerte, esta vez no fue diferente y al poco rato de que el niño y su madre se pararan a mirarme, ya había un pequeño público contemplando mi acto.
Sentir que la gente te mira y le gusta lo que haces es una especie de alimento, “alimento del espíritu”, decía mi padrastro. Hace que una se sienta más alegre y más segura y con más ánimo. No se me cayó ninguna argolla más y tampoco se me cayeron los balones con los que continué mi acto. Estaba tan feliz cuando terminé, que hasta hice unos pequeños trucos de magia con las cartas antes de despedirme de mi público.
Las monedas que encontré en mi pañuelo cuando fui a recogerlo eran menos que las personas que habían presenciado mi actuación, ¿sería siempre así?, pero me pareció que eran bastantes para una buena comida para Chevy y para mí y quizás hasta sobraran unas pocas, así que guardé contenta el dinero y tomando al gato en brazos, partí en busca de un sitio barato donde comer.
La argolla que con tanto entusiasmo había lanzado al aire cayó con el mismo entusiasmo al suelo, sin que lograra atraparla. La situación en que estaba, actuando sola y al descubierto entre esos puestos, me había puesto muy nerviosa y los nervios me habían jugado una mala pasada. Sentí que las mejillas me ardían de vergüenza cuando me agaché para recoger la argolla, probablemente nadie me había estado mirando, pero yo sabía que me había equivocado nada más empezar y eso me hacía sentir muy mal.
Desanimada, me senté en el piso abrazándome las rodillas y ahí me quedé un largo rato, sumida en tristes pensamientos. Si ni siquiera lograba hacer mi acto, ¿qué iba a ser de mí? ¿Cómo iba a sobrevivir? Una horrible imagen de mi misma vestida de harapos y mendigando un pedazo de pan hizo que se me saltaran las lágrimas; era un destino tan, tan triste ¡Malhaya mi suerte!
Llevaba un rato llorando por mi lamentable vida futura cuando un maullido y un suave arañazo me sacaron del pozo de mis angustias, era Chevalier quien trataba de llamar mi atención. Pobrecito mío, si me había olvidado de él en medio de mi fracaso y seguramente tenía hambre, un gatito que crece debe comer mucho. ¿Alcanzaría a mendigar lo suficiente para los dos? Entonces, el rostro de mi madre apareció en mi cabeza y escuché su voz reprendiéndome por darme vencida tan pronto y animándome a que volviera a intentarlo. “Sí, mami, lo haré”, pensé obediente, me pasé la manga por el rostro para secarme las lágrimas y me levanté.
Esta vez logré atrapar la argolla lanzada al aire, y también agarré la segunda y la tercera y la cuarta… y me olvidé de los nervios, la vergüenza y el temor, como solía pasarme cada vez que salía a la pista del circo. Al principio, nadie me prestó la atención, pero luego un chiquillo que pasaba por ahí me vio y tiró de la manga de su madre hasta que se detuvo y se pusieron a mirarme.
Pasa muy seguido que cuando alguien se detiene a mirar algo, lo que sea, no falta el curioso que se une para averiguar de que se trata y a ese, muy pronto se agregan otros. Para mi buena suerte, esta vez no fue diferente y al poco rato de que el niño y su madre se pararan a mirarme, ya había un pequeño público contemplando mi acto.
Sentir que la gente te mira y le gusta lo que haces es una especie de alimento, “alimento del espíritu”, decía mi padrastro. Hace que una se sienta más alegre y más segura y con más ánimo. No se me cayó ninguna argolla más y tampoco se me cayeron los balones con los que continué mi acto. Estaba tan feliz cuando terminé, que hasta hice unos pequeños trucos de magia con las cartas antes de despedirme de mi público.
Las monedas que encontré en mi pañuelo cuando fui a recogerlo eran menos que las personas que habían presenciado mi actuación, ¿sería siempre así?, pero me pareció que eran bastantes para una buena comida para Chevy y para mí y quizás hasta sobraran unas pocas, así que guardé contenta el dinero y tomando al gato en brazos, partí en busca de un sitio barato donde comer.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
FDI sorry sorry! :$
Había estado dando vueltas en la plaza, tratando de distinguir algo que le indicara que Songèrie se encontraba cerca, pero era tal la cantidad de gente que aún cuando abriera el rango de recepción tratando de encontrar pistas, solamente recibía imágenes de vacas, monedas, hierbas que jamás había visto y..
-“¡Está actuando!”
En uno de esos momentos en los que estaba casi decidida a buscar por otro lado le llegó la imagen tan clara como la luz del día de la pequeña jugando con unos aros; el fondo en el que se encontraba en definitiva no era la carpa del circo así que alguien estaba extasiado con la actuación de la malabarista.
Ahora venía la parte complicada, debía encontrar ya sea a la persona que la había visto o el lugar del show. Empezó a caminar un poco más rápido tratando de ver por encima de las personas pero evitando los techos multicolores de los puestos. Justo cuando creía que la había encontrado porque había una pequeña multitud resulta que estaban peleando por la mejor cosecha, el mejor descuento o simplemente se encontraban platicando.
-“¿Dónde estás?”
-“¡Mira por allá!”
La voz de Fritz resonó con fuerza cuando giró Stella un balón cruzaba el cielo, sintió como su corazón se detenía unos momentos, aunque por supuesto que estaba hasta el otro lado de la plaza y cruzar entre ese mar de gente sería más difícil que su trayecto del bote salvavidas.
-“¡¡¡Songèrie!!!”
Gritaba a pulmón mientras se abría paso con su bastón y codos, en momentos así le encantaría utilizar su don para conseguir un camino a la de sí o sí, pero aún se sentía cansada y no quería utilizarlo a menos que fuera una de esas emergencias con las que chicas solas podían encontrarse por mala suerte. Fritz se había adelantado, esperaba Stella que se quedara con la niña y la siguiera para que después la llevara a donde se encontraba.
Acaso las personas no entendían un “disculpe”, “con permiso” hasta que empezó a utilizar el “muévanse o les voy a partir la cabeza” sintió que en verdad avanzaba. Alcanzó a ver como la pequeña se agachaba por algo y desaparecía, se escuchó gritar el nombre varias veces, pero entre el ruido del mercado no sabía si sería escuchada.
-“Así que tu eres la pequeña que busca la marinera de agua dulce.”
Fritz estaba junto a Songèrie y la observaba con curiosidad, un deje de instinto paternal se veía en sus ojos mientras estiraba el brazo para tratar de acomodarle los cabellos, por supuesto que traspasó su cabeza y la tristeza se hizo más que evidente.
-“¡Fritz no dejes que se vaya, o síguela o no sé haz algo!”
Los latidos del corazón de Stella estaban yendo a mil por hora mientras, veía como la cabecita empezaba a girarse si l a perdía ahora estaría como cuando llegó anoche., sintió lágrimas que llegaban a sus ojos, no iba a permitirlo no podía perderla teniéndola tan cerca.
Había estado dando vueltas en la plaza, tratando de distinguir algo que le indicara que Songèrie se encontraba cerca, pero era tal la cantidad de gente que aún cuando abriera el rango de recepción tratando de encontrar pistas, solamente recibía imágenes de vacas, monedas, hierbas que jamás había visto y..
-“¡Está actuando!”
En uno de esos momentos en los que estaba casi decidida a buscar por otro lado le llegó la imagen tan clara como la luz del día de la pequeña jugando con unos aros; el fondo en el que se encontraba en definitiva no era la carpa del circo así que alguien estaba extasiado con la actuación de la malabarista.
Ahora venía la parte complicada, debía encontrar ya sea a la persona que la había visto o el lugar del show. Empezó a caminar un poco más rápido tratando de ver por encima de las personas pero evitando los techos multicolores de los puestos. Justo cuando creía que la había encontrado porque había una pequeña multitud resulta que estaban peleando por la mejor cosecha, el mejor descuento o simplemente se encontraban platicando.
-“¿Dónde estás?”
-“¡Mira por allá!”
La voz de Fritz resonó con fuerza cuando giró Stella un balón cruzaba el cielo, sintió como su corazón se detenía unos momentos, aunque por supuesto que estaba hasta el otro lado de la plaza y cruzar entre ese mar de gente sería más difícil que su trayecto del bote salvavidas.
-“¡¡¡Songèrie!!!”
Gritaba a pulmón mientras se abría paso con su bastón y codos, en momentos así le encantaría utilizar su don para conseguir un camino a la de sí o sí, pero aún se sentía cansada y no quería utilizarlo a menos que fuera una de esas emergencias con las que chicas solas podían encontrarse por mala suerte. Fritz se había adelantado, esperaba Stella que se quedara con la niña y la siguiera para que después la llevara a donde se encontraba.
Acaso las personas no entendían un “disculpe”, “con permiso” hasta que empezó a utilizar el “muévanse o les voy a partir la cabeza” sintió que en verdad avanzaba. Alcanzó a ver como la pequeña se agachaba por algo y desaparecía, se escuchó gritar el nombre varias veces, pero entre el ruido del mercado no sabía si sería escuchada.
-“Así que tu eres la pequeña que busca la marinera de agua dulce.”
Fritz estaba junto a Songèrie y la observaba con curiosidad, un deje de instinto paternal se veía en sus ojos mientras estiraba el brazo para tratar de acomodarle los cabellos, por supuesto que traspasó su cabeza y la tristeza se hizo más que evidente.
-“¡Fritz no dejes que se vaya, o síguela o no sé haz algo!”
Los latidos del corazón de Stella estaban yendo a mil por hora mientras, veía como la cabecita empezaba a girarse si l a perdía ahora estaría como cuando llegó anoche., sintió lágrimas que llegaban a sus ojos, no iba a permitirlo no podía perderla teniéndola tan cerca.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
No llegué muy lejos en mi búsqueda de un lugar donde comer, sólo un par de pasos. Aunque me saboreaba por anticipado imaginándome un jugoso bistec algo me hizo detenerme, repentinamente Chevalier se había engrifado y me clavaba las garras, mirando por sobre mi hombro. Era algo muy raro, él nunca se había comportado así; claro que sólo lo conocía desde el día anterior, pero igual era extraño.
