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Mensaje por Uryaith 10/05/11, 10:46 am

¡Al fin! Llevaba vagando por la ciudad incontables minutos cuando llegué al cuartel. La verdad, no sé cómo no se me ocurrió antes preguntar a un guardia. En fin, me armé de valor y entré en el recinto del cuartel.
Bueno, lo intenté. Cuando lo iba a hacer, los dos guardas de la puerta se interpusieron en mi camino.
- Eh, chaval. ¿Dónde crees que vas?
- ¿No es obvio? voy a entrar al cuartel - dije con una franqueza pasmosa.
- Vamos, Bert, deja pasar al chico. ¿No ves que con esa cara no puede tener malas intenciones? - Uno de los dos guardas me sonrió amablemente.
- Sí, tienes razón. Perdona, chaval. Es nuestro deber preguntar.
- Oh, no se preocupe, señor. No tenia intención de importunarlo. ¿Puedo aprovechar y preguntarle dónde está la sección de nuevos ingresos en la Milicia?
Los dos guardias se miraron y prorrumpieron en una carcajada.
- ¿No eres un poco pequeño?
- Tal vez sea así, señor, pero creo estar capacitado para ser un buen soldado para el Rey Rothien
- ¿Qué te parece? El muchacho tiene ganas de ser un soldado. Déjame que te diga una cosa...
- Uryaith, señor.
- Uryaith. Déjame que te diga una cosa. La vida de soldado no es divertida, ni graciosa. Es una vida llena de sacrificios. Dime, ¿cuánto estás dispuesto a dar? - Los dos guardias que estaban ante mí tenían esa expresión que tanto había visto a mis padres... Se estaban preocupando por mí.
La respuesta fácil era "a mí mismo", pero... ¿estaba dispuesto a darme a mí mismo? Si lo pensaba, eso implicaba que tal vez no quisiera llegar a esa meta que me había marcado...
- - ¿Que qué estoy dispuesto a dar? Todo lo que pueda. Pero manteniéndome fiel a mí mismo. ¿De qué serviría haberlo dado todo si cuando llegara no quisiera estar ahí? - Y sonreí.
Ambos guardias se quedaron estupefactos por un momento, y luego rieron.
- Bien pensado, chaval. - Ahora el que hablaba era Bert - Pasa, y no te metas en líos. El despacho de nuevos ingresos es la primera puerta de la derecha, pero antes tienes que concertar una cita en recepción. Probablemente, como por ahora hay poco lío, podrás pasar sin problemas.

Así que entré en el recinto del cuartel. En el centro de la parcela estaba el edificio. Era grande. Me quedé muy sorprendido, de hecho. Sólo eran cuatro plantas, pero era larguísimo. "Claro", pensé, "Tiene que caber ahí una guarnición entera".
Abrí la puerta de lo que, con suerte, pronto sería mi nueva casa.
Una miríada de hombres con uniforme iban de un sitio a otro. Se saludaban, se daban recados unos a otros y seguían su camino. Me dirigí a una mesa principal en la que se estaban colocando, en diversos lugares, sobres que a mí me daban la sensación de ser iguales. Cuando me detuve frente al mostrador y miraba con curiosidad, el hombre que estaba ahí, administrando los sobres, sin desviar la mirada de su trabajo, me preguntó con voz monótona:

- ¿Quieres algo, muchacho?
- Esto... quisiera concertar una cita para pasar al primer despacho a la derecha- Dije nervioso.
El hombre arqueó una ceja, miró al primer despacho a la derecha y me miró. Tenía los ojos azules, pero estaban apagados, como si no hicieran más que un ejercicio mecánico constante.
- ¿Nuevos ingresos? Está bien. Ve hacia allá. Ayle no tiene mucho trabajo esta mañana. Pero antes relléname este formulario de petición de cita. Sólo para dejar constancia de que has estado aquí. Por duplicado.

Así que me puse a rellenar un tedioso formulario en el que se me preguntaban cosas tan absurdas como mi fecha de nacimiento. Además, no consideraban válida una fecha como "Una noche sin luna hace dieciséis veranos". Había que ser más explícito. Le pregunté al señor de la mesa que qué debía hacer.

- Anda, anda, déjame a mí lo de tu fecha de nacimiento y ese tipo de datos. Ve ya para allá, Ayle está sobre aviso.
Y mientras me iba pude observar un pequeño destello de vida en los ojos de aquel encargado de los sobres.
Llamé a la puerta del primer despacho a la derecha y esperé. Como no oí nada, abrí la puerta. El despacho era pequeño, pero estaba lleno de libros y papeles por todos lados. Además de las estanterías, había una mesa y dos sillas. Y, en una de ellas, balanceándose, estaba sentada una mujer rubia. El pelo le caía hasta casi el suelo. Tenía las manos detrás de la cabeza y la cara mirando hacia el techo. La ventana de su despacho estaba abierta, y, en cuanto solté la puerta, ésta se cerró de golpe por la corriente. La mujer se despertó, abrió los ojos, trató de recuperar el equilibrio... pero fue en vano. La vi desaparecer por detrás de la mesa.
Cuando se levantó, se estaba frotando la parte baja de la espalda mientras murmuraba algo. Después del susto me miró. Sus ojos eran azules, y su expresión era una mezcla entre severa y jovial.
-Esto... ¿Querías algo?
Eh, uh... verá... Lo primero disculparme...
-Meh, no te preocupes. Mi culpa por estar dormida en horas de trabajo. Soy Ayle, la comandante Ayle.
-Encantado, yo soy Uryaith. Verá... venía porque quiero inscribirme en la Milicia real.
La Comandante no pareció muy sorprendida.
-Desde que estoy aquí, todos los meses viene alguien a pedir un puesto. La mayoría tienen tu edad, y a todos les digo lo mismo: Eres demasiado pequeño. Vuelve cuando seas un par de años mayor.
Me desilusioné un poco. Pensaba que esto iba a ser coser y cantar.
-Pero... yo soy capaz de empuñar un arma, yo...
-Un par de años. – La voz de Ayle era severa. Lo dijo con toda rotundidad.
Resignado, me di la vuelta y me dispuse a salir del despacho.
-Pero...
Me giré de nuevo.
-¿Eres capaz de demostrar que vales?
-Sí, señora.
-Así me gusta. Me gustan las personas con determinación. Ven, vamos al patio de armas.
Salimos a la parte de atrás de la parcela. Allí estaban entrenando varias personas. Y los entrenamientos eran duros. Vi claramente cómo a un hombre lo estampaban contra el muro. Vi cómo caía al suelo y cómo se levantaba ayudado por su compañero de combate. Rieron y siguieron a lo suyo.
En cuanto vieron a la Comandante, pararon todos y saludaron.
-Soldados. Este chico se llama Uryaith, y quiere ser uno de vosotros. Pero es muy joven. Sin embargo, quiere demostrar su valía, y demostrar que es capaz de ser un soldado para el Rey. Así que necesito a un voluntario para que se enfrente a él. ¿Erik?
Por supuesto, Comandante.
-Te vas a enfrentar a Erik, Uryaith. Él es un buen soldado, y se maneja muy bien con la espada y el escudo. ¿Qué arma quieres tú?
Recordé mis peleas infantiles con chicos de otras granjas. Recordé una en especial en la que hicimos una lucha de horcas. Fue duro, pero la gané. Lo dejé tumbado en el suelo. Luego dejamos de creernos los caballeros que luchaban por la dama más bella del mundo.

-Escojo la lanza, señora.
Me dieron una lanza de entrenamiento y formaron un corro a nuestro alrededor.
Empuñé la lanza. Pesaba menos que la horca, y era más fuerte que entonces. Fantástico.
Erik se abalanzó contra mí. Cargó espada en mano mientras se cubría con el escudo. No supe reaccionar a tiempo y recibí la embestida. Caí al suelo. Hubo alguna risa, pero no me importó. Me había pillado desprevenido, y eso era emocionante.
Me incorporé de nuevo. Erik me miró con una expresión un tanto burlona.
¿No te rindes? Entonces otra vez.
Y volvió a cargar. De la misma manera. Ese fue su problema. Logré ladearme con bastante esfuerzo, y lo dejé a mi izquierda. Giré y lo golpeé en la espalda. Más risas.

