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Esperando una nueva vida
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Esperando una nueva vida
Delin se acercó de nuevo a una ventana y se asomó discretamente por ella a través de las cortinas, como si temiera que alguien o algo estuviera acechando en las sombras a la espera de un descuido para invadir la pequeña casa donde se encontraban. Era noche cerrada y no había movimiento en el exterior, pero aun así se encontraba inquieto.
Tan solo hacía unas horas que habían llegado a aquella isla, después de largos meses de viajes y huidas en los que había arrastrado con él a la selkie embarazada. Sin proponérselo ni darse cuenta, había sido demasiado brusco, demasiado hosco y malhumorado durante todo el trayecto, pero era solo la causa de un sentimiento de culpabilidad por haber fallado a la resistencia, por haber tenido que arrastrar a la muchacha con él… una carga que añadir al bagaje de sus crímenes.
Miró de nuevo al interior de la pequeña cabaña. No tenía grandes lujos, ni era muy espaciosa, ni estaba muy ordenada… pero era lo mejor que había encontrado. Había oído rumores de un lugar llamado Jasperia, un reino compuesto de islas donde pensó que sería más fácil esconderse, tras informarse sobre las islas, consideró a Moramaile como la más adecuada: no era una capital, no era un lugar concurrido y, entre las gentes del campo (como parecía ser el caso), se suele pasar más desapercibido si se sabe cómo. Con las pocas monedas que aún le quedaban, compró aquella cabaña abandonada algo, apartada del resto y “con vistas al mar”. En caso de emergencia podían huir a través del agua.
De nuevo se asomó por la ventana observando el exterior. Con su torpeza, con haber permitido que aquel soldado huyera y les delatara se había granjeado no uno, si no dos enemigos, y no estaba seguro de cual sería más terrible. Por un lado el tirano y su ejército, peligroso, si, pero se había enfrentado mil veces a soldados, criaturas y magos sin tan siquiera pestañear. El problema estaba en que su “gremio” no admitía traidores, no admitía fracasos y enviaba a todos los rincones, agentes con la misión de “limpiar” el nombre de la escuela. Y, a pesar de lo bien que conocía los métodos, las técnicas y todo lo que empleaban, temía no estar a la altura, temía que sus redescubiertos sentimientos le hubieran hecho débil.
La pequeña cabaña solo tenía un pequeño salón (en el que se encontraba también la cocina), donde se encontraba Delin, una habitación, que había dejado a la selkie, y un pequeño cuarto al que llamaban “baño”.
Decididamente aquello no era lo mejor ni para la madre, ni para el futuro hijo. No podía condenarles a vivir siempre con temor, a una muerte casi segura si se quedaban a su lado. Había prometido protegerla mientras estuviera embarazada, pero se había jurado a sí mismo que, cuando aquella nueva vida naciera, les buscaría un hogar mejor y desaparecería de sus vidas. No quedaba mucho tiempo para eso y aquello en cierto modo, le entristecía, pero, sin comprender aquel sentimiento, solo le hacía sentir más malhumorado y huraño.
Se sentó en una silla algo vieja que aun quedaba entre el polvo de la casa atento a cualquier movimiento y sonido del exterior, mientras esperaba el nuevo amanecer, tenía mucho trabajo buscando un buen hogar y alguna ayuda para el parto.
Tan solo hacía unas horas que habían llegado a aquella isla, después de largos meses de viajes y huidas en los que había arrastrado con él a la selkie embarazada. Sin proponérselo ni darse cuenta, había sido demasiado brusco, demasiado hosco y malhumorado durante todo el trayecto, pero era solo la causa de un sentimiento de culpabilidad por haber fallado a la resistencia, por haber tenido que arrastrar a la muchacha con él… una carga que añadir al bagaje de sus crímenes.
Miró de nuevo al interior de la pequeña cabaña. No tenía grandes lujos, ni era muy espaciosa, ni estaba muy ordenada… pero era lo mejor que había encontrado. Había oído rumores de un lugar llamado Jasperia, un reino compuesto de islas donde pensó que sería más fácil esconderse, tras informarse sobre las islas, consideró a Moramaile como la más adecuada: no era una capital, no era un lugar concurrido y, entre las gentes del campo (como parecía ser el caso), se suele pasar más desapercibido si se sabe cómo. Con las pocas monedas que aún le quedaban, compró aquella cabaña abandonada algo, apartada del resto y “con vistas al mar”. En caso de emergencia podían huir a través del agua.
De nuevo se asomó por la ventana observando el exterior. Con su torpeza, con haber permitido que aquel soldado huyera y les delatara se había granjeado no uno, si no dos enemigos, y no estaba seguro de cual sería más terrible. Por un lado el tirano y su ejército, peligroso, si, pero se había enfrentado mil veces a soldados, criaturas y magos sin tan siquiera pestañear. El problema estaba en que su “gremio” no admitía traidores, no admitía fracasos y enviaba a todos los rincones, agentes con la misión de “limpiar” el nombre de la escuela. Y, a pesar de lo bien que conocía los métodos, las técnicas y todo lo que empleaban, temía no estar a la altura, temía que sus redescubiertos sentimientos le hubieran hecho débil.
La pequeña cabaña solo tenía un pequeño salón (en el que se encontraba también la cocina), donde se encontraba Delin, una habitación, que había dejado a la selkie, y un pequeño cuarto al que llamaban “baño”.
Decididamente aquello no era lo mejor ni para la madre, ni para el futuro hijo. No podía condenarles a vivir siempre con temor, a una muerte casi segura si se quedaban a su lado. Había prometido protegerla mientras estuviera embarazada, pero se había jurado a sí mismo que, cuando aquella nueva vida naciera, les buscaría un hogar mejor y desaparecería de sus vidas. No quedaba mucho tiempo para eso y aquello en cierto modo, le entristecía, pero, sin comprender aquel sentimiento, solo le hacía sentir más malhumorado y huraño.
Se sentó en una silla algo vieja que aun quedaba entre el polvo de la casa atento a cualquier movimiento y sonido del exterior, mientras esperaba el nuevo amanecer, tenía mucho trabajo buscando un buen hogar y alguna ayuda para el parto.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
A través de la ventana del cuarto era posible ver el mar y eso era lo que ella hacía en esos momentos. Ajena a los temores del capitán, la suya no era una observación discreta. Había abierto la ventana para oír mejor el sonido de las olas al romper en la cercana playa y para permitir que el aire marino llegara sin obstáculo a sus pulmones. Llevaba varios minutos así, desde que Delin la dejara instalada en el cuarto, absorta en el movimiento de las olas, el que alcanzaba a percibir con claridad.
La pequeña y sencilla cabaña en que se encontraban era más que suficiente para ella. No estaba acostumbrada al lujo y la ostentación ni los deseaba. Sólo deseaba un lugar cerca del mar donde pudieran estar tranquilos.
Sobre todo, un lugar donde él pudiera encontrar un poco de paz. El viaje había sido agobiante, no tanto por la distancia recorrida como por el continuo tormento en que había vivido Delin. Su brusquedad y malhumor no la habían lastimado tanto como el captar los sentimientos que daban origen a esas actitudes. La culpa, el sentimiento de fracaso, la constante inquietud por un posible peligro habían sido sus compañeros de viaje.
Y ella no había encontrado la forma de brindarle una brizna de consuelo, una migaja de tranquilidad. Porque precisamente ella era la principal causa de preocupación para el capitán. Ella y su bebé. Finalmente, se había convertido en la carga que nunca había querido ser. Delin hubiera estado mucho mejor sin ella pegada a él como una rémora.
Pero eso iba a cambiar. Iba a dejar de ser una carga para el capitán. En cuanto naciera su bebé iba a buscar un trabajo para ganar su sustento como lo había hecho en la posada. No pensaba en separarse de Delin, sólo quería lograr que él no tuviera que preocuparse hasta del más mínimo detalle.
Quería valerse por si misma, cuidar de su bebé y también cuidar del capitán, quien tantas veces le parecía un niño perdido en un mundo que no entendía, como él la había cuidado a ella. Y para empezar, apenas amaneciera, arreglaría aquella cabaña para que fuera un verdadero hogar en que ambos esperaran la pronta llegada del bebé. Sólo el cansancio del viaje le había impedido hacerle en cuanto habían llegado.
Pero eso sería más tarde... ahora... ahora... el movimiento de las olas y su canto la hechizaban... el mar la llamaba.... tenía que responder a ese llamado... tenía que ir a la orilla del mar.
Su rostro tenía una expresión ausente y sus ojos brillaban con fulgores de plata cuando entró al salón y se acercó a Delin.
- El mar me llama... tengo que ir a su lado - dijo en voz baja y clara, teñida con una nota de urgencia.
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta de salida.
La pequeña y sencilla cabaña en que se encontraban era más que suficiente para ella. No estaba acostumbrada al lujo y la ostentación ni los deseaba. Sólo deseaba un lugar cerca del mar donde pudieran estar tranquilos.
Sobre todo, un lugar donde él pudiera encontrar un poco de paz. El viaje había sido agobiante, no tanto por la distancia recorrida como por el continuo tormento en que había vivido Delin. Su brusquedad y malhumor no la habían lastimado tanto como el captar los sentimientos que daban origen a esas actitudes. La culpa, el sentimiento de fracaso, la constante inquietud por un posible peligro habían sido sus compañeros de viaje.
Y ella no había encontrado la forma de brindarle una brizna de consuelo, una migaja de tranquilidad. Porque precisamente ella era la principal causa de preocupación para el capitán. Ella y su bebé. Finalmente, se había convertido en la carga que nunca había querido ser. Delin hubiera estado mucho mejor sin ella pegada a él como una rémora.
Pero eso iba a cambiar. Iba a dejar de ser una carga para el capitán. En cuanto naciera su bebé iba a buscar un trabajo para ganar su sustento como lo había hecho en la posada. No pensaba en separarse de Delin, sólo quería lograr que él no tuviera que preocuparse hasta del más mínimo detalle.
Quería valerse por si misma, cuidar de su bebé y también cuidar del capitán, quien tantas veces le parecía un niño perdido en un mundo que no entendía, como él la había cuidado a ella. Y para empezar, apenas amaneciera, arreglaría aquella cabaña para que fuera un verdadero hogar en que ambos esperaran la pronta llegada del bebé. Sólo el cansancio del viaje le había impedido hacerle en cuanto habían llegado.
Pero eso sería más tarde... ahora... ahora... el movimiento de las olas y su canto la hechizaban... el mar la llamaba.... tenía que responder a ese llamado... tenía que ir a la orilla del mar.
Su rostro tenía una expresión ausente y sus ojos brillaban con fulgores de plata cuando entró al salón y se acercó a Delin.
- El mar me llama... tengo que ir a su lado - dijo en voz baja y clara, teñida con una nota de urgencia.
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta de salida.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Delin observó como la mujer salía del cuarto y, sin apenas detenerse mientras pronunciaba unas palabras, se encaminaba a la puerta. Como movido por un resorte invisible, se levantó de la silla inmediatamente después de que la última palabra saliera de la boca de Muireall y se interpuso en el camino de esta hacia la salida.
