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"Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
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"Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
-¿Qué debo hacer para que me creais? El mismísimo Cedric Ponts está aquí de paso, busca ampliar sus rutas comerciales por Jasperia y para ello está planeando firmar un trato con la Casa Blötenkris en Valanderiel. Telas, esencias y especias de Dorne…¿de dónde creen que salen los velos vaporosos que llevan las damas de la corte? Ninguno de sus tiendas… –las palabras de Thäis flotaban rápidas entre sus labios. Sabía que estaba lejos del barco, sabía que no había muchos oídos despiertos que les interesara lo que tenía que tratar con esos dos tipos, pero estar en un granero abandonado a las afueras le inspiraba menos confianza- Entendedme, vengo a ofreceros una mercadería que sé que venderán rápido y con grandes beneficios para vuestra Casa y yo solo os estoy pidiendo que me deis varios frascos de vuestro veneno, rápido y efectivo.
-¿Por qué debería fiarme de una mujer extranjera que compra pócimas mortales? A primera instancia todas tus palabras se cargan de flores, si, parece un buen negocio que nos podría interesar y también entiendo que se debe de guardar un nivel de discreción. Ahora yo te propongo un trato…rutas por veneno y…carne por negocio… -la drow solo maldecía en su mente “estúpidos y predecibles humanos, si pudiera los quemaría vivos…” sin alterar su rostro- Muéstrame tu cuerpo al menos, quizás si seas de mi agrado te lleve donde dices –el hombre alargó la mano, bajando la capucha y descubriendo el rostro de la drow. Ella desenfundo sus dos dagas, una la apuntó a la gorda papada de su interlocutor y otra a su entrepierna cortándole el cinturón, acto y seguido se cayeron sus pantalones y solo entonces sonrió. Abrió los ojos sorprendido por la rapidez de la dama- Si me vuelves a tocar te rebano en pedazos eso tan pequeño que tienes colgado… - ¡Vete a engañar a otro! ¡Una orejas puntiagudas como tú nunca traicionará a los de su calaña! –Un brillo rojizo cruzó por sus ojos al tiempo que escupía a los pies del hombre-…no se te ocurra relacionarme con ellos o perderás mucho más que lo dicho…no se te ocurra…-Su compañero apenas se inmutó, sonrió de forma ladina, descruzó sus brazos y apoyando con lentitud la mano sobre la de ella- ¡Chs! ¡Vaya genio que gasta la señorita! Tranquila…Herman, creo que ya has bebido bastante por hoy. ¿No te das cuenta de que ella no es lo que crees que es? –Se escuchó el sonido de las dagas guardándose en su sitio- Bien, bonita, tu oferta me parece razonable, ¿pero cómo piensas convencer al hombre que dices?
El trato era perfecto, aunque ni siquiera las palabras de la drow fuesen verdad. Willhem Ponts, su “prometido”, se había esforzado en parecer discreto ya que los tres barcos que llevaban estaban bien cargados. Él no conocía las características de la Casa de Valanderiel, no sabía quién dirigía el condado de esta isla, simplemente llevaba idea de llegar a Tinacria y una vez allí reunirse con los líderes de todas la casas y negociar. En Moramaile no tenía ni pensado hacerse notar vendiendo a menor escala, únicamente le interesaba comprar suficientes provisiones para calmar el voraz apetito de sus marineros. Para ser hijo de quien era dejaba mucho que desear, pero ahí estaba la drow astuta como siempre…Conocía a la perfección lo que es capar de hacer una dama con unas botellas de buen vino, unas palabras acertadas y un golpe de cama. En algunas horas lo tendría comiendo de la palma de su mano y sus odiados primos se quedarían sin un negocio que le habría deparado cantidades ingentes de ducados -Tengo varios ases escondidos en la manga.
-Dentro de dos días hay una fiesta el palacio, es el cumpleaños de la pequeña de las hijas de Sir Everret, todo un acontecimiento al que acudirá por supuesto Sir Micaelo de Eidallah. Haced que Sir Ponts se presente allí y todo quedará más que hecho. –dijo el hombre limpiando sus ropas del polvo acumulado con indiferencia -¿Y mi veneno? Exijo una prueba al menos. –murmuró Thäis con voz firme para que la oyese -Herman, busca un gato o cualquier bicho – agarrándose los pantalones el tipo comenzó a mirar y remirar cada esquina mientras el más estilizado jugueteaba con un frasco azul entre los dedos –…No…de eso nada. Quiero una muestra fiable…en un humano –ambos la miraron a los ojos y ella fingió un gesto inocente, como un niño cuando cuela un balón en un tejado. Se tardó un minuto apenas en dejar la tensión atrás y el flacucho rompió a reír- Vaya, vaya, la señorita nos salió dura…-lo que acompañó con un guiño que la drow devolvió mordiéndose el labio inferior, iniciando un juego un tanto provocador.
-¿Por qué debería fiarme de una mujer extranjera que compra pócimas mortales? A primera instancia todas tus palabras se cargan de flores, si, parece un buen negocio que nos podría interesar y también entiendo que se debe de guardar un nivel de discreción. Ahora yo te propongo un trato…rutas por veneno y…carne por negocio… -la drow solo maldecía en su mente “estúpidos y predecibles humanos, si pudiera los quemaría vivos…” sin alterar su rostro- Muéstrame tu cuerpo al menos, quizás si seas de mi agrado te lleve donde dices –el hombre alargó la mano, bajando la capucha y descubriendo el rostro de la drow. Ella desenfundo sus dos dagas, una la apuntó a la gorda papada de su interlocutor y otra a su entrepierna cortándole el cinturón, acto y seguido se cayeron sus pantalones y solo entonces sonrió. Abrió los ojos sorprendido por la rapidez de la dama- Si me vuelves a tocar te rebano en pedazos eso tan pequeño que tienes colgado… - ¡Vete a engañar a otro! ¡Una orejas puntiagudas como tú nunca traicionará a los de su calaña! –Un brillo rojizo cruzó por sus ojos al tiempo que escupía a los pies del hombre-…no se te ocurra relacionarme con ellos o perderás mucho más que lo dicho…no se te ocurra…-Su compañero apenas se inmutó, sonrió de forma ladina, descruzó sus brazos y apoyando con lentitud la mano sobre la de ella- ¡Chs! ¡Vaya genio que gasta la señorita! Tranquila…Herman, creo que ya has bebido bastante por hoy. ¿No te das cuenta de que ella no es lo que crees que es? –Se escuchó el sonido de las dagas guardándose en su sitio- Bien, bonita, tu oferta me parece razonable, ¿pero cómo piensas convencer al hombre que dices?
El trato era perfecto, aunque ni siquiera las palabras de la drow fuesen verdad. Willhem Ponts, su “prometido”, se había esforzado en parecer discreto ya que los tres barcos que llevaban estaban bien cargados. Él no conocía las características de la Casa de Valanderiel, no sabía quién dirigía el condado de esta isla, simplemente llevaba idea de llegar a Tinacria y una vez allí reunirse con los líderes de todas la casas y negociar. En Moramaile no tenía ni pensado hacerse notar vendiendo a menor escala, únicamente le interesaba comprar suficientes provisiones para calmar el voraz apetito de sus marineros. Para ser hijo de quien era dejaba mucho que desear, pero ahí estaba la drow astuta como siempre…Conocía a la perfección lo que es capar de hacer una dama con unas botellas de buen vino, unas palabras acertadas y un golpe de cama. En algunas horas lo tendría comiendo de la palma de su mano y sus odiados primos se quedarían sin un negocio que le habría deparado cantidades ingentes de ducados -Tengo varios ases escondidos en la manga.
-Dentro de dos días hay una fiesta el palacio, es el cumpleaños de la pequeña de las hijas de Sir Everret, todo un acontecimiento al que acudirá por supuesto Sir Micaelo de Eidallah. Haced que Sir Ponts se presente allí y todo quedará más que hecho. –dijo el hombre limpiando sus ropas del polvo acumulado con indiferencia -¿Y mi veneno? Exijo una prueba al menos. –murmuró Thäis con voz firme para que la oyese -Herman, busca un gato o cualquier bicho – agarrándose los pantalones el tipo comenzó a mirar y remirar cada esquina mientras el más estilizado jugueteaba con un frasco azul entre los dedos –…No…de eso nada. Quiero una muestra fiable…en un humano –ambos la miraron a los ojos y ella fingió un gesto inocente, como un niño cuando cuela un balón en un tejado. Se tardó un minuto apenas en dejar la tensión atrás y el flacucho rompió a reír- Vaya, vaya, la señorita nos salió dura…-lo que acompañó con un guiño que la drow devolvió mordiéndose el labio inferior, iniciando un juego un tanto provocador.
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Hacía ya un tiempo que no salía de lo que era el centro de la ciudad de Trinacria, había estado tan ocupada ayudando a Otto con los inventos que no había tenido ni una tarde libre. Aunque ayudar era un decir, ya que más bien se dedicaba a tirar ideas al aire de las cuales su amigo sacaba aquellas mas factibles de realizarse. También hacía las tareas del hogar, preparaba la comida… Y todas esas cosas que el muchacho solía olvidar que eran importantes para vivir, habían logrado entenderse de maravilla y consideraba que hacían un buen equipo.
Pero un trabajo muy bueno se había presentado y no podía desaprovechar la oportunidad, sería tan solo una noche de presentación, y le darían una buena cantidad de monedas. Tal como habían previsto, el utilizar algunos de los mecanismos inventados por Otto habían hecho destacar el espectáculo de Loth por sobre el de los demás artistas callejeros, aun no era la magnífica estrella famosa que le había prometido a su amigo que llegaría a ser, pero si lo suficiente como para que algunas familias de renombre la tomaran en cuenta y la invitaran a alegrar sus reuniones.
La razón le había ganado al estilo y esa noche llevaba una ropa que le permitiera ir por los caminos sin llamar demasiado la atención. Llevaba puestos unos pantalones grises oscuros con una falda marrón oscura bastante corta arriba, un chaleco ajustado del mismo color con una camisa blanca por debajo y guantes que cubrían sus brazos hasta los codos. El carro en el que viajaba iba a paso lento ya que el caballo que había conseguido era grande y no tenía apuro alguno por llegar a destino, por eso mismo la noche los había alcanzado aun en el camino y sin ninguna posada a la vista.
-Ains, mi querido Murphy MacGowan – Loth hablaba con el caballo a falta de otra compañía, el nombre había sido idea suya porque no le parecía bien charlar con él tantas horas sin llamarlo de alguna manera – A este paso llegaremos a destino en la próxima alineación lunar… - Pero al animal no parecía preocuparle mucho el asunto, y seguía tirando del carro que llevaba todas las ropas y varios de los nuevos inventos de Otto con la mayor de las perezas.
Resignada a que Murphy iba a hacer lo que quisiera, la elfa apenas sostenía las correas, dejándolo hacer su trabajo mientras ella se distraía pensando en otros asuntos. Su novio había hecho un gran escándalo cuando se entero que iba a salir de la ciudad sin él, y además, que era para hacer un trabajo bien pago del cual no participaría… Discusiones, peleas, gritos, Loth había salido de la ciudad vociferando maldiciones, en el momento rechinando los dientes ante sus demandas injustificadas, pero ahora el enojo había dado paso a la culpa, no le gustaba despedirse así de él.
-Los asuntos del corazón son muy complicados ¿no crees? – El caballo relincho y la malabarista lo tomo como una respuesta – Si, hablaré con él apropiadamente cuando regrese, arreglaremos esto, así es siempre - un pozo en el camino hizo que todo el carro se moviera, haciendo que la carga se balanceara peligrosamente, Loth tiro fuerte de las riendas para detenerse frente a lo que parecía ser una vieja granja con un granero abandonado –Espera aquí, creo que una de las ruedas hizo un ruido raro.
De un ágil salto bajo del carro, sus pies aterrizaron sin hacer sonido alguno, tan solo se escuchaba el retintineo de unos pequeños aros en forma de cascabel que se había puesto. Reviso la rueda y chasqueo la lengua, estaba algo floja, no era un gran peligro, pero si pudiera remediarlo en ese momento tal vez se ahorraría problemas a futuro. Miró hacía la granja, sin duda no había vivido nadie ahí en un tiempo, aunque tal vez habían dejado alguna herramienta en el granero del fondo.
Se acerco en silencio no porque fuera su intención sorprender a alguien, simplemente era una característica de su raza el tener pisadas ligeras, y se sorprendió al notar que el lugar no estaba deshabitado después de todo. No terminaba de entender del todo sobre qué hablaban, pero no necesitaba ser una genio para comprender que tres personas de apariencia sospechosas reunidas en un lugar alejados de todas las miradas no podían estar charlando sobre lo lindas que se veían las estrellas.
Eran dos hombres y una mujer, y decían algo sobre un veneno, eso no era nada bueno, si la descubrían seguro se metería en un buen lío y ella solo quería hacer su trabajo e irse de la isla. Sopesando los pro y los contra, decidió que lo mejor era irse de allí aunque se arriesgara a que la rueda se saliera en mitad del camino. Dio la media vuelta y los cascabeles sonaron ligeramente, pero estaba segura que los torpes oídos humanos no lo notarían ¿O sí?
Pero un trabajo muy bueno se había presentado y no podía desaprovechar la oportunidad, sería tan solo una noche de presentación, y le darían una buena cantidad de monedas. Tal como habían previsto, el utilizar algunos de los mecanismos inventados por Otto habían hecho destacar el espectáculo de Loth por sobre el de los demás artistas callejeros, aun no era la magnífica estrella famosa que le había prometido a su amigo que llegaría a ser, pero si lo suficiente como para que algunas familias de renombre la tomaran en cuenta y la invitaran a alegrar sus reuniones.
La razón le había ganado al estilo y esa noche llevaba una ropa que le permitiera ir por los caminos sin llamar demasiado la atención. Llevaba puestos unos pantalones grises oscuros con una falda marrón oscura bastante corta arriba, un chaleco ajustado del mismo color con una camisa blanca por debajo y guantes que cubrían sus brazos hasta los codos. El carro en el que viajaba iba a paso lento ya que el caballo que había conseguido era grande y no tenía apuro alguno por llegar a destino, por eso mismo la noche los había alcanzado aun en el camino y sin ninguna posada a la vista.
- Spoiler:
-Ains, mi querido Murphy MacGowan – Loth hablaba con el caballo a falta de otra compañía, el nombre había sido idea suya porque no le parecía bien charlar con él tantas horas sin llamarlo de alguna manera – A este paso llegaremos a destino en la próxima alineación lunar… - Pero al animal no parecía preocuparle mucho el asunto, y seguía tirando del carro que llevaba todas las ropas y varios de los nuevos inventos de Otto con la mayor de las perezas.
Resignada a que Murphy iba a hacer lo que quisiera, la elfa apenas sostenía las correas, dejándolo hacer su trabajo mientras ella se distraía pensando en otros asuntos. Su novio había hecho un gran escándalo cuando se entero que iba a salir de la ciudad sin él, y además, que era para hacer un trabajo bien pago del cual no participaría… Discusiones, peleas, gritos, Loth había salido de la ciudad vociferando maldiciones, en el momento rechinando los dientes ante sus demandas injustificadas, pero ahora el enojo había dado paso a la culpa, no le gustaba despedirse así de él.
