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Viejas historias, lugares nuevos.
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Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Levemente, el demonio notó una pequeña chispa de culpabilidad en los ojos de Alma, aunque enfadándose como estaba, le pasó desaperciibido ese detalle.
Cuando la mujer salió y empezó a intentar convencerle de buscar otro libro, Luthys sintió cómo empezaba a hervir por dentro. ¿Como podían ser así los humanos? Si eran tan descuidados de dejar oscuras historias o secretos a la vista de todo el mundo, que acarrearan con las consecuencias. ¡Arg! Odiaba a los humanos.
Justo en ese momento, Alma le instó a que le diera la razón a la mujer y se fueran de allí como si nada. Y él no pudo reprimir la mirada que le dedicó a Alma, y ni siquiera se dió cuenta, dado el grado de su enfado, que no era una mirada nada agradable.
Simplemente, ignorando la siguiente sugerencia de Alma, se acercó más a la mujer y le susurró:
- Mire, odio que sean así: descuidados por naturaleza. Pero odio aún más que intenten tratarme como si fuera tonto. - el tono de voz del demonio había cambiado, se había vuelto frío y oscuro - Sólo quiero terminar de leer esa maldita leyenda, y les dejaré en paz. Pero, créame si le digo que como sigan intentando convencerme de que hay más libros la cosa se va a poner seria, muy seria. ¿Me entendió?
Luthys se mostraba totalmente extraño, hacía mucho tiempo que esa parte de él no salía a la luz, y, cuando esto pasaba, para él dejaba de existir el resto del mundo. Tanto era así que mientras la mujer entró de nuevo dentro sin decir ni una palabra, pero con el ceño fruncido, Luthys no se movió, se comportaba como si Alma no estuviera ahí, como si su único interés fuera salirse con la suya con el tema del libro incompleto.
Por fin, la mujer salió de nuevo, y en voz baja y en un tono calmado, le dijo al demonio:
- ¿Sería tan amable de acompañarme dentro, señor Jacob?
Luthys en cualquier otro momento, estando más tranquilo, se hubiera negado en rotundo a esa proposición. No sólo por el hecho de no saber qué iba a pasar dentro, sino también por no llamar la atención. Sin embargo, en estos momentos ya había llamado demasiado la atención y estaba demasiado alterado como para darse cuenta de algo así.
- Por supuesto, vamos a aclarar este asunto.- contestó entrando al lugar que la mujer le había señalado. En ningún momento demostró que seguía acordándose de la presencia de Alma.
Cuando la mujer salió y empezó a intentar convencerle de buscar otro libro, Luthys sintió cómo empezaba a hervir por dentro. ¿Como podían ser así los humanos? Si eran tan descuidados de dejar oscuras historias o secretos a la vista de todo el mundo, que acarrearan con las consecuencias. ¡Arg! Odiaba a los humanos.
Justo en ese momento, Alma le instó a que le diera la razón a la mujer y se fueran de allí como si nada. Y él no pudo reprimir la mirada que le dedicó a Alma, y ni siquiera se dió cuenta, dado el grado de su enfado, que no era una mirada nada agradable.
Simplemente, ignorando la siguiente sugerencia de Alma, se acercó más a la mujer y le susurró:
- Mire, odio que sean así: descuidados por naturaleza. Pero odio aún más que intenten tratarme como si fuera tonto. - el tono de voz del demonio había cambiado, se había vuelto frío y oscuro - Sólo quiero terminar de leer esa maldita leyenda, y les dejaré en paz. Pero, créame si le digo que como sigan intentando convencerme de que hay más libros la cosa se va a poner seria, muy seria. ¿Me entendió?
Luthys se mostraba totalmente extraño, hacía mucho tiempo que esa parte de él no salía a la luz, y, cuando esto pasaba, para él dejaba de existir el resto del mundo. Tanto era así que mientras la mujer entró de nuevo dentro sin decir ni una palabra, pero con el ceño fruncido, Luthys no se movió, se comportaba como si Alma no estuviera ahí, como si su único interés fuera salirse con la suya con el tema del libro incompleto.
Por fin, la mujer salió de nuevo, y en voz baja y en un tono calmado, le dijo al demonio:
- ¿Sería tan amable de acompañarme dentro, señor Jacob?
Luthys en cualquier otro momento, estando más tranquilo, se hubiera negado en rotundo a esa proposición. No sólo por el hecho de no saber qué iba a pasar dentro, sino también por no llamar la atención. Sin embargo, en estos momentos ya había llamado demasiado la atención y estaba demasiado alterado como para darse cuenta de algo así.
- Por supuesto, vamos a aclarar este asunto.- contestó entrando al lugar que la mujer le había señalado. En ningún momento demostró que seguía acordándose de la presencia de Alma.
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Siempre, siempre, siempre lo mismo.
Siempre que quería realmente algo, siempre que todo parecía ir bien, algo salía mal. Alma se quedó flotando, intranquila, delante del mostrador mientras veía a Luthys irse con la mujer. Ni siquiera la había mirado. Ni siquiera había dado a entender que estaba allí. Y no le extrañanaba.
Todo aquello era culpa suya: el estúpido libro, el interés por la hoja arrancada... ahora el demonio estaba enfadado, estaba muy enfadado. Lo había expuesto y ahora no era capaz de controlarse, y todo el mundo lo miraba desde distintos puntos de la sala. Luthys odiaba ser el centro de atención. Y eso había sacado lo peor de él.
El demonio que llevaba dentro.
Alma se mantuvo quieta, sin moverse, completamente perdida y con muchas ganas de golpear algo, de poder llorar. De decir lo siento en voz alta, que todo el mundo supiera que estaba allí. Así podría atraer la atención de todos, y corregir su error. Pero no podía hacer nada, así que finalmente se centró.
Y empezó a preocuparse.
¿Por qué querrían hacerle pasar a una zona privada? ¿Para dejarle leer el libro después del escándalo que habían formado para evitarlo?
La rabia que Alma sentía hacia sí misma empezó a tornarse preocupación. Se lanzó a través de la puerta cerrada que Luthys y la mujer habían atravesado y buscó con su percepción hasta encontrarlos en una habitación. No parecía haber ningún libro allí. Luthys estaba sentado y la mujer, de pie en frente de él, al otro lado de un escritorio de madera.
- Señor Jacob, espero que comprenda que no vamos a darle acceso al libro que ha solicitado. Le he traido aquí porque en la biblioteca estábamos armando mucho escándalo. Espero que en este lugar, mucho más tranquilo, podamos hablar como personas civilizadas.
Alma arqueó una ceja. Todo aquello ya estaba tratado fuera, y no creía a aquella mujer tan estúpida como para suponeer que por cambiar de habitación Luthys cambiaría de idea. Es más, los ojos de aquella mujer le resultaban demasiado inteligentes. Allí había algo raro, pero no podía saber el qué, ni si sólo eran imaginaciones suyas.
Estaba atenta a cualquier ruido, ya que parecía que aquella mujer estaba haciendo tiempo. Miraba de reojo a la puerta,como si esperase algo, o a alguien, mientras repetía su discurso de la recepción.
No tardó mucho en aparecer un hombre, que debía de tener sangre de gigante en las venas. Medía más de dos metros y tuvo que agacharse para pasar por debajo de la puerta, y ladearse porque la distancia entre sus hombres casi superaba la anchura de la puerta. Entó y se colocó tras el escritorio, que la mujer desalojó solícitamente mientras se mantenía a un lado.
- Señor JAcob, éste es Zornot.... - El hombre le paró con un gesto y tomó la palabra.
- Me han pedido permiso para coger un libro que según parece, esta usted muy interesado en leer. - comentó con una voz grave de bajo. - Pocas veces me encuentro con gente tan interesada en meras leyendas, y me preguntaba qué interés tiene para usted algo tan nimio como una historieta así.
Su tono autoritario y su forma de hablar dejaban claro que pensaba que había algo detrás de las intenciones de Luthys por leer el libro. Las cavilaciones de la fantasma se detuvieron de golpe cuando el hombre posó sus ojos marrones directamente en ella. hizo una mueca, algo parecido a una media sonrisa, pero no dijo absolutamente nada sobre su presencia allí.
Alma no sabía qué hacer.
Siempre que quería realmente algo, siempre que todo parecía ir bien, algo salía mal. Alma se quedó flotando, intranquila, delante del mostrador mientras veía a Luthys irse con la mujer. Ni siquiera la había mirado. Ni siquiera había dado a entender que estaba allí. Y no le extrañanaba.
Todo aquello era culpa suya: el estúpido libro, el interés por la hoja arrancada... ahora el demonio estaba enfadado, estaba muy enfadado. Lo había expuesto y ahora no era capaz de controlarse, y todo el mundo lo miraba desde distintos puntos de la sala. Luthys odiaba ser el centro de atención. Y eso había sacado lo peor de él.
El demonio que llevaba dentro.
Alma se mantuvo quieta, sin moverse, completamente perdida y con muchas ganas de golpear algo, de poder llorar. De decir lo siento en voz alta, que todo el mundo supiera que estaba allí. Así podría atraer la atención de todos, y corregir su error. Pero no podía hacer nada, así que finalmente se centró.
Y empezó a preocuparse.
¿Por qué querrían hacerle pasar a una zona privada? ¿Para dejarle leer el libro después del escándalo que habían formado para evitarlo?
La rabia que Alma sentía hacia sí misma empezó a tornarse preocupación. Se lanzó a través de la puerta cerrada que Luthys y la mujer habían atravesado y buscó con su percepción hasta encontrarlos en una habitación. No parecía haber ningún libro allí. Luthys estaba sentado y la mujer, de pie en frente de él, al otro lado de un escritorio de madera.
- Señor Jacob, espero que comprenda que no vamos a darle acceso al libro que ha solicitado. Le he traido aquí porque en la biblioteca estábamos armando mucho escándalo. Espero que en este lugar, mucho más tranquilo, podamos hablar como personas civilizadas.
Alma arqueó una ceja. Todo aquello ya estaba tratado fuera, y no creía a aquella mujer tan estúpida como para suponeer que por cambiar de habitación Luthys cambiaría de idea. Es más, los ojos de aquella mujer le resultaban demasiado inteligentes. Allí había algo raro, pero no podía saber el qué, ni si sólo eran imaginaciones suyas.
Estaba atenta a cualquier ruido, ya que parecía que aquella mujer estaba haciendo tiempo. Miraba de reojo a la puerta,como si esperase algo, o a alguien, mientras repetía su discurso de la recepción.
No tardó mucho en aparecer un hombre, que debía de tener sangre de gigante en las venas. Medía más de dos metros y tuvo que agacharse para pasar por debajo de la puerta, y ladearse porque la distancia entre sus hombres casi superaba la anchura de la puerta. Entó y se colocó tras el escritorio, que la mujer desalojó solícitamente mientras se mantenía a un lado.
- Señor JAcob, éste es Zornot.... - El hombre le paró con un gesto y tomó la palabra.
- Me han pedido permiso para coger un libro que según parece, esta usted muy interesado en leer. - comentó con una voz grave de bajo. - Pocas veces me encuentro con gente tan interesada en meras leyendas, y me preguntaba qué interés tiene para usted algo tan nimio como una historieta así.
Su tono autoritario y su forma de hablar dejaban claro que pensaba que había algo detrás de las intenciones de Luthys por leer el libro. Las cavilaciones de la fantasma se detuvieron de golpe cuando el hombre posó sus ojos marrones directamente en ella. hizo una mueca, algo parecido a una media sonrisa, pero no dijo absolutamente nada sobre su presencia allí.
Alma no sabía qué hacer.
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
A pesar del grado de enfado que tenía, Luthys se sentó en una silla una vez hubo entrado donde la mujer le había indicado. Era una sala normal y corriente, aunque tampoco es que el demonio se hubiera fijado mucho en ella. Sus ojos estaban fijos en el rostro de la mujer, que parecía empezar a ponerse algo más nerviosa que al principio.
Volvió a repetirle que no iban a dejarle el maldito libro de leyendas, y eso sólo consiguió levantar a Luthys de la silla en la que se encontraba y acercarse más a la mujer. Sin embargo, esta vez no dijo nada, simplemente dejó escapar un leve gruñido.
Y momentos después un hombre muy corpulento y muy grande se abría paso hasta ellos. Una parte de Luthys captó la idea de que ese hombre podría ser peligroso, dada su corpulencia y su... gesto, quizá. Sin embargo, era la otra parte de él mismo la que lo gobernaba en aquel momento, por lo que se colocó mirando hacia el tipo y se acercó a él unos pasos.
- Dejémonos de presentaciones, ¿quieren?- dijo Luthys.- Los tres sabemos perfectamente lo que está pasando aquí. He venido a la biblioteca en busca de un libro para leer y pasar el rato, he encontrado uno adecuado para mi gusto y cuál ha sido mi sorpresa al darme cuenta de que faltaban páginas. Me parece muy bien que ese libro sea propiedad de la biblioteca y no deseen dejárselo a un joven malhumorado que lo pide con insistencia.- Hizo una pausa y miró a la mujer para volver la vista de nuevo al hombre.-Lamento comunicarle, señor... Zornot, que no tengo inteción de decirles cuáles son mis motivos para tanta insistencia; pero intuyo que tampoco ustedes van a decirme cuáles son los suyos para negarme ese maldito libro, ¿verdad?- La voz de Luthys, aunque a grandes rasgos podría sonar tranquila, denotaba un aire distinto al que él solía mostrar, un aire más oscuro, más inquietante. Era obvio que su grado de enfado no estaba descendiendo.
-Muy bien, señor... - el hombre grande lanzó una mirada a la mujer y ésta le indicó que el nombre del señor era Jacob.- Señor, Jacob, tiene usted toda la razón sobre lo de que no vamos a darle nuestras razones, así como está en todo su derecho de no decir las suyas. Pero, por otra parte, presiento que nos oculta algo sobre su insistencia, y es eso precisamente lo que me inquieta.- Hizo una señal a la mujer para que les dejara solos. Se mantuvo en silencio hasta que sólo quedaron en la habitación Luthys, él y... Alma.- He podido comprobar que no viene usted solo, señor Jacob.- Y miró a Alma e hizo una mueca de sonrisa falsa y atrevida.
Y sólo entonces Luthys volvió en sí. Se dió la vuelta bruscamente cuando el hombre saludó a Alma. Ella estaba allí, con gesto asustado, a su lado, y estaba seguro de que mantenía la esperanza de que aquello fuera a acabar pronto.
Luthys se había quedado mudo. Era incapaz de pronunciar palabra. Permanecía allí, girado en su silla, contemplando a Alma con gesto neutro.
Volvió a repetirle que no iban a dejarle el maldito libro de leyendas, y eso sólo consiguió levantar a Luthys de la silla en la que se encontraba y acercarse más a la mujer. Sin embargo, esta vez no dijo nada, simplemente dejó escapar un leve gruñido.
Y momentos después un hombre muy corpulento y muy grande se abría paso hasta ellos. Una parte de Luthys captó la idea de que ese hombre podría ser peligroso, dada su corpulencia y su... gesto, quizá. Sin embargo, era la otra parte de él mismo la que lo gobernaba en aquel momento, por lo que se colocó mirando hacia el tipo y se acercó a él unos pasos.
- Dejémonos de presentaciones, ¿quieren?- dijo Luthys.- Los tres sabemos perfectamente lo que está pasando aquí. He venido a la biblioteca en busca de un libro para leer y pasar el rato, he encontrado uno adecuado para mi gusto y cuál ha sido mi sorpresa al darme cuenta de que faltaban páginas. Me parece muy bien que ese libro sea propiedad de la biblioteca y no deseen dejárselo a un joven malhumorado que lo pide con insistencia.- Hizo una pausa y miró a la mujer para volver la vista de nuevo al hombre.-Lamento comunicarle, señor... Zornot, que no tengo inteción de decirles cuáles son mis motivos para tanta insistencia; pero intuyo que tampoco ustedes van a decirme cuáles son los suyos para negarme ese maldito libro, ¿verdad?- La voz de Luthys, aunque a grandes rasgos podría sonar tranquila, denotaba un aire distinto al que él solía mostrar, un aire más oscuro, más inquietante. Era obvio que su grado de enfado no estaba descendiendo.
-Muy bien, señor... - el hombre grande lanzó una mirada a la mujer y ésta le indicó que el nombre del señor era Jacob.- Señor, Jacob, tiene usted toda la razón sobre lo de que no vamos a darle nuestras razones, así como está en todo su derecho de no decir las suyas. Pero, por otra parte, presiento que nos oculta algo sobre su insistencia, y es eso precisamente lo que me inquieta.- Hizo una señal a la mujer para que les dejara solos. Se mantuvo en silencio hasta que sólo quedaron en la habitación Luthys, él y... Alma.- He podido comprobar que no viene usted solo, señor Jacob.- Y miró a Alma e hizo una mueca de sonrisa falsa y atrevida.
Y sólo entonces Luthys volvió en sí. Se dió la vuelta bruscamente cuando el hombre saludó a Alma. Ella estaba allí, con gesto asustado, a su lado, y estaba seguro de que mantenía la esperanza de que aquello fuera a acabar pronto.
Luthys se había quedado mudo. Era incapaz de pronunciar palabra. Permanecía allí, girado en su silla, contemplando a Alma con gesto neutro.
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Alma hubiese preferido que aquel hombre no dijera que la había visto. Se sentía expuesta,como si la hubiesen descubierto intentando robar, o algo por el estilo. La mirada del hombre grande era extraña, penetrante, como si intentase ver lo que había dentro del cuerpo translúcido, y la mirada neutra de Luthys la ponía nerviosa, porque le era extraña.
Sabía que el demonio había obviado su presencia desde que empezó la lucha con el encargado de la biblioteca por conseguir lo que le faltaba del libro, pero ahora la miraba como si fuese la primera vez que la veía. ¿Había llegado a olvidarla, incluso estando a su lado?
Nadie decía nada, la mujer que los había conducido allí parecía desconcertada, y Alma leyó las preguntas en su mirada, pero parecía que respetaba demasiado a aquel hombre como para inmiscuirse. Quizá cuando acabara todo podría preguntarle.
De repente Alma se preguntó algo. Si la veía a ella, ¿vería aquel hombre también la verdadera naturaleza de Luthys? Le entró el pánico y miró a todas partes, pero la mirada tranquila y paciente parecía atraer toda su atención. Alma se detuvo en aquellos ojos negros, como intentando averigüar la respuesta a sus miedos, aunque sabía que no sería capaz de encontrar nada en ellos. Le resultaban fríos y calculadores y temió por el demonio. ¿Qué querían de él? ¿Por qué estaban allí? su cabeza parecía dar vueltas. Finalmente volvió a mirar a Luthys y sus pensamientos se aclararon: lo único que le importaba era que salieran de allí pronto.
- No, no está solo. - dijo, al fin, rompiendo el tenso silencio. Dudó por un instante si ponerse agresiva o intentar ser diplomática. optó por lo segundo. - Lo cierto es que creo que todo este lío es culpa mía, y lo lamento. - Inclinó la cabeza levemente en señal de arrepentiemiento. - Fui yo la que quiso leer ese libro, y fui yo la que mostró curiosidad por saber qué ocultaba. Sólo era un juego, no sabía que ese libro no se podía leer, ni quería que las cosas llegaran hasta este extremo. Lo siento - no quería hablar en plural. Sabía que si hablaba en plural, Luthys vería herido su orgullo y quizá eso empeorara las cosas. Esperaba que aquel hombre entendiese que era todo culpa suya y así no dudaran tanto de Luthys y lo dejaran salir de allí.
El hombre la miró atentamente, durante unos minutos y luego se volvió al demonio.
- Veo que tu amiga parece más razonable que tú, aunque no sé si debería fiarme mucho de ella. Después de todo, no creo que pueda fiarme mucho de tí.- comentó con tono despreocupado. - ¿Desde cuándo alguien como tú deja que lo defienda alguien como ella? Resulta bastante divertido, no puede verse todos los días algo así - Su boca se torció en una sonrisa, que a Alma no le gustó demasiado, era casi cruel.
Aquella forma de decir las cosas, le dio a entender a la fantasma que sabía que Luthys era un demonio. No se fiaba de él, y de ella tampoco sólo porque le acompañaba.
- Se equivoca, le estoy diciendo la verdad. - Comentó, en un intento desesperado por volver a encauzar las cosas. - Puede que a usted le parezca que no puede confiar en él, pero es sólo porque sabe qué es. Pero las cosas no son siempre lo que parecen, y no todo el mundo se comporta como su naturaleza le dicta. - hizo una pausa, quizá había hablado de más, pero cruzó los dedos porque sirviera para algo. - Todo esto ha sido culpa mía, no tenemos ningún motivo para querer leer ese libro, excepto la curiosidad por acabar una historia.
Estuvo a punto de pedir por favor que la creyera. Pero tenía miedo de que Luthys se enfadase con ella. De hecho, temía que lo que había dicho enfurecería al demonio. Lo miró de reojo, con la sensación de tener un nudo en el estómago que no la dejaba respirar. Aunque ella no podía hacerlo de todas formas, era una sensación agobiante.
Sabía que el demonio había obviado su presencia desde que empezó la lucha con el encargado de la biblioteca por conseguir lo que le faltaba del libro, pero ahora la miraba como si fuese la primera vez que la veía. ¿Había llegado a olvidarla, incluso estando a su lado?
Nadie decía nada, la mujer que los había conducido allí parecía desconcertada, y Alma leyó las preguntas en su mirada, pero parecía que respetaba demasiado a aquel hombre como para inmiscuirse. Quizá cuando acabara todo podría preguntarle.
De repente Alma se preguntó algo. Si la veía a ella, ¿vería aquel hombre también la verdadera naturaleza de Luthys? Le entró el pánico y miró a todas partes, pero la mirada tranquila y paciente parecía atraer toda su atención. Alma se detuvo en aquellos ojos negros, como intentando averigüar la respuesta a sus miedos, aunque sabía que no sería capaz de encontrar nada en ellos. Le resultaban fríos y calculadores y temió por el demonio. ¿Qué querían de él? ¿Por qué estaban allí? su cabeza parecía dar vueltas. Finalmente volvió a mirar a Luthys y sus pensamientos se aclararon: lo único que le importaba era que salieran de allí pronto.
- No, no está solo. - dijo, al fin, rompiendo el tenso silencio. Dudó por un instante si ponerse agresiva o intentar ser diplomática. optó por lo segundo. - Lo cierto es que creo que todo este lío es culpa mía, y lo lamento. - Inclinó la cabeza levemente en señal de arrepentiemiento. - Fui yo la que quiso leer ese libro, y fui yo la que mostró curiosidad por saber qué ocultaba. Sólo era un juego, no sabía que ese libro no se podía leer, ni quería que las cosas llegaran hasta este extremo. Lo siento - no quería hablar en plural. Sabía que si hablaba en plural, Luthys vería herido su orgullo y quizá eso empeorara las cosas. Esperaba que aquel hombre entendiese que era todo culpa suya y así no dudaran tanto de Luthys y lo dejaran salir de allí.
El hombre la miró atentamente, durante unos minutos y luego se volvió al demonio.
- Veo que tu amiga parece más razonable que tú, aunque no sé si debería fiarme mucho de ella. Después de todo, no creo que pueda fiarme mucho de tí.- comentó con tono despreocupado. - ¿Desde cuándo alguien como tú deja que lo defienda alguien como ella? Resulta bastante divertido, no puede verse todos los días algo así - Su boca se torció en una sonrisa, que a Alma no le gustó demasiado, era casi cruel.
Aquella forma de decir las cosas, le dio a entender a la fantasma que sabía que Luthys era un demonio. No se fiaba de él, y de ella tampoco sólo porque le acompañaba.