- ¿¡Estás loca!? No sabes que peligros podría haber ahí fuera. Es peligroso para ti y para el bebe, no puedes salir, incluso te puedes ahogar nadando a estas horas en un lugar desconocido.
¿Y por qué la había gritado? ¿Qué había hecho que saltara de aquella manera? Por unos instantes había perdido la poca calma que le quedaba y había arruinado su fachada de “hombre sin sentimientos”, para dar paso a un gesto de alarma, enfado y preocupación. Duró poco, solo el tiempo que tardó en pronunciar aquellas palabras, después, volvió su inexpresivo rostro y la calma. Lo que nunca llegó, fue una disculpa por sus modales.
Agarró suavemente por los hombros a la selkie para hacer que desistiera de su intento y guiarla de nuevo al interior de su habitación, no se sentía bien habiéndola gritado, y no comprendía esa tremenda obsesión por la muchacha de permanecer cerca del agua en general y del mar en particular, asique de nuevo las dudas lo asaltaron, pero esta vez, alterado y cansado como estaba, después de meses sin conseguir pegar ojo, su voz le traicionó haciendo una pregunta que rondaba su mente.
- ¿Por qué?- Su voz apenas fue un susurro y enseguida trato de apagarlo con otras palabras – Tienes que descansar, es tarde
- ¿¡Estás loca!? No sabes que peligros podría haber ahí fuera. Es peligroso para ti y para el bebe, no puedes salir, incluso te puedes ahogar nadando a estas horas en un lugar desconocido.
¿Y por qué la había gritado? ¿Qué había hecho que saltara de aquella manera? Por unos instantes había perdido la poca calma que le quedaba y había arruinado su fachada de “hombre sin sentimientos”, para dar paso a un gesto de alarma, enfado y preocupación. Duró poco, solo el tiempo que tardó en pronunciar aquellas palabras, después, volvió su inexpresivo rostro y la calma. Lo que nunca llegó, fue una disculpa por sus modales.
Agarró suavemente por los hombros a la selkie para hacer que desistiera de su intento y guiarla de nuevo al interior de su habitación, no se sentía bien habiéndola gritado, y no comprendía esa tremenda obsesión por la muchacha de permanecer cerca del agua en general y del mar en particular, asique de nuevo las dudas lo asaltaron, pero esta vez, alterado y cansado como estaba, después de meses sin conseguir pegar ojo, su voz le traicionó haciendo una pregunta que rondaba su mente.
- ¿Por qué?- Su voz apenas fue un susurro y enseguida trato de apagarlo con otras palabras – Tienes que descansar, es tarde
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Por un momento, el cuerpo que se interponía en su camino fue un escollo y las manos que sujetaban sus hombros, anclas. Escollo y anclas que le impedían nadar libremente siguiendo la corriente hasta alcanzar su objetivo, la orilla del mar. Empezaba a debatirse, como tantas veces lo hiciera en alta mar cuando algo estorbaba su camino o trataba de sacarla de él, cuando un susurro logró lo que no pudieron los gritos.
¿Por qué?
Esta simple pregunta, hecha en voz casi inaudible, como si fuera un secreto que se debiese ocultar, tuvo el poder de interrumpir el trance en que se encontraba.
Miró al capitán parpadeando, como si despertara de un sueño, aunque la llamada del mar seguía resonando en sus oídos y doliendo en su corazón. Él era Delin, su amigo, su protector, no su enemigo. Él no sabía...
Él no sabía porque nunca había preguntado nada y ella nunca había sentido la necesidad de contarlo. ¿Para qué? ¿Es necesario contar que eres humano, elfo, selkie o lo que sea si la persona que está contigo te acepta tal como eres, sin interrogantes de ningún tipo? No había querido cargar al capitán con el relato de sus dolores y no había imaginado que, en medio de sus preocupaciones, él pudiera sentir dudas o curiosidad por ella.
Porque él nunca había preguntado nada... hasta ahora.
Y ella quería contestar... pero no tenía tiempo, no ahora. El mar la reclamaba con insistencia junto así.
Miró a Delin con ojos en lo que se mezclaban, a partes iguales, la comprensión y la angustia mientras separaba de sus hombros aquellas manos que la sujetaban, sin soltarlas.
- Debo ir junto al mar, Delin - su dulce voz sonaba imperiosa - Ven conmigo, ven. Junto al mar te contaré por qué.
Lo tuteaba por primera vez mientras jalaba de sus manos, suave e insistentemente, hacia la puerta.
¿Por qué?
Esta simple pregunta, hecha en voz casi inaudible, como si fuera un secreto que se debiese ocultar, tuvo el poder de interrumpir el trance en que se encontraba.
Miró al capitán parpadeando, como si despertara de un sueño, aunque la llamada del mar seguía resonando en sus oídos y doliendo en su corazón. Él era Delin, su amigo, su protector, no su enemigo. Él no sabía...
Él no sabía porque nunca había preguntado nada y ella nunca había sentido la necesidad de contarlo. ¿Para qué? ¿Es necesario contar que eres humano, elfo, selkie o lo que sea si la persona que está contigo te acepta tal como eres, sin interrogantes de ningún tipo? No había querido cargar al capitán con el relato de sus dolores y no había imaginado que, en medio de sus preocupaciones, él pudiera sentir dudas o curiosidad por ella.
Porque él nunca había preguntado nada... hasta ahora.
Y ella quería contestar... pero no tenía tiempo, no ahora. El mar la reclamaba con insistencia junto así.
Miró a Delin con ojos en lo que se mezclaban, a partes iguales, la comprensión y la angustia mientras separaba de sus hombros aquellas manos que la sujetaban, sin soltarlas.
- Debo ir junto al mar, Delin - su dulce voz sonaba imperiosa - Ven conmigo, ven. Junto al mar te contaré por qué.
Lo tuteaba por primera vez mientras jalaba de sus manos, suave e insistentemente, hacia la puerta.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Ni siquiera se dio cuenta de que ella lo había tuteado, ni de que ella le tironeaba con suavidad en dirección a la puerta. Lo único que pasaba por su mente era el peligro: peligro por si alguien les había seguido, peligro por si le habían encontrado, peligro por si ella se ahogaba, peligro por si su bebe recibía algún daño en el mar traicionero y frío.
- Pondrás en peligro la vida de tu hijo si te bañas ahora a oscuras y en el frío.
Lo creía realmente y esa convicción que te da el conocimiento le hizo recuperar su fría calma. No iba a dejarse hechizar por aquellos ojos (aunque realmente le costó apartar la mirada más de lo que hubiera creído posible). Soltó sus manos de entre las de ellas y la cogió en brazos encaminándose de nuevo a su habitación.
- Mañana buscaremos un sitio seguro donde puedas bañarte, ahora tienes que proteger al bebe y descansar
Su voz le sonaba rara, rara por la suavidad con que eran pronunciadas, rara porque estaba dando explicaciones, porque estaba tratando de ser… ¿cómo? ¿Educado? ¿Convincente? ¿Tranquilo? Ni siquiera él lo entendía, de hecho nunca lo hacía, vivía en un mar de dudas, remordimientos, dolor y confusión. Y lo único que tenía totalmente claro en su mente es que aquella noche NO saldrían de la cabaña y NO se expondrían al peligro.
- Pondrás en peligro la vida de tu hijo si te bañas ahora a oscuras y en el frío.
Lo creía realmente y esa convicción que te da el conocimiento le hizo recuperar su fría calma. No iba a dejarse hechizar por aquellos ojos (aunque realmente le costó apartar la mirada más de lo que hubiera creído posible). Soltó sus manos de entre las de ellas y la cogió en brazos encaminándose de nuevo a su habitación.
- Mañana buscaremos un sitio seguro donde puedas bañarte, ahora tienes que proteger al bebe y descansar
Su voz le sonaba rara, rara por la suavidad con que eran pronunciadas, rara porque estaba dando explicaciones, porque estaba tratando de ser… ¿cómo? ¿Educado? ¿Convincente? ¿Tranquilo? Ni siquiera él lo entendía, de hecho nunca lo hacía, vivía en un mar de dudas, remordimientos, dolor y confusión. Y lo único que tenía totalmente claro en su mente es que aquella noche NO saldrían de la cabaña y NO se expondrían al peligro.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Cuando Delin la tomó entre sus brazos se sintió como un animal atrapado y como tal, al comienzo, se debatió para intentar liberarse aunque siendo él más fuerte que ella y estando tan decidido a no dejarla salir, no tenía posibilidad de victoria.
Luego.... la inusitada suavidad de su voz la desarmó. ¡Le estaba dando explicaciones, tratando de convencerla! No sólo no podía pelear contra ese hombre rudo y atormentado, cuyo corazón sabía bondadoso... además, no quería hacerlo.
Pero... ¿cómo hacerle entender que su obsesión por ir junto al mar no era un simple capricho? ¿Cómo explicarle que lo que deseaba, lo que necesitaba, no era un baño de mar cualquiera sino un momento de comunión con su hogar perdido? ¿Qué moría un poco cada minuto que pasaba lejos del océano y que precisaba ese contacto para seguir viviendo un poco más?
No sabía si tendría las palabras para explicarlo ni si el capitán sería capaz realmente de escucharla, obsesionado como estaba por el peligro que los amenazaba. Y mientras, la cargaba hacia la habitación, alejándola de la puerta, alejándola del mar, encerrándola por su propio bien según él creía.
Inerme, incapaz de cumplir su anhelo, su desolación se virtió en lágrimas. Dejando de lado el conato de lucha, su cabeza cayó sobre el pecho del capitán mientras su cuerpo se estremecía en silenciosos, amargos, sollozos.
Luego.... la inusitada suavidad de su voz la desarmó. ¡Le estaba dando explicaciones, tratando de convencerla! No sólo no podía pelear contra ese hombre rudo y atormentado, cuyo corazón sabía bondadoso... además, no quería hacerlo.
Pero... ¿cómo hacerle entender que su obsesión por ir junto al mar no era un simple capricho? ¿Cómo explicarle que lo que deseaba, lo que necesitaba, no era un baño de mar cualquiera sino un momento de comunión con su hogar perdido? ¿Qué moría un poco cada minuto que pasaba lejos del océano y que precisaba ese contacto para seguir viviendo un poco más?
No sabía si tendría las palabras para explicarlo ni si el capitán sería capaz realmente de escucharla, obsesionado como estaba por el peligro que los amenazaba. Y mientras, la cargaba hacia la habitación, alejándola de la puerta, alejándola del mar, encerrándola por su propio bien según él creía.
Inerme, incapaz de cumplir su anhelo, su desolación se virtió en lágrimas. Dejando de lado el conato de lucha, su cabeza cayó sobre el pecho del capitán mientras su cuerpo se estremecía en silenciosos, amargos, sollozos.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Delin la agarró con firmeza mientras se debatía, no era posible que salieran a esas horas en un lugar totalmente desconocido y con muchos posibles peligros acechando, pero ella no parecía entenderlo. Era raro puesto que normalmente la selkie era bastante razonable en esos temas, sin embargo no se paró mucho a pensarlo.
