Chica nueva en la bahia

Sol. Playa. Arena blanca y aguas azules. Todo lo que cualquiera podría desear para relajarse en una hamaca con el sonido de las olas de fondo y una palmera dándole sombra. Era como estar en vacaciones. Era sensacional.

Era de un aburrimiento supremo. Mayo llevaba tan sólo dos meses allí y ya estaba deseando que pasara algo. Ya se conocía de vista a todo el mundo en aquella isla, sabía cómo funcionaba todo, se había pateado los alrededores y lo único que no había hecho era investigar la selva a fondo porque hacía demasiado calor y le habían advertido que era mejor esperar unas semanas para eso. Había conseguido un empleo en la Lonja de Shaska, lo que significaba que dos veces por semana le tocaba presentarse a las cuatro de la mañana, hacer cuentas como una posesa y terminar a las dos de la tarde hecha polvo. El resto del tiempo se dedicaba a recaditos varios. Tampoco necesitaba más. La vida en Shama era barata. Y simple.

Demasiado simple para lo que había llegado a acostumbrar en su anterior domicilio. Aquí el vecindario procuraba mantenerse bien avenido, porque eran pocos, lo cual era muy bueno. Pero tampoco había gran cosa que hacer aparte de inventar los electrodomésticos. Mayo se acomodó mejor y tomó la guitarra que reposaba en su estómago para rascarla con pereza. Hoy había sido día de lonja. Había comido allí mismo y ahora descansaba cerca de Shama, y en sus planes no entraba nada más emocionante que volverse a su cabaña flotante y componer algo. Había prometido tocar en la boda de unos vecinos, y quería preparar algo interesante. Diferente.

Y no le iba a salir. Dicen que las mejores corrientes creativas se desarrollan durante épocas de crisis y tumultos. Mayo estaba convencida de que era cierto, porque con aquella calma chicha no había manera de encontrar… nada. O quizás el problema estaba en su interior. Rasgó las cuerdas una vez más imitando algunas notas del If you leave me now de Chicago, suspiró y lo dejó por el momento.

*Caminar. Un ejercicio para nada extraño para un humano ya que, después de todo, suele ser su primer medio para desplazarse.

El asunto radicaba en que Rogelio no estaba acostumbrado a caminar distancias más largas que no fueran de la plancha del barco al bar más cercano, o del bote de expedición hasta el tesoro, la mercancía o lo que estuviera buscando. Para él era toda una novedad pasear por la playa sin un rumbo fijo, sin un objetivo en mente o sin una damita a su lado. Y era una novedad interesante.

Con las manos en los bolsillo, silvando una vieja tonada de mar, sus zancadas iban quedando de forma irregular dibujadas en la arena. Las olas borran parte de sus huellas a la par que mojaban sus pies descalzos.

El tiempo le dio la razón de por qué nunca daba esos paseos a solas. Era una novedad pero le hacía falta tener alguien con quien compartir, así fuera en silencio. Aun así necesitaba organizar sus ideas para tener su plan de acción frente a sus sospechas con la cofradía.

Por supuesto, esto habría sido posible de no ser porque escuchó en la lejanía los acordes de la gitarra, que de inmediato hizo variar su silbido, acoplandose a lo que escuchaba. Perfecto, posible compañía.

Sus pasos, sin dejar de ser casuales, se volvieron más rápidos alcanzando una mejor posición para escuchar. Empezó a tararear, de mala forma por desconocer la canción, aquello que oía, como medio para anunciar su presencia y no turbar al músico*

Off topic: no me quedó claro si esta en una isla flotante o en la playa de la gran isla.

[FDI: solo hay una isla! Esta en la playa, cerca de las cabañas flotantes. Mira, te pongo unas fotos:

Spoiler:

Un murmullo apagado se unió al del agua, y poco a poco se fue haciendo más definido. Alguien intentaba tararear algo que Mayo no pudo identificar. Se incorporó un poco más en su hamaca para poder mirar, buscando el origen de la musiquilla. Por allí no pasaba mucha gente a aquellas horas, la mayoría estaban en el mercado o durmiendo la siesta. Miró hacia el camino que llevaba a Shaska. No vio al personaje que se aproximaba por él, aunque podía oírlo. Claro. Se dio cuenta entonces. Estaba intentando copiar la canción, no con muy buena fortuna. Lógico cuando es la primera vez que oyes una pieza, y tocada a trompicones como estaba haciendo Mayo. Y con el desmayo propio de quien se aburre mortalmente. Ahora, si tuviera a mano la Fender de su primo…
…se la miraría con una rabia infinita porque en aquel lugar no había electricidad. Intentó no pensar en ello. Se concentró en el recién llegado, que con suerte le daría algo de conversación.

-Sube una octava y sonará mejor –le dijo, y dejó escapar unos cuantos acordes más de entre las cuerdas.

