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Retazos de una vida
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Retazos de una vida
La oscuridad me cubre. Estoy sentado sobre una roca, a los pies de un árbol.. No muy lejos se encuentra el Barrio Campesino, con sus tierras fértiles y sus granjas con no tantos animales como me gustaría. A mis pies hay un par de conejos de color pardo. Secos por dentro, sin vida, muertos. Yo los he matado. No me gusta el olor que desprenden sus inertes cuerpos, así como tampoco me gusta demasiado el sabor de su sangre. Hoy no había elección. La noche se me echó encima y no tenía otra alternativa que robar estos conejos en una de las granjas. Los conejos son fáciles de robar, no hacen ruido, no pesan y hay suficientes como para que no llamen demasiado la atención sus desapariciones. Sin embargo su sabor... Debería alimentarme de sangre humana, tal y como me enseñaron, sin embargo, es difícil en los tiempos que corren. A veces consigo alimentarme de algun sin techo, alguna de esas personas que vive por inercia, sin nadie que les quiera, sin nadie que le eche de menos, sin ningun motivo para no morir entre mis labios.
Mi sombra es reacia a alimentarme de humanos, no sé si por pena o por evitar el riesgo de ser descubiertos. Dice que la mejor sangre que hay es la de los elfos, aunque no he conocido a ningun elfo, sí que espero tener la ocasión de disfrutar de su sabor cuando dé con uno.
La luz de la luna ilumina el lugar en el que me encuentro. Ella dijo que era mejor comer aquí, junto a este árbol que tiene el tronco lo suficientemente grueso como para camuflarme tras él. Parece que hace buena temperatura, aunque yo no lo sé, ni mi sombra tampoco. Es algo fuera de nuestro alcance desde que me convirtieron, pero algo a lo que ya me he acostumbrado. Ella dice que no tener frío, calor o sueño es algo bueno, que proporciona más horas para vivir. Durante el día me dedico a mantenerme a cubierto en cualquier lugar. No tengo hogar, porque tampoco lo necesito. Mi sombra dice que es mejor pasar por visitante de la ciudad que por habitante: menos preguntas, menos problemas. Paseo por la ciudad, poniendo interés en los detalles, intentando descubrir cosas que no recuerdo, cosas que fueron parte de mi vida, de lo que fui una vez. No llevo mucho tiempo en esta ciudad, pero ya me conozco cada rincón de ella. Es lo que tiene disponer de todo el día libre. Lo bueno de las ciudades grandes y con bullicio es que uno puede pasar desapercibido con facilidad. Además, durante las horas en las que el sol aporta luminosidad llevo mi túnica, lo cual hace aún más fácil esconder mi rostro.
La noche de hoy es tranquila. Mi sombra dice que pruebe a disfrutar del silencio y la tranquilidad que hay en el ambiente. Apoyo mi cabeza y mi espalda sobre el tronco del árbol y cierro los ojos.
Mi sombra es reacia a alimentarme de humanos, no sé si por pena o por evitar el riesgo de ser descubiertos. Dice que la mejor sangre que hay es la de los elfos, aunque no he conocido a ningun elfo, sí que espero tener la ocasión de disfrutar de su sabor cuando dé con uno.
La luz de la luna ilumina el lugar en el que me encuentro. Ella dijo que era mejor comer aquí, junto a este árbol que tiene el tronco lo suficientemente grueso como para camuflarme tras él. Parece que hace buena temperatura, aunque yo no lo sé, ni mi sombra tampoco. Es algo fuera de nuestro alcance desde que me convirtieron, pero algo a lo que ya me he acostumbrado. Ella dice que no tener frío, calor o sueño es algo bueno, que proporciona más horas para vivir. Durante el día me dedico a mantenerme a cubierto en cualquier lugar. No tengo hogar, porque tampoco lo necesito. Mi sombra dice que es mejor pasar por visitante de la ciudad que por habitante: menos preguntas, menos problemas. Paseo por la ciudad, poniendo interés en los detalles, intentando descubrir cosas que no recuerdo, cosas que fueron parte de mi vida, de lo que fui una vez. No llevo mucho tiempo en esta ciudad, pero ya me conozco cada rincón de ella. Es lo que tiene disponer de todo el día libre. Lo bueno de las ciudades grandes y con bullicio es que uno puede pasar desapercibido con facilidad. Además, durante las horas en las que el sol aporta luminosidad llevo mi túnica, lo cual hace aún más fácil esconder mi rostro.
La noche de hoy es tranquila. Mi sombra dice que pruebe a disfrutar del silencio y la tranquilidad que hay en el ambiente. Apoyo mi cabeza y mi espalda sobre el tronco del árbol y cierro los ojos.
Roco- Cantidad de envíos : 11
Re: Retazos de una vida
Me gusta la noche. La noche es de los corazones oscuros que persiguen lo que quieren más allá de lo que es justo o legal. La noche es amparo de rateros, de asesinos, de delincuentes.
La noche es para los que se esconden. Y quien más necesita la noche y su amparo es quien intenta esconderse de sí mismo. De los errores. De los fallos. De todo aquello que reside en lo más profundo de tu conciencia y de lo que no puedes escapar.
El aire sopla fresco, pero no me importa. Mantengo mi capa abierta, y se me eriza el vello en los brazos. Siento un frío superior al que realmente debe de hacer aquí fuera, porque la noche, me esconde de los demás, pero me abre más a mí misma. La soledad no ayuda mucho. No sé dónde diablos está Sish. Justo esta noche...
Justo esta noche, que mis pensamientos atacan con más fuerza y más viveza, que mis recuerdos atacan mi cabeza, justo esta noche, Sish desaparece y me deja sola.
Se me acaban las ideas de dónde buscarla, y eso implica que se me acaben las cosas con las que distraer mi cabeza. Cómo último recurso acudo a la zona de las granjas, a veces se acerca, porque en esta zona hay ratones más jugosos y gordos que los que hay en las posadas donde nos hospedamos. Empiezo a pensar que llevamos demasiado tiempo aquí, empezamos a tener costumbres.
Camino entre las granjas durante un buen rato, una sombra encapuchada que camina sin prisa y sin destino aparente. Cuando veo en una de las ventanas a una mujer asomada, mirándome con recelo, decido dejar de buscar a mi pequeña serpiente aquí, la gente empieza a sospechar que rondo las casas y no quiero meterme en líos.
Me alejo de las casas y me dirijo a un árbol que hay a lo lejos, maldiciendo a Sish por si pueden llegarle mis pensamientos allí donde esté.
<< ¿Dónde demonios te has metido? Maldita sea, esta vez me voy a enfadar de verdad, Sish. . >>
Suspiro. Alcanzo el árbol y me apoyo en él, Respiro hondo varias veces.
Y entonces lo noto. El leve siseo de una serpiente deslizándose por el suelo. Su siseo me llega con calma, lento, como si mi compañera no hubiese estado horas desaparecida.
>> No estás sola. De hecho, creo que deberías prestar más atención. <<
- Pero, ¿qué...? - El enfado me hace hablar en voz alta, pero mi instinto me dice que tiene razón. Me callo en cuanto veo la silueta recortada contra el árbol, por el otro lado. Está sentada en una roca, seguramente no la he visto porque el tronco es grueso y yo no estaba atenta. Me incorporo y me pongo en guardia de forma inconsciente, y veo una sombra oscura moverse sobre la sombra de la figura proyectada por la luna. Cuando sale de ella, veo claramente a mi pequeña amiga, deslizarse silenciosamente hacia mí, cansinamente y despacio. Parece que ha aumentado su tamaño.. de forma considerable.
<< No puede ser verdad, ¿Me has dejado sola porque te apetecía comer algo diferente? Podías haberme avisado. Haberlo pedido. >>
Estoy enfadada Mucho. Frunzo el ceño casi sin darme cuenta, pero por suerte estoy de espaldas a la luz, y además la capucha está en su sitio. Sish no contesta, yo resoplo. SE mueve muy lenta, creo que ha comido algo demasiado grande, tardará en digerirlo. Le digo sin palabras que deje de reptar, que es mejor que se esté quieta, y me hace caso. Ni siquiera se digna en contestarme a mi pregunta de qué demonios ha comido. Así que fijo la vista en el extraño.
- ¿Qué le has dado de comer a mi serpiente? - Digo a modo de saludo, bastante hosca y sin mucha cordialidad, cruzando los brazos delante de mí.
La capa sigue abierta y se entrevén mis espadas cortas y la empuñadura de plata con cabeza de serpiente.
La noche es para los que se esconden. Y quien más necesita la noche y su amparo es quien intenta esconderse de sí mismo. De los errores. De los fallos. De todo aquello que reside en lo más profundo de tu conciencia y de lo que no puedes escapar.