- Erik, ¿vas a dejar que te gane este chaval?

Erik gruñó un poco y sonrió.

- Era para estar iguales.

Y comenzó el combate de verdad. Finta, estocada, golpe en mi cara. Reincorporarse, esquivar, tratar de golpear, ser bloqueado por el escudo, fintar, girar, y tropezarse. Caer. Más risas.
No, no podía perder. Debía concentrarme. Me reincorporé una vez más. El intercambio de golpes se me hizo eterno. Miré el rostro de Ayle. Reflejaba decepción. Me propuse cambiar ese rostro. Miré a Erik a los ojos. Él seguía con la expresión burlona. Ah, ahí estaba su error. Me estaba subestimando. Cuando fue a golpearme por la derecha, paré su ataque con la punta de la lanza y lo golpeé en su pierna izquierda con el extremo inferior de la lanza. Cayó al suelo pero, cuando fui a marcar el golpe de la victoria me agarró de una pierna y me lanzó al suelo. Después, dio una voltereta y se incorporó, igual que yo. Sin embargo, ahora su actitud era más defensiva. Había conseguido frustrarlo.
De pronto se me ocurrió algo. Debía frustrarlo más aún. Debía hacer lo impensable. Corrí hacia él. Hacia un hombre con la defensa perfecta, agachado y encarando el escudo. Salté sobre ese escudo, derribándolo con mi propio peso. Caí, pero me erguí más rápido que él. Pateé su espada y marqué al cuello.
Había ganado.

Ayle sonrió y se acercó a mí.
-Lo has conseguido Uryaith. Has vencido a Erik.
Le tendí la mano a Erik y le ayudé a levantarse. Él sonrió y me alborotó el pelo.
¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¡Llego a tener una lanza y te ensarto, muchacho!
Ayle se dirigió al resto de personas del patio de armas.
-Éste es ahora otro hermano más. Uno de los más jóvenes en entrar, por cierto. ¡Gloria a la Milicia Real!
Tras algunos vítores, Ayle habló hacia mí especificamente.
-Mañana saldrás de patrulla. Hoy te asignaremos una cama y te daremos un uniforme. El salario no es más de 10 piezas de acero a la semana, pero tendrás que ganarte todas y cada una de ellas. ¿Estás de acuerdo con las condiciones?
-Sí, señora.
-Comandante, soldado. Ahora soy tu comandante.
-Esto... sí, Comandante

Y así empezó mi andadura en la Milicia Real de la isla de Moramaile.
Al día siguiente tuve mi primera patrulla. Iba junto con Quenn y el cabo Keya...
_________

FdI: Espero que no haya quedado muy largo =). Tenía que hacer un prólogo para el personaje y me pareció adecuado. La he dejado así suspendida por si alguien quiere postear que se encuentra con la patrulla o algo =).
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Mensaje por Dulfary 11/05/11, 11:07 am

Fdi: Lo malo de que te responda yo, es que no siempre cuento con el tiempo para ser constante en mis respuesta. Se hará lo mejor posible .

Ddi:
Dos días más y su coartada sería perfecta. Dos días más y podría viajar a Rhylia a enfrentarse a lo que, por ahora, sería su destino, su misión en el Mar de Jaspia. Dos días más y se habría borrado toda huella de lo ocurrido en Kuzueth.

Dos días más de estar tranquila, evitar meterse en problemas. Era sencillo, el culmen de un par de meses fríamente planeados (no por ella) y ejecutados. Una travesía de isla en isla para llegar hasta la de la Dama, preguntado por su tío, enviándole cartas excusándose por su retraso, segura que el pobre hombre debería estar lo más de confundido. Un par de meses en los que esperó que nunca le respondiera para no echar por el suelo su tapadera.

Pero con Dulfary, no todo es tan simple como estar un par de meses tranquila, sin meterse en problemas. El peligro era algo que le picaba, el estar en el lugar equivocado en el momento indicado era su sino y no podría huir de ello, al menos no de forma consciente.

No vestía como la aprendiza que era. Tampoco es que vistiera como una señorita. Lo hacía con su larga camisa blanca de mangas cortas y cuello mandarín, que para su disgusto marcaba sutilmente su figura femenina y, los pantalones azules, a la altura de la rodilla, con una pequeña abertura en estas, sus zapatillas negras. Por supuesto, a la cadera llevaba su bolsita, firmemente atada, como bien había constatado más de un ladronzuelo que se llevó un mal golpe por parte de ella al tratar, a la fuerza, arrebatársela.

Hasta ahí, todo ocurría con anormalidad para Dul. Las cosas volvieron a su cause normal, es decir, llamar la atención atraer los problemas, cuando el grupo de ladronzuelos de amangualaron para desquitarse después de casi una semana de no lograr nada con una muchachita que no parecía la gran cosa y además, iba sola, pagaba con monedas de plata y hasta le habían visto una de oro.

El plan fue sencillo, hacerla ver como uno de ellos. La siguieron en el mercado, donde la rubia iba atenta a las cosas que vendían y alistaba su maneja para viajar. De cada puesto que visitó, extrajeron un artículo, pequeño, fácil de robar, parecido a aquello que iba preguntando. En un descuido por parte de Dulfary, uno de los mercaderes, aliado a los muchachos, empezó a dar la voz de alarma de robo y pronto, todos los demás a revisar su inventario, se unieron en una sola algarabía con la que esperaban una de dos, traer a la guardia o tomar la justicia por su mano.

- MENTIRAS!! Yo no me he robado nada! – protestó cuando la iban arrinconando.

- Ladrona!!! – refutó uno de los mercaderes, señalándola con el dedo – te llevaste lo que dijiste que querías comprar, es lo único que me falta! Ahora tendrás que pagar el doble –

- Yo no me robe nada!! Es usted un mentiroso aprovechado que quien sabe qué es lo que… -

- Cállate!! O pagas el doble por lo que te llevaste o vas a ver! – dijo el complice de los ladrones

- Pero si yo no tengo nada!! Donde lo voy a esconder?? – lentamente la habían ido llevando contra una de las paredes, contándole las opciones de huir. Alrededor de los dos mercaderes se aglomeraban las personas

- Ahí!! – gritó alguien – en la bolsa que lleva, debe ser mágica! – en efecto lo era, pero no tenía nada de lo dicho – escúlquenla –

Cuando uno de los hombres dio un paso hacia ella, su expresión de recelo y frustración porque no le creyeran, se convirtió en enojo y le lanzó una mirada seria y fría, casi una amenaza.

- Ni se le ocurra – le advirtió, frunciendo el ceño sobre sus profundos ojos rojos. Pero no bastó. Ante la posibilidad de defensa fueron dos los hombres que trataron de agarrarla para que un tercero, el cómplice, tomara la bolsa en su cadera. La turba, por supuesto, empezó a gritar a favor o en contra.
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Mensaje por Uryaith 11/05/11, 06:20 pm

¡Qué cantidad de gente! Supongo que no me había fijado la primera vez que pasé por el mercado. Mi cara de asombro hizo reír a Quenn. Le solté un empujón amistoso y volví a contemplar lo grande que era todo.

- ¿De dónde vienes, Uryaith?
Las palabras, dichas por el cabo Keya me hicieron dejar de admirar y me bajé de mi nube.
- ¿Eh? Ah, de Aërya, un pueblecito un poco más al norte...
- ¿Es la primera vez que ves una ciudad?
Eh... Pues, verá...- El color de mis mejillas delataba mi vergüenza - Lo cierto es que sí. ¡Y me parece enorme, y grandiosa!
Quenn se volvió a reír, pero esta vez, la risa se cortó a medias, cuando el Cabo nos hizo callar.
- Parece que hay problemas. Vamos, moveos.
Avanzamos rápido hasta lo que pensábamos que era el centro: una mujer estaba siendo rodeada por una multitud.

- ... le ocurra...

