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Rumbo a Moselec (Trama 3)
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Sophitia
Narrador
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Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
John miró al enano de arriba a abajo, por mas que a los piratas les encantará el ron, sabía muy bien que se debían poner límites estando de turno, si el fuera de su tripulación lo mandaría a azotar por ebrio en servicio y por desalineado, este enano en particular le daba mala espina - ¿quien te nombro líder enano? Ata la barca a la barandilla y luego revisa si el timón es maniobrable quieres
El olor de la nave era nauseabundo, el joven pirata recordaba que los soldados de Triskel eran muy rigurosos con el orden y la limpieza en sus naves, algo muy malo pasó aquí y no tenía nada que ver con la tormenta.
John recorrió la cubierta, la inmundicia estaba por doquier, esta nave llevaba al parecer semanas sin supervisión, llevó sus pasos a la puerta que llevaba a las bodegas y lo recibió el olor de la muerte, la escena casi lo descompone, tuvo que hacer mucho esfuerzo para recomponerse, escucho lo que Sophitia dijo y la imitó con lo del pañuelo, fueron hacia las bodegas pero no había nada interesante que rescatar.
- No hay nada mas que muerte aquí, habría que hundir este barco y enviar a estos pobres infelices al fondo del mar, ni siquiera se podría trasladar una tripulación aquí por miedo a contagiarse esta peste - el pirata se lamentó de esto último, el quería una nave propia y aquí había una de su tierra - Que desperdicio de nave - pensó en voz alta
El olor de la nave era nauseabundo, el joven pirata recordaba que los soldados de Triskel eran muy rigurosos con el orden y la limpieza en sus naves, algo muy malo pasó aquí y no tenía nada que ver con la tormenta.
John recorrió la cubierta, la inmundicia estaba por doquier, esta nave llevaba al parecer semanas sin supervisión, llevó sus pasos a la puerta que llevaba a las bodegas y lo recibió el olor de la muerte, la escena casi lo descompone, tuvo que hacer mucho esfuerzo para recomponerse, escucho lo que Sophitia dijo y la imitó con lo del pañuelo, fueron hacia las bodegas pero no había nada interesante que rescatar.
- No hay nada mas que muerte aquí, habría que hundir este barco y enviar a estos pobres infelices al fondo del mar, ni siquiera se podría trasladar una tripulación aquí por miedo a contagiarse esta peste - el pirata se lamentó de esto último, el quería una nave propia y aquí había una de su tierra - Que desperdicio de nave - pensó en voz alta
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Después de que acabara la tormenta todo lo demás había pasado tan rápido para el kender que ni siquiera tuvo ocasión de preguntarle a la capitana por aquella magia tan extraña que la volvía vieja, joven y mujer lobo a la vez. Le recordó a un cambiaformas que había conocido una vez y que cada vez que estornudaba se transformaba; lo peor es que el pobre era alérgico a prácticamente todo lo que le rodeaba. ¡Aquello era muchísimo mejor!
La votación le pilló intentando llegar hasta su amiga pirata pues había visto que se encontraba en el barco vecino y el pequeño, consciente de su tamaño, quería hacerse notar. Pero no hubo forma. Qué alegría se dio cuando descubrió que no solo iría a la expedición de aquel barco sino que además ¡su amiga pirata iría con él! Le saludó y le comentó atropelladamente todo lo que tenía pensado decirle (aquello de dejarle la próxima vez una llave y eso), también saludó a John y se presentó sonriente ante el enano. No habló mucho más porque parecía que nadie quería hacerlo. Y si aceptó la bebida que le tendía el enano fue únicamente porque pensaba que sino capaz era de tirarlo al mar.
No quiso mostrar lo excitado que se encontraba con la aventura de tener que investigar en aquel barco que tenía casi por seguro que estaba maldito. ¡Qué suerte si encontraban a un fantasma! Así que, como era de esperar y haciéndose un poco el loco, ignoró por completo al enano y trepó tras John dispuesto a no perderse nada de lo que pasara. Tardó algo más en llegar hasta la bodega pues aprovechó para darse una vuelta por la cubierta, pero cuando entró involuntariamente se llevó la manga a la nariz.
- ¡Puaj, pero qué asco! Esta gente necesita que le enseñen un poco de higiene personal porque sino…- Entonces vio los cuerpos y que éstos no se movían, más que lo poco producido por el propio barco y su suave balanceo sobre las olas-. ¿Qué habrá pasado aquí?-.
Como persona curiosa que era, se acercó al primer cuerpo que encontró. Su cara estaba completamente descompuesta en una mueca de absoluto terror, el kender podía verle a la perfección la campanilla entre medias de dos filas de dientes poco cuidados. Sus ojos parecían a punto de caerse rodando de aquella cara pálida y a la vez verdosa.
- Una enfermedad muy cruel… Desde luego- Comentó con ojo crítico, casi defalso experto, alzando una mano ya dispuesta a tomar en herencia alguna de las pertenencias de aquel hombre.
La votación le pilló intentando llegar hasta su amiga pirata pues había visto que se encontraba en el barco vecino y el pequeño, consciente de su tamaño, quería hacerse notar. Pero no hubo forma. Qué alegría se dio cuando descubrió que no solo iría a la expedición de aquel barco sino que además ¡su amiga pirata iría con él! Le saludó y le comentó atropelladamente todo lo que tenía pensado decirle (aquello de dejarle la próxima vez una llave y eso), también saludó a John y se presentó sonriente ante el enano. No habló mucho más porque parecía que nadie quería hacerlo. Y si aceptó la bebida que le tendía el enano fue únicamente porque pensaba que sino capaz era de tirarlo al mar.
No quiso mostrar lo excitado que se encontraba con la aventura de tener que investigar en aquel barco que tenía casi por seguro que estaba maldito. ¡Qué suerte si encontraban a un fantasma! Así que, como era de esperar y haciéndose un poco el loco, ignoró por completo al enano y trepó tras John dispuesto a no perderse nada de lo que pasara. Tardó algo más en llegar hasta la bodega pues aprovechó para darse una vuelta por la cubierta, pero cuando entró involuntariamente se llevó la manga a la nariz.
- ¡Puaj, pero qué asco! Esta gente necesita que le enseñen un poco de higiene personal porque sino…- Entonces vio los cuerpos y que éstos no se movían, más que lo poco producido por el propio barco y su suave balanceo sobre las olas-. ¿Qué habrá pasado aquí?-.
Como persona curiosa que era, se acercó al primer cuerpo que encontró. Su cara estaba completamente descompuesta en una mueca de absoluto terror, el kender podía verle a la perfección la campanilla entre medias de dos filas de dientes poco cuidados. Sus ojos parecían a punto de caerse rodando de aquella cara pálida y a la vez verdosa.
- Una enfermedad muy cruel… Desde luego- Comentó con ojo crítico, casi de
- FDI:
- ¡Hola! Decir nada más que lo siento por ausentarme y que ya estoy de vuelta!
Rangashellof- Cantidad de envíos : 47
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Mire de reojo a John. No quise decir nada solo sonrei. Cuando vi que subian al barco, le di una palmada al ultimo pirata diciendole algo al oído, le aseñale las cuerdas de la barca. Le di otra palmada al hombro y subi también hacia arriba, a la cubierta del barco. Me sorprendío al saber que no solo se conocia esos dos mequetrefes como yo pensaba, si no que también el pequeño kender también. Esa situación me ponia en un aprieto, pues entonces si habia joyas habría diferentes bandos y sabriamos uno de ellos. Habia que ser precavido con esas tres figuras. Desenvaine las pistolas de pedernal y di un paseo por la cubierta, después baje y cuando vi el panorama subí sin seguir investigando. Marché directo al camarote e intente abrir la puerta pero no lo consegui. Me dirigi al mástil mayor, tire de las cuerdas bajando la bandera de Triskel y lo doble, lo iba a guardar. Un pirata se acerco al enano y le pregunto.
- Qué haces con la bandera de Triskel? -Le preguntó aquel pirata con curiosidad.-
- Esto le servira al Capitán Harris. -Lo decía mientras doblaba la bandera hasta hacerlo pequeño. Aunque mintio.-
Pasaba de los tres mequetrefes de agua dulce, yo sabía lo que tenia que hacer y esto es una de ellas. Tenia otras prioridades como para dedicarme a ellos, asi que decidi subir a la cubierta mayor donde estaba situado el timón y tocarlo un poco. Me sentí como un Capitán Pirata, seguramente que Velaska le interesaria un barco más para su Vendaval, ya lo mencioné a Fina. Si tiraramos los cadáveres y lo limpiaramos seguramente ya serviria para el Vendaval. Ya me cansaba de ser un pirata más, yo nací para grandes saqueos y para ser un capitán más de un navío, aunque tenga que sacrificarme. Estando encima de este barco y viendo el panorama, decidí acercarme a la barandilla y asomarme. Recé al Dios de Jaspia y saque una navaja haciendome un corte, dejando mi sangre goteando al mar. Deseaba hacer un pacto con quien me contestara a mis suplicas. No quería volver sin haber conseguido lo que deseaba, este barco se iba a llamar el Leviatán y yo iba a capitanearlo aunque fuera vendiendo mi alma al diablo.
- Qué haces con la bandera de Triskel? -Le preguntó aquel pirata con curiosidad.-
- Esto le servira al Capitán Harris. -Lo decía mientras doblaba la bandera hasta hacerlo pequeño. Aunque mintio.-
Pasaba de los tres mequetrefes de agua dulce, yo sabía lo que tenia que hacer y esto es una de ellas. Tenia otras prioridades como para dedicarme a ellos, asi que decidi subir a la cubierta mayor donde estaba situado el timón y tocarlo un poco. Me sentí como un Capitán Pirata, seguramente que Velaska le interesaria un barco más para su Vendaval, ya lo mencioné a Fina. Si tiraramos los cadáveres y lo limpiaramos seguramente ya serviria para el Vendaval. Ya me cansaba de ser un pirata más, yo nací para grandes saqueos y para ser un capitán más de un navío, aunque tenga que sacrificarme. Estando encima de este barco y viendo el panorama, decidí acercarme a la barandilla y asomarme. Recé al Dios de Jaspia y saque una navaja haciendome un corte, dejando mi sangre goteando al mar. Deseaba hacer un pacto con quien me contestara a mis suplicas. No quería volver sin haber conseguido lo que deseaba, este barco se iba a llamar el Leviatán y yo iba a capitanearlo aunque fuera vendiendo mi alma al diablo.
Bhorgüim- Cantidad de envíos : 16
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
En las bodegas, los barriles estaban llenos de comida, pero un tipo de comida que ninguno de ellos podría esperar, brazos, piernas, ojos, torsos… todo preparado y troceado para cocinarlo, todo lo que encontraron en los barriles eran partes humanas. Nada de fruta, nada de pan, nada de nada más que partes humanas y sangre.
Tras la cortina había un pequeño cofre. Estaba adornado ostentosamente, pero era tan ostentoso como seguro, no parecía tener cerradura visible pero si varios resortes y un par de botones. Parecía casi imposible de forzar. El pequeño cofre era bastante pesado y, a pesar de su escaso tamaño una sola persona no podía transportarlo sin ayuda.
