Destino

No...

La mirada de Rose osciló de lo incrédulo a lo aterrado en apenas un instante. No, repitió para sí misma. No; no era lo que Dulfary... no, Dulfary... La chica sacudió la cabeza, sintiendo que, en su interior, se dibujaba un vacío espantoso, una profunda sensación de oscuridad interior, como de haber perdido algo importante.

La había atacado. Cerró los dedos en... absolutamente nada. Pero Dul le estaba entregando algo. Rose simplemente no sabía lo que era. Pero lo intuía.

Maldita sea. Maldita sea.

- Dulfary - jadeó. - Dime que no es lo que pienso. Dime que no...

¿Que no... qué? Lo del veneno era algo que se intuía, pero Rose... Rose no tenía motivos para pensar que era un simple somnífero, que no mataría a su amiga. El vacío que había dentro de su corazón se hizo más grande. Lo que sentía era lástima, pena, pérdida... como si hubiera perdido ya a Dulfary.

No...

No, había algo más. Algo que bullía en el fondo de todo lo demás, que devoraba sus sentimientos. Algo que la atenazaba.

- ¡Ya vale!

Cuando la pelirroja se volvió, poniéndose súbitamente de pie, con la espada - ahora si - completamente desnuda, lo hizo de forma tan repentina y tan amenazadora que hizo retroceder al acompañante del herido, como si fuese a ser el blanco de su ira. La semielfa se mordió el labio, y señaló en dirección al río con la espada.

- ¡Marcháos de una maldita vez! - gruñó. - Ésta no es vuestra pelea. ¡Huye!

- ¡Espera! - dijo el otro. - ¿No podemos... no puedo ayudarte?

- No, ¡No! - protestó Rose. - No, ya ha habido demasiado dolor por mi culpa hoy. Márchate. Y llévatela. Te lo ruego. Necesita un médico.

Parecía bastante obvio que se refería a Dulfary. Pero no se quedó a escuchar la queja de la muchacha, algo que sabía a ciencia cierta que sucedería. No; dolida, rabiosa, herida en lo más importante, Rose avanzó hasta el centro del claro, dándole la espalda al herido, a su acompañante, a Dulfary, poseída por una rabia oscura; como si Rose, la pacífica y tranquila Rose, le hubiera cedido paso a la otra parte de su ser.

- ¡Déjate ver, zorra miserable! - gritó. - ¡Da la cara y atácame de una maldita vez si tienes el valor suficiente!

Negó con la cabeza. Pedía que le dijera que no era algo, que ella misma no estaba segura que no fuera. No trataba de negar, solo decía que no sabía. Rose no lo sabía pero ella sí. Yshara no se iría por la vía fácil con ella para matarla. No, no se privaría del placer de hacerla sufrir.

En cuanto Rose se puso en pie, se apoyó en una de sus manos. Si hacía un esfuerzo podría mantenerse en pie, lo sabía, lo creía y solo una caída la haría darse de cuenta de error... tal vez un trío de caídas... quizá más.

- No... - protestó con el mundo bailando a sus pies. No se iría, el hombre, el pobre hombre perseguido por la guardia tendría que perder sangre si es que intentaba sacarla de ahí a la fuerza. El brillo del kunai y su último intento por resistirse así se lo confirmaron, lo hicieron dudar. No se iría con a las buenas.

Pero entonces su mente volvió a rebotar. Estaba bien, todo estaba en orden, quiso levantarse y así lo hizo, lo pensó (y ni siquiera eso) y de pronto estaba de pie sin esfuerzo alguno haciendo lo único que se le ocurría para calmar a Rose. La abrazó por la espalda y le puso la mano sobre la que empuñaba el arma, intentado que descendiera.

- No Rose... no la dejes... - jadeó. Le había parecido muy sencillo, pero tan solo fue su mente rebotando entre la realidad la inopia y el mundo de vuelta. Le tomó al menos dos intentos levantarse, valiéndose no solo de sus piernas sino de su mano para darse el apoyo e impulso suficiente y faltó poco para que en ambas ocasiones cayera de bruces al suelo; fue la intervención del hombre lo que evitó que cayera y también fue su ayuda lo que la hizo estar en pie, aunque la dejó sola avanzar pasos adormilados y fatigados hacia su amiga.