Cuando por fin dejó de intentar liberarse y empezó a sollozar sobre su pecho Delin se paró en seco ¿La había hecho daño? ¿Había dicho algo malo? ¿Por qué lloraba de aquella manera? Se sintió de nuevo culpable y las voces de sus víctimas aprovecharon aquel momento de debilidad para hacer acto de presencia, gritando con fuerza y furia en su cabeza.
Aturdido, confundido y apesadumbrado la depositó de nuevo en el suelo con toda la suavidad de que fue capaz y, dándole la espalda, se sentó de nuevo en la desvencijada silla. Tal vez, de no haber estado tan confuso y mentalmente incapacitado por los gritos de sus víctimas que era incapaz de acallar y que le quitaban un poco más de su cordura, hubiera pedido perdón a Muireall.
Las voces de cientos y cientos de personas se alzaban por encima de cualquier otro sonido, sabía que era imposible, que, a menos que se utilizara la magia, esas voces ya no podían existir y sin embargo, allí estaban, tan vivas y amenazadoras para él como si las tuviera delante, atormentándolo un poco mas cada vez, acrecentado sus culpas, haciéndole perder la cordura… y por mucho que tratara de taparse los oídos sabía que no funcionaba, asique se quedó quieto en su silla tratando de concentrarse en algo distinto.
Cuando por fin dejó de intentar liberarse y empezó a sollozar sobre su pecho Delin se paró en seco ¿La había hecho daño? ¿Había dicho algo malo? ¿Por qué lloraba de aquella manera? Se sintió de nuevo culpable y las voces de sus víctimas aprovecharon aquel momento de debilidad para hacer acto de presencia, gritando con fuerza y furia en su cabeza.
Aturdido, confundido y apesadumbrado la depositó de nuevo en el suelo con toda la suavidad de que fue capaz y, dándole la espalda, se sentó de nuevo en la desvencijada silla. Tal vez, de no haber estado tan confuso y mentalmente incapacitado por los gritos de sus víctimas que era incapaz de acallar y que le quitaban un poco más de su cordura, hubiera pedido perdón a Muireall.
Las voces de cientos y cientos de personas se alzaban por encima de cualquier otro sonido, sabía que era imposible, que, a menos que se utilizara la magia, esas voces ya no podían existir y sin embargo, allí estaban, tan vivas y amenazadoras para él como si las tuviera delante, atormentándolo un poco mas cada vez, acrecentado sus culpas, haciéndole perder la cordura… y por mucho que tratara de taparse los oídos sabía que no funcionaba, asique se quedó quieto en su silla tratando de concentrarse en algo distinto.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
De haber tenido con ella su piel de foca y de no haber estado embarazada, hubiera corrido de regreso al mar apenas superada la sorpresa que le causó que él la pusiera de nuevo en el suelo. Hubiera corrido sin mirar atrás para nunca regresar.
Pero no tenía su piel y estaba embarazada. No importaba cuantas veces corriera, siempre tendría que regresar y enfrentar aquello que había dejado a sus espaldas.
Por eso y porque la culpa, la confusión y el pesar que emanaban del aura de Delin la inundaron con la fuerza de un torrente, provocándole una conmoción casi física, permaneció completamente inmóvil. Inmóvil y dividida.
Anhelaba con vehemencia ir al mar ya, sin perder un instante más.... pero...
Pero... no podía dejar a Delin así, atormentado y sufriendo por su causa. No a él, que los había amparado a ella y su hijo sin pedir nunca nada a cambio.
Si tan sólo pudiera hacerlo entender... si él quisiera acompañarla... si al menos pudiera darle algún consuelo...
Suspiró profundamente, los ojos cerrados, el rostro aún húmedo de lágrimas y, lentamente, se acercó al capitán, intentando no oír el canto con que las olas la llamaban, dominando con esfuerzo sus pies para que no corrieran por cuenta propia hacia la playa.
Caminó hasta quedar frente al capitán y se arrodilló para mirarlo a los ojos.
- Tú no eres el causante de mi dolor, Delin - dijo con voz suave, apoyando apenas una mano sobre la mejilla de él - Es ese mismo mar que me está llamando ahora... soy una selkie... ¿has oído sobre mi raza?
Pero no tenía su piel y estaba embarazada. No importaba cuantas veces corriera, siempre tendría que regresar y enfrentar aquello que había dejado a sus espaldas.
Por eso y porque la culpa, la confusión y el pesar que emanaban del aura de Delin la inundaron con la fuerza de un torrente, provocándole una conmoción casi física, permaneció completamente inmóvil. Inmóvil y dividida.
Anhelaba con vehemencia ir al mar ya, sin perder un instante más.... pero...
Pero... no podía dejar a Delin así, atormentado y sufriendo por su causa. No a él, que los había amparado a ella y su hijo sin pedir nunca nada a cambio.
Si tan sólo pudiera hacerlo entender... si él quisiera acompañarla... si al menos pudiera darle algún consuelo...
Suspiró profundamente, los ojos cerrados, el rostro aún húmedo de lágrimas y, lentamente, se acercó al capitán, intentando no oír el canto con que las olas la llamaban, dominando con esfuerzo sus pies para que no corrieran por cuenta propia hacia la playa.
Caminó hasta quedar frente al capitán y se arrodilló para mirarlo a los ojos.
- Tú no eres el causante de mi dolor, Delin - dijo con voz suave, apoyando apenas una mano sobre la mejilla de él - Es ese mismo mar que me está llamando ahora... soy una selkie... ¿has oído sobre mi raza?
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Delin se aferró a la voz de Muireall como si fuera un faro en mitad de la tormenta, un anclaje con la realidad y la cordura. Se quedó mirándola sin parpadear, sin tan siquiera respirar, hasta que las voces fueron remitiendo quedando solo el eco de la voz de la selkie. Tardó unos instantes más en que las palabras llegaran a su mente y en captar que ella le había hecho una pregunta.
- No
Delin había conocido múltiples razas y criaturas extrañas en su deambular por el mundo como asesino y mercenario, sin embargo nunca había conocido a una raza del mar. Tampoco sabía que ser “selkie” fuera ser una criatura del mar, nunca había oído mencionar tal raza, al contrario que otras razas (que le parecían simples fantasías), de cuyo nombre y características si sabía algo aunque jamás las había visto.
Y nuevamente se sintió algo enfadado consigo mismo por ser un ignorante delante de ella, por no tener ni idea de sus necesidades, por no poder ayudarla. Nuevamente, y de acuerdo con su carácter, no preguntaría que era una selkie.
Allí sentado mirando los ojos de la muchacha, perdiéndose en las profundidades de su mirada, sin entender porque lo hechizaba, un debate interior surgió de pronto y sin previo aviso. Su mente y su cuerpo se debatían entre el deseo de complacerla (aun sin entender el por qué de aquel deseo) y su necesidad de protegerla.
- No
Delin había conocido múltiples razas y criaturas extrañas en su deambular por el mundo como asesino y mercenario, sin embargo nunca había conocido a una raza del mar. Tampoco sabía que ser “selkie” fuera ser una criatura del mar, nunca había oído mencionar tal raza, al contrario que otras razas (que le parecían simples fantasías), de cuyo nombre y características si sabía algo aunque jamás las había visto.
Y nuevamente se sintió algo enfadado consigo mismo por ser un ignorante delante de ella, por no tener ni idea de sus necesidades, por no poder ayudarla. Nuevamente, y de acuerdo con su carácter, no preguntaría que era una selkie.
Allí sentado mirando los ojos de la muchacha, perdiéndose en las profundidades de su mirada, sin entender porque lo hechizaba, un debate interior surgió de pronto y sin previo aviso. Su mente y su cuerpo se debatían entre el deseo de complacerla (aun sin entender el por qué de aquel deseo) y su necesidad de protegerla.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Durante largos segundos tuvo la angustiosa sensación de que Delin se había petrificado, tan inmóvil estaba, sin dar señal alguna de haberla oído. Como si sólo su cuerpo estuviera presente y su alma se encontrara perdida en una dimensión oscura y lejana.
Iba ya a sacudirlo, a gritar, a hacer cualquier cosa para que reaccionara cuando por fin el capitán habló. Una sola sílaba, más que suficiente. Lo conocía lo bastante para saber que él no preguntaría nada. Todo el peso de la explicación recaía en ella; mientras, los minutos pasaban veloces y el mar la seguía reclamando.
- Yo soy una criatura del mar, Delin. El mar es mi hogar. Mejor dicho, lo era; ya no puedo regresar a vivir en él.
Hubiese sido mucho más fácil contar su historia, revelarle su naturaleza, si él le hubiera hecho preguntas. Pero de sobra sabía que no podía contar con eso. Sabía también que lo que acababa de decir era insuficiente, que había mucho más que contar. Sin embargo, la imperiosa necesidad de ir a la orilla del mar volvía a dominarla.
Sin detenerse a pensar que él podría intentar detenerla de nuevo, se puso súbitamente de pie.
- Tengo que ir al mar, Delin. Te contaré mi historia ahí, ven conmigo. Nada me pasará, el mar no me hará daño, ni a mi ni a mi hijo. Ven conmigo, ven. Ven, ven conmigo.
Su voz estaba tinta de urgencia y súplica. Mientras lo llamaba con insistencia, tendiendo las manos hacia él, avanzaba sin detenerse hacia la puerta.
Iba ya a sacudirlo, a gritar, a hacer cualquier cosa para que reaccionara cuando por fin el capitán habló. Una sola sílaba, más que suficiente. Lo conocía lo bastante para saber que él no preguntaría nada. Todo el peso de la explicación recaía en ella; mientras, los minutos pasaban veloces y el mar la seguía reclamando.
- Yo soy una criatura del mar, Delin. El mar es mi hogar. Mejor dicho, lo era; ya no puedo regresar a vivir en él.
Hubiese sido mucho más fácil contar su historia, revelarle su naturaleza, si él le hubiera hecho preguntas. Pero de sobra sabía que no podía contar con eso. Sabía también que lo que acababa de decir era insuficiente, que había mucho más que contar. Sin embargo, la imperiosa necesidad de ir a la orilla del mar volvía a dominarla.
Sin detenerse a pensar que él podría intentar detenerla de nuevo, se puso súbitamente de pie.
- Tengo que ir al mar, Delin. Te contaré mi historia ahí, ven conmigo. Nada me pasará, el mar no me hará daño, ni a mi ni a mi hijo. Ven conmigo, ven. Ven, ven conmigo.
Su voz estaba tinta de urgencia y súplica. Mientras lo llamaba con insistencia, tendiendo las manos hacia él, avanzaba sin detenerse hacia la puerta.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
¿Una criatura del mar? ¿Ella? ¿Por eso podía saber cómo se sentía? ¿Por eso era tan inocente con algunas cosas? ¿Por eso no había tenido ropas ni dinero? ¿Y que decía sobre no poder regresar? Entonces ¿por qué quería ir ahora? Un sinfín de interrogantes desfiló por su mente, pero se los guardó todos para él.
Esta vez no la detendría, no podría soportar la culpa de verla llorar de nuevo, no quería hacerlo, por algún motivo que no alcanzaba a entender sus lágrimas le dolían mucho. Y si ella insistía en salir era mejor que fuera acompañada, era mejor que la protegiera.
