El primer paso del fin [Trama] Parte I.

No pudo evitar que un bufido de resignación escapara de sus labios al oír a Mijail. Sabía que ella lo hacía con buena intención, que no conocía ni podía imaginar lo que le pasaba, pero igualmente era irónico que lo que más necesitaba, es decir descanso, no lo pudiera disfrutar ni aprovechar.

- Nono, de todos modos no podría descansar, y tengo ganas de ir a la biblioteca y empezar la búsqueda de leyendas

Apenas tomo un par de tazas de café bien cargado y media tostada, pero no tenía ni ganas de comer. Una vez hubo terminado se recostó contra la silla esperando que ella terminara.

- Además, descansar está sobrevalorado

Sonrió restándole importancia. De todos modos, aunque fuera un persona corriente que hubiera pasado simplemente una mala noche, no iba a dejar que saliera sola, era peligroso, no estaba del todo preparada, aún no sabía manejar la daga que le había dado… y se sentía demasiado cercano a ella como para que no le importara que ella saliera herida.

- Ya... Sobrevalorado- Mina acabó encogiéndose de hombros y se limitó a terminarse su desayuno sin volver a hablar. No es que estuviera enfadada, pero sabía que no podía hacer a Seizan cambiar de opinión y tampoco sabía como hacerlo, así que se resignó a ver la carita de cansancio del muchacho durante todo el día.

Acabó el desayuno y salieron a la calle. Mina no adoptó fácilmente sus nuevos andares de hombre, le resultaba incómodo y ridículo, pero a los ojos de la gente, a pesar de lo mal que lo hacía, no era más que un muchacho en una época en la que todavía era algo niño y quería convertirse en hombre.

Llegaron pronto a la zona donde se encontraba la Biblioteca Nacional; un lugar vigilado por guardias que alebergaba entre sus calles los edificios más importantes de toda la capital salvo el Palacio. En principio no tuvieron por qué preocuparse, los guardias parecían estar únicamente para que se respetara el orden y no se produjeran altercados entre algunos de los mercaderes que pasaban por aquella zona. Pero el simple hecho de que estuvieran allí intranquilizó a la joven.

- ¿Podremos pasar sin problemas?- Preguntó Mina en un susurro de voz apenas audible incluso para ella.

El edificio estaba rodeado por un murillo de no más de un metro con rejas de metal trabajado que alcanzaban los dos metros y medio. En aquellas primeras puertas, dos hombres hacían guardia charlando, pero sin quitar ojo a su alrededor.

Tras aquellas verjas un camino llevaba al edificio principal después de atravesar unos pequeños jardincillos con un par de pequeñas fuentes. Una escalinata conducía directamente a las grandes puertas de madera que daban paso al interior del edificio, donde otros par de hombres vigilaban.

- ¿Y si tiene una orden de detenerme?- Preguntó de nuevo, esta vez un poco más alto que la vez anterior y olvidándose por completo de que ahora era Mijail.

Se encaminaron hacia la biblioteca, por suerte, Seizan conocía ya lo suficiente de la ciudad como para no perderse, y Mina le había explicado cómo llegar el día anterior, cuando acordaron el plan, al fin y al cabo Mijail era un visitante y no debía de saber donde estaba nada.

Llegaron pronto y, a pesar de no oír la primera pregunta de Mina, si notó el nerviosismo de la joven, miró a su alrededor y vio a los guardias, entendía su nerviosismo pero debía controlarse si quería sobrevivir a aquella tarea.

Una vez que atravesaron los jardines Seizan distinguió a más guardias, era un poco extraño que una biblioteca estuviera tan fuertemente vigilada, a menos que fuera también un museo, pero no debían perder la calma. Para él era fácil, estaba acostumbrado, pero ella estaba cada vez más nerviosa, hasta el punto de preguntar en voz alta y con su voz femenina por una orden de detención.

Se paró la miró a los ojos y, rápidamente pensó en algo que decir, rezando porque que solo él hubiera oído la pregunta.

- ¡Mijail! ¡No me digas que aún te dan miedo los lugares cerrados! No te preocupes que la biblioteca es espaciosa y no tardaremos demasiado, además no te darás cuenta, no tardaremos demasiado.

Mina entendió lo que hacía Seizan, pero únicamente sirvió para que sus piernas temblaran más de la cuenta al percatarse de que algunas miradas más de la cuenta se volvieron para mirarle, alguno alzó una ceja espectante. Se mordió el labio inferior hasta que le dolió y continuó andando intentando respirar profundamente para tranquilizarse. No fue tan difícil después de todo y, cuando estuvo lejos de la mirada de aquellos guardias respiró aliviada.

