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Como si estuviese a tu lado (Libre)
3 participantes
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Como si estuviese a tu lado (Libre)
*FDI/OFF= A quien tenga la amabilidad de participar en este tema, le sugiero que no sea su único tema activo, ya que es probable que sufra un bloqueo indefinido. Intentaré continuar respondiendo, aunque sean respuestas cortas, pero esa posibilidad existe y considero prudente informarla.
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Había escuchado que muchas personas se sentían descompuestas al viajar en barco, y aunque eso le preocupó al principio, descubrió con fortuna que no era una de ellas. Teniendo en cuenta que era humana hacía bastante poco, no habría sabido cómo actuar si estaba descompuesta. De hecho, ni siquiera sabía cómo se sentía estar así, pero la idea que podía hacerse a través de lo que contaba su hermana no le agradaba en absoluto. Haber aprendido a ser mortal tan rápido hubiese sido algo seguramente imposible para sus hermanas o su madre, pero ella ponía tanto empeño y atención en sus elegidos que con meras imitaciones se había acostumbrado bastante bien a su nueva condición. Cierto que una parte de su conciencia anhelaba la muerte, pero habiendo sido ella la creadora de vida durante prácticamente una eternidad le había dejado un respeto solemne por esta, así que no actuaría de manera suicida. Sería una falta de respeto a sus propias reglas.
Aquel día particular había amanecido muy nublado, con considerables corrientes de aire bastante frescas, lo que en su memoria anunciaba una tormenta, pero quizás ese era el clima habitual en el mar. Se sentía rara al poder pasear entre la gente sin que se le quedaran mirando, y aunque le agradaba mucho ese cambio, no dejaba de sentirse extraño. Si no hubiese renunciado a su inmortalidad, estaba segura de que toda esa gente se habría tirado al mar si ella así lo hubiese pedido. No tener tanta responsabilidad era en parte un alivio, porque irónicamente la mantenía ocupada. Su casi omnipotencia le había permitido mantener una vida demasiado tranquila a pesar de manejar los hilos de la vida y la muerte de todo el mundo, y careciendo de esa responsabilidad se encontraba ocupada todo el tiempo, pues sus objetivos requerían ahora algo más que su deseo para concretarse.
Al contemplar el paisaje sólo podía pensar en su amado. Seguramente él había disfrutado también de estos momentos de paz, aunque por lo que sabía los humanos no se lo hicieron fácil. Más aún conociéndolo, estaba segura de que su personalidad le habría causado más de un problema, especialmente si hubiese tenido alguna pelea en una taberna. Los seguidores de su hermana menor terminaban esas peleas cuando uno de los combatientes moría, y hasta donde sabía los humanos desaprobaban esa conducta. Sonrió con nostalgia y sus ojos se pusieron llorosos. Nunca superaría haberlo perdido para siempre, nunca superaría que lo perdió justamente por amarlo. Pensar que esa regla que impuso, aunque siempre le pareció absurda, era la causa de su inmensa tristeza, y era también absolutamente necesaria para que los reoraf no se extinguiesen. Incluso los dioses sacrificaron mucho en esa guerra.
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Había escuchado que muchas personas se sentían descompuestas al viajar en barco, y aunque eso le preocupó al principio, descubrió con fortuna que no era una de ellas. Teniendo en cuenta que era humana hacía bastante poco, no habría sabido cómo actuar si estaba descompuesta. De hecho, ni siquiera sabía cómo se sentía estar así, pero la idea que podía hacerse a través de lo que contaba su hermana no le agradaba en absoluto. Haber aprendido a ser mortal tan rápido hubiese sido algo seguramente imposible para sus hermanas o su madre, pero ella ponía tanto empeño y atención en sus elegidos que con meras imitaciones se había acostumbrado bastante bien a su nueva condición. Cierto que una parte de su conciencia anhelaba la muerte, pero habiendo sido ella la creadora de vida durante prácticamente una eternidad le había dejado un respeto solemne por esta, así que no actuaría de manera suicida. Sería una falta de respeto a sus propias reglas.
Aquel día particular había amanecido muy nublado, con considerables corrientes de aire bastante frescas, lo que en su memoria anunciaba una tormenta, pero quizás ese era el clima habitual en el mar. Se sentía rara al poder pasear entre la gente sin que se le quedaran mirando, y aunque le agradaba mucho ese cambio, no dejaba de sentirse extraño. Si no hubiese renunciado a su inmortalidad, estaba segura de que toda esa gente se habría tirado al mar si ella así lo hubiese pedido. No tener tanta responsabilidad era en parte un alivio, porque irónicamente la mantenía ocupada. Su casi omnipotencia le había permitido mantener una vida demasiado tranquila a pesar de manejar los hilos de la vida y la muerte de todo el mundo, y careciendo de esa responsabilidad se encontraba ocupada todo el tiempo, pues sus objetivos requerían ahora algo más que su deseo para concretarse.
Al contemplar el paisaje sólo podía pensar en su amado. Seguramente él había disfrutado también de estos momentos de paz, aunque por lo que sabía los humanos no se lo hicieron fácil. Más aún conociéndolo, estaba segura de que su personalidad le habría causado más de un problema, especialmente si hubiese tenido alguna pelea en una taberna. Los seguidores de su hermana menor terminaban esas peleas cuando uno de los combatientes moría, y hasta donde sabía los humanos desaprobaban esa conducta. Sonrió con nostalgia y sus ojos se pusieron llorosos. Nunca superaría haberlo perdido para siempre, nunca superaría que lo perdió justamente por amarlo. Pensar que esa regla que impuso, aunque siempre le pareció absurda, era la causa de su inmensa tristeza, y era también absolutamente necesaria para que los reoraf no se extinguiesen. Incluso los dioses sacrificaron mucho en esa guerra.
Sayaka- Cantidad de envíos : 21
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Su prolijo y suave cabello se mantenía impasible ante los fuerte vientos que recorrían la borda del barco, Miyuki no era tonta, sabía que en realidad si quería ser fiel a la realidad su pelo debería estar alborotado moviéndose hacia todas direcciones, al ritmo de los caprichosos ventarrones. Pero si la brisa era voluble, la kitsune lo era mucho más, y se negaba rotundamente a mostrar una apariencia desprolija, le gustaba crear una ilusión perfecta, no realista.
Para ese día había elegido una falda de un tono violeta pastel que le llegaba hasta las rodillas, la parte de arriba era en forma de jardinero y debajo tenía puesta una camisa blanca con botones también violetas. Jugaba con los tirantes de su vestido mientras miraba el mar, le gustaba como había quedado todo, sus bonitos, y nada adecuados para un viaje, zapatitos blancos hacían ruido sobre las maderas del piso del barco.
Había decidido por fin conocer un poco de las islas por su cuenta, Su Ama no se había negado, siempre era buena con ella y la dejaba satisfacer sus caprichos siempre y cuando no fueran nada perjudicial para su negocio. Le entrego una marca y un beso de despedida antes de dejarla ir, era por un lado un alivio, pero por otra parte no podía negar que extrañaba un poco el estar cerca de su Señora, era contradictorio, y extraño, la kitsune se sentía confundida con esos novedosos sentimientos.
Al ser tan joven, el tener ese tipo de sensaciones tan fuertes la llenaba de emoción, era en cierto modo adictivo, y quería saber más, por eso había pedido el poder dar algunas vueltas por el archipiélago, conocer a algunas personas. Lo primero que quería hacer era formar parte de la corte del Rey, Miyuki no iba a perder el tiempo comenzando desde abajo, apuntaría directamente a su objetivo, era un sueño irreal e imposible, pero toda la existencia de la muchacha era así, en su mente, todo se desarrollaba como una adorable y divertida fantasía rosada.
Una ola especialmente fuerte golpeó contra el barco, salpicando a los que estaban cerca de las barandas. La kitsune reaccionó tarde, solo unos segundos, tal vez nadie lo notara, pero la ilusión que era su figura humana tardo en tomar forma de mojada apenas un poco más de lo que tardaron todos los demás. Cuando estaba con su Señora no tenía necesidad de tomar esa forma, podía mantenerse como zorro y en consecuencia le había perdido un poco la práctica a eso de aparentar.
Miro hacia los lados para ver si alguien lo había notado…
Para ese día había elegido una falda de un tono violeta pastel que le llegaba hasta las rodillas, la parte de arriba era en forma de jardinero y debajo tenía puesta una camisa blanca con botones también violetas. Jugaba con los tirantes de su vestido mientras miraba el mar, le gustaba como había quedado todo, sus bonitos, y nada adecuados para un viaje, zapatitos blancos hacían ruido sobre las maderas del piso del barco.
Había decidido por fin conocer un poco de las islas por su cuenta, Su Ama no se había negado, siempre era buena con ella y la dejaba satisfacer sus caprichos siempre y cuando no fueran nada perjudicial para su negocio. Le entrego una marca y un beso de despedida antes de dejarla ir, era por un lado un alivio, pero por otra parte no podía negar que extrañaba un poco el estar cerca de su Señora, era contradictorio, y extraño, la kitsune se sentía confundida con esos novedosos sentimientos.