Miré en torno mío, tratando de averiguar que había inquietado al gato, pero no vi nada sospechoso, no había siquiera un perro en las cercanías. ¿Qué habría puesto así el minino?; tal vez sólo era un gato loco después de todo. En respuesta a ese mal pensamiento, recibí una curiosa imagen en mi cabeza; era un hombre transparente, con barba y vestido de marinero, que me miraba. Un poco asustada, volví a mirar alrededor mío, pero la gente que alcancé a ver era de lo más corriente y moliente. No había ningún marinero ahí y, por supuesto, nadie era transparente. Quizás la loca fuera yo después de todo.
Sacudiendo la cabeza, intenté marcharme de nuevo, pero volví a quedarme sólo en el intento. De repente me había parecido que alguien me llamaba, pero, ¿quién podía ser? Casi toda la gente que me conocía se había ido en el barco. Bueno, estaban la camarera y el enamorado de la tía Mimí, pero era difícil que fueran ellos, ¿para qué iban a llamarme?
Escruté el mar de rostros que transitaban de un lado a otro y no divisé ningún rostro conocido. Estaba imaginando cosas, debía ser el hambre; mis tripas rugían exigiendo que buscara algo con qué llenarlas. Por tercera vez intenté ir en busca de un lugar donde comer y por tercera vez sólo logré dar un paso.
Ahora sí que Chevy se había vuelto loco. Maullaba como si estuviera desesperado y me arañó tan fuerte que tuve que dejarlo en el suelo.
- ¡Gato malo! – reclamé con enojo, mientras me frotaba el brazo rasguñado.
Pero él no se había quedado esperando que lo reprendiera. Sin decir “agua va” había empezado a correr hacia el otro lado de la plaza, el muy desconsiderado.
- ¡Chevalier! – grité a voz en cuello, echando a correr tras él. Aunque fuera un gato malcriado, no quería perderlo. Era el único amigo que tenía en esos momentos.
Miré en torno mío, tratando de averiguar que había inquietado al gato, pero no vi nada sospechoso, no había siquiera un perro en las cercanías. ¿Qué habría puesto así el minino?; tal vez sólo era un gato loco después de todo. En respuesta a ese mal pensamiento, recibí una curiosa imagen en mi cabeza; era un hombre transparente, con barba y vestido de marinero, que me miraba. Un poco asustada, volví a mirar alrededor mío, pero la gente que alcancé a ver era de lo más corriente y moliente. No había ningún marinero ahí y, por supuesto, nadie era transparente. Quizás la loca fuera yo después de todo.
Sacudiendo la cabeza, intenté marcharme de nuevo, pero volví a quedarme sólo en el intento. De repente me había parecido que alguien me llamaba, pero, ¿quién podía ser? Casi toda la gente que me conocía se había ido en el barco. Bueno, estaban la camarera y el enamorado de la tía Mimí, pero era difícil que fueran ellos, ¿para qué iban a llamarme?
Escruté el mar de rostros que transitaban de un lado a otro y no divisé ningún rostro conocido. Estaba imaginando cosas, debía ser el hambre; mis tripas rugían exigiendo que buscara algo con qué llenarlas. Por tercera vez intenté ir en busca de un lugar donde comer y por tercera vez sólo logré dar un paso.
Ahora sí que Chevy se había vuelto loco. Maullaba como si estuviera desesperado y me arañó tan fuerte que tuve que dejarlo en el suelo.
- ¡Gato malo! – reclamé con enojo, mientras me frotaba el brazo rasguñado.
Pero él no se había quedado esperando que lo reprendiera. Sin decir “agua va” había empezado a correr hacia el otro lado de la plaza, el muy desconsiderado.
- ¡Chevalier! – grité a voz en cuello, echando a correr tras él. Aunque fuera un gato malcriado, no quería perderlo. Era el único amigo que tenía en esos momentos.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
Stella empezó a sentir una frustración constante, no avanzaba demasiado y solo alcanzaba a ver el cabello de la pequeña que se giraba para alejarse una vez más. Gritaba con todas las fuerzas que le quedaban cuando pudo distinguir que ahora corría pero hacia donde ella se encontraba, sacando fuerzas de sabe dios donde consiguió abrirse un camino y empezar a avanzar más rápido.
De repente sintió como algo literalmente parecía escalarla por su pierna derecha y de inmediato frenó con un grito atascado en la garganta, tomando el bastón con cuidado se trató de mover lo menos posible para poder pegarle a esa "cosa" sin lastimarse. Tragando saliva con fuerza giró su rostro para ver que era cuando notó que era un gatito. Suspiró, mientras se agachaba para quitarlo de su pierna y tomarlo en brazos.
-"Hola bonito, no sabes el susto que me acabas de pegar."
Sintió como por unos instantes el mundo dejó de girar hasta que de golpe le llegó la angustia de tener que encontrar a Songèrie, auqnue claro no iba a dejar que al gatito en el suelo para que alguien lo pisara o arrollara con una carreta.
-"Bueno tendrás que acompañarme unos instantes en los que encuentro a mi amiga..."
Alzó de nueva cuenta los ojos para buscar a la niña, tratando de agudizar todos sus sentidos porque en los pocos instantes que se había distraído la gente seguía igual de compacta aunque alcanzaba a distinguir cerca como las cabezas se movían de un lado a otro como abriendo el paso...
-"¿Y ahora qué?" Fue lo único que alcanzó a pensar antes de tomar el bastón en posición defensiva, si las personas se estaban moviendo con tal facilidad que seguramente sería algo no muy grato.
De repente sintió como algo literalmente parecía escalarla por su pierna derecha y de inmediato frenó con un grito atascado en la garganta, tomando el bastón con cuidado se trató de mover lo menos posible para poder pegarle a esa "cosa" sin lastimarse. Tragando saliva con fuerza giró su rostro para ver que era cuando notó que era un gatito. Suspiró, mientras se agachaba para quitarlo de su pierna y tomarlo en brazos.
-"Hola bonito, no sabes el susto que me acabas de pegar."
Sintió como por unos instantes el mundo dejó de girar hasta que de golpe le llegó la angustia de tener que encontrar a Songèrie, auqnue claro no iba a dejar que al gatito en el suelo para que alguien lo pisara o arrollara con una carreta.
-"Bueno tendrás que acompañarme unos instantes en los que encuentro a mi amiga..."
Alzó de nueva cuenta los ojos para buscar a la niña, tratando de agudizar todos sus sentidos porque en los pocos instantes que se había distraído la gente seguía igual de compacta aunque alcanzaba a distinguir cerca como las cabezas se movían de un lado a otro como abriendo el paso...
-"¿Y ahora qué?" Fue lo único que alcanzó a pensar antes de tomar el bastón en posición defensiva, si las personas se estaban moviendo con tal facilidad que seguramente sería algo no muy grato.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
Mi mamá siempre había querido que yo fuera una niña gentil y bien educada. Así que además de preocuparse de que aprendiera a leer y a escribir, las cuatro operaciones matemáticas, a realizar los quehaceres domésticos y las artes del malabarismo, se había esforzado en enseñarme buenos modales.
Para complacerla, yo trataba de portarme como una “señorita”, como ella decía… a veces, muchas veces, aunque no siempre me resultaba, lo intentaba. Pero una no puede comportarse como una señorita cuando quiere cruzar en medio de una muchedumbre para recuperar a su gatito.
Claro, una puede decir “permiso”, “por favor”, “¿me deja usted pasar?”, y todas esas cosas que son corteses y bien educadas, pero nadie mira y nadie escucha. Cuando me vi empujada de un lado a otro y entendí que retrocedía más que avanzar, me desesperé pensando en que iba a perder a Chevalier y se me olvidaron las lecciones de mamá. Recordando otras cosas que había aprendido en el circo – y que mami ignoraba que supiera – empecé a repartir patadas, empujones, codazos y palabrotas.
Si mi mamá o mi papá me hubieran escuchado, me hubieran lavado la boca con jabón y me hubieran dado unos cuantos azotes, pero no me sentí culpable, porque dio resultado; la gente empezó a abrirme paso, no sé si porque decía cosas muy feas o porque pegaba tan fuerte como podía. Hoy unos cuantos “chiquilla de moledera”, “mocosa del demonio”, “estúpida” y otros insultos por aquí y por allá y alguien me lanzó una cachetada, pero se movían y eso era lo que importaba.
Entonces, llegué a una especie de claro entremedio de la multitud y vi a mi gato. Estaba en brazos de alguien “¡Quieren llevarse a Chevy”!, fue lo primero que pensé y me dispuse a recatarlo… y entonces miré a la persona que lo tenía y me quedé helada.
¿Sería que de nuevo estaba viendo imágenes, como cuando vi la imagen del marinero transparente? Pero esta imagen no estaba dentro mi cabeza, estaba fuera de ella y no era transparente y tenía a mi Chevalier en brazos… era real… era ella… había venido… no se había ido…
- ¡¡¡STELLAAAAAA!!!
Gritando de felicidad, me arrojé sobre la maga echándole los brazos al cuello.
Para complacerla, yo trataba de portarme como una “señorita”, como ella decía… a veces, muchas veces, aunque no siempre me resultaba, lo intentaba. Pero una no puede comportarse como una señorita cuando quiere cruzar en medio de una muchedumbre para recuperar a su gatito.
Claro, una puede decir “permiso”, “por favor”, “¿me deja usted pasar?”, y todas esas cosas que son corteses y bien educadas, pero nadie mira y nadie escucha. Cuando me vi empujada de un lado a otro y entendí que retrocedía más que avanzar, me desesperé pensando en que iba a perder a Chevalier y se me olvidaron las lecciones de mamá. Recordando otras cosas que había aprendido en el circo – y que mami ignoraba que supiera – empecé a repartir patadas, empujones, codazos y palabrotas.
Si mi mamá o mi papá me hubieran escuchado, me hubieran lavado la boca con jabón y me hubieran dado unos cuantos azotes, pero no me sentí culpable, porque dio resultado; la gente empezó a abrirme paso, no sé si porque decía cosas muy feas o porque pegaba tan fuerte como podía. Hoy unos cuantos “chiquilla de moledera”, “mocosa del demonio”, “estúpida” y otros insultos por aquí y por allá y alguien me lanzó una cachetada, pero se movían y eso era lo que importaba.
Entonces, llegué a una especie de claro entremedio de la multitud y vi a mi gato. Estaba en brazos de alguien “¡Quieren llevarse a Chevy”!, fue lo primero que pensé y me dispuse a recatarlo… y entonces miré a la persona que lo tenía y me quedé helada.