El aire sopla fresco, pero no me importa. Mantengo mi capa abierta, y se me eriza el vello en los brazos. Siento un frío superior al que realmente debe de hacer aquí fuera, porque la noche, me esconde de los demás, pero me abre más a mí misma. La soledad no ayuda mucho. No sé dónde diablos está Sish. Justo esta noche...
Justo esta noche, que mis pensamientos atacan con más fuerza y más viveza, que mis recuerdos atacan mi cabeza, justo esta noche, Sish desaparece y me deja sola.
Se me acaban las ideas de dónde buscarla, y eso implica que se me acaben las cosas con las que distraer mi cabeza. Cómo último recurso acudo a la zona de las granjas, a veces se acerca, porque en esta zona hay ratones más jugosos y gordos que los que hay en las posadas donde nos hospedamos. Empiezo a pensar que llevamos demasiado tiempo aquí, empezamos a tener costumbres.
Camino entre las granjas durante un buen rato, una sombra encapuchada que camina sin prisa y sin destino aparente. Cuando veo en una de las ventanas a una mujer asomada, mirándome con recelo, decido dejar de buscar a mi pequeña serpiente aquí, la gente empieza a sospechar que rondo las casas y no quiero meterme en líos.
Me alejo de las casas y me dirijo a un árbol que hay a lo lejos, maldiciendo a Sish por si pueden llegarle mis pensamientos allí donde esté.
<< ¿Dónde demonios te has metido? Maldita sea, esta vez me voy a enfadar de verdad, Sish. . >>
Suspiro. Alcanzo el árbol y me apoyo en él, Respiro hondo varias veces.
Y entonces lo noto. El leve siseo de una serpiente deslizándose por el suelo. Su siseo me llega con calma, lento, como si mi compañera no hubiese estado horas desaparecida.
>> No estás sola. De hecho, creo que deberías prestar más atención. <<
- Pero, ¿qué...? - El enfado me hace hablar en voz alta, pero mi instinto me dice que tiene razón. Me callo en cuanto veo la silueta recortada contra el árbol, por el otro lado. Está sentada en una roca, seguramente no la he visto porque el tronco es grueso y yo no estaba atenta. Me incorporo y me pongo en guardia de forma inconsciente, y veo una sombra oscura moverse sobre la sombra de la figura proyectada por la luna. Cuando sale de ella, veo claramente a mi pequeña amiga, deslizarse silenciosamente hacia mí, cansinamente y despacio. Parece que ha aumentado su tamaño.. de forma considerable.
<< No puede ser verdad, ¿Me has dejado sola porque te apetecía comer algo diferente? Podías haberme avisado. Haberlo pedido. >>
Estoy enfadada Mucho. Frunzo el ceño casi sin darme cuenta, pero por suerte estoy de espaldas a la luz, y además la capucha está en su sitio. Sish no contesta, yo resoplo. SE mueve muy lenta, creo que ha comido algo demasiado grande, tardará en digerirlo. Le digo sin palabras que deje de reptar, que es mejor que se esté quieta, y me hace caso. Ni siquiera se digna en contestarme a mi pregunta de qué demonios ha comido. Así que fijo la vista en el extraño.
- ¿Qué le has dado de comer a mi serpiente? - Digo a modo de saludo, bastante hosca y sin mucha cordialidad, cruzando los brazos delante de mí.
La capa sigue abierta y se entrevén mis espadas cortas y la empuñadura de plata con cabeza de serpiente.
Shëa- Cantidad de envíos : 46
Re: Retazos de una vida
Mi sombra me dice que abra los ojos... y los oídos. Debe haber algo cerca, o alguien. Justo cuando más agusto estaba, cuando había encontrado paz y tranquilidad en esta noche silenciosa. Oigo algo.
Abro los ojos justo cuando aparece delante de mí una mujer tapada con una capucha que forma parte de una capa que lleva abierta. Observo que va armada, aunque no es algo que me preocupe especialmente. Distingo un rostro extraño pero bien puede ser efecto de la luz de la noche. Me habla de manera acusadora, a mí que ni siquiera me conoce. ¿Me está hablando de una serpiente?
Espero que mi sombra me diga qué decir y entonces hablo:
- ¿Disculpe? - digo levantandome con cautela – No sé de qué me habla y le aseguro que el tono empleado no es más aconsejado para utilizar en una situación como esta, entre dos extraños.
Es entonces cuando veo a una pequeña serpiente reptando por el suelo junto a los pies de la mujer. A juzgar por la forma y el tamaño de su cuerpo ha comido recientemente. ¿Será eso de lo que me está hablando? Mi sombra me ordena que deje de mirar a la serpiente y mire a la mujer, siempre atento, siempre vigilante, no debo bajar la guardia nunca.
- ¡Vaya! - digo tras dejar que mi sombra me guíe - ¿Se trata de su amiga? Parece que se ha dado un buen banquete. - Sonrío y suelto una risita sincera. La situación de la mujer y su serpiente me resulta algo cómica, sobre todo por el hecho de venir a mí a perdirme explicaciones.
Pero de repente, mi sombra me muestra algo: mi cena de esta noche. Dos conejos bien grandes que he robado de una granja no lejos de donde nos encontramos ahora mismo. Miro hacia donde los había dejado al terminar con ellos: ya no están. Vuelvo a buscar a la serpiente con la mirada y examino su cuerpo con los ojos. Sí, parece que esa serpiente ha acabado el trabajo que yo había empezado con esos dos pobres conejos. ¿Sería eso a lo que se refería la mujer que tenía delante con esa acusación hacia mi persona?
Abro los ojos justo cuando aparece delante de mí una mujer tapada con una capucha que forma parte de una capa que lleva abierta. Observo que va armada, aunque no es algo que me preocupe especialmente. Distingo un rostro extraño pero bien puede ser efecto de la luz de la noche. Me habla de manera acusadora, a mí que ni siquiera me conoce. ¿Me está hablando de una serpiente?
Espero que mi sombra me diga qué decir y entonces hablo:
- ¿Disculpe? - digo levantandome con cautela – No sé de qué me habla y le aseguro que el tono empleado no es más aconsejado para utilizar en una situación como esta, entre dos extraños.
Es entonces cuando veo a una pequeña serpiente reptando por el suelo junto a los pies de la mujer. A juzgar por la forma y el tamaño de su cuerpo ha comido recientemente. ¿Será eso de lo que me está hablando? Mi sombra me ordena que deje de mirar a la serpiente y mire a la mujer, siempre atento, siempre vigilante, no debo bajar la guardia nunca.
- ¡Vaya! - digo tras dejar que mi sombra me guíe - ¿Se trata de su amiga? Parece que se ha dado un buen banquete. - Sonrío y suelto una risita sincera. La situación de la mujer y su serpiente me resulta algo cómica, sobre todo por el hecho de venir a mí a perdirme explicaciones.
Pero de repente, mi sombra me muestra algo: mi cena de esta noche. Dos conejos bien grandes que he robado de una granja no lejos de donde nos encontramos ahora mismo. Miro hacia donde los había dejado al terminar con ellos: ya no están. Vuelvo a buscar a la serpiente con la mirada y examino su cuerpo con los ojos. Sí, parece que esa serpiente ha acabado el trabajo que yo había empezado con esos dos pobres conejos. ¿Sería eso a lo que se refería la mujer que tenía delante con esa acusación hacia mi persona?
Última edición por Roco el 17/09/15, 07:46 am, editado 1 vez
Roco- Cantidad de envíos : 11
Re: Retazos de una vida
La figura se levanta con cuidado, No parece amenazante pero me mantengo alerta y dispuesta a saltar a la mínima señal de peligro. No puedo evitar soltar una carcajada ante su increpación por no ser educada.
- Oh, si. Disculpe mis modales - digo en tono sarcástico - Quizá esperaba una bonita reverencia y un cálido saludo, pero no suelo fiarme de las figuras que se esconden en las sombras, y menos presentarme ante ellas. - Hago una pausa. - Le he preguntado, si es tan amable de responder, que qué demonios le ha dado de comer a mi serpiente. - Mi tono sarcástico se va volviendo duro conforme acabo la frase.
Me mantengo erguida, con los brazos cruzados sobre el pecho y cara de pocos amigos, aunque no se distingue mucho. La figura se ha puesto de pie y descubre a un hombre bien vestido, de ojos castaños y media melena, atractivo pero que parece peligroso, y que no encaja nada con el lugar. Y eso sólo puede significar que no es de fiar.
