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No todos los espíritus son amables
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Re: No todos los espíritus son amables
Por alguna razón, la mirada de Ed al agradecerme logró que mis mejillas se enciendan. Sólo esperaba una cosa... Sólo esperaba que no se avergüence de haberme conocido al descubrir que yo no podía realizar hechizos ofensivos. No quise pensar en eso. Ed me veía como una buena hechicera, y era hermoso sentir ese título sobre mi nombre.
-Claro que me parece una buena idea, Ed -respondí sonriendo. Además, sin contar con la ayuda de Iblagia, por autónoma que esta fuera, no me sentía muy poderosa. Si los ipoq nos atacaban, estaba segura de poder defendernos, pero aún así, prefería evitar el enfrentamiento.
Sonreí nuevamente cuando Ed comentó lo del sillón. Estaba acostumbrada a viajar sola, a lo sumo con Iby, quien se sentaba en el respaldo, pero dudaba que Ed quisiera viajar allí.
-Siéntate. Yo puedo viajar en el respaldo.
El sillón fue detrás de Ed y lo empujó de tal manera que el joven rubio quedó sentado. Luego me senté en el respaldo y comenzamos nuestro viaje.
-Claro que me parece una buena idea, Ed -respondí sonriendo. Además, sin contar con la ayuda de Iblagia, por autónoma que esta fuera, no me sentía muy poderosa. Si los ipoq nos atacaban, estaba segura de poder defendernos, pero aún así, prefería evitar el enfrentamiento.
Sonreí nuevamente cuando Ed comentó lo del sillón. Estaba acostumbrada a viajar sola, a lo sumo con Iby, quien se sentaba en el respaldo, pero dudaba que Ed quisiera viajar allí.
-Siéntate. Yo puedo viajar en el respaldo.
El sillón fue detrás de Ed y lo empujó de tal manera que el joven rubio quedó sentado. Luego me senté en el respaldo y comenzamos nuestro viaje.
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:08 pm, editado 1 vez
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
- Siéntate. Yo puedo viajar en el respaldo. - Respondió la chica.
Al escucharla, Ed estubo a punto de decirle que debía ir sentada, dado que era su transporte, y él colgando o algo así, cuando subitamente el sillón se movio y lo chocó de tal manera que hizo que se sentace ensima. Luego, Tsuki se subió al respaldo y el extraño transporte partió hacia la ciudad.
Era el momento oportuno para preguntarle aquello que estubo rondando por su cabeza desde que la vió usar su esplendida magia, pero no sabía como preguntarselo, no quería ofenderla. El viento en la cara le dió el coraje necesario para hacerlo.
- Emmm... Tsuki... quería preguntarte algo... - Dijo Ed, con cierta timidez en su voz. Luego tomar aire prosigió. - No se si te había contado ya, pero... yo se lo basico de la magia, algunos conjuros menores y... quería preguntarte si podías ayudarme a mejorar, dado que sos una hechicera prodigiosa. - Prosiguió, aún con esa timidez.
Ed no podía evitar verla a los ojos, en una posición algo incomoda, mientras le preguntaba esto y al terminar se quedo mirandola, esperando a que respondiese. Notó el color tan bonito del que era el iris de la chica, y sus ojitos delicados. De repente Ed se dió vuelta, agradeciendo al frío del aire por enfríar su rostro, dado que se había ruborizado.
Pensó para si mismo "¿En qué estoy pensando? ¡Concentrate Ed!" mientras podía escuchar a la espada murmurando algo, como enojada con él, tal vez celosa.
Al escucharla, Ed estubo a punto de decirle que debía ir sentada, dado que era su transporte, y él colgando o algo así, cuando subitamente el sillón se movio y lo chocó de tal manera que hizo que se sentace ensima. Luego, Tsuki se subió al respaldo y el extraño transporte partió hacia la ciudad.
Era el momento oportuno para preguntarle aquello que estubo rondando por su cabeza desde que la vió usar su esplendida magia, pero no sabía como preguntarselo, no quería ofenderla. El viento en la cara le dió el coraje necesario para hacerlo.
- Emmm... Tsuki... quería preguntarte algo... - Dijo Ed, con cierta timidez en su voz. Luego tomar aire prosigió. - No se si te había contado ya, pero... yo se lo basico de la magia, algunos conjuros menores y... quería preguntarte si podías ayudarme a mejorar, dado que sos una hechicera prodigiosa. - Prosiguió, aún con esa timidez.
Ed no podía evitar verla a los ojos, en una posición algo incomoda, mientras le preguntaba esto y al terminar se quedo mirandola, esperando a que respondiese. Notó el color tan bonito del que era el iris de la chica, y sus ojitos delicados. De repente Ed se dió vuelta, agradeciendo al frío del aire por enfríar su rostro, dado que se había ruborizado.
Pensó para si mismo "¿En qué estoy pensando? ¡Concentrate Ed!" mientras podía escuchar a la espada murmurando algo, como enojada con él, tal vez celosa.
Última edición por Edmund Dyrle el 06/09/11, 01:47 pm, editado 2 veces
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
- Emmm... Tsuki... quería preguntarte algo... - La voz de Ed sonaba un tanto tímida, como si quisiera decirme algo importante... algo como...
-¿Sí? -le pregunté a mi vez, mientras sentía cómo mi corazón latía con fuerza mientras aguardaba la pregunta de Ed. Mis ojos comenzaron a brillar e incluso había dejado de respirar, para no arriesgarme a que mi respiración me evitara oír sus palabras.
- No se si te había contado ya, pero... yo se lo basico de la magia, algunos conjuros menores y... quería preguntarte si podías ayudarme a mejorar, dado que sos una hechizera prodigiosa.
-Ah... -murmuré. ¿Por qué había pensado...? No importaba... Lo importante era que Ed me pidiera ser su maestra para que le enseñe algo de hechicería, ¿cierto?
Mi leve decepción duró muy poco, pues Ed estuvo un buen rato mirándome a los ojos, haciendo que mis mejillas se enciendan, cosa que también le pasó a él poco después, por lo que miró a otra parte.
-Pues... -comencé a responder mientras intentaba que mi corazón recupere la calma. Estaba latiendo demasiado rápido.- Claro... puedo... enseñarte lo que sé...
Suspiré mientras intentaba refrescar mi rostro con un trozo de hielo previamente quitado del sillón. Era la primera vez que me sentía así por una simple mirada. Era la primera vez que alguien pedía ser mi alumno. Era la primera vez que me sentía realmente buena... y eso me gustaba... Pero aún así, no podía evitar pensar que había algo que Ed debía saber o, mejor dicho, yo debía saber si le disgustaría.
-Ed... Supongamos... que yo no supiera atacar con mi magia... que sólo supiera defenderme... ¿Qué dirías?
-¿Sí? -le pregunté a mi vez, mientras sentía cómo mi corazón latía con fuerza mientras aguardaba la pregunta de Ed. Mis ojos comenzaron a brillar e incluso había dejado de respirar, para no arriesgarme a que mi respiración me evitara oír sus palabras.
- No se si te había contado ya, pero... yo se lo basico de la magia, algunos conjuros menores y... quería preguntarte si podías ayudarme a mejorar, dado que sos una hechizera prodigiosa.
-Ah... -murmuré. ¿Por qué había pensado...? No importaba... Lo importante era que Ed me pidiera ser su maestra para que le enseñe algo de hechicería, ¿cierto?
Mi leve decepción duró muy poco, pues Ed estuvo un buen rato mirándome a los ojos, haciendo que mis mejillas se enciendan, cosa que también le pasó a él poco después, por lo que miró a otra parte.
-Pues... -comencé a responder mientras intentaba que mi corazón recupere la calma. Estaba latiendo demasiado rápido.- Claro... puedo... enseñarte lo que sé...
Suspiré mientras intentaba refrescar mi rostro con un trozo de hielo previamente quitado del sillón. Era la primera vez que me sentía así por una simple mirada. Era la primera vez que alguien pedía ser mi alumno. Era la primera vez que me sentía realmente buena... y eso me gustaba... Pero aún así, no podía evitar pensar que había algo que Ed debía saber o, mejor dicho, yo debía saber si le disgustaría.
-Ed... Supongamos... que yo no supiera atacar con mi magia... que sólo supiera defenderme... ¿Qué dirías?
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:09 pm, editado 2 veces
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
- Ed... Supongamos... que yo no supiera atacar con mi magia... que sólo supiera defenderme... ¿Qué dirías? - le dijo Tsuki a Ed, dudando en terminar la frase o no.
- Te diría que, de todas las personas que conocí en la Academia de Magos donde intenté aprender algo, los que se especializarón en un campo eran los mas sorprendentes y poderosos, tal vez mas aún que aquellos que seguían sus estudios uniformemente. - Respondió Edmund sinceramente, mientras se imaginaba el porque de la pregunta. - No te preocupes, para mi eres una hechicera estupenda. - Agregó luego, mientras sonreía.
Fdi: Disculpame que la respuesta no fue muy larga pero es que no se me ocurre que mas escribir =D
- Te diría que, de todas las personas que conocí en la Academia de Magos donde intenté aprender algo, los que se especializarón en un campo eran los mas sorprendentes y poderosos, tal vez mas aún que aquellos que seguían sus estudios uniformemente. - Respondió Edmund sinceramente, mientras se imaginaba el porque de la pregunta. - No te preocupes, para mi eres una hechicera estupenda. - Agregó luego, mientras sonreía.
Fdi: Disculpame que la respuesta no fue muy larga pero es que no se me ocurre que mas escribir =D
Última edición por Edmund Dyrle el 06/09/11, 01:45 pm, editado 1 vez
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
La respuesta que Ed me dio me hizo entender que él pensaba que yo había decidido especializarme en la defensa por propia voluntad. Estuve a punto de sincerarme con él y confesarle que me convertí en una hechicera defensiva porque no me quedaba más remedio que eso. Estuve a punto de hacerlo, realmente quería saber qué pensaría Ed de mí cuando supiera la verdad, pero lo que dijo a continuación, me pareció hermoso por alguna razón. Y esa sonrisa... Su sonrisa me ponía tontamente nerviosa.
-Gra... Gracias, Ed... Eres... maravilloso... de verdad.
Me sorprendí a mí misma bajando la temperatura a mi alrededor. Necesitaba respirar aire fresco, necesitaba calmar un poco mis acelerados latidos. Nunca había sentido eso... Estaba realmente nerviosa. Sonreía tímidamente mientras mis ojos buscaban la ciudad a la que nos dirigíamos.
-Ed... -pude balbucear de una manera bastante tonta... Sólo eran dos letras lo que debía pronunciar, no podía ser que me costara tanto mantener la calma.- Creo... Creo que la encontré.
Una aldea pequeña, a mi gusto, se erigía en un islote ubicado en el centro de un lago. Seguramente esa era Denke, la ciudad donde se estaba a salvo de los ipoq. Miré a Ed a los ojos durante todo el trayecto al islote. Cuando pude darme cuenta de que lo estaba haciendo, me apresuré a apartar la vista. En ese preciso momento el sillón descendió en las afueras de la ciudad y se deshizo. Sólo restaba caminar. Aún podía verse la luz del sol. Aún teníamos unos cuantos minutos para ponernos a salvo.
-Llegamos -comenté, sin poder evitar sonreír.
-Gra... Gracias, Ed... Eres... maravilloso... de verdad.
Me sorprendí a mí misma bajando la temperatura a mi alrededor. Necesitaba respirar aire fresco, necesitaba calmar un poco mis acelerados latidos. Nunca había sentido eso... Estaba realmente nerviosa. Sonreía tímidamente mientras mis ojos buscaban la ciudad a la que nos dirigíamos.
-Ed... -pude balbucear de una manera bastante tonta... Sólo eran dos letras lo que debía pronunciar, no podía ser que me costara tanto mantener la calma.- Creo... Creo que la encontré.
Una aldea pequeña, a mi gusto, se erigía en un islote ubicado en el centro de un lago. Seguramente esa era Denke, la ciudad donde se estaba a salvo de los ipoq. Miré a Ed a los ojos durante todo el trayecto al islote. Cuando pude darme cuenta de que lo estaba haciendo, me apresuré a apartar la vista. En ese preciso momento el sillón descendió en las afueras de la ciudad y se deshizo. Sólo restaba caminar. Aún podía verse la luz del sol. Aún teníamos unos cuantos minutos para ponernos a salvo.
-Llegamos -comenté, sin poder evitar sonreír.
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:09 pm, editado 1 vez
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
Tsuki le agradeció a Edmund algo nerviosa y comenzó a buscar la ciudad con sus ojos. Ed no pudo contener una pequeña risa y se acomodo en el extraño sillón, imitando a la chica.
