Nueva Etapa

(FDI: Aqui continuamos el tema en que Muireall llega a la Posada junto a Delin. Quien quiera saber en detalle lo que ocurrió antes, que se comunique por privado con los participantes para enviarle la historia)

Muireall y Delin se conocieron accidentalmente en la Posada de Hielo. Tras algunas aventuras y habiendo averiguado que la joven estaba embarazada, Delin le ofrece su protección la que ella acepta. Tras una primera noche en la Posada, la que ella pasa en la habitación del capitán y éste, patrullando a los alrededores, Muireall conoce a Elyon, un elfo y a Mayo, una mujer alada. Elyon trabaja en la Posada y le ofrece trabajo a la chica en tanto que Mayo le ayudará a conseguir ropa, ya que su único vestido está muy gastado.

En este instante, Muireall y Delin se han quedado solos en la habitación del capitán, con un desayuno para dos en tanto que Mayo y Elyon han bajado a la cocina de la Posada.

Delin escuchó la pregunta de la selkie un tanto sorprendido y bastante molesto. Sin saber por qué se encontró deseando que ellos se negaran o, de quedarse, marcharse de allí inmediatamente. Dada su educación, no entendía el ofrecimiento de la joven.

Sin embargo, no dijo nada, escuchando la respuesta de Mayo se sintió entre aliviado y extrañado. Extrañado porque jamás se le hubiera ocurrido pensar que era de buena educación invitar a alguien cuando no se tenían ganas. Pero viendo la reacción de la alada y del elfo comprendía que debía de ser así.

Una vez se quedaron a solas, el capitán se quedó callado, no sabía que decir, ni entendía lo que ocurría en su interior, ni sabía cómo era eso de hablar de trivialidades como el tiempo. Así que simplemente, se apoyó en la pared (solo había una silla en su habitación) cerca de la mesa y cogió distraídamente una fruta de la bandeja que había traído Elyon

- Me parece bien, os lo agradezco.

Con una sonrisa y una venia despidió a la alada y al elfo, tratando de abstraerse de la molestia y la sorpresa que había percibido en Delin al comienzo. Las reacciones del capitán la intrigaban cada vez más. Se mostraba tan huraño, tan arisco pero, a la vez, era tan bueno con ella.

Cuando la puerta se cerró tras Mayo y Elyon y quedó a solas con Delin, se sintió súbitamente azorada. Le había alegrado que los otros declinaran su invitación, había deseado desayunar con el capitán a solas... pero ahora...

... ahora... no sabía qué hacer... qué decir... dónde mirar...

No era que temiera que Delin le hiciera algún daño. No era eso. Pero, de pronto, la situación la había cohibido. Bajó los ojos, ruborizada, mordiéndose los labios, sintiéndose muy tonta. Cuando, haciendo un esfuerzo, los levantó para mirar al capitán, advirtió, por primera vez, que él estaba de pie porque sólo había una silla en la habitación.

- Pero... ¿desayunaréis de pie? No... no está bien.... estaréis incómodo.... Si... si corremos la mesa hacia allá... yo podría sentarme en la cama... y vos usar la silla...

Mientras hablaba, se ponía de pie, presta a ejecutar su propuesta.

El proyecto de Mayo quedó arrinconado en su cerebro para dejar paso a una miríada de preguntas. La novedad podía no ser extremadamente importante, pero era un chisme sensacional, y la curiosidad se la estaba comiendo.

Una vez en la cocina, Mayo no perdió el tiempo y empezó a sonsacar al pobre Elyon mientras lo ayudaba a dejar libre la mesa de trabajo.

-¡Tienes que contármelo todo! ¿De dónde ha salido la chica? ¿Cómo lo ha conocido a él? ¿Y qué hace aquí? ¡Caramba, si me parece mentira! Y ese bebé… ¿Hace mucho que se conocen? ¡Venga, suéltalo!

A aquellas horas había pocos guardias rondando, puesto que estaban todos ocupando sus puestos como buenos soldados. Solían relajarse a partir de la hora de comer, y aún faltaba para eso. Tenían tiempo para hablar relajadamente sin que los importunasen, a menos que sucediese algo raro.

Elyon no pudo evitarlo y cuando Mayo empezó a preguntarle, una sonrisa empezó a dibujarse en su cara hasta que estalló en un carcajada. El tampoco sabía gran cosa, Delin se había presentado esa misma mañana con ella y no le habia contado mucho, pero sentia la misma curiosidad y extrañeza que su amiga.