*Dejó de tararear cuando la guitarra dejó de sonar. Había logrado su objetivo. Con lo que no contaba, aunque no dejaba de ser gratificante, era con que fuera una voz femenina la que lo recibiera y por supuesto, esto dibujó una simpática sonrisa en su cara.

- Lamento si la desilusiono señora mía – dijo aun acercándose; su voz sonaba relajada y alegre – los tecnicismos musicales no son mi fuerte – alcanzó la hamaca, ubicándose a los pies de Mayo, la examinó todo lo detalladamente posible que una guitarra de por medio puede permitir, sin mostrarse irrespetuoso y su sonrisa perdió su cariz de expectativa para volverse radiante, amable – cuando canto o silbo lo hago con el corazón y mi estado de animo, pero si comparte un poco de su conocimiento musical conmigo, cantaré de más apropiada lo que usted interpreta - apoyó el hombro contra el tronco de la palmera, sin prepotencia o chulería, solo con confianza en sí mismo, mostrándose como lo que era, una persona agradable pero segura.

- Por supuesto sino estoy importunándola, porque me encantaría tener el privilegio, aunque sea por un rato, de ser su aprendiz – inclinó la cabeza un poco a modo de reverencia sin dejar de mirarla a los ojos – Rogelio Bonifante de las tres Cruces – “pero tú puedes decirme Papi” sus ojos brillaron con ese pensamiento.

Cabía la posibilidad que le rechazara de entrada y no le diera ni su nombre, que abriera sus hermosas alas y se marchara como un ángel, pero alguien que se veía tan encantador no le haría un desplante así a su cortesía, o si?*

Cuando el dueño del tarareo apareció por el camino, Mayo se incorporó un poco más. Su aspecto no le resultaba familiar; no parecía un vecino de Shama, ni uno de los comerciantes habituales. Rasgos pronunciados, un pañuelo amarillo en la cabeza, piel morena, guapito y calculaba que más o menos de la edad de ella. Tenía una cicatriz en la cara, lo que le hizo sonreír porque le recordó a Kur. Mientras sopesaba las posibilidades que tenía de volver al ver al grandullón alguna vez, echó un vistazo al aspecto general del desconocido. Para cuando hubo concluido que eran muy pocas, tuvo que admitir que era curioso cómo, en un lugar tan lleno de arena y donde se es propenso a sudar sólo con el esfuerzo de respirar, aún había quien parecía ir de punta en blanco.

El pañuelo también le hizo sonreír. Le recordaba a cuando descubrió que debajo del sombrero, aquel héroe suyo del pasado, The Edge, tenía… una hermosa calva. Mejor con sombrero. Mejor con pañuelo.

Se le veía simpático, y con suerte sería inofensivo, así que devolvió la sonrisa, aunque con algo de cautela.

-Me temo que no soy buena maestra –respondió-. La última vez que intenté enseñarle a mi hermano, casi me rompe una guitarra en la cabeza. Y eso que era su favorita.

Se abrazó a la guitarra, apoyándose en ella ligeramente con cuidado de no rascarla. Le había costado mucho aprender a tocar con aquellas uñas largas y gruesas que se doblaban en una v como las de las aves, pero aparte de limarse las puntas no le había parecido buena idea cortárselas demasiado. Por un lado, le volvían a crecer en seguida. Por el otro, eran una buena defensa cuando no tenía a mano su querida vara.

-Mi nombre es Mayo. O así me llaman todos –añadió-. ¿Ha venido a comerciar? Mañana hay feria: los talleres pondrán paradas de exhibición en el mercado.

*Lo que alcanza a ver, guitarra de por medio, le agradaba, pero sobre todo se preguntó que tan suaves serían eras plumas o como sería dar una vuelta por el cielo con ella? Incluso se atrevió a preguntarse qué tan sensible sería entre las alas. Lo que alcanzaba a ver de ella, falta de confianza de por medio, le agradabaa un más.

Sin duda una mujer con chispa. Y si hubiera escuchado lo que pensaba de su pañoleta amarilla, sin duda habría reido. Había tenido suerte. Si tenía cuidado, sin importar el resultado final de su conversación, pasaría una tarde entretenida y muy bien acompañado, de hecho, ya se alistaba para pensar en el poema que ocuparía la pagina de su diario dedicado a ella.

- Eso es una verdadera lástima. Nunca está de más conocer un poco más y le puedo asegurar que sería un esplendido estudiante, aprendo rápido y no me ensaño contra mis tutores, menos cuando cuando parecen personas tan agradables - hizo una pausa, para dejarla hablar.

- Encantado de conocerla señorita Mayo - revisó rapidamente cada accesorio que llevara puesto para asegurarse que no fuera casada y haber errado al llamarla "señorita"

Así que en la isla estaba en temporada de comercio abierto. Eso era excelente. Podría vender algunas de las cosas de su último botín.