-Los asuntos del corazón son muy complicados ¿no crees? – El caballo relincho y la malabarista lo tomo como una respuesta – Si, hablaré con él apropiadamente cuando regrese, arreglaremos esto, así es siempre - un pozo en el camino hizo que todo el carro se moviera, haciendo que la carga se balanceara peligrosamente, Loth tiro fuerte de las riendas para detenerse frente a lo que parecía ser una vieja granja con un granero abandonado –Espera aquí, creo que una de las ruedas hizo un ruido raro.
De un ágil salto bajo del carro, sus pies aterrizaron sin hacer sonido alguno, tan solo se escuchaba el retintineo de unos pequeños aros en forma de cascabel que se había puesto. Reviso la rueda y chasqueo la lengua, estaba algo floja, no era un gran peligro, pero si pudiera remediarlo en ese momento tal vez se ahorraría problemas a futuro. Miró hacía la granja, sin duda no había vivido nadie ahí en un tiempo, aunque tal vez habían dejado alguna herramienta en el granero del fondo.
Se acerco en silencio no porque fuera su intención sorprender a alguien, simplemente era una característica de su raza el tener pisadas ligeras, y se sorprendió al notar que el lugar no estaba deshabitado después de todo. No terminaba de entender del todo sobre qué hablaban, pero no necesitaba ser una genio para comprender que tres personas de apariencia sospechosas reunidas en un lugar alejados de todas las miradas no podían estar charlando sobre lo lindas que se veían las estrellas.
Eran dos hombres y una mujer, y decían algo sobre un veneno, eso no era nada bueno, si la descubrían seguro se metería en un buen lío y ella solo quería hacer su trabajo e irse de la isla. Sopesando los pro y los contra, decidió que lo mejor era irse de allí aunque se arriesgara a que la rueda se saliera en mitad del camino. Dio la media vuelta y los cascabeles sonaron ligeramente, pero estaba segura que los torpes oídos humanos no lo notarían ¿O sí?
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
-¡Ssssh! ¿Qué ha sido eso? –murmuró la drow cambiando drásticamente su rostro a la seriedad más absoluta. Ese ligero tintineo no cuadraba en el silencio del lugar, solo interrumpido por alguna brisa y el crujir de la madera podrida-…¿Tenéis algo que ver?...Os pedí total discreción. Esto no es un juego y todos tenemos una reputación que mantener…Podría mataros sin dudarlo -Ambos parecían confundidos cuando Thäis colocó su capucha de nuevo y desenfundó sus armas dando un paso hacia delante y ellos otro hacia atrás. La tensión del ambiente se ponía cortar con un cuchillo y nadie esperaba que así fuese, era una dama que no se andaba con tonterías.
-Relajate, bonita. No tenemos nada que ver con esto. –Quedaba claro que él no tenía demasiados conocimientos de lucha ni una forma física trabajada, era el cerebro y viendo como había dejado impotente a su compañero no tendría posibilidad de salir airoso. Lo intentaba disimular pero daba a notar cierto nerviosismo en sus palabras. Ella se colocó el dedo índice en los labios dirigiendo una mirada helada a los presentes y caminó hacia atrás casi hasta la entrada del granero. La capa y su vestido tapaban sus pies, deslizándose en silencio, dando la impresión de que aquella drow flotaba sobre el terreno. Al llegar al marco de la entrada asomó levemente la cabeza observando como una figura sinuosa se dirigía a paso apresurado a su carro sin darse cuenta todavía de que había sido descubierta.
“Una elfa” Una vez más la sonrisa maléfica de la drow asomaba. “Si, una maldita elfa” Independientemente de que fuese noche cerrada, sus ojos se adaptaban haciendo que la drow viese como a plena luz del día y reconocería esa forma de andar en cualquier parte ¿Qué haría por este lugar? ¿Pasaba por casualidad o había estado espiando toda la conversación? Poco le importaba, Thäis debía atraparla y silenciarla como se merecía alguien de esa asquerosa raza. Más disfrutaba sabiendo que tenía esa oportunidad sin que nadie la viera ni hablase más de la cuenta. Ahora se arrepentía de no haber traido su arco, sería muchísimo más sencillo atravesarle esa cabecita entre orejas puntiagudas de un flechazo.
Tomó una de sus dagas entre sus dedos, estiró el brazo tomando impulso, calculando milimétricamente la distancia y fuerza y la lanzó. Una vida dedicada al sigilo y a la caza había desarrollado en ella una precisión que rozaba la perfección. Y..............si, y la cuchilla se clavó justo en el tronco de un árbol cercano a la joven. ¿Por qué? Porque justo en el microsegundo en el que iba a disparar el estúpido gordo decidió que la mejor táctica para detener a la intrusa era ponerse a pegar voces como si no hubiera un mañana.
-¡Eh! ¡Tú! ¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡¡¿Quién te envía?!! –la rabia invadió a la drow, nadie le espantaba a sus presas, nadie. Justo cuando el tipo pasó por su lado sacó fuerzas de donde no tenía, le pegó un empujón tirándolo estrepitosamente al suelo y echó a correr tras la chica. Una máscara blanca tapaba su rostro, ya no había duda, era una espía. Quizás la mentira había cobrado vida y la Casa Brötenkris tenía oídos en todas partes.
-Relajate, bonita. No tenemos nada que ver con esto. –Quedaba claro que él no tenía demasiados conocimientos de lucha ni una forma física trabajada, era el cerebro y viendo como había dejado impotente a su compañero no tendría posibilidad de salir airoso. Lo intentaba disimular pero daba a notar cierto nerviosismo en sus palabras. Ella se colocó el dedo índice en los labios dirigiendo una mirada helada a los presentes y caminó hacia atrás casi hasta la entrada del granero. La capa y su vestido tapaban sus pies, deslizándose en silencio, dando la impresión de que aquella drow flotaba sobre el terreno. Al llegar al marco de la entrada asomó levemente la cabeza observando como una figura sinuosa se dirigía a paso apresurado a su carro sin darse cuenta todavía de que había sido descubierta.
“Una elfa” Una vez más la sonrisa maléfica de la drow asomaba. “Si, una maldita elfa” Independientemente de que fuese noche cerrada, sus ojos se adaptaban haciendo que la drow viese como a plena luz del día y reconocería esa forma de andar en cualquier parte ¿Qué haría por este lugar? ¿Pasaba por casualidad o había estado espiando toda la conversación? Poco le importaba, Thäis debía atraparla y silenciarla como se merecía alguien de esa asquerosa raza. Más disfrutaba sabiendo que tenía esa oportunidad sin que nadie la viera ni hablase más de la cuenta. Ahora se arrepentía de no haber traido su arco, sería muchísimo más sencillo atravesarle esa cabecita entre orejas puntiagudas de un flechazo.
Tomó una de sus dagas entre sus dedos, estiró el brazo tomando impulso, calculando milimétricamente la distancia y fuerza y la lanzó. Una vida dedicada al sigilo y a la caza había desarrollado en ella una precisión que rozaba la perfección. Y..............si, y la cuchilla se clavó justo en el tronco de un árbol cercano a la joven. ¿Por qué? Porque justo en el microsegundo en el que iba a disparar el estúpido gordo decidió que la mejor táctica para detener a la intrusa era ponerse a pegar voces como si no hubiera un mañana.
-¡Eh! ¡Tú! ¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡¡¿Quién te envía?!! –la rabia invadió a la drow, nadie le espantaba a sus presas, nadie. Justo cuando el tipo pasó por su lado sacó fuerzas de donde no tenía, le pegó un empujón tirándolo estrepitosamente al suelo y echó a correr tras la chica. Una máscara blanca tapaba su rostro, ya no había duda, era una espía. Quizás la mentira había cobrado vida y la Casa Brötenkris tenía oídos en todas partes.
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Con sumo cuidado dirigió sus pasos hacia la carreta, pocas veces ponía tanta atención en NO hacer ruido, por lo general era todo lo contrario ¿Por qué tenía que escapar como si fuera una ladrona? ¿Por qué tenía tanta mala suerte de caer justamente en medio de una reunión secreta? No había llegado a escuchar nada importante, pero seguramente si la atrapaban no iban a creerle, y ni todas las payasadas y malabares de Jaspia la salvarían de una certera daga en el cuello.
Agradecía a sus antepasados elfos por darle la capacidad de escurrirse silenciosamente mientras se acercaba a su carro, el caballo la recibió con un par de golpes de sus cascos contra el piso, a lo que Loth le respondió haciendo un gesto de que hiciera silencio justo antes de escuchar con sus sensibles orejas el sonido de un objeto que se dirigía a alta velocidad hacia ella. Si la puntería del tirador hubiese sido mejor… Y si sus perseguidores no fueran tan ruidosos, de seguro no podría haberlo esquivado.
-Esto no pinta nada bien – Se dijo a si misma mientras veía la daga firmemente clavada sobre el árbol, pensó por un segundo si agarrar el arma para tener al menos alguna oportunidad de defenderse, pero se dio cuenta que tardaría más tiempo intentando sacarla y además, sus oponentes la superaban en número.
Con un salto que más bien parecía que flotaba se subió de nuevo a la carreta, agito las riendas para darle la señal al caballo de que se moviera ¡Y rápido! Pero este la miro moviendo apenas la cabeza hacia atrás, era como si le dijera “¿Y a ti que bicho te pico que estas tan apurada ahora?”. Loth se mordió el labio nerviosa porque eso no estaba funcionando, agito las riendas un par de veces más mientras lo azuzaba con distintos sonidos, pero el animal comenzó a caminar a paso regular.
-Oh, vamos, mi querido Murphy MacGowan! No podemos escapar a esta velocidad – Miro hacia atrás, ya estaban demasiado cerca, no tenía mucho remedio – En verdad siento esto – Dijo la elfa mientras sacaba varios de los pequeños alambres que se ponía en el pelo para mantenerlo controlado. Los puso en su mano y se acerco a los cuartos traseros del caballo, donde le dio varias palmadas para espolearlo.
El método lo tomo desprevenido, y Loth tuvo que agarrarse fuerte de la carreta para no salir volando ante el súbito cambio de velocidad. Asomo como pudo apenas el rostro por el costado del carro para ver por dónde estaban sus atacantes, habían quedado atrás, aunque solo por las dudas no volvió a asomarse, no fuera a ser que otra daga saliera disparada, tenían a un buen tirador, eso le había quedado claro.
Con Murphy aun corriendo a toda velocidad la elfa se desparramo en el asiento de madera, su corazón latía a toda velocidad, no estaba lista para semejantes emociones nocturnas. Pero con suerte ese evento quedaría tan solo como una anécdota graciosa que le podría contar a Otto en cuanto regresara a casa. Lo mejor era dejarlo atrás y concentrarse en su próximo trabajo, en eso pensaba mientras intentaba calmar sus palpitaciones.
Luego de varios minutos de trotar el caballo comenzó a calmarse también, Loth le hizo algunos mimos a modos de disculpas, y mirando hacia el camino que habían dejado atrás se preguntó qué estarían haciendo esas personas, y si en verdad estaba bien hacer como si nada hubiese pasado.
Agradecía a sus antepasados elfos por darle la capacidad de escurrirse silenciosamente mientras se acercaba a su carro, el caballo la recibió con un par de golpes de sus cascos contra el piso, a lo que Loth le respondió haciendo un gesto de que hiciera silencio justo antes de escuchar con sus sensibles orejas el sonido de un objeto que se dirigía a alta velocidad hacia ella. Si la puntería del tirador hubiese sido mejor… Y si sus perseguidores no fueran tan ruidosos, de seguro no podría haberlo esquivado.
-Esto no pinta nada bien – Se dijo a si misma mientras veía la daga firmemente clavada sobre el árbol, pensó por un segundo si agarrar el arma para tener al menos alguna oportunidad de defenderse, pero se dio cuenta que tardaría más tiempo intentando sacarla y además, sus oponentes la superaban en número.
Con un salto que más bien parecía que flotaba se subió de nuevo a la carreta, agito las riendas para darle la señal al caballo de que se moviera ¡Y rápido! Pero este la miro moviendo apenas la cabeza hacia atrás, era como si le dijera “¿Y a ti que bicho te pico que estas tan apurada ahora?”. Loth se mordió el labio nerviosa porque eso no estaba funcionando, agito las riendas un par de veces más mientras lo azuzaba con distintos sonidos, pero el animal comenzó a caminar a paso regular.
-Oh, vamos, mi querido Murphy MacGowan! No podemos escapar a esta velocidad – Miro hacia atrás, ya estaban demasiado cerca, no tenía mucho remedio – En verdad siento esto – Dijo la elfa mientras sacaba varios de los pequeños alambres que se ponía en el pelo para mantenerlo controlado. Los puso en su mano y se acerco a los cuartos traseros del caballo, donde le dio varias palmadas para espolearlo.
El método lo tomo desprevenido, y Loth tuvo que agarrarse fuerte de la carreta para no salir volando ante el súbito cambio de velocidad. Asomo como pudo apenas el rostro por el costado del carro para ver por dónde estaban sus atacantes, habían quedado atrás, aunque solo por las dudas no volvió a asomarse, no fuera a ser que otra daga saliera disparada, tenían a un buen tirador, eso le había quedado claro.
Con Murphy aun corriendo a toda velocidad la elfa se desparramo en el asiento de madera, su corazón latía a toda velocidad, no estaba lista para semejantes emociones nocturnas. Pero con suerte ese evento quedaría tan solo como una anécdota graciosa que le podría contar a Otto en cuanto regresara a casa. Lo mejor era dejarlo atrás y concentrarse en su próximo trabajo, en eso pensaba mientras intentaba calmar sus palpitaciones.
Luego de varios minutos de trotar el caballo comenzó a calmarse también, Loth le hizo algunos mimos a modos de disculpas, y mirando hacia el camino que habían dejado atrás se preguntó qué estarían haciendo esas personas, y si en verdad estaba bien hacer como si nada hubiese pasado.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
A Herman le pilló completamente por sorpresa el empujón y calló de costado golpeando directamente con el codo, el lamento no se hizo esperar, pero Thäis y su compañero no le prestaron atención. La drow maldecía al mundo en susurros con unos insultos prácticamente olvidados de un élfico antiguo. Por muy exasperada que estuviera no alzaría la voz si no es necesario, condición indispensable en un buen cazador. Se remangó el vestido hasta la mitad de sus muslos para evitar trastabillar como una inútil en carrera y enfadarse todavía más. Aún así, el otro tipo corría a la par suya tras saltar al herido.
La espía llegó a su carro y agitó las riendas, los dedos de la elfa oscura alcanzaron a rozar la madera cuando una marea de chinas y polvo la hicieron cubrirse bajo su capa. Y cuando quiso descubrirse ya era tarde, por muchas piedras que tirase el tipo nunca la alcanzarían a esa velocidad. Un líquido se derramó por su mejilla. Llevó una mano al rostro y se sorprendió al ver unas gotas de sangre, algún proyectil le había cortado, pero nada por lo que preocuparse. Se acercó a paso rápido al árbol para recuperar su daga que sacó de un simple tirón y, hecha una furia, se giró encaminándose hacia Herman.