Se levantó de su silla, abrió la puerta y salió el primero, sujetando la puerta entornada tras él; si iban a salir al mar, sería bajo sus condiciones y con muchas precauciones. Finalmente abrió la puerta dando paso a la muchacha. Creía recordar haber visto una pequeña playa solitaria y escondida y recogida al fondo de un pequeño acantilado. Sería peligroso bajar pero una vez allí podría protegerla de cualquier ataque inesperado, sería más fácil vigilar y más difícil llegar hasta ellos.
- Iremos, pero a un lugar seguro
Se encaminó hacia el lugar donde había visto la playa vigilado los alrededores, atento a cualquier sonido o movimiento, andado con cierta prisa, pero manteniendo una muy corta distancia con Muireall, por temor a lo que pudiera ocurrirles. Jamás se perdonaría que a ella le pasara algo después de haberla arrastrado tan lejos por un error suyo.
Esta vez no la detendría, no podría soportar la culpa de verla llorar de nuevo, no quería hacerlo, por algún motivo que no alcanzaba a entender sus lágrimas le dolían mucho. Y si ella insistía en salir era mejor que fuera acompañada, era mejor que la protegiera.
Se levantó de su silla, abrió la puerta y salió el primero, sujetando la puerta entornada tras él; si iban a salir al mar, sería bajo sus condiciones y con muchas precauciones. Finalmente abrió la puerta dando paso a la muchacha. Creía recordar haber visto una pequeña playa solitaria y escondida y recogida al fondo de un pequeño acantilado. Sería peligroso bajar pero una vez allí podría protegerla de cualquier ataque inesperado, sería más fácil vigilar y más difícil llegar hasta ellos.
- Iremos, pero a un lugar seguro
Se encaminó hacia el lugar donde había visto la playa vigilado los alrededores, atento a cualquier sonido o movimiento, andado con cierta prisa, pero manteniendo una muy corta distancia con Muireall, por temor a lo que pudiera ocurrirles. Jamás se perdonaría que a ella le pasara algo después de haberla arrastrado tan lejos por un error suyo.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Una sonrisa engalanó su rostro cuando vio que él se le adelantaba y abría la puerta. ¡Él la acompañaría! Era todo cuanto podía pedir. Dominando el impulso de correr hacia la playa, se plegó a las condiciones que él imponía. Lo harían a su modo; iban hacia el mar, era lo único que importaba.
Era una noche sin luna, pero las miríadas de estrellas suspendidas en el oscuro firmamento hacían innecesaria su luz. Ni una sola brisa agitaba la fresca atmósfera y el único sonido que se podía distinguir era el murmullo del oleaje al romper en la arena. Tal parecía que en ese lugar no existía nadie más que ellos dos.
Caminó de prisa, intentando mantener el ritmo de Delin y no tardaron en llegar a la playa que él había visto, pequeña, escondida y de difícil acceso. En ningún momento pensó en el peligro que suponía bajar el acantilado; confiaba en si misma y confiaba en el capitán, no se caerían.
Una vez abajo, todo lo que no fuera el mar desapareció de su mente. O casi todo. Enfrentando a Delin, lo miró con intensidad.
- Voy a entrar al mar, debo hacerlo - dijo con voz clara y resuelta - No trates de determe ni temas por mí ni por el bebé, nada nos pasará; el mar no nos dañará. Volveré pronto, te lo prometo.
Sin más, se volvió y caminó hacia la orilla como tirada por un hilo invisible. Ya cerca de ella, se detuvo y comenzó a despojarse de sus ropas, dejándolas caer sobre la arena. Se movía con gracia y absoluta naturalidad, sin pudor y sin provocación, totalmente insconciente de nada que no fuera el agua que la apremiaba a entrar en ella.
Por un instante, justo antes de que se sumergiera en el oleaje, la luz de las estrellas que bañaba su desnuda piel mostró, inmisericorde, las cicatrices de quemaduras que surcaban su espalda y sus hombros.
Era una noche sin luna, pero las miríadas de estrellas suspendidas en el oscuro firmamento hacían innecesaria su luz. Ni una sola brisa agitaba la fresca atmósfera y el único sonido que se podía distinguir era el murmullo del oleaje al romper en la arena. Tal parecía que en ese lugar no existía nadie más que ellos dos.
Caminó de prisa, intentando mantener el ritmo de Delin y no tardaron en llegar a la playa que él había visto, pequeña, escondida y de difícil acceso. En ningún momento pensó en el peligro que suponía bajar el acantilado; confiaba en si misma y confiaba en el capitán, no se caerían.
Una vez abajo, todo lo que no fuera el mar desapareció de su mente. O casi todo. Enfrentando a Delin, lo miró con intensidad.
- Voy a entrar al mar, debo hacerlo - dijo con voz clara y resuelta - No trates de determe ni temas por mí ni por el bebé, nada nos pasará; el mar no nos dañará. Volveré pronto, te lo prometo.
Sin más, se volvió y caminó hacia la orilla como tirada por un hilo invisible. Ya cerca de ella, se detuvo y comenzó a despojarse de sus ropas, dejándolas caer sobre la arena. Se movía con gracia y absoluta naturalidad, sin pudor y sin provocación, totalmente insconciente de nada que no fuera el agua que la apremiaba a entrar en ella.
Por un instante, justo antes de que se sumergiera en el oleaje, la luz de las estrellas que bañaba su desnuda piel mostró, inmisericorde, las cicatrices de quemaduras que surcaban su espalda y sus hombros.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
No podía ¿cómo iba a permitir que entrara sola al agua? ¿Sin protección? ¿Y si ocurría algo? ¿Y si las corrientes la arrastraban? Ella había dicho que era una criatura del mar pero ¿entrar sin protección? ¿Nadar sola en la oscuridad? No podía permitirlo.
Sin embargo incapaz de negarle nada a aquellos ojos que le miraron con decisión e intensidad, se quedó clavado en la playa. Al menos, hasta que sus mutados y entrenados ojos vieron las cicatrices que surcaban el cuerpo de la selkie. Salió corriendo y se metió al agua sin tan siquiera quitarse los zapatos, mezclado con todas sus dudas y temores, ahora se encontraba una más. De lejos y solo bajo el reflejo de la luna, no estaba seguro de si eran heridas o tan solo cicatrices y no podía dejar que le pasara algo, no quería.
A pesar de que estaba en forma y sabía nadar, no era un nadador experto, ni solía meterse en el mar. De hecho nunca se había bañado en él. No tenía tiempo para perder, y recrearse dándose un baño no era algo permitido: formaba parte de “sentir”. Tampoco ninguna de sus misiones le había arrastrado por el agua, en ninguna de sus formas.
Empezó a nadar en dirección a donde creía que Muireall se encontraba, pero no conseguía localizarla y las olas, aunque no excesivamente grandes, le impedían la visibilidad. Sus ropas empezaron a ser demasiado pesadas e incómodas y las grandes botas (tan útiles y seguras fuera del agua) eran un auténtico estorbo.
Cuando iba a llamarla, se dio cuenta de que podía descubrir su posición a cualquiera que estuviera al acecho y eso sería un peligro más que añadir a la lista, asique simplemente no lo hizo. Se paró en mitad del agua para intentar un pequeño conjuro que le ayudara entre las olas, uno que le diera la posibilidad de localizarla, pero no hacía pie donde se encontraba y las olas dificultaban sus movimientos, con lo que no podía realizar las complicadas posturas de manos que requería su magia.
Enfurecido y preocupado empezó a nadar rodeando toda la zona tratando de localizarla.
Sin embargo incapaz de negarle nada a aquellos ojos que le miraron con decisión e intensidad, se quedó clavado en la playa. Al menos, hasta que sus mutados y entrenados ojos vieron las cicatrices que surcaban el cuerpo de la selkie. Salió corriendo y se metió al agua sin tan siquiera quitarse los zapatos, mezclado con todas sus dudas y temores, ahora se encontraba una más. De lejos y solo bajo el reflejo de la luna, no estaba seguro de si eran heridas o tan solo cicatrices y no podía dejar que le pasara algo, no quería.
A pesar de que estaba en forma y sabía nadar, no era un nadador experto, ni solía meterse en el mar. De hecho nunca se había bañado en él. No tenía tiempo para perder, y recrearse dándose un baño no era algo permitido: formaba parte de “sentir”. Tampoco ninguna de sus misiones le había arrastrado por el agua, en ninguna de sus formas.
Empezó a nadar en dirección a donde creía que Muireall se encontraba, pero no conseguía localizarla y las olas, aunque no excesivamente grandes, le impedían la visibilidad. Sus ropas empezaron a ser demasiado pesadas e incómodas y las grandes botas (tan útiles y seguras fuera del agua) eran un auténtico estorbo.
Cuando iba a llamarla, se dio cuenta de que podía descubrir su posición a cualquiera que estuviera al acecho y eso sería un peligro más que añadir a la lista, asique simplemente no lo hizo. Se paró en mitad del agua para intentar un pequeño conjuro que le ayudara entre las olas, uno que le diera la posibilidad de localizarla, pero no hacía pie donde se encontraba y las olas dificultaban sus movimientos, con lo que no podía realizar las complicadas posturas de manos que requería su magia.
Enfurecido y preocupado empezó a nadar rodeando toda la zona tratando de localizarla.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Su cuerpo grávido le pesaba en tierra y le resultaba incómodo a veces… pero en el mar todo cambiaba. Se sentía ligera, grácil, libre. Hendió las olas con elegancia, sintiendo gozosa como el agua la acunaba y la mecía.
Feliz, olvidada de todo, jugó entre las olas y se dejó llevar por las corrientes. Era una nadadora superior a cualquier humano y el moderado oleaje no era problema para ella. Durante algunos benditos, mágicos, minutos pudo creer que estaba de regreso en su mundo para no dejarlo más.
Pero la realidad nunca se alejaba demasiado y aguardaba agazapada el momento de saltarle encima. Su forma humana era inferior, en el mar, a su forma original. No poseía la misma gracia, la misma agilidad, la misma resistencia. Comenzaba a sentir cierto cansancio; debía volver. Todo su ser clamaba por quedarse pero, por su hijo, no podía arriesgarse.
La sal de sus lágrimas no tardó en mezclarse con la sal del mar. A la exultante alegría le seguía, una vez más, el dolor desgarrador. El dolor de la pérdida, el dolor del exilio. Se quedó un rato inmóvil, sólo flotando en el agua, retardando el momento de la partida.
Entonces, de improviso, una corriente de sentimientos llegó hasta ella. Preocupación, furia, temor. Un aura que conocía muy bien. Delin. Se sentía muy cerca, no venía desde la playa. ¿Había entrado al mar? La idea la asustó; ignoraba que él pudiera nadar.
Preocupada hasta el punto de que la tristeza que la embargaba quedó sepultada en un rincón de si corazón, dejó que los sentimientos del capitán la guiaran hacia él. No tardó en encontrarlo, completamente vestido y moviéndose con dificultad entre las olas. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué se había metido así al agua?
En unas cuantas brazadas, estuvo junto a él.