- No dejes que me use en tu propia contra... por favor - pidió

Todo éso, la pelirroja no lo vio.

Le daba la espalda a Dulfary en aquellos momentos. No vio su amenaza, ni la cara de confusión del hombre. No la vio levantarse, no la vio acercarse, pero tampoco rechazó su abrazo.

En efecto, bajó el arma. Respiraba apresuradamente, y la ira, el nerviosismo, la desesperación, eran patentes en su cuerpo, en la manera en la que le temblaban los hombros. Por un momento pareció que se había terminado, pero...

- No - protestó, volviéndose. - No, Dul, al contrario. Es ahora cuando estamos a su merced. No quiero seguir corriendo, no quiero seguir dándole la espalda más tiempo. No quiero seguir caminando con miedo a dónde y cuándo llegará el próximo ataque.

Le devolvió el abrazo a Dulfary, pero de tal forma que toda la ira, el miedo, la angustia que sentía, no se translucieron en absoluto en el gesto. Se le cayó una lágrima por la mejilla. Eso fue todo.

- Si tiene que pasar algo, mejor que pase ahora - dijo, y luego miró al hombre. - Gracias por todo. Marcháos, por fa...

Se volvió de repente.

Un aplauso.

Lo que había hecho volverse a Rose, lo que había llamado su atención, había sido un aplauso. Y aunque no se distinguía a nadie en la dirección general de la que venía el sonido, era bastante evidente que había alguien allí.

- Me preguntaba cuándo tomarías ésa decisión - la voz no necesitaba presentaciones, ambas la conocían bien. - Lástima haber tenido que llegar hasta aquí para que plantes cara.

El sonido de las hojas de los árboles delató su posición cuando se echó al suelo. Había estado a unos quince metros de donde se encontraba el campamento, en los árboles más próximos al río. Envuelta en una capa de color negro azabache, parecía una sombra más del bosque, visible entre las demás tan solo por el brazalete y la espada que brillaban quedamente en la oscuridad.

La reacción no se hizo esperar. Y la primera persona en reaccionar fue el hombre, que corrió en dirección adonde se encontraba su ballesta, con intenciones más que obvias. La sonrisa de Yshara se recortó contra las sombras.

- Yo en tu lugar lo impediría - dijo en dirección a Rose y Dulfary, aunque no muy claro para cuál de las dos.

Rose no le había entendido. No le pedía salir de ahí, no le pedía huir, ella misma le había dicho que no lo harían y estaban de acuerdo. Lo que le pedía era diferente.

- No huir... - jadeó de nuevo cuando la abrazó - sólo céntrate, foco, no dejes que yo te afect... - el aplauso también la detuvo a ella. De una forma que no procesó, a pesar que su mente no rebotó, logró sostenerse sobre sus dos pies, sintiéndose aun más cansada, casi dormida, kunai en mano, en guardia.

No percibió el movimiento del hombre hasta que fue muy tarde, hasta que Yshara lanzó su advertencia. ~ viento, que no esté tan mal, por favor ~ rogó cuando lanzó su arma contra la ballesta, clavándose en la tierra entre la mano del hombre y el ballesta, como una muda advertencia que lo hizo retroceder.

- No sabes en... que te metes. Tómala y vete. PERO YA! - al final, si le gritó. Una reducción a sus pocas energías. Sin esperar a que el hombre hiciera caso o no, sacó otro cuchillo y lo hizo girar en su mano. Un paso por detrás de Rose, su mirada iba al brazalete que tanto detestaba. Tendría que retroceder, lo sabía, pero era mejor que invirtiera su energía, en un movimiento mas sensato y provechoso que ese.

- Oye, entiéndela. Tus ruinas no son para todos los gustos - dijo con sorna, por fin, como respuesta a aquello de tener que moverse tanto para dar la cara. Ella misma no podía creerlo, pero ahí estaba de nuevo, callar y ser prudente, no era lo suyo. Por supuesto, no era a eso a lo que se refería con un movimiento más sensato y provechoso.

Es verdad, no la había entendido.

