El primer paso del fin [Trama] Parte I.

El rostro de Mina se contrajo en una mueca de preocupación. Creía haber estado suficientemente pendiente de lo que ocurría a su alrededor, aunque bien era cierto que durante su estancia en la biblioteca únicamente había tenido ojos para su investigación. Un fallo que debía remediar para la próxima vez.

- No conozco tanto la ciudad, nunca he ido más allá de las calles principales y el centro de la ciudad- Se disculpó Mina acelerando ligeramente el paso para entrar en la tienda de fruta.

Mientras, desde el otro lado de la calle, aquel hombre no quitó el ojo de la puerta por la que acababan de entrar. Se mantenía oculto en la sombra de los edificios y llevaba echada por la cabeza una capucha ancha que evitaba que se viera ni tan solo una de sus facciones.

Mina, todavía un poco nerviosa, eligió algunas frutas frescas para comer y las fue metiendo en una bolsa de tela que sacó del bolsillo. Contó las monedas que llevaba y lanzó un suspiro cuando descubrió que eran suficientes para pagarlo todo.

- ¿Qué vamos a hacer?- Preguntó Mina, recordando de pronto que en realidad era Mijail. Solo una mujer se giró extrañada, Mina se apresuró a carraspear y adoptar una pose más masculina, tanto que pareció demasiado exagerada. La mujer rio por lo bajillo y sacudió la cabeza.

- Hijo, no deberías querer crecer tan pronto...- Le dio un par de palmaditas en el rostro y salió por la puerta.

- Bueno podemos dar un paseo a ver si vemos algún lugar donde nos apetezca almorzar y si no el puerto es una buena opción

Preferiría ir a otro lugar, sobre todo sabiendo que los seguían, pero si no era posible, no descartaba la idea de ir al puerto, era un lugar desde donde podían hablar sin temor a ser escuchados y se podía vigilar la zona, la parte mala era que estaban demasiado al descubierto, y que era un lugar donde se solía ver a Mina.

Entró a la tienda después de la muchacha, y se colocó a su lado, tratando de observaba la calle desde su posición, hacía como que miraba las frutas, pero en realidad trataba de vislumbrar al tipo que los había seguido, por desgracia para la pareja, era cauteloso y no se acercaba lo suficiente, además iba demasiado bien tapado como para averiguar quién se escondía al otro lado de la ropa.

El comentario de la señora hizo sonreír a Seizan, estaban en apuros, pero descubrir que su disfraz era efectivo y, además, ver que otros podían interpretar el nerviosismo de Mina, como las ansias de crecer de un muchacho era una buena noticia.

- Si, hacerse mayor es un asco, haz caso a la señora

Salió de la tienda sonriendo y, una vez Mijail estuvo a su lado, enfilaron por las calles de la ciudad, procurando ir hacia las afueras, al menos, a zonas menos transitadas.

- Hace un día estupendo, creo que nos vendrá bien el paseo.

Seguía vigilando con disimulo, quería saber si el tipo les seguía, hasta donde y si conseguía ver algo, además no quería que Mina iniciaría ningún tipo de conversación que no quisieran que fuera escuchada por nadie más, asique trataba de mantener un poco la distancia con ella y hablar solo de cosas más triviales.

Después de bordear el centro de la ciudad y atravesarlo por varias de sus callejuelas, quedó claro que aquel hombre no tenía intención de perderles la pista por el momento por lo que ambos continuaron con su papel de viejos amigos. Cuando por fin decicieron que el mejor lugar para hablar era el puerto, aquel hombre se dejó ver acercándose con reticencia y sin llamar demasiado la atención del gentío. Aunque no se le veía el rostro por la sobra de la capucha, su nerviosismo era palpable: se frotaba las manos con fuerza y sus pasos eran inseguros.

- Creía que nunca os alejaríais de la muchedumbre...- Dijo con un ligero titubeo cuando se encontraba a unos cuantos metros de la pareja- No quiero haceros daño, no podría- Se quitó la capucha y ambos pudieron descubrir que apenas era un muchacho. Miró a su alrededor preocupado-. Debo avisaros, Mina-.

La joven se sobresaltó al escuchar su nombre, pero algo en su interior le dijo que debía escuchar al muchacho. Se hizo a un lado para dejarle sitio, parecía demasiado preocupado porque lo vieran y Mina intentó que se sintiera un poco más a gusto. Él seguía frotándose las manos con fuerza y miraba al final del puerto nervioso, deseoso que nadie lo reconociera a tanta distancia.

- Ya que sabes mi nombre creo justo que nosotros sepamos el tuyo y sobre todo de qué me conoces-.