- Tan amante de las buenas costumbres como se le nota y aparenta, supongo que sabrá que es de mala educación darle de comer a animales ajenos. Además creo que se ha pasado, sea lo que sea era demasiado grande. Tardará horas en digerirlo y encima voy a tener que quedarme con ella hasta que acabe... - Miro al hombre, enfadada. En realidad el no tiene culpa de nada, pero es el único a quien puedo culpar aparte de Sish. Y ahora mismo Sish es lo único que tengo para apoyarme.
<< ¿Se puede saber qué has venido a hacer aquí? No podías ir a un sitio sin gente, no... maldita sea Sish... >>
Le dirijo un pensamiento enfadado sin apartar los ojos de mi interlocutor.
>> Tenía dos conejosss ssabrosos, limpiosss y ya muertossss.... No he podido resssssissstirme... <<
Cierro los ojos y suspiro. Maldita sea. Ella, el hombre que tengo delante y todo el maldito Universo. Cuando habla así es que ha comido demasiado, y encima cuando hace la digestión se atonta tanto que le cuesta hablar. Justo hoy. Perfecto. No puedo con el enfado que llevo encima.
- Bueno, pues muchas gracias señor educado por obligarme a quedarme aquí el resto de la noche, con una serpiente semiinconsciente gracias a sus sucios conejos. ¡La próxima vez que quiera montar un picnic nocturno asegúrese de que no le quiten la comida!
He acabado gritando. Perfecto. Maldición. Para remarcar mi enfado, aparto de un empujón al hombre y con una maldición y me siento de golpe en la piedra donde minutos antes estaba él sentado, sin dejar de refunfuñar y sin mirar a sish que me intenta seguir pesada y lentamente.
- Oh, si. Disculpe mis modales - digo en tono sarcástico - Quizá esperaba una bonita reverencia y un cálido saludo, pero no suelo fiarme de las figuras que se esconden en las sombras, y menos presentarme ante ellas. - Hago una pausa. - Le he preguntado, si es tan amable de responder, que qué demonios le ha dado de comer a mi serpiente. - Mi tono sarcástico se va volviendo duro conforme acabo la frase.
Me mantengo erguida, con los brazos cruzados sobre el pecho y cara de pocos amigos, aunque no se distingue mucho. La figura se ha puesto de pie y descubre a un hombre bien vestido, de ojos castaños y media melena, atractivo pero que parece peligroso, y que no encaja nada con el lugar. Y eso sólo puede significar que no es de fiar.
- Tan amante de las buenas costumbres como se le nota y aparenta, supongo que sabrá que es de mala educación darle de comer a animales ajenos. Además creo que se ha pasado, sea lo que sea era demasiado grande. Tardará horas en digerirlo y encima voy a tener que quedarme con ella hasta que acabe... - Miro al hombre, enfadada. En realidad el no tiene culpa de nada, pero es el único a quien puedo culpar aparte de Sish. Y ahora mismo Sish es lo único que tengo para apoyarme.
<< ¿Se puede saber qué has venido a hacer aquí? No podías ir a un sitio sin gente, no... maldita sea Sish... >>
Le dirijo un pensamiento enfadado sin apartar los ojos de mi interlocutor.
>> Tenía dos conejosss ssabrosos, limpiosss y ya muertossss.... No he podido resssssissstirme... <<
Cierro los ojos y suspiro. Maldita sea. Ella, el hombre que tengo delante y todo el maldito Universo. Cuando habla así es que ha comido demasiado, y encima cuando hace la digestión se atonta tanto que le cuesta hablar. Justo hoy. Perfecto. No puedo con el enfado que llevo encima.
- Bueno, pues muchas gracias señor educado por obligarme a quedarme aquí el resto de la noche, con una serpiente semiinconsciente gracias a sus sucios conejos. ¡La próxima vez que quiera montar un picnic nocturno asegúrese de que no le quiten la comida!
He acabado gritando. Perfecto. Maldición. Para remarcar mi enfado, aparto de un empujón al hombre y con una maldición y me siento de golpe en la piedra donde minutos antes estaba él sentado, sin dejar de refunfuñar y sin mirar a sish que me intenta seguir pesada y lentamente.
Shëa- Cantidad de envíos : 46
Re: Retazos de una vida
La mujer está notablemente enfadada. Al principio surge la duda de cómo sabe que han sido conejos lo que se ha comido la serpiente. Lanzo una mirada de soslayo al animal y busco signos de haberse alimentado de mis conejos. No la encuentro. Aún así, la mujer lo sabe... Bien. Mi sombra me dice que se trata de comunicación entre la mujer y la serpiente. ¿Pero cómo puede ser eso posible? Después del tiempo que llevo siendo lo que soy, no me acostumbro a seguir descubriendo cosas extrañas en el mundo. Si pudiera recordar algo de mi vida anterior, podría saber si estaba acostumbrado a vivir entre seres raros o no. Si pudiera recordar algo...
La mujer cierra los ojos y suspira. Ahora parece aún más enfada que antes. Yo sigo de pie ante ella, hasta el momento en el que comienza a gritarme acusándome de tener la culpa de haber alimentado a su serpiente y haber retrasado su andadura y me empuja para sentarse donde yo había estado sentado.
- He debido de parecerle una simple rama de árbol que puede apartar de su lado a su antojo, señora - Mi sombra me ordena que cambie el tono, que sea brusco y que cambie el gesto. Ahora parezco molesto. - Tráteme con respeto si no quiere verse en problemas. Para empezar no sé quien es, no la conozco, y ha llegado aquí como si nada a acusarme de haber alimentado a su estúpida serpiente. Igual debería atársela al cuello para que no se separe de usted, pero tenga cuidado, no vaya a agarrarse demasiado y... - Digo todo con un tono grave, serio y brusco, sin dejar de mantener la mirada fija en la mujer. Disminuyo el tono en la última frase, para darle un toque sarcástico. Me limito a seguir órdenes de mi sombra, la cual parece enfadada por el trato recibido por la mujer que acabamos de conocer.
Cuando acabo de hablar, me giro sobre mí mismo y me alejo unos pasos del lugar. Suspiro. Miro hacia arriba y observo el cielo que asoma entre las copas de los árboles. Estrellas que brillan solitarias, no en grupo, dan luz a la noche. El silencio sigue vivo, aunque esa mujer, su serpiente y mi discurso lo rompan de vez en cuando. Mi padre me enseñó a ser silencioso, a disfrutar del silencio y a utilizarlo a mi favor. Por eso voy solo. O quizá voy solo porque no tengo a nadie que me acompañe.
La mujer cierra los ojos y suspira. Ahora parece aún más enfada que antes. Yo sigo de pie ante ella, hasta el momento en el que comienza a gritarme acusándome de tener la culpa de haber alimentado a su serpiente y haber retrasado su andadura y me empuja para sentarse donde yo había estado sentado.
- He debido de parecerle una simple rama de árbol que puede apartar de su lado a su antojo, señora - Mi sombra me ordena que cambie el tono, que sea brusco y que cambie el gesto. Ahora parezco molesto. - Tráteme con respeto si no quiere verse en problemas. Para empezar no sé quien es, no la conozco, y ha llegado aquí como si nada a acusarme de haber alimentado a su estúpida serpiente. Igual debería atársela al cuello para que no se separe de usted, pero tenga cuidado, no vaya a agarrarse demasiado y... - Digo todo con un tono grave, serio y brusco, sin dejar de mantener la mirada fija en la mujer. Disminuyo el tono en la última frase, para darle un toque sarcástico. Me limito a seguir órdenes de mi sombra, la cual parece enfadada por el trato recibido por la mujer que acabamos de conocer.
Cuando acabo de hablar, me giro sobre mí mismo y me alejo unos pasos del lugar. Suspiro. Miro hacia arriba y observo el cielo que asoma entre las copas de los árboles. Estrellas que brillan solitarias, no en grupo, dan luz a la noche. El silencio sigue vivo, aunque esa mujer, su serpiente y mi discurso lo rompan de vez en cuando. Mi padre me enseñó a ser silencioso, a disfrutar del silencio y a utilizarlo a mi favor. Por eso voy solo. O quizá voy solo porque no tengo a nadie que me acompañe.
Roco- Cantidad de envíos : 11
Re: Retazos de una vida
Escucho al hombre sin levantar la vista del suelo. Me da mucha rabia, máxime cuando sé que tiene razón. No debería haberle empujado ni haberle hablado así, pero estoy enfadada, y frustrada. Y en el fondo seguramente esté triste, pero eso no le interesa a nadie, así que a mí tampoco. Me digo a mí misma que ese hombre no tiene razón, que la culpa es suya- como si realmente lo hubiese hecho para fastidiarme-, me agarro a sus amenazas para no dejar caer mi máscara.