Pero no importaba. Rose no tenía la menor intención de que la elfa tuviera la oportunidad de hacerle daño a Dulfary. La petición de la kazekage era una que no podía cumplir. Ella la había arrastrado hasta aquí; si la elfa la metía en el combate...

Bueno, ella tendría que sacarla. Aunque esperaba no tener que llegar a éso.

Pero no era en aquello en lo que Rose estaba pensando. Su rostro estaba lívido, su frente perlada de sudor. El ceño fruncido indicaba el enfado del que era presa. Los nudillos de su mano derecha, blancos sobre la empuñadura de su arma, no dejaban lugar a dudas.

Lo que dijo Yshara le pasó de largo, así como la respuesta de Dulfary, en la que creyó apreciar una bravata a la que no prestó atención. Sentía el latido de su corazón, acelerando poco a poco. Ella aún pensaba que había envenenado a Dulfary. Y sonreía. La puta elfa sonreía.

- Voy a... - empezó a decir el hombre tras recuperar la ballesta.

Se interrumpió cuando Rose avanzó de improviso.

La muchacha dejó escapar un grito mientras comenzaba su carrera. Un grito furioso, nacido de la rabia, un segundo antes de lanzarse contra Yshara como una salvaje.

Todavía ajena al ataque de la muchacha, un momento antes, la elfa sonreía.

Su espada apuntaba al tipo de la ballesta, que la había recuperado, y en contra del consejo de Dulfary, le apuntaba con ella. Por alguna razón parecía como si la espada también fuese un arma arrojadiza; como si fuese a suceder que, de disparar él, ella también pudiera "disparar" la espada.

- Yo le haría caso - dijo, señalando a Dulfary con la cabeza. - Ésto no es asunto tuyo. Márchate antes de que no cambie de idea.

Y su sonrisa se quedó mirando hacia Dul. Lo que sucedió a continuación, sucedió muy rápido. Los labios de Yshara se estaban moviendo para contestar a su bravata con otra cuando el tipo tensó los músculos y apuntó en dirección a ella con la ballesta.

- Voy a... - dijo.

- No vas a...

"Disparar".

La palabra se cortó dos veces. Una, cuando la dijo él; otra, cuando la dijo Yshara. Ambas cosas tuvieron el mismo principio, pero no el mismo desenlace. La carga de Rose pilló a Yshara completamente desprevenida, y apenas tuvo tiempo de desviar la espada de la muchacha antes de que chocara contra ella. Pero Rose, sin detenerse, sí que lo hizo, y de ésta forma ambas pelirrojas se fueron al suelo. Pero, Rose se quedó encima.

~ Disparar ~ Dul no trató de decirlo, solo lo pensó. Cuantos cuchillos iba a perder ese día? Daba igual.

- No - susurró, su susurro murió bajo el grito de Rose pero no perdió su intención. Odiaba lo que estaba haciendo, era lo peor que podía hacerle a Pepe, el hombre, pero él había insistido, él no debía estar ahí el debía estar con su amigo huyendo. Apretó el puño que sostenía su kunai e hizo el amago de lanzarlo, esta vez contra la cuerda de la ballesta, un tiro peligroso pero necesario.

sin embargo, no lo hizo. A cambio su mente rebotó una vez más y cuando se dio cuenta, estaba prácticamente sobre él, al tiempo que Yshara bajaba su arma y Rose la arroyaba, golpeó con fuerza la ballesta dirigiendo su punta al suelo, lo tomó de la camisa y lo atrajo con la fuerza que no tenía hacía ella.

- Lárgate, te lo pedimos por la buenas, por las malas, es que no entiendes? Tu tarea, tu misión, lo que tienes que hacer es llevarte a tu amigo, no dejarlo morir, no dejar que nuestro esfuerzo sea en vano -

- Pero... - la protesta se cortó con el sonido de su mano estrellándose contra la cara de Pepe en una retumbante bofetada.

- No te preocupes por nosotras, estaremos bien, una sola asesina no es suficiente y los demás se hacen cargo de la guardia - lo empujó con fuerza hacia la salida del claro - No, estorbes - fue enfática. La elfa psicópata era un problema grave, pero lo último que necesitaban era tuvieran carne de cañón en el claro.