- Ed... - Dijo la hechicera, llamando la atención del chico, el cual se quedó mirandola. - Creo... Creo que la encontré. -
Al decir estas palabras descendieron en las afueras de una pequeña ciudad, la cual curiosamente estaba en una islita en medio de una laguna, por la cual solo se podía pasar por un puente levadizo. Era Denke, o por lo menos eso suponía el rubio.
- Bien, llegamos y justo a tiempo, esta oscureciendo. Debemos encontrar un lugar donde alimentarnos y dormir. Ademas necesito bañarme, tengo algas marinas en todas partes. - Dijo Ed mientras comenzaba a caminar por el puente, pero luego se detuvo y miró a Tsuki mientras sonreía. - ¿Te parece bien, Tsuki? -
- Ed... - Dijo la hechicera, llamando la atención del chico, el cual se quedó mirandola. - Creo... Creo que la encontré. -
Al decir estas palabras descendieron en las afueras de una pequeña ciudad, la cual curiosamente estaba en una islita en medio de una laguna, por la cual solo se podía pasar por un puente levadizo. Era Denke, o por lo menos eso suponía el rubio.
- Bien, llegamos y justo a tiempo, esta oscureciendo. Debemos encontrar un lugar donde alimentarnos y dormir. Ademas necesito bañarme, tengo algas marinas en todas partes. - Dijo Ed mientras comenzaba a caminar por el puente, pero luego se detuvo y miró a Tsuki mientras sonreía. - ¿Te parece bien, Tsuki? -
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
-Bien, llegamos y justo a tiempo, esta oscureciendo. Debemos encontrar un lugar donde alimentarnos y dormir -dijo Ed mientras recorríamos el puente que nos llevaría al islote.
-Sí -respondí como si estuviese aceptando una orden de un superior en el ejército, pero con un tono más bien infantil. Como si todo eso se tratase de un juego. Por alguna razón, no había reparado en un pequeño detalle: yo no tenía demasiado dinero. Me valía de ciertos espectáculos mágicos para obtener ingresos, pero lo cierto es que no estaba demasiado habituada a las ciudades. Siempre había descansado en bosques, prados o incluso sobre el agua.
-Ademas necesito bañarme, tengo algas marinas en todas partes. - Ed me miró sonriente tras terminar esa frase. Me sonrojé nuevamente, mientras intentaba asimilar esa frase. - ¿Te parece bien, Tsuki?
-Si... si estás sucio... sí. -Me costaba hablar, me costaba entender por qué Ed me había hecho esa pregunta, por qué me sonrió luego de mencionar que debía bañarse. Sólo esperaba que no pretendiera que lo bañara. Parecía incluso más grande que yo. -Pero... ¿Por qué debería parecerme mal que quieras bañarte? Es decir... creo que ambos tenemos edad para decidir cuándo bañarnos y cuándo no. Sólo tenemos un problema serio, Ed...
Busqué en uno de los bolsillos de mi túnica y saqué unas pocas monedas de bronce que me quedaban de mi última visita a Tinaraith. Los últimos días el ambiente había estado demasiado tenso por el archipiélago. Incluso llegué a oír rumores sobre una invasión. Sólo esperaba que la gente de Pulau-Sihir no se viera envuelta en ese problema. Miré con tristeza las monedas, que de alguna manera representaban uno de los últimos instantes de paz.
-Sólo tengo esto, Ed. No sé si alcanzará para mucho.
-Sí -respondí como si estuviese aceptando una orden de un superior en el ejército, pero con un tono más bien infantil. Como si todo eso se tratase de un juego. Por alguna razón, no había reparado en un pequeño detalle: yo no tenía demasiado dinero. Me valía de ciertos espectáculos mágicos para obtener ingresos, pero lo cierto es que no estaba demasiado habituada a las ciudades. Siempre había descansado en bosques, prados o incluso sobre el agua.
-Ademas necesito bañarme, tengo algas marinas en todas partes. - Ed me miró sonriente tras terminar esa frase. Me sonrojé nuevamente, mientras intentaba asimilar esa frase. - ¿Te parece bien, Tsuki?
-Si... si estás sucio... sí. -Me costaba hablar, me costaba entender por qué Ed me había hecho esa pregunta, por qué me sonrió luego de mencionar que debía bañarse. Sólo esperaba que no pretendiera que lo bañara. Parecía incluso más grande que yo. -Pero... ¿Por qué debería parecerme mal que quieras bañarte? Es decir... creo que ambos tenemos edad para decidir cuándo bañarnos y cuándo no. Sólo tenemos un problema serio, Ed...
Busqué en uno de los bolsillos de mi túnica y saqué unas pocas monedas de bronce que me quedaban de mi última visita a Tinaraith. Los últimos días el ambiente había estado demasiado tenso por el archipiélago. Incluso llegué a oír rumores sobre una invasión. Sólo esperaba que la gente de Pulau-Sihir no se viera envuelta en ese problema. Miré con tristeza las monedas, que de alguna manera representaban uno de los últimos instantes de paz.
-Sólo tengo esto, Ed. No sé si alcanzará para mucho.
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:10 pm, editado 1 vez
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
Ed escuchó la respuesta de Tsuki y no pudo evitar reirse un poco.
- No Tsuki, me refiero si te parece bien la idea en general, no me gustaría tomar deciciones por tí sin tu consentimiento, como si fuera una especie de... superior del ejercito o algo así. - Dijo divertido este.
Pero su sonrisa se borró cuando la chica le recordó el factor dinero de la ecuación. Se quitó la mochila y comenzó a rebuscar en ella algo nervioso.
- O no... no puede ser... - Decía mientras procedía a sacar las cosas de la mochila para que se le haga mas facil encontrár lo que buscaba.
Quito todo y estuvo un buen rato revisando la mochila hasta que, nervioso, dejo la mochila vacia en el suelo y se pasó la mano por la cabeza, tirandose el flequillo para atras, el cual lentamente volvió a caer en su lugar.
- No esta... la pequeña bolsa de dinero no esta... - Dijo algo deprimido y suspiro. Luego miró a Tsuki preocupado, no quería que ella pagase todo. Repentinamente sentía que estaba abusando de la amabilidad de la hechicera.
Estuvo un rato mirandola a los ojos, con una mueca de tristeza, buscando una solución en la profundidad de sus azulados iris y luego, mientras guardaba lentamente sus cosas en la mochila, suspiro deprimido.
- Deberé trabajar en la taberna para, de alguna manera, pagar la estadía. - Sentenció Ed a lo último, aún arrodillado en el suelo.
"¿Como pude perder la bolsa con las monedas? ¿O es que no la perdí, sino que me la arrebataron esos monjes?"
- No Tsuki, me refiero si te parece bien la idea en general, no me gustaría tomar deciciones por tí sin tu consentimiento, como si fuera una especie de... superior del ejercito o algo así. - Dijo divertido este.
Pero su sonrisa se borró cuando la chica le recordó el factor dinero de la ecuación. Se quitó la mochila y comenzó a rebuscar en ella algo nervioso.
- O no... no puede ser... - Decía mientras procedía a sacar las cosas de la mochila para que se le haga mas facil encontrár lo que buscaba.
Quito todo y estuvo un buen rato revisando la mochila hasta que, nervioso, dejo la mochila vacia en el suelo y se pasó la mano por la cabeza, tirandose el flequillo para atras, el cual lentamente volvió a caer en su lugar.
- No esta... la pequeña bolsa de dinero no esta... - Dijo algo deprimido y suspiro. Luego miró a Tsuki preocupado, no quería que ella pagase todo. Repentinamente sentía que estaba abusando de la amabilidad de la hechicera.
Estuvo un rato mirandola a los ojos, con una mueca de tristeza, buscando una solución en la profundidad de sus azulados iris y luego, mientras guardaba lentamente sus cosas en la mochila, suspiro deprimido.
- Deberé trabajar en la taberna para, de alguna manera, pagar la estadía. - Sentenció Ed a lo último, aún arrodillado en el suelo.
"¿Como pude perder la bolsa con las monedas? ¿O es que no la perdí, sino que me la arrebataron esos monjes?"
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
-¡Ah! -exclamé completamente sonrojada cuando Ed me explicó lo que había dicho. No sabía cómo pedirle que me disculpara por haber pensado otra cosa, apenas me salían algunas palabras.
Me sobresalté un poco cuando Ed comenzó a buscar algo en su mochila. Realmente parecía buscar algo importante, y el momento en que sucedió me dio a entender que estaba buscando su dinero. Comenzó a vaciar la mochila para poder revisarla mejor, y estuve a punto de detenerlo, realmente se veía demasiado preocupado, pero él se detuvo por sí solo. No estaba la bolsa de dinero. Lo noté enormemente preocupado. No sabía qué decir, y para colmo, cuando me miró a los ojos, con una mirada triste, pero que a mí me parecía esperanzada, sentí que me sonrojaba nuevamente. Realmente sus ojos me ponían muy nerviosa.
-No te preocupes, Ed -le dije para intentar reconfortarlo, mientras me agachaba para ayudarlo a guardar las cosas nuevamente. Me abstuve de tocar el libro que no se mojó, pues tenía la sensación de que era ese el objeto al que Iby se refería, pero lo ayudé con todo lo demás-. Estoy segura de que encontraremos la forma de hospedarnos. Y cuando cacemos uno de esos ipoq lo menos que deberían darnos es una estadía gratis de por vida, ¿cierto? -finalicé sonriendo.
Lo cierto es que me agradaba muchísimo eso de trabajar para ganarnos la estadía. Eso me dejaría esas pocas monedas para otra situación donde quizás fuese más necesario tenerlas. Y si también estaba Ed, hasta podría ser divertido. Retomé la marcha una vez que las cosas de Ed estuvieron en su lugar. Avanzaba dando pequeños saltos mientras jugueteaba un poco con la superficie del lago, haciendo pequeñas figuras emerger del agua, o creando pequeñas olas o torbellinos.
-Esa es una muy buena idea, Ed. Te apostaría lo que quieras a que en una posada necesitan limpiar mucho. En casa yo siempre era la encargada de casi toda la limpieza, no es tan difícil cuando te acostumbras, y estoy segura de que será algo entretenido, si compartimos esa tarea, ¿cierto?
Ya estábamos pisando la ciudad del islote, y al parecer no éramos los únicos que estaban haciéndolo. Mucha más gente estaba cruzando ese puente por el que acabábamos de caminar, algunos de ellos se veían presurosos por pisar el islote. Con cada instante que pasaba, esos ipoq me parecían más temibles.
Me sobresalté un poco cuando Ed comenzó a buscar algo en su mochila. Realmente parecía buscar algo importante, y el momento en que sucedió me dio a entender que estaba buscando su dinero. Comenzó a vaciar la mochila para poder revisarla mejor, y estuve a punto de detenerlo, realmente se veía demasiado preocupado, pero él se detuvo por sí solo. No estaba la bolsa de dinero. Lo noté enormemente preocupado. No sabía qué decir, y para colmo, cuando me miró a los ojos, con una mirada triste, pero que a mí me parecía esperanzada, sentí que me sonrojaba nuevamente. Realmente sus ojos me ponían muy nerviosa.
-No te preocupes, Ed -le dije para intentar reconfortarlo, mientras me agachaba para ayudarlo a guardar las cosas nuevamente. Me abstuve de tocar el libro que no se mojó, pues tenía la sensación de que era ese el objeto al que Iby se refería, pero lo ayudé con todo lo demás-. Estoy segura de que encontraremos la forma de hospedarnos. Y cuando cacemos uno de esos ipoq lo menos que deberían darnos es una estadía gratis de por vida, ¿cierto? -finalicé sonriendo.
Lo cierto es que me agradaba muchísimo eso de trabajar para ganarnos la estadía. Eso me dejaría esas pocas monedas para otra situación donde quizás fuese más necesario tenerlas. Y si también estaba Ed, hasta podría ser divertido. Retomé la marcha una vez que las cosas de Ed estuvieron en su lugar. Avanzaba dando pequeños saltos mientras jugueteaba un poco con la superficie del lago, haciendo pequeñas figuras emerger del agua, o creando pequeñas olas o torbellinos.
-Esa es una muy buena idea, Ed. Te apostaría lo que quieras a que en una posada necesitan limpiar mucho. En casa yo siempre era la encargada de casi toda la limpieza, no es tan difícil cuando te acostumbras, y estoy segura de que será algo entretenido, si compartimos esa tarea, ¿cierto?