- ¿Quién se cree que es usted para amenazarme? Quizá debería ir con cuidado, porque en algo tiene razón: no me conoce de nada. Quizá sea más peligrosa yo que usted. Así que no tiente a la suerte. Puede que no le haya dado esos conejos adrede, pero aún así es culpa suya. Estoy en mi derecho de recriminárselo, y si no le gusta puede usted largarse con viento fresco. Lo haría yo, pero por desgracia algún idiota ha cebado sin querer a mi serpiente y no puedo irme sin ella...
Me cruzo de brazos. Me levanto del tocón, nerviosa. Enfadada. Frustrada. Me encantaría irme de allí y acabar con todo, pero Sish sigue en una esquina, digiriendo unos conejos demasiado grandes. Le dirijo un pensamiento furioso.
<< Mira en qué lío me has metido. >>
LA serpiente me mira con cara de no haber roto un plato en su vida y reprimo el impulso de darle una patada. Me levanto del tocón y me alejo de ella, quedándome a medio camino entre el sitio y el hombre que mira al cielo como embobado. Supongo que está enfadado. Me giro bruscamente con intención de volver al tocón, pero un sonido de rasgado me para en el sitio. COn la brusquedad no he visto las ramas del árbol que quedaban cerca, la capucha se me ha enganchado y se me ha rasgado.
- Perfecto, lo que me faltaba. Por todos los... - Murmuro sin apenas darme cuenta, soltando el enganche de la capucha para poder valorar los desperfectos. Me mantengo de espaldas al hombre, deseando que, en su enfado, se haya ido, tapándome la cara con el pelo al estar inclinada hacia delante.
<< Voy a necesitar un rato para arreglar este estropicio... >>
- ¿Quién se cree que es usted para amenazarme? Quizá debería ir con cuidado, porque en algo tiene razón: no me conoce de nada. Quizá sea más peligrosa yo que usted. Así que no tiente a la suerte. Puede que no le haya dado esos conejos adrede, pero aún así es culpa suya. Estoy en mi derecho de recriminárselo, y si no le gusta puede usted largarse con viento fresco. Lo haría yo, pero por desgracia algún idiota ha cebado sin querer a mi serpiente y no puedo irme sin ella...
Me cruzo de brazos. Me levanto del tocón, nerviosa. Enfadada. Frustrada. Me encantaría irme de allí y acabar con todo, pero Sish sigue en una esquina, digiriendo unos conejos demasiado grandes. Le dirijo un pensamiento furioso.
<< Mira en qué lío me has metido. >>
LA serpiente me mira con cara de no haber roto un plato en su vida y reprimo el impulso de darle una patada. Me levanto del tocón y me alejo de ella, quedándome a medio camino entre el sitio y el hombre que mira al cielo como embobado. Supongo que está enfadado. Me giro bruscamente con intención de volver al tocón, pero un sonido de rasgado me para en el sitio. COn la brusquedad no he visto las ramas del árbol que quedaban cerca, la capucha se me ha enganchado y se me ha rasgado.
- Perfecto, lo que me faltaba. Por todos los... - Murmuro sin apenas darme cuenta, soltando el enganche de la capucha para poder valorar los desperfectos. Me mantengo de espaldas al hombre, deseando que, en su enfado, se haya ido, tapándome la cara con el pelo al estar inclinada hacia delante.
<< Voy a necesitar un rato para arreglar este estropicio... >>
Shëa- Cantidad de envíos : 46
Re: Retazos de una vida
Desde donde estoy, oigo una voz femenina hablando en un tono alto, como para cerciorarse de que puedo oírla. La mujer responde a mis palabras con otra amenaza por su parte. ¿Quizá sea ella más peligrosa? ¡Já! Lo dudo mucho cuando ni siquiera puede adiestrar a su dichosa serpiente. Noto que mi sombra se enerva y calienta mi cuerpo con la furia que va creciendo desde dentro. No acabo de acostumbrarme a lo que ocurre cuando mi sombra se enfada. Es como que pierdo el control interno de mi cuerpo y se van produciendo cambios que no puedo frenar. En este caso en particular, puedo comprender que esa mujer esté acabando con la paciencia de mi sombra, y aunque no me gusta meterme en problemas con gente desconocida no voy a ser yo quien se oponga a defendernos.
Me giro justo cuando la mujer se inclina hacia delante, de espaldas a mí. Está mirando algo. Mi sombra está furiosa, tanto que noto cómo mis puños se aprietan y mis ojos se entornan. Ahora mismo podría atarcarla y se acabaría el problema, podríamos acallar esa estúpida boca que tiene por la que no deja de soltar recriminaciones hacia mí, que ni siquiera me conoce. Quizá podría alimentarme de ella, quedaría saciado para más tiempo de lo que lo haría con los dos enclenques conejos de antes. Miro alrededor y no hay nadie, tampoco se escucha a nadie, y aquí en la lejanía y con el silencio y la oscuridad nocturna sería algo fácil.
Sin embargo, mi sombra no opina igual. Consigue sosegar el enfado y recapacitar sobre la situación. Bien es cierto que se trata de una mujer sola, que se encuentra en posición fácil para que yo la aborde, pero en algo tenía razón con sus palabras envenenadas: no la conocemos de nada. ¿Y si es cierto que es más peligrosa de lo que aparenta? ¿Y si hay alguien más con ella que no anda demasiado lejos? Podría descubrirnos y estaríamos en problemas. Además está lo de su serpiente. Mi sombra cree que, igual que parecen comunicarse entre ellas, ese animal podría ocultar más cualidades. No, será mejor olvidar el asunto y alejarnos de allí.
Abro las manos, destenso el cuerpo, parpadeo un par de veces y escupo al suelo.
- Espero que le vaya bien y que encuentre pronto a alguien a quien culpar de sus problemas de mierda. - digo a la mujer mientras me giro y comienzo a andar, metiendo mis manos en los bolsillos de la chaqueta.
Hacia donde voy, no lo sé, pero desde luego sé que no voy a volver atrás. No quiero cruzarme nuevamente con esa mujer o no sé si mi sombra será capaz de aguantar ninguna acusación más. En el fondo hemos sido buenos, nos hemos atacado a esa mujer ni amenazado de muerte. Al menos no va a tener nada que reprocharme.
Tras unos doscientos pasos caminando sin pensar en nada en concreto, miro al cielo y compruebo que parece que no queda mucho para que amanezca. Debo estar alerta para colocarme la capucha antes de que la luz del sol toque mi piel. Es algo importante que puedo correr el riesgo de olvidarme.
Me giro justo cuando la mujer se inclina hacia delante, de espaldas a mí. Está mirando algo. Mi sombra está furiosa, tanto que noto cómo mis puños se aprietan y mis ojos se entornan. Ahora mismo podría atarcarla y se acabaría el problema, podríamos acallar esa estúpida boca que tiene por la que no deja de soltar recriminaciones hacia mí, que ni siquiera me conoce. Quizá podría alimentarme de ella, quedaría saciado para más tiempo de lo que lo haría con los dos enclenques conejos de antes. Miro alrededor y no hay nadie, tampoco se escucha a nadie, y aquí en la lejanía y con el silencio y la oscuridad nocturna sería algo fácil.
Sin embargo, mi sombra no opina igual. Consigue sosegar el enfado y recapacitar sobre la situación. Bien es cierto que se trata de una mujer sola, que se encuentra en posición fácil para que yo la aborde, pero en algo tenía razón con sus palabras envenenadas: no la conocemos de nada. ¿Y si es cierto que es más peligrosa de lo que aparenta? ¿Y si hay alguien más con ella que no anda demasiado lejos? Podría descubrirnos y estaríamos en problemas. Además está lo de su serpiente. Mi sombra cree que, igual que parecen comunicarse entre ellas, ese animal podría ocultar más cualidades. No, será mejor olvidar el asunto y alejarnos de allí.
Abro las manos, destenso el cuerpo, parpadeo un par de veces y escupo al suelo.
- Espero que le vaya bien y que encuentre pronto a alguien a quien culpar de sus problemas de mierda. - digo a la mujer mientras me giro y comienzo a andar, metiendo mis manos en los bolsillos de la chaqueta.
Hacia donde voy, no lo sé, pero desde luego sé que no voy a volver atrás. No quiero cruzarme nuevamente con esa mujer o no sé si mi sombra será capaz de aguantar ninguna acusación más. En el fondo hemos sido buenos, nos hemos atacado a esa mujer ni amenazado de muerte. Al menos no va a tener nada que reprocharme.
Tras unos doscientos pasos caminando sin pensar en nada en concreto, miro al cielo y compruebo que parece que no queda mucho para que amanezca. Debo estar alerta para colocarme la capucha antes de que la luz del sol toque mi piel. Es algo importante que puedo correr el riesgo de olvidarme.