Atendiendo a razones por primera vez en lo que llevaban de día, Pepe, el de la ballesta, asintió con la cabeza y dio un paso atrás. Quizás, por fin, pensó que el agradecimiento no debía ir acompañado de sacrificio aleatorio.

La batalla que quedó tras de sí fue breve, aunque intensa. A Yshara, la arremetida de Rose le había pillado completamente desprevenida. Una vez estuvo en el suelo, las espadas chocaron con violencia, cuando el arma de Rose inmovilizó a la de su rival; sin embargo, su torpeza al continuar el ataque...

... su torpeza vino de no recaer en que su rival tenía más armas.

Yshara la golpeó con el brazalete, un puñetazo, rápido y duro, en la cadera. Suficiente para hacerla encogerse un momento, perder la respiración. Suficiente para zafarse, y con una sola y somera patada en el pecho, apartarla de sí, quitándosela de encima. Rose rodó un par de metros antes de detenerse, llevándose la mano al lugar donde había recibido el impacto, y poniéndose de pie casi de inmediato, aunque con dificultad.

Se apoyó en la espada como si fuera un bastón, y trató de recobrarse para iniciar de nuevo el ataque.

Pero no había un ataque que iniciar.

Yshara era una asesina. Como tal, reconocía el valor de tres elementos por encima de todo en combate: El movimiento, la sorpresa y la iniciativa. Creía tener la superioridad en los tres puntos, y no estaba dispuesta a ceder ninguno.

La espada que tenía en la mano giró frenéticamente unas cuantas veces, de un lado para otro, respondiendo a su muñeca. No pretendía lucirse, sólo intimidarla. Había que reconocerle, a la elfa, que era rematadamente hábil con un arma en la mano. Ésta en particular se parecía un poco a la espada de Rose, si no fuera porque era un poco más curva, más estrecha, menos... cuidada. Pero puede que, de ver las dos enfundadas y a una cierta distancia, costase adivinar cuál era cual.

- No, no - la regañó. - Así no, niña. Así conseguirás que te mate.

Rose atacó, en efecto.

Tan pronto como se recobró, la pelirroja avanzó de nuevo hacia su enemiga, pero ésta vez no la pilló desprevenida. Sin dejar de girar la espada, Yshara golpeó el arma de su oponente en horizontal, haciéndole apartar el brazo, y luego una segunda vez a la par que avanzaba, arrancándosela de la mano. La espada de Rose voló unos metros y se clavó en la hierba, mientras que la de Yshara le apuntaba a la nariz.

- Escúchame cuando te hablo, cría estúpida - volvió a amonestarla. - ¿Es que acaso quieres que te haga daño? No es a lo que he venido, pero no me provoques.

Apartó la espada de repente, sobresaltando a Rose lo suficiente como para poder golpearla. No con la hoja, sino con el brazo; extendiéndolo, simplemente, la golpeó en el abdomen con la palma de la mano que iba oculta bajo su brazalete, derribándola con un quejido. A continuación, apartando su arma - detrás del brazo - retrocedió hasta donde estaba la de Rose, mirando a Dulfary con una sonrisa siniestra.

- Serénate - dijo en voz alta. - Tu amiga tampoco va a sufrir ningún daño. Se está quedando dormida, es todo. De lo contrario, sentiría la oscura compulsión de intervenir. ¿Me equivoco?

Antes de que hubiera una respuesta, la elfa arrojó la espada de la pelirroja en dirección a su dueña, no atacándola, sino para que la cogiera.

- Ahora deja de arremeter como un animal estúpido. ¡Ataca!

- Contrólate Rose.... cabeza fría, si no... - no fue capaz de decirlo en voz alta, por fortuna la elfa sí.

Justo a eso era lo que se refería Dulfary. Estaba atacando a ciegas, por la rabia y la ira. Era a eso a lo que se refería cuando le pedía que no dejara que la usara en su contra. No estaba actuando como la Rose que conocía y mientras estuviera segada, esa otra parte de ella, se temía Dul, no saldría a flote.