- Se equivoca, le estoy diciendo la verdad. - Comentó, en un intento desesperado por volver a encauzar las cosas. - Puede que a usted le parezca que no puede confiar en él, pero es sólo porque sabe qué es. Pero las cosas no son siempre lo que parecen, y no todo el mundo se comporta como su naturaleza le dicta. - hizo una pausa, quizá había hablado de más, pero cruzó los dedos porque sirviera para algo. - Todo esto ha sido culpa mía, no tenemos ningún motivo para querer leer ese libro, excepto la curiosidad por acabar una historia.
Estuvo a punto de pedir por favor que la creyera. Pero tenía miedo de que Luthys se enfadase con ella. De hecho, temía que lo que había dicho enfurecería al demonio. Lo miró de reojo, con la sensación de tener un nudo en el estómago que no la dejaba respirar. Aunque ella no podía hacerlo de todas formas, era una sensación agobiante.
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Luthys no había abierto la boca mientras que duraron las palabras de Alma. No podía creer hasta dónde había llegado, y sin tener en cuenta que la pobre fantasma había estado junto a él todo el rato, ¡quién sabe cuánto de mal lo habría pasado!
Aunque lo intentó varias veces, era incapaz de mirar a Alma a los ojos, era consciente de que no lo había hecho nada bien, y no sólo eso, si no que además se sentí muy avergonzado.
Alzó la vista del suelo para contemplar al hombre grande. Ahora era totalmente consciente del lío en el que se había metido. ¿Cómo iba a salir de esta? Era obvio, además, que Zornot sabía que él era un demonio, así como había logrado ver sin problema alguno a Alma. El por qué lo desconocía, pero le asaltaba la gran duda de si era peligroso o no.
Llevaba tanto tiempo evitando ser descubierto... tanto tiempo ocultándose entre la multitud... tanto tiempo evitando a los de su raza... que ya ni siquiera recordaba por qué lo hacía. ¿A qué tenía miedo? ¿Por qué huía de los demonios? Si ya había sido desterrado, ¿por qué no podía vivir en paz?... Aunque quizá fuera por el hecho de haber nacido demonio, nadie debe perdonar nunca nada a un demonio, nadie debe confiar nunca en ellos, tarde o temprano los demonios hacen daño. Y este momento era una prueba de ello. No era la primera vez que hacía daño a Alma, pero esta vez había añadido el ponerla en peligro. Normalmente nadie ve fantasmas, pero ese hombre sí la había visto y sin ningún problema, tan bien como había visto su aura de demonio fácilmente. ¿Qué podía hacer ahora?
- Lamento lo ocurrido, señor Zornot - dijo levantándose de la silla y mirando al suelo. Era incapaz de alzar la vista de nuevo, se sentía tan avergonzado e insignificante... - Siento mucho haberle causado tantas molestias... Soy un irresponsable que se deja llevar por sus instintos demasiado rápido...
Permaneció delante del hombre unos instantes que se le hicieron eternos. Sólo deseaba salir de allí lo más rápido posible y salvar el pellejo. Sentía la presencia de Alma a sus espaldas, pero no era capaz de dirigir a ella ni una tímida mirada de reojo. Cuando creyó que había esperado suficiente, se dió la vuelta dispuesto a salir de allí, pero la voz de Zornot lo hizo deternerse.
- Me encanta que me visiten demonios desterrados.- Se hizo un silencio en el que Luthys permaneció inmóvil. - Había oído de ti y de tu fantasmal compañía, no eres demasiado bueno ocultándote... Sin embargo, no esperaba verte aquí, y mucho menos montando escándalo.- Zornot soltó una risotada más alta de lo que a Luthys le hubiera gustado. - Aún no entiendo qué pasó por tu cabeza al ir de esa forma tan grosera al mostrador de la bibioteca, pero lo cierto es que ya no me importa.
Zornot calló y volvió a sentarse en la silla, cruzando las manos sobre su abdomen y contemplando con una débil sonrisa a Luthys. El demonio se giró sobre sí mismo y volvió a estar de cara a Zornot, esta vez con la mirada alta, mirándole a los ojos. Su aspecto era cansado, su parte endemoniada había dado paso a su parte gentil y buena, o quizá eso sólo se debía a que ahora era consciente de su gran metedura de pata.
- No parece que nos vayas a dejar marcharnos por las buenas, ¿verdad?- dijo Luthys con tono calmado. Zornot sonrió de nuevo y negó con la cabeza. El demonio suspiró, se volvió a sentar en la silla y dijo: - Está bien, pero ella no tiene nada que ver en todo esto.
Era lo único que había podido decir para tratar de sacar a Alma del embrollo. Por su parte, Zornot soltó una risotada y preguntó mirando hacia Alma:
- ¿Desea quedarse, señorita?
Aunque lo intentó varias veces, era incapaz de mirar a Alma a los ojos, era consciente de que no lo había hecho nada bien, y no sólo eso, si no que además se sentí muy avergonzado.
Alzó la vista del suelo para contemplar al hombre grande. Ahora era totalmente consciente del lío en el que se había metido. ¿Cómo iba a salir de esta? Era obvio, además, que Zornot sabía que él era un demonio, así como había logrado ver sin problema alguno a Alma. El por qué lo desconocía, pero le asaltaba la gran duda de si era peligroso o no.
Llevaba tanto tiempo evitando ser descubierto... tanto tiempo ocultándose entre la multitud... tanto tiempo evitando a los de su raza... que ya ni siquiera recordaba por qué lo hacía. ¿A qué tenía miedo? ¿Por qué huía de los demonios? Si ya había sido desterrado, ¿por qué no podía vivir en paz?... Aunque quizá fuera por el hecho de haber nacido demonio, nadie debe perdonar nunca nada a un demonio, nadie debe confiar nunca en ellos, tarde o temprano los demonios hacen daño. Y este momento era una prueba de ello. No era la primera vez que hacía daño a Alma, pero esta vez había añadido el ponerla en peligro. Normalmente nadie ve fantasmas, pero ese hombre sí la había visto y sin ningún problema, tan bien como había visto su aura de demonio fácilmente. ¿Qué podía hacer ahora?
- Lamento lo ocurrido, señor Zornot - dijo levantándose de la silla y mirando al suelo. Era incapaz de alzar la vista de nuevo, se sentía tan avergonzado e insignificante... - Siento mucho haberle causado tantas molestias... Soy un irresponsable que se deja llevar por sus instintos demasiado rápido...
Permaneció delante del hombre unos instantes que se le hicieron eternos. Sólo deseaba salir de allí lo más rápido posible y salvar el pellejo. Sentía la presencia de Alma a sus espaldas, pero no era capaz de dirigir a ella ni una tímida mirada de reojo. Cuando creyó que había esperado suficiente, se dió la vuelta dispuesto a salir de allí, pero la voz de Zornot lo hizo deternerse.
- Me encanta que me visiten demonios desterrados.- Se hizo un silencio en el que Luthys permaneció inmóvil. - Había oído de ti y de tu fantasmal compañía, no eres demasiado bueno ocultándote... Sin embargo, no esperaba verte aquí, y mucho menos montando escándalo.- Zornot soltó una risotada más alta de lo que a Luthys le hubiera gustado. - Aún no entiendo qué pasó por tu cabeza al ir de esa forma tan grosera al mostrador de la bibioteca, pero lo cierto es que ya no me importa.
Zornot calló y volvió a sentarse en la silla, cruzando las manos sobre su abdomen y contemplando con una débil sonrisa a Luthys. El demonio se giró sobre sí mismo y volvió a estar de cara a Zornot, esta vez con la mirada alta, mirándole a los ojos. Su aspecto era cansado, su parte endemoniada había dado paso a su parte gentil y buena, o quizá eso sólo se debía a que ahora era consciente de su gran metedura de pata.
- No parece que nos vayas a dejar marcharnos por las buenas, ¿verdad?- dijo Luthys con tono calmado. Zornot sonrió de nuevo y negó con la cabeza. El demonio suspiró, se volvió a sentar en la silla y dijo: - Está bien, pero ella no tiene nada que ver en todo esto.
Era lo único que había podido decir para tratar de sacar a Alma del embrollo. Por su parte, Zornot soltó una risotada y preguntó mirando hacia Alma:
- ¿Desea quedarse, señorita?
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Las palabras de aquel hombre la alarmaron. ¿Qué sabía? ¿Por qué hablaba de demonios? Para Alma era una persona normal, y sus ojos eran normales, luego no era uno de ellos. En cuanto al trato de humanos con demonios, no estaba segura de hasta qué punto entendía de ellos, pero supuso que era el caso.
Lo que más le inquietaba era lo que quería de Luthys y por qué no iba a dejarlos marchar. Después de todo, aunque supiera quien era, ¿que podría querer de él?
Mientras pensaba, no apartaba los ojos translúcidos de Zornott, aunque su percepción estaba más pendiente de Luthys. Notó el cambio que se había producido y sabía que ahora Luthys era... ¿vulnerable? no sabía si esa era la palabra, pero si el demonio se empezaba a sentir culpable ahora tendrían un problema. No podía dejar que su parte más humana saliera a relucir ahora.
La fantasma se sorprendió ante la pregunta. ¿Iba a dejarla marchar así como así? Le resultaba raro, pero podía decirlo en serio. Si se iba, quizás Lutys recuperaría su compostura demoníaca y podría enfrentarse al desconocido. Se imaginó saliendo de allí y alejándose de todo aquel lío... Luthys prefería que se fuera, se sentiría mejor consigo mismo y quizá estaría más tranquilo con ella lejos, después de todo había sido él quien había pedido que la dejara ir.
<< No >> - dijo al final, en voz muy baja. La sonrisa del hombre se acentuó, mostrándose mucho más cruel, mientras clavaba su mirada el Luthys, una mirada burlona.
<< Lo siento, Luthys. >> Alma bajó la cabeza, no podía soportar la mirada de Zarnott. Era como si se estuviese riendo de ellos. Miró al demonio y algo dentro de ella se rompió.
<< No deseo quedarme aquí. >> Sus ojos reflejaban determinación. Volvió a mirar al hombre mientras recordaba lo que le había dicho Luthys, no hacía tanto tiempo. - << Pero no me voy a ir a ningún sitio. Y menos sin él. >> - la sonrisa burlona desapareció al instante.
- Veo que no aprendeis la lección, ninguno de los dos - comentó, en su tono denotaba el enfado que le producía que la fantasma no hubiese decidido irse- Nunca sabéis aceptar un buen consejo cuando os lo dan, ni una buena oportunidad... Siempre que se os ofrece la opción de marcharos no lo hacéis... - lanzó un suspiro y se encogió de hombros, recuperando su sonrisa que le ponía a la fantasma los pelos de punta - Esperaba que hubieseis aprendido de la última vez, pero veo que vais a necesitar otra lección. Pero no adelantemos acontecimientos...
SE giró y le hizo un ademán a la mujer que los había llevado hasta allí. Alma no habia reparado practicamente en ella hasta ese momento, y vio que tenia una expresión rara, como si estuviese desubicada. Zarnott le hizo un gesto y ella se marchó. Alma se estremeció. ¿Ultima vez? ¿Qué última vez? No habia visto a aquel hombre en su vida, y no entendía a qué se refería. ¿cuándo no se habían ido?¿De qué estaba hablando? No entendía nada. Se acercó un poco a Lutys.
- No esperaba que se me presentara esta oportunidad, ciertamente creía que eras más precavido, amigo Luhys - el hombre seguía con su charla insulsa. A la fantasma le pareció que estaba haciendo tiempo, quizá había mandado a la mujer a por alguien. A pesar de todo ella sólo podía pensar en una cosa: en Luthys, en que todo apuntaba a que corría peligro, y en que ella no podía dejar que le pasara nada. Estaban en la biblioteca por ella, habían cogido aquel libro por ella, y Luthys había insistido en la página que faltaba por ella.
Le rozó el hombro con la mano. Se sentía responsable de él y no iba a dejar que le hicieran nada...
Llamaron a la puerta, se abrió y volvió a aparecer la mujer, que le susurró algo a Zanott, que asintió. Se levantó y se dirigió a la puerta.
- Disculpadme, pero tengo que hacer algo. No tardarán en venir a por vosotros. - se marchó sin más y pudieron oir la llave girar en la puerta. Pero lo que asustó a Alma no fue el ruido, sino lo que vio poco antes de que se cerrara la puerta: una cara llena de cicatrices y unos ojos crueles del color del chocolate la miraron durante un momento. Se estremeció pero luego se obligó a tranquilizarse. había sido un segundo, y seguramente se lo había imaginado todo.
¿Por qué se acordaba de él justo ahora? Flotó más cerca del demonio, para quedar a su altura y movió la mano a lo largo del brazo hasta que quedó suspendida encima de la de él. Fue un movimiento que ni siquiera se paró a pensar, pero la tranquilizó un poco.
<< Luthys, tengo miedo. ¿Qué crees que quieren? >>
Lo que más le inquietaba era lo que quería de Luthys y por qué no iba a dejarlos marchar. Después de todo, aunque supiera quien era, ¿que podría querer de él?
Mientras pensaba, no apartaba los ojos translúcidos de Zornott, aunque su percepción estaba más pendiente de Luthys. Notó el cambio que se había producido y sabía que ahora Luthys era... ¿vulnerable? no sabía si esa era la palabra, pero si el demonio se empezaba a sentir culpable ahora tendrían un problema. No podía dejar que su parte más humana saliera a relucir ahora.
La fantasma se sorprendió ante la pregunta. ¿Iba a dejarla marchar así como así? Le resultaba raro, pero podía decirlo en serio. Si se iba, quizás Lutys recuperaría su compostura demoníaca y podría enfrentarse al desconocido. Se imaginó saliendo de allí y alejándose de todo aquel lío... Luthys prefería que se fuera, se sentiría mejor consigo mismo y quizá estaría más tranquilo con ella lejos, después de todo había sido él quien había pedido que la dejara ir.
<< No >> - dijo al final, en voz muy baja. La sonrisa del hombre se acentuó, mostrándose mucho más cruel, mientras clavaba su mirada el Luthys, una mirada burlona.
<< Lo siento, Luthys. >> Alma bajó la cabeza, no podía soportar la mirada de Zarnott. Era como si se estuviese riendo de ellos. Miró al demonio y algo dentro de ella se rompió.
<< No deseo quedarme aquí. >> Sus ojos reflejaban determinación. Volvió a mirar al hombre mientras recordaba lo que le había dicho Luthys, no hacía tanto tiempo. - << Pero no me voy a ir a ningún sitio. Y menos sin él. >> - la sonrisa burlona desapareció al instante.
- Veo que no aprendeis la lección, ninguno de los dos - comentó, en su tono denotaba el enfado que le producía que la fantasma no hubiese decidido irse- Nunca sabéis aceptar un buen consejo cuando os lo dan, ni una buena oportunidad... Siempre que se os ofrece la opción de marcharos no lo hacéis... - lanzó un suspiro y se encogió de hombros, recuperando su sonrisa que le ponía a la fantasma los pelos de punta - Esperaba que hubieseis aprendido de la última vez, pero veo que vais a necesitar otra lección. Pero no adelantemos acontecimientos...
SE giró y le hizo un ademán a la mujer que los había llevado hasta allí. Alma no habia reparado practicamente en ella hasta ese momento, y vio que tenia una expresión rara, como si estuviese desubicada. Zarnott le hizo un gesto y ella se marchó. Alma se estremeció. ¿Ultima vez? ¿Qué última vez? No habia visto a aquel hombre en su vida, y no entendía a qué se refería. ¿cuándo no se habían ido?¿De qué estaba hablando? No entendía nada. Se acercó un poco a Lutys.
- No esperaba que se me presentara esta oportunidad, ciertamente creía que eras más precavido, amigo Luhys - el hombre seguía con su charla insulsa. A la fantasma le pareció que estaba haciendo tiempo, quizá había mandado a la mujer a por alguien. A pesar de todo ella sólo podía pensar en una cosa: en Luthys, en que todo apuntaba a que corría peligro, y en que ella no podía dejar que le pasara nada. Estaban en la biblioteca por ella, habían cogido aquel libro por ella, y Luthys había insistido en la página que faltaba por ella.
Le rozó el hombro con la mano. Se sentía responsable de él y no iba a dejar que le hicieran nada...
Llamaron a la puerta, se abrió y volvió a aparecer la mujer, que le susurró algo a Zanott, que asintió. Se levantó y se dirigió a la puerta.
- Disculpadme, pero tengo que hacer algo. No tardarán en venir a por vosotros. - se marchó sin más y pudieron oir la llave girar en la puerta. Pero lo que asustó a Alma no fue el ruido, sino lo que vio poco antes de que se cerrara la puerta: una cara llena de cicatrices y unos ojos crueles del color del chocolate la miraron durante un momento. Se estremeció pero luego se obligó a tranquilizarse. había sido un segundo, y seguramente se lo había imaginado todo.
¿Por qué se acordaba de él justo ahora? Flotó más cerca del demonio, para quedar a su altura y movió la mano a lo largo del brazo hasta que quedó suspendida encima de la de él. Fue un movimiento que ni siquiera se paró a pensar, pero la tranquilizó un poco.
<< Luthys, tengo miedo. ¿Qué crees que quieren? >>
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
El demonio había comprendido perfectamente que acababa de cometer un gravísimo error. Y no tenía nada claro que pudiera salir de ese embrollo de buena manera.
Y, para colmo, Alma se había negado a aprovechar la oportunidad de marcharse. Sinceramente, es lo que Luthys se merecía: quedarse solo. Aunque, si tenía que ser sincero, había temido el hecho de que Alma aceptara marcharse, y no sólo porque le dejara solo, si no porque no se fiaba demasiado de la oportunidad que Zornot le había ofrecido.
Cuando Zornot se levantó y salió, Luthys empezaba a comprender la historia. Aunque Alma estaba totalmente perdida. La miró, sin poder disimular el gesto de angustia y culpabilidad en su rostro, y dijo:
- No sé qué quieren y tampoco puedo decirte que no tengas miedo, porque hasta yo lo tengo.- Obviamente, el tacto carácterístico de los demonios no había pasado desapercibido en esa ocasión. - Aunque, al menos, sé de quién se trata.
Sabía que iba a tenerle que hablar sobre ello, sobre quién era el que él creía que se encontraba detrás de todo esto, aunque ignoraba el motivo. Pero, fuera como fuere, Alma tenía que saber de qué iba todo aquello.
- Creo que lo justo ahora es que te cuente todo lo que sé, ya que gracias a mi estúpidez estamos aquí los dos. - Calló un instante. Apenas era capaz de mirar al espectro, por más que intentaba alzar la vista y contemplar su rostro fantasmal, era como si una fuerza atrayera su mirada hacia el suelo. - Se trata de los mismos demonios que encontramos estando con Sophitia, Alma. Es todo cuanto puedo decirte. Sigo sin entender qué quieren de nosotros, si es que nos quieren a los dos. Pero hénos aquí, esperando a ver qué diantres van a hacernos o decirnos. Sin escapatoria posible.
El demonio estaba totalmente abatido. No sólo se sentía culpable y estúpido por haberles llevado hasta ahí, sino que también tenía miedo. No sólo por él, si no más bien por Alma. ¿Qué era lo que querían de ella? ¿Qué podían querer de una joven fantasma que simplemente en su vida fue una humana normal y corriente?
Por su mente pasaban miles de preguntas, pero ni siquiera tenía fuerzas para pensar posibles respuestas para alguna de ellas. Se sentía destrozado, abatido completamente. Temía que aquella fuera una lucha que no pudiera ganar...
- Bien, aquí estoy de nuevo, queridos visitantes- era Zornot, con una amplía sonrisa triunfante dibujada en su rostro. Pero no venía solo. Justo detrás de él, apareció uno de los grandes amigos de Luthys cuando era demonio.
- Otra vez tú, Gérgal.- dijo Luthys con voz neutra. Gérgal sonrió, satisfecho de la escena que estaba presenciando, no había nada mejor que sentirse triunfador, y eso que aún no había pasado nada...
- Sí, ya te dije no hace demasiado tiempo que las cosas no quedarían así. Y los demonios siempre vuelven, deberías saberlo, Luthys.
Luthys le dedicó una mirada de respulsión. Aún seguía sentado en la silla, y no tenía intención alguna de levantarse por el momento. Entonces, se giró hacia Alma y le dijo:
- Le recuerdas, ¿no?
Y, para colmo, Alma se había negado a aprovechar la oportunidad de marcharse. Sinceramente, es lo que Luthys se merecía: quedarse solo. Aunque, si tenía que ser sincero, había temido el hecho de que Alma aceptara marcharse, y no sólo porque le dejara solo, si no porque no se fiaba demasiado de la oportunidad que Zornot le había ofrecido.
Cuando Zornot se levantó y salió, Luthys empezaba a comprender la historia. Aunque Alma estaba totalmente perdida. La miró, sin poder disimular el gesto de angustia y culpabilidad en su rostro, y dijo:
- No sé qué quieren y tampoco puedo decirte que no tengas miedo, porque hasta yo lo tengo.- Obviamente, el tacto carácterístico de los demonios no había pasado desapercibido en esa ocasión. - Aunque, al menos, sé de quién se trata.
Sabía que iba a tenerle que hablar sobre ello, sobre quién era el que él creía que se encontraba detrás de todo esto, aunque ignoraba el motivo. Pero, fuera como fuere, Alma tenía que saber de qué iba todo aquello.
- Creo que lo justo ahora es que te cuente todo lo que sé, ya que gracias a mi estúpidez estamos aquí los dos. - Calló un instante. Apenas era capaz de mirar al espectro, por más que intentaba alzar la vista y contemplar su rostro fantasmal, era como si una fuerza atrayera su mirada hacia el suelo. - Se trata de los mismos demonios que encontramos estando con Sophitia, Alma. Es todo cuanto puedo decirte. Sigo sin entender qué quieren de nosotros, si es que nos quieren a los dos. Pero hénos aquí, esperando a ver qué diantres van a hacernos o decirnos. Sin escapatoria posible.
El demonio estaba totalmente abatido. No sólo se sentía culpable y estúpido por haberles llevado hasta ahí, sino que también tenía miedo. No sólo por él, si no más bien por Alma. ¿Qué era lo que querían de ella? ¿Qué podían querer de una joven fantasma que simplemente en su vida fue una humana normal y corriente?
Por su mente pasaban miles de preguntas, pero ni siquiera tenía fuerzas para pensar posibles respuestas para alguna de ellas. Se sentía destrozado, abatido completamente. Temía que aquella fuera una lucha que no pudiera ganar...
- Bien, aquí estoy de nuevo, queridos visitantes- era Zornot, con una amplía sonrisa triunfante dibujada en su rostro. Pero no venía solo. Justo detrás de él, apareció uno de los grandes amigos de Luthys cuando era demonio.
- Otra vez tú, Gérgal.- dijo Luthys con voz neutra. Gérgal sonrió, satisfecho de la escena que estaba presenciando, no había nada mejor que sentirse triunfador, y eso que aún no había pasado nada...
- Sí, ya te dije no hace demasiado tiempo que las cosas no quedarían así. Y los demonios siempre vuelven, deberías saberlo, Luthys.
Luthys le dedicó una mirada de respulsión. Aún seguía sentado en la silla, y no tenía intención alguna de levantarse por el momento. Entonces, se giró hacia Alma y le dijo:
- Le recuerdas, ¿no?
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Alma se estremeció al oír las palabras de Luthys, aunque lo temía desde el momento en el que Zornot dio a entender que Luthys era un demonio.
Así que no se había imaginado al hombre de las cicatrices. Estaba ahí fuera, esperándola… Ahora se alegraba de no haber dejado solo al demonio, porque quién sabe cuánto tiempo habría estado tras la puerta. Quizá la oferta de irse había sido intencionada… la fantasma creía todo lo que procediera de aquellos hombres, que estaban al servicio de…
- Otra vez tú, Gérgal.