¿Sería que de nuevo estaba viendo imágenes, como cuando vi la imagen del marinero transparente? Pero esta imagen no estaba dentro mi cabeza, estaba fuera de ella y no era transparente y tenía a mi Chevalier en brazos… era real… era ella… había venido… no se había ido…
- ¡¡¡STELLAAAAAA!!!
Gritando de felicidad, me arrojé sobre la maga echándole los brazos al cuello.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
Todo pasó demasiado rápido, tardó más en alzar la vista cuando escuchó el grito y los brazos de Songèrie la rodearon. Estupefacta la abrazó con fuerza, no habían pasado días ni nada pero se llenó de tranquilidad al saber que estaba bien y que ya la había encontrado, al menos algo había salido de forma correcta.
-"Songèrie, ¡que bueno que estás bien!"
No iba a llorar porque era ya una mujer adulta y debía controlar sus emociones pero se sentía extremadamente feliz de que no hubiera pasado demasiado tiempo, ahora ya juntas podrían enfrentarse a cualquier cosa en este lugar extraño, sería inútil tratar de alcanzar al circo pues no tenían una agenda predefinida, lo único seguro es que volverían al cabo de un par de meses.
Dejando de abrazar a la pequeña se agachó para verla, iba a sonar muy extraño pero la veía mayor, como si este día hubiera sido suficiente para que aprendiera todo lo que está mal en la vida cuando salíamos de nuestra burbuja de protección, pero ahora ella podría protegerla. Todavía no tenía ni la más mínima idea de como iba a mantenerla con al menos el mismo nivel que mantenían en el circo, pero un puesto en el mercado para adivinar el futuro de entrada les serviría para poder sobrevivir. Ya después seguramente necesitaría buscarse algo de mesera para poder pagar con calma el cuarto en la posada, o como última solución comprar algo aunque..
-"¿Porqué no abordaste? Lo último que supimos es que ibas a entregar no sé que..."
Primero lo primero, comprobar que estaba bien, qué había ocurrido y que podían hacer. Sonrió abiertamente mientras de reojo sentía la presencia de Fritz; en definitiva tendría que hacer algo para ayudar en su cruce. No soltaba a la pequeña, en definitiva tenía miedo de perderla de nueva cuenta mientras el gatito caminaba, por sus hombros encajándole de vez en cuando las uñas, pero en este momento podría arrollarla una muchedumbre y no le importaría.
-"Songèrie, ¡que bueno que estás bien!"
No iba a llorar porque era ya una mujer adulta y debía controlar sus emociones pero se sentía extremadamente feliz de que no hubiera pasado demasiado tiempo, ahora ya juntas podrían enfrentarse a cualquier cosa en este lugar extraño, sería inútil tratar de alcanzar al circo pues no tenían una agenda predefinida, lo único seguro es que volverían al cabo de un par de meses.
Dejando de abrazar a la pequeña se agachó para verla, iba a sonar muy extraño pero la veía mayor, como si este día hubiera sido suficiente para que aprendiera todo lo que está mal en la vida cuando salíamos de nuestra burbuja de protección, pero ahora ella podría protegerla. Todavía no tenía ni la más mínima idea de como iba a mantenerla con al menos el mismo nivel que mantenían en el circo, pero un puesto en el mercado para adivinar el futuro de entrada les serviría para poder sobrevivir. Ya después seguramente necesitaría buscarse algo de mesera para poder pagar con calma el cuarto en la posada, o como última solución comprar algo aunque..
-"¿Porqué no abordaste? Lo último que supimos es que ibas a entregar no sé que..."
Primero lo primero, comprobar que estaba bien, qué había ocurrido y que podían hacer. Sonrió abiertamente mientras de reojo sentía la presencia de Fritz; en definitiva tendría que hacer algo para ayudar en su cruce. No soltaba a la pequeña, en definitiva tenía miedo de perderla de nueva cuenta mientras el gatito caminaba, por sus hombros encajándole de vez en cuando las uñas, pero en este momento podría arrollarla una muchedumbre y no le importaría.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
Creo que sólo después que Stella respondió a mi abrazo me convencí realmente de que no estaba soñando ¡Era ella, de carne y hueso! ¡Y yo que pensaba que no iba a volver a ver a ninguno de los míos en mucho tiempo, quizás nunca más!
- ¡Volviste! ¡Volviste! – murmuré mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.
Ya no era más una niña abandonada a su suerte en las calles de Trinacria. Ahora estaba conmigo una persona a la que consideraba como mi hermana mayor desde que había llegado al circo y todo estaba bien y era bonito de nuevo. Estaba tan emocionada que ni siquiera se me ocurrió preguntarme como había hecho para volver tan rápido y encontrarme; después de todo, ella era la Divina Angeluz, la maga, y seguramente había empleado uno de sus trucos.
- Yo sí me había subido al barco, pero volví a bajar para llevar un mensaje de la tía Mimi a su enamorado del mercado – expliqué – Cuando ya me devolvía para el barco, me encontré a Chevalier, ese gato que tienes en los hombros. Unos perros lo tenían atrapado en un árbol y yo lo rescaté y cuando volví al puerto, el barco ya se había ido.
Proseguí contándole del dinero que había hallado en aquella cartera tirada en el suelo, del encuentro con la señora y los hombres en el callejón, de la noche en el cuarto de la camarera en la posada, de la compra de mis útiles de trabajo y de la actuación en el mercado. Le conté todo, parando apenas para respirar, debo haber dejado mareada a la pobre.
- ¡Mira, mira! Gané muchas monedas – dije mostrándole el pañuelo en que las había envuelto – Ahora me iba a buscar un lugar donde comer con Chevy, podemos comer juntas, ¡yo te invito!
Había estado muy entusiasmada contándole a Stella lo que me había pasado, tan contenta estaba de verla pero, de repente, mi alegría se esfumó y mi ánimo cayó hasta el suelo.
- Stella, ¿cómo está mamá? ¿Estaba asustada? ¿Se puso triste? ¿Quería venir a buscarme?
- ¡Volviste! ¡Volviste! – murmuré mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.
Ya no era más una niña abandonada a su suerte en las calles de Trinacria. Ahora estaba conmigo una persona a la que consideraba como mi hermana mayor desde que había llegado al circo y todo estaba bien y era bonito de nuevo. Estaba tan emocionada que ni siquiera se me ocurrió preguntarme como había hecho para volver tan rápido y encontrarme; después de todo, ella era la Divina Angeluz, la maga, y seguramente había empleado uno de sus trucos.
- Yo sí me había subido al barco, pero volví a bajar para llevar un mensaje de la tía Mimi a su enamorado del mercado – expliqué – Cuando ya me devolvía para el barco, me encontré a Chevalier, ese gato que tienes en los hombros. Unos perros lo tenían atrapado en un árbol y yo lo rescaté y cuando volví al puerto, el barco ya se había ido.
Proseguí contándole del dinero que había hallado en aquella cartera tirada en el suelo, del encuentro con la señora y los hombres en el callejón, de la noche en el cuarto de la camarera en la posada, de la compra de mis útiles de trabajo y de la actuación en el mercado. Le conté todo, parando apenas para respirar, debo haber dejado mareada a la pobre.
- ¡Mira, mira! Gané muchas monedas – dije mostrándole el pañuelo en que las había envuelto – Ahora me iba a buscar un lugar donde comer con Chevy, podemos comer juntas, ¡yo te invito!
Había estado muy entusiasmada contándole a Stella lo que me había pasado, tan contenta estaba de verla pero, de repente, mi alegría se esfumó y mi ánimo cayó hasta el suelo.
- Stella, ¿cómo está mamá? ¿Estaba asustada? ¿Se puso triste? ¿Quería venir a buscarme?
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
-"¡Claro que iba a volver!"
Le puso mucha atención mientras la imaginaba perfecto corriendo para ir a entregar la carta de uno de los tantos enamorados de Mimi, luego rescatando al gatito y lo que sintió cuando al llegar al muelle el barco ya no se encontraba ahí.
-"Por supuesto que ganarías muchas monedas, si eres la mejor acróbata joven de todo el circo!"
Sonrió mientras le pasaba un brazo por los hombros y la acercaba a ella, de momento no tendrían que preocuparse, no permitiría que actuara todos los días pero si debía ensayar para no perder agilidad. Estaba empezando a sumirse en sus pensamientos cuando escuchó la pregunta acerca de la madre de Songèrie. Con cuidado Stella se hincó para verla directamente a los ojos.
-"Tu madre estaba muy preocupada, te buscó por todo el barco...de hecho quería acompañarme, pero obviamente no podía dejar a tu padrastro y a los demás solos. Por eso me encargó que te cuidara hasta que el circo, o ella pudiera regresar"
La abrazó con mucha fuerza para transmitirle toda la tranquilidad que pudiera,. auqnue sabría que serían meses difíciles no dejaría que se sintiera sola ni perdida, igual estaba ella también buscando un camino pero Songèrie era aún una chiquilla, por más que quisiera actuar como adulto aún había mucha inocencia en sus ojos.
-"Ya basta del reencuentro feliz, la niña tiene hambre..."
La voz de Fritz, hizo que regresara a la realidad, tenía razón, debía comer y después buscar un lugar donde pudieran establecerse que la renta no fuera demasiada y pudieran vivir algo holgadamente.
-"Ahora te cuento todo lo que hicimos, más de un marinero quisó matarnos porque casi desarmamos el barco por completo. Pilu demostró porqué es el hombre más fuerte, lo hubieras visto levantando maderas, y cuanta cosa había!"
Le imprimí la mayor alegría posible a mi voz, era necesario que no la dejara flaquear , ya tendríamos momentos tristes ahora a enfocarnos en lo bueno.
-"Busquemos un lugar que acepten que comamos con Chevy."
Le puso mucha atención mientras la imaginaba perfecto corriendo para ir a entregar la carta de uno de los tantos enamorados de Mimi, luego rescatando al gatito y lo que sintió cuando al llegar al muelle el barco ya no se encontraba ahí.
-"Por supuesto que ganarías muchas monedas, si eres la mejor acróbata joven de todo el circo!"
Sonrió mientras le pasaba un brazo por los hombros y la acercaba a ella, de momento no tendrían que preocuparse, no permitiría que actuara todos los días pero si debía ensayar para no perder agilidad. Estaba empezando a sumirse en sus pensamientos cuando escuchó la pregunta acerca de la madre de Songèrie. Con cuidado Stella se hincó para verla directamente a los ojos.