Ya estábamos pisando la ciudad del islote, y al parecer no éramos los únicos que estaban haciéndolo. Mucha más gente estaba cruzando ese puente por el que acabábamos de caminar, algunos de ellos se veían presurosos por pisar el islote. Con cada instante que pasaba, esos ipoq me parecían más temibles.
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:11 pm, editado 1 vez
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
Fdi: Dado mi tardanza, decidí que mi respuesta tenía que ser mas interesante que las que estaba haciendo últimamente. Espero que le guste Tsuki .
Ed caminaba junto a Tsuki, la cual estaba dando saltitos. Veía como jugueteaba con la superficie del agua, sonriente, haciendo pequeños remolinos y figuras.
El chico rubio se asombró al ver la ciudad, era un completo caos arquitectonico. Edificios sobre edificios, todos apretados entre si dejando poca calle para los transenuentes, algunos estaban tan cerca del agua que parecían a punto de caerse.
- Mira, allí hay una taberna. Se llama "El inocuo lobezno"... interesante nombre. - Dijo Ed, esto último levantando una ceja. - Podríamos probar suerte allí. ¿Qué te parece Tsuki? - Preguntó a la hechicera.
Luego de esperar la respuesta entró allí y mientras se dirigía a la barra vió que la taberna estaba relativamente concurrida. El hombre que atendía la taberna era pelirrojo, igual de alto que Ed e impresionantemente ancho, lo cual lo hacía parecer aún mas alto. Tenía una barba espesa y un parche en un ojo, sobre una cicatriz vertical bastante larga que pasaba casi por el medio de este.
- Buenas noches, me llamo Edmund y ella es Tsuki. - Se presentó el rubio, algo coibido por el tamaño del gigante.
Saludos viajerros – Respondió él con una voz que pareció retumbar en la taberna, mientras sonreía. - ¿Qué es lo que quierren? - Dijo luego, mientras los veía a los ojos a uno y al otro.
- Estamos un poco cortos de dinero, ¿Podríamos trabajar en la taberna para pagar la estadía? - Preguntó Edmund, intentando parecer lo mas serio posible.
- Trrabajarr en la taberrna?! ¡Ja, justo estamos con poco perrsonal! Deja que llame al dueño. ¡¡¡JUANTSO!!! - Respondió el tabernero, sobresaltando a Ed cuando de repente llamo a ese tal “Juantso” dando un poderoso grito.
Un hombre bastante escualido, el que estaba en el fondo de la taberna, con una escoba en una mano y un trapo en la otra, se acercó a ellos.
- ¿Qué quieres tso? - Preguntó este. Tenía cabellos castaños y ojos color miel cargados de despreocupación. Parecía no mucho mas viejo que Edmund y era un poco mas bajo que él.
- Estos dos chicos quierren pagarr su estadía trrabajando en la taberrna. ¿Qué le parrece? - Preguntó el gigante al dueño del local.
- Dejame pensar tso. - Juantso los escrutó un rato, hasta que por fín respondió. - En este momento, tso, estamos con poco personal, tso, dado un pequeño incidente con nuestro ultimo encargado de la limpieza tso. - Comenzó a decir el dueño.
- Que en paz descance el pobrre diablo... - Masculló el pelirrojo.
- Y nos vendría bién DOS encargados de la limpieza, tso. Estoy harto de tener que limpiar yo todo esto, tso. - Habló Juantso encogiendose de hombros. - ¿Aceptan la oferta, tso?
Edmund, aunque realmente no quería trabajar, se vio un poco contento, estaba dispuesto a trabajar para pagar su techo.
- ¿Qué dices Tsuki? Yo acepto la... - Comenzó a decir el chico rubio pero fue interrumpido por Juantso, el cual le dió abruptamente la escoba a él y el trapo a Tsuki.
- ¡Perfecto, tso! - Dijo con felicidad el dueño. - Willhem, encargate de supervisarlos, tso, y recuerden... no vayan a la cocina por su bien, tso. Pueden cruzarse con Belfegor y correr la misma suerte que el ultimo encargado de la limpieza, tso. - Dijo esto ultimo con cierta preocupación y un cuchillo de cocina rozó su rostro, el cual pudo esquivar de pura suerte.
Una bella pero, por lo visto, peligrosa chica de cabellos rojizos sacó la cabeza por la abertura de la cocina. - ¡Te e oido, enclenque! - Le grito esta mientras lo miraba furibunda.
Era una chica con cabellos rojizos y largos con algunos bucles. Sus intensos ojos color anaranjado, con pupilas en forma de pequeñas rendijas, parecían los ojos de un reptil. Lo único fuera de lo común en ella eran dos pequeñas puntas que sobresalían de su frente, casi en el nacimiento de su cabello, como minusculos cuernos.
Ed se quedó sorprendido por tal acción, mientras miraba a Belfegor, la cual le devolvió la misma mirada que le había dedicado a Juantso.
- ¿Algún problema, hombrecito languido? - Le preguntó al joven rubio mientras mantenía su mirada sobre él.
- ¿Yo? No, ninguno. - Respondió el chico algo sorprendido.
- Me parece bien, por tu bien que sea así. - Dijo la chica y volvió a la cocina.
Edmund miró a Juantso levantando una ceja, el cual se encogió de hombros y se retiró.
Ed caminaba junto a Tsuki, la cual estaba dando saltitos. Veía como jugueteaba con la superficie del agua, sonriente, haciendo pequeños remolinos y figuras.
El chico rubio se asombró al ver la ciudad, era un completo caos arquitectonico. Edificios sobre edificios, todos apretados entre si dejando poca calle para los transenuentes, algunos estaban tan cerca del agua que parecían a punto de caerse.
- Mira, allí hay una taberna. Se llama "El inocuo lobezno"... interesante nombre. - Dijo Ed, esto último levantando una ceja. - Podríamos probar suerte allí. ¿Qué te parece Tsuki? - Preguntó a la hechicera.
Luego de esperar la respuesta entró allí y mientras se dirigía a la barra vió que la taberna estaba relativamente concurrida. El hombre que atendía la taberna era pelirrojo, igual de alto que Ed e impresionantemente ancho, lo cual lo hacía parecer aún mas alto. Tenía una barba espesa y un parche en un ojo, sobre una cicatriz vertical bastante larga que pasaba casi por el medio de este.
- Buenas noches, me llamo Edmund y ella es Tsuki. - Se presentó el rubio, algo coibido por el tamaño del gigante.
Saludos viajerros – Respondió él con una voz que pareció retumbar en la taberna, mientras sonreía. - ¿Qué es lo que quierren? - Dijo luego, mientras los veía a los ojos a uno y al otro.
- Estamos un poco cortos de dinero, ¿Podríamos trabajar en la taberna para pagar la estadía? - Preguntó Edmund, intentando parecer lo mas serio posible.
- Trrabajarr en la taberrna?! ¡Ja, justo estamos con poco perrsonal! Deja que llame al dueño. ¡¡¡JUANTSO!!! - Respondió el tabernero, sobresaltando a Ed cuando de repente llamo a ese tal “Juantso” dando un poderoso grito.
Un hombre bastante escualido, el que estaba en el fondo de la taberna, con una escoba en una mano y un trapo en la otra, se acercó a ellos.
- ¿Qué quieres tso? - Preguntó este. Tenía cabellos castaños y ojos color miel cargados de despreocupación. Parecía no mucho mas viejo que Edmund y era un poco mas bajo que él.
- Estos dos chicos quierren pagarr su estadía trrabajando en la taberrna. ¿Qué le parrece? - Preguntó el gigante al dueño del local.
- Dejame pensar tso. - Juantso los escrutó un rato, hasta que por fín respondió. - En este momento, tso, estamos con poco personal, tso, dado un pequeño incidente con nuestro ultimo encargado de la limpieza tso. - Comenzó a decir el dueño.
- Que en paz descance el pobrre diablo... - Masculló el pelirrojo.
- Y nos vendría bién DOS encargados de la limpieza, tso. Estoy harto de tener que limpiar yo todo esto, tso. - Habló Juantso encogiendose de hombros. - ¿Aceptan la oferta, tso?
Edmund, aunque realmente no quería trabajar, se vio un poco contento, estaba dispuesto a trabajar para pagar su techo.
- ¿Qué dices Tsuki? Yo acepto la... - Comenzó a decir el chico rubio pero fue interrumpido por Juantso, el cual le dió abruptamente la escoba a él y el trapo a Tsuki.
- ¡Perfecto, tso! - Dijo con felicidad el dueño. - Willhem, encargate de supervisarlos, tso, y recuerden... no vayan a la cocina por su bien, tso. Pueden cruzarse con Belfegor y correr la misma suerte que el ultimo encargado de la limpieza, tso. - Dijo esto ultimo con cierta preocupación y un cuchillo de cocina rozó su rostro, el cual pudo esquivar de pura suerte.
Una bella pero, por lo visto, peligrosa chica de cabellos rojizos sacó la cabeza por la abertura de la cocina. - ¡Te e oido, enclenque! - Le grito esta mientras lo miraba furibunda.
Era una chica con cabellos rojizos y largos con algunos bucles. Sus intensos ojos color anaranjado, con pupilas en forma de pequeñas rendijas, parecían los ojos de un reptil. Lo único fuera de lo común en ella eran dos pequeñas puntas que sobresalían de su frente, casi en el nacimiento de su cabello, como minusculos cuernos.
Ed se quedó sorprendido por tal acción, mientras miraba a Belfegor, la cual le devolvió la misma mirada que le había dedicado a Juantso.
- ¿Algún problema, hombrecito languido? - Le preguntó al joven rubio mientras mantenía su mirada sobre él.
- ¿Yo? No, ninguno. - Respondió el chico algo sorprendido.
- Me parece bien, por tu bien que sea así. - Dijo la chica y volvió a la cocina.
Edmund miró a Juantso levantando una ceja, el cual se encogió de hombros y se retiró.
Última edición por Edmund Dyrle el 17/09/11, 09:49 pm, editado 2 veces (Razón : Pequeñas correcciones)
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
Cuando llegamos a la ciudad, tuve la impresión de que sus pequeñas calles no darían abasto para toda la gente que regresaba de la zona peligrosa. Por esa razón me acerqué a Ed para caminar bien cerca de él y asegurarme de no perderlo de vista. Cuando encontró la taberna, me pareció estupendo preguntar allí sin esperar un segundo, cualquier lugar que nos alejara de las agolpadas calles sería fantástico.
-Claro. Sólo espero que haya lugar -mientras hablaba, un hombre grande, muy grande, pasó presuroso llevándome por delante. Si bien no fue demasiado brusco, me alejó un poco de Ed y eso era justamente lo que no quería que sucediera, por lo que corrí hacia él y lo sujeté del brazo para alcanzarlo más rápidamente. Una vez a su lado, lo solté.
Ya en el interior de la taberna, escuché atentamente cómo Ed negociaba nuestra estadía con un hombre enorme de cabello rojo que tenía un parche en un ojo, tapando una cicatriz que evidenciaba una enorme herida en su rostro, que muy probablemente le había costado la vista. El fuerte grito que profirió para llamar a "Juantso" hizo que mi corazón saltara de susto, e incluso algunos fragmentos de mi adorno se separaron, por puro reflejo defensivo. Ni bien noté eso, los volví a dejar en su lugar, mientras veía llegar al tal Juantso, el dueño de la taberna.
La oferta del dueño me pareció justa, aunque me intrigó eso del "incidente con el antiguo encargado de la limpieza". Miré a Ed para consultarlo, así como él me miró para lo mismo. Parecía ser que estábamos conectados de cierta forma, o de eso quería convencerme, quizás. Antes de que cualquiera pudiese formular una respuesta coherente, Juantso se había abalanzado sobre nosotros, dejándole a Ed la escoba y a mí el trapo.
-Ya estamos contratados -comenté sonriente-. ¡Bien! -dije luego, decorando esa última palabra con un pequeño salto de alegría. Cuando mencionó a Belfegor sólo pensé una cosa: entonces no fue un accidente.
Para colmo, el cuchillo que llegó volando de la cocina poco después, rumbo al dueño del lugar, terminó de convencerme. La tal Belfegor dejó ver su rostro. Cuando llamó "hombrecito lánguido" a Ed no pude evitar recordar a Iby. ¿Dónde estaría? ¿Y por qué se había marchado? Juantso no parecía estar dispuesto a hacer absolutamente nada al respecto para cambiar la actitud de Belfegor, y simplemente se alejó de nosotros. Al parecer nuestro supervisor sería el enorme pelirrojo (supuse que él era Willhem). Tomé el trapo con ambas manos, lo estiré, lo doblé a la mitad y lo coloqué sobre mi muñeca izquierda.