La escena siguiente fue un claro ejemplo de por qué se necesita guardia en una ciudad. Yo estaba estupefacto. ¿Por qué habría tanto jaleo?
Pudimos atravesar la turba, a empujones, eso sí, justo en el momento en el que le arrebataban la bolsa. Kaye se acercó al hombre y dijo:

- Deja eso en el suelo ahora mismo.- La expresión era severa. Conocía de muy poco a Kaye, pero me pude imaginar que lo que estaba viendo no le gustaba nada de nada.
El hombre frunció el ceño, pero obedeció y dejó la bolsa, sin ningún cuidado, en el suelo. Después, se metió entre la turba.
Quenn y yo nos miramos y dijimos casi al mismo momento:
- Soltadla. / - Soltadla
Al principio parecieron resistirse, pero luego gruñeron un poco y la soltaron como se había dejado la bolsa.
- ¿Alguien tendría la amabilidad de explicarme qué ha pasado aquí? - Kaye puso ese mismo tono anoche, cuando hubo una peleilla en el cuartel entre dos soldados. Era su tono de: "O me lo cuentas o me encargaré de que no pases un buen rato". Además, era impresionante. El tono de voz no se había alzado, pero era capaz de hacerse entender por encima de la multitud que gritaba.
Uno de los hombres que había estado sujetando a la mujer avanzó hacia el Cabo y le espetó, mientras escupía casi a cada consonante que pronunciaba.
- ¡Esta mujer nos ha robado! Ha ido preguntando por objetos y después los han ufanado.
- Y... de ser así... ¿dónde están esos objetos?
- Pues... en su bolsa... Creemos...
Kaye echó un vistazo a la bolsa. Bueno, en realidad también miramos Quenn y yo. No parecía demasiado llena.
- ¿Puedo preguntar... Cuántos objetos dices que se ha llevado?
- Pues a ver... - empezó a contar - ... Unos cuatro o cinco.
- ¿Crees que caben ahí cuatro o cinco objetos además de lo que ya llevara?
- Pues... eh... Es por eso que creemos que es... ¡Mágica! ¡Eso es!
La turba gritaba: "¡Eso! ¡Es mágica! ¡Apresadla y haced vuestro trabajo!"
- Señorita... - Kaye se dirigía a la chica que, según los mercaderes era la causante de todo - ¿Es cierto lo que dicen estos señores? Y... De no ser así, como creo que diréis, visto lo que hemos visto viniendo hacia aquí... ¿Tendríais algún problema en demostrar que no tenéis esos objetos dentro de la bolsa? Uryaith, coge la bolsa y dásela.
Al oír tan repentinamente mi nombre, di un respingo.
- Sí, señor.
Cogí la bolsa, sin abrirla, y se la tendí a aquella chica de ojos rojizos y cabello rubio casi platino.
- Ten. Aquí tienes, señorita.- Dije titubeando, todavía sorprendido por el altercado. Mi primera patrulla y ya estamos investigando un posible robo... Era realmente emocionante.
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Mensaje por Dulfary 11/05/11, 07:32 pm

La situación se ponía aun más tensa de lo que se podía. Cuando ambos se abalanzaron con Dulfary, esta, en un acto más reflejo que de agresión, tomó la muñeca de uno de ellos con firmeza, hizo un giro hacia afuera torciéndole el brazo y cuando fue a golpearlo en la espalda, para alejarlo de ella y poder encargarse del otro, el segundo mercader la sujetó con muchísima fuerza y tiró de ella, haciendo que perdiera su agarre.

Podía defenderse de eso, pero entonces vio el brillo metálico de un objeto cortante dirigirse a ella. Meter la mano en la bolsa y sacar un arma solo traería un caos monumental, pero aun así su mano se dirigió hacia esta y solo por la buena suerte no fue cortada junto con el amarre que mantenía su bolsa atada a ella y que tantos problemas le había traído a los ladrones.

La sorpresa, el agarre, la multitud, la acusación, el saber a la guardia ahí, sentirse tan observada, fue suficiente para ser sometida y así, termino apresada y sin su bolsa. Miraba espantada al sujeto que esperaba perderse entre la multitud con ella, miraba su bolsa lejos de ella y no podía creerlo. Batallas mas duras no habían bastado para separarlas y ahora, este simple… “simple” mercader lo había logrado. Estaba en shock.

Como la niña que era, sintió las lágrimas agolparse en sus ojos pero no lloró, ahí estaba la guardia y por un momento olvidó que estaba en una nación en la que la guardia sí era sinónimo de ley y orden, así que asustó más, pero ante las palabras del que parecía mandar (nunca fue buena con los nombres de los cargos) se tranquilizó un poco.

Siguió la conversación, asombrosamente, en silencio y cuando su bolsa cayó al suelo, sin producir ruido de quiebre alguno, hizo fuerza por tratar de soltarse, sin lograrlo en lo absoluto.

Había algo raro con la bolsa, el corazón se lo decía. No sentía los símbolos de consagración de sus armas. El corazón le empezó a latir muy rápido.

- no… - susurró asustada. Levantó la vista tratando de seguir a quien le había robado su bolsa – MENTIRA!! – gritó con toda su frustración, en lugar de responder a las preguntas que le planteaba tan amablemente el líder de patrulla – LADRONES!!! Ustedes me robaron!!! Donde está??!!! – exigió. Estando libre se trató de arrojar a la bolsa, pero otro de los guardias, que habían nombrado como Uryaith, ya le pasaba su bolsa.

- Ellos me robaron, ellos me robaron!! Esta no es mi bolsa – casi sollozaba, abrió rápidamente la bolsa que tenía y al girarla dejó caer un par monedas, que no eran las suyas, unas semillas, una manzana y un pequeño catalejo :- Ya verás!! – exclamó al aire y cuando tomó impulso para ir tras el verdadero ladrón, uno de los comerciante se interpuso y la hizo caer al suelo de donde él, recogió el catalejo.

- Pero ese es el catalejo que me robaste!! Si es su bolsa!! Arréstenla! Ladrona -

- No es mi bolsa – dijo con gran tristeza mirando a los ojos de Uryaith, buscando su comprensión pero sobre todo su ayuda – Se está escapando... -

fdi: o que sea muy intensa y responda seguidito Razz
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Mensaje por Uryaith 11/05/11, 08:06 pm

Me quedé helado. Lo decía con tanta firmeza... Cuando ví que la tiraban al suelo, fui rápido a ayudarla a levantarse.

- No es mi bolsa... Se está escapando...

Me giré hacia el Cabo Kaye.

¡Señor! ¿Permiso para encontrar a ese supuesto "Ladrón"?
- Denegado. Parece que hemos resuelto el problema.
No era cierto. No podía serlo. Tenía la sensación de que no lo era. Mirar a esa mujer de ojos tristes y pensar que todo era puro teatro... No lo era. "Piensa, Uryaith"...
Me brillaron los ojos entonces. Lo encontré.
¡Señor! ¡Aquí sólo hay un objeto! ¡La historia de los mercaderes es, como mínimo, dudosa!
Kayle se quedó pensando. Me miró, y asintió.
- Tienes razón. Ve.
Eché un vistazo a la chica, la sonreí y salí corriendo, lanza en mano, en busca de la verdad de aquel asunto.
Mientras me iba pude oír la voz del Cabo:
- Señorita, usted debe quedarse aquí...
Y:
- Bueno... Se ha podido comprobar que no hay nada más en la bolsa... ¿Cuatro objet...
El Cabo era un buen hombre.

Hice un pequeño ejercicio mental. Si ella no había dudado de que era su bolsa hasta el momento en el que la cogió, significa que la bolsa guarda cierto parecido con la que tenía. Así que sólo tenía que buscar a un hombre con... una bolsa de cuero normal y corriente sin ningún tipo de distintivo que me haya fijado... Bien, a falta de información sobre el objeto que buscaba, empecé a buscar algún tipo de figura sospechosa... Pensé en una figura con una capa y capucha negra, con sonrisa malvada y diciendo maldades a la gente. Así que, como no encontré a nadie con esas características en los cincuenta primeros metros de carrera, decidí cambiar mi estereotipo de tipo malvado, y pensé que podía ser de cualquier aspecto.
Mientras corría oí claramente de un callejón a mi derecha:

- ¡Corre, corre, cierra la puerta, que ya tengo la bolsa!
Frené en seco y me dirigí a donde había oído la voz. Era un segundo piso de una casa que, al menos en su primer piso, tenía una taberna. Lo supe porque dieron un portazo.
Así que fui hacia la casa empuñando mi arma con ambas manos...
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Mensaje por Dulfary 12/05/11, 12:45 pm

Era su último recurso para solucionar las cosas a las buenas... pero Uryaith no tuvo tanto éxito como ambos habían creído, hasta que vio la falla en el plan de los ladrones. Una sonrisa le iluminó el rostro cuando dejaron ir a su nuevo héroe.