- Realmente, no tengo respuestas. Llegaron esta mañana temprano juntos, nunca la había visto antes. Lo único que me dijo es que iba a quedarse aqui y necesitaba un trabajo. Ya sabes como es, no dice una palabra extra nunca.

Mientras hablabla sacó un par de jarras, un poco de leche y algo de fruta y pan, finalmente se sentó cerca de su amiga sonriendo con cierta tristeza

- Creo que va a ser complicado sacarle algo al capitán, sería más fácil encontrar una aguja en un pajar

- No, estoy bien de pie.

Era su forma de ser y no quería que ella tuviera que pasar la velada encima de la cama mas incomoda, pudiendo estar en la silla. Además era cierto que estaba bien como estaba, no solía descansar sentado, ni sentarse a, lo que el consideraba, perder el tiempo.

Se acercó hasta ella y la condujo de nuevo a la silla, tampoco quería arriesgarse a que de nuevo se desmayara, el doctor la habia dado ciertas indicaciones y el había dicho que la cuidaria, aunque realmente la obligacion no era lo unico que sentía en este caso.

- Tienes que desayunar.

Volvió a apoyarse en la pared, y le pegó un bocado a la manzana. Se sentía extraño y confuso, se sentía incomodo y a la vez ¿contento?.No hubiera sabido decirlo.

Lo malo de aquellos momentos en los que se permitía relajarse, era que se sentía tremendamente culpable y las voces de sus víctimas acudían a su cabeza dejándole terriblemente confuso, culpable y algo agotado.

Se dejó llevar con un suspiro. Le resultaba incómodo estar sentada mientras Delin permanecía de pie, pero no esperaba que él lo comprendiera o cambiara de opinión. Que fuera tan austero... tan severo consigo mismo le resultaba tan incomprensible como casi todo en él.

Se sirvió un vaso de leche en silencio, pensando en qué decir. Tampoco era ducha en el arte de hablar trivialidades para pasar el tiempo y, de todos modos, no le parecía que una conversación de ese tipo fuera muy fructífera con alguien como el capitán. Pero tampoco se atrevía a plantearle las muchas preguntas que su curiosidad le dictaba. Quería saber más de él, tratar de entender la causa de su sufrimiento, pero sencillamente no sabía como empezar. Su propia timidez y el hermetismo que percibía en él, no le ayudaban en nada.

Mientras él comía su manzana y ella bebía su leche, el silencio se extendía por la habitación, adquiriendo una cualidad casi física, como si de una densa niebla se tratara. Una niebla comenzaba a ahogarla cuando por fin encontró algo de qué hablar.

- Elyon me dará una habitación que mira a un jardín, capitán y trabajaré en la cocina – comentó – ¿Tenéis algún plato favorito?

Mayo consideró la respuesta de Elyon. Tenía razón, por supuesto. Delin era tan parco en palabras como una tortuga. Pero no era la única fuente que tenían disponible. Sonrió con picardía.

-Sin problemas. Puede que Delin no nos explique nada, pero no creo que la muchacha sea igual que él. Estoy deseando escuchar su versión.

Anticipando el paseo, Mayo sonrió ampliamente. Le caía bien la chica, y una oportunidad así no se le presentaba todos los días. Ir de salir de compras, cotillear un poco, charlar de cosas de chicas… Soltó un gritito de emoción y levantó los brazos, sacudiéndolos. Sus alas se agitaron de arriba a abajo.

Elyon sonrió ante la respueta de Mayo, era cierto, el no había caido en eso, pero Muireall seguramente si contara algo, parecía una muchacha encantadora, al menos por lo que había podido comprobar el rato que había estado con ella.

Sin embargo el grito de emoción de Mayo, le puso en guardia; la situación el el reino, el día a día con los guardias y los días en Söel le habían afectado demasiado, como para no tener los nervios a flor de piel. De todos modos fue solo unos instantes hasta que se dió cuenta de que no ocurría nada.

- Pero luego me tendrás que contar todo lo que te diga

Hablaba para tranquilizarse, mientras volvía a sentarse y disfrutar del desayuno. Entonces recordó que no sabía porque Mayo había ido allí esa mañana.

- Y ¿qué te trae por la posada? ¿venías solo de visita?