-¿Por dónde empezamos, señor? -le pregunté sonriente. Adoraba limpiar, sobre todo porque la experiencia ganada en casa había hecho de esa tarea algo muy fácil para mí.
-Claro. Sólo espero que haya lugar -mientras hablaba, un hombre grande, muy grande, pasó presuroso llevándome por delante. Si bien no fue demasiado brusco, me alejó un poco de Ed y eso era justamente lo que no quería que sucediera, por lo que corrí hacia él y lo sujeté del brazo para alcanzarlo más rápidamente. Una vez a su lado, lo solté.
Ya en el interior de la taberna, escuché atentamente cómo Ed negociaba nuestra estadía con un hombre enorme de cabello rojo que tenía un parche en un ojo, tapando una cicatriz que evidenciaba una enorme herida en su rostro, que muy probablemente le había costado la vista. El fuerte grito que profirió para llamar a "Juantso" hizo que mi corazón saltara de susto, e incluso algunos fragmentos de mi adorno se separaron, por puro reflejo defensivo. Ni bien noté eso, los volví a dejar en su lugar, mientras veía llegar al tal Juantso, el dueño de la taberna.
La oferta del dueño me pareció justa, aunque me intrigó eso del "incidente con el antiguo encargado de la limpieza". Miré a Ed para consultarlo, así como él me miró para lo mismo. Parecía ser que estábamos conectados de cierta forma, o de eso quería convencerme, quizás. Antes de que cualquiera pudiese formular una respuesta coherente, Juantso se había abalanzado sobre nosotros, dejándole a Ed la escoba y a mí el trapo.
-Ya estamos contratados -comenté sonriente-. ¡Bien! -dije luego, decorando esa última palabra con un pequeño salto de alegría. Cuando mencionó a Belfegor sólo pensé una cosa: entonces no fue un accidente.
Para colmo, el cuchillo que llegó volando de la cocina poco después, rumbo al dueño del lugar, terminó de convencerme. La tal Belfegor dejó ver su rostro. Cuando llamó "hombrecito lánguido" a Ed no pude evitar recordar a Iby. ¿Dónde estaría? ¿Y por qué se había marchado? Juantso no parecía estar dispuesto a hacer absolutamente nada al respecto para cambiar la actitud de Belfegor, y simplemente se alejó de nosotros. Al parecer nuestro supervisor sería el enorme pelirrojo (supuse que él era Willhem). Tomé el trapo con ambas manos, lo estiré, lo doblé a la mitad y lo coloqué sobre mi muñeca izquierda.
-¿Por dónde empezamos, señor? -le pregunté sonriente. Adoraba limpiar, sobre todo porque la experiencia ganada en casa había hecho de esa tarea algo muy fácil para mí.
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:11 pm, editado 1 vez
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
- Jajaja, ese es el espirritu. - Dijo Willhem divertido, luego de una sonora risa, por la respuesta de Tsuki. - Podrrías comenzarr porr las mesas de allí al fondo, limpiandolas hasta llegarr a la barra, prrocurra prestarr especial atención con las mesas rrecien desocupadas. Y tu, Edmund, comienza a barrerr porr allí, hasta la puerrta de la cocina. Te pedirría que barras dentro de ella, perro segurro que mi hija Belfegorr te usarría como diana de prractica -
- ¿Su hija? ¿Ella es su hija? - Preguntó Edmund, sorprendido.
- Si, es una larrga historria. Juantso no esta cerrca, ¿Quierren que se las cuente? - Habló el pelirrojo y sin esperar respuesta prosiguió con su relato. - Mi nombre es Willhem Asselborrn. En mi pasado fui un temido pirrata del norrte, podrría haberr seguido con esa vida perro mi capitán siemprre me vio con malos ojos. Yo erra el prrimerro en aborrdar, el prrimerro en conseguirr el botín, el prrimerro en todo, así que decidió librrarrse de mí, perro como siemprre, yo fui el prrimerro en librrase del otrro.
Aquí no terrmina la historria, porr causas del destino terrmine en un barrco pirrata de Nehmen, erra el contrramaestrre, perro una horrible crreaturra de leyenda nos atacó, el Leviatán*, una inmensa serrpiente marrina que destrruye barrcos como si fuerran de papel. Porr culpa de ese monstrruo perrdí mi ojo derrecho.
Naufrragé durrante días y cuando sentía que las fuerrzas me abandonaban algo extrraño pasó, un barrco maldito me rrecogió, en el estaba una poderrosa mujerr demonio. Tuvimos un rromance pasajerro el cual trrajo a Belfegorr. Al verr que nació medio humana me hechó del barrco con la niña y llegué a Denkenia. Porr suerrte conseguí trrabajo en esta taberrna grracias a Juantso -
- Curiosa historia - Dijo Edmund sinceramente.
- Jajaja, es posible. Ahorra, ponganse a trrabajarr o Juantso se enojarrá. - Habló Wilhem luego de reirse nuevamente.
FDI: *Estoy seguro que esperabas que séa un Kraken, ¿No?
- ¿Su hija? ¿Ella es su hija? - Preguntó Edmund, sorprendido.
- Si, es una larrga historria. Juantso no esta cerrca, ¿Quierren que se las cuente? - Habló el pelirrojo y sin esperar respuesta prosiguió con su relato. - Mi nombre es Willhem Asselborrn. En mi pasado fui un temido pirrata del norrte, podrría haberr seguido con esa vida perro mi capitán siemprre me vio con malos ojos. Yo erra el prrimerro en aborrdar, el prrimerro en conseguirr el botín, el prrimerro en todo, así que decidió librrarrse de mí, perro como siemprre, yo fui el prrimerro en librrase del otrro.
Aquí no terrmina la historria, porr causas del destino terrmine en un barrco pirrata de Nehmen, erra el contrramaestrre, perro una horrible crreaturra de leyenda nos atacó, el Leviatán*, una inmensa serrpiente marrina que destrruye barrcos como si fuerran de papel. Porr culpa de ese monstrruo perrdí mi ojo derrecho.
Naufrragé durrante días y cuando sentía que las fuerrzas me abandonaban algo extrraño pasó, un barrco maldito me rrecogió, en el estaba una poderrosa mujerr demonio. Tuvimos un rromance pasajerro el cual trrajo a Belfegorr. Al verr que nació medio humana me hechó del barrco con la niña y llegué a Denkenia. Porr suerrte conseguí trrabajo en esta taberrna grracias a Juantso -
- Curiosa historia - Dijo Edmund sinceramente.
- Jajaja, es posible. Ahorra, ponganse a trrabajarr o Juantso se enojarrá. - Habló Wilhem luego de reirse nuevamente.
FDI: *Estoy seguro que esperabas que séa un Kraken, ¿No?
Última edición por Edmund Dyrle el 15/10/11, 11:25 pm, editado 1 vez
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
Realmente el inmenso hombre pelirrojo me caía bastante bien. Y parecía que yo también le caí bien, lo que provocó que me cayera aún mejor. Una vez recibidas mis órdenes, me dispuse a partir, pero me llamó la atención lo de la historia, por lo que me quedé un rato más para escucharlo atentamente. Me costaba creer que esa chica fuese hija de ese hombre, creía que no podrían ser más distintos.
-Qué triste... -El comentario salió sin que pueda evitarlo. Quizás por esa razón Belfegor tenía ese trato, había sido rechazada por su madre. No pude evitar una mirada a la puerta de la cocina y apenas logré detener el impulso de entrar para hablar con ella. Fue gracias a la voz que ordenó el inicio de nuestro trabajo lo que me detuvo.
Caminé hacia la zona que Willhem me señaló, y observé el polvo y otras cosas que había sobre ella. Nada malo se había mencionado sobre magia, así que supuse que no habría problema. Mojé el trapo valiéndome de mi adorno y lo pasé por la mesa, luego extraje el agua y la renové, depositando el agua sucia en mi adorno mientras extraía agua limpia de él. Repetí ese proceso una y otra vez, hasta que las mesas estuvieron limpias. Creí que ya había terminado, cuando una mesa se desocupó. Envié el agua de mi adorno al lugar donde se encontraba Ed para limpiarla de tal manera que la suciedad cayera junto a la tierra que Ed estaba barriendo, evitando desparramarla. Luego retomé mi tarea.
Me estaba resultando increíblemente fácil, cierto que hacía bastante que no limpiaba algo, pero al parecer era de esas cosas que no se olvidan. Luego de limpiar la última mesa, me dirigí a la barra para proseguir, mirando a Ed cada tanto. Cada vez que mi hielo terminaba de ensuciarse, juntaba esa basura con la que Ed barría y comenzaba de nuevo. Todo marchaba bien, hasta que, mientras limpiaba la barra, un hombre me habló.
-Hollla bonnita -me dijo. Con la mirada, busqué a Willhem para saber qué sería mejor que hiciera, pero estaba muy ocupado atendiendo. Supuse que debía ser cortés con los clientes, pero no confiaba en ese hombre. Además de que desprendía un olor a alcohol que me extrañó no sentir antes. -¿Ssucede algo? ¿Cuál-es tunnombre, preciossa? -Me detuve, lo miré apenas por un instante, y decidí que nada malo sucedería si daba a conocer mi nombre.
-Tsuki, señor. -Tras mi rápida respuesta, me dispuse a empezar a limpiar la extensa barra desde la otra punta, por lo que caminé rápidamente hacia allí, o al menos eso intenté. El cliente, que me parecía más que satisfecho con las bebidas del lugar, logró tomarme del brazo para detenerme, y noté que tenía bastante fuerza.
-Nno te vayass, por favor. Te innvito algo...
-No puedo, señor. Estoy trabajando, gracias.
-Pfff... -me respondió mientras hacía un gesto con la mano y con una sonrisa ladeada.- Sho te pagaré-l día. Ssiéntate aquí paratomarralgo.
-Suélteme -le dije con voz imperativa mientras intentaba liberarme de él, pero no hubo caso. Por esa razón, probé otra manera de librarme-. Ed... Will... - susurré a pesar de que mi intención fue hablar fuertemente, no quería armar un escándalo por culpa de un borracho. No se me ocurría otra cosa excepto pedir ayuda. Podría propinarle un bastonazo en el rostro para que me suelte, pero imaginé que eso provocaría que me despidieran y, posiblemente, también a Ed. Pedir ayuda era lógico... ellos no sabían qué sangre corría por mis venas.
-¡Que te ssientes! -me gritó, a lo que mi respuesta no se hizo esperar. Mis compañeros estaban demasiado ocupados con su propio trabajo, y no quería molestar a Juantso con tan pocos minutos de trabajo. Mis padres son Zarkus Umi y Saira Monuth, ningún borracho fastidiará a una mujer con tales genes.
-Fsehúp fi ehae... -murmuré mirándolo fijamente a los ojos, de manera seria. Mi única técnica en cierta forma ofensiva. Mis ojos emitieron una leve luz celeste y el hielo se transformó en un pequeño dragón de agua, que comenzó a elevarse ante él, quien lo miró fijamente con evidente temor en los ojos.- Suélteme o lo tiro a los ipoq -le susurré de forma amenazante mientras el adorno volvía a adoptar su forma original. El hombre me soltó, mirándome aterrado, y retrocedió como si acabara de ver un monstruo. El dragón era para que supiera que tenía control sobre el agua, la luz en los ojos para que supiera que era poderosa, los ipoq para que se asuste. Estaba ebrio, nadie le creería su versión de la historia, y al estar sobrio nuevamente probablemente no recordaría ese suceso. Continué con mi limpieza sin prestarle atención.
-Qué triste... -El comentario salió sin que pueda evitarlo. Quizás por esa razón Belfegor tenía ese trato, había sido rechazada por su madre. No pude evitar una mirada a la puerta de la cocina y apenas logré detener el impulso de entrar para hablar con ella. Fue gracias a la voz que ordenó el inicio de nuestro trabajo lo que me detuvo.
Caminé hacia la zona que Willhem me señaló, y observé el polvo y otras cosas que había sobre ella. Nada malo se había mencionado sobre magia, así que supuse que no habría problema. Mojé el trapo valiéndome de mi adorno y lo pasé por la mesa, luego extraje el agua y la renové, depositando el agua sucia en mi adorno mientras extraía agua limpia de él. Repetí ese proceso una y otra vez, hasta que las mesas estuvieron limpias. Creí que ya había terminado, cuando una mesa se desocupó. Envié el agua de mi adorno al lugar donde se encontraba Ed para limpiarla de tal manera que la suciedad cayera junto a la tierra que Ed estaba barriendo, evitando desparramarla. Luego retomé mi tarea.