A su sonrisa, que le reforzó la esperanza, vino el impulso de irse con él, pero el Cabo dijo que no. Sí, era un buen hombre, eso se veía y además, aun sin el don de sus ojos rojos, podía ver que era un ser justo. Pero no, no iba a quedarse. La conversación siguió y en cuanto perdió de vista a Uryaith, clavó la mirada en uno de los comerciantes que la había agarrado. Sonrió con malicia, miró a la pared, que tan alto estaba el techo y volvió a sonreirle con malicia.

Dulfary no era vengativa per se, peeeeero, de vez en cuando un desquite no viene mal.

- Se quedan ustedes, yo voy por mi bolsa - dijo a media voz, pero aun así fue escuchada. Tomó impulso, saltó sobre el hombre, literalmente, para tomarlo como punto de apoyo y apalancamiento para a su vez saltar a un ladrillo salido y de ahí, al techo del edificio. Desde ahí, los saludó rápidamente con la mano y ante el grito de "Se escapa!!" echó a correr por los tejados, como siempre.

Había perdido de vista a Uryaith, así que tuvo que recurrir al truco del mapa. Se sentó un momento en el suelo, con el kunai que traía a la espalda sujetado con el pantalón, trazó el símbolo de su clan y un recuadro representando la ciudad, dejó pendular el arma y cuando esta se clavó en un punto, hacia allá dirigió sus pasos a toda prisa.
* * *

Al interior de la casa, esa en la que iba a ingresar Uryaith, los bandidos disfrutaban su victoria. Abrieron la bolsa en una mesa y descubrieron que en efecto, sí era mágica, pues de ella empezaron a sacar sus pertenencias, su capa, su atado de hierbas, su kit de curación y suturas, su bolsa de dinero... un rollo de pergamino.

- Esto es todo? -

- Debe tener un truco -
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Mensaje por Uryaith 12/05/11, 05:47 pm

Puse mi oreja en la pueta de entrada, a ver si oía algo.

- Desgárra...a lo...así...ramos...encantamiento.
- ¿Tú eres bobo?Nos...pedi...que...guar...sen...fectascondici...

Llamé a la puerta con fuerza.

- ¡Abran! ¡Abran a la Guardia!

De pronto se escuchó muchísimo ajetreo dentro.
Repetí la llamada y ya me abrió un chico menor que yo, con la cara sucia y los ojos inquietos.

- ¿Sí?
La verdad es que no me esperaba esto. Qué se supone que tenía que decir en ese momento?

- Eh... Muchacho... Has estado hoy en el mercado y le has quitado la bolsa a una mujer, ¿verdad?- Mi cara delataba mis nervios.
Pero funcionó. El niño, que debía de tener apenas diez años se puso muy nervioso. Me dio una patada e intentó cerrar la puerta. Pero fui rápido y puse la base de mi lanza en la oquedad.


- No habrá represalias si me das ahora la bolsa. Te prometo que no te llevaré ante la justicia.

- ¿De... De verdad?


- Prometido.- Pobre chico. Debía ser un ratero a manos de un adulto poderoso...
Abrió la puerta y me ofreció pasar.
La sala estaba muy mugrienta, y tenía el techo bajo. Gracias a la Dama era bajito, y podía manejarme más o menos a gusto, aunque la lanza no funcionaba bien. Era demasiado alta.
El chico cerró la puerta tras de mí. Los pocos muebles que había (una mesa, cuatro sillas y dos camastros, uno de ellos ocupado) parecía que se iban a romper si alguien los usaba.
En cuanto me acerqué a la mesa, para coger la bolsa, una voz detrás me detuvo:
- No sabía yo que la guardia era tan estúpida en ocasiones.
Sonaron dos aceros desenvainándose. El niño llevaba una daga, y el muchacho, que debía de tener mi edad, que estaba en el camastro y se había levantado de un ágil movimiento, llevaba una espada.
- Deja las armas donde podamos verlas y ponte de rodillas.
Dejé la lanza en el suelo e hice lo que me habían dicho. Mierda.
- Así que pensaste que nos íbamos a rendir así, como cualquier cosa, ¿no?
Sonaba a discurso ensayado. El niño se estaba riendo a su lado, como si el chico de mi edad fuera o bien su líder o bien su hermano. Ahora que los veía, se parecían bastante...
El niño se puso delante de mí y me escupió.
Me había dejado engañar, y ahora, si no se me ocurría algo pronto...
- Te vamos a matar y te vamos a tirar al mar. ¿Verdad, Kurt? - Sí, definitivamente eran hermanos.
- Calla, Ray, no debe saber nuestros nombres... - Y de pronto se dio cuenta de que había dicho el nombre de su hermano.

- Eh, Ray, ¿sabes qué es lo mejor de estar de rodillas?
- ¿Qué?
Puso cara de chulito. Era un niño de ocho años intentando demostrar a su hermano que valía... Sólo era eso... Pero tenía que resolver la situación. No quería golpearlo, pero tenía que hacerlo. Procuraría no hacerle daño.
Y le di un cabezazo en la cara. No muy fuerte. Sólo quería que soltara el arma. Y así fue. Soltó la daga mientras se llevaba las manos a la nariz, y la cogí al vuelo, solo que del lado malo. Me hice un cortecillo en la palma, pero me incorporé rápido. Kurt se dispuso a blandir la espada contra mí...
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Mensaje por Dulfary 12/05/11, 08:00 pm

El pendulo la iba llevando por el laberinto que era el mercado. Desde los tejados era más fácil moverse y sobre todo, más rápido. así pues, al llegar a la taberna en la cual se escondían, se dejó caer al suelo como si ya no fuera una aprendiz, los sentidos totalmente alerta, pendiente de cada persona en la calle que fuera una amenaza, pero en especial pendiente de las huellas del guardia que tan gentilmente la estaba ayudando.

No había señas de él. Esperaba, de todo corazón, que no hubiese entrado solo a la cueva del lobo, pero cuando fue su turno de apoyar la oreja en la puerta, se dio cuenta que no.

- va.. os ... matar y te ... al mar. - lo demás no lo escuchó bien, pero esa sola frase entre cortada le bastaba para alarmarse. Solo que aun no estaba segura, en ese punto, si su heroe estaba presente o no.

- Eh, Ray, ¿... rodillas? - esa era toda la confirmación que necesitaba y el revuelo que se armó a continuación fue su señal de entrada. Por supuesto, la puerta estaba cerrada y a su primer empellón solo tuvo un golpe en el hombro. No tenía tiempo para eso... ella quería parecer una damita, alguien de bien que podía ingresar a la Orden de la Dama y ser digna del beneplácito de su "tío"... pero no podía admitir un desastre.

Pateó la puerta justo cuando Kurt trataba de herir de la forma más rápida posible a Uryaith. La intromisión los tomó por sorpresa, pero no bastó para Kurt cejara en su intento.

- AHHHH NO!!! - protestó Dulfary - ALTO!! - ignorada totalmente. Kurt le hizo una finta a Uryaith para poder hacer un corte horizontal contra él. La niña, metida en un cuerpo de adulto, hizo saltar su propia arma para poderla arrojar, pero entonces se dio cuenta que de lanzarla, pese a su excelente puntería, podría lastimar al guardia.