Alma conocía el nombre, igual que conocía la voz. No podría olvidarlos aunque quisera. Ya sabía quien era antes de que Luthys lo nombrara. La oscuridad de sus alas pareció llenar la habitación, rota tan sólo por los ojos ardientes como fuegos con los que los miró. Cuando los fijó en Alma, ésta empezó a temblar. En el bosque escaparon más por una casualidad que hizo que se unieran muchas circunstancias, y ahora estaban en su terreno. Eran sus normas, y temía no poder salir de allí, aunque temía más por la vida de Luthys. Aquellos demonios no le deseaban ningún bien a ella, pero no les importaría verle muerto a él. Alma se pegó un poco más a él, tanto en ademán protector como par asentirse más segura.
- Veo que no aprendéis – comentó la voz grave de Gérgal mientras entraba y se apoyaba en la mesa para mirarlos de cerca – Armando escándalo en una biblioteca… - hizo un chasquido con la lengua mientras negaba con la cabeza. Le hizo un ademán a Zornot, que sacó de un cajón una botella y una copa, las dejó sobre la mesa junto a Gérgal y se marchó con una reverencia, cerrando la puerta tras de sí. Algo le decía a la fantasma que seguía al otro lado. – Pensaba que tardaría en tener otra oportunidad de charlar con vosotros a solas, pero veo que sois una presa demasiado fácil de cazar. No es divertido… - suspiró de forma sonora mientras una sonrisa cruel nacía en sus labios. Se sirvió una copa de algo que parecía vino y estuvo a punto de reanudar la conversación cuando llamaron a la puerta.
El demonio dirigió una mirada asesina a la mujer que los había llevado hasta allí y que en ese momento asomaba la cabeza por la puerta.
- ¿A qué se debe esta interrupción? ¡He dicho que no me molestaran! – Gérgal no levantó la voz, pero su tono era gélido. La mujer agachó la cabeza, avergonzada.
- Lo lamento, señor, pero dijo que era urgente cuando mandó llamar a…
- ¡¡Ah, es eso!! – cambió drásticamente de actitud – Bien, bien.. Dígale que espere en la otra sala…
-No hará falta – Una voz profunda y cantarina llegó del otro lado de la puerta. La secretaria se apartó y mantuvo la puerta abierta. A un lado se adivinaba el contorno de Zornot, pero la atención recaía en quien hablaba: era una figura envuelta con una capa amplia que impedía conocer su complexión real. Mantenía la cabeza algo gacha para evitar que se le viera la cara, acentuando las sombras que proyectaba su amplia capucha, que no se había quitado. Alma intuía su sonrisa, aunque no podía saber si era sólo parte de su imaginación. – Sólo tenía que darte una respuesta, y mi respuesta es sí. Tus… argumentos son los correctos. Como veo que estás ocupado, volveré en otro momento para hablar de los detalles. - Los ojos de Gérgal brillaron de satisfacción. La figura dio media vuelta y se marchó, y la secretaria farfulló una disculpa mientras cerraba la puerta de nuevo.
Gérgal se recreó mirando el vino en su copa de cristal, pensativo. Se mostraba de un buen humor que a Alma no le gustaba nada.
– ¿Sabes Lu? – Dijo, al cabo de un rato. Se calló y miró a Luthys con sarcasmo -¿Puedo llamarte Lu por los viejos tiempos, amigo? – no se detuvo a escuchar una contestación. Se incorporó y se puso a pasear por la habitación. – Pues verás Lu, nunca pensé que tú y tu amorcito vendríais a mí por vuestro propio pie, así que brindo por ello. - Levantó su copa en dirección hacia ellos y le dio un largo trago. Sus ojos relampaguearon. – Lo cierto es que aquel día, en el bosque, conseguisteis sacarme de mis casillas. Vosotros y vuestra amiguita la coja… - su voz había tomado un cariz enfadado y amenazante para luego volver a su tono amistoso. – ¿Qué ha sido de ella que ya no está con vosotros? Bueno, es igual. Hacía mucho tiempo que nadie se atrevía a interferir en mis planes, pero he de reconocer que tuvo su gracia. Después de muchos años, por fin me reencontré con mi querido amigo del alma- Se acercó a Luthys y le puso la mano sobre el hombro, pero su mirada se deslizó lentamente hacia su compañera. - Y para mi sorpresa, resulta que mi buen amigo venía con un pequeño regalo…
Hizo una pequeña pausa, con la vista fija en Alma. A ella no le gustó nada cómo había dicho aquello, muy bajito. Su sonrisa se acentuó y la fantasma sintió como el miedo la sacudía. Pareció encogerse cuando Gergal retomó la palabra: su tono suave le resultaba mucho peor que sus gritos y amenazas en el claro del bosque.
- No podía creer que la suerte me fuera tan grata: no sólo me presentaste lo que necesitaba para continuar con mi cometido, sino que me presentabas una oportunidad única para vengarme de ti. ¡Imagínate, tenía la oportunidad de coger a la zorra que te engatusó y mandarla a una eternidad de tormentos para utilizar su energía! ¡Además de hacer que te revolcaras en esa estúpida culpabilidad que tienes ahora, que esa asquerosa te dio con todos esos absurdos sentimientos humanos, lo haría por trabajo!! – Soltó una carcajada. – Aún no entiendo como te dejaste engañar por esa estúpida…
Alma empezó a sentir como la ira bullia en su interior. Miró a Luthys. Alma había visto en su rostro cuando le conoció la huella que ella había dejado en su corazón. Bastante tenía con estar allí encerrada, como para aguantar que se metiera con la persona que cambió al demonio, que lo hizo como era ahora y que le había permitido conocerlo.
<< ¡¡Ya basta!! ¿Qué intentas? ¿Crees que vas a conseguir algo de nosotros con tus sucias tretas? No eres quien para juzgar la decisión que tomó Luthys. No eres quién para decir lo que dices. ¡¡Así que para ya!! ¡No cambiarás sus ideas con un par de insultos despectivos! >>
El hombre la miró. Luego sonrió.
- Tu gatita es muy agresiva – comentó mientras se acercaba a ella. Alma aguantó. Luthys no se merecía escuchar aquellas sandeces sobre la persona a la que había amado. No permitiría que aquel maldito demonio la tomara con ella.
- Deberías mantenerla a raya… aunque todos sabemos que perro ladrador, poco mordedor. – El demonio la miraba demasiado fijamente. Alma estaba incómoda. – Deberías informarte mejor sobre lo que dices, pequeña. Yo, por lo menos, tengo claro a quién me enfrento.
La forma de hablar de Gérgal hizo que la fantasma se preocupara. ¿De qué estaba hablando?
Así que no se había imaginado al hombre de las cicatrices. Estaba ahí fuera, esperándola… Ahora se alegraba de no haber dejado solo al demonio, porque quién sabe cuánto tiempo habría estado tras la puerta. Quizá la oferta de irse había sido intencionada… la fantasma creía todo lo que procediera de aquellos hombres, que estaban al servicio de…
- Otra vez tú, Gérgal.
Alma conocía el nombre, igual que conocía la voz. No podría olvidarlos aunque quisera. Ya sabía quien era antes de que Luthys lo nombrara. La oscuridad de sus alas pareció llenar la habitación, rota tan sólo por los ojos ardientes como fuegos con los que los miró. Cuando los fijó en Alma, ésta empezó a temblar. En el bosque escaparon más por una casualidad que hizo que se unieran muchas circunstancias, y ahora estaban en su terreno. Eran sus normas, y temía no poder salir de allí, aunque temía más por la vida de Luthys. Aquellos demonios no le deseaban ningún bien a ella, pero no les importaría verle muerto a él. Alma se pegó un poco más a él, tanto en ademán protector como par asentirse más segura.
- Veo que no aprendéis – comentó la voz grave de Gérgal mientras entraba y se apoyaba en la mesa para mirarlos de cerca – Armando escándalo en una biblioteca… - hizo un chasquido con la lengua mientras negaba con la cabeza. Le hizo un ademán a Zornot, que sacó de un cajón una botella y una copa, las dejó sobre la mesa junto a Gérgal y se marchó con una reverencia, cerrando la puerta tras de sí. Algo le decía a la fantasma que seguía al otro lado. – Pensaba que tardaría en tener otra oportunidad de charlar con vosotros a solas, pero veo que sois una presa demasiado fácil de cazar. No es divertido… - suspiró de forma sonora mientras una sonrisa cruel nacía en sus labios. Se sirvió una copa de algo que parecía vino y estuvo a punto de reanudar la conversación cuando llamaron a la puerta.
El demonio dirigió una mirada asesina a la mujer que los había llevado hasta allí y que en ese momento asomaba la cabeza por la puerta.
- ¿A qué se debe esta interrupción? ¡He dicho que no me molestaran! – Gérgal no levantó la voz, pero su tono era gélido. La mujer agachó la cabeza, avergonzada.
- Lo lamento, señor, pero dijo que era urgente cuando mandó llamar a…
- ¡¡Ah, es eso!! – cambió drásticamente de actitud – Bien, bien.. Dígale que espere en la otra sala…
-No hará falta – Una voz profunda y cantarina llegó del otro lado de la puerta. La secretaria se apartó y mantuvo la puerta abierta. A un lado se adivinaba el contorno de Zornot, pero la atención recaía en quien hablaba: era una figura envuelta con una capa amplia que impedía conocer su complexión real. Mantenía la cabeza algo gacha para evitar que se le viera la cara, acentuando las sombras que proyectaba su amplia capucha, que no se había quitado. Alma intuía su sonrisa, aunque no podía saber si era sólo parte de su imaginación. – Sólo tenía que darte una respuesta, y mi respuesta es sí. Tus… argumentos son los correctos. Como veo que estás ocupado, volveré en otro momento para hablar de los detalles. - Los ojos de Gérgal brillaron de satisfacción. La figura dio media vuelta y se marchó, y la secretaria farfulló una disculpa mientras cerraba la puerta de nuevo.
Gérgal se recreó mirando el vino en su copa de cristal, pensativo. Se mostraba de un buen humor que a Alma no le gustaba nada.
– ¿Sabes Lu? – Dijo, al cabo de un rato. Se calló y miró a Luthys con sarcasmo -¿Puedo llamarte Lu por los viejos tiempos, amigo? – no se detuvo a escuchar una contestación. Se incorporó y se puso a pasear por la habitación. – Pues verás Lu, nunca pensé que tú y tu amorcito vendríais a mí por vuestro propio pie, así que brindo por ello. - Levantó su copa en dirección hacia ellos y le dio un largo trago. Sus ojos relampaguearon. – Lo cierto es que aquel día, en el bosque, conseguisteis sacarme de mis casillas. Vosotros y vuestra amiguita la coja… - su voz había tomado un cariz enfadado y amenazante para luego volver a su tono amistoso. – ¿Qué ha sido de ella que ya no está con vosotros? Bueno, es igual. Hacía mucho tiempo que nadie se atrevía a interferir en mis planes, pero he de reconocer que tuvo su gracia. Después de muchos años, por fin me reencontré con mi querido amigo del alma- Se acercó a Luthys y le puso la mano sobre el hombro, pero su mirada se deslizó lentamente hacia su compañera. - Y para mi sorpresa, resulta que mi buen amigo venía con un pequeño regalo…
Hizo una pequeña pausa, con la vista fija en Alma. A ella no le gustó nada cómo había dicho aquello, muy bajito. Su sonrisa se acentuó y la fantasma sintió como el miedo la sacudía. Pareció encogerse cuando Gergal retomó la palabra: su tono suave le resultaba mucho peor que sus gritos y amenazas en el claro del bosque.
- No podía creer que la suerte me fuera tan grata: no sólo me presentaste lo que necesitaba para continuar con mi cometido, sino que me presentabas una oportunidad única para vengarme de ti. ¡Imagínate, tenía la oportunidad de coger a la zorra que te engatusó y mandarla a una eternidad de tormentos para utilizar su energía! ¡Además de hacer que te revolcaras en esa estúpida culpabilidad que tienes ahora, que esa asquerosa te dio con todos esos absurdos sentimientos humanos, lo haría por trabajo!! – Soltó una carcajada. – Aún no entiendo como te dejaste engañar por esa estúpida…
Alma empezó a sentir como la ira bullia en su interior. Miró a Luthys. Alma había visto en su rostro cuando le conoció la huella que ella había dejado en su corazón. Bastante tenía con estar allí encerrada, como para aguantar que se metiera con la persona que cambió al demonio, que lo hizo como era ahora y que le había permitido conocerlo.
<< ¡¡Ya basta!! ¿Qué intentas? ¿Crees que vas a conseguir algo de nosotros con tus sucias tretas? No eres quien para juzgar la decisión que tomó Luthys. No eres quién para decir lo que dices. ¡¡Así que para ya!! ¡No cambiarás sus ideas con un par de insultos despectivos! >>
El hombre la miró. Luego sonrió.
- Tu gatita es muy agresiva – comentó mientras se acercaba a ella. Alma aguantó. Luthys no se merecía escuchar aquellas sandeces sobre la persona a la que había amado. No permitiría que aquel maldito demonio la tomara con ella.
- Deberías mantenerla a raya… aunque todos sabemos que perro ladrador, poco mordedor. – El demonio la miraba demasiado fijamente. Alma estaba incómoda. – Deberías informarte mejor sobre lo que dices, pequeña. Yo, por lo menos, tengo claro a quién me enfrento.
La forma de hablar de Gérgal hizo que la fantasma se preocupara. ¿De qué estaba hablando?
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Mientras Gérgal hacía su discurso, Luthys permaneció impasible e inmóvil en la silla en la que se encontraba. No movió un solo músculo, y no tenía intención de hacerlo hasta que Alma abrió la boca.
Para él no era nada extraño el comportamiento de Gérgal, era típico de los demonios, él mismo se había comportado así millones de veces tiempo atrás. Y, como era de esperar, atacaba donde se creía más poderoso y con esperanza de conseguir su propósito: ella. Aún, tras muchos años, Gérgal y los demás demonios no habían entendido el gran cambio que Luthys había sufrido al conocerla. Cosa que tampoco sorprendió al demonio.
Pero, cuando Alma abrió la boca, Luthys hizo una mueca. Entendía la actitud de Alma, pues, aunque ahora fuera un fantasma, no lo fue siempre, y los humanos... en fin, son así. Sin embargo, Luthys ni habló ni se movió, dejó que Gérgal le dijera a la fantasma lo que viera oportuno, aunque no se esperaba su última frase. Sabía perfectamente que no lo decía por nada en particular, solamente estaba haciendo referencia al demonio que una vez había sido. Luthys sabía que fue uno de los grandes, y seguía siendo muy conocido, aunque por motivos diferentes. Sin embargo, estaba seguro de que Alma no se iría hacia esa idea.
- Parece que mi endemoniado amigo no quiere abrir su bocaza ni para defenderse a él ni para defenderte a ti- miró a Alma y emitió un leve gruñido - Quizá se haya arrepentido durante este tiempo y esté reflexionando sobre la idea de volver a ser un miembro de nuestro equipo... Quizá esté pensando en la idea de utilizar a una fantasma como algo mejor que como compañía... Todos sabemos el especial interés de nuestro querido Luthys hacia las mujeres de todo tipo, color y raza...
- Ya basta, Gérgal.- dijo por fin Luthys, aunque lo dijo en un tono suave y calmado, parecía tener la situación muy controlada. Ni siquiera se removió en la silla. Gérgal soltó una risotada.
-Bueno, te diré lo que vamos a hacer, Lu. Ahí fuera tengo a dos seres que van a coger a tu amiga y van a llevársela donde yo les mande. Mientras tanto, tú permanecerás aquí, conmigo, que tenemos muchas cosas de las que habar, amigo.- Gérgal se había colocado delante de Alma. Ahora la miraba de arriba abajo con una media sonrisa malévola dibujada en su rostro. Luthys se encontraba sentado en la silla, justo detrás de Gérgal, de espaldas a él.
-A mí se me ocurre algo todavía mejor, Gérgal. ¿Qué te parece si la dejas marchar y solucionamos esto tú y yo?- se levantó lentamente mientras hablaba - O, si no te fias de que la haga volver cuando hayamos mantenido la conversación que deseas, dejala conmigo. Es simplemente una fantasma, una triste fantasma humana... y mujer.- La última frase sonó de la forma más despectiva que Luthys hubiera podido conseguir, y ese mismo era su propósito.
Gérgal se mantuvo callado unos momentos. Miró a Alma fijamente durante todo el tiempo y dijo:
- No me fío de ti, Luthys, pero veo en los ojos de esta chica que haría cualquier cosa por ti.- se giró hacia Luthys con una pícara sonrisa- Veo que la tienes bien enseñada- volvió de nuevo la vista a la fantasma - Y dadas las circunstancias, vamos a ver qué opina ella de todo este asunto. Vamos a dejarla hablar. Habla muchacha.
Para él no era nada extraño el comportamiento de Gérgal, era típico de los demonios, él mismo se había comportado así millones de veces tiempo atrás. Y, como era de esperar, atacaba donde se creía más poderoso y con esperanza de conseguir su propósito: ella. Aún, tras muchos años, Gérgal y los demás demonios no habían entendido el gran cambio que Luthys había sufrido al conocerla. Cosa que tampoco sorprendió al demonio.
Pero, cuando Alma abrió la boca, Luthys hizo una mueca. Entendía la actitud de Alma, pues, aunque ahora fuera un fantasma, no lo fue siempre, y los humanos... en fin, son así. Sin embargo, Luthys ni habló ni se movió, dejó que Gérgal le dijera a la fantasma lo que viera oportuno, aunque no se esperaba su última frase. Sabía perfectamente que no lo decía por nada en particular, solamente estaba haciendo referencia al demonio que una vez había sido. Luthys sabía que fue uno de los grandes, y seguía siendo muy conocido, aunque por motivos diferentes. Sin embargo, estaba seguro de que Alma no se iría hacia esa idea.
- Parece que mi endemoniado amigo no quiere abrir su bocaza ni para defenderse a él ni para defenderte a ti- miró a Alma y emitió un leve gruñido - Quizá se haya arrepentido durante este tiempo y esté reflexionando sobre la idea de volver a ser un miembro de nuestro equipo... Quizá esté pensando en la idea de utilizar a una fantasma como algo mejor que como compañía... Todos sabemos el especial interés de nuestro querido Luthys hacia las mujeres de todo tipo, color y raza...
- Ya basta, Gérgal.- dijo por fin Luthys, aunque lo dijo en un tono suave y calmado, parecía tener la situación muy controlada. Ni siquiera se removió en la silla. Gérgal soltó una risotada.
-Bueno, te diré lo que vamos a hacer, Lu. Ahí fuera tengo a dos seres que van a coger a tu amiga y van a llevársela donde yo les mande. Mientras tanto, tú permanecerás aquí, conmigo, que tenemos muchas cosas de las que habar, amigo.- Gérgal se había colocado delante de Alma. Ahora la miraba de arriba abajo con una media sonrisa malévola dibujada en su rostro. Luthys se encontraba sentado en la silla, justo detrás de Gérgal, de espaldas a él.
-A mí se me ocurre algo todavía mejor, Gérgal. ¿Qué te parece si la dejas marchar y solucionamos esto tú y yo?- se levantó lentamente mientras hablaba - O, si no te fias de que la haga volver cuando hayamos mantenido la conversación que deseas, dejala conmigo. Es simplemente una fantasma, una triste fantasma humana... y mujer.- La última frase sonó de la forma más despectiva que Luthys hubiera podido conseguir, y ese mismo era su propósito.
Gérgal se mantuvo callado unos momentos. Miró a Alma fijamente durante todo el tiempo y dijo:
- No me fío de ti, Luthys, pero veo en los ojos de esta chica que haría cualquier cosa por ti.- se giró hacia Luthys con una pícara sonrisa- Veo que la tienes bien enseñada- volvió de nuevo la vista a la fantasma - Y dadas las circunstancias, vamos a ver qué opina ella de todo este asunto. Vamos a dejarla hablar. Habla muchacha.
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Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Alma se sintió encoger ante la mirada de Gèrgal. Intuía que la dejaba hablar porque esperaba de ella que tomara la decisión equivocada, que se lanzara de cabeza a hacer lo que dijera a condición de que dejara en paz a Luhys o algo así. Y era lo que estaba deseando hacer, pero no se fiaba del demonio y no se arriesgaría a dejar a Luthys solo con él. Se mantuvo callada un rato, aguantando la mirada de Gèrgal y sopesándolo con cuidado.
Quería que se fuera con sus subordinados, pero no para algo bueno. Había hablado de venganza, de inflingirle dolor. Pero sólo estaba dispuesta a pasar por eso si con ellos aseguraba a Luthys una salida de allí ileso.
<< Nadie me tiene enseñada, hago las cosas por mi propia voluntad. >> dijo. no estaba segura de por qué había empezado con algo que tenía tan poco valor para el demonio, pero sentía la necesidad de decirlo. << Pero estás en lo cierto. Haré cualquier cosa que quieras si con ello él queda libre. Pero no iré con nadie hasta que no lo vea salir de aquí. si quieres hablar con él, hazlo, pero yo no me iré, a menos que él me lo pida. >>
Se mostraba desafiante y lo más segura de sí misma que podía, dadas las circunstancias.
<< No sé qué quieres de mí. Pero me hago una idea y créeme que no me prestaré a tus experimentos con gusto. Sólo accedería a ir con tus perros si con eso gano algo, tenlo muy claro. Sabes que estoy dispuesta a hacer cualquier cosa, con tal de que él salga ileso de aquí, y lo haré. Pero sólo si él me lo pide o si no tengo otra opción. Mientras tanto voy a quedarme aquí, y no pienso moverme. Puedes llamar a tu amiguito el medium si quieres, me da igual por lo que me hagas pasar, no te voy a dejar que juegues con nosotros. >>
A medida que hablaba le parecía que lo que decía no tenía sentido, pero se mantuvo firme en su decisión y se pegó más a luthys, mirando desafiante a Gèrgal. Sentía que sus argumentos habían ido en círculos, pero no iba a lamentarse ahora de no tener una gran capacidad para dar discursos. Le habían dicho que hablara y había hablado con el corazón en la mano. No podía hacer otra cosa.
Gèrgal se rió.
- No esperaba menos de tí, gatita, pero sigues hablando demasiado. ¿Qué puedes hacer, realmente? Si quisiera hacer daño a tu cariñito, no podrías hacer nada. Y si en llamo a mi medium tampoco podrás hacer nada por librarte de él. Resulta que estáis los dos a mi merced y que no teneis manera de escapar. Aquí yo pongo las reglas y vosotros las cumplís, ¿está claro?
Clavó su mirada en el otro demonio y sonrió.
<< Esto empieza a ser absurdo >> Alma se había armado de valor para provocar al demonio. << Estamos dando vueltas sobre los mismos asuntos una y otra vez. No vamos a ningún sitio, seguimos dando vueltas, como si nos estuviésemos evaluando, sólo que ya sabemos la postura del resto. Así pues, ¿por qué no empiezas de una vez y dices o haces lo que tengas de decir o hacer y acabamos esto de una maldita vez? Alargarlo no nos ayudará en nada. >>
Quería que se fuera con sus subordinados, pero no para algo bueno. Había hablado de venganza, de inflingirle dolor. Pero sólo estaba dispuesta a pasar por eso si con ellos aseguraba a Luthys una salida de allí ileso.
<< Nadie me tiene enseñada, hago las cosas por mi propia voluntad. >> dijo. no estaba segura de por qué había empezado con algo que tenía tan poco valor para el demonio, pero sentía la necesidad de decirlo. << Pero estás en lo cierto. Haré cualquier cosa que quieras si con ello él queda libre. Pero no iré con nadie hasta que no lo vea salir de aquí. si quieres hablar con él, hazlo, pero yo no me iré, a menos que él me lo pida. >>
Se mostraba desafiante y lo más segura de sí misma que podía, dadas las circunstancias.