-¡Eh, tú, gordinflón! –Su compañero lo atendía arrodillado en el suelo y al fin la drow se dio cuenta de lo insoportables que eran sus berridos. Él le reprendía la estupidez que acababa de cometer, rogándole silencio mientras le vendaba sin ningún cuidado el codo ¿Cómo había llegado antes que ella?- ¡Mira lo que has hecho, inepto! ¿A quién se le ocurre? –Daga en mano iba dispuesta a cortarle el cuello en cualquier momento, pero el otro la detuvo poniéndose en medio- ¡Quieta! ¿Qué pretendes? ¿Cortarlo en pedacitos, enterrarlo y mañana explicarle a quien sea por qué tus vestidos están cubiertos de sangre y barro?
Hasta ella se sorprendió de aquella respuesta, de pronto parecía otra persona. El hombre rubio de cabello despeinado, buenos ropajes y sonrisa fanfarrona se había transformado en un hombre rubio de cabello más despeinado, ropajes manchados y una mirada helada y áspera. Guardó ambas dagas y suspiró complacida ante lo que estaba viendo. Herman se había quedado sin voz y con un cuerpo totalmente inerte, solo podía reflejar su agonía interna en numerosas muecas. Su piel se enrojecía por segundos, sus ojos parecían salirse de sus orbitas y finos hilos de un líquido espeso negro brotaban por las comisuras de su boca, su nariz y sus oídos…hasta que abandonó por completo este mundo en apenas tres minutos. Sin inmutarse, con una curva en la comisura que recordaba a una sonrisa, Thäis observó segundo tras segundo.
-Ya tiene su prueba. ¿Qué le parece? Se trasmite por todo el cuerpo en cuestión de segundos infectando la sangre. Mata lentamente descomponiendo los órganos a su paso, además, en seis horas puedo asegurarle que no quedará cadáver que enterrar –La voz del hombre cambió de nuevo haciéndose ver ágil y resuelta, usando el tono de un vendedor experto, cual prestamista, cual pescadero o cual perfumista.
-Es… perfecto ¿Los frascos de ese tamaño? –señaló el reflejo azul que le sobresalía por el bolsillo- Si son así querría cuatro…Con sus correspondientes antídotos, por supuesto. No quiero llevarme sorpresas indeseadas.
-Este veneno no tiene antídoto, está en periodo de prueba –afirmó el tratante. Ella levantó cuidadosamente la mano y, con mirada felina, acarició el rostro de este poblado de una barba corta y arreglada.
-No, no me engañas. Reconocería los efectos de la ponzoña de las arañas madre de Valanderiel a kilómetros. Recuerda con quién estás hablando. –él le respondió con el mismo gesto indicándole que todavía tenía sangre en la mejilla.
-Bien. Lo tendrás cuando tu parte del trato esté cerrada, antes no.
Willhem Post era una marioneta entre sus dedos. Un rico y, por suerte, joven y apuesto comerciante conocedor de los mares y las rutas, aunque inocente en lo que a las mujeres se refiere. Le había costado años y años, pero era muy buena captura para Thäis. Entre sábanas, haciendo preguntas tontas, le hizo creer que el negocio con la Casa Eidallah había sido idea completamente suya.
Y allí estaban…traspasando la puerta del gran salón de piedra del palacio de Sir Everett vestidos para la ocasión. El día había amanecido nublo y una densa lluvia asolaba la zona por lo que la celebración se había pasado dentro del edificio, un error para un cumpleaños con niños. Estos pequeños diablos recorrían correteando toda la sala adornada con estandartes de la familia, guirnaldas de vistosos colores, cuadros antiguos y alargadas alfombras. Los sirvientes, aparte de su faena oficial acompañando y presentando a los invitados recién llegados, no les quitaban ojo y los mantenían lejos de las mesas con comida abundante. Una suave música de un grupo de ministriles inundaba la sala haciendo más agradable la velada y calmaban los nervios de Thäis.
Si, todo estaba saliendo tal y como pensaba, pero no podía olvidar que una elfa había escuchado la conversación y lo más probable era que hubiese propagado la voz. No era la primera vez que iba a un acontecimiento social de esta escala con una de sus mejores galas y sonrisas, sin embargo se sentía desnuda, desprotegida. Estaba acostumbrada a que todos la observasen, para los humanos era un ser exótico y distinto y le costaba pasar desapercibida. Perfilaban su silueta, su cabello y su piel con el rabillo del ojo fingiendo que seguían a sus labores y cuchicheando a sus espaldas como si la nombrada no se diera cuenta o no tuviese un oído más desarrollado. Aunque algo iba mal ese día…Thäis no creía ver miradas normales sino flechas que le recordaban que había sido descubierta. Su fachada de dama educada y dócil se estaba desmoronando. Aún así ella saludaba uno por uno a los presentes agarrada del brazo de su prometido apretada en un corsé y luciendo su nuevo peinado con extensiones de crin de caballo que creía cambiarían su apariencia.
La espía llegó a su carro y agitó las riendas, los dedos de la elfa oscura alcanzaron a rozar la madera cuando una marea de chinas y polvo la hicieron cubrirse bajo su capa. Y cuando quiso descubrirse ya era tarde, por muchas piedras que tirase el tipo nunca la alcanzarían a esa velocidad. Un líquido se derramó por su mejilla. Llevó una mano al rostro y se sorprendió al ver unas gotas de sangre, algún proyectil le había cortado, pero nada por lo que preocuparse. Se acercó a paso rápido al árbol para recuperar su daga que sacó de un simple tirón y, hecha una furia, se giró encaminándose hacia Herman.
-¡Eh, tú, gordinflón! –Su compañero lo atendía arrodillado en el suelo y al fin la drow se dio cuenta de lo insoportables que eran sus berridos. Él le reprendía la estupidez que acababa de cometer, rogándole silencio mientras le vendaba sin ningún cuidado el codo ¿Cómo había llegado antes que ella?- ¡Mira lo que has hecho, inepto! ¿A quién se le ocurre? –Daga en mano iba dispuesta a cortarle el cuello en cualquier momento, pero el otro la detuvo poniéndose en medio- ¡Quieta! ¿Qué pretendes? ¿Cortarlo en pedacitos, enterrarlo y mañana explicarle a quien sea por qué tus vestidos están cubiertos de sangre y barro?
Hasta ella se sorprendió de aquella respuesta, de pronto parecía otra persona. El hombre rubio de cabello despeinado, buenos ropajes y sonrisa fanfarrona se había transformado en un hombre rubio de cabello más despeinado, ropajes manchados y una mirada helada y áspera. Guardó ambas dagas y suspiró complacida ante lo que estaba viendo. Herman se había quedado sin voz y con un cuerpo totalmente inerte, solo podía reflejar su agonía interna en numerosas muecas. Su piel se enrojecía por segundos, sus ojos parecían salirse de sus orbitas y finos hilos de un líquido espeso negro brotaban por las comisuras de su boca, su nariz y sus oídos…hasta que abandonó por completo este mundo en apenas tres minutos. Sin inmutarse, con una curva en la comisura que recordaba a una sonrisa, Thäis observó segundo tras segundo.
-Ya tiene su prueba. ¿Qué le parece? Se trasmite por todo el cuerpo en cuestión de segundos infectando la sangre. Mata lentamente descomponiendo los órganos a su paso, además, en seis horas puedo asegurarle que no quedará cadáver que enterrar –La voz del hombre cambió de nuevo haciéndose ver ágil y resuelta, usando el tono de un vendedor experto, cual prestamista, cual pescadero o cual perfumista.
-Es… perfecto ¿Los frascos de ese tamaño? –señaló el reflejo azul que le sobresalía por el bolsillo- Si son así querría cuatro…Con sus correspondientes antídotos, por supuesto. No quiero llevarme sorpresas indeseadas.
-Este veneno no tiene antídoto, está en periodo de prueba –afirmó el tratante. Ella levantó cuidadosamente la mano y, con mirada felina, acarició el rostro de este poblado de una barba corta y arreglada.
-No, no me engañas. Reconocería los efectos de la ponzoña de las arañas madre de Valanderiel a kilómetros. Recuerda con quién estás hablando. –él le respondió con el mismo gesto indicándole que todavía tenía sangre en la mejilla.
-Bien. Lo tendrás cuando tu parte del trato esté cerrada, antes no.
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Willhem Post era una marioneta entre sus dedos. Un rico y, por suerte, joven y apuesto comerciante conocedor de los mares y las rutas, aunque inocente en lo que a las mujeres se refiere. Le había costado años y años, pero era muy buena captura para Thäis. Entre sábanas, haciendo preguntas tontas, le hizo creer que el negocio con la Casa Eidallah había sido idea completamente suya.
Y allí estaban…traspasando la puerta del gran salón de piedra del palacio de Sir Everett vestidos para la ocasión. El día había amanecido nublo y una densa lluvia asolaba la zona por lo que la celebración se había pasado dentro del edificio, un error para un cumpleaños con niños. Estos pequeños diablos recorrían correteando toda la sala adornada con estandartes de la familia, guirnaldas de vistosos colores, cuadros antiguos y alargadas alfombras. Los sirvientes, aparte de su faena oficial acompañando y presentando a los invitados recién llegados, no les quitaban ojo y los mantenían lejos de las mesas con comida abundante. Una suave música de un grupo de ministriles inundaba la sala haciendo más agradable la velada y calmaban los nervios de Thäis.
Si, todo estaba saliendo tal y como pensaba, pero no podía olvidar que una elfa había escuchado la conversación y lo más probable era que hubiese propagado la voz. No era la primera vez que iba a un acontecimiento social de esta escala con una de sus mejores galas y sonrisas, sin embargo se sentía desnuda, desprotegida. Estaba acostumbrada a que todos la observasen, para los humanos era un ser exótico y distinto y le costaba pasar desapercibida. Perfilaban su silueta, su cabello y su piel con el rabillo del ojo fingiendo que seguían a sus labores y cuchicheando a sus espaldas como si la nombrada no se diera cuenta o no tuviese un oído más desarrollado. Aunque algo iba mal ese día…Thäis no creía ver miradas normales sino flechas que le recordaban que había sido descubierta. Su fachada de dama educada y dócil se estaba desmoronando. Aún así ella saludaba uno por uno a los presentes agarrada del brazo de su prometido apretada en un corsé y luciendo su nuevo peinado con extensiones de crin de caballo que creía cambiarían su apariencia.
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
El enorme salón principal estaba colmado de personas, embajadores, diplomáticos de distintas casas, familias con apellidos más largos de lo que Loth podría recordar nunca, tanto glamour y derroche la tenia asombrada, aunque no permitía que se le notara mucho ya que tenía que actuar como una profesional. Se había pasado los últimos días pensando en el incidente con los bandidos y el veneno, pero llegado ese momento, su mente estaba centrada en lo que tenía que hacer y lejos había quedado el recuerdo de esa desagradable vivencia.
Había llegado temprano para poder acomodar los aparatos inventados por Otto, y asegurarse que funcionaran sin explosiones, los había hecho andar una vez con ella en el centro para saber cómo se sentiría durante el espectáculo, y luego una vez más pero parada desde donde estaría el público, para saber cómo la verían. Todo parecía estar en orden, había practicado una rutina para esa ocasión e incluso se había preparado un traje nuevo y espectacular para dejarlos sorprendidos.
Ajustó sus medías a cuadros rojos y negros que le llegaban hasta tres cuartos de las piernas, apenas separados de estas llevaba un pequeño short negro y en la parte del torso una camisa ajustada roja con agujeros hechos en la parte de los hombros lo que le daba mucha facilidad en el movimiento. Llevaba tan solo media mascara ese día, porque le interesaba que los espectadores pudieran ver sus gestos.
Esperaba a un costado del salón a que fuera su turno de presentarse, faltaban pocos minutos y ya sentía una leve inquietud, pero era algo que le pasaba siempre antes de empezar con un show, lo padecía y lo disfrutaba a la vez. A la hora señalada las luces de las lámparas se volvieron más tenues, logrando que tan solo quede iluminada la parte donde estaba en ese momento recostada Loth, tras una cortina hecha de papel aunque en su movimiento parecía tela. La máquina de vapor fabricada por Otto comenzó a funcionar, creando una tenue neblina, y las lámparas ubicadas tras la cortina y detrás de la elfa lograban el efecto de que solo se viera su sombra.
Se levanto lentamente, moviendo el cuerpo de forma tal que parecía no seguir las reglas de la anatomía humana, aprovechando su increíble flexibilidad. En las manos llevaba antorchas, las cuales comenzaron a moverse a medida que se ponía en pie, pronto el fuego de las puntas dibujaban círculos alrededor de todo su cuerpo, creando un efecto hipnotizante entre las sombras y la luz. Las flamas pasaban por encima de su cabeza, por debajo de sus piernas, rozando su figura a una velocidad vertiginosa. Y en un segundo se detuvo, puso la antorcha frente a su rostro y soplo el combustible que llevaba en la boca, creando una llamarada que prendió fuego la cortina.
El vapor había humedecido el papel, por lo que este no ardía de forma descontrolada, sino que lo hacía de manera lenta, en un circulo que se expandía por el cual Loth paso su pequeña figura mientras hacía malabares con unas clavas. El público impresionado y complacido aplaudía a la muchacha mientras esta continuaba con los actos de equilibrio, disfrutando del momento, la elfa iba agregando objetos que tomaba de las mesas cercanas o de la decoración hasta que ya resultaba difícil saber con cuantos elementos estaba haciendo malabares.
Finalmente, los lanzó al aire para ir atrapándolos de a uno haciendo una torre de elementos de lo más diversos que se sostenían en un precario equilibrio, claro que llegado el momento la altura de los objetos la superaban, pero no se inmuto, los espectadores estaban estupefactos viendo a la velocidad que podía moverse esa pequeña chica, se subió a una de las mesas para seguir agregando elementos que iban cayendo del aire concluyendo con tan solo una copa en su mano, la cual hizo sonar dándole un ligero golpe con uno de sus anillos.
La sala estaba en absoluto silencio, lo cual hizo resaltar aun más el sonido del cristal que fue apagándose lentamente hasta desaparecer por completo. El ambiente se quedo como congelado tan solo unos segundos para luego explotar en aplausos, Loth hizo una reverencia agradeciendo, algo agitada pero feliz de que todo hubiese salido tal y como lo había planeado.
Había llegado temprano para poder acomodar los aparatos inventados por Otto, y asegurarse que funcionaran sin explosiones, los había hecho andar una vez con ella en el centro para saber cómo se sentiría durante el espectáculo, y luego una vez más pero parada desde donde estaría el público, para saber cómo la verían. Todo parecía estar en orden, había practicado una rutina para esa ocasión e incluso se había preparado un traje nuevo y espectacular para dejarlos sorprendidos.
Ajustó sus medías a cuadros rojos y negros que le llegaban hasta tres cuartos de las piernas, apenas separados de estas llevaba un pequeño short negro y en la parte del torso una camisa ajustada roja con agujeros hechos en la parte de los hombros lo que le daba mucha facilidad en el movimiento. Llevaba tan solo media mascara ese día, porque le interesaba que los espectadores pudieran ver sus gestos.