Atravesaron la zona donde tenían algunos libros expuestos y entraron a la biblioteca general. Ésta estaba formada por un largo pasillo de columnas a modo de atrio desde el cual se veían los tres pisos que componían el edificio. Mina buscó un plano del lugar para ver las secciones de las que estaba compuesta; periódicos, carteles, manuscritos, mapas, archivo, colecciones, ciencias, letras... Demasiadas, no supo exactamente por donde empezar. No obstante echó a andar hacia una de las salas de estudio que parecían más apartadas; en aquel lugar podría hablar tranquilamente con Seizan y comenzar a investigar.

- ¿Por dónde empezamos?- Preguntó cuando llegaron allí- ¿Un libro sobre lenguas antiguas, quizás?- Volvió a consultar el plano que se encontraba colgado en un pequeño cuadro en la pared- Espera aquí, veré que puedo encontrar-.

Mucho más relajada, Mina subió las escaleras que conducían a una sección de libros sobre el lenguaje; gramáticas, diccionarios, investigaciones... Si había algo sobre aquella lengua no podía estar en otro lugar. Observó las altísimas estanterías y recorrió los estrechos y largos pasillos, unos cuantos minutos después ya había encontrado los suficientes libros para empezar y con mucho cuidado los bajó.

- Esto para empezar- Comentó dejando el buen puñado de libros-. En general son libros sobre analisis de lenguas antiguas, algunas ya desaparecidas- Tomó asiento y abrió el primero de los libros que formaban aquella torre, ojeándolo por encima y deteniéndose a leer más atentamente cuando había algo que llamaba su atención.

Se sorprendió al encontrar tantos lenguajes antiguos que habían formado parte de la historia de Jasperia y que habían dado lugar a los actuales idiomas regionales. Pocos de ellos habían desaparecido completamente y otros pocos únicamente se utilizaban para ceremonias y rituales. Hablaban de manuscritos antiguos encontrados en las diferentes islas que habían servido para poder estudiar más profundamente la evolución de la lengua, venían fotos de algunos de ellos... pero ninguno se parecía lo más mínimo a la que estaban buscando. Un buen rato después desechó aquel libro y cogió el siguiente, y así durante tres largas horas.

- ¿Has encontrado algo?- Preguntó.

El libro de Seizan estaba abierto por una de las páginas finales, en ellas aparecían dos grabados que representaban manuscritos bastante antiguos. En principio parecían como tantos otros que ya habían visto, pero en una de las esquinas inferiores, formando el marco de un pequeño recuadro donde se encontraba la firma del autor, se encontraban los mismos símbolos que aparecían en el libro de la Sra. Doyle.

Se sintió aliviado al comprobar que no habían escuchado a Mina o, al menos, no habían entendido a que se refería la joven y la miraban con suspicacia como si pensaran que era un jovencito algo cobarde. Sin embargo al ver que ella seguía temblando como un flan temió lo peor por un momento. Cuando se puso en marcha de nuevo, el que emitió un suspiro fue él.

Una vez dentro de la biblioteca se dejó guiar por los pasillos, y ayudó a Mina con el plano del lugar, además de observar otras zonas, para completar su paripé necesita consultar un mapa y algunos libros de leyendas. Una vez se quedó solo en la sala de estudio, salió a por los mapas y los libros de leyendas y volvió a la salita, dejó los libros a un lado y empezó a examinar los planos, puede que no fuera su objetivo, pero siempre le vendrían bien unas nociones básicas del reino.

Miró con algo de asombro la montaña de libros que traía la muchacha y la ayudo a dejarlos sobre la mesa. Se sentó y miró por encima algunos títulos. Iba a ser un día largo. Rezó en su interior para que tuvieran la suerte de encontrar algo pronto.

- Pues vamos a ello, espero que encontremos algo pronto

Se sentó con un suspiro y cogió uno de los libros de la montaña, sin mucho éxito, todo aquello del análisis de las lenguas le parecía un poco aburrido, pasó un par de libros más en las horas que estuvieron allí sentados en silencio.

Cuando llegó al cuarto libro estaba aburrido y cansado, una combinación letal que hicieron que empezara a cabecear, por suerte (o al menos eso pensaba él), la pregunta de Mina lo sacó de su sopor a tiempo de entrar en la fase de pesadillas. Hacía varias páginas que no prestaba atención y pasaba las páginas sin darse cuenta, casi como un autómata. Miró a Mina parpadeando varias veces.

- Creo que n… - bajó la mirada al libro y frunció el ceño - … ¡un momento! ¿Tienes aquí el paquete? Esto de aquí me suena.

Mina sacó el librillo de entre los pliegues de su ropa y se levantó para sentarse cerca de Seizan. Abrió el libro por una página al azar y comparó los símbolos; ¡realmente parecían los mismos! A la joven se le iluminó el rostro y una amplia sonrisa floreció de sus labios.

- ¡Es esa!- Dijo entusiasmada, intentando no levantar demasiado la voz- Mira, hay incluso palabras iguales- Comentó señalándole un par de palabras que parecían estar escritas con las mismas letras.

