No todos los espíritus son amables

- Os pedí un ipoq, no una morsa.

La respuesta de Neltira fue inmediata y cortante. No era una reprimenda ofendida ni había un tono amenazador subyugado en sus palabras, pero la mirada inmóvil y penetrante que le dedicó a Ed tenía algo antinatural e inquietante. La fijeza de sus ojos recordaba más a la de una serpiente que a la de un humano, cubiertos como parecían de un ligero velo blanquecino.

Con un brusco movimiento del cuello Neltira desplazó su atención hacia Tsuki; la dirección de su mirada, sin embargo, no varió ni un ápice.

- Tienes el poder para aprisionarlo, pero en lugar de eso me has traído una morsa. Esperad esta noche junto a la orilla del lago y observad su reacción; si se transformara en un ipoq, traedlo, si no, buscad la forma de conseguir uno.

Dicho esto, como consciente de lo brusco de sus palabras, sus labios se curvaron en un intento por suavizar la impresión que la mujer daba; pero era una sonrisa que no se transmitía al resto de su fisionomía ni resultaba de por sí verdaderamente cálida. Con esto cerró los ojos y dejó caer la cabeza sobre uno de sus delicados hombros.

- Ayúdales si lo necesitan, Jahn; durante un día. Tendré un ipoq - enfatizó aquella certeza, y dejó pasar un lánguido segundo de silencio -... Ahora, dejadme.

El hombre que les había guiado hasta allí, hasta aquel momento silencioso y disminuido ante la presencia de Neltira a pesar de superarla en altura, se inclinó servilmente y avanzó hacia Tsuki y Edmund.

- Mi nombre es Jahn. Os ayudaré a cazar al ipoq si es necesario.

Edmund se quedó en silencio, aún serio, miran a Neltira. Ya se esperaba una respuesta así y sabía que la mujer tenía razón.

La mirada que le devolvió Neltira al rubio tenía algo que no parecía humano completamente y podía poner nervioso a cualquiera. Ed hizo su mejor esfuerzo por mantener su mirada en unos segundos que se hicieron interminables y luego dirigió su atención a Tsuki.

Sonrío de una manera que a para Edmund no parecía una sonrisa real, luego cerró los ojos y dejó caer la cabeza en uno de sus hombros.

Habló al hombre que los había llevado hasta ella y les dijo que la dejasen.


El joven rubio realmente no entendía que pasaba con esa mujer, pero prefirió ignorarlo. Tenía que conseguir el mítico Ipoq y darselo a Neltira a como de lugar.

- Saludos Jahn, mi nombre es Edmund y ella, si me permite presentarla, es Tsuki. - El joven estaba serio, incomodado por la presencia de la mujer extraña pero aún así, cuando presentó a Tsuki y la vio, suavizó un poco mas su voz, para luego volver a la seriedad de antes.

No agregó nada mas, no estaba seguro que decir dado que la situación le parecía algo rara. Se quedó en silencio, esperando que Tsuki o Jahn hablasen.

-Bueno, pero... -balbuceé cuando Neltira se indignó al ver la morsa. Sin embargo, mi tono no era temeroso, sino molesto. -Te dijimos que haríamos esto, y no te pareció mala idea...

Noté que toda la atención de la mujer estaba puesta en Ed, la primera respuesta hacia él no era nada extraño, ya que fue Ed quien le dio la noticia de lo que planeábamos. Pero girar su cabeza hacia mí, y seguir viendo a Ed, me parecía algo casi irrespetuoso. ¿Es que acaso yo no merecía ser mirada también?

-No tengo idea de si tengo el poder de aprisionar un ipoq. No nos dijiste siquiera qué son, qué hacen, nada. Sólo sabemos que de día son estas morsas.

No había problema con que aquella mujer tuviese el poder de hacer realidad cualquier deseo, pero nadie, NADIE, trataría así a alguien como yo. No era una cualquiera, era la hija de Zarkus Umi y Saira Monuth. Podía ser que fuese una inútil para dañar a la gente, pero mi defensa había sido algo que se recordaba siempre, en todos los lugares que visitaba. No había conocido aún alguien que supiera sobrepasarla, sólo Iby podía destruirla, pero solamente porque su poder ofensivo era tan inmenso como mi defensa.

-Hola Jahn -saludé al hombre que nos ayudaría. Aún había mal humor en mi voz, y no tardé mucho en percibirlo-. Lo siento, Jahn. Es que... Detesto a la gente que se cree demasiado, ya me calmaré... -Respiré hondo y emprendí mi camino a la isla, pero me detuve poco después.- ¿Dónde esperaremos el anochecer?

Jahn inclinó la cabeza ante ambos cuando se presentaron. Aquel hombre desprendía una sensación de... dolorosa nostalgia, pero no había lugar a dudas en que, al menos, su presencia era perfectamente humana.

- No estoy ofendido - le respondió a Tsuki, con una leve sonrisa apaciguadora y genuinamente afectuosa asomando en los labios -. Sólo estoy aquí para ayudaros, no tenéis por qué justificaros de ninguna forma.

Echó a andar siguiendo a Tsuki. Si en aquel momento ella o Ed hubieran vuelto a girarse habrían notado que Neltira había desaparecido del callejón, aparentemente sin otra salida que la que ellos habían tomado. Jahn por su parte le dedicó una larga mirada analítica a la morsa, que duró casi medio minuto hasta que sus ojos, verdosos, se posaran en la hechicera.

- Neltira asegura que tienes el poder para cazarlo, y debe ser cierto - le dijo, y después miró a Ed -. Y si también ha confiado en ti para esto también tú debes tener dones. Dónde esperar, no lo sé, porque aún quedan horas para el atardecer. Pero en cuanto a dónde debería encontrarnos la puesta de sol, una opción es en un entorno cerrado donde tengamos control de la morsa si se transforma en ipoq. Otra es, al contrario, fuera, cerca del borde del agua, donde haya menos casas. La última... pero no sé si demasiado temeraria, es tomar prestada una barca y esperar en el lago, desde donde quizás podamos ver en la orilla opuesta alguno de estos ipoq.

Como no valía la pena seguir andando hasta que se tomara una decisión, se detuvo en la esquina de una vía bulliciosa, ordinaria, en la que la actividad mercantil y la alegría cotidiana se manifestaban, contagiándose y fundiéndose hasta que también aquella figura solitaria que era Jahn parecía formar parte de la cotidianidad de Denkenia.

- Yo respetaré vuestra decisión, y si me queréis cerca estaré con vosotros hasta el mediodía de mañana. Si no, podemos poner un punto de encuentro en el que vernos una hora antes de que se vaya el sol.

Les miró alternativamente, a la espera, sólo acordando un segundo de reflexivo silencio.

- Si queréis podéis incluso hablarlo entre vosotros en privado, y después comunicarme vuestras decisiones.

El rubio contempló la situación y pensó detenidamente, luego decidió dar su opinión.

- Deberíamos esperar cerca del borde, donde no hayan casas cerca. No quiero poner en peligro a estas personas. No se que piensen ustedes, pero creo que lo menos que quieren es un ipoq haciendo lo que sea que haga cerca de sus hogares. - Miro alternativamente a Tsuki y a Jahn.

La situación se enrevesaba cada vez mas y Edmund no estaba seguro si realmente quería ver a un ipoq, pero todo sea por librarse de ese libro o por lo menos recobrar la memoria.

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Comenzó a revisar minuciosamente sus recuerdos como si de un libro se tratase y recordaba el inicio de un día, el día en el cual lo habían echado de su casa.

Caminó por la calle y vio mucha gente dirigirse a él. No tuvo tiempo de correrse, no le dieron chance. Cayó al suelo y algunos lo pisaron, pero no fue nada grave, o por lo menos nada peligroso. ¿Pero de qué? Por mucho que intentase visualizar lo que seguía en esa secuencia, no lo vislumbraba.

Recordaba que estaban corriendo por una de las calles principales, por lo tanto, deberían estar escapando de la plaza. Algo había pasado en la plaza, algo lo suficiente terrible como para causar ese efecto en aquella multitud de gente.

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Definitivamente no podía recordar aún haciendo un gran esfuerzo. Mientras todo este proceso mental había estado siendo originado en su cabeza, en el mundo real, Edmund estaba en silencio y pensativo

Quizás era por el extraño secretismo que giraba en torno a aquella misión, pero cada vez estaba más convencida de que estábamos haciendo algo realmente peligroso. Noté que algunas personas lo observaban con curiosidad, y no podía culparlos. Sin embargo, ver que no parecía preocuparles las intenciones que pudiésemos tener Ed y yo con aquel cubo (de alguna manera Jahn había conseguido mezclarse con la multitud, aún permaneciendo quieto) me hizo pensar que quizás las personas con paquetes grandes eran algo común. Y así debía ser, pensé, al recordar que aquel islote en el centro del lago era la única población humana de la isla, y que durante la noche se suspendía toda actividad en las afueras. Debían traer provisiones en grandes cantidades.

-Me gusta la opción de esperar cerca de la orilla. Por alguna razón los ipoq no ingresan a la ciudad, así que es probable que contemos con alguna protección extra si se transforma.

En cuanto a dónde esperar, tocaba evaluar mejor las posibilidades. Ya no podíamos pisar de nuevo la taberna de Juantso, al menos no por la puerta principal. Miré hacia atrás, donde se suponía que estaba Iby, pero ya no se encontraba allí. Busqué con la mirada para localizarlo, pero no tuve suerte. ¿Se había marchado de nuevo? Era posible, aunque en cierta forma la presencia de Ed garantizaba que regresaría. Era horrible pensar en eso, pero si Ed conseguía librarse de la maldición quizás hasta Iby le pidiese disculpas. Y era probable que lo hiciera porque Ed no era yo.

-¿Quieres dar un paseo para conocer la ciudad? -le pregunté a Ed. Teníamos todo un día por delante para esperar, y lo mejor que se me ocurría era aprovechar ese tiempo para conocer la ciudad.

- ¿Un paseo por la ciudad? - Pregunta Edmund de reflejo.

Su linea de pensamientos se cortó al escuchar la pregunta de Tsuki. Sería muy agradable dar un paseo por la ciudad con ella, pensó el rubio, se sentía muy a gusto en su presencia, como si la conociese ya desde antes.

- Me parece una gran idea Tsuki, sería interesante conocer un poco mas la ciudad. - Responde con una leve sonrisa para luego dirijirse a Jahn. - Y luego, antes del anochecer, podríamos encontrarnos en la plaza de Denke contigo y de allí, dirigirnos cerca de la orilla. ¿Qué te parece? -

Ed estaba satisfecho de los arreglos que habían hecho. Tenía ganas de caminar con la hechizera y distraerse un poco, dado que llevaba ya demasiadas cosas en la cabeza como para seguir pensando aún mas tiempo. Se preguntaba si Neltira podría librarlo de la maldición, ese era su mas grande deseo actualmente. Si lo lograse, Iblagia dejaría de atentar contra su vida y podría estar e nla compañía de Tsuki tranquilamente. Aunque primero deberían encargarse de entregarle esta criatura.
¿Cómo sería un Ipoq? ¿Qué clase de criatura puede temer un pueblo entero? ¿Era verdad aquello de que comen almas?

Finalmente, solo un pensamiento quedó a flote en su cabeza.
"¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?"

Jahn escuchó la discusión de Tsuki y Ed y asintió calmadamente cuando llegaron a una conclusión, si bien no parecía del todo satisfecho. Miró a su alrededor, estudiando las casas circundantes del pequeño pueblo de Denke.

- Está claro que no queremos un ipoq rampante... Neltira quiere que lo cacéis por ella, no liberarlo sobre la ciudad y sus habitantes. Si no me lo ha encomendado a mí directamente es porque yo no tengo la capacidad para hacerlo y ella lo sabe. Igual que, de alguna manera...

El hombre se giró hacia Tsuki, abandonando su gesto pensativo y observándola con sus profundos ojos verdes.

- ... sabe que tú sí puedes. Neltira sabe por qué confía en ti, pero... - sacudió la cabeza como disculpándose - Neltira es mi maestra, pero sigue siendo Neltira. Su conexión con el mundo físico a veces parece tenue; sabe cosas que tú y yo ignoramos, pero no siempre puede transmitirlas. De la misma manera que no sé para qué quiere un ipoq pero no dudo que le será útil, no sé qué vio en vosotros. Pero pensad: ¿qué ocurría cuando os encontró Neltira? ¿Qué pudo ver ella de vuestras habilidades que sería útil para cazar un ipoq?

Dejó aquella pregunta en el aire y sin esperar respuesta sacó un pequeño pedazo de pergamino doblado de su bolsillo. Era un pedazo de papel arrugado y doblado sobre sí mismo hasta casi el límite físico. Pero si bien cualquiera podría haber esperado que resultara ser un utensilio mágico, al desdoblarlo se reveló un banal mapa de la ciudad. Jahn lo estudió durante unos pocos segundos y señaló una zona precisa: una orilla en la que se encontraba un pequeño puerto.

- Si os parece adecuado, podríamos encontrarnos aquí. Las casas más cercanas son almacenes, así que no habrá nadie que pueda vernos. Y nos dará un poco más de tiempo para cazar al ipoq si algo ocurre.

-Pues... no recuerdo que pasara gran cosa -respondí, hasta que vi que sacó un papel que resultó ser un mapa de la ciudad. Me recordó a mi maestro, sólo que él sacaba algo que parecía ser común y resultaba ser mágico.

Controlar el agua era el único poder que tenía, y eso sería necesario porque aparentemente los ipoq eran criaturas marinas, pues eran morsas transformadas.

-Sí, creo que es un buen lugar.

Me sentía cada vez más ansiosa con respecto a esa misión. Si teníamos éxito quizás Iby finalmente me obedecería, o al menos cooperaría conmigo en lugar de llevarme la contraria. Iby... La línea de mis pensamientos me hizo palidecer tan deprisa que tuve que aferrarme a Ed para no caer de golpe contra el suelo, aunque no me mantuve de pie, sino que me senté mientras intentaba recuperarme.

¿Y si mi poder era Iby? Los ipoq eran devoradores de almas, ¿cierto? ¿Qué diferencia había entre un alma y un espíritu? No eran lo mismo, ¿pero serían suficientemente distintos como para que un ipoq no intentara comerse a Iby? Quizás un ipoq que comía un alma era más fácil de capturar, y probablemente eso era lo que Neltira vio en mí: yo tenía un espíritu que podía usarse de carnada.

-Ed, si algo malo pasara... -le pregunté con un hilo de voz, pues no estaba segura de querer escuchar la respuesta- ¿me ayudarías a... proteger a Iby?

El joven escuchó con atención a aquel hombre, mientras lentamente plantaba aún mas preguntas dentro de su cabeza. Comenzó a dudar el real proposito de su presencia la captura de esta criatura tan terrible.
Tsuki era una poderosa hechicera, pero ¿Qué era él? Simplemente un aprendiz de hechicero. Tal vez menos que eso, porque no siguió lo suficiente como para poder lanzar siquiera algún hechizo complejo.
También sabía algo sobre esgrima gracias a su padre, pero tampoco destacaba en ese campo y aún cuando asistió a la academia de guerreros en su tierra natal, no se llevó muchas enseñanzas de allí.

Pensó en el primer encuentro con Neltira, cuando recién había llegado a esas nuevas tierras y recordó las palabras que dijo gracias a su buena memoria. Habló sobre poder para controlar la fiereza del mar y luego al verlo a él, habló sobre un objeto poderoso. Sin lugar a dudas hablaba sobre el libro, sobre aquella voz que estaba en su cabeza. No le agradaba pensar en eso, dado que temía poder llamarla sin querer y cometer alguna locura.

Se sobresaltó al notar que Tsuki se aferraba a él y luego caía sentada al suelo. El bajó también, arrodillandose y asegurandose que esté bien. Justo cuando estaba por abrir la boca, la joven le preguntó si la ayudaría a proteger a Iby, su familiar-lagarto-asesino, si llegase a pasar algo.

Ed pensó un rato y exageró un poco, llevandose la mano a su barbilla y fingiendo hacerlo con mucho detenimiento, frunciendo el seño y entrecerrando un poco sus ojos. Luego sus facciones se suavizaron en una sonrisa y llevó su mano a la mejilla de Tsuki para darle una leve caricia.
La vió tan frágil, pequeña y triste allí en el suelo que su primer impulso iba ser el de abrazarla, pero luego se mantuvo en su lugar y simplemente apoyó la mano sobre su hombro y respondió.

- Por supuesto que si, Tsuki. Después de todo, los amigos de mis amigos, son también mis amigos. - Al rato, se levantó del suelo y le tendió la mano. - Vamos, ¿No querías dar un paseo por la ciudad? -

Habían unos cuantos lugares que visitar en la ciudad y Ed quería verlos con la hechicera para que esta borre de su cabeza cualquier funesto pensamiento que haya hecho que caiga al suelo.