Delin siguió masticando su manzana hasta que la pregunta de Muireall le llegó de improviso. ¿Su plato favorito? Eso le dejó algo confuso, nunca se había parado a pensarlo, en la academia también te enseñaban que comer era un necesidad para sobrevivir y aceptaba cualquier tipo de alimento sin pararse a pensar si estaba rico o no, si le gustaba mas o menos.

- No...

Iba a decir no lo sé, a responder creo que ninguno, pero solo le salió el no. Ahora, delante de la selkie, le parecía un poco ridículo el no tener... nada favorito. Nuevamente y como cada vez que se sentía confuso se enfadó consigo mismo y volvió a su manzana.

Un nuevo suspiro se escapó de sus labios al escuchar la parca respuesta. Había vuelto a meter la pata y él se había enfadado. El captar que él enojo de Delin no era con ella no la tranquilizaba. Tampoco le agradaba provocar que él se enfadara consigo mismo. Si al menos lograra saber algo más de él no se equivocaría tanto.

Guardó silencio mientras continuaba bebiendo su leche a pequeños sorbos. Si él estaba más cómodo sin hablar, entonces no diría nada. Eso no le suponía un gran esfuerzo. No era una persona parlanchina y sabía disfrutar del silencio. Y pensar que así él estaría más a gusto la hacía sentirse bien.

Se llevaba una galleta a los labios cuando un repentino sobresalto la dejó con el gesto en suspenso.

- ¡Oh! - el tono de su voz denotaba sorpresa.

Permaneció quieta un segundo, como aguardando algo y luego miró a Delin con los ojos brillantes y una cálida sonrisa iluminando su rostro.

- ¡Capitán! - su voz vibraba de emoción - El bebé... se ha movido. Me dio un par de pataditas.

-Lo siento –dijo Mayo con una sonrisita al ver la reacción del elfo-. No quería alarmarte. ¡Pero es que hay tan pocas ocasiones de… hacer cosas… normales! Cosas que me hacen sentir que estoy en un mundo un poco más amable, menos sombrío.

Se sentó a la mesa y se sirvió un vaso de leche.

-Claro que te lo contaré. Bueno… al menos todo lo que no sea estrictamente personal, aunque no creo que eso me lo vaya a contar a mí –rió-. Va a ser divertido…

Miró el plato de galletas que Elyon había puesto sobre la mesa.

-Esa es la razón de que haya venido hoy. Tus pasteles y galletas están tan ricos, que pensé que a lo mejor te interesaría venderlos en el mercado. Ya sé que no te permiten moverte de la posada, pero yo podría encargarme de la distribución y de traerte las ganancias, y así podrías ahorrar algo de dinero para cuando la situación cambie. Siempre que no te suponga trabajar demasiado y cansarte, claro. Tampoco se trata de eso.

- ¡Bah! Ni te preocupes, mientras no sea un peligro real se supera en unos segundos.

Ciertamente prefería mil veces 100 sustos de ese tipo que uno de los de verdad, con soldados del maldito Zerguold incluidos.

- Si yo tambien averiguo algo te contaré, Muireall va a trabajar aqui ayudándome. Creo que no quería que nadie le pagara la estancia, quería valerse por si misma.

Ciertamente la muchacha, de la que no sabía de su condición de selkie, le parecía no solo bella físicamente, si no encantadora y valiente. Y tenía que tener algo especial para haber atraido al capitán de aquella manera. Realmente actuaba un poco extraño cuando estaba con ella.

- ¿De verdad crees que se venderían? Si tu eres la mensajera solo aceptaré si te llevas la mitad de las ganancias... y ahora con la ayuda de la muchacha seguro que tengo algo mas de tiempo para hacerlas, pero... ¿te parecen buenas de verdad?

Le agrabda mucho la idea, pero no se consideraba tan buen concinero, teniendo en cuenta que hacía poco que había tenido que aprender y le parecía que no le llegaba ni a la suela de los zapatos a la enana.

Delin se puso alerta y se acercó corriendo a la selkie cuando esta emitió el grito de sorpresa, pensando que habí aalgún peligro o que ella no se encontraba bien nuevamente, pero al ver su rostro iluminado de emoción suposo que no debía de ser nada de eso.

De nuevo perdido en aquellos ojos que denotaban alegría, escuchó la voz de la selkie como algo lejano, embelesado y confuso oor las emociones que parecían removerse dentro de él.