Mina no se había dado cuenta de lo cerca del muchacho que se encontraba, de hecho, prácticamente estaban pegados el uno al otro. Cuando recordó que el contacto físico no era una de las cosas que más le gustaba a Seizan, se separó de él sintiendo como el rubor corría hacia sus mejillas.

- Perdona- Susurró. Y, antes de que un ataque de vergüenza completa le hiciera perder el uso de la razón, volvió a inclinarse sobre el grabado para contemplarlo mejor, aprovechando para esconder el rostro (y olvidándose de que ya no tenía una melena que lo ocultara)-. Deberíamos buscar el original, puede que se encuentre en la biblioteca... Pero, para ver esa clase de manuscritos es obligatorio firmar y tener una acreditación- Se lamentó a continuación, todavía con un tono de voz avergonzado.

Fijandose mejor, intentando no pensar en la cercanía del muchacho y sin entender demasiado bien que era la sensación que recorría su cuerpo y por qué se había sentido de aquella manera, intentó reproducir en un papel la firma de aquel hombre con la intención de sacar un nombre que pudiera ayudarles a seguir investigando.

Observó con ella el símbolo del libro y sintió también una punzada de emoción, aunque no lo expresó de la misma manera, solo sonrió y miró atentamente ambos libros intentando encontrar más coincidencias.

El si se había dado cuenta de lo cerca que estaba la chica, pero ya no le importaba, ella le importaba y las pesadillas eran inevitables, asique ¿por qué preocuparse de estar cerca de ella si, además, le apetecía?

- No tienes que disculparte- sonrió y se acercó de nuevo a ella, era más cómodo para mirar el libro- ¿a qué te refieres con acreditación? ¿Hay que ser alguien importante?

Si ella se refería a ese tipo de autorización, a ser alguien importante, era complicado, pero no imposible, solo tenían que averiguar dónde estaba el libro y encontraría la forma de colarse dentro. Pero si necesitaban simplemente que les concedieran algún tipo de autorización, podía conseguir una falsificación y pasar con menos riesgos.

Suspiró, de una forma u otra, iba a tener que contarle algunas cosas de su pasado, o ella de todas maneras iba a cuestionar el por qué sabía tanto sobre asuntos un tanto… ilegales, si era simplemente un viajero noble. De hecho, se extrañaba de que ella no se hubiera hecho alguna pregunta ya.

- Creo que por hoy no podemos hacer más en la biblioteca y si nos quedamos más tiempo vamos a levantar sospechas… solo veníamos a por unos mapas y leyendas

Mina sonrió agradecida que Seizan le restara importancia. Antes de irse recogió lo mejor que pudo los libros y los llevó de vuelta a su sección, cuidándose de acordarse bien de cual era el libro y el nombre del manuscrito que salía grabado en él. Escondió de nuevo el librillo de la Sra. Doyle y antes de bajar para reunirse de nuevo con Seizan, se le ocurrió que podía intentar hablar con uno de los bibliotecarios sobre la entrada a la zona de los originales.

Inventó una historia bastante extraña, pero consiguió que una de las chicas más jóvenes le diera la suficiente información. De lo que no se percató es de que había otro par de oídos prestando antención a la conversación, y cuando Mina salió para encontrarse con Seizan, el hombre cogió de nuevo los libros que Mina había dejado.

Cuando se reunió de nuevo con Seizan, le contó lo que había descubierto:
- Los manuscritos originales se encuentran en el archivo, salvo los estudiosos nadie pide autorización para verlos. Si eres profesor, consejero o investigador de la corte o de alguna de las escuelas, no hay problema para conseguirla. Incluso si eres un alumno pueden dejarte entrar sin problema... Pero no suelen dar acreditaciones a gente de la calle y menos si no está acostumbrado a tratar con manuscritos tan antiguos... Podrían correr peligro- Hizo una pausa, todavía había más problemas-. Cada sección está controlada por una especie de encargado que es quien sabe donde están cada una de las obras, aunque existe un registro general. Para llegar a esa sección tienes que entregar la acreditación a varios grupos de guardias. Al parecer todo es porque allí también se guardan los manuscritos oficiales del reino y no pueden dejar que cualquiera cotillee... Así que la seguridad es... grande- Mina hizo una mueca de fastidio, no se le ocurría ninguna forma para poder entrar.

Mientras caminaban, Mina paró a comprar algo de comer y después se encaminó inconscientemente hacia la parte vieja del puerto, donde solía sentarse a contemplar la ida y venida de los barcos cuando tenía un descanso en sus compras.

Era un lugar apartado, entre rocas, donde solo había un par de pescadores que no prestaban más atención que a lo que hacían. Las olas golpeaban en las piedras y la espuma refrescaba lo suficiente el ambiente. Mina tomó asiento en la sombra de una de las piedras contemplando la pequeña bahía que formaba el puerto.