Roco- Cantidad de envíos : 11
Re: Retazos de una vida
Primero resoplo ante su contestación, si no fuera porque la capucha se me ha roto, y vería mi rostro. Además, en el fondo se que tiene razón. Mejor que se vaya y que me deje en paz..
Le miro alejarse de reojo. Cuando está suficientemente lejos, me incorporo e inspecciono el estropicio de la capa con algo más de luz. Suspiro, va a costar de arreglar, y tengo las cosas en la posada, así que debería estar allí antes del amanecer si no quiero que la gente me vea... pero no puedo dejar a Sish. Con una maldición me siento y trato de encontrar la forma de sujetar la capa para que siga cumpliendo su función de ocultar mi rostro con trenzas de hojas. No se me da bien, pero aún faltan horas para que Sish pueda moverse, así que no tengo prisa...
Le miro alejarse de reojo. Cuando está suficientemente lejos, me incorporo e inspecciono el estropicio de la capa con algo más de luz. Suspiro, va a costar de arreglar, y tengo las cosas en la posada, así que debería estar allí antes del amanecer si no quiero que la gente me vea... pero no puedo dejar a Sish. Con una maldición me siento y trato de encontrar la forma de sujetar la capa para que siga cumpliendo su función de ocultar mi rostro con trenzas de hojas. No se me da bien, pero aún faltan horas para que Sish pueda moverse, así que no tengo prisa...
Shëa- Cantidad de envíos : 46
Re: Retazos de una vida
El amanecer asoma lentamente sobre la ciudad cuando el barco se acerca los Muelles. Miro las siluetas de los edificios desde la cubierta. Tengo los dedos agarrotados de aferrarme a la madera de la baranda tan fuerte, como si me fuese la vida en ello, y durante tanto tiempo. Me puede la emoción...
No debería estar aquí, los Bante me dijeron muy claro que no saliera de mi pequeño camarote, para evitar empeorar con la humedad, o el aire, o algo. Pero me encuentro bien, y estoy tan excitada con esta aventura que no podía dormir. Lo he intentado y vuelto a intentar, porque para una vez que me dejan salir y me llevan de viaje quería portarme lo mejor posible... pero tenía que salir. He cogido mi ropa de más abrigo, dos pares de calcetines y una chaqueta de lana. Además me he envuelto en una manta, la más gruesa que he encontrado, antes de escabullirme a la cubierta. Llevo horas aquí. Algunos marineros se han acercado a contarme historias sobre piratas y sirenas, y un señor mayor me ha contado cómo utilizan los navegantes las estrellas para guiarse. Es todo maravilloso. El mar está en calma y el viento que sopla no es ni muy frío ni muy molesto. Desde el momento en el que nos hemos acercado a Trinacracia lo suficiente, me he quedado embobada, mirando aparecer de entre la silueta oscura cada vez más contornos definidos de edificios, iluminados poco a poco por el sol. Es mágico, como si el sol pintara con colores y formas la gran sombra negra que era la ciudad hace tan solo un rato.
A medida que nos acercamos, todo se va llenando de luces, de colores y de formas diferentes. El barco atraca en el muelle con suavidad. Aún no ha amanecido del todo, pero yo miro con los ojos abiertos todo el ajetreo del muelle. En el de Cessele no me dio tiempo apenas de ver nada, porque llegamos en el carruaje, derechos al barco. Pero ahora.. ahora mismo toda Trinacracia se abre ante mis ojos. Llevaba tanto tiempo metida en aquella habitación que se me había olvidado el bullicio de las calles y... bueno, de todo. Respiro hondo, sin importarme si me llega el aire puro mezclado con el olor a pescado Mis ojos buscan entre la gente, mirándolo todo, intentando absorberlo todo y en cierto sentido, buscando su cara. Sé que es difícil que la encuentre aquí, después de..., ¿Cuánto tiempo? Por un momento me da miedo haber olvidado su rostro, que haya cambiado tanto que no la reconozca... Pero descarto la idea. La encontraré, y me encontrará. Además ahora que estoy aquí de vuelta, tengo una oportunidad. Sonrío mientras dejo caer la parte de la manta que envolvía mi cabeza como una capucha y me asomo un poco más sobre la barandilla. Los marinos del barco han empezado a descargar mercancías y me los quedo observando.
- Vaya, vaya, alguien parece excesivamente desocupado... - El segundo al mando está detrás de mí y me sobresalta con su voz de ultratumba. Doy un respingo, y al ver de quién se trata no puedo evitar reírme yo sola de mi reacción. Él me dedica una sonrisa bonachona, - Este no es lugar para una señorita, ¿no crees?
Mi sonrisa se acentúa aún más. Las pocas veces que he hablado con él me ha parecido una persona simpática y abierta. Y muy bromista.
- Lo cierto es que no es lugar, sin duda. Aunque yo no veo ninguna señorita por aquí, sólo marinos dispuestos a trabajar y a ayudar, señor - Contesto, intentando hablar grave como había oído a los marinos, y mirando a mi alrededor como si tal cosa. Él me mira y se ríe.
- Ya veo... Pues en ese caso, voy a tener que hacerte un encargo, grumetillo. Tenemos un cargamento ahí detrás que hay que catalogar antes de descargar. - Con una seña, me lleva a una zona de la cubierta donde hay amontonados unos cajones. Se me ilumina la cara cuando me explica que hay que contar los de cada tipo y apuntarlo en un albarán antes de que se puedan descargar.
- ¿De verdad puedo hacerlo? - Él sonríe, asiente y me guiña un ojo.
- ¡Nadie se queda de brazos cruzados en mi barco, si puedo evitarlo! - Se marcha de allí, dejándome con un marino que cataloga otra de las montañas de cajones que salen de la bodega. Me recoloco y sujeto la manta, para abrigarme, y me pongo a contar con entusiasmo, imaginándome que cada cajón contiene un tesoro y yo soy un pirata haciendo recuento del pillaje. Estoy apuntando el número en el albarán cuando aparece un gato de entre los cajones, y se me queda mirando. Fijamente. Sonriendo, me agacho y le miro desde lejos, extendiendo la mano para que se acerque, llamándole. Imito un maullido, pero suena más a un chirrido. Me río yo sola, y a pesar de todo, el gato se acerca. Se restriega contra mi pierna y mi mano y me deja acariciarlo un poco. ME gustaría quedármelo. "Señor manchas" es un nombre que le vendría al pelo. Me pregunto si tendrá dueño mientras le rasco detrás de las orejas, y parece disfrutarlo.
Cojo un pequeño trozo de madera, que probablemente ha saltado de un cajón al moverlo, y se lo lanzo al gato, que se vuelve loco. Va y vuelve detrás del trozo de madera, se lo quito y se lo lanzo. En una de esas, el trozo va a parar a los pies de un marino, que le pega una patada, lo lanza fuera del barco y el gato va detrás de él, en dirección al muelle, perdiéndose entre la gente. Sin pararme a pensarlo, salgo corriendo detrás de él, llamándolo a gritos y riéndome.
Me pierdo por las callejuelas persiguiendo al Señor Manchas, que ha dejado de perseguir la madera y ahora parece simplemente alejarse de la gente, aunque para mí sigue siendo un juego. A ratos corro tras él, a ratos solo lo sigo andando, buscando el rincón por donde se ha escondido, siento como si estuviese jugando conmigo.. No pasa mucho rato cuando, por vigilar al gato y no a mi alrededor, salgo corriendo de una calle y tropiezo con un hombre. Por suerte, o por desgracia, no tengo suficiente fuerza como para hacerle caer, aunque yo sí que pierdo el equilibrio y caigo de culo al suelo.
- Lo siento, discúlpeme, no miraba por donde iba - Le digo, poniéndome en pie y riéndome de mi propia torpeza - De verdad lo lamento, iba pendiente del Señor Manchas y no se me ocurrió mirar. - Me coloco la camisa y luego le miro sonriendo. - ¿Se encuentra bien?
Se trata de un hombre cubierto por entero con una capa, y aunque no parece que le haya pasado nada, me lo quedo mirando, esperando su contestación.
No debería estar aquí, los Bante me dijeron muy claro que no saliera de mi pequeño camarote, para evitar empeorar con la humedad, o el aire, o algo. Pero me encuentro bien, y estoy tan excitada con esta aventura que no podía dormir. Lo he intentado y vuelto a intentar, porque para una vez que me dejan salir y me llevan de viaje quería portarme lo mejor posible... pero tenía que salir. He cogido mi ropa de más abrigo, dos pares de calcetines y una chaqueta de lana. Además me he envuelto en una manta, la más gruesa que he encontrado, antes de escabullirme a la cubierta. Llevo horas aquí. Algunos marineros se han acercado a contarme historias sobre piratas y sirenas, y un señor mayor me ha contado cómo utilizan los navegantes las estrellas para guiarse. Es todo maravilloso. El mar está en calma y el viento que sopla no es ni muy frío ni muy molesto. Desde el momento en el que nos hemos acercado a Trinacracia lo suficiente, me he quedado embobada, mirando aparecer de entre la silueta oscura cada vez más contornos definidos de edificios, iluminados poco a poco por el sol. Es mágico, como si el sol pintara con colores y formas la gran sombra negra que era la ciudad hace tan solo un rato.