Me estaba resultando increíblemente fácil, cierto que hacía bastante que no limpiaba algo, pero al parecer era de esas cosas que no se olvidan. Luego de limpiar la última mesa, me dirigí a la barra para proseguir, mirando a Ed cada tanto. Cada vez que mi hielo terminaba de ensuciarse, juntaba esa basura con la que Ed barría y comenzaba de nuevo. Todo marchaba bien, hasta que, mientras limpiaba la barra, un hombre me habló.
-Hollla bonnita -me dijo. Con la mirada, busqué a Willhem para saber qué sería mejor que hiciera, pero estaba muy ocupado atendiendo. Supuse que debía ser cortés con los clientes, pero no confiaba en ese hombre. Además de que desprendía un olor a alcohol que me extrañó no sentir antes. -¿Ssucede algo? ¿Cuál-es tunnombre, preciossa? -Me detuve, lo miré apenas por un instante, y decidí que nada malo sucedería si daba a conocer mi nombre.
-Tsuki, señor. -Tras mi rápida respuesta, me dispuse a empezar a limpiar la extensa barra desde la otra punta, por lo que caminé rápidamente hacia allí, o al menos eso intenté. El cliente, que me parecía más que satisfecho con las bebidas del lugar, logró tomarme del brazo para detenerme, y noté que tenía bastante fuerza.
-Nno te vayass, por favor. Te innvito algo...
-No puedo, señor. Estoy trabajando, gracias.
-Pfff... -me respondió mientras hacía un gesto con la mano y con una sonrisa ladeada.- Sho te pagaré-l día. Ssiéntate aquí paratomarralgo.
-Suélteme -le dije con voz imperativa mientras intentaba liberarme de él, pero no hubo caso. Por esa razón, probé otra manera de librarme-. Ed... Will... - susurré a pesar de que mi intención fue hablar fuertemente, no quería armar un escándalo por culpa de un borracho. No se me ocurría otra cosa excepto pedir ayuda. Podría propinarle un bastonazo en el rostro para que me suelte, pero imaginé que eso provocaría que me despidieran y, posiblemente, también a Ed. Pedir ayuda era lógico... ellos no sabían qué sangre corría por mis venas.
-¡Que te ssientes! -me gritó, a lo que mi respuesta no se hizo esperar. Mis compañeros estaban demasiado ocupados con su propio trabajo, y no quería molestar a Juantso con tan pocos minutos de trabajo. Mis padres son Zarkus Umi y Saira Monuth, ningún borracho fastidiará a una mujer con tales genes.
-Fsehúp fi ehae... -murmuré mirándolo fijamente a los ojos, de manera seria. Mi única técnica en cierta forma ofensiva. Mis ojos emitieron una leve luz celeste y el hielo se transformó en un pequeño dragón de agua, que comenzó a elevarse ante él, quien lo miró fijamente con evidente temor en los ojos.- Suélteme o lo tiro a los ipoq -le susurré de forma amenazante mientras el adorno volvía a adoptar su forma original. El hombre me soltó, mirándome aterrado, y retrocedió como si acabara de ver un monstruo. El dragón era para que supiera que tenía control sobre el agua, la luz en los ojos para que supiera que era poderosa, los ipoq para que se asuste. Estaba ebrio, nadie le creería su versión de la historia, y al estar sobrio nuevamente probablemente no recordaría ese suceso. Continué con mi limpieza sin prestarle atención.
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:12 pm, editado 1 vez
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
La taberna estaba bastante concurrida, había suficiente ruido para que Ed no escuchace que pasaba en la otra punta, donde estaba Tsuki, mientras barría sumido en sus propios pensamientos. "Que aburrido, preferiría dormir en la calle antes que seguir con esto..." pensó para sí, pero luego recordó a la hechizera y continuó su labor intentando pensar en cosas positivas.
El tiempo pasó y la taberna comenzaba a vaciarse. Ed empezaba a notar su propio cansancio así que se dejo caer en una silla, cerca de Willhem, mientras este terminaba de limpiar una jarra.
- ¿Qué pasa Edmund? ¿Ya está cansado? - Preguntó Willhem, con una media sonrisa, mientras miraba al joven. -
- Un poco cansado, pero bueno, ¿Así es un trabajo no? - Contestó el rubio, suspirando por el cansancio. -
- No te prreocupes Edmund, la taberrna esta porr cerrarr, no nos gusta dejarrla abierrta hasta tan tarrde. Así que vuelve a trrabajarr. - Le respondió el pelirrojo a Edmund, haciendo que este se levante y prosiga con su labor.
FDI: Disculpame por tardar tanto en responder, no se me ocurría nada u.u. La taberna esta a punto de cerrar, si queres, en tu siguiente post, hace que cierren.
El tiempo pasó y la taberna comenzaba a vaciarse. Ed empezaba a notar su propio cansancio así que se dejo caer en una silla, cerca de Willhem, mientras este terminaba de limpiar una jarra.
- ¿Qué pasa Edmund? ¿Ya está cansado? - Preguntó Willhem, con una media sonrisa, mientras miraba al joven. -
- Un poco cansado, pero bueno, ¿Así es un trabajo no? - Contestó el rubio, suspirando por el cansancio. -
- No te prreocupes Edmund, la taberrna esta porr cerrarr, no nos gusta dejarrla abierrta hasta tan tarrde. Así que vuelve a trrabajarr. - Le respondió el pelirrojo a Edmund, haciendo que este se levante y prosiga con su labor.
FDI: Disculpame por tardar tanto en responder, no se me ocurría nada u.u. La taberna esta a punto de cerrar, si queres, en tu siguiente post, hace que cierren.
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
El hombre, asustado más de lo que esperaba, salió corriendo (a su manera, chocando mesas, la puerta, y chocando más gente cuando salió del lugar) de la taberna y se perdió de vista. Intenté ignorarlo, pero el estrépito que causó me impidió hacerlo. "Al menos, ya no me molesta" pensé, mientras retomaba mi labor. La gente se marchaba poco a poco, lo que dejaba mesas libres, que debía limpiar.
Mientras me dirigía a una mesa recientemente liberada, observé de reojo a Ed y lo noté muy cansado. Willhem le dijo algo y Ed retomó el trabajo. Ya era tarde y la gente se estaba yendo. Eso, sumado al hecho de que nadie entraba, me hizo pensar que quizás faltaba poco para la hora del cierre. Me acerqué a él con la excusa de limpiar esa parte de la barra que no había terminado por culpa de ese borracho, y mientras limpiaba no podía evitar desviar la mirada cada vez que renovaba la limpieza del agua. Era... Tenía algo que me hacía querer verlo, casi como si lo necesitara, como si me dieran fuerzas...
Poco después, mientras volvía a las mesas, pues la barra ya estaba vacía y limpia, la taberna se vació por completo, quedando apenas los inquilinos, que subieron para ir a descansar.
-Cuando terminen con eso, tso, pueden ir a su habitación, tso. Sólo nos queda una, tso, llegaron a tiempo, tso. -El pequeño Juantso había regresado tras cerrar la puerta que daba a la calle. Se acercó a Willhem y le susurró algo que no alcancé a comprender, aunque tampoco lo intenté, pues decidí que si trabajé constantemente cuando Juantso no estaba, no flaquearía ahora que él estaba presente.
-Esperro que descansen, Edmund. Ha sido un día agotadorr, sin duda. -Miré sobre mi hombro y vi que Will le ofrecía una llave a Ed, y luego miraba hacia donde yo me encontraba.- Buen trrabajo, Tsuki. Terrminen de limpiarr y podrrán ir a dorrmirr.
Mientras me dirigía a una mesa recientemente liberada, observé de reojo a Ed y lo noté muy cansado. Willhem le dijo algo y Ed retomó el trabajo. Ya era tarde y la gente se estaba yendo. Eso, sumado al hecho de que nadie entraba, me hizo pensar que quizás faltaba poco para la hora del cierre. Me acerqué a él con la excusa de limpiar esa parte de la barra que no había terminado por culpa de ese borracho, y mientras limpiaba no podía evitar desviar la mirada cada vez que renovaba la limpieza del agua. Era... Tenía algo que me hacía querer verlo, casi como si lo necesitara, como si me dieran fuerzas...
Poco después, mientras volvía a las mesas, pues la barra ya estaba vacía y limpia, la taberna se vació por completo, quedando apenas los inquilinos, que subieron para ir a descansar.
-Cuando terminen con eso, tso, pueden ir a su habitación, tso. Sólo nos queda una, tso, llegaron a tiempo, tso. -El pequeño Juantso había regresado tras cerrar la puerta que daba a la calle. Se acercó a Willhem y le susurró algo que no alcancé a comprender, aunque tampoco lo intenté, pues decidí que si trabajé constantemente cuando Juantso no estaba, no flaquearía ahora que él estaba presente.
-Esperro que descansen, Edmund. Ha sido un día agotadorr, sin duda. -Miré sobre mi hombro y vi que Will le ofrecía una llave a Ed, y luego miraba hacia donde yo me encontraba.- Buen trrabajo, Tsuki. Terrminen de limpiarr y podrrán ir a dorrmirr.
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:12 pm, editado 1 vez
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
-Esperro que descanse, Edmund. Ha sido un día agotadorr, sin duda. - Dijo Will y le ofreció una llave a Ed para luego mirar a Tsuki.- Buen trrabajo, Tsuki. Terrminen de limpiarr y podrrán ir a dorrmirr.
El tabernero se quedo allí, limpiando jarras y acomodando cosas, realmente Edmund no estaba prestando especial atención a este, sino a que pudiese terminar de barrer el suelo correctamente. Se acercó a Tsuki mientras barría y le sonrio.
- ¡Ya tenemos habitación Tsuki! El trabajo sencillamente nunca me gustó, pero se siente bien... los frutos de este. - Al decir esto, Ed se quedó unos instantes pensativo, para luego continuar con su labor hasta terminar relativamente bien.
- Bien, ¿Necesitas ayuda en eso Tsuki? - Preguntó el rubio, limpiandose un poco el sudor de su frente con el revez de la mano.
FDI: Larga espera por respuesta corta, un mal negocio :S. Prometo hacer algo mejor la proxima vez u.u
El tabernero se quedo allí, limpiando jarras y acomodando cosas, realmente Edmund no estaba prestando especial atención a este, sino a que pudiese terminar de barrer el suelo correctamente. Se acercó a Tsuki mientras barría y le sonrio.
- ¡Ya tenemos habitación Tsuki! El trabajo sencillamente nunca me gustó, pero se siente bien... los frutos de este. - Al decir esto, Ed se quedó unos instantes pensativo, para luego continuar con su labor hasta terminar relativamente bien.
- Bien, ¿Necesitas ayuda en eso Tsuki? - Preguntó el rubio, limpiandose un poco el sudor de su frente con el revez de la mano.
FDI: Larga espera por respuesta corta, un mal negocio :S. Prometo hacer algo mejor la proxima vez u.u
Última edición por Edmund Dyrle el 15/10/11, 11:22 pm, editado 1 vez
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
-No, gracias. -Mi respuesta fue rápida y bastante sincera. Papá y mamá me habían enseñado a valerme por mí misma para muchas cosas, y la limpieza era algo de lo que podía encargarme perfectamente bien. Además, era algo que hacía desde pequeña. Hasta podría decirse que ni siquiera debía pensar en mis acciones, mis manos y mi adorno ya sabían de memoria lo que debían hacer. Además, el hecho de que Ed se encargara de barrer ya me ahorraba un paso, y eso ya era bastante ayuda.
Una vez terminado nuestro trabajo, ya era hora de, por fin, ir a descansar. Según parecía, Willhem y Belfegor también residían allí, o al menos me dio esa impresión, ya que no parecía que fuesen a retirarse.
-Su habitación es la número tres, tso. Descansen, tso, ha sido un día bastante concurrido, tso.
-Gracias Juantso. Adiós, Will. Saluda a tu hija de mi parte.
-Por cierto, tso. El baño es la puerta al final del pasillo, tso. Lo comparten con el resto de los huéspedes, tso, así que manténganlo limpio, tso.
-Claro. Que descansen.