- ¿Bonito, verdad? Y tranquilo- Suspiró antes de darle el primer bocado a su comida-. Antes venía aquí con la Sra. Doyle cuando teníamos un rato libre entre compra y compra- Apartó de su mente los viejos y tristes recuerdos e intentó sonreir-. ¿Qué vamos a hacer para conseguir el manuscrito?-.

Seizan aprovechó que Mijail volvía a dejar los libros y dejó los que él había cogido en su lugar, se guardó uno de los mapas en un bolsillo y dejó el resto en su sitio. Cuando volvió Mina aún no había regresado y eso le preocupó. Se asomó a la puerta de nuevo justo en el momento que ella también volvía.

Mientras salían de la biblioteca escuchó con atención los datos que Mina le proporcionaba sobre la seguridad de la biblioteca y cómo estaba organizada, anotando mentalmente los datos para analizarlos con calma después e intentar algún plan.

- Ya se nos ocurrirá algo

Seizan eligió un bocadillo pequeño de comida y siguió en silencio a Mina. Iba pensando en las posibilidades que tenían, en si debía contarle la verdad a la muchacha o esperar que ella preguntara y no se dio cuenta de que podía parecer sospechoso, ni que tal vez los estuvieran siguiendo. Que de momento no les hubieran descubierto no quería decir nada.

Se sentó en la roca al lado de Mina y contempló el lugar, era un bonito lugar, un lugar donde encontrar algo de paz y, además desde allí se podía vigilar con discreción los rincones del puerto para saber si alguien les había seguido.

- Desde luego es un bonito lugar ¿alguien más sabe que para aquí habitualmente?
Tomo una decisión, le diría lo que tenía pensado y esperaría que ella preguntara, no sabía cómo se lo iba a tomar, Mina confiaba en él y si ahora descubría que no era un noble tan… “noble” como ella creía tal vez no quisiera saber más de él, y no quería que ella saliera herida si se iba sola.

- Se cómo podemos acceder a la zona restringida de la Biblioteca, tengo un par de ideas y conozco a alguien aquí en la isla que podría ayudarnos, si se le paga bien mantendrá la boca cerrada, si no perdería a su clientela.

- No, aquí solo vienen pescadores y algunas parejas...- Dijo con cierto rubor- Pero siempre por las noches. Quizás algún paseante, pero en la ciudad la gente no parece tener tiempo libre para disfrutar del paisaje, así que nadie suele pararse-.

Siguió dando cuenta de su comida mientras dejaba que el suave aire salobre golpeara su rostro y moviera su corta cabellera negra. Se evadió durante unos segundos para contemplarse desde fuera, como ajena a sí misma, y se sorprendió al verse sentada tan relajada después de aquellos días. Su aspecto era diferente, pero sintió que a pesar de la tristeza que le producía la muerte de la Sra. Doyle empezaba a ser feliz. Sólo porque estaba empezando a vivir su propia vida.

Dejó que una suave risa saliera de entre sus labios y sacudió la cabeza algo divertida por aquel pensamiento; ahora era Mijail, estaba huyendo de personas que no sabía quienes era ni tampoco qué era exactamente lo que querían y tenía en su posesión un libro que parecía saber que ocurriría en el futuro... Y aún así no podía dejar de sonreír.

- ¿Cómo?- Preguntó, sin esperarse que era lo que Seizan le iba a proponer- ¿Su clientela?- Mina titubeó. No entendía de esas cosas, pero alguien que mantenía la boca cerrada por dinero no parecía ser algo nada bueno. ¿Y por qué Seizan podía conocer a una persona así? No dijo nada, y esperó a que el muchacho se explicase.

Miró directamente a los ojos a Mina, era ahora o nunca y, la verdad, no tenía muchas ganas de mentir, no era su estilo, al menos no con alguien que le importaba. Tal vez después de eso ella saliera corriendo de su lado, pero de todos modos tenía que contárselo y ayudarla.

- Verás… no he sido del todo sincero contigo… que mi padre fuera lo que te dije es cierto… pero está muerto y si tenía una fortuna nunca la heredé… si puedo permitirme viajar y disfrutar de la vida es por el robo

No apartó la mirada ni un solo instante, no se avergonzaba de hacer lo que hacía, el mundo era cruel si no te defendías y él había pagado por adelantado con mucho dolor. Desde luego jamás pensaría en robar a alguien que lo necesitara más que él, pero no era tonto, ni inocente, ni un santo.

Aun así se quedó ahí, no le contaría de momento el por qué de sus malas noches, ni venía al caso ni era el momento ni tenía ganas, después de que ella reaccionara a sus palabras trazarían un plan o la vigilaría desde las sombras para que no la pasara nada.

Mina no sabía que responder, tampoco que pensar. Cuando Seizan empezó diciendo que no había sido del todo sincero su cerebro se bloqueó asustada de lo que pudiera decirle. Había aprendido a confiar en él (aunque éste se lo había puesto realmente fácil) y ante aquel comentario se esperó lo peor.