- Aquí estoy, Delin. Ven, volvamos a la orilla.
Feliz, olvidada de todo, jugó entre las olas y se dejó llevar por las corrientes. Era una nadadora superior a cualquier humano y el moderado oleaje no era problema para ella. Durante algunos benditos, mágicos, minutos pudo creer que estaba de regreso en su mundo para no dejarlo más.
Pero la realidad nunca se alejaba demasiado y aguardaba agazapada el momento de saltarle encima. Su forma humana era inferior, en el mar, a su forma original. No poseía la misma gracia, la misma agilidad, la misma resistencia. Comenzaba a sentir cierto cansancio; debía volver. Todo su ser clamaba por quedarse pero, por su hijo, no podía arriesgarse.
La sal de sus lágrimas no tardó en mezclarse con la sal del mar. A la exultante alegría le seguía, una vez más, el dolor desgarrador. El dolor de la pérdida, el dolor del exilio. Se quedó un rato inmóvil, sólo flotando en el agua, retardando el momento de la partida.
Entonces, de improviso, una corriente de sentimientos llegó hasta ella. Preocupación, furia, temor. Un aura que conocía muy bien. Delin. Se sentía muy cerca, no venía desde la playa. ¿Había entrado al mar? La idea la asustó; ignoraba que él pudiera nadar.
Preocupada hasta el punto de que la tristeza que la embargaba quedó sepultada en un rincón de si corazón, dejó que los sentimientos del capitán la guiaran hacia él. No tardó en encontrarlo, completamente vestido y moviéndose con dificultad entre las olas. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué se había metido así al agua?
En unas cuantas brazadas, estuvo junto a él.
- Aquí estoy, Delin. Ven, volvamos a la orilla.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Sintió un gran alivio cuando vio aparecer a la selkie, pero el enfado, por el contrario fue en aumento, no era algo que pudiera explicar, pero estaba ahí. Sin embargo, aunque hubiera deseado gritarla de frustración y preocupación, se quedó callado con el rostro tan impasible como siempre, mientras se dejaba llevar hacia la orilla.
Una vez fuera, su primer instinto fue comprobar que seguían solos, que nadie les vigilaba y que estaban a salvo de cualquier peligro. Solo después de haber inspeccionado todo se permitió mirar de nuevo a la muchacha.
Viéndola, supo que estaba bien, que lo que le habían parecido heridas a la luz de la luna, debían haber sido tan solo un reflejo, no se le ocurrió pensar que pudieran ser cicatrices, no pensó que ella pudiera haber sufrido y, no sabiendo nada hacerla de las criaturas del mar, ni siquiera podía sospechar la existencia de una piel distinta a la que veía.
Se quedó de pie, con las ropas empapadas y sin moverse; el frío no le preocupaba y los duros entrenamientos y experimentos que había sufrido, le habían hecho casi inmune a las enfermedades más comunes. Aunque ella había prometido una explicación si iban hasta la orilla, Delin no preguntaría, ciertamente sentía curiosidad por saber algo de las criaturas del mar, pero hay costumbres difíciles de cambiar, cuando durante años, una simple pregunta podía valerte un duro castigo.
Una vez fuera, su primer instinto fue comprobar que seguían solos, que nadie les vigilaba y que estaban a salvo de cualquier peligro. Solo después de haber inspeccionado todo se permitió mirar de nuevo a la muchacha.
Viéndola, supo que estaba bien, que lo que le habían parecido heridas a la luz de la luna, debían haber sido tan solo un reflejo, no se le ocurrió pensar que pudieran ser cicatrices, no pensó que ella pudiera haber sufrido y, no sabiendo nada hacerla de las criaturas del mar, ni siquiera podía sospechar la existencia de una piel distinta a la que veía.
Se quedó de pie, con las ropas empapadas y sin moverse; el frío no le preocupaba y los duros entrenamientos y experimentos que había sufrido, le habían hecho casi inmune a las enfermedades más comunes. Aunque ella había prometido una explicación si iban hasta la orilla, Delin no preguntaría, ciertamente sentía curiosidad por saber algo de las criaturas del mar, pero hay costumbres difíciles de cambiar, cuando durante años, una simple pregunta podía valerte un duro castigo.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Ese rostro impasible no la engañaba a ella. Aunque había aprendido a no hacer comentarios ni preguntas sobre los sentimientos que captaba en él, eso no significaba que nos los percibiera. Captó su preocupación y su alivio, su molestia y su frustración, pero no los entendía. Al no entender realmente su naturaleza, ¿había temido él que corriera peligro en el mar? ¿O le preocupaban otras riesgos? Ella no sabía nada de la escuela en que había vivido y se había educado Delin y, por lo tanto, ignoraba la amenaza que representaba. Sólo sabía de las tropas de Zergould y había esperado que estuvieran ya lo bastante lejos de ellas.
Pero toda la actitud del capitán parecia indicar que no. Se le encogió el corazón al verlo inspeccionar cuidodasamente el lugar, apenas salido del agua. ¿Era tan grande el peligro que corrían aún? ¿O eran su insstinto y costumbre de soldado los que le hacían actuar así? ¿O su peocupación por ella y el bebé lo hacían extremar las precauciones?
Esa y otras interrogantes pasaron por su cabeza mientras él examinaba el lugar. Pero cuando se volvió y se quedó mirándola, todas las preguntas huyeron de su mente como avecillas asustadas por un fuerte ruido. No había en aquella mirada más que el interés por constatar si se encontraba bien, pero ante ella fue súbitamente consciente de su desnudez.
Sin poderlo evitar, enrojeció violentamente y con la cabeza baja y mordiéndose los labios, pasó casi corriendo junto a Delin hacia el sitio donde había dejado su ropa. Dandóle la espalda, en cuya piel la luz estelar volvía a mostrar con claridad las marcas de las quemaduras recibidas, se vistió con premura. Tardó un momento más en recobrar la compostura y el aplomo necesarios para volver a mirar al capitán.
En realidad, no lo miró... se sentía demasiado avergonzada. Giró hacia donde él se encontraba, sí, pero fijó su mirada en un punto indetermindo entre la solas. Así, sin dirigir la vista hacia Delin, se sentó en la arena y empezó a hablar. Le había prometido una explicación y cumpliría su promesa.
- Yo soy una selkie, Delin. Los selkies tenemos forma de foca en nuestro origen y habitamos en el mar. Cuando nos desprendemos de nuestra piel de foca, adquirimos forma humana y podemos vivir entre los humanos. Si un hombre se apodera de la piel de una de nosotras, puede obligarla a ser su esposa, aunque ella no quiera...
Los amargos recuerdos renacían con fuerza, opacando su voz, impregnándola de tristeza.
- ... y si nuestra piel es destruida, ya nunca podemos volver a morar en el mar; quedamos prisioneros en tierra firme hasta nuestra muerte.
Sin que se diera cuenta de ello, las lágrimas se deslizaban silenciosas por sus mejillas.
Pero toda la actitud del capitán parecia indicar que no. Se le encogió el corazón al verlo inspeccionar cuidodasamente el lugar, apenas salido del agua. ¿Era tan grande el peligro que corrían aún? ¿O eran su insstinto y costumbre de soldado los que le hacían actuar así? ¿O su peocupación por ella y el bebé lo hacían extremar las precauciones?
Esa y otras interrogantes pasaron por su cabeza mientras él examinaba el lugar. Pero cuando se volvió y se quedó mirándola, todas las preguntas huyeron de su mente como avecillas asustadas por un fuerte ruido. No había en aquella mirada más que el interés por constatar si se encontraba bien, pero ante ella fue súbitamente consciente de su desnudez.
Sin poderlo evitar, enrojeció violentamente y con la cabeza baja y mordiéndose los labios, pasó casi corriendo junto a Delin hacia el sitio donde había dejado su ropa. Dandóle la espalda, en cuya piel la luz estelar volvía a mostrar con claridad las marcas de las quemaduras recibidas, se vistió con premura. Tardó un momento más en recobrar la compostura y el aplomo necesarios para volver a mirar al capitán.
En realidad, no lo miró... se sentía demasiado avergonzada. Giró hacia donde él se encontraba, sí, pero fijó su mirada en un punto indetermindo entre la solas. Así, sin dirigir la vista hacia Delin, se sentó en la arena y empezó a hablar. Le había prometido una explicación y cumpliría su promesa.
- Yo soy una selkie, Delin. Los selkies tenemos forma de foca en nuestro origen y habitamos en el mar. Cuando nos desprendemos de nuestra piel de foca, adquirimos forma humana y podemos vivir entre los humanos. Si un hombre se apodera de la piel de una de nosotras, puede obligarla a ser su esposa, aunque ella no quiera...
Los amargos recuerdos renacían con fuerza, opacando su voz, impregnándola de tristeza.
- ... y si nuestra piel es destruida, ya nunca podemos volver a morar en el mar; quedamos prisioneros en tierra firme hasta nuestra muerte.
Sin que se diera cuenta de ello, las lágrimas se deslizaban silenciosas por sus mejillas.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Delin la miraba sí, pero no era consciente de su desnudez y de que aquello era algo por lo que un ser corriente se sentía avergonzado. No es que él fuera por ahí desnudo, o que no le hubieran enseñado a que hay que ir vestido, pero según que situaciones, aquello era lo menos importante. Ser vergonzoso no era un lujo que se hubiera podido permitir, si la situación lo requería lo hacía, si no, iba vestido de forma austera.
Y ahora perdido en los ojos de la muchacha que siempre le hipnotizaban, lo único en lo que podía pensar era en que ella estaba bien. Cuando salió corriendo a por sus ropas la siguió con la mirada, dándose cuenta entonces de la situación. En esta ocasión, fuera del agua, pudo por fin descubrir que su vista no le había engañado, al menos, no totalmente: estaba cubierta de cicatrices.
Montones de preguntas se agolparon en su mente al tiempo que volvía a girarse hacía el acantilado echando un nuevo vistazo. ¿Por qué alguien había magullado tanto su cuerpo? ¿Qué había pasado para merecer aquello? El sabía de sobra que una herida que deja cicatriz dolía y una como aquella dolía mucho. Dio gracias al cielo el día que aprendió a aislar el dolor y aun más el día que aquel experimento le hizo más fuerte.
Cuando Muireall se sentó, aun permaneció en pie, pero cuando empezó a escuchar su voz y descubrió que ella estaba aclarando algunas de sus preguntas se sentó enfrente de ella. Y escuchó, con el rosto impasible y en silencio lo que ella decía. La explicación no fue excesivamente larga, pero lo suficiente como para permitirle entender incluso algo más de lo que ella había dicho.
La rabia lo invadió sin poderla detener cuando se dio cuenta de que la selkie estaba llorando, para ella la tierra era una prisión y entendía, al menos en parte, como se podía sentir. Entendía la parte de verse encerrado, sin libertad de decidir, de moverte, de actuar o, incluso, de pensar; pero no comprendía lo que era un hogar o por qué la gente tenía tanto apego al lugar que consideraban como tal. Conmovido y sin saber muy bien lo que hacía se acercó a la muchacha sentándose a su lado mientras la rodeaba con un brazo. No permitiría que nadie más le hiciera daño.