- Necesitas más que un sedante para que yo no sienta esa compulsión - protestó, sería, mortalmente seria. No intervenía porque aun no había visto correr ningún peligro a Rose y porque... estaba convencida que meterse y salir lastimada equivaldría a que Rose perdiera del todo el control.

El kunai giró en su mano. Una vez, dos veces, tres veces. Tras cada giro lo detenía volvía a empezar. Miró a Rose, no sabía que hacer, era su pelea, ella no debía intervenir, no debería, pero la mirada que le dirigió fue la misma que hubiese esperado recibir de alguien más cuando a ella le dijeron las mismas palabras, no textuales, quizá más duras que esas, por actuar de esa forma.... no hacía muchos años, quizá solo meses. Era un tú puedes, céntrate dicho en silencio.

Y su mente rebotó. entre el somnífero y la fiebre, el estado delirante pronto empezó a ser algo más serio que solo fugas mentales. Cuando regresó a su sitio, estaba casi sobre la elfa. Tal vez incluso para Yshara resultara novedoso que lanzara con tal agilidad al ataque. No era una de sus arremetidas llenas de determinación e ímpetu suicida, era como si, en efecto, al fin dejara de lado todos sus tabúes y se tomara en serio eso de combatir . En algún punto del rebote había sacado un arma secundaria y ahora, trataba de emparejar las cosas para Rose.

No le interesaba herir a Yshara, quería herir el brazalete. Los símbolos de consagración de sus armas tenían que servir para eso, sabía que servían para eso, para un artefacto infernalista. No tenía armas a la defensiva, ambas al ataque, cosa muy rara en ella. Hizo una finta a herirla en el costado buscando obligarla a defenderse con la espada, y poder atravesar el espacio vital, entonces, buscaría atacar a puntos de presión para ganar ventaja, pero en realidad estaría a la caza del brazalete.

Contrólate.

Maldita fuera, tenía razón. Estaba atacando como un animal herido, sin control, sin orden, sin... sin emplear nada de lo que sabía. No era éso lo que tenía que hacer. La idea no era dejar actuar a su rabia, sino...

Grrr.

Aquella mujer del diablo se burlaba de ella. La desafiaba y le mostraba lo fácil que le era rechazar sus ataques, como si estuviera segura de que no representaba una amenaza seria.

Rose agarró la espada cuando Yshara se la lanzó. Maldita sea, descuidada, estaba dejando que la elfa jugara con ella... Se aferró fuerte de la empuñadura de la espada, sintiéndose insegura, y -

- Dulfary, ¡¡NO!! - gritó cuando la niña saltó al combate, sintiendo que el corazón le daba un vuelco. Inmediatamente se puso en movimiento, volviendo a entrar al ataque.

Ah, pero éso lo sabía.

No que Dulfary fuera a atacar. Eso fue una sorpresa. No porque no lo esperara, sino porque... no imaginaba que fuera a hacerlo en ése momento. La estúpida cría no sabía reservarse, pero tanto daba. Lo que sí sabía, lo que tenía muy claro, era que si Dulfary entraba en combate...

... tenía que cuidarse de que no alcanzara el brazalete.

Ah, pero Yshara había aprendido mucho desde la última vez.

- Oh, vaya - dijo al ver que ambas se le echaban encima. - Y yo que pensaba que nos podíamos divertir.

No iba a permitírselo.

Para que Dulfary tuviera acceso a su brazalete, la condición era muy simple; Dulfary debía luchar a su izquierda. La solución era igualmente sencilla. Yshara todavía llevaba puesta su capa, y tan pronto como Dulfary estuvo tan cerca como para atacarla, la elfa giró elegantemente... y la envolvió con ella.

En el mismo giro amenazó a Rose con la espada, de forma que la pelirroja tuvo que ponerse en guardia, pero le sirvió para pasar entre ellas como si estuviera bailando, como una corista de ballet, dejando a la semielfa a su izquierda y a Dulfary al alcance de su espada.

Dulfary también había aprendido mucho y el truco de la capa era algo con lo que contaba. En cuando esta levantó vuelo una ráfaga de aire le sirvió de escudo para no perder ni movimiento ni visión. Lo único era que no quedó a la izquierda de la elfa, como quería, pero esa era un mal menor. El único mal mayor era lo que pudiera pasarle a Rose. Nada más.