-"Tu madre estaba muy preocupada, te buscó por todo el barco...de hecho quería acompañarme, pero obviamente no podía dejar a tu padrastro y a los demás solos. Por eso me encargó que te cuidara hasta que el circo, o ella pudiera regresar"
La abrazó con mucha fuerza para transmitirle toda la tranquilidad que pudiera,. auqnue sabría que serían meses difíciles no dejaría que se sintiera sola ni perdida, igual estaba ella también buscando un camino pero Songèrie era aún una chiquilla, por más que quisiera actuar como adulto aún había mucha inocencia en sus ojos.
-"Ya basta del reencuentro feliz, la niña tiene hambre..."
La voz de Fritz, hizo que regresara a la realidad, tenía razón, debía comer y después buscar un lugar donde pudieran establecerse que la renta no fuera demasiada y pudieran vivir algo holgadamente.
-"Ahora te cuento todo lo que hicimos, más de un marinero quisó matarnos porque casi desarmamos el barco por completo. Pilu demostró porqué es el hombre más fuerte, lo hubieras visto levantando maderas, y cuanta cosa había!"
Le imprimí la mayor alegría posible a mi voz, era necesario que no la dejara flaquear , ya tendríamos momentos tristes ahora a enfocarnos en lo bueno.
-"Busquemos un lugar que acepten que comamos con Chevy."
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
- ¡Pobre mamita!
Sentí pena cuando me imaginé a mi mamá buscándome preocupada por todo el barco, pero también me sentí contenta al saber que se había preocupado por mí, y todo lo sentí al mismo tiempo, ¡qué cosa tan rara! De todos modos, el abrazo de la maga me hizo muy bien y me quitó la pena que me había dado.
Ahora que estaba más tranquila me parecía casi divertido pensar en Pilu, el hombre más grande y más fuerte que yo hubiera visto en mi vida, levantando cosas por ahí para ver si yo estaba abajo, ¡seguro que hasta había levantado un par de marineros! Y Willy , al ser tan pequeño, seguro se había metido donde nadie más podía. Eran todos muy buenos y me ponía muy contenta que hubieran enviado a Stella para acompañarme. Aunque antes no había pensado en eso, ahora sí sentía curiosidad por la forma en que ella había regresado.
- ¿Cómo llegaste tan rápido, Stella? ¿Hiciste un truco mágico?
¿Habría venido volando? La Divina Ángelus era una maga de renombre y su número era uno de los más populares del circo, pero no recordaba haberla visto volar alguna vez. Aunque eso no quería decir que no pudiera hacerlo, tal vez era algo tan especial que no lo hacía todos los días, sólo en ocasiones… especiales.
Estaba muy contenta y con mucho ánimo pero, de repente, me sentí muy cansada, como si alguien me hubiese puesto un enorme fardo arriba de los hombros. De haber podido, me hubiese tumbado en el suelo para descansar un rato, pero si lo hacía en ese lugar, todo el mundo hubiera caminado sobre mí. La idea de Stella de buscar un lugar donde comer me recordó toda el hambre que tenía.
- Iba a buscar uno cuando Chevy se escapó – expliqué, extendiendo los brazos para tomar al gato - ¿Podemos ir a tendernos a la playa o a un parque luego de comer?
Chevalier abandonó con cierta renuencia los hombros de Stella, pero finalmente dejó que lo tomara y ronroneó cuando estuvo en mis brazos. Entonces volví a ver al marinero transparente.
- ¡Qué raro! Es la segunda vez que veo a un marinero transparente.
Sentí pena cuando me imaginé a mi mamá buscándome preocupada por todo el barco, pero también me sentí contenta al saber que se había preocupado por mí, y todo lo sentí al mismo tiempo, ¡qué cosa tan rara! De todos modos, el abrazo de la maga me hizo muy bien y me quitó la pena que me había dado.
Ahora que estaba más tranquila me parecía casi divertido pensar en Pilu, el hombre más grande y más fuerte que yo hubiera visto en mi vida, levantando cosas por ahí para ver si yo estaba abajo, ¡seguro que hasta había levantado un par de marineros! Y Willy , al ser tan pequeño, seguro se había metido donde nadie más podía. Eran todos muy buenos y me ponía muy contenta que hubieran enviado a Stella para acompañarme. Aunque antes no había pensado en eso, ahora sí sentía curiosidad por la forma en que ella había regresado.
- ¿Cómo llegaste tan rápido, Stella? ¿Hiciste un truco mágico?
¿Habría venido volando? La Divina Ángelus era una maga de renombre y su número era uno de los más populares del circo, pero no recordaba haberla visto volar alguna vez. Aunque eso no quería decir que no pudiera hacerlo, tal vez era algo tan especial que no lo hacía todos los días, sólo en ocasiones… especiales.
Estaba muy contenta y con mucho ánimo pero, de repente, me sentí muy cansada, como si alguien me hubiese puesto un enorme fardo arriba de los hombros. De haber podido, me hubiese tumbado en el suelo para descansar un rato, pero si lo hacía en ese lugar, todo el mundo hubiera caminado sobre mí. La idea de Stella de buscar un lugar donde comer me recordó toda el hambre que tenía.
- Iba a buscar uno cuando Chevy se escapó – expliqué, extendiendo los brazos para tomar al gato - ¿Podemos ir a tendernos a la playa o a un parque luego de comer?
Chevalier abandonó con cierta renuencia los hombros de Stella, pero finalmente dejó que lo tomara y ronroneó cuando estuvo en mis brazos. Entonces volví a ver al marinero transparente.
- ¡Qué raro! Es la segunda vez que veo a un marinero transparente.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
Stella se sentía mucho más tranquila al ver que Songèrie no parecía muy deprimida, aunque claro ya no se encontraba completamente sola, ella y Chevy se encargarían de eso no importaba el costo. Sintió como el gato se dejaba llevar hasta las manos de la niña sin ningún problema, y le guiñó un ojo
-"Sabes que un mago nunca revela sus secretos, pero digamos que tuve que poner en práctica muchas habilidades."
Sonrió de esa forma que sabía era misteriosa pero totalmente franca, posiblemente en un futuro le mostraría como le había hecho aunque primero necesitaba recuperar por completo la sensibilidad de sus brazos.
-"Claro podemos ir a donde quieras, no tuvimos mucha oportunidad de explorar la ciudad entonces hay que buscar donde nos vamos a quedar así que esa será nuestra misión de hoy".
Empezaba a sentirse animada, le emoción que le ocasionaba el hecho de estar casi de forma literal viviendo al día era totalmente diferente a la sensación de estar en el circo donde la tranquilidad estaba asegurada. AHora, aunque quisiera no debía ni podía deprimirse Songèrie la necesitaba al 110% y era ahora casi como su tutora. Estaba sumiéndose en sus pensamientos cuando el comentario del marinero trasparente hizo que se girara para ver a Fritz. EL marinero tenía una expresión entre sorprendido y feliz, con una ceja levantada observaba a las dos chicas.
-"Así que puede verme...pero, ¿puede escucharme?"
-"Songèrie....¿puedes ver a Fritz que está parado junto a nosotras?"
-"Sabes que un mago nunca revela sus secretos, pero digamos que tuve que poner en práctica muchas habilidades."
Sonrió de esa forma que sabía era misteriosa pero totalmente franca, posiblemente en un futuro le mostraría como le había hecho aunque primero necesitaba recuperar por completo la sensibilidad de sus brazos.
-"Claro podemos ir a donde quieras, no tuvimos mucha oportunidad de explorar la ciudad entonces hay que buscar donde nos vamos a quedar así que esa será nuestra misión de hoy".
Empezaba a sentirse animada, le emoción que le ocasionaba el hecho de estar casi de forma literal viviendo al día era totalmente diferente a la sensación de estar en el circo donde la tranquilidad estaba asegurada. AHora, aunque quisiera no debía ni podía deprimirse Songèrie la necesitaba al 110% y era ahora casi como su tutora. Estaba sumiéndose en sus pensamientos cuando el comentario del marinero trasparente hizo que se girara para ver a Fritz. EL marinero tenía una expresión entre sorprendido y feliz, con una ceja levantada observaba a las dos chicas.
-"Así que puede verme...pero, ¿puede escucharme?"
-"Songèrie....¿puedes ver a Fritz que está parado junto a nosotras?"
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
“Un mago nunca revela sus secretos”. Sí, yo sabía eso y por amable y gentil que fuera Stella no tenía por qué pretender que faltara a las normas de su oficio. No me decepcionó que no quisiera decírmelo, para nada, que ella hubiera venido a acompañarme era más que suficiente para que me sintiera contenta.
¿Buscar donde quedarnos? Qué despistada había sido, pensando sólo en una siesta en un parque o en la playa cuando había cosas más importantes de qué preocuparse, como buscar un lugar donde vivir mientras el circo volviera. ¿Dónde podríamos vivir? Una habitación en una posada seguramente iba a ser muy cara, sólo dormir en aquel jergón me había costado algunos reales.
- ¡Oye, Stella! Podríamos comprar una tienda pequeñita para nosotras dos y armarla en la playa y vivir ahí con Chevy.
No tenía la menor idea de cuanto podía costar una tienda, por pequeña que fuera, pero la idea me parecía estupenda. Sería un poco como seguir viviendo en el circo y si ella y yo hacíamos nuestros actos sería mucho mejor aún.
- ¿Quién?
Miré para todos lados, pero no vi a nadie parado junto a nosotras, sólo un montón de gente que iba de un lado a otro, refunfuñando porque estorbábamos su camino ahí paradas. ¿De quién estaría hablando Stella? Me quedé mirándola con aire de duda, cuando de repente me acordé que se decía que la Divina Ángeluz podía comunicarse con los espíritus.
- ¿Es el marinero transparente? Yo no lo vi con mis ojos, lo vi dentro de mi cabeza. Hace un rato, antes de escaparse, Chevalier se engrifó entero mirando por encima de mi hombro y entonces esa imagen apareció dentro de mi cabeza y ahora volvió a aparecer, pero Chevy está tranquilo.
No era una explicación muy clara, pero tampoco yo entendía lo que estaba pasando.
- Él tiene barba, ¿lo conoces?.
¿Buscar donde quedarnos? Qué despistada había sido, pensando sólo en una siesta en un parque o en la playa cuando había cosas más importantes de qué preocuparse, como buscar un lugar donde vivir mientras el circo volviera. ¿Dónde podríamos vivir? Una habitación en una posada seguramente iba a ser muy cara, sólo dormir en aquel jergón me había costado algunos reales.
