Segundo Puerto

Había vivido mucho. Bastantes años, tantos como un humano corriente sólo podría soñar, y esos catorce años de soledad se estaban expresando con toda su fuerza en ese momento. No había tenido dudas de que estaba viva, más aún, dudaba seriamente que estuviese muerta. Y desde que nuestras creadoras se habían hecho presente ante mí, sabía que ella seguía de esta lado de los brazos de Athanexis. Pero saberlo no había logrado hacerme sentir bien. Saberlo sólo me hacía extrañarla mucho más. La extrañaba más porque sabía que estaba viva, y esas islas no habían demostrado ser especialmente amistosas con nuestra especie. Temía que algo pudiese ocurrirle. Los humanos no aguantarían luchar solos contra ella, y siempre habría un grupo persiguiéndola, como posiblemente nos perseguían a nosotros.

-A una de las personas que busco. La danza con el viento forma parte de sus ritos religiosos. Algo parecido a lo que hiciste hace unas horas, sólo que era un equilibrio verdadero, y ponía a prueba mucho de ella.

No era precisamente a un humano a quien le relataría la ceremonia de agradecimiento a Sast, no sólo por el hecho de que los humanos no eran de las especies más confiables que había, sino también porque esa ceremonia era algo de lo que, si la paladín debía tener conocimiento, sería por Daliny, no por mí. Los ritos religiosos eran algo que no cualquiera tenía derecho a presenciar, sobre todo uno como el de Sast, la más privada y personal de las ceremonias.

-¿Tú hiciste eso por alguna razón en especial?

Me interesaba saber si, como sucedía con Daliny, ese baile poseía un significado especial para Arale. También me interesaba saber quién diablos era esa "Dama" que tan estúpido hizo a Stregek, pero ya llegaría a eso. Bien podría estar relacionada con el Creador, y eso relacionaría a esos fanáticos con los invasores de Werth.

- Ahm - fue todo lo que dijo asintiendo con la cabeza muy lentamente, sin su sonrisa. No dijo más por dejarlo hablar. A medida que iba encajando la información que le daba, menos importancia le daba a sus palabras tan hirientes.

De hecho, prefirió ver el lado rosa de todo aquello. Aun cuando no hubiese caído por la borda, seguría pensando que lo que hacía esa persona es perfecto, por el siempre hecho del lazo afectivo entre ellos, después de todo se trataba de alguien querido y a quien extrañaba. Un amigo.

Corrección, había dicho ella. Una amiga. Su expresión serena no se perdió, pero por un breve momento una sonrisita amenazó con aflorar, una de esas socarronas y medio cómplice. Se trataba de un ella y, aunque no existiera nada en su tono o en lo dicho que lo delatara, estaba segura que jamás vería como algo perfecto el complejo acto de consagración y lucha de un Danzante del Viento experimentado, no como ella misma.

Con todo gusto le habría gustado contarle cosas, de su Clan, de sus danzas, de como los rituales con las sombras antes de lanzarse al mundo realmente requerían todo de la persona, pero no podía. Y si lo extrapolaba a la Orden de la Dama seguramente se daría la vuelta y se iría.

Con su pregunta, por fin sonrió. La bonita y soñadora sonrisa de quien está a punto de hablar del mayor de sus amores, de aquello que le llena el alma de una forma en, solo a los niños, se les puede realmente felices antes de crecer, o en su defecto alguien enamorado.

No es que estuviera enamorada del viento, aunque bien podría ser, si bien efectivamente era una niña, el asunto iba mucho más allá. El viento era lo más preciado para ella, uno de los pilares de su ida y sin duda, el más fuerte.

- Eres tan cerrado a que solo tus creencias y emociones son válidas que no creo que lo entiendas de la forma en que yo lo veo. Para mi el Viento - su sonrisa se hizo un poco más amplia, sus ojos brillaron de una forma tan especial como si apego a este y de algo forma se distinguía la entonación de esa V inicial como un nombre propio y no como nominal, de hecho movió la mano y el Viento pareció reaccionar a su movimiento haciendo pequeñas espirales en torno a ella tras hacerse sentir junto a Breigal - es la parte mas esencial de mi vida, el verdadero amigo, el más cercano - sin que fuera notorio, se restregó contra ella, como un gato dando mimos y luego se apaciguó, aunque lo que sí fue notoria fue la caricia que le hizo Dulfary a la nada - así que no, si buscas un motivo trascendental por el cual lo hice, no lo hay - se encogió de hombros restándole total importancia - nuestra relación es demasiado especial como para que exista subordinación; a mi el Viento nunca me ha pedido nada, simplemente me nace del corazón jugar con él o en días como ayer bailar con él y para él -

Se seguía refiriendo al elemento como si fuera un ser, vivo, pensante, consciente y hablar, lo hacía solemne, sin llegar a alterarse, apasionada.