Giró en sincronía con la elfa, su mente había regresado del rebote, pero tampoco implico que pasara un arma a la defensa. No iba a defenderse, así que atacó la espada. Solo quería que la desviara hacia cualquier dirección. Los metales chocaron y esta vez se aseguró de enredar ambos filos pra dar otro paso de ese baile macabro.

Ya no había marcha atrás.

Dulfary estaba en el combate. Ya no podía sacarla, no podía intentar que la atención se centrase en ella para protegerla; la muchacha estaba haciendo un gran esfuerzo por atraer la atención de la elfa. De modo que, lo mejor sería aprovecharlo.

Por supuesto, ella no tenía el menor conocimiento acerca del plan de Dulfary. Y el instinto le decía que, aunque seguramente ella podría defenderse mucho mejor que Dulfary - que ni siquiera lo estaba intentando - tener el flanco abierto de Yshara era lo mejor que podía pasarle.

Por éso intentó su primer ataque por encima del brazalete. Rápido, demoledor, antes de que la elfa pudiese zafarse del ataque de Dulfary.

Afortunadamente para la elfa, Dulfary no estaba en su mejor momento. Puede que el somnífero no fuese tan potente como para hacerla caer fulminada, pero entorpecía sus movimientos. Tal vez no lo suficiente como para que hubiese marcado una diferencia con otra persona... pero era Yshara.

Yshara era rápida. Seguramente no había otra cualidad de ella que determinase de igual forma el combate. Casi en el mismo movimiento en el que se defendía de Dulfary, dejando, como ésta quería, su espada inmovilizada, volvía a girar para interponer a la joven en el camino de Rose, y una vez detenido el ímpetu de la semielfa, saltó por encima de la kazekage y le descargó un puñetazo en las costillas a la pelirroja.

No era algo que esperaba que funcionase, pero inmediatamente, se volvió bruscamente, acuclillándose, y le lanzó un barrido de pierna a Dulfary, esperando tirarla al suelo.

Sus movimientos, por una extraña razón, aunque un poco entorpecidos, era precisos y no producto de una inercia. Quizà, en sus cinco sentidos, el resultado habría sido otro, pero con mente dando rebotes, cuando la interpuso ante el ataque de Rose, supo frenarse e inclinarse lo suficiente como para no crear más coas entre ellas chocándose y/o lastimándose entre ellas.

Levantó un poco de polvo con la forma en que interpuso su pie con el impulso y no se quedó quieta, al volverse Yshara, el amague de recuperar su guardia captó con velocidad la intención de acuclillarse y la hizo dar un salto, en diagonal hacia atrás.

Rápidamente sus armas pasaron del ataque a la defensa. No porque volviera a ser ella misma, sino porque tuvo que darse un respiro. Tomaba aire de forma agitada, cómo si acaso llevara medio día combatiendo o corriendo, estaba fatigada y su esfuerzo mental estaba centrado en una sola frase:

~no sacudas la cabeza, no aprietes los ojos ~ con muy poco éxito por como enfocaba la mirada.

Y en cambio, el golpe que iba para Rose acertó de pleno.

La chica dejó escapar un quejido al recibirlo. No se esperaba la maniobra de la elfa; habiendo frenado para no herir a Dulfary, el avance de la mujer la pilló desprevenida, y la hizo retroceder un tanto. No fue tan fuerte como para dejarla fuera de combate, y así, cuando hubo terminado de - intentar - barrer a su joven amiga, Yshara tuvo que defenderse de una nueva arremetida de Rose.

Yshara no era la única que era rápida. La espada de Rose se movía como un vendaval, aunque se apreciaba la torpeza que le causaban, por un lado, el control - no quería dejarse llevar, so pena de herir accidentalmente a Dulfary - y, por otro, la cautela - viendo cómo la elfa ya la había sorprendido en un par de ocasiones, no quería quitarle atención a sus movimientos.

En cualquier caso, su avance tenía por objetivo distraer la atención de la elfa. Uno, para que no atacase más a Dulfary, que no estaba en su mejor forma; dos, para que la muchacha aprovechase la situación, el flanqueo, que la propia elfa había creado, y que a juicio de Rose, jugaba en su desventaja.