Y ahora perdido en los ojos de la muchacha que siempre le hipnotizaban, lo único en lo que podía pensar era en que ella estaba bien. Cuando salió corriendo a por sus ropas la siguió con la mirada, dándose cuenta entonces de la situación. En esta ocasión, fuera del agua, pudo por fin descubrir que su vista no le había engañado, al menos, no totalmente: estaba cubierta de cicatrices.
Montones de preguntas se agolparon en su mente al tiempo que volvía a girarse hacía el acantilado echando un nuevo vistazo. ¿Por qué alguien había magullado tanto su cuerpo? ¿Qué había pasado para merecer aquello? El sabía de sobra que una herida que deja cicatriz dolía y una como aquella dolía mucho. Dio gracias al cielo el día que aprendió a aislar el dolor y aun más el día que aquel experimento le hizo más fuerte.
Cuando Muireall se sentó, aun permaneció en pie, pero cuando empezó a escuchar su voz y descubrió que ella estaba aclarando algunas de sus preguntas se sentó enfrente de ella. Y escuchó, con el rosto impasible y en silencio lo que ella decía. La explicación no fue excesivamente larga, pero lo suficiente como para permitirle entender incluso algo más de lo que ella había dicho.
La rabia lo invadió sin poderla detener cuando se dio cuenta de que la selkie estaba llorando, para ella la tierra era una prisión y entendía, al menos en parte, como se podía sentir. Entendía la parte de verse encerrado, sin libertad de decidir, de moverte, de actuar o, incluso, de pensar; pero no comprendía lo que era un hogar o por qué la gente tenía tanto apego al lugar que consideraban como tal. Conmovido y sin saber muy bien lo que hacía se acercó a la muchacha sentándose a su lado mientras la rodeaba con un brazo. No permitiría que nadie más le hiciera daño.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Delin la había levantado en brazos algunas veces, para transportarla, o la había tomado por los hombros, como en la cabaña, para detenerla... pero nunca antes la había abrazado, no de esa manera.
La sorpresa inicial que experimentó ante el inesperado y cariñoso gesto del capitán fue prontamente reemplazada por una maravillosa sensación de calidez que recorrió cada célula de su cuerpo. Ese brazo que la rodeaba la hacía sentir comprendida y confortada; instintivamente, dejándose llevar por esos inusuales sentimientos, se reclinó contra el pecho de Delin.
¿Se daría cuenta él de lo bien que la hacía sentir? ¿Entendería cuánto consuelo le proporcionaba ese gesto, que para otros tal vez era tan sencillo y habitual, pero que para él era algo inédito?
Agradecida y conmovida, oyendo los latidos del corazón del capitán a través de su ropa empapada, pudo continuar su relato ya sin lágrimas.
- Mi piel fue robada y enviada a Cascadas; llegué al reino en su busca pero, antes de encontrarla, mi piel fue quemada y al ser ella parte de mi, me quemé yo también.
Su voz era triste, pero al mismo tiempo, tranquila.
- El doctor Andrzej curó mis heridas y salvó mi vida, pero yo no quería vivir. Malcolm, el padre de mi bebé, había muerto intentando saber donde estaba mi piel. Sin él y sin poder volver a mi mundo, sentía que mi vida no tenía razón de ser, así que huí de la casa del doctor y vagué por el reino sin importarme si vivía o moría... hasta que nos encontramos en la posada.
Levantó la cabeza para mirarlo a los ojos con profunda ternura.
- Gracias a ti, mi hijo y yo estamos vivos. Sin tu preocupación e interés, hubiese acabado en manos de las patrullas de Zergould sin siquiera sospechar que estaba embarazada.
Para ella, Delin era un hombre admirable y maravilloso. Ni toda la rudeza, ni el constante malhumor ni la proverbial falta de modales del capitán, podían hacerla pensar lo contrario.
La sorpresa inicial que experimentó ante el inesperado y cariñoso gesto del capitán fue prontamente reemplazada por una maravillosa sensación de calidez que recorrió cada célula de su cuerpo. Ese brazo que la rodeaba la hacía sentir comprendida y confortada; instintivamente, dejándose llevar por esos inusuales sentimientos, se reclinó contra el pecho de Delin.
¿Se daría cuenta él de lo bien que la hacía sentir? ¿Entendería cuánto consuelo le proporcionaba ese gesto, que para otros tal vez era tan sencillo y habitual, pero que para él era algo inédito?
Agradecida y conmovida, oyendo los latidos del corazón del capitán a través de su ropa empapada, pudo continuar su relato ya sin lágrimas.
- Mi piel fue robada y enviada a Cascadas; llegué al reino en su busca pero, antes de encontrarla, mi piel fue quemada y al ser ella parte de mi, me quemé yo también.
Su voz era triste, pero al mismo tiempo, tranquila.
- El doctor Andrzej curó mis heridas y salvó mi vida, pero yo no quería vivir. Malcolm, el padre de mi bebé, había muerto intentando saber donde estaba mi piel. Sin él y sin poder volver a mi mundo, sentía que mi vida no tenía razón de ser, así que huí de la casa del doctor y vagué por el reino sin importarme si vivía o moría... hasta que nos encontramos en la posada.
Levantó la cabeza para mirarlo a los ojos con profunda ternura.
- Gracias a ti, mi hijo y yo estamos vivos. Sin tu preocupación e interés, hubiese acabado en manos de las patrullas de Zergould sin siquiera sospechar que estaba embarazada.
Para ella, Delin era un hombre admirable y maravilloso. Ni toda la rudeza, ni el constante malhumor ni la proverbial falta de modales del capitán, podían hacerla pensar lo contrario.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Se sintió… jamás hubiera podido definirlo, pero cuando ella se recostó contra su pecho, sensaciones que no recordaba haber sentido nunca y que no reconocía, lo invadieron, haciendo una mezcla en su interior entre bienestar y confusión. Mientras intentaba aclarar lo que sucedía en su interior, se quedó inmóvil, en aquella posición, con el rostro tan impasible como siempre.
No tuvo tiempo de aclararlo, pues al escuchar de nuevo la voz de la selkie, se vio de nuevo transportado a un sentimiento demasiado familiar: la rabia. ¿Por eso ella estaba marcada con cicatrices? ¿Quién había sido tan cruel como para arrebatar y quemar la piel de otro? Escuchó el resto de su relato en silencio, pero ardiendo por dentro.
Su agradecimiento, aunque bien intencionado, despertó de nuevo en él la culpa, los remordimientos y las voces. ¿Cómo había sido tan estúpido como para dejarse llevar de esa manera? El no tenía derecho a nada de eso, para empezar, se dio cuenta de que en otro tiempo, si le hubiera pagado bien, el mismo habría perseguido y quemado aquella piel sin pararse a pensar en las consecuencias para los demás, sin remordimientos ni culpas; eso sin contar la cantidad de vidas que había quietado sin ni siquiera un pensamiento. Era una máquina de matar. Eso le dio la certeza de que debía alejarse de ella, de que ella no merecía sufrir más, de que no podía ponerla en peligro.
Se levantó de pronto dándole la espalda. De sobra sabía que ella podía percibir sus sentimientos, asique solo se centro en la rabia tratando de ignorar todo lo demás.
- Tenemos que volver
Su tono era frío y distante, autoritario incluso. Por la mañana se pondría en marcha para dejar todo organizado y que ella pudiera vivir tranquila y feliz con su hijo, sin los peligros que su presencia suponían. Necesitaba concentrarse en eso o sentía que se volvería loco.
No tuvo tiempo de aclararlo, pues al escuchar de nuevo la voz de la selkie, se vio de nuevo transportado a un sentimiento demasiado familiar: la rabia. ¿Por eso ella estaba marcada con cicatrices? ¿Quién había sido tan cruel como para arrebatar y quemar la piel de otro? Escuchó el resto de su relato en silencio, pero ardiendo por dentro.
Su agradecimiento, aunque bien intencionado, despertó de nuevo en él la culpa, los remordimientos y las voces. ¿Cómo había sido tan estúpido como para dejarse llevar de esa manera? El no tenía derecho a nada de eso, para empezar, se dio cuenta de que en otro tiempo, si le hubiera pagado bien, el mismo habría perseguido y quemado aquella piel sin pararse a pensar en las consecuencias para los demás, sin remordimientos ni culpas; eso sin contar la cantidad de vidas que había quietado sin ni siquiera un pensamiento. Era una máquina de matar. Eso le dio la certeza de que debía alejarse de ella, de que ella no merecía sufrir más, de que no podía ponerla en peligro.
Se levantó de pronto dándole la espalda. De sobra sabía que ella podía percibir sus sentimientos, asique solo se centro en la rabia tratando de ignorar todo lo demás.
- Tenemos que volver
Su tono era frío y distante, autoritario incluso. Por la mañana se pondría en marcha para dejar todo organizado y que ella pudiera vivir tranquila y feliz con su hijo, sin los peligros que su presencia suponían. Necesitaba concentrarse en eso o sentía que se volvería loco.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Se había vuelto a equivocar.
Lo comprendió cuando él rompió el abrazo y se levantó súbitamente, alejándose de ella. Había aprendido a no exteriorizar de ninguna manera que percibía sus sentimientos, porque sabía que él sentía confusión y molestia cuando lo hacía. Pero no había aprendido a controlar la necesidad de expresar su profundo, genuino, agradecimiento.
Se había vuelto a equivocar y, al hacerlo, había terminado con un momento único de cercanía e intimidad entre ambos. Suspiró con frustración y amargura. ¿Por qué una honesta muestra de gratitud provocaba en él ese sentimiento de culpa, esa oleada de remordimientos? Por más que Delin quisiera enfocarse sólo en su rabia, ella no dejaba de ver esos otros sentimientos, tan abrumadores en él. ¿Por qué? ¿Qué le había pasado? ¿Qué había hecho que ni siquiera podía aceptar la gratitud de una persona a la que tanto había ayudado? ¿Por qué se castigaba de esa manera? No conseguía comprenderlo.
El sonido de la voz de Delin paralizó el torbellino de sus pensamientos. Tenía razón, claro, debían volver... pero la frialdad y la distancia de su tono la traspasaron como afilados cuchillos, causándole un agudo dolor. ¿Por qué? ¿por qué?...
Se levantó pesadamente y se acercó a él con la cabeza baja, no quería que viera las lágrimas que comenzaban a aparecer de nuevo en sus ojos. Durante todo el tiempo en que habían viajado juntos, había callado las miles de preguntas que acudían a su mente pero, esta vez, no pudo mantener silencio.
- ¿Por qué mi gratitud te hace sufrir tanto? ¿por qué te hago daño sin siquiera darme cuenta? - murmuró acongojada al pasar a su lado - No lo entiendo, no lo entiendo...
Lo comprendió cuando él rompió el abrazo y se levantó súbitamente, alejándose de ella. Había aprendido a no exteriorizar de ninguna manera que percibía sus sentimientos, porque sabía que él sentía confusión y molestia cuando lo hacía. Pero no había aprendido a controlar la necesidad de expresar su profundo, genuino, agradecimiento.