- ¡Oye, Stella! Podríamos comprar una tienda pequeñita para nosotras dos y armarla en la playa y vivir ahí con Chevy.
No tenía la menor idea de cuanto podía costar una tienda, por pequeña que fuera, pero la idea me parecía estupenda. Sería un poco como seguir viviendo en el circo y si ella y yo hacíamos nuestros actos sería mucho mejor aún.
- ¿Quién?
Miré para todos lados, pero no vi a nadie parado junto a nosotras, sólo un montón de gente que iba de un lado a otro, refunfuñando porque estorbábamos su camino ahí paradas. ¿De quién estaría hablando Stella? Me quedé mirándola con aire de duda, cuando de repente me acordé que se decía que la Divina Ángeluz podía comunicarse con los espíritus.
- ¿Es el marinero transparente? Yo no lo vi con mis ojos, lo vi dentro de mi cabeza. Hace un rato, antes de escaparse, Chevalier se engrifó entero mirando por encima de mi hombro y entonces esa imagen apareció dentro de mi cabeza y ahora volvió a aparecer, pero Chevy está tranquilo.
No era una explicación muy clara, pero tampoco yo entendía lo que estaba pasando.
- Él tiene barba, ¿lo conoces?.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
Stella sonrió, la verdad es que no consideraba que una tienda en la playa les sirviera de mucho pero quizá para un periodo corto no estaría mal; no tenía ahorrado lo suficiente como para comprar algo muy grande pero si ponían un acto seguro en poco tiempo conseguirían el suficiente fondo para establecerse. Era raro, nunca había pensado en comprar una propiedad pero ahora que estaba ya lejos de lo que era el ambiente del circo empezaba a imaginar una vida normal, como la que tenía en casa.
-"Una tienda en la playa para empezar no suena nada mal Songèrie."
Se sentía más tranquila de lo que en realidad debería, todo hasta que la pequeña le confirmó la barba de Fritz. Una mirada inquisitiva se posó en sus ojos, si no los podía ver por completo pero los veía en su cabeza, quizá sería bueno que le preguntara a su maestro el como ayudarla.
-"Así que la chiquilla solo me puede medio ver, bueno será mejor que se muevan la gente empieza a molestarse que estén en medio del camino."
-"Sí...el es Fritz, que chistoso que puedas verlo de una forma tan...especial."
La tomó con cudiado del brazo mientras sufría un empujón más, si no estuviera cansada seguramente no sería tan dulce, pero acercó más a Songèrie y a Chevy empezando a caminar hacia una orilla de la plaza donde parecía que podrían buscar con más calma donde comer y quizá pedir información de donde conseguir un lugar para que vivieran.
-"Busquemos que comer y luego dónde vivir!"
Continuó con una sonrisa mientras pensaba en toda la diversión y estrés que vivirían las dos estando solas.
-"Una tienda en la playa para empezar no suena nada mal Songèrie."
Se sentía más tranquila de lo que en realidad debería, todo hasta que la pequeña le confirmó la barba de Fritz. Una mirada inquisitiva se posó en sus ojos, si no los podía ver por completo pero los veía en su cabeza, quizá sería bueno que le preguntara a su maestro el como ayudarla.
-"Así que la chiquilla solo me puede medio ver, bueno será mejor que se muevan la gente empieza a molestarse que estén en medio del camino."
-"Sí...el es Fritz, que chistoso que puedas verlo de una forma tan...especial."
La tomó con cudiado del brazo mientras sufría un empujón más, si no estuviera cansada seguramente no sería tan dulce, pero acercó más a Songèrie y a Chevy empezando a caminar hacia una orilla de la plaza donde parecía que podrían buscar con más calma donde comer y quizá pedir información de donde conseguir un lugar para que vivieran.
-"Busquemos que comer y luego dónde vivir!"
Continuó con una sonrisa mientras pensaba en toda la diversión y estrés que vivirían las dos estando solas.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
Me puso muy contenta que a Stella le pareciera bien mi idea de la carpa. Esa era una de las cosas que más me gustaban de ella; tomaba en serio lo que yo decía y no pensaba que hablaba tonteras sólo por ser más pequeña, como hacían la mayoría de los adultos. Después de mamá, ella era la mejor persona que podía desear para que me acompañara. Incluso más que Marc, mi padrastro; él era muy bueno, pero no me tomaba en serio.
- Es muy raro, pero así lo veo, en mi cabeza no con mis ojos. Así fue como encontré a Chevalier también, vi en mi cabeza que los perros habían atrapado a un gatito en un árbol y luego me topé con él.
Era muy curioso, en verdad. Nunca había visto cosas de esa manera hasta pocos instantes antes de encontrar a Chevy, y desde que lo tenía me había sucedido varias veces; también me había pasado en el callejón. No pensé mucho en eso, de todos modos, la curiosidad que me despertó el marinero transparente hizo que me olvidara del asunto.
- Fritz es un nombre muy bonito ¿Tiene apellido? ¿Cuántos años tiene? Se ve muy mayor, pero parece muy amable. Creo que a la tía Mimí le gustaría si pudiera verlo.
Me reí al pensar en eso. A la tía Mimí le gustaban los hombres de aspecto rudo y barbones, ella tenía muchos novios, nunca había conocido una mujer que tuviera tantos. Incluso Pilu, el hombre fuerte del circo, se dejó la barba para conquistarla y luego se la afeitó cuando se peleó con ella, y juró que siempre sería lampiño. Se me humedecieron los ojos al recordarlos, los quería mucho a todos, aunque pensaran que sólo decía tonteras.
Un empujón ahuyentó los pensamientos nostálgicos y me apegué a Stella buscando protección mientras buscábamos un lugar para comer, ya no tenía deseos de repartir empujones, golpes y malas palabras… la sola idea de que la maga hubiera podido escucharme hizo que mis mejillas ardieran… ella o el marinero… era horrible.
- Stella, ¿el señor Fritz puede verme y oírme?
El asunto realmente me preocupaba, pero un apetitoso olor, proveniente de un puesto cercano, lo borró de un plumazo de mi mente. Entusiasmada, extendí un brazo señalando el lugar.
- ¡Mira, mira! ¡Ahí podemos comer!
- Es muy raro, pero así lo veo, en mi cabeza no con mis ojos. Así fue como encontré a Chevalier también, vi en mi cabeza que los perros habían atrapado a un gatito en un árbol y luego me topé con él.
Era muy curioso, en verdad. Nunca había visto cosas de esa manera hasta pocos instantes antes de encontrar a Chevy, y desde que lo tenía me había sucedido varias veces; también me había pasado en el callejón. No pensé mucho en eso, de todos modos, la curiosidad que me despertó el marinero transparente hizo que me olvidara del asunto.
- Fritz es un nombre muy bonito ¿Tiene apellido? ¿Cuántos años tiene? Se ve muy mayor, pero parece muy amable. Creo que a la tía Mimí le gustaría si pudiera verlo.
Me reí al pensar en eso. A la tía Mimí le gustaban los hombres de aspecto rudo y barbones, ella tenía muchos novios, nunca había conocido una mujer que tuviera tantos. Incluso Pilu, el hombre fuerte del circo, se dejó la barba para conquistarla y luego se la afeitó cuando se peleó con ella, y juró que siempre sería lampiño. Se me humedecieron los ojos al recordarlos, los quería mucho a todos, aunque pensaran que sólo decía tonteras.
Un empujón ahuyentó los pensamientos nostálgicos y me apegué a Stella buscando protección mientras buscábamos un lugar para comer, ya no tenía deseos de repartir empujones, golpes y malas palabras… la sola idea de que la maga hubiera podido escucharme hizo que mis mejillas ardieran… ella o el marinero… era horrible.
- Stella, ¿el señor Fritz puede verme y oírme?
El asunto realmente me preocupaba, pero un apetitoso olor, proveniente de un puesto cercano, lo borró de un plumazo de mi mente. Entusiasmada, extendí un brazo señalando el lugar.
- ¡Mira, mira! ¡Ahí podemos comer!
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
-"Que raro, igual Chevy está ayudandote a potencializar algo.....no sé"
Stella se mordió el labio inferior mientras pensaba, igual su maestro podría ayudarlas pero ya se preocuparían de ellos después. Las palabras de Songèrie la tranquilizaban, se sentía bien proque siempre lograba centrarla en lo realmente importante, aunque sabía que ahora ella tendría que ser la de la cabeza fría y dejar que sus impulsos fueran controlados. NO habría Pilu que las rescatara de un montón de marineros lujuriosos o el dueño del circo que convenciera a los asistentes que no les estábamos tomando el pelo.
-"No soy tan mayor! Es que la vida me trató muy mal.."
-"Fritz no es tan mayor, recuerda que los marineros parecen más grandes porque siempre están al sol y trabajan mucho...y sip te puede escuchar y ver"
Notó como Fritz de inmediato trato de arreglarse un poco el cabello y meter su panza, Stella solamente sonrió si, era completamente del tipo que a Mimi le fascinaría. Mimi, Pilu, con que fcilidad los había dado por sentado y ya como default en todos los días de su vida. Suspiró, aunque la emoción con la que la pequeña había hablado la sacó de sus pensamientos y notó el delicioso olor.
-"Huele delicioso vamos!"
La verdad es que Stella no tenía demasiada hambre pero, debían de aprovechar ahora que tenían la posibilidad. Eso era algo que le agradecería a la vida en el circo: 'vivir cada minuto al máximo aprovechando todas las oportunidades'. Uno nunca sabe que es lo que el futuro puede deparar y no siempre serán cosas lindas.
El puesto tenía unas salchichas, panes y algo que se veía muy extraño...ni siquiera quería preguntar que era pero el olor era muy agradable.
-"Yo tendría cuidado con ese puré....aunque las salchichas se ven de buena calidad."
Abrió la boca como para reclamar pero solo le dedicó una mirada a Fritz como diciendo "gracias por arruinarme el apetito", solo entonces agradeció que Songèrie no pudiera escucharlo. La tomó del brazo y se acercó al puesto, veríamos que tan buenas eran esas salchichas.