<< No sé qué quieres de mí. Pero me hago una idea y créeme que no me prestaré a tus experimentos con gusto. Sólo accedería a ir con tus perros si con eso gano algo, tenlo muy claro. Sabes que estoy dispuesta a hacer cualquier cosa, con tal de que él salga ileso de aquí, y lo haré. Pero sólo si él me lo pide o si no tengo otra opción. Mientras tanto voy a quedarme aquí, y no pienso moverme. Puedes llamar a tu amiguito el medium si quieres, me da igual por lo que me hagas pasar, no te voy a dejar que juegues con nosotros. >>
A medida que hablaba le parecía que lo que decía no tenía sentido, pero se mantuvo firme en su decisión y se pegó más a luthys, mirando desafiante a Gèrgal. Sentía que sus argumentos habían ido en círculos, pero no iba a lamentarse ahora de no tener una gran capacidad para dar discursos. Le habían dicho que hablara y había hablado con el corazón en la mano. No podía hacer otra cosa.
Gèrgal se rió.
- No esperaba menos de tí, gatita, pero sigues hablando demasiado. ¿Qué puedes hacer, realmente? Si quisiera hacer daño a tu cariñito, no podrías hacer nada. Y si en llamo a mi medium tampoco podrás hacer nada por librarte de él. Resulta que estáis los dos a mi merced y que no teneis manera de escapar. Aquí yo pongo las reglas y vosotros las cumplís, ¿está claro?
Clavó su mirada en el otro demonio y sonrió.
<< Esto empieza a ser absurdo >> Alma se había armado de valor para provocar al demonio. << Estamos dando vueltas sobre los mismos asuntos una y otra vez. No vamos a ningún sitio, seguimos dando vueltas, como si nos estuviésemos evaluando, sólo que ya sabemos la postura del resto. Así pues, ¿por qué no empiezas de una vez y dices o haces lo que tengas de decir o hacer y acabamos esto de una maldita vez? Alargarlo no nos ayudará en nada. >>
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Las cosas estaban tomando un rumbo peligroso, y eso le ponía nervioso. Le hubiera cerrar los ojos y que todo hubiese sido una alucinación momentánea... pero no era el caso, por más que abría y cerraba los ojos. Por lo que, o pensaba algo rápido, o iban a tener problemas.
Observó a Alma mientras hablaba, aunque él sabía perfectamente que estaba muerta de miedo, era de admirar lo bien que disimulaba. Se mostraba bastante segura de sí misma y mucho más valiente de lo que ella se imaginaba, lo cual no era nada positivo en esas circunstancias, dado que a Gérgal eso le enfurecería aún más. Y se le iba notando en el rostro.
Cuando Alma pronunció sus últimas palabras, Luthys hizo una mueca: acababa de hablar demasiado. Le dirigió una rápida mirada a la fantasma, con la esperanza de que lo entendiera como un "cállate", pero ya era tarde.
Luthys hizo ademán de abrir la boca para decir algo que suavizara la situación... pero Gérgal fue más rápido.
- ¿Nadie te ha dicho que no debes jugar con fuego, muchacha? ¿No te das cuenta de con quién estás hablando?- El gesto de su cara no era el mismo de momentos antes, empezaba a estar verdaderamente furioso, y eso no les haría bien ni a Luthys ni a Alma. - Me parece que tu amiga quiere probar si hablamos en serio, Lu, y no voy a ser yo quien le niegue tal cosa.- En ningún momento apartaba la vista de la chica, sus ojos rojos seguia fijos en los de ella, y apenas movía un músculo de la cara. Sin embargo, Luthys se fijó en que lo que sí movía era su mano derecha, la cual tenía cerrada en forma de puño. Era obvio que no podía pegar a Alma, pero quién sabía qué cosas era capaz de hacer ese bruto con su puño...
- Gérgal, no se lo tomes en cuenta. Está intentando salir ilesa de aquí, no atiende a razones, una vez fue humana, y ya sabes cómo son los humanos...- dijo Luthys en un intento de distraer la atención de Gérgal.
Echó una ojeada a Zornot, el cual seguía en silencio y parecía divertido con la situación.
- Está bien, está bien. - dijo al fin Gérgal tras un largo silencio. Su rostro se mostraba ahora más relajado, algo que también relajaba a Luthys. - Bien, ya me estoy cansando de este jueguecito, Lu, vamos al grano. - lanzó una mirada a Zornot y le espetó: - Sácala de aquí, y que no haga ruido.
No podían llevarse a Alma, no se fiaba de ellos.
- ¿Por qué no las dejas aquí? No sabes lo chillona que puede ser una mujer fantasma.- ¿Qué más podía decir?
- ¿Te estás burlando de mí? ¡Vas a acabar con mi paciencia, Luthys, y no te lo recomiendo! Así que mantén tu bocaza cerrada y ya me encargaré yo de decidir qué hago y qué no hago.
Y fue entonces cuando Luthys supo que, por su parte, no podía hacer más.
Observó a Alma mientras hablaba, aunque él sabía perfectamente que estaba muerta de miedo, era de admirar lo bien que disimulaba. Se mostraba bastante segura de sí misma y mucho más valiente de lo que ella se imaginaba, lo cual no era nada positivo en esas circunstancias, dado que a Gérgal eso le enfurecería aún más. Y se le iba notando en el rostro.
Cuando Alma pronunció sus últimas palabras, Luthys hizo una mueca: acababa de hablar demasiado. Le dirigió una rápida mirada a la fantasma, con la esperanza de que lo entendiera como un "cállate", pero ya era tarde.
Luthys hizo ademán de abrir la boca para decir algo que suavizara la situación... pero Gérgal fue más rápido.
- ¿Nadie te ha dicho que no debes jugar con fuego, muchacha? ¿No te das cuenta de con quién estás hablando?- El gesto de su cara no era el mismo de momentos antes, empezaba a estar verdaderamente furioso, y eso no les haría bien ni a Luthys ni a Alma. - Me parece que tu amiga quiere probar si hablamos en serio, Lu, y no voy a ser yo quien le niegue tal cosa.- En ningún momento apartaba la vista de la chica, sus ojos rojos seguia fijos en los de ella, y apenas movía un músculo de la cara. Sin embargo, Luthys se fijó en que lo que sí movía era su mano derecha, la cual tenía cerrada en forma de puño. Era obvio que no podía pegar a Alma, pero quién sabía qué cosas era capaz de hacer ese bruto con su puño...
- Gérgal, no se lo tomes en cuenta. Está intentando salir ilesa de aquí, no atiende a razones, una vez fue humana, y ya sabes cómo son los humanos...- dijo Luthys en un intento de distraer la atención de Gérgal.
Echó una ojeada a Zornot, el cual seguía en silencio y parecía divertido con la situación.
- Está bien, está bien. - dijo al fin Gérgal tras un largo silencio. Su rostro se mostraba ahora más relajado, algo que también relajaba a Luthys. - Bien, ya me estoy cansando de este jueguecito, Lu, vamos al grano. - lanzó una mirada a Zornot y le espetó: - Sácala de aquí, y que no haga ruido.
No podían llevarse a Alma, no se fiaba de ellos.
- ¿Por qué no las dejas aquí? No sabes lo chillona que puede ser una mujer fantasma.- ¿Qué más podía decir?
- ¿Te estás burlando de mí? ¡Vas a acabar con mi paciencia, Luthys, y no te lo recomiendo! Así que mantén tu bocaza cerrada y ya me encargaré yo de decidir qué hago y qué no hago.
Y fue entonces cuando Luthys supo que, por su parte, no podía hacer más.
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
La fantasma temblaba, no sabía bien si de rabia o de miedo. Suponía que había hablado de más, porque Gèrgal parecía enfadado, pero se supone que es lo que intentaba. No soportaba esa situación de dar vueltas sobre lo mismo alargando una agonía que se estaba volviendo insoportable. Necesitaba que los acontecimientos se precipitaran, pero al sentir la mirada de Luthys supo que había ido en la dirección equivocada.
Escuchó la conversación entre los dos demonios mientras la angustia crecía dentro de ella. De repente se daba cuenta de que había estado actuando con una éstupida. Había intentado ser valiente y sacar de allí a Luthys, pero ahora lo veía sólo como un intento de..¿de que? ¿De impresionar a Luthys?¿De demostrar que era capaz de enfrentarse a algo? ¿Qué demonios estaba haciendo? Habría sido mejor que se callara, que no respondiera a las provocaciones del demonio. ¿Qué habia conseguido?
Empeorar las cosas.
Su mente se detuvo cuando se hizo el silencio. Gèrgal estaba enfadado y ella no sabía qué hacer. Miró a Luthys y lo que vió le hizo sentirse aún peor. Podía ver reflejado en el fondo de sus ojos rojos su abatimiento. Fue casi como si le leyera la mente.
No podía hacer nada. Sólo podía acceder a la petición de Gèrgal. El demonio tenía razón, no podían poner ninguna condición, y tampoco podría haer nada si decidiera hacerle daño. Miró a Luthys fijamente un momento, antes de volverse al otro demonio con la cabeza gacha. Su voz sonó apenas en un susurro en la mente del
<< Tú ganas. Me iré con tus malditos secuaces. Pero... >>
SE quedó a mitad de frase. Alma no podía mirar a Luthys, no sabía que podía pensar de lo que iba a hacer a continuación, pero no se le ocurría otra cosa. Era lo único que le quedaba por intetnar para que el demonio dejara a Luthys irse sano y salvo. Ella le había metido en este lío, ella tendría que sacarle. No podía... no aguantaría que le pasara nada por su culpa. Levantó la vista, resuelta,y miró a Gèrgal. Se alegraba de ser un fantasma porque así nadie podía verla llorar.
<< Por favor, por favor, dejad que él se vaya. Haré o que me digas, pero deja que él se marche de aquí. >>
No tenía que mirar a Gèrgal para saber que e-staba sonriendo. Era lo que había esperado, después de todo. Creía que ella era la mujer que Luthys había amado, y había estado esperando una muestra de desesperación como la que acababa de hacer para poder regodearse aún más en la desgracia de Luthys.Pero ALma prefería dejar de lado el orgullo antes que no intentar lo posible por que Luthys saliera de allí sano y salvo.
- La gatita esconde las garras... que tierno... - Gèrgal se reía. Alma sabía queiba a aprovechar aquello. - Intentaré que no le pase nada a tu amorcito, pero no te prometo nada, preciosa.- sonreía de la forma más hiriente que podía, y Alma intentó aferrarse a esa certeza para intentar demostrar lo menos posible lo mal que se sentía. - Ahora, si me permites, tengo temas que tratar con mi viejo amigo... a solas...
Le hizo una señal a Zornot, que abrió la puerta. Aunque la fantasma no lo necesitaba. Le echó una última mirada a Luthys intentando disculparse, para que entendiera que era lo único que podía hacer. Sabía qué le esperaba fuera sólo esperaba que sirviera para algo.
Cuandosalió, Zornot cerró la puerta y se quedó con Gèrgal y Luthys. A alma la esperaba el medium y otros dos hombres que le hicieron una señal para que fuese con ellos. LEs siguió, obediente.
Y se prometió que, pasara lo que pasara, no iba a dejar que la hicieran gritar, no iba a dejar que Luthys la oyese. No dejaría que gèrgal se riese más de él.
Escuchó la conversación entre los dos demonios mientras la angustia crecía dentro de ella. De repente se daba cuenta de que había estado actuando con una éstupida. Había intentado ser valiente y sacar de allí a Luthys, pero ahora lo veía sólo como un intento de..¿de que? ¿De impresionar a Luthys?¿De demostrar que era capaz de enfrentarse a algo? ¿Qué demonios estaba haciendo? Habría sido mejor que se callara, que no respondiera a las provocaciones del demonio. ¿Qué habia conseguido?
Empeorar las cosas.
Su mente se detuvo cuando se hizo el silencio. Gèrgal estaba enfadado y ella no sabía qué hacer. Miró a Luthys y lo que vió le hizo sentirse aún peor. Podía ver reflejado en el fondo de sus ojos rojos su abatimiento. Fue casi como si le leyera la mente.
No podía hacer nada. Sólo podía acceder a la petición de Gèrgal. El demonio tenía razón, no podían poner ninguna condición, y tampoco podría haer nada si decidiera hacerle daño. Miró a Luthys fijamente un momento, antes de volverse al otro demonio con la cabeza gacha. Su voz sonó apenas en un susurro en la mente del
<< Tú ganas. Me iré con tus malditos secuaces. Pero... >>
SE quedó a mitad de frase. Alma no podía mirar a Luthys, no sabía que podía pensar de lo que iba a hacer a continuación, pero no se le ocurría otra cosa. Era lo único que le quedaba por intetnar para que el demonio dejara a Luthys irse sano y salvo. Ella le había metido en este lío, ella tendría que sacarle. No podía... no aguantaría que le pasara nada por su culpa. Levantó la vista, resuelta,y miró a Gèrgal. Se alegraba de ser un fantasma porque así nadie podía verla llorar.
<< Por favor, por favor, dejad que él se vaya. Haré o que me digas, pero deja que él se marche de aquí. >>
No tenía que mirar a Gèrgal para saber que e-staba sonriendo. Era lo que había esperado, después de todo. Creía que ella era la mujer que Luthys había amado, y había estado esperando una muestra de desesperación como la que acababa de hacer para poder regodearse aún más en la desgracia de Luthys.Pero ALma prefería dejar de lado el orgullo antes que no intentar lo posible por que Luthys saliera de allí sano y salvo.
- La gatita esconde las garras... que tierno... - Gèrgal se reía. Alma sabía queiba a aprovechar aquello. - Intentaré que no le pase nada a tu amorcito, pero no te prometo nada, preciosa.- sonreía de la forma más hiriente que podía, y Alma intentó aferrarse a esa certeza para intentar demostrar lo menos posible lo mal que se sentía. - Ahora, si me permites, tengo temas que tratar con mi viejo amigo... a solas...
Le hizo una señal a Zornot, que abrió la puerta. Aunque la fantasma no lo necesitaba. Le echó una última mirada a Luthys intentando disculparse, para que entendiera que era lo único que podía hacer. Sabía qué le esperaba fuera sólo esperaba que sirviera para algo.
Cuandosalió, Zornot cerró la puerta y se quedó con Gèrgal y Luthys. A alma la esperaba el medium y otros dos hombres que le hicieron una señal para que fuese con ellos. LEs siguió, obediente.
Y se prometió que, pasara lo que pasara, no iba a dejar que la hicieran gritar, no iba a dejar que Luthys la oyese. No dejaría que gèrgal se riese más de él.
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
No le gustaba nada quedarse dentro, sabiendo que Alma estaba fuera. Se sentía impotente y preocupado. Esperaba que nada le pasara a Alma por culpa de esos mal nacidos, pero no estaba muy seguro de que eso fuera a suceder.
- Está bien, Gérgal. Aquí me tienes. Acabemos con todo esto rápido, quiero irme.- hizo una pausa.- No entiendo muy bien qué podéis querer de nosotros, de ella... Es sólo un fantasma.
No miraba al demonio a los ojos, hablaba más para sí mismo que para Gérgal, pero ni él ni su enemigo resolvían sus dudas.
De pronto oyó un ruido. Se giró para ver de donde procedía y vió como penetraban en la estancia uno, dos, tres y hasta cinco demonios. Ninguno de ellos pronunciaba palabra, tampoco Gérgal ni Zornot, lo único que hubo fueron movimientos de cabeza en forma de saludo por parte de Gérgal.
Luthys no entendía nada, pero no abrió la boca. Miraba a los nuevos visitantes, a Zornot y a Gérgal, y veía la sonrisa de este último. Su boca se había torcido en una mueca de sonrisa muy reconocible para Luthys, pero no comprendía de que iba todo aquello. No podían matarle, no sin un motivo, y de momento el ir acompañado de una chica fantasma no era ningún motivo válido.
Los nuevos se colocaron detrás de él, creando una especie de semicírculo a su alrededor. Aún nadie había dicho nada todavía. Luthys suspiró y lanzó una mirada penetrante llena de furia a Gérgal, el cual seguía con su malévola sonrisa en el rostro. Cuando sus ojos se encontraron con los de Luthys, éste habló:
- ¡Acaba de una vez!- exclamó, quizá con una tono de voz más alto del adecuado. Por un momento pensó si Alma lo habría oído, pero ese pensamiento se disipó pues creía extraño que mantuvieran a la chica en la puerta a la espera de que ellos acabaran lo que fuera que estuvieran haciendo.
- Tranquilo, Lu, esto son solo unos amigos que vienen a saludarte.- en su voz se mascaba la ironía, y Luthys era consciente de eso, sabía que Gérgal estaba disfrutando con todo aquello. De pronto, Luthys comenzó a notar como esos demonios se acercaban a él, ninguno hizo ademán de atacarle, ninguno pronunció palabra, ninguno hizo ruido alguno...- Lu, no tienes nada de lo que preocuparte...
Parpadeó y por fin abrió los ojos. Estaba sentado en una silla. Se encontraba en la misma habitación que antes, pero no había nadie allí. ¿Dónde estaba Gérgal? ¿Y Zornot? ¿Qué había sido de esos demonios que habían entrado? ¿Por qué motivo le habían dejado allí solo?
Esperó unos instantes, sin moverse. Intentaba notar algún movimiento, alguna presencia, quería poder escuchar algo que le diera una idea de qué estaba pasando. Pero, finalmente tras no encontrar nada de eso, se levantó. Le dolía la cabeza, aunque no sabía muy bien si sería el mismo sentido del dolor que tenían los humanos. Echó un vistazo a la habitación, y todo estaba en orden. No había nada fuera de lugar y todo estaba igual que antes. Luthys no entendía nada. Se movió un rato más por la estancia, pues no sabía muy bien qué tenía que hacer ahora, y, cuando creyó que allí no había nada que hacer, se acercó a la puerta por donde había visto salir a la fantasma. Lentamente acercó su mano al picaporte, lo giró y abrió la puerta. Esperaba que en cualquier momento alguien saltara hacia él, o que alguien apareciera, o alguna otra cosa. Pero nada de eso ocurrió. Y, sin atreverse a atravesar la puerta todavía, preguntó en voz alta:
- Alma, ¿estás ahí?
- Está bien, Gérgal. Aquí me tienes. Acabemos con todo esto rápido, quiero irme.- hizo una pausa.- No entiendo muy bien qué podéis querer de nosotros, de ella... Es sólo un fantasma.
No miraba al demonio a los ojos, hablaba más para sí mismo que para Gérgal, pero ni él ni su enemigo resolvían sus dudas.
De pronto oyó un ruido. Se giró para ver de donde procedía y vió como penetraban en la estancia uno, dos, tres y hasta cinco demonios. Ninguno de ellos pronunciaba palabra, tampoco Gérgal ni Zornot, lo único que hubo fueron movimientos de cabeza en forma de saludo por parte de Gérgal.
Luthys no entendía nada, pero no abrió la boca. Miraba a los nuevos visitantes, a Zornot y a Gérgal, y veía la sonrisa de este último. Su boca se había torcido en una mueca de sonrisa muy reconocible para Luthys, pero no comprendía de que iba todo aquello. No podían matarle, no sin un motivo, y de momento el ir acompañado de una chica fantasma no era ningún motivo válido.
Los nuevos se colocaron detrás de él, creando una especie de semicírculo a su alrededor. Aún nadie había dicho nada todavía. Luthys suspiró y lanzó una mirada penetrante llena de furia a Gérgal, el cual seguía con su malévola sonrisa en el rostro. Cuando sus ojos se encontraron con los de Luthys, éste habló:
- ¡Acaba de una vez!- exclamó, quizá con una tono de voz más alto del adecuado. Por un momento pensó si Alma lo habría oído, pero ese pensamiento se disipó pues creía extraño que mantuvieran a la chica en la puerta a la espera de que ellos acabaran lo que fuera que estuvieran haciendo.
- Tranquilo, Lu, esto son solo unos amigos que vienen a saludarte.- en su voz se mascaba la ironía, y Luthys era consciente de eso, sabía que Gérgal estaba disfrutando con todo aquello. De pronto, Luthys comenzó a notar como esos demonios se acercaban a él, ninguno hizo ademán de atacarle, ninguno pronunció palabra, ninguno hizo ruido alguno...- Lu, no tienes nada de lo que preocuparte...
Parpadeó y por fin abrió los ojos. Estaba sentado en una silla. Se encontraba en la misma habitación que antes, pero no había nadie allí. ¿Dónde estaba Gérgal? ¿Y Zornot? ¿Qué había sido de esos demonios que habían entrado? ¿Por qué motivo le habían dejado allí solo?
Esperó unos instantes, sin moverse. Intentaba notar algún movimiento, alguna presencia, quería poder escuchar algo que le diera una idea de qué estaba pasando. Pero, finalmente tras no encontrar nada de eso, se levantó. Le dolía la cabeza, aunque no sabía muy bien si sería el mismo sentido del dolor que tenían los humanos. Echó un vistazo a la habitación, y todo estaba en orden. No había nada fuera de lugar y todo estaba igual que antes. Luthys no entendía nada. Se movió un rato más por la estancia, pues no sabía muy bien qué tenía que hacer ahora, y, cuando creyó que allí no había nada que hacer, se acercó a la puerta por donde había visto salir a la fantasma. Lentamente acercó su mano al picaporte, lo giró y abrió la puerta. Esperaba que en cualquier momento alguien saltara hacia él, o que alguien apareciera, o alguna otra cosa. Pero nada de eso ocurrió. Y, sin atreverse a atravesar la puerta todavía, preguntó en voz alta:
- Alma, ¿estás ahí?
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Alma caminó flanqueada por los dos hombres y seguida de cerca por el médium, que no le quitaba ojo para impedir que escapara. Como si fuese a dejar que le pasara algo a Luthys por su culpa. Si se marchaba ahora, Gèrgal lo sabría y Luthys estaba a solas con él...
Alma sacudió la cabeza. No había contado más de dos puertas cuando le indicaron que parase. La desesperación le asaltó. Estaba en el pasillo de enfrente, cierto, pero seguía siendo demasiado cerca de Luthys. Apenas habían un par de metros entre la puerta que acababan de cerrar tras ella y la que el médium abría.
¿Tan cerca? - pensó - Si no puedo aguantarlo y grito, Luthys sin duda me oirá...
Se obligó a no pensar en ello mientras entraba a la habitación. Era una habitación cuadrada, bastabte amplia, y casi completamente vacía. Eso no le ayudó un pelo a tranquilizarse, como tampoco lo hizo la sensación que recorrió su cuerpo cuando entró. Le resultó familiar, demasiado familiar, y no asociada a un buen recuerdo. El médium le indicó que se acercara al centro de la habitación. Había unas cadenas en el suelo que hicieron pensar a la fantasma que no era la primera vez que alguien lo pasaba mal en aquella sala. Para su asombro, los dos hombres que la flanqueaban recogieron los grilletes del suelo y se los acercaron a las muñecas. Éstos se cerraron mágicamente, sin el menor atisbo de que alguna vez hubiesen estado abiertos. Pero lo que hizo que Alma mirase al médium con los ojos muy abiertos no fue la forma en que se cerraron, sino que se asieron a sus muñecas sin traspasarlas.
El médium rió.
- No sólo los piratas conocen según qué maldiciones - dijo en tono de satisfacción, viendo que había sorprendido a la fantasma. Su voz, que no había escuchado la última vez, sonaba como su cara: ronca, grave, desfigurada, con un tono agresivo y rasposo, como si cada palabra tuviese que recorrer un camino de cuchillas para poder salir. Le pegaba como un guante. - Los demonios son expertos en ellas, pequeña, y gracias a nuestro... pequeño encuentro en el bosque sé ciertas cosas de tí.
