Melodía de la vida

Durante unos minutos, buscó algo que pudiera usar para sentarse, encontrando una incómoda piedra que daba la altura necesaria para actuar de silla. La joven no se quejó, sin embargo. No es que viviera en mejores o peores condiciones. Solo era cosa de ver a su alrededor. Mucha gente vivía en duras condiciones, y eso se podía palpar desde las humildes casas que se encontraban apiñadas, hasta el hecho de que no podían ser dueños de la noche, debido a las criaturas que dominaban la noche... o al menos, como dicen los mitos.

Cuando vives en esas condiciones, da lo mismo si el asiento es incómodo. Mientras sirva para sentarte, se debe usar para sentarse, ¿no? El pensamiento de Sol era simple, pero tenía algo de verdad. Se podía discrepar con ella, pero casi nunca parecía prestarle la suficiente atención a los detalles mundanos como para discutir demasiado.

Eso irritaba a muchos. Al resto, le agradaba como era.

- A mi me agrada :3

¡Maldita sea Minuki, abstente de atender tus temas!

Con guitarra en mano, ya había sido vista por varias personas de la isla, lo que trajo cierta incertidumbre. Generalmente, los bardos no vienen a esta localidad, debido a la escases de dinero, comparado con Tincracia u otra ciudad. Sin embargo, los niños que habían estaban simplemente fascinados. En equivalente a niños de otras localidades, sentían que había venido una caravana de musicos, un circo o algo parecido.

Se reunieron delante de Sol, quien sentada, simplemente sonreía mientras tensaba y soltaba algunas cuerdas de la guitarra que llevaba.

- Saben, generalmente mi público es muy mayor, pero nunca tan abundante como el que acaba de llenar la sala esta noche - eso provocó una alegría en los niños que ya ovacionaban alegremente a la bardo.

La joven tocó algunas notas de prueba.

- Esperemos estar a la altura de tan maravilloso público - se pone en su modo de música, mientras los niños guardaban silencio poco a poco. Algunas madres estaban en el lugar. Algunas compartían la inquietud de otros adultos, pero otras estaban ahí para, sinceramente, disfrutar de la melodía.

Lentamente, comienza tocando suavemente su guitarra, melodías que no eran precisamente improvisadas, pero tenían cierta naturalidad, como si fuera una canción que le saliera del momento. En un cierto sentido, esto era así.

Su tono de voz cambió en comparación al tono de voz normal que usaba para hablar. Era suave, que cuando era acompañada por la guitarra, se complementaba muy bien con el sentimiento tranquilo que quería transmitir. Practicamente todos los niños la escuchaban, atentos a lo que presenciaban, pero aún así, dejandose absorber por la melodía.

Lentamente, tanto la voz como la guitarra comenzaron a tomar fuerza, pero aún así, mantenían un tono tranquilo, cantando una canción que se alejaba un poco de las melodías de caballeros heróicos y princesas en castillos. En realidad, era una canción en un tono romántico. Los niños, probablemente, no entendían lo que significaba la letra, pero no parecía importarles.

En los coros, tomaba cierta fuerza, pero en vez de desviarse a algo gritón o algo fuera de si, parecía tomar una fuerza equivalente a la belleza de lo que cantaba. Era una melodía apasionada, que podía hacer olvidar a muchos de sus problemas, de sus preocupaciones, de si llegarían a conseguir el suficiente dinero para superar la semana... aquella melodía hacía disfrutar a adultos y niños por igual, dejandose llevar por la canción, incluso cantando el segundo coro al ya haber escuchado el primero. Los que no se sentían un poco avergonzados, pero dejaban llevar sus manos, moviendolas en el aire, como si estuvieran frente al mejor concierto de sus vidas, aunque quizás para muchos, era el primero.

FDI: La canción en particular es esta, y la letra la pueden encontrar acá

Había objetivos complicados en este mundo, y quizás nuestra gente tenía uno de los que encabezaban la lista. El mundo era un lugar inmenso, y parecía ser aún más grande cuando se buscaba algo tan pequeño, algo único, y bien específico. Muchas veces había tenido la misma duda que el resto de la orden, y al parecer no existía una verdadera respuesta. ¿Cómo reconocer el libro al verlo? Era posible que estuviese en una estantería, junto a otros cientos de libros, ¿cómo haríamos para saber que lo habíamos encontrado? Se decía que era un libro que invitaba a ser leído, que causaba una gran necesidad de mirar sus páginas, y que una vez que alguien empezaba a leerlo, no podía detenerse. En ese caso, la única salida era provocar que el lector perdiera el conocimiento, y en caso de ser necesario que muera. Monuth' Zark significó un precio muy alto en sus días, y tenerlo de vuelta en el mundo no sería algo positivo.

De barco en barco, recorriendo ciudades, explorando territorios, encontrándome cada tanto con algún otro Axurker. Mis pasos me llevaron hasta una isla, rodeada de otras tantas. Revisaría esa isla y luego las otras. A juzgar por lo que mi vista me ofrecía, podía estar al menos un año en ese lugar, revisando todo. Al notar que parecía estar en el centro, decidí empezar ahí, por lo que bajé del barco que seguía su curso y nadé hacia la isla. Luego bastaría con ir a otra y viajar en círculos, migrando de una porción de tierra a otra. Cada vez que llegaba a un nuevo lugar, buscaba algún tipo de civilización, por si existía la posibilidad de que estuviese escondido entre tantos otros libros. Convenía liquidar tan rápido como fuese posible la probabilidad de que el libro de Monuth' Zark cayera en manos no preparadas para hacer lo que debía hacerse con él.

Me adentré en la isla y encontré un islote, conectado al resto del territorio por un puente. Mientras cruzaba el puente, noté que esa ciudad parecía no dar abasto a la cantidad de habitantes que sus edificios hacían pensar que tenía. ¿Por qué no habitaban el resto de la isla? No parecía bonito vivir tan apretujados. Mientras me acercaba, una canción fue dejándose oír. Era realmente hermosa, y por un instante el libro desapareció de mi cabeza. El camino había hecho que mi ropa se secara, pero no así mi cabello, que sería así de largo hasta que completara mi entrenamiento. Me quedé observando y escuchando la canción hasta que terminó.

-Maravillosa -dije simplemente. No había mucho más que aportar. Y no parecía ser la única en pensar eso. Era mucha la gente que se había arrimado a escucharla, tanto niños como adultos.