Stella se mordió el labio inferior mientras pensaba, igual su maestro podría ayudarlas pero ya se preocuparían de ellos después. Las palabras de Songèrie la tranquilizaban, se sentía bien proque siempre lograba centrarla en lo realmente importante, aunque sabía que ahora ella tendría que ser la de la cabeza fría y dejar que sus impulsos fueran controlados. NO habría Pilu que las rescatara de un montón de marineros lujuriosos o el dueño del circo que convenciera a los asistentes que no les estábamos tomando el pelo.
-"No soy tan mayor! Es que la vida me trató muy mal.."
-"Fritz no es tan mayor, recuerda que los marineros parecen más grandes porque siempre están al sol y trabajan mucho...y sip te puede escuchar y ver"
Notó como Fritz de inmediato trato de arreglarse un poco el cabello y meter su panza, Stella solamente sonrió si, era completamente del tipo que a Mimi le fascinaría. Mimi, Pilu, con que fcilidad los había dado por sentado y ya como default en todos los días de su vida. Suspiró, aunque la emoción con la que la pequeña había hablado la sacó de sus pensamientos y notó el delicioso olor.
-"Huele delicioso vamos!"
La verdad es que Stella no tenía demasiada hambre pero, debían de aprovechar ahora que tenían la posibilidad. Eso era algo que le agradecería a la vida en el circo: 'vivir cada minuto al máximo aprovechando todas las oportunidades'. Uno nunca sabe que es lo que el futuro puede deparar y no siempre serán cosas lindas.
El puesto tenía unas salchichas, panes y algo que se veía muy extraño...ni siquiera quería preguntar que era pero el olor era muy agradable.
-"Yo tendría cuidado con ese puré....aunque las salchichas se ven de buena calidad."
Abrió la boca como para reclamar pero solo le dedicó una mirada a Fritz como diciendo "gracias por arruinarme el apetito", solo entonces agradeció que Songèrie no pudiera escucharlo. La tomó del brazo y se acercó al puesto, veríamos que tan buenas eran esas salchichas.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
- ¿Crees que se haya ofendido porque dije que se veía muy mayor? No era mi intención molestarlo, señor Fritz – dije hablando al aire – A mí casi toda la gente me parece mayor.
Hasta la propia Stella me lo parecía, pero nunca tanto como mamá o la tía Mimi o el Abuelo Leo, el payaso del circo, él sí era muy, muy viejo, decían que tenía más de cincuenta años. Y también estaba Tomás el tragafuegos, parecía casi tan viejo como el Abuelo Leo, pero él decía que era sólo un chiquillo, aunque me parece que bromeaba.
El puesto del que provenía el delicioso olor era una habitación de tamaño mediano, de madera. En la parte del frente, que estaba abierta, podía verse un amplio mesón donde había grandes bandejas que contenían las viandas, que así podían ser vistas y olidas por los paseantes. Un toldo de lona roja, sostenido por unos delgados postes, se extendía desde la parte delantera del techo del puesto, proporcionándole sombra a tres sencillas mesas de mimbre, rodeadas de cuatro sillas de paja cada una. En la parte trasera del puesto podían adivinarse los fogones y las ollas en los que una figura vestida de blanco se afanaba en preparar los platos que se exhibían en el mesón.
El aroma que me había atraído hasta ese lugar se originaba en las humeantes salchichas alojadas en varios de esos recipientes y en doradas hogazas de pan, que se adivinaban calientitas y crujientes repartidas en varias cestas; el puré de aspecto extraño me tenia sin cuidado, nunca me había gustado el puré. La boca se me hizo agua ante la visión de aquellos manjares, tenía mucha hambre y ya casi no podía esperar a darme un atracón de pan y salchicha. Chevalier tenía aún más prisa que yo en entrar en acción, menudo trabajo me costó evitar que se zambullera en una de las fuentes de salchichas, mientas una señora que me pareció demasiado flaca para trabajar en un puesto de comidas, atendía con rapidez nuestros pedidos.
- ¡Yo pago! ¡Yo pago! – grité con entusiasmo, adelantándome a Stella, mientras sacaba el pañuelo en que había envuelto las monedas.
Sentí mucha alegría cuando conté las monedas para pagar la comida y vi que incluso sobraban algunas ¡Era la primera vez que comparaba algo con mi propio dinero! De repente me sentía muy grande e importante.
- Mira, sentémonos allí – dije, dirigiéndome a la única mesa vacía, con Chevalier encaramado en mi hombro y un plato de salchichas en cada mano.
Cuando llegamos al lugar puse ambos platos sobre la mesa, acomodé al gatito frente a uno de ellos y, luego de colgar el zurrón en el que llevaba los aros y balones con que hacía mi acto en el respaldo de una silla, me instalé frente al otro dispuesta a iniciar el ataque.
- ¡Esto tiene muy buena pinta! – exclamé con deleite.
Hasta la propia Stella me lo parecía, pero nunca tanto como mamá o la tía Mimi o el Abuelo Leo, el payaso del circo, él sí era muy, muy viejo, decían que tenía más de cincuenta años. Y también estaba Tomás el tragafuegos, parecía casi tan viejo como el Abuelo Leo, pero él decía que era sólo un chiquillo, aunque me parece que bromeaba.
El puesto del que provenía el delicioso olor era una habitación de tamaño mediano, de madera. En la parte del frente, que estaba abierta, podía verse un amplio mesón donde había grandes bandejas que contenían las viandas, que así podían ser vistas y olidas por los paseantes. Un toldo de lona roja, sostenido por unos delgados postes, se extendía desde la parte delantera del techo del puesto, proporcionándole sombra a tres sencillas mesas de mimbre, rodeadas de cuatro sillas de paja cada una. En la parte trasera del puesto podían adivinarse los fogones y las ollas en los que una figura vestida de blanco se afanaba en preparar los platos que se exhibían en el mesón.
El aroma que me había atraído hasta ese lugar se originaba en las humeantes salchichas alojadas en varios de esos recipientes y en doradas hogazas de pan, que se adivinaban calientitas y crujientes repartidas en varias cestas; el puré de aspecto extraño me tenia sin cuidado, nunca me había gustado el puré. La boca se me hizo agua ante la visión de aquellos manjares, tenía mucha hambre y ya casi no podía esperar a darme un atracón de pan y salchicha. Chevalier tenía aún más prisa que yo en entrar en acción, menudo trabajo me costó evitar que se zambullera en una de las fuentes de salchichas, mientas una señora que me pareció demasiado flaca para trabajar en un puesto de comidas, atendía con rapidez nuestros pedidos.
- ¡Yo pago! ¡Yo pago! – grité con entusiasmo, adelantándome a Stella, mientras sacaba el pañuelo en que había envuelto las monedas.
Sentí mucha alegría cuando conté las monedas para pagar la comida y vi que incluso sobraban algunas ¡Era la primera vez que comparaba algo con mi propio dinero! De repente me sentía muy grande e importante.
- Mira, sentémonos allí – dije, dirigiéndome a la única mesa vacía, con Chevalier encaramado en mi hombro y un plato de salchichas en cada mano.
Cuando llegamos al lugar puse ambos platos sobre la mesa, acomodé al gatito frente a uno de ellos y, luego de colgar el zurrón en el que llevaba los aros y balones con que hacía mi acto en el respaldo de una silla, me instalé frente al otro dispuesta a iniciar el ataque.
- ¡Esto tiene muy buena pinta! – exclamé con deleite.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
-"No te preocupes Fritz no se ofendió, de hecho creo que les has picado un poco la vanidad ja ja"
Rio con suavidad como lo hace una quinceañera, mientras veía como Songèrie corría hasta donde se encontraba la dependienta y regresaba con dos platones humeantes. En ningún momento la perdió de vista, no por desconfianza sino porque era su responsabilidad el que se encontrara bien y a salvo. Nunca se había distinguido por estar poniendo atención a todo lo que la rodeaba (hasta eso Stella no se había metido en demasiados problemas) pero ahora analizaba todo: el señor que se encontraba delante de la niña pidiendo ración extra del puré, los niños que se encontraban planeando alguna travesura en la esquina cerca del puesto de unas piezas de barro como las que usaba Mimi cuando necesitaba preparar alguna sopa (aunque pócima sería una mejor definición).
Nos sentamos en la mesa, y no iba a negar que aunque había tenido la oportunidad de tomar algo en el desayuno el olor de la carne lograba que se decidiera a coemr, eso y que Songèrie estaba muy emocionada de haber pagado ella la comida.
-"La verdad es que si se ve bastante bien..."
Sonrió, simplemente estaba disfrutando la paz que curiosamente se sentía en el mercado, si había mucho movimiento de personas pero todo se veía tan ordenado, que ni siquiera se inmutaba del ruido. EL constante ir y venir del circo, hacía que todo fuera un caos; todos tenían una función pero entre animales, aparatos y personas (curiosos y los integrantes de siempre) no había una mudanza en la que no hubiera algo que fuera totalmente disparatado. Sin poder evitarlo suspiró y sintió una opresión en el pecho como de melancolía, aunque agitando suavemente la cabeza decidió que no era el momento, nunca frente a Songèrie.
-"Ya que tu compraste la comida yo compraré el postre pero solo si comes bien eh?"
Sí, ahora tenía que ser más una hermana mayor que cualquier otra cosa.
Rio con suavidad como lo hace una quinceañera, mientras veía como Songèrie corría hasta donde se encontraba la dependienta y regresaba con dos platones humeantes. En ningún momento la perdió de vista, no por desconfianza sino porque era su responsabilidad el que se encontrara bien y a salvo. Nunca se había distinguido por estar poniendo atención a todo lo que la rodeaba (hasta eso Stella no se había metido en demasiados problemas) pero ahora analizaba todo: el señor que se encontraba delante de la niña pidiendo ración extra del puré, los niños que se encontraban planeando alguna travesura en la esquina cerca del puesto de unas piezas de barro como las que usaba Mimi cuando necesitaba preparar alguna sopa (aunque pócima sería una mejor definición).
Nos sentamos en la mesa, y no iba a negar que aunque había tenido la oportunidad de tomar algo en el desayuno el olor de la carne lograba que se decidiera a coemr, eso y que Songèrie estaba muy emocionada de haber pagado ella la comida.
-"La verdad es que si se ve bastante bien..."