Al ser tan joven, el tener ese tipo de sensaciones tan fuertes la llenaba de emoción, era en cierto modo adictivo, y quería saber más, por eso había pedido el poder dar algunas vueltas por el archipiélago, conocer a algunas personas. Lo primero que quería hacer era formar parte de la corte del Rey, Miyuki no iba a perder el tiempo comenzando desde abajo, apuntaría directamente a su objetivo, era un sueño irreal e imposible, pero toda la existencia de la muchacha era así, en su mente, todo se desarrollaba como una adorable y divertida fantasía rosada.
Una ola especialmente fuerte golpeó contra el barco, salpicando a los que estaban cerca de las barandas. La kitsune reaccionó tarde, solo unos segundos, tal vez nadie lo notara, pero la ilusión que era su figura humana tardo en tomar forma de mojada apenas un poco más de lo que tardaron todos los demás. Cuando estaba con su Señora no tenía necesidad de tomar esa forma, podía mantenerse como zorro y en consecuencia le había perdido un poco la práctica a eso de aparentar.
Miro hacia los lados para ver si alguien lo había notado…
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Sus recuerdos continuaron su impasible curso hacia uno de los momentos más peligrosos. Por eso era arriesgado acordarse de él, a pesar de que fuese imposible no hacerlo. Recordaba cuando su madre y sus hermanas decidían mostrarse ante él, y recordaba con dolor cómo sus ojos se desviaban a Naub' Lonks. Hasta la actualidad estaba convencida de que lo que sintió en ese momento era lo que los mortales llaman "angustia". En parte, era obvio que pasaría, pues la regla del objeto primero del amor no se aplicaba solamente a los reoraf. Era una regla universal que ella misma había creado para que pudiese existir un reoraf lo suficientemente fuerte como para distraer al Creador durante varias horas. El problema fue que en la teoría, sólo ese reoraf conocería a su ser amado. Nadie contaba con que ella misma, la ahora llamada Sayaka, también lo conocería, por mucho que la lógica así lo indicara. Su mente estaba llegando a ese punto en el que los recuerdos le dolían, pero para su fortuna un ruido poco usual llamó su atención.
Al voltear la cabeza vio a una niña paseando por el barco, rumbo al borde para poder observar el mar. Bueno, quizás no fuese una niña, pero su atuendo y la alegría que parecía emanar le daban un aire infantil difícil de pasar por alto. Sayaka notó que los zapatos de esa joven eran los únicos que parecían hacer ruido, la había notado de refilón en algún momento previo. En aquel entonces, tampoco la había visto acompañada, y era básicamente eso lo que le hacía pensar que no era una niña. O al menos era una que había navegado unas cuantas veces.
Una ola golpeó súbitamente el barco, y Sayaka se cubrió por reflejo. Era una de las primeras actitudes que adoptó rápidamente luego de su transformación. Al comprobar que no había peligro para su visión, retiró su brazo y vio algo demasiado extraño. Aquella chica de aspecto infantil estaba seca, aunque el barco demostraba que la ola también la había alcanzado a ella, y de repente, se mojó, como si hubiese estado suspendida en el tiempo durante algunos segundos.
-¿Eh...? -fue todo lo que Sayaka atinó a decir, mientras la miraba intentando saber qué acababa de pasar.
Al voltear la cabeza vio a una niña paseando por el barco, rumbo al borde para poder observar el mar. Bueno, quizás no fuese una niña, pero su atuendo y la alegría que parecía emanar le daban un aire infantil difícil de pasar por alto. Sayaka notó que los zapatos de esa joven eran los únicos que parecían hacer ruido, la había notado de refilón en algún momento previo. En aquel entonces, tampoco la había visto acompañada, y era básicamente eso lo que le hacía pensar que no era una niña. O al menos era una que había navegado unas cuantas veces.
Una ola golpeó súbitamente el barco, y Sayaka se cubrió por reflejo. Era una de las primeras actitudes que adoptó rápidamente luego de su transformación. Al comprobar que no había peligro para su visión, retiró su brazo y vio algo demasiado extraño. Aquella chica de aspecto infantil estaba seca, aunque el barco demostraba que la ola también la había alcanzado a ella, y de repente, se mojó, como si hubiese estado suspendida en el tiempo durante algunos segundos.
-¿Eh...? -fue todo lo que Sayaka atinó a decir, mientras la miraba intentando saber qué acababa de pasar.
Sayaka- Cantidad de envíos : 21
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Se había empapado con aquella ola. No le hizo ni gracia quedarse con sus ropas de seda totalmente calado. Emitió un estornudo, similar a un bufido. Alsá saná yemesé nihea Maldecía en su propia lengua mientras se quitaba su capa y la escurría. Al menos le evitó quitarse los pantalones, lo que habría sido harto vergonzoso. Dejó al descubierto su naturaleza reptil y su fisionomía totalmente sauriana. Para otros miembros del pasaje, fue toda una expectación, aunque otros ya le habían visto. Nadie se atrevía a acercarse a Rex debido a su aspecto, a pesar de que mostraba muchos mejores modales que muchos marineros. Las espinas de su espalda vibraban ante su gesto molesto por haberse mojado. No era agradable limpiar la sal de las ropas de seda. Sus vestimentas estaban hechas para soportar el calor y el sol, no el salitre. También dejó al descubierto su torso desnudo, escamoso y fuerte, al igual que sus abalorios artesanales de plata, y sus dos cimitarras, enfundadas en sendas partes de la cintura, por la parte de atrás. Su cola se movía de un lado a otro, haciendo vibrar unos cascabeles que tenía en la punta. Realmente, iba bastante ornamentado, de un modo muy esxótico.
Al dejar su capa tendida encima de un barril al sol, se cruzó de brazos, rebufando, dejando que la luz diurna le diese algo de calor y le secase lo mejor posible. Sin embargo, se mantuvo atento, sabía que una exhibición así atraería la mirada de muchos curiosos, o incluso de aquellos que no quisieran compartir pasaje con un ser de tan extrañas características. El padre Forja y la Madre Agua decidirían aquel destino.
Al dejar su capa tendida encima de un barril al sol, se cruzó de brazos, rebufando, dejando que la luz diurna le diese algo de calor y le secase lo mejor posible. Sin embargo, se mantuvo atento, sabía que una exhibición así atraería la mirada de muchos curiosos, o incluso de aquellos que no quisieran compartir pasaje con un ser de tan extrañas características. El padre Forja y la Madre Agua decidirían aquel destino.
Rexxus- Cantidad de envíos : 15
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
La kitsune continuó con la actuación, su bonito vestido había quedado “mojado” sobre todo en la parte de la falda y en uno de los hombros, sacudió con las manos un poco el agua, y estrujo las partes más afectadas. Se alegraba de que su pelaje la protegiera del frío, sin duda el estar empapada durante la noche podría causarle algún tipo de resfrío, por más que la ilusión no pudiera mojarse, la zorro que era en realidad si podía.
Solo entonces se le ocurrió mirar a los costados a ver si por casualidad alguien la había descubierto. Los que estaban cerca de ella habían cerrado los ojos producto de la salpicadura, y luego se habían fijado en sus propias ropas, por lo que no prestaron atención alguna a Miyuki. La mayoría de los marineros parecían estar ocupados en sus tareas como para fijarse en lo que la joven pudiera estar haciendo. La kitsune continuo observando con disimulo hasta que su mirada se cruzo con unos bonitos ojos azules.
Era una muchacha más o menos de la misma altura que su ilusión humana, de largos cabellos azul claro y cierto aire solemne que la kitsune no podía decir con claridad de donde provenía. La contemplaba con evidente sorpresa, estaba segura de que había notado su error, pero aun no decía nada. Tal vez si el sentido común hubiese prevalecido en Miyuki se hubiese asustado, inquietado, o preocupado ante la idea de que la descubrieran e intentaran atacarla, pero lo cierto era que desde que estaba en esas islas no había conocido lo que era el dolor, el peligro, ni la tristeza, eran cosas que aun le resultaban ajenas.
Su respuesta fue sencilla pero curiosa, le sonrió a la chica y le hizo un gesto de que guardara silencio apoyando su dedo índice sobre sus labios, luego se fue caminando en dirección contraria, alejándose de las barandas para evitar más accidentes similares. Sin que pudiera hacer nada para evitarlo tuvo que pasar por en frente de la lagartija gigante, lo había visto desde el mismo momento en que había pisado el barco, claro, como no notarlo con semejante olor.
Para alguien como la kitsune que disfrutaba de las cosas adorables el tener cerca a un ser semejante era sumamente discordante. Ella no lo admitiría, pero en parte su mitad animal tenía mucho que ver en esta impresión que le causaba el extraño ser, cuando entraba en su rango de visión todo el pelaje de su espalda se ponía tenso, como preparándose para la pelea. Pero no podía ni quería dejarse llevar por su instinto, el juego era el fingir ser una humana común y corriente.