Cuando por fin las palabras de Muireall se colaron en su parte consciente cobrando algo de sentido, se sintió de nuevo confuso, ¿era bueno que te dieran patadas? Empezaba a sentirse demasiado acostumbrado a estar confuso desde que había conocido a la muchacha y no sabia si eso le agradaba del todo.

Sin embargo, fiel a su caracter, se quedó en silencio, simplemente observado a la selkie, mientras se preguntaba si lo que acababa de decirle era realmente algo bueno.

Estaba tan extasiada al sentir a su bebé moviéndose en su vientre que no advirtió la confusión de Delin. Aunque la noticia de su embarazo había sido un regalo maravilloso, hasta el momento lo había vivido como algo casi irreal. Sabía que era cierto, el doctor Andrzej no se equivocaría ni le mentiría, pero no acababa de convencerse de que realmente estuviera pasando.

Y ahora.... ahora... todo cobraba realidad, sentido, consistencia. La alegría que sentía se vio de pronto teñida por un fuerte acceso de nostalgia y melancolía, que humedeció sus ojos. Malcolm no estaba allí para compartir ese momento... nunca sabría que su amor había dado un fruto que ahora guardaba en su seno.

A la extraña mixtura de alegría y tristeza que reflejaban sus ojos se añadió la ternura al pensar en su bebé, que continuaba moviéndose en su interior. Necesitaba imperiosamente compartir ese momento. Normalmente no era impulsiva, pero esta vez actuó sin pensar en lo que hacía.

- Continúa moviéndose. Sentidlo, capitán - dijo en tono cómplice, tomando la mano de Delin y apoyándola en su vientre.

-¿La mitad? ¡Ni hablar! Me sentiría como si te estuviera robando. Mira, haremos cuentas… te aceptaré solamente lo justo para… hum… cubrir gastos. De transporte y eso.

Con ello esperaba calmar al joven elfo. Los gastos no iban a subir mucho… el transporte podía hacerlo ella volando, y lo demás… ¿había algo más? No tendría que esforzarse en convencer a alguna gente del mercado para que vendieran aquellas galletas junto a su propia mercancía. La calidad atrae clientela, y la clientela contenta siempre está dispuesta a probar más cosas del proveedor que la dejó contenta.

-No te preocupes por eso. Y claro que están buenas. Les di algunas de las que me diste la última vez a unos granjeros del valle y estaban encantadísimos. Con el trabajo que tienen ahora, no disponen de mucho tiempo para hacer galletas. Se pasan la mitad del tiempo matando bichos raros y la otra mitad intentando sacar algo de la tierra.

A pesar de todo, aún quedaba gente con esperanza en el futuro. Por eso algunos granjeros seguían en el valle, luchando contra la magia oscura que lo invadía. Por eso seguía habiendo niños, y música. Por eso Delin estaba haciendo amigos, aun a pesar de si mismo. Mayo se sonrió. Aquel iba a ser un día muy interesante.

- Nonono, tu correrás los riesgos, tu saldrás a repartir y vendrás a por ellos y la idea ha sido tuya, no aceptaré menos de un 50 por ciento para cada uno. Es lo justo y tu tambien necesitas el dinero, seguro.

Elyon no se tranquilizó con las palabras de Mayo, no le parecía justo que, siendo solo el cocinero, el se llevara la mayor parte, además, mientras no pudiera salir de la taberna, no necesitaba mucho, asique iba a poder ahorrar.

Pero si sonrió cuando escuchó el resto de las palabras de la alada, al menos era bueno en algo. Y, cuando todo acabara, tenía una profesión más para escoger. Sin embargo la última parte le hizo recordar la realidad.

- Si, es una pena que no puedan tener tiempo para cosas tan simples como esa.

Delin se quedó totalmente sorprendido cuando Muireall llevó su mano hacía su barriga y, de no haber sido por la sopresa y porque se encontraba embelesado mirándola, hubiera retirado la mano bruscamente en cuanto sintió el contacto de la selkie.

Con la mano allí coloca, casi al instante de ponerla sintió un movimiento bajo ella ¿a eso se refería con las patadas? ¿no era doloroso? ¿Como podía una criatura tan pequeña dar esos golpes? La segunda patadita le trajo nuevas preguntas además de un extraño sentimiento irreconocible ¿es esto tan pequeño una nueva vida? ¿es algo tan frágil capaz de salir al mundo y crecer?