Sonrió, simplemente estaba disfrutando la paz que curiosamente se sentía en el mercado, si había mucho movimiento de personas pero todo se veía tan ordenado, que ni siquiera se inmutaba del ruido. EL constante ir y venir del circo, hacía que todo fuera un caos; todos tenían una función pero entre animales, aparatos y personas (curiosos y los integrantes de siempre) no había una mudanza en la que no hubiera algo que fuera totalmente disparatado. Sin poder evitarlo suspiró y sintió una opresión en el pecho como de melancolía, aunque agitando suavemente la cabeza decidió que no era el momento, nunca frente a Songèrie.
-"Ya que tu compraste la comida yo compraré el postre pero solo si comes bien eh?"
Sí, ahora tenía que ser más una hermana mayor que cualquier otra cosa.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
Tenía la boca llena de salchicha cuando Stella dijo lo de comer bien y no pude contestarle de inmediato, así que sólo la miré con el ceño fruncido mientras terminaba de tragar.
- Estás hablando igual que mamá – reclamé.
Yo tenía muy buen apetito – la mayor parte del tiempo – y comía – casi - de todo, pero mamá siempre me encargaba que me lo comiera todo y me decía que no tendría postre si no lo hacía. No me hacía mucha gracia que Stella empezara a portarse como mi madre… aunque hubiera dado lo que fuera para que fuera ésta en persona la que estuviera haciéndome encargos.
Una sensación de pena me subió del pecho a la garganta, y de ahí a los ojos. Incliné la cabeza mientras me llevaba otro trozo de salchicha a la boca, para ocultar las lágrimas que empezaban a correr por mis mejillas. No quería que ni Stella ni Fritz pensaran que era una nenita llorona.
La vida es muy rara. Son tantas las cosas que a una le molestan de la gente que la rodea, que la hacen enojar y llegar a querer que desaparezcan (aunque luego se arrepienta de eso) y finalmente, cuando eso que uno deseó, sucede, uno echa de menos incluso esas cosas que le causaban rabia… quería a mi mamá diciéndome que me comiera todo, a Marc opinando que era demasiado joven para entender, al Bebé tratando de tirarme el cabello cuando me acercaba…
Chevalier maúllo a mi lado, tapando un sollozo que se me había escapado. Lo tomé en mis brazos y oculté mi cara en su pelaje un rato, para secar mis lágrimas.
- Mira, parece que Chevy también quiere postre. ¿Qué crees que haya?
- Estás hablando igual que mamá – reclamé.
Yo tenía muy buen apetito – la mayor parte del tiempo – y comía – casi - de todo, pero mamá siempre me encargaba que me lo comiera todo y me decía que no tendría postre si no lo hacía. No me hacía mucha gracia que Stella empezara a portarse como mi madre… aunque hubiera dado lo que fuera para que fuera ésta en persona la que estuviera haciéndome encargos.
Una sensación de pena me subió del pecho a la garganta, y de ahí a los ojos. Incliné la cabeza mientras me llevaba otro trozo de salchicha a la boca, para ocultar las lágrimas que empezaban a correr por mis mejillas. No quería que ni Stella ni Fritz pensaran que era una nenita llorona.
La vida es muy rara. Son tantas las cosas que a una le molestan de la gente que la rodea, que la hacen enojar y llegar a querer que desaparezcan (aunque luego se arrepienta de eso) y finalmente, cuando eso que uno deseó, sucede, uno echa de menos incluso esas cosas que le causaban rabia… quería a mi mamá diciéndome que me comiera todo, a Marc opinando que era demasiado joven para entender, al Bebé tratando de tirarme el cabello cuando me acercaba…
Chevalier maúllo a mi lado, tapando un sollozo que se me había escapado. Lo tomé en mis brazos y oculté mi cara en su pelaje un rato, para secar mis lágrimas.
- Mira, parece que Chevy también quiere postre. ¿Qué crees que haya?
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
Stella sonrió levemente, la verdad es que no deseaba que Songèrie se sintiera mal ni mucho menos, pero en estos momentos ella era ya mi responsabilidad y al menos tenía que intentar aparentar que podía con el mega paquete.
-"Lo sé, ahora si creo que te tocará aguantarme como una hermana mayor... "
Trató de hablar con un tono alegre aunque la verdad no sabía si la relación que tenía con la pequeña debía (y soportaría) tener un cambio tan grande, siempre habían sido más complices que otra cosa por lo que entendía la poca felicidad que le estaba causando y, quizá sin quererlo la lastimó al hacerla recordar a toda la familia que se había quedado en el circo.
-"Trataré de no sonar como tu mamá, aunque si tienes que comerte todo ehh? No quiero que luego me regañen que te tengo toda mal nutrida...imagínate lo que me harían!! Si aquella vez que le escondimos a Paul su cepillo nos dejaron colgadas del trapecio más alto recuerdas?"
Trató de cambiar el tema mientras se llevaba un bocado a la boca, el sabor era fuerte pero agradable, y por lo que calculaba no era demasiado caro y estaba bien servido así que si daban excelentes presentaciones posiblemente conseguirían alimentarse sin problemas.
-"Alcancé a ver un pastel de chocolate que se veía irrealmente delicioso"
Si había cambiado el tema pero no soportaba ver la tristeza que se reflejaba en los ojos de la pequeña, y menos sabiendo que fue por su culpa, quería pedirle disculpas pero no sabía como no era como si se le hubiera salido de control una pelota y le hubiera pegado en la cabeza, era algo mucho más profundo y que no sabía como tratar; eso era algo de lo que no habia manuales y Stella no se caracterizaba por ser muy hábil.
-"Lo sé, ahora si creo que te tocará aguantarme como una hermana mayor... "
Trató de hablar con un tono alegre aunque la verdad no sabía si la relación que tenía con la pequeña debía (y soportaría) tener un cambio tan grande, siempre habían sido más complices que otra cosa por lo que entendía la poca felicidad que le estaba causando y, quizá sin quererlo la lastimó al hacerla recordar a toda la familia que se había quedado en el circo.
-"Trataré de no sonar como tu mamá, aunque si tienes que comerte todo ehh? No quiero que luego me regañen que te tengo toda mal nutrida...imagínate lo que me harían!! Si aquella vez que le escondimos a Paul su cepillo nos dejaron colgadas del trapecio más alto recuerdas?"
Trató de cambiar el tema mientras se llevaba un bocado a la boca, el sabor era fuerte pero agradable, y por lo que calculaba no era demasiado caro y estaba bien servido así que si daban excelentes presentaciones posiblemente conseguirían alimentarse sin problemas.
-"Alcancé a ver un pastel de chocolate que se veía irrealmente delicioso"
Si había cambiado el tema pero no soportaba ver la tristeza que se reflejaba en los ojos de la pequeña, y menos sabiendo que fue por su culpa, quería pedirle disculpas pero no sabía como no era como si se le hubiera salido de control una pelota y le hubiera pegado en la cabeza, era algo mucho más profundo y que no sabía como tratar; eso era algo de lo que no habia manuales y Stella no se caracterizaba por ser muy hábil.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
Hice un gesto afirmativo con la cabeza, sin decir nada. Claro que recordaba lo de Pauli, fue divertido esconder el cepillo, pero no estar colgadas como sacos del trapecio… A saber lo que nos hubieran hecho si hubiéramos alcanzado a afeitar a la mujer barbuda…
Stella había sido una gran compañera de travesuras y era raro tenerla ahora en plan de hermana mayor, esperaba que no le durara mucho. Claro que no querían que la reprendieran por mi culpa, pero yo ya era mayor y no necesitaba que me estuvieran diciendo todo el tiempo cuando tenía que comer, cuando tenía que dormir, cuando tenía que asearme, como si fuera un bebé…
- ¡Chocolate! Eso está muy bien, Chevy y yo iremos por él.
Me paré antes de que ella pudiera decir nada. Quería alejarme un poco mientras se me pasaba la pena, me daba vergüenza que me viera así y no quería que se preocupara, aunque se portara como hermana mayor seguía siendo muy buena.
Con Chevalier en brazos, había mucha gente circulando por ahí y me daba miedo que lo pisaran y o se perdiera, volví al mostrador del puesto y elegí unos apetitosos trozos de pastel de chocolate. Hasta pensé en pedir uno para el señor Fritz, pero me acordé de que los fantasmas no comen. ¿Seguiría él por ahí? No había vuelto a verlo en mi cabeza. Pensando en preguntarle a Stella sobre él, regresé a nuestra mesa con una bandeja con trozos de pastel en una mano y Chevy bajo el otro brazo. Apenas si lograba sujetar al gatito, que hacía todo lo posible por hacerse con un trozo de pastel.
Logré llegar con los trozos de pastel intactos a nuestra mesa y apenas había alcanzado a sentarme y estaba intentando acomodar al gato cuando un fuerte golpe me hizo caer con silla y todo. Sentada en el suelo, algo aturdida por el golpe y la sorpresa, alcancé a ver que alguien se alejaba velozmente con el zurrón que contenía todas mis pertenencias.
Stella había sido una gran compañera de travesuras y era raro tenerla ahora en plan de hermana mayor, esperaba que no le durara mucho. Claro que no querían que la reprendieran por mi culpa, pero yo ya era mayor y no necesitaba que me estuvieran diciendo todo el tiempo cuando tenía que comer, cuando tenía que dormir, cuando tenía que asearme, como si fuera un bebé…
- ¡Chocolate! Eso está muy bien, Chevy y yo iremos por él.
Me paré antes de que ella pudiera decir nada. Quería alejarme un poco mientras se me pasaba la pena, me daba vergüenza que me viera así y no quería que se preocupara, aunque se portara como hermana mayor seguía siendo muy buena.
Con Chevalier en brazos, había mucha gente circulando por ahí y me daba miedo que lo pisaran y o se perdiera, volví al mostrador del puesto y elegí unos apetitosos trozos de pastel de chocolate. Hasta pensé en pedir uno para el señor Fritz, pero me acordé de que los fantasmas no comen. ¿Seguiría él por ahí? No había vuelto a verlo en mi cabeza. Pensando en preguntarle a Stella sobre él, regresé a nuestra mesa con una bandeja con trozos de pastel en una mano y Chevy bajo el otro brazo. Apenas si lograba sujetar al gatito, que hacía todo lo posible por hacerse con un trozo de pastel.
Logré llegar con los trozos de pastel intactos a nuestra mesa y apenas había alcanzado a sentarme y estaba intentando acomodar al gato cuando un fuerte golpe me hizo caer con silla y todo. Sentada en el suelo, algo aturdida por el golpe y la sorpresa, alcancé a ver que alguien se alejaba velozmente con el zurrón que contenía todas mis pertenencias.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
Al menos las dos estábamos conscientes que las cosas no serían tan fáciles como cuando estábamos en la zona de comfort que el circo les proporcionaba. Y solamente en situaciones como en las que se encontraban actualmente podían ver que tan fuertes eran los lazos que las unían.
