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[Trama] Tempestad (Prólogo)

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Mensaje por Narrador 08/06/10, 09:13 pm

Los ojos del Rey buscaron en silencio los de su consejera más cercana.

La cámara de audiencias no solía acoger muchos silencios reflexivos. Había mucha gente que entraba en ella a diario, y alguna de ésa gente incluso llegaba a exponer su caso ante el rey. Y normalmente el rey escuchaba, y callaba, y cuando el individuo en cuestión había terminado su arenga, se preguntaba mentalmente por qué aquella gente creía tan a pies juntillas en la trascendencia de cuestiones banales.

A Rothien XIV, rey de Trinacria y, por extensión, de Jaspia, no le gustaban las cuestiones triviales. Un quítame ésos pollos de allí no era el tipo de cuestión a la que debía atender un rey. Pero a veces, aquellos idiotas hacían cola durante semanas para que el rey les atendiera. Claro que tenía un ministro que se ocupaba de ésas cosas. Es solo que la gente simple parecía tener un talento sobrenatural para creer que sus problemas eran el centro del Universo.

Por éso, la primera cosa que no era normal en aquella audiencia era que estuviese teniendo lugar. Con el tiempo, Rothien se había hecho más esquivo, y sus consejeros lo sabían. No habrían dejado presentarse ante él a un marino recién bajado de una barcaza a no ser que fuera importante, aunque un marino recién rescatado de entre unas tablas puede llegar a ser un asunto bastante importante, especialmente según quién haya convertido su barco en tablas. Pero la segunda cosa que no era normal en aquella audiencia era el silencio que había seguido a las palabras del marino.

- ¿Qué quiere decir - preguntó, muy lentamente, el rey de Jasperia - que "no estaba ahí antes"?

El marinero carraspeó.

A decir verdad, no era un hombre bastante corriente. En aquella sala solía verse lo mejor de cada casa, los hombres y mujeres ataviados con las mejores galas a las que podían echar mano. Un tipo alto y flaco, tan lleno de barbas como de olor a pescado, vestido con harapos y sosteniendo entre dos dedos ennudecidos de callos un sombrero completamente desharrapado era una visita bastante inusual.

- Bueno, señor - comenzó a decir. - Quiere decir que no estaba ahí antes, señor. Ni siquiera las cartas de navegación hacían referencia a ella, señor.

- Majestad - le corrigió Naamah.

- Sí, señor.

La consejera puso los ojos en blanco, rindiéndose, de forma teatral.

- No acabo de entenderlo - siguió diciendo el Rey. - Las islas no se hacen, no aparecen en mitad de la nada sin estar ahí antes. Estoy seguro de que tenemos una ley que rige esas cosas.

- No parece que a la isla le importe, majestad - apuntó Naamah.

- No, ya veo que no. Pero no es... natural, ¿Verdad?

- No demasiado, majestad.

- Ajá. Entiendo.

- Podría ser peligrosa, señor - interrumpió el marino, al parecer un hombre que nunca había estado en presencia de Rothien, ni tenía muy clara la diferencia entre un rey y un capitán de barco. Al menos, en su defensa, estaba haciendo su mejor esfuerzo. - Es decir, las cosas no tuvieron demasiado cuidado con nuestro barco, señor. No parecía que quisieran que estuviéramos cerca, señor.

- Ya, ya habéis mencionado antes ésa parte.

- ¿También lo de las harpías y los intestinos del capitán, señor?

- Sí, también éso. Ya podéis marcharos, señor...

- Creel, señor.

- Ya podéis marcharos, señor Creel. Me aseguraré de que alguien os indemnice de alguna forma. Dejadnos pensar tranquilos, ¿Queréis?

El señor Creel practicó algo parecido a una reverencia.

- Claro, señor. Ha sido un placer, señor.
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Mensaje por Narrador 08/06/10, 09:25 pm

Tan pronto como Creel Adams, vigía del Espíritu de Trinacria, se hubo marchado de la cámara de audiencias, se hizo un pesado silencio entre los ocupantes que aún se encontraban dentro.

Normalmente, Rothien no era un tipo pensativo. Su tiempo como Rey le había demostrado que lo mejor para no meter la pata era confiar en el criterio de otras personas, y en su propio instinto como Rey para determinar qué criterio era adecuado bajo qué circunstancias. Normalmente, recurría al de Naamah. La mujer, que se encontraba de pie, a su lado, aparentemente tan inquieta como él, era su consejera principal, y debía reconocer que tenía un criterio bastante envidiable.

- ¿Qué se debe hacer en una situación como ésta? - preguntó, mirando hacia ella, de forma inocente.

Naamah le devolvió la mirada. Estaba seria.

- ¿En una situación como ésta? - preguntó. - Majestad, no hay una situación como ésta. Nunca he oído hablar de islas que aparecen de la nada.

- Todas las islas han debido aparecer de la nada en algún momento. Es... metafísica.

- No cuando aparecen con ciudades en la costa y harpías sobrevolando sus mares, señ.... Majestad. Éso no es metafísica. Es... hechicería. Y deberíamos investigarla.

- Me parece correcto - murmuró él. - Pero, si es hechicería, ¿No es el tipo de cosa en la que la Orden podría estar... interesada?

Naamah vaciló.

- Sí, Majestad - dijo, al cabo de un instante. - ¿Váis a dejar que...?

- No, claro que no - repuso con rapidez. - No es propio de un Rey dejar que otros se hagan cargo de una situación antes que él, ¿Verdad? Hmm.

Naamah se volvió como un relámpago. Uno de los guardias de la habitación, al que se le había escapado una risilla, de repente estaba tan serio como una estatua. La rubia frunció el ceño, y se volvió hacia el monarca.

- Quizás fuera prudente designar a un grupo de exploradores, Majestad. Pero no de los nuestros. Si enviamos militares podemos causar un conflicto... especialmente si los perdemos, Majestad.

- Me parece bien - dijo Rothien. - Me intriga éste asunto, Naamah. ¿Me mantendrás informado?

- Claro, Majestad - dijo ella, practicando una leve reverencia. - ¿Significa éso que...?

- Sí, claro. Dejo el asunto en tus manos, Naamah.

Naamah sonrió.

- Gracias, señor. De hecho, creo que conozco a la persona apropiada...
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[Trama] Tempestad (Prólogo) Empty Re: [Trama] Tempestad (Prólogo)

Mensaje por Narrador 08/06/10, 09:38 pm

"La Leona Anclada" siempre había sido un lugar con una reputación intachable en toda Trinacria.

Era, por supuesto, una taberna. Se encontraba a las afueras del barrio central, junto a uno de los accesos de la gran plataforma, y trataba de disimular su condición de céntrica siendo un tugurio muy bien cuidado, donde todo el mundo sabía que podía disfrutar de buena cerveza, una cena rica y un par de bofetadas como espectador o como participante, si gustaba de trifulcas de taberna.

Las trifulcas de taberna eran importantes en la cultura de lugares como la Leona. Había muchos niveles de importancia en lo que podía parecer una simple pelea de taberna. Ése era uno de ellos: Para los remilgados, eran 'simples' peleas. Nadie quería que los remilgados se inmiscuyesen en lugares como la Leona. En una pelea de taberna, nunca sabías quién podía estar mirándote. Y tampoco sabías quién podía estar buscando un buen combatiente.

Precisamente por éso, al final, la Leona había terminado cobrando cierta fama. Por supuesto, NADIE iba por ahí diciendo que fuera el lugar donde muchos agentes de la Corona buscasen personas para llevar a cabo trabajos. Y NINGÚN tabernero en su sano juicio aceptaría que sus clientes hicieran negocios turbios en las sombras de un rincón.

Por éso, el Tabernero NO se encargaba en absoluto de ambas cosas. Y si alguien le hubiera preguntado, le habría gritado muy alto que qué tipo de sitio se pensaba que era aquella taberna, que por quién le estaba tomando, y luego, si le reconocía como un habitual de la taberna - y por éso mucha gente se tomaba ciertas molestias para ser un habitual de la taberna - le señalaría en la dirección donde había un hombre que NO era un agente de la Corona, y NO estaba buscando a gente a la que ofrecer un trabajo aquella tarde.

Así fue como llegó a las calles el rumor de que un joven señor que pasaba una plácida tarde delante de una cerveza en la Leona no era, en lo absoluto, ningún tipo de agente de la Corona que estuviera buscando, ni por asomo, a un grupo de aventureros a los que encargar un... favor.

[Fuera de Interpretación: Esto es una trama, ¿Vale? Las personas que tienen permiso para postear aquí, lo saben. Si no lo tienes, corre a apuntarte a la próxima.]
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Mensaje por Florangél 11/06/10, 02:00 am

Todos los felices sueños que había forjado en su corta estancia en Jasperia se habían roto en pedazos cuando había comprobado, más allá de toda duda, que no podía volver a casa usando los medios de transporte corrientes y molientes. Tal como le había ocurrido en Cascadas, el hechizo mal formulado la ataba a la tierra a la que le había hecho llegar.

Pero no cometería de nuevo el error de desesperarse y volver a utilizar aquel fatídico conjuro en un intento por regresar; ahora haría las cosas bien. Tras recuperarse del impacto que la revelación le había causado, formuló sus planes. O encontraba un hechicero o mago al que pudiera contratar para deshacer el hechizo o se dedicaba a estudiar magia – esta vez en serio - hasta que pudiera deshacerlo ella misma y para eso necesitaba dinero. Mucho más que los pocos reales de que disponía.

Era de espíritu independiente, era impulsiva, era obstinada. Iba a obtener el dinero que necesitaba por sí misma, sin ser una carga para nadie y menos para Sophitia. Una mañana cualquiera despertó resuelta a partir a Trinacria en busca de trabajo y sin decirle nada a nadie, empacó sus pocas pertenencias y dejando una notita para su amiga, simplemente se marchó.

Era joven, bonita y podía ser encantadora cuando se lo proponía. No le fue difícil encontrar trabajo; otra cosa fue conservarlo. Se ocupó como mesera a las pocas horas de llegar a la ciudad, pero luego de ser despedida de tres establecimientos en un par de semanas, se convenció de que ese no era trabajo para ella. No toleraba que los clientes quisieran propasarse con ella y éstos no toleraban que les volcara la sopa en la cabeza cuando lo intentaban. Un poco mejor le fue cuando consiguió un puesto de ayudante en una floristería, las señoras no representaban peligro y los caballeros que iban en busca de flores para sus damas se contentaban con lanzar un requiebro.

La florería era un lugar elegante y bonito y en ella estaba tranquila, pero con lo que ganaba apenas le alcanzaba para comer y pagar su hospedaje; no tenía ninguna esperanza de reunir el dinero que necesitaba para realizar sus proyectos. Buscaba la manera de conseguir un trabajo mejor pagado cuando llegó a sus oídos el rumor de que alguien buscaba contratar un grupo de exploradores y que esa persona se encontraba en La Leona Anclada. La noticia fue como la respuesta a sus plegarias. ¡Exploradora! Seguramente pagarían bien un trabajo así y sería mucho más divertido que vender flores.

Pretextando una repentina enfermedad faltó al trabajo y se fue a la Leona dispuesta a descubrir quien era el que ofrecía un trabajo tan atractivo. No era habitual del lugar, sólo se había colado ahí una vez, de incógnito, y lo que había visto del talante del dueño le indicaba que no era una buena idea llegar y preguntarle a él. Así que se resolvió a hacer lo que tanto había practicado en Moramaile: espiar, y entró a la taberna mimetizada.

En un ejercicio de paciencia inusual en ella, pasó una hora larga refugiada en un rincón, observando el ir y venir de los parroquianos, hasta que determinó cual podía ser el hombre al que buscaba. Pero necesitaba asegurarse más, no quería echar a perder todo equivocándose de persona; quedaría desprestigiada antes de empezar. Conteniendo las ganas de tomar por asalto al caballero que bebía cerveza en un rincón, se acercó lo suficiente como para escuchar sin problemas lo que éste hablara con quien se le acercara.

El caballero, que ya había hablado con un par de personas, en ese momento estaba solo, pero Florangél estaba segura de que si era él quien ofrecía el empleo, no tardarían en acercársele nuevos postulantes.
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Mensaje por Sophitia 11/06/10, 03:13 pm

Una parte que pocos conocían de la pirata era su enorme sentimiento de posesión, cuando quería a alguien, ese alguien pasaba a pertenecerle, y no había fuerza en la tierra que pudiera quitarcelo... Salvo claro, que la persona en si escapara de ella. Y precisamente eso había echo Florangel...

Cuando se levanto esa mañana, lo único que encontró de su amiga era una nota explicando brevemente que se iba a Trinacria a hacer dinero para volver a su casa. Sin esperar un segundo mas, la pirata se vistió y salio del cuarto donde estaban para intentar alcanzarla, pero era tarde, de seguro la muchacha ya había partido hacia varias horas, entre eso y que podía mimetisarce, no tenía chance alguna.

Sophitia monto en cólera, ¿Como podía irse así tan fácilmente luego de todas las cosas que habían pasado? Por fin la había abandonado, así como todos hacían tarde o temprano...

Luego de eso, paso varios días dando vueltas por la ciudad, intentando seguir con su rutina como si nada hubiese pasado, y por ese corto tiempo lo logró, pero aun así seguía preocupada por su querida amiga. Sin duda le había tomado mucho más cariño a la hechicera del que había querido admitir nunca....

Mientras caminaba por una de las tantas calles atestadas de gente un impulso hizo que se decidiera. Dio media vuelta en el acto y corrió hacia el puerto, luego pidió que la tomaran de ayudante en cualquier barco que se dirigiera a Trinacria, no se quedaría de brazos cruzados, la buscaría, la encontraría y no la dejaría irse.

A los pocos días ya estaba llegando a destino, la tan conocida isla principal, había pasado varias aventuras en ese lugar, al recordarlo no pudo evitar sonreír, quizás hasta se encontrara con viejos conocidos. Lo primero que hizo al bajar del barco fue recorrer las calles de comercio en busca de pistas, preguntando a viejos contactos y recuperando favores que le debían aquí y allá.

Pronto pudo saber que algunos la habían visto de mecerá, pero había cambiado a otro trabajo, tardo varias horas en encontrar a la dueña de la florería correcta. Pensó que por fin había llegado a destino, pero resultaba que ese día se había reportado enferma y no había ido a trabajar... Desilusionada, Sophitia decidió ir a beber algo, seguiría al día siguiente con la búsqueda...

"La leona anclada" era un lugar bastante familiar para ella, aunque a decir verdad no había taberna en casi todo Trinacria que no lo fuera, no era cliente habitual, pero si que tenia varias cervezas tomadas allí, y también varias peleas. Entró al lugar sin mirar mucho al rededor, y pidió algo de beber mientras se echaba en la silla mas cercana, sus ánimos estaban bastante bajos y no quería saber de nadie.
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Mensaje por Dulfary 12/06/10, 01:26 am

Giró rápidamente a la derecha en la siguiente esquina, se pegó a la pared de esa edificación y por alguna razón, en la soledad de espequeño callejón, sintiò un poco de alivio. El suspiro por supuesto no se hizo esperar.

~ Basta ya!!!.... ~ fue una orden imperativa desde su mente y el cuerpo pareció acatarla tranquilizando los latidos del corazón. Aquello que obedeció de mejor manera, fue su expresión de niña perdida y asustada en una ciudad que sentía le quedaba grande.

Pero había funcionado. Con ambas manos se acomodó el cabello y al volver a la calle, lo hizo con mas seguridad. Sus facciones hablaban de una persona que va evaluando a todos y todo a su alrededor. En realidad no lo hacía, todo lo contrario, pero como mascara para no ser presa de algun vivaracho que se quiera aprovechar de ella de cualquier forma (aunque solo pensaba en la monetaria, para ser sinceros) funcionaba perfecto.

Se había equivocado de barco. Debía ir a la isla de la que llamaban La Dama, su pasaje lo pagó para eso, estaba atrasada en sus averiguaciones y... y ahora estaba en Tricarnia.

Jamás había estado en una ciudad como esta. Su natal Klokoff no era ni tan grande, ni tan movida, el comercio, la gente, el agite, el ambiente, la elegancia de algunos barrios, las diferencias entre personas era cosas que no estaba acostumbrada a ver. Las islas por las que se había movido no se acercaban a la actividad de esta: le bastaron unas horas para entender por qué se le consideraba "Capital"

Y por supuesto, se había perdido no mas bajar del barco. Sus pasos en la ciudad pronto la llevaron a el unico lugar donde creyó podría descansar un momento y reevaluar como saldría de la isla. Pudo elegir una plaza, con hermosos jardines, pero no.

Su marca de nacimiento por delante.

Lugar equivocado: La Leona anclada. Le gustó el titulo, ella necesitaba anclarse para poder hacer un plan de acción, tranquilizarse un poco; pero su temperamento no era el indicado para estar en una taberna, sola y expuesta a su propia inocencia.

Cruzó la puerta con la misma actitud que había tenido la ultima hora en la ciudad. Vestía como de costumbre, roja ajustada que le permitiera moverse facilmente, aparentemente desarmada; pero se movía con el mismo sigilo de siempre, con movimientos sutiles que no atrajeron las miradas sobre ella, al menos, las obvias y directas.

Revisó el lugar con ojo critico, examinando, buscando (en realidad, revisaba que tan mal encarados se veían los habitantes del lugar) y detuvo sus ojos rojos en tres puntos del lugar que se le antojaron llamativos. Bajó un poco la cara y entornó los ojos, como lo harían los cazadores de proscritos de su Clan, enfocando la mirada por fin en algo mas tangible, el hombre que se acercaba hacia ella, rumbo a la puerta.

Momento indicado: Los ojos del sujeto hicieron contacto con los de ella, se quedaron viendo mientras él se acercaba. La forma en que lo evadió, no fuera a robarla en sus narices, solo parecía un movimiento mas en un etapa de ingreso a la Taberna. Pero él, no iba a robarla ni hacerle nada malo, al contrario, se paró un instante a su lado y dijo rápido y bajo.

- El contacto que buscas para el trabajo esta allá - señaló con un movimiento de cabeza y salió del lugar.

Bien, eso había sido raro. Muuuuuuy raro.

Ella no estaba buscando ni un trabajo, ni un contacto. Ella quería comida y algo de tomar que le quitara la sed, como una limonada bien fría. Hasta ahi llegó su fachada de mujer segura, de persona apta para el trabajo que buscaba el señor Contacto, de kazekage centrado.

Se giró a verlo salir, con una expresión mas elocuente que todas sus palabres juntas y faltó mas bien poco para que lo atajara para pedirle una explicación. Pero no. La vista de vuelta al sitio, especificamente en la dirección que había señalado la cabeza.

~ rayos.. hacia donde señaló? hacía ese hombre en la esquina.. o hacia allá? Bueno, ese esta ocupado con alguien más, no creo que sea él, ademas tiene cara de asesino matón... mejor no... pero eso me sirve para salir de aquí, un trabajo estaría bien, dinero, colaboración, además, saber que se necesita no me compromete ni me obliga a participar ~ pensaba y caminaba hacía su segunda opción, la mujer alta, de cabello negro como sus ojos.

Se sentó frente a la persona. No es que tuviera, para la niña, mejor cara que el hombre, de hecho, con esa carga de amargura que traía para ella tenía sentido que fuera Contacto. Se cruzó de brazos haciendose la interesante y preguntó sin tacto alguno, aunque sin levantar mucho la voz para mantener el bajo perfil propio y por supuesto el de Contacto.

- Supongamos que yo también estoy interesada en trabajar - ladeó la cabeza con punzante curiosidad - exactamente.. qué habilidades necesita para el asunto que tiene entre manos? - en efecto jamás había negociado hacer labores, ni se había movido en el mundo en el que se estaba metiendo.

Pero nada eso impidió que sus ojos rojos se mantuvieran con determinda y desafiante atención sobre, quien ella creyó era, el señor Contacto: Sophitia.


Última edición por Dulfary el 15/06/10, 12:13 am, editado 1 vez
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Mensaje por Beck 12/06/10, 11:03 am

En aquella taberna había un hombre acodado en la barra. En su cintura reposaba un arma curvada hacia adelante enfundada en una vaina de color burdeos que no pegaba nada con el pomo verde del arma que contenía. Su pelo era corto y canoso, casi completamente blanco, su barba estaba recién afeitada y apenas se podía percibir, vestía ropa de montero, una chaqueta larga de cuero, de cuello alto que le tapaba parte del cogote y la garganta hasta la barbilla, si estuviese cerrada, hecha para ser impermeable, botas altas y oscuras de aspecto nuevo y pantalones recios cubiertos de piel de ante. La camisa que vestía parecía de calidad, y debajo llevaba un coleto de cuero acolchado por su interior. Estaba inclinado sobre la barra, donde reposaban una jarra y un enorme cazo. Ambas humeaban.

El hombre se llamaba Aldwin, pero por la zona le conocían como Wilhelm Beck y acababa de salir de prisión. Por eso comía como un poseso, y parecía que iba a tragarse toda una olla de algún tipo de estofado. La jarra que se llevaba a la boca a cada instante, en vez de cerveza estaba llena de algún tipo de consomé que el tabernero preparaba y que prometía recuperaba las fuerzas de hasta un muerto. Este hombre masticaba y tragaba, a pesar de que tenía la mandíbula vendada y abundantes moratones por toda la cara, varios latigazos en el cuello (y a saber si en la espalda, pues no se le veía bajo la ropa) y unas marcas extrañas y rojizas, probablemente de grilletes, en las muñecas, que se veían porque se había remangado para comer más tranquilo. Tenía mal aspecto, desnutrido y nervioso, y quizás hasta un poco desquiciado. Y no era tan raro, solo hacía dos días que había salido de la prisión, y se había pasado casi una semana acuclillado en un rincón, sin hablar y solo mirando la pared. Se había sentido tan deprimido que no había tenido fuerzas para hacer nada, a parte de beber el agua y los escasos trozos de pan que los carceleros le habían traído. De hecho, incluso el alguacil al que había lesionado cuando lo habían capturado había dejado de hacerle visitas, y la última vez que había acudido había sido incapaz de pegarle tras mirarle a los ojos. Claro que no se puede decir que eso fuese un gran mérito, porque había estado recibiendo palizas en menor o mayor grado durante casi un mes hasta que la impotencia, frustración y miedo le habían lanzado a aquel estado de profunda depresión. Además, aún no había superado del todo sus últimas huidas. Estaba tan cansado de huir.

Pero eso no había evitado que acudiese a él aquél tipo con aquella propuesta. Salir de la prisión a cambio de hacer un trabajo para la Corona le parecía perfecto. En aquel momento hubiese matado por salir de allí, si hubiese tenido las energías mentales y físicas necesarias para ello. De hecho, estaba bien dispuesto a ser obediente y no salir corriendo, cosa rara en él, sólo por tal de no arriesgarse a volver a la misma prisión, porque era imposible escapar de ella. O al menos en la celda en la que le habían puesto, claro. Así que aunque su jefe estuviese atento en otras cosas, no estaba dispuesto a salir por la puerta y desaparecer... de momento. El horror estaba demasiado reciente en su mente y le hacía dócil. Además, le habían procurado buena ropa, una funda para su arma, que agradeció hubiesen conservado los guardias, más por desconocer la calidad de la falcata, arma extraña a la zona, que por deferencia a él, y le daban de comer gratis. Oh, sí, y a aquel consomé estaba delicioso. Se apuró la jarra y el tabernero mostró una sonrisa orgullosa antes de servir otra. Porque aquel era su plato estrella, y aquel tipo llevaba ya tres malditas jarras y no se hartaba. No solo eso, sino que se deshacía en halagos hacia toda la taberna cada minuto, y especialmente hacia la comida.

Pero eso no quitaba que estuviese atento, muy atento. Ya había prestado atención a la chica de la mesa, y luego a la que había entrado por la puerta vistiendo unas extrañas ropas que reconoció por venir del lado opuesto al que él procedía, cruzando el mar. Su mirada era firme y decidida y el color rojo casi la marcaba como peligrosa a ojos vistas. Así que aunque seguía comiendo, lo cierto es que cuando inclinaba la cabeza para tragar, miraba a la chica por entre su pelo, que le tapaba los ojos, a pesar de que le habían permitido ir a un barbero para cortárselo y afeitar su barba de un mes. Al fin y al cabo, de momento era guardaespaldas y debía estar atento, a la espera de que se formase el resto del grupo. Entre tanto, seguiría disfrutando de los manjares de la Leona Anclada.
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[Trama] Tempestad (Prólogo) Empty Re: [Trama] Tempestad (Prólogo)

Mensaje por Luthys 14/06/10, 10:11 am

Tras el repentino encuentro con Alma, Luthys necesitaba cosas nuevas. Empezaba a estar harto de vagar sin un objetivo. Cuando Alma estaba, viajar sin más era mucho más divertido y menos... triste. Empezaba a odiar la soledad como al mismo Lucifer. Llevaba demasiado tiempo solo y no quería eso. Quería compañía, como cualquier ser en el mundo, como cualquier demonio... Sin embargo, al final siempre le abandonaban. Con mejor o peor excusa, acababa solo.

Por eso fue por lo que volvió a Trinacria. Allí fue donde comenzó todo y allí quería regresar. Recordó a Sophitia y el horrible encuentro con esos demonios. Pero también recordó haberla encontrado, y esa vez había sido culpa suya perderla.

Con todo esto, vagó por Trinacria durante un par de meses, solo e intentando buscar un trabajo o lo que fuera que lo sacara de la desesperación en la que se estaba consumiendo. Unas de las cosas que descubrió era un taberna, que empezó a frecuentar por el simple de estar cansado de dar vueltas como un trompo, y porque por allí pasaba mucha gente, seguro que alguien le ofrecía un trabajo. Le daba igual lo que fuese.

Por allí estuvo, día sí, día también, bebiendo cerveza para disimular un poco sus nula necesidad de comer y beber, y contemplando el panorama.

Allí estaba entretenido, con el ir y venir las gentes, y observando. Le gustaba observar a la gente, le venía en los genes. Había de todos los tipos y no había mejor forma de observar detenidamente y darse cuenta de cosas que en una taberna los bastante popular. Así fue como descubrió al tipo. Sí, se trataba de un hombre un tanto misterioso, sentado en una esquina. Se le había acercado una chica, guapa a simple vista, y no era la primera.

Pero no le llamaba demasiado la atención como para acercarse. Igual era algún tipo buscando chicas para su señor, o para domarlas... Había malos hombres por todos lados. Sin embargo, iba a permancer atento a sus movimientos. De todas formas, no tenía mucho que hacer. Se colocó con un codo sobre la barra, de espaldas a la entrada de la taberna y, muy disimuladamente, como solo un demonio puede hacerlo, permaneció atento al hombre.

Y... sin más, volvió a sumirse en sus pensamientos sobre Alma, su raza y su soledad. Mantenía su vista fija en el tipo extraño de la esquina, pero su mente vagaba por esos temas que tanto le mataban el tiempo...
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Mensaje por Hyou 08/07/10, 12:11 pm

Se acercaba la hora de la comida y el hambre empezaba a apretar. Llevaba ya un par de meses en Trinacria y siempre acudía al mismo lugar a comer: a “La Leona Anclada”. Llevaba semanas comiendo y cenando allí todos los días, y participando en las trifulcas de taberna, de donde conseguía dinero para cubrir sus necesidades, gracias a las apuestas. Se había convertido ya en uno de los favoritos de las tabernas. Así pues, con paso ligero, Hyou llegó a la taberna, cruzó la puerta y gritó:

-Ya estoy aquí, lo de siempre jefe.

La gente se giró para contemplar a uno de los campeones de la taberna, pero él se acercó tranquila y despreocupadamente a la barra, donde el tabernero ya le estaba sirviendo lo de siempre en su sitio de siempre. El trato era simple, él ganaba los combates, y a cambio tendría sitio y manutención fija, era como un pequeño negocio entre ambos. Porque Hyou, a pesar de ser un dragón joven, era un dragón y por ello era físicamente más fuerte que un humano normal.

Hyou se sentó en su sitio y empezó a comer mientras echaba un ligero vistazo a la taberna. Había gente a la que conocía de vista, gente a la que había vencido y gente a la que no había visto nunca por allí, empezando por un hombre en una esquina y terminando por el hombre que comía a su lado, pasando por una muchacha sentada en una mesa, y un par de personas más. Tampoco se detuvo a mirar una a una a todas las personas que allí había, por lo que se dejó un par por identificar. La verdad es que tampoco le preocupaba demasiado. Cogió un pedazo de carne y se lo echó a la boca mientras le daba un trago a su cerveza y se tomaba una cucharada de caldo.

-Delicioso, como de costumbre.

Tras una pequeña carcajada, siguió comiendo, concentrado únicamente en su comida mientras miraba al tipo que se sentaba a su lado, el cual parecía comer con la misma voracidad que él.

-¿Qué, esta bueno verdad? La comida de aquí, es una de las mejores en los alrededores.

Se terminó su plato rápidamente y pidió otro, a lo cual el tabernero se apresuró en servírselo mientras Hyou miraba nuevamente a la gente de la taberna. Cuando su plato estuvo servido, aprovechó para preguntarle al tabernero;

-¿Hay algo interesante hoy?

Y en uno de esos pequeños vistazos vió a un viejo conocido.

-Ey Luth, ¿Qué haces por aqui?
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Mensaje por Narrador 16/07/10, 12:30 am

No había nada que diferenciase aquella tarde de cualquier otra en la bulliciosa Leona. Gente que iba y que venía, conocidos y no tan conocidos que coincidían en una u otra mesa; nada fuera de lugar. La gente iba y venía, la cerveza fluía con rapidez, los borrachos más tempraneros gritaban groserías a las camareras. Al fondo el sonido de un grito, seguido del eco contundente de dos puñetazos. Luego, silencio. El tosco silencio de las tabernas, relleno de medias voces y ruidos distantes que formaban parte del propio local tanto que, si no había nada más sonando, podía llamársele silencio.

Nada fuera de lo normal.

Resulta difícil, en tal paisaje, fijarse en nada en particular si no es lo que se está buscando. Es por eso que el hombre de la esquina, el que no era un agente, pasaba bastante desapercibido para la mayoría de los parroquianos; tan solo era un señor bastante alto y delgado, de tez pálida y cortos cabellos rubios, que tomaba una jarra de cerveza y fumaba una delgada pipa mientras charlaba con dos personas que habían ido a sentarse a su mesa. También era fácil de pasar por alto la afluencia de las camareras a su mesa, aunque en algún momento de la tarde algún parroquiano avispado se podía dar cuenta de que una de ellas no era camarera habitual del sitio.

Pero el mecanismo era simple, y precisamente por lo obvio que era, inconspicuo. Nadie sospechaba de una chica nueva. Cuando el hombre se quedaba sin personas con las que hablar, la chica le retiraba la jarra con presteza, se cruzaban un par de palabras, y un par de personas más en la taberna eran de pronto invitados a tomar algo a cuenta del hombre rubio; aunque, por supuesto, no era intrínsecamente necesario recibir ésa invitación para que el hombre recibiese cordialmente a cualquier persona en su mesa.

Pero he aquí que la siguiente vez que el hombre se quedó a solas, una chica delgada, bajita y de cabellos rizados y morenos puso una copa de vino sobre la mesa en la que se encontraba Florangél, acompañada de una enorme sonrisa.

- Invita el caballero - dijo, señalando con la cabeza en dirección al hombre rubio. - Tal vez quiera saludarle mientras se encuentra aquí.

Y sin dejar opción a la respuesta, con la misma gracia que se había presentado se retiró en otra dirección, y a punto habría estado de repetir la oferta sobre la mesa de Sophitia de no ser porque una mujer se sentó de repente frente a ella, aunque dedujo de sus palabras que quizás no habría estado fuera de lugar el ofrecimiento.
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Mensaje por Florangél 17/07/10, 02:02 am

Ninguna norma decía que espiar tenía que ser algo incómodo, así que se sentó en la mesa más cercana al rubio que encontró vacía, confiando en que nadie llegara de improviso a sentarse sobre ella. Durante su período de observación previo había podido notar que algunas personas eran invitadas a la mesa del señor, pero no había observado tanto tiempo como para darse cuenta de que en eso había un patrón y, desde luego, no tenía forma de saber que una camarera nueva atendía aquella mesa en particular. De haber observado durante más tiempo, posiblemente hubiese descubierto aquel simple mecanismo, pero fue interrumpida de una forma completamente inesperada.

Cuando la camarera se acercó a su mesa con la copa, pensó que iba a pasar de largo; eso era lo lógico, ¿para qué iba a llevar una copa a una mesa aparentemente vacía? Pero, de una forma totalmente ilógica, la muchacha puso la copa delante de ella, le habló e incluso le sonrió. Su boca se abrió involuntariamente del asombro y durante un par de segundos se quedó totalmente inmóvil y muda, pasmada. ¿Cómo habían sabido que estaban ahí? ¿Serían como Valeska? Porque otros nacossedinos ahí no había, de eso estaba segura.

Para cuando recuperó movimiento y habla la camarera ya se había ido y no podía preguntarle nada. Sólo había una manera de resolver ese pequeño misterio. Tomó la copa y se levantó de la mesa para responder a la invitación que se le había cursado, mientras un par de parroquianos que estaban cerca miraban atónitos la copa que flotaba en el aire y luego se hundían en sus jarras de cerveza para ahuyentar la alucinación.

El no agente estaba aún solo cuando ella se sentó frente a él y dejó la copa en la mesa.

- ¿Cómo supo que estaba allí? ¿Cómo pudo verme? – preguntó sin ambages.

Más por costumbre de hacerlo cuando hablaba con alguien que no era su coterráneo que por otra cosa - ya que el rubio podía verla pese a su mimetismo natural – se hizo visible apenas terminó de hablar, mostrándose ante quienes acertaran a mirar en ese momento hacia la mesa como una jovencita de tez morena, con cabellos negros y ojos color miel, ataviada con un vestido verde pálido. Las reacciones que su súbita aparición pudiera causar entre los circunstantes la tenían sin cuidado, ni siquiera pensaba en ellos. Toda su atención estaba centrada en el hombre que tenía enfrente y en la respuesta que éste iba a darle.
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Mensaje por Sophitia 17/07/10, 10:47 am

Sobre su mesa había ya varias jarras de cerveza, algún observador que no la conociera podría pensar que esta cercana a la borrachera, con su cabeza recostada sobre los brazos, la mirada perdida en la nada.

Pero mucho peor que eso, estaba triste, estar de nuevo en Trinacria le había echo recordar muchas cosas que no quería, y luego de darle miles de vueltas a su vida siempre volvía a la misma pregunta "¿Por qué se había marchado sin mas? ", Florangel la conocía, sabia como se podría tomar algo así, demonios, era una de las pocas personas que sabía de su pasado, y de como se tomaba los abandonos.

Lo único que no quería pensar era que se había marchado para no volver, se alejaba de esa idea con todas sus fuerzas.

En eso estaba pensando cuando vio parada justo frente a ella a una mujer estatura media, cabellos rubios y unos ojos rojos increíbles. Sophitia no recordaba conocerla de ningún lado ese hermoso rostro no era posible de olvidar, y por esto tardo unos segundos en entender de lo que estaba hablando. Al parecer creía que ella era alguna clase de contacto o alguien que la iba a contratar, muy seria, la chica se preparaba para negociar.

Varias ideas se pasaron por la mente de la pirata, al final no pudo evitarlo mas tiempo, se tiro para atrás en silla y se echo a reír con una sonrisa clara y pura. La situación era muy ridícula, no quería ofender a la chica, así que trato de calmarse.

- Jajaja... No.. veras..jaja.... Yo no soy ningún contacto ni nada de eso - Logro parar de reír al menos por el momento, vio que todas las jarras sobre la mesa estaban vacías, justo pasaba la mecera con bebida para otra mesa, le robo dos enormes vasos e hizo un gesto a modo de insulto a los piratas que se quejaban porque era para ellos. Las puso sobre su propia mesa y golpeo una de modo preciso haciendo que esta resbalara hasta quedar frente a la rubia.

- Ese es a modo de agradecimiento y de invitación, gracias por levantarme el animo, lo necesitaba ¿Bebemos juntas? - Dijo mientras se llevaba otra cerveza a la boca - Cuéntame ¿Qué hacías por aquí? no pareces del tipo de mujer que ronda los bares.

Quería escuchar lo que la muchacha decía, pero la gente estaba haciendo mucho escándalo, y de pronto las voces se callaron por completo, eso era demasiado raro. Vio que varias personas miraban para un mismo lado y no pudo evitar la curiosidad, fue entonces cuando la vio ¡¡Una copa voladora!!

- No puede ser... - Susurro Sophitia sorprendida, no podía ser quien ella creía, no era posible. Pero si era, era Florangel, cuando la vio aparecer ya no quedaban dudas, era ella, por error la había encontrado.

No pudo evitarlo, no pensó antes de actuar, se puso en pie de un salto y golpeo ambas manos sobre la mesa con la cara de sorpresa aun impresa.

- ¡¡Florangel!! - Dijo bastante alto, pero el silencio momentáneo del lugar hizo que se escuchara aun mucho más alto.
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Mensaje por Dulfary 20/07/10, 02:28 am

La risa de Contacto la desubicó un poco. Que grosera era Contacto reírse de ella sin saber antes si era capaz o no de hacer lo que fuera que se necesitaba hacer. Estaba casi segura de haber usados las palabras correctas para evitar una reacción de ese tipo. Sin duda se había equivocado, no servía para buscar trabajo.

Que desastre. Frustrada, en lugar de hacer una mueca de fracaso, frunció el ceño. Se reía duro y solo su orgullo le impidió verificar si alguien posaba los ojos sobre ellas. Lo mejor, era una salida digna. Sonrió levemente y se alistaba a levantarse de la mesa pidiendo excusas por su error, cuando la joven empezó a hablar.

Se acomodó mejor en su silla mientras la escuchaba y descifraba lo que decía entre risas. Por fin entendió y su sonrisa fue mas amplia, de franca burla, hacia sí misma, por supuesto. Después de todo si se había equivocado, no en la frase, si en la persona. Sin poderlo evitar, se dejó contagiar de la risa de Sophitia, sin llegar a sonrojarse por lo extraño de la situación, al contrario, causándole mucha gracia. Esas cosas que solo solían pasarle a ella.

- Jejeje Parece ser que metí la pata – su sonrisa amable se dejó ver y de pronto, conforme lo ridículo de la situación se hacía mas tangible en su cabeza, soltó la carcajada, alegre, escandalosa – soy un desastre - dijo sin vergüenza alguna, en lo que detenía el trayecto de la jarra de… ~rayos, cerveza~ un error al localizar el contacto era un cosa, beber y hacer el ridículo en un ambiente que obviamente no era suyo delatándose en tal cosa, era otra.

- Ah, con mucho gusto, cuando quieras - Otra que pasó a segundo plano dejándose llevar por el buena niño de Sophitia – por supuesto, a tu salud y por las pequeñas equivocaciones de la vida – sin pensarlo mucho, cosa que debió h hacer, bebió un sorbo largo de cerveza y al bajar la jarra hacer una mueca de desagrado por el saber amorgo, fue automático. La tos, también fue gratis.

Pero volvió a reír, con transparente inocencia.

- No lo hago, me suele ir mal en estos sitios – error, se dio cuenta y le sacó la lengua –nah es broma, las apariencias siempre engañan, pero no vengo muy frecuentemente a la Leona – mintió con tanta naturalidad como si lo que dijera fuera totalmente cierto – Alguien me dijo que… - como siempre hablaba rápido y sin muchas pausas entre una frase y otra pero lo que fuera decir a continuación, para bien o para mal murió ahogado por la expresión de asombro de su acompañante, siguió con la vista aquillo a lo que se dirigirán sus ojos. Una copa que… flotaba?

Se frotó los ojos, ya estaba ebria, con un solo sorbo!!! Era terrible, tan terrible como respingo que dio cuando la joven golpeó la mesa gritando. Prácticamente dio un brinquito, ya estaba nerviosa, de nuevo y encima creía estar ebria. Qué otra cosa podía salir torcida??

Pero algo bueno estaba sacando de todo aquello. La copa se detuvo y luego dejó ver a una persona sentada justo en frente de su segunda opción de Contacto.

- Ah…. Era ahí – sonrió, para sí misma, apenada, después de susurrar.
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Mensaje por Beck 23/07/10, 02:17 pm

Un muchacho de aspecto ligero pero fibroso se había sentado cerca y comía con una voracidad que le hizo pensar que era raro que no hubiese engordado. Estaría aún creciendo, pensó Beck, aunque era una línea de pensamiento ocioso que iba a cortar de inmediato, para volver a concentrarse en sus asuntos (a saber, el tipo sentado en cierta mesa de la taberna y sobre todo cualquiera que se sentase en la susodicha mesa, especialmente los que parecían peligrosos, que era lo mismo que decir casi todos). A pesar de ello, no pudo volver a concentrarse por intervención de este muchacho.

-¿Qué, esta bueno verdad? La comida de aquí, es una de las mejores en los alrededores.- le decía. ¿Habría notado como escrutaba disimuladamente la taberna y se había delatado? Alzando su cabeza del plato y fingiendo tener la boca más llena de lo que la tenía para no tener que hablar respondió con un sincero "mhmmm" de tono afirmativo y una sonrisa, e iba a volver al plato cuando el chaval saludó a alguien. "Luth", había dicho, y una bombilla se encendió de inmediato en la mente de Beck, que se giró un poco para ver que en efecto, había saludado a Luthys. Sí, el Luthys con el que se había colado en una fiesta de etiqueta y el Luthys al que "no" conocía. De todas formas, él no le miraba, así que no tuvo ni que guiñarle el ojo. Volvió a mirar a la mesa de su jefe cuando vio aparecer a una mujer en medio de la sala. De golpe, Beck se puso mucho más serio.

- Genial, un mago- refunfuñó por lo bajo. Más bien balbuceaba con la boca llena, con lo que ni alguien sentado a su lado le habría entendido claramente- Con los pocos que hay en el mundo y me los cruzo yo todos.- Esto le cortó el apetito, así que cogiendo la taza de caldo se giró y se acodó en la barra, quedando de espaldas al tabernero y de cara a la concurrencia, en especial de cara a una chica enormemente entusiasta que llamó por su nombre (o apodo) a la chica que se había aparecido de golpe y que al ponerse en pie hizo gesto de ir hacia ellas.

Una alarma sonó en la cabeza de Beck cuando se dio cuenta de que la chica parecía haber consumido tanta cerveza como seis hombretones juntos. Si empezaba una pelea en la mesa del jefe habría problemas. Muchos problemas. Echó un vistazo alrededor, en busca de cualquier otro punto "conflictivo", pero el único que había era Luthys (para Beck, que tenía una reputación que ocultar pero no para su jefe, en principio), y no creía que fuese a ser indiscreto. Además, igual ni le reconocía con la cara parcialmente llena de moratones y con lo delgado que estaba. En definitiva, un poco preocupado, Beck miró a su nuevo jefe mientras se llevaba la taza a la boca magullada y tragaba un poco del sabroso líquido, que esta vez se le detuvo más de la cuenta en la anudada garganta. Había acordado un sencillo gesto con el "contacto", si pasaba algo anormal le miraría, y si al mirarle alzaba una ceja, Beck debería intervenir. Sin embargo, si tras mantenerle la mirada un leve momento seguía como si nada, entonces todo estaba en orden. De momento, Beck se conformó con dejar la taza en la mesa y estar alerta, por si se le necesitaba.
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Mensaje por Luthys 24/07/10, 11:39 am

Llevaba un buen rato divagando en sus pensamientos, sin observar a nadie de la taberna, aunque manteniendo su fija, de forma disimulada, en el hombre misterioso. Pero, de pronto, oyó un saludo que, intuyó, iba dirigido a él. Se giró buscando el lugar del que procedía la voz y hizo un ademán con la mano en señal de saludo. "Mierda", se dijo para sus adentros. Se trataba de Hyou, el dragón. No era que le disgustara la presencia del chico, sino más bien le ponía algo nervioso. Era un chico muy cambiante y con el que siempre tenía que estar alerta, ya que no parecía pensar las cosas, o, al menos, no tanto como lo hacía él mismo. Y... ¿por qué le saludadaba como Luth? Él era un demonio, diantres, se merecía un respeto. Aunque, pensándolo bien, cuando acababa conociendo a la gente, el respeto era para perdérselo...

- ¿Qué tal, Hyou? ¿Cómo tú por aquí?- Intentaba no mirarle directamente a la cara durante mucho rato, ya que prefería tener bien visible todo lo que pasaba en la taberna. Y menos mal.

"Pero, ¿qué...?" Acababa de ver a una joven aparecer delante del hombre de la esquina. ¿Qué estaba pasando? ¿De dónde había salido esa chica? No era un fantasma, de eso estaba seguro, ya que no la había visto hasta ese momento, pero ¿qué era entonces? Se dió cuenta de que no era solo él quien había notado la aparición de la joven, pero quizá sí era de los más asustados. Sí, algo más que añadir a sus acostumbradas preocupaciones... Sin embargo, no contento con eso, también pudo ver a Sophitia, en la que no había reparado hasta el momento, gritarle a la recién aparecida. Al parecer la chica se llamaba Florángel. ¿Serían amigas? Pudo percibir cierto nerviosismo en la pirata, así que lo dudó.

Luthys resopló volviendo la vista a su cerveza y bebiendo un trago de la misma. Miró de nuevo a Hyou y le dijo:

- ¿De qué va todo esto?

Era más bien una pregunta retórica, ya que fuera lo que fuese, él mismo lo descubriría. ¿Por qué se acercaba la gente a ese hombre? ¿Por qué se le aparecía una joven? ¿Por qué le había gritado Sophitia a la aparecida?
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Mensaje por Narrador 15/08/10, 04:10 pm

[F.D.I.: Disculpad la tardanza.]

Por mucho que la gente se moviese, cambiase de mesa, iniciase o acabase conversaciones, el ambiente de la taberna, a grandes rasgos, era el mismo.

O al menos lo era, hasta que una copa voladora empezó a moverse por la sala y a producir un incómodo y atento silencio. El hombre rubio, que como ya hemos dicho no era en absoluto un agente, no pareció inmutarse - al menos no demasiado - cuando una mujer apareció en la silla frente a él, no en el sentido figurado de la palabra que significa que, efectivamente, apareció, pero proviniente de otro lado, sino en el de que simplemente se materializó ahí mismo.

Parecía algo enfadada, pero el hombre, consciente de ello, se mostró comprensivo.

- Disculpad si os he molestado, señora - dijo, sonriendo, e inclinando la cabeza lentamente para acompañar su disculpa. - Como sabréis, la magia es algo ambiguo y maravilloso, que tanto sirve para veros como para que no os vean.

Mientras hablaba, abrió una de las manos, y la jarra de cerveza se escurrió sobre la mesa, sin que nadie la tocase, para ir a colocarse dócilmente entre sus dedos. Fue algo muy disimulado, que seguramente sólo Flor pudo ver, y que revelaba que el hombre, entre otras cosas, era mago.

En cualquier caso, había atraído atención indeseada. En términos generales, para alguien acostumbrado a la parafernalia de los asuntos discretos, éso no significaba nada, excepto que la gente miraría muy atentamente durante los próximos minutos y dejaría de hacerlo tan pronto como comprobase que no habría pelea. Y que la chica dejaría de servir bebidas, y nadie se daría cuenta, y él abandonaría el local en cuanto acabase de hablar con los que ya habían sido invitados, evitando atraer más atención indeseada.

No contaba con que una mujer se levantase, aparentemente borracha, y le gritase el nombre a la que acababa de sentarse a su mesa, lo que efectivamente significaba, o al menos él creía que significaba, una pelea inminente, especialmente cuando la joven acababa de volverse visible. Sus ojos buscaron a la dueña de la voz, y luego buscaron a otra persona entre la muchedumbre, a un guardaespaldas, a Beck. "Cuidado con ella", dijeron sus ojos sin una sola palabra.

Sin perder la calma ni la sonrisa, volvió a mirar a Florangel.

- ¿Es ese vuestro nombre, señora? - preguntó.
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Mensaje por Florangél 22/08/10, 02:32 am

De haber estado realmente molesta, el trato que le dio el no agente hubiese bastado para calmarla. Siendo tan joven, no era común que la trataran de “señora” y el detalle le encantó, tanto como el pequeño truco de magia que éste le brindó.

- ¡Sois un mago! Debí haberlo pensado –
dijo, respondiendo a su sonrisa – No me habéis molestado, sólo estaba intrigada; no estoy acostumbrada a que me vean si yo no lo quiero.

Satisfecha su curiosidad en ese punto, inmediatamente acudieron a su mente otras dudas. ¿Sería cierto que él ofrecía trabajo? ¿Por qué la había invitado a una copa si ni siquiera la conocía? ¿Y por qué había insinuado que fuera a saludarlo? Eso era algo novedoso para ella y hasta cierto punto inquietante. Las miles de advertencias de su madre - a las que nunca había prestado demasiada atención – resonaron en sus oídos. ¿Qué querría ese hombre de ella? No tuvo tiempo de preguntárselo porque cuando se aprestaba a hacerlo, alguien gritó su nombre. ¿Sophitia?

Giró la cabeza en la dirección en la que venía la voz y pudo comprobar que efectivamente era su amiga y que se encontraba acompañada por una joven. ¡Qué coincidencia tan extraordinaria! La pirata había ido a beber con una amiga justo a la taberna donde ella había ido a buscar trabajo, seguramente la conocía de antes. Era toda una sorpresa encontrarla ahí, pero le alegraba mucho verla; la había echado de menos. Sonriendo ampliamente, le hizo un saludo con la mano.

- ¿Eh? – se había distraído un poco – Sí, ese es mi nombre y ella es mi amiga, Sophitia.

Volvió a saludar a la pirata con la mano al decir esto. Parecía que lo estaba pasando muy bien con la muchacha rubia; en cuanto terminara sus asuntos con el caballero, iría a su mesa a charlar con ellas. Desentendiéndose por el momento de su amiga, miró de nuevo a su anfitrión.

- ¿Por qué me habéis enviado una copa? ¿Qué queréis de mí?

La diplomacia no era su punto fuerte, su voz y su mirada dejaban traslucir claramente su suspicacia.
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Mensaje por Sophitia 24/08/10, 09:16 am

La pirata no podía creerlo, la sorpresa la había dejado helada, era cierto que venia buscándola desde hacia bastantes días y que había ido a Trinacria únicamente para encontrarla, pero no podía creer que la encontrara así como por casualidad, justo en el momento en que creía haberle perdido el rastro.

Sin embargo, la muchacha parecía ocupada, estaba hablando con un hombre que hasta el momento no había notado, un sujeto de aspecto misterioso, ¿Qué hacia Florangel juntándose con personas así? No era que desconfiara de las habilidades de su amiga, pero este no era sitio para estar jugando. Al ver que la saludaba con alegría y seguía con lo suyo Sophitia no pudo evitar decepcionarse, al parecer no era tan importante como pensaba, quizás siquiera se tendría que haber molestado en ir a buscarla.

Volvió a sentarse, no había mas que hacer, si así lo quería su amiga, entonces así sería. Intentando volver a la normalidad miro a la muchacha que estaba sentada en su mesa.

- Resulte ser una anfitriona terrible, discúlpame – Levanto la mano para pedir mas cerveza – Tengo algunos asuntos pendientes con esa mujer.

No quería decir la verdad, en esos momentos le servía muchísimo ser tan buena mentirosa, y es que admitir que alguien le importaba tanto como para cruzar media Jaspia resultaba de lo mas humillante en el orgullo de la pirata, y mucho mas si cuando llegaba esta persona se mostraba indiferente.

Las cervezas llegaron a la mesa, y Sophitia bebió una como si de jugo se tratara, siquiera noto que la muchacha no había terminado aun la primera, toda su atención estaba en Florangel. Aun le faltaba bastante para estar ebria, pero sentía como su ira se iba abriendo paso muy dentro suyo, y si trataba de apagar ese incendio con alcohol lo único que lograría sería incendiar todo el lugar.

Trato de olvidar por un momento el asunto y concentrarse en la muchacha que tenia en frente, parecía ser muy simpática, era de hablar sin tapujos, eso le gustaba en la gente, los discursos remilgados o complejos la ponían de mal humor. Sin embargo, era obvio que en varios puntos le estaba mintiendo, y no estaba ni tan borracha, ni tan confundida como para no darse cuenta..

Hay dos modos de sacarle la verdad a una persona, del modo agresivo o del modo divertido, siempre que podía Sophitia elegía esta ultima.

- ¿Qué te parece si le ponemos algo de emoción al asunto? – Dijo recostándose sobre la silla y poniendo los pies sobre la mesa – ¿Sabes jugar a las cartas? – Mientras decía esto llevo la mano al cinturón y saco de una bolsa un mazo de cartas – La que gana la mano pregunta, y la otra debe contestar con la verdad.

Una sonrisa casi gatuna se dibujo en su rostro, y es que jugar era siempre muy divertido, no importaba si era por dinero, por favores o por el simple hecho de encontrar la verdad.
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Mensaje por Dulfary 27/08/10, 10:16 pm

Perdió totalmente el hilo de lo que estaba diciendo. Tenía el dato que le importaba: cómo menterse en un problema grnade y que aemas le paragan por eso. Lo demás era casi irrelevante.

Sin embargo no fue ajena a que, pese la emoción de Sophitia al llamar la atención de su ¿amiga?, la respuesta que recibió la pirata no fue muy demostrativa. La sonrisa había sido amplia, muestra que si se conocían y le alegraba verla, pero no fue más. Eso habiá sido extraño.

Sus ojos dejaron a la mujer recién aparecida, para pasar al hombre en la mesa. Tan... pasaba desapercibido. Su error no había sido del toco culpa propia. Lo miró a los ojos, su expresión, como jugaba con su expresión no verbal, sin llegar a asociarlo a señas y entoces se fijó en Sophitia que volvía a hablar con ella.

- Si quieres cambiamos de sitio para que no la pierdas de vista, parecía no estar muy interesada en ti y se te puede volar - ahora que sabía que tenía asuntos pendientes, todo cobraba otro sentido. No le iba a pagar, eso era!! Si la podía ayudar en que no le quitara los ojos de encima y se le escapara, Dulfary ayudaría.

Claro que no le convenía cambiar de sitio, pues una vez la mujer se levantara, trataría que fuera su turno con el verdadero Contacto.

- Cual asunto? ah?? - soltó la risa sin sutileza alguna - oh no, no, soy malisima con las cartas - reconoció, pero con la risa entre sus palabras, a saber si le creía o no - cuando mis hermanos querían sacarme información, juguetes, cosas y trabajos que no querían hacer ellos jugaban a las cartas conmigo porque sabían que siempre perdía - se volvió a reír y bebió de la cerveza. - Ahora, si tienes tiempo y ganas, podrías enseñarme a ver si algun día les devuelvo todos los dolores de cabeza - sonrió con malicia, pensandso en el desquite con sus hermanitos.

Además, una cosa era perder dinero, otra era perder inforamción, aunque eso no era un problema para ella. Y sería una forma de pasar el tiempo mientras el señor del fondo se desocupaba.
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Mensaje por Beck 31/08/10, 08:13 am

Cuando su protegido (tenía el papel de guardaespaldas, aunque Beck estaba seguro de que aquel hombre sabría protegerse bien él solito) le hizo un sutil gesto no supo si sentir alivio o todo lo contrario. Al menos no le había hecho un gesto que significase que tuviese que intervenir, pero sí que le había dejado más o menos claro que podría llegar a haber problemas.

Total, que ahora tenía que buscar como acercarse lo suficiente a la posible camorrista sin que fuese demasiado obvio que estaba allí para vigilar que se mantuviese cierto orden. Tras sopesar un par de opciones, Beck decidió que la más sencilla sería la manera más directa: ir y sentarse en su mesa de espaldas a su jefe, lo que conllevaría que, de querer ir en su dirección, tendría que pasarle al lado y podría bloquearla. O quizás bastaría con entretenerla, en fin. Se tragó la sopa que le quedaba en la boca y cogió su jarra de caldo, porque si podía, se seguiría zampando tanta como pudiese, y echó a andar hacia la mesa de la mujer de rojo (que ya le parecía peligrosa de por sí, llámalo instinto), y la campeona del mundo del Real torneo de tragar cerveza, sección femenina. Conforme se acercaba, le alivió ver que la segunda sacaba unas cartas y las ponía sobre la mesa, porque al menos significaba que no tenía intención de levantarse de momento. Por un segundo, decidió que pasaría de largo y se sentaría en otro sitio, pero no vio ninguna otra mesa libre, y darse la vuelta y volver a la barra quedaría sumamente raro (además, le haría pasar delante de Luthys de nuevo, y al final el demonio le reconocería, porque esta vez ya le había echado un vistazo, como si le sonase su cara pero no lograse reconocerlo). El reencuentro no es que le fuese desagradable, es que sería una distracción grave, teniendo entre manos una posible reyerta, donde fallar significaría volver a la celda. Sólo pensar en la celda le hizo desear dar otro trago a su jarra de sopa. Pero claro, quería tener la boca vacía cuando llegase a la mesa, y ya solo estaba a un par de pasos.

Dos segundos después, ya tan cerca de la mesa de su jefe que podría haber escuchado su conversación de no haber un notable bullicio en el lugar, Beck había llegado a su objetivo. De golpe, fue consciente de su apariencia: su cara estaba magullada, estaba claramente famélico de delgado, y no estaba pasando por su mejor momento anímico, estaba nervioso continuamente. Beck se consoló pensando que al menos llevaba una muda limpia, nueva y de calidad, y se presentó, carraspeando.

- Eh, espero que estén pasando un buen rato en la taberna. ¿Les importa si me uno? Los juegos de cartas son mi afición.- tomó el taburete de tres patas que había escogido como asiento, justo mientras la chica vestida de rojo dejaba de reir y se giraba para mirarle, y lo apartó de la mesa, dándose espacio por si le daban permiso, aunque era obvio que daba por hecho que dirían que sí. Luego, colocó su jarra en la mesa, delante de donde se sentaría, y admiró el número de jarras que una de ellas había consumido.- Guau, impresionante, desde luego el caldo de la Leona Anclada es una auténtica delicia, pero no pensaba que nadie pudiese comer tanto de una vez, y mira que me encanta.- Mintió descaradamente, sabiendo que eran jarras de cerveza, pero al menos así quizás la chica le respondiese, y él podría evaluar como de borracha estaba.
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Mensaje por Luthys 31/08/10, 08:42 am

Al parecer, esa joven extraña que acababa de aparecer ante el hombre misterioso, era amiga de Sophitia. Sin embargo, le extrañó que Sophitia no le diera más importancia al hecho de encontrar a su amiga allí, una vez ésta la hubo saludado y presentado debidamente.

Diantres, todo era muy extraño.

Se giró para tomar un trago de cerveza y suspiró. No sabía qué era lo que estaba pasando allí, pero a sus ojos había algo que él debería de averiguar. Aunque no era muy dado a las investigaciones, demasiado complicado para un demonio normal y corriente... o lo que quiera que él fuese a estas alturas. Sin embargo, ojalá aquella fantasma estuviera con él, porque estaba seguro de que sí que le gustaría aquella situación.

Volvió su vista a las chicas, entre las que se encontraba Sophitia. La vio sacar una baraja de naipes. ¡Oh, naipes!, pensó Luthys intentando ocultar un gesto de alegría. Sí, los demonios eran viciosos por naturaleza, y el juego era un vicio en toda regla. Por lo poco que conocía a Sophitia, y lo que había podido leer en sus labios, iban a jugar con dinero. ¡Malditos humanos!. Estaba muy tentado a acercarse. Miró a uno y otro lado mientras las chicas comenzaban a prepararse. Quería acercarse, pero no se fiaba. Por un lado, quería hacerlo para satisfacer sus deseos de jugar, llevaba tanto tiempo sin hacerlo que no se había dado cuenta de lo que lo echaba de menos. Adictivos juegos de los humanos... Además, así estaría aún más cerca del hombre misterioso y de la joven aparecida. Pero claro, era arriesgarse demasiado ya que no sabía si ambos podían o no traer problemas.

Maldijo para sí mismo cuando un hombre comenzó a caminar hacia las chicas y los naipes. ¿Quién era ese tipo? ¿Por qué iba de pronto a acercarse a ellas? ¿Era un simple humano al que le apetecía jugar a las cartas o se trataba de otro motivo el acercamiento?

Bebió otro trago de cerveza. Esperó. ¿Qué podía hacer? Igual si se acercaba ese hombre podría pensar que estaba siguiéndole, podría sentirse amenazado. Pero, si no lo hacía no podría intentar enterarse de lo que pasaba en aquel lugar... ni jugar a las cartas.

Al final se decidió, esperó hasta terminarse la cerveza y se acercó hasta la mesa de Sophitia.

- ¿Qué tal, Sophi? - miró a la pirata con una leve sonrisa muy propia de él, mientras le tocaba el hombro con la mano derecha.
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[Trama] Tempestad (Prólogo) Empty Re: [Trama] Tempestad (Prólogo)

Mensaje por Hyou 12/09/10, 08:44 pm

El pequeño dragoncillo comía absorto en sus pensamientos. Todo estaba delicioso. Mientras se limpiaba la boca, vio la escenita de la “chica fantasma” y se sintió fascinado por ello. Podría ser un buen “juguete” para el dragón. Lo que no vio fue que junto a ella, había un hombre, que llamaba tan poco la atención que probablemente ni dos tercios de la taberna supiesen que se encontraba allí, y Hyou era uno de ellos. Quería acercarse a la jovén y entablar conversación con ella, seguro que podría pasar una tarde estupenda. Llamó al camarero y le pidió una jarra de cerveza. La cogió y se levantó del taburete.

“Creo que comí demasiado, me siento un poco pesado”, y es que desde que había entrado no había parado de comer plato tras plato, a una velocidad inusual. Así pues, tras recuperar la compostura, se colocó bien la capucha y caminó hacia la mesa donde se encontraba aquella chica. La taberna estaba bastante concurrida, como de costumbre, y el paso era dificultoso. Le costaba caminar entre la gente, y también tenía que saludar a gran parte de ella, puesto que era un participante usual de las peleas que allí se formaban, y gozaba de buena fama como combatiente, entre los clientes usuales.

-Buenas ¿Qué tal?

Eran las palabras que repetía una y otra vez a todo aquel que le saludaba, tras lo cual proseguía su difícil camino hacia la mesa. Al final tuvo que abrirse paso a empujones, moderados, hasta que consiguió llegar a la chica. Le puso la mano sobre el hombro y con una sonrisa se dirigió a ella:

-Buenas ¿tardes? Vi lo de antes y me pareció increíble – intentaba parecer lo más agradable y amigable que podía – pero chica, yo que tu no haría mucho eso en público. ¿Cómo te llamas?

Nada más terminar de hablar, reparó en el hombre que se sentaba frente a ella, y dio un pequeño sobresalto. No lo había visto y desde luego no se esperaba que estuviese acompañada. Le tendió la manó al hombre como saludo y prosiguió:

-Espero no interrumpir nada pero, ¿puedo sentarme con vosotros?

Dijo mientras le echaba un ojo a un taburete que había suelto entre dos grupos de personas que comían en la barra.
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Mensaje por Narrador 23/09/10, 05:29 pm

Lo curioso de la situación, pensó Contacto, era lo que estaba pasando en la mesa contigua.

La situación no se salió de control, aunque no supo muy bien cómo, normalmente gritar el nombre de alguien en voz alta indica que a continuación alguien va a tener que dar o pedir explicaciones. No sucedió, y no le dio la mayor importancia. Sin embargo, en aquella mesa empezaba a reunirse gente. Gente a la que, en otras circunstancias, habría invitado a una cerveza.

Se concentró en la que tenía delante, pero hubo un par de señas, discretas.

- Tomar algo con una bella señorita, ¿Qué si no? - dijo con voz socarrona, pero era evidente que bromeaba. - Trinacria es un lugar maravilloso para conocer gente interesante, mi dama.

En aquel momento una persona más se unió a la conversación.

En otra circunstancia, seguramente, Contacto habría tenido una respuesta pasiva, pero hostil, y habría rechazado la interrupción sin más. No obstante aquel hombre tenía un algo que hizo enarcar una ceja al mago, un... no le importó que se sentara. Extendió la mano, permisivo.

- Podéis si creéis que podéis - le invitó. - Como le decía a la señorita, hay algo mágico en ésta ciudad y la hospitalidad que ofrece, ¿No creéis? Por favor, caballero, siéntase libre de tomar cualquier cosa.

Pero ahora estaba serio. Sonreía a Florangél, pero la broma había acabado; no se había sentado a aquella mesa para flirtear con jóvenes hechiceras.

- Además, es una ciudad donde siempre hay puertas abiertas para personas con los talentos apropiados - dijo distraídamente, mientras tomaba un trago de su bebida, sin mirar a ninguno de ellos. - Díganme, ¿Están buscando trabajo?

Aproximadamente al mismo tiempo que aquella pregunta se ponía en el aire, la camarera particular que seguramente nadie recordaría haber visto antes de ése día, si se pusieran a pensar lo suficiente en ella, servía varias copas en la mesa contigua, ocupada por varias personas, entre ellas la mujer que había gritado antes.

- ¡Salud, caballeros y damas! - dijo, con una sonrisa, y señaló en dirección a la otra mesa con la cabeza. - No se preocupen, invita la casa.
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Mensaje por Florangél 25/09/10, 10:24 pm

Miró suspicaz a Contacto cuando le contestó. Pese a su natural desplante, a que había viajado bastante - a veces involuntariamente- y había corrido numerosas aventuras, en algunos aspectos seguía siendo básicamente una chica provinciana. Su madre le había enseñado modales y sabía comportarse apropiadamente en diversas circunstancias, pero no tenía experiencia en el trato mundano ni en el galanteo, Con todo, barruntó que la respuesta del rubio era una broma, pero que él pretendiera burlarse de ella no le gustó para nada.

Sólo la interrupción de un desconocido evitó que su enfado cogiera vuelo. Al menos contra Contacto, porque la familiaridad con que el encapuchado se dirigió a ella hizo que su enojo se desplazara hacia él. Normalmente era una persona cordial y para nada fijada en el protocolo, pero estaba ya molesta y le pareció que la forma en que él la había abordado era la que usualmente se usa para dirigirse a los chiquillos y ella detestaba que la trataran como a una chiquilina. ¿Quién se había imaginado él que era para tratarla de esa manera cuando ni siquiera la conocía? Hizo un gesto brusco, rechazando la mano que se había posado en su hombro y clavó una mirada airada en el extraño, pero no tuvo tiempo de formular su protesta. Contacto había aceptado la presencia del sujeto y él era el anfitrión.

Se mordió los labios, respiró profundo y recordó todas las lecciones de urbanidad de su madre para calmarse, y entonces decidió que no tenía porqué seguir ahí con esos tipos. Ni siquiera vio la sonrisa de Contacto, ni advirtió el cambio en su talante, pero si escuchó lo que dijo. Había preguntado si buscaban trabajo.

Los agravios que creía haber sufrido se esfumaron de su mente, como también su propósito de marcharse. ¡No se había equivocado! Él era el hombre del que había oído hablar, ¡y la había invitado a su mesa para hablar con ella! ¡Seguramente era para ofrecerle empleo! Su corazón empezó a latir aceleradamente debido a la emoción.

- Sí, sí, yo estoy buscando trabajo – su voz vibraba y sus ojos brillaban de entusiasmo.

Momentáneamente había dejado de pensar en la pirata, pero el gesto del caballero atrajo su atención hacia la mesa en que ella se encontraba. “¡Vaya!, Sophitia se ha encontrado muchos amigos”, pensó con alegre sorpresa, pero casi enseguida su atención volvió a centrase en Contacto. Aguardaba con creciente impaciencia lo que éste tenía que decir.
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Mensaje por Sophitia 28/09/10, 09:51 am

Sophitia miro a la rubia con suspicacia, se dio cuenta en seguida que no era ninguna tonta, todo lo contrario, eso volvía todo el asunto mucho mas divertido a sus ojos. Pidió más cerveza, esta vez para ella sola ya que su compañera aun no había terminado el suyo.

-¿Con que quieres aprender? – Dijo riendo la pirata – Ya veraz que es en verdad muy fácil, presta atención a tu adversario y el resto es pan comido, tus hermanos no sabrán ni qué les paso cuando termines con ellos – Bromeo mientras le guiñaba un ojo.

Estaba mezclando las cartas cuando vio como un hombre encaraba para la mesa de ellas con una jarra de cerveza en las manos. “Bueno, si me regala la cerveza puede quedarse”, pensó Sophitia antes siquiera que el sujeto les hablara. Era alto, no corpulento en ese momento, pero estaba segura que mejor alimentado debía tener un físico importante, tenia algo de barba y la mirada tensa. En resumidas cuentas, no era mucho mas sospechoso que la mayoría de los que estaban en la taberna.

-¿Y de quien no? – Bromeo la muchacha para entrar en ambiente, no se negaba a una buena charla siempre y cuando estuviera de buen humor. Otros de los mecanismos que funcionaban para encarar una buena charla con la pirata era por supuesto que alagaran su modo de beber, hinchada de orgullo contesto – Son de cerveza, y son casi todas mias, aquí la Señorita Dulfary no bebe mucho, ¿verdad? – Pregunto directamente a la muchacha de ojos rojos para incluirla en la discusión.

Finalmente eran ya algunos en la mesa, eso era lo que amaba de las tabernas, había infinidad de posibilidades. La chica de ojos extraños parecía de lo mas tierno que había visto en años, y eso que tenia un cuerpo que haría suspirar a mas de uno, pero sus gestos tenían un no se que encantador. Del hombre recién llegado no podía decir mucho, pero si le gustaba beber cerveza y jugar a las cartas no podía ser un ml sujeto, ¿Verdad? Mientras pensaba en esto puso el total de las cartas sobre la mesa, para comenzar a jugar, pero un toque en el hombro la hizo voltear.

-¡Luthys! – La sorpresa se dibujó en el rostro de Sophitia, hacia muchísimo que no veía al semi demonio, no podía creer encontrárselo allí – Increíble, nunca me imaginé encontrarte en un lugar así ¡ven siéntate! Íbamos a jugar a las cartas con aquí mis nuevos amigos Dulfary y… - Dijo dejando espacio a que el nuevo sujeto se presentara.

Mientras dejaba que los demás intercambiaran cumplidos y esas cosas que hacían las personas cuando se conocían, bebió una jarra más de cerveza, para su sorpresa no tuvo que pedir más ya que una camarera trajo bebida a la mesa antes de que abriera la boca… O habían aprendido a leerle la mente (lo cual sería maravilloso), o… ¿Alguien les invitaba?

Sophitia se le quedo mirando unos segundos ¿Habría sido Florangel la que convenciera al caballero de que los invitara? No lo creía, ella parecía bastante sorprendida también, cruzaron miradas apenas unos segundos, pero en seguida la hechicera volvió a lo suyo. Una vez más herida en su orgullo, la pirata no dijo nada y se concentró en el juego.

-Bueno, bueno, aquí hay una mujer que no sabe jugar bien, así que a no pasarse de listos – Les riño en broma Sophitia a los caballeros de la mesa – Vamos con apuestas tranquilas así Dulfary se acostumbra al ritmo y luego vamos a lo grande. ¿De acuerdo? Bien, corta la baraja entonces – Le dijo a quien estaba a su izquierda o sea Lutyhs.
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