Alma estaba asustada. Estaba asustada y furiosa. Y confundida. Se sentía muy perdida e impotente, encadenada allí, sin poder hacer nada por Luthys, siendo observada por ese engendro lleno de cicatrices que lo único que intentaba era
<< ¿A qué te refieres? >> - atinó a preguntarle, apretando los puños. - <<¿Qué quieres decir con que sabes cosas de mí? ¿¡Qué cosas!? >> - no pudo evitar aumentar el volumen a medida que hablaba. Se echó un pcoo hacia delante pero las cadenas le impidieron seguir. Se sentía raro el no poder moverse. Le miró, con la furia reluciendo en sus ojos. Era el único sentimiento que se atrevía a alentar. Quizá le sirviera de algo. Quizá si usaba su furia para enfurecerle a él, la mataría rápido y se ahorraría el dolor de Luthys. Algo dentro de ella se rebelaba contra esa idea, pero no quería aferrarse a algo que sólo serviría para aumentar su desesperación y su abatimiento.
El medium rió, de nuevo negando con la cabeza, y empezó a caminar alrededor de Alma. Era una forma de demostrar su superioridad, ya que la fantasma, debido a las cadenas, no podía girar y seguirlo con la mirada, aunque sí pudiera percibirlo en la habitación. Él se quedó en algún punto a sus espalda y Alma mantuvo la vista fija en el suelo, furiosa.
- La verdad es que, cuando intenté succionar tu esencia, el alma de un fantasma, mi poder como médium se desató. Puedo ver cosas relativas a los fantasmas, aunque generalmente es lo que ellos quieren mostrarme. Esa vez tú no tenías control sobre ti misma, y me mandaste flashes de cosas que te habían sucedido. Lo del barco fantasma, lo de tu vagar por el mundo... fueron pocas. Pero esta vez voy a ver más cosas, ¿a que me las vas a enseñar pequeña?¡Jajaja! Casi podría decirse que con esto puedo llegar a conocerte mejor que tú misma…. - A medida que hablaba, Alma escuchaba su voz más cerca. Sabía que los labios del médium se habían curvado en esa sonrisa macabra que le desfiguraba el rostro más aún. Un momento después notó su presencia en su espalda, estaba muy cerca. Quiso girarse, sólo por enfrentarle, por mirarle directamente a los ojos, pero no le dio tiempo, el médium le agarró por el pelo y se lo impidió. Sintió su aliento en la nuca. A Alma le resultaba repugnante, pero le dolía el tirón de pelo. Apretó los dientes y aguantó mientras pensaba en Luthys y en que era por él por lo que estaba pasando por todo eso.
- Me encantaría poder acabar lo que empecé… me resultas muy interesante pequeña, pero me temo que las cosas han cambiado. Aunque si fuese por mí, ahora mismo estarías en mi poder para siempre.
Alma sintió el dolor tan fuerte que, si hubiese respirado, se habría quedado sin aliento. Se mordió el labio con tanta fuerza que habría sangrado de ser un labio de carne y hueso. Pero consiguió no gritar. Luthys estaba demasiado cerca como para que pudiese permitirse gritar. Lo había prometido. No iba a dejar que aquel lco sádico la hiciese gritar.
- Que lástima que no tengas vela alguna en este entierro…
Alma no había notado la presencia de la figura en la habitación, y eso la alarmó. Como fantasma podía percibir lo que otros no verían y sentía la magia a su alrededor. Aunque quizá la sensación de la maldición que la convertía en un “ente físico” había atenuado cualquier otra, eso unido al dolor que estaba experimentando dejaba su percepción muy mermada. Aún así se mantuvo alerta, o todo lo que podía. No se sentía muy bien, la cabeza le daba vueltas. Por lo menos la intervención del desconocido había servido para que cesara la magia que hacía que se retorciera de dolor. Cayó de rodillas intentando recuperarse.
El médium se alejó de ella, algo irritado por la intromisión y miró a la figura. Alma no necesitaba mirarla para reconocerla como la persona que había interrumpido a Gèrgal durante su conversación anterior. El médium se la quedó mirando con visible irritación.
- ¿Se puede saber quién te ha dado vela a ti? Ya has cumplido tu parte, así que no sé por qué sigues aquí. Tenías órdenes de realizar el conjuro y marcharte
La figura dio un par de pasos hacia adelante. Alma se sentía mareada y tuvo que apoyar las manos en el suelo para intentar centrar su atención de nuevo a la conversación.
- Y tú tenías órdenes de no dañarla. Estoy aquí para asegurarme de que las sigues. Tengo más intereses que tú en todo este circo, así que no me hagas enfadar.
Alma seguía escuchando voces pero no era capaz de entender lo que decían. Apenas podía entender frases o palabras a las que no encontraba sentido. Hizo acopio de todas sus fuerzas par a interrumpir la conversación, que más parecía una discusión, de aquellos dos personajes.
<< ¿Qué me estás haciendo? >>
Se llevó las manos a la cabeza, estaba muy mareada. El médium sonrió extrañamente y comentó algo que ella no supo ver. Luego continuaron su conversación sin hacerle el menor caso. Desistiendo de intentar averiguar nada más. Alma se hizo un ovillo en el suelo. Lo sentía frío. La cabeza parecía que le fuese a estallar. Pero no podían hacerle daño, es lo que la persona encapuchada había dicho, ¿no?
Finalmente, la fantasma se quedó suspendida en un vacío extraño, como si hubiese perdido el conocimiento, aunque eso no era algo que pudiese pasarle a los fantasmas, hasta donde ella sabía. En ese vacío notó la magia que se usaba contra ella, como líneas de colores que la envolvían, pero no sabría decir si eran fruto de la maldición o estaban haciendo algo más. Su percepción no funcionaba más allá de apenas unas centímetros y no sabía si seguía en la habitación o no. Se mantuvo así un tiempo que no supo decir si había sido largo o corto, pero por fin remitió. Su percepción empezó a estirarse, pudo distinguir al médium haciendo extraños dibujos en el suelo mientras murmuraba palabras extrañas. No había notaba ni rastro de la figura encapuchada o de los otros dos hombres. Pero había alguien más: Gèrgal. Parecía enfadado y contento al mismo tiempo. Alma se alarmó de su expresión. La miraba fijamente con aquellos ojos como brasas encendidas.
- Necesito saber si lo que dice Lyann es verdad. Pero tienes que hacerlo sin que se de cuenta así que sé cuidadoso. Si las cosas son como dice, entonces debemos ir con cuidado. Es demasiado importante para nuestros planes, no podemos perderlas, recuérdalo. – el médium asintió mientras acababa de dibujar un símbolo en el suelo.
– Nosotros nos vamos ya, es el momento de avanzar al siguiente punto del plan. Hazme saber tus conclusiones cuando las tengas.
Sin esperar respuesta, desapareció. Alma se preguntó qué habría sido de Luthys, si Gèrgal estaba allí…¿Quería decir que el demonio estaba a salvo lejos de alli? Cruzó los dedos por que así fuera. No sabía qué había pasado, o qué estaba por pasar, aún le molestaba la cabeza, como si le pincharan con agujas afiladas.
El médium la miró cuando se removió en el suelo. Sonrió. Susurró algunas palabras y Alma sintió otra vez que el vacío la alcanzaba. Esta vez luchó contra él con las pocas fuerzas que tenía. Le pareció oír su nombre en algún momento, tras lo que pareció una eternidad de lucha. Esa voz… Alma lucha por recuperar la consciencia de sí misma. Le pareció que el médium se ponía un poco nervioso. Algo dentro de ella le decía que esa voz era importante, que reaccionara. La había oído sólo tenía que recordarla…
Entonces algo en ella despertó de golpe. ¿Era Luthys? ¡Sí! Había sido su voz lo que había escuchado. La había llamado. ¿Era posible que siguiese allí? La mente de la fantasma empezó a trabajar muy deprisa, luchando contra la magia que intentaba arrastrarla al vacío. Había sido su voz. Cuando sintió que tenía suficiente control de sí misma se atrevió a gritar. La habitación donde había dejado a Luthys no estaba lejos, si seguía allí podría oirla. Tenía que oírla.
<< ¿Luthys?¡¡Estoy aquí!! ¡¡Luthys!! >>
El médium se sobresalgó al oirla gritar. Estaba concentrado itentando atontarla, y no había oído lo que el demonio había dicho. Empezó a ponerse nervioso. Miró a la puerta y la fantasma pudo comprpbar que su nerviosismo aumentaba a medida que caía en la cuenta de lo que pasaba. Su poder era grande contra Alma, pero él sólo contra un demonio… eso era otra historia. Se precipitó contra la puerta, pero no atinaba a cerrarla.
<< ¡¡Luthys!! ¡¡Estoy aquí!! >>
Alma esperaba que el demonio la escuchara antes de que el médium pudiese hacer algo más. Si estaba allí... necesitaba que la ayudase a escapar. Con la maldición, ella no podía hacer nada mientras llevase esos grilletes.
Alma sacudió la cabeza. No había contado más de dos puertas cuando le indicaron que parase. La desesperación le asaltó. Estaba en el pasillo de enfrente, cierto, pero seguía siendo demasiado cerca de Luthys. Apenas habían un par de metros entre la puerta que acababan de cerrar tras ella y la que el médium abría.
¿Tan cerca? - pensó - Si no puedo aguantarlo y grito, Luthys sin duda me oirá...
Se obligó a no pensar en ello mientras entraba a la habitación. Era una habitación cuadrada, bastabte amplia, y casi completamente vacía. Eso no le ayudó un pelo a tranquilizarse, como tampoco lo hizo la sensación que recorrió su cuerpo cuando entró. Le resultó familiar, demasiado familiar, y no asociada a un buen recuerdo. El médium le indicó que se acercara al centro de la habitación. Había unas cadenas en el suelo que hicieron pensar a la fantasma que no era la primera vez que alguien lo pasaba mal en aquella sala. Para su asombro, los dos hombres que la flanqueaban recogieron los grilletes del suelo y se los acercaron a las muñecas. Éstos se cerraron mágicamente, sin el menor atisbo de que alguna vez hubiesen estado abiertos. Pero lo que hizo que Alma mirase al médium con los ojos muy abiertos no fue la forma en que se cerraron, sino que se asieron a sus muñecas sin traspasarlas.
El médium rió.
- No sólo los piratas conocen según qué maldiciones - dijo en tono de satisfacción, viendo que había sorprendido a la fantasma. Su voz, que no había escuchado la última vez, sonaba como su cara: ronca, grave, desfigurada, con un tono agresivo y rasposo, como si cada palabra tuviese que recorrer un camino de cuchillas para poder salir. Le pegaba como un guante. - Los demonios son expertos en ellas, pequeña, y gracias a nuestro... pequeño encuentro en el bosque sé ciertas cosas de tí.
Alma estaba asustada. Estaba asustada y furiosa. Y confundida. Se sentía muy perdida e impotente, encadenada allí, sin poder hacer nada por Luthys, siendo observada por ese engendro lleno de cicatrices que lo único que intentaba era
<< ¿A qué te refieres? >> - atinó a preguntarle, apretando los puños. - <<¿Qué quieres decir con que sabes cosas de mí? ¿¡Qué cosas!? >> - no pudo evitar aumentar el volumen a medida que hablaba. Se echó un pcoo hacia delante pero las cadenas le impidieron seguir. Se sentía raro el no poder moverse. Le miró, con la furia reluciendo en sus ojos. Era el único sentimiento que se atrevía a alentar. Quizá le sirviera de algo. Quizá si usaba su furia para enfurecerle a él, la mataría rápido y se ahorraría el dolor de Luthys. Algo dentro de ella se rebelaba contra esa idea, pero no quería aferrarse a algo que sólo serviría para aumentar su desesperación y su abatimiento.
El medium rió, de nuevo negando con la cabeza, y empezó a caminar alrededor de Alma. Era una forma de demostrar su superioridad, ya que la fantasma, debido a las cadenas, no podía girar y seguirlo con la mirada, aunque sí pudiera percibirlo en la habitación. Él se quedó en algún punto a sus espalda y Alma mantuvo la vista fija en el suelo, furiosa.
- La verdad es que, cuando intenté succionar tu esencia, el alma de un fantasma, mi poder como médium se desató. Puedo ver cosas relativas a los fantasmas, aunque generalmente es lo que ellos quieren mostrarme. Esa vez tú no tenías control sobre ti misma, y me mandaste flashes de cosas que te habían sucedido. Lo del barco fantasma, lo de tu vagar por el mundo... fueron pocas. Pero esta vez voy a ver más cosas, ¿a que me las vas a enseñar pequeña?¡Jajaja! Casi podría decirse que con esto puedo llegar a conocerte mejor que tú misma…. - A medida que hablaba, Alma escuchaba su voz más cerca. Sabía que los labios del médium se habían curvado en esa sonrisa macabra que le desfiguraba el rostro más aún. Un momento después notó su presencia en su espalda, estaba muy cerca. Quiso girarse, sólo por enfrentarle, por mirarle directamente a los ojos, pero no le dio tiempo, el médium le agarró por el pelo y se lo impidió. Sintió su aliento en la nuca. A Alma le resultaba repugnante, pero le dolía el tirón de pelo. Apretó los dientes y aguantó mientras pensaba en Luthys y en que era por él por lo que estaba pasando por todo eso.
- Me encantaría poder acabar lo que empecé… me resultas muy interesante pequeña, pero me temo que las cosas han cambiado. Aunque si fuese por mí, ahora mismo estarías en mi poder para siempre.
Alma sintió el dolor tan fuerte que, si hubiese respirado, se habría quedado sin aliento. Se mordió el labio con tanta fuerza que habría sangrado de ser un labio de carne y hueso. Pero consiguió no gritar. Luthys estaba demasiado cerca como para que pudiese permitirse gritar. Lo había prometido. No iba a dejar que aquel lco sádico la hiciese gritar.
- Que lástima que no tengas vela alguna en este entierro…
Alma no había notado la presencia de la figura en la habitación, y eso la alarmó. Como fantasma podía percibir lo que otros no verían y sentía la magia a su alrededor. Aunque quizá la sensación de la maldición que la convertía en un “ente físico” había atenuado cualquier otra, eso unido al dolor que estaba experimentando dejaba su percepción muy mermada. Aún así se mantuvo alerta, o todo lo que podía. No se sentía muy bien, la cabeza le daba vueltas. Por lo menos la intervención del desconocido había servido para que cesara la magia que hacía que se retorciera de dolor. Cayó de rodillas intentando recuperarse.
El médium se alejó de ella, algo irritado por la intromisión y miró a la figura. Alma no necesitaba mirarla para reconocerla como la persona que había interrumpido a Gèrgal durante su conversación anterior. El médium se la quedó mirando con visible irritación.
- ¿Se puede saber quién te ha dado vela a ti? Ya has cumplido tu parte, así que no sé por qué sigues aquí. Tenías órdenes de realizar el conjuro y marcharte
La figura dio un par de pasos hacia adelante. Alma se sentía mareada y tuvo que apoyar las manos en el suelo para intentar centrar su atención de nuevo a la conversación.
- Y tú tenías órdenes de no dañarla. Estoy aquí para asegurarme de que las sigues. Tengo más intereses que tú en todo este circo, así que no me hagas enfadar.
Alma seguía escuchando voces pero no era capaz de entender lo que decían. Apenas podía entender frases o palabras a las que no encontraba sentido. Hizo acopio de todas sus fuerzas par a interrumpir la conversación, que más parecía una discusión, de aquellos dos personajes.
<< ¿Qué me estás haciendo? >>
Se llevó las manos a la cabeza, estaba muy mareada. El médium sonrió extrañamente y comentó algo que ella no supo ver. Luego continuaron su conversación sin hacerle el menor caso. Desistiendo de intentar averiguar nada más. Alma se hizo un ovillo en el suelo. Lo sentía frío. La cabeza parecía que le fuese a estallar. Pero no podían hacerle daño, es lo que la persona encapuchada había dicho, ¿no?
Finalmente, la fantasma se quedó suspendida en un vacío extraño, como si hubiese perdido el conocimiento, aunque eso no era algo que pudiese pasarle a los fantasmas, hasta donde ella sabía. En ese vacío notó la magia que se usaba contra ella, como líneas de colores que la envolvían, pero no sabría decir si eran fruto de la maldición o estaban haciendo algo más. Su percepción no funcionaba más allá de apenas unas centímetros y no sabía si seguía en la habitación o no. Se mantuvo así un tiempo que no supo decir si había sido largo o corto, pero por fin remitió. Su percepción empezó a estirarse, pudo distinguir al médium haciendo extraños dibujos en el suelo mientras murmuraba palabras extrañas. No había notaba ni rastro de la figura encapuchada o de los otros dos hombres. Pero había alguien más: Gèrgal. Parecía enfadado y contento al mismo tiempo. Alma se alarmó de su expresión. La miraba fijamente con aquellos ojos como brasas encendidas.
- Necesito saber si lo que dice Lyann es verdad. Pero tienes que hacerlo sin que se de cuenta así que sé cuidadoso. Si las cosas son como dice, entonces debemos ir con cuidado. Es demasiado importante para nuestros planes, no podemos perderlas, recuérdalo. – el médium asintió mientras acababa de dibujar un símbolo en el suelo.
– Nosotros nos vamos ya, es el momento de avanzar al siguiente punto del plan. Hazme saber tus conclusiones cuando las tengas.
Sin esperar respuesta, desapareció. Alma se preguntó qué habría sido de Luthys, si Gèrgal estaba allí…¿Quería decir que el demonio estaba a salvo lejos de alli? Cruzó los dedos por que así fuera. No sabía qué había pasado, o qué estaba por pasar, aún le molestaba la cabeza, como si le pincharan con agujas afiladas.
El médium la miró cuando se removió en el suelo. Sonrió. Susurró algunas palabras y Alma sintió otra vez que el vacío la alcanzaba. Esta vez luchó contra él con las pocas fuerzas que tenía. Le pareció oír su nombre en algún momento, tras lo que pareció una eternidad de lucha. Esa voz… Alma lucha por recuperar la consciencia de sí misma. Le pareció que el médium se ponía un poco nervioso. Algo dentro de ella le decía que esa voz era importante, que reaccionara. La había oído sólo tenía que recordarla…
Entonces algo en ella despertó de golpe. ¿Era Luthys? ¡Sí! Había sido su voz lo que había escuchado. La había llamado. ¿Era posible que siguiese allí? La mente de la fantasma empezó a trabajar muy deprisa, luchando contra la magia que intentaba arrastrarla al vacío. Había sido su voz. Cuando sintió que tenía suficiente control de sí misma se atrevió a gritar. La habitación donde había dejado a Luthys no estaba lejos, si seguía allí podría oirla. Tenía que oírla.
<< ¿Luthys?¡¡Estoy aquí!! ¡¡Luthys!! >>
El médium se sobresalgó al oirla gritar. Estaba concentrado itentando atontarla, y no había oído lo que el demonio había dicho. Empezó a ponerse nervioso. Miró a la puerta y la fantasma pudo comprpbar que su nerviosismo aumentaba a medida que caía en la cuenta de lo que pasaba. Su poder era grande contra Alma, pero él sólo contra un demonio… eso era otra historia. Se precipitó contra la puerta, pero no atinaba a cerrarla.
<< ¡¡Luthys!! ¡¡Estoy aquí!! >>
Alma esperaba que el demonio la escuchara antes de que el médium pudiese hacer algo más. Si estaba allí... necesitaba que la ayudase a escapar. Con la maldición, ella no podía hacer nada mientras llevase esos grilletes.
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
FDI: A ver qué tal Si ves que no te convence, no dudes en decírmelo, que considero que esta parte tiene que ser súper bonita y no sé si lo habré conseguido...
DDI:
Tardó unos segundos en escuchar algo, y estaba seguro de que era Alma. Dió un par de pasos para salir al pasillo. E intentó volver a oír algo. De nuevo oyó su nombre, lejos, de labios de Alma. Estaba en ese pasillo, no muy lejos de él, tenía que encontrarla.
Comenzó a caminar por el pasillo, lentamente, había tres puertas a la derecha y dos a la izquierda a lo largo del pasillo. Llamó de nuevo:
- ¡Alma!
Siguió caminando a través del pasillo, todo era silencio y lo prefería así, pues al menor ruido sabría de dónde procedía.
No oyó la voz de la fantasma de nuevo, lo que le hizo preocuparse pues si no había salido a su encuentro y no lo llamaba insistentemente debía ser porque la tenían prisionera. Prisionera, se repitió, por mi culpa. Efectivamente él y sólo él les había conducido a esa situación. Y él y sólo él debía sacarles.
- ¡Alma! ¿Dónde estás?- gritó. Esperaba no alertar a nadie con su grito, sólo quería encontrar a Alma.
Ya había pasado delante de casi todas las puertas, sólo la última de la derecha se encontraba unos pasos más adelante. Y no había oído nada más. Ni un solo ruido más. Pero no se iba a dar por vencido, no pensaba salir de ese pasillo sin Alma.
Justo en ese momento algo oyó. Giró lentamente sobre sus pies, creía estar seguro de que el ruido había venido de la izquierda, ahora su derecha. Se acercó lentamente a la puerta más cercana. Una vez ante ella, acercó su cabeza, despacio, intentando oír algo. Y sí que lo oyó. No sabría decir qué oyó exactamente, pues actuó rápido y dirigió ambas manos al pomo para intentar abrir la puerta. Tal y como era de esperar, la puerta estaba cerrada.
- ¡Mierda!- exclamó. Sin embargo, solo tardó unos segundos en coger impulso hacia atrás y golpear la puerta con el peso de su cuerpo. La puerta cedió.
Dentro había luz, y Alma gritó al verle. Estaba encandenada. Luthys se acercó a ella y, aunque era consciente de que no podía tocarla, fue más fuerte el instinto. Se acercó a ella y... la tocó. Las manos del demonio se paralizaron unos instantes sobre las manos de Alma. Miraba el contacto que mantenían totalmente sorprendido. Alzó la vista para mirar a la chica a los ojos. Estaban muy cerca, muy muy cerca y, por primera vez desde que se conocieron, estaban manteniendo contacto físico. Luthys dejó ver una sonrisa, leve, sincera,... Separó su mano derecha de las manos encadenadas de Alma, sin dejar de tocarla con la izquierda, para dirigirla al rostro de la joven, lentamente, sin que su sonrisa desapareciera,... Sin embargo, justo un instante antes de llegar a la mejilla de la chica, sintió como su mano izquierda, la que hasta ese momento había estado sobre las manos de Alma, dejaba de sentir contacto. Las cadenas golpearon el suelo ruidosamente al caer. Luthys miró su mano, su sonrisa ya no estaba, y el cuerpo de Alma tampoco. Así como tampoco las cadenas rodeando sus muñecas. Durante un breve instante Luthys se sintió horriblemente mal, necesitaba tocarla, asegurarse que estaba bien, tranquilizarla, transimitirle a través del contacto que estaba con ella,... Pero el momento duró poco, pues vió algo moverse al fondo de la habitación. Era el médium. El rostro del demonio cambió de forma brusca, sus ojos se volvieron más rojos de lo habitual. Dejó a Alma a un lado y se acercó al médium:
- ¿Qué le habéis hecho? - Colocó ambas manos alrededor del cuello del médium y lo levantó del suelo. Estaba realmente furioso. El médium hizo ademán de decir algo, pero Luthys chistó. - ¡No digas nada! ¡Prefiero no oír tu voz! - Hizo una pausa, sin dejar de mirar fijamente a los ojos del médium. - ¡Lárgate! ¡Lárgate antes de que acabe contigo!- Alejó sus manos de su cuello y le dejó caer bruscamente. Luego le propinó una patada con fuerza. El médium se levantó torpemente y salió corriendo de la estancia.
Luthys miró alrededor, despacio, quería ver si había algo fuera de lugar en esa habitación. No encontró nada aparte de los dibujos que había en el suelo, pero sabía que no serían efectivos sin el médium de por medio.