-"Ok con cuidado!"
alcanzó a decir mientras veía desaparecer a Songèrie camino al mostrador, terminó de comer y se acomodó el cabello, para después recargarse en el dorso de la mano esperando a que regresara. Lo que sucedió fue demasiado rápido, la niña apareció y cuando se estaba preparando para probar el delicioso pastel (que de cerca se veía aún más esponjoso) cuando Songèrie desapareció en dirección al piso y una sombra se alejaba corriendo con un bulto en las manos...
-"Hey, ¡¡ten cuidado con las personas!!"
Se puso de pie para ayudar a la niña a levantarse cuando notó que hacía falta la pequeña bolsa donde había puesto Songèrie todas las cosas que tenía¡Q ahora.
-"¡Qué cinismo!"
Stella estaba aún agotada del viaje pero no iba a permitir que un maleante se aprovechara de lo que con tanto trabajo había conseguido Songèrie.
-"Oh no te irás a ningún lado.."
Concentrándose en las sillas y algunos mostradores que aún estaban vacíos empezó a colocarlos en el camino del ladronzuelo.
-"Fritz, ¿puede seguirlo por favor?"
Al menos con ello se aseguraba que si no lograba detenerlo sabrían hacía donde se dirige.
-"Ok con cuidado!"
alcanzó a decir mientras veía desaparecer a Songèrie camino al mostrador, terminó de comer y se acomodó el cabello, para después recargarse en el dorso de la mano esperando a que regresara. Lo que sucedió fue demasiado rápido, la niña apareció y cuando se estaba preparando para probar el delicioso pastel (que de cerca se veía aún más esponjoso) cuando Songèrie desapareció en dirección al piso y una sombra se alejaba corriendo con un bulto en las manos...
-"Hey, ¡¡ten cuidado con las personas!!"
Se puso de pie para ayudar a la niña a levantarse cuando notó que hacía falta la pequeña bolsa donde había puesto Songèrie todas las cosas que tenía¡Q ahora.
-"¡Qué cinismo!"
Stella estaba aún agotada del viaje pero no iba a permitir que un maleante se aprovechara de lo que con tanto trabajo había conseguido Songèrie.
-"Oh no te irás a ningún lado.."
Concentrándose en las sillas y algunos mostradores que aún estaban vacíos empezó a colocarlos en el camino del ladronzuelo.
-"Fritz, ¿puede seguirlo por favor?"
Al menos con ello se aseguraba que si no lograba detenerlo sabrían hacía donde se dirige.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
Durante un buen rato, no atiné a nada más que a quedarme sentada en el suelo, mirando boquiabierta como el ladrón se escapaba. El golpe no había sido tan fuerte como grande la sorpresa que experimentaba. Nunca antes me habían asaltado – una vez Tina, la hija de uno de los trapecistas, me había birlado una muñeca, pero esto era diferente – y no terminaba de creer que algo así me estuviera pasando. ¡Malhaya mi suerte!, me estaban robando todo lo que tenía y seguía allí sentada como una boba, mientras Chevy aprovechaba la confusión para hacerse con el pastel, el muy marrullero.
Sólo cuando las sillas y los mostradores empezaron a estorbar el paso del ratero conseguí reaccionar. La Divina Ángeluz había entrado en acción y yo tenía que hacer algo para ayudarla, al fin y al cabo eran mis cosas las que se estaban llevando y no podía quedarme sin hacer nada, como si fuera una nenita.
La primera vez que había creado una ilusión grande había sido en aquel callejón. Si aquella vez había resultado, ¿por qué ahora no iba a hacerlo? Lo primero que pensé fue en hacer aparecer un perro bravo que lo persiguiera y lo mordiera pero, entonces la imagen de una muralla apareció en mi cabeza. Claro, el perro bravo lo haría huir más, pero la muralla lo detendría, era una buena idea.
Todavía sentada en el piso, me concentré tanto como pude y me imaginé un muro de piedra apareciendo frente al ladrón que huía, tardé un poco pero al fin lo conseguí. El caco, que a duras penas había conseguido eludir los muebles que aparecían a su paso, se tambaleó al frenar bruscamente para no chocar con la pared recién aparecida.
Sólo cuando las sillas y los mostradores empezaron a estorbar el paso del ratero conseguí reaccionar. La Divina Ángeluz había entrado en acción y yo tenía que hacer algo para ayudarla, al fin y al cabo eran mis cosas las que se estaban llevando y no podía quedarme sin hacer nada, como si fuera una nenita.
La primera vez que había creado una ilusión grande había sido en aquel callejón. Si aquella vez había resultado, ¿por qué ahora no iba a hacerlo? Lo primero que pensé fue en hacer aparecer un perro bravo que lo persiguiera y lo mordiera pero, entonces la imagen de una muralla apareció en mi cabeza. Claro, el perro bravo lo haría huir más, pero la muralla lo detendría, era una buena idea.
Todavía sentada en el piso, me concentré tanto como pude y me imaginé un muro de piedra apareciendo frente al ladrón que huía, tardé un poco pero al fin lo conseguí. El caco, que a duras penas había conseguido eludir los muebles que aparecían a su paso, se tambaleó al frenar bruscamente para no chocar con la pared recién aparecida.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: A buscarse la vida mandan
Aprovechando la distracción que había ocasionado la muralla, si en definitiva tendría que hablar con su maestro para saber como ayudar a Songèrie para esas habilidades que estaba demostrando; Stella con cuidado pero rapidez se concentró para que el morral que contenía todas las cosas empezara a dirigirse hacia donde estaban ellas.
-"Deja que llegues y entonces sí..."
Repitió la maga mientras se esforzaba en mantener todo en control, aunque suponía que el ladrón soltaría el bolso en el momento en el que empezara a ver que se movía por sí solo, trató de irse acercando para al menos poder darle uno o dos golpes con su bastón.
Fritz se le había pegado al ladrón como su sombra por lo que aún si huía, podría encontrarlo y darle un uen escarmiento, robarle a una chiquilla por amor de Dios! Si el acto ya estaba mal aplicárselo a una persona que no podía defenderse y que era la inocencia encarnada...Stella estaba muy molesta, y eso ocasionó que las miradas de miedo y admiración que estaba provocando en los espectadores se le resbalaran. Por supuesto que los chismes no se harían esperar y seguramente más de uno le huiría por temor a que pudiera hacerle daño; suspiró por eso se sentía tan segura en el circo mal que bien quienes asistían sabían que podía haber cuerdas o mecanismos ocultos pero aquí, a mitad de una plaza....giró la cabeza para alejar los malos pensamientos, tenía que concentrarse por completo en el peso del ladrón que estaba arrastrando.
-"Deja que llegues y entonces sí..."
Repitió la maga mientras se esforzaba en mantener todo en control, aunque suponía que el ladrón soltaría el bolso en el momento en el que empezara a ver que se movía por sí solo, trató de irse acercando para al menos poder darle uno o dos golpes con su bastón.
Fritz se le había pegado al ladrón como su sombra por lo que aún si huía, podría encontrarlo y darle un uen escarmiento, robarle a una chiquilla por amor de Dios! Si el acto ya estaba mal aplicárselo a una persona que no podía defenderse y que era la inocencia encarnada...Stella estaba muy molesta, y eso ocasionó que las miradas de miedo y admiración que estaba provocando en los espectadores se le resbalaran. Por supuesto que los chismes no se harían esperar y seguramente más de uno le huiría por temor a que pudiera hacerle daño; suspiró por eso se sentía tan segura en el circo mal que bien quienes asistían sabían que podía haber cuerdas o mecanismos ocultos pero aquí, a mitad de una plaza....giró la cabeza para alejar los malos pensamientos, tenía que concentrarse por completo en el peso del ladrón que estaba arrastrando.
Stella- Cantidad de envíos : 20
Re: A buscarse la vida mandan
Sin moverme traté de mantenerme concentrada en la muralla que había hecho aparecer, pero la cantidad de gente que se había agrupado a nuestro alrededor, toda gritando y gesticulando ante las cosas tan sorprendentes que estaban pasando – después de todo no todos los días las sillas y las mesas se movían por voluntad propia, una pared aparecía de la nada y una persona era arrastrada por una especie de cuerda invisible – hizo que me distrajera y la ilusión de pared se desvaneció.
El ladrón aprovechó la ocasión para huir. Soltando mi zurrón, se echó a correr justo cuando Stella llegabas hasta él, pero no corría solo; muchas personas corrieron detrás suyo, gritando “al ladrón” “al ladrón” y todos se fueron en la misma dirección de la que nosotras acabábamos de venir.
Estaba contenta porque finalmente no había perdido mis cosas, pero me sentí tan cansada de repente que hasta me dieron ganas de tenderme en el mismo lugar en que estaba y quedarme quietecita descansando, mirando las nubes, que casi no había, y las ramas de los árboles, pero todavía quedaba mucha gente por ahí y nos miraban a mi y a Stella y nos señalaban y cuchicheaban y terminé por asustarme.
Así que agarré a Chevalier, que se había zampado ya medio pastel, ojalá no le diera dolor de barriga por glotón, me puse de pie y miré a Stella.
- Marchémonos ya, ¿si?, no quiero estar más aquí
El ladrón aprovechó la ocasión para huir. Soltando mi zurrón, se echó a correr justo cuando Stella llegabas hasta él, pero no corría solo; muchas personas corrieron detrás suyo, gritando “al ladrón” “al ladrón” y todos se fueron en la misma dirección de la que nosotras acabábamos de venir.
Estaba contenta porque finalmente no había perdido mis cosas, pero me sentí tan cansada de repente que hasta me dieron ganas de tenderme en el mismo lugar en que estaba y quedarme quietecita descansando, mirando las nubes, que casi no había, y las ramas de los árboles, pero todavía quedaba mucha gente por ahí y nos miraban a mi y a Stella y nos señalaban y cuchicheaban y terminé por asustarme.
Así que agarré a Chevalier, que se había zampado ya medio pastel, ojalá no le diera dolor de barriga por glotón, me puse de pie y miré a Stella.
- Marchémonos ya, ¿si?, no quiero estar más aquí
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
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