- En realidad estaba buscando un poco de paz y la isla me pareció apropiada. Claro que, si hay mercado y feria, no estaría mal intentar hacer un par de negocios. Usted participará en la feria? Si va a dejarme con la duda de lo que es cantar "una octava mas alto", sería mucho pedir que me guíe en la Feria? -*

Hyou, que descansaba agradablemente bajo el agua, de su largo viaje, despertó de su atontamiento por el sonido de una guitarra seguido de unos silbidos. Estaba demasiado a gusto y fresco allí dentro como para salir a la seca y calurosa superficie, pero su paz se había visto perturbada por aquellos seres. No sabía quien podía ser y podía ser peligroso quedarse allí amodorrado. No le apetecía nada moverse de allí pero tenía que investigar aquellas presencias.

Poco a poco, una pequeña sombra iba tomando forma y haciéndose más grande poco a poco, en la orilla del mar. Hyou, encapuchado salió del agua con mochila a la espalda y tapado por su querida capa marrón de un tono claro ya y con un visible desgaste. Le tapaba completamente de tobillo para arriba. La capucha le tapaba mayormente la cara y lo poco que dejaba ver, de nariz para abajo, la luz no le llegaba a dar, actuando la capucha como gorra.

Se acercaba lentamente con cierto aire de desconfianza mientras los repasaba de arriba a abajo. No convenía fiarse de nadie. Caminaba por la arena, mientras goteaba de arriba abajo, estaba empapado tanto él como su ropa y su mochila. Las gotas caían en la arena mientras el caminaba, dejando pequeñas hendiduras redondas, alrededor de las huellas que iba dejando conforme iba avanzando.

-Buenas, estaba gozando del frescor del agua y esa ruidosa melodía me llamó la atención.

Hyou no era amante de la música, pues su buen oído se veía perjudicado por los agudos de los instrumentos, pero había que reconocer que de vez en cuando gustaba de escuchar alguna que otra canción, especialmente sin agudos.

Tampoco sabía muy bien que decir, pero de alguna manera tenía que entablar, o en este caso, unirse a la conversación.

-Off: Si hay alguna incoherencia decidmelo y lo cambio, porque según he entendido, estais en la orilla o al menos al lado de la orilla, y espero noos moleste que me una ^^"

[FDI: Por mi perfecto!]


Mayo observó al tipo. No parecía una amenaza; más bien alguien con ganas de pasarlo bien.

-Bueno… pero no voy a estar libre hasta las doce pasadas. Puedes distraerte a tus anchas hasta ent…

Se distrajo con lo que vio acercarse por el rabillo del ojo y su voz se perdió en el aire. Un sujeto cubierto con una capa raída, que claramente acababa de salir del agua, se acercaba a ellos, absorbiendo buena parte de la atención de Mayo, que se puso en guardia inconscientemente. No le gustaban los encapuchados. Claro que cuando llegó hasta ellos no era algo como aquello lo que ella había esperado oír.

¿Ruidosa melodía? Mayo había creído estar sola en la bahía entera. Y… ¿Estaba metido en el agua vestido? Desde luego el tipo era rarito.

-Disculpe, elegí este lugar porque no había nadie a la vista a quien pudiese molestar mientras practicaba.

Estaba siendo benévola, teniendo en cuenta que la gente solía pagarle para que tocase en público. Pero concedía que cada uno tiene sus gustos. Aunque calificar cuatro notas perdidas de ruidosa melodía no era precisamente comedido. A éste le hubiera gustado ella enchufarle su amplificador y una suave tonadilla de… por ejemplo… Iron Maiden.

En resumen, aquella capa bajo la que se escondía el recién llegado no había hecho más que predisponer a Mayo en su contra.

Era una lastima que no estuviera desde temprano, pero también era de lo mas conveniente si no sabía como terminaría su día, después de todo, no tenía nada planeado para el resto de esa tarde.

- Algo encontraré que hacer - dijo sin percatarse de la forma en que interrumpía lo que decía. No es que todos los días viera salir del agua a un sujeto con capa y todo, pero a primera vista no le dio importancia hasta que notó que no había más huellas de ingreso al mar, ni un barco en la lejanía que lo explicara.

Lo miró con cierto recelo, sin llegar a mostrarse hostil. Sonrió con su saludo e inclinó de nuevo la cabeza a modo de reverencia.

- Ve, hasta a él le llamó la atención su música, una razón más para enseñarme - dijo con complicidad, lo susurró para Mayo y volvió la vista y el cuerpo completo, despegándose del tronco de la palmera hacia el sujeto.

- Yo también creí que estábamos solos. Aunque no he tenido la oportunidad de interpretar algo yo también le pido disculpas si lo importunamos - se incluía para no dejar sola a Mayo en caso de problemas, pero solo parecía una cuestión de diferencia de gustos.