En cuanto supo que robaba para sobrevivir, ella que siempre le habían enseñado a ser honrada, hizo una sutil mueca... pero en el fondo podía entender su situación. De hecho, ella misma se encontraba en aquel momento en aquella situación. La realidad cayó sobre ella y la idea de nueva vida y aventuras se desvaneció de su mente. No había pensado en como ganarían dinero para seguir huyendo ni para comer ni para encontrar un lugar donde no pasar la noche al raso.

Su mirada se perdió en la lejanía. Tenía que aceptarlo, no le gustaba la idea, no le gustaba robar a otras personas por muchas monedas que tuvieran, pero en aquel momento no tenían otra opción. No había tiempo para ser honrado y buscar un trabajo por el que les pagaran unas monedas. En aquel lugar no. Quizás cuando se encontraran lejos de allí...

- Yo...- No encontró las palabras, pero su rostro ya le hacía saber a Seizan que había aceptado la situación, que lo comprendía... Aunque en el fondo le disgustara. Ya tendría tiempo de intentar convencerle para que se ganara sus monedas honradamente... Ahora no quedaba otra- Hablame de ese hombre- Acabó diciendo, dando por olvidado aquel tema de momento.

Fueron unos momentos tensos, no sabía que esperar y la mueca que ella hizo le dejaba claro que aquello no la gustaba, sin embargo, por un motivo u otro, ella aceptó la situación. No dijo nada, lo entendía, y era posible que cuando acabara todo aquello ella se apartara de su lado. En ese preciso momento, sabiendo la realidad de aquel pensamiento, fue cuando se dio cuenta de que se había enamorado de ella. Se guardó dentro sus sentimientos y empezó a contarle su plan.

- Podemos conseguir un pase falso, uno bueno de verdad, y yo puedo hacerme pasar por un estudiante, entrar a la biblioteca y buscar el libro así no sería difícil. Como has podido comprobar no se me da mal pasar inadvertido si quiero y puedo buscarme yo un disfraz de estudiante

Le contó algunos detalles más y espero que ella decidiera si quería que lo intentara, si no tenía otro plan en la manga, también suponía infringir la ley y, en ese caso, y desde su punto de vista, era más peligroso porque suponía colarse en un lugar, evitando toda la seguridad del lugar y, si le pillaban iba derecho a la cárcel, al menos un par de días.

Mina intentó aclarar sus ideas. No es que aquello fuera algo menos subrealista de lo que se había convertido el resto de su vida pero... ¿pases falsificados? Aquello hizo que se planteara si no hubiera sido mejor alejarse sin más, olvidándose de aquel libro e incluso mandárselo por mensajero a quien quisiera tenerlo. Sin embargo, había algo en el interior de su mente que le repetía una y otra vez que debía llegar al final de todo aquel asunto. Además, había dado su palabra de protegerlo y eso pensaba hacer.

- Esta bien, pero ¿cuánto nos va a costar conseguirlo?- Preguntó, sabiendo que la respuesta que Seizan daría era que por aquello no se preocupara... ya se encargaría él. Pero no quería que Seizan fuera robando de allí para acá. Le costaría largos días hacerse con el dinero, Mina no podría asegurarlo, pero no creía que conseguir un pase falso del gobierno del reino fuera algo barato.

Esperó la respuesta del muchacho, sabiendo de antemano que no le iba a gustar absolutamente nada. No quería que robara, no le gustaba, podía entender que para sobrevivir y tener para comer y donde dormir robara algo, no mucho, solo lo suficiente... pero aquello. No, aquello no. Seguro que la cantidad que debían pagar era mucho más de lo que la propia Mina había visto en su vida (algo que tampoco era tan difícil). ¿Y cómo pensaba conseguirlo? ¿Robando carteras?

Iba a responder, tal y como Mina pensaba, que no se preocupara por eso, pero, al mirarla a la cara, se dio cuenta de que aquello no iba a ser suficiente. Además ya había tenido que pasar por muchas aceptaciones y cambios en muy poco tiempo y no era justo mentirla o despreciar su inteligencia.

- No te voy a negar que puede resultar algo caro

Para el no iba a ser un problema conseguir dinero, un par de robos, un pequeño timo en algunos lugares que conocía y un par de favores y tendría el dinero a su disposición en un día, en dos el pase, pero no sabía hasta que punto Mina iba a aceptar aquello.

- También podemos intentar colarnos en la zona restringida de la biblioteca, no creo que fuera complicado pero si más arriesgado.- Se quedó de nuevo mirándola- Se que han cambiado muchas cosas en tu vida y eso no es fácil, pero te prometo que puedes confiar en mí, decir que soy un ladrón no es algo que se deba pregonar a los 4 vientos… si necesitas una prueba para confiar lo entenderé, te contaré algo de mí que no sabe nadie

Estaba dispuesto a hablar con ella de su extraño y maldito poder con tal de que ella confiara en él, para que se sintiera de nuevo relajada a su lado, pero fuera como fuera la decisión de ayudarla, lo quisiera o no, estaba tomada. Prefería que fuera a su lado, sin tener que esconderse, pero si era necesario…

- ¿Colarnos?- Dijo con un tono exaltado en la voz que incluso a ella le sorprendió- ¿Cómo vamos a colarnos, Seizan? ¿Y arriesgarnos a que nos detengan?- Sacudió la cabeza- No necesito que intentes convencerme con tus secretos, no... No es que no confíe en ti... Es solo que... Esto se nos está llendo de las manos... Yo no buscaba esto...- Notó como las lágrimas acudían a sus ojos, pronto echaría a llorar y no sería capaz de evitarlo.