Se acercó a Alma, aunque evitando contacto visual con ella. Estaba confuso y decepcionado sobre lo que había ocurrido. Había podido tocarla, notarla por primera vez, y ese momento sólo duró un instante, un instante demasiado corto. Ese médium tenía el poder de conseguir tal cosa y se lo había arrebatado cruelmente. Sus ojos aún estaban más rojos de lo habitual, seguía muy enfadado.
- Venga, nos largamos de aquí.- Y echó a andar hacia el pasillo sin dirigir una sola mirada a la fantasma.
DDI:
Tardó unos segundos en escuchar algo, y estaba seguro de que era Alma. Dió un par de pasos para salir al pasillo. E intentó volver a oír algo. De nuevo oyó su nombre, lejos, de labios de Alma. Estaba en ese pasillo, no muy lejos de él, tenía que encontrarla.
Comenzó a caminar por el pasillo, lentamente, había tres puertas a la derecha y dos a la izquierda a lo largo del pasillo. Llamó de nuevo:
- ¡Alma!
Siguió caminando a través del pasillo, todo era silencio y lo prefería así, pues al menor ruido sabría de dónde procedía.
No oyó la voz de la fantasma de nuevo, lo que le hizo preocuparse pues si no había salido a su encuentro y no lo llamaba insistentemente debía ser porque la tenían prisionera. Prisionera, se repitió, por mi culpa. Efectivamente él y sólo él les había conducido a esa situación. Y él y sólo él debía sacarles.
- ¡Alma! ¿Dónde estás?- gritó. Esperaba no alertar a nadie con su grito, sólo quería encontrar a Alma.
Ya había pasado delante de casi todas las puertas, sólo la última de la derecha se encontraba unos pasos más adelante. Y no había oído nada más. Ni un solo ruido más. Pero no se iba a dar por vencido, no pensaba salir de ese pasillo sin Alma.
Justo en ese momento algo oyó. Giró lentamente sobre sus pies, creía estar seguro de que el ruido había venido de la izquierda, ahora su derecha. Se acercó lentamente a la puerta más cercana. Una vez ante ella, acercó su cabeza, despacio, intentando oír algo. Y sí que lo oyó. No sabría decir qué oyó exactamente, pues actuó rápido y dirigió ambas manos al pomo para intentar abrir la puerta. Tal y como era de esperar, la puerta estaba cerrada.
- ¡Mierda!- exclamó. Sin embargo, solo tardó unos segundos en coger impulso hacia atrás y golpear la puerta con el peso de su cuerpo. La puerta cedió.
Dentro había luz, y Alma gritó al verle. Estaba encandenada. Luthys se acercó a ella y, aunque era consciente de que no podía tocarla, fue más fuerte el instinto. Se acercó a ella y... la tocó. Las manos del demonio se paralizaron unos instantes sobre las manos de Alma. Miraba el contacto que mantenían totalmente sorprendido. Alzó la vista para mirar a la chica a los ojos. Estaban muy cerca, muy muy cerca y, por primera vez desde que se conocieron, estaban manteniendo contacto físico. Luthys dejó ver una sonrisa, leve, sincera,... Separó su mano derecha de las manos encadenadas de Alma, sin dejar de tocarla con la izquierda, para dirigirla al rostro de la joven, lentamente, sin que su sonrisa desapareciera,... Sin embargo, justo un instante antes de llegar a la mejilla de la chica, sintió como su mano izquierda, la que hasta ese momento había estado sobre las manos de Alma, dejaba de sentir contacto. Las cadenas golpearon el suelo ruidosamente al caer. Luthys miró su mano, su sonrisa ya no estaba, y el cuerpo de Alma tampoco. Así como tampoco las cadenas rodeando sus muñecas. Durante un breve instante Luthys se sintió horriblemente mal, necesitaba tocarla, asegurarse que estaba bien, tranquilizarla, transimitirle a través del contacto que estaba con ella,... Pero el momento duró poco, pues vió algo moverse al fondo de la habitación. Era el médium. El rostro del demonio cambió de forma brusca, sus ojos se volvieron más rojos de lo habitual. Dejó a Alma a un lado y se acercó al médium:
- ¿Qué le habéis hecho? - Colocó ambas manos alrededor del cuello del médium y lo levantó del suelo. Estaba realmente furioso. El médium hizo ademán de decir algo, pero Luthys chistó. - ¡No digas nada! ¡Prefiero no oír tu voz! - Hizo una pausa, sin dejar de mirar fijamente a los ojos del médium. - ¡Lárgate! ¡Lárgate antes de que acabe contigo!- Alejó sus manos de su cuello y le dejó caer bruscamente. Luego le propinó una patada con fuerza. El médium se levantó torpemente y salió corriendo de la estancia.
Luthys miró alrededor, despacio, quería ver si había algo fuera de lugar en esa habitación. No encontró nada aparte de los dibujos que había en el suelo, pero sabía que no serían efectivos sin el médium de por medio.
Se acercó a Alma, aunque evitando contacto visual con ella. Estaba confuso y decepcionado sobre lo que había ocurrido. Había podido tocarla, notarla por primera vez, y ese momento sólo duró un instante, un instante demasiado corto. Ese médium tenía el poder de conseguir tal cosa y se lo había arrebatado cruelmente. Sus ojos aún estaban más rojos de lo habitual, seguía muy enfadado.
- Venga, nos largamos de aquí.- Y echó a andar hacia el pasillo sin dirigir una sola mirada a la fantasma.
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
El pánico se apoderó de Alma cuando vio que el médium conseguía cerrar la puerta. Después se escabulló a un rincón alejado de la puerta y la miró fijamente. Alma quiso gritar de nuevo para que el demonio supiera dónde estaba, pero no era capaz. No sabía si era cosa del médium o sólo causado por el pánico de ver que no iba a poder salir de alli. No podía dejar de pensar en Luthys y en qué habría pasado. ¿Por qué seguía allí? ¿Cuánto hacía que gèrgal se había marchado? ¿Lo había dejado allí? Esperaba que estuviese bien.
Cuando le oyó aporrear la puerta el corazón le dio un vuelco. La estaba buscando a pesar de que ya no le llamaba, seguía buscándola y la había encontrado. Cuando Luthis entró en la habitación, Alma gritó su nombre. Quería ir con él, pero las cadenas le impidieron dar más de un paso. No podía apartar la vista de él, intentando averigüar si le habían hecho algo. No lo parecía, así que respiró aliviada.
El demonio se le acercó y lo único que ella quería era correr a donde estaba y abrazarle. se revolvió un poco, haciendo tintinear las cadenas, pero no podía soltarse. Entonces, Luthys intentó tocarla... y Alma sintió cómo las manos de ambos se encontraban. Su hubiese tendo un cuerpo en el que latiese un corazón, se le habría parado un momento. Cerró los ojos, disfrutando de aquel pequeño contacto, y cuando los abrió se encontró con la sonrisa del demonio. Una sonrisa leve, pero sincera. Alma deseó que aquel momento no acabase nunca, casi no quiso dejar que la mano derecha del demonio la soltara. Intentó seguir aquella mano con la suya, pero las cadenas estaban tensas y no se lo permitieron, así que se conformó con aferrar fuertemente la otra mano.
No podía creer que aquello estuviera pasando de verdad. Todo lo que había intentado ocultar tras una puerta en lo más profundo de su mente, todo lo que había intentado no pensar, llenó su cabeza en un momento. Siempre había evitado pensar en ello: la forma en la que le había afectado su partida, la forma en la que necesitaba abrazarle... sabía que escondían sentimientos que no quería admitir, que no quería plantearse, porque nunca iba a poder ser. Era una fantasma y eso no podría pasar nunca.
Pero estaba pasando. Luthys la miraba y sonreía de verdad, y aferraba su mano. El mundo parecía haberse detenido; para Alma sólo existia aquel contacto que había anhelado desde hacía tanto tiempo. Tenía ganas de llorar y de reir al mismo tiempo. Se había pregutnado muchas veces cómo sería una caricia del demonio, y de repente estaba a punto de experimentarla de verdad. Cerró los ojos, sonriendo de corazón.
Y de repente la mano que aferraba con fuerza dejó de estar ahí. Abrió los ojos, alarmada, pero no le hizo falta mirar o fijarse con su percepción para saber lo que estaba pasando. El ruido de las cadenas al caer al suelo fue suficiente para ella, aquel ruido metálico la despertó de su sueño. De nuevo estba libre... y aún así nunca se había sentido tan prisionera. Prisionera de su propia naturaleza de fantasma.
Apenas fue consciente de cómo Luthys amenazaba al médium o de cómo lo dejaba marchar. La fantasma permanecía en el centro de la habitación, había vuelto a cerrar los ojos, y se aferraba a la felicidad que había sentido durante un instante, quería grabar la sonrisa del demonio en su memoria, no queriá dejarla marchar.
No era justo. No era justo que aquello estuviera pasando. No tenían derecho a jugar con ella de aquella manera. El médium había sido muy cruel haciéndole aquello, quitándole a Luthys cuando apenas le había encontrado. Una voz en su cabeza, muy lejana, parecía querer decirle algo, pero el vacío y el dolor llenaban lo que antes había sido felicidad. Intentó volver a encerrar todos aquellos pensamientos y sueños que, durante un instante había creído reales y posibles, pero no pudo esconderlos tan hondo como antes. Se había reconocido a sí misma lo que sentía por el demonio, y ahora no podía cerrar los ojos de nuevo.
Cuando el demonio le dijo que se marchaban la sacó de sus cavilaciones. El vacío que sentía se acrecentó cuando vio que no podía mirarla a la cara, cuando escuchó la brusqeudad de sus palabras. Supo que estaba dolido, y que ella no podría hacer nada por ayudarle, por consolarle.
Le siguió fuera de la estancia y empezaron a buscar la salida. Alma le guió porque su percepción le ofrecía una perspectiva más amplia de los entresijos de los pasillos, aunque se guardó muy y mucho de decirlo. Cualquier cosa que le recordara su condición de fantasma le dolía, y por alguna razón supuso que al demonio también. Ninguno de los dos se percató en la sombra que sonreía al otro lado del pasillo, a sus espaldas.
Después de un rato caminando, no pudo soportar el silencio. CAda segundo que pasaban así, teníendolo tan cerca y sintiéndolo tan lejos, se le clavaba como un puñal.
<< Luthys... ¿estás bien? >> - hizo una pausa. La pregunta era estúpida, pero tenía que decir algo. De alguna forma quería hablar de lo que acababa de pasar en la habitación, aunque no estaba segura de si sería una buena idea. Así que dejó que itnerpretara la pregunta como quisiera.
Cuando le oyó aporrear la puerta el corazón le dio un vuelco. La estaba buscando a pesar de que ya no le llamaba, seguía buscándola y la había encontrado. Cuando Luthis entró en la habitación, Alma gritó su nombre. Quería ir con él, pero las cadenas le impidieron dar más de un paso. No podía apartar la vista de él, intentando averigüar si le habían hecho algo. No lo parecía, así que respiró aliviada.
El demonio se le acercó y lo único que ella quería era correr a donde estaba y abrazarle. se revolvió un poco, haciendo tintinear las cadenas, pero no podía soltarse. Entonces, Luthys intentó tocarla... y Alma sintió cómo las manos de ambos se encontraban. Su hubiese tendo un cuerpo en el que latiese un corazón, se le habría parado un momento. Cerró los ojos, disfrutando de aquel pequeño contacto, y cuando los abrió se encontró con la sonrisa del demonio. Una sonrisa leve, pero sincera. Alma deseó que aquel momento no acabase nunca, casi no quiso dejar que la mano derecha del demonio la soltara. Intentó seguir aquella mano con la suya, pero las cadenas estaban tensas y no se lo permitieron, así que se conformó con aferrar fuertemente la otra mano.
No podía creer que aquello estuviera pasando de verdad. Todo lo que había intentado ocultar tras una puerta en lo más profundo de su mente, todo lo que había intentado no pensar, llenó su cabeza en un momento. Siempre había evitado pensar en ello: la forma en la que le había afectado su partida, la forma en la que necesitaba abrazarle... sabía que escondían sentimientos que no quería admitir, que no quería plantearse, porque nunca iba a poder ser. Era una fantasma y eso no podría pasar nunca.
Pero estaba pasando. Luthys la miraba y sonreía de verdad, y aferraba su mano. El mundo parecía haberse detenido; para Alma sólo existia aquel contacto que había anhelado desde hacía tanto tiempo. Tenía ganas de llorar y de reir al mismo tiempo. Se había pregutnado muchas veces cómo sería una caricia del demonio, y de repente estaba a punto de experimentarla de verdad. Cerró los ojos, sonriendo de corazón.
Y de repente la mano que aferraba con fuerza dejó de estar ahí. Abrió los ojos, alarmada, pero no le hizo falta mirar o fijarse con su percepción para saber lo que estaba pasando. El ruido de las cadenas al caer al suelo fue suficiente para ella, aquel ruido metálico la despertó de su sueño. De nuevo estba libre... y aún así nunca se había sentido tan prisionera. Prisionera de su propia naturaleza de fantasma.
Apenas fue consciente de cómo Luthys amenazaba al médium o de cómo lo dejaba marchar. La fantasma permanecía en el centro de la habitación, había vuelto a cerrar los ojos, y se aferraba a la felicidad que había sentido durante un instante, quería grabar la sonrisa del demonio en su memoria, no queriá dejarla marchar.
No era justo. No era justo que aquello estuviera pasando. No tenían derecho a jugar con ella de aquella manera. El médium había sido muy cruel haciéndole aquello, quitándole a Luthys cuando apenas le había encontrado. Una voz en su cabeza, muy lejana, parecía querer decirle algo, pero el vacío y el dolor llenaban lo que antes había sido felicidad. Intentó volver a encerrar todos aquellos pensamientos y sueños que, durante un instante había creído reales y posibles, pero no pudo esconderlos tan hondo como antes. Se había reconocido a sí misma lo que sentía por el demonio, y ahora no podía cerrar los ojos de nuevo.
Cuando el demonio le dijo que se marchaban la sacó de sus cavilaciones. El vacío que sentía se acrecentó cuando vio que no podía mirarla a la cara, cuando escuchó la brusqeudad de sus palabras. Supo que estaba dolido, y que ella no podría hacer nada por ayudarle, por consolarle.
Le siguió fuera de la estancia y empezaron a buscar la salida. Alma le guió porque su percepción le ofrecía una perspectiva más amplia de los entresijos de los pasillos, aunque se guardó muy y mucho de decirlo. Cualquier cosa que le recordara su condición de fantasma le dolía, y por alguna razón supuso que al demonio también. Ninguno de los dos se percató en la sombra que sonreía al otro lado del pasillo, a sus espaldas.
Después de un rato caminando, no pudo soportar el silencio. CAda segundo que pasaban así, teníendolo tan cerca y sintiéndolo tan lejos, se le clavaba como un puñal.
<< Luthys... ¿estás bien? >> - hizo una pausa. La pregunta era estúpida, pero tenía que decir algo. De alguna forma quería hablar de lo que acababa de pasar en la habitación, aunque no estaba segura de si sería una buena idea. Así que dejó que itnerpretara la pregunta como quisiera.
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
El demonio andó alerta, no sabía si alguien saldría a por ellos. Salieron del pasillo y atravesaron la biblioteca en la que estuvieron leyendo aquel libro. Seguía habiendo gente allí, prácticamente la misma que cuando ellos entraron. Luthys se preguntó si alguien habría notado algo raro en aquel lugar, si alguien se había percatado de la situación que tanto Alma como él había vivido. Alma caminaba un poco por detrás de él, podía sentirla, aunque no la miraba ni le dirigía la palabra. Seguía decepcionado y frustrado, y no sabía qué podía decir que no doliera más que lo que les había ocurrido.
Carraspeó justo antes de atravesar la puerta que les conducía a la calle. Alma acababa de preguntarle, aunque tardó en contestar. Salió a la calle y caminó unos cuantos pasos, tranquilizándose poco a poco porque no parecía que nadie les siguiera ni les observara. Dudaba qué responder. ¿Realmente estaba bien? Para empezar, por su culpa les había capturado y encerrado, encadenando a Alma, y estaba seguro de que algo más habían hecho con ellos, aunque aún no podía decir de qué se trataba. Y, no contento con eso, aquel médium había vuelto corpórea a Alma con esas cadenas, y él había podido tocarla, después de tanto tiempo, por primera vez. Pero ese bastardo le arrebató ese placer de forma brusca y cruel, justo antes de poder acariciar el rostro de Alma. ¿Qué querría ese ser de ellos? ¿Qué quería Gérgal?...
- Sí, supongo que sí. ¿Qué tal estás tú? ¿Te encuentras bien?- dejó de caminar y se volvió para mirarla. Era consciente de que alguien podría verle en mitad de la calle hablando solo, pero eso era algo que ya no le importaba. No ahora. - No sé qué hicieron contigo allí dentro, Alma, y eso me preocupa. - La miró a los ojos. El color rojo de sus pupilas había desaparecido, y en su lugar, Luthys dejaba entrever una mirada llena de preocupación, de tristeza, de dudas. Sus labios parecían querer abrirse para decir algo, pero no se decidía. ¿Qué más podía decirle? ¿Que sentía todo lo que había pasado? ¿Que odiaba el hecho de haber perdido la capacidad de tocarse? - Alma, por favor, si notas cualquier cosa extraña en ti no dudes en decírmelo. No sé si... bueno, lo de poder notar tu cuerpo... ha sido sólo por las cadenas o si hay algo más...- Decidió callar. No quería darse falsas esperanzas a sí mismo, no quería dejarse envolver en la idea de que podría volver a tener un cuerpo. Y, además, tampoco sabía si eso es lo que ella quería. Ser fantasma era horrible, ¿pero quería Alma volver a tener un cuerpo? No, no sabía su opinión acerca de eso, y, por su bien, tampoco deseaba saberlo. - Ven, allí hay un lugar apartado, a la sombra, algo menos a la vista de la gente. No quiero más numeritos de ningún tipo.
No lo había controlado, ni siquiera se había dado cuenta, pero aquella última frase, había sonado en un tono amenazador, lleno de culpa,... totalmente diferente a momentos antes.
Carraspeó justo antes de atravesar la puerta que les conducía a la calle. Alma acababa de preguntarle, aunque tardó en contestar. Salió a la calle y caminó unos cuantos pasos, tranquilizándose poco a poco porque no parecía que nadie les siguiera ni les observara. Dudaba qué responder. ¿Realmente estaba bien? Para empezar, por su culpa les había capturado y encerrado, encadenando a Alma, y estaba seguro de que algo más habían hecho con ellos, aunque aún no podía decir de qué se trataba. Y, no contento con eso, aquel médium había vuelto corpórea a Alma con esas cadenas, y él había podido tocarla, después de tanto tiempo, por primera vez. Pero ese bastardo le arrebató ese placer de forma brusca y cruel, justo antes de poder acariciar el rostro de Alma. ¿Qué querría ese ser de ellos? ¿Qué quería Gérgal?...
- Sí, supongo que sí. ¿Qué tal estás tú? ¿Te encuentras bien?- dejó de caminar y se volvió para mirarla. Era consciente de que alguien podría verle en mitad de la calle hablando solo, pero eso era algo que ya no le importaba. No ahora. - No sé qué hicieron contigo allí dentro, Alma, y eso me preocupa. - La miró a los ojos. El color rojo de sus pupilas había desaparecido, y en su lugar, Luthys dejaba entrever una mirada llena de preocupación, de tristeza, de dudas. Sus labios parecían querer abrirse para decir algo, pero no se decidía. ¿Qué más podía decirle? ¿Que sentía todo lo que había pasado? ¿Que odiaba el hecho de haber perdido la capacidad de tocarse? - Alma, por favor, si notas cualquier cosa extraña en ti no dudes en decírmelo. No sé si... bueno, lo de poder notar tu cuerpo... ha sido sólo por las cadenas o si hay algo más...- Decidió callar. No quería darse falsas esperanzas a sí mismo, no quería dejarse envolver en la idea de que podría volver a tener un cuerpo. Y, además, tampoco sabía si eso es lo que ella quería. Ser fantasma era horrible, ¿pero quería Alma volver a tener un cuerpo? No, no sabía su opinión acerca de eso, y, por su bien, tampoco deseaba saberlo. - Ven, allí hay un lugar apartado, a la sombra, algo menos a la vista de la gente. No quiero más numeritos de ningún tipo.
No lo había controlado, ni siquiera se había dado cuenta, pero aquella última frase, había sonado en un tono amenazador, lleno de culpa,... totalmente diferente a momentos antes.
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
El rato que pasó desde que hizo la pregunta hasta que el demonio por fin contestó se le hizo eterno a la fantasma. Lo siguió como hasta ese momento, pero por su cabeza cada vez pasaban ideas más disparatadas.
"Está enfadado cnmigo" - pensaba - "La idea de venir a la biblioteca fue mía. Y yo hice enfadar a Gèrgal. Le he decepcionado. Y soy un fantasma. Está enfadado conmigo por eso."
En su cabeza, el demonio nunca podría perdonarla. Se había acercado a él cuando no esperaba nada del mundo, había intentado darle una razón para vivir... e inconscientemente había intentado ser ella esa razón. Y eso solo le estaba haciendo daño. A los dos, pero más a él. Esa era la razón por la que había intentado separarse de él una vez, y no había funcionado. Era una inútil que no podía hacer lo que debía hacer.
Por fin, Luthys habló. Alma no sabía si creer en su respuesta, o si pensar que se refería a después del encuentro con Gèrgal. Quizá no le había hecho nada, pero Alma no sabía si habían hablado sólamente, y no se fiaba tanto de Gèrgal. Pero lo que le sorprendió fue lo rápido que pasó a preguntar por ella. No sólo le decepcionaba, sino que veía la preocupación y la tristeza en sus ojos. No podía evitar sentirse mal. No sabía qué pensar.No comprendía qué pasaba por su cabeza, y necesitaba entenderlo o se volvería loca.
<< Pero... qué hay de lo que podrían haberte hecho a tí? >> no pudo evitar interrumpirle en una pausa. Enseguida se arrepintió, porque lo siguiente que dijo sonó a amenaza. Asintió a pesar de todo, y se dirigió obediente al lugar que había indicado, diciéndose a sí misma que no montaría una escena.
Pero había cosas que necesitaba decir, cosas que tenía que saber. Quizá ese fuera el mejor momento... o quizá debería callarse. Aún así había algo que el demonio había dicho que tenía que aclarar.
<< Luthys... yo... lo de las cadenas... no deberías preocuparte por eso. En realidad es una especie de maldición. No es la primera vez que me ocurre, y la última vez no tuvo nada que ver con demonios, sino con piratas malditos. Ellos se han limitado a realizar el mismo conjuro >>- Ellos... más bien ella. La chica que había iterrumpido a Gèrgal, que se había enfrentado al Medium. Ella era la que había sellado el hechizo, o eso había dicho el médium. Alma se alarmó, quizá si lo había tenido que hacer ella sólo ella podía deshacerlo... lo que significaría que estaba allí cuando Luthys y ella se tocaron, y había sido ella la que la había liberado. ¿Por qué? ¿Qué interés podría tener en ellos? Sacudió la cabeza. Eso no importaba. Sin duda era una persona cruel, que se divertía con las desgracias ajenas, ella sola le había hecho más daño que todo lo que el médium pudiese haberle hecho.
<< Lo cierto... lo cierto es que no recuerdo qué pasó ahí dentro. Dolía mucho, la cabeza me daba vueltas y creo que me desmayé o algo así... >> alma se encogió un poco sobre sí misma, recordando aquellas sensaciones. Pero no quería preocupar más al demonio así que intetó cambiar de tema. No podía seguir por ahí o tendría que decir cómo estaba. Y ¿cómo iba a explicarlo? ¿Qué iba a decir?