- Por qué la duda? Por cierto, tu también le haces bailes a tu dios? - preguntó con curiosidad.

-¿Yo? ¿Cerrado? Creo que te estás equivocando. No fui yo quien empezó a faltar el respeto en esa maldita taberna.

Decidí no decir nada más al respecto. No quería enervarme pensando en lo que había dicho ese maldito que estaba encerrado. Me quedé en silencio, prestando tanta atención como pude a lo que Arale decía sobre el viento. ¿Realmente pensaba que yo no sería capaz de entender, aunque sea vagamente, lo que ella describía?

-No tengo ningún dios. Lo que mi gente venera son diosas, que vi con mis propios ojos, y fueron quienes me enviaron aquí, luego de decirme que mis amigos están vivos.

Me hizo un poco de gracia que hablara de bailes. Las Ceremonias de Agradecimiento no eran bailes, la de Sast era lo más parecido a eso, pero se trataba de una danza. Sonreí levemente antes de responder.

-Y no, lo que hago yo es completamente distinto a un baile. Es un poco más extenso que eso, me adentro en un volcán activo a poner un mineral en un altar que hay adentro. Quizás suene arriesgado, pero no es nada que un agradecimiento sincero no solucione. Si no estás agradecido con mi diosa, el volcán entra en erupción contigo adentro del cráter -realicé un pequeño gesto, dando a entender que Arale ya debía imaginarse las consecuencias de que eso pase-. Como ves, mi agradecimiento a la diosa es sincero. -Me incorporé y comencé a caminar hacia mi camarote, a mitad de camino, aminoré la marcha y di media vuelta para mirar a Arale mientras le hablaba.- Ven, quiero que veas algo. En mi hogar, el viento también está vivo, es la manifestación de una de nuestras diosas.

Dulfary lo miró de forma crítica durante un momento, sopesando sus palabras, aunque mas bien recurriendo a sus recuerdos y primeras impresiones. Decía que él no había faltado el respeto en esa taberna, y según ella veía las cosas, todo se volvió un caos precisamente por esa razón. No pudo evitar sonreír un poco burlona, contener la una pequeña risa que murió como un hipito.

- De hecho sí, fuiste tú - lo dijo con toda la suavidad que fue capaz de usar e incluso buscando ser educada y respetuosa, no fuera a tirarla por la borda sin que esta vez fuera un accidente - Si lo piensas un poco y te pones en los zapatos de... nosotros, sí, iniciaste tú - iba a decirle que se pusiera en los zapatos del verdadero paladín, pero supo corregirse a tiempo

- La respuesta de Stergek fue un poco más hostil, de eso no hay duda, pero tu iniciaste, por muy infantil que suene decirlo así de mi parte - sonrió de nuevo, sonrisa que se fue perdiendo poco a poco según le iba contando sobre sus creencias y su panteón de dioses.

Corrección, diosas.

Por un momento se imaginó su extinta cultura como un matriarcado. Algo que entendía, pero que estaba algo lejos de la vivencia actual de su Clan, si bien en el pasado había existido Lideres mujeres, con, por supuesto, los ojos rojos.

- Sabes, muchos Clérigos y Paladines bien podrían decir lo mismo que tú. No que vieron a la Dama, finalmente ella misma fue una paladina de la Luz*, pero si la Luz misma, su calor y su esencia. O personas de cualquier otra creencia, los druidas para no ir mas lejos, ellos bien pueden haber visto a Gaia, la diosa y espíritu de la tierra el planeta, según ellos, claro está, en el norte también hablan de otros dioses y de personas que han tocado, hablado y escuchado directamente de ellos. Mi punto es que, no por que estuviste en presencia de lo que tu llamas diosas, lo hace la verdadera fé o la única verdad - se encogió de hombros - de más niña me enseñaron que eso que algunos dicen que es toda la verdad de fe o religiosa, es solo una parte -

Y por eso, entre los Kazekage, no existen dioses, o una cosmogonía diferente a la que inicia con: Con la primera luz que cayó sobre el mundo se creo la primera sombra. Y la sombra sintió dolor cuando quiso crecer y la luz se sintió herida cuando quiso tocarla.

Lo siguiente que le dijo le pareció la mar de interesante. Lo miraba casi con ojos brillantes, imaginando todo el rito de paso. El tocar la Sombra no estaba exento de un ritual de sacrificio, agradecimiento y hasta peligros. Pero Breigal hablaba de fuego, de tierra ardiente moviéndose por doquier, algo diferente a lo que vivían los suyos.

Tuvo que hacer un esfuerzo muy grande para morderse la lengua. Le habría encantado intercambiar con Breigal los rituales y ritos de paso que hacían los suyos, compartirlos con alguien que entendía que eran algo más que un formalismo o algo espiritual. Que venía del corazón.

Ladeó la cabeza. No, de la misma forma en que no los pudo compartir con Lohengrin en su momento, no podría hacerlo con el reoraf, menos con el reoraf, si quería mantener su pantalla, mas que caída, de Iniciada entre la Orden.

- Qué mineral llevas? - Preguntó con curiosidad, mientras caminaba tras él, rumbo a su camarote, con total inocencia y credulidad - Pues... no sé, qué te dijera. Yo tendría mis dudas, mira que tienes unas feas quemaduras en los brazos, al algo le falló la sinceridad de tu agradecimiento - no lo decía como afrenta, ni de forma retadora u hostil, solo como una ingenua observación sobre ese hecho, pecando de imprudente por lo franca y directa.

Por no saber guardarse para sí una apreciación tan personal y que podía traer ofensa, aunque ella no lo hubiera visto.

- Ojala que Ella no se haya molestando tanto y solo haya sido eso - un deseo de corazón.

Fdi: *Tema susceptible de edición debido a este punto en particular, porque no me acuerdo muy bien y ahorita mismo no voy a buscar

-Yo te diré algo que nosotros nunca hicimos con ustedes: buscar su destrucción. No importa qué tan lejos se encuentren, ustedes son iguales.

Escuché atentamente las palabras de la joven acerca de aquellos que también podrían haber "visto" a sus dioses, y en sus palabras, pude encontrar algo que podría enseñarle la diferencia entre la cultura que traía de mi hogar, y aquella que me recibió en la taberna.

-Lo que nos enseñaron a nosotros fue que las diferencias religiosas no son un motivo para destruir. Sin ir más lejos, los dos amigos que busco y yo, veneramos diosas diferentes. Yo aprendí que no se debe invadir un territorio porque sus habitantes no son como nosotros, y venero a la diosa de la guerra. No puedo decir lo mismo de ustedes. Y tengo enormes fundamentos para hacerlo.

Y como caído del cielo, llegó un comentario acerca de mis quemaduras. Justamente cuando preguntó acerca de la ceremonia.

-Esas quemaduras son una prueba de lo diferentes que son nuestras religiones. Cuando nos invadieron, hace catorce años, fui capturado y llevado a uno de los barcos. Me sujetaron a una silla y pretendieron que les revele la ubicación de nuestra creadora. Es increíble cómo el hierro caliente puede derretir la carne como si se tratara de una barra de hielo. Su ignorancia me salvó la vida. Creyeron que mi amiga es tan torpe como los guerreros que se ven aquí. La fuerza del Creador, esos cobardes creyeron que nos destruirían porque tenían la fuerza del Creador... No hay dios que sirva contra Daliny. Creo que no comenté eso... Invadirnos les costó sus vidas, a todos. Gracias a que, de alguna manera, la hicieron sufrir.

Guardé silencio y descendí hasta la cámara donde estaba encerrado Stregek. Me quedé del lado exterior de la puerta, aguardando la llegada de Arale.

-El mineral se llama nuxo. Creo que sólo se encuentra en Werth, y probablemente sea la razón por la que esos bastardos querían nuestras tierras. De él se obtiene un metal bastante resistente y ligero. No sé qué sucede con el que llevamos al volcán. Seguramente se funde como cualquier otro. Los sabios dicen que la armadura y la espada de mi diosa están hechos de nuxo, y por eso debe ser ese el mineral que llevamos al altar. Te presento a las 3 diosas de Werth. Athanexis, Sast y Husge -comenté señalando cada imagen a medida que las nombraba-. Quédate tranquila. Nuestras diosas saben cuándo estamos realmente agradecidos. Cuando no lo estamos, simplemente dejamos de existir. En nuestro hogar no se puede hacer algo impropio de nuestras diosas, en su nombre. Eso se paga caro. ¿Sucede igual con ustedes?

Era claro que mi pregunta buscaba saber qué clase de "Dama" era la que esos paladines decían defender.

Por un momento sintió la sangre hervirle por dentro. El corazón le latió con fuerza en lo que lo escuchaba hablar y juzgarlos a todos de esa forma tan arbitraria. Lo grave no era eso, lo grave era la respuesta que detectaba en su propia Sombra, la forma en que esta a su vez lo acusaba a él de ser un peligro, potencial, para el equilibrio.

Le costó lo suyo, no solo escuchar, sino controlar la Sombra para que no fuera a ocurrir una desgracia. Entendía, en lo más profundo de ella, que esa era su forma del ver el mundo, que había sufrido mucho y los prejuicios eran una respuesta natural.

Pero cuanto más lo escuchaba, más veía que a Breigal no le importaba y se empezó a preguntar hasta que punto era una reacción o simplemente parte de él.

- Nosotros tampoco lo hicimos - respondió tajante cuando se sintió acusada de destruirlos, de hecho, se le sintió claramente a la defensiva, casi hostil - que fácil es para ti juzgar a todos, todos, todos, por un mísero grupo, mucho mas sencillo que querer mirar más allá de tus narices y de tu egoísta dolor - lo acusó Dulfary a su vez, apretando el puño - A diferencia tuya para mí no es cómodo decir que todos los reoraf son unos bocones de mierda que solo piensan en sí mismos y les vale hongo herir a los demás solo por pensar diferente -

Su mirada se tornó desafiante, estaba molesta de nuevo y no le importaba, lo peor que podía pasar era que le dejara de hablar. O al menos eso creí a ella.

Tomó aire y trató de serenarse. Para pelear se necesitan dos y debía hacer lo posible por no empezar ella.

- Visto así, es muy difícil creerte eso de la pacifica convivencia entre tres religiones. Eran la misma cosa enfocadas desde ángulos distintos - sus palabras tal vez no era muy claras, pero se refería a que eran una sola religión (o como lo quisieran llamar) a final de cuentas, así que no tenía mucho sentido agredirse por seguir a una u otra diosa.

- Las religiones nada tienen que ver con los actos de quienes las siguen. Por eso aprendimos a no fiarnos de las intenciones de una persona u otra, solo por profesar tal o cual religión - en medio del enojo, había pecado de imprudente, pues ese era el pensamiento del Clan, por tanto su pensamiento como kazekage y no tenía mucho sentido que alguien que sigue una religión en particular lo dijera en esos términos, menos una que parecía tan cerrada como la de la Dama actual - Incluso en nuestra misma Orden hay quienes siendo muy buenos siguen las enseñanzas de la Luz y la Dama, y otros, diciendo a cuatro vientos que son muy devotos pero haciendo cafradas como los que te hirieron así, que no he dicho que sean de nuestra Orden, pero como tu insiste TAAAAAAAAAAAAAAAnto en que fuimos nosotros, pues... - lo miró rayado y volvió a avanzar.

Ahora que callaba, la imagen de lo que le hicieron a Breigal tomó fuerza en su mente, demasiada fuerza y, más allá de su control, le dirigió una mirada de compasión, pero seguía sin aceptar su proceder o su discurso.

Relajó su tono, agregó con suavidad a ver si así entendía un poco su enojo y empezó a hablar

- No has detenido a pensar que muchas personas se rigen por lo que otros les ordenan y cuando llega un momento de mucha presión o de ilusiones no les queda más que fé? - le quiso dar el beneficio de la duda y por eso lo planteó como pregunta - O es que tu nunca has creído que puedes hacer grandes cosas solo porque cuentas con el apoyo de tu diosa? -

Se quedó callada para escuchar lo demás que tenía que decir y contempló las imágenes que le mostraba de sus diosas. De nuevo, era doloroso ver un ala, pensar en Kelisay y en su mirada de despreció, pero esta vez no bajó la mirada, sino que la dirigió a Breigal, aun con esa compasión, pero con seriedad.

- Es una pregunta retorica? por que me gustaría que escucharas, no solo que oigas como un ruido, sino que escucharas mi respuesta - tomó aire y empezó a hablar de forma pausada, sometiéndose a la prueba de ser convincente para otros en un discurso aprendido con el que se tendría que abrir puertas para seguir adelante con su misión.

- Cada cual mira con su propio cristal qué son actos impropios...ya la Dama y la Luz los juzgará de acuerdo a lo que realmente hay en sus corazones y lo hubo al hacerlo. Esa es mi visión, pero no faltará quien diga que la Dama juzgara y castigara con severidad y justicia... - esbozó una sonrisa, agregando divertida por lo absurdo que le parecía - y mucho fuego - e incluso puso los ojos en blanco, luego borró un poco su sonrisa - a aquellos que se aparten de sus preceptos y sucumban a las tentaciones del mal. Y actuar en forma inadecuada en su nombre lo incluye ... -

Para la muestra, tenía la persecución a la que habían sometido a Lohengrin. Sin poder evitarlo, echó un vistazo en la dirección en la que debían encontrarse embriagándose, aun cuando hubiera puertas, cuartos y bodegas enteras, entre ellos.

- Dentro del culto a la Dama, se espera de un creyente que asista a los oficios religiosos, se comporte con rectitud, obedezca las leyes, y haga cosas en favor de la comunidad; visto así no hay espacio para usar de forma impropia su nombre, aunque no faltan las expresiones cotidianas como “Valgame, Dama!!”, “Por la Dama, que cosa tan.. bonita o fea o complicada, o lo que sea”. Además, desde su lucha contra la oscuridad hasta ahora, la Dama es protección contra las fuerzas del mal y por tanto todo lo que perjudique al orden y a la comunidad, estará muy mal visto y juzgado duramente por la Dama. Pero como te digo, el deber ser de las cosas puede ser muy diferente al proceder de las personas y según la cábala en la que preguntes te dirán algo diferente -

Llegado a ese punto no estaba muy segura de si le había respondido o no a su pregunta, pero bajó la cabeza y la mirada y agregó en voz baja, solo para ellos dos:

- En serio no comprendo por quá dices que solo aquello que te motiva a ti es lo válido o la buena causa... pensaste alguna vez que esos hombres que se lanzaron al ataque, aferrados a la fé en su creador podían estar convencidos que estaban haciendo lo correcto? un bien al mundo aunque a la hora de la verdad estuvieran en un error? - al terminar de hablar, no levantó la vista.

-¿Pensar diferente? Insultó mis creencias, eso no es pensar diferente. Si yo fuese como ese tipo, en este momento él estaría sepultado varios metros bajo tierra.

A estas alturas ya no sabía si sonreír o sentirme indignado por las palabras de esa mujer. Lo único que le faltaba a mi noche era que me acusaran de agredir a la gente que pensaba diferente... Nos faltaron el respeto, y fue esa la causa.

-De hecho, sí somos egoístas. Por pensar en ustedes nos traicionaron. ¿Cómo esperas confiar en alguien que masacra tu cultura? -Luego, añadí a su observación:- No es una misma cosa enfocada desde diferentes puntos de vista. Los diferentes puntos de vista, formaron una misma cosa. Puedo sugerirles lo mismo, nos funcionó durante miles de generaciones.

Su explicación sobre los distintos tipos de seguidores de la luz me hizo estar aún más convencido de que sus dioses (o al menos esa tal Dama) no compartían los principios de las nuestras. Lo cual sin duda era una suerte para los humanos.

-Fue tu amiguito el que me hizo relacionarlos. Agradécele si le queda aire cuando abra esta puerta.

Fe... Palabra curiosa, que relacioné con eso que nosotros llamábamos Agradecimiento. Por las palabras de Arale, la Fe parecía ser algo parecido a eso, una especie de confianza ciega en la protección de una deidad.

-Estoy agradecido con mi diosa, pero no soy yo quien siente algo parecido a lo que describes. Los que sienten algo parecido son los que creen en Athanexis -le comenté señalando la figura que representaba a una mujer alada-. Su Agradecimiento es el más peligroso de todos, y el único que jamás tuvo un muerto. Literalmente, dejan su vida en manos de su diosa.

Regar una semilla con la sangre de uno mismo, durante un día entero, no era algo que imaginara presenciar en un humano. Recordaba que las palabras de Talin antes de cada aniversario de su nacimiento eran las mismas: "Ella me protegerá". Había humanos que consideraban loco a alguien que se cortara a sí mismo una parte del brazo o del rostro... ¿Qué dirían esos mismos humanos si presenciaban una Ceremonia de Agradecimiento de Athanexis? Y era eso también lo que explicaba por qué algunos seguidores de la diosa de la vida eran capaces de ignorar las heridas durante un combate: ellos derramaban su sangre cada año, a voluntad.

-Sí, no tengo dudas de que pensaron que hacían lo correcto -respondí con voz sombría-. Pero fueron sus métodos los que me hicieron odiarlos. No sé qué pensaron que encontrarían ahí, pero fueron demasiados. Nuestro hogar era pequeño, como nuestro número. Y aún más reducido era el grupo que podía hacer algo para defendernos. Creo que si hubiésemos sabido desde un principio a qué iban, nuestro destino podría haber sido otro, pero ellos comenzaron a atacarnos. Pecamos de confianzudos.

Entonces, recordé nuevamente mi breve cautiverio en el barco. Ellos querían saber dónde estaba Ind, preguntaban por la demonio que arrebató esa isla al Creador. Localización que yo desconocía, y que hubiese callado en caso de conocerla. Y entonces, apareció otro hombre solicitando refuerzos, para acabar con una joven poseída que los estaba matando a todos. Recuerdo aún hoy que miré a mi interrogador a los ojos, sonriéndole, y le dije "Si ella lloró, están todos muertos".

-Los invasores querían llegar a nuestra creadora -continué-. Para eso fue que me interrogaron, para saber dónde encontrarla. Y creo no equivocarme al incluirte a ti en el montón. Ustedes piensan que somos demonios, pero no es así. Quizás es por eso que me atacaron en la taberna, ¿cierto? ¿Me consideraron un demonio?

Miró fijamente a Breigal mientras este hablaba. Lo primero que pensó era que se trataba de alguien muy cínico que acomoda los hechos a lo que le conviene o solo a lo que él piensa, pero antes de enojarse de nuevo, se echó a reír. Simplemente no podía creerlo.

- Pero si tú insultaste primero a la Dama y a nosotros, incluso me atrevería a decir que trataste de ridiculizarla solo porque crees que tu tienes la única verdad sobre las deidades – estalló en risas – que cínico eres – volvió a reír y no podía contenerse. Ya el asunto no iba sobre el enfado, el asunto la superaba y, ya que la suya no era la religión de la Dama, la hacía reír. Eso, sumado al infantil juego en el que ambos estaban inmersos del "tú empezaste, no, fuiste tú"

Tarde se dio cuenta que eso podía ponerla en evidencia sobre su situación, alguien realmente perteneciente a la Orden tal vez no le causara gracia y habría dicho sus mismas palabras en un tono totalmente diferente que bien podía ser “indignado” pero ella no. Y le estaba costando controlarse.

- Stregek te atacó por ofendiste de forma intencional a la dama y además te burlaste de su creencia y le dijiste que solo la tuya era válida y en caso de no, mejor que la suya. – trató de retomar su rol, incluso sonar ofendida, pero no lo logró muy bien, aun parecía causarle gracia toda la situación y en el fondo de alegraba que los suyos no tuvieran que pasar por toda esa clase de situaciones.

De hecho le tomó su tiempo pero lo hizo, volvió a una actitud sería, justo a tiempo para prestar la debida atención a eso de la traición. No pudo evitar pensar en el ejercito de los Lobos Rojos, los cercanos en tratar de destruirlos como Clan. Hay, como tal, no había traición, pero la sensación de destrucción inminente debía ser parecida, o eso pensaba la niña. Y sin embargo, Breigal, en medio de todo, tenía razón en algo: Stregek había sido demasiado efusivo en sus acciones, como el mismo el reoraf.

- A mi, sácame de esa cochada – sonó mas a advertencia que a solicitud, casi hostil, casi una orden, pero de nuevo retorno la serenidad a sus palabras, mostrándose tan empática como era - Estas lleno de resentimiento Breigal. No te lo reprocho, que no lo comparta no quiere decir que no lo entienda. Perdiste mucho, por no decir casi todo, por una causa injusta y nadie podría justificar o aceptar más que aquellos que seguían ordenes en su momento. Tu dolor e ira hacia los dirigentes es comprensible, es una herida que, aunque me parece muy triste, tomará mucho mas tiempo en sanar, pero todos los demás no es que tuvieran mucho más que hacer. Por lo que me has contado, tú no eres un soldado, ni nada que se le parezca, has contado con la terrible responsabilidad de la libertad de tomar tus propias decisiones, así que no espero que logres ponerte en sus zapatos –

Lo miró de forma fija, traspasando los ojos de Breigal, con demoniacos ojos rojos, brillantes, inocentes, pero sondeando, como si no lo mirara a él, sino directo a su alma y viera lo que realmente está ahí, como si con una lupa le mirara el corazón. Y, entonces, la niña dio un paso atrás