Por eso paso frente a él sin siquiera mirarlo, frunciendo tan solo muy levemente su nariz porque la peste, o por lo menos lo que para ella era mal olor, que despedía era insoportable cuando lo tenía tan cerca.
Solo entonces se le ocurrió mirar a los costados a ver si por casualidad alguien la había descubierto. Los que estaban cerca de ella habían cerrado los ojos producto de la salpicadura, y luego se habían fijado en sus propias ropas, por lo que no prestaron atención alguna a Miyuki. La mayoría de los marineros parecían estar ocupados en sus tareas como para fijarse en lo que la joven pudiera estar haciendo. La kitsune continuo observando con disimulo hasta que su mirada se cruzo con unos bonitos ojos azules.
Era una muchacha más o menos de la misma altura que su ilusión humana, de largos cabellos azul claro y cierto aire solemne que la kitsune no podía decir con claridad de donde provenía. La contemplaba con evidente sorpresa, estaba segura de que había notado su error, pero aun no decía nada. Tal vez si el sentido común hubiese prevalecido en Miyuki se hubiese asustado, inquietado, o preocupado ante la idea de que la descubrieran e intentaran atacarla, pero lo cierto era que desde que estaba en esas islas no había conocido lo que era el dolor, el peligro, ni la tristeza, eran cosas que aun le resultaban ajenas.
Su respuesta fue sencilla pero curiosa, le sonrió a la chica y le hizo un gesto de que guardara silencio apoyando su dedo índice sobre sus labios, luego se fue caminando en dirección contraria, alejándose de las barandas para evitar más accidentes similares. Sin que pudiera hacer nada para evitarlo tuvo que pasar por en frente de la lagartija gigante, lo había visto desde el mismo momento en que había pisado el barco, claro, como no notarlo con semejante olor.
Para alguien como la kitsune que disfrutaba de las cosas adorables el tener cerca a un ser semejante era sumamente discordante. Ella no lo admitiría, pero en parte su mitad animal tenía mucho que ver en esta impresión que le causaba el extraño ser, cuando entraba en su rango de visión todo el pelaje de su espalda se ponía tenso, como preparándose para la pelea. Pero no podía ni quería dejarse llevar por su instinto, el juego era el fingir ser una humana común y corriente.
Por eso paso frente a él sin siquiera mirarlo, frunciendo tan solo muy levemente su nariz porque la peste, o por lo menos lo que para ella era mal olor, que despedía era insoportable cuando lo tenía tan cerca.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Sayaka observó extrañada la reacción de aquella joven. Extrañada pero atentamente, para intentar descubrir qué ocurría. Su larga existencia le había permitido ser consciente de muchas especies que parecían ser algo que no eran, como los reoraf, y de alguna manera estaba segura de que aquella chica era una de esas especies. No sabía con exactitud qué era, pero tenía en la cabeza una lista bastante larga que albergaba todas y cada una de las posibilidades que manejaba. Si de algo estaba segura, sin embargo, es que no era humana. Si lo fuese, aquello no hubiese ocurrido, y mucho menos le habría pedido que guardara el secreto. No comentaría aquel incidente porque estaba segura de que nadie más lo había notado, pero anotó mentalmente que intentaría hablar con aquella chica más tarde.
Lo hubiese hecho en ese mismo momento, la hubiese seguido para averiguar qué había pasado exactamente. Lo hubiese hecho, pero algo disparó sus recuerdos. Un ser reptiliano que a primera vista estaba bastante molesto por haber sido empapado por aquella ola. Sonrió débilmente al verlo y pensar en cómo reaccionaría Naub' Lonks si estuviese con ella. La idea de ver a su prometido arrojando a alguien al mar le resultaba divertida, pero también le hacía sentir un poco de culpa. Sabía perfectamente que él había estado siempre a su lado, protegiéndola aún sabiendo que ella no necesitaba que nadie la proteja de nada, pero aún así actuando como su leal guardián. El dragón de la muerte, lo llamaron, y ella nunca opuso resistencia a tal título, ni tampoco lo hizo él. Después de todo, la muerte es algo que llega cuando la vida ha llegado a su límite, y su único propósito es brindar paz, proteger a la vida del sufrimiento que significará seguir adelante. Así que llamar dragón de la muerte al dragón que protegía a la diosa de la vida era lo más apropiado. Creía recordar, incluso, que fue uno de sus propios elegidos quien le otorgó ese título al saber que se trataba de un dragón.
-¿Habría tenido el mismo aspecto? -se preguntó al pensar cómo se habría visto su prometido si no se fusionaba con su demonio guardián.- Es increíble lo mucho que pueden parecerse los saurianos, considerando que son más distintos entre sí que los humanos.
Lo hubiese hecho en ese mismo momento, la hubiese seguido para averiguar qué había pasado exactamente. Lo hubiese hecho, pero algo disparó sus recuerdos. Un ser reptiliano que a primera vista estaba bastante molesto por haber sido empapado por aquella ola. Sonrió débilmente al verlo y pensar en cómo reaccionaría Naub' Lonks si estuviese con ella. La idea de ver a su prometido arrojando a alguien al mar le resultaba divertida, pero también le hacía sentir un poco de culpa. Sabía perfectamente que él había estado siempre a su lado, protegiéndola aún sabiendo que ella no necesitaba que nadie la proteja de nada, pero aún así actuando como su leal guardián. El dragón de la muerte, lo llamaron, y ella nunca opuso resistencia a tal título, ni tampoco lo hizo él. Después de todo, la muerte es algo que llega cuando la vida ha llegado a su límite, y su único propósito es brindar paz, proteger a la vida del sufrimiento que significará seguir adelante. Así que llamar dragón de la muerte al dragón que protegía a la diosa de la vida era lo más apropiado. Creía recordar, incluso, que fue uno de sus propios elegidos quien le otorgó ese título al saber que se trataba de un dragón.
-¿Habría tenido el mismo aspecto? -se preguntó al pensar cómo se habría visto su prometido si no se fusionaba con su demonio guardián.- Es increíble lo mucho que pueden parecerse los saurianos, considerando que son más distintos entre sí que los humanos.
Sayaka- Cantidad de envíos : 21
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Tardo aproximadamente unos treinta segundos en olvidarse totalmente de la chica que al parecer la había visto, y mismo del hombre lagarto horrible, y es que el poder de concentración de la kitsune era bastante pobre y en seguida que encontraba algo más interesante una idea remplazaba a la otra. En este caso lo que sucedió fue que vio al perro que los marineros del barco tenían como mascota, lo que la hizo correr despavorida lejos de la zona, aunque en verdad no era como si hubiese gran cantidad de lugares donde esconderse.
Si había algún animal al cual los kitsunes le tuvieran en verdad terror eran los perros, esos animales asquerosos y ruidosos que acompañaban siempre a los humanos, muchas veces los usaban para cazar zorros, el solo escuchar sus ladridos hacia que Miyuki recordara lo que era correr para esconderse de ellos. Para peor, ellos podían ver a través de sus ilusiones sin dificultad, eran horribles ¡Horribles!
Pero claro, puedes ocultarte de su vista, no así de su olfato, el asqueroso animal que estaba hasta ese momento durmiendo tranquilamente, aprovechando el cálido sol matutino, empezó a mover la nariz sintiendo la fragancia del zorro. Rápidamente levanto también la cabeza, mirando a un lado y al otro para verificar de donde venía, siguió el rastro por la cubierta del barco mientras la kitsune apuraba el paso, intentando que no la alcanzara pero al mismo tiempo sin ponerse a correr para no llamar la atención.
El sonido de sus delicados zapatitos se iba escuchando repiquetear cada vez más veloz, y con un gracioso “¡Poof!” sus orejas de zorro se hicieron visibles, el miedo la hacía perder la concentración, y por lo tanto, que la ilusión se debilitara. Puso ambas manos sobre las orejas para taparlas antes de que alguien las viera, pero en verdad le estaba resultando muy difícil recordar que tenía que caminar y no flotar, que la cola no debía verse, que tenía que mantener los detalles del vestido.
Cerró los ojos con fuerza y siguió avanzando mientras se le escapaba un chillido bajito y adorable que era mitad zorro, mirad humano, una especie de “Hiiiiii” agudo. Que continuo hasta que se escondió tras una chica, precisamente la que antes la había visto, aunque ella no se fijo, su urgencia era desmesurada y no podía fijarse en nada más.
-Por favor, por favor, por favor, has que ese chucho horrible se vaya - Le rogo a la muchacha mientras escondía el rostro en su espalda. El perro no parecía excesivamente amenazante, mas parecía curioso por la presencia de otro animal en el barco que buscando hacerle algún daño a Miyuki. Pero a la kitsune no parecía importarle, tenía ambas manos apoyadas aun en la cabeza, y la cara escondida, sin animarse a mirar mientras se contenía de tomar su forma de zorro e irse corriendo del barco.
Si había algún animal al cual los kitsunes le tuvieran en verdad terror eran los perros, esos animales asquerosos y ruidosos que acompañaban siempre a los humanos, muchas veces los usaban para cazar zorros, el solo escuchar sus ladridos hacia que Miyuki recordara lo que era correr para esconderse de ellos. Para peor, ellos podían ver a través de sus ilusiones sin dificultad, eran horribles ¡Horribles!