Sobre la cubierta todo seguía igual de tranquilo, solo el ruido de la puerta golpeando incesantemente sobre las maderas rompía el silencio. Al olor de la sangre derramada por el enano sobre el mar acudieron varios tiburones hambrientos que golpearon contra el barco haciendo que este crujiera ruidosamente y se balanceara sobre las olas. Con el movimiento un gran estruendo se escuchó en el camarote del capitán.
Tras la cortina había un pequeño cofre. Estaba adornado ostentosamente, pero era tan ostentoso como seguro, no parecía tener cerradura visible pero si varios resortes y un par de botones. Parecía casi imposible de forzar. El pequeño cofre era bastante pesado y, a pesar de su escaso tamaño una sola persona no podía transportarlo sin ayuda.
Sobre la cubierta todo seguía igual de tranquilo, solo el ruido de la puerta golpeando incesantemente sobre las maderas rompía el silencio. Al olor de la sangre derramada por el enano sobre el mar acudieron varios tiburones hambrientos que golpearon contra el barco haciendo que este crujiera ruidosamente y se balanceara sobre las olas. Con el movimiento un gran estruendo se escuchó en el camarote del capitán.
- FDI:
- Si alguno quiere abrir el cofre que haga una tiradita, es complicado solo lo podrá abrir en caso de sacar 9 o 10, o me lo decís por mp y yo hago la tirada en el tema de información. Mandar los mp a la cuenta de Delin por favor que si no, no me entero.
El camarote del capitán ahora es más fácil de forzar.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Era simplemente repugnante, nauseabundo, una escena que la pirata recordaría durante largos años. La imagen de las partes humanas cuidadosamente guardadas en los barriles se reflejó en los sorprendidos ojos de Sophitia, quien sin hacer sonido alguno volvió a tapar cada uno de los recipientes, con la seriedad que correspondía a tan intrigante situación.
-Esto tiene que ser obra de un demonio, no se me ocurre que otro ser podría hacer algo así- La mujer conocía historias de cómo los demonios dejaban muerte y enfermedades a su paso, y que utilizaban a los humanos como comida. No le quedaba la menor duda de que se habían topado con una abominacion de ese tipo - Ya vimos suficiente, abandonemos este barco maldito...
Pero cuando se dió la vuelta vió lo que había tras la cortina, se veía costoso, y sí se lo llevaban al menos esa desagradable experiencia habría tenido algún sentido. Miró a los dos que habían ido a la bodega con ella, como buscando una confirmación, el cofre se veía extraño, no parecía que fueran a poder abrirlo del modo convencional.
-Carajo, a la mierda con las delicadezas - Sophitia sacó su daga y buscó alguna rendija en la cual insertar la punta, cuando la encontró comenzó a hacer palanca con el arma para intentar forzar la cerradura - Vamos... vamos... pequeña desgraciada, ábrete... - Aplicó más fuerza utilizando su peso, con tan mala suerte que la punta resbaló y le abrió un tajo bastante pronunciado en el dorso de la mano - ¡Maldita sea!
Soltó la daga y se puso a examinar la herida, miró a sus compañeros y les señaló el cofre, ya de por sí estaba muy crispada por estar en ese lugar, pero ahora además le dolía la herida, por lo que su humor no era el mejor.
-A ver, intentenlo ustedes, quizás tengan más suerte que yo - Luego se dió la vuelta y salió de la bodega, estaba absolutamente enferma de todo eso, ya no le importaba si lograban llevarse algo valioso. Cuando regresó a cubierta se encontró con el enano, aunque no pudo ver lo que estaba haciendo por la diferencia de niveles - eh, ¿Encontraste algo? - Preguntó por preguntar, pero justo entonces escuchó el ruido en el camarote del capitán y su primer instinto fue ponerse en guardia.
-Esto tiene que ser obra de un demonio, no se me ocurre que otro ser podría hacer algo así- La mujer conocía historias de cómo los demonios dejaban muerte y enfermedades a su paso, y que utilizaban a los humanos como comida. No le quedaba la menor duda de que se habían topado con una abominacion de ese tipo - Ya vimos suficiente, abandonemos este barco maldito...
Pero cuando se dió la vuelta vió lo que había tras la cortina, se veía costoso, y sí se lo llevaban al menos esa desagradable experiencia habría tenido algún sentido. Miró a los dos que habían ido a la bodega con ella, como buscando una confirmación, el cofre se veía extraño, no parecía que fueran a poder abrirlo del modo convencional.
-Carajo, a la mierda con las delicadezas - Sophitia sacó su daga y buscó alguna rendija en la cual insertar la punta, cuando la encontró comenzó a hacer palanca con el arma para intentar forzar la cerradura - Vamos... vamos... pequeña desgraciada, ábrete... - Aplicó más fuerza utilizando su peso, con tan mala suerte que la punta resbaló y le abrió un tajo bastante pronunciado en el dorso de la mano - ¡Maldita sea!
Soltó la daga y se puso a examinar la herida, miró a sus compañeros y les señaló el cofre, ya de por sí estaba muy crispada por estar en ese lugar, pero ahora además le dolía la herida, por lo que su humor no era el mejor.
-A ver, intentenlo ustedes, quizás tengan más suerte que yo - Luego se dió la vuelta y salió de la bodega, estaba absolutamente enferma de todo eso, ya no le importaba si lograban llevarse algo valioso. Cuando regresó a cubierta se encontró con el enano, aunque no pudo ver lo que estaba haciendo por la diferencia de niveles - eh, ¿Encontraste algo? - Preguntó por preguntar, pero justo entonces escuchó el ruido en el camarote del capitán y su primer instinto fue ponerse en guardia.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
John vio por sobre el hombro de Sophitia el contenido de los barriles, el contenido no era lo esperado, el solo pensaba que habría carne podrida en salmuera pero esto era espeluznante, la verdad este barco estaba sacándolo de quicio, vio que Sophitia fue detrás de la cortina e intento abrir aquel cofre, pero fue en vano ya que esta termino lastimándose la mano lo mejor seria mandar un mensaje a la flota y que se acercaran para llevarse el cofre. Ya no había nada mas que ver en este lugar así que John decidió salir a cubierta, una vez ahí apunto al hombre de Morgan y le dijo - Hey tu, baja una de las barcas salvavidas de esta pocilga y ve a la nave mas cercana y diles que esto es un cementerio flotante, y hay cuerpos trozados en barriles, solo un cofre parece valioso abajo, que decidan que hacer así nos vamos de aquí -
En el momento que termino de decirlo sintió el golpe al costado de la nave, John se acerco a la barandilla a mirar que demonios había golpeado el barco, y para su sorpresa los tiburones rozaban el tablazón de la nave. - Diablos lo que faltaba, tiburones!, seguramente el olor de los barriles los trajo hasta aquí - Esto dificultaba aun mas la vuelta, ya que deberían tener extremo cuidado con ellos mientras regresaban en la barcaza, quizá podrían hacer alguna señal y que una nave se acercara a recogerlos.
Toda idea de la cabeza de John desapareció al escuchar el estruendo en el camarote del capitán, esta nave estaba poniéndolo de muy mal humor, algo que parecía un simple reconocimiento se volvía cada vez mas difícil. - Este barcucho me tiene harto!, ya estoy cansado de las sorpresas y complicaciones! - dijo medio gritando mientras se acercaba a la puerta de aquel camarote aun con sus sables en sus manos, levanto su pierna y pateo la cerradura con toda la fuerza que pudo reunir, el recuerdo de la noche en que conoció a Sophitia le vino a la mente, él tirando una puerta abajo y ella lastimándose una mano, al parecer todo terminaba siempre igual.
En el momento que termino de decirlo sintió el golpe al costado de la nave, John se acerco a la barandilla a mirar que demonios había golpeado el barco, y para su sorpresa los tiburones rozaban el tablazón de la nave. - Diablos lo que faltaba, tiburones!, seguramente el olor de los barriles los trajo hasta aquí - Esto dificultaba aun mas la vuelta, ya que deberían tener extremo cuidado con ellos mientras regresaban en la barcaza, quizá podrían hacer alguna señal y que una nave se acercara a recogerlos.
Toda idea de la cabeza de John desapareció al escuchar el estruendo en el camarote del capitán, esta nave estaba poniéndolo de muy mal humor, algo que parecía un simple reconocimiento se volvía cada vez mas difícil. - Este barcucho me tiene harto!, ya estoy cansado de las sorpresas y complicaciones! - dijo medio gritando mientras se acercaba a la puerta de aquel camarote aun con sus sables en sus manos, levanto su pierna y pateo la cerradura con toda la fuerza que pudo reunir, el recuerdo de la noche en que conoció a Sophitia le vino a la mente, él tirando una puerta abajo y ella lastimándose una mano, al parecer todo terminaba siempre igual.
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Como nadie le hizo ni caso, el kender continuó metiendo mano a todo cadaver que encontró en su camino; una bolsita por aquí, unas monedas por allá, un interesante anillo, más bolistas, un reloj de bolsillo, unos guantes... Todo lo que podía ser utilizable fue escondiéndoselo entre los pliegues de la chaqueta. Después de todo, aquellos hombres no lo iban a utilizar y era una lástima que se perdieran aquellos tesoros en el fondo marino. Si algo de aquello tenía dueño, podían ir a reclamárselo cuando quisieran... No quería privar a nadie de su herencia, pero mientras tanto los guardaría como si fueran propios. Por supuesto, ignoró totalmente que los herederos no supieran quién estaba en posesión de sus bienes.
Llegó hasta el barril donde se había parado su amiguísima amiga pirata y arrugó la nariz al ver aquel espetáculo de caernicería: - ¡Vaaaaya! ¿Los demonios comen humanos? Porque ésto parece una lata de conservas, yo le hubiera echado alguna clase de líquido... agua con azucar quizá, así pueden ser como muslitos en almíbar o algo parecido... ¡O en salazón!. Una vez conocí a un ogro que guardaba bajo la nieve, en pequeñas bolsas de tela, los pies de sus víctimas. Decía que preparaba una rica salsa de sangre y los cocinaba. Le gustaba roer los huesecillos de los pies como si fueran pipas... La verdad es que me dejó escapar porque ni siquiera le valía como mondadientes, algo que al parecer le hacía mucha gracia. No lo sé. Los ogros tienen un humor extraño que siempre me ha costado entender...- Sus palabras se paralizaron tras contemplar el cofre situado tras la cortina. Aquello era más interesante.
Observó como Sophitia intentaba abrirlo sin éxito, lastimándose en el proceso. Evidentemente enfadados, sus compañeros subieron a cubierta, pero el joven kender tenía otros planes. Se sentó cual indio junto al cofre y lo acarició mientras lo observaba detenidamente; era una maravilla. Lo estudió, siguiendo las líneas que lo decoraban, buscando las rendijas que podía utilizar y las cerraduras. Sacó un jueguito de ganzúas de entre los pliegues del pantaloncillo y probó. Nada. Metió la punta de su daga tal cual lo había hecho la pirata, pero sin hacer excesiva fuerza y lo movió a lo largo de la grieta en busca de cualquier mecanismo. Entretenido como estaba ni si quiera hizo caso al fuerte golpe producido por los tiburones. A las malas, pensó, quizás podría desengarzar las brillantes piedrecitas que decoraban los pliegues labrados del cofre.