Esperaba a un costado del salón a que fuera su turno de presentarse, faltaban pocos minutos y ya sentía una leve inquietud, pero era algo que le pasaba siempre antes de empezar con un show, lo padecía y lo disfrutaba a la vez. A la hora señalada las luces de las lámparas se volvieron más tenues, logrando que tan solo quede iluminada la parte donde estaba en ese momento recostada Loth, tras una cortina hecha de papel aunque en su movimiento parecía tela. La máquina de vapor fabricada por Otto comenzó a funcionar, creando una tenue neblina, y las lámparas ubicadas tras la cortina y detrás de la elfa lograban el efecto de que solo se viera su sombra.
Se levanto lentamente, moviendo el cuerpo de forma tal que parecía no seguir las reglas de la anatomía humana, aprovechando su increíble flexibilidad. En las manos llevaba antorchas, las cuales comenzaron a moverse a medida que se ponía en pie, pronto el fuego de las puntas dibujaban círculos alrededor de todo su cuerpo, creando un efecto hipnotizante entre las sombras y la luz. Las flamas pasaban por encima de su cabeza, por debajo de sus piernas, rozando su figura a una velocidad vertiginosa. Y en un segundo se detuvo, puso la antorcha frente a su rostro y soplo el combustible que llevaba en la boca, creando una llamarada que prendió fuego la cortina.
El vapor había humedecido el papel, por lo que este no ardía de forma descontrolada, sino que lo hacía de manera lenta, en un circulo que se expandía por el cual Loth paso su pequeña figura mientras hacía malabares con unas clavas. El público impresionado y complacido aplaudía a la muchacha mientras esta continuaba con los actos de equilibrio, disfrutando del momento, la elfa iba agregando objetos que tomaba de las mesas cercanas o de la decoración hasta que ya resultaba difícil saber con cuantos elementos estaba haciendo malabares.
Finalmente, los lanzó al aire para ir atrapándolos de a uno haciendo una torre de elementos de lo más diversos que se sostenían en un precario equilibrio, claro que llegado el momento la altura de los objetos la superaban, pero no se inmuto, los espectadores estaban estupefactos viendo a la velocidad que podía moverse esa pequeña chica, se subió a una de las mesas para seguir agregando elementos que iban cayendo del aire concluyendo con tan solo una copa en su mano, la cual hizo sonar dándole un ligero golpe con uno de sus anillos.
La sala estaba en absoluto silencio, lo cual hizo resaltar aun más el sonido del cristal que fue apagándose lentamente hasta desaparecer por completo. El ambiente se quedo como congelado tan solo unos segundos para luego explotar en aplausos, Loth hizo una reverencia agradeciendo, algo agitada pero feliz de que todo hubiese salido tal y como lo había planeado.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Su ingenuo prometido y ella caminaban por la sala a paso cortos pues al ser hijo de un afamado comerciante muchos hombres de alta cuna se acercaban para sonsacarle información de sus mercancías y sus andanzas de forma muy sutil, escondida tras una bienvenida cortes. Ay…la hipocresía de la burguesía no tenía límites, aunque ambos gustaban de la astucia suficiente para devolverles la jugada con rapidez. Realmente no lo asumiría nunca, ya que a ella le gustaba valerse por sí misma, pero hacían muy buena pareja en los negocios. Pronto estuvieron al tanto de las nuevas noticias de la guerra política y de la económica y montones de datos sobre cifras de venta y habladurías se agolparon en el cerebro de la drow. No sabía qué se podría haber filtrado del encontronazo de la otra noche y le interesaba descubrir cualquier inicio de rumor que le afectara personalmente. Era consciente de que si se hablaba demás todo lo que le había costado años conseguir se iría por la borda.
Después un tiempo de recíprocas falsas palabras de admiración, Thäis se separó dispuesta a servirse una buena copa de vino y despejar la mente lejos del bullicio antes de que un niño saliese “accidentalmente” herido. Al fin y al cabo ella no estaba allí para negociar, sino para acompañar con la mejores de sus apariencias a Willhem Ponts y levantar las envidias. Sí, todo era parte de la estrategia de negocio, nada era casualidad.
- Vaya, vaya, ¿a quién tenemos por aquí? Apenas la reconozco con esa facha –La jarra se desvió del curso, se derramó por su mano y giró el rostro sobresaltada. Se esperaba una tropa de soldados dispuestos a llevársela y no había traído ni una sola de sus armas. Sin embargo no, no había nada de eso- Por suerte o por desgracia no he visto pieles tan cerúleas como la suya.
- ¡Tú! –El mismo hombre rubio de barba arreglada y elegantes ropas con quien había tratado noches antes la volvía a mirar con socarronería. Su temor se transformó rápidamente en un atisbo de ira, estaba tan nerviosa que ni lo había visto acercarse- ¿Qué demonios haces aquí?
-Debería de tener más cuidado, el anfitrión no trajo este vino para que lo tirasen sino para beberlo –Alzó la copa, le quitó con cuidado la jarra de las manos y le sirvió cortésmente. Cuando la elfa oscura levantó la vista vio como su prometido venía a paso rápido hacia ella y le tomaba la mano en lo que ella creía un instinto de posesión. Contenta con esto, bebió por fin de la copa.
-¡Vaya! ¡Toda una sorpresa! ¡Le estaba buscando por todo el salón, pero veo que mi mujer le ha encontrado antes! –De nuevo Thäis no entendía nada de lo que pasaba. ¿Qué relación había entre él y Willhem? En un rápido gesto cómplice le hizo ver su confusión, aunque sus neuronas relacionaron todo antes de que él hablase- Querida, te presento al honorable y noble Sir Micaelo de Eidallah…
Esta vez le dio tiempo a reaccionar como se debía bajando el rostro e inclinándose en una sutil reverencia murmurando un “Encantada de conocerlo, señor”. Ella mentalmente suspiró aliviada, si uno de los dos contaba cualquiera de los hechos que habían vivido el otro podía hacer lo mismo y ambos saldrían perjudicados, por lo que el secreto estaba relativamente a salvo.
El espectáculo programado comenzó, la mayoría de las lámparas se apagaron y sumieron la sala en una oscuridad tenue, solo rota por un foco que iluminaba el escenario. Los tres tomaron sus copas e interrumpieron la conversación, al igual que el resto de público, dirigiendo su atención al telón que poco a poco se abría entre llamas. El conjunto de ministriles aportaron su música al encanto del momento. Los niños corretearon hacia los pies del tablado para sentarse en unos grandes cojines que tenían preparados y observar con los ojos como platos la aparición de la elfa.
De nuevo no fueron los únicos en sorprenderse. Esa silueta, esa forma de andar, ese cabello desorganizado… Thäis dirigió una mirada helada a Micaelo y él asintió sin variar la sonrisa de su rostro apoyando una mano en el hombro de Willhem. El estómago de la drow se cerró por completo mientras los nervios se acumulaban, aunque, al igual que en el comerciante, visualmente no se apreciaba.
Cuando los músicos callaron y el sonido de la copa se desvaneció en el ambiente el público se deshizo en aplausos y comenzó la farsa de la drow…
-¡Oh! ¡Fabuloso! ¡Hacía tiempo que no veía una actuación tan buena! –Aplaudía efusiva contagiándoselo a sus acompañantes con rostro de felicidad suprema- ¡Oh! ¡Más que sorprendente! ¿Vieron todo lo que ha puesto?
-Si, si, señorita, parece realmente cosa de hechicería –Micaelo le contestó de igual forma mientras ambos hombres reían por lo vehemente de su reacción. En estos momento él también cumplía un papel a la perfección, el de anfitrión amigable, tal y como se esperaba de un eficiente líder de una Casa como lo era Eidallah- Ahora que pienso…¿no le gustaría conocerla? La ha contratado la esposa de Sir Everett para hacer juegos con los niños y no creo que ponga pegas a realizar un espectáculo privado por unas cuantas monedas más.
-¡Claro! ¡Cariño! Así puedo entretenerme mientras ambos habláis y negociáis todo el tiempo que necesitéis. Ya sabes que las reuniones me dan un dolor de cabeza terrible…-La cara de cachorro abandonado nunca fallaba y Thäis lo sabía. Willhem sonrió, el comerciante le había caído en gracia y aceptó el ofrecimiento dirigiéndose, agarrado a la mano de la mujer, tras sus pasos.
La elfa, de espaldas, continuaba con sus malabares riendo y realizando equilibrios dentro de un corro de niños que la miraban con verdadera fascinación. “Ocúpate tú, a mí me puede reconocer” le susurró el comerciante a la drow pasando por su lado haciendo como que lo llamaban por otro lado. “Y tal como viene, deja el encargo y desaparece. Muy típico.” pensó ella apretando el puño “Iba bien cubierta, no tiene por qué sospechar nada…supongo” Aprovechando que la elfa hacía una serie de reverencias decidió darle un codazo a su pelele preferido, su prometido, y dedicarse a beber de la copa y sacudirse el vestido con suavidad de las posibles migas.
-Perdona, perdona, chica. No quiero molestarte en tu trabajo, pero a mi esposa y a mí nos ha encantado su actuación y queríamos saber si no te importaría reservarte un hueco al final de la celebración para un espectáculo privado. Obviamente a cambio de un sobresueldo. ¿Qué te parece mi oferta?
Después un tiempo de recíprocas falsas palabras de admiración, Thäis se separó dispuesta a servirse una buena copa de vino y despejar la mente lejos del bullicio antes de que un niño saliese “accidentalmente” herido. Al fin y al cabo ella no estaba allí para negociar, sino para acompañar con la mejores de sus apariencias a Willhem Ponts y levantar las envidias. Sí, todo era parte de la estrategia de negocio, nada era casualidad.
- Vaya, vaya, ¿a quién tenemos por aquí? Apenas la reconozco con esa facha –La jarra se desvió del curso, se derramó por su mano y giró el rostro sobresaltada. Se esperaba una tropa de soldados dispuestos a llevársela y no había traído ni una sola de sus armas. Sin embargo no, no había nada de eso- Por suerte o por desgracia no he visto pieles tan cerúleas como la suya.
- ¡Tú! –El mismo hombre rubio de barba arreglada y elegantes ropas con quien había tratado noches antes la volvía a mirar con socarronería. Su temor se transformó rápidamente en un atisbo de ira, estaba tan nerviosa que ni lo había visto acercarse- ¿Qué demonios haces aquí?
-Debería de tener más cuidado, el anfitrión no trajo este vino para que lo tirasen sino para beberlo –Alzó la copa, le quitó con cuidado la jarra de las manos y le sirvió cortésmente. Cuando la elfa oscura levantó la vista vio como su prometido venía a paso rápido hacia ella y le tomaba la mano en lo que ella creía un instinto de posesión. Contenta con esto, bebió por fin de la copa.
-¡Vaya! ¡Toda una sorpresa! ¡Le estaba buscando por todo el salón, pero veo que mi mujer le ha encontrado antes! –De nuevo Thäis no entendía nada de lo que pasaba. ¿Qué relación había entre él y Willhem? En un rápido gesto cómplice le hizo ver su confusión, aunque sus neuronas relacionaron todo antes de que él hablase- Querida, te presento al honorable y noble Sir Micaelo de Eidallah…
Esta vez le dio tiempo a reaccionar como se debía bajando el rostro e inclinándose en una sutil reverencia murmurando un “Encantada de conocerlo, señor”. Ella mentalmente suspiró aliviada, si uno de los dos contaba cualquiera de los hechos que habían vivido el otro podía hacer lo mismo y ambos saldrían perjudicados, por lo que el secreto estaba relativamente a salvo.
El espectáculo programado comenzó, la mayoría de las lámparas se apagaron y sumieron la sala en una oscuridad tenue, solo rota por un foco que iluminaba el escenario. Los tres tomaron sus copas e interrumpieron la conversación, al igual que el resto de público, dirigiendo su atención al telón que poco a poco se abría entre llamas. El conjunto de ministriles aportaron su música al encanto del momento. Los niños corretearon hacia los pies del tablado para sentarse en unos grandes cojines que tenían preparados y observar con los ojos como platos la aparición de la elfa.
De nuevo no fueron los únicos en sorprenderse. Esa silueta, esa forma de andar, ese cabello desorganizado… Thäis dirigió una mirada helada a Micaelo y él asintió sin variar la sonrisa de su rostro apoyando una mano en el hombro de Willhem. El estómago de la drow se cerró por completo mientras los nervios se acumulaban, aunque, al igual que en el comerciante, visualmente no se apreciaba.
Cuando los músicos callaron y el sonido de la copa se desvaneció en el ambiente el público se deshizo en aplausos y comenzó la farsa de la drow…
-¡Oh! ¡Fabuloso! ¡Hacía tiempo que no veía una actuación tan buena! –Aplaudía efusiva contagiándoselo a sus acompañantes con rostro de felicidad suprema- ¡Oh! ¡Más que sorprendente! ¿Vieron todo lo que ha puesto?
-Si, si, señorita, parece realmente cosa de hechicería –Micaelo le contestó de igual forma mientras ambos hombres reían por lo vehemente de su reacción. En estos momento él también cumplía un papel a la perfección, el de anfitrión amigable, tal y como se esperaba de un eficiente líder de una Casa como lo era Eidallah- Ahora que pienso…¿no le gustaría conocerla? La ha contratado la esposa de Sir Everett para hacer juegos con los niños y no creo que ponga pegas a realizar un espectáculo privado por unas cuantas monedas más.
-¡Claro! ¡Cariño! Así puedo entretenerme mientras ambos habláis y negociáis todo el tiempo que necesitéis. Ya sabes que las reuniones me dan un dolor de cabeza terrible…-La cara de cachorro abandonado nunca fallaba y Thäis lo sabía. Willhem sonrió, el comerciante le había caído en gracia y aceptó el ofrecimiento dirigiéndose, agarrado a la mano de la mujer, tras sus pasos.
La elfa, de espaldas, continuaba con sus malabares riendo y realizando equilibrios dentro de un corro de niños que la miraban con verdadera fascinación. “Ocúpate tú, a mí me puede reconocer” le susurró el comerciante a la drow pasando por su lado haciendo como que lo llamaban por otro lado. “Y tal como viene, deja el encargo y desaparece. Muy típico.” pensó ella apretando el puño “Iba bien cubierta, no tiene por qué sospechar nada…supongo” Aprovechando que la elfa hacía una serie de reverencias decidió darle un codazo a su pelele preferido, su prometido, y dedicarse a beber de la copa y sacudirse el vestido con suavidad de las posibles migas.
-Perdona, perdona, chica. No quiero molestarte en tu trabajo, pero a mi esposa y a mí nos ha encantado su actuación y queríamos saber si no te importaría reservarte un hueco al final de la celebración para un espectáculo privado. Obviamente a cambio de un sobresueldo. ¿Qué te parece mi oferta?
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Aun no podía controlar el ritmo de sus latidos, si bien realizaba presentaciones desde que era muy pequeña, la emoción que sentía durante el mismo seguía siendo igual que la primera vez que había salido a un escenario. El aplauso de las personas la embriagaba, y tenía que llamarse a sí misma a la cordura para volver a enfocar su mente en el presente, donde un grupo de niños la rodeaban de la nada pidiéndole trucos, acrobacias y demás entretenimientos.
-¡Quiero que haga de nuevo lo del fuego!- Decía un niño de pelo corto y oscuro vestido con una imitación de traje militar. Le agarraba la mano a Loth y tiraba de ella con insistencia mientras reiteraba su pedido - ¡El de fuego, el de fuego!