Pero claro, puedes ocultarte de su vista, no así de su olfato, el asqueroso animal que estaba hasta ese momento durmiendo tranquilamente, aprovechando el cálido sol matutino, empezó a mover la nariz sintiendo la fragancia del zorro. Rápidamente levanto también la cabeza, mirando a un lado y al otro para verificar de donde venía, siguió el rastro por la cubierta del barco mientras la kitsune apuraba el paso, intentando que no la alcanzara pero al mismo tiempo sin ponerse a correr para no llamar la atención.
El sonido de sus delicados zapatitos se iba escuchando repiquetear cada vez más veloz, y con un gracioso “¡Poof!” sus orejas de zorro se hicieron visibles, el miedo la hacía perder la concentración, y por lo tanto, que la ilusión se debilitara. Puso ambas manos sobre las orejas para taparlas antes de que alguien las viera, pero en verdad le estaba resultando muy difícil recordar que tenía que caminar y no flotar, que la cola no debía verse, que tenía que mantener los detalles del vestido.
Cerró los ojos con fuerza y siguió avanzando mientras se le escapaba un chillido bajito y adorable que era mitad zorro, mirad humano, una especie de “Hiiiiii” agudo. Que continuo hasta que se escondió tras una chica, precisamente la que antes la había visto, aunque ella no se fijo, su urgencia era desmesurada y no podía fijarse en nada más.
-Por favor, por favor, por favor, has que ese chucho horrible se vaya - Le rogo a la muchacha mientras escondía el rostro en su espalda. El perro no parecía excesivamente amenazante, mas parecía curioso por la presencia de otro animal en el barco que buscando hacerle algún daño a Miyuki. Pero a la kitsune no parecía importarle, tenía ambas manos apoyadas aun en la cabeza, y la cara escondida, sin animarse a mirar mientras se contenía de tomar su forma de zorro e irse corriendo del barco.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Sayaka no tuvo que esperar demasiado para tener la oportunidad de hablar con aquella chica misteriosa que fue empapada a destiempo por la ola. Mientras observaba al reptiliano y pensaba en voz alta, algo había ocurrido que la hizo volver sobre sus pasos. El repiqueteo de sus zapatos la hizo desviar su atención hacia ella, y al parecer iba cada vez más apurada. Y no sólo eso, tenía sus manos en la cabeza, como si intentara alejar de sus oídos algo desagradable que había escuchado. Lo primero que se le vino a la mente no le agradó, aunque entendía que los humanos tenían ciertas costumbres que a ella no le resultaban del todo agradables, así que no actuaría como lo hubiese hecho su hermana menor. Ya podía imaginarla, liberando el fuego de su espada y cortando a diestra y siniestra, aniquilando a todo aquel que se cruzara en su camino. Eso era algo que había heredado a sus elegidos, y hubiese sido tonto de parte de Sayaka negar que esa actitud sociópata le resultaba atractiva. Claro que ella era más calmada, como lo habían sido sus elegidos. Ellos no buscaban matar, sino que ofrecían la vida del enemigo a su juicio, incluso siempre le rezaban para que los juzgara. La vida era algo demasiado precioso para ser quitado a la ligera, y por esa razón sus elegidos siempre dejaban un atisbo de ella, para que hubiese posibilidad de vivir.
Sus sospechas sobre aquella misteriosa chica parecieron confirmarse cuando notó algo raro en ella: flotaba, y poco después su vestido pareció deshacerse en el aire, aunque por fortuna no llegó a desaparecer. Simplemente su tela se hizo mucho más sencilla, pero aún así era algo sumamente extraño. Para completar la lista de extrañezas, cuando la chica se refugió tras su espalda, Sayaka notó que tenía una cola de zorro. ¿Sería esa su verdadera forma? No le venía a la mente ningún híbrido similar, pero sabía de otros. Quizás estos sólo existiesen en este plano. Y entonces, una idea surgió en su mente: ¿sus manos intentaban ocultar algo en lugar de tapar sus oídos para no escuchar? Lo veía bastante posible.
-¿Al qué? -preguntó la joven al ver que le estaban pidiendo que alejara algo.
Volteó para ver, pues su análisis para intentar saber a qué especie pertenecía aquella joven que la estaba usando de escudo humano había absorbido gran parte de su atención. Vio lo de siempre, sólo que además de los tripulantes había un perro. Quizás la siguió, y el perro era ese "chuco" que le habían pedido que aleje. No parecía que existiera algún problema, pues se veía realmente inofensivo. A menos que fuesen depredadores de la chica, cosa que dudaba, pero viendo su reacción, era algo probable. El perro estaba tan concentrado rastreando el olor de la joven que no reparó en el reptiliano, lo que hizo que Sayaka realmente se preocupara de que el perro pretendiese comerla. Además, era posible que la chica zorro despidiera un aroma particular producto de su miedo, y eso podría envalentonar agresivamente al can.
-Disculpe -pidió a uno de los marineros que andaba tomando un descanso-. ¿Podría por favor llevar al can a otra parte? Les tiene terror -añadió anticipando que el marinero le reprocharía que encontrara desagradable la presencia del animal, o quizás le diría que era inofensivo, porque lo parecía. Pero en verdad, al hombre sólo le extrañó que lo llamara "can". La capa era una especie de resguardo social. Entre los humanos era sabido que un guerrero, fuese del género que fuese, era importante y muy habilidoso si vestía una capa, creencia que Sayaka agradecía en secreto. Lo cierto era que había pedido la capa porque estaba demasiado acostumbrada a sus alas, y no tener nada en su espalda la hacía sentir desnuda. La capa era la mejor opción entre las que había disponibles, así que la tomó sin pensarlo mucho. -Muchas gracias, y disculpe la molestia, por favor.
El marinero se alejó con el perro balbuceando un "No es nada", sin llegar a notar nada extraño en la otra joven, pues la capa de Sayaka apenas dejaba vislumbrar que había una chica tras ella. La cola permanecía oculta de la vista de los tripulantes, así que nadie sabría de ella a menos que la hubiese visto mientras caminaba.
-Ya se ha ido, puedes ocultar tu cola si quieres -susurró-. Eres interesante, no recuerdo haber visto un ser de tu especie antes. -Le pareció que ese inicio de conversación podría sonar muy agresivo, y sólo quería conocer una de las especies que no existían en su mundo, no quería amenazar a la joven, menos aún si no tenía realmente ninguna mala intención con ella.- Soy Sayaka, y puede que tengamos algo en común. No siempre fui una humana, ¿sabes? De hecho, hace muy poco que lo soy.
Sus sospechas sobre aquella misteriosa chica parecieron confirmarse cuando notó algo raro en ella: flotaba, y poco después su vestido pareció deshacerse en el aire, aunque por fortuna no llegó a desaparecer. Simplemente su tela se hizo mucho más sencilla, pero aún así era algo sumamente extraño. Para completar la lista de extrañezas, cuando la chica se refugió tras su espalda, Sayaka notó que tenía una cola de zorro. ¿Sería esa su verdadera forma? No le venía a la mente ningún híbrido similar, pero sabía de otros. Quizás estos sólo existiesen en este plano. Y entonces, una idea surgió en su mente: ¿sus manos intentaban ocultar algo en lugar de tapar sus oídos para no escuchar? Lo veía bastante posible.
-¿Al qué? -preguntó la joven al ver que le estaban pidiendo que alejara algo.
Volteó para ver, pues su análisis para intentar saber a qué especie pertenecía aquella joven que la estaba usando de escudo humano había absorbido gran parte de su atención. Vio lo de siempre, sólo que además de los tripulantes había un perro. Quizás la siguió, y el perro era ese "chuco" que le habían pedido que aleje. No parecía que existiera algún problema, pues se veía realmente inofensivo. A menos que fuesen depredadores de la chica, cosa que dudaba, pero viendo su reacción, era algo probable. El perro estaba tan concentrado rastreando el olor de la joven que no reparó en el reptiliano, lo que hizo que Sayaka realmente se preocupara de que el perro pretendiese comerla. Además, era posible que la chica zorro despidiera un aroma particular producto de su miedo, y eso podría envalentonar agresivamente al can.
-Disculpe -pidió a uno de los marineros que andaba tomando un descanso-. ¿Podría por favor llevar al can a otra parte? Les tiene terror -añadió anticipando que el marinero le reprocharía que encontrara desagradable la presencia del animal, o quizás le diría que era inofensivo, porque lo parecía. Pero en verdad, al hombre sólo le extrañó que lo llamara "can". La capa era una especie de resguardo social. Entre los humanos era sabido que un guerrero, fuese del género que fuese, era importante y muy habilidoso si vestía una capa, creencia que Sayaka agradecía en secreto. Lo cierto era que había pedido la capa porque estaba demasiado acostumbrada a sus alas, y no tener nada en su espalda la hacía sentir desnuda. La capa era la mejor opción entre las que había disponibles, así que la tomó sin pensarlo mucho. -Muchas gracias, y disculpe la molestia, por favor.