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Mensaje por Uryaith 13/05/11, 11:05 pm

Oí la puerta romperse detrás de mí. Giré la cara para ver qué había ocurrido y cuál fue mi sorpresa cuando vi a la mujer que debía estar con el Cabo donde yo esperaba a Quenn o algo así. "Claro, idiota" pensé. "¿Cómo va a ser Quenn si no sabe a dónde he ido?".
En ese momento de desconcierto Kurt me pilló por sorpresa. Traté de parar con la daga su corte, pero no pensé en el verdadero tamaño de la daga y el corte pasó por encima de la punta de la pequeña arma, yendo a parar en mi frente. Fantástico, ahora la sangre me impediría ver y estaría en más desventaja si cabe.
Tras gruñir un poco por el dolor, me recompuse y gritando pregunté:

- ¿Tú no deberías estar con el cabo?

Tenía que actuar rápido, antes de que demasiada sangre se aplomara sobre mis ojos. Ya me había ocurrido algo parecido, aunque fue un accidente. En Aërya, jugando con el hijo de los vecinos, tropecé con una pequeña rama y me golpeé al caer con una piedra un poco afilada. Por suerte, pues sólo había sido un golpe de suerte, según me dijo el sanador más tarde, no morí. Me levanté y anduve hacia la casa de mis padres, pero fui demasiado lento y a mitad de camino no podía ver nada. Así que le tuve que pedir la ayuda a mi vecino.

Finté por la derecha y, cuando Kurt (hay que decir que no estaba para nada entrenado el pobre chaval) trató de protegerse del golpe, le pateé en los talones, intentando provocar su caída. Pude ver la cara de sorpresa de Kurt mientras iba cayendo...
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Mensaje por Dulfary 16/05/11, 12:37 pm

En el momento en que Kurt caía al suelo, el pequeño Ray se quejaba de dolor. Fiel a la familia, fue en ayuda de su hermano cuando este empezó a caer por perder el pie debido a la maniobra del guardia.

La razón, sencillo. En cuando vio que podía neutralizar con facilidad al hermano mayor, a pesar de la fea (mas bien escandalosa) herida en su frente, y que el menor sería una amenaza, se interpuso en su camino, lo tomó de la mano que más adelantada estaba, le torció la muñeca haciendo girar su brazo y clavando la rodilla en la corva del niño, lo hizo poner de rodillas.

- Quédate quieto – no fue una orden, de hecho estaba muy lejos de serlo, fue casi una suplica pues no quería hacerle daño – No, yo debería estar con mis cosas y ellos con el Cabo, listos para ser apresados – refutó infantilmente, cuando dio un respingo al que le faltó muy poco para ser un grito.

El filo de una espada, que no había visto, asomaba por entre el hombro y el cuello de Uryaith y tras él, pudo ver la sombría silueta del mercader que inició todo. No necesitó que le dijera nada. Lentamente soltó al niño que echó a correr donde su hermano, mientras Dulfary alzaba las manos para demostrar que no tenía intenciones hostiles.

- Por favor, no le hagas daño, puedes ver que ya está herido – pidió al hombre.

- claro, tú lo heriste. Tú, guardia. Has hecho un buen trabajo, has atrapado a los tres pillos. Ahora vamos a entregarlos - le dijo el hombre, sin retirar la espada de su cuello – ambos seremos muy bien recompensados por eso – propuso a modo de soborno.

- No te muevas – le pidió Dul a Uryaith

- Suelta el arma, LADRONA! – exigió el mercader.

- No te muevas – suplicó de nuevo la muchacha. En una carrera entre la espada y su cuchillo, lanzó el kunai hacía la mano que sostenía el arma. Tenía que impactar antes que le hiciera daño al valiente guardia y lo hizo. Con un chillido el mercader soltó su arma, Dul se apresuró a tomar de la mano a Uryaith y tiró con fuerza de él para atraerlo a ella, lejos del filo y cuando se quiso interponer entre los dos, el mercader ya se había recuperado.

- Ahora, qué haré con ustedes? Estas a tiempo de reflexionar, guardia – fue su siguiente amenaza.
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Mensaje por Uryaith 17/05/11, 05:16 pm

¡Ja! ¡Victoria! Kurt caía al suelo sin más ni más. La pelea parecía vencida...
De pronto me quedé paralizado al recibir un pequeño destello, deslumbrándome por milésimas de segundo. Casi apoyada en mi hombro izquierdo había una espada.
Kurt aprovechó el momento para ponerse de pie de nuevo, justo delante de su hermano menor.
- Por favor, no le hagas daño, puedes ver que ya está herido.
- Claro, tú lo heriste. Tú, guardia. Has hecho un buen trabajo, has atrapado a los tres pillos. Ahora vamos a entregarlos. Ambos seremos muy bien recompensados por eso
El olor que despedía aquel hombre era horrible. Hizo que mi cabeza se embotara un poco más. La sangre ya caía por mis ojos. "Mierda" Pensé.
Sé que la mujer me dijo algo, pero no me enteré muy bien. Por suerte, me quedé quieto, tratando de descifrar qué decía.
- Suelta el arma, ¡Ladrona!

Como no podía ver bien qué estaba pasando, traté de guiarme por el oído. Lo siguiente que oí fue un chillido muy fuerte y sentí que me arrastraban.
Sacudí mi cabeza un poco, para quitarme la sangre de alguna manera, y restregué mis manos sobre mis párpados.
La situación había cambiado radicalmente. Ahora estábamos en el lado del camastro de la habitación mientras que el mercader y los dos niños estaban en la puerta.

- Ahora, qué haré con ustedes? Estas a tiempo de reflexionar, guardia.
¿Reflexionar el qué?
De pronto me di cuenta. Ahora mismo estaba en una situación muy peligrosa. Por un lado, tenía la sensación de que la chica era inocente... Pero, por otro lado, si estaba equivocado, o si causaba muchos problemas, era probable que recibiera un mal informe. Y eso no sería bueno para llegar a mi meta...
Sin pensarlo demasiado, aún con sangre por el rostro, me puse delante de la mujer. Tenía una orden que cumplir.
- No hay nada que reflexionar, mercader... ¡Estáis arrestados por robar a esta mujer su bolsa!
Señalé la mesa, y la bolsa que había encima.
El mercader, con su aspecto porcino, frunció el ceño, sonrió y dijo:
- Entonces no me queda más remedio que mataros.
Kurt, Ray y el mercader se pusieron en guardia. Yo hice lo propio.
Ellos actuaron primero. Como estaba en actitud protectora hacia la chica, se abalanzaron a por mí. A Ray fue fácil tirarle al suelo. Otra vez. De hecho, no tuve que hacer nada. El pobre diablo se cayó de bocas al tropezarse con una silla. Deseaba que no se levantara en unos... diez minutos.
Kurt tenía esa cara de miedo que se tiene cuando sabes que te vas a enfrentar a un enemigo más fuerte que tú, pero se las apañó bien para fintar y golpear. Fue una suerte que golpeara en la armadura, haciéndole una pequeña marca. El mercader, por otra parte, estaba detrás de Kurt, observando, entre divertido y asustado, la escena, mientras blandía la espada como si fuera un cuchillo de cortar carne...
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Mensaje por Dulfary 18/05/11, 05:04 pm

Dulfary, ajena a los objetivos, metas y ambiciones del joven guardia, solo guardaba la viva esperanza que este obrara con buen corazón y de la forma correcta, justo y honesta que le corresponde a todo guardia. Que no cayera en el juego mental del mercader y que no se dejara sobornar si tampoco ese era el caso.

Era la primera vez que no le rehuía a un guardia, que depositaba su confianza en él y ahora se daba cuenta que el ser la Ley no era suficiente para sacarlos de semejante embrollo.

Además, estaba herido. La sangre goteaba sobre él y sentía la responsabilidad de ayudarlo, de cuidarlo y apoyarlo para que la empresa que beneficiaba a ambos saliera a flote. Pero eso no parecía ser impedimento para mostrar valor e interponerse entre los bandidos y ella. Se ganó su respeto con tan sencillo y temerario gesto y el silencioso compromiso de no dejar que le pasara nada malo por su culpa.