Llegó hasta el barril donde se había parado su amiguísima amiga pirata y arrugó la nariz al ver aquel espetáculo de caernicería: - ¡Vaaaaya! ¿Los demonios comen humanos? Porque ésto parece una lata de conservas, yo le hubiera echado alguna clase de líquido... agua con azucar quizá, así pueden ser como muslitos en almíbar o algo parecido... ¡O en salazón!. Una vez conocí a un ogro que guardaba bajo la nieve, en pequeñas bolsas de tela, los pies de sus víctimas. Decía que preparaba una rica salsa de sangre y los cocinaba. Le gustaba roer los huesecillos de los pies como si fueran pipas... La verdad es que me dejó escapar porque ni siquiera le valía como mondadientes, algo que al parecer le hacía mucha gracia. No lo sé. Los ogros tienen un humor extraño que siempre me ha costado entender...- Sus palabras se paralizaron tras contemplar el cofre situado tras la cortina. Aquello era más interesante.
Observó como Sophitia intentaba abrirlo sin éxito, lastimándose en el proceso. Evidentemente enfadados, sus compañeros subieron a cubierta, pero el joven kender tenía otros planes. Se sentó cual indio junto al cofre y lo acarició mientras lo observaba detenidamente; era una maravilla. Lo estudió, siguiendo las líneas que lo decoraban, buscando las rendijas que podía utilizar y las cerraduras. Sacó un jueguito de ganzúas de entre los pliegues del pantaloncillo y probó. Nada. Metió la punta de su daga tal cual lo había hecho la pirata, pero sin hacer excesiva fuerza y lo movió a lo largo de la grieta en busca de cualquier mecanismo. Entretenido como estaba ni si quiera hizo caso al fuerte golpe producido por los tiburones. A las malas, pensó, quizás podría desengarzar las brillantes piedrecitas que decoraban los pliegues labrados del cofre.
Rangashellof- Cantidad de envíos : 47
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
El pequeño cofre no hizo ni el más mínimo esfuerzo por abrirse, permanecía allí impasible al tiempo y a cualquiera que intentara forzarlo. Si algo había hecho bien los ingenieros del Triskel había sido aquel intricando sistema de seguridad. Para justo después los magos de Adisyum añadir algo de magia con lo cual el cofre ni se dejaba mover ni se dejaba abrir. Al menos eso se contaba. Casi parecía sacar la lengua con sorna y reírse de todos los que lo intentaban.
El caso es que el hombre que acompañaba al pequeño Kender para vigilarlo se había quedado observando primero al enano sobre cubierta, después al llegar abajo el horror se había apoderado de él, hasta que descubrió el pequeño cofre y se quedo observándolo en lugar de vigilar a su objetivo. Se acercó, intentó levantarlo, intentó abrirlo sin ningún éxito y entonces frunció el ceño y se quedó observando más de cerca al cofre.
- Eh tu! Kender! Ven aquí, cierra el pico y observa el cofre sin quitarle la vista de encima
Si te quedabas mirándolo fijamente podías observar como una ondulación en un extremo. Como un ir y venir de la madera, casi como un latido. Si pasabas suavemente su mano por la tapa un suave ronroneo, tan suave que necesitabas un buen oído y un ambiente silencioso, pero un ronroneo al fin y al cabo que parecía salir del cofre.
--------------------------------------------------------
Mientras bajaba hacía la bodega, el enano Bhorgüim metió la pierna en un tablón suelto, tras varias maldiciones y unos cuantos forcejeos el suelo cedió bajo sus pies cayendo pesadamente en la bodega sobre uno de los barriles con trozos humanos, quedando inconsciente sobre una masa de sangre y carne humana.
-----------------------------------------------------------
Sobre la cubierta por fin la puerta del camarote del capitán cedió sobre sus goznes ante la patada de John, quedando totalmente inservible.
Dentro podía observarse limpieza y orden, parecía como un mundo aparte del resto del barco. Nada parecía fuera de lugar y todo estaba ordenado y limpio, ni vómitos, ni orines. Solo los muebles caídos que habían bloqueado la puerta de entrada al camarote estaban fuera de lugar.
Sobre la silla del capitán se podía ver su reciente cadáver con un hermoso agujero en el cráneo producido por la pistola que llevaba en la mano. El hecho de que la sangre que decoraba la pared detrás del cadáver aun estuviera fresca y que no oliera a muerte y destrucción daba a entender que la muerta había sido reciente. En la otra mano del capitán, descansaba un retrato de una mujer y un joven de unos 20 años con cierto parecido con el capitán. Ambos sonreían.
Sobre el escritorio delante del hombre muerto descansaba el diario de a bordo abierto por sus últimas páginas.
No había nada más de valor en el camarote. Solo libros, informes, mapas, un sextante, un catalejo… todo pulcramente ordenado y muy cuidado.
El caso es que el hombre que acompañaba al pequeño Kender para vigilarlo se había quedado observando primero al enano sobre cubierta, después al llegar abajo el horror se había apoderado de él, hasta que descubrió el pequeño cofre y se quedo observándolo en lugar de vigilar a su objetivo. Se acercó, intentó levantarlo, intentó abrirlo sin ningún éxito y entonces frunció el ceño y se quedó observando más de cerca al cofre.
- Eh tu! Kender! Ven aquí, cierra el pico y observa el cofre sin quitarle la vista de encima
Si te quedabas mirándolo fijamente podías observar como una ondulación en un extremo. Como un ir y venir de la madera, casi como un latido. Si pasabas suavemente su mano por la tapa un suave ronroneo, tan suave que necesitabas un buen oído y un ambiente silencioso, pero un ronroneo al fin y al cabo que parecía salir del cofre.
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Mientras bajaba hacía la bodega, el enano Bhorgüim metió la pierna en un tablón suelto, tras varias maldiciones y unos cuantos forcejeos el suelo cedió bajo sus pies cayendo pesadamente en la bodega sobre uno de los barriles con trozos humanos, quedando inconsciente sobre una masa de sangre y carne humana.
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Sobre la cubierta por fin la puerta del camarote del capitán cedió sobre sus goznes ante la patada de John, quedando totalmente inservible.
Dentro podía observarse limpieza y orden, parecía como un mundo aparte del resto del barco. Nada parecía fuera de lugar y todo estaba ordenado y limpio, ni vómitos, ni orines. Solo los muebles caídos que habían bloqueado la puerta de entrada al camarote estaban fuera de lugar.
Sobre la silla del capitán se podía ver su reciente cadáver con un hermoso agujero en el cráneo producido por la pistola que llevaba en la mano. El hecho de que la sangre que decoraba la pared detrás del cadáver aun estuviera fresca y que no oliera a muerte y destrucción daba a entender que la muerta había sido reciente. En la otra mano del capitán, descansaba un retrato de una mujer y un joven de unos 20 años con cierto parecido con el capitán. Ambos sonreían.
Sobre el escritorio delante del hombre muerto descansaba el diario de a bordo abierto por sus últimas páginas.
- Diario de a bordo:
No había nada más de valor en el camarote. Solo libros, informes, mapas, un sextante, un catalejo… todo pulcramente ordenado y muy cuidado.
- FDI:
- Bhorgüim nos abandona por problemas personales, le he dejado inconsciente por si volviera y quisiera retomar, por favor sed buenos compañeros y llevarle con vosotros jajajaja.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Nada como solucionar los problemas con una buena patada, dentro de la serie de hechos desagradables que estaban viviendo la actitud práctica de su compañero le hizo esbozar una sonrisa a la pirata. Se acercó al cuarto del capitán, esperando ver por fin algo de valor, la muchacha se sorprendió de encontrar el lugar tan limpio y en líneas generales en buen estado, como si la desgracia que había hecho estragos en todo el resto del barco hubiese pasado por alto ese sitio.
-Sabia decisión, amigo – Dijo Sophitia mientras miraba de cerca el agujero que se había hecho el capitán en la cabeza – Ya decía yo que buscar algo en este barco era una maldita pérdida de tiempo. Volvamos, y cuando pasemos deberíamos hundirlo, así los cuerpos descansaran en el fondo del mar, como corresponde – Agregó en un tono de respeto, no era creyente de ninguna religión en particular, pero una tumba de agua era lo mínimo que se les debía a personas que habían muerto cumpliendo con su tarea.
Miró la imagen que tenía el cuerpo en la otra mano, en cierto modo le hizo acordar a su propio padre, era una pena, seguramente nunca se iban a enterar de lo que le había pasado, gajes del oficio se podría decir. Fue entonces que noto el diario, comenzó lentamente a leer sus páginas, había estado practicando el aprender a leer con Flor en el último tiempo, pero ese tipo de letra aun le costaba así que muchas palabras no las entendía.
-Pero qué demonios… ¿Una extraña piedra? ¿Qué mierda estaban transportando en realidad? – Se quedó en silencio mientras intentaba entender los últimos párrafos- Un cofre… ¡El cofre! ¿Dónde está el duende? – La última vez que lo había visto estaba junto a esa extraña caja, en uno de sus parloteos interminables.
Salió corriendo, bajando los escalones de dos en dos, ese duende era muy bueno robando cosas, tal vez si abría el cofre no pasaba nada… pero quizás sí. Sophitia era muy supersticiosa, y si ese objeto era el causante de todos los males que se habían producido en la embarcación, lo mejor era tirarlo al mar, tal como el capitán había querido hacer.
-Sabia decisión, amigo – Dijo Sophitia mientras miraba de cerca el agujero que se había hecho el capitán en la cabeza – Ya decía yo que buscar algo en este barco era una maldita pérdida de tiempo. Volvamos, y cuando pasemos deberíamos hundirlo, así los cuerpos descansaran en el fondo del mar, como corresponde – Agregó en un tono de respeto, no era creyente de ninguna religión en particular, pero una tumba de agua era lo mínimo que se les debía a personas que habían muerto cumpliendo con su tarea.
Miró la imagen que tenía el cuerpo en la otra mano, en cierto modo le hizo acordar a su propio padre, era una pena, seguramente nunca se iban a enterar de lo que le había pasado, gajes del oficio se podría decir. Fue entonces que noto el diario, comenzó lentamente a leer sus páginas, había estado practicando el aprender a leer con Flor en el último tiempo, pero ese tipo de letra aun le costaba así que muchas palabras no las entendía.
-Pero qué demonios… ¿Una extraña piedra? ¿Qué mierda estaban transportando en realidad? – Se quedó en silencio mientras intentaba entender los últimos párrafos- Un cofre… ¡El cofre! ¿Dónde está el duende? – La última vez que lo había visto estaba junto a esa extraña caja, en uno de sus parloteos interminables.