Tras devolver el trapo, limpio, a Juantso, subí las escaleras para llegar al piso donde se encontraban todas las habitaciones de la posada, dispuestas a ambos lados de un pasillo que terminaba en una puerta. Me acerqué al baño y llamé a la puerta, la cual se abrió. Estaba libre. Del lado de adentro había una manija que servía para trabar la puerta y evitar que se abriera desde afuera. Tras asearme un poco, me dirigí a la puerta que tenía un número "3" pintado de manera algo precaria, pero con la destreza suficiente como para que se entendiera qué número era. Al ingresar, la observé en detalle. Tomaría la cama más alejada de la puerta. Todo tenía sentido allí. Un pequeño mueble para guardar algunas cosas, a un lado de la cama, unas pequeñas lámparas de aceite, una pequeña mesa cerca de la entrada, donde había depositados dos platos de comida aparentemente deliciosa, que venían acompañadas de una nota que decía "Gracias por su preferencia", firmada por "El inocuo lobezno". Todo era tal cual lo había imaginado, era una habitación preciosa. Sólo había un detalle que difería de esa pieza creada por mi imaginación... No había dos camas, sólo había una...
Una vez terminado nuestro trabajo, ya era hora de, por fin, ir a descansar. Según parecía, Willhem y Belfegor también residían allí, o al menos me dio esa impresión, ya que no parecía que fuesen a retirarse.
-Su habitación es la número tres, tso. Descansen, tso, ha sido un día bastante concurrido, tso.
-Gracias Juantso. Adiós, Will. Saluda a tu hija de mi parte.
-Por cierto, tso. El baño es la puerta al final del pasillo, tso. Lo comparten con el resto de los huéspedes, tso, así que manténganlo limpio, tso.
-Claro. Que descansen.
Tras devolver el trapo, limpio, a Juantso, subí las escaleras para llegar al piso donde se encontraban todas las habitaciones de la posada, dispuestas a ambos lados de un pasillo que terminaba en una puerta. Me acerqué al baño y llamé a la puerta, la cual se abrió. Estaba libre. Del lado de adentro había una manija que servía para trabar la puerta y evitar que se abriera desde afuera. Tras asearme un poco, me dirigí a la puerta que tenía un número "3" pintado de manera algo precaria, pero con la destreza suficiente como para que se entendiera qué número era. Al ingresar, la observé en detalle. Tomaría la cama más alejada de la puerta. Todo tenía sentido allí. Un pequeño mueble para guardar algunas cosas, a un lado de la cama, unas pequeñas lámparas de aceite, una pequeña mesa cerca de la entrada, donde había depositados dos platos de comida aparentemente deliciosa, que venían acompañadas de una nota que decía "Gracias por su preferencia", firmada por "El inocuo lobezno". Todo era tal cual lo había imaginado, era una habitación preciosa. Sólo había un detalle que difería de esa pieza creada por mi imaginación... No había dos camas, sólo había una...
Última edición por Tsuki Umi el 26/10/11, 04:12 pm, editado 1 vez
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
La negativa de la hechicera no sorprendió mucho a Ed, parecía bastante decidida desde un principio a terminar de limpiar ella misma. El rubio iba a preguntarle "¿Segura?", pero decidió quedarse callado el poco tiempo que Tsuki tardó en terminar su trabajo.
Al cabo de un rato, la chica había terminado y luego de las despedidas y de devolver el trapo a Juantso se fue al fondo del pasillo y entró al baño.
Ed avanzó por el pasillo, viendo los numeros en las puertas hasta llegar a la puerta numero 3, colocó la llave en el cerrojo y abrió la puerta. Vió la habitación de lado a lado. Noto varias cosas, un mueble, una mesa en la que yacían dos platos de comida, unas lamparas de aceite y una cama. El joven no pudo evitar levantar una ceja, volver a comprobar la habitación y notar que, efectivamente, había solo una cama.
- Perfecto, parece ser que hoy toca dormir en el suelo... - Dijo Ed para si mismo y abrió su mochila para sacar su capa de viaje, la cual la tendió en el suelo para simular una especie de cama. Se acercó al mueble en el que encontró, luego de abrirlo, algunas vestimentas y las colocó debajo de esta.
Luego de contemplar su obra, tomó un plato de la mesa y se sentó en el suelo, contra la pared. Cuando Ed se disponía a comer, la puerta se abrió y entró Tsuki, la cual revisó la habitación con la vista como el rubio había hecho y se percató del mismo problema.
- No te preocupes Tsuki, tu duerme en la cama, yo ya me preparé una. - Y luego de decir esto señalo el bulto que simulaba ser una cama y sonrió, o por lo menos simuló una.
Al cabo de un rato, la chica había terminado y luego de las despedidas y de devolver el trapo a Juantso se fue al fondo del pasillo y entró al baño.
Ed avanzó por el pasillo, viendo los numeros en las puertas hasta llegar a la puerta numero 3, colocó la llave en el cerrojo y abrió la puerta. Vió la habitación de lado a lado. Noto varias cosas, un mueble, una mesa en la que yacían dos platos de comida, unas lamparas de aceite y una cama. El joven no pudo evitar levantar una ceja, volver a comprobar la habitación y notar que, efectivamente, había solo una cama.
- Perfecto, parece ser que hoy toca dormir en el suelo... - Dijo Ed para si mismo y abrió su mochila para sacar su capa de viaje, la cual la tendió en el suelo para simular una especie de cama. Se acercó al mueble en el que encontró, luego de abrirlo, algunas vestimentas y las colocó debajo de esta.
Luego de contemplar su obra, tomó un plato de la mesa y se sentó en el suelo, contra la pared. Cuando Ed se disponía a comer, la puerta se abrió y entró Tsuki, la cual revisó la habitación con la vista como el rubio había hecho y se percató del mismo problema.
- No te preocupes Tsuki, tu duerme en la cama, yo ya me preparé una. - Y luego de decir esto señalo el bulto que simulaba ser una cama y sonrió, o por lo menos simuló una.
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
Era curioso... Por una vez, por primera vez en cuatro años, maldije mi idea de no viajar con equipaje, de conformarme sólo con lo que tenía encima. Para colmo, Ed no parecía llevar algo que pudiese resultarnos útil en esa oportunidad. Por esa razón, no pude evitar suspirar de alegría cuando Ed me mostró la cama que se había preparado en el suelo.
-Muchas gracias, Ed -dije con una voz que apenas podía percibirse. Tomé el plato que quedaba y me senté en la cama para acompañar a Ed durante la cena. No sabía por qué, pero me sentía tranquila al compartir ese momento con él. Tanto que cuando Ed me acompañaba, debía esforzarme por pensar en Iby, en lo que estaría haciendo, en dónde se encontraría, o por qué se había enojado tanto conmigo. Ed no parecía ser un demonio, estaba segura de que el problema residía en ese libro que cargaba en su mochila.
La comida estaba realmente deliciosa, costaba creer que la persona que la había preparado podría haber asesinado al anterior encargado de la limpieza y era tan hostil con todo el mundo. Supuse que Belfegor era una buena persona, que por alguna razón disfrutaba de la soledad, y le ofendía que alguien se atreviese a ir más allá del límite establecido por ella. Quizás sentía la cocina como su espacio personal, ese espacio en donde nadie la molestaría. Sin duda, debía ser muy duro haber sido rechazada por su propia madre. Yo sabía lo que se sentía decepcionar a un padre, pero imaginaba que eso no era para nada comparable al dolor del rechazo innato, uno cuya razón nunca comprenderás del todo. ¿Sería ese rechazo la razón que la hacía odiar a la especie humana? Según dijo Will, la madre de Belfegor la despreció porque nació mitad humana. Quizás de eso surgió la convicción de que, de no haber sido por la especie humana, ella podría estar con su madre en ese momento. O quizás simplemente heredó de su madre ese desprecio por nuestra especie, y no había nada que hacer al respecto.
-Ed... ¿Por qué crees que Belfegor se muestre tan hostil? ¿Crees que sufrió mucho cuando era más pequeña?
Sin que me percatara realmente de ello, me encontraba hablando con alguien que cuidaría mi espalda en esa cacería que habíamos conseguido por arte de magia o por puro capricho del destino. Ed sería mi protector si es que Iby no regresaba de donde sea. Y si debía confiarle mi vida durante la cacería de un ipoq, debía saber algo acerca de él. No le confiaría mi vida a un completo desconocido, mucho menos si poseía un libro demoníaco.
-¿Cómo es ese lugar en el que naciste, Ed?
-Muchas gracias, Ed -dije con una voz que apenas podía percibirse. Tomé el plato que quedaba y me senté en la cama para acompañar a Ed durante la cena. No sabía por qué, pero me sentía tranquila al compartir ese momento con él. Tanto que cuando Ed me acompañaba, debía esforzarme por pensar en Iby, en lo que estaría haciendo, en dónde se encontraría, o por qué se había enojado tanto conmigo. Ed no parecía ser un demonio, estaba segura de que el problema residía en ese libro que cargaba en su mochila.
La comida estaba realmente deliciosa, costaba creer que la persona que la había preparado podría haber asesinado al anterior encargado de la limpieza y era tan hostil con todo el mundo. Supuse que Belfegor era una buena persona, que por alguna razón disfrutaba de la soledad, y le ofendía que alguien se atreviese a ir más allá del límite establecido por ella. Quizás sentía la cocina como su espacio personal, ese espacio en donde nadie la molestaría. Sin duda, debía ser muy duro haber sido rechazada por su propia madre. Yo sabía lo que se sentía decepcionar a un padre, pero imaginaba que eso no era para nada comparable al dolor del rechazo innato, uno cuya razón nunca comprenderás del todo. ¿Sería ese rechazo la razón que la hacía odiar a la especie humana? Según dijo Will, la madre de Belfegor la despreció porque nació mitad humana. Quizás de eso surgió la convicción de que, de no haber sido por la especie humana, ella podría estar con su madre en ese momento. O quizás simplemente heredó de su madre ese desprecio por nuestra especie, y no había nada que hacer al respecto.
-Ed... ¿Por qué crees que Belfegor se muestre tan hostil? ¿Crees que sufrió mucho cuando era más pequeña?
Sin que me percatara realmente de ello, me encontraba hablando con alguien que cuidaría mi espalda en esa cacería que habíamos conseguido por arte de magia o por puro capricho del destino. Ed sería mi protector si es que Iby no regresaba de donde sea. Y si debía confiarle mi vida durante la cacería de un ipoq, debía saber algo acerca de él. No le confiaría mi vida a un completo desconocido, mucho menos si poseía un libro demoníaco.
-¿Cómo es ese lugar en el que naciste, Ed?
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
Ed pudo relajarse un momento de todo el desastre que subitamentete y sin aviso había caido ensima de él. No era para exagerar, dado que no hace muchos días, antes de cumplir los 21 años de edad, habría estado tranquilo, debajo de un arbol, leyendo un buen libro de la extensa biblioteca de Khamar y ahora estaba compartiendo habitación con una desconocida, luego de haber aceptado un trabajo de una mujer muy extraña, despues de haber sido acusado de polizonte en un barco en el cual despertó dentro de un ataud en la bodega de carga y no mucho antes haber conseguido un libro que parecía estar maldito o algo así.
Si, para Ed, los últimos días habían sido realmente agotadores y muy fuera de su rutina diaria que consistía en, leer, vagabundear y sufrir los entrenamientos físicos que le obligaba hacer su padre, dado que este no quería un hijo debilucho. Pero por un momento pudo olvidarse de toda la locura que estaba girando alrededor de él.
- Ed... ¿Por qué crees que Belfegor se muestre tan hostil? ¿Crees que sufrió mucho cuando era más pequeña? - Preguntó la hechicera a Edmund, el cual la vió con curiosidad por la extraña pregunta.
- Supongo que si, creo que debió sufrir bastante por ser rechazada por su madre, al haber nacido medio humana y medio demonio. Debe ser dificil convivir con dos partes tan diferentes entre si. - Respondió el chico, mientras, luego de levantarse, dejaba el plato vacío sobre la mesa.
Realmente, Ed no se había detenido a pensar hasta el momento la razón por la conducta tan hostil de Belfegor. Suponía que, agregando al rechazo de su madre, esa combinación de sangre humana y demoniaca debía ser bastante volatil.
- ¿Cómo es ese lugar en el que naciste, Ed? - Le preguntó luego Tsuki a el rubio.
- ¿Cómo es?... - Ed, luego de decir esto para si mismo, adquirió un semblanta algo ausente y su mirada se perdió en un lugar muy lejano. - Nací en Dhasme, un continente con nieves eternas. Es realmente hermosa la nieve, pero es triste verla teñida de rojo, manchada con sangre. Mi padre era el general del ejercito mas importante de Dhasme, el cual estaba en guerra. Conseguimos la victoria, pero a un precio bastante alto, las vidas de muchas personas, como en todas las guerras. Luego de la Gran Guerra, mi padre, mi madre y yo, con tan solo 4 años, nos fuimos de allí. -
Ed se quedó un rato mas, aún de pié, mirando hacia la nada, rememorando los recuerdos de Dhasme y no pudo evitar que sus ojos se pongan húmedos. Luego de salir de aquel estupor, se recostó boca arriba en su cama.