Los pensamientos de Rose no estaban exentos de cierta verdad. La posición de Yshara, ahora, era desventajosa, pero aun y así la elfa podía sacarle partido.

Adivinaba el estado en el que Dulfary se encontraba. Y, de hecho, secretamente se admiraba que todavía estuviese dando guerra. De haber sabido que, además, la muchacha tenía fiebre, Yshara habría estado francamente maravillada de su tenacidad, y puede que le hubiera dado un respiro.

Aunque en cierto modo ya se lo estaba dando. Los ataques que le lanzaba a Dulfary no iban a matar, ni siquiera a herir. Siguió arremetiendo hasta que la kazekage se puso a la defensiva, y entonces enfocó toda su atención en neutralizar a Rose. El ataque de la pelirroja hizo retroceder a Yshara, pero aun y así era un ataque cauto, comedido, temeroso.

Quiso hacer retroceder a Dulfary un poco más, atacándola con la espada, y desde allí llevó el arma en un amplio arco que hizo que Rose tuviera que desviar la suya, y agarrándola con el brazalete para inmovilizarla, intercambió posiciones con ella, haciéndola girar para quedar entre Dulfary y la propia elfa. La nariz de Yshara se tocó con la de Rose por un momento, y la elfa le habló, con cierta decepción en la mirada.

- Estúpida - la increpó. - No vas a conseguir nada si peleas con miedo. Ni siquiera protegerla.

No dejó responder a la chica. La pateó por sorpresa en el vientre, y la fuerza del impacto arrojó a la semielfa contra Dulfary.

Estando tan cerca la una de la otra simplemente no podía interrumpir o interferir, no si no quería hacer hacer daño a Rose por accidente. En sus cinco sentidos lo habría intentado.

Flanquear, sí, esa era una buena idea. O al menos lo sería si acaso Yshara no hubiese pateado a Rose en el estomago para estrellarlas, esta vez, con total exito. Dul no alcanzó a esquivar a Rose, terminó dando un torpe traspiés y cayó al suelo.

Eso era malo, muy malo, porque la atracción del suelo en su cuerpo cansado era demasiado fuerte como para sobreponerse a eso con facilidad y, segundo, porque al caer cerró los ojos, dejando que el efecto del somnífero fuera mas fuerte. Rodó sobre sí misma, no con la destreza y prontitud normal de un combate, sino lentamente, como si hubiese ningún tipo de afán, quedando a cuatro patas y dándole la espalda a la elfa.

Se alejó un par de pasos del centro de la escena, momento en que se dejó caer quedando sentada, con las manos entre las rodillas, aun de espaldas, dando toda la oportunidad posible para ser atacada. Sin embargo no era intencional, tenía todo su esfuerzo físico y mental en tratar de poner en pie, en tratar de ignorar el cansancio, la pesadez, la forma en que se le cerraban los ojos.

Ugh.

Punto para la elfa; el impacto fue redondo. Sus palabras tuvieron el efecto deseado e hicieron vacilar a Rose lo suficiente como para no ser capaz de iniciar una defensa.

Lo peor es que tenía razón.

Estaba... tenía miedo. Por Dulfary, por ella misma. La elfa le daba miedo. La situación le daba miedo. No conocía de nada a aquella mujer, pero parecía tan obcecada, de repente, en... hacerles daño.

No, no era eso. Eso era lo peor; podía haberles hecho daño, varias veces, y había optado por... permitirles defenderse. ¿Qué significaba éso? ¿Qué quería de ellas?

Tan pronto como la pelirroja se hubo cerciorado de que Dulfary no había sufrido daños graves, se interpuso entre la elfa y ella. Dul estaba indispuesta, lo cual era... normal, supuso. Tenía un maldito somnífero, bastante era que hubiera podido combatir. La espada volvió a la posición de guardia, y ella sintió, muy a su pesar, que volvían a temblarle los brazos al sostenerla.

- Pues entonces déjala - dijo. - Ella no te ha hecho nada, ¿No? Con quien quieres pelear es conmigo, ¿Verdad? Pues déjala.

Por toda respuesta, Yshara rió.