Se había vuelto a equivocar y, al hacerlo, había terminado con un momento único de cercanía e intimidad entre ambos. Suspiró con frustración y amargura. ¿Por qué una honesta muestra de gratitud provocaba en él ese sentimiento de culpa, esa oleada de remordimientos? Por más que Delin quisiera enfocarse sólo en su rabia, ella no dejaba de ver esos otros sentimientos, tan abrumadores en él. ¿Por qué? ¿Qué le había pasado? ¿Qué había hecho que ni siquiera podía aceptar la gratitud de una persona a la que tanto había ayudado? ¿Por qué se castigaba de esa manera? No conseguía comprenderlo.
El sonido de la voz de Delin paralizó el torbellino de sus pensamientos. Tenía razón, claro, debían volver... pero la frialdad y la distancia de su tono la traspasaron como afilados cuchillos, causándole un agudo dolor. ¿Por qué? ¿por qué?...
Se levantó pesadamente y se acercó a él con la cabeza baja, no quería que viera las lágrimas que comenzaban a aparecer de nuevo en sus ojos. Durante todo el tiempo en que habían viajado juntos, había callado las miles de preguntas que acudían a su mente pero, esta vez, no pudo mantener silencio.
- ¿Por qué mi gratitud te hace sufrir tanto? ¿por qué te hago daño sin siquiera darme cuenta? - murmuró acongojada al pasar a su lado - No lo entiendo, no lo entiendo...
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Las palabras de la joven le dejaron de nuevo confuso y petrificado, como si le hubieran clavado allí en la playa. Posiblemente había vuelto a hacerla daño con su actitud, con sus gestos... pero el por qué, no tenía idea. Solo sabía que no lo merecía y que recibir un gesto de gratitud despertaba en él el remordimiento y la culpa, lo que le conducía inexorablemente a la locura.
Sin embargo no dijo nada, no estaba acostumbrado a hablar, no creía que fuera lo correcto, no creía que fuera necesario y lo único que podía desembocar era en aun mas dolor en el joven. Por eso tenía que alejarse. Cumpliría su promesa y se iría. No quería hacerla daño.
Se puso en marcha tras un par de minutos, siempre vigilando todo a su alrededor, siempre en tensión, siempre vigilante. Tratanba de concentrarse tan solo en su objetivo, proteger a la selkie y llegar a la casa. No quería pensar, no quería recordar, no quería que la culpa le impidiera protegerla, que le hicieran débil de nuevo.
Ni por un solo momento se le ocurrió pensar que su silencio podría probocar más dolor que una explicación, no se le ocurrió pensar que incluso él, si contaba algo de su pasado, no se sentiría más débil, tan solo... liberado. Liberado de una pesada cargar que ningún niño debería llevar a cuestas.
Sin embargo no dijo nada, no estaba acostumbrado a hablar, no creía que fuera lo correcto, no creía que fuera necesario y lo único que podía desembocar era en aun mas dolor en el joven. Por eso tenía que alejarse. Cumpliría su promesa y se iría. No quería hacerla daño.
Se puso en marcha tras un par de minutos, siempre vigilando todo a su alrededor, siempre en tensión, siempre vigilante. Tratanba de concentrarse tan solo en su objetivo, proteger a la selkie y llegar a la casa. No quería pensar, no quería recordar, no quería que la culpa le impidiera protegerla, que le hicieran débil de nuevo.
Ni por un solo momento se le ocurrió pensar que su silencio podría probocar más dolor que una explicación, no se le ocurrió pensar que incluso él, si contaba algo de su pasado, no se sentiría más débil, tan solo... liberado. Liberado de una pesada cargar que ningún niño debería llevar a cuestas.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Frío...
Eso era lo que experimentaba en el camino de regreso a la cabaña. Pero no era un frío del cuerpo provocado por el contacto del fresco aire de la madrugada con su piel y sus ropas húmedas aún por el agua del mar. No, era un frío del alma producto del mutismo y la distancia del capitán.
Quizás hubiese sido mejor para ella desconocer los tormentosos sentimientos que se agitaban en el espíritu de Delin, creer a ciegas en aquella fachada dura e inmutable y actuar en consecuencia. Pero no podía evitar ser quien era, y ya fuera un don o una maldición, leer los sentimientos de los demás era parte de su naturaleza. No tenía opción ante ello, podía no hablar de lo que percibía, podía bloquear esa percepción en algunas oportunidades pero, en definitiva, no podía dejar de saber.
Y el conocimiento de la tortura emocional que vivía Delin, de su agobiante culpa y lacerantes remordimientos, le partía el alma. Si al menos pudiera brindarle un minuto de paz, una brizna de consuelo...
Él había hecho tanto por ella y su bebé y ella, a cambio, no podía hacer nada por él... porque él no se lo permitía. Porque se encastillaba en su malhadado silencio y la dejaba fuera, sin ninguna posibilidad de comprenderlo, y necesitaba desesperadamente poder hacerlo para lograr ella también un poco de paz.
Ella era una criatura amable, cortés y tímida y había hecho el viaje acatando dócilmente todo lo que el capitán decidía, sin jamás quejarse ni poner una objeción, sin nunca exigir nada... excepto aquella misma noche en que la urgencia del mar la había dominado. Tampoco había pedido nunca una respuesta a sus interrogantes ni una explicación a sus dudas; sentía que no tenía derecho a hacerlo, que sería una descortesía, una falta de delicadeza. Pero, en esta ocasión, algo se rebeló en ella.
Algo en su interior, alguna secreta intuicían, le decía que no debía seguir callando; que, por el bien de todos, debía armarse de valor e intentar romper esa coraza de silencio y lejanía tras la que se ocultaba Delin. Alguien en Cascadas le había dicho una vez que no debía romper la caparazón del capitán porque era su defensa, pero ya no estaban en Cascadas y esa caparazón se le antojaba a ella una prisión más que un refugio.
El viaje de regreso transcurrió sin incidentes. La noche estaba tan quieta y silenciosa como cuando habían salido. Nada había cambiado en el exterior, pero sí en su mente y en su alma: había tomado una decisión.
No bien entraron en la casa, reuniendo toda su fuerza y su valor y antes de que él tuviera ocasión de ordenarle cambiarse de ropa e ir a descansar, se enfrentó a Delin. Sus mejillas estaban teñidas de rojo cuando lo miró a los ojos, pero su voz sonó firme cuando habló.
- ¿Eso es todo, Delin? ¿No me explicarás nada? ¿No me ayudarás a entender? - su tono transmitía un delicado reproche - Hablame de ti - pidió con suavidad, con urgencia, apoyando una mano en el brazo de él.
Eso era lo que experimentaba en el camino de regreso a la cabaña. Pero no era un frío del cuerpo provocado por el contacto del fresco aire de la madrugada con su piel y sus ropas húmedas aún por el agua del mar. No, era un frío del alma producto del mutismo y la distancia del capitán.
Quizás hubiese sido mejor para ella desconocer los tormentosos sentimientos que se agitaban en el espíritu de Delin, creer a ciegas en aquella fachada dura e inmutable y actuar en consecuencia. Pero no podía evitar ser quien era, y ya fuera un don o una maldición, leer los sentimientos de los demás era parte de su naturaleza. No tenía opción ante ello, podía no hablar de lo que percibía, podía bloquear esa percepción en algunas oportunidades pero, en definitiva, no podía dejar de saber.
Y el conocimiento de la tortura emocional que vivía Delin, de su agobiante culpa y lacerantes remordimientos, le partía el alma. Si al menos pudiera brindarle un minuto de paz, una brizna de consuelo...
Él había hecho tanto por ella y su bebé y ella, a cambio, no podía hacer nada por él... porque él no se lo permitía. Porque se encastillaba en su malhadado silencio y la dejaba fuera, sin ninguna posibilidad de comprenderlo, y necesitaba desesperadamente poder hacerlo para lograr ella también un poco de paz.
Ella era una criatura amable, cortés y tímida y había hecho el viaje acatando dócilmente todo lo que el capitán decidía, sin jamás quejarse ni poner una objeción, sin nunca exigir nada... excepto aquella misma noche en que la urgencia del mar la había dominado. Tampoco había pedido nunca una respuesta a sus interrogantes ni una explicación a sus dudas; sentía que no tenía derecho a hacerlo, que sería una descortesía, una falta de delicadeza. Pero, en esta ocasión, algo se rebeló en ella.
Algo en su interior, alguna secreta intuicían, le decía que no debía seguir callando; que, por el bien de todos, debía armarse de valor e intentar romper esa coraza de silencio y lejanía tras la que se ocultaba Delin. Alguien en Cascadas le había dicho una vez que no debía romper la caparazón del capitán porque era su defensa, pero ya no estaban en Cascadas y esa caparazón se le antojaba a ella una prisión más que un refugio.
El viaje de regreso transcurrió sin incidentes. La noche estaba tan quieta y silenciosa como cuando habían salido. Nada había cambiado en el exterior, pero sí en su mente y en su alma: había tomado una decisión.
No bien entraron en la casa, reuniendo toda su fuerza y su valor y antes de que él tuviera ocasión de ordenarle cambiarse de ropa e ir a descansar, se enfrentó a Delin. Sus mejillas estaban teñidas de rojo cuando lo miró a los ojos, pero su voz sonó firme cuando habló.
- ¿Eso es todo, Delin? ¿No me explicarás nada? ¿No me ayudarás a entender? - su tono transmitía un delicado reproche - Hablame de ti - pidió con suavidad, con urgencia, apoyando una mano en el brazo de él.
Última edición por Muireall el 18/10/09, 12:17 am, editado 1 vez
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Cuando llegaron a la casa y cerró la puerta tras de sí, se sintió de nuevo más calmado, la fría calma que le acompañaba casi en todo momento, esa calma que le permitía no volverse loco ni expresar sus sentimientos. Tendría tiempo después, cuando la selkie se fuera a descansar, de poner en orden y analizar lo que había pasado en la playa. En cierto modo, sabía que era un ejercicio inútil, nunca conseguiría entender los sentimientos, o al menos gran parte de ellos.
Sin embargo, no tuvo su momento de relax, su momento de meditar. Se sintió acorralado cuando Muireall se acercó a él con sus preguntas. Sabía que ella no lo hacía con mala intención, pero no podía evitar sentirse como un animal enjaulado al que pretendían arrinconar aun más.
Además ¿qué iba a responder? Nunca nadie le había preguntado algo acerca de él, nunca le habían pedido explicaciones amablemente, nunca le habían pedido entendimiento… nunca había hablado de su pasado. No estaba preparado para esas preguntas y mucho menos para responderlas.
- Yo… no… yo…
Se sentía perdido, era la primera vez en su vida que dudaba, que su tono de voz delataba sus dudas, su miedo... no podía responder, no sabía responder. Sin saber que decir, sintiéndose estúpido, cobarde, acorralado, débil… se giró sobre sus talones, abrió la puerta y salió de nuevo a la noche, cerrando la puerta tras de sí.
No iba a irse muy lejos, no iba a permitir que algo le sucediera a la joven por su culpa, pero no volvería a entrar a la casa. Empleando un poco de magia subió hasta el tejado de la casa y se refugió entre las sobras de la noche.