A medida que nos acercamos, todo se va llenando de luces, de colores y de formas diferentes. El barco atraca en el muelle con suavidad. Aún no ha amanecido del todo, pero yo miro con los ojos abiertos todo el ajetreo del muelle. En el de Cessele no me dio tiempo apenas de ver nada, porque llegamos en el carruaje, derechos al barco. Pero ahora.. ahora mismo toda Trinacracia se abre ante mis ojos. Llevaba tanto tiempo metida en aquella habitación que se me había olvidado el bullicio de las calles y... bueno, de todo. Respiro hondo, sin importarme si me llega el aire puro mezclado con el olor a pescado Mis ojos buscan entre la gente, mirándolo todo, intentando absorberlo todo y en cierto sentido, buscando su cara. Sé que es difícil que la encuentre aquí, después de..., ¿Cuánto tiempo? Por un momento me da miedo haber olvidado su rostro, que haya cambiado tanto que no la reconozca... Pero descarto la idea. La encontraré, y me encontrará. Además ahora que estoy aquí de vuelta, tengo una oportunidad. Sonrío mientras dejo caer la parte de la manta que envolvía mi cabeza como una capucha y me asomo un poco más sobre la barandilla. Los marinos del barco han empezado a descargar mercancías y me los quedo observando.
- Vaya, vaya, alguien parece excesivamente desocupado... - El segundo al mando está detrás de mí y me sobresalta con su voz de ultratumba. Doy un respingo, y al ver de quién se trata no puedo evitar reírme yo sola de mi reacción. Él me dedica una sonrisa bonachona, - Este no es lugar para una señorita, ¿no crees?
Mi sonrisa se acentúa aún más. Las pocas veces que he hablado con él me ha parecido una persona simpática y abierta. Y muy bromista.
- Lo cierto es que no es lugar, sin duda. Aunque yo no veo ninguna señorita por aquí, sólo marinos dispuestos a trabajar y a ayudar, señor - Contesto, intentando hablar grave como había oído a los marinos, y mirando a mi alrededor como si tal cosa. Él me mira y se ríe.
- Ya veo... Pues en ese caso, voy a tener que hacerte un encargo, grumetillo. Tenemos un cargamento ahí detrás que hay que catalogar antes de descargar. - Con una seña, me lleva a una zona de la cubierta donde hay amontonados unos cajones. Se me ilumina la cara cuando me explica que hay que contar los de cada tipo y apuntarlo en un albarán antes de que se puedan descargar.
- ¿De verdad puedo hacerlo? - Él sonríe, asiente y me guiña un ojo.
- ¡Nadie se queda de brazos cruzados en mi barco, si puedo evitarlo! - Se marcha de allí, dejándome con un marino que cataloga otra de las montañas de cajones que salen de la bodega. Me recoloco y sujeto la manta, para abrigarme, y me pongo a contar con entusiasmo, imaginándome que cada cajón contiene un tesoro y yo soy un pirata haciendo recuento del pillaje. Estoy apuntando el número en el albarán cuando aparece un gato de entre los cajones, y se me queda mirando. Fijamente. Sonriendo, me agacho y le miro desde lejos, extendiendo la mano para que se acerque, llamándole. Imito un maullido, pero suena más a un chirrido. Me río yo sola, y a pesar de todo, el gato se acerca. Se restriega contra mi pierna y mi mano y me deja acariciarlo un poco. ME gustaría quedármelo. "Señor manchas" es un nombre que le vendría al pelo. Me pregunto si tendrá dueño mientras le rasco detrás de las orejas, y parece disfrutarlo.
Cojo un pequeño trozo de madera, que probablemente ha saltado de un cajón al moverlo, y se lo lanzo al gato, que se vuelve loco. Va y vuelve detrás del trozo de madera, se lo quito y se lo lanzo. En una de esas, el trozo va a parar a los pies de un marino, que le pega una patada, lo lanza fuera del barco y el gato va detrás de él, en dirección al muelle, perdiéndose entre la gente. Sin pararme a pensarlo, salgo corriendo detrás de él, llamándolo a gritos y riéndome.
Me pierdo por las callejuelas persiguiendo al Señor Manchas, que ha dejado de perseguir la madera y ahora parece simplemente alejarse de la gente, aunque para mí sigue siendo un juego. A ratos corro tras él, a ratos solo lo sigo andando, buscando el rincón por donde se ha escondido, siento como si estuviese jugando conmigo.. No pasa mucho rato cuando, por vigilar al gato y no a mi alrededor, salgo corriendo de una calle y tropiezo con un hombre. Por suerte, o por desgracia, no tengo suficiente fuerza como para hacerle caer, aunque yo sí que pierdo el equilibrio y caigo de culo al suelo.
- Lo siento, discúlpeme, no miraba por donde iba - Le digo, poniéndome en pie y riéndome de mi propia torpeza - De verdad lo lamento, iba pendiente del Señor Manchas y no se me ocurrió mirar. - Me coloco la camisa y luego le miro sonriendo. - ¿Se encuentra bien?
Se trata de un hombre cubierto por entero con una capa, y aunque no parece que le haya pasado nada, me lo quedo mirando, esperando su contestación.
Cecile Arden- Cantidad de envíos : 24
Re: Retazos de una vida
Camino durante lo que asumo que son horas. Desde que mis capacidades físicas cambiaron no me es fácil hacerme con los tiempos cuando me estoy moviendo. Sin embargo, me guío por la luminosidad del cielo, y cuando empieza a asomar el sol, coloco mi capa para cubrirme y mi sombra ordena que busque un lugar para protegernos del sol.
No tengo ningun hogar aquí, aunque imagino que una vez lo tuve, a juzgar por las imágenes que mi sombra me ha proporcionado alguna vez sobre mi vida anterior. Llevo apenas diez días en Trinacria, pero aún no he sido capaz de hallar la casa que alguna que otra vez he visto en esas imágenes. No sé si es porque ha sido destruida o reformada, o porque verdaderamente nunca existió. Me obligo a pensar que es la primera opción la correcta y la real, pero por más que pido a mi sombra que me proporcione más datos, nunca lo consigo, se mantiene en silencio como si no me escuchara. Nadie podría entender lo que siento con esta inutil mente que poseo, nadie sabe lo que es no ser dueño y creador de los pensamientos y acciones propias. Es horrible. Siempre dependiendo de mi sombra, para absolutamente todo, presente, pasado y futuro. A veces quiero echarla de mi interior, pero realmente no sé cómo podría hacer eso. Forma parte de mí, y sin ella no soy nadie.
Es totalmente de día y la actividad en la ciudad ha comenzado cuando llego hasta ella. Me he adentrado por la zona más cercana al puerto, un lugar por el que no suelo pasear, lleno de gente que va de un lado para otro, unos gritos por allí, unas risas por acá. Las gentes y sus quehaceres. Dichosos ellos que tienen quehaceres. Muchas veces me pregunto si no estaré cruzándome con alguien que formara parte de mi vida pasada, y si es así, ¿no me reconocen? ¿Acaso cambié mucho tras mis transformación? ¿O a ellos les borraron la memoria? ¿Me ignorarán de forma premeditada?
Sumido ando en mis pensamientos cuando noto algo chocar contra mis piernas. Es algo pequeño que al principio mi sombra cree que es un animal, pero entonces el supuesto animal empieza a disculparse y vemos que se trata de una niña. Una niña con voz dulce y que me mira sonriendo. Es bonita. Y huele bien. Sí, huele divinamente. Mi sombra me dice que no se trata de perfume, sino del olor de su sangre. Oh, los niños y sus exquisitos aromas.
Sonrío a la pequeña y miro alrededor, mi sombra cree que alguien puede acompañarla. En principio no distingo a nadie que se esté fijando en la niña. Me agacho un poco para ponerme a su altura mientras mi sombra me indica que sea amable.
- No te preocupes, no hay problema. - acepto sus disculpas amablemente mientras disfruto del aroma que desprende su cuerpo. Va cubiera con una manta. Oh, sí, ese cuerpecito debe mantenerse caliente para no perder las propiedades. Vuelvo a mirar alrededor buscando a alguien que nos mire. Nadie lo hace. - ¿Estás sola? ¿Te has perdido?