<< Pero no deberías preocuparte por mí. Deberías preocuparte por lo que te hicieron a ti. Yo.. Gèrgal apareció en la habitación donde me tenían y yo pensé que estabas a salvo, pero seguías allí. ¿Qué te hicieron? >> Las palaras empezaron a brotar de la mente de la fantasma y fueron cogiendo fuerza. SIn darse cuenta seobligó a forzar la conversación hacia lo que más le preocupaba. Sabía que tarde o temprano tendrían que decir algo al respecto, y no soportaría esa extraña tensión entre ellos mucho más tiempo. Hizo un esfuerzo por mirarle a los ojos. Estaba nerviosa, estaba triste, tenía miedo. Ella también estaba llena de dudas y sus ojos no hacía más que mostrarlo.
<< ¿Seguro que estás bien? Yo... te noto... raro... No me mientas por favor. Necesito... saber qué te ocurre. Estoy precupada por tí. >> A mitad de frase no pudo mantenerle la mirada. Bajó la cabeza. Sabía que se le notaba muy nerviosa, apenas le salían las palabras y había bajado el tono a casi un susurro. Tenía miedo, no estaba segura de nada y lo único que quería era poder abrazarle y olvidarse de todo lo demás. Y eso era justamente algo que nunca podría tener.
Sintió ganas de gritar, pero se las tragó y esperó.
"Está enfadado cnmigo" - pensaba - "La idea de venir a la biblioteca fue mía. Y yo hice enfadar a Gèrgal. Le he decepcionado. Y soy un fantasma. Está enfadado conmigo por eso."
En su cabeza, el demonio nunca podría perdonarla. Se había acercado a él cuando no esperaba nada del mundo, había intentado darle una razón para vivir... e inconscientemente había intentado ser ella esa razón. Y eso solo le estaba haciendo daño. A los dos, pero más a él. Esa era la razón por la que había intentado separarse de él una vez, y no había funcionado. Era una inútil que no podía hacer lo que debía hacer.
Por fin, Luthys habló. Alma no sabía si creer en su respuesta, o si pensar que se refería a después del encuentro con Gèrgal. Quizá no le había hecho nada, pero Alma no sabía si habían hablado sólamente, y no se fiaba tanto de Gèrgal. Pero lo que le sorprendió fue lo rápido que pasó a preguntar por ella. No sólo le decepcionaba, sino que veía la preocupación y la tristeza en sus ojos. No podía evitar sentirse mal. No sabía qué pensar.No comprendía qué pasaba por su cabeza, y necesitaba entenderlo o se volvería loca.
<< Pero... qué hay de lo que podrían haberte hecho a tí? >> no pudo evitar interrumpirle en una pausa. Enseguida se arrepintió, porque lo siguiente que dijo sonó a amenaza. Asintió a pesar de todo, y se dirigió obediente al lugar que había indicado, diciéndose a sí misma que no montaría una escena.
Pero había cosas que necesitaba decir, cosas que tenía que saber. Quizá ese fuera el mejor momento... o quizá debería callarse. Aún así había algo que el demonio había dicho que tenía que aclarar.
<< Luthys... yo... lo de las cadenas... no deberías preocuparte por eso. En realidad es una especie de maldición. No es la primera vez que me ocurre, y la última vez no tuvo nada que ver con demonios, sino con piratas malditos. Ellos se han limitado a realizar el mismo conjuro >>- Ellos... más bien ella. La chica que había iterrumpido a Gèrgal, que se había enfrentado al Medium. Ella era la que había sellado el hechizo, o eso había dicho el médium. Alma se alarmó, quizá si lo había tenido que hacer ella sólo ella podía deshacerlo... lo que significaría que estaba allí cuando Luthys y ella se tocaron, y había sido ella la que la había liberado. ¿Por qué? ¿Qué interés podría tener en ellos? Sacudió la cabeza. Eso no importaba. Sin duda era una persona cruel, que se divertía con las desgracias ajenas, ella sola le había hecho más daño que todo lo que el médium pudiese haberle hecho.
<< Lo cierto... lo cierto es que no recuerdo qué pasó ahí dentro. Dolía mucho, la cabeza me daba vueltas y creo que me desmayé o algo así... >> alma se encogió un poco sobre sí misma, recordando aquellas sensaciones. Pero no quería preocupar más al demonio así que intetó cambiar de tema. No podía seguir por ahí o tendría que decir cómo estaba. Y ¿cómo iba a explicarlo? ¿Qué iba a decir?
<< Pero no deberías preocuparte por mí. Deberías preocuparte por lo que te hicieron a ti. Yo.. Gèrgal apareció en la habitación donde me tenían y yo pensé que estabas a salvo, pero seguías allí. ¿Qué te hicieron? >> Las palaras empezaron a brotar de la mente de la fantasma y fueron cogiendo fuerza. SIn darse cuenta seobligó a forzar la conversación hacia lo que más le preocupaba. Sabía que tarde o temprano tendrían que decir algo al respecto, y no soportaría esa extraña tensión entre ellos mucho más tiempo. Hizo un esfuerzo por mirarle a los ojos. Estaba nerviosa, estaba triste, tenía miedo. Ella también estaba llena de dudas y sus ojos no hacía más que mostrarlo.
<< ¿Seguro que estás bien? Yo... te noto... raro... No me mientas por favor. Necesito... saber qué te ocurre. Estoy precupada por tí. >> A mitad de frase no pudo mantenerle la mirada. Bajó la cabeza. Sabía que se le notaba muy nerviosa, apenas le salían las palabras y había bajado el tono a casi un susurro. Tenía miedo, no estaba segura de nada y lo único que quería era poder abrazarle y olvidarse de todo lo demás. Y eso era justamente algo que nunca podría tener.
Sintió ganas de gritar, pero se las tragó y esperó.
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Ignoró totalmente la mención que Alma había hecho a su estado. Eso a él le daba igual. Más le preocupaba lo que le podía haber ocurrido a ella, porque él, al parecer, se encontraba perfectamente. Aunque, en el fondo sí que se encontraba confuso con lo que a él le habían hecho. Aparentemente él estaba bien, no recordaba que hubiera ocurrido algo fuera de lugar,... y eso era lo extraño. Sin embargo, lo primero era Alma.
Luthys se sentó en un banco de piedra. Allí estaban más apartados y podría hablar con la fantasma tranquilo, sin preocuparse demasiado de la gente alrrededor. Escuhó al espectro en silencio, sin mirarla a la cara en ningún momento. A juzgar por su rostro, parecía estar pendiente de las gentes de esa zona que de su conversación.
- ¿Me estás diciendo que ya has sido corpórea en otro momento?- su tono sonó algo molesto - ¿Piratas?- Ahora su rostro dejó explícita la confusión.-Eh, vale Alma... eso significa que alguien puede hacer que vuelvas a ser corpórea, ¿no? Es decir, en este caso y en el de los piratas que mencionas, te volvieron corpórea por algún tipo de maldición... lo que no impide que otro tipo de magia, no maligna, pueda llegar al mismo fin.- Calló y se quedó pensativo, mirando sus manos entrelazadas sobre sus rodillas y echando hacia delante su cuerpo, en pose varonil. Pensaba que igual estaba yendo demasiado lejos. No se había planteado la idea de que Alma no quisiera tener cuerpo a la hora de abrir su bocaza. Y tampoco estaba seguro de quererlo él, pues Alma sería mucho más vulnerable con un cuerpo físico que siendo un espectro. Se estaba ilusionando, motivándose sin deber hacerlo. - Está bien, está bien. Nos mantendremos alerta por si vemos algo en ti diferente, no podemos dar nada por sentado.- la miró a los ojos y fue lo único que se le ocurrió decir para cambiar de tema - Y, bueno, por mí no te preocupes- intentó mostrar una sonrisa, pero no lo consiguió - estoy bien. Recuerda que eras tú la que estaba encadenada. - Otro fallido intento de sonreír. Se notaba incapaz de mostrar amabilidad, de mostrase agradable,... Pero lo achacó a la situación en la que se encontraban: "es lógico, no estoy pasando por un buen momento".
Se mantuvo en silencio un momento, pero tuvo que preguntar:
- ¿Te gustó el momento?- como era de esperar, Luthys fue muy escueto y esperaba que Alma fuera capaz de entender a qué se refería. Ni siquiera para dirigirse a ella fue capaz de dedicarle una mirada, seguía con la vista fija en sus propias manos.
Luthys se sentó en un banco de piedra. Allí estaban más apartados y podría hablar con la fantasma tranquilo, sin preocuparse demasiado de la gente alrrededor. Escuhó al espectro en silencio, sin mirarla a la cara en ningún momento. A juzgar por su rostro, parecía estar pendiente de las gentes de esa zona que de su conversación.
- ¿Me estás diciendo que ya has sido corpórea en otro momento?- su tono sonó algo molesto - ¿Piratas?- Ahora su rostro dejó explícita la confusión.-Eh, vale Alma... eso significa que alguien puede hacer que vuelvas a ser corpórea, ¿no? Es decir, en este caso y en el de los piratas que mencionas, te volvieron corpórea por algún tipo de maldición... lo que no impide que otro tipo de magia, no maligna, pueda llegar al mismo fin.- Calló y se quedó pensativo, mirando sus manos entrelazadas sobre sus rodillas y echando hacia delante su cuerpo, en pose varonil. Pensaba que igual estaba yendo demasiado lejos. No se había planteado la idea de que Alma no quisiera tener cuerpo a la hora de abrir su bocaza. Y tampoco estaba seguro de quererlo él, pues Alma sería mucho más vulnerable con un cuerpo físico que siendo un espectro. Se estaba ilusionando, motivándose sin deber hacerlo. - Está bien, está bien. Nos mantendremos alerta por si vemos algo en ti diferente, no podemos dar nada por sentado.- la miró a los ojos y fue lo único que se le ocurrió decir para cambiar de tema - Y, bueno, por mí no te preocupes- intentó mostrar una sonrisa, pero no lo consiguió - estoy bien. Recuerda que eras tú la que estaba encadenada. - Otro fallido intento de sonreír. Se notaba incapaz de mostrar amabilidad, de mostrase agradable,... Pero lo achacó a la situación en la que se encontraban: "es lógico, no estoy pasando por un buen momento".
Se mantuvo en silencio un momento, pero tuvo que preguntar:
- ¿Te gustó el momento?- como era de esperar, Luthys fue muy escueto y esperaba que Alma fuera capaz de entender a qué se refería. Ni siquiera para dirigirse a ella fue capaz de dedicarle una mirada, seguía con la vista fija en sus propias manos.
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Por alguna razón que no llegó a entender, Alma se sintió culpabe. ¿Por no haberselo dicho antes? ¿Por no haber buscado una forma de ser corpórea? No estaba segura, pero el tono molesto de Luthys le hizo sentirse culpable
<< Quizás sea posible, pero no sé qué tipo de... qué cosa... No sé si sería posible, o qué podría hacer la magia >> Estaban hablando de una maldición. Ese tipo de magia solía ser más poderosa, no creía que hubiese un conjuro de otro tipod e magia que consiguera los mismos efectos. Y aún así.. ¿que tipo de vida podría tener? ¿Una fantasma corpórea? No estaba segura de querer ser algo que no eperteneciera a ningún mundo.
Además, ¿por qué tanto interés? Alma no entendía por que aquel tema parecía interesarle. Y le daba miedo pensarlo, porque en ese momento no era capaz de pensar de forma coherente. Todos los pensamientos que habían salido de su escondite le rondaban la cabeza y no quería que influyeran tanto en ella, en su visión de Luthys. Podría resultar catastrófico darse esperanzas a sí misma en algo que no estaba dispuesta admitir.
La fantasma quería no preocuparse por él. Sabía lo independiente que podías er el demonio, y que no le gustaría nada tenerla a ella encima todo el rato preocupada. Pero no podía evitarlo. ¿Qué cosas le habrían hecho allí dentro? Además estaba preocupada por algo más. Preocupada por lo que había pasado, por lo que había significado aquel momento. ¿Estaba imaginándose cosas? Le daba mil vueltasa distintas ideas, pero no se atrevía a hablar de ello. Y no hizo falta, porque Luthys le preguntó directamente. Sabía que se refería a eso.
Alma se puso nerviosa. ¿Qué debería contestar? Acababa de dejar salir un montón de pensamienots y sentimientos reprimidos durante bastante tiempo, y no podía pensar con claridad. Pero... Decidió ser sincera.
<< Sí. >> - contestó tras una pausa tan larga como incómoda. No sabía hasta qué punto podía ser sincera, hasta qué punto podía saber que lo que decía era real y no imaginaciones suyas. Los pensamientos daban vueltas y la aturdían.
<< Fue... >> - intentó rememorar ese momento, y ser sincera. - << Fue maravilloso. >>
No sabía qué mas decir. Tenía muchísimas cosas, podia decir que había sido como un sueño sentir su mano, o que había esperado que tocara su mejilla como si toda su vida y su no-vida hubiese estado esperando aquello. Y no sentirlo la había hecho volver a la realidad. Sólo recordar el contacto con su mano le hacía estremecerse y tenía ganas de llorar. Pero... ¿cómo iba a decirle eso? El demonio podía reaccionar mal, podía pasar cualquier cosa.
No sabía qué pasaba por su mente, nunca lo sabía y eso le hacía sentirse muy insegura con respecto a todo aquello. No quería hacerle daño. Lo dudó un instante pero finalmente sacó fuerzas para preguntar, casi en un susurro, lo que quería saber.
<< ¿Y a tí? >>
<< Quizás sea posible, pero no sé qué tipo de... qué cosa... No sé si sería posible, o qué podría hacer la magia >> Estaban hablando de una maldición. Ese tipo de magia solía ser más poderosa, no creía que hubiese un conjuro de otro tipod e magia que consiguera los mismos efectos. Y aún así.. ¿que tipo de vida podría tener? ¿Una fantasma corpórea? No estaba segura de querer ser algo que no eperteneciera a ningún mundo.
Además, ¿por qué tanto interés? Alma no entendía por que aquel tema parecía interesarle. Y le daba miedo pensarlo, porque en ese momento no era capaz de pensar de forma coherente. Todos los pensamientos que habían salido de su escondite le rondaban la cabeza y no quería que influyeran tanto en ella, en su visión de Luthys. Podría resultar catastrófico darse esperanzas a sí misma en algo que no estaba dispuesta admitir.
La fantasma quería no preocuparse por él. Sabía lo independiente que podías er el demonio, y que no le gustaría nada tenerla a ella encima todo el rato preocupada. Pero no podía evitarlo. ¿Qué cosas le habrían hecho allí dentro? Además estaba preocupada por algo más. Preocupada por lo que había pasado, por lo que había significado aquel momento. ¿Estaba imaginándose cosas? Le daba mil vueltasa distintas ideas, pero no se atrevía a hablar de ello. Y no hizo falta, porque Luthys le preguntó directamente. Sabía que se refería a eso.
Alma se puso nerviosa. ¿Qué debería contestar? Acababa de dejar salir un montón de pensamienots y sentimientos reprimidos durante bastante tiempo, y no podía pensar con claridad. Pero... Decidió ser sincera.
<< Sí. >> - contestó tras una pausa tan larga como incómoda. No sabía hasta qué punto podía ser sincera, hasta qué punto podía saber que lo que decía era real y no imaginaciones suyas. Los pensamientos daban vueltas y la aturdían.
<< Fue... >> - intentó rememorar ese momento, y ser sincera. - << Fue maravilloso. >>
No sabía qué mas decir. Tenía muchísimas cosas, podia decir que había sido como un sueño sentir su mano, o que había esperado que tocara su mejilla como si toda su vida y su no-vida hubiese estado esperando aquello. Y no sentirlo la había hecho volver a la realidad. Sólo recordar el contacto con su mano le hacía estremecerse y tenía ganas de llorar. Pero... ¿cómo iba a decirle eso? El demonio podía reaccionar mal, podía pasar cualquier cosa.
No sabía qué pasaba por su mente, nunca lo sabía y eso le hacía sentirse muy insegura con respecto a todo aquello. No quería hacerle daño. Lo dudó un instante pero finalmente sacó fuerzas para preguntar, casi en un susurro, lo que quería saber.
<< ¿Y a tí? >>
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
La respuesta de la fantasma le sorprendió. No sólo por el hecho de que la respuesta fuera afirmativa, sino más aún porque no lo dijo con ganas, lo dijo con timidez, dudas,... algo así que Luthys no era capaz de distinguir con claridad. ¿Por qué le costaba afirmar que le había gustado ser corpórea? ¿Estaría dudando en si le había gustado realmente o fue una sensación extraña que la confundía? No podía saberlo, y se negaba a seguir indagando en el tema, entre otras cosas porque temía recibir una respuesta que no le gustara.
Carraspeó antes de contestar.
- Sí, he de reconocer que sí que me gustó. - Ahora era el momento de ponerse tierno, de sincerarse, de volver a repetir palabras que desde que ella se fue no había vuelto a pronunciar. Pero no lo consiguió. - Creo que siempre es bueno poder tocar a alguien con el que pasas muchas horas al día, es decir, darte cuenta de que de verdad llevas a alguien contigo, no simplemente a un espectro...
Por suerte para ambos, Luthys calló. Sabía que no lo estaba haciendo bien, pero no sabía que diantres pasaba, era incapaz de controlarse a sí mismo totalmente.
Miró al frente un instante y dirigió la mirada a Alma.
- ¿No crees que deberíamos irnos? Ya hemos pasado demasiadas cosas aquí, lo mejor será empezar a caminar, intentar olvidar lo ocurrido y seguir como si nada hubiera ocurrido.
La última parte de la frase no se la creía ni él. Estaba convencido de que la experiencia de poder tocar a Alma no la iba a olvidar fácilmente, y lo cierto era que tampoco quería olvidarlo.
Se levantó y echó a andar, sin un rumbo fijo, sumido en sus pensamientos. Sin mirar si Alma le seguía o no, sin plantearse si ella estaba de acuerdo o no,...
Lo cierto era que necesitaba a Alma, no sólo por la compañía que ofrece alguien a tu lado con quien te entiendes, con quien te comprenetras, sino por el hecho de que estaba seguro que se estaba enamorando de ella. No quería, pero dudaba poder impedirlo. Sin embargo, se prometió a sí mismo que no iba a confesarlo nunca. Ya había pasado una vez por esa experiencia, y aunque tuvo muchos momentos buenos, los tuvo también malos, y el final fue el peor. Y, de todas formas, una fantasma y un demonio... no tenían ninguna posibilidad.
Carraspeó antes de contestar.
- Sí, he de reconocer que sí que me gustó. - Ahora era el momento de ponerse tierno, de sincerarse, de volver a repetir palabras que desde que ella se fue no había vuelto a pronunciar. Pero no lo consiguió. - Creo que siempre es bueno poder tocar a alguien con el que pasas muchas horas al día, es decir, darte cuenta de que de verdad llevas a alguien contigo, no simplemente a un espectro...
Por suerte para ambos, Luthys calló. Sabía que no lo estaba haciendo bien, pero no sabía que diantres pasaba, era incapaz de controlarse a sí mismo totalmente.
Miró al frente un instante y dirigió la mirada a Alma.
- ¿No crees que deberíamos irnos? Ya hemos pasado demasiadas cosas aquí, lo mejor será empezar a caminar, intentar olvidar lo ocurrido y seguir como si nada hubiera ocurrido.
La última parte de la frase no se la creía ni él. Estaba convencido de que la experiencia de poder tocar a Alma no la iba a olvidar fácilmente, y lo cierto era que tampoco quería olvidarlo.
Se levantó y echó a andar, sin un rumbo fijo, sumido en sus pensamientos. Sin mirar si Alma le seguía o no, sin plantearse si ella estaba de acuerdo o no,...
Lo cierto era que necesitaba a Alma, no sólo por la compañía que ofrece alguien a tu lado con quien te entiendes, con quien te comprenetras, sino por el hecho de que estaba seguro que se estaba enamorando de ella. No quería, pero dudaba poder impedirlo. Sin embargo, se prometió a sí mismo que no iba a confesarlo nunca. Ya había pasado una vez por esa experiencia, y aunque tuvo muchos momentos buenos, los tuvo también malos, y el final fue el peor. Y, de todas formas, una fantasma y un demonio... no tenían ninguna posibilidad.
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
La respuesta del demonio se hizo esperar menos que la suya. El comienzo habría hecho que el corazón de Alma se desbocase, si tuviese uno latiendo en el pecho. Se puso nerviosa, esperando qué diría a cntinuación. Una sola cosa, una sola palabra o frase que le diese a entender algo de lo que esperaba podría haberlo cambiado todo. El mundo pareció detenerse un instante cuando el demonio se dispuso a continuar, pero las palabras que dijo destrozaron las esperanzas que Alma se había hecho, sin querererlo, esparciéndolas a su alrededor como trozos de un espejo roto.
Un espejo en el que la fantasma se veía reflejada, como si se viese a través de los ojos del demonio. O cómo creía ella que él le veía. Bajó la cabeza mientras sentía un dolor agudo en el pecho, que no podía reprimir, ni soltar. Se llevó una mano al pecho y trató de convencerse a sí mismade que no pasaba nada, de que el dolor se iría, de que no pasaba nada, de que todo era frto de la confusión producida por la maldición. Habían pasado muchas cosas en poco tiempo y estaba... ¿confusa? Sí, eso le valía.
Ante la última frase de Luthys, antes de que echase a andar, sin siquiera mirar si la seguía, Alma sintió como si le hubiesen dado un puñetazo en el estómago, o algo así.
Hacer como si no hubiese pasado nada... ¿se refería a lod e Gérgal o a su caricia? ¿Cómo podía decir eso? Alma sabía que aquello era algo que no podria olvidar... que no quería olvidar. Porque por primera vez en mucho tiempo se había sentido bien, se había sentido parte de algo. Y la única persona a quien creía importarle le pedía que lo olvidase. ¿Por qué? A Alma le hubiese gustado saber qué pasaba por su mente, qué pensaba. Porque lo que decía y lo que hacía le resultaba contradictorio y ya no sabía qué pensar. Se notaba cansada, muy cansada. Y de repente, vacía. Muy vacía.
Se quedó quieta, mirando al demonio alejarse, recordando aquella vez en el claro de los pegasos. Y supo que le seguiría porque no quería arriesgarse a perderle, se reconoció a si misma que era demasiado importante, algoq eu habái qeudado demostrado con lo que sintió cuando se separaron, con lo qeu sintió cuando se reencontraron. Supo que necesitaba estar a su lado, porque cuando sentía que se alejaba de ella, el mundo parecía hacerse pequeño y oscuro. Alma siguió al demonio, con un pensamiento en su cabeza al que no quería dar forma del todo. No sabía si quería ponerle palabras y significado. Porque,incluso ahora, teniéndolo delante, le sentía lejos. Y eso la hacía sentir muy mal. Quería entenderle, pero no sabía cómo hacerlo. No en esa forma, no siendo lo que era. PEro no podía cambiar eso. No podía.
¿O sí?
Alma pensó en la maldición, pensó en lo que supondría esa manera de ser corpórea. No pertenecería a ningún mundo. Ni a los vivos, ni a los muertos. Cruzaría una línea que quizá podría traerle consecuencias que no alcanzaba a imaginar. Era algo qeu sólo de pensarlo le hacía sentir escalofríos. Pero... ¿y si eso la acercase al demonio? ¿Y si así pudiese estar al lado de Luthys y hacer algo por que se entendiesen mejor? ¿Estaría dispuesta a pagar el precio?
La idea rondaba la cabeza de la fantasma. Ahora que se había reconocido a sí misma que el demonio era importante, cabía la posibilidad de que no le importase. Pero ¿y si lo hacía en balde? ¿y si nada cambiaba? Quizá el demonio no estuviese de acuerdo. Y separarse de él para ir a buscar por su cuenta podría hacer que le perdiese.
Había demasiadas cosas en el aire, demasiadas preguntas a las que no podía contestar y otras de las que prefería no buscar la respuesta. Si tan sólo pudiese vislumbrar un poco los pensamientos de Luthys...
