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El primer paso del fin [Trama] Parte I.
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El primer paso del fin [Trama] Parte I.
//Fdi: Antes de empezar el tema tengo que decir que esto transcurre antes de la muerte de la Sra. Doyle y que por lo tanto Wilhemina no tiene ni idea del "secreto". Lo abro únicamente para ver si Mina puede conocer a unos pocos personajes antes de ponerme con la historia del legado de la Sra. Doyle, y ver que tal se me da llevarla. No creo que la trama de este tema sea muy complicada, porque solo tengo pensado que sea algo así como una "anécdota" que no vaya a más. Dicho esto, es bienvenido todo el mundo que quiera participar ^^//
//Fdi#2: He decidido utilizar este tema para dar comienzo a la trama, para participar en ella mandarme un mensaje privado y veremos como os podeis introducir aunque no os aseguro que sea inmediatamente ^^//
La señorita Northanger era una chiquilla de casi 16 años. Había sido criada en el seno de una familia de alta alcurnia y como tal había crecido colmada de caprichos y mimos. Su presentación en sociedad estaba a punto de producirse y solo había que dirigirle un rápido vistazo para darse cuenta de cuanta emoción y esperanza tenía puesta en tal acto.
- ¡Debemos comprar las mejores cintas y los mejores zapatos, Mina! Tengo que estar reluciente para que los jóvenes oficiales se enamoren de mí. Porque lo harán ¿verdad, Mina?-.
- Por supuesto, señorita. No me cabe ninguna duda. Pero vamos, vamos, no vaya usted a retrasarse o perderemos el barco de vuelta a Rhylia. ¿Por dónde quiere empezar?-.
Wilhemina Melisende había sido la encargada de hacerse cargo de aquella chiquilla prácticamente desde su nacimiento, del mismo modo que lo había hecho con otras pocas muchachas que habitaban en Lytenberg. Ocupación que compartía con la enfermería, en la que a falta de guerras no había demasiado trabajo.
Sin embargo no podía decirse que fuera su institutriz, en realidad, era poco más que una niñera que no debía ni tan si quiera pensar en educarlas. Su único cometido era concederles todos los caprichos que quisieran y jugar con ellas para mantenerlas entretenidas. Y debía andarse con ojos de no llevarles la contraria o la reprimenda por parte de sus padres se vería transformada en la ira de su tío al llegar a casa.
Aquel día le había sido encomendada la tarea de buscar las ropas que la señorita Northanger debía llevar en la fiesta de su decimosexto cumpleaños. Y para ello habían tenido que coger un barco hacia la capital, Trinacria. Allí se encontraban en aquel momento, observando atentamente los puestos y las tiendas que ofrecían las mercancías de mejor calidad, mientras uno de los sirvientes más fieles del señor Northanger vigilaba de cerca que no les pasara nada.
La señorita Northanger correteaba de un lado para otro, dando pequeños saltitos y observando a todos y cada uno de los señoritos que pasaban cerca de ella. Y, a medida que se adentraban en el laberinto de calles y tenderetes, a Wilhemina y a su acompañante les costaba más mantenerla vigilada. Hasta que finalmente desapareció de su vista y Wilhemina tuvo que ahogar un grito.
- ¿Dónde se habrá metido ahora esta niña?- Dijo malhumorada mientras miraba a su alrededor, poniéndose de puntillas en un intento por ver por encima de las cabezas de los transeuntes.
//Fdi#2: He decidido utilizar este tema para dar comienzo a la trama, para participar en ella mandarme un mensaje privado y veremos como os podeis introducir aunque no os aseguro que sea inmediatamente ^^//
La señorita Northanger era una chiquilla de casi 16 años. Había sido criada en el seno de una familia de alta alcurnia y como tal había crecido colmada de caprichos y mimos. Su presentación en sociedad estaba a punto de producirse y solo había que dirigirle un rápido vistazo para darse cuenta de cuanta emoción y esperanza tenía puesta en tal acto.
- ¡Debemos comprar las mejores cintas y los mejores zapatos, Mina! Tengo que estar reluciente para que los jóvenes oficiales se enamoren de mí. Porque lo harán ¿verdad, Mina?-.
- Por supuesto, señorita. No me cabe ninguna duda. Pero vamos, vamos, no vaya usted a retrasarse o perderemos el barco de vuelta a Rhylia. ¿Por dónde quiere empezar?-.
Wilhemina Melisende había sido la encargada de hacerse cargo de aquella chiquilla prácticamente desde su nacimiento, del mismo modo que lo había hecho con otras pocas muchachas que habitaban en Lytenberg. Ocupación que compartía con la enfermería, en la que a falta de guerras no había demasiado trabajo.
Sin embargo no podía decirse que fuera su institutriz, en realidad, era poco más que una niñera que no debía ni tan si quiera pensar en educarlas. Su único cometido era concederles todos los caprichos que quisieran y jugar con ellas para mantenerlas entretenidas. Y debía andarse con ojos de no llevarles la contraria o la reprimenda por parte de sus padres se vería transformada en la ira de su tío al llegar a casa.
Aquel día le había sido encomendada la tarea de buscar las ropas que la señorita Northanger debía llevar en la fiesta de su decimosexto cumpleaños. Y para ello habían tenido que coger un barco hacia la capital, Trinacria. Allí se encontraban en aquel momento, observando atentamente los puestos y las tiendas que ofrecían las mercancías de mejor calidad, mientras uno de los sirvientes más fieles del señor Northanger vigilaba de cerca que no les pasara nada.
La señorita Northanger correteaba de un lado para otro, dando pequeños saltitos y observando a todos y cada uno de los señoritos que pasaban cerca de ella. Y, a medida que se adentraban en el laberinto de calles y tenderetes, a Wilhemina y a su acompañante les costaba más mantenerla vigilada. Hasta que finalmente desapareció de su vista y Wilhemina tuvo que ahogar un grito.
- ¿Dónde se habrá metido ahora esta niña?- Dijo malhumorada mientras miraba a su alrededor, poniéndose de puntillas en un intento por ver por encima de las cabezas de los transeuntes.
Última edición por Wilhemina el 08/08/10, 04:27 am, editado 2 veces
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Llevaba ya un par de días en la capital del reino donde había ido a parar ahora. Era un bonito lugar, pero estaba demasiado concurrido para su gusto. De todas maneras, pasar uno o dos días en aquellos lugares le resultaba efectivo. Unos cuantos robos en los mercados, nadie se enteraba y tenía de nuevo dinero para continuar con sus viajes.
Paseaba con agilidad entre las gentes del mercado procurando tocar lo menos posible a los que se cruzaban en su camino y esquivando, casi mágicamente, al tiempo que avanzaba con seguridad por las calles. De vez en cuando su ojo avispado y entrenado veía una víctima fácil (solían ser siempre los más ricos) y su veloz mano hacía el resto.
No se detenía era un movimiento casi imperceptible para quién no estuviera mirándole justo a él, y la víctima no solía darse cuenta hasta que era demasiado tarde y el estaba lo suficientemente lejos. Además, si no se daba cuenta en el momento, era casi imposible saber quién había sido, había demasiada gente en los mercados.
Buscando a su próxima víctima vio, no muy lejos a una joven que parecía bastante nerviosa, y desesperada por encontrar a algo o alguien. Dado su estado alterado y pareciendo una señorita del alta alcurnia, posiblemente sería otra víctima fácil. Pasaría por su lado, robaría lo que pudiera y seguiría su camino.
Normalmente salía bien y posiblemente hubiera salido bien de no ser porque unos cuantos pasos antes de llegar hasta ella, se tropezó con una jovencita saltarina y eufórica que había salido, a su parecer, de la nada. Tratando de no caerse encima de ella después del coche hizo unos cuantos giros y maniobras extraños para acabar dando con sus posaderas en el suelo, a escasos centímetros de la otra muchacha.
- Deberías de mirar por dónde vas muchacha
Paseaba con agilidad entre las gentes del mercado procurando tocar lo menos posible a los que se cruzaban en su camino y esquivando, casi mágicamente, al tiempo que avanzaba con seguridad por las calles. De vez en cuando su ojo avispado y entrenado veía una víctima fácil (solían ser siempre los más ricos) y su veloz mano hacía el resto.
No se detenía era un movimiento casi imperceptible para quién no estuviera mirándole justo a él, y la víctima no solía darse cuenta hasta que era demasiado tarde y el estaba lo suficientemente lejos. Además, si no se daba cuenta en el momento, era casi imposible saber quién había sido, había demasiada gente en los mercados.
Buscando a su próxima víctima vio, no muy lejos a una joven que parecía bastante nerviosa, y desesperada por encontrar a algo o alguien. Dado su estado alterado y pareciendo una señorita del alta alcurnia, posiblemente sería otra víctima fácil. Pasaría por su lado, robaría lo que pudiera y seguiría su camino.
Normalmente salía bien y posiblemente hubiera salido bien de no ser porque unos cuantos pasos antes de llegar hasta ella, se tropezó con una jovencita saltarina y eufórica que había salido, a su parecer, de la nada. Tratando de no caerse encima de ella después del coche hizo unos cuantos giros y maniobras extraños para acabar dando con sus posaderas en el suelo, a escasos centímetros de la otra muchacha.
- Deberías de mirar por dónde vas muchacha
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Wilhemina se sobresaltó e instintivamente se llevo una mano al pecho, donde lleva escondido parte del dinero, aunque en realidad el joven a penas la tocó. Fue entonces cuando a unos cuantos pasos delante de ella se topó con el rostro risueño y nada avergonzado de la señorita Northanger.
- Señorita, por el amor de la Dama, ¿dónde están sus modales? Pida disculpas inmediantamente a este buen hombre- Le dijo Mina con cierto aire de reproche- Ruego que la disculpe, señor. Esta chiquilla a veces se comporta como un potrillo desbocado-.
La señorita Northanger, por su parte, se acercó con su dulce carita de ángel hasta descubrir la cara de aquel atractivo hombre. Con toda la galantería de la que pudo sacar de su pequeño cuerpo, realizó una grácil reverencia y con una falsa cara de preocupación pidió disculpas.
- Le ruego que acepte mis perdones, monsieur. Creo que en estas ocasiones sería apropiado rogarle que nos permitiera invitarle a una taza de té- Y con estas palabras extendió su blanca manita para que se le aceptara tal proposición.
Tanto Wilhemina como el hombre que las acompañaba pusieron los ojos en blanco ante tal acto de coquetería por parte de la pequeña, pero ninguno se atrevió a contradecir sus palabras por miedo a que finalmente aquel joven tomara otras medidas contra ella o, aún peor, la señorita decidiera armar un alboroto que acabara con una fuerte reprimenda por parte de su padre a ambos sirvientes.
- Señorita, por el amor de la Dama, ¿dónde están sus modales? Pida disculpas inmediantamente a este buen hombre- Le dijo Mina con cierto aire de reproche- Ruego que la disculpe, señor. Esta chiquilla a veces se comporta como un potrillo desbocado-.
La señorita Northanger, por su parte, se acercó con su dulce carita de ángel hasta descubrir la cara de aquel atractivo hombre. Con toda la galantería de la que pudo sacar de su pequeño cuerpo, realizó una grácil reverencia y con una falsa cara de preocupación pidió disculpas.
- Le ruego que acepte mis perdones, monsieur. Creo que en estas ocasiones sería apropiado rogarle que nos permitiera invitarle a una taza de té- Y con estas palabras extendió su blanca manita para que se le aceptara tal proposición.
Tanto Wilhemina como el hombre que las acompañaba pusieron los ojos en blanco ante tal acto de coquetería por parte de la pequeña, pero ninguno se atrevió a contradecir sus palabras por miedo a que finalmente aquel joven tomara otras medidas contra ella o, aún peor, la señorita decidiera armar un alboroto que acabara con una fuerte reprimenda por parte de su padre a ambos sirvientes.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Seizan escuchó las palabras de ambas desde su posición en el suelo, a pesar de todo sonriente. La situación, si la hubiera visto desde el lado del espectador, había sido comida y extraña y, al fin y al cabo, se estaban disculpando. Si no era ella sería otra la persona a quién robar.
Sin embargo, cuando la señorita le tendió la mano, se apartó y se levantó como si esta fuera fuego y se acercara para abrasarle. Una vez de pie, mientras se sacudía las ropas, se dio cuenta de su reacción, y contestó un poco precipitadamente.
- Bueno, esto… si, estaría encantado de esa taza de té, sería un placer y un honor.
Esperaba que no le dieran mayor importancia a su reacción. Volvió a sonreír y esperó a ver si la cosa prosperaba. No le gustaba pasar mucho tiempo con la gente, pero tomar una taza de té no le haría daño y, si no conseguía dinero, al menos llenaría el estomago con un té y, esperaba, unas pastas.
Sin embargo, cuando la señorita le tendió la mano, se apartó y se levantó como si esta fuera fuego y se acercara para abrasarle. Una vez de pie, mientras se sacudía las ropas, se dio cuenta de su reacción, y contestó un poco precipitadamente.
- Bueno, esto… si, estaría encantado de esa taza de té, sería un placer y un honor.
Esperaba que no le dieran mayor importancia a su reacción. Volvió a sonreír y esperó a ver si la cosa prosperaba. No le gustaba pasar mucho tiempo con la gente, pero tomar una taza de té no le haría daño y, si no conseguía dinero, al menos llenaría el estomago con un té y, esperaba, unas pastas.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
A pesar de que la señorita Northanger dudó de si sus encantos habían fracasado ante la reacción del joven, pronto recuperó la sonrisa y miró a Wilhemina casi exigiéndole que le diera permiso, ésta se limitó a sacudir la cabeza resignada.
- ¡Pongámonos en marcha, pues!- Dijo de forma halagüeña la pequeña de los Northanger- Mi nombre es Sofia Northanger, y estos son Wilhemina y Salvador- Ambos hicieron una leve inclinación con la cabeza a modo de saludo- ¿Y usted? ¿Cuál es su nombre? Con su aspecto seguro que tiene un nombre precioso-.
- ¡Señorita!- Pero el reproche solo sirvió para que se encogiera de hombros y comenzara a andar hasta la cafetería más cercana.
Mientras caminaban el sirviente del señor Northanger comentó sus dudas al oido de Wilhemina pareciéndole extraño que un joven con aquellas ropas (tan poco adecuadas para la gente que solía pasearse por aquel mercado de exquisiteces) tuviera buenas intenciones.
- Fijaos en vos, señor. O en mí. Tampoco llevamos ropas que igualen nuestra posición a la del resto- Comentó ésta mientras seguía los pasos de la señorita Northanger que había echado a andar a escasos centímetros del joven mientras le miraba con ojillos coquetos. Salvador no pareció darse por satisfecho con aquella respuesta.
La señorita Northanger no paró un solo segundo de abrumar a su acompañante con preguntas sobre su vida que afortunadamente eran continuadas por explicaciones sobre la suya que impedían al joven tener si quiera opción a contestar. Fue ella quien eligió una mesa que daba a la calle y se preocupó lo suficiente por sentarse cerca del joven.
En cuanto les sirvieron, Salvador le habló por primera vez.
- No pareceis, señor, de tan alta cuna como los que se ven por estas calles- Comentó de forma tosca antes de darle un trago a su bebida.
- ¡Salvador, por favor! ¡Estoy segura de que este joven viene de una familia tan noble como la mía! ¡¡Y sus arcas tan llenas como las de mi padre!! ¿O acaso me equivoco?- Por desgracia la efusividad y el tono con la que decía aquellas palabras no pasó desapercibido a un hombre que los observaba desde un rincón del bar, esforzándose por mantenerse oculto de la vista de todos, mientras una extraña y cruel sonrisa aparecía en su rostro.
- ¡Pongámonos en marcha, pues!- Dijo de forma halagüeña la pequeña de los Northanger- Mi nombre es Sofia Northanger, y estos son Wilhemina y Salvador- Ambos hicieron una leve inclinación con la cabeza a modo de saludo- ¿Y usted? ¿Cuál es su nombre? Con su aspecto seguro que tiene un nombre precioso-.
- ¡Señorita!- Pero el reproche solo sirvió para que se encogiera de hombros y comenzara a andar hasta la cafetería más cercana.
Mientras caminaban el sirviente del señor Northanger comentó sus dudas al oido de Wilhemina pareciéndole extraño que un joven con aquellas ropas (tan poco adecuadas para la gente que solía pasearse por aquel mercado de exquisiteces) tuviera buenas intenciones.
- Fijaos en vos, señor. O en mí. Tampoco llevamos ropas que igualen nuestra posición a la del resto- Comentó ésta mientras seguía los pasos de la señorita Northanger que había echado a andar a escasos centímetros del joven mientras le miraba con ojillos coquetos. Salvador no pareció darse por satisfecho con aquella respuesta.
La señorita Northanger no paró un solo segundo de abrumar a su acompañante con preguntas sobre su vida que afortunadamente eran continuadas por explicaciones sobre la suya que impedían al joven tener si quiera opción a contestar. Fue ella quien eligió una mesa que daba a la calle y se preocupó lo suficiente por sentarse cerca del joven.
En cuanto les sirvieron, Salvador le habló por primera vez.
- No pareceis, señor, de tan alta cuna como los que se ven por estas calles- Comentó de forma tosca antes de darle un trago a su bebida.
- ¡Salvador, por favor! ¡Estoy segura de que este joven viene de una familia tan noble como la mía! ¡¡Y sus arcas tan llenas como las de mi padre!! ¿O acaso me equivoco?- Por desgracia la efusividad y el tono con la que decía aquellas palabras no pasó desapercibido a un hombre que los observaba desde un rincón del bar, esforzándose por mantenerse oculto de la vista de todos, mientras una extraña y cruel sonrisa aparecía en su rostro.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
- Seizan para servirles.
Los intentos de coqueteo de la muchacha le resultaban, cuanto menos, graciosos. La chica era demasiado joven y eran demasiado evidentes. Además el había amado una sola vez y desde entonces, había estado solo.
Agradeció enormemente que la muchachita no le dejara contestar, la verdad es que no tenía ganas de hablar y mucho menos de su pasado, y escucharla a ella le daba una idea de que inventar, por si le preguntaban los demás cuando llegaran al lugar.
En cuanto entraron al local y Sofía escogió mesa, Seizan procuró escoger un sitio donde pudiera escabullirse de cualquier contacto físico con los demás. Aunque sus esfuerzos fueron vanos cuando la señorita se sentó demasiado cerca de él para su gusto.
La franqueza de Salvador le hizo sonreír. A pesar de que su padre había sido un hombre rico y noble con mucho poder e influencias, el no había gozado de los privilegios que nacer en una casa así suponían. Había pasado más de media vida atormentado, encerrado y condenado. Pero gracias a su amada y sus continuos viajes por el mundo, había aprendido modales expresiones y modismos más que de sobra.
- Mis disculpas caballero si mis ropas o modales no se ajustan a lo que se acostumbra por estas tierras. Pero vengo de tierras muy lejanas y allí las cosas son distintas, además ese tipo de ropajes no son nada cómodas para recorrer el mundo. He de decir que si nací noble, pero me embarqué en la aventura de ver tierras lejanas y aprender otras costumbres
Lejos de su tierra y su pasado podía ser lo que quisiera, podía conseguir dinero y papeles falsos que le dieran la razón y, además, no había mentido… del todo.
Centrado como estaba en esquivar cualquier contacto físico con la señorita Northanger, no se dio cuenta de la mirada que el extraño caballero dirigía hacia su mesa.
Los intentos de coqueteo de la muchacha le resultaban, cuanto menos, graciosos. La chica era demasiado joven y eran demasiado evidentes. Además el había amado una sola vez y desde entonces, había estado solo.
Agradeció enormemente que la muchachita no le dejara contestar, la verdad es que no tenía ganas de hablar y mucho menos de su pasado, y escucharla a ella le daba una idea de que inventar, por si le preguntaban los demás cuando llegaran al lugar.
En cuanto entraron al local y Sofía escogió mesa, Seizan procuró escoger un sitio donde pudiera escabullirse de cualquier contacto físico con los demás. Aunque sus esfuerzos fueron vanos cuando la señorita se sentó demasiado cerca de él para su gusto.
La franqueza de Salvador le hizo sonreír. A pesar de que su padre había sido un hombre rico y noble con mucho poder e influencias, el no había gozado de los privilegios que nacer en una casa así suponían. Había pasado más de media vida atormentado, encerrado y condenado. Pero gracias a su amada y sus continuos viajes por el mundo, había aprendido modales expresiones y modismos más que de sobra.
- Mis disculpas caballero si mis ropas o modales no se ajustan a lo que se acostumbra por estas tierras. Pero vengo de tierras muy lejanas y allí las cosas son distintas, además ese tipo de ropajes no son nada cómodas para recorrer el mundo. He de decir que si nací noble, pero me embarqué en la aventura de ver tierras lejanas y aprender otras costumbres
Lejos de su tierra y su pasado podía ser lo que quisiera, podía conseguir dinero y papeles falsos que le dieran la razón y, además, no había mentido… del todo.
Centrado como estaba en esquivar cualquier contacto físico con la señorita Northanger, no se dio cuenta de la mirada que el extraño caballero dirigía hacia su mesa.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
A Salvador pareció convencerle aquella respuesta porque no comentó nada más, aunque lo cierto es que Wilhemina captó un gesto imperceptible de recelo. Sin embargo la señorita Northanger le dirigió una mirada que no daba opción a más dudas; ella se había quedado satisfecha.
- ¿Y qué le trae por estas islas perdidas, señor Seizan?- Preguntó Mina dando después buena cuenta del contenido de su taza.
- ¡Eso! Un joven tan apuesto como tú seguro que ha venido acompañado de una joven damisela de largos cabellos rubios y enormes ojos azules- Comentó como si en realidad no le interesara la respuesta a la joven señorita.
- ¡Por favor, señorita! ¡No sea usted tan cotilla! Acabará por asustar al joven y se quedará sin nadie con quien practicar sus coqueteos- Mina, cansada como estaba de que la joven se tomara tantas libertades no pudo evitar regañarla por lo que la joven Mina se levantó airada. Mientras tanto, Salvador, intentaba evitar que se le escapara la risa, gesto que colmó el vaso.
- Si me disculpa, necesito ir un momento al servicio- Comentó la señorita Northanger dirigiéndole una mirada de odio a Mina por haberla dejado en ridículo. Y dicho aquello desapareció entre los clientes al mismo tiempo que lo hacía el hombre misterioso de la mesa vecina.
- Disculpela, está en esa edad que cree que puede conseguir que cualquier hombre caiga rendido a sus pies- Comentó cansada Mina.
- ¿Y qué le trae por estas islas perdidas, señor Seizan?- Preguntó Mina dando después buena cuenta del contenido de su taza.
- ¡Eso! Un joven tan apuesto como tú seguro que ha venido acompañado de una joven damisela de largos cabellos rubios y enormes ojos azules- Comentó como si en realidad no le interesara la respuesta a la joven señorita.
- ¡Por favor, señorita! ¡No sea usted tan cotilla! Acabará por asustar al joven y se quedará sin nadie con quien practicar sus coqueteos- Mina, cansada como estaba de que la joven se tomara tantas libertades no pudo evitar regañarla por lo que la joven Mina se levantó airada. Mientras tanto, Salvador, intentaba evitar que se le escapara la risa, gesto que colmó el vaso.
- Si me disculpa, necesito ir un momento al servicio- Comentó la señorita Northanger dirigiéndole una mirada de odio a Mina por haberla dejado en ridículo. Y dicho aquello desapareció entre los clientes al mismo tiempo que lo hacía el hombre misterioso de la mesa vecina.
- Disculpela, está en esa edad que cree que puede conseguir que cualquier hombre caiga rendido a sus pies- Comentó cansada Mina.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Seizan no tuvo tiempo de contestar a la pregunta de Mina, pues que la respuesta de la señorita Northanger había molestado profundamente a Mina y se había iniciado una pequeña “disputa” que había acabado con la marcha de la muchachita. Mientras la escena discurría el joven aprovechó para coger su taza y ahogar la risa en ella, igual que había hecho Salvador.
- No os preocupéis milady, entiendo que es demasiado joven e impulsiva, no me molesta su actitud.
A pesar de que era cierto que no le molestaba los intentos de coquetería de la jovencita, si que agradecía que se hubiera marchado unos instantes de la mesa. Eso hizo que se relajara visiblemente pues no necesitaba esquivar el contacto físico de nadie.
- En respuesta a su primera pregunta, y como creo que ya he comentado, decidí embarcarme en la aventura de aprender otras costumbres y conocer otros reinos, por eso estoy aquí
Sonrió con amabilidad. Prefería llenar el tiempo con palabras que con incómodos silencios y, puesto que Sofía se había ido, tendría tiempo de una conversación más relajada, incluso podría obtener algo de información sobre el reino en el que se encontraba.
- Ya que son de por aquí, tal vez podrían indicarme de que lugares son dignos de visitar en este reino, seguro que hay muchos y muy bonitos.
- No os preocupéis milady, entiendo que es demasiado joven e impulsiva, no me molesta su actitud.
A pesar de que era cierto que no le molestaba los intentos de coquetería de la jovencita, si que agradecía que se hubiera marchado unos instantes de la mesa. Eso hizo que se relajara visiblemente pues no necesitaba esquivar el contacto físico de nadie.
- En respuesta a su primera pregunta, y como creo que ya he comentado, decidí embarcarme en la aventura de aprender otras costumbres y conocer otros reinos, por eso estoy aquí
Sonrió con amabilidad. Prefería llenar el tiempo con palabras que con incómodos silencios y, puesto que Sofía se había ido, tendría tiempo de una conversación más relajada, incluso podría obtener algo de información sobre el reino en el que se encontraba.
- Ya que son de por aquí, tal vez podrían indicarme de que lugares son dignos de visitar en este reino, seguro que hay muchos y muy bonitos.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
- Aventuras ¿eh?- Comentó con aire algo melancólico Mina, dándose cuenta de lo lejos que quedaba de su alcance ni tan si quiera pensar en tenerlas.
Wilhemina dejó escapar un largo suspiro ante la petición del joven.
- Siento no poder ayudarle en eso, señor. La verdad es que salvo Trinacria y la isla de Rhylia no conozco nada de toda Jasperia. Quizás Salvador pueda ayudarle en ese tema, él es el viajero. Aunque sí puedo decirle algo; Esta es una tierra llena de leyendas, cuentos y misterios sin resolver... O al menos eso me enseñaron de niña- Dijo Mina echándose a reir.
- ¿Qué está buscando?- Preguntó Salvador que parecía más dispuesto a saber más de aquel joven que de ayudarlo a conocer el archipiélago. No obstante intentó poner una mueca agradable y simpática- Porque dependiendo de lo que busque, señor, le recomendaría visitar unas islas u otras-.
Mientras tanto, en los servicios, la señorita Northanger no se decidía si salir o no. Le había dolido el comentario de su niñera, porque eso era únicamente su estúpida niñera. Respiró profundamente e intentó serenarse, no le daría la satisfacción de demostrarle que la había hecho llorar. En aquel momento se abrió la puerta, mientras ella se encontraba de espaldas, se abrió la puerta sigilosamente.
Wilhemina dejó escapar un largo suspiro ante la petición del joven.
- Siento no poder ayudarle en eso, señor. La verdad es que salvo Trinacria y la isla de Rhylia no conozco nada de toda Jasperia. Quizás Salvador pueda ayudarle en ese tema, él es el viajero. Aunque sí puedo decirle algo; Esta es una tierra llena de leyendas, cuentos y misterios sin resolver... O al menos eso me enseñaron de niña- Dijo Mina echándose a reir.
- ¿Qué está buscando?- Preguntó Salvador que parecía más dispuesto a saber más de aquel joven que de ayudarlo a conocer el archipiélago. No obstante intentó poner una mueca agradable y simpática- Porque dependiendo de lo que busque, señor, le recomendaría visitar unas islas u otras-.
Mientras tanto, en los servicios, la señorita Northanger no se decidía si salir o no. Le había dolido el comentario de su niñera, porque eso era únicamente su estúpida niñera. Respiró profundamente e intentó serenarse, no le daría la satisfacción de demostrarle que la había hecho llorar. En aquel momento se abrió la puerta, mientras ella se encontraba de espaldas, se abrió la puerta sigilosamente.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Se quedó observando a Mina quizá demasiado rato para ser educado, pero aquel suspiro le había llegado. Le había parecido, en un primer momento, una de esas institutrices demasiado serias y recta, una de esas que no suspiraba por “aventuras”. Y eso le sorprendió, y le agradó.
- Todo y nada, señor. Simplemente busco aprender y conocer. Me gusta viajar por los reinos, ver sus bellos lugares, conocer sus costumbres y fiestas, comprar en su mercados.
Le había costado desviar la mirada de Mina, pero para contestar lo había hecho mirando directamente a los ojos a Salvador. Luego volvió a posar sus ojos en la mujer.
- Quizá en alguno de sus ratos libres, quisiera acompañarme a conocer las islas que no conoce… por supuesto yo invito.
Se acordó entonces de la joven muchachita que trataba de coquetear con él y miró hacia el lugar por donde había desaparecido. No sabía cuánto rato había pasado, ni conocía las costumbres de la joven pero… ¿no era demasiado tiempo? Quizá la muchacha se sentía tan ofendida que prefería hacer “sufrir” un poco a sus cuidadores.
- Creo que la señorita Northanger se ha sentido profundamente ofendida por sus palabras. Quizá debiera ir a ver si se encuentra bien
Las muchachas de su edad solían ofenderse con facilidad, pero también olvidaban con facilidad y posiblemente si iban a buscarla volvería sonriente como si nada hubiera pasado.
- Todo y nada, señor. Simplemente busco aprender y conocer. Me gusta viajar por los reinos, ver sus bellos lugares, conocer sus costumbres y fiestas, comprar en su mercados.
Le había costado desviar la mirada de Mina, pero para contestar lo había hecho mirando directamente a los ojos a Salvador. Luego volvió a posar sus ojos en la mujer.
- Quizá en alguno de sus ratos libres, quisiera acompañarme a conocer las islas que no conoce… por supuesto yo invito.
Se acordó entonces de la joven muchachita que trataba de coquetear con él y miró hacia el lugar por donde había desaparecido. No sabía cuánto rato había pasado, ni conocía las costumbres de la joven pero… ¿no era demasiado tiempo? Quizá la muchacha se sentía tan ofendida que prefería hacer “sufrir” un poco a sus cuidadores.
- Creo que la señorita Northanger se ha sentido profundamente ofendida por sus palabras. Quizá debiera ir a ver si se encuentra bien
Las muchachas de su edad solían ofenderse con facilidad, pero también olvidaban con facilidad y posiblemente si iban a buscarla volvería sonriente como si nada hubiera pasado.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Wilhemina dejó escapar una sonrisa soñadora pero resignada al escuchar las palabras del joven. Dentro de sus planes no existía la posibilidad de hacer una escapada, aunque solo fueran unas pequeñas vacaciones a la isla más cercana. Su tío jamás lo permitiría y ella jamás osaría contradecirlo por dar rienda suelta a uno de sus caprichos.
- Creo que eso no será posible, señor. No puedo descuidar mis quehaceres en Rhylia ni un único día, no hasta dentro de mucho tiempo- Mina intentó forzar una pequeña sonrisa como quitándole importancia al asunto-. Quizás en otra ocasión...-.
Wilhemina y Salvador también dirigieron la mirada hacia el lugar por donde había desaparecido la señorita Northanger minutos antes. Sí, sí que parecía que se estaba retrasando demasiado. Mina frunció el ceño. Casi nunca se alargaban tanto sus berrinches, pero quien podía entender la mete de una niña como aquella.
- Creo que lo mejor es que vaya en su busca, posiblemente en su berrinche se haya manchado el vestido y le de vergüenza salir- Comentó Mina intentando quitarse el miedo de que le hubiera pasado algo y que comenzaba a crecer en la boca de su estómago.
Dejando solos a ambos hombres, mientras Salvador retomaba la conversación hablándole sobre las ciudades de las islas, Mina se dirigió a los servicios con paso decidido. Abrió la puerta llamando a la señorita Northanger pero no obtuvo respuesta; en aquella estancia parecía no haber nada salvo una pequeña mancha cerca de la ventana.
Mina se acercó lo suficiente como para ver que aquello era sangre y siguiendo su rastro la condujo directamente hacia un pequeño trozo de tela del vestido de la señorita Northanger que había quedado enganchado en uno de los clavos que formaban el marco.
Sintió como las lágrimas afloraban en sus ojos y como el miedo se convertía pronto en una serpiente que iba devorando cada uno de sus órganos. Le temblaron las piernas y estuvo a punto de caer, pero algo en su cabeza le decía que no podían perder más tiempo. ¿Había sido secuestrada o simplemente había decidido escaparse?
- ¡No está! ¡¡No está!! La señorita...- Sofocada, Wilhemina salió de los servicios dirigiéndose directamente a sus acompañantes- ¡Hay que salir a buscarla! ¡Hay que llamar a las autoridades! ¡Ay, ay! ¿Dónde se habrá metido?-.
Y cuando estuvo un poco más calmada les explicó lo que había encontrado en el servicio. Salvador tomó la delantera y salió por la puerta trasera de aquel local. Un hombre desdentado pedía dinero al otro lado, tirado sobre unos sacos de pienso.
- ¿A visto a una chiquilla salir por aquella ventana?- Le preguntó. El mendigo lo miró con una horrible sonrisa y pareció hacerse el tonto. Salvador no se anduvo por las ramas y después de darle dos sopapos repitió la pregunta.
El mendigo señaló una dirección con un dedo mugriento.
- Pero no iba sola. Se la llevaba un hombre vestido de negro-.
Salvador tiró una moneda al mendigo como agradecimiento y miró hacia donde señalaba viendo como una sombra se internaba por un callejón con un bulto entre los brazos y, sin más preámbulos, echó a correr tras él.
- Creo que eso no será posible, señor. No puedo descuidar mis quehaceres en Rhylia ni un único día, no hasta dentro de mucho tiempo- Mina intentó forzar una pequeña sonrisa como quitándole importancia al asunto-. Quizás en otra ocasión...-.
Wilhemina y Salvador también dirigieron la mirada hacia el lugar por donde había desaparecido la señorita Northanger minutos antes. Sí, sí que parecía que se estaba retrasando demasiado. Mina frunció el ceño. Casi nunca se alargaban tanto sus berrinches, pero quien podía entender la mete de una niña como aquella.
- Creo que lo mejor es que vaya en su busca, posiblemente en su berrinche se haya manchado el vestido y le de vergüenza salir- Comentó Mina intentando quitarse el miedo de que le hubiera pasado algo y que comenzaba a crecer en la boca de su estómago.
Dejando solos a ambos hombres, mientras Salvador retomaba la conversación hablándole sobre las ciudades de las islas, Mina se dirigió a los servicios con paso decidido. Abrió la puerta llamando a la señorita Northanger pero no obtuvo respuesta; en aquella estancia parecía no haber nada salvo una pequeña mancha cerca de la ventana.
Mina se acercó lo suficiente como para ver que aquello era sangre y siguiendo su rastro la condujo directamente hacia un pequeño trozo de tela del vestido de la señorita Northanger que había quedado enganchado en uno de los clavos que formaban el marco.
Sintió como las lágrimas afloraban en sus ojos y como el miedo se convertía pronto en una serpiente que iba devorando cada uno de sus órganos. Le temblaron las piernas y estuvo a punto de caer, pero algo en su cabeza le decía que no podían perder más tiempo. ¿Había sido secuestrada o simplemente había decidido escaparse?
- ¡No está! ¡¡No está!! La señorita...- Sofocada, Wilhemina salió de los servicios dirigiéndose directamente a sus acompañantes- ¡Hay que salir a buscarla! ¡Hay que llamar a las autoridades! ¡Ay, ay! ¿Dónde se habrá metido?-.
Y cuando estuvo un poco más calmada les explicó lo que había encontrado en el servicio. Salvador tomó la delantera y salió por la puerta trasera de aquel local. Un hombre desdentado pedía dinero al otro lado, tirado sobre unos sacos de pienso.
- ¿A visto a una chiquilla salir por aquella ventana?- Le preguntó. El mendigo lo miró con una horrible sonrisa y pareció hacerse el tonto. Salvador no se anduvo por las ramas y después de darle dos sopapos repitió la pregunta.
El mendigo señaló una dirección con un dedo mugriento.
- Pero no iba sola. Se la llevaba un hombre vestido de negro-.
Salvador tiró una moneda al mendigo como agradecimiento y miró hacia donde señalaba viendo como una sombra se internaba por un callejón con un bulto entre los brazos y, sin más preámbulos, echó a correr tras él.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Tomo nota de preguntar a Mina en otra ocasión y de en que isla podía encontrarla, le caía bien la mujer y, a juzgar por su mirada y su anterior suspiro, seguramente disfrutara de un pequeño viaje de placer, no solo de obligación.
Asintió cuando Mina se dirigió a buscar a la señorita y se quedó tranquilamente hablando con Salvador del resto de las islas. Tomando nota mental de los datos más interesantes para él. La conversación entre ambos se vio bruscamente interrumpida por las palabras de Wilhemina.
Escuchó con suma atención y en silencio lo que Mina había encontrado al ir a buscarla y salió justo detrás de Salvador hacia el callejón trasero. No le gustó como trató al mendigo, no le gustaba la violencia y posiblemente el mendigo solo quería unas monedas por la información, pero al fin y al cabo entendía su nerviosismo, y no dijo nada.
Salió corriendo, incluso antes de que el mendigo terminara de pronunciar su frase, en pos de la sombra que había visto desaparecer. Su juventud y el ejercicio diario, le hacían mantenerse en forma y, en breve, se encontraba bastante cerca del hombre que llevaba el bulto entre los brazos. Unos metros más entre callejones vacíos y sería suyo.
Ni siqueira se había cuestionado por qué había salido corriendo, apenas conocía a la muchachita y, sin embargo, sentía que debía ayudar, no tanto a la señorita Northanger, como a Mina. Suponía que si algo pasaba a la jovencita, las culpas serían para ella y Salvador y, aunque la conocía hace poco, no quería que eso sucediera.
Asintió cuando Mina se dirigió a buscar a la señorita y se quedó tranquilamente hablando con Salvador del resto de las islas. Tomando nota mental de los datos más interesantes para él. La conversación entre ambos se vio bruscamente interrumpida por las palabras de Wilhemina.
Escuchó con suma atención y en silencio lo que Mina había encontrado al ir a buscarla y salió justo detrás de Salvador hacia el callejón trasero. No le gustó como trató al mendigo, no le gustaba la violencia y posiblemente el mendigo solo quería unas monedas por la información, pero al fin y al cabo entendía su nerviosismo, y no dijo nada.
Salió corriendo, incluso antes de que el mendigo terminara de pronunciar su frase, en pos de la sombra que había visto desaparecer. Su juventud y el ejercicio diario, le hacían mantenerse en forma y, en breve, se encontraba bastante cerca del hombre que llevaba el bulto entre los brazos. Unos metros más entre callejones vacíos y sería suyo.
Ni siqueira se había cuestionado por qué había salido corriendo, apenas conocía a la muchachita y, sin embargo, sentía que debía ayudar, no tanto a la señorita Northanger, como a Mina. Suponía que si algo pasaba a la jovencita, las culpas serían para ella y Salvador y, aunque la conocía hace poco, no quería que eso sucediera.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Salvador corría como alma que lleva el diablo, pero su pierna izquierda pronto empieza a cogear y se ve olbligado a frenar un poco, viendo como Seizan le adelanta. Se obliga a continuar la marcha sin fijar su mirada en otro lugar que no fuera la esquina por donde había desaparecido la sombra.
A su espalda Mina, con las faldas arremangadas, corre también y pronto alcanza a Salvador que finalmente se ve obligado a parar incapaz de soportar el dolor.
- Respira, respira... - Le dice frotándole suavemente la mano por la espalda mientras el hombre coge aire a grandes bocandas- El joven ha ido tras la sombra... La encontraremos. Será mejor que avisemos a alguna autoridad por si acaso... Y nadie tiene por qué enterarse, el amo...-.
- ¡Mina, por todos el amor de la Dama! ¿¡No ves que quizás ese joven estuviera conpinchado con el secuestrador?!-.
La joven se quedó muda sin saber que decir perdiendo la mirada en la dirección por donde el joven, al igual que la sombra, había desaparecido. Los ojos volvieron a humedecérsele, pero sacudió la cabeza; sea como sea, debemos hacer algo, pensó.
Mientras tanto, más allá del esquinazo por donde se había perdido la sombra, se extendía un estrecho callejón que daba a las traseras de varias casas y locales. A pesar de que la luz allí era escasa debido a las sombras producidas por los numerosos toldos, Seizan pudo alcanzar a ver como una de las puertas de la derecha se cerraba.
Del otro lado de la puerta se estendía un largo y poco iluminado pasillo con unas cuantas puertas pintadas de color verde, cada una de ellas tenía un número forjado en cobre. Era evidente de que se trataba de un viejo hostal, pero era una locura poner a mirar puerta por puerta dónde podía haberse escondido el secuestrador.
Unos metros más alante, un par de gotitas de sangre confirmaban que por ahí debía haber pasado. Y unos pocos pasos más alla, a la altura de las escaleras, otras pocas hacían intuir que el secuestrador había dudado un momento si subir o bajar a lo que sin duda parecía un sótano.
Allí abajo se escuchan extraños ruidos muy parecidos al cochar de varias herramientas de metal y un segundo después varios gemidos. La voz de un hombre susurró algo con agresividad que Seizan no pudo entender y después se escuchó un golpe más fuerte.
Debía actuar cuanto antes. Si se atrevía a bajar encontraría un lugar repleto de chatarra y trastos viejos, con muy poca visibilidad, aunque sí la suficiente para ver a un hombre de espaldas a él, revolviendo en lo que parecía un baúl. La oscuridad impedía saber donde estaba la señorita Northanger, pero sus gemidos llegaban de algún rincón de aquel lugar.
A su espalda Mina, con las faldas arremangadas, corre también y pronto alcanza a Salvador que finalmente se ve obligado a parar incapaz de soportar el dolor.
- Respira, respira... - Le dice frotándole suavemente la mano por la espalda mientras el hombre coge aire a grandes bocandas- El joven ha ido tras la sombra... La encontraremos. Será mejor que avisemos a alguna autoridad por si acaso... Y nadie tiene por qué enterarse, el amo...-.
- ¡Mina, por todos el amor de la Dama! ¿¡No ves que quizás ese joven estuviera conpinchado con el secuestrador?!-.
La joven se quedó muda sin saber que decir perdiendo la mirada en la dirección por donde el joven, al igual que la sombra, había desaparecido. Los ojos volvieron a humedecérsele, pero sacudió la cabeza; sea como sea, debemos hacer algo, pensó.
* * *
Mientras tanto, más allá del esquinazo por donde se había perdido la sombra, se extendía un estrecho callejón que daba a las traseras de varias casas y locales. A pesar de que la luz allí era escasa debido a las sombras producidas por los numerosos toldos, Seizan pudo alcanzar a ver como una de las puertas de la derecha se cerraba.
Del otro lado de la puerta se estendía un largo y poco iluminado pasillo con unas cuantas puertas pintadas de color verde, cada una de ellas tenía un número forjado en cobre. Era evidente de que se trataba de un viejo hostal, pero era una locura poner a mirar puerta por puerta dónde podía haberse escondido el secuestrador.
Unos metros más alante, un par de gotitas de sangre confirmaban que por ahí debía haber pasado. Y unos pocos pasos más alla, a la altura de las escaleras, otras pocas hacían intuir que el secuestrador había dudado un momento si subir o bajar a lo que sin duda parecía un sótano.
Allí abajo se escuchan extraños ruidos muy parecidos al cochar de varias herramientas de metal y un segundo después varios gemidos. La voz de un hombre susurró algo con agresividad que Seizan no pudo entender y después se escuchó un golpe más fuerte.
Debía actuar cuanto antes. Si se atrevía a bajar encontraría un lugar repleto de chatarra y trastos viejos, con muy poca visibilidad, aunque sí la suficiente para ver a un hombre de espaldas a él, revolviendo en lo que parecía un baúl. La oscuridad impedía saber donde estaba la señorita Northanger, pero sus gemidos llegaban de algún rincón de aquel lugar.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Justo antes de que pudiera darle caza el secuestrador torció la esquina de un callejón y para cuando Seizan dobló la esquina, lo único que pudo ver entre las sombras del callejón fue una puerta cerrándose.
Se detuvo unos instantes. Sacó una de las dagas de su funda y avanzó despacio por el callejón buscando alguna pista de la puerta acertada. Por suerte para él, no tardó en encontrar un pequeño rastro de sangre que le conducía a una puerta en el sótano.
En silencio y con la habilidad propia de un ladrón, se acercó hasta la puerta para escuchar al otro lado. No tardó mucho tiempo en decidir que debía entrar al escuchar los ruidos del otro lado. No había entendido lo que decía la voz y muchos ruidos no los localizada, pero estaba claro que el tono era agresivo y el ruido nada alentador.
No perdió más tiempo, abrió la puerta con todo el sigilo que pudo colándose en el interior del sótano y volviendo a cerrar la puerta tras de sí, además, utilizó el cerrojo de la puerta. No quería que el tipo escapara, ni que nadie viniera a ayudarlo si su plan salía mal.
Se movió sigiloso y con rapidez entre las sombras y se plantó justo detrás del hombre, asestándole un golpe en la nuca que, esperaba, le dejara inconsciente el tiempo suficiente para encontrar a la muchacha y salir de aquel lugar.
Se detuvo unos instantes. Sacó una de las dagas de su funda y avanzó despacio por el callejón buscando alguna pista de la puerta acertada. Por suerte para él, no tardó en encontrar un pequeño rastro de sangre que le conducía a una puerta en el sótano.
En silencio y con la habilidad propia de un ladrón, se acercó hasta la puerta para escuchar al otro lado. No tardó mucho tiempo en decidir que debía entrar al escuchar los ruidos del otro lado. No había entendido lo que decía la voz y muchos ruidos no los localizada, pero estaba claro que el tono era agresivo y el ruido nada alentador.
No perdió más tiempo, abrió la puerta con todo el sigilo que pudo colándose en el interior del sótano y volviendo a cerrar la puerta tras de sí, además, utilizó el cerrojo de la puerta. No quería que el tipo escapara, ni que nadie viniera a ayudarlo si su plan salía mal.
Se movió sigiloso y con rapidez entre las sombras y se plantó justo detrás del hombre, asestándole un golpe en la nuca que, esperaba, le dejara inconsciente el tiempo suficiente para encontrar a la muchacha y salir de aquel lugar.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Pero a pesar de que aquel hombre no era alguien robusto, se movió lo justo para que el golpe, en lugar de dejarle inconsciente, sólamente lo aturdiera un poco. Se tambaleó hacia los lados al tiempo que se giraba confuso, intentando ver más allá de la oscuridad y de las nuevas sombras que se formaban ante sus ojos. Al mismo tiempo, notó como algo caliente y húmedo le bajaba por la nuca, aunque no supo con certeza si era sudor o sangre.
El hombre estiró el brazo intentando asir a aquel que acaba de asestarle el golpe, pero sus movimientos eran algo lentos a consecuencia de éste y falló. Sacudió la cabeza en un intento por despejarla y volvió a intentarlo, llevándose esta vez primero la mano al cinturón, de donde sacó un largo y curvo cuchillo.
Su brazo hizo un movimiento de arriba hacia abajo en diagonal y, seguido, otro horizontalmente. Su cabeza comenzó a aclararse y sus ojos comenzaron a hacerse a la oscuridad, pero todavía era pronto para distinguir claramente la figura de su adversario.
Mientras tanto, en algún lugar del sotano, se escuchó un grito ahogado. Por el lado izquierdo quizás, aunque algo de eco impedía asegurarlo. La señorita Northanger, amordazada, intentaba dirigirse arrastrándose hasta la franja de luz que se filtraba por la puerta de la escalera.
El hombre estiró el brazo intentando asir a aquel que acaba de asestarle el golpe, pero sus movimientos eran algo lentos a consecuencia de éste y falló. Sacudió la cabeza en un intento por despejarla y volvió a intentarlo, llevándose esta vez primero la mano al cinturón, de donde sacó un largo y curvo cuchillo.
Su brazo hizo un movimiento de arriba hacia abajo en diagonal y, seguido, otro horizontalmente. Su cabeza comenzó a aclararse y sus ojos comenzaron a hacerse a la oscuridad, pero todavía era pronto para distinguir claramente la figura de su adversario.
Mientras tanto, en algún lugar del sotano, se escuchó un grito ahogado. Por el lado izquierdo quizás, aunque algo de eco impedía asegurarlo. La señorita Northanger, amordazada, intentaba dirigirse arrastrándose hasta la franja de luz que se filtraba por la puerta de la escalera.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Seizan procuró mantenerse calmado, permanecer quieto y a la espera de su oportunidad para seguir atacando. Estaba acostumbrado a las peleas, había tenido que sobrevivir y asesinar para vivir, sabía manejarse en multitud de escenarios y, seguramente, podría haber aprovechado el aturdimiento del otro tipo para asestarle un nuevo golpe. Sin embargo, no le gustaba atacar a alguien que no podía defenderse y mucho menos matar, asique hasta el que tipo no saco su largo cuchillo, Seizan no se puso realmente en guardia.
Esquivó con facilidad los golpes de su adversario y siguió aprovechando las sombras del lugar, esperando un descuido de su atacante o que este se cansara a base de golpes que, a menos que fueran muy rápidos o más certeros, jamás le darían.
Cuando escuchó el grito ahogado, supuso que se trataba de la señorita Northanger, pero no podía asegurarlo, no conocía tanto su voz y no sabía si, por azar, había encontrado a otro secuestrador de mujeres. Lo que estaba claro es que si gritaba, se encontraba allí y vivía, lo cual ya era un alivio.
Mientras estos pensamientos pasaban por su mente, ignorando por completo a la dama en apuros para no resultar herido en un despiste, aprovechó un hueco en la defensa de su contrincante para tratar de clavar su daga en uno de sus costados.
Esquivó con facilidad los golpes de su adversario y siguió aprovechando las sombras del lugar, esperando un descuido de su atacante o que este se cansara a base de golpes que, a menos que fueran muy rápidos o más certeros, jamás le darían.
Cuando escuchó el grito ahogado, supuso que se trataba de la señorita Northanger, pero no podía asegurarlo, no conocía tanto su voz y no sabía si, por azar, había encontrado a otro secuestrador de mujeres. Lo que estaba claro es que si gritaba, se encontraba allí y vivía, lo cual ya era un alivio.
Mientras estos pensamientos pasaban por su mente, ignorando por completo a la dama en apuros para no resultar herido en un despiste, aprovechó un hueco en la defensa de su contrincante para tratar de clavar su daga en uno de sus costados.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
El hombre se giró con un movimiento ágil, aunque había algo en su comportamiento general que denotaba un poco de torpeza. La daga le rozó el estómago causándole un profundo aunque superficial corte, que hizo que se doblara sobre sí mismo. Gruñó algo incomprensible entre dientes y volvió a intentarlo con rabia renovada, moviendo el cuchillo de arriba a abajo.
La señorita Northanger, mientras tanto, se dirigía torpemente hacia la puerta. Amordazada de pies y manos, debía arrastrarse con el cuidado suficiente como para no chocar con nada, pero la oscuridad hizo que no lo consiguiera y, tras chocar contra una estantería, vio como ésta se le venía encima. Gritó y en el último segundo consiguió apartarse, pero el estruendo fue considerable.
Aprovechando aquella pequeña interrupción, el hombre lanzó un puñetazo al estómago de su contrincante con la mano zurda e intentó aferrarlo después para rematarlo con el cuchillo. Chocó contra algo y otra estantería se vino al suelo, desparramando por el suelo una cantidad de cachibaches que complicaron los movimientos de ambos hombres.
La señorita Northanger, mientras tanto, se dirigía torpemente hacia la puerta. Amordazada de pies y manos, debía arrastrarse con el cuidado suficiente como para no chocar con nada, pero la oscuridad hizo que no lo consiguiera y, tras chocar contra una estantería, vio como ésta se le venía encima. Gritó y en el último segundo consiguió apartarse, pero el estruendo fue considerable.
Aprovechando aquella pequeña interrupción, el hombre lanzó un puñetazo al estómago de su contrincante con la mano zurda e intentó aferrarlo después para rematarlo con el cuchillo. Chocó contra algo y otra estantería se vino al suelo, desparramando por el suelo una cantidad de cachibaches que complicaron los movimientos de ambos hombres.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Aunque había tratado de ignorar a la muchacha, el estruendo que montó tras la caída de la estantería le distrajo lo suficiente como para que no le diera tiempo a esquivar el puñetazo del hombre. Por suerte si esquivó la presa y el cuchillo. La mala suerte fue que el golpe a parar a una estantería y el suelo se lleno de trastos, inútiles en aquellos momentos, pero todo un estorbo para moverse.
Aprovechó la confusión generada para echar un rápido vistazo hacia la muchacha, que aún estaba entera y se centró de nuevo en aquel tipo. ¿Había sido su imaginación o aquel tipo era muy torpe?
Haciendo gala de su habilidad adquirida con la práctica, tardó poco en hacerse un poco a la disposición del suelo y empezó a moverse con relativa facilidad. Trató de aprovechar aquello para asestar un nuevo golpe al secuestrador, pero entonces una lata que aun seguía rodando se cruzó en el camino de uno de sus pies y no pudo evitar dar con las posaderas en el suelo.
Desde su posición en el suelo sacó la otra daga de su funda y se preparó para lanzarla directa al corazón de su atacante. Si no daba en la diana, al menos le daría el tiempo necesario para levantarse y de nuevo colocarse en un posición más ventajosa.
Aprovechó la confusión generada para echar un rápido vistazo hacia la muchacha, que aún estaba entera y se centró de nuevo en aquel tipo. ¿Había sido su imaginación o aquel tipo era muy torpe?
Haciendo gala de su habilidad adquirida con la práctica, tardó poco en hacerse un poco a la disposición del suelo y empezó a moverse con relativa facilidad. Trató de aprovechar aquello para asestar un nuevo golpe al secuestrador, pero entonces una lata que aun seguía rodando se cruzó en el camino de uno de sus pies y no pudo evitar dar con las posaderas en el suelo.
Desde su posición en el suelo sacó la otra daga de su funda y se preparó para lanzarla directa al corazón de su atacante. Si no daba en la diana, al menos le daría el tiempo necesario para levantarse y de nuevo colocarse en un posición más ventajosa.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
El hombre intentó esquivarla, pisó algo que había en el suelo y resvaló. Cayó intentando asirse a algo para no golpearse con el suelo, pero la suerte no estaba de su parte y tiró otra estantería al tiempo que se golpeaba la cabeza con la mesa. Quedó confuso en el suelo, gimoteando con todos los cacharros y la estantería sobre su cuerpo. Un charquito de sangre comenzó a formarse alrededor de su cabeza.
En aquel mismo instante la puerta del sótano se abrió de golpe. Un chorro de luz inundó la estancia y por la puerta aparecieron dos hombres uniformados. Tras ellos apareció una mujer que corrió directamente hacia donde se encontraba la chiquilla, por detrás la seguía un hombre que cojeaba.
- ¡Señorita Northanger! ¿Se encuentra bien? Déjeme, déjeme que la ayude- Wilhemina se arrodilló junto a ella, incorporándola y apoyándola contra la pared mientras forcejeaba intentando quitarle las cuerdas que tenía en manos y pies. La joven gimoteaba asustada.
Salvador por su parte fue directamente hacia Seizan mientras los hombres uniformados levantaban la estantería que mantenía al secuestrador en el suelo.
- Fuimos a llamar a la policía, un vecino nos alertó de que había visto entrar aquí a un par de hombres y que después se había escuchado jaleo- Salvador suspiró- Supongo que le debo una disculpa, creía que usted tenía algo que ver. Gracias por salvar a la chiquilla- Estiró el brazo para estrecharle la mano.
- Llévenselo- Un hombre fornido, de grandes espaldas, apareció por la puerta dirigiéndose directamente a los hombres uniformados que ya habían conseguido levantar al hombre. Después de hacer un gesto con la cabeza miró a ambas mujeres para constatar que estaban bien. Mina abrazaba a la jovencita mientras esta lloriqueaba sobre su hombro. No tenía heridas, salvo alguna que otra rozadura sin importancia. Asintió y giró para mirar directamente a Salvador y Seizan- Ese pasará una larga temporada en prisión. Es un ladronzuelo de poca monta que se dedica al contrabando. A veces comete estupideces como intentar secuestrar a una señorita a cambio de dinero... Esta será la última vez que comete una fechoría. Se lo agradezco- Le acabó diciendo a Seizan mientras se llevaba un cigarrillo a los labios.
Mientras tanto Mina levantó a la muchacha, la cubrió con su chaqueta y con delicadeza la condujo hacia la salida. Antes de salir le dirigió a Seizan una sonrisa de agradecimiento. Salvador, por su parte, se puso a hablar con el hombre de como era últimamente la situación en las calles de la capital.
En aquel mismo instante la puerta del sótano se abrió de golpe. Un chorro de luz inundó la estancia y por la puerta aparecieron dos hombres uniformados. Tras ellos apareció una mujer que corrió directamente hacia donde se encontraba la chiquilla, por detrás la seguía un hombre que cojeaba.
- ¡Señorita Northanger! ¿Se encuentra bien? Déjeme, déjeme que la ayude- Wilhemina se arrodilló junto a ella, incorporándola y apoyándola contra la pared mientras forcejeaba intentando quitarle las cuerdas que tenía en manos y pies. La joven gimoteaba asustada.
Salvador por su parte fue directamente hacia Seizan mientras los hombres uniformados levantaban la estantería que mantenía al secuestrador en el suelo.
- Fuimos a llamar a la policía, un vecino nos alertó de que había visto entrar aquí a un par de hombres y que después se había escuchado jaleo- Salvador suspiró- Supongo que le debo una disculpa, creía que usted tenía algo que ver. Gracias por salvar a la chiquilla- Estiró el brazo para estrecharle la mano.
- Llévenselo- Un hombre fornido, de grandes espaldas, apareció por la puerta dirigiéndose directamente a los hombres uniformados que ya habían conseguido levantar al hombre. Después de hacer un gesto con la cabeza miró a ambas mujeres para constatar que estaban bien. Mina abrazaba a la jovencita mientras esta lloriqueaba sobre su hombro. No tenía heridas, salvo alguna que otra rozadura sin importancia. Asintió y giró para mirar directamente a Salvador y Seizan- Ese pasará una larga temporada en prisión. Es un ladronzuelo de poca monta que se dedica al contrabando. A veces comete estupideces como intentar secuestrar a una señorita a cambio de dinero... Esta será la última vez que comete una fechoría. Se lo agradezco- Le acabó diciendo a Seizan mientras se llevaba un cigarrillo a los labios.
Mientras tanto Mina levantó a la muchacha, la cubrió con su chaqueta y con delicadeza la condujo hacia la salida. Antes de salir le dirigió a Seizan una sonrisa de agradecimiento. Salvador, por su parte, se puso a hablar con el hombre de como era últimamente la situación en las calles de la capital.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
No tuvo tiempo de lanzar su daga, el hombre había tenido peor suerte que el mismo, había caído al suelo arrastrando una estantería con él y haciéndose sangre. Cuando Iba a levantarse para comprobar el estado del hombre (después de todo Seizan no era un asesino), la puerta del sótano se abrió de golpe y antes de que pudiera darse cuenta el lugar se llenó de gente.
Seizan guardo su daga en su lugar haciéndose el despistado a la hora de devolver el apretón de manos a Salvador, con un poco de suerte el tipo pensaría que era despistado y no descortés. Mientras se entretenía más de lo necesario en guardarlas, habló sin mirarle.
- No pasa nada, en su lugar yo también habría desconfiado de un extraño, no hacen falta disculpas. Un placer haber sido de alguna ayuda.
Seizan escuchaba a medias al hombre fornido que les explicaba quien era el tipo que se llevaban a prisión, su atención estaba centrada en la joven señorita, pero sobre todo en Mina, ciertamente era una muchacha valiente y no le importaría compartir algo de su tiempo en un viaje con ella. Antes de que ambas salieran le devolvió la sonrisa a la joven.
- Si me disculpan caballeros…
Hizo una reverencia a ambos hombres y salió detrás de ambas mujeres.
- Unas jovencitas tan hermosas, no deberían volver solas a las peligrosas calles de la ciudad
Seizan guardo su daga en su lugar haciéndose el despistado a la hora de devolver el apretón de manos a Salvador, con un poco de suerte el tipo pensaría que era despistado y no descortés. Mientras se entretenía más de lo necesario en guardarlas, habló sin mirarle.
- No pasa nada, en su lugar yo también habría desconfiado de un extraño, no hacen falta disculpas. Un placer haber sido de alguna ayuda.
Seizan escuchaba a medias al hombre fornido que les explicaba quien era el tipo que se llevaban a prisión, su atención estaba centrada en la joven señorita, pero sobre todo en Mina, ciertamente era una muchacha valiente y no le importaría compartir algo de su tiempo en un viaje con ella. Antes de que ambas salieran le devolvió la sonrisa a la joven.
- Si me disculpan caballeros…
Hizo una reverencia a ambos hombres y salió detrás de ambas mujeres.
- Unas jovencitas tan hermosas, no deberían volver solas a las peligrosas calles de la ciudad
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Mina le dio unas palmaditas en la espalda en un intento por reconfortar a la señorita. Ésta se movió inquieta entre sus brazos durante unos segundos, hasta que vio y escuchó la voz del joven Seizan.
- ¡Oh, mi señor, que miedo he pasado!- Dijo llevándose la mano a la cabeza en un exagerado gesto teatral. Mina puso los ojos en blanco- ¡Muchas gracias, señor! ¡A partir de hoy sereis mi héroe!- Y desorbitando ya sus gestos, se lanzó a los brazos del joven sin que este pudiera evitarlo.
- ¡¡Señorita, por el amor de la Dama!! ¡Comportese!- Wilhemina puso los brazos en jarras. No podía creerse como aquella muchacha aprovechaba cualquier oportunidad, por muy seria que fuese, para pavonearse e intentar coquetear.
Intentó agarrarla, pero fue en vano. La jovencita era terca, y quería tener a su héroe cerca de ella. Tanto que nadie conseguiría evitar que lo tocase y, para eso, jugaba con una carta a su favor; era una chiquilla, nadie osaría negarle un abrazo a una niñita ¿no?.
- ¡Oh, mi señor, que miedo he pasado!- Dijo llevándose la mano a la cabeza en un exagerado gesto teatral. Mina puso los ojos en blanco- ¡Muchas gracias, señor! ¡A partir de hoy sereis mi héroe!- Y desorbitando ya sus gestos, se lanzó a los brazos del joven sin que este pudiera evitarlo.
- ¡¡Señorita, por el amor de la Dama!! ¡Comportese!- Wilhemina puso los brazos en jarras. No podía creerse como aquella muchacha aprovechaba cualquier oportunidad, por muy seria que fuese, para pavonearse e intentar coquetear.
Intentó agarrarla, pero fue en vano. La jovencita era terca, y quería tener a su héroe cerca de ella. Tanto que nadie conseguiría evitar que lo tocase y, para eso, jugaba con una carta a su favor; era una chiquilla, nadie osaría negarle un abrazo a una niñita ¿no?.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Efectivamente Seizan no puedo evitar el abrazo de la niña, le había cogido totalmente por sorpresa que la jovencita, tan asustada hacía tan solo unos momentos, se lanzara de pronto encima de él. Pero el joven, odiando como lo hacía el contacto con cualquier ser vivo que pudiera reaccionar, temiendo las pesadillas que le pudiera ocasionar, no reaccionó como fuera de esperar.
Le pegó un pequeño empujón a la señorita, nada grave, ni fuerte ni agresivo, lo necesario para despegarse de ella y escurrirse como una anguila lejos de ella. Se sacudió las ropas como si así pudiera evitar lo inevitable y levantó la mirada. Entonces y solo entonces se dio cuenta de su comportamiento y de que su rostro se había quedado pálido por unos instantes.
- Esto… bueno yo… lo siento señorita – se aclaró la garganta y recuperó la compostura – Es demasiado temprano joven dama como para que sea educado de mi parte estrecharla, además aún no nos conocemos tanto como para que confíe en un desconocido que podría ser un aprovechado
Confiaba que su tono medio risueño y sus palabras fueran suficiente explicación para ambas damas, había sido una estupidez por su parte seguirlas, debería haber desaparecido. Pero Mina había captado su atención y, a pesar de conocerla desde hacía tan solo unas horas, le encantaría conocerla algo mejor.
Le pegó un pequeño empujón a la señorita, nada grave, ni fuerte ni agresivo, lo necesario para despegarse de ella y escurrirse como una anguila lejos de ella. Se sacudió las ropas como si así pudiera evitar lo inevitable y levantó la mirada. Entonces y solo entonces se dio cuenta de su comportamiento y de que su rostro se había quedado pálido por unos instantes.
- Esto… bueno yo… lo siento señorita – se aclaró la garganta y recuperó la compostura – Es demasiado temprano joven dama como para que sea educado de mi parte estrecharla, además aún no nos conocemos tanto como para que confíe en un desconocido que podría ser un aprovechado
Confiaba que su tono medio risueño y sus palabras fueran suficiente explicación para ambas damas, había sido una estupidez por su parte seguirlas, debería haber desaparecido. Pero Mina había captado su atención y, a pesar de conocerla desde hacía tan solo unas horas, le encantaría conocerla algo mejor.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
La joven, con un matiz de sorpresa en el rostro, dio un par de pasos hacia atrás y se alisó el vestido como si de pronto el contacto con el joven le hubiera producido asco. Dirigió su resignada mirada hacia Mina, pero ésta no pudo hacer más que encogerse de hombros, así que arremetió contra Seizan.
- ¡Jamás se ha visto! ¡Tratar así a una dama! Se lo diré a mi padre ¡y vendrá a obligarle a que se disculpe!-.
- Anda cariño, ¿por qué no vas con Salvador a comer un helado? Todavía nos quedan muchas cosas por comprar- Intentó apaciguarla Mina sin conseguirlo demasiado, pero la joven señorita pareció aceptarlo.
- ¡Esto no quedará así!- Se giró altanera dirigiéndose hacia Salvador que acababa de salir con el jefe de policía.
Cuando Mina se cercioró que estaba segura junto al hombre, se giró hacia Seizan con media sonrisa en el rostro. Había habido algo extraño en la forma en que había separado a la muchacha de él, pero supuso que no era más que otro de aquellos hombres que rechazaban el contacto físico con nadie.
- No se preocupe, antes de acabarse el helado ya se le habrá olvidado todo. Incluso que usted la rescató de su secuestrador... Está en una edad que...- Forzó un poco más la sonrisa- Se lo agradezco de veras. En el fondo no solo la ha salvado a ella...- Comentó.
El policía levantó la mano para despedirse de ambos y agradecerle de nuevo a Seizan su ayuda. Llevaban esposado al hombre, que arrastraba los pies por los adoquines de la calle, dispuestos a meterlo en el calabozo.
- ¿Tiene intención entonces de quedarse por la capital mucho tiempo?- Preguntó Mina. No tenía muchos amigos, ni tan si quiera meros conocidos, fuera de los muros de Lytenberg, y aquel joven le había caido lo suficiente simpático como para seguir teniendo relación con él.
- ¡Jamás se ha visto! ¡Tratar así a una dama! Se lo diré a mi padre ¡y vendrá a obligarle a que se disculpe!-.
- Anda cariño, ¿por qué no vas con Salvador a comer un helado? Todavía nos quedan muchas cosas por comprar- Intentó apaciguarla Mina sin conseguirlo demasiado, pero la joven señorita pareció aceptarlo.
- ¡Esto no quedará así!- Se giró altanera dirigiéndose hacia Salvador que acababa de salir con el jefe de policía.
Cuando Mina se cercioró que estaba segura junto al hombre, se giró hacia Seizan con media sonrisa en el rostro. Había habido algo extraño en la forma en que había separado a la muchacha de él, pero supuso que no era más que otro de aquellos hombres que rechazaban el contacto físico con nadie.
- No se preocupe, antes de acabarse el helado ya se le habrá olvidado todo. Incluso que usted la rescató de su secuestrador... Está en una edad que...- Forzó un poco más la sonrisa- Se lo agradezco de veras. En el fondo no solo la ha salvado a ella...- Comentó.
El policía levantó la mano para despedirse de ambos y agradecerle de nuevo a Seizan su ayuda. Llevaban esposado al hombre, que arrastraba los pies por los adoquines de la calle, dispuestos a meterlo en el calabozo.
- ¿Tiene intención entonces de quedarse por la capital mucho tiempo?- Preguntó Mina. No tenía muchos amigos, ni tan si quiera meros conocidos, fuera de los muros de Lytenberg, y aquel joven le había caido lo suficiente simpático como para seguir teniendo relación con él.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Por un momento Seizan se asustó, no porque el padre de la muchachita fuera un hombre poderoso que pudiera hacer algo contra él, ni por el genio de la muchacha, si no porque no tenía ganas de tener que marcharse de aquel lugar tan pronto y a hurtadillas porque hubieran descubierto su secreto “poder” o porque hubiera ofendido a la “señorita-caprichosa-de-padre-consentidor”, la peor combinación posible. Pero fue solo un instante, ver el rostro de Mina y recordar la juventud de la muchacha le confirmaron que era un incidente sin importancia debido a la edad.
Una vez que la joven se hubo alejado junto a Salvador, sonrió a Mina mientras esta le tranquilizaba con sus palabras.
- No importa, no ha sido nada, y al final han sido usted y Salvador quienes han detenido al secuestrador
Le había sorprendido bastante que hubieran dado con el lugar tan pronto, pero en una ciudad grande con tanta gente y tantos ojos era fácil ser visto, debería haberlo supuesto. Además Salvador no era un persona de poca acción y Mina no era una “dama en apuros”, cosa que le encantaba de ella.
- Por favor, llámame Seizan, no me trate de usted que me hace sentir mayor
Sonrió a Mina mientras levantaba la mano en respuesta a la del policía. No sentía ninguna envidia por el tipo al que se llevaban esposado, pasaría un tiempo encerrado que, posiblemente no fuera la peor parte, puesto que la gente rica y poderosa solía vengarse de quienes hacían daño a los suyos.
- La verdad es que no lo sé, no suelo hacer planes a largo plazo. Me moveré entre las islas del lugar… creo recordar que dijo que no vivía en esta isla, pero aun me tiene que dar su dirección para ir a buscarla y llevarla de viaje.
Una vez que la joven se hubo alejado junto a Salvador, sonrió a Mina mientras esta le tranquilizaba con sus palabras.
- No importa, no ha sido nada, y al final han sido usted y Salvador quienes han detenido al secuestrador
Le había sorprendido bastante que hubieran dado con el lugar tan pronto, pero en una ciudad grande con tanta gente y tantos ojos era fácil ser visto, debería haberlo supuesto. Además Salvador no era un persona de poca acción y Mina no era una “dama en apuros”, cosa que le encantaba de ella.
- Por favor, llámame Seizan, no me trate de usted que me hace sentir mayor
Sonrió a Mina mientras levantaba la mano en respuesta a la del policía. No sentía ninguna envidia por el tipo al que se llevaban esposado, pasaría un tiempo encerrado que, posiblemente no fuera la peor parte, puesto que la gente rica y poderosa solía vengarse de quienes hacían daño a los suyos.
- La verdad es que no lo sé, no suelo hacer planes a largo plazo. Me moveré entre las islas del lugar… creo recordar que dijo que no vivía en esta isla, pero aun me tiene que dar su dirección para ir a buscarla y llevarla de viaje.
Seizan- Cantidad de envíos : 84
Re: El primer paso del fin [Trama] Parte I.
Por primera vez en mucho tiempo se sintió halagada y su rostro tornó de tono coloreándose, lo que hizo que de pronto pareciera incluso más joven. Tímidamente intentó sonreir y miró con añoranza al joven, como si estuviera imaginándose todas las aventuras que podría haber vivido con él, pero que ninguna podría tener lugar.
- No creo que eso sea posible, caballero- Dijo, olvidando por completo lo que acababa de decirle Seizan sobre llamarle por su nombre-. Vivo ligada a mis quehaceres y estoy obligada a servir dentro de la orden, no tengo otra opción. Creo que pasará mucho tiempo antes de que yo pueda abandonar la isla por placer-.
Volvió a sonreir, esta vez con un matiz avergonzado recorriéndole el rostro. En realidad nunca le había dado a nadie explicaciones y, en realidad, no tendría porque especificar nada más sobre su vida, ni tan si quiera a Seizan. Pero éste le había caido en gracia y, en el fondo, muy en el fondo y aún sabiendo que era imposible que su tío la dejara marchar, quería que Seizan fuera a buscarla.
- Además, no conseguiríais entrar en la ciudad de Lytenberg si no tienes algo que ofrecer a los miembros de la orden. Todo el mundo es bienvenido si muestra respeto y veneración por la Dama, pero lo cierto es que tampoco es tan agradable pasear por sus calles- Comentó Mina casi arrepintiéndose de inmediato y mirando a su alrededor por si hubiera alguien que la hubiera escuchado.
- No creo que eso sea posible, caballero- Dijo, olvidando por completo lo que acababa de decirle Seizan sobre llamarle por su nombre-. Vivo ligada a mis quehaceres y estoy obligada a servir dentro de la orden, no tengo otra opción. Creo que pasará mucho tiempo antes de que yo pueda abandonar la isla por placer-.
Volvió a sonreir, esta vez con un matiz avergonzado recorriéndole el rostro. En realidad nunca le había dado a nadie explicaciones y, en realidad, no tendría porque especificar nada más sobre su vida, ni tan si quiera a Seizan. Pero éste le había caido en gracia y, en el fondo, muy en el fondo y aún sabiendo que era imposible que su tío la dejara marchar, quería que Seizan fuera a buscarla.
- Además, no conseguiríais entrar en la ciudad de Lytenberg si no tienes algo que ofrecer a los miembros de la orden. Todo el mundo es bienvenido si muestra respeto y veneración por la Dama, pero lo cierto es que tampoco es tan agradable pasear por sus calles- Comentó Mina casi arrepintiéndose de inmediato y mirando a su alrededor por si hubiera alguien que la hubiera escuchado.
Wilhemina- Cantidad de envíos : 61
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