Antes de que la chiquilla pueda contestar, un hombre con una caja que apesta a pescado pasa a nuestro lado empujándonos, haciéndome perder el equilibrio levemente. Vuelvo a mirar alrededor y mi sombra me ordena que nos alejemos del bullicio. Allí, justo a unos quince pasos está la entrada a un callejón, posiblemente apeste a pescado podrido pero al menos no estaremos a la vista de todo el mundo. Miro de nuevo a la pequeña y le digo:
- Ven conmigo, pequeña, intentemos evitar que se nos echen encima o nos manchen con cualquier tipo de pescado. - le ofrezco mi mano con una sonrisa. Me dirijo hacia el callejón y, una vez allí, compruebo que es extremadamente corto y que tiene salida al otro lado. Al menos no apesta tanto como mi sombra pensaba. Miro a la niña y pregunto: - ¿Cómo te llamas?
No tengo ningun hogar aquí, aunque imagino que una vez lo tuve, a juzgar por las imágenes que mi sombra me ha proporcionado alguna vez sobre mi vida anterior. Llevo apenas diez días en Trinacria, pero aún no he sido capaz de hallar la casa que alguna que otra vez he visto en esas imágenes. No sé si es porque ha sido destruida o reformada, o porque verdaderamente nunca existió. Me obligo a pensar que es la primera opción la correcta y la real, pero por más que pido a mi sombra que me proporcione más datos, nunca lo consigo, se mantiene en silencio como si no me escuchara. Nadie podría entender lo que siento con esta inutil mente que poseo, nadie sabe lo que es no ser dueño y creador de los pensamientos y acciones propias. Es horrible. Siempre dependiendo de mi sombra, para absolutamente todo, presente, pasado y futuro. A veces quiero echarla de mi interior, pero realmente no sé cómo podría hacer eso. Forma parte de mí, y sin ella no soy nadie.
Es totalmente de día y la actividad en la ciudad ha comenzado cuando llego hasta ella. Me he adentrado por la zona más cercana al puerto, un lugar por el que no suelo pasear, lleno de gente que va de un lado para otro, unos gritos por allí, unas risas por acá. Las gentes y sus quehaceres. Dichosos ellos que tienen quehaceres. Muchas veces me pregunto si no estaré cruzándome con alguien que formara parte de mi vida pasada, y si es así, ¿no me reconocen? ¿Acaso cambié mucho tras mis transformación? ¿O a ellos les borraron la memoria? ¿Me ignorarán de forma premeditada?
Sumido ando en mis pensamientos cuando noto algo chocar contra mis piernas. Es algo pequeño que al principio mi sombra cree que es un animal, pero entonces el supuesto animal empieza a disculparse y vemos que se trata de una niña. Una niña con voz dulce y que me mira sonriendo. Es bonita. Y huele bien. Sí, huele divinamente. Mi sombra me dice que no se trata de perfume, sino del olor de su sangre. Oh, los niños y sus exquisitos aromas.
Sonrío a la pequeña y miro alrededor, mi sombra cree que alguien puede acompañarla. En principio no distingo a nadie que se esté fijando en la niña. Me agacho un poco para ponerme a su altura mientras mi sombra me indica que sea amable.
- No te preocupes, no hay problema. - acepto sus disculpas amablemente mientras disfruto del aroma que desprende su cuerpo. Va cubiera con una manta. Oh, sí, ese cuerpecito debe mantenerse caliente para no perder las propiedades. Vuelvo a mirar alrededor buscando a alguien que nos mire. Nadie lo hace. - ¿Estás sola? ¿Te has perdido?
Antes de que la chiquilla pueda contestar, un hombre con una caja que apesta a pescado pasa a nuestro lado empujándonos, haciéndome perder el equilibrio levemente. Vuelvo a mirar alrededor y mi sombra me ordena que nos alejemos del bullicio. Allí, justo a unos quince pasos está la entrada a un callejón, posiblemente apeste a pescado podrido pero al menos no estaremos a la vista de todo el mundo. Miro de nuevo a la pequeña y le digo:
- Ven conmigo, pequeña, intentemos evitar que se nos echen encima o nos manchen con cualquier tipo de pescado. - le ofrezco mi mano con una sonrisa. Me dirijo hacia el callejón y, una vez allí, compruebo que es extremadamente corto y que tiene salida al otro lado. Al menos no apesta tanto como mi sombra pensaba. Miro a la niña y pregunto: - ¿Cómo te llamas?
Roco- Cantidad de envíos : 11
Re: Retazos de una vida
El hombre se agacha, poniéndose a mi altura, y dice que no pasa nada. Contenta por no haber causado daños, trato de verle mejor entre las sombras de la capucha, mirándole más de lo que sería adecuado. Por suerte para mí, no hay ningún adulto que me llame la atención sobre ello, así que no me preocupo de estar mirándole demasiado fijamente. Estoy a punto de contestarle, sin dejar de mirarle, cuando un señor con un cajón de pescado se interpone entre nosotros, empujándonos. Me caigo al suelo de nuevo, pierdo la manta y pasan a mi alrededor tres personas más que me marean un poco.
Cuando consigo ponerme de pie, busco la manta y me la pongo por encima,: ¡no puedo arriesgarme a enfermar ahora que por fin estoy fuera de casa! Cuando por fin consigo volver a tener todo en su sitio, el señor de la capucha me ofrece su mano para sacarme de la marea de gente que amenaza con arrollarme otra vez. Puedo ver su sonrisa a través de las sombras que su capucha proyecta en su rostro y, agradecida, se la devuelvo, mientras le doy la mano y me dejo guiar. Me va a doler el culo si sigo dejando que la gente me tire al suelo...
Mientras andamos los apenas quince pasos que nos separan del estrecho y pequeño callejón, me acuerdo del Señor Manchas y miro a mi alrededor, buscándolo. Obviamente, no lo encuentro. Es una pena, ahora que empezábamos a llevarnos bien. O quizá sólo está jugando... ¿EScondido en el callejón? Miro fijamente cada recodo del mismo, como si esperase verlo salir de un salto entre las sombras.
- ¿Cómo te llamas?
AH, el señor de la capucha. Se me había olvidado. Le miro, aún sonriendo. ME coloco la manta para sujetarla, y uso la mano libre para hacer una exagerada reverencia.
- Cecile. Es un placer conocerle. Gracias por sacarme de la multitud, señor...- Mientras espero a que él se presente, le tiendo la mano en señal de agradecimiento. Luego recuerdo sus preguntas anteriores y salto como si tuviese un resorte,.
- Oh, vaya, que maleducada. Lo cierto es que no estoy sola, estaba con el Señor Manchas, sólo que ahora se ha debido esconder. Debe estar esperando a que lo encuentre, hemos estado jugando al escondite mucho rato. Hasta que me choqué con usted y... eso. Bueno. Siento lo de antes, de veras. Me puse a jugar y perdí la noción del tiempo y...
De repente caigo en la cuenta. Miro a la entrada del callejón. No reconozco la calle. Empiezo a reírme yo sola.
Cuando consigo ponerme de pie, busco la manta y me la pongo por encima,: ¡no puedo arriesgarme a enfermar ahora que por fin estoy fuera de casa! Cuando por fin consigo volver a tener todo en su sitio, el señor de la capucha me ofrece su mano para sacarme de la marea de gente que amenaza con arrollarme otra vez. Puedo ver su sonrisa a través de las sombras que su capucha proyecta en su rostro y, agradecida, se la devuelvo, mientras le doy la mano y me dejo guiar. Me va a doler el culo si sigo dejando que la gente me tire al suelo...
Mientras andamos los apenas quince pasos que nos separan del estrecho y pequeño callejón, me acuerdo del Señor Manchas y miro a mi alrededor, buscándolo. Obviamente, no lo encuentro. Es una pena, ahora que empezábamos a llevarnos bien. O quizá sólo está jugando... ¿EScondido en el callejón? Miro fijamente cada recodo del mismo, como si esperase verlo salir de un salto entre las sombras.
- ¿Cómo te llamas?
AH, el señor de la capucha. Se me había olvidado. Le miro, aún sonriendo. ME coloco la manta para sujetarla, y uso la mano libre para hacer una exagerada reverencia.
- Cecile. Es un placer conocerle. Gracias por sacarme de la multitud, señor...- Mientras espero a que él se presente, le tiendo la mano en señal de agradecimiento. Luego recuerdo sus preguntas anteriores y salto como si tuviese un resorte,.
- Oh, vaya, que maleducada. Lo cierto es que no estoy sola, estaba con el Señor Manchas, sólo que ahora se ha debido esconder. Debe estar esperando a que lo encuentre, hemos estado jugando al escondite mucho rato. Hasta que me choqué con usted y... eso. Bueno. Siento lo de antes, de veras. Me puse a jugar y perdí la noción del tiempo y...