Sin embargo, no tuvo su momento de relax, su momento de meditar. Se sintió acorralado cuando Muireall se acercó a él con sus preguntas. Sabía que ella no lo hacía con mala intención, pero no podía evitar sentirse como un animal enjaulado al que pretendían arrinconar aun más.
Además ¿qué iba a responder? Nunca nadie le había preguntado algo acerca de él, nunca le habían pedido explicaciones amablemente, nunca le habían pedido entendimiento… nunca había hablado de su pasado. No estaba preparado para esas preguntas y mucho menos para responderlas.
- Yo… no… yo…
Se sentía perdido, era la primera vez en su vida que dudaba, que su tono de voz delataba sus dudas, su miedo... no podía responder, no sabía responder. Sin saber que decir, sintiéndose estúpido, cobarde, acorralado, débil… se giró sobre sus talones, abrió la puerta y salió de nuevo a la noche, cerrando la puerta tras de sí.
No iba a irse muy lejos, no iba a permitir que algo le sucediera a la joven por su culpa, pero no volvería a entrar a la casa. Empleando un poco de magia subió hasta el tejado de la casa y se refugió entre las sobras de la noche.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Había ido demasiado lejos...
Se quedó inmóvil, con la mano que había apoyado en el brazo de él suspendida en el aire, mirando la puerta cerrada, sintiendo como la culpa se apoderaba de ella. ¿Acaso no sabía que había que tratar con sumo cuidado a un cachorro herido? Por que eso es lo que el rudo capitán le había parecido en muchas ocasiones y volvía a parecerle ahora: un animalito herido.
El miedo de Delin a hablar de si mismo, sus dudas, su incapacidad de hacerlo, eran para ella señal clara de que había sido muy maltratado en su vida, posiblemente en su infancia. Tanto, que el valiente soldado que jamás hubiese escapado ante una batalla, huía frente a unas cuantas preguntas.
No había sido su intención acorralarlo, pero eso era lo que había conseguido; hacerlo sentir acosado, estúpido, cobarde. Más que nada en el mundo, deseaba en esos momentos ir en su busca, disculparse, acunarlo entre sus brazos y consolarlo, acallar sus dudas, mitigar sus temores...
... pero sabía que no debía hacerlo.
Si iba tras él, sólo conseguiría hostigarlo, atormentarlo más. Debía darle tiempo, respetar su espacio, dejarlo descansar y rogar porque, cuando regresara, quisiera y pudiera hablar. Si no, costara lo que le costara, respetaría su silencio. Por nada del mundo quería volver a hacerlo sentir tan miserable ni sentirse tan miserable ella.
Permaneció quieta, callada, abstraída en sus pensamientos, hasta que un movimiento en su vientre la hizo regresar a la realidad. Su bebé. Faltaba muy poco, quizás unos días o tal vez unas horas para su llegada al mundo. Debía serenarse y debía descansar; necesitaría todas sus fuerzas para el parto.
Tras una silenciosa despedida para Delin, se dirigió a la habitación. Se secó, se cambió de ropa y se acostó, intentando mantener en todo momento sus pensamientos centrados en el bebé. Pensando en él, finalmente se durmió.
Se quedó inmóvil, con la mano que había apoyado en el brazo de él suspendida en el aire, mirando la puerta cerrada, sintiendo como la culpa se apoderaba de ella. ¿Acaso no sabía que había que tratar con sumo cuidado a un cachorro herido? Por que eso es lo que el rudo capitán le había parecido en muchas ocasiones y volvía a parecerle ahora: un animalito herido.
El miedo de Delin a hablar de si mismo, sus dudas, su incapacidad de hacerlo, eran para ella señal clara de que había sido muy maltratado en su vida, posiblemente en su infancia. Tanto, que el valiente soldado que jamás hubiese escapado ante una batalla, huía frente a unas cuantas preguntas.
No había sido su intención acorralarlo, pero eso era lo que había conseguido; hacerlo sentir acosado, estúpido, cobarde. Más que nada en el mundo, deseaba en esos momentos ir en su busca, disculparse, acunarlo entre sus brazos y consolarlo, acallar sus dudas, mitigar sus temores...
... pero sabía que no debía hacerlo.
Si iba tras él, sólo conseguiría hostigarlo, atormentarlo más. Debía darle tiempo, respetar su espacio, dejarlo descansar y rogar porque, cuando regresara, quisiera y pudiera hablar. Si no, costara lo que le costara, respetaría su silencio. Por nada del mundo quería volver a hacerlo sentir tan miserable ni sentirse tan miserable ella.
Permaneció quieta, callada, abstraída en sus pensamientos, hasta que un movimiento en su vientre la hizo regresar a la realidad. Su bebé. Faltaba muy poco, quizás unos días o tal vez unas horas para su llegada al mundo. Debía serenarse y debía descansar; necesitaría todas sus fuerzas para el parto.
Tras una silenciosa despedida para Delin, se dirigió a la habitación. Se secó, se cambió de ropa y se acostó, intentando mantener en todo momento sus pensamientos centrados en el bebé. Pensando en él, finalmente se durmió.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Permaneció totalmente inmóvil toda la noche, vigilante, pero tan quieto que hubiera podido confundirse con una estatua, pero lo suficientemente oculto como para que nadie le viera. Cuando los primeros rayos de sol empezaron a asomar por el horizonte, bajó de su posición en el máximo silencio y se encaminó hacia el centro de la población.
No quería entrar en la casa y sabía que, si ella hubiera necesitado ayuda, le hubiera llamado. No quería enfrentarse a sus ojos, a sus preguntas. No quería sentir lo que creía que no le correspondía. Era tiempo de volver a la realidad, preparar todo para su partida y dejar de poner en peligro no una, sino dos vidas.
Le costó varias horas, muchas vueltas y preguntas. Le costó casi toda su paciencia, pero finalmente había conseguido un trabajo, con eso ganaría suficiente en poco tiempo para conseguir una casa mejor, y una mujer que ayudara a la selkie con el nacimiento del niño. Le resultó irónico que sus habilidades fueran a servir como guardaespaldas, no sabía de quién ni le importaba, solo sabía que una pareja que iba a pasar en aquella isla tres días, querían protección y pagaban bien. Cumpliría su trabajo de tres días y cobraría el dinero que necesitaba.
Además, el trabajo le daba la escusa necesaria para mantenerse alejado del amanecer al anochecer de la muchacha. Solo quedaban una cosa de las que ocuparse ahora: encontrar a una mujer que supiera cómo atender a una parturienta, para que acompañara a la selkie hasta entonces.
Ese encargo fue mucho más fácil. Encontrar a la mujer no fue complicado y, con el adelanto que había conseguido, tenía dinero suficiente para pagar a la joven. Le dio dinero, las indicaciones sobre cómo llegar y un mensaje que, aunque a la muchacha le pareció extraño, esperaba que la selkie lo entendiera como proveniente de él, para que pudiera confiar en la mujer. El mensaje: “El capitán de doble vida, te manda a esta mujer para ayudarte”. Sencillo y escueto; allí nadie sabía de su condición de capitán y espía, asique esperaba que Muireall lo entendiera.
La mujer decía llamarse Hannah, aunque apenas le había prestado atención. Era una mujer de unos 40 años, entradita en carnes, aunque bella, que, a pesar de que el capitán ni tan siquiera lo había visto, desprendía un halo de bondad. Era una mujer amable y cariñosa.
Cuando recibiera el resto del dinero, compraría algún mueble para la casa, contrataría alguien para arreglar las goteras y los rotos, y le daría el resto a la joven hasta que pudiera mantenerse sola. Aunque, si podía, buscaría un buen trabajo para ella. Ya no pensaba en comprar otra casa, sabiendo que ella era una criatura del mar, aquel era un buen lugar, solo necesitaba algunas reparaciones.
Satisfecho con los arreglos del día, se encaminó hacía su trabajo. Durante el día, y mientras la pareja anduviera fuera de su casa, tendría que seguirlos a todas partes y proteger sus vidas. Cuando ellos se encerraran en su casa, volvería al tejado de la selkie a vigilar durante la noche que todo siguiera en orden y que nadie la molestara.
(FDI: Si algo no te gusta dilo. Puedes manejar a Hannah a tu antojo ^^)
No quería entrar en la casa y sabía que, si ella hubiera necesitado ayuda, le hubiera llamado. No quería enfrentarse a sus ojos, a sus preguntas. No quería sentir lo que creía que no le correspondía. Era tiempo de volver a la realidad, preparar todo para su partida y dejar de poner en peligro no una, sino dos vidas.
Le costó varias horas, muchas vueltas y preguntas. Le costó casi toda su paciencia, pero finalmente había conseguido un trabajo, con eso ganaría suficiente en poco tiempo para conseguir una casa mejor, y una mujer que ayudara a la selkie con el nacimiento del niño. Le resultó irónico que sus habilidades fueran a servir como guardaespaldas, no sabía de quién ni le importaba, solo sabía que una pareja que iba a pasar en aquella isla tres días, querían protección y pagaban bien. Cumpliría su trabajo de tres días y cobraría el dinero que necesitaba.
Además, el trabajo le daba la escusa necesaria para mantenerse alejado del amanecer al anochecer de la muchacha. Solo quedaban una cosa de las que ocuparse ahora: encontrar a una mujer que supiera cómo atender a una parturienta, para que acompañara a la selkie hasta entonces.
Ese encargo fue mucho más fácil. Encontrar a la mujer no fue complicado y, con el adelanto que había conseguido, tenía dinero suficiente para pagar a la joven. Le dio dinero, las indicaciones sobre cómo llegar y un mensaje que, aunque a la muchacha le pareció extraño, esperaba que la selkie lo entendiera como proveniente de él, para que pudiera confiar en la mujer. El mensaje: “El capitán de doble vida, te manda a esta mujer para ayudarte”. Sencillo y escueto; allí nadie sabía de su condición de capitán y espía, asique esperaba que Muireall lo entendiera.
La mujer decía llamarse Hannah, aunque apenas le había prestado atención. Era una mujer de unos 40 años, entradita en carnes, aunque bella, que, a pesar de que el capitán ni tan siquiera lo había visto, desprendía un halo de bondad. Era una mujer amable y cariñosa.
Cuando recibiera el resto del dinero, compraría algún mueble para la casa, contrataría alguien para arreglar las goteras y los rotos, y le daría el resto a la joven hasta que pudiera mantenerse sola. Aunque, si podía, buscaría un buen trabajo para ella. Ya no pensaba en comprar otra casa, sabiendo que ella era una criatura del mar, aquel era un buen lugar, solo necesitaba algunas reparaciones.
Satisfecho con los arreglos del día, se encaminó hacía su trabajo. Durante el día, y mientras la pareja anduviera fuera de su casa, tendría que seguirlos a todas partes y proteger sus vidas. Cuando ellos se encerraran en su casa, volvería al tejado de la selkie a vigilar durante la noche que todo siguiera en orden y que nadie la molestara.
(FDI: Si algo no te gusta dilo. Puedes manejar a Hannah a tu antojo ^^)
Delin- Cantidad de envíos : 622
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