Se quedó allí unos instantes, sin darse cuenta del tiempo, preguntandose mil cosas, sientiendo algo extraño y novedoso... pero cuando se dió cuenta de su posición, se apartó quizá un poco bruscamente y volvió al otro lado de la mesa. Apoyándose en la pared con la cabeza mirando hacia abajo. Aun sentía las preguntas revolviéndose en su mente y como aquel extraño sentir se difuminaba poco a poco en su interior.

Los sentimientos que Delin experimentó al tocar su vientre eran tan intensos que hicieron vibrar su aura y la traspasaron a ella, mezclándose con su propio júbilo y exaltación. Fue un momento mágico, una especie de comunión. Y a la dicha por sentir a su bebé activo y vital en su seno, se sumó la ternura que el desconcierto y la perplejidad del capitán le provocaron. Era un hombre fuerte, valiente y decidido pero, en tantas cosas, era también como un niño. Un niño que no sabía nada de la mayor parte de las cosas del mundo. ¿Qué clase de vida había tenido? De haber sido más impulsiva y menos tímida, lo hubiese abrazado, acunándolo entre sus brazos.

Pero no se atrevió a hacer tal cosa. Sólo lo dejó ir cuando él, como si se despertara de un sueño, se alejó con cierta brusquedad para apoyarse, cabizbajo, en la pared. Sólo tenía una ligera noción de las preguntas que él se hacía, sin embargo, sintió la necesidad de compartir con él las cosas que sabía y sentía.

- Es un poco incómodo que se mueva y patee, pero no importa, así tiene que ser. Eso significa que mi bebé está sano y está creciendo bien. Mi ignorancia no le hizo daño, capitán; eso me hace sentir muy contenta. Será un bebé vigoroso y valiente, ya lo veréis.

Su voz era cálida y suave y trasuntaba complicidad, como quien revela un preciado secreto a un amigo querido y cercano.

En la cocina, Elyon y Mayo seguían conversando durante su propio desayuno.

-No es tan peligroso –replicó Mayo. Total, volar de aquí para allá con una cesta no representaba mucho más problema que el hacerlo sin ella, cosa que haría de todos modos. Y en cuanto a necesitar el dinero… No pagaba alquiler. Bueno, pagaba los gastos de la tienda, pero los cubría con las ganancias de la misma. Pero en cuanto a gastos personales, con lo que obtenía de la tienda y los recados que aceptaba tenía suficiente. No le sobraba, pero tampoco le faltaba.

Entonces tuvo otra idea.

-Elyon… ¿qué te parece esto? Aceptaré tus condiciones, pero guardaré ese dinero aparte y será un fondo para el mercado de esclavos. No podemos destruirlo por el momento, y tampoco podemos comprarlos a todos. Pero podemos intentar sacar de apuros a algunos. Para eso sí que hace falta dinero.

- Esa idea es genial, ¿seguro que no te importa? Yo creo que con los guardias rondando por todas partes si tienes un riesgo muy grande y te mereces llevarte algo.

Elyon sonreía estaba realmente feliz, aquella era una idea maravillosa y digna de una santa, realmente Mayo tiene un corazón de oro y, aunque no pudieran ayudar a todos, podían ayudar a algunos y eso ya era un avance una forma de luchar, de enfrentarse al maldito tirano y, más egoistamente, de no sentirse un inútil.

- Creo que también meteré mi parte en un bote para ayudar a todos los que injustamente fueron a Söel.

El elfo sentía, por primera vez en mucho tiempo, que podía ser de utilidad para la causa, que podía hacer algo, por pequeño o extraño que fuera, para ayudar a gente que estaban en la misma situación que él hace tan solo unos meses.

Muireall lo dejaba realmente sorprendido, parecía como si fuera capaz de leerle la mente y eso, ciertamente, le molestaba, era como una debilidad más que añadir a una larga lista; y es que hay costumbres y actos que es dificil cambiar.

A pesar de todo, de sentirse molesto, también se sintió agradecido porque ella le explicara ciertas cosas sin que el capitán tuviera que preguntar, porque eso solo le hacía sentir más... inútil.

Se alegra de que la muchacha estuviera tan contenta, aunque seguía sin entender por que ella era capaz de alterarlo tanto y de tantas maneras, por que sus ojos eran un oceano donde perderse, porque había tanta confusión dentro de su mente.