No tenía cómo ponerse en guardia. No estaba armada ya y convocar a sus kunai no era muy sabio si esperaba entrar a la Orden de la Dama. Pero podía moverse y tenía que hacerlo rápidamente. Kurt y Ray se lanzaron a por Uryaith y Dulfary corrió. No huyendo, claro está, sino hacia la mesa, estiró la mano hacia la bolsa pero la retiró de inmediato cuando el mercader dejó caer la espada contra esta y casi la corta. Dio un instintivo paso atrás que le sirvió para evadir la forma en que blandía la espada el hombre.

Sin embargo, estuvo demasiado cerca, alcanzó a rasgar una parte de su camisa, sin mayores daños, pero si como una clara advertencia que no se iba con juegos y que al decir “matarlos” no era una amenaza vana sino que realmente era su intención. Volvió a blandir el arma en contra de Dulfary, buscando, para empezar, ganar su primera sangre.
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Mensaje por Uryaith 18/05/11, 06:41 pm

La sangre seguía agolpándose sobre mis ojos. Pronto dejaría de poder ver. La tensión se acumulaba en mi cabeza, impidiéndome pensar con claridad. Sólo oía revuelo por aquí y por allá, el acero chocando contra la madera...
Esquivar, esquivar y esquivar. Era lo único que podía hacer hasta que encontrara algo que me permitiera aventajar a mi rival.
Pero esa vez no tuve demasiada suerte. La sala no era muy grande, y pronto Kurt me arrinconó. Sin embargo cometió un error, que apenas pude vislumbrar. Trató de clavarme la espada en el cuello, dejando todo su flanco izquierdo totalmente olvidado. Ésa era, probablemente, mi última esperanza de sobrevivir.
Me agaché justo a tiempo para que la piedra fuera lo que resonara contra su espada y lo plaqué. Sentí lástima por él, porque tenía que dejarlo inconsciente si quería que todo aquello tuviera un buen final, así que, tras patear su mano armada, haciendo que su espada se deslizase hacia la puerta, me abalancé sobre él, y lo golpeé en la cara con el puño de la daga.

De pronto dejé de golpearlo. No porque no quisiera, sino porque no podía. Ray se había lanzado sobre mi espalda y estaba protegiendo a su hermano. Estaba tratando de inmovilizarme. No podía culparlo, yo habría hecho lo mismo por mi hermana.
Mientras trataba de deshacerme de él dejé de poder levantar los párpados. Tenía que empezar a luchar a oscuras, y eso sí que nunca lo había hecho. No sabía de dónde agarraba o de dónde no, pero sé que pude pasar por encima de mi cabeza a Ray y soltarlo delante de mí. Busqué su cabeza y le golpeé con el mango. Creo que le di en el centro de la frente. No lo sé. El caso es que quedó inconsciente. Aunque eso lo supe después de buscar desesperadamente algún signo de vida. Al principio pensé que lo había matado, pero al bajar la mano para ponerme de pie, pasé por su pecho y noté cómo subía por su respiración.
En ese momento Kurt gritó por mi izquierda...
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Mensaje por Dulfary 29/05/11, 11:44 pm

fdi: Mil disculpas por una demora tan larga. Fue una semana bien complicada, espero ponerme al día en el ritmo que traíamos

ddi:

Se dejó ir hacia atrás, quizá con demasiada fuerza para algo tan sencillo para evadirlo, pero le sirvió para hacer una voltereta apoyándose en sus manos, elevando sus pies de forma que golpeó la mano del mercader, girando sobre sí misma y cayendo de vuelta al suelo.

Esta vez. si se puso en guardia. Debía regresar a la mesa por su bolsa y debía...

- Cuidado!!! - gritó cuando vio al pequeño Ray abalanzarse contra Uryaith. Fue tarde. Y lo peor fue que esta vez si recibió el golpe que pretendía el mercader. Este, previendo que tal vez volvería a evadirlo, en lugar de usar el filo del arma, se valió del pomo de la espada, por fortuna porque el golpe pudo ser mortal justo arriba del corazón.

Cayó al suelo y torpemente trató de huir de él y de lo que vendría a continuación: una fea herida. A la mente de Dul vino de inmediato la pregunta de por qué siempre terminaba en semejantes situaciones, por qué nunca podía pasar de un lugar a otro sin meterse en problemas, por qué siempre terminaba por mostrar sus cartas aun cuando quería permanecer con un bajo perfil??

Uryaith estaba muy ocupado con los dos hermanos, de eso se cercioró mirando en su dirección antes de proceder, el mercader había probado ser un delincuente al que no le creerían si llegaba a hablar... debía ser muy rápida... y lo fue.

Una delicada brisa, que no debía estar presente en un lugar tan cerrado, se dejó sentir. Al menos así la percibiría Uryaith al no poder ver bien con ojos llenos de sangre. Pero para el mercader, lo que hubo fue una ráfaga de viento lleno de polvo y arena, provenientes del poco aseo de la habitación en la que estaban, que fue a dar justo a sus ojos.

La protesta y los quejidos no se hicieron esperar, y Dul tampoco quiso aguardar a mas. A gatas retomó su intento de llegar a la mesa.
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Mensaje por Uryaith 01/06/11, 08:15 pm

"¿Qué es esto?" Pensé.
Era absurdo. De pronto sentí cómo una brisa me acariciaba. Era todo calma de pronto... Un segundo perfecto, tranquilo y sosegado. Pero eso, sólo un segundo. Kurt se lanzó por mi izquierda, con un grito desesperado. Me golpeó con el puño cerrado. "Genial, eso significa que no ha cogido la espada". Le agarré de donde pude y me abracé a él tratando de inmovilizarlo. Pataleó y me dio un rodillazo en la cara. Tuve que soltarlo, claro, porque el golpe me dejó algo lento de reflejos. Pero logré levantarme y secarme con la manga los ojos.
Aproveché mis pocos segundos de visión para localizar a Kurt, al mercader y a la mujer que había iniciado todo. La vi gateando hacia la mesa, así que me imaginé que estaba herida o algo así. Me lancé en su ayuda, retirándome hacia la mesa mientras Kurt me miraba furibundamente.
Y se volvió a lanzar a por mí. Pesaba más que yo, de eso no había duda, pero por suerte para mí, parecía que se había peleado menos en la vida, o que siempre había contado con algún apoyo que ahora no tenía... ¡Claro! La espada. En cuanto me di cuenta y la miré, él me miró con cara de terror, como si hubiera descubierto el secreto de su éxito. Fui a por ella a toda prisa, pero Kurt también había adivinado mis intenciones y me tiró al suelo de un empujón. Lo agarré de la pierna y le hice caer conmigo. Alargué mi brazo, y me quedaban apenas unos centímetros para llegar hasta la espada. Él hizo lo propio y me golpeó mientras trataba de cogerla. Era un forcejeo bastante violento...
Al final la cogió él antes que yo. Sujeté su mano y traté de evitar que usara la espada, a tientas, puesto que ya había vuelto la sangre a taparme la visión. Me golpeó en las costillas varias veces, tratando de hacer que perdiera el aire, aligerara la mano y pudiera cortarme en dos. Pero, por algún extraño motivo, tenía la fuerza de voluntad suficiente como para no dejar que me apuñalaran con la espada.
Nos incorporamos los dos un poco, con la espada entre medias y con mucha fuerza en los brazos. Nos miramos, casi sentados, con la expresión que se tiene cuando se piensa uno que va a morir...
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Mensaje por Dulfary 03/06/11, 02:12 pm

No, no estaba herida. Aun. De hecho, no tardaría en estarlo si no se daba prisa. Casi a ciegas, el hombre empezó a dar puntapiés para tratar de herirla, ella se arrastraba todo lo rápido que podía y pronto llegó a las patas de la mesa, se irguió, se lanzó con violencia a por la bolsa y en cuanto la tuvo, respiró tranquila… solo por unos segundos.

El sablazo del hombre la hizo tirarse al piso, en donde fue recibida, por fin, por una patada que la tumbo al suelo, sin aire al impactar contra el estómago. Se hizo un ovillo y se dedicó a tratar de tomar aire, sin soltar su bolsa en lo absoluto, ni cuando el filo del arma se posó en su garganta como una clara advertencia de muerte.