- ¿Y tú, Tsuki? Cuentame algo de ti. - Dijo Edmund a la hechicera. - Dijiste que eras de Pulau-Sihir ¿No es así? -
Si, para Ed, los últimos días habían sido realmente agotadores y muy fuera de su rutina diaria que consistía en, leer, vagabundear y sufrir los entrenamientos físicos que le obligaba hacer su padre, dado que este no quería un hijo debilucho. Pero por un momento pudo olvidarse de toda la locura que estaba girando alrededor de él.
- Ed... ¿Por qué crees que Belfegor se muestre tan hostil? ¿Crees que sufrió mucho cuando era más pequeña? - Preguntó la hechicera a Edmund, el cual la vió con curiosidad por la extraña pregunta.
- Supongo que si, creo que debió sufrir bastante por ser rechazada por su madre, al haber nacido medio humana y medio demonio. Debe ser dificil convivir con dos partes tan diferentes entre si. - Respondió el chico, mientras, luego de levantarse, dejaba el plato vacío sobre la mesa.
Realmente, Ed no se había detenido a pensar hasta el momento la razón por la conducta tan hostil de Belfegor. Suponía que, agregando al rechazo de su madre, esa combinación de sangre humana y demoniaca debía ser bastante volatil.
- ¿Cómo es ese lugar en el que naciste, Ed? - Le preguntó luego Tsuki a el rubio.
- ¿Cómo es?... - Ed, luego de decir esto para si mismo, adquirió un semblanta algo ausente y su mirada se perdió en un lugar muy lejano. - Nací en Dhasme, un continente con nieves eternas. Es realmente hermosa la nieve, pero es triste verla teñida de rojo, manchada con sangre. Mi padre era el general del ejercito mas importante de Dhasme, el cual estaba en guerra. Conseguimos la victoria, pero a un precio bastante alto, las vidas de muchas personas, como en todas las guerras. Luego de la Gran Guerra, mi padre, mi madre y yo, con tan solo 4 años, nos fuimos de allí. -
Ed se quedó un rato mas, aún de pié, mirando hacia la nada, rememorando los recuerdos de Dhasme y no pudo evitar que sus ojos se pongan húmedos. Luego de salir de aquel estupor, se recostó boca arriba en su cama.
- ¿Y tú, Tsuki? Cuentame algo de ti. - Dijo Edmund a la hechicera. - Dijiste que eras de Pulau-Sihir ¿No es así? -
Última edición por Edmund Dyrle el 08/11/11, 01:31 am, editado 1 vez
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
Cuando oí a Ed hablar de su hogar no pude evitar pensar que mi pregunta había sido una metida de pata, como quien dice. Quedó bastante pensativo antes y después de responder a mi pregunta. Al parecer, su familia había sufrido una guerra cuando él era más pequeño, y luego de eso se marcharon de su hogar.
-Lo... lo siento, Ed... No quise... No fue mi intención -me apresuré a añadir al notarlo triste luego de contar su historia. Poco después, Ed quiso saber sobre mí. Eso me parecía bastante bueno, ya que estaba segura de que si cada uno conocía mejor al otro, podríamos ser más eficaces a la hora de cubrirnos mutuamente durante la cacería del ipoq-. Sí, nací en Pulau-Sihir. Allí fue donde conocí a Iby y aprendí a usar mi magia. Yo no... no aprendí a ser ofensiva con mis hechizos... Por esa razón mi maestro me enseñó a invocar a Iblagia, para que él usara los hechizos ofensivos en mi lugar... Pero nunca me hizo caso... Hice el ridículo frente a todos, y decidí abandonar la isla. Iby dijo que me acompaña solamente porque otros espíritus lo obligaron a hacerlo. Siempre me llama mediocre... No entiendo por qué se fue... Siempre discutimos porque él no me hace caso cuando se supone que debe ayudarme. ¿Por qué tuvo que marcharse justo cuando debo enfrentar unas criaturas que se alimentan de almas?
De hecho, todo eso había sido particularmente extraño. No sólo mi compañero se había enojado de esa manera, y hasta hubiese jurado que estaba triste. También había insultado a otra persona, cosa absolutamente inédita. Para mí no era raro ver que se mostrara simpático con los extraños y accediera a los más absurdos caprichos como si tuviese la obligación de obedecer sus órdenes. Eso sucedía siempre. Hasta esta tarde, en que conocí al joven que estaba compartiendo una cena conmigo en ese momento. Contarle cómo conocí a Iblagia me obligó a recordarlo, a pensar en dónde se encontraría en ese momento. Miré la poca comida que quedaba en el plato, como si esa fuese la porción de mi compañero, a pesar de que él, las escasas veces que se alimentaba, lo hacía de unas curiosas hierbas azules cuyo origen jamás conocí.
-Esto está realmente delicioso. Me gustaría que Iby estuviese aquí para conversar contigo. Debe entender que no e... -me interrumpí súbitamente al notar que estaba diciendo algo que no debía decir. Terminé mi plato de comida y me levanté para dejarlo, vacío, sobre el de Ed, y luego continué o, mejor dicho, comencé de nuevo.- Ese libro parece ser muy curioso... Pero no se te ve feliz cuando lo observas... ¿Puedo saber qué es?
-Lo... lo siento, Ed... No quise... No fue mi intención -me apresuré a añadir al notarlo triste luego de contar su historia. Poco después, Ed quiso saber sobre mí. Eso me parecía bastante bueno, ya que estaba segura de que si cada uno conocía mejor al otro, podríamos ser más eficaces a la hora de cubrirnos mutuamente durante la cacería del ipoq-. Sí, nací en Pulau-Sihir. Allí fue donde conocí a Iby y aprendí a usar mi magia. Yo no... no aprendí a ser ofensiva con mis hechizos... Por esa razón mi maestro me enseñó a invocar a Iblagia, para que él usara los hechizos ofensivos en mi lugar... Pero nunca me hizo caso... Hice el ridículo frente a todos, y decidí abandonar la isla. Iby dijo que me acompaña solamente porque otros espíritus lo obligaron a hacerlo. Siempre me llama mediocre... No entiendo por qué se fue... Siempre discutimos porque él no me hace caso cuando se supone que debe ayudarme. ¿Por qué tuvo que marcharse justo cuando debo enfrentar unas criaturas que se alimentan de almas?
De hecho, todo eso había sido particularmente extraño. No sólo mi compañero se había enojado de esa manera, y hasta hubiese jurado que estaba triste. También había insultado a otra persona, cosa absolutamente inédita. Para mí no era raro ver que se mostrara simpático con los extraños y accediera a los más absurdos caprichos como si tuviese la obligación de obedecer sus órdenes. Eso sucedía siempre. Hasta esta tarde, en que conocí al joven que estaba compartiendo una cena conmigo en ese momento. Contarle cómo conocí a Iblagia me obligó a recordarlo, a pensar en dónde se encontraría en ese momento. Miré la poca comida que quedaba en el plato, como si esa fuese la porción de mi compañero, a pesar de que él, las escasas veces que se alimentaba, lo hacía de unas curiosas hierbas azules cuyo origen jamás conocí.
-Esto está realmente delicioso. Me gustaría que Iby estuviese aquí para conversar contigo. Debe entender que no e... -me interrumpí súbitamente al notar que estaba diciendo algo que no debía decir. Terminé mi plato de comida y me levanté para dejarlo, vacío, sobre el de Ed, y luego continué o, mejor dicho, comencé de nuevo.- Ese libro parece ser muy curioso... Pero no se te ve feliz cuando lo observas... ¿Puedo saber qué es?
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
Ed, mientras miraba al techo, escuchaba a Tsuki. Tenía razón, era demasiado extraño como se había comportado Iblagia ante él. Parecía como si hubiese notado que algo iba mal en él, tal se había dado cuenta que tenía...
- Ese libro parece ser muy curioso... Pero no se te ve feliz cuando lo observas... ¿Puedo saber qué es? - Dijo Tsuki, para sorpresa del rubio, el cual se mantuvo un rato callado.
- Es algo... complicado. - Le respondió lentamente Edmund, aún mirando al techo. Si le decía que su libro estaba de alguna manera maldito y que escuchaba una voz pidiendole sangre perdería su confianza, pero tampoco quería mentir a su acompañante, le caía bastante bien, así que decidió ocultar algunos detalles. - Estoy atrapado bajo la maldición de este libro, la cual no me permite alejarlo de mi. Estoy buscando la forma de deshacerme de el desde entonces. -
Ed se estiró en su intento de cama e intentó seguir escuchando a Tsuki, mientras lentamente era vencido por el cansancio, hasta que se adormeció plácidamente.
El rubio dormía totalmente en silencio, como normalmente lo hacía siempre, casi no se podía escuchar su respiración y una expresión de tranquilidad adornaba su rostro.
- Ese libro parece ser muy curioso... Pero no se te ve feliz cuando lo observas... ¿Puedo saber qué es? - Dijo Tsuki, para sorpresa del rubio, el cual se mantuvo un rato callado.
- Es algo... complicado. - Le respondió lentamente Edmund, aún mirando al techo. Si le decía que su libro estaba de alguna manera maldito y que escuchaba una voz pidiendole sangre perdería su confianza, pero tampoco quería mentir a su acompañante, le caía bastante bien, así que decidió ocultar algunos detalles. - Estoy atrapado bajo la maldición de este libro, la cual no me permite alejarlo de mi. Estoy buscando la forma de deshacerme de el desde entonces. -
Ed se estiró en su intento de cama e intentó seguir escuchando a Tsuki, mientras lentamente era vencido por el cansancio, hasta que se adormeció plácidamente.
El rubio dormía totalmente en silencio, como normalmente lo hacía siempre, casi no se podía escuchar su respiración y una expresión de tranquilidad adornaba su rostro.
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
Ahora parecía tener sentido todo, poco a poco... El libro estaba maldito, y no dudaba que conduciría a Ed a un destino nada deseable, pues quería deshacerse de ese objeto, al parecer, desde hace mucho tiempo.
-Realmente espero que puedas liberarte, Ed. No debe ser fácil estar maldito por un libro.
Ed se había estirado para dormir. No sabía si alcanzaría a escuchar mis palabras, realmente parecía estar agotado. Lo observé unos minutos mientras dormía, como si quisiera estar convencida de que estaba durmiendo. Su sueño alejó todas las preocupaciones que cargaba, se lo veía relajado. No sé cuánto tiempo me quedé ahí, acostada, observando a Ed, pensando en que Iby quería liquidar en realidad al libro, no al joven. Al despertar el día sería otro, y ya podríamos comenzar a buscar los ipoq. Yo sólo quería una cosa... que Iby me hiciera caso... sólo eso.
-Dulces sueños, Ed -le susurré, me arrodillé ante la vela que iluminaba la habitación. No era lo mismo, pero estos últimos cuatro años me había acostumbrado a no seguir los pasos ideales. -Gran Iavdresec, dador de vida y creador de todo, muchas gracias por tu protección de este día, por permitirme llegar a salvo al momento del sueño, y por brindar también tu bendición a quienes me rodean en este momento.*- Luego de eso, me mantuve unos segundos en silencio y luego apagué la vela. Papá decía que el fuego, si no tenía algo que lo contuviera, podía ser altamente dañino, y no quería que algo malo sucediera allí. Luego de eso, me acosté en mi cama y me acomodé para dormir. Descubrí con cierta incertidumbre, que Ed me alegraba... Me ponía contenta saber que él estaba allí, durmiendo, saber, o al menos sentir, que podía contar con él.
Creo que fueron sólo segundos los que precisé para dormir. No recuerdo lo que soñé esa noche, pero estoy segura de que fue uno de los sueños más hermosos que alguna vez haya tenido.
---------------------------------------
FDI= Tsuki está dormida. Esta segunda parte del mensaje, la relataré en tercera persona, así de paso practico un poco.
DDI=
La hechicera y el joven aprendiz de mago dormían plácidamente, nada parecía indicar que fuesen a despertarse por propia voluntad. Bien podrían pasar horas en esa habitación, descansando, acumulando energías para enfrentar aquello que, de consagrarlos exitosos, los haría obtener un lugar entre las leyendas de Denkenia, si no de todo el archipiélago. Cazar un ipoq, tres palabras que definían, a la vez, una tarea sencilla de comprender, pero muy difícil de realizar. Ninguno de ellos precisaba que se le explique que podría perder la vida o el alma en esa misión, ninguno de ellos necesitaba de una advertencia que dijera que eso era peligroso. Conocieron lo que tenían que saber cuando hablaron con Neltira, y pisar Denke les hizo comprender que esas criaturas no eran algo que deba tomarse a la ligera.