Salió corriendo, bajando los escalones de dos en dos, ese duende era muy bueno robando cosas, tal vez si abría el cofre no pasaba nada… pero quizás sí. Sophitia era muy supersticiosa, y si ese objeto era el causante de todos los males que se habían producido en la embarcación, lo mejor era tirarlo al mar, tal como el capitán había querido hacer.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
La puerta cedió ante el golpe, John entro al camarote y sintió que fue transportado a otro barco, que ese pequeño espacio de la nave no pertenecía al caos que reinaba en el resto de la embarcación, miro alrededor y nada sobresalía, excepto el reciente cadáver en la silla detrás del escritorio.
Sophitia paso a su lado mientras el guardaba sus sables, John asintió con la cabeza ante el cumplido de la pirata y recorrió un poco la estancia tratando de buscar algo de valor. No tenia ganas de conversar en ese momento, pero coincidía con su compañera en que había que hundir la nave.
Al llegar al escritorio Sophitia había salido corriendo a toda velocidad, el joven leyó el diario de abordo y entendió lo que su compañera teima, este lugar de verdad estaba maldito, no había otra explicación, ya era hora de salir de ahí y regresar a las naves, hundir esa nave llena de muerte y perdición y que el cofre se hundiera en las profundidades del mar junto a los desgraciados que cayeron ante su maldición.
John dio una ultima mirada al cuerpo del capitán, un simple hombre que cumplía ordenes, las cuales lo hicieron caer en desgracia - Que la Dama lo guié en su nuevo viaje capitán - Comento al salir del camarote y dirigirse bajo cubierta nuevamente para ver que sucedía con el duende y el cofre maldito, al llegar a las escaleras agrego - Y que también nos guié a nosotros para lidiar con ese cofre maldito -
Sophitia paso a su lado mientras el guardaba sus sables, John asintió con la cabeza ante el cumplido de la pirata y recorrió un poco la estancia tratando de buscar algo de valor. No tenia ganas de conversar en ese momento, pero coincidía con su compañera en que había que hundir la nave.
Al llegar al escritorio Sophitia había salido corriendo a toda velocidad, el joven leyó el diario de abordo y entendió lo que su compañera teima, este lugar de verdad estaba maldito, no había otra explicación, ya era hora de salir de ahí y regresar a las naves, hundir esa nave llena de muerte y perdición y que el cofre se hundiera en las profundidades del mar junto a los desgraciados que cayeron ante su maldición.
John dio una ultima mirada al cuerpo del capitán, un simple hombre que cumplía ordenes, las cuales lo hicieron caer en desgracia - Que la Dama lo guié en su nuevo viaje capitán - Comento al salir del camarote y dirigirse bajo cubierta nuevamente para ver que sucedía con el duende y el cofre maldito, al llegar a las escaleras agrego - Y que también nos guié a nosotros para lidiar con ese cofre maldito -
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
El kender continuó repasando con su daga cada resquicio de aquel cofre, totalmente concentrado en descubrir el mecanismo que hacía que se abriera o, como poco, la forma de desprender alguna piedrecilla de su superficie. Pero el cofre parecía querer evitarlo, parecía que la madera, el metal y las piedras que lo decoraban formaban parte de una misma pieza, perfectamente engarzada, totalmente única. El pequeño no había visto nada igual.
Paseó la mano por la superficie, con mimo, completamente admirado. Repasó con los dedos las principales lineas que lo formaban, recorriéndolo de parte a parte hasta descubrir la extraña ondulación. La observó más de cerca, en todos los ángulos que era posible, hasta hallar aquella respiración. Subía y bajaba levemente, temblaba como si de un ser vivo se tratara, dormido en un profundo sueño. Acercó la cara lo máximo posible, pegando la oreja a la superficie. El ronroneo llegó hasta sus finos oídos débilmente. Se alejó soprendido. - Está vivo- murmuró.
Se aproximó de nuevo. Apoyando la cabeza con delicadeza, acarició tiernamente al cofre como si fuese un pequeño gatito. - ¿Estás despierto? Si estás dormido no quiero despertarte, pero si no... - frunció el ceño dubitativo-. Mi nombre es Rangashellof. ¿De dónde has salido? ¿Qué eres?-.
Paseó la mano por la superficie, con mimo, completamente admirado. Repasó con los dedos las principales lineas que lo formaban, recorriéndolo de parte a parte hasta descubrir la extraña ondulación. La observó más de cerca, en todos los ángulos que era posible, hasta hallar aquella respiración. Subía y bajaba levemente, temblaba como si de un ser vivo se tratara, dormido en un profundo sueño. Acercó la cara lo máximo posible, pegando la oreja a la superficie. El ronroneo llegó hasta sus finos oídos débilmente. Se alejó soprendido. - Está vivo- murmuró.
Se aproximó de nuevo. Apoyando la cabeza con delicadeza, acarició tiernamente al cofre como si fuese un pequeño gatito. - ¿Estás despierto? Si estás dormido no quiero despertarte, pero si no... - frunció el ceño dubitativo-. Mi nombre es Rangashellof. ¿De dónde has salido? ¿Qué eres?-.
Rangashellof- Cantidad de envíos : 47
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
El hombre que acompañaba al kender, Arlin, miró con sorpresa a Rangashellof cuando este murmuró que estaba vivo, frunció el ceño y miró con más atención al cofre. Todo era muy extraño pero estaba casi seguro de que era cierto lo que decía. Aquel cofre estaba vivo… o quizá había sido algún truco de los magos del Adysium, o quizá aquel barco estaba hechizado. Había oído leyendas sobre los magos haciendo experimentos con algunas criaturas vivas y juntándolos con objetos inanimados pero aquello no podía ser cierto ¿no?
Empezó a ponerse muy nervioso y solo quería salir de allí. Se acercó al kender con paso decidido para tirar de su brazo y sacarlo de allí, pero entonces todo pasó muy deprisa. El enano que los acompañaba cayó rodeado de tablas rotas montando tremendo desbarajuste entre los restos humanos que conservaban en la bodega, con tamaña caída y destrozo en las cubiertas, empezaron a oírse crujidos de tablas y, pocos instantes después el ruido del agua entrando al barco, seguido de los golpes de los tiburones atraídos por el olor a sangre, que trataban de hacerse hueco para entrar a por su presa. Pero lo más sorprendente, fue que el pequeño cofre saltó sobre sí mismo emitiendo un quejido y transformándose en una pesada bola de hierro con cadena y un grillete al final de la misma que fue a cerrarse firmemente sobre el brazo del kender.
De cinco que habían llegado al barco uno estaba inconsciente, otro atrapado a una bola con cadena tan pesada como el cofre que parecía temblar de miedo, de los otros tres Arlin acaba de entrar en pánico, las escaleras que daban a la salida estaban llenas de escombros y llevaría horas quitarlas todas.
La joven pirata había quedado atrapada en los camarotes con todos los muertos y su olor repúgnate olor a muerte y podredumbre. La puerta de salida se había quedado por fin callada para quedar encajada de tal modo que una simple patada no iba a despejar el camino. Por el agujero que había dejado su compañero al caer podía llegar a comunicarse con el exterior. El único que aun se encontraba en libertad era John.
Era urgente salir de allí, el barco estaba condenado y los tiburones acechaban…
Empezó a ponerse muy nervioso y solo quería salir de allí. Se acercó al kender con paso decidido para tirar de su brazo y sacarlo de allí, pero entonces todo pasó muy deprisa. El enano que los acompañaba cayó rodeado de tablas rotas montando tremendo desbarajuste entre los restos humanos que conservaban en la bodega, con tamaña caída y destrozo en las cubiertas, empezaron a oírse crujidos de tablas y, pocos instantes después el ruido del agua entrando al barco, seguido de los golpes de los tiburones atraídos por el olor a sangre, que trataban de hacerse hueco para entrar a por su presa. Pero lo más sorprendente, fue que el pequeño cofre saltó sobre sí mismo emitiendo un quejido y transformándose en una pesada bola de hierro con cadena y un grillete al final de la misma que fue a cerrarse firmemente sobre el brazo del kender.
De cinco que habían llegado al barco uno estaba inconsciente, otro atrapado a una bola con cadena tan pesada como el cofre que parecía temblar de miedo, de los otros tres Arlin acaba de entrar en pánico, las escaleras que daban a la salida estaban llenas de escombros y llevaría horas quitarlas todas.
La joven pirata había quedado atrapada en los camarotes con todos los muertos y su olor repúgnate olor a muerte y podredumbre. La puerta de salida se había quedado por fin callada para quedar encajada de tal modo que una simple patada no iba a despejar el camino. Por el agujero que había dejado su compañero al caer podía llegar a comunicarse con el exterior. El único que aun se encontraba en libertad era John.
Era urgente salir de allí, el barco estaba condenado y los tiburones acechaban…
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Los últimos tres escalones los bajó de un salto, cayendo con gran estruendo en la parte donde estaban los camarotes, demasiado estruendo de hecho. Un sacudón le hizo entender que algo en el barco no estaba bien, el estrépito fue tan fuerte que la pirata casi cae al piso y tuvo que agarrarse de una de las hamacas con tripulante muerto y todo para no caerse.
-Pero qué asco... - Exclamó mientras se erguía nuevamente. Aunque pronto vio que el haber caído sobre esos restos era el menor de sus problemas. El sonido del agua era inconfundible, suponía que debía ser en algún lugar de las bodegas, pero de cualquier manera eso solo significaba una cosa: El barco iba a hundirse.
Fue hacia la escalera pero la salida estaba bloqueada, estaba en serios problemas, no tenía manera de subir, pero tampoco de seguir bajando. Sophitia miró en cada esquina intentando pensar algún buen plan que le permitiera escapar de una muerte segura, no quería que las cosas terminaran ahora, no así. El poco armamento que quedaba estaba guardado, y como las hamacas estaban desplegadas las escotillas de los cañones estaban atrancados.
Se acercó corriendo a una de ellas e intentó destrabarla, le costó varios intentos, parecía que nadie la había movido en un buen tiempo, y además las hamacas la golpeaban en su balanceo y resultaban todo un estorbo. Exasperada, descolgó las que tenía más cerca, dejando a los cuerpos rodando por el suelo, y ya más libre aplicó toda su fuerza en la escotilla.
Con un crujido logró abrirla por fin, no era muy grande, probablemente un hombre no podría pasar los hombros por ella, pero sí una mujer. El barco se balanceaba peligrosamente, pero además era notoria la inclinación que sufría por culpa del agua que estaba llenando las bodegas, pronto quedaría directamente de costado y ya no se levantaría.
-Mierda, mierda, mierda, mierda - Repetía Sophitia mientras se agarraba como mejor podía del costado del barco, en un primero momento había pensado en saltar al agua, pero le había parecido ver tiburones y se lo pensó mejor. Subiría e intentaría conseguir alguno de los botes salvavidas - Y espero que para entonces los demás hayan encontrado una manera de salir...
-Pero qué asco... - Exclamó mientras se erguía nuevamente. Aunque pronto vio que el haber caído sobre esos restos era el menor de sus problemas. El sonido del agua era inconfundible, suponía que debía ser en algún lugar de las bodegas, pero de cualquier manera eso solo significaba una cosa: El barco iba a hundirse.
Fue hacia la escalera pero la salida estaba bloqueada, estaba en serios problemas, no tenía manera de subir, pero tampoco de seguir bajando. Sophitia miró en cada esquina intentando pensar algún buen plan que le permitiera escapar de una muerte segura, no quería que las cosas terminaran ahora, no así. El poco armamento que quedaba estaba guardado, y como las hamacas estaban desplegadas las escotillas de los cañones estaban atrancados.
Se acercó corriendo a una de ellas e intentó destrabarla, le costó varios intentos, parecía que nadie la había movido en un buen tiempo, y además las hamacas la golpeaban en su balanceo y resultaban todo un estorbo. Exasperada, descolgó las que tenía más cerca, dejando a los cuerpos rodando por el suelo, y ya más libre aplicó toda su fuerza en la escotilla.
Con un crujido logró abrirla por fin, no era muy grande, probablemente un hombre no podría pasar los hombros por ella, pero sí una mujer. El barco se balanceaba peligrosamente, pero además era notoria la inclinación que sufría por culpa del agua que estaba llenando las bodegas, pronto quedaría directamente de costado y ya no se levantaría.
-Mierda, mierda, mierda, mierda - Repetía Sophitia mientras se agarraba como mejor podía del costado del barco, en un primero momento había pensado en saltar al agua, pero le había parecido ver tiburones y se lo pensó mejor. Subiría e intentaría conseguir alguno de los botes salvavidas - Y espero que para entonces los demás hayan encontrado una manera de salir...
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
El ruido de la caída del enano alertó a John, algo malo sucedía, salió corriendo del camarote del capitán hacia las bodegas, intentó empujar la puerta pero esta quedó trabada, el joven pirata miró a su alrededor tratando de encontrar con que forzarla pero la desordenada cubierta no ofrecía nada.
Luego empezó a sentir la inclinación de la nave, se estaban hundiendo, había que salir de alli urgente, pero aun sus compañeros se encontraban bajo la cubierta, John se debatía entre la moralidad enseñada de pequeño y la nueva moralidad que le enseñaron los piratas, decidió optar por la segunda.
El joven miró los botes salvavidas que llevaba la nave y eligió ir por uno que era el que le parecía el mas sano, se acercó hacia la barandilla para desatar los cabos que lo sostenía y para su sorpresa encontró a Sophitia colgando del costado de la nave - ¿Qué demonios pasó ahí abajo? - Le pregunto mientras elegía entre las viejas sogas que estaban en cubierta una que pareciera resistir la subida de la pirata - Debemos irnos ya, esta tabla podrida esta maldita si seguimos aquí nos llevara con ella al fondo del mar, o peor al estómago de un tiburón - Le digo lanzandole la soga y atando el otro extremo a la barandilla - Si salimos de esta, me deberás al menos tres botellas de ron, ¿escuchaste? Las necesitare para olvidar esta pocilga del infierno
Luego empezó a sentir la inclinación de la nave, se estaban hundiendo, había que salir de alli urgente, pero aun sus compañeros se encontraban bajo la cubierta, John se debatía entre la moralidad enseñada de pequeño y la nueva moralidad que le enseñaron los piratas, decidió optar por la segunda.
El joven miró los botes salvavidas que llevaba la nave y eligió ir por uno que era el que le parecía el mas sano, se acercó hacia la barandilla para desatar los cabos que lo sostenía y para su sorpresa encontró a Sophitia colgando del costado de la nave - ¿Qué demonios pasó ahí abajo? - Le pregunto mientras elegía entre las viejas sogas que estaban en cubierta una que pareciera resistir la subida de la pirata - Debemos irnos ya, esta tabla podrida esta maldita si seguimos aquí nos llevara con ella al fondo del mar, o peor al estómago de un tiburón - Le digo lanzandole la soga y atando el otro extremo a la barandilla - Si salimos de esta, me deberás al menos tres botellas de ron, ¿escuchaste? Las necesitare para olvidar esta pocilga del infierno
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Todo sucedió tan rápido que, aunque parezca mentira, hasta el kender se vio aturdido. Cuando volvió en sí se encontró chapoteando en un par de centímetros de agua, con la escalera destrozada y el enano inconsciente a sus pies. Arlin, con la cara desfigurada por el miedo, señalaba el cofre y balbuceaba cosas incomprensibles. Fue entonces cuando el kender fue consciente de lo más preocupante; en lugar del hermoso cofre, una bola de hierro temblorosa se había encadenado a su pequeña muñeca.
- Vaya...- Murmuró mientras el otro pirata contenía grititos temerosos-. Ssh, calla, vas a asustarlo más de lo que está ¿no lo ves?-.
Ranga se agachó a acariciar la suerficie curva de aquella bola de cañón en un intento por tranquilizarla, a la par que el barco continuaba escorándose. Sin poder evitarlo, se vio arrastrado, rodando tras la bola, hasta el otro lateral del barco y frenando directamente contra la pared. Mareado de nuevo, se sacudió las ropas mientras comprobaba que el agua subía más rápido de lo que parecía e intentó arrastrar la bola, tirando con todas sus fuerzas de la cadena, hacia el otro lado.
- Creo que deberíamos salir de aquí. Tú podrías coger al enano y...- Pero el pirata había desaparecido. El kender vio como, de una manera que ni si quiera pudo comprender, Arlin había trepado por los restos de la escalera y ya se perdía por el agujero de salida-. ¡¡Al menos busca ayuda!!- Gritó en vano.
A pesar de que el cofre había reducido su tamaño al convertirse en aquella esfera seguía siendo tan pesada como antes y tirar de él era una tarea que estaba consumiendo todas las fuerzas del pequeño kender. Era imposible que pudiera salir de allí con aquello atado al brazo y el gordo enano inconsciente: - Al menos podías haberte convertido en una canica, sería más fácil para los dos salir de aquí...- Murmuró.
Escuchó voces en el exterior, cerca de la pared contraria y se acercó hasta ella lo máximo que pudo. Buscando un hueco entre la madera, metió el pequeño bracito para llamar la atención de quien fuera que estuviera trepando por el exterior: -¡¡¡¡HOOOOOOLAAAA!!!!-.
- Vaya...- Murmuró mientras el otro pirata contenía grititos temerosos-. Ssh, calla, vas a asustarlo más de lo que está ¿no lo ves?-.
Ranga se agachó a acariciar la suerficie curva de aquella bola de cañón en un intento por tranquilizarla, a la par que el barco continuaba escorándose. Sin poder evitarlo, se vio arrastrado, rodando tras la bola, hasta el otro lateral del barco y frenando directamente contra la pared. Mareado de nuevo, se sacudió las ropas mientras comprobaba que el agua subía más rápido de lo que parecía e intentó arrastrar la bola, tirando con todas sus fuerzas de la cadena, hacia el otro lado.
- Creo que deberíamos salir de aquí. Tú podrías coger al enano y...- Pero el pirata había desaparecido. El kender vio como, de una manera que ni si quiera pudo comprender, Arlin había trepado por los restos de la escalera y ya se perdía por el agujero de salida-. ¡¡Al menos busca ayuda!!- Gritó en vano.
A pesar de que el cofre había reducido su tamaño al convertirse en aquella esfera seguía siendo tan pesada como antes y tirar de él era una tarea que estaba consumiendo todas las fuerzas del pequeño kender. Era imposible que pudiera salir de allí con aquello atado al brazo y el gordo enano inconsciente: - Al menos podías haberte convertido en una canica, sería más fácil para los dos salir de aquí...- Murmuró.
Escuchó voces en el exterior, cerca de la pared contraria y se acercó hasta ella lo máximo que pudo. Buscando un hueco entre la madera, metió el pequeño bracito para llamar la atención de quien fuera que estuviera trepando por el exterior: -¡¡¡¡HOOOOOOLAAAA!!!!-.
Rangashellof- Cantidad de envíos : 47
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
No dio tiempo a nada más, el barco, que realmente parecía maldito, llegaba al final de sus días. Un enorme crujido se oyó por todos los rincones y el barco terminó de partirse para hundirse en el mar en apenas un par de minutos.
El marinero que había dejado solo al Kender fue el primero en caer al mar, se encontraba justo en la parte donde el barco había cedido. Trató de nadar desesperadamente pero los tiburones olieron el miedo y el olor a sangre de algunas heridas abiertas. Entre gritos de dolor justo antes de desmayarse, fue devorado por los hambrientos tiburones.
En la bodega donde se encontraban el kender, el enano y el cofre-bola, todo empezó a llenarse de agua aún más rápido de lo que lo estaba haciendo. La extraña criatura dejó de temblar, la amabilidad del pequeño kender le había llegado al corazón, hasta ese momento todos lo habían tratado a patadas y como un ser al que poder patear y despreciar. En un abrir y cerrar de ojos la cadena que ataba el tobillo del kender se transformó en un enorme tiburón blanco que se tragó a Rangashellof, al enano y parte de la bodega.
Su intención no era devorarlos, aunque cualquiera que lo hubiera visto hubiera dado por hecho que ese era el fin de ese par, sin embargo se encontraban a salvo del resto de los tiburones, a salvo de morir ahogados, aunque en el estómago de un enorme tiburón.
Entre todos los restos del barco que flotaban en el interior del tiburón, se podía encontrar una extraña piedra que no parecía tener nada de especial, sin embargo emitía cierta aura que hacía que te fijaras en ella, atraía tu atención con un brillo especial que no parecía estar allí y sin embargo estaba, casi parecía llamarte y decir COGEME! Sin embargo, si tratabas de cogerla desaparecía en la nada y aparecía de nuevo a unos metros de distancia. No es que fuera imposible atrapar la piedra, pero era muy complicado.
Sobre la cubierta del barco, las únicas barcas salvavidas que quedaban cayeron al mar haciéndose pedazos en la caída en el momento en que el barco crujió y se partió por la mitad. En tan solo un par de minutos solo quedaban los tiburones dándose un festín con los cadáveres de los tripulantes, y los restos flotantes del Marte, un barco que con el tiempo sería recordado como el barco fantasma maldito, sería un barco temido en todos los rincones de Jaspia, aunque sería recordado como el Morte.
Tanto John como Sophitia fueron a parar al agua, y, o se daban prisa en buscar una buena solución o los tiburones acabarían por notar su presencia.
El marinero que había dejado solo al Kender fue el primero en caer al mar, se encontraba justo en la parte donde el barco había cedido. Trató de nadar desesperadamente pero los tiburones olieron el miedo y el olor a sangre de algunas heridas abiertas. Entre gritos de dolor justo antes de desmayarse, fue devorado por los hambrientos tiburones.
En la bodega donde se encontraban el kender, el enano y el cofre-bola, todo empezó a llenarse de agua aún más rápido de lo que lo estaba haciendo. La extraña criatura dejó de temblar, la amabilidad del pequeño kender le había llegado al corazón, hasta ese momento todos lo habían tratado a patadas y como un ser al que poder patear y despreciar. En un abrir y cerrar de ojos la cadena que ataba el tobillo del kender se transformó en un enorme tiburón blanco que se tragó a Rangashellof, al enano y parte de la bodega.
Su intención no era devorarlos, aunque cualquiera que lo hubiera visto hubiera dado por hecho que ese era el fin de ese par, sin embargo se encontraban a salvo del resto de los tiburones, a salvo de morir ahogados, aunque en el estómago de un enorme tiburón.