Era una chica normal, vivía como sirvienta, se ganaba la vida honradamente e intentaba hacer bien su trabajo. Se había dado cuenta de lo encerrada que estaba desde que había conocido a Seizan, pero no pensaba que aquello podría a llevarla a ser... ¿una delincuente? ¿una fugitiva delincuente?

Entonces no pudo frenarlo más y echó a llorar. No le quedaba otro remedio que aceptar las "normas" que marcaba el muchacho. Tenía sus dudas, ahora dudaba sobre todo, pero ¿qué iba a hacer? ¿quedarse sola? ¿cómo iba a sobrevivir? Además, no quería alejarse de Seizan. Había algo que se lo impedía.

- Está bien... agámoslo a tu manera- Se limitó a decir mientras intentaba enjugarse las lágrimas que ya corrían por sus mejillas. Había decidido ser fiel al muchacho tanto como él parecía serlo a ella... En su anterior vida también se limitaba a aceptar y asentir sin rechistar, solo tenía que seguir igual. No le quedaba otro remedio y lo sabía.

Seizan vio como las lágrimas amenazaban con salir de los ojos de Mina y desvió la mirada, en parte era culpa suya, pero era mejor eso que verla muerta. Cuando volvió a mirar la oír su voz aceptando que tenían que cometer un delito para salir del paso, comprobó que estaba llorando y la abrazó.

- Lo siento, ojalá todo hubiera sido de otra manera

No dijo nada más, por el momento no había prisa, tenían un plan y podían desarrollarlo a lo largo del día para ponerlo en práctica al día siguiente; no era complicado y no necesitaba mucho tiempo. Esa noche saldría para conseguir el dinero el solo y encargaría el pase, solo tenía que hacerse con un par de objetos para un disfraz convincente. Pero por el momento, deseaba consolarla, no le gustaba verla llorar.

Se dio cuenta al cabo de un rato de lo extraño que resultaría para algunos ver a los dos supuestos hombres abrazados, pero no le importó, no parecía haber ojos espías y el lugar no estaba demasiado concurrido, que pensaran lo que quisieran.

Mina se dejó abrazar, llevaba demasiado tiempo sin recibir algo de cariño físico. Desde la muerte de la Sra. Doyle nadie había ido a consolarla y llegados a aquel punto en el que las fuerzas le flaqueaban debido a tanto cambio realmente lo necesitaba. Rodeó con los brazos el cuerpo de Seizan, pegándose bien a él, sintiendo su calor y su respiración cerca de ella.

Dejó que las lágrimas rodaran libres por sus mejillas intentando sacar todo lo que durante aquellos días había guardado dentro. Balbuceó unas palabras imposibles de entender y cuando creyó estar lo suficientemente calmada, separó la cabeza del cuerpo del muchacho para mirarlo a los ojos.

- Perdoname. Yo... Lo haremos a tu manera, pero... prometeme que la próxima vez que necesitemos dinero intentaremos conseguirlo honradamente ¿vale?- Involuntariamente hizo una triste mueca con los labios y esperó que el muchacho la entendiera, aunque si debía ser sincera ni si quiera ella sabía exactamente que era lo que le pasaba.

Seizan esperó pacientemente y en silencio que Mina se desahogara, le pareció entender en algún momento algo así como palabras, pero prefirió no interrumpirla, necesitaba soltar lo que llevaba dentro y ahora que había empezado era mejor dejar que fluyera.

- No tengo nada que perdonarte, tal vez yo te he presionado demasiado…

Se quedó callado, no le gustaba mentir, en especial mentirla a ella, sabía que sería muy complicado cumplir la promesa que le exigía, hacía años que no ganaba el dinero “horadamente”, tampoco abusaba de sus habilidades y desde luego no tenía problemas en compartir el dinero con los necesitados, pero ganarlo honradamente… no sabía si se acordaría si quiera como se conseguía. De todos modos entendía la postura de Mina y sabía que ella necesitaba oír aquello, necesitaba confiar en que algo permanecería allí.

- Está bien, prometo hacer lo que esté en mi mano para ganar horadamente el dinero que necesitemos para esta… misión

Era lo más que podía hacer, lo intentaría de corazón, pero no prometería que lo haría siempre, no podía ni quería. Además un trabajo estable donde ganar dinero supondría para él, el contacto continuo con la misma gente…

- Esta noche saldré para arreglarlo todo, lo siento, pero tengo que hacerlo solo, de verdad, mañana temprano te explicaré todo y lo que queda del día de hoy toca relajarse ¿Qué quieres hacer?