- A esa melodía le hace falta algo que desentone para ser ruidosa, pero como suelen decir, entre gustos no hay disgustos - no era que estuviera defendiéndola, aunque si, un poco, solo intentaba saber si efectivamente era algo relacionado con el gusto o había algo mas de fondo, y hablando de fondo.

- Es usted nativo de la isla? - preguntó con curiosidad, para resolver otra incógnita: de donde había salido el sujeto. Lo de tratar de conquistarla tendría que esperar un poco.




Off topic: estooo, si, no hay problema, siempre que no te importe que los Estudios me distraigan por unos días

Se plantó allí, frente a ellos, tapado, bajo el caluroso sol. La ropa estaba empapada del refrescante agua del mar, lo que le permitía conservar ese húmedo frescor y no percatarse demasiado del calor bajo el que se encontraba.

-¿Nativo? Que va, es la primera vez que vengo aquí.

Hyou clavó su mirada en Rogelio mientras que no perdía de vista a Mayo con el rabillo del ojo.

-Estoy de paso y vine a refrescarme y descansar un rato en esta silenciosa playa

Se estiraba y desperezaba poco a poco mientras hablaba. Aun estaba algo atontado, llevaba un buen rato debatiéndose entre el sueño y la realidad, medio dormido vamos.

-Pero bueno, tampoco vamos a hacer un drama de todo esto ¿no?

Hyou empezó a revolver con su brazo dentro de la capa, buscando algo por sus bolsillos mientras clavaba su mirada en Mayo esta vez, sin perder de vista a Rogelio, y la repasaba de arriba abajo, al igual que había hecho con Rogelio previamente. No parecían hostiles por lo tanto, no tenían pinta de suponerle una amenaza, pero aun así se mantendría alerta por si acaso.

-Bueno, y vosotros ¿qué hacéis aquí?¿Sois de aquí?

Procuró no sonar muy forzado


Off: Siento la tardanza, ya empecé las clases y ha sido un comienzo bastante ajetreadillo. Procurare tardar menos en futuras ocasiones ^^.

Vaya, el segundo que le daba un repaso completo en lo que iba de tarde. Como atenuante había que decir que también se lo había dado a… Rogelio Bonifante de las Tres Cruces. El personaje, que parecía salido de una telenovela, se comportó con mesura e incluso con galantería ante la hosca presentación del tipo de incógnito, que ahora se movía con inquietud debajo de su capa.

-¿No tiene calor llevando eso encima? –preguntó, intentando sin éxito penetrar con su mirada en la oscuridad en que la capucha envolvía el rostro del tipo chorreante. Desde luego, para encontrar gente rara se pintaba sola. O más bien para que la gente rara la encontrase a ella. El forcejeo del tipo le pareció sospechoso, y procuró mantenerse alerta no fuera que sacase un arma de repente. De hecho, el raro comportamiento la estaba poniendo nerviosa. Tensó los músculos, dispuesta a soltarle un guitarrazo en las costillas si hacía falta defenderse. Considerándolo, se lo pensó mejor y apoyó los pies en el suelo, dejando la guitarra junto a ellos. A saber dónde conseguiría otra si se le rompía esta.

-Yo vivo aquí –dijo-. Me mudé hace unas cuantas semanas.

Y desde luego ella ya sabía que el tipo oculto no era un nativo. Los conocía a todos de vista, y ni la facha, ni la manera de moverse y andar, ni la voz, concordaban con nadie de por allí. Y, por supuesto, los nativos no se bañaban de aquella guisa.

*Así que era la primera vez que venía por esas islas. La mirada de Rogelio volvió a perderse en el océano, a detallar al sujeto de hito en hito, al igual que Mayo, tratando de ver a través de la oscuridad que cubría su rostro. Igualmente, sin éxito.

- Entiendo - musitó Rogelio, cambiando de posición, de tal forma que estuvo en el mismo cuadrante que ellos dos - Claro que no, mi amigo, mientras la señorita no se sienta ofendida por su apreciación creo que no hay ningún tipo de problema - sonrió con camaradería, esta vez sin mirar a la mujer, mas bien interesado en las reservas del extraño sujeto y mucho más en los movimientos que hacía.

Si la situación fuera otra daría un preventivo paso atrás, incluso si fuera otra sacaría la daga oculta en su bota e iniciaría una cortés retirada. Pero, la situación era esta. Y Mayo, la encantadora Mayo, estaba presente y no la dejaría sola, la dejaría escapar si aun había un futuro afectivo con ella.

- Yo soy de estas islas, pero no tengo un lugar fijo, viajo demasiado por negocios - dijo sin pretensiones ni prepotencia. Con pasos sutiles se empezó a acercar a Mayo, mirando de reojo la guitarra en el suelo. No pudo evitar sonreír. Así que ella vivía en la isla y se había radicado hacia poco tiempo. No sabía para que le servía esa información, pero la tenía y le agradaba - Sería un abuso solicitar su nombre? -

No podía culparlo por mirarlo con recelo, lo que fuera que buscara, ya lo estaba poniendo nervioso. *

Off topic, creo que buscaré un color para los dialogos

Hyou se agachó para mirar bien la guitarra que le había despertado y dado un breve dolor de cabeza. Sin pensar, sacó levemente su mano y con la uña, cortó las dos cuerdas mas agudas de la guitarra, dando un pequeño latigazo a la pierna de Mayo. Acto seguido se levantó mirando a ambos sujetos.