Le siguió durante un rato y finalmente, decidió hacer una pregunta, una pregunta que le ayduase a romper el incómodo silencio y que le ayudase a aclarar algo más sus ideas.
<< ¿De verdad crees que lo mejor es seguir como si nada hubiese ocurrido? Gérgal, la biblioteca... todo ha sido muy raro, pero... no sé. >> - No terminó la frase, ¿de qué le serviría? No encontraría una manera de hacerlo que no la dejara en evidencia. Así que simplemente, esperó a que él dijera algo sobre lo que hubiese entendido de la pregunta, deseando que tuviese que ver con sus cavilaciones y que la ayudasen un poco.
Buscaba una señal, cualquier cosa.
Un espejo en el que la fantasma se veía reflejada, como si se viese a través de los ojos del demonio. O cómo creía ella que él le veía. Bajó la cabeza mientras sentía un dolor agudo en el pecho, que no podía reprimir, ni soltar. Se llevó una mano al pecho y trató de convencerse a sí mismade que no pasaba nada, de que el dolor se iría, de que no pasaba nada, de que todo era frto de la confusión producida por la maldición. Habían pasado muchas cosas en poco tiempo y estaba... ¿confusa? Sí, eso le valía.
Ante la última frase de Luthys, antes de que echase a andar, sin siquiera mirar si la seguía, Alma sintió como si le hubiesen dado un puñetazo en el estómago, o algo así.
Hacer como si no hubiese pasado nada... ¿se refería a lod e Gérgal o a su caricia? ¿Cómo podía decir eso? Alma sabía que aquello era algo que no podria olvidar... que no quería olvidar. Porque por primera vez en mucho tiempo se había sentido bien, se había sentido parte de algo. Y la única persona a quien creía importarle le pedía que lo olvidase. ¿Por qué? A Alma le hubiese gustado saber qué pasaba por su mente, qué pensaba. Porque lo que decía y lo que hacía le resultaba contradictorio y ya no sabía qué pensar. Se notaba cansada, muy cansada. Y de repente, vacía. Muy vacía.
Se quedó quieta, mirando al demonio alejarse, recordando aquella vez en el claro de los pegasos. Y supo que le seguiría porque no quería arriesgarse a perderle, se reconoció a si misma que era demasiado importante, algoq eu habái qeudado demostrado con lo que sintió cuando se separaron, con lo qeu sintió cuando se reencontraron. Supo que necesitaba estar a su lado, porque cuando sentía que se alejaba de ella, el mundo parecía hacerse pequeño y oscuro. Alma siguió al demonio, con un pensamiento en su cabeza al que no quería dar forma del todo. No sabía si quería ponerle palabras y significado. Porque,incluso ahora, teniéndolo delante, le sentía lejos. Y eso la hacía sentir muy mal. Quería entenderle, pero no sabía cómo hacerlo. No en esa forma, no siendo lo que era. PEro no podía cambiar eso. No podía.
¿O sí?
Alma pensó en la maldición, pensó en lo que supondría esa manera de ser corpórea. No pertenecería a ningún mundo. Ni a los vivos, ni a los muertos. Cruzaría una línea que quizá podría traerle consecuencias que no alcanzaba a imaginar. Era algo qeu sólo de pensarlo le hacía sentir escalofríos. Pero... ¿y si eso la acercase al demonio? ¿Y si así pudiese estar al lado de Luthys y hacer algo por que se entendiesen mejor? ¿Estaría dispuesta a pagar el precio?
La idea rondaba la cabeza de la fantasma. Ahora que se había reconocido a sí misma que el demonio era importante, cabía la posibilidad de que no le importase. Pero ¿y si lo hacía en balde? ¿y si nada cambiaba? Quizá el demonio no estuviese de acuerdo. Y separarse de él para ir a buscar por su cuenta podría hacer que le perdiese.
Había demasiadas cosas en el aire, demasiadas preguntas a las que no podía contestar y otras de las que prefería no buscar la respuesta. Si tan sólo pudiese vislumbrar un poco los pensamientos de Luthys...
Le siguió durante un rato y finalmente, decidió hacer una pregunta, una pregunta que le ayduase a romper el incómodo silencio y que le ayudase a aclarar algo más sus ideas.
<< ¿De verdad crees que lo mejor es seguir como si nada hubiese ocurrido? Gérgal, la biblioteca... todo ha sido muy raro, pero... no sé. >> - No terminó la frase, ¿de qué le serviría? No encontraría una manera de hacerlo que no la dejara en evidencia. Así que simplemente, esperó a que él dijera algo sobre lo que hubiese entendido de la pregunta, deseando que tuviese que ver con sus cavilaciones y que la ayudasen un poco.
Buscaba una señal, cualquier cosa.
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Caminaba despacio, sin dejar de pensar. No veía a la gente de alrededor, no veía el suelo que pisaba, no oía los ruidos de aquel lugar, no sentía el viento en la cara, no notaba su cuerpo moverse, simplemente pensaba. Pensaba en qué podía decir o hacer ahora. Era obvio que las cosas iban a cambiar, que ya habían cambiado, no sólo por el incidente con Gérgal en la biblioteca, ni por el roce de su piel con la de Alma, si no por todo lo que esas cosas significaban. Tanto para él como para Alma todo aquello no iba a pasar desapercibido, no iba a formar parte del pasado, algo de la memoria que permanece escondido para siempre. Y Luthys estaba muy convencido de ello.
Alzó la vista levemente y contempló el cielo, empezaría a anochecer en poco tiempo y no podían quedarse a la vista de todo el mundo durante toda la noche, o, bueno, él no podía quedarse a la vista de todo el mundo, pues a su compañera nadie la vería.
Echó al vista atrás, sin dejar de avanzar lentamente. Alma iba justo detrás de él, y parecía pensativa, algo que a Luthys solo conseguía ponerle más nervioso.
Cuando la chica rompió el silencio, Luthys dejó de caminar. Miraba al suelo y una de sus manos la tenía dentro de uno de los bolsillos del pantalón, con la otra se acariciaba la frente. Su rostro estaba tenso.
- Mira, Alma, -comenzó. Apartando la mano de su frente y lanzando tímidas miradas a Alma para volver la vista al suelo a cada poco - no sé qué es lo mejor o qué no lo es. Lo único que sé es que quiero salir de este lugar. Ahora. No sé si lo que ha pasado es bueno, malo o ninguna de las dos cosas. Pero deja de hacerme preguntas. Sé exactamente lo mismo que tú. - Entonces clavó sus ojos en ella. - Si algo he descubierto es que lo que ha pasado no va a quedar indiferente para mí, Alma. No sé si tendré que arrepentirme de la gran satisfacción que me ha producido el poder tocarte, y precisamente por eso, te pido que mantengas tu boca cerrada si vas a hablar del tema, ¿entendido?
Volvió su vista hacia el suelo y volvió a caminar. Era consciente de que sus palabras habían sido demasiado bruscas, demasiado cerradas, ni siquiera había dado opción a Alma a decir nada... Pero, ¿qué era lo que él estaría dispuesto a soportar escuchar? No sabía qué pensaba ella, como tampoco sabía cómo iba a reaccionar él, ya que últimamente no podía controlarse casi nada.
Lo que era otro motivo para estar preocupado...
Alzó la vista levemente y contempló el cielo, empezaría a anochecer en poco tiempo y no podían quedarse a la vista de todo el mundo durante toda la noche, o, bueno, él no podía quedarse a la vista de todo el mundo, pues a su compañera nadie la vería.
Echó al vista atrás, sin dejar de avanzar lentamente. Alma iba justo detrás de él, y parecía pensativa, algo que a Luthys solo conseguía ponerle más nervioso.
Cuando la chica rompió el silencio, Luthys dejó de caminar. Miraba al suelo y una de sus manos la tenía dentro de uno de los bolsillos del pantalón, con la otra se acariciaba la frente. Su rostro estaba tenso.
- Mira, Alma, -comenzó. Apartando la mano de su frente y lanzando tímidas miradas a Alma para volver la vista al suelo a cada poco - no sé qué es lo mejor o qué no lo es. Lo único que sé es que quiero salir de este lugar. Ahora. No sé si lo que ha pasado es bueno, malo o ninguna de las dos cosas. Pero deja de hacerme preguntas. Sé exactamente lo mismo que tú. - Entonces clavó sus ojos en ella. - Si algo he descubierto es que lo que ha pasado no va a quedar indiferente para mí, Alma. No sé si tendré que arrepentirme de la gran satisfacción que me ha producido el poder tocarte, y precisamente por eso, te pido que mantengas tu boca cerrada si vas a hablar del tema, ¿entendido?
Volvió su vista hacia el suelo y volvió a caminar. Era consciente de que sus palabras habían sido demasiado bruscas, demasiado cerradas, ni siquiera había dado opción a Alma a decir nada... Pero, ¿qué era lo que él estaría dispuesto a soportar escuchar? No sabía qué pensaba ella, como tampoco sabía cómo iba a reaccionar él, ya que últimamente no podía controlarse casi nada.
Lo que era otro motivo para estar preocupado...
Luthys- Cantidad de envíos : 890
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Las siguientes palabras del demonio dejaron a Alma clavada en el sitio, metafóricamente hablando. Le miró fijamente a los ojos mientras hablaba y supo que si hubiese tenido un cuerpo, las lágrimas se habrían acumulado en sus ojos lentamente. Con cada palabra que estaba escuchando, sentía crecer algo dentro de su pecho, aunque igual que lo que decía Luthys, no podría decir si era algo bueno o malo, o ninguna de las dos cosas. Ni siquiera sabía definir la sensación más allá de que el peso que sentía segundos antes parecía esfumarse poco a poco. Era una especie de alivio extraño, porque no acababa de estar aliviada. La forma de hablar del demonio, la intensidad y el alcance de lo que estaba diciendo la abrumaban en cierta forma. La interpretación que le daba a esas palabras no podía ser otra: le importaba al demonio, le importaba de verdad, y aquel episodio podía llegar a ser doloroso o extraño y por eso prefería obviarlo.
Lo entendía. Antes que hacer algo que pudiese perjudicarles a los dos de nuevo, la fantasma prefería no hacer nada, así que se abstuvo de comentar nada o hacer más preguntas. Asintió lentamente. La brusquedad del demonio apenas tenía importancia para ella, sólo sus palabras y su significado.
Antes no quería saber, porque le daba miedo. Pero ahora, la respuesta había resultado no ser tan mala. Suponía otras muchas cosas que podian agobiarla o darle miedo, pero por fin había encontrado esa señal que buscaba. Los pensamientos de Luthys parecían más claros ahora, y la fantasma empezó a notar cómo un tornado de ideas y sentimientos se levantaba en su interior a medida que la primera sensación se acomodaba en su interior.
Las palabras de Luthys resonaban en su cabeza mientras le seguía calle abajo, alejándose cada vez más de la biblioteca.
"La gran satisfacción de tocarte"
Aquellas palabras se le habían grabado en la cabeza. De todas las que había dicho el demonio, Alma se aferró a esas porque le daban una pista, una esperanza. Una razón por la que luchar.
Esas palabras dejaban en el aire muchas opciones. Mientras andaban, Alma decidió que tenía una oportunidad, pero para aprovecharla tendría que tomar una difícil decisión. Tenía que encontrar la manera de afrontar todos aquellos sentimientos velados y escondidos,, de sacarlos a la luz y demostrarle a Luthys que todo aquello que durante un segundo, cuando sus manos se juntaron, había parecido posible, podía ser una realidad. Y para ello necesitaba recuperar un cuerpo, o cualquier cosa que se le pareciese.
El problema estaba en si se lo diría a él o no. Podían buscar juntos esa solución, o tendría que buscarla ella por su cuenta. La primera opción implicaba hacer pasar al demonio por todo el proceso, por la frustración si no encontraban nada. Y tendría que partir de la base de una aceptación de algo que no sabía si alguno de los dos estaba dispuesto a admitir abiertamente.
Pero la segunda opción... la segunda opción implicaría despedirse de Luthys y lanzarse a la aventura. Sin manera de comunicarse con él, sin seguridad de encontrar nada o de volver a dar con el demonio. Si se iba y Luthys sabía a qué, le preocuparía, no estaba segura de que no quisiera acompañarla. Y en el peor de los casos siempre quedaba la decepción de volver con las manos vacías. No quería dar falsas esperanzas, ni siquiera a ella misma, como para arriesgarse a darselas al demonio.
Pero... la última vez había sido devastador para ella, aunque el demonio no parecía haberlo pasado tan mal. Quizá podría irse sin que él lo supiera, marcharse sin más y volver sólo cuando su búsqueda hubiese tenido éxito o fracasado. Entonces le encontraría, de alguna manera, y se lo explicaría todo. Podría ser que él no la perdonara.
Alma miró a Luthys mientras caminaba delante de ella, sumido en sus pensamientos. Durante un segundo se preguntó que pasaría si desapareciese en ese mismo momento. ¿Cuánto tardaría en darse cuenta de ello? ¿Sería capaz de hacerlo?
La fantasma no estaba segura de si sería capaz de arriesgarse a perderle por una remota posibilidad de tener un cuerpo o nisiquiera eso. Hizo ademán de morderse el labio inferior,y parecía tensa, pero se mantuvo tras el demonio, sin atreverse a decir nada, o a irse o.... a nada.
Cobarde. - se dijo a sí misma. Y lo repitió varias veces.
Siguió andando hasta que llegaron a una zona poco concurrida, bastante alejada de a biblioteca. El demonio se detuvo y Alma hizo lo propio, pero a su altura. Durante un segundo los etéreos dedos de ella casi rozaron los de él. La fantsma rememoró inconscientemente el instante en el que se habían tocado y se alarmó al notar que la sensación del recuerdo se prolongaba, quedándose en la larga agonía de la espera de una caricia que nunca pudo llegar.
Su mirada buscó la de Luthys, aunque no era necesario para verle, sin saber qué esperaba ver en ella.
Lo entendía. Antes que hacer algo que pudiese perjudicarles a los dos de nuevo, la fantasma prefería no hacer nada, así que se abstuvo de comentar nada o hacer más preguntas. Asintió lentamente. La brusquedad del demonio apenas tenía importancia para ella, sólo sus palabras y su significado.
Antes no quería saber, porque le daba miedo. Pero ahora, la respuesta había resultado no ser tan mala. Suponía otras muchas cosas que podian agobiarla o darle miedo, pero por fin había encontrado esa señal que buscaba. Los pensamientos de Luthys parecían más claros ahora, y la fantasma empezó a notar cómo un tornado de ideas y sentimientos se levantaba en su interior a medida que la primera sensación se acomodaba en su interior.
Las palabras de Luthys resonaban en su cabeza mientras le seguía calle abajo, alejándose cada vez más de la biblioteca.
"La gran satisfacción de tocarte"
Aquellas palabras se le habían grabado en la cabeza. De todas las que había dicho el demonio, Alma se aferró a esas porque le daban una pista, una esperanza. Una razón por la que luchar.
Esas palabras dejaban en el aire muchas opciones. Mientras andaban, Alma decidió que tenía una oportunidad, pero para aprovecharla tendría que tomar una difícil decisión. Tenía que encontrar la manera de afrontar todos aquellos sentimientos velados y escondidos,, de sacarlos a la luz y demostrarle a Luthys que todo aquello que durante un segundo, cuando sus manos se juntaron, había parecido posible, podía ser una realidad. Y para ello necesitaba recuperar un cuerpo, o cualquier cosa que se le pareciese.
El problema estaba en si se lo diría a él o no. Podían buscar juntos esa solución, o tendría que buscarla ella por su cuenta. La primera opción implicaba hacer pasar al demonio por todo el proceso, por la frustración si no encontraban nada. Y tendría que partir de la base de una aceptación de algo que no sabía si alguno de los dos estaba dispuesto a admitir abiertamente.
Pero la segunda opción... la segunda opción implicaría despedirse de Luthys y lanzarse a la aventura. Sin manera de comunicarse con él, sin seguridad de encontrar nada o de volver a dar con el demonio. Si se iba y Luthys sabía a qué, le preocuparía, no estaba segura de que no quisiera acompañarla. Y en el peor de los casos siempre quedaba la decepción de volver con las manos vacías. No quería dar falsas esperanzas, ni siquiera a ella misma, como para arriesgarse a darselas al demonio.
Pero... la última vez había sido devastador para ella, aunque el demonio no parecía haberlo pasado tan mal. Quizá podría irse sin que él lo supiera, marcharse sin más y volver sólo cuando su búsqueda hubiese tenido éxito o fracasado. Entonces le encontraría, de alguna manera, y se lo explicaría todo. Podría ser que él no la perdonara.
Alma miró a Luthys mientras caminaba delante de ella, sumido en sus pensamientos. Durante un segundo se preguntó que pasaría si desapareciese en ese mismo momento. ¿Cuánto tardaría en darse cuenta de ello? ¿Sería capaz de hacerlo?
La fantasma no estaba segura de si sería capaz de arriesgarse a perderle por una remota posibilidad de tener un cuerpo o nisiquiera eso. Hizo ademán de morderse el labio inferior,y parecía tensa, pero se mantuvo tras el demonio, sin atreverse a decir nada, o a irse o.... a nada.
Cobarde. - se dijo a sí misma. Y lo repitió varias veces.
Siguió andando hasta que llegaron a una zona poco concurrida, bastante alejada de a biblioteca. El demonio se detuvo y Alma hizo lo propio, pero a su altura. Durante un segundo los etéreos dedos de ella casi rozaron los de él. La fantsma rememoró inconscientemente el instante en el que se habían tocado y se alarmó al notar que la sensación del recuerdo se prolongaba, quedándose en la larga agonía de la espera de una caricia que nunca pudo llegar.
Su mirada buscó la de Luthys, aunque no era necesario para verle, sin saber qué esperaba ver en ella.
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: Viejas historias, lugares nuevos.
Perdió la noción del tiempo que llevaba caminando, sin pararse ni un segundo, sin mirar atrás. Algo le decía que Alma seguía sus pasos, pero ni una vez lo comprobó. Seguía pensando en todo lo que había pasado y en lo que estaba dispuesto a seguir aguantando. Ya empezaba a hartarse de tanta historia. No podía ser que no hubiera tranquilidad en su vida nunca.
Notaba cómo se enfurecía fácilmente recientemente, no sabía si tenía que ver con la tensión y el estrés que le había provocado lo que había ocurrido con el espectro o sería algo totalmente ajeno a eso, o... a saber. Pero no estaba dispuesto a seguir con todo aquello. Aunque tampoco estaba preparado para buscar una solución o una explicación. Se apartó del camino y miró atrás. Efectivamente Alma seguía tras él, la que ya no estaba era la ciudad, sólo veía árboles, ni un edificio, como tampoco personas. Buscó un tronco de árbol más o menos cómodo, pretendía pasar largo rato sentado y no quería interrumpiar sus pensamientos con lo adisgusto que se encontraba. Cuando encontró uno que podía servirle, se puso de cuclillas, colocó una mano en el tronco del árbol y giró la cabeza buscando a Alma.
- Voy a sentarme aquí, a pensar dónde quiero o debo ir ahora. Tú puedes quedarte o irte sin mí. Haz lo que desees. - Ciertamente, Luthys deseaba que Alma se quedara, a su lado, proporcionándole un poco de sentido a todo esa historia. Pero aquellas palabras un tanto ariscas salieron de su boca sin darle a tiempo a impedirles el paso.
Se sentó por fin bajo el árbol, apoyando la espalda en el trono y elevando la barbilla mirando al cielo, aunque lo que veía era las ramas del árbol llenas de hojas verdes. Normalmente hubiese cavilado sobre qué árbol era, qué frutos daba o qué animales podrían alojarse en él. Pero, en ese momento, en su cabeza no cabían más pensamientos que los de la situación en la que se encontraba.
No quería hablar con la fantasma, no sabía qué barbaridad podía salir de su bocaza de demonio sin corazón, como tampoco sabía qué decirle. Sin embargo, bajó la barbilla, y buscó los ojos de ella. Los encontró. Y permaneció sumergido en ellos largo rato, sin mover un solo músculo de la cara ni pronunciar palabra alguna. Sabía lo que estaba pasando, lo que le ocurría, pero le daba miedo reconocerlo. Se había enamorado, o al menos empezaba a enamorarse. El problema era que se había enamorado de un fantasma, un espectro que no tenía cuerpo, ni voz, aunque él pudiera oírla. Iba a empezar una nueva historia de amor trágica, lo estaba viendo venir y eso le enfurecía y le entristecía al mismo tiempo. ¿Por qué no estaba muerto ya? ¿Por qué tenía que seguir en el mundo como un maldito demonio que es incapaz de tener paz, tranquilidad y felicidad en su vida? No podía creerlo, odiaba a los humanos por ser tan débiles, por tener tantos problemas,... y él cada vez era más humano.
- Ojalá nunca nos hubiéramos conocido.- La frase salió disparada de sus labios como una bala, directa hacia Alma, a la cual no había dejado de mirar un solo instante. Ahogó su cara entre las manos y gritó.
Notaba cómo se enfurecía fácilmente recientemente, no sabía si tenía que ver con la tensión y el estrés que le había provocado lo que había ocurrido con el espectro o sería algo totalmente ajeno a eso, o... a saber. Pero no estaba dispuesto a seguir con todo aquello. Aunque tampoco estaba preparado para buscar una solución o una explicación. Se apartó del camino y miró atrás. Efectivamente Alma seguía tras él, la que ya no estaba era la ciudad, sólo veía árboles, ni un edificio, como tampoco personas. Buscó un tronco de árbol más o menos cómodo, pretendía pasar largo rato sentado y no quería interrumpiar sus pensamientos con lo adisgusto que se encontraba. Cuando encontró uno que podía servirle, se puso de cuclillas, colocó una mano en el tronco del árbol y giró la cabeza buscando a Alma.
- Voy a sentarme aquí, a pensar dónde quiero o debo ir ahora. Tú puedes quedarte o irte sin mí. Haz lo que desees. - Ciertamente, Luthys deseaba que Alma se quedara, a su lado, proporcionándole un poco de sentido a todo esa historia. Pero aquellas palabras un tanto ariscas salieron de su boca sin darle a tiempo a impedirles el paso.
Se sentó por fin bajo el árbol, apoyando la espalda en el trono y elevando la barbilla mirando al cielo, aunque lo que veía era las ramas del árbol llenas de hojas verdes. Normalmente hubiese cavilado sobre qué árbol era, qué frutos daba o qué animales podrían alojarse en él. Pero, en ese momento, en su cabeza no cabían más pensamientos que los de la situación en la que se encontraba.
No quería hablar con la fantasma, no sabía qué barbaridad podía salir de su bocaza de demonio sin corazón, como tampoco sabía qué decirle. Sin embargo, bajó la barbilla, y buscó los ojos de ella. Los encontró. Y permaneció sumergido en ellos largo rato, sin mover un solo músculo de la cara ni pronunciar palabra alguna. Sabía lo que estaba pasando, lo que le ocurría, pero le daba miedo reconocerlo. Se había enamorado, o al menos empezaba a enamorarse. El problema era que se había enamorado de un fantasma, un espectro que no tenía cuerpo, ni voz, aunque él pudiera oírla. Iba a empezar una nueva historia de amor trágica, lo estaba viendo venir y eso le enfurecía y le entristecía al mismo tiempo. ¿Por qué no estaba muerto ya? ¿Por qué tenía que seguir en el mundo como un maldito demonio que es incapaz de tener paz, tranquilidad y felicidad en su vida? No podía creerlo, odiaba a los humanos por ser tan débiles, por tener tantos problemas,... y él cada vez era más humano.
- Ojalá nunca nos hubiéramos conocido.- La frase salió disparada de sus labios como una bala, directa hacia Alma, a la cual no había dejado de mirar un solo instante. Ahogó su cara entre las manos y gritó.
Luthys- Cantidad de envíos : 890
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