Mina intentó controlar los sollozos, relajarse y dejar que las lágrimas acabaran de recorrer sus mejillas antes de separarse del muchacho algo avergonzada.

- Creo que lo mejor es dar un pequeño paseo y regresar a la posada, me siento algo cansada- Comentó.


Aquella tarde, después de despedirse de Seizan, se dio una relajante ducha antes de tumbarse en la cama. Su idea era intentar averiguar más del libro, pero pronto se dio cuenta de que allí tumbada no conseguía nada, salvo pensar constantemente en qué era lo que estaba haciendo Seizan.

Finalmente, antes de que se hiciera demasiado tarde, se vistió nuevamente de Mijail y cogió unas pocas monedas que le quedaban. Salió de la posada, paró un carro e hizo que le llevara lo más cerca de la biblioteca que pudiera.

No podía estudiar el original, pero siempre podía encontrar otros libros que hablaran de aquel manuscrito. Y siempre era mejor eso, que cruzarse de brazos sin hacer nada. Entró al edificio y se dispuso a pasar lo que quedaba de tarde y parte de la noche, estudiando aquellos volúmenes.

Seizan asintió a las palabras de Mina y fueron dando un tranquilo y silencioso paseo hasta llegar a la posada. Para cuando llegaron ultimaron los detalles de su plan para el día siguiente y se despidieron.

Empezaba a notar los efectos de no dormir y, sobre todo, de no haber descansado, se tomó unas cuantas tazas de café antes de salir de la posada y se encaminó por las calles. Llevaba el suficiente tiempo allí como para conocer a los “amigos” que iba a necesitar.

Se encaminó decidido por las calles, echando mano de su habilidad con las manos con algunas de las personas que se cruzaron en su camino, hasta llegar a la taberna (aunque más bien debería llamarse cueva), donde sabía que iba a encontrar a la persona que le haría el falso pase. No tardó en dar con él y, tras un par de cervezas y unas negociaciones acordaron el precio y se despidieron hasta antes del amanecer.

Salió de aquella cueva y recorrió rápidamente unas cuantas tiendas para comprar unos cuantos objetos necesarios para su disfraz con lo que había robado. Después y cuando el sol ya se había puesto completamente empezó su periplo para conseguir dinero. Sabía dónde dirigirse y le costó menos tiempo del que creía reunir la elevada cifra. Más adelante ya pagaría los favores que ahora iba dejando atrás, pero ahora lo importante y prioritario era ayudar a Mina.

Finalmente se encaminó, al lugar de reunión para recoger el pase. Aún era pronto y era posible que le tocara esperar un par de horas, pero aquella noche era la suya, tenía suerte. El tipo ya estaba, intercambiaron dinero y pase. Rápidamente se dirigió a la posada y subió a su habitación.

Se paró unos instantes ante la puerta de Mina, no sabía si la muchacha estaría dormida y no quería molestarla, pero, por otro lado, sentía la necesidad de confirmar que ella se encontraba bien y de comentarla que ya había terminado y que estaba allí si necesitaba algo.Finalmente decidió hacer un pequeño intento, llamó a la puerta con suavidad y pegó la oreja a la puerta, pero la puerta no estaba bien cerrada y al apoyarse sobre ella para tratar de escuchar esta se abrió. Seizan se asomó, para ver si Mina estaba despierta y, al descubrir una cama vacía el corazón le dio un vuelco. Recorrió la habitación con el corazón encogido y salió de la misma con rapidez.

No sabía que había podido pasar, no se imaginaba que ella hubiera salido sola y que pensara pasar la noche en la biblioteca y en su mente cansada solo aparecían imágenes terribles sobre lo que podía haber sucedido en su ausencia. Bajó los escalones de tres en tres y preguntó al posadero por ella.

- ¿ha visto salir a la… al muchacho que vino conmigo? Joven delgadito, sse hace llamar Mijail…

Estuvo a punto de meter la pata y preguntar por una joven muchacha en lugar de Mijail, además se notaba el nerviosismo y la preocupación en su voz, pero, ahora mismo, sin saber lo que había pasado, poco le importaba, solo quería encontrarla.

El posadero, ignorando por completo su nerviosismo (su profesión le había curado de espanto), hizo un gesto con la cabeza señalando la puerta.

- Antes de que se hiciera de noche salió y subió a un carro. Iba calle arriba, hacia el norte- Comentó mientras terminaba de limpiar las últimas jarras y las colocaba en su estante despreocupadamente.