- ALTO YA!! – bramó el hombre – Kurt, déjalo, Guardia, quieto si no quiere que la mate! – advirtió a ambos.

- … no… - jadeó Dulfary. Que no cayera en la trampa. Debía levantarse, pero simplemente no podía. Le faltaba el aire y aun así hacía lo posible por alejarse del filo del arma - … no… - volvió a jadear. Era mucho mejor combatiente que eso, por qué no podía entonces hacerle frente al sujeto? Aun ahogándose sacó uno de sus cuchillos del fondo de la bolsa, ese lugar dimensional en el que solo los de su clan podían meter la mano y obtener armas e hizo algo que no quería: herir al hombre.

Aprovechando que miraba hacía Uryaith, en espera de su rendición, le cortó la pierna haciendo que esta vez fuera él quien cayera al suelo, dando un grito
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Mensaje por Uryaith 23/06/11, 12:43 pm

No me dio tiempo a reaccionar. Estábamos combatiendo por nuestra supervivencia. Miré hacia donde me imaginaba que estaba Kurt y le golpeé en la cabeza. Soltó la espada y aproveché para agarrarla. Con suerte, estaría aturdido un minuto...

Pero tuve mala suerte, y se reincorporó enseguida. Oí zumbar un puño por mi oreja izquierda. Giré la cabeza y en ese momento oímos:

- ¡¡ALTO YA!! – bramó el hombre – Kurt, déjalo, Guardia, quieto si no quiere que la mate! – advirtió a ambos.

No pude verlo, pero me imaginé que, de alguna manera, el mercader había atrapado a la mujer... Mierda.
Kurt me agarró del hombro, como intentando inmovilizarme si intentaba algo raro.
Todo parecía perdido, pero en ese momento se oyó un alarido. El mercader estaba gritando, y no sabía por qué. Pero aproveché la ocasión y pillé a Kurt desprevenido. Le di un codazo en la cara y me abalancé sobre él. Una vez cayó al suelo, lo dejé inconsciente de una manera similar a la que había dejado a su hermano y luego me incorporé otra vez. Habiendo mucha más calma, me restregué los ojos para poder ver algo.


- Oh... ¿qué diantres...?
La escena era espectacular. El hombre yacía con un cuchillo en su pierna, en el suelo, y maldiciendo. Y la mujer estaba hecha un ovillo abrazando la bolsa...
Desarmé al mercader y le apunté con la espada. Cogí su espada mientras tanto y le desclavé el cuchillo. Así, teniendo todas las armas, dije:
- Ni falta hace que te diga que estás arrestado. Pórtate bien hasta que lleguen mis compañeros.
El mercader asintió, gruñendo, pero asustado. Se acercó a Kurt y se pusieron los tres malhechores juntos, como le había ordenado.
Le tendí una mano a la mujer y sonreí.
- Vamos... Estás a salvo.

____________

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Mensaje por Dulfary 23/06/11, 02:59 pm

Abrazaba su bolsita. La abrazaba y no se atrevía a moverse. Ni cuando se le ofreció la mano. Lo miró, hizo el esfuerzo por tomarla, pero regresó a su posición.

- Lo siento - casi sollozó - no quería herirlo - se disculpó. Hizo un segundo esfuerzo y tomó su mano. Lo miró alarmada, aun con la bolsa en la mano.

- Estas herido!! de gravedad!! - metió la mano en su bolsita y sacó una cantimplora y un atado de vendas. Con un tercer cuchillo, salido del fondo de su bolsa, cortó la venda, la empapó en agua y lo invitó a sentarse en la mesa.

- Por favor, déjame ayudarte, es lo mínimo que puedo hacer para agradecerte - no iba a aceptar un no por respuesta - pero siéntate mirando hacia allá, pero no perderlos de vista - esperó a que lo hiciera y entonces procedió a limpiarle la sangre de la frente, los ojos y descubrió la herida. Siendo la imprudencia su fuerte, hizo una expresión de espanto al verla, como si se le viera el cerebro desde la cortada.

- No, no es tan grave, solo mucha sangre, pero nada del otro mundo eh? - con la venda limpia y seca procedió a vendarle la herida pasando por toda la circunferencia de su cabeza.

- Muchas gracias por tu ayuda - repitió y entonces le estiró la mano a modo de saludo - Soy Arale - mintió sobre su nombre con la tranquilidad que da el usar siempre el mismo nombre al hacerlo.

Fdi: Bienvenido de regreso!!!
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Mensaje por Uryaith 23/06/11, 08:05 pm

- No te preocupes. Sé que no era tu intención- Traté de parecer más dispuesto a ayudarla todavía, y creo que funcionó, porque me tomó la mano.
No sé el aspecto que tenía la herida, pero la asustó bastante. Creo que era la primera vez en aquella casa en la que había tenido suerte de veras y había mirado al sitio indicado. Estaba hablando de frente a la chica.

Reí. Parecía tan agobiada por intentar echarme una mano, que no encontré otro modo de reaccionar.

- Tranquila, que seguro que no es para tanto. - Y mantuve mi sonrisa mientras me dejaba curar por aquella mujer. Cuando miraba a nuestros detenidos, veía en ellos miedo. Kurt estaba abrazando a su hermano, y el mercader estaba en el suelo, quejándose de dolor.

- Creo que sería bueno que les pusieras a ellos otro vendaje. Especialmente a...- Y miré al mercader.

- Redwald. ¿Qué más da, si al final vais a acabar sabiéndolo?

- Redwald.

Cuando acabó de ponerme el vendaje, y tras los agradecimientos de la mujer, dije:

- De nada, mujer. Estamos para esto. Me llamo Uryaith. Tienes un bonito nombre ¿Eres de Moramaile?

La conversación se vio truncada. Desvié mi mirada a la puerta. Venían el Cabo y Quenn. Los saludé.

- Éstos eran los que habían robado la bolsa.

- Quenn, encárgate de atarlos bien atados.
- ¡Sí, señor!
- Y bien, soldado... ¿Vas a contarme qué te ha ocurrido?
- Oh, una herida sin importancia. No os preocupéis. El caso es que, cuando salí de...- Y les resumí la historia.
- Pero... tengo una duda. Arale, ¿cómo nos encontraste?- Miré a Arale directamente a los ojos, sonriendo y curioso.
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Mensaje por Dulfary 24/06/11, 12:01 pm

El toque de Dulfary era suave. No era la primera vez que vendaba a alguien, sabía que no sería la última. Tenía experiencia haciéndolo y era casi una expreta en el arte. Curaciones más grandes o de mayor complejidad, no era capaz de hacerlo, pero vendar si. Si podía vendarse a ella cada vez que salía de donde fuera que dormía, podía vendar al que fuera. Y eso sí, aunque Dul carecía de tacto y prudencia, a veces era un tanto brusca y todo, sabía ser delicada, con las cuestiones delicadas.

La sonrisa de él la hacía sonreír a ella. No era muy difícil, Dulfary era muy dada a sonreír siempre y le gustaba mucho cuando otros sonreían. Eso la ponía de mejor humor, aun.

- Estoy de acuerdo, la herida es limpia, pero no esta de más. Sin embargo el señor Redwald se ha portado muy mal conmigo. No entiendo para qué quería mi bolsa de pertenencias, porqué la quería tanto? – le preguntó directamente, con seriedad en sus ojos, pero sin perder aun la sonrisa.

- Ahm.. yo… - no supo que decir, Dul meneó la cabeza y regresó la vista a terminar su trabajo, lo cual hizo rápidamente. Tras guardar su cuchillo en el fondo de la bolsa y recuperar el que había lanzado, se acercó al hombre herido y revisó la herida, también revisó a Kurt, parecía estar bien, solo golpeado. Metió la mano en su bolita y sacó una hoja grande, parecía de parra, pero su forma era diferente.

- Colócatela en el golpe, te ayudará a desinflamar y te sentirás mejor, también te daré una para tu amiguito – dijo ofreciéndosela, sin saber que se trataba de su hermano. De vuelta al hombre, cuando estiró la mano hacia la herida, esta contrajo la pierna como una acto reflejo y ella retiró la mano, lo que coincidió con sonrojarse por el comentario de su nombre.