El marinero se alejó con el perro balbuceando un "No es nada", sin llegar a notar nada extraño en la otra joven, pues la capa de Sayaka apenas dejaba vislumbrar que había una chica tras ella. La cola permanecía oculta de la vista de los tripulantes, así que nadie sabría de ella a menos que la hubiese visto mientras caminaba.
-Ya se ha ido, puedes ocultar tu cola si quieres -susurró-. Eres interesante, no recuerdo haber visto un ser de tu especie antes. -Le pareció que ese inicio de conversación podría sonar muy agresivo, y sólo quería conocer una de las especies que no existían en su mundo, no quería amenazar a la joven, menos aún si no tenía realmente ninguna mala intención con ella.- Soy Sayaka, y puede que tengamos algo en común. No siempre fui una humana, ¿sabes? De hecho, hace muy poco que lo soy.
Sayaka- Cantidad de envíos : 21
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Escondía la cara entre los pliegues de la capa como si fuera una pequeña que, temblando de miedo, se esconde bajo las mantas en la noche para que los monstruos no la atrapen. Pero en ese mismo momento no tenía la forma de una niña, sino de una adolescente casi adulta, por lo que su imagen no cuadraba para nada con su actitud, aunque habían tantos puntos que no cuadraban en ella, que ese parecía insignificante a comparación.
Asomo apenas los ojos por arriba del hombro de la muchacha para asegurarse de que el perro se iba, hasta que no estuvo lo suficientemente lejos, no se aparto de su salvadora. Para cuando volviera a mirarla, ya todo rastro de sus partes de zorro habían desaparecido , una humana como cualquier otra se secaba unas pequeñas lágrimas que habían brotado producto del miedo y se acomodaba el vestido al parecer apenada.
No notó el tono algo directo de Sayaka, porque para empezar Miyu no distinguía del todo bien la mayoría de las entonaciones humanas, ni lograba asociarlas bien con sus intenciones. Había encontrado personas que le sonreían pero le deseaban el mal, y otros que eran muy serios pero la ayudaban, las personas eran muy extrañas.
-No soy una especie, soy un espíritu – Dijo con el ceño levemente fruncido como esforzándose en entender a que se refería. En verdad era ambas cosas, pero pedirle a la kitsune que distinguiera entre esos términos era demasiado – Entonces ¿Reencarnaste en un humano? Tiene usted mucha mala suerte, Señorita Sayaka.
Como entendía las cosas la kitsune, todos los seres del mundo se componían por energía, y cuando uno moría lo que pasaba era que esa alma iba a un nuevo cuerpo, nada más. Lo que lograban los espíritus fuertes como los de su raza era el poder romper con ese círculo cuando llegaban a las nueve colas. Claro que eso solo era posible si lograban llegar a ese nivel de conocimiento antes de que algo les sucediera, de otra forma, regresaban al círculo de las reencarnaciones.
-Soy Miyuki – Dijo mientras hacia una adorable reverencia – Y de verdad le agradezco su amabilidad al espantar a ese asqueroso perro – Tenia cierto aire aristocrático en sus movimientos y formas, había estado entrenando sus gestos para cuando pudiera por fin infiltrarse entre los nobles de trinakia - ¿A dónde se dirige? ¿Está buscando la forma de remediar este lamentable estado en el que cayó? – Ser parte de cualquier otra especie, excepto estar dentro de la rama canina, era mejor que el ser un humano, eso Miyuki lo tenía bien en claro, y entendía perfectamente si estaba en busca de alguna cura – No conozco una forma de remediarlo, a menos claro, morir.
No lo decía de modo dramático, era más bien en un mismo tono que si le comentara sobre lo que había comido la noche anterior, o como estaba el clima. Y es que no había nada terrible con la muerte, era solo otro estado de consciencia para ella.
Asomo apenas los ojos por arriba del hombro de la muchacha para asegurarse de que el perro se iba, hasta que no estuvo lo suficientemente lejos, no se aparto de su salvadora. Para cuando volviera a mirarla, ya todo rastro de sus partes de zorro habían desaparecido , una humana como cualquier otra se secaba unas pequeñas lágrimas que habían brotado producto del miedo y se acomodaba el vestido al parecer apenada.
No notó el tono algo directo de Sayaka, porque para empezar Miyu no distinguía del todo bien la mayoría de las entonaciones humanas, ni lograba asociarlas bien con sus intenciones. Había encontrado personas que le sonreían pero le deseaban el mal, y otros que eran muy serios pero la ayudaban, las personas eran muy extrañas.
-No soy una especie, soy un espíritu – Dijo con el ceño levemente fruncido como esforzándose en entender a que se refería. En verdad era ambas cosas, pero pedirle a la kitsune que distinguiera entre esos términos era demasiado – Entonces ¿Reencarnaste en un humano? Tiene usted mucha mala suerte, Señorita Sayaka.
Como entendía las cosas la kitsune, todos los seres del mundo se componían por energía, y cuando uno moría lo que pasaba era que esa alma iba a un nuevo cuerpo, nada más. Lo que lograban los espíritus fuertes como los de su raza era el poder romper con ese círculo cuando llegaban a las nueve colas. Claro que eso solo era posible si lograban llegar a ese nivel de conocimiento antes de que algo les sucediera, de otra forma, regresaban al círculo de las reencarnaciones.
-Soy Miyuki – Dijo mientras hacia una adorable reverencia – Y de verdad le agradezco su amabilidad al espantar a ese asqueroso perro – Tenia cierto aire aristocrático en sus movimientos y formas, había estado entrenando sus gestos para cuando pudiera por fin infiltrarse entre los nobles de trinakia - ¿A dónde se dirige? ¿Está buscando la forma de remediar este lamentable estado en el que cayó? – Ser parte de cualquier otra especie, excepto estar dentro de la rama canina, era mejor que el ser un humano, eso Miyuki lo tenía bien en claro, y entendía perfectamente si estaba en busca de alguna cura – No conozco una forma de remediarlo, a menos claro, morir.
No lo decía de modo dramático, era más bien en un mismo tono que si le comentara sobre lo que había comido la noche anterior, o como estaba el clima. Y es que no había nada terrible con la muerte, era solo otro estado de consciencia para ella.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Estaba reposando al sol, cuando... Notó un olor etéreo, y al fijarse en ambas chicas, decidió hacer algo discreto, aunque en su raza era algo maleducado: Registrar su calor. El de Sayaka era un patrón normal, el de cualquier ser vivo. Eso no le extrañó, le extrañó muchísimo el de Miyuki. La chica parecía ser seguida por un perro, que lejos de parecer agresivo, era más bien curioso, y para sorpresa del kayrano, el patrón de calor de la chiquilla era fluctuante. Era como observar una lámpara de lava, cuyos epicentros de calor flotaban y estaban suspendidos y encerrados dentro de la forma de la kitsune. Nunca había visto algo así, y al volver a su visión normal le pareció ver... ¿Orejas? Insólito. No pudo resistirse, y fue a acercarse a la pareja que tanto le llamaba la atención. Al pasar por el perro y su dueño, el animal le olió la mano, y con una sonrisa, acarició la cabeza del animal, el cual no se le veía con ninguna maldad asociada. Le gustaban los perros, eran animales sencillos, y aunque no tan listos como otras especies, si más nobles, leales y cariñosos, y apreciaba eso en una criatura. El dueño del perro se quedó impertérrito al ver que el reptil de fiero aspecto no era considerado una amenaza por su mascota, y es que el instinto animal, era algo muy poderoso, y olvidado por el hombre.
Discretamente, se acercó hasta oír la conversación con su agudo oído. No podía resistirse más, debía conocerlas. – No conozco una forma de remediarlo, a menos claro, morir. Dijo la joven kitsune, y fue el momento de entrar para el raptoria. Es cierto, la muerte es alivio y liberación para el dolor de los mortales, pero también el fin de una existencia que puede dar muchos frutos. Añadió para unirse a la conversación, de un modo muy filosófico. Disculpad señoritas mi terrible intromisión, pero no he podido notar fijarme en vosotras. Permitid que me presente: Me llamo Rexxus Tarik Ibn Fahallad, Ibn Rashid, pero todos me llaman Rex para abreviar. Sus modales eran excelentes, además de que no se acercó demasiado a ambas muchachas, amén de ser respetuosos con ellas. Sentándose con las piernas cruzadas, sacó un odre con agua fresca y se lo ofreció con una sonrisa, que, a pesar de estar plagada de afilados dientes, no parecía tan fiera. Por favor, aceptad esta ofrenda de agua como obsequio de paz, mientras charlamos amsitosamente. Siento gran curiosidad por ambas, y posiblemente tengáis curiosidad por mi... Es extraño, pero.. ¿No es demasiada coincidencia que tres razas exóticas coincidan en un solo barco? Yo desde luego, no creo en las casualidades. Todo en él salvo su aspecto, era afable, suave, casi refinado, como si fuera un noble jeque o un príncipe del desierto. El tintineo de sus cascabeles, hacían sus movimientos y gestos casi musicales, y para un animal juguetón como un gato, sería una delicia el toquetear esas pequeñas campanillas de plata que eran gran parte de los abalorios de Rex. El odre de agua era de una piel bien tratada, de color claro más allá del pardo, y del contenido emanaba el olor del agua fresca, que constrastaba sobremanera con el ambiente salado del mar. Para alguien del desierto, ofrecer agua era un obsequio de paz, de buenas intenciones, ¿Lo entenderían las interesadas en el gesto del saurio? ¿Qué pasaría? Solo la diosa del Destino procuraría darles pistas a aquellos tres integrantes del hilo de la vida para continuar con el camino seleccionado por los avatares del mundo y el quehacer de la tierra que gira en la inmensidad del cosmos.