- Yo... Mi nombre es Teodoro Buckteeth, era uno de los pequeños que cuidó en Lytenberg. Al principio no estaba seguro de que fuerais vos, pero un día saliendo de la biblioteca me crucé con ustedes y escuché su voz. Entonces no dudé- El muchacho se sonrojó-. ¡Pero lo importante es que vengo a avisarla! No sé como se llama, sólo sé que quiere algo que usted tiene. Es uno de los monjes que estudian en la biblioteca, lo he visto más de una vez ojeando sus notas, pero creo que no está seguro de lo que sabe y por eso no ha actuado aún- Hizo una pequeña pausa para serenarse y después continuó-. Poco tiempo después de que salierais de la biblioteca un consejero real se reunió con él en privado. Conozco la biblioteca como la palma de mi mano y conseguí escuchar la conversación sin que me vieran. Dijeron que todavía quedaban años para que sucediera, algo grande y magnifico, aunque no me quedó claro qué era. Que no había prisa por capturarte, pero que habías descubierto más que cualquiera y eso era peligroso. ¡¡Debeis marcharos!! ¡Cuánto antes mejor! Escondeos lejos de aquí, en alguna otra isla o marcharos del mar de Jaspia ¡¡No pararán hasta encontraros!!-.

Mina intentó consolarlo pues su nerviosismo había ido en aumento. Poco a poco había recordado al muchacho; poco hablador, demasiado tímido. Hubo una vez que le regaló una rosa. Ante aquel recuerdo Mina sonrió algo nostálgica, pero pronto las imágenes de su tío, de la Sra. Doyle y de su verdadera vida en Lytenberg hicieron que volviera a la realidad.

- ¿Qué vamos a hacer ahora?- Dijo algo alarmada mientras miraba a Seizan.

Finalmente no habían encontrado ninguna opción mejor que el puerto, el solitario rincón donde Mina solía ir a menudo. No es que le hiciera especial gracia, puesto que era un lugar donde Mina solía estar, y no quería que relacionaran Mina con Mijail.

De todos modos una vez llegaron a su destino, esos pensamientos pasaron a un segundo plano. En cuanto el tipo se les acercó, Seizan se colocó entre el joven y Mina, para empezar no lo conocía, que supiera que era Mina generaba desconfianza, y, además, las apariencias podían engañar, a pesar de todo, y aunque no estaba de acuerdo con la actitud de Mina, se mantuvo alerta y en silencio mientras el joven hablaba.

A pesar de que la joven parecía conocerlo, el no se quedó del todo conforme, había aprendido a sospechar de todo y de todos.

Miró a la muchacha en silencio unos instantes cuando le preguntó sobre el curso de acción a seguir. Estaba claro que aún necesitaban más información sobre las intenciones de la gente que perseguía a Mina, pero si no eran capaces de sobrevivir de nada valía la información.

- Creo que por ahora deberíamos marcharnos y buscar un lugar donde estemos a salvo, allí, con calma, podemos averiguar más cosas… incluso pensar en quien podría saber algo más.

No le convencía del todo la idea, pero pesaba más la supervivencia que la información.

Mina miró con paciencia a Seizan que parecía sopesar todas las posibilidades, especialmente si debía creer a aquel muchacho o no. No es que Mina fuera una persona demasiado ingenua, aunque también, sino que era capaz de despejar sus dudas más rápidamente. Aún así, entendía que el muchacho fuera receloso e incluso que se negara a creer al joven.

- ¿Pero a dónde vamos a ir?-.

El joven, más tranquilo después del empeño de Mina, se atrevió a romper el silencio pensativo que se había formado en torno a los otros dos:

- Esta noche, a última hora, sale un barco a Móselec. Mi primo va en él, quizás os pueda ayudar. Sé que no es muy noble ir de polizón, pero los viajeros son anotados y todos los registros acaban en la biblioteca-.

El joven Teodoro dio todos los detalles a Seizan para poder hablar con el primo de éste, al que avisaría inmediatamente. Y se marchó sin llamar la atención mientras Mina miraba a Seizan.

- Perdonadme, he sido descuidada- Murmuró recordando que debido a sus errores en el personaje de Mijail, el joven Teodoro había sabido quien era. Hizo una larga pausa y después continuó- Así que... ¿nos vamos?-.

Fdi: Estaba pensando que podríamos dejar este tema aquí, terminado. Si acaso tu contestación y un post resumen con lo del barco y demás. Podemos abrir otro tema (que luego se movería al subforo de Móselec) en plan flashback: La aventura en sí empezará cuando ya esté comenzada la guerra, pero mientras tanto, en esos largos meses Seizan y Mina podrían haber estado viviendo juntos en Móselec, conociéndose y demás, quizás Seizan podría haberla enseñado a manejar la espada y defenderse, etc. Así, mientras acabamos con lo de la remodelación podemos seguir posteando. ¿Te parece?