-¡No, no, no! ¡Que haga lo de los platos, quiero que los tire al aire de nuevo! – Le decía una niña de risos dorados que con su vestido blanco parecía un pequeño ángelito, tirando de la otra mano de la elfa – ¡Nosotros te los tiramos y tú los haces girar!
-¡Ya se! Tengo unas bolas que podemos prender fuego, haré malabares con ellas ¿Les parece? – Les respondió la muchacha muy emocionada, y es que a veces Loth era tan infantil como una niña, no se podía evitar ya que para los de su raza ella era aun muy joven. Fue caminando hacia su bolso con ambos niños tirando de sus brazos y hablando sin parar, a lo que varios más se fueron sumando entre risas y expectativa – Bien, pero quiero que se alejen un poco, porque es peligroso.
-¡Pero yo quiero ver bien de cerca!- Dijo la hermosa niña, era evidente que estaba acostumbrada a que sus caprichos se cumplieran sin rechistar.
-Ah pero podrías quemarte, créeme, se de lo que hablo – Le dijo Loth señalando la máscara que usaba, los niños se la quedaron mirando fascinados y empezaron a hacer preguntas que la elfa evadió con gran sutileza – De acuerdo, ya suficiente de charla, vamos a jugar.
Agarro varias bolas de tela que tenía en la mochila, las cubrió apenas con algo de aceite y luego las prendió fuego, no era una gran llamarada, pero lo suficiente como para quemarse, por lo que tenía que hacer malabares con ellas muy rápido para no dañarse las manos. Aun así Loth se veía de lo más confiada, lanzándolas al aire mientras se reía, escuchando las exclamaciones de los niños y los aplausos.
Luego de estar lanzando las bolas al aire durante un rato, haciendo círculos a veces alrededor de sus piernas, otras de sus brazos, finalmente decidió terminar la pequeña presentación. Mientras iba caminando alrededor de una mesa llena de copas con bebidas, fue dejando caer los balones uno por uno, y cuando termino hizo una reverencia, mientras su tierno público la aplaudía. Fue entonces que sintió el toque en su hombro…
Si alguien le hubiese preguntado qué cosas no esperaba encontrarse en una fiesta como esa a plena vista de todos eso era con una Drow. Le costó unos segundos salir de su asombro y sonreír como si nada pasara, hizo una nueva reverencia respetuosa, no era normal que le pidieran una función privada, pero tampoco era la primera vez que le pasaba.
-¡Me alegra mucho que les haya gustado! Y me encantaría hacer una función para ustedes, pero tiene que preguntarle a quien me contrato ya que él dispone de mi tiempo durante esta noche – Les respondió en actitud cortes. Intentaba que todas las cosas que le habían contado de chica sobre los Drows no vinieran a su cabeza, si bien había pasado pocos años con los elfos, había sido suficiente como para que instalen en ella un miedo natural hacia sus primos lejanos los elfos oscuros.
Pero más allá de lo peculiar que era el tener a una mujer así frente a ella en un lugar como ese, había algo más que le llamaba la atención, el tercer hombre que los acompañaba, no estaba segura pero le resultaba familiar. No lograba discernir en donde lo había visto, tal vez entre el público en alguna de sus funciones, no lo sabía, pero por algún motivo lo relacionaba con algo malo.
-Solo estaré durante esta noche, luego regresare a mi ciudad, Trinacria, así que en verdad espero que el Sir Everett no tenga inconveniente alguno – Solo entonces levanto la vista, sonriendo - ¿Hay algún acto en particular que deseen ver?
-¡Quiero que haga de nuevo lo del fuego!- Decía un niño de pelo corto y oscuro vestido con una imitación de traje militar. Le agarraba la mano a Loth y tiraba de ella con insistencia mientras reiteraba su pedido - ¡El de fuego, el de fuego!
-¡No, no, no! ¡Que haga lo de los platos, quiero que los tire al aire de nuevo! – Le decía una niña de risos dorados que con su vestido blanco parecía un pequeño ángelito, tirando de la otra mano de la elfa – ¡Nosotros te los tiramos y tú los haces girar!
-¡Ya se! Tengo unas bolas que podemos prender fuego, haré malabares con ellas ¿Les parece? – Les respondió la muchacha muy emocionada, y es que a veces Loth era tan infantil como una niña, no se podía evitar ya que para los de su raza ella era aun muy joven. Fue caminando hacia su bolso con ambos niños tirando de sus brazos y hablando sin parar, a lo que varios más se fueron sumando entre risas y expectativa – Bien, pero quiero que se alejen un poco, porque es peligroso.
-¡Pero yo quiero ver bien de cerca!- Dijo la hermosa niña, era evidente que estaba acostumbrada a que sus caprichos se cumplieran sin rechistar.
-Ah pero podrías quemarte, créeme, se de lo que hablo – Le dijo Loth señalando la máscara que usaba, los niños se la quedaron mirando fascinados y empezaron a hacer preguntas que la elfa evadió con gran sutileza – De acuerdo, ya suficiente de charla, vamos a jugar.
Agarro varias bolas de tela que tenía en la mochila, las cubrió apenas con algo de aceite y luego las prendió fuego, no era una gran llamarada, pero lo suficiente como para quemarse, por lo que tenía que hacer malabares con ellas muy rápido para no dañarse las manos. Aun así Loth se veía de lo más confiada, lanzándolas al aire mientras se reía, escuchando las exclamaciones de los niños y los aplausos.
Luego de estar lanzando las bolas al aire durante un rato, haciendo círculos a veces alrededor de sus piernas, otras de sus brazos, finalmente decidió terminar la pequeña presentación. Mientras iba caminando alrededor de una mesa llena de copas con bebidas, fue dejando caer los balones uno por uno, y cuando termino hizo una reverencia, mientras su tierno público la aplaudía. Fue entonces que sintió el toque en su hombro…
Si alguien le hubiese preguntado qué cosas no esperaba encontrarse en una fiesta como esa a plena vista de todos eso era con una Drow. Le costó unos segundos salir de su asombro y sonreír como si nada pasara, hizo una nueva reverencia respetuosa, no era normal que le pidieran una función privada, pero tampoco era la primera vez que le pasaba.
-¡Me alegra mucho que les haya gustado! Y me encantaría hacer una función para ustedes, pero tiene que preguntarle a quien me contrato ya que él dispone de mi tiempo durante esta noche – Les respondió en actitud cortes. Intentaba que todas las cosas que le habían contado de chica sobre los Drows no vinieran a su cabeza, si bien había pasado pocos años con los elfos, había sido suficiente como para que instalen en ella un miedo natural hacia sus primos lejanos los elfos oscuros.
Pero más allá de lo peculiar que era el tener a una mujer así frente a ella en un lugar como ese, había algo más que le llamaba la atención, el tercer hombre que los acompañaba, no estaba segura pero le resultaba familiar. No lograba discernir en donde lo había visto, tal vez entre el público en alguna de sus funciones, no lo sabía, pero por algún motivo lo relacionaba con algo malo.
-Solo estaré durante esta noche, luego regresare a mi ciudad, Trinacria, así que en verdad espero que el Sir Everett no tenga inconveniente alguno – Solo entonces levanto la vista, sonriendo - ¿Hay algún acto en particular que deseen ver?
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
-Cariño, ¿qué prefieres? –dijo Willhem girando su rostro hacia su prometida. La drow se acarició el mentón pensativa centrando su mirada en un lugar lejano de la sala. Allí había demasiada gente y por su mente solo pasaba una pregunta: dónde podría llevarla para deshacerse de ella. No conocía en absoluto la estructura del edificio por mucho que repasase mentalmente los detalles en los que se había fijado. Probablemente arriba se situarían las habitaciones, uno o varios despachos, un estudio y la sala de reuniones donde Willhem trataría sus asuntos minutos después. Abajo probablemente hubiese cocinas, los dormitorios del servicio, almacenes y, tal y como había conocido Micaelo suponía que Sir Everett dispondría de unos calabozos. Fuera era imposible, estaba lloviendo y cualquiera podría descubrirla.
A Thäis no le convencía la sensación de descontrol que suponía esa situación, prefería no improvisar, pero esta vez no le quedaba otra. Segundos después colocó de nuevo su falsa sonrisa y dijo- Lo de los platos, eso sería maravilloso. ¡Quiero comprobar dónde está tu límite! –exclamó guiñando un ojo a la elfa de forma graciosa. Su noble prometido soltó una risotada, disfrutando con el arrebato infantil de su mujer, la apegó a él dándole un beso en la frente y se despidió- No habrá problema, ahora mismo voy a ver a Sir Everett y seguro que queda todo zanjado. –Y la drow se quedó a solas con Loth.
Continuando esa faceta amable se rellenó su copa y le dio otra a su compañera, tomándola después del brazo y alejándose un poco de la multitud. Era consciente que dentro del salón llamaban bastante la atención de por sí, una por protagonista del día y otra simplemente por su piel azul, por eso mismo nadie tenía que notar que había algo extraño entre estas dos.
-¡Encantadísima de conocerte, bonita! –exclamó ella mientras ocultaba en un leve trago de vino sus verdaderos pensamientos “Mírala…tan escuálida, seguro que no tiene qué llevarse a la boca, que le soplas y se cae…y ese tono tan enfermizo…y esos pelos…¡¿qué pelos son esos?!...Elfa tenía que ser…” – Me llamo Thäis…¿cuál es tu nombre? –Al escuchar la contestación un ligero escalofrío le hizo torcer levemente la sonrisa, no se podría creer cómo el destino estaba jugando con ella- O-oh…si…precioso cuanto menos… Significa “Flor” ¿verdad? Emmmm…Tengo varias preguntas que hacerte…¿Cuánto tiempo llevas dedicándole a esto? ¿Qué te llevó a ello? ¿Qué más números traes preparados? –Conforme iban sucediéndose las palabras su voz volvía a estar más segura, más cariñosa y cercana esperando sus contestaciones- ¡Qué ropas más curiosas! ¿Te las haces tú? ¿Vives por aquí cerca? Jajajajajajaja Ay, perdona, querida, te estoy agobiando un poco con tanta preguntita, ¿no? –sutilmente cerró su brazo alrededor del de la acróbata impidiendo que se alejase y bajó la voz, aunque continuando con el mismo tono tierno y falso- Por cierto...¿Qué hacías tú hace dos noches en medio de una granja abandonada? ¿Acaso te envió alguien?
A Thäis no le convencía la sensación de descontrol que suponía esa situación, prefería no improvisar, pero esta vez no le quedaba otra. Segundos después colocó de nuevo su falsa sonrisa y dijo- Lo de los platos, eso sería maravilloso. ¡Quiero comprobar dónde está tu límite! –exclamó guiñando un ojo a la elfa de forma graciosa. Su noble prometido soltó una risotada, disfrutando con el arrebato infantil de su mujer, la apegó a él dándole un beso en la frente y se despidió- No habrá problema, ahora mismo voy a ver a Sir Everett y seguro que queda todo zanjado. –Y la drow se quedó a solas con Loth.
Continuando esa faceta amable se rellenó su copa y le dio otra a su compañera, tomándola después del brazo y alejándose un poco de la multitud. Era consciente que dentro del salón llamaban bastante la atención de por sí, una por protagonista del día y otra simplemente por su piel azul, por eso mismo nadie tenía que notar que había algo extraño entre estas dos.
-¡Encantadísima de conocerte, bonita! –exclamó ella mientras ocultaba en un leve trago de vino sus verdaderos pensamientos “Mírala…tan escuálida, seguro que no tiene qué llevarse a la boca, que le soplas y se cae…y ese tono tan enfermizo…y esos pelos…¡¿qué pelos son esos?!...Elfa tenía que ser…” – Me llamo Thäis…¿cuál es tu nombre? –Al escuchar la contestación un ligero escalofrío le hizo torcer levemente la sonrisa, no se podría creer cómo el destino estaba jugando con ella- O-oh…si…precioso cuanto menos… Significa “Flor” ¿verdad? Emmmm…Tengo varias preguntas que hacerte…¿Cuánto tiempo llevas dedicándole a esto? ¿Qué te llevó a ello? ¿Qué más números traes preparados? –Conforme iban sucediéndose las palabras su voz volvía a estar más segura, más cariñosa y cercana esperando sus contestaciones- ¡Qué ropas más curiosas! ¿Te las haces tú? ¿Vives por aquí cerca? Jajajajajajaja Ay, perdona, querida, te estoy agobiando un poco con tanta preguntita, ¿no? –sutilmente cerró su brazo alrededor del de la acróbata impidiendo que se alejase y bajó la voz, aunque continuando con el mismo tono tierno y falso- Por cierto...¿Qué hacías tú hace dos noches en medio de una granja abandonada? ¿Acaso te envió alguien?
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Mantenía la sonrisa mientras escuchaba el debate de la pareja, aunque no eran quienes la habían contratado de modo directo, parecían ser amigos del dueño del lugar, por lo tanto, tenía que tratarlos con la misma amabilidad, sonreír y aceptar lo que decidieran. Lo cierto era que se la estaba pasando genial con los niños, era una pena que vinieran a interrumpirla, pero ya sabía que no estaba allí para divertirse, trabajo era trabajo.
Lo que en verdad le preocupaba era la presencia de esa Drow allí, a nadie parecía inquietarle, ni llamarle la atención ¿Es que era una mujer conocida en ese ambiente? No lo sabía, su conocimiento sobre las clases altas y sus cotilleos era casi nulo. Pero por parte de Loth le resultaba difícil el mantenerse tranquila, toda su sangre de elfo tiraba de ella y le exigía que la ataque o que saliera corriendo lo más lejos posible de esa mujer. El quedarse a solas con ella solo incrementó la inquietud, se decía a sí misma que no tenía que prejuzgar, que no tenía porqué ser una mala persona, tal vez algo superficial, pero no por eso una asesina.
-Emm... Me llamo Loth, Loth Adelain - Dijo mientras agarraba la copa, aunque no la probó por el momento, intento sonreír de modo natural, aunque se notaba algo nerviosa - Si, exacto, por eso lo eligieron mis padres - Mientras la charla progresaba se iba relajando, mientras pensaba “¿Ves? No tienes que pensar mal de ella solo por su raza, eres una tonta, Loth” - ¿cuanto tiempo? Pueeees, de toda la vida, siempre hice esto - Le contestó con total sinceridad, si bien la elfa había crecido en las calles, muchas veces podía ser muy crédula - Siempre me gusto hacer espectáculos, así que me fui de casa y me dedique a esto y... Puedo hacer lo que sea, la mayoría de las veces improviso - Comentaba de forma alegre, sin darse cuenta que se iban alejando del centro de la sala.
Algunos invitados miraron a la extraña pareja, pero en seguida se olvidaban de ellas y continuaban con las charlas formales y diplomáticas que solían realizarse en ese tipo de eventos. Loth miró sus ropas, a veces se olvidaba que eran mucho más llamativas que las de la mayoría de las personas, asintió en respuesta a la pregunta de Thäis.