Discretamente, se acercó hasta oír la conversación con su agudo oído. No podía resistirse más, debía conocerlas. – No conozco una forma de remediarlo, a menos claro, morir. Dijo la joven kitsune, y fue el momento de entrar para el raptoria. Es cierto, la muerte es alivio y liberación para el dolor de los mortales, pero también el fin de una existencia que puede dar muchos frutos. Añadió para unirse a la conversación, de un modo muy filosófico. Disculpad señoritas mi terrible intromisión, pero no he podido notar fijarme en vosotras. Permitid que me presente: Me llamo Rexxus Tarik Ibn Fahallad, Ibn Rashid, pero todos me llaman Rex para abreviar. Sus modales eran excelentes, además de que no se acercó demasiado a ambas muchachas, amén de ser respetuosos con ellas. Sentándose con las piernas cruzadas, sacó un odre con agua fresca y se lo ofreció con una sonrisa, que, a pesar de estar plagada de afilados dientes, no parecía tan fiera. Por favor, aceptad esta ofrenda de agua como obsequio de paz, mientras charlamos amsitosamente. Siento gran curiosidad por ambas, y posiblemente tengáis curiosidad por mi... Es extraño, pero.. ¿No es demasiada coincidencia que tres razas exóticas coincidan en un solo barco? Yo desde luego, no creo en las casualidades. Todo en él salvo su aspecto, era afable, suave, casi refinado, como si fuera un noble jeque o un príncipe del desierto. El tintineo de sus cascabeles, hacían sus movimientos y gestos casi musicales, y para un animal juguetón como un gato, sería una delicia el toquetear esas pequeñas campanillas de plata que eran gran parte de los abalorios de Rex. El odre de agua era de una piel bien tratada, de color claro más allá del pardo, y del contenido emanaba el olor del agua fresca, que constrastaba sobremanera con el ambiente salado del mar. Para alguien del desierto, ofrecer agua era un obsequio de paz, de buenas intenciones, ¿Lo entenderían las interesadas en el gesto del saurio? ¿Qué pasaría? Solo la diosa del Destino procuraría darles pistas a aquellos tres integrantes del hilo de la vida para continuar con el camino seleccionado por los avatares del mundo y el quehacer de la tierra que gira en la inmensidad del cosmos.
- OFF:
- Siento muchísimo el retraso, pero tras las vacaciones tenía montañas de trabajo acumulado, gracias por vuestra paciencia y de veras, pido mil disculpas.
Rexxus- Cantidad de envíos : 15
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
-Ah, entonces estás en cierta forma relacionada con los Trokev, aunque ellos no son exactamente espíritus.
Sayaka pensaba en voz alta en las aves espectrales que había creado tiempo atrás, con esas terroríficas garras de las que luego su hermana menor se serviría para forjar su espada. Si esa chica tenía un poder espiritual parecido, era bueno saber que al menos era inofensiva en las condiciones actuales.
-De hecho, yo pedí ser una, para no ser inmortal. Los humanos suelen vivir poco incluso si mueren por ancianidad.
Ahí estaba. La vida y la muerte, un tema que paradójicamente parecía perseguirla, como si el mundo quisiera asegurarse de que ella no se olvidase sus orígenes. Sus enseñanzas y leyes seguramente no afectaban este plano, y aquí era otra la entidad encargada del trabajo que antes tenía Sayaka en su hogar, pero aún así no se sentía cómoda hablando de ello con una criatura que, al menos por lo que esa palabra significaba en la isla que vio nacer a Sayaka, no tenía la concepción de muerte que ella consideraba correcta, y con una criatura que era indefectiblemente mortal. Sentía que la vida y la muerte eran temas que ella no tenía derecho a tocar, por eso nunca revelaba esas respuestas ni siquiera a sus propios Sabios. Sentía que sólo podía hablar sobre ello con alguna deidad que tuviese el mismo poder y la misma responsabilidad que ella tuvo en su momento.
-De hecho, que sea un descanso o no depende mucho de las razones por las que se pierde la vida -dijo en un tono muy casual en respuesta a las palabras del reptiliano. Había usado esa expresión porque estaba segura de que a lo que ellos estaban llamando "morir" era justamente a "perder la vida", concepto que la joven no compartía pero no haría explícito-. Gracias por la ofrenda -dijo mientras se disponía a beber un sorbo del agua obsequiada. A pesar de que el agua era el elemento de la naturaleza con el que solían relacionarla cuando era una diosa, había otorgado poder sobre ella a solamente uno de sus tantos elegidos. Y si lo pensaba, que ese elegido fuese en su vejez uno de sus Sabios era algo bastante predecible. -Me recuerdas un poco a mi prometido. No es que te parezcas -"Ni siquiera serías encasillado como un seguidor de mi hermana pequeña" pensó-, pero tenía una piel parecida. -Su mirada se perdió en las fauces del reptiliano, recordando a cuántos pretendientes había derrotado Naub' Lonks.- Es triste pensar que me ha protegido por miles de años, y ahora ni siquiera consigo extrañarlo. A pesar de que lo recuerdo perfectamente -finalizó tras exhalar un largo suspiro de angustia.
Sayaka pensaba en voz alta en las aves espectrales que había creado tiempo atrás, con esas terroríficas garras de las que luego su hermana menor se serviría para forjar su espada. Si esa chica tenía un poder espiritual parecido, era bueno saber que al menos era inofensiva en las condiciones actuales.
-De hecho, yo pedí ser una, para no ser inmortal. Los humanos suelen vivir poco incluso si mueren por ancianidad.
Ahí estaba. La vida y la muerte, un tema que paradójicamente parecía perseguirla, como si el mundo quisiera asegurarse de que ella no se olvidase sus orígenes. Sus enseñanzas y leyes seguramente no afectaban este plano, y aquí era otra la entidad encargada del trabajo que antes tenía Sayaka en su hogar, pero aún así no se sentía cómoda hablando de ello con una criatura que, al menos por lo que esa palabra significaba en la isla que vio nacer a Sayaka, no tenía la concepción de muerte que ella consideraba correcta, y con una criatura que era indefectiblemente mortal. Sentía que la vida y la muerte eran temas que ella no tenía derecho a tocar, por eso nunca revelaba esas respuestas ni siquiera a sus propios Sabios. Sentía que sólo podía hablar sobre ello con alguna deidad que tuviese el mismo poder y la misma responsabilidad que ella tuvo en su momento.
-De hecho, que sea un descanso o no depende mucho de las razones por las que se pierde la vida -dijo en un tono muy casual en respuesta a las palabras del reptiliano. Había usado esa expresión porque estaba segura de que a lo que ellos estaban llamando "morir" era justamente a "perder la vida", concepto que la joven no compartía pero no haría explícito-. Gracias por la ofrenda -dijo mientras se disponía a beber un sorbo del agua obsequiada. A pesar de que el agua era el elemento de la naturaleza con el que solían relacionarla cuando era una diosa, había otorgado poder sobre ella a solamente uno de sus tantos elegidos. Y si lo pensaba, que ese elegido fuese en su vejez uno de sus Sabios era algo bastante predecible. -Me recuerdas un poco a mi prometido. No es que te parezcas -"Ni siquiera serías encasillado como un seguidor de mi hermana pequeña" pensó-, pero tenía una piel parecida. -Su mirada se perdió en las fauces del reptiliano, recordando a cuántos pretendientes había derrotado Naub' Lonks.- Es triste pensar que me ha protegido por miles de años, y ahora ni siquiera consigo extrañarlo. A pesar de que lo recuerdo perfectamente -finalizó tras exhalar un largo suspiro de angustia.
Sayaka- Cantidad de envíos : 21
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Con gran esfuerzo reprimió su gesto de incredulidad cuando Sayaka admitió que su forma actual no era algún tipo de castigo, sino algo que ella misma había elegido ¿Qué clase de persona podía pensar que el estar en un cuerpo humano era algo bueno? Cierto, ella tomaba forma humana, pero eso era solo en lo visual, jamás se le ocurriría el tener esa apariencia de modo permanente ¡Antes muerta! Se llevaba una muy mala impresión sobre la chica, o tal vez estaba en verdad desesperada ¿Qué cosa tan terrible le podría haber pasado para que eligiera esa vida mortal?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia del desagradable reptiliano, la ilusión que era su rostro seguía sonriente, pero su verdadero gesto denotaba desconfianza, el pelo de su espalda zorruna se crispaba con la presencia de lo que en circunstancias naturales sería un depredador. Por suerte, con el perro lejos y sus emociones en líneas generales controladas, nada de eso se veía, era solo una adorable humana de cabellos claros que observaba la charla con afable paciencia, manteniéndose más bien cerca de Sayaka.
-Oh, muy amable – Dijo cuando le llego el turno de beber agua, hizo todos los gestos como si bebiera, pero no probo una sola gota, en primera porque no confiaba en que solo fuera agua. Pero además de eso, era porque estaba acostumbrada a ofrendas de más categoría, lo mínimo que le llevaban cuando era protectora en su pueblo era sake. Con una leve inclinación a modo de agradecimiento le devolvió a Rex su odre – Como está la situación en Jaspia es bastante normal que seres de todas las razas decidan viajar lejos de los conflictos, no parece buen momento para intentar empezar con una vida apacible y estable, caballero.
En realidad no tenía mucha idea sobre la guerra, sabía que existía porque había pasado por varias islas en las que las consecuencias de los enfrentamientos eran evidentes, muerte y destrucción era lo que dejaba a su paso, a los humanos se les daba muy bien eso de devastar las mismas tierras donde vivían. Había averiguado sobre la situación de Trinacria en concreto para tener la oportunidad de compartir charlas “interesantes” y “actuales” en las grandes fiestas con el resto de las familias importantes.
-¿El también tuvo la desgracia de terminar como humano? – Le pregunto a Sayaka sin el más mínimo tacto, aunque no hizo comentario alguno sobre su opinión de comprometerse con alguien que tenía piel de lagarto…
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia del desagradable reptiliano, la ilusión que era su rostro seguía sonriente, pero su verdadero gesto denotaba desconfianza, el pelo de su espalda zorruna se crispaba con la presencia de lo que en circunstancias naturales sería un depredador. Por suerte, con el perro lejos y sus emociones en líneas generales controladas, nada de eso se veía, era solo una adorable humana de cabellos claros que observaba la charla con afable paciencia, manteniéndose más bien cerca de Sayaka.
-Oh, muy amable – Dijo cuando le llego el turno de beber agua, hizo todos los gestos como si bebiera, pero no probo una sola gota, en primera porque no confiaba en que solo fuera agua. Pero además de eso, era porque estaba acostumbrada a ofrendas de más categoría, lo mínimo que le llevaban cuando era protectora en su pueblo era sake. Con una leve inclinación a modo de agradecimiento le devolvió a Rex su odre – Como está la situación en Jaspia es bastante normal que seres de todas las razas decidan viajar lejos de los conflictos, no parece buen momento para intentar empezar con una vida apacible y estable, caballero.
En realidad no tenía mucha idea sobre la guerra, sabía que existía porque había pasado por varias islas en las que las consecuencias de los enfrentamientos eran evidentes, muerte y destrucción era lo que dejaba a su paso, a los humanos se les daba muy bien eso de devastar las mismas tierras donde vivían. Había averiguado sobre la situación de Trinacria en concreto para tener la oportunidad de compartir charlas “interesantes” y “actuales” en las grandes fiestas con el resto de las familias importantes.
-¿El también tuvo la desgracia de terminar como humano? – Le pregunto a Sayaka sin el más mínimo tacto, aunque no hizo comentario alguno sobre su opinión de comprometerse con alguien que tenía piel de lagarto…
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Asintió con la cabeza al recibir de nuevo su agua. Cuando oyó la triste historia de Sayaka, no pudo si no negar con la cabeza, pero... Había dicho miles de años. Así que antes no era humana, pero... ¿Qué raza tan poderosa podía vivir tanto tiempo? No podía ser quizás... Borró ese pensamiento de su cabeza inmediatamente, pero no pudo si no acompañar las afirmaciones de Miyuki sobre la vida y la muerte. Cierto es, que la vida en si es efímera. Pero... Lo importante no es vivir en si, si no cómo aprovechar el tiempo que se te ha dado. La inmortalidad no reside en simplemente no morir, si no en el legado que dejas a las futuras generaciones, quienes son los que te recordarán a lo largo de los siglos. Dijo de un modo muy filosófico. Pues si, la desgracia de la guerra llega a todas partes, incluso su sombra y dolor ha llegado al corazón de mi pueblo. Por eso estoy aquí, para buscar una solución al conflicto. Pero su sonrisa se tornó en un gesto serio, alzando levemente el dedo ante la chica zorro. Siento mucho discrepar de esta manera. Pero creo que elegir una raza mortal, no es ninguna condena, ni castigo. Puede que la raza del hombre sea tan diversa, como efímera, o en muchos casos, desperdiciada por cuenta propia o ajena. Pero tienen mucho potencial. Yo he visto cosas increíbles por su parte, y creo que toda raza, mortal e inmortal, tiene su lado bueno y malo, su luz y oscuridad. Si no tiene un mero equilibrio, una raza no debería existir. Quiso decir "podría", pero en su cultura han comprobado casos de que no es así.
Iba a volver a hablar, cuando vio un enorme revuelo de gente, asomándose a babor. ¿Qué ocurre? Se levantó curioso a comprobar qué ocasionaba ese tumulto de gente. Para su sorpresa, lo descubrió: Una bandera negra oteaba en el horizonte: Piratas. Shehs kameh Maldijo en su propia lengua, para acercarse en dos brincos hasta el timonel. El hombre negó con la cabeza, la embarcación de carga no era rival para un veloz esquife lleno de asaltantes armados hasta los dientes. Apenas había cuatro botes auxiliares, por lo que, corrió y llegó al centro del barco. ¡Escuchadme todos, no tenemos mucho tiempo, poned a todos los niños y a las mujeres en los botes. Todo aquel que quiera resistir para darles tiempo a escapar, que coja un arma, o lo más parecido, y se prepare para el abordaje, vamos! La cubierta se convirtió en un hervidero, todo el mundo estaba asustado y nervioso. Los niños lloraban mientras los agolpaban en los botes. Los de babor bajaron primero, para ponerse en el lado de estribor. Rexx señaló una isla cercana, a muy poca distancia, les serviría de refugio mientras los demás prepararían la defensa, pero... ¿Sería suficiente? Era un plan desesperado, pero la situación era igual de desesperada.
Iba a volver a hablar, cuando vio un enorme revuelo de gente, asomándose a babor. ¿Qué ocurre? Se levantó curioso a comprobar qué ocasionaba ese tumulto de gente. Para su sorpresa, lo descubrió: Una bandera negra oteaba en el horizonte: Piratas. Shehs kameh Maldijo en su propia lengua, para acercarse en dos brincos hasta el timonel. El hombre negó con la cabeza, la embarcación de carga no era rival para un veloz esquife lleno de asaltantes armados hasta los dientes. Apenas había cuatro botes auxiliares, por lo que, corrió y llegó al centro del barco. ¡Escuchadme todos, no tenemos mucho tiempo, poned a todos los niños y a las mujeres en los botes. Todo aquel que quiera resistir para darles tiempo a escapar, que coja un arma, o lo más parecido, y se prepare para el abordaje, vamos! La cubierta se convirtió en un hervidero, todo el mundo estaba asustado y nervioso. Los niños lloraban mientras los agolpaban en los botes. Los de babor bajaron primero, para ponerse en el lado de estribor. Rexx señaló una isla cercana, a muy poca distancia, les serviría de refugio mientras los demás prepararían la defensa, pero... ¿Sería suficiente? Era un plan desesperado, pero la situación era igual de desesperada.
Rexxus- Cantidad de envíos : 15
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
FDI= Perdón por la demora u_u
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Ojalá se hubiese convertido en un humano. Ese fue el primer pensamiento que llegó a su mente. Ojalá se hubiese convertido en una criatura mortal cuya vida era muchísimo más efímera que la de un dragón. Pero no.
-No, para nada. Murió. O mejor dicho, lo dejé morir. Tenía el poder para salvarlo, pero decidí usarlo para dar a luz al hijo del hombre que amo. -Estuvo a punto de decir "amé", pero parte de esa bendita maldición que ella había creado era justamente el hecho de que nunca dejaría de amarlo. No importaba cuánto tiempo pasara, ella no lo olvidaría, estaba condenada a recordar a ese reoraf por siempre. Condenada, porque él estaba muerto, e irónicamente lo mejor para su salud era justamente que él estuviese muerto. Si siguiera con vida, estaría obligada a ver por el resto de sus años cómo él amaba a otra, y nada podría hacer al respecto. Abusó de sus poderes una vez para que él hiciera algo parecido a amarla, y pagó su osadía perdiéndolos a su amado y al hijo nacido de esa unión. -Ojalá pudiese percibir la inmortalidad de esa manera. Pero a veces aquellos que deberían alcanzar ese tipo de inmortalidad son odiados por quienes no aceptan sus motivos, y están condenados al olvido. ¿Quién sabe qué se dirá de él dentro de mil años? ¿Se hablará siquiera de él? Sin duda hablarán de la pareja que ha permitido la salvación de la especie, pero no estoy segura de que recuerden a quien los llevó nuevamente a su hogar y decidió perderlo todo para que la especie pudiese renacer.
Le dolía pensarlo, pero en el fondo todo dependería de sus hermanas, especialmente de su hermana menor. Ella decidiría qué destino tendría la memoria de su amado. Aún recordaba con claridad la conversación que tuvo con su elegido después de que terminó la guerra, y recordaba también su carencia de comprensión de lo que había ocurrido. Por primera vez en su inmortalidad, sintió que había fallado. Que su último elegido no comprendiera los motivos que llevaron a tales actos, era una señal de que ella había fallado al guiarlo.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la aparición de los piratas. Nunca se había topado con ellos, pero la obvia insinuación de que los atacarían le hizo recordar a los invasores de su hogar. Años atrás hubiese sido pan comido encargarse de ellos, pero las cosas habían cambiado. En aquellos tiempos la codicia no la habría hecho sentir tanta rabia.
-Van a desear que no me hubiese hecho humana -dijo entre dientes pero en un volumen perfectamente audible, haciendo que esa sentencia sonara a amenaza. Si hubiese sido una diosa, los hubiese matado en un parpadeo, pero no lo era, y se aseguraría de que sus muertes fuesen dolorosas. Que dolieran tanto como a ella le dolió el precio que tuvo la codicia de los inmortales.
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Ojalá se hubiese convertido en un humano. Ese fue el primer pensamiento que llegó a su mente. Ojalá se hubiese convertido en una criatura mortal cuya vida era muchísimo más efímera que la de un dragón. Pero no.
-No, para nada. Murió. O mejor dicho, lo dejé morir. Tenía el poder para salvarlo, pero decidí usarlo para dar a luz al hijo del hombre que amo. -Estuvo a punto de decir "amé", pero parte de esa bendita maldición que ella había creado era justamente el hecho de que nunca dejaría de amarlo. No importaba cuánto tiempo pasara, ella no lo olvidaría, estaba condenada a recordar a ese reoraf por siempre. Condenada, porque él estaba muerto, e irónicamente lo mejor para su salud era justamente que él estuviese muerto. Si siguiera con vida, estaría obligada a ver por el resto de sus años cómo él amaba a otra, y nada podría hacer al respecto. Abusó de sus poderes una vez para que él hiciera algo parecido a amarla, y pagó su osadía perdiéndolos a su amado y al hijo nacido de esa unión. -Ojalá pudiese percibir la inmortalidad de esa manera. Pero a veces aquellos que deberían alcanzar ese tipo de inmortalidad son odiados por quienes no aceptan sus motivos, y están condenados al olvido. ¿Quién sabe qué se dirá de él dentro de mil años? ¿Se hablará siquiera de él? Sin duda hablarán de la pareja que ha permitido la salvación de la especie, pero no estoy segura de que recuerden a quien los llevó nuevamente a su hogar y decidió perderlo todo para que la especie pudiese renacer.
Le dolía pensarlo, pero en el fondo todo dependería de sus hermanas, especialmente de su hermana menor. Ella decidiría qué destino tendría la memoria de su amado. Aún recordaba con claridad la conversación que tuvo con su elegido después de que terminó la guerra, y recordaba también su carencia de comprensión de lo que había ocurrido. Por primera vez en su inmortalidad, sintió que había fallado. Que su último elegido no comprendiera los motivos que llevaron a tales actos, era una señal de que ella había fallado al guiarlo.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la aparición de los piratas. Nunca se había topado con ellos, pero la obvia insinuación de que los atacarían le hizo recordar a los invasores de su hogar. Años atrás hubiese sido pan comido encargarse de ellos, pero las cosas habían cambiado. En aquellos tiempos la codicia no la habría hecho sentir tanta rabia.
-Van a desear que no me hubiese hecho humana -dijo entre dientes pero en un volumen perfectamente audible, haciendo que esa sentencia sonara a amenaza. Si hubiese sido una diosa, los hubiese matado en un parpadeo, pero no lo era, y se aseguraría de que sus muertes fuesen dolorosas. Que dolieran tanto como a ella le dolió el precio que tuvo la codicia de los inmortales.
Sayaka- Cantidad de envíos : 21
Re: Como si estuviese a tu lado (Libre)
Se quedó escuchando la respuesta de ambos, pero lo cierto era que la capacidad de concentración de Miyuki era bastante pobre, a la segunda oración del hombre lagarto ya la mente de la kitsune estaba divagando por mares muy lejanos, pensando en qué vestido sería más adecuado llevar al día siguiente, o si el naranja quedaba bien con el azul para combinar con el pelo. Por suerte, la ilusión de su rostro seguía observando fijamente y asintiendo amablemente como si toda su atención estuviera en la charla.
Y es que no le interesaban esas conversaciones tan largas y rebuscadas, no entendía bien porque se complicaban tanto, ni porque eran tan dramáticos, ella no comprendía de esos sentimientos tan extraños como eran la nostalgia, tristeza, tener empatía no era lo suyo. Mientras su figura humana se quedaba parada “escuchando” la charla, su forma de zorro miraba el barco distraída y por estar en eso es que vió a las piratas bastante antes que Rex, solo que no le pareció importante como para comentarlo con los demás.
-oh, cierto, los piratas son mala cosa ¿Verdad? - comentó cuando vió la reacción de sus dos compañeros de charla, en realidad no solo de ellos, toda la gente abordo estaba corriendo con desesperación para todos lados, gritando órdenes que Miyuki no entendía o buscando como escapar - Yo soy mujer, y soy niña - Dijo sonriente - Así que me tocan dos lugares.
Su razonamiento era sencillo, si se veía como una joven humana no importaba mucho que en realidad no lo fuera. Con un descaro que solo era sostenible gracias a que su rostro no era el real, saludo con una sonrisa a ambos y se encaminó hacia los botes salvavidas. Destacaba entre el montón no solo por su prolija apariencia, sino también por la calma con la que marchaba, la gente se apretaba, empujaba y gritaba intentando subirse primero a los botes, en cambio la kitsune seguía parada muy tranquila, esperando su turno con una maleta de mano, que en algún momento había aparecido, haciendo juego con su ropa.
Se subió y se sentó con mucha delicadeza, alisando su bonito vestido como si fuera a dar un paseo y no como si estuviera escapando de un grupo de violentos piratas. Comenzaron a bajar los botes, se sacudían para todos lados porque los marineros estaban apurados y no tenían tiempo para delicadezas, sin embargo la figura de Miyuki continuaba estando perfectamente sentada, ni una sola gota de agua manchaba su ropa, ni había viento que pudiera despeinar su hermoso pelo.
Cuando por fin tocaron el mar dos hombres que habían subido con ellos empezaron a remar con todas sus fuerzas, intentando llegar lo antes posible a tierra.
Y es que no le interesaban esas conversaciones tan largas y rebuscadas, no entendía bien porque se complicaban tanto, ni porque eran tan dramáticos, ella no comprendía de esos sentimientos tan extraños como eran la nostalgia, tristeza, tener empatía no era lo suyo. Mientras su figura humana se quedaba parada “escuchando” la charla, su forma de zorro miraba el barco distraída y por estar en eso es que vió a las piratas bastante antes que Rex, solo que no le pareció importante como para comentarlo con los demás.
-oh, cierto, los piratas son mala cosa ¿Verdad? - comentó cuando vió la reacción de sus dos compañeros de charla, en realidad no solo de ellos, toda la gente abordo estaba corriendo con desesperación para todos lados, gritando órdenes que Miyuki no entendía o buscando como escapar - Yo soy mujer, y soy niña - Dijo sonriente - Así que me tocan dos lugares.
Su razonamiento era sencillo, si se veía como una joven humana no importaba mucho que en realidad no lo fuera. Con un descaro que solo era sostenible gracias a que su rostro no era el real, saludo con una sonrisa a ambos y se encaminó hacia los botes salvavidas. Destacaba entre el montón no solo por su prolija apariencia, sino también por la calma con la que marchaba, la gente se apretaba, empujaba y gritaba intentando subirse primero a los botes, en cambio la kitsune seguía parada muy tranquila, esperando su turno con una maleta de mano, que en algún momento había aparecido, haciendo juego con su ropa.
Se subió y se sentó con mucha delicadeza, alisando su bonito vestido como si fuera a dar un paseo y no como si estuviera escapando de un grupo de violentos piratas. Comenzaron a bajar los botes, se sacudían para todos lados porque los marineros estaban apurados y no tenían tiempo para delicadezas, sin embargo la figura de Miyuki continuaba estando perfectamente sentada, ni una sola gota de agua manchaba su ropa, ni había viento que pudiera despeinar su hermoso pelo.
Cuando por fin tocaron el mar dos hombres que habían subido con ellos empezaron a remar con todas sus fuerzas, intentando llegar lo antes posible a tierra.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
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