Mientras tanto, Mina estaba sentada en una de las grandes mesas rodeada de libros sobre manuscritos y había conseguido algunos datos interesantes; el manuscrito había sido encontrado en unas excavaciones en Kuzueth en la cueva de algún ermitaño (al que no pudieron encontrar). Todo lo que allí había databa de varios siglos antes y, sin embargo, parecía haber sido utilizado recientemente. El manuscrito y otros libros encontrados fueron estudiados por varios eruditos que determinaron que aquella lengua era todo un misterio. No había nada relacionado con la firma que aparecía en él, salvo que las investigaciones no habían conducido a ninguna parte.

Mina, enfrascada como estaba en su estudio, no se percató de que el hombre que tanta atención había puesto en sus palabras la vez anterior que visitó la biblioteca la observaba desde la distancia, escondido detrás de un libro de estudio. Cuando ésta se levantaba a buscar otro ejemplar, él hacía lo mismo y observaba disimuladamente la mesa donde la muchacha se encontraba. Estudiando rápidamente sus notas y ojeando las páginas abiertas de los libros. Antes de que la muchacha volviera, el hombre se encontraba de nuevo en su sitio y Mina no sospechaba absolutamente nada.

(FDI: Que tipo más listillo jajajaja)

Seizan se quedó sin habla y paralizado, no sabía que pensar. Por un lado, si ella había salido sola y por su propia voluntad, era porque quería hacer algo, no porque la hubieran encontrado. Pero por otro, le parecía una imprudencia que hubiera salido sola tan tarde, y ni siquiera le hubiera dicho a donde.

Respiró hondo y se concentró en trazar un mapa mental de la ciudad, para saber qué era lo que quedaba al norte. No le costó mucho suponer que se había acercado a la biblioteca, no había nada más, que él supiera, de interés en el norte de la ciudad para ellos en esos momentos.

Le dio las gracias al posadero y salió del lugar, encaminándose hacia la biblioteca. Al menos tenía un buen sentido de la orientación y no tardó demasiado en llegar. Entró en la biblioteca sin hacer ruido y la buscó entre las estanterías.

Entró justo en uno de esos momentos en que ella se levantaba y vio como un tipo se acercaba hasta sus notas discretamente. Frunció el ceño y esperó, entre las sombras de unas estanterías, a que Mina-Mijail, volviera a su mesa.

Cuando estuvo a su lado le puso suavemente un brazo en el hombro para saludarla.

- Buenas noches Mijail, aunque casi debería decir días… parece que la historia del reino te resulta interesante

Susurraba, pero lo suficientemente algo como para que los oídos curiosos le oyeran, más aun en el silencio de la biblioteca a esas horas del día.

Mina se sobresaltó, pero en cuanto descubrió la dulce sonrisa de Seizan se relajó y sonrió también estirandose ligeramente. No se había dado cuenta de lo cansada que estaba, pero la noche de estudio le había pasado factura y ahora que el muchacho había roto su concentración se percató del hambre que tenía.

- Sí, muy interesante. He descubierto varias cosas, además- Comentó mientras cerraba los libros, clasificaba sus notas y las guardaba en la bolsa- ¿Qué tal si vamos a desayunar a alguna parte?-.

Colocó los libros en uno de los carritos de la biblioteca para que algún encargado los recogiera y colocara de nuevo en su sitio y le hizo un gesto a Seizan para que salieran. El hombre que la había estado observando no pareció hacerles caso hasta que llegaron casi a la otra punta del largo pasillo de la biblioteca, entonces se levantó y los siguió por uno de los pasillos secundarios.

Cuando habían llegado a la salida, lejos de los oidos de los guardias, Mina le susurró: - ¿Ya tienes el pase? Cuando podremos ver ese manuscrito-. En aquel preciso instante, un hombre encapuchado se unió al gentío siguiendo los pasos de la pareja intentando pasar desapercivido.

Seizan garabateó una pequeña nota mientras Mina recogía los libros y se la guardo en el bolsillo. Luego asintió a la propuesta de Mijail de ir a desayunar y salieron de la biblioteca. Seizan estaba alerta, lo que había visto al entrar en la biblioteca no le gustaba nada, asique vigilaba mientras caminaban. Que el tipo saliera con ellos y que, además, tratar de pasar desapercibido de manera tan descarada (o al menos a él se lo parecía), le preocupó tanto como le enfadó.

Asintió a la pregunta de Mina y disimuladamente le pasó la nota que había escrito en la biblioteca, en la cual ponía: “Creo que te han estado vigilando, necesitamos un sitio donde hablar, algo como el puerto, pero en otro lugar, donde podamos ver si alguien se acerca y no haya ni oídos ni paredes”.

- Creo que hace demasiado buen día para meterse bajo techo de nuevo, ¿qué te parece si compramos algo y lo tomamos en algún lugar tranquilo?

Le dio una palmada en la espalda a Mijail, algo así como un gesto de compañerismo entre hombres, y le señaló una tienda con frutas recién llegadas. Realmente deseaba abrazarla, pero sería demasiado sospechoso que los vieran abrazados en mitad de la ciudad.