Entre todos los restos del barco que flotaban en el interior del tiburón, se podía encontrar una extraña piedra que no parecía tener nada de especial, sin embargo emitía cierta aura que hacía que te fijaras en ella, atraía tu atención con un brillo especial que no parecía estar allí y sin embargo estaba, casi parecía llamarte y decir COGEME! Sin embargo, si tratabas de cogerla desaparecía en la nada y aparecía de nuevo a unos metros de distancia. No es que fuera imposible atrapar la piedra, pero era muy complicado.
Sobre la cubierta del barco, las únicas barcas salvavidas que quedaban cayeron al mar haciéndose pedazos en la caída en el momento en que el barco crujió y se partió por la mitad. En tan solo un par de minutos solo quedaban los tiburones dándose un festín con los cadáveres de los tripulantes, y los restos flotantes del Marte, un barco que con el tiempo sería recordado como el barco fantasma maldito, sería un barco temido en todos los rincones de Jaspia, aunque sería recordado como el Morte.
Tanto John como Sophitia fueron a parar al agua, y, o se daban prisa en buscar una buena solución o los tiburones acabarían por notar su presencia.
- FDI:
- Mis disculpas si le he cambiado el nombre al barco, pero no recuerdo si le dí uno anterior y no lo he encontrado
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
La pirata estaba algo atascada con eso de trepar por el costado del barco, ya estaba tan hundido que el agua la golpeaba en las piernas, y temía que si se sumergía un poco más terminaría recibiendo una mordida nada amistosa de los lindos tiburones que rondaban por allí. Fue entonces que una soga la golpeó en el hombro, Sophitia miró hacia arriba extrañada y para su alegría se trataba de John. Sonrió y pensó orgullosa “Sabia que no me equivocaba con este chico”.
-¿Quieres tres? Te daré cinco, y del mejor que se pueda conseguir en Nehmen – Le respondió la mujer mientras trepaba con la ayuda de la soga – ¿Y los botes? – Preguntó mirando hacia todos lados, hizo una mueca al notar lo complicado de la situación - Todos hundidos o rotos… En verdad estamos muy jodidos ¡Mierda!
Las tablas del piso comenzaron a doblarse hasta formar un ángulo imposible y finalmente cedieron por la presión, provocando un crujido ensordecedor y una sacudida que obligo a Sophitia a tener que sujetarse a algo. La proa se fue levantando gradualmente a medida el agua iba ganando territorio. El tiempo se les acababa y no había donde correr.
-Tendremos que saltar - ¿Y luego qué? ¿Cómo escaparían de los tiburones? ¿Cómo llegarían hasta sus barcos? – Oh, bueno, al carajo, improvisemos - Le dijo a John mientras esbozaba una de sus sonrisas torcidas tan características. Luego simplemente se lanzo al mar.
Por suerte para ella logró caer en el agua y no sobre alguno de los restos del barco que ya estaban flotando por los alrededores. Nadó hasta la superficie y empezó a buscar algo a lo que subirse, vio a la distancia un bullicio de espuma y supo que los tiburones no tardarían en ir a buscarlos ¿Dónde estaban sus compañeros? ¿Qué no habían visto que el barco se había hundido?
La pirata se agarró a lo primero que encontró, un barril que pasaba flotando junto a ella, se subió a horcajadas. Tomo luego una tabla rota y la utilizó a modo de remo improvisado, probablemente no llegaría muy lejos con ese transporte tan precario, pero contaba con que se acercarían a ayudarlos en poco tiempo, o eso esperaba...
-¿Quieres tres? Te daré cinco, y del mejor que se pueda conseguir en Nehmen – Le respondió la mujer mientras trepaba con la ayuda de la soga – ¿Y los botes? – Preguntó mirando hacia todos lados, hizo una mueca al notar lo complicado de la situación - Todos hundidos o rotos… En verdad estamos muy jodidos ¡Mierda!
Las tablas del piso comenzaron a doblarse hasta formar un ángulo imposible y finalmente cedieron por la presión, provocando un crujido ensordecedor y una sacudida que obligo a Sophitia a tener que sujetarse a algo. La proa se fue levantando gradualmente a medida el agua iba ganando territorio. El tiempo se les acababa y no había donde correr.
-Tendremos que saltar - ¿Y luego qué? ¿Cómo escaparían de los tiburones? ¿Cómo llegarían hasta sus barcos? – Oh, bueno, al carajo, improvisemos - Le dijo a John mientras esbozaba una de sus sonrisas torcidas tan características. Luego simplemente se lanzo al mar.
Por suerte para ella logró caer en el agua y no sobre alguno de los restos del barco que ya estaban flotando por los alrededores. Nadó hasta la superficie y empezó a buscar algo a lo que subirse, vio a la distancia un bullicio de espuma y supo que los tiburones no tardarían en ir a buscarlos ¿Dónde estaban sus compañeros? ¿Qué no habían visto que el barco se había hundido?
La pirata se agarró a lo primero que encontró, un barril que pasaba flotando junto a ella, se subió a horcajadas. Tomo luego una tabla rota y la utilizó a modo de remo improvisado, probablemente no llegaría muy lejos con ese transporte tan precario, pero contaba con que se acercarían a ayudarlos en poco tiempo, o eso esperaba...
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
John se giro al ver que Sophitia ya estaba trepando por la soga, debía encontrar rápido una salida de ahi - Recordare tu palabra, y se que puedes conseguir mas de cinco botellas - Le comento mientras revisaba si había algún bote sano, y como confirmaba la pirata no había nada al alcance, tendrían que ir hacia el otro lado del barco y ver si los demás habían atado la soga del bote en que vinieron
Cuando se disponía a cruzar la cubierta se escucharon los crujidos, la nave se hundiría y con ellos arriba, John había visto hundimientos pero el y sus compañeros los provocaban nunca había estado en ninguno, entre los ruidos de las maderas escucho a Sophitia decir que habría que saltar, no quedaba otra opción y entonces salto.
Al caer al agua todo era una locura de maderas y cuerpos a su alrededor, los tiburones se estaban dando un festín y el era el plato principal, un joven y fresco pedazo de carne, se sostuvo de una tabla un momento y miro a su alrededor, solo vio a Sophitia sobre un barril, nada de esto iba bien y debían salir de ahí pronto, trato de ubicar el bote en el que vinieron pero no lograba verlo cerca.
Cuando se disponía a cruzar la cubierta se escucharon los crujidos, la nave se hundiría y con ellos arriba, John había visto hundimientos pero el y sus compañeros los provocaban nunca había estado en ninguno, entre los ruidos de las maderas escucho a Sophitia decir que habría que saltar, no quedaba otra opción y entonces salto.
Al caer al agua todo era una locura de maderas y cuerpos a su alrededor, los tiburones se estaban dando un festín y el era el plato principal, un joven y fresco pedazo de carne, se sostuvo de una tabla un momento y miro a su alrededor, solo vio a Sophitia sobre un barril, nada de esto iba bien y debían salir de ahí pronto, trato de ubicar el bote en el que vinieron pero no lograba verlo cerca.
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
¿Acababa de ser deborado por un tiburón? ¡¿Por un gigante y gordo tiburón blanco?! ¡¡¡¡¡PERO QUÉ MARAVILLA!!!!! Tardó unos segundos de más en comprender que aquel enorme animal era la bola que antes había sido un cofre y que no solo lo había deborado a él, sino al enano, unas maderas, unas botellas de licor, un barril y un sin fin de cosas que había en la bodega. Su boca debía ser descomunal. Aún tardó algo de tiempo más en encontrar la verticalidad de aquel estómago, pues daba la impresión de que se dirigían al más profundo de los abismos. Fue cuando lo hizo cuando se percató de la existencia de aquella tentadora piedra.
Como era de esperar, el kender no se quedó quieto y la persiguió por las entrañas del tiburón esquivando los restos del barco. Subió, bajó, corrió, saltó y ni con toda una combinación de movimientos fue capaz de echarle el guante. Escapaba una y otra vez en el último segundo, como si se divirtiera jugando a aquel pilla pilla.
- Vale. Me he cansado de perseguirte. Si quieres jugar al pilla pilla, te toca cogerme-. Dijo el kender algo molesto, enfurruñándose y dándole la espalda a la piedra, mirándola de reojo por si diera señales de que había comprendido sus palabras y aceptaba las nuevas condiciones.
Como era de esperar, el kender no se quedó quieto y la persiguió por las entrañas del tiburón esquivando los restos del barco. Subió, bajó, corrió, saltó y ni con toda una combinación de movimientos fue capaz de echarle el guante. Escapaba una y otra vez en el último segundo, como si se divirtiera jugando a aquel pilla pilla.
- Vale. Me he cansado de perseguirte. Si quieres jugar al pilla pilla, te toca cogerme-. Dijo el kender algo molesto, enfurruñándose y dándole la espalda a la piedra, mirándola de reojo por si diera señales de que había comprendido sus palabras y aceptaba las nuevas condiciones.
Rangashellof- Cantidad de envíos : 47
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
El cofre-bola-tiburón… llamémoslo criatura mágica, cansado de disimular entre los demás tiburones empezó a alejarse del festín, los tiburones alertados por su marcha descubrieron que había pedazos de carne más frescos a los que hincarle el diente y rápido pusieron rumbo hacia John.
En los pocos metros que separaban a John del resto de tiburones estos se peleaban por llegar el primero, sabían que el primero se llevaría el mejor bocado y, también, que aquel manjar no nadaba más rápido que ellos, por mucho que corriera era presa seguro.
En pocos segundos John se encontraba rodeado de tiburones y las mandíbulas de uno de ellos se cernían sobre él, le salvaba el hecho de que aún se peleaban por dar el primer bocado, hasta que finalmente una enorme boca cubierta de dientes a cada lado se cernió sobre él devorándolo de un solo bocado.
Por suerte para John, el primero en llegar había sido la extraña criatura y ahora se encontraba en el mismo sitio que el kender, el enano, la extraña piedra y los restos del barco.
Frustrados los tiburones olieron restos de sangre fresca no muy lejos y descubrieron un barril con una nueva presa encima, sin dudarlo emprendieron rumbo hacía el barril, pero nuevamente el gran tiburón blanco cerró sus mandíbulas alrededor de la joven pirata, barril incluido, que fueron a dar al mismo estómago que el resto de sus compañeros.
Frustrados los demás tiburones volvieron hacía el resto del naufragio para continuar con su cena. No sería el mejor festín, pero al menos el enorme tiburón blanco no estaría es su camino.
Dentro del estómago la piedra había permanecido inmóvil llamando de nuevo la atención a todo aquel que la miraba, diciendo… cógeme, en la mente de los presentes, pero cuando alguien intentaba aproximarse nuevamente la piedra desaparecía para aparecer unos metros más lejos.
Si alguien era los suficientemente paciente y observador podría llegar a descubrir un patrón en los movimientos de la piedra, un patrón largo y complicado, pero, finalmente la piedra parecía aparecer siempre en el mismo lugar tras unos cuantos movimientos.
En los pocos metros que separaban a John del resto de tiburones estos se peleaban por llegar el primero, sabían que el primero se llevaría el mejor bocado y, también, que aquel manjar no nadaba más rápido que ellos, por mucho que corriera era presa seguro.
En pocos segundos John se encontraba rodeado de tiburones y las mandíbulas de uno de ellos se cernían sobre él, le salvaba el hecho de que aún se peleaban por dar el primer bocado, hasta que finalmente una enorme boca cubierta de dientes a cada lado se cernió sobre él devorándolo de un solo bocado.
Por suerte para John, el primero en llegar había sido la extraña criatura y ahora se encontraba en el mismo sitio que el kender, el enano, la extraña piedra y los restos del barco.
Frustrados los tiburones olieron restos de sangre fresca no muy lejos y descubrieron un barril con una nueva presa encima, sin dudarlo emprendieron rumbo hacía el barril, pero nuevamente el gran tiburón blanco cerró sus mandíbulas alrededor de la joven pirata, barril incluido, que fueron a dar al mismo estómago que el resto de sus compañeros.
Frustrados los demás tiburones volvieron hacía el resto del naufragio para continuar con su cena. No sería el mejor festín, pero al menos el enorme tiburón blanco no estaría es su camino.
Dentro del estómago la piedra había permanecido inmóvil llamando de nuevo la atención a todo aquel que la miraba, diciendo… cógeme, en la mente de los presentes, pero cuando alguien intentaba aproximarse nuevamente la piedra desaparecía para aparecer unos metros más lejos.
Si alguien era los suficientemente paciente y observador podría llegar a descubrir un patrón en los movimientos de la piedra, un patrón largo y complicado, pero, finalmente la piedra parecía aparecer siempre en el mismo lugar tras unos cuantos movimientos.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Estaba pensando la manera de poder subir a John junto a ella en el barril, que no era la mejor protección existente pero era mejor que estar nadando directamente con tiburones. Pero era imposible, solo con su peso ya el bote improvisado estaba casi hundido por completo, no había manera de que pudiera subirlo sin que quedaran sumergidos ambos. Optó por intentar encontrar otro barril entre los restos antes de que los tiburones se percataran de su presencia.
De cualquier manera, esos animales tenían un sexto sentido para detectar carne fresca, no tardaron ni un minuto en verlos y decidir que se veían mucho más deliciosos que los cadáveres secos del barco. Al ver que se giraban hacia ellos, Sophitia levantó la tabla que estaba usando de remo, preparándose para dar batalla hasta el final. Golpeó a uno que se había acercado demasiado, y a otro que venía detrás de ese, también intentaba alejarlos de John aunque tarde o temprano terminarían por ganarles.
Lo que no se esperaba es que un tiburón enorme, el más grande que había visto en su vida, se acercara y se lo comiera de un solo bocado ¡Eso era imposible! Si no lo hubiese visto con sus propios ojos, si se lo hubiesen contado en una taberna como solían hacer los marineros, jamás se lo hubiese creído. Esos animales no actuaban de esa manera, te iban arrancando de a pedazos ¡Era definitivamente imposible!
Pero ahí estaba, o más bien, ahí no estaba, John había desaparecido con tan solo un bocado y lo más aterrador era que ahora se giraba hacia ella. La enorme boca se acercó y tan fascinada estaba la pirata que siquiera atinó a golpear al enorme ser o a defenderse de alguna manera. Cerró los ojos y… ¿Estaba dentro?
-¿Pero qué mierda…? – Grito desde dentro de la panza de la bestia - ¿Qué mierda está pasando? ¿Dónde carajo estamos? ¿Por qué no estoy muerta? – No entendía absolutamente nada, pero cuando pudo distinguir lo que la rodeaba notó que no estaba sola, allí estaba John, el kender y el enano – No sé cómo paso esto, ¡Pero estoy segura que es todo culpa del duende!
Por el momento su sorpresa era tal que siquiera notó la piedra, ni sus movimientos, solo intentaba comprender como podía ser que estuvieran en el interior de un tiburón y que no estuvieran muertos.
De cualquier manera, esos animales tenían un sexto sentido para detectar carne fresca, no tardaron ni un minuto en verlos y decidir que se veían mucho más deliciosos que los cadáveres secos del barco. Al ver que se giraban hacia ellos, Sophitia levantó la tabla que estaba usando de remo, preparándose para dar batalla hasta el final. Golpeó a uno que se había acercado demasiado, y a otro que venía detrás de ese, también intentaba alejarlos de John aunque tarde o temprano terminarían por ganarles.
Lo que no se esperaba es que un tiburón enorme, el más grande que había visto en su vida, se acercara y se lo comiera de un solo bocado ¡Eso era imposible! Si no lo hubiese visto con sus propios ojos, si se lo hubiesen contado en una taberna como solían hacer los marineros, jamás se lo hubiese creído. Esos animales no actuaban de esa manera, te iban arrancando de a pedazos ¡Era definitivamente imposible!
Pero ahí estaba, o más bien, ahí no estaba, John había desaparecido con tan solo un bocado y lo más aterrador era que ahora se giraba hacia ella. La enorme boca se acercó y tan fascinada estaba la pirata que siquiera atinó a golpear al enorme ser o a defenderse de alguna manera. Cerró los ojos y… ¿Estaba dentro?
-¿Pero qué mierda…? – Grito desde dentro de la panza de la bestia - ¿Qué mierda está pasando? ¿Dónde carajo estamos? ¿Por qué no estoy muerta? – No entendía absolutamente nada, pero cuando pudo distinguir lo que la rodeaba notó que no estaba sola, allí estaba John, el kender y el enano – No sé cómo paso esto, ¡Pero estoy segura que es todo culpa del duende!
Por el momento su sorpresa era tal que siquiera notó la piedra, ni sus movimientos, solo intentaba comprender como podía ser que estuvieran en el interior de un tiburón y que no estuvieran muertos.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Las cosas no pintaban bien para el pirata, no había señales del bote en el que llegaron y los tiburones comenzaban a notar su presencia, el instinto lo hizo nadar pero nunca podría igualar la velocidad de las bestias marítimas
En su desesperación sacó su daga, quizá si tajeaba a algunos de los tiburones los demás lo verían como una amenaza, mientras se acercaban estos se peleaban entre ellos para ver quien seria el afortunado de hacerse con la mejor pieza del pirata, ya rodeado de afilados dientes John agitaba su daga a diestra y siniestra y gritaba pero sabía que no podría hacerlo por mucho tiempo, ya sentía el cansancio
Casi sin percatarse el tiburón mas grande se lo tragó de un solo bocado, el pirata miró alrededor y vio que no estaba solo, el kender y el enano estaban ahi tambien - Lo que me faltaba, morir a causa de ácidos estomacales junto a un enano borracho y un duende parlanchín- Al terminar la frase se volvió a abrir la boca de la bestia y Sophitia apareció junto a ellos - Bienvenida a nuestra amena reunión jovencita, yo John Brown primogénito de la familia Brown te invito a pasar a nuestro humilde hogar - Dijo John haciendo una prolongada reverencia en un tono entre formal y burlón parafraseando uno de los tantos saludos formales que le enseñaron en su infancia
En su desesperación sacó su daga, quizá si tajeaba a algunos de los tiburones los demás lo verían como una amenaza, mientras se acercaban estos se peleaban entre ellos para ver quien seria el afortunado de hacerse con la mejor pieza del pirata, ya rodeado de afilados dientes John agitaba su daga a diestra y siniestra y gritaba pero sabía que no podría hacerlo por mucho tiempo, ya sentía el cansancio
Casi sin percatarse el tiburón mas grande se lo tragó de un solo bocado, el pirata miró alrededor y vio que no estaba solo, el kender y el enano estaban ahi tambien - Lo que me faltaba, morir a causa de ácidos estomacales junto a un enano borracho y un duende parlanchín- Al terminar la frase se volvió a abrir la boca de la bestia y Sophitia apareció junto a ellos - Bienvenida a nuestra amena reunión jovencita, yo John Brown primogénito de la familia Brown te invito a pasar a nuestro humilde hogar - Dijo John haciendo una prolongada reverencia en un tono entre formal y burlón parafraseando uno de los tantos saludos formales que le enseñaron en su infancia
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
El supuesto duende comenzaba a malhumorarse: - Podría no haberte deborado este tiburón- Comentó refunfuñando: - Vaya desagradecida-. En realidad, era complicado que el kender se enfadara, pero había descubierto que los piratas eran a todas luces las personas más negativas que había conocido nunca. ¿Por qué no disfrutaban de la experiencia? ¡Solo se quejaban! Especialmente su nueva amiga pirata, ¡qué mujer!
Continuó con su tarea, viendo que aquel par de piratas estaban más interesados en sí mismos que en la hermosa y simpática piedra que aparecía y desaparecía. Corriendo de una punta a otra del estómago, saltando para intentar sorprenderla y sin apenas conseguir rozarla, el kender volvió a sentarse observando los lugares en los que había aparecido. De pronto se levantó de un salto, dejando escapar un grito de entusiasmo; no era capaz de recordar todos los sitios donde había aparecido la piedra, pero si estaba en lo cierto, después de aparecerse junto a un viejo barril aparecería casi encima de donde él había decidido sentarse.
- Tú, pirata-. Le dijo a John- Intenta coger esa piedra-.
Continuó con su tarea, viendo que aquel par de piratas estaban más interesados en sí mismos que en la hermosa y simpática piedra que aparecía y desaparecía. Corriendo de una punta a otra del estómago, saltando para intentar sorprenderla y sin apenas conseguir rozarla, el kender volvió a sentarse observando los lugares en los que había aparecido. De pronto se levantó de un salto, dejando escapar un grito de entusiasmo; no era capaz de recordar todos los sitios donde había aparecido la piedra, pero si estaba en lo cierto, después de aparecerse junto a un viejo barril aparecería casi encima de donde él había decidido sentarse.
- Tú, pirata-. Le dijo a John- Intenta coger esa piedra-.
Rangashellof- Cantidad de envíos : 47
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Fuera del estómago de la ballena, los vigías de los barcos habían relatado todo a sus respectivos capitanes: como el barco se había hundido, como solo habían salido a la superficie 2 supervivientes, y finalmente como estos habían sido devorados por un gran tiburón blanco. El mayor problema era que ese gran tiburón se dirigía hacia su posición y dado el tamaño de la criatura podía dañar algún que otro barco, por lo que habían decidido sacar todo el armamento pesado y se disponían a eliminar a tamaña bestia.
En el interior de la ballena, el pequeño kender había descubierto la clave de la misteriosa piedra. En el momento que John o Sophitia intentaran coger la piedra, esta aparecería al lado del kender sin tiempo para volver a desaparecer antes de que la atraparan. Pero en el mismo momento que el kender pusiera las manos en la piedra varias cosas sucederían prácticamente a la vez.
Primero la piedra pasaría a convertirse en una piedra mucho más pequeña, tanto que la piedra pasaría a ocupar solo el espacio del puño de una mano de Rangashellof. Y poco a poco la piedra iría desapareciendo en el interior del portador sin saber si los efectos de la piedra sobre el serían mortales o no. Cada vez que la piedra ocupaba a una criatura viva esta podía darle algún misterioso poder, crear una indigestión o matar a su portador.
Segundo, en lo que se tarda en parpadear una sola vez la enorme ballena azul que antes había sido una bola con cadena y antes un bonito cofre-trampa, pasaría a ser la inteligente, cariñosa y asustadiza criatura que había sido en un principio. Una criatura que no medía más de 10 centímetros de alto y que apenas pesaba un kilo.
Tercero, el interior de la ballena, en concreto su estómago, paso de ser un lugar amplio a ser un lugar cada vez más estrecho donde tanto maderas barriles, jugos gástricos, cadáveres y seres vivos empezarían a sentirse como sardinas en lata, para pasar a quedarse prácticamente sin aire y de pronto encontrarse de nuevo en mitad del mar, con todos los cañones de los barcos más cercanos apuntando y listos para disparar a la maraña de gente, maderas y demás contenidos previos del estómago, mientras la tripulación miraba con asombro al lugar donde hacía tan solo un pestañeo había un enorme tiburón al que querían matar.
Lo que había ocurrido es que la exótica criatura se había colado en el barco de polizón, llevando consigo un extraño virus de lejanas tierras, que había producido delirios y fiebres en algunos de los tripulantes, que a su vez habían provocado más problemas a un grupo de marineros supersticiosos y toda la mezcla de supersticion y delirios habían llegado a provocar más desgracias de las necesarias. La criatura asustada se había refugiado en las bodegas y, al encontrar el cofre original lo había abierto por accidente durante los balanceos de una tormenta, quedándose dormida junto a la piedra y siendo absorbida proporcionándole el poder de cambiar de forma a voluntad. Lo normal es que la piedra no abandonara su ocupante hasta el fin de sus días, pero se daba una excepción y no se sabía muy bien que consecuencias traería para su ex-portador.
En los barcos cercanos todos se encontraban mudos de la sorpresa y el único sonido que se oía era el de las olas golpeando contra la madera, hasta que un mensajero de La Quimera, llegó para dar la orden de partir, el tiempo de reparaciones se había cumplido y aquel que no estuviera listo para partir se quedaría atrás, solo tenían hasta que el mensajero volviera de los barcos principales (unos 10 minutos). Todos los Capitanes se pusieron a rugir órdenes, Fina ordenó que subieran a los exploradores al barco y se dispuso a despachar los últimos cabos sueltos.
Dado que los habían dado por muertos, todos habían regresado a sus respectivos barcos y no había tiempo para enviar barcas, por lo que de momento todos se quedarían en el barco de Fina. Como era de esperar en alguien que siempre se fijaba en cada detalle y no gustaba de dejar cabos sueltos mando a uno de sus oficiales para dejar muy claro que mientras estuvieran en su barco tendrían que arrimar el hombro como uno más y que no tenían tiempo de contar batallitas hasta que de nuevo estuvieran navegando rumbo a Moselec.
En el interior de la ballena, el pequeño kender había descubierto la clave de la misteriosa piedra. En el momento que John o Sophitia intentaran coger la piedra, esta aparecería al lado del kender sin tiempo para volver a desaparecer antes de que la atraparan. Pero en el mismo momento que el kender pusiera las manos en la piedra varias cosas sucederían prácticamente a la vez.
Primero la piedra pasaría a convertirse en una piedra mucho más pequeña, tanto que la piedra pasaría a ocupar solo el espacio del puño de una mano de Rangashellof. Y poco a poco la piedra iría desapareciendo en el interior del portador sin saber si los efectos de la piedra sobre el serían mortales o no. Cada vez que la piedra ocupaba a una criatura viva esta podía darle algún misterioso poder, crear una indigestión o matar a su portador.
Segundo, en lo que se tarda en parpadear una sola vez la enorme ballena azul que antes había sido una bola con cadena y antes un bonito cofre-trampa, pasaría a ser la inteligente, cariñosa y asustadiza criatura que había sido en un principio. Una criatura que no medía más de 10 centímetros de alto y que apenas pesaba un kilo.
- Imagen de la criatura:
Tercero, el interior de la ballena, en concreto su estómago, paso de ser un lugar amplio a ser un lugar cada vez más estrecho donde tanto maderas barriles, jugos gástricos, cadáveres y seres vivos empezarían a sentirse como sardinas en lata, para pasar a quedarse prácticamente sin aire y de pronto encontrarse de nuevo en mitad del mar, con todos los cañones de los barcos más cercanos apuntando y listos para disparar a la maraña de gente, maderas y demás contenidos previos del estómago, mientras la tripulación miraba con asombro al lugar donde hacía tan solo un pestañeo había un enorme tiburón al que querían matar.
Lo que había ocurrido es que la exótica criatura se había colado en el barco de polizón, llevando consigo un extraño virus de lejanas tierras, que había producido delirios y fiebres en algunos de los tripulantes, que a su vez habían provocado más problemas a un grupo de marineros supersticiosos y toda la mezcla de supersticion y delirios habían llegado a provocar más desgracias de las necesarias. La criatura asustada se había refugiado en las bodegas y, al encontrar el cofre original lo había abierto por accidente durante los balanceos de una tormenta, quedándose dormida junto a la piedra y siendo absorbida proporcionándole el poder de cambiar de forma a voluntad. Lo normal es que la piedra no abandonara su ocupante hasta el fin de sus días, pero se daba una excepción y no se sabía muy bien que consecuencias traería para su ex-portador.
En los barcos cercanos todos se encontraban mudos de la sorpresa y el único sonido que se oía era el de las olas golpeando contra la madera, hasta que un mensajero de La Quimera, llegó para dar la orden de partir, el tiempo de reparaciones se había cumplido y aquel que no estuviera listo para partir se quedaría atrás, solo tenían hasta que el mensajero volviera de los barcos principales (unos 10 minutos). Todos los Capitanes se pusieron a rugir órdenes, Fina ordenó que subieran a los exploradores al barco y se dispuso a despachar los últimos cabos sueltos.
Dado que los habían dado por muertos, todos habían regresado a sus respectivos barcos y no había tiempo para enviar barcas, por lo que de momento todos se quedarían en el barco de Fina. Como era de esperar en alguien que siempre se fijaba en cada detalle y no gustaba de dejar cabos sueltos mando a uno de sus oficiales para dejar muy claro que mientras estuvieran en su barco tendrían que arrimar el hombro como uno más y que no tenían tiempo de contar batallitas hasta que de nuevo estuvieran navegando rumbo a Moselec.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Rumbo a Moselec (Trama 3)
Seguramente en otras situaciones, en la mayoría de las situaciones, Sophitia hubiese acompañado el chiste de John con una sonora carcajada y una reverencia burlona. Pero verdaderamente no estaba de humor en ese momento, se encontraba en el estómago de un tiburón extrañamente gigante, contrario a lo que se pensaría no estaba muerta, y no tenía idea de cómo saldrían de allí. Tradujo toda esa frustración en un único gesto de hastío, suspirando y agarrándose la cabeza, para luego simplemente sentarse y esperar.
Por suerte para ella, John y el duende eran mucho más activos, y se pusieron a trabajar para salir de allí, concretamente, intentando atrapar esa cosa que aparecía y desaparecía. La pirata no entendía como eso tenía alguna relación con salir de allí, pero de hecho funcionó, en cuanto estuvo en las manos del kender hubo una reacción en el extraño ser. ¡El estómago se achicaba! ¡Y lo hacía muy rápido!
La pirata se puso en pie y comenzó a buscar en las paredes algún modo de salir, pero era ridículo, solo habían dos modos de salir de un sitio como ese, aunque toda la situación en general era tan absurda que no veía porque no podría encontrar una puerta secreta en algún lado. En cualquier caso, si es que esa salida mágica existía no llego a encontrarla, pronto apenas tenían espacio y Sophitia pensó que hasta ahí habían llegado.
Cuando de pronto sintió la brisa marina y el agua salada de nuevo no lo podía creer, allí estaban todos, e incluso habían partes del bote roto, pedazos del barril al que se había subido, todo lo que había entrado a la boca del extraño tiburón… Y del animal no había quedado nada.
-Ya siquiera intentaré entenderlo – Dijo la muchacha mientras se acercaba nadando a los barcos piratas, a los hermosos, normales, y predecibles barcos que manejaban humanos sin más capacidades que las habituales en cualquier ser humano. En cuanto estuvo en la cubierta su primer impulso fue tirarse al piso y besar esas viejas y sucias tablas, pero se contuvo porque probablemente pensarían que estaba chiflada.
No tuvieron que insistirle mucho para que se pusiera a trabajar, una tarea simple y rutinaria era lo que necesitaba justo en ese momento para poder distraerse de tanta locura. Pero claro, pasado un rato la curiosidad pudo más y en cuanto vio la oportunidad de estar cerca del duende lo acorralo, en busca de respuestas.
-¿Qué demonios paso allí? ¿Que era ese tiburón gigante? ¿A dónde fue a parar? – No tenía prueba alguna de que Rangashellof tuviera más información que ella, pero estaba demasiado tranquilo durante todo lo sucedido, y sabía que era quien había abierto el cofre maldito.
Por suerte para ella, John y el duende eran mucho más activos, y se pusieron a trabajar para salir de allí, concretamente, intentando atrapar esa cosa que aparecía y desaparecía. La pirata no entendía como eso tenía alguna relación con salir de allí, pero de hecho funcionó, en cuanto estuvo en las manos del kender hubo una reacción en el extraño ser. ¡El estómago se achicaba! ¡Y lo hacía muy rápido!
La pirata se puso en pie y comenzó a buscar en las paredes algún modo de salir, pero era ridículo, solo habían dos modos de salir de un sitio como ese, aunque toda la situación en general era tan absurda que no veía porque no podría encontrar una puerta secreta en algún lado. En cualquier caso, si es que esa salida mágica existía no llego a encontrarla, pronto apenas tenían espacio y Sophitia pensó que hasta ahí habían llegado.
Cuando de pronto sintió la brisa marina y el agua salada de nuevo no lo podía creer, allí estaban todos, e incluso habían partes del bote roto, pedazos del barril al que se había subido, todo lo que había entrado a la boca del extraño tiburón… Y del animal no había quedado nada.
-Ya siquiera intentaré entenderlo – Dijo la muchacha mientras se acercaba nadando a los barcos piratas, a los hermosos, normales, y predecibles barcos que manejaban humanos sin más capacidades que las habituales en cualquier ser humano. En cuanto estuvo en la cubierta su primer impulso fue tirarse al piso y besar esas viejas y sucias tablas, pero se contuvo porque probablemente pensarían que estaba chiflada.
No tuvieron que insistirle mucho para que se pusiera a trabajar, una tarea simple y rutinaria era lo que necesitaba justo en ese momento para poder distraerse de tanta locura. Pero claro, pasado un rato la curiosidad pudo más y en cuanto vio la oportunidad de estar cerca del duende lo acorralo, en busca de respuestas.
-¿Qué demonios paso allí? ¿Que era ese tiburón gigante? ¿A dónde fue a parar? – No tenía prueba alguna de que Rangashellof tuviera más información que ella, pero estaba demasiado tranquilo durante todo lo sucedido, y sabía que era quien había abierto el cofre maldito.
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