-Asunto arreglado.

Esbozó una pequeña sonrisa, como si lo que acababa de hacer fuese la cosa más normal del mundo. Lo había hecho sin malicia pero no era consciente de que podría molestar bastante a Mayo. Volvió a mirar a Rogelio.

-Es de mala educación preguntar el nombre sin antes dar el tuyo propio.

Miró de reojo a Mayo

-Hyou...- respondió de manera inteligible, se le escapó la pronunciación draconiana a lo que rápidamente corrigió- ... Mi nombre es Hyou.

Se acercó a la hamaca y se sentó en la arena apoyándose en uno de los árboles que sujetaba la hamaca.

-¿Y vosotros cómo os llamáis?

[FDI. Cambiado ^^ es que se me fue la olla y pensaba que era una hamaca/tumbona de esas de piscina/playa. sorry ^^")

[FDI 1: Hyou, prepárate a morir.]
[FDI 2: Lo que no veo es como te puedes sentar en el suelo y a la vez apoyarte en una hamaca de cuerda que está a un metro del suelo y no se queda quieta.]

De repente todo se volvió negro.

Desaparecieron los árboles, la playa y el agua e incluso Rogelio, a pesar de tenerlo delante. Dos cuerdas. No una, sino dos. Apenas notó el latigazo que una de ellas le propinó al romperse. Algo más le dolió en lo más profundo, algo que fue convirtiéndose en un grito interior que finalmente acabó convertido en un horrible alarido. Le propinó un derechazo casi perfecto al tipo de la capucha con toda la fuerza de que disponía –que teniendo en cuenta que les ganaba al pulso a todos los estibadores del puerto era considerable- y acto seguido se lanzó sobre el insensato.

-¡Desgraciado! –bramó con una voz tan aguda que apenas se la entendía-. ¿Cómo te atreves? ¡Me voy a hacer un juego nuevo de cuerdas con tus tripas!

[FDI 3: ea, apunta esa aplicación a la lista que tienes en la firma.]

(FDI: espero no molestar, si no os apetece borro ^^)

A medida que se alejaba de su lugar de nacimiento y se acercaba a ese archipiélago, la sed de venganza fue sustituida por el ansia de descubrir y conocer. Nunca se olvidaría de la venganza por supuesto, pero también pensaba que relajarse un poco antes de acometer su misión en la vida, no estaría mal, de hecho, después de lo vivido, incluso llego a pensar en que lo merecía: un par de días de relax y buscaría un trabajo para poder sobrevivir mientras recababa información.

Le habían hablado de aquella isla, de sus maravillas y de lo mucho que podías relajarte, aunque no termina de creerse todas las maravillas que le contaban, tuvo que reconocer que ninguna estaba lejos de la verdad, de hecho se quedaban cortos.

Su aspecto no era el mejor, su pelo no había crecido aun del todo, aun se resentía de algunas heridas y estaba de nuevo más delgado. No había querido derrochar un dinero que no sabía cuánto iba a durarle y había procurado gastar lo menos posible. Incluso sus ropas dejaban mucho que desear. Pero aquella isla era como un bálsamo y se encontraba relajado. Más relajado de lo que podía recordar posible.

Maravillado y fascinado, paseaba cerca de una playa contemplando las nubes y perdido en sus recuerdos de la infancia. Un grito de mujer le sacó de sus pensamientos, se puso en guardia en un acto reflejo mientras trataba de calmar el acelerado latido de su corazón.

Como si un resorte hubiera encajado en su lugar, de pronto recordó varios detalles. Primero que aquel lugar no era conocido solo por Mar de Jaspia, si no por Jasperia. Segundo que había leído ese nombre en una nota. Una nota no dirigida a él. Tercero que le pareció reconocer una voz familiar a pesar de lo agudo de la voz. ¿Mayo?.

Echó a correr en dirección a donde provenía la voz y, al reconocer la silueta alada de su amiga, una sonrisa se dibujo en su rostro, seguida de una gran preocupación por la seguridad de su amiga, al ver la escena que se desarrollaba cerca de la orilla. Aceleró el paso mientras gritaba el nombre de su amiga tan alto como podía.

*Su sonrisa desapareció, su buen talante, su postura cortes, todo. Lo que dijo a continuación, cada cosa, cada pregunta, incluso su nombre, no fue escuchado. Solo quedó el asunto que había roto dos cuerdas del instrumento que tocaba Mayo.

El puño de Rogelio se cerró con fuerza asimilando lo que estaba ocurriendo.

Eso no solo había sido falto de educación y modales, sino una falta de respeto total, una ofensa directa incluso peor que un insulto. Y para agravar la situación, las cuerdas, por su presión, habían golpeado las piernas de la mujer que sería su gran amor esa isla. Claro que podría echarle una pomada y ella agradecida... no era el momento.

La tensa pausa que se generó entre el cortar de las cuerdas y el golpe que le dio Mayo, terminó con los gritos de la mujer, quien por una fracción de segundo se le había adelantado. Le estaba dejando poco espacio para hacer algo él y no la culpaba, debía estar enceguecida.

- Vas a venir a hablar de educación - masculló entre sus dientes, abriéndose espacio entre Mayo y Hyou, con un segundo puñetazo, seguido de otro e interponiéndose entre él uno y la otra, por si intentaba algo contra ella. *

Hyou apenas sintió el impacto. Su tosca piel absorbió la mayoría del golpe únicamente dejando a Hyou sentir como el puño de Mayo y posteriormente los dos de Rogelio, le tocaban. El hecho de que su piel pintase humana, no significaba nada puesto que su piel seguía siendo la misma solo que desde fuera se veía diferente. También sintió como Mayo se le abalanzaba porque casi pierde el equilibrio lo que provocó que le bajase la capucha dejando ver así su cara.

Su pequeña melena azul ondeaba levemente con la ligera brisa marina que soplaba, dejando ver también el tatuaje que le cruzaba verticalmente en el lado derecho, pasando por el ojo. Su piel tenía un tenue brillo poco perceptible y sus pupilas seguían siendo rasgadas verticalmente, como las de un gato, un lagarto o lo que realmente era, un dragón.

-Tranquilizate que no es para tanto – se le escapó en su idioma, draconiano, a causa de la pequeña sacudida.

Si los puñetazos iban fuerte, los notó como una pequeña caricia a lo que sonrió ligeramente, lo cual podía interpretarse como desafiantemente en su lugar. debía estar algo desconcertados por el tacto y dureza de la piel del jovén, es más, probablemente sintiesen un pequeño picor por el impacto.

-Aun no me habeis dicho vuestros nombres – dijo sonriente – además, ¿por qué te enfadas? – dirigiéndose a Rogelio con cierta incertidumbre.

Notaba el aura de cabreo alrededor de Mayo y la de Rogelio, la cual no entendía el porqué, a sus ojos no venía a cuento, miró a Mayo y prosiguió:

-No te pongas así, es que esas cuerdas me disgustaban.

[FDI: No molestas hombre y por cierto, voy a copiarte Mayo y empezar a colorear los dialogos jajaj que es más comodo distinguirlos y asi le doy color a mis entradas xD]

[FDI: Asi que entradas! Tan joven y ya te estas quedando calvo? XDDDD]


-¡Que no es para tanto! ¡Con eso que has hecho has estropeado el instrumento entero, estúpido! ¿De dónde crees que voy a sacar otro, y cómo piensas pagarlo?

Desde detrás de Rogelio, ver que al encapuchado parecían no importarle los golpes que recibía la puso aún más furiosa a Mayo. Iba a recuperar la primera línea de un codazo, pero unos gritos la distrajeron momentáneamente. Alguien estaba llamándola. Y se trataba de una voz familiar… una que hacía tiempo que no escuchaba. Se quedó con la boca abierta, olvidado el siguiente reproche, mientras miraba al tipo de la capucha. ¿Quién la estaba llamando? Se volvió al mismo tiempo que en su mente se registraban los rasgos del tipo. Cabello azul, ojos de serpiente… aquella piel… Estuvo a punto de preguntarle “¿Qué eres?”. Probablemente lo habría hecho si no hubiera sido por el disgusto y… porque recordó quién era el dueño de aquella voz, y no pudo evitar que por unos instantes el recién llegado se adueñara por completo de su atención. Se volvió maquinalmente, buscando con la mirada.

-¿Elyon?

(FDI: Perdón por la tardanza)
A medida que se acercaba Elyon descubrió que allí había una pelea o algo parecido a ella. Después del tiempo vivido bajo la presión y amenaza del tirano, aquellas situaciones lo ponían extremadamente nervioso, pero lejos de la influencia de su reino, lejos de sus ataduras como “esclavo” en las que tenía que aparentar una sumisión que no era tal, lejos de tener que proteger con el silencio, su carácter impulsivo salió a relucir.

Aprovechando la carrera y la alegría que sentía por encontrar a su amiga, se lanzó contra esta para abrazarla y plantarse en medio de los otros dos a los que no conocía. Disimuladamente, o al menos eso pensaba, se colocó de tal forma a la vez que la abrazaba, que impedía cualquier golpe contra la alada a menos que pasara antes por su persona. No sabía que pasaba, pero no iba a permitir que su salvadora saliera herida en aquella contienda, aunque si realmente se hubiera parado a pensar, posiblemente se habría dado cuenta de que Mayo no necesitaba ayuda, normalmente se defendía solita muy bien.

- ¡Que alegría encontrarte! Y en tan buen estado, tienes que contarme qué tal te ha ido y como llegaste aquí, aunque antes deberías presentarme a tus acompañantes.

Aun en medio de los dos caballeros y su amiga, por si surgían problemas, hizo la pregunta puesto que no sabía si realmente había una pelea o Mayo conocía a aquellas dos personas y solo era un malentendido.

(He tardado mucho tiempo pero en vista que Rogelio no aparece y que a mi me gustaria continuar el tema, posteo yo si no os importa :S)

Hyou se levantó tranquilamente del suelo mientras se sacudía lentemanete la arena de la capa, con la mano derecha. Se quedó parado observando al recién llegado, mirandole de arriba a abajo tras lo que procedió a responder:

-No la conozco de nada

Respondió mirando a la chica pausadamente y observando la situación. Estaba extrañado por el repentino cambio, tras lo que añadió:

-Yo estaba descansando tranquilamente cuadno ella empezó a hacer un horrible ruido...

No estaba de muy buen humor, no despues de que la melodía que tocaba Mayo, penetrase por su fino oido hasta su cabeza. Aunque todo había terminado, seguía algo aturdido y molesto

-Asi que vine aqui, y se abalanzó sobre mi

Terminó con una fingida cara de resignación, manteniendose alerta por posibles movimientos sospechosos.

En otras circunstancias, Mayo habría reaccionado de forma muy diferente. Probablemente, tras devolverle el abrazo a Elyon, el cual se alegraba lo indecible de volver a ver, se habría separado, lo habría mirado bien de arriba a abajo, habría despachado a aquel crío insultante de una patada en el trasero y se habría llevado al elfo con ella de inmediato.

Pero la ansiedad que escondía en aquellos tiempos; el recuerdo de todo lo que había dejado atrás; la sorpresa inesperada de reencontrar a un amigo querido; los sinsabores sufridos en aquellos últimos días en el sitio que se había convertido en su hogar y la añoranza; todo le pesó encima en aquel momento. Abrió la boca, y la voz que estaba a punto de decir, inconscientemente, “Estás vivo”, cambió de opinión.

-Ese idiota me ha roto la guitarra –lloriqueó, y se apoyó en el muchacho sollozando como si se le hubiera muerto su mejor amiga. Quizás era lo que había sucedido. Antes de encargar su fabricación a un hábil artesano, estaba resentida porque no le quedaba nadie y se había sentido vacía. Habiendo llenado la música una parte importante de su vida desde que podía recordar, se había volcado en aquel instrumento para ayudarse a sobreponerse. Hasta que otra familia vino a sustituir a la que había dejado atrás. Volver a perderlos a todos no le había sentado precisamente bien. Si se podía hablar de una epifanía a la inversa, Mayo había pasado por ella. Dos veces.

Hasta donde sabía el elfo, Mayo era muy buena con su guitarra, tocaba bien y no sonaba para nada como un ruido horrible, asique se quedó mirando con suspicacia al extraño tipo hasta que sintió el abrazo de su amiga y las lágrimas de esta. La abrazo al tiempo que miraba con dureza al extraño

- Señor – ante todo, trataba de no perder la educación – dudo mucho que Mayo tocara su guitarra para hacerla sonar como un horroroso ruido, por lo que me gustaría que me diera una explicación REAL de por qué ha roto su guitarra - … y uno de sus bienes más preciados, pensó – y le exijo una disculpa, es de MUY mala educación romper las cosas de los demás, aunque no nos gusten.

¡¡Menudo discurso!! Pensó para sí, pero le había quedado bien y había aprendido algunas tácticas mientras tenía que esquivar los golpes e insultos de los guardias mientras estuvo en la posada. Espera que el tipo no tuviera ganas de pelea, porque se encontraría con un elfo algo resentido y sobreprotector con su amiga y salvadora que golpearía duro.

Off topic: he de decir que lo lamento mucho, mucho. Como no sé si mi situación cambie lo mejor será...

* Sacudió la mano violentamente despues de golpear al vandalo que había dañado la guitarra de su siguiente amor. Que rehuyera a las peleas no quería decía que no estuviera curtido en ellas, sin embargo no creyó que tuviera la piel tan dura.

Su expresión de enfado no cambió en lo mas mínimo, ni dio más muestras de dolor por su ataque fallido, sabiendo guardarse su sorpresa. Cuando tuviera tiempo y no estuviera su bella dama presente hablaría con él al respecto. Pero eso se sacaba por estar jugando al heroe.

La situación cambió sobre manera para él cuando apareció el elfo y este se interpuso entre su amada y ellos dos. Eso si le hizo levantar la ceja extrañado, mas aun con la reacción de ella.

Que hermosa se veía abrazada a un hombre!! Tenía que verse aun mas hermosa y adorable entre sus propios brazos. Se dio cuenta que la mujer en cierta medida le encantaba; por supuesto que de una forma diferente a la que le gustaba Encarnación, o Enith. Tan viva, tan sensible, tan despierta, con alas.

Se hizo a un lado y practicamente se ubicó a un costado de Hyou, contemplando la escena y digiriendo las palabras del elfo, al parecer, llamado Elyon.

- En eso tiene razón, no se abalnazó sobre ti gratis hay formas y forma muchacho - le dijo con cierto tono de compinchería salido de conexto, si se veía desde afuera. Pero Rogelio tenía razones para su cambio de actitud para con el Hyou: gracias a él había conocido facetas de Mayo que no habría podido descubrir solo con una amena y apasionada conversación. Suspiró.

No quería interrumpir lo que parecía un lindo reencuentro y él tenía cosas pendientes, las cuales estaba dispuesto a postergar solo por estar con tan encatadora señorita.

- Señora de mi corazón - hizo una pronunciada reverencia - creo que la dejo en excelentes manos, nuestros caminos se uniran en otra oportunidad y hasta entonces mis días volveran a ser soleados - no se acercó a besarle la mano, porque eso era algo que aun debería madurar; luego se dirigió a Hyou - alguna compensasión deberías darle - se encogió de hombros y, sin esperar respuesta, retomó su camino por la playa, tarareando la misma canción que iniciara con los acordes de la guitarra de Mayo, esta vez, una octava mas arriba, tal y como ella habia recomendado, alejándose hasta perderse de vista*

Se sintió algo apenado al ver la tristeza que aquella chica desprendía. Lo más probable que tuviese tensión acumulada y eso solo fuese la guinda del pastel, o eso o que estaba actuando pero..... no parecía ser el caso. El aturdimiento ya se le estaba pasando y con ello recuperaba la conciencia o “cordura”, según se le prefiriese llamar. Se acercó a la joven y al elfo y cogió la guitarra con una mano mientras que con la otra sujetaba las cuerdas rotas. Se agachó un poco, tenso las cuerdas y echó un leve suspiro de su aliento, congelando las roturas y “soldando” así temporalmente las cuerdas. Se levantó, dejó la guitarra donde se encontraba, cogió su bolsa, sacó unas monedas y las dejó encima de la guitarra.

Acto seguido miró atentamente a Rogelio, del que acababa de recibir un golpe , el cual se perdía en la lejanía silbando la canción que previamente había causado aquella tensa situación. Fríamente volvió la mirada al recién llegado elfo y a la chica que lloraba y preguntó:

-Una pregunta, ¿Qué sitio este?

Hyou echó un ligero vistazo a su alrededor mientras preguntaba, no sin antes escuchar un leve rugido. Llevaba bastante tiempo sin comer y la verdad es que se empezaba a notar el hambre. No conocía la zona así que su única “salida” eran aquellas personas y aunque detestaba la idea de tener que “disculparse” y pedirles ayuda, no le quedaba otra salida.

-Creo que hemos empezado con mal pie señorita, supongo que he obrado mal así que mi mas sinceras disculpas. Así que, ¿Qué os parece si vamos a comer y así arreglamos nuestras diferencias?

A pesar de intentarlo, sonó increíblemente frío, mientras su mirada se mantenía fría e impasible a la espera de una respuesta...

Mayo quedó impresionada con el discurso de Elyon. Lo recordaba como un joven impulsivo, que había tenido que aprender a manejar sus tendencias rebeldes para poder sobrevivir en un entorno hostil. Desde luego, se había graduado con honores. Aunque dudaba que al tipo raro le entrasen sus palabras o las de nadie, por muy educadas y elocuentes que fuesen.

El otro hombre, el que silbaba, decidió abandonar la escena tras una despedida algo teatral. Era un tipo curioso, y tenía labia. Seguramente habría apreciado su charla de no encontrarse alterada por culpa de…

-¡Tú! -se volvió con brusquedad hacia el joven grosero. Entonces observó, con desconcierto, el “arreglo” que aplicó al instrumento. Definitivamente, no era un chico normal. Pero eso no le iba a salvar de la quema-. ¿Te crees que basta un poco de saliva para arreglar eso? ¡Al romper las cuerdas has destensado la caja y has estropeado el instrumento! ¡Lo que has hecho es terminal! ¿Sabes cuánto me costó encontrar un artesano que lo fabricase?

Empezó a hablar con un gruñido ronco y fue alzando la voz gradualmente. Acabó gritando, y al darse cuenta calló de súbito. Las mejillas le ardían y no sabía si irse o darle otra bofetada, más para desbravarse que para otra cosa. Lo último en lo que estaba pensando era en comer.