Lo cierto es que no eran esas las únicas criaturas peligrosas que conocerían en esa isla. Una pequeña pero notable cantidad de agua se acumuló en la habitación, formando una extraña figura bípeda, con dos brazos, una cabeza y una cola. Pocos segundos después, Iblagia, el acompañante de Tsuki, apareció en el lugar. De manera sigilosa, imperceptible, se acercó al joven rubio. El espíritu acuático sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Sabía también que el báculo y el adorno de su compañera contenían hielo, y eso era todo lo que necesitaba.
-No es alguien que deba tener tu confianza, Tsuki -murmuró Iblagia, antes de separar el hielo que transportaba la hechicera y formar una gran cantidad de pequeños cuchillos sobre el cuerpo de Edmund-. No espero que lo entiendas, sólo eres una humana de 17 años... Es por el bien de todos...
Los fragmentos de hielo se alzaban sobre el joven rubio, dispuestos a caer a toda velocidad, con la clara intención de dejar su cuerpo prácticamente hueco. No estaba en ese espíritu el sentido de misericordia, al igual que tantos otros pensamientos y emociones que debía conocer, y sin embargo le eran completamente ajenos.
*FDI= La primera, iré perfeccionándola con el tiempo...
-Realmente espero que puedas liberarte, Ed. No debe ser fácil estar maldito por un libro.
Ed se había estirado para dormir. No sabía si alcanzaría a escuchar mis palabras, realmente parecía estar agotado. Lo observé unos minutos mientras dormía, como si quisiera estar convencida de que estaba durmiendo. Su sueño alejó todas las preocupaciones que cargaba, se lo veía relajado. No sé cuánto tiempo me quedé ahí, acostada, observando a Ed, pensando en que Iby quería liquidar en realidad al libro, no al joven. Al despertar el día sería otro, y ya podríamos comenzar a buscar los ipoq. Yo sólo quería una cosa... que Iby me hiciera caso... sólo eso.
-Dulces sueños, Ed -le susurré, me arrodillé ante la vela que iluminaba la habitación. No era lo mismo, pero estos últimos cuatro años me había acostumbrado a no seguir los pasos ideales. -Gran Iavdresec, dador de vida y creador de todo, muchas gracias por tu protección de este día, por permitirme llegar a salvo al momento del sueño, y por brindar también tu bendición a quienes me rodean en este momento.*- Luego de eso, me mantuve unos segundos en silencio y luego apagué la vela. Papá decía que el fuego, si no tenía algo que lo contuviera, podía ser altamente dañino, y no quería que algo malo sucediera allí. Luego de eso, me acosté en mi cama y me acomodé para dormir. Descubrí con cierta incertidumbre, que Ed me alegraba... Me ponía contenta saber que él estaba allí, durmiendo, saber, o al menos sentir, que podía contar con él.
Creo que fueron sólo segundos los que precisé para dormir. No recuerdo lo que soñé esa noche, pero estoy segura de que fue uno de los sueños más hermosos que alguna vez haya tenido.
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FDI= Tsuki está dormida. Esta segunda parte del mensaje, la relataré en tercera persona, así de paso practico un poco.
DDI=
La hechicera y el joven aprendiz de mago dormían plácidamente, nada parecía indicar que fuesen a despertarse por propia voluntad. Bien podrían pasar horas en esa habitación, descansando, acumulando energías para enfrentar aquello que, de consagrarlos exitosos, los haría obtener un lugar entre las leyendas de Denkenia, si no de todo el archipiélago. Cazar un ipoq, tres palabras que definían, a la vez, una tarea sencilla de comprender, pero muy difícil de realizar. Ninguno de ellos precisaba que se le explique que podría perder la vida o el alma en esa misión, ninguno de ellos necesitaba de una advertencia que dijera que eso era peligroso. Conocieron lo que tenían que saber cuando hablaron con Neltira, y pisar Denke les hizo comprender que esas criaturas no eran algo que deba tomarse a la ligera.
Lo cierto es que no eran esas las únicas criaturas peligrosas que conocerían en esa isla. Una pequeña pero notable cantidad de agua se acumuló en la habitación, formando una extraña figura bípeda, con dos brazos, una cabeza y una cola. Pocos segundos después, Iblagia, el acompañante de Tsuki, apareció en el lugar. De manera sigilosa, imperceptible, se acercó al joven rubio. El espíritu acuático sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Sabía también que el báculo y el adorno de su compañera contenían hielo, y eso era todo lo que necesitaba.
-No es alguien que deba tener tu confianza, Tsuki -murmuró Iblagia, antes de separar el hielo que transportaba la hechicera y formar una gran cantidad de pequeños cuchillos sobre el cuerpo de Edmund-. No espero que lo entiendas, sólo eres una humana de 17 años... Es por el bien de todos...
Los fragmentos de hielo se alzaban sobre el joven rubio, dispuestos a caer a toda velocidad, con la clara intención de dejar su cuerpo prácticamente hueco. No estaba en ese espíritu el sentido de misericordia, al igual que tantos otros pensamientos y emociones que debía conocer, y sin embargo le eran completamente ajenos.
*FDI= La primera, iré perfeccionándola con el tiempo...
Última edición por Tsuki Umi el 29/12/11, 01:16 pm, editado 2 veces
Tsuki Umi- Cantidad de envíos : 127
Re: No todos los espíritus son amables
Esta nevando, nuevamente. La nieve es tan blanca y pura.
Pero, ¿Qué es eso?. Una figura se esta acercando bastante animada.
Desde lejos tiene la silueta de una joven.
Me quedo quieto, es mas, creo que no puedo moverme. El paisaje es demasiado hermoso.
La chica cada vez esta mas cerca y puedo distinguirla.
Tiene una especie de vestido blanco y una hermosa sonrisa.
También tiene cabello irrealmente plateado y unos hermosos ojos rojos.
Al estar a pocos pasos de distancia hacia mi se detiene y me mira con cariño.
Los dos nos quedamos quietos, contemplandonos.
Comienzan a caer copos de nieve haciendo parecer a la joven una mítica hada de nieve.
Se acerca hasta mi, y apoyando su cabeza en mi hombro me susurra "Despierta, estas en peligro."
Edmund se sobresalta, despertandose y al ver los cuchillos se empuja con su cama y todo hacia la pared donde se encuentra la mesa, con tanta fuerza que la golpéa y tira los platos y todo al suelo produciendo un ruido impresionante.
- Pero ¡¿Qué estas haciendo?! - Preguntó de reflejo el chico a Iblagia, mientras se levantaba. - ¡¿Estabas intentado matarme?! - Preguntó luego.
Se mente había sufrido un despertar bastante caotico así que sus idea tardaron en ordenarse, pero su cuerpo parecía practicamente reaccionar solo. Efectivamente, esos cuchillo iban dirigidos a él, de parte del reptil de Tsuki.
El rubio se preparó para lo peor, mientras repasaba mentalmente sus conjuros y miraba a Iblagia seriamente, listo para saltar a un costado y devolver el ataque si era necesario.
Pero, ¿Qué es eso?. Una figura se esta acercando bastante animada.
Desde lejos tiene la silueta de una joven.
Me quedo quieto, es mas, creo que no puedo moverme. El paisaje es demasiado hermoso.
La chica cada vez esta mas cerca y puedo distinguirla.
Tiene una especie de vestido blanco y una hermosa sonrisa.
También tiene cabello irrealmente plateado y unos hermosos ojos rojos.
Al estar a pocos pasos de distancia hacia mi se detiene y me mira con cariño.
Los dos nos quedamos quietos, contemplandonos.
Comienzan a caer copos de nieve haciendo parecer a la joven una mítica hada de nieve.
Se acerca hasta mi, y apoyando su cabeza en mi hombro me susurra "Despierta, estas en peligro."
Edmund se sobresalta, despertandose y al ver los cuchillos se empuja con su cama y todo hacia la pared donde se encuentra la mesa, con tanta fuerza que la golpéa y tira los platos y todo al suelo produciendo un ruido impresionante.
- Pero ¡¿Qué estas haciendo?! - Preguntó de reflejo el chico a Iblagia, mientras se levantaba. - ¡¿Estabas intentado matarme?! - Preguntó luego.
Se mente había sufrido un despertar bastante caotico así que sus idea tardaron en ordenarse, pero su cuerpo parecía practicamente reaccionar solo. Efectivamente, esos cuchillo iban dirigidos a él, de parte del reptil de Tsuki.
El rubio se preparó para lo peor, mientras repasaba mentalmente sus conjuros y miraba a Iblagia seriamente, listo para saltar a un costado y devolver el ataque si era necesario.
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: No todos los espíritus son amables
Los cuchillos de hielo, controlados por Iblagia, se precipitaron velozmente sobre aquel joven que albergaba un poder demoníaco, pero algo lo salvó. Alguna fuerza o instinto, que bien podría ser ese poder demoníaco que el espíritu percibía en el joven, obligó a Ed a despertar y correrse rápidamente, logrando así salvar su vida. El elemental conocía muy bien a su compañera, por lo que no le resultó para nada extraño que ella permaneciera dormida, como si ese inmenso ruido provocado por la estrepitosa huida de Edmund jamás hubiese sucedido. Iblagia sabía perfectamente que Tsuki no despertaría, a no ser que su inconsciente se sintiera en peligro, obligando a su conciencia a reaccionar para defenderse.
-Intento borrar tu existencia demoníaca de este mundo. Eso es lo que estaba intentando. -La voz de aquel curioso espíritu sonaba enojada. Evidentemente había algo en el joven frente a él, que realmente le parecía repulsivo. No se trataba sólo de esa esencia demoníaca que, gracias a su origen, Iblagia era capaz de percibir. No... Ese joven tenía algo más, algo que el espíritu no se atrevía a reconocer por completo. Le agradaba a Tsuki, y le agradaba mucho. Eso era lo que en verdad no podía perdonarle. Estaba plenamente convencido de que alguien que porta un poder demoníaco no podía ser una buena compañía para su amiga, y así la consideraba Iblagia: una amiga. Que nunca fuese a decírselo y jamás le demostrara que le tenía un gran aprecio no significaba que no sintiera un inmenso cariño por la hechicera.
El hielo que quedó clavado en el piso se dirigió nuevamente hacia el mago, al tiempo que el espíritu también se abalanzaba sobre él para hacer uso de sus afiladas garras y atacar las piernas del joven. Un oponente con menor movilidad es más fácil de derrotar.
Sin embargo, el revuelo provocado por ese pequeño enfrentamiento provocó que el huésped de la habitación lindera despertase, furioso por haberse encontrado con su sueño siendo interrumpido en horas de la madrugada. Un fuerte golpe en la pared, seguido de una amenaza, hizo sobresaltar a la hechicera, quien por reflejo atrajo hacia su posición todo el hielo que pudo reunir de la habitación, creando una especie de crisálida protectora. Aún no había notado que su compañero de siempre, estaba intentando asesinar a su nuevo compañero de ocasión.
-Intento borrar tu existencia demoníaca de este mundo. Eso es lo que estaba intentando. -La voz de aquel curioso espíritu sonaba enojada. Evidentemente había algo en el joven frente a él, que realmente le parecía repulsivo. No se trataba sólo de esa esencia demoníaca que, gracias a su origen, Iblagia era capaz de percibir. No... Ese joven tenía algo más, algo que el espíritu no se atrevía a reconocer por completo. Le agradaba a Tsuki, y le agradaba mucho. Eso era lo que en verdad no podía perdonarle. Estaba plenamente convencido de que alguien que porta un poder demoníaco no podía ser una buena compañía para su amiga, y así la consideraba Iblagia: una amiga. Que nunca fuese a decírselo y jamás le demostrara que le tenía un gran aprecio no significaba que no sintiera un inmenso cariño por la hechicera.
El hielo que quedó clavado en el piso se dirigió nuevamente hacia el mago, al tiempo que el espíritu también se abalanzaba sobre él para hacer uso de sus afiladas garras y atacar las piernas del joven. Un oponente con menor movilidad es más fácil de derrotar.
Sin embargo, el revuelo provocado por ese pequeño enfrentamiento provocó que el huésped de la habitación lindera despertase, furioso por haberse encontrado con su sueño siendo interrumpido en horas de la madrugada. Un fuerte golpe en la pared, seguido de una amenaza, hizo sobresaltar a la hechicera, quien por reflejo atrajo hacia su posición todo el hielo que pudo reunir de la habitación, creando una especie de crisálida protectora. Aún no había notado que su compañero de siempre, estaba intentando asesinar a su nuevo compañero de ocasión.
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