La espada se mecía lentamente en su mano, bailando al son que marcaba su muñeca, de un lado para otro en un elegante malabar difícil de seguir con la mirada. Con pasos muy lentos, comenzó a rodear a Rose, a desplazarse hacia su costado, como si pretendiera flanquearla. La semielfa se mantuvo, sin embargo, todo el tiempo entre Dulfary y ella.

- Tienes toda la razón del mundo - sonrió. - Hoy, eres tú quien me interesa.

De pronto, la espada invirtió su trayectoria. La elfa la hizo girar un par de veces en el aire y avanzó un paso en dirección a Rose, que se puso en guardia casi de inmediato. Yshara sonrió de nuevo.

- Entonces el problema es muy simple - dijo. - Mantenla fuera de ésto y no la atacaré. ¿Te ves capaz?

No la dejó responder. El ataque llegó casi de inmediato.

Las palabras de ambas eran sonidos muy, muy lejanos. A penas si las comprendía, de hecho, apenas si captaba que estaban hablando.

Le daba la espalda a ambas, manteniendo su propia lucha interna contra los efectos del somnifero. Nop udo evitar sonreir. Era irónico y gracioso. Irónico que se diera cuenta justo en ese momento y no en otro que era una tonto mantener una pelea que de todas formas iba a perder y que esta, como muchas otras por no decir todas las demas, era exactamente igual, la clase de cosas que solía hacer, que solía exasperar a los demás hasta hacerlos enojar y perder el control en su intención de no querer lastimarla. era una pelea que sabía perdida y aun así daba la batalla.

Miró por encima del hombro a Yshara, con los ojos apagados, muy pálida y una gota de sudor corriendole por la sien pese al frío del ambiente. ~ La loca esta podría tener razón~ se dijo.

La vio moverse en cámara lenta, las vio moverse, a ambas en cámara lenta, cuando Yshara volvió a atacar. No vas a evitar que suceda apretó con fuerza su arma y se dio cuenta que caercía de fuerza, que se sentía tan adormilada que no podria esgrimirlo para defenderse, mucho menos para atacar. Por un momento pensó en dejarse llevar, que el sueño la consumiera...

Puedo evitar que interfieras, Dulfary. tmpoco creía que las piernas le sostuvieran. Y aun así luchaba contra el efecto, hacía su mejero esfuerzo y desgastaba su voluntad en mantener los ojos abiertos. Se lo había dicho, nisiquiera fue una advertencia, solo se lo había dicho y había cumplido. Mal que bien, eso era algo que le respetaba y admiraba a la asesina. Pero no entendía por ué hacer uso de un somnifero que no actuara de inmediato, qué pretendía conseguir de rose con esto?

Tal vez pueda enseñarte lo que es luchar por alguien, y no solo a su lado. respiró profundamente, aspirando muy rápido, expirando con cansancio, pronto empezó a hipervntilar ~ mentirosa~ y se dio cuenta que estaba molesta. No pensó en la posible relación de hechos, no pensó en que algunos planes cambian y se adaptan a nuestras necesidades, solo se dio cuenta que estaba molesta y que la ira la hacía tener fuerza, pocas pero existentes, para ponerse en pie.

Aun cuando estuviera delirando.

El levantarse fue lento, con mareo, pero lo logró y, en cuanto lo hizo, se giró violentamente hacia ellas, extendiendo el kunai en forma amenzadora hacia Yshara.

- Mentirosa!! - exclamó en voz alta - Eres. Una. Mentirosa - no podía luchar , pero la acusaba. Y no solo se quedaría con la acusación, no podía hacerle frente, así que el kunai dio un par de vueltas en su mano mientras la dirigía a su propio hombro para tomar impulaso. Lo hizo muy agilmente, a todas luces una bravata (como las llamaba la elfa) ya que lanzarlo estando en combate con rose implicaba un riesgo muy alto de herirla, sin embargo... lo lanzó, con precisión y fuerza pese a su estado, contra Yshara, con toda la intención de herirla, pasando a ras de Rose, ya no atacaba su brazalete, la ataba directamente a ella y si de algo se confiaba ella, era de su excelente puntería y rara vez fallar.