-Si, es que si voy a alguna diseñadora con estas ideas seguramente me sacara a patadas de su negocio, jaja - Le extrañaba que se acercara tanto, en general las personas de las familias importantes no querían ni tocarla, como si fuera a contagiarles algo - No, no vivo aquí, solo vine a hacer esta presentación y regreso a mi ciudad... - Miro por arriba de su hombro pensando en que tal vez su contratante podía estar buscándola - No, no, para nada, puede preguntarme tanto como quieras, Señorita.
Pero cuando escucho el siguiente comentario sintió como si la sangre se congelara de pronto en sus venas, un escalofrío le recorrió toda la espalda y por un instante el brazo que hasta entonces solo era un agarre amistoso se había vuelto un agarre firme y controlador. Asustada, la elfa miró para todos lados, esperando que alguien se girara y se diera cuenta de lo que pasaba, pero no había forma de que algo así sucediera, habían comenzado a bailar y ya nadie se acordaba de ellas.
-Fue una casualidad, la rueda de mi carro estaba floja, quería ajustarla y baje a buscar algunas herramientas - Explico rápidamente, tal vez si le aclaraba las cosas lo entendería y la dejaría ir - No vi nada, ni se nada, fue todo un accidente - Ahora lo entendía, Thäis era esa mujer que le tiró la daga, su velocidad, la certeza del tiro, el que la hubiese escuchado, todo tenía sentido ahora que veía a qué raza pertenecía - Vamos, Señorita, solo vine a trabajar, no quiero problemas - Su actitud no era honorable ni mucho menos y una parte de su conciencia le reprochaba la cobardía con la que actuaba, pero parecía una mujer peligrosa y no tenía cómo defenderse - Continuemos con la fiesta y hagamos como que nada paso ¿Si? - Dos invitados pasaron junto a ellas y los saludaron con una leve inclinación de cabeza, a la que Loth contesto de igual manera como fingiendo que nada pasaba.
Lo que en verdad le preocupaba era la presencia de esa Drow allí, a nadie parecía inquietarle, ni llamarle la atención ¿Es que era una mujer conocida en ese ambiente? No lo sabía, su conocimiento sobre las clases altas y sus cotilleos era casi nulo. Pero por parte de Loth le resultaba difícil el mantenerse tranquila, toda su sangre de elfo tiraba de ella y le exigía que la ataque o que saliera corriendo lo más lejos posible de esa mujer. El quedarse a solas con ella solo incrementó la inquietud, se decía a sí misma que no tenía que prejuzgar, que no tenía porqué ser una mala persona, tal vez algo superficial, pero no por eso una asesina.
-Emm... Me llamo Loth, Loth Adelain - Dijo mientras agarraba la copa, aunque no la probó por el momento, intento sonreír de modo natural, aunque se notaba algo nerviosa - Si, exacto, por eso lo eligieron mis padres - Mientras la charla progresaba se iba relajando, mientras pensaba “¿Ves? No tienes que pensar mal de ella solo por su raza, eres una tonta, Loth” - ¿cuanto tiempo? Pueeees, de toda la vida, siempre hice esto - Le contestó con total sinceridad, si bien la elfa había crecido en las calles, muchas veces podía ser muy crédula - Siempre me gusto hacer espectáculos, así que me fui de casa y me dedique a esto y... Puedo hacer lo que sea, la mayoría de las veces improviso - Comentaba de forma alegre, sin darse cuenta que se iban alejando del centro de la sala.
Algunos invitados miraron a la extraña pareja, pero en seguida se olvidaban de ellas y continuaban con las charlas formales y diplomáticas que solían realizarse en ese tipo de eventos. Loth miró sus ropas, a veces se olvidaba que eran mucho más llamativas que las de la mayoría de las personas, asintió en respuesta a la pregunta de Thäis.
-Si, es que si voy a alguna diseñadora con estas ideas seguramente me sacara a patadas de su negocio, jaja - Le extrañaba que se acercara tanto, en general las personas de las familias importantes no querían ni tocarla, como si fuera a contagiarles algo - No, no vivo aquí, solo vine a hacer esta presentación y regreso a mi ciudad... - Miro por arriba de su hombro pensando en que tal vez su contratante podía estar buscándola - No, no, para nada, puede preguntarme tanto como quieras, Señorita.
Pero cuando escucho el siguiente comentario sintió como si la sangre se congelara de pronto en sus venas, un escalofrío le recorrió toda la espalda y por un instante el brazo que hasta entonces solo era un agarre amistoso se había vuelto un agarre firme y controlador. Asustada, la elfa miró para todos lados, esperando que alguien se girara y se diera cuenta de lo que pasaba, pero no había forma de que algo así sucediera, habían comenzado a bailar y ya nadie se acordaba de ellas.
-Fue una casualidad, la rueda de mi carro estaba floja, quería ajustarla y baje a buscar algunas herramientas - Explico rápidamente, tal vez si le aclaraba las cosas lo entendería y la dejaría ir - No vi nada, ni se nada, fue todo un accidente - Ahora lo entendía, Thäis era esa mujer que le tiró la daga, su velocidad, la certeza del tiro, el que la hubiese escuchado, todo tenía sentido ahora que veía a qué raza pertenecía - Vamos, Señorita, solo vine a trabajar, no quiero problemas - Su actitud no era honorable ni mucho menos y una parte de su conciencia le reprochaba la cobardía con la que actuaba, pero parecía una mujer peligrosa y no tenía cómo defenderse - Continuemos con la fiesta y hagamos como que nada paso ¿Si? - Dos invitados pasaron junto a ellas y los saludaron con una leve inclinación de cabeza, a la que Loth contesto de igual manera como fingiendo que nada pasaba.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
- Musica de ambiente:
Justo en el momento en que la drow comenzó su interrogatorio una llamada de violín vivaz y desgarrada seguida por los vientos atrajo la atención del público que buscó rápidamente a su pareja para comenzar una danza. Las orejas de la drow se erizaron, pero ahora no podía distraerse: era el momento, nadie les prestaba atención. Clavó su pupila azul en los ojos de la malabarista y bebió de la copa escuchándola atentamente, pensando qué decir sin alterar su rostro afable.
-Ah, ya entiendo… Pretendes que yo me crea que alguien como tú está aquí por mera casualidad…-sus labios remarcaron el pronombre de forma despectiva, pero antes de continuar fueron interrumpidos por una pareja que venía a felicitar a la artista y tras estos un niño rubio, al cual le faltaba un diente, le tiró de la camisa y voceó- ¿Cuando vas a hacer lo del fuego? ¿Falta mucho? ¡Yo quiero probar! ¡Una vez vi cómo a un hombre se le caía un candelabro encima y fue muy gracioso!- No solo eso, empezó a contarle la historia. La ira interna de Thäis aumentó, cerrando aún más su brazo en el de la elfa. La situación empezaba a ser insostenible, allí solo encontraba interrupciones y quería deshacerse ya de ese problema con medias de colores y pelos coloreados que hacía peligrar su estatus. ¿Era tanto pedir? De entre todas las criaturas que más odiaba del mundo los niños estaban en lo más alto y tenía muchos motivos. Si el infante no se dejaba sus historias y no se iba pronto conseguiría sacarla de sus casillas y no traería buenas consecuencias para él.
Sin embargo la suerte falló de nuevo a su favor al girar el rostro y encontrarse a dos comerciantes de avanzada edad, más pendientes del vino que de guardar las formas en su conversación. Brindaban una y otra vez entre carcajadas festejando un nuevo negocio, ajenos al baile. Así que, aprovechando que uno de ellos le daba la espalda, en un rápido ademán cambió su copa de mano dejándole la zurda libre, le sacó la bolsa de dinero que tenía en su cinto y la coló en un bolsillo que tenía su falda para guardar el abanico. Todo fue cuestión de segundos y el niño, cansado de que no le prestasen atención suficiente se marchó corriendo sin despedirse, tal y como había venido.
-Como te iba diciendo…-la drow zarandeó levemente a la elfa para poder mirarla de nuevo a los ojos-…¿te crees que me he caído de un árbol? He tratado con calaña peor que tú y sé por qué estabas ahí esa noche y por qué estás aquí hoy. A mí no me valen los jueguecitos de niña buena, he jugado demasiadas veces a lo mismo que tú. Estabas metiendo las narices en el granero para enterarte de los negocios que traíamos, al igual que estás aquí hoy para ir corriendo después a la Casa Blötenkris y lamer algún culo. Pero no puedo permitírselo a una furcia como tú… –dicho esto dejó caer la copa y el saco al suelo y, escandalizada, le golpeó la cara con una sonora bofetada- ¡¡¡AAAAH!!! ¡¡GUARDIAAAS!!! –pronto era el foco de miradas de unos cuantos invitados- ¡¿Dónde te crees que vas con eso?! ¡¿Acaso es tuyo?! –recogió rápidamente el objeto del suelo y se lo mostró a la cara. Para entonces el propietario ya se había dado cuenta del hurto, enganchó a la sospechosa del brazo gritando y ya eran dos los que la insultaban. Pronto el grupo se hizo más grande y los guardias se apresuraron en acudir a la llamada. Thäis relataba cómo la había visto guardárselo en la camisa sin ningún disimulo y cómo cuando le había preguntado no había sabido qué contestar.
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
La elfa oscura no parecía dispuesta a escuchar lo que le explicaba, no entendía sí tanta certeza era producto de la paranoia o del odio que existía desde tiempos inmemoriales entre ambas razas. Si no encontraba el modo de hacerla entrar en razón entonces solo le quedaba encontrar el modo de soltarse e irse lo antes posible de esa fiesta, saludaría a quien la contrató, cobraría y se marcharía de ese pueblo en mitad de la noche sí era necesario, eso seguro disgustaría mucho a Murphy, pero peor sería quedarse sin dueña.
La conveniente llegada de los niños le pareció la oportunidad perfecta para poder deshacerse de Thäis, sin embargo la mujer era muy terca y no la soltaba ni por un segundo. La situación empezaba a volverse irritante, Loth era una muchacha muy calmada que intentaba encontrar salidas pacíficas a los conflictos, pero esa mujer se estaba portando de modo totalmente irracional y no quería atender a razón alguna. Había espantado al pobre niño, que solo quería charlar, con su fea cara de enojo y su actitud prepotente.
-¡Ya está bien! - Dijo Loth con gesto enojado y el ceño fruncido que, de no haber tenido la máscara, hubiese sido más bien adorable antes que amenazante- ¿Que te crees acaso? ¿Que el mundo gira alrededor de ti y lo que haces? - Se soltó finalmente del agarre tirando con fuerza del brazo - ¿Ni por un segundo se te ocurrió pensar que esto podría no tener nada que ver contigo? ¿O que podrías estar causandome muchos problemas con tu berrinche? - A medida que iba enojándose su tono se iba poniendo más y más chillón, aunque la música parecía taparla por el momento - ¡Eres tan egoísta!
Fue entonces cuando recibió la cachetada en pleno rostro ¡Ahora además la acusaba de robar! ¡Esa mujer era una mentirosa y una tramposa! La indignación de Loth no tenía límites, le había arruinado la noche, el trabajo y probablemente terminaría en un calabozo todo porque se le había cruzado por la cabeza que ella tenía como único objetivo en su vida arruinar la de ella. Apretó los puños encolerizada mientras las personas se apretujaban alrededor de las dos muchachas para ver lo que pasaba.
-¡¡Eso no es cierto!! ¡¡Yo no hice nada!! - Pero sería en vano, nadie quería escuchar lo que había pasado en realidad y los guardias ya estaban sobre ella - Esto-Esto no se quedará así - Dijo amenazante mirando a Thäis directo a los ojos, hasta entonces le importaba un pepino los planes que tuviera la elfa oscura, pero ahora se había puesto entre ceja y ceja que la arruinaría y el primer paso para lograrlo era salir de allí sin ser arrestada.
Puso las manos en unas bolsitas que llevaba en el cinturón y sacó un puñado de algo que parecían como picos de pato pero de bronce, acto seguido les quito las trabas que les había puesto por precaución y se los tiró a los guardias y a Thäis a la cara. Se trataba de uno de los maravillosos inventos de Otto, eran muy sensibles y en cuanto se los tocaba se cerraban de golpe, originalmente habían sido hechos para poder cortar cuñas de madera pero también podían ser muy dolorosas cuando pellizcaban e incluso podían dejar grandes moretones.
Los invitados gritaban, alterados por el repentino cambio de situación, y la elfa aprovechó para dar dos saltos hacia atrás hasta alcanzar unas cortinas por las cuales comenzó a trepar con una facilidad que sólo podía explicarse por años y años de entrenamiento. Cuando llegó arriba fue colgada de las manos por el caño que sujetaba las telas, ese tipo de mansiones tenían los techos muy altos, por lo que estaba a varios metros por arriba de todos. Con un balanceo final y un giro llegó a las barandas del segundo piso, las personas no sabían si gritarle o aplaudirle.
Pero Loth no esperaría, salió corriendo por los pasillos de la mansión lo más rápido que pudo, buscando alguna otra salida que no fuera la principal ¿Y luego? Luego tendría que encontrar la manera de llegar a Murphy MacGowan y salir de ese pueblo.
La conveniente llegada de los niños le pareció la oportunidad perfecta para poder deshacerse de Thäis, sin embargo la mujer era muy terca y no la soltaba ni por un segundo. La situación empezaba a volverse irritante, Loth era una muchacha muy calmada que intentaba encontrar salidas pacíficas a los conflictos, pero esa mujer se estaba portando de modo totalmente irracional y no quería atender a razón alguna. Había espantado al pobre niño, que solo quería charlar, con su fea cara de enojo y su actitud prepotente.
-¡Ya está bien! - Dijo Loth con gesto enojado y el ceño fruncido que, de no haber tenido la máscara, hubiese sido más bien adorable antes que amenazante- ¿Que te crees acaso? ¿Que el mundo gira alrededor de ti y lo que haces? - Se soltó finalmente del agarre tirando con fuerza del brazo - ¿Ni por un segundo se te ocurrió pensar que esto podría no tener nada que ver contigo? ¿O que podrías estar causandome muchos problemas con tu berrinche? - A medida que iba enojándose su tono se iba poniendo más y más chillón, aunque la música parecía taparla por el momento - ¡Eres tan egoísta!
Fue entonces cuando recibió la cachetada en pleno rostro ¡Ahora además la acusaba de robar! ¡Esa mujer era una mentirosa y una tramposa! La indignación de Loth no tenía límites, le había arruinado la noche, el trabajo y probablemente terminaría en un calabozo todo porque se le había cruzado por la cabeza que ella tenía como único objetivo en su vida arruinar la de ella. Apretó los puños encolerizada mientras las personas se apretujaban alrededor de las dos muchachas para ver lo que pasaba.
-¡¡Eso no es cierto!! ¡¡Yo no hice nada!! - Pero sería en vano, nadie quería escuchar lo que había pasado en realidad y los guardias ya estaban sobre ella - Esto-Esto no se quedará así - Dijo amenazante mirando a Thäis directo a los ojos, hasta entonces le importaba un pepino los planes que tuviera la elfa oscura, pero ahora se había puesto entre ceja y ceja que la arruinaría y el primer paso para lograrlo era salir de allí sin ser arrestada.