De repente caigo en la cuenta. Miro a la entrada del callejón. No reconozco la calle. Empiezo a reírme yo sola.
Cecile Arden- Cantidad de envíos : 24
Re: Retazos de una vida
Nos ponemos alerta. ¿Había mencionado a un tal Señor Manchas? ¿Quién sería? ¿Quizá alguien que la cuidaba? Mierda, posiblemente andaba jugando con algun adulto al escondite y se había despistado. Mal comienzo.
Mi sombra me indica mirar alrededor y tratar de ocultarnos de alguna forma en aquel callejón. Sin embargo, poco había en aquel lugar para conseguirlo.
Carraspeo y sonrío a la pequeña mientras tiendo mi mano, tal como ella había hecho anteriormente,y digo:
-Mi nombre es Roco. .
Mi sombra está inquieta. Yo intento no perder la calma que parece faltarle a ella, y así evitar que la niña note algo extraño en nosotros. En mí. Mi sombra me ordena que pregunte por ese tal señor Manchas. Pero justo antes de abrir mi boca para obedecerla, me insta a que lo utilicemos a nuestro favor. Me coloco en cuclillas para situarme más a la altura de la pequeña Cecile.
- Está bien, Cecile. ¿Qué te parece si vamos a buscar a ese señor Manchas? Posiblemente esté aún buscándote, intentando encontrarte en ese estupendo escondite que has logrado encontrar. - Sonrío para ganarme la confianza de la pequeña. Órdenes de mi sombra. No entiendo muy bien qué pretende hacer con la pequeña, pero estando en un lugar tan concurrido, y con ese señor Manchas buscándola, prefiero centrarme en el hecho de llevarme a la niña de allí.
Miro nuevamente alrededor, intentando mostrarme natural y tranquilo, aunque lo cierto es que no lo estoy. Además, ese olor nauseabundo que perfuma la zona me está empezando a resultar agobiante. Por no hablar de los gritos y golpes que se oyen de manera continua. No, ese no es un lugar para nosotros, y mucho menos para la pequeña Cecile.
Me pongo en pie nuevamente, le ofrezco mi mano a la niña y, con una sonrisa, le pregunto:
- Entonces, ¿qué? ¿Salimos de este sucio y apestoso callejón y nos alejamos de estos escandalosos hombres?.
Mi sombra me indica mirar alrededor y tratar de ocultarnos de alguna forma en aquel callejón. Sin embargo, poco había en aquel lugar para conseguirlo.
Carraspeo y sonrío a la pequeña mientras tiendo mi mano, tal como ella había hecho anteriormente,y digo:
-Mi nombre es Roco. .
Mi sombra está inquieta. Yo intento no perder la calma que parece faltarle a ella, y así evitar que la niña note algo extraño en nosotros. En mí. Mi sombra me ordena que pregunte por ese tal señor Manchas. Pero justo antes de abrir mi boca para obedecerla, me insta a que lo utilicemos a nuestro favor. Me coloco en cuclillas para situarme más a la altura de la pequeña Cecile.
- Está bien, Cecile. ¿Qué te parece si vamos a buscar a ese señor Manchas? Posiblemente esté aún buscándote, intentando encontrarte en ese estupendo escondite que has logrado encontrar. - Sonrío para ganarme la confianza de la pequeña. Órdenes de mi sombra. No entiendo muy bien qué pretende hacer con la pequeña, pero estando en un lugar tan concurrido, y con ese señor Manchas buscándola, prefiero centrarme en el hecho de llevarme a la niña de allí.
Miro nuevamente alrededor, intentando mostrarme natural y tranquilo, aunque lo cierto es que no lo estoy. Además, ese olor nauseabundo que perfuma la zona me está empezando a resultar agobiante. Por no hablar de los gritos y golpes que se oyen de manera continua. No, ese no es un lugar para nosotros, y mucho menos para la pequeña Cecile.
Me pongo en pie nuevamente, le ofrezco mi mano a la niña y, con una sonrisa, le pregunto:
- Entonces, ¿qué? ¿Salimos de este sucio y apestoso callejón y nos alejamos de estos escandalosos hombres?.
Roco- Cantidad de envíos : 11
Re: Retazos de una vida
La risa me hace parecer nerviosa. Debería estarlo, si los Bante se dan cuenta de que me he perdido se van a enfadar muchísimo. Debería ser buena, buscar el puerto, volver al barco. Pero ¿de qué sirve preocuparme ahora? Lo hecho, hecho. Ya estoy aquí, voy a llevarme una buena regañina llegue ahora o más tarde.
Así que me río. Soy libre por primera vez en mucho tiempo. Me siento bien.
Cuando el señor me estrecha la mano después de presentarse, dejo de reírme, pero la sonrisa se queda grabada en mi rostro.
Cuando se agacha para quedar a mi altura sigo mirándolo más fijamente de lo que habría sido apropiado, pero es lo que me sale. Sigo intentando ver dentro de las sombras de su capucha. "¿Qué clase de hombre habrá tras esos ojos penetrantes?" Me pregunto a mí misma. Miles de respuestas acuden a mi mente al instante. Y eso aumenta mi curiosidad.
Roco, extraño nombre. Poco común. Eso es bueno ¿no? Además, le pega. Un señor tan misterioso y amable no podía tener un nombre corriente. Sin duda. Roco... no acaba de casar con él, pero me gusta. Me quedo tan ensimismada en mis pensamientos que no me doy cuenta de lo que me ha dicho hasta que se levanta y me mira, esperando una respuesta. Mi cerebro rebobina rápidamente y analiza lo que ha dicho. Asiento, con los ojos brillantes de emoción.
- ¡Claro! ¡Vamos! Me gustaría encontrar al señor Manchas., creo que es él quien se ha escondido, y estará esperando a que le encuentre. ¡Si no, no podremos seguir jugando! No puedo dejar que se quede escondido todo el día esperando a que le encuentre, no. ¡Tenemos que encontrarle! - hago una pausa y empiezo a seguir al hombre, pero no puedo dejar de hablar debido a la emoción.
-Será como una misión secreta. Sí, yo seré la intrépida aventurera que va al rescate del Señor Manchas, desaparecido sin dejar rastro en una ciudad desconocida.... ¡que huele a pescado y está llena de gatos hostiles! Sí... y tú, tú puedes ser el Señor Encapuchado que conoce todos los trucos y me ayuda en mi misión.
Empiezo a montar una gran aventura de la búsqueda del señor Manchas en mi cabeza mientras nos alejamos del bullicio y la gente del puerto.
Así que me río. Soy libre por primera vez en mucho tiempo. Me siento bien.
Cuando el señor me estrecha la mano después de presentarse, dejo de reírme, pero la sonrisa se queda grabada en mi rostro.
Cuando se agacha para quedar a mi altura sigo mirándolo más fijamente de lo que habría sido apropiado, pero es lo que me sale. Sigo intentando ver dentro de las sombras de su capucha. "¿Qué clase de hombre habrá tras esos ojos penetrantes?" Me pregunto a mí misma. Miles de respuestas acuden a mi mente al instante. Y eso aumenta mi curiosidad.
Roco, extraño nombre. Poco común. Eso es bueno ¿no? Además, le pega. Un señor tan misterioso y amable no podía tener un nombre corriente. Sin duda. Roco... no acaba de casar con él, pero me gusta. Me quedo tan ensimismada en mis pensamientos que no me doy cuenta de lo que me ha dicho hasta que se levanta y me mira, esperando una respuesta. Mi cerebro rebobina rápidamente y analiza lo que ha dicho. Asiento, con los ojos brillantes de emoción.
- ¡Claro! ¡Vamos! Me gustaría encontrar al señor Manchas., creo que es él quien se ha escondido, y estará esperando a que le encuentre. ¡Si no, no podremos seguir jugando! No puedo dejar que se quede escondido todo el día esperando a que le encuentre, no. ¡Tenemos que encontrarle! - hago una pausa y empiezo a seguir al hombre, pero no puedo dejar de hablar debido a la emoción.
-Será como una misión secreta. Sí, yo seré la intrépida aventurera que va al rescate del Señor Manchas, desaparecido sin dejar rastro en una ciudad desconocida.... ¡que huele a pescado y está llena de gatos hostiles! Sí... y tú, tú puedes ser el Señor Encapuchado que conoce todos los trucos y me ayuda en mi misión.
Empiezo a montar una gran aventura de la búsqueda del señor Manchas en mi cabeza mientras nos alejamos del bullicio y la gente del puerto.
Cecile Arden- Cantidad de envíos : 24
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