Se preguntó si pensaría lo mismo del real. Sin poderlo evitar se llevó el pelo detrás de la oreja y se giró hacia él.

- En realidad no. Soy de tierras más lejanas, solo estoy de paso, Voy a visitar a mi tío en Rhylia. Encantada de conocerte Uryaith, hoy has sido el héroe, me has salvado dos veces, en verdad gra… - la puerta se abrió antes que terminara de agradecerle. Dio un paso a un lado y apretó su bolsa en la mano. No la ataría aun a su cadera, no hasta que todo quedara aclarado.

El joven guardia iba contando todo lo ocurrido y ella, cansada, se sentó sobre la mesa, acariciando de forma distraída el golpe que le diera, hasta que de nuevo se sonrojó por las palabras de Uryaith . Eso sí, la pregunta era la mar de interesante, cómo los encontraron? Ella no dejó huellas para llegar hasta ahí.
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Mensaje por Uryaith 27/06/11, 02:41 pm

Miré a mis compañeros, viendo que parecía que Arale no iba a contestar y reformulé la pregunta.

- ¿Cómo nos encontrasteis, cabo?
- Es fácil cuando armas un alboroto como el que habéis armado, soldado. - Me estaba echando la bronca, pero de manera cariñosa.
- La vecina de enfrente nos avisó. Vino corriendo al mercado y nos avisó de una trifulca. Vinimos lo más rápido que pudimos. - Quenn aclaró el entuerto con una sonrisa.

Pensé de pronto en que había dicho que iba a Rhylia.
- ¿A Rhylia? Pero... ¡Eso está en Aspher! ¿no? Queda lejísimos. ¿Cómo piensas ir?- Yo conocía más bien poco mundo. Jamás había viajado más que en carro. Pensé en la cantidad de agua que tenía que haber entre Rhylia y Moramaile, si una vez, mirando al mar, no pude ver el otro lado.

Busqué mi lanza por el suelo. Una vez la localicé, me levanté. Bueno, traté de hacerlo. Me mareé un poco por la pérdida de sangre y me apoyé un momento en Quenn. Sacudí un poco la cabeza y me sentí mucho más despejado. Cogí la lanza y le dirigí una sonrisa a Arale.

- En fin, pues... no hace falta que me lo agradezcas, de veras. Es mi trabajo... Y gracias por el vendaje. - sonreí.
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Mensaje por Dulfary 01/07/11, 11:21 am

Los dejó intercambiar información, en silencio, dejando que elcorazón terminara de tranquilizarsele. El sonreir con los comentarios de cada uno, le ayudaba mucho a esto.

- Si, esta lejos - dijo con calma - el viaje que me espera es largo y lo que es peor, por mar - sonrió de nuevo, con confianza - Espero tomar el barco que zarpa... mmm .... - miró a otro punto de la habitación tratando de recordar - pasado mañana? no, no, en tres días. La Sirena Audaz, creo que se llama, el barco este bonitoque esta en el puerto, con maderas blandas y velas azules - en realidad no eran las velas, eran los mastiles los que eran azules, pero ya que Dulfary sabía poco o nada de barcos, el error era de esperarse.

Eso sí, parecía un poco descepcionada cuando dijo que solo era su trabajo. Tampoco esperaba que fuera el heroe que se lanza al peligro solo porque su valor y coraje así lo impulsan o por ser altruista y bla blabla, pero tando como "solo es mi trabajo" fue algo desilusionante. Pero solo lo dejó ver por un momento antes de recobrar su sonrisa

- Nuevamente les agradezco toda su ayuda. La herida de Uryait no es de gravedad, pero sería recomendable que alguien diestro le sursa el corte - sugirió. Ahora, no sabía qué hacer, si tendría quei r a declarar a la guardia o algo así, o si podría marcharse sin más, sin tener que volver a mencionar el asunto de su bolsa.
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Mensaje por Uryaith 01/07/11, 11:12 pm

No sabía qué decir. "Es mi trabajo". ¿Quién me creía, Orgorg, el guardia del cuento que me contaba mi madre cuando era pequeño? Por la diosa, qué frase más mala. Me di cuenta después de decirla.

Me las dí de entendido cuando habló del barco. No por nada en especial. Simplemente quería dármelas de: "Eh, no soy tan pringado como parezco, que aunque sea un guardia un par de chavales me han dejado fino". En realidad nunca había visto ese barco. Llevaba poco en la ciudad, y a mí el mar no me gusta demasiado...
- Ah, sí, el de las velas azules...
- Lo que tiene azul son los mástiles - Me susurró Quenn, medio riéndose.

- ¡Mástiles!

Genial, Uryaith. Ahora no sólo quedas como un guardia incompetente sino también como un panoli...

- No te preocupes, Uryaith queda en buenas manos

Me froté la cabeza y sonreí.

Vino otra patrulla y se llevó a los nuevos prisioneros al cuartel. Allí tomarían declaración y luego, probablemente los encarcelarían. Uno de los soldados trató de separar a los dos hermanos a la fuerza, pero el pequeño lloraba y se aferraba a su hermano. Me acerqué al guardia y le susurré.

- Déjales ir juntos y tienes mi pan de una semana.
El guardia asintió, me estrechó la mano y los llevó juntos afuera.

De pronto el cabo se puso algo serio.

- Señorita... - Me miró.

- Arale. Se llama Arale.

- Señorita Arale... ¿Le importaría contestarnos aquí a unas preguntas? Si lo hace aquí no tendrá que pasar por el cuartel. Me restan unas cuantas dudas acerca de todo este asunto...
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Mensaje por Dulfary 14/07/11, 09:20 am

Entre apenada y divertida, se volvió a colocar el pelo por detrás de la oreja, cuando tanto ella como Uryaith y ella cayeron en cuenta que las velas y el mástil son partes diferentes del mismo barco.

Ahora que quedaban solo los guardias y ellas, se preguntaba por el futuro del par de muchachos. Parecían muy apegados, si podían seguirse apoyando tal vez tuvieran un futuro más estable. No podía evitar pensar en la relación que había tenido y actualmente llevaba con sus hermanos.

Apretó los ojos y despejó la mente. No era el momento de pensar en cosas tristes y en "podría ser". Era momento de responder preguntas y ver si sus respuestas convencían a la guardia. Si lo hacían, tal vez traspasar los filtros de Rhylia sería pan comido. ~ ja! ilusa ~

- Por supuesto comandante, usted no más pregunta - dijo con confianza y determinación, pero demasiado rápido, delatando sus nacientes nervios; eso sí, dirigiendo una mirada a Uryaith, esperando su respaldo en lo que se le venía encima.
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Mensaje por Uryaith 17/07/11, 09:11 am

Vi un destello de tristeza en los ojos de Arale, pero fue tan fugaz que ni me dio tiempo a preguntar. Además, Arale contestó casi nerviosa a la petición del Cabo Keya... ¿En qué estaría pensando? me pregunté.

- Bien... Esto...- Keya sacó una hoja de su bolsillo y se puso en posición para apuntar. Era uno de esos formularios tipo que tenemos en el cuartel, como de denuncia o algo así. Todavía no me había dado mucho tiempo a hojearlos.

Veamos... Empecemos por lo más básico. Nombre... Arale... ¿Edad? ¿Lugar de Nacimiento? ¿Profesión? Bien... Y ahora, por favor, explíqueme su versión de los hechos. ¿Qué es esa bolsa?
-Eh... Cabo... - Quería intervenir. Me parecía que la bolsa era un tema algo delicado, y que a lo mejor Arale no quería contestar. Miré a Arale algo nervioso. A lo mejor se sentía ofendida por intentar protegerla o algo así. Y ya la había pifiado antes bastante...
- Tranquilo. Ella es libre de no contestar si no quiere. - Keya nos sonrió a ambos.
Imagino que tiene valor sentimental para usted... ¿Conocía de antes a estos hombres? Supongo que usted iba por el mercado tranquilamente y... - Keya parecía dispuesto a creerse cualquier historia.
Yo me quedé callado, mirando a Arale con una expresión comprensiva en el rostro.
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