- Yo he terminado, tengo que ir a mi puesto.

Con una manzana era más que de sobra para él, no estaba acostumbrado a desayunar mucho y, aunque fuera por un rato, quería alejarse de ella, poner su mente en orden tratar de entender algo que no había ni vivido ni sentido, tratar de huir de los remordimientos que lo acosaban cuando una sensación de paz llegaba hasta él cuando se perdía en su mirada.

Arrobada como estaba con la maravillosa sensación de sentir a su bebé moviéndose en su vientre, no prestó atención a la molestia y la confusión de Delin. Cuando éste manifestó su intención de marcharse, lo miró por un momento con aire de sorpresa... y decepción.

¿Se marchaba ya? Había abrigado la esperanza de poder conversar un rato, de conocer algo más de él. Pero, por lo visto, no se había hecho una idea siquiera aproximada de lo arisco que el capitán era.

Suspiró con resignación, aceptando la decisón de Delin sin la menor objeción. Percibía que él deseaba alejarse de ella y no pretendía imponerle su presencia. Sólo necesitaba pedirle una cosa más.

- Capitán, ¿me haríais el favor de indicarme dónde está la cocina?

Sólo había bebido un vaso de leche y comido un par de galletas pero la alegría le había quitado el hambre y no deseaba hacer esperar demasiado a Mayo. La intimidaba un poco la idea de desplazarse sola por un lugar desconocido, pero no quería obligar a su protector a acompañarla cuando él deseaba hacer todo lo contrario. Después de todo, si él la había traído aqui era porque se trataba de un lugar seguro.

-Elyon…

Estuvo a punto de decirle que no, que ya estaba poniendo dinero si ella apartaba aquellas ganancias. Que además, poco era lo que podían hacer. Que no podían hacer nada por los que ya estaban en Soel o como se dijera aquel maldito lugar. Que la idea distaba mucho de ser perfecta, que no iban a lograr gran cosa convirtiéndose en clientes de una institución que pretendían eliminar, sino que de alguna forma la alimentaban al incrementar sus ingresos y le daban razón de ser al convertirse en sus usuarios.

Pero ¿qué? Ella misma se sentía perdida, no sabía cómo luchar contra todo aquello, que la superaba y que tantos sinsabores le causaba a pesar de haber tenido suerte hasta ahora. Suerte de no verse involucrada directamente en ningún jaleo de aquellos. Los peores momentos los había tenido en el barco del que se había escapado con Kur, y en la tienda cuando llegaron Delin y Malzeth, y la providencia había querido que el joven capitán reconsiderase sus opciones, lo que les había valido a ella y a sus amigos… la vida probablemente.

En cambio, Elyon no había tenido oportunidad alguna, y él sí que sabía lo que era estar directamente con el cuchillo en la yugular. Y seguramente eso no era una metáfora. Dándose por vencida, se calló y le abrazó brevemente los hombros con un brazo, como acostumbraba a hacerle a su hermano. Fue a decir algo… y no sabiendo el qué, abrió y cerró la boca sin más.

Al oír su nombre, se giró y se quedó callado mirando directamente el rostro de Mayo, le había parecido que aquel tono de voz no era de alegría, pero pensaba que era porque tenía una nueva protesta sobre las ganancias que pudieran tener en el negocio, porque no estaba de acuerdo en que él también ahorrara, porque no sería justo… y tenía preparada una nueva respuesta, daba igual lo que dijera, pensaba hacerlo.

Sin embargo, la mujer le pasó el brazo por los hombros en un gesto cariñoso sin decir nada más. Sintiéndose vencedor por un momento, aunque fuera de una tontería sin importancia como aquella sonrió ampliamente y le pasó el brazo por la cintura, también en un gesto cariñoso.

- Entonces tenemos un trato, todas las mañanas trataré de preparar el cargamento para que puedas venderlo. – se quedó pensativo unos instantes – estoy pensando que sería mejor que guardaras tu el dinero, si me atrapan con una cantidad importante podría tener problemas, podrían decir que lo he robado…

No le hacía especial ilusión volver a Söel y, por mucho que el capitán pudiera actuar en su favor, había límites para ello, posiblemente si alguien le acusaba de robo acabaría de nuevo con sus huesos en aquel terrible lugar. Tan solo el pensamiento hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo.