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TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. Empty TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Chelsie 19/04/11, 08:20 am

TRAMA #1: El comienzo de la guerra. 1noticiasBienvenidos a la primera trama oficial de esta nueva época en Mar de Jaspia. Antes de participar es obligatorio leer el tema informativo sobre la trama. Cualquier duda que os pueda surgir será contestada en ese tema. Gracias y ¡a divertirse!.

***

La Fiesta de los Baños, a pesar de la ruptura del reino en Ducados y las tensiones entre ellos, prometía bastante o, al menos, eso era lo que todo el pueblo de Shake esperaba.

Trof Onigomond no estaba tan seguro. No esperaba en su pequeño puesto de artesanía demasiadas visitas, especialmente de la otra punta del reino. Su mujer le había repetido infinidad de veces que los controles portuarios no eran nada estrictos, que aquellos hombres uniformados se dedicaban únicamente a velar por la seguridad de la fiesta permitiendo el acceso a la isla de todo aquel que quisiera pasárselo bien. Pero Trof, a pesar de ser un muy pequeño empresario, sabía que aquellas fiestas movían una importante suma de dinero que, en principio, se quedaría en el Ducado de Cessele y no creía que los otros dos Ducados (mucho más importantes política y económicamente) permitieran algo así. No, no esperaba una gran afluencia de gente.

Paseaba por entre los tenderetes de mercancías, colocados a lo largo de la calle y la plaza principal del pueblo, admirando desde joyas hasta pasteles. Para su sorpresa habían llegado muchos artesanos y mercaderes, más de los que pensaba e incluso desde Trinacria, pero no dejaba de advertir que había lugares vacíos donde otros años había puestos.

Dejó escapar un largo suspiro y se repitió mentalmente, a modo de mantra, que debía disfrutar de aquella fiesta mientras durara.

El colorido era asombroso, cada tenderete de un color estaba conectado al resto por medio de guirnaldas de banderolas con el sencillo escudo de Shamataw. Las pequeñas florecillas rosas que brotaban únicamente en invierno adornaban las calles y muchas muchachas las llevaban como adornos en el pelo. Se escuchaban risas. Los títeres y saltimbanquis alegraban a niños y mayores incluso a aquella temprana hora de la mañana, antes incluso del comienzo oficial de las fiestas.
Los primeros y más madrugadores visitantes ya recorrían las calles, observando con más atención las pozas naturales, adornadas a su alrededor con gasas, guirnaldas y telas de infinidad de colores, donde dentro de unas horas muchos se bañarían desafiando al frío invierno.

- ¡Trof, ven a probar este queso!-.

Un grito sacó al hombre de sus pensamientos y dirigió una mirada a uno de los numerosos tenderetes de alimentación que había en las calles. Un robusto y colorado hombre le tendía un pequeño pedazo de queso blanco veteado de azul.

- Increíble ¿verdad? Si te soy sincero no sé cómo hemos conseguido este año hacer un queso tan bueno. ¡Creo que es el mejor que hemos hecho nunca!-.

Ambos se rieron mientras degustaban aquel manjar. Mientras hablaban, la afluencia de gente se hizo más numerosa y, en poco tiempo, un gran grupo esperaba a los pies de un escenario de madera el pregón del alcalde y el comienzo de las fiestas. A duras penas ambos comerciantes pudieron escuchar las palabras de aquel hombre, pero sí los vítores y aplausos que generaron.
Matokaw, el mercader más famoso y respetado de Shamataw, tomó el relevo y, tras una salva de fuegos artificiales, quedó oficialmente inauguradas aquellas fiestas.

- ¡Y ahora, a bañarse todo el mundo! Recordad que todo aquel que lo haga recibirá gratis… ¡¡Vino caliente y una buena cantidad de manjares!!-.

Los dos mercaderes sonrieron. Trof pensó que, después de todo, aquellas podían ser unas fiestas inolvidables.
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Songèrie 21/04/11, 02:08 am

El circo siempre seguía las fiestas que se celebraban en las diferentes islas de Jasperia y, aunque ellos ya no estaban conmigo, yo había decidido seguir la tradición. Las fiestas significaban mucha gente deseosa de divertirse y de gastar su dinero y muchas funciones a tablero vuelto y yo esperaba que también significaran muchas monedas depositadas en el pañuelo de una chica malabarista.

La primera fiesta a la que acudía sola era esta, la Fiesta de los Baños. Había habido otras, en el verano y el otoño, pero me había costado encontrar la manera de pagarme el pasaje a cualquiera de las islas. Con lo que reunía con mis actos de malabares, me alcanzaba para pagarme la comida y el techo para mi gato y para mi y poco más. Bueno, sí había podido ahorrar para comprarme una muda de ropa y una capa de abrigo – en los mercados siempre es posible comprar ropa usada en buen estado – pero para un pasaje en barco, nones.

Seguramente hubiera seguido varada en Trinacría, muriéndome de ganas de venir a la Fiesta de los Baños, si no me hubiera encontrado con la señora Valdés y sus mellizos. Ella iba a viajar a Shamataw a las fiestas y necesitaba a alguien que entretuviera a los chiquillos durante el viaje, yo tenía trucos suficientes como para mantener entretenidos a una decena de mocosos y necesitaba que alguien me pagara el pasaje; Chevalier ofició de intermediario y llegamos a feliz acuerdo.

Y ahí estaba, con mi gato en brazos y la nariz roja por el frío, escuchando el pregón del alcalde. Sin duda, iba a ser Una Gran Fiesta: había mucha gente, muy contenta y todo estaba muy lindo. Yo esperaba divertirme mucho, comer muchas cosas ricas y ganar buenas propinas, pero no pensaba bañarme; la vez que lo había hecho, desobedeciendo a mamá, lo había pasado la mar de bien pero luego estuve tres días en cama con fiebre y eso no fue nada, nada divertido.

Ya no era una niñita para sólo estar pensando en juegos y diversiones, así que mientras los primeros valientes corrían hacia las pozas, me puse a buscar un buen lugar donde presentar mi acto.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 24/04/11, 11:43 am

Lo cierto es que desde las declaraciones de Darg contra el Rey, el ambiente en el archipiélago había estado muy caldeado, y hervía a base de entusiastas de uno u otro bando. A Zeiss le gustaba ser neutral, y aunque no podía evitar que su corazón estuviera con Trinacria contra la causa eclesiástica, admiraba aún más los esfuerzos del Duque Varich por mantener la paz y evitar afiliarse a uno de los dos grandes bloques; su simpatía estaba por tanto con él, y lamentó no tener oportunidad para conocer a tan poderoso personaje.

La idea de hacer una fiesta en medio de esta tormenta política le pareció sublime. Así que dejó lo que estaba haciendo en aquel momento y voilà.

Era pleno invierno, y el ladrón debía admitir estar pasando frío con su insuficiente abrigo. Era sorprendente que aquella fiesta fuera de bañarse... Un desafío al frío, ¡y un desafío a la guerra al mismo tiempo! Fantástico, fantástico. Él tenía claro que quería participar en eso, y si además le prometían vino caliente (y, su mente imaginaba, especiado) y algo de pan con queso, o obleas y tartas bien doradas, o alguno de aquellos dulces que decoraban pequeños puestos, no podía dudar un segundo.

Así que sin pensarlo, gritó algo así como un infantil "¡Bieeeeeeeen! y corrió a zambullirse en las pozas de agua que tan famosas eran en la isla.
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Mensaje por Songèrie 30/04/11, 08:34 pm

Mientras caminaba buscando el sitio apropiado para iniciar mi función, iba pensando con anhelo en una buena taza de chocolate caliente. Por la mañana había tomado una pequeña taza de leche, acompañado por un trozo de pan con una delgada tajada de queso, pero ya hacía mucho de eso y tenía nuevamente hambre; el pasaje que la señora Valdés me había pagado incluía una alimentación muy frugal.

Los tenderetes, muy próximos los unos a los otros y conectados por guirnaldas de colores, se veían realmente muy bonitos, pero dejé de prestarles atención al poco rato. Entre ellos había muy pocos espacios apropiados para que pudiera ubicarme con mi acto y, los que había, ya estaban ocupados por titiriteros y saltimbanquis. Si no conseguía el Sitio Apropiado aquí, donde se concentraban la comida y la diversión, tendría que resignarme a ubicarme en alguna callejuela de por ahí, donde no pasara casi nadie y eso sería muy malo. La perspectiva de no poder aprovechar al máximo la concurrencia de gente a las Fiestas y de que tal vez ni siquiera pudiera ganar bastantes monedas para pagarme comida y un lugar donde dormir, me tenía ya muy desanimada cuando encontré el lugar que necesitaba. En la plaza, una pequeña fuente separaba a dos tenderetes y todavía nadie se había situado frente a ella. Apenas vi el sitio, corrí para que nadie pudiera ganármelo. No es que tuviera mucha competencia, la verdad, pero había que ser precavidos.

Me senté en el borde de la fuente y puse a Chevalier en el suelo mientras esperaba que la gente regresara. Cuando noté que ya volvían de las pozas, me quité la capa – lástima que no pudiera hacer mis malabares con ella puesta, con el frío que hacía – la extendí en el piso, coloqué sobre ella mi bolsa con mis útiles de trabajo y un pañuelo para que la gente depositara sus propinas y tomé mis argollas. Un par de chiquillos se había detenido a mirarme; les sonreí y luego lancé una argolla al aire.
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Mensaje por Gonzalvus 01/05/11, 06:54 pm

Corriendo entre la gente su mirada buscaba a su objetivo. Intentando esquivar a los malones de personas, una parte de si todavía se preguntaba porque había aceptado hacer este trabajo. Ni siquiera sus largos años de entrenamiento en la casa de asesinos en Ithas lo prepararían para esto.

Luego de un largo rato de correr por fin encontró a su objetivo, al lado de una fuente, entre un grupo de niños. Cuando la había visto sabía que no iba a ser un objetivo facil, sus ojitos azules profundos, su largo cabello dorado, esa mente rapida y manipuladora... todo un reto, pero ya estaba allí, ya la había alcanzado.
Se acerco lentamente por detras de ella, sabía que tenía que ser veloz, preciso, no debía escapar, no solo porque era peligroso, sino porque si algun contratiempo pasaba ademas de quedarse sin paga se iba a quedar sin cabeza.

Cuando la tuvo a su alcance tomo suavemente a la niña rubia de la muñeca y le dijo en actitud severa:

- ¿Elaine, cuantas veces te dije que no te alejes de mi? Tu padre se enojara mucho conmigo si te pasa algo. -

Cabello castaño, algo desmechado y corto. Un flequillo disparejo el cual no llegaba a tapar sus ojos. Patillas largas y terminadas en punta, llegando a la altura de sus hombros. La luz del sol hacía que su pelo brillace en tonos rojizos y resaltaba sus pequeñas y graciosas pecas, las cuales se encontraban bajo su entrecejo y debajo de sus ojos, contrastando con la cicatriz horizontal que tenía sobre su nariz.

Su atuendo era diferente al de siempre, por alguna razon su ropa había desaparecido cuando llegó a esa mansión, seguro obra de la pequeña angelita...
Ahora llevaba puesta una camisa de color rojo finamente confeccionada, la cual estaba abotonada en las mangas, una chaqueta de color verde oscuro y sobre esta una capa de color marron oscuro casi hasta el suelo. Unos pantalones del mismo color, abombados cerca de sus puntas inferiores, los cuales se encuentraban metidas dentro de una botas del mismo color.
Tenía en un colgante un pequeño circulo con el simbolo de su gremio, una luna llena con una luna creciente negra dentro a la izquierda, la cual estaba en un fondo por el lado derecho negro y por el otro blanco.
Las unicas armas que llevaba eran ocho cuchillos arrojadizos los cuales los traía escondidos del lado del revez de su chaqueta y dos dagas curvas colgando de su espalda, escondidas debajo de su capa.

- No me importa lo que te haga mi papi, el deberías estar aquí, no tú - La niña lo miraba con sus cejitas fruncidas. - ¡Quiero ver el acto! Si no me dejas verlo le diré a mi papi que me perdí en la feria por tu culpa. -

La petición ruidosa de la niña había llamado la atención de las pocas personas que todavía no estaban o fingían aún no prestar atención. Gonzalvus comenzó a preguntarse como había llegado a esta situación tan extraña, como se había convertido en el niñero de ese pequeño monstruo con vestido rosado.

---

Recordó el último encargo, proteger a un comerciante el cual estaba metido en cosas extrañas. Gonzalvus era uno de los guardaespaldas asignados. Algo salió mal, unos hombres armados salieron de la nada y los atacaron, por lo menos eso es lo ultimo que recuerda antes de recibir un golpe bastante fuerte sobre su cabeza. Su memoria vuelve cuando se despierta en una mansión, sus ropas dobladas a su lado, algo ensangrentadas y él en una cama bastante confortable con una venda en su cabeza.

Las criadas de un tal Netherlight lo habían encontrado tirado en el suelo sangrando y lo habían llevado a la mansión de su señor. Trabajó allí para pagar los servicios prestados y le tomaron bastante aprecio salvo la revoltosa Elaine, la pequeña y unica heredera de la fortuna de los Netherlight. Elaine solo tenía a su padre dado que su madre había muerto en su parto, y el señor Netherlight constantemente viajaba por motivos de trabajo.
Un día, salió el tema de conversación que tanto había intentado evitar, la profesión de Gonzalvus. Este les dijo que era una especie de guardaespaldas, y el señor Netherlight al escuchar esto le encargo ser el "guardaespaldas" de Elaine y llevarla a la fiesta que iba a comenzar en Shamataw, dado que este no iba a poder acompañarla por otro viaje de negocios.

---

- ¡Gonzalvus! - Le grito la niña logrando así sacarlo de su recuerdo - ¡Te exijo que me dejes ver el acto! -
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Mensaje por Zeiss Ethesian 02/05/11, 09:05 am

Salió empapado y con mucho mucho frío. De hecho, lo único que consiguió sacarle tan pronto fue el temor de que se llevaran todos los pastelitos y que se enfriaran los manjares. El agua de las pozas estaba muy caliente, lo que era un contraste tremendo con el exterior, y Zeiss no había tenido la buena cabeza de quitarse buena parte de la ropa antes de zambullirse, así que ahora lo único que tenía seco eran las botas cogidas en su mano, su capa y una manta de lana rasposa que alguien, hacía unos días, le había regalado por la pena que le dio verle con tan poco abrigo.

Fue corriendo a por su premio, bebió un poco de vino (contra su costumbre) y tuvo que admitir que estaba bueno, y cogió toda la bollería y el queso que pudo sin parecer demasiado abusón, bien envueltos en su manta.

Así de bien provisto, desplazó su atención hacia los espectáculos. Gente tocaba, cantaba (algunos atrevidos incluso comenzaban a improvisar un baile), había espectáculo circenses y de marionetas. Zeiss fue pasando delante de todos mientras mordisqueaba su pastelito de limón, y finalmente se quedó quieto delante de una niña que lanzaba argollas al aire. Le pareció una jovencita encantadora y muy hábil, así que aplaudió a rabiar (con cuidado para que no se le cayera la comida) siempre que la ocasión lo requiso.

Otra chiquilla de aspecto mimado comenzó a chillar poco más tarde. La atención de Zeiss, como la de tantos otros, se vio atraída por ella y el pobre hombre que parecía bajo sus órdenes, probablemente contratado por su familia para vigilarla. Asintió con convencimiento a las palabras de la pequeña, y miró hacia el tal Gonzalvus.

- Ningún niño debería verse privado de un espectáculo circense - sentenció.
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Songèrie 05/05/11, 08:27 pm

La estaba pasando la mar de bien; me gustaba hacer malabares y me gustaba que la gente me mirara y me aplaudiera. Había un buen número de personas mirando mi acto y parecía que les gustaba, los aplausos que oía de vez en cuando así me lo indicaban y eso me encantaba. Es lindo que la aplaudan a una, claro que sí, y lo mejor de todo era que muchas veces la gente que aplaude también deja una moneda.

Todos estaba saliendo a pedir de boca – Chevalier dormía tranquilamente junto a mi zurrón sin meterse en líos y no se me había caído ninguna argolla – cuando los gritos de una chiquilla me hicieron perder la concentración y dejé caer una argolla al piso. Se supone que eso no debe pasar nunca, pero la verdad es que pasa más de una vez y mamá me había preparado para eso. Lo principal es no perder la compostura, decía ella. Así que, haciendo como que no pasaba nada, tomé la argolla con un pie, la lancé al aire, la recogí y ejecuté un paso de baile, luego de lo cual hice una reverencia al público.

La niña chillona había atraído la atención de varios de los concurrentes y eso era muy, muy malo para mí, necesitaba volver a ser el centro de la atención de los espectadores. Cambiar el objeto con el que trabajaba era una manera, y dejando las argollas a un lado, fui en busca de los balones, pero mientras los sacaba pensé que necesitaba hacer algo más, algo diferente.

A mamá no le gustaba nada que hiciera lo que iba a hacer pero, ¡malhaya mi suerte!, ella estaba muy lejos de mí y no podría enojarse. Puse los balones en el piso, me quedé quieta un momento, concentrándome, y luego de un ratito logré que varias mariposas y colibríes de colores vivos aparecieran volando desde la nada; conseguí que hicieran una especie de baile en torno a mí, durante un par de minutos y cuando se desvanecieron, inicié la segunda parte de mi acto lanzando dos balones al aire simultáneamente.
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Mensaje por Rogelio Bonifante 06/05/11, 01:10 pm

Oh, hermosa, ágil, luminosa. Y no se refería a la isla.

Suspiró con ensoñación.

- Si tan solo tuviera un par de años más – murmuró algo resignado, observando atentamente el espectáculo de la pequeña bailarina. Ni siquiera el berrinche de la rubia atrajo su atención, por más de un par de segundos, la forma en que hacía malabares con los aros, y las mariposas. Era preciosa.

Y cuando creciera, y sus propias reglas morales al respecto no fuera un impedimento, sería aun más bella. Estaba fascinado con la malabarista. Estaba de vuelta en Shamataw.

La razón de su visita, el anhelo de su corazón por encontrar en las fiestas a su ángel azul. Guardaba la ilusión de encontrarse con Mayo y volver a besar sus manos, llevarla a las termas y darle todo el amor que se merecía, todo su amor. Pero desde su arribo a la ciudad no la había visto y nadie parecía haberlo hecho en varios días, si no eran semanas.

Con el permiso abierto del alcalde para divertirse, eso era lo que hacía Rogelio, aunque no era al estilo de Rogelio, sino solo observando, sonriendo, pasándolo bien y tranquilo.

Con un nuevo aplauso, bastante efusivo por cierto, depositó varias monedas de cobre como propina a la pelirroja, pero luego, le dio un par de plata por el espectáculo de magia.

- Maravillosa, maravilloa!! Damas y Caballeros!! – dijo en voz alta atrayendo de nuevo la atención de los presentes – sobre todos los caballeros para que me dejen las damas – murmuró pícaramente – No desvíen su atención de tan conmovedor espectáculo!!!! No volverán a ver algo así de especial en este crudo invierno!! Vengan, vengan!! –

No esperaba ganar nada de atraer más espectadores a la niña, al menos no nada monetario. Quería verla sonreír, grabarse su sonrisa y soñar con esta, hasta cuando tuviera la edad suficiente para entender sus declaraciones de amor.
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Mensaje por Gonzalvus 11/05/11, 11:44 pm

Nunca le había gustado atraer la atención de la gente, siempre intentaba evitar ese tipo de cosas. Gonzalvus es de los que intentan pasar desapercibidos cueste lo que cueste, caso contrario se refugiaba en su capucha con aspecto misterioso y oscuro, cosa que alejaba las miradas.

Pero ahora no tenía ni su capucha, su túnica o sus katares, se sentía desprotegido y cada segundo era una eternidad. Elaine lo había sacado de sus recuerdos y ahora notaba que la gente que había estado prestando atención a la malabarista ahora estaba viendo a la niña y a él.

- Xub Elaine, veamos el espectaculo - dijo el joven y se sentó al lado de esta, intentando no prestar atención a los demas.

Justo en ese momento aparecieron colibries y mariposas de la nada y comenzaron a bailar en torno a la pelirroja para luego de unos minutos desaparecer. Fue bastante imprecionante y logró conseguir la atención del publico nuevamente hacia ella, logrando siguir con su espectaculo. De improviso un hombre bastante ruidoso salió de la multitud y comenzó a decir a voces cumplidos sobre el espectaculo y demas palabrería.

De las pocas cosas que molestaban a Gonzalvus, las personas ruidosas eran la primera, pero debía admitir que estaba logrando atraér mucha mas gente.

Gracias al cielo Elaine estaba entretenída y no incordiandolo con sus ordenes o correteando de aquí para allá, Gonzalvus pudo relajarse por un momento y disfrutar de los malabares.
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Mensaje por Otto Hoenheim 12/05/11, 10:55 pm

El viaje había sido lento y molesto. Pese a la ubicación relativamente tropical del archipiélago, Jasperia gozaba (o más acorde a lo que pensaba Otto, padecía) de inviernos fríos e intensos, como contrapartida al relativamente templado clima del resto del año. Por otro lado, una mente más poética que la del joven mago hubiera podido captar la sutil metáfora que relacionaba el enfriamiento de las relaciones políticas entre las islas con el frío intenso reinante en el archipiélago.

Una mente más religiosa quizás lo hubiera asociado con un esfuerzo denodado de alguna deidad amante de la paz de dificultar lo más posible un comienzo de hostilidades entre las distintas facciones.

Pero la mente de Otto no era lo uno ni lo otro. De hecho ni siquiera se había parado a pensar mucho en la escisión del reino, aparte del incómodo momento en que la guardia del puerto de Trinacria había inspeccionado su equipaje antes de embarcarse fuera del ahora Ducado del Triskel en pos de Shamataw; incómodo porque uno de los guardias había sacudido imprudentemente una de sus AturdeBrutos antes de que pudiera explicarle que era peligroso, aunque por fortuna había tomado una cuyo disparador estaba defectuoso. A fin de cuentas, todo había resultado bien.

La mente de Otto estaba demasiado ocupada como para pensar en política. En primer lugar, pensaba mucho en Wolfgang, su maestro perdido, y en cómo su investigación sobre su paradero seguía estancada en un callejón sin salida; había examinado cada detalle del tomo que dejó atrás su maestro al menos un millar de veces, pero no había respuesta alguna a su alcance. En segundo lugar, su negocio. Las cosas le iban relativamente bien; vendía invenciones y artilugios sencillos a pequeña escala, incluso indirectamente a otras islas, pero por suerte o por desgracia aún nadie se había fijado en él; seguía sin acercarse ni un poco a conseguir el más mínimo contacto, lo cual le hacía retornar al primer punto. Por último, en su mente se estaba cociendo su próximo gran experimento...

Pero de momento, el escuálido chico se mantenía centrado en el segundo punto, que era el que le había traído allí; las fiestas y ferias tienen una razón de ser que en muchas ocasiones marcan las razones de su origen, y esa razón suele ser dar a conocer sus productos al exterior y, al mismo tiempo, abrir las puertas a mercaderes exteriores para que se dieran a conocer en el lugar.

Así, el aprendiz de mago paseaba entre los tenderetes charlando con sus propietarios, como llevaba haciendo toda la mañana, envuelto en su aparatoso abrigo (cuyo aislamiento le hacía estar muy bien abrigado), llevando su extraño bastón giratorio y cargando con un fardo pesado, donde guardaba algunas muestras de su taller, para mostrar a comerciantes que pudieran interesarse.

Su vagabundeo le había llevado finalmente al lugar donde una pequeña multitud observaba a una chica hacer malabarismos para deleite de los niños. Su mirada no se habría detenido mucho tiempo allí de no ser por las mariposas que hizo aparecer súbitamente, despertando su curiosidad. ¿Cómo lo habría hecho? ¿Magia natural, conjuración, ilusión o ilusionismo? Su mente empírica decidió quedarse cerca, por si tenía ocasión de hablar con la chica después.
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Zeiss Ethesian 17/05/11, 04:22 pm

Zeiss se sintió genuinamente ofendido cuando aquel desconocido se autodecretó caballero andante y defensor de la joven y dotada malabarista. Sus aplausos y, poco más adelante, su intervención en defensa de la pequeña artista, ahogaban de lejos los vítores del ladrón. ¡Qué maleducado por la parte de aquel individuo llamar tanto la atención! reflexionó Zeiss mientras se llevaba a la boca una galleta de jengibre.
Pero la sensación de ofensa (si es que en algún momento llegó a sentirla de verdad) desapareció pronto, y el ladrón pasó a reflexiones más pragmáticas como es el comer. Y no tanto comer en aquel momento, tarea que aún no descuidaba, como comer al día siguiente, cuando la ley de la moneda volviera a imperar y su bolsillo se sintiera más vacío que nunca.

Un ladrón no puede pasar por alto la enorme oportunidad que representa una masa bien apretujada de damas y caballeros felices, ¿verdad?

Le dolía un poquito en la conciencia el aprovecharse del espectáculo para sus mezquinos fines, pero su oficio lo mandaba. No podría mirar jamás de nuevo a nadie a la cara y proclamarse un buen profesional si dejaba pasar aquella oportunidad sublime. Así que no la dejó pasar, justamente, y cuando salió del tumulto procuró hacerlo un poquito más cargado que cuando entró (pastelería a parte, cuyo volumen sí había disminuido bastante).
A la salida del gentío se fijó en un hombre cuyo aspecto se podía describir en una palabra como "sospechoso". De hecho, toda su persona se podía ir describiendo a base de únicos adjetivos vagos, así que Zeiss jugó mentalmente a hacer eso. Tenía un bastón raro y un abrigo desproporcionado. El fardo que llevaba, por su lado, era tentador... pero parecía que no lo iba a descuidar lo suficiente como para que el ladrón se lo llevara.

¿O sí?
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Songèrie 19/05/11, 02:15 am

Apenas había comenzado la segunda parte de mi acto cuando un caballero, muy alto y elegante, salió de entre el público y, luego de depositar unas monedas en mi pañuelo, comenzó a hablar en voz alta elogiando mi espectáculo. Yo no me esperaba eso y la sorpresa hizo que se me cayeran los balones que estaba lanzando. Que alguien me interrumpiera y me hiciera perder la concentración era algo que me molestaba mucho, pero esta vez fue distinto. El caballero decía cosas muy bonitas sobre mi número y llamaba a la gente para que viniera a verme y la gente le hacía caso, ¿cómo iba a enojarme? En realidad, estaba muy contenta, porque sus llamados habían hecho que mi público aumentara mucho así que agradecí su bondad con una sonrisa y una reverencia antes de tomar los balones y seguir con mi trabajo.

Esta vez todo salió de perlas. No hubo más interrupciones, ni de niñas berrinchudas ni de caballeros galantes, y un público mucho mayor al que había tenido nunca desde que actuaba sola contemplaba mi actuación y eso me hacía sentir llena de ánimo y energía. Para mejor, esta vez no se me cayó nada y terminé el acto lanzando argollas y balones en forma combinada. Me despedí del público con una gran reverencia y concentrándome de nuevo, logré que una lluvia de flores cayera sobre ellos durante algunos segundos. Nunca había hecho nada así, no cerraba mis actos de esa manera, pero esta vez sentí la necesidad de hacer algo especial. Creo que necesitaba estar a la altura de lo que el Caballero Galante había dicho de mí.

Apenas terminé el número fui a recoger mi pañuelo; era lo primero que hacía siempre, había que estar atenta para que alguien no fuera a birlarme la paga, aunque Chevalier le hubiera dado un gran arañazo a quien intentara hacerlo. Esta vez sólo se acercó gente que había esperado el término de mi acto para recompensarme. Varios depositaron una moneda en mi pañuelo, pero otros se quedaron en el intento porque no encontraron su bolsa por más que registraron sus bolsillos.

Yo estaba demasiado emocionada con el contenido del pañuelo para darme cuenta de lo que pasaba, Y es que casi se me salen los ojos cuando vi tantas monedas allí; había muchas monedas, piezas de acero y cobre y ¡dos monedas de plata! Nunca nadie me había dado una moneda de plata, no lo podía creer ¡Bendita el alma generosa de quien las había depositado ahí! En Trinacria tenía que hacer varias funciones al día para conseguir el dinero suficiente para pagar comida y hospedaje para un día o dos, pero ahora con una sola función, me había asegurado techo y sustento para varios días. Era maravilloso, realmente maravilloso, pero no pude celebrarlo como hubiera querido en ese momento.

Un sordo rumor de “ladrón, hay un ladrón”, que circulaba entre la gente que aún estaba por ahí, llegó a mis oídos y me asustó mucho. Los ladrones suelen aprovechar cuando hay muchas personas reunidas para hacer su “trabajo” y a veces la gente piensa que el artista que ha atraído a esa gente es cómplice del ladrón; había visto pasar eso en Trinacria una vez y no había sido bonito. Tratando de estar tranquila, guardé el pañuelo, los balones y las argollas en mi zurrón, me puse la capa y tomado a Chevy en brazos, el que maulló protestando por haber sido interrumpida su siesta, me alejé intentando que no pareciera que huía.
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Mensaje por Mizik Ponjater 19/05/11, 12:57 pm

Nada más oír la palabra "ladrón" entre los murmullos de la gente que se agolpaba por la plaza, Mizik llevó la mano hasta el zurrón, asustado, para comprobar que no había sido víctima del hipotético carterista. Acto seguido suspiró más tranquilo tras ver, o mejor dicho palpar que sus escasas pertenencias seguían allí. Tampoco le extrañó: un pedazo de pan seco, una flauta de madera y una pequeña lira artesanal toscamente trabajada no supondrían ningún interés para un ladrón decente, razonó.

Al oír el tintineo de sus últimas monedas volvió a suspirar, esta vez de desaliento: nada más llegar a Trinacria desde la casa paterna, allá en los fértiles campos de Moramaile, y oír hablar de la famosa fiesta de los baños de Shamataw no había pensado en otra cosa que acudir. Desalentado por su parca economía, ya estaba hecho a la idea de no poder ir cuando conoció a un viejo capitán que se ofreció a llevarlo hasta allí en su barco por lo que pudiera pagar, dado que tenía que hacer el viaje igualmente. Luego se preguntó si los curiosos efectos de su arpa no habrían tenido el poder de conmover al marino...

El caso es que había podido llegar a Shamataw justo a tiempo para presenciar el inicio de las fiestas ¡y qué fiestas! No acostumbrado a más que la modesta feria de su pueblo, aquello le parecía increíble. Llevado por la euforia, se encontró sin darse cuenta zumbullido en una de las charcas termales junto al resto de los joviales habitantes de Shamataw; luego, todavía helado como un carámbano y con la nariz goteante disfrutó de un trozo de queso azul y de un vaso de caliente vino que frenó considerablemente el castañetear de sus dientes.

Tras ello, bien envuelto en su capa y con la capucha puesta había seguido paseando, mirándolo todo fascinado: los puestos de los vendedores, los juglares, los malabaristas... la malabarista. Una joven muchacha era la que más había llamado su atención (y a juzgar por la cantidad de gente que la observaba, la de muchas otras personas) al convocar un grupo de mariposas y pajarillos exóticos como complemento a su espectáculo de malabares. Mizik se había quedado absorto contemplándola: era una amazona, una ninfa, una dríada salvaje con aquel cabello rojo intenso y todos aquellos animalillos a su alrededor. Le vinieron a la mente todas aquellas hechiceras y chamanes elfas de gran poder y exotismo sobre las que había leído en libros, y pensó que más tarde y con calma improvisaría una canción para la curiosa chica de cabellos de fuego.

Sólo despertó de su ensimismamiento cuando un hombre se puso a gritar a la multitud, alabando a la malabarista y atrayendo nuevo público para ella. Cuando concluyó finalmente su número con una lluvia de flores sobre todos los presentes, Mizik la vitoreó y aplaudió como el que más, entusiasmado. Sólo lamentaba no poder darle ninguna moneda, pensó con un chispazo de amargura, sobretodo porque él sabía muy bien lo que costaba ganarlas por aquellos medios.

Acto seguido, un murmullo empezó a prender como la pólvora entre la gente: "ladrón, hay un ladrón". Tras comprobar que lo llevaba todo encima, intentó abrirse paso hacia los bordes de la plaza para salir de la multitud que empezaba a revolverse cada vez más. "Seguro que ahora mismo el ladrón ya estará bien lejos de aquí", pensó mientras se lo imaginaba como una alta y negra figura encapuchada que se reía de manera burlona mientras bebía una copa de vino en algún profundo sótano repleto de tesoros prodigiosos. Pero la gente cada vez empujaba más y más, y las primeras riñas entre los transeúntes más susceptibles no tardaron en aflorar. Decidido a poner tierra de por medio se dispuso a echar a andar, pero entre tanta gente Mizik tropezó y cayó al suelo de bruces, dándose un buen golpe en la frente.
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Mensaje por Gonzalvus 19/05/11, 03:59 pm

El numero de personas que había reunidas allí era alarmante, pero todos mantenían la calma y veían entusiasmados ya el final del espectaculo, terminando con mariposas que aparecieron de la nada. Mientras todos le dejaron algunas monedas a la joven se empezó a correr el rumor de un ladrón entre los espectadores.

Todo se volvió un caos, primero fue un rumor, luego comenzaron los apretujones, empujones y despues hasta hubo riñas entre ellos. Gonzalvus se paró rapidamente y cuando amagó para tomar el brazo de Elaine descubrió que esta ya no estaba. ¡La niña aprovechó el ajetréo para escapar! No podía estar pasando aquello.

Solo como un asesino entrenado podía comenzó a moverse entre las personas rapidamente, buscando a la niña la cual no podía estar muy lejos. Deslizandose entre dos personas, saltando sobre un chico que había caido al suelo, evitando que una persona lo empujace hasta que llegó a uno de los puestos mas cercano, el cual era bastante alto. Se trepó y desde allí arriba comenzó a buscar a Elaine entre la multitud.

Desde allí arriba pudo ver entre la multitud un hombre que se estaba llevando a Elaine del brazo, ¡Xodâ!, ¡La estaban secuestrando! Saltó de allí al borde de la fuente, de allí rapidamente a otro tenderete, de allí a otro que estaba cerca el cual justo antes de desplomarse permitió saltar una vez mas a Gonzalvus sobre un hombre que estaba discutiendo con otro.

Luego de utilizar al pobre como resorte humano para amortiguar la caida, corrió al hombre, el cual al darse cuenta que lo estaban siguiendo, tiró a la niña a otro sujeto que estaba allí el cual la agarró y se la llevo como un paquete bajo el brazo y desenfundando una espada corta corrió hacia Gonzalvus. Mientras esto pasaba Elaine no paraba de llorar de la manera mas escandalosa posible.

El asesino luego de desenfundar rapidamente las dos cuchillas curvas, las cuales las empuño con el filo apuntando hacia abajo, con la misma velocidad que estaba corriendo uso la cuchilla derecha para desviar el espadazo y girando mientras avanzaba por la izquierda del sujeto continuó el giro y bajando el filo lo apuñalo en la pierna con la cuchilla izquierda y dando un segundo giro mientras se levantaba para quitarla de allí.

Sin perder de vista a su objetivo corrió lo mas rapido que pudo para alcanzarlo. Un guardia se metio en el camino del secuestrador lo cual hizo que este girase a la derecha donde otro guardia lo esperaba. Este intentó frenarlo, pero el susodicho lo esquivó y al perder el equilibrio trastabilló y casi cae sobre la niña.
Los guardias rapidamente saltaron sobre él apresandolo y la niña, con un raspón en el brazo comenzó, mas que a llorar, a gritar aún mas fuerte. Y luego de soltarse de un guardia que la quería ayudar corrió a Gonzalvus.

Gonzalvus enfundó las cuchillas rapidamente y la recibió algo confuso, "¿Primero me quiere lejos de ella y ahora me abraza así?".

El asesino completo el abrazo tomando a la niña con los dos brazos. Esta comenzó a sollozar menos ruidosamente y con mas lagrimas.
Al ver alrededor suyo se paralizó, mucha gente había formado una especie de circulo con ellos dentro. Gonzalvus intentó no mirarlos y posó su mirada en la cabecita rubia que tenía apollada en su pecho.
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Mensaje por Rogelio Bonifante 20/05/11, 11:32 am

**Hermosa!!! Era maravillosa esa visión de encanto y habilidad. Ella sí que podría ser la madre de sus hijos pero tendría que crecer. Conmovido, Rogelio observaba todo lo que hacía, como lo hacía y le preciosa sonrisa con la que soñaría cada día de su vida hasta que pudiera ir a buscarla y pedir su mano.

Cumplido su objetivo, se dedicó a mirar el espectáculo, disfrutarlo y luego aplaudir cuando las flores cayeron sobre ellos. A un jardín de flores la iba a llevar a ella cuando fuera mayor y estuviera en edad de merecer. Luego, llegaron las monedas y se dio cuenta que podría tener un juego de innumerables matices de su sonrisa. Tal vez, nunca mujer alguna llegara a competir con ella.

Por supuesto, al igual que muchos, salió de su ensoñación cuando el rumor de ladrón se esparció. Que indignante era aquello. Como podía un sinvergüenza aprovecharse de algo tan sublime para robar a los espectadores? Echó una mirada en rededor. Todo el tiempo había estado al frente, así que no podrían culparlo… pero si nombrarlo cómplice.

Y este hecho no tardó. Sería su pequeña muza la fuente de los robos? Una belleza peligrosa. Para él tenía sentido, por eso no la culparía, la vida era dura, y había que buscar la mejor forma de sobrevivir. Rápidamente la perdió de vista. Pero las miradas de varios espectadores molestos se fijó en él y empezaron a señalarlo.

De forma poco cortes empezaron los reclamos, luego las palabras duras y por últimos las acciones hostiles. De nada serviría explicar que él no tenía nada que ver, aunque les dijo que lo podía requisar si querían. Cuando llegaron los golpes, trató en lo posible de no agredir a los demás, no estaba ahí para peleas, para esa gracia se habría quedado en el mar, con sus amigos marinos. Pero sí se defendía, tratando de no devolver los golpes si no desviándolos, hasta que hubo uno que no pudo evitar.

La más excelsa criatura del mundo, con unos ojos oscuros que lo hacían perderse y unos labios fruncidos por la ira que sentía, pero que lo invitaban a besar, le acababa de dar un bofetada que lo dejó pasmado por un momento. Para el siguiente golpe, le atrapó la muñeca pero en lugar de hacer fuerza, atrajo su mano a sus labios y le dio un galante beso en el dorso de esta.

- Tan bella mano, solo debería estar presta para recibir besos y caricias – la señorita, se ruborizó y, azarada, trató de soltar la mano, pero no se lo permitió, mirándolo fijamente a los ojos - Mi señora, creedme, que de usted, solo quisiera robar el corazón para entregarle mi alma – besó de nuevo su mano, giró en torno a ella y siguió buscando la manera de salir de todo el tumulto**
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Mensaje por Otto Hoenheim 22/05/11, 07:01 am

Siguió con interés las cabriolas y evoluciones de la malabarista mientras ésta entretenía a la pequeña multitud allí congregada. En más de una ocasión se unió al aplauso general.

Según parecía, la niña no estaba tan sola como parecía en principio; un hombre salió de entre el público, a modo de maestro de ceremonias improvisado, para llamar la atención de los asistentes a la feria sobre la chica. Aún así, no lo creía necesario, la habilidad de la chica era suficiente para hacerse notar por sí misma.

Como cierre de su espectáculo, convocó una lluvia de pétalos sobre los espectadores; justo lo que realmente había captado la atención de Otto en primer lugar, así que estiró la mano para coger un pétalo de los que caían. La flor se posó delicadamente en su mano una fracción de segundo antes de continuar su trayecto hasta el suelo, atravesándola.

Asintió despacio con una sonrisa satisfecha. Eran ilusiones, como sospechaba. Lo extraño era que se trataba de la segunda vez que la veía convocar una ilusión, y no parecía haber realizado ningún conjuro. ¿Camuflados los gestos y las palabras arcanas en los movimientos del número?

No tuvo tiempo de ponderar mucho más eso, ya que pronto llegó hasta él ese rumor que se extendió primero en voz baja, luego a voces y, por último, a empujones. Ladrón. Un cortabolsas se había colado entre la multitud distraída para ejercer su "oficio". Otto estaba tranquilo a ese respecto, las monedas que había traído estaban en un bolsillo oculto y cerrado debajo del abrigo, sobre su hombro izquierdo; un simple gesto le hizo sentir su revelador tintineo... En ese momento, una figura pasó corriendo a su lado, apartándole de un empellón, mientras era perseguida por otra.

- ¡Más cuidado! - gritó por reflejo, pero para cuando localizó de nuevo las figuras, los guardias ya habían aparecido en escena y, al menos, ese tumulto cesó rápidamente. En ese momento, su mirada buscó el zurrón donde traía su mercancía, esperando no haberle dado una patada...algunas cosas eran delicadas, y si se rompían un par de ellas inadecuadas, podía suceder algún accidente.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 22/05/11, 09:34 am

Después de que se iniciara el anuncio de la llegada de un ladrón, Zeiss se apresuró a comprobar sus pertenencias para asegurarse de que aquel malhechor no le había desvalijado. Hecho esto, y con una marcada expresión de alivio, se alejó tranquilamente de la zona, agachándose en el camino para recoger el fardo que el peculiar hombre había dejado en el suelo.

No pudo resistirse a la curiosidad. Debería haberse alejado un poquito para disfrutar de su botín medio escondido, pero la tentación era demasiado grande, así que en cuanto acabó de mordisquear su éclair de chocolate, sólo unos pocos pasos más lejos, abrió un poco bolsa para ver qué había dentro y metió la mano al mismo tiempo sin reflexionar mucho al respecto.

Una pinza se cerró atrapando su dedo. Los ojos de Zeiss se abrieron de golpe, y el ladrón intentó sacar la mano de la bolsa. El contenido de ésta se revolvió, se escuchó un aparentemente inofensivo "clic" y al momento siguiente una pata se activó y rompió el fondo del fardo. Otro clic, y otra pata mecánica se movió horizontalmente, atravesando la tela, y Zeiss pudo ver cómo su punta cortante se desplazaba peligrosamente cerca de su cadera. Zeiss consiguió alejarse lo suficiente para evitar una herida, pero la pata siguió en su trayectoria y se hundió en la saca del ladrón...

De golpe varias bolsas tintineantes y una lluvia de galletas y pasteles cayeron pesadamente al suelo.

- Ups - fue lo único que pudo llegar a decir el ladrón, cuando varias personas sorprendidas por el sonido y el ajetreo se dieron la vuelta de golpe hacia él. Por si fuera poco, el fardo comenzó a arder en aquel mismo momento, y del fondo abierto comenzaron a caer artilugios que se alejaban botando. Zeiss levantó la vista, identificó al hombre al que acababa de cogerle la bolsa, y le dedicó una mirada entre incrédula, reprochadora y suplicante.
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Mensaje por Songèrie 22/05/11, 09:24 pm

No llegué muy lejos en mi intento de fuga. La multitud empezó a volverse loca a la voz de “ladrón” y muy pronto empezaron los empujones y los apretujones, y las acusaciones y los golpes y las riñas y el tumulto me tragó y no pude salir de la plaza porque la misma gente se había convertido en una barrera que me cerraba el paso. Para cualquier lado que mirara veía gente muy malhumorada y eso me asustaba cada vez más; del puro susto que tenía apretaba a Chevalier sin darme cuenta hasta que el gato me dio un arañazo en defensa propia y eso me hizo reaccionar.

Nadie parecía estar señalándome a mí por el momento y eso hizo que me tranquilizara un poquito, lo suficiente para dejar de apachurrar a Chevy y empezar a buscar un camino de salida. En eso estaba cuando se formó un tumulto dentro del tumulto y un hombre salió persiguiendo a otro y saltó sobre alguien que estaba tirado en el suelo ¡Malhaya mi suerte!, ¿sería que, aparte de que un ladrón se había colado en mi acto, ahora se había muerto alguien? Ojalá que no fuera una ancianita que le hubiera dado un ataque al corazón con tanto jaleo.

Como pude me abrí paso hasta donde estaba la persona caída. Ya más de cerca me pude dar cuenta de que no era una ancianita y que no estaba muerta. Se trataba de un chico de pelo negro, poco más mayor que yo y respiraba.

- Oye, ¿estás bien? –
pregunté, agachándome y tocándole el hombro – Si no te paras luego, te pisarán.

Y es que la multitud estaba cada vez más agitada y nadie se fijaba mucho en donde pisaba y no todos iban a tener la cortesía de saltar por encima de él o mío, si me quedaba agachada ahí. Los gritos y sollozos de una niña se impusieron a los lloriqueos de algunos niños asustados o tal vez perdidos entre el gentío y varias personas fueron a mirar lo que pasaba, abriendo un espacio alrededor. Eso fue muy bueno, tal vez el aire ayudara a que el muchacho reaccionara; estaba pensando en eso cuando Chevy se engrifó de repente.

Un montón de aparatos extraños habían aparecido de quien sabe donde y saltaban por todos lados como si estuvieran vivos.
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Mensaje por Mizik Ponjater 23/05/11, 03:03 pm

Tal vez fuera el aire fresco que le había facilitado el corrillo abierto a su alrededor o tal vez fuera la tenue vocecilla preocupada lo que hizo que Mizik reaccionara. El golpe, justo en medio de la frente, lo había dejado algo aturdido, aunque por suerte no se había hecho sangre. "Luego me saldrá un buen moratón", pensó, "pero nada más". De hecho, fue mucho más fuerte el impacto recibido en cuanto levantó su cabeza para dar las gracias a la chica que lo había socorrido y sus ojos azulados se encontraron con los bellos orbes grises de la malabarista. ¡La muchacha de los cabellos de fuego! Sintió como un relámpago lo cruzaba de parte a parte, y se quedó mirándola (a su juicio, de manera algo estúpida) completamente embobado hasta que en el centro del corro que se había formado irrumpieron una serie de cachivaches saltarines y ruidosos que hicieron incorporarse enseguida a Mizik, sobresaltado.

Al ver que el muchacho estaba bien el corro de gente se rompió, volviendo a sumir a ambos en el tumulto, ahora con los estrambóticos artefactos dando tumbos por todas partes. Pero Mizik, antes de perder de vista a la malabarista (que más de cerca le parecía de menor edad que antes) la agarró por un brazo de manera instintiva, sin saber exactamente qué decirle. Por mucho que los acontecimientos no lo situaran en la mejor de las situaciones (ciertamente, que te encuentren medio desmayado en el suelo por un golpe que te has causado tú mismo al tropezar y caer no es la más favorable de las muchas posibles, se decía interiormente con un deje de angustia), tenía que hacer algo por conocer a esa chica, averiguar su nombre, de dónde era, qué hacía. Quién era, en fin. Y más teniendo en cuenta que había sido la única persona que se había preocupado por él. El Destino, pensaba, la Fortuna o lo que fuera que regía su vida le había dado la oportunidad de conocerla, y no podía dejarla escapar.

-Muchas, muchísimas gracias. Lo siento en el alma si te he asustado, ha sido un tropiezo muy tonto, la verdad -le dijo a través del alboroto general, mientras se frotaba el golpe enrojecido de la frente-. Venga, salgamos de aquí antes de que venga la guardia y se acabe de ir todo al demonio. ¡Por ahí, vamos! -y señaló una de las calles que desembocaban a la plaza con la mano libre-. Entre los dos nos será más fácil abrirnos paso entre el gentío -concluyó, dedicándole la mejor de sus sonrisas.
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Mensaje por Talinthraxus 25/05/11, 12:14 pm

Mi vida en Kuzueth había sido demasiado alborotada. Los inmensos peligros que se vivían en los bosques, los que, además, eran la mejor fuente de agua y alimento, sólo habían logrado que extrañara aún más mi hogar en Werth. En ese lugar no se podía dormir demasiado tranquilo, siempre había un grupo de asesinos al acecho. Incluso, algunas personas decían que esos bosques aparentemente tan cercanos estaban repletos de caníbales. Prefería ser devorado por la más débil de las bestias antes que por un ser humano. Yo no era un ser humano, ¿acaso eso me salvaría de ellos? Me resultaba muy difícil pensarlo. Mi aspecto era como el de un ser humano, hablaba el mismo idioma que los humanos, y nadie creería que tenía más de 200 años. Fue por eso que decidí marcharme y, para mi suerte, encontré un barco que zarpaba hacia una isla llamada Shamataw. Había un festival allí. "Será una excelente oportunidad para buscar un barco", me dijo Raznet. "Y quizás hasta consigamos un mapa que nos revele la ubicación de Werth". Decidí que tenía razón. Ansiaba volver a mi hogar tan pronto como fuese posible, por lo que subí al barco. Me hicieron un importante descuento cuando revelé mi nombre. Había logrado una excelente reputación en Rhylia. Al llegar, unos guardias me revisaron, aunque me dieron un trato especial al oír mi nombre. Pude entrar con mis armas sin ningún tipo de problema.

El evento era llamado "La Fiesta de los Baños". El frío era muy intenso. Había gente que se zambullía en un agua aparentemente caliente (acto que, yo supuse, daba nombre al festival), luego de lo cual salía y bebían un poco de vino.

-Podría tirarme -susurré. "¿Estás loco? No vinimos aquí para pasar frío. Vinimos para conseguir un barco". Raznet era verdaderamente irritante cuando quería -. Es sólo una zambullida. Buscaremos el barco cuando salga.

Sin hacer caso a las advertencias de Raznet acerca de los posibles problemas que podría causar que todos bebiesen vino como premio a su absurdo valor, me tiré al agua que, efectivamente, estaba muy caliente. "Ahora sentirás el frío como nunca antes" me reprochó Raznet. Lo sabía. Tenía razón. ¿Pero acaso importaba? "Si nos integramos, el barco podría sernos facilitado. No tenemos mucho dinero como para comprar un barco así porque sí." "Maldito seas... Eres Talinthraxus, has tejido una enorme reputación, ¿crees que no te facilitarán un barco? No precisamos que nos lo regalen. Sólo necesitamos un descuento. Sal ya de este pozo ridículo y busca algún comerciante para hablar de barcos." Resignado, terminé por hacer caso a mi demonio guardián y salí de allí. Me abrigué tan rápido como pude y bebí un poco de vino, lo cual me ayudó a superar el frío bastante rápido. Empezamos a pasear buscando alguien con quien tramitar un barco, cuando algo llamó poderosamente mi atención. Una niña comenzó a gritar de una manera que no mostraba piedad alguna por mis tímpanos. Junto a ella había un joven que parecía estar muy incómodo. De repente, una voz comenzó a describir un espectáculo aparentemente único e imperdible. Contra las protestas de Raznet, decidí averiguar de qué se trataba. Vi a una niña haciendo malabares y, como descubrí poco después, magia. Era bastante bella, incluso el anunciador del espectáculo parecía completamente embelesado con la niña. "¡Busquemos un barco!" me reprochaba Raznet. Cuando la niña terminó su espectáculo haciendo caer una lluvia de pétalos sobre su público, me dispuse a obedecer a mi demonio guardián para que me dejase en paz, pero sucedió algo. Comenzó a correr el rumor de que un ladrón se había mezclado en la multitud. Estuve por revisar mis cosas, pero Raznet me habló "¿Qué clase de guardián sería si un estúpido ladrón pudiese robar algo en mis narices?". Una gran ira se apoderó de la multitud. Pude ver a un hombre, el mismo que había estado junto a la niña revoltosa, saltando por todas partes. Un hombre me atacó como si yo tuviese la culpa de que allí hubiese un ladrón. Le estaba diciendo que acababa de llegar y que su razonamiento era absurdo cuando oí que Raznet me gritó "¡Camina hacia atrás!", pero no llegué a hacerlo y alguien cayó sobre mí, usándome como una especie de blanda superficie. Era el sujeto que había estado brincando. "Acabémoslo" me dijo Raznet y me levanté rápidamente para perseguirlo y hacerlo notar su error. Entonces vi algo que, al menos, me llamó la atención. Se deshizo de un hombre de una manera que despertaba admiración, y comenzó a perseguir a otro que llevaba a una niña bajo el brazo. ¡Era la niña revoltosa! ¡La estaban secuestrando! Corrí hacia un costado y saqué mi arco para ayudar al hombre que quería rescatarla, pero los guardias detuvieron al secuestrador, por lo que guardé mi arma. La niña corrió hacia su protector y lo abrazó. No soportaba oír a una niña tan pequeña llorando, aunque su llanto se apaciguó un poco cuando llegó a esos brazos guardianes.

"Genial..." Raznet sonaba muy resignado. "Ahora habrá que esperar quién sabe qué cosa para intentar conseguir un barco" "Cállate. Acabamos de ser testigos de algo muy traumático para esta niña". Me acerqué al hombre y me agaché a su lado.

-Mucho gusto, me llamo Talinthraxus. Caíste sobre mí hace unos minutos. ¿La niña está bien? -Mientras tanto, Raznet me advertía de algo. "Hay mucho ruido en la multitud. Hay objetos extraños moviéndose por todas partes. Consigue un maldito barco y vámonos de aquí".
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Mensaje por Gonzalvus 29/05/11, 10:28 pm

El asesino estuvo rodeado de gente por unos instantes, pero estos le parecieron horas. Por suerte un joven de pelo azulado y tan alto como Brünee apareció. Le preguntó sobre el estado de Elaine y le reprendió por haber caido sobre él.

- Bebaxshid por haber caido sobre tí, y gracias por preocuparte por esta niña. Esta bien, solo tiene un pequeño raspón. -

Elaine estaba dejando de llorar y la gente agrupada alrededor de ellos comenzó a dispersarse.

- Aquí no hay nada que ver gente, vuelvan a los puestos que esto es una fiesta. - Vocifero un guardia mientras otros se acercaban al alboroto en la fuente para calmar a las masas.

- Y tu pequeño, tienes mucha suerte que estemos en fiestas, sino debería llevarte al calabozo por daño a otra persona -

Elaine de repente dejo de llorar, miró a Gonzalvus por un momento y comenzó a reirse de él a carcajadas. Gonzalvus no pudo reprimir la frase que Athavulfus, el hafez que lo acogió en el gremio, le había dicho la primera vez que lo vió.

- "Pequeño gran hombre". -

El guardia al escucharlo se rió un poco y luego de darle unas palmadas en la espalda al peliazul y a Gonzalvus les aconsejo que se divirtasen.

- Aprovechen estas fechas para divertirse, algo feo se esta cociendo por Mar de Jaspia, puede que sean los últimos tiempos felices antes de... bueno, diviertanse. -

Gonzalvus
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Mensaje por Otto Hoenheim 07/06/11, 03:08 pm

La cara de incredulidad de Otto no tuvo precio cuando al mirar hacia su bolsa de muestras, ésta simplemente se había desvanecido en el aire. De todas las cosas que podían robar en el mundo, ¿para qué diablos querían eso? Los inventos, sin instrucciones no eran demasiado útiles, y sus materiales no eran nada extraordinario; quitando alguna que otra junta de oro o plata, eran metales comunes y al peso, incluyendo los poco metales exóticos o valiosos, no valdrían ni unos pocos cobres cada uno.

Aún se rascaba la cabeza incrédulo, mirando a su alrededor buscando su abultado saco. Pero cuando lo localizó, sujeto al hombro del ladrón mientras se alejaba tranquilamente, ya era demasiado tarde; él fue el primero en notar que algo no iba bien cuando advirtió la mancha en el fondo del saco.

Pero no pudo hacer ninguna advertencia. Algo había pulsado el resorte el AbreBarriles y éste se había puesto en marcha, desplegando sus cuchillas, rasgando la tela de la bolsa y casi al malogrado ratero. Por el subsiguiente agujero, un puñado de RecogeCuerdas, que parecían haberse activado de motu propio, comenzaron a girar rápidamente, intentando hacer un ovillo pero sin cuerda que evitara que escapasen, e iban saltando como ranas metálicas sin control en todas direcciones. Y el caos continuaba mientras más y más de sus artefactos se escapaban y saltaban como locos.

Para colmo de males, uno de sus viales con la solución luminosa se había cascado, provocando un pequeño incendio que provocó que otros frascos se rompieran, lanzando lluvias de chispas de colores en todas direcciones. Un espectáculo muy bonito, sí, pero ¿en medio de una multitud?

NO.

La mirada de Otto se encontró con la de Zeiss con igual estupefacción. Desde luego, había supuesto que algún artilugio podía activarse y causar algún quebradero de cabeza pero...un efecto dominó así...

- Oh, por el amor de la Dama...- gimió lastimeramente, mientras el AbreBarriles, como una extraña araña metálica, giraba sobre sí mismo grabando un círculo cada vez más profundo en el adoquinado de la calle.. No tenía ningún modo de desconectar todos los artilugios al mismo tiempo, no había previsto una eventualidad así. Podría lanzar pequeñas descargas eléctricas para conseguir interferir con el pequeño hechizo eléctrico que era su arranque, pero entre tanta gente, lo más probable es que acabara hiriendo a alguien.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 07/06/11, 03:44 pm

Zeiss se quedó perplejo mirando al extraño individuo unos largos segundos, pero pronto fue demasiado evidente que aquello no mejoraría la situación. A pesar de que el movimiento, los artilugios saltarines y las chispas habían provocado una pequeña oleada de "vamos a salir de aquí por patas", no tardaría en producirse el efecto contrario al poder reconocer unos cuantos individuos algunas de las bolsas de monedas que habían caído al suelo como... bueno, suyas.

- Errr - comenzó en voz alta, con un tono algo más agudo de lo habitual y forzado para que se escuchara por encima del ajetreo.

No tenía nada claro cómo iba a salir de aquello. En aquel momento Zeiss miró a su alrededor, y volvió a ver a Otto.

- ¡La bolsa es suya! - soltó de golpe, señalándole acusadoramente, como si aquello fuera a librarle a él del entuerto- Y también los Saltarines y las chispas, y es evidente que es un peligro público. ¡Será mejor que lleve todo esto ante la justicia!

Probablemente nadie le hubiera escuchado: la gente de momento parecía más pendiente de mantener a raya el extraño artilugio que giraba sobre sí mientras gravaba un surco en los adoquines. Pero entre la multitud de movimiento errático, le pareció ver a un hombre en concreto con aspecto muy enfadado y que le miraba únicamente a él como si tuviera intención de ir a pegarle. ¿Le he robado yo algo a este hombre? se preguntó Zeiss, mientras el sujeto intentaba acercarse apartando a gente. Se agachó rápidamente para recoger un pastel y corrió hasta Otto, le cogió del brazo e intentó tirar de él con paso de carrera mientras la multitud a su espalda, profería un pequeño gritito al desviarse el Surcador Circular de su trayectoria.

- ¡Tenemos que salir de aquí o nos lincharán! - rogó entrecortadamente mientras tiraba del brazo del hombre - ¿Quién te mandaba a ti traer cosas como éstas a un lugar público? ¡Menuda indecencia! Debes de ser un contrabandista.

En la otra mano, Zeiss seguía sosteniendo los restos de la bolsa, de la que salían las chispas. Si aparecía un guardia, pensaba tirárselo a la cara.
Zeiss Ethesian
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Narrador 07/06/11, 07:03 pm

Issy Gregorian era algo así como un ermitaño. En esa paradisíaca isla que era Shamataw, tan grande y con tan pocos habitantes, él había elegido vivir en las antípodas de sus coterráneos, en un extremo de la isla que era su feudo particular. No, no vivía en una casa flotante, porque se mareaba, pero el mar le proveía de casi todo lo que necesitaba para vivir. El resto lo conseguía en ocasionales visitas, lo más breves posible, a la lonja y el mercado, donde se proveía de vituallas, alcohol y chismes.

Sólo una vez al año rompía Issy esa suerte de ostracismo y se permitía compartir sin condiciones con el resto de la humanidad y era durante la Fiesta de los Baños. Él no se bañaba, pero disfrutaba viendo el ridículo que hacían los otros y además había buen alcohol, buena comida y bailes y chicas lindas a las que mirar. Nunca se perdía la fiesta y casi siempre era de los primeros en llegar, pero esta vez iba muy retrasado.

¡Esa borrachera del día anterior! Sin duda se estaba haciendo viejo; antes podía beber toda la noche y al amanecer estar fresco como una lechuga, pero ahora…. Estaba ya alto el sol cuando había abierto los ojos, con la garganta seca como si hubiera comido arena y con un dolor que le taladraba la cabeza. Pero no iba a perderse lo que quedaba de la fiesta, ¡no, señor!

Un buen levantamuertos, acicalarse como corresponde y ¡a caminar se ha dicho!, tarareando una tonada para alivianar la marcha. Llevaba ya un buen rato de caminata cuando, estando en la cima de una pequeña colina, se le ocurrió mirar al mar. Se detuvo, sorprendido, se dio un pellizco, se restregó los ojos y volvió a mirar. Sí, seguían allí.

Barcos.

Barcos acercándose a la playa ¿Pero que hacían ahí si el puerto estaba del otro lado? Un oscuro instinto lo hizo tenderse cuan largo era en el suelo para poder observar sin ser observado. No tuvo que aguzar mucho la vista para ver la bandera que los barcos llevaban ni tuvo que esforzar mucho la memoria para reconocer la enseña. Era la bandera del Ducado de Ashper. Los navíos, cuyos capitanes probablemente estaban informados del bajo fondo de las costas de Shamataw, se habían detenido a prudente distancia y comenzaban a bajar botes que rápidamente eran tripulados por marineros.

Puede que Issy fuera una suerte de ermitaño y que, a veces, le gustara empinar el codo, pero no era estúpido ni ignorante. Por los comentarios de los mercaderes sabía de las tensiones entre los Ducados en que se había dividido el reino y había escuchado las protestas por la presencia de uniformados en el puerto y los severos controles a que sometían a quienes llegaban a él. “Malos tiempos se avecinan”, decían los agoreros. Y ahora que veía navíos de la flota de la Dama, desembarcando gente en un lugar que ni remotamente era el puerto, la cabeza de Issy sumó dos más dos y la luz de la revelación casi lo cegó.

Invasión.

¡Shamataw iba a ser invadida! Ni siquiera lo pensó. Se puso en pie de un salto y, mientras los botes de Ashper remaban hacia la orilla, él corrió como nunca lo había hecho en su vida. Corrió sin pausa ni tregua, a toda la velocidad que daban sus largas piernas, hasta que cerca de Shaske vio a las primeras personas.

- ¡Invasión! – gritó - ¡Ashper nos invade!

Y siguió corriendo, esparciendo la mala nueva entre quienes encontraba en su camino, hasta que un guardia lo detuvo.

- Hay… barcos… de Ashper… en… la costa norte… - jadeó – Yo… los vi… mandaron… botes… a tierra… - agregó, derrumbándose de cansancio.

El primer impulso del guardia fue llevarse a Issy a dormir la mona en un calabozo, para que no siguiera perturbando a la gente con sus fantasías de borracho. Pero algo lo detuvo… el hombre estaba sobrio y agotado de tanto correr y en sus ojos se leía el pánico. Convencido de que el ermitaño decía la verdad, el guardia se jugó el todo por el todo y dio la alarma golpeando con vigor la campana colgada de uno de los árboles de la plaza.

- ¡INVASIÓN! ¡INVASIÓN! – clamaba a voz en cuello entre cada tañido.

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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Songèrie 08/06/11, 03:04 am

Me quedé pasmada viendo aquellos aparatos, sin hacer caso del engrifamiento de Chevy.. Había uno que parecía una gran araña metálica y varios más pequeños y todos giraban sobre si mismos e incluso la araña estaba abriendo un surco en los adoquines y luego, como si fuera el cierre de un número, hubo una lluvia de chispas de colores. Tan pasmada estaba que hasta me olvidé por un momento del chico caído.

Sin duda, el golpe que había recibido el pobre chico tenía que haber sido muy fuerte porque parecía bastante aturdido; levantó la cabeza cuando le hablé, pero se quedó mirándome sin decir nada, con una expresión boba en el rostro. Yo lo miraba a mi vez, sin saber que hacer, temiendo que se desmayara de nuevo, pero cuando los artefactos saltarines aparecieron, me olvidé de él.

Volví a recordarlo cuando vi que el gentío, que ya estaba alterado por el asunto del ladrón, enloquecía más aún al tratar de arrancar de la araña metálica y sus secuaces. ¡El chico estaba aún en el piso y ahora si que lo iban a pisotear! Sentí un escalofrío de puro pensarlo, pero antes de que alcanzara a hacer nada, sentí que alguien me agarraba. Di un salto de la sorpresa y traté de tirar para soltarme, pero entonces vi que era el chico.

Entre todo el alboroto apenas pude escuchar lo que decía, sólo captaba frases sueltas “muchas gracias” “tropiezo tonto” “venga la guardia” “vamos por ahí” “abrirnos paso” Esas frases, su mano señalando una calle y su sonrisa me bastaron para entender lo que me proponía.

- Sí, vamos
– dije, asintiendo con la cabeza también por si no me oía y agarrando bien al gato y mi zurrón, empecé a caminar junto a él.

No fue tarea fácil, pero por fin logramos abrirnos paso entre la multitud y llegamos a la calle que él me había mostrado. Mientras caminábamos rápido por ella – quería alejarme pronto de la plaza y de la guardia y llegar luego a un lugar donde pudiéramos comer algo, me moría de hambre – cuando una campana comenzó a repicar. El sonido venía de la plaza y entre cada repique parecía que una voz gritaba algo, pero entre tanto ruido no entendí que era. Seguramente estaban anunciando alguna ceremonia que iba a empezar.
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