Puso las manos en unas bolsitas que llevaba en el cinturón y sacó un puñado de algo que parecían como picos de pato pero de bronce, acto seguido les quito las trabas que les había puesto por precaución y se los tiró a los guardias y a Thäis a la cara. Se trataba de uno de los maravillosos inventos de Otto, eran muy sensibles y en cuanto se los tocaba se cerraban de golpe, originalmente habían sido hechos para poder cortar cuñas de madera pero también podían ser muy dolorosas cuando pellizcaban e incluso podían dejar grandes moretones.
Los invitados gritaban, alterados por el repentino cambio de situación, y la elfa aprovechó para dar dos saltos hacia atrás hasta alcanzar unas cortinas por las cuales comenzó a trepar con una facilidad que sólo podía explicarse por años y años de entrenamiento. Cuando llegó arriba fue colgada de las manos por el caño que sujetaba las telas, ese tipo de mansiones tenían los techos muy altos, por lo que estaba a varios metros por arriba de todos. Con un balanceo final y un giro llegó a las barandas del segundo piso, las personas no sabían si gritarle o aplaudirle.
Pero Loth no esperaría, salió corriendo por los pasillos de la mansión lo más rápido que pudo, buscando alguna otra salida que no fuera la principal ¿Y luego? Luego tendría que encontrar la manera de llegar a Murphy MacGowan y salir de ese pueblo.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Mientras tanto, en una zona no muy alejada del palacio, copa en mano para no faltar a la tradición, Willhem Ponts exponía su propuesta de enlace comercial delante del propio Micaelo de Eidallah y sus consejeros. Un anciano rellenaba papeles y papeles de cifras y letras mientras otro extendía finas y coloridas hebras de lana de lana por un mapa. No era tarea fácil ajustar un precio de venta que les beneficiara. Además, teniendo en cuenta las rutas posibles, lo más probable es que si no se reforzaban los barcos con más guardias y quizás una o dos corbetas no llegaría a salvo la mercancía. El ambiente parecía tenso, pero no era así. Si el extranjero hubiese estado más atento se hubiese dado cuenta de que la sonrisa tranquila de su anfitrión mostraba que todo era pura fachada, su bando ya tenía claras las cuentas y sabía hace días que el trato se cerraría.
De pronto se formó un estruendo en el pasillo: fuertes y ruidosas pisadas y el característico timbre de las armaduras. ¿Guardias? “¡Se ha ido por allí!” Micaelo saltó del asiento y abrió la puerta de par en par contemplando cómo la joven pasaba justo delante de sus narices dejando, tras ella una brisa que enfureció al comerciante y, un par de segundos después, una tropa de sus hombres. Con mano firme enganchó a un joven sirviente del brazo y le pidió explicaciones.
-Pero…¡¿pero qué demonios ha pasado?!
-¡Mi señor! ¡La malabarista que contratamos ha atacado a varios invitados y está huyendo!
-¿Cómo? ¿Atacado?
-Sí, estaba junto a esa señora de piel azul cuando comenzó una discusión, tiró unas bolitas metalizadas y se dio a la fuga. No sé…señor, yo estaba bastante lejos…
-No, esto no debería haber ocurrido…Todo debería seguir como estaba…Las lenguas tienen doble filo y pueden ir en nuestra contra… -Se paró a pensar e hizo un gesto indicando que la reunión había finalizado- No pierdas tiempo y avisa a Branttbury, que cierre todas las puertas menos la principal. Hay que pillar a esa elfa viva o muerta. Y usted, señor Ponts, cambie la cara, no se preocupe y venga conmigo, tenemos que continuar una fiesta. -Cada uno de los presentes recogió sus objetos y se dirigió a desempeñar sus nuevas funciones.
En el salón principal, los invitados afectados se quejaban confundidos y recibían ayuda del resto para desprenderse de aquellos artilugios. Thäis era el foco de atención, sin embargo eso ya no le importó lo más mínimo. Enfurecida, agarró una servilleta blanca de la mesa y recorrió a buen paso la sala, limpiándose la sangre que salía de algunas heridas, hasta que entró por la puerta del servicio directa a la cocina.
Allí la actividad bullía ya que todavía faltaban platos por sacar y parecía que la noticia todavía no había llegado. La drow sabía que no le valía la pena entrar dando lástima, ninguno de los sirvientes se angustiaría por el malestar de una dama, por lo que irrumpió exagerando lo ocurrido a viva voz y quejándose de parte de Sir Everret de la falta de atención. Se formó el caos, que era lo que menos quería la jefa de cocina por lo que no esperó y dirigió la mitad de la plantilla a socorrer a los heridos. Los platos y las jarras parecían volar de un lado a otro y las prisas los consumían. De esta forma nadie se percató de cómo la drow dejaba la tela blanca sobre un montón de cuchillos y cómo desaparecía deprisa continuando el pasillo. Si fuese otra persona y otro momento no habría puesto en duda su reputación de fina dama y continuaría quejándose junto el resto de invitados, algún guardia la encontraría y la castigaría como se merecía. Pero Loth no era una ladrona cualquiera, Loth era una elfa con el nombre de la diosa más querida por el pueblo drow y la furia le decía que esto no podía quedar así, debía ir a por ella.
De pronto se formó un estruendo en el pasillo: fuertes y ruidosas pisadas y el característico timbre de las armaduras. ¿Guardias? “¡Se ha ido por allí!” Micaelo saltó del asiento y abrió la puerta de par en par contemplando cómo la joven pasaba justo delante de sus narices dejando, tras ella una brisa que enfureció al comerciante y, un par de segundos después, una tropa de sus hombres. Con mano firme enganchó a un joven sirviente del brazo y le pidió explicaciones.
-Pero…¡¿pero qué demonios ha pasado?!
-¡Mi señor! ¡La malabarista que contratamos ha atacado a varios invitados y está huyendo!
-¿Cómo? ¿Atacado?
-Sí, estaba junto a esa señora de piel azul cuando comenzó una discusión, tiró unas bolitas metalizadas y se dio a la fuga. No sé…señor, yo estaba bastante lejos…
-No, esto no debería haber ocurrido…Todo debería seguir como estaba…Las lenguas tienen doble filo y pueden ir en nuestra contra… -Se paró a pensar e hizo un gesto indicando que la reunión había finalizado- No pierdas tiempo y avisa a Branttbury, que cierre todas las puertas menos la principal. Hay que pillar a esa elfa viva o muerta. Y usted, señor Ponts, cambie la cara, no se preocupe y venga conmigo, tenemos que continuar una fiesta. -Cada uno de los presentes recogió sus objetos y se dirigió a desempeñar sus nuevas funciones.
En el salón principal, los invitados afectados se quejaban confundidos y recibían ayuda del resto para desprenderse de aquellos artilugios. Thäis era el foco de atención, sin embargo eso ya no le importó lo más mínimo. Enfurecida, agarró una servilleta blanca de la mesa y recorrió a buen paso la sala, limpiándose la sangre que salía de algunas heridas, hasta que entró por la puerta del servicio directa a la cocina.
Allí la actividad bullía ya que todavía faltaban platos por sacar y parecía que la noticia todavía no había llegado. La drow sabía que no le valía la pena entrar dando lástima, ninguno de los sirvientes se angustiaría por el malestar de una dama, por lo que irrumpió exagerando lo ocurrido a viva voz y quejándose de parte de Sir Everret de la falta de atención. Se formó el caos, que era lo que menos quería la jefa de cocina por lo que no esperó y dirigió la mitad de la plantilla a socorrer a los heridos. Los platos y las jarras parecían volar de un lado a otro y las prisas los consumían. De esta forma nadie se percató de cómo la drow dejaba la tela blanca sobre un montón de cuchillos y cómo desaparecía deprisa continuando el pasillo. Si fuese otra persona y otro momento no habría puesto en duda su reputación de fina dama y continuaría quejándose junto el resto de invitados, algún guardia la encontraría y la castigaría como se merecía. Pero Loth no era una ladrona cualquiera, Loth era una elfa con el nombre de la diosa más querida por el pueblo drow y la furia le decía que esto no podía quedar así, debía ir a por ella.
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Sin perder un segundo la elfa se dio media vuelta y comenzó a correr, la mansión era enorme y los pasillos parecían no terminarse nunca. Se cruzó con algunos invitados que por algún motivo estaban en las habitaciones en lugar de estar abajo, Loth pasaba junto a ellos como si fuera un suspiro, sin darles tiempo a que reaccionen. Un guardia apareció de la nada, saliendo desde uno de los pasillos, se miraron ambos sorprendidos, pero la malabarista reaccionó más rápido.
-¡Hop! - Dijo mientras daba un salto por arriba del humano, era como si tuviera alas en los pies, no parecía costarle ni un ápice el realizar ese tipo de movimientos. Aunque tenía un límite, claro, cuando tres guardias le cerraron el paso tuvo que ver la manera de improvisar, se impulsó y dio una patada a una puerta, entrando a una habitación desconocida para cerrar luego apoyando una silla contra el picaporte - Esto no aguantara mucho.
Ya podía escuchar a los hombres golpeando desde el otro lado, la pequeña elfa miró para todos lados en busca de alguna salida alternativa, pero la habitación solo tenía una puerta y dos ventanas. Escuchó la madera resquebrajarse, agarro un alhajero de metal que había en una de las mesitas y lo tiró contra la ventana, rompiendo todos los vidrios. Casi al instante los guardias lograron entrar.
-¿Dónde se metió? - Exclamó el primero de ellos, espada en mano, mientras miraba para todos lados.
-Allí, por la ventana... - Dijo el segundo acercándose a la misma, buscando algún rastro de la malabarista en el jardín - ¡Ahí está!¡La vi pasar entre los arbustos!
-Salgamos rápido, demos aviso a las patrullas que están en la puerta - Salieron corriendo por el pasillo a toda velocidad.
-...- Unos minutos después, la puerta del armario se abrió lentamente, y unos ojos color ámbar observaron con cautela todo el cuarto antes de decidirse a salir - Agradezco a la madre naturaleza que le dió a los humanos una visión nocturna tan mala...- Dijo a modo de plegaria improvisada Loth.
Le habían perdido el rastro, todos pensaban que ella estaba afuera y se encontraba adentro, el problema era que tampoco estaba segura en ese lugar, mucho menos con una elfa oscura de carácter más que sensible dando vueltas por ahí. Lo primero era conseguir otra ropa, tener que deshacerse del traje que con tanto esmero había preparado le daba mucha pena, pero las prioridades habían cambiado.
Miró en el closet en el que se había escondido, pero eran puros vestidos enormes, no podía ponerse nada de eso. Fue hacía la puerta, miró y escuchó con atención antes de decidirse a pasar de habitación, se encontró con el cuarto de un niño, irónicamente eso podría ser mucho más conveniente. Con su cuerpo menudo y su poca altura fácilmente pudo encontrar algo que ponerse, bajo su pelo para poder atarlo, se puso una gorra para esconder las orejas y se quitó la máscara.
Ahora parecía un muchachito, hijo de alguna familia acomodada, con rasgos en general hermosos, aunque con la mitad del rostro dañado, probablemente los guardias y la servidumbre no le dirían nada, lo único que tenía que hacer era evitar cruzarse con Thäis. Con paso sigiloso empezó a caminar por los pasillos, en busca de alguna salida secundaria que le permitiera acceder al jardín.
-¡Hop! - Dijo mientras daba un salto por arriba del humano, era como si tuviera alas en los pies, no parecía costarle ni un ápice el realizar ese tipo de movimientos. Aunque tenía un límite, claro, cuando tres guardias le cerraron el paso tuvo que ver la manera de improvisar, se impulsó y dio una patada a una puerta, entrando a una habitación desconocida para cerrar luego apoyando una silla contra el picaporte - Esto no aguantara mucho.
Ya podía escuchar a los hombres golpeando desde el otro lado, la pequeña elfa miró para todos lados en busca de alguna salida alternativa, pero la habitación solo tenía una puerta y dos ventanas. Escuchó la madera resquebrajarse, agarro un alhajero de metal que había en una de las mesitas y lo tiró contra la ventana, rompiendo todos los vidrios. Casi al instante los guardias lograron entrar.
-¿Dónde se metió? - Exclamó el primero de ellos, espada en mano, mientras miraba para todos lados.
-Allí, por la ventana... - Dijo el segundo acercándose a la misma, buscando algún rastro de la malabarista en el jardín - ¡Ahí está!¡La vi pasar entre los arbustos!
-Salgamos rápido, demos aviso a las patrullas que están en la puerta - Salieron corriendo por el pasillo a toda velocidad.
-...- Unos minutos después, la puerta del armario se abrió lentamente, y unos ojos color ámbar observaron con cautela todo el cuarto antes de decidirse a salir - Agradezco a la madre naturaleza que le dió a los humanos una visión nocturna tan mala...- Dijo a modo de plegaria improvisada Loth.
Le habían perdido el rastro, todos pensaban que ella estaba afuera y se encontraba adentro, el problema era que tampoco estaba segura en ese lugar, mucho menos con una elfa oscura de carácter más que sensible dando vueltas por ahí. Lo primero era conseguir otra ropa, tener que deshacerse del traje que con tanto esmero había preparado le daba mucha pena, pero las prioridades habían cambiado.
Miró en el closet en el que se había escondido, pero eran puros vestidos enormes, no podía ponerse nada de eso. Fue hacía la puerta, miró y escuchó con atención antes de decidirse a pasar de habitación, se encontró con el cuarto de un niño, irónicamente eso podría ser mucho más conveniente. Con su cuerpo menudo y su poca altura fácilmente pudo encontrar algo que ponerse, bajo su pelo para poder atarlo, se puso una gorra para esconder las orejas y se quitó la máscara.
Ahora parecía un muchachito, hijo de alguna familia acomodada, con rasgos en general hermosos, aunque con la mitad del rostro dañado, probablemente los guardias y la servidumbre no le dirían nada, lo único que tenía que hacer era evitar cruzarse con Thäis. Con paso sigiloso empezó a caminar por los pasillos, en busca de alguna salida secundaria que le permitiera acceder al jardín.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Sus pasos eran cada vez más largos conforme iba dejando atrás el hervidero de gente y, sin detenerse siquiera, avanzaba a izquierda o derecha evitando a la guardia. Alguien con la velocidad y agilidad de Loth los despistaría con facilidad Un rato después Thäis frenó en seco, no podía caminar sin rumbo durante tanto tiempo, necesitaba pensar. Retiró una de las cortinas que tapaban una ventana y perdió la mirada en lo que parecía ser el patio central. Sintió una punzada en el brazo y se dio cuenta que todavía tenía uno de los artefactos de mecánicos enganchados en su cerúlea piel, contó hasta tres mentalmente y se lo quitó ahogando un quejido. Llovía pero no con tanto ímpetu como al comienzo de la fiesta, aunque el terreno seguía lo suficientemente correoso para una huída sin rastro. Y había algo extraño…una caja de madera hincada en el barro de una jardinera. Abrió la cristalera y se asomó para ver de dónde había salido e instantes después varios guardias irrumpieron. “¡Saltó desde ahí! ¡Encontradla!” Un engaño más que evidente.
La drow subió las escaleras, halló la habitación con los ventanales destrozados y continuó por el pasillo. La música estaba cada vez más presente por lo que Loth podía haber vuelto al salón de la fiesta, pero ¿cómo? La reconocerían al instante. Esquivó con soltura y disimulo varias parejas que, entre risotadas se desperdigaban por los cuartos, y se asomó de nuevo al salón escrutando cada invitado con la mirada. La frustración crecía a cada segundo y, tragándose los insultos apretando los dientes, decidió dar media vuelta y volver por donde venía. Por su mente solo pasaban rutas o acciones que la odiosa elfa pudiera realizar, sin embargo, nada terminaba de encajar...
Entonces una pequeña figura lejana le llamó la atención. Un joven caminaba apresurado entre las parejas, sorteándolas al igual que ella…sospechosamente igual que ella. Su andar afeminado y dubitativo, las miradas que intercambiaba lo suficientemente amables para ser cordiales pero que no iniciasen ningún tipo de conversación ni llamasen la atención… Había encontrado a su presa de nuevo. Daba la impresión de que no se había dado cuenta de su presencia y Thäis no dudo en perseguirla con sigilo, cerca de la pared, columna tras columna, manteniendo una cierta distancia.
De nuevo pasillos y pasillos, y escaleras y escaleras. Ambas se alejaron del ambiente ruidoso y se dirigían al corredor que conducía al patio. Solas al fin. La drow estaba más que preparada, escondida tras una columna sacó uno de sus cuchillos, lo sopesó en su mano, calculó la distancia. Y, al ir a lanzarlo, un objeto contundente, que luego descubriría que era un libro de grosor considerable, golpeó su mano logrando que se cortase la palma y sus cuatro cuchillos cayesen al suelo.
-¡Suelte eso! ¡Qué se cree que está haciendo! ¡Es un niño!– En un segundo de atolondramiento se vio con un tipo menudo sobre ella zarandeándola y tratando de sujetarla. La gloria de la victoria la había cegado antes de tiempo y no se había dado cuenta de lo que sucedía. Por suerte este no era un hombre de complexión fuerte por lo que cuando su cabeza entró en funcionamiento: se agachó, tomó un cuchillo y al subir se lo clavó en el pecho con todas sus fuerzas, callándolo al instante. Ahora tenía las manos manchadas de sangre. El cuerpo del hombre se desplomó a un lado y ella volvió a dirigir su mirada furiosa hacia Loth, mientras se limpiaba en la servilleta blanca que antes había ocultado sus armas- Mira lo que me has obligado a hacer, esto ni siquiera era necesario.
La drow subió las escaleras, halló la habitación con los ventanales destrozados y continuó por el pasillo. La música estaba cada vez más presente por lo que Loth podía haber vuelto al salón de la fiesta, pero ¿cómo? La reconocerían al instante. Esquivó con soltura y disimulo varias parejas que, entre risotadas se desperdigaban por los cuartos, y se asomó de nuevo al salón escrutando cada invitado con la mirada. La frustración crecía a cada segundo y, tragándose los insultos apretando los dientes, decidió dar media vuelta y volver por donde venía. Por su mente solo pasaban rutas o acciones que la odiosa elfa pudiera realizar, sin embargo, nada terminaba de encajar...
Entonces una pequeña figura lejana le llamó la atención. Un joven caminaba apresurado entre las parejas, sorteándolas al igual que ella…sospechosamente igual que ella. Su andar afeminado y dubitativo, las miradas que intercambiaba lo suficientemente amables para ser cordiales pero que no iniciasen ningún tipo de conversación ni llamasen la atención… Había encontrado a su presa de nuevo. Daba la impresión de que no se había dado cuenta de su presencia y Thäis no dudo en perseguirla con sigilo, cerca de la pared, columna tras columna, manteniendo una cierta distancia.
De nuevo pasillos y pasillos, y escaleras y escaleras. Ambas se alejaron del ambiente ruidoso y se dirigían al corredor que conducía al patio. Solas al fin. La drow estaba más que preparada, escondida tras una columna sacó uno de sus cuchillos, lo sopesó en su mano, calculó la distancia. Y, al ir a lanzarlo, un objeto contundente, que luego descubriría que era un libro de grosor considerable, golpeó su mano logrando que se cortase la palma y sus cuatro cuchillos cayesen al suelo.
-¡Suelte eso! ¡Qué se cree que está haciendo! ¡Es un niño!– En un segundo de atolondramiento se vio con un tipo menudo sobre ella zarandeándola y tratando de sujetarla. La gloria de la victoria la había cegado antes de tiempo y no se había dado cuenta de lo que sucedía. Por suerte este no era un hombre de complexión fuerte por lo que cuando su cabeza entró en funcionamiento: se agachó, tomó un cuchillo y al subir se lo clavó en el pecho con todas sus fuerzas, callándolo al instante. Ahora tenía las manos manchadas de sangre. El cuerpo del hombre se desplomó a un lado y ella volvió a dirigir su mirada furiosa hacia Loth, mientras se limpiaba en la servilleta blanca que antes había ocultado sus armas- Mira lo que me has obligado a hacer, esto ni siquiera era necesario.
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Al final no había podido evitar volver al salón, la mayoría de los invitados procuraba regresar a la normalidad, agarraban sus bebidas, comenzaban a bailar o se juntaban para charlar sobre lo increíble de los últimos acontecimientos. Loth paseaba sin entablar charlas, solo saludando mientras se agarraba el sombrero para asegurarse de que no se le salieran las orejas por los costados. Con el ruido que había en el lugar siquiera se dio cuenta que la drow la estaba siguiendo a la distancia.
De haber querido escapar la elfa lo habría podido hacer en cualquier momento, pero no podía dejar al Señor Murphy Macgowan abandonado en ese lugar, los humanos no sabrían cuidarlo bien ni lo entenderían como ella. Comenzó a caminar por un pasillo que al parecer la llevaba hacia la parte trasera de la mansión, al haber menos ruido pudo escuchar el sonido de la daga al ser desenfundada, amago a esconderse pero sí el humano no hubiese intervenido seguramente la habría alcanzado con el filo mortal de su cuchillo.
-¿Lo que... te hice hacer? - La muchacha no cabía en sí del asombro, miraba con la boca abierta el cuerpo del hombre y a Thäis, como si no pudiera creerse lo que había pasado - ¡Estás chiflada! ¡Deberías estar en un manicomio, no en una fiesta! - Estaba atónita y asustada porque esa mujer no parecía tener límite alguno, acababa de matar a uno de los invitados y siquiera parecía inquietarle ¿Que le quedaba entonces a Loth? -Ya me imagino lo que planeas, vas a matarme y a decir que fui yo quien hizo esto ¿cierto? Eres malvada y estás loca, exactamente lo que dicen siempre de los de tu raza - Había poca información sobre los Drow, no era normal encontrarse con uno en la superficie y tropezarse con ellos solía significar la muerte - No permitiré que te salgas con la tuya.
Buscó en sus bolsillos, pero ya no tenía ninguno de los pico de pato, tampoco llevaba armas ya que ella no era alguien dada a la pelea. La elfa había dicho palabras muy valientes, pero ahora no tenía cómo sostenerlas, miró a Thäis y le dirigió un gesto enojado para intentar salvar algo de su orgullo.
-Bien, por hoy te lo dejaré pasar, pero no me olvidaré de esto - Mientras decía estas osadas palabras la elfa iba retrocediendo lentamente y en cuanto tuvo la oportunidad comenzó a correr a toda la velocidad que le permitían sus piernas.
Enfrente tenía nuevamente el salón principal, meterse allí sería una locura, así que la muchacha dobló por otro pasillo que para su sorpresa llevaba a la cocina. El personal continuaba trabajando y sacando platos como si afuera no hubiese sucedido nada, los invitados tenían que comer y beber, sin importar el resto. Loth se escabulló por debajo de las mesas, contando con que Thäis era mucho más alta que ella y no podría pasar tan fácilmente.
No tenía armas, cierto, pero allí había muchos implementos que podrían utilizarse como tales, y nadie le ganaba a la hora de tener que manipular objetos peligrosos en el aire.
De haber querido escapar la elfa lo habría podido hacer en cualquier momento, pero no podía dejar al Señor Murphy Macgowan abandonado en ese lugar, los humanos no sabrían cuidarlo bien ni lo entenderían como ella. Comenzó a caminar por un pasillo que al parecer la llevaba hacia la parte trasera de la mansión, al haber menos ruido pudo escuchar el sonido de la daga al ser desenfundada, amago a esconderse pero sí el humano no hubiese intervenido seguramente la habría alcanzado con el filo mortal de su cuchillo.
-¿Lo que... te hice hacer? - La muchacha no cabía en sí del asombro, miraba con la boca abierta el cuerpo del hombre y a Thäis, como si no pudiera creerse lo que había pasado - ¡Estás chiflada! ¡Deberías estar en un manicomio, no en una fiesta! - Estaba atónita y asustada porque esa mujer no parecía tener límite alguno, acababa de matar a uno de los invitados y siquiera parecía inquietarle ¿Que le quedaba entonces a Loth? -Ya me imagino lo que planeas, vas a matarme y a decir que fui yo quien hizo esto ¿cierto? Eres malvada y estás loca, exactamente lo que dicen siempre de los de tu raza - Había poca información sobre los Drow, no era normal encontrarse con uno en la superficie y tropezarse con ellos solía significar la muerte - No permitiré que te salgas con la tuya.
Buscó en sus bolsillos, pero ya no tenía ninguno de los pico de pato, tampoco llevaba armas ya que ella no era alguien dada a la pelea. La elfa había dicho palabras muy valientes, pero ahora no tenía cómo sostenerlas, miró a Thäis y le dirigió un gesto enojado para intentar salvar algo de su orgullo.
-Bien, por hoy te lo dejaré pasar, pero no me olvidaré de esto - Mientras decía estas osadas palabras la elfa iba retrocediendo lentamente y en cuanto tuvo la oportunidad comenzó a correr a toda la velocidad que le permitían sus piernas.
Enfrente tenía nuevamente el salón principal, meterse allí sería una locura, así que la muchacha dobló por otro pasillo que para su sorpresa llevaba a la cocina. El personal continuaba trabajando y sacando platos como si afuera no hubiese sucedido nada, los invitados tenían que comer y beber, sin importar el resto. Loth se escabulló por debajo de las mesas, contando con que Thäis era mucho más alta que ella y no podría pasar tan fácilmente.
No tenía armas, cierto, pero allí había muchos implementos que podrían utilizarse como tales, y nadie le ganaba a la hora de tener que manipular objetos peligrosos en el aire.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: "Vivimos en un eterno juego de compraventa" (Loth)
Como si el tiempo se hubiese detenido entre ellas dos, la sensación de silencio inundó el pasillo. Thäis escuchó a la elfa impasible, apretando los dientes y tragándose mil insultos más. Se había atrevido a contestarle de esa manera y su cuerpo no reaccionaba, no le dejaba responder a su instinto y realizar todas las atrocidades que le pasaban por la mente. Cuando se dio media vuelta y comenzó a correr sintió el impulso de echar tras ella pero no lo hizo. La drow sintió una dolorosa punzada en sus manos y al abrir sus puños descubrió que de la rabia se había clavado las uñas y que el corte que se había dado en una de ellas parecía más profundo de lo que pensaba. Todavía el cuerpo inconsciente de aquel desconocido yacía en el suelo con el cuchillo clavado, un problema más añadido. Colérica descargó su furia pateando el cadáver hasta notar cansancio, todo empeoraba por momentos.
Suspiró y el tiempo pareció volver a fluir al hacerla consciente de la situación. Necesitaba pensar fríamente, relajarse o cometería alguna locura. No quería volver a las calles por un segundo de gloria. Le había costado mucho llegar dónde estaba y convencer al estúpido de Willhem para que la llevara a Adysium. Se secó el sudor de la frente, respiró un par de veces más y agarrando un cuchillo se hizo un par de cortes superficiales en los brazos y algún que otro roto en el vestido. Mojó una mano en el agua de un florero y se enjuagó los ojos. “¡Guardia! ¡Socorro!”
Un grupo de soldados acompañados de un par de curiosos llegaron y encontraron a una mujer rota, arrodillada junto al hombre, sollozando. Ella explicaba cómo se encontraron al arlequín saliendo de una habitación con un par de bolsas cargadas y cómo, al intentar atraparlo, en el forcejeo mató al hombre y echó a correr.
Los agentes, tras calmarla y vendar la herida con un pañuelo que alguien ofreció, decidieron llevarla al sitio más próximo con medios para atender los cortes: la cocina. Thäis, completamente metida en el papel se dejó llevar e ignoró lo molesto que le resultaba aquel lugar con demasiado bullicio. Las ollas hervían, las bandejas volaban y los sirvientes hacían peripecias para llegar de un lado a otro, por lo que se colocaron en un rincón más apartado para no molestar la actividad normal. Willhem llegó de inmediato acompañado de dos mujeres, con la preocupación en el cuerpo, le besó la frente y se apartó para que tratasen las heridas. “Cariño, pero…¿qué ha ocurrido?” La elfa oscura relató de nuevo el falso suceso. “Ya está bien la fiesta por hoy. Cerraré el trato en otro momento, tienes que descansar” Nadie se dio cuenta pero un vendaje calló al suelo, rodó bajo una mesa y una de las sanadoras se agachó a recogerlo.
Suspiró y el tiempo pareció volver a fluir al hacerla consciente de la situación. Necesitaba pensar fríamente, relajarse o cometería alguna locura. No quería volver a las calles por un segundo de gloria. Le había costado mucho llegar dónde estaba y convencer al estúpido de Willhem para que la llevara a Adysium. Se secó el sudor de la frente, respiró un par de veces más y agarrando un cuchillo se hizo un par de cortes superficiales en los brazos y algún que otro roto en el vestido. Mojó una mano en el agua de un florero y se enjuagó los ojos. “¡Guardia! ¡Socorro!”
…
Un grupo de soldados acompañados de un par de curiosos llegaron y encontraron a una mujer rota, arrodillada junto al hombre, sollozando. Ella explicaba cómo se encontraron al arlequín saliendo de una habitación con un par de bolsas cargadas y cómo, al intentar atraparlo, en el forcejeo mató al hombre y echó a correr.
Los agentes, tras calmarla y vendar la herida con un pañuelo que alguien ofreció, decidieron llevarla al sitio más próximo con medios para atender los cortes: la cocina. Thäis, completamente metida en el papel se dejó llevar e ignoró lo molesto que le resultaba aquel lugar con demasiado bullicio. Las ollas hervían, las bandejas volaban y los sirvientes hacían peripecias para llegar de un lado a otro, por lo que se colocaron en un rincón más apartado para no molestar la actividad normal. Willhem llegó de inmediato acompañado de dos mujeres, con la preocupación en el cuerpo, le besó la frente y se apartó para que tratasen las heridas. “Cariño, pero…¿qué ha ocurrido?” La elfa oscura relató de nuevo el falso suceso. “Ya está bien la fiesta por hoy. Cerraré el trato en otro momento, tienes que descansar” Nadie se dio cuenta pero un vendaje calló al suelo, rodó bajo una mesa y una de las sanadoras se agachó a recogerlo.
- Off:
Sí, aunque no lo parezca sigo viva
He pensado que podrías tirar un dado para tu respuesta. Uno de 6 por ejemplo, y así veríamos si Loth vuelve a ser descubierta o no
Thäis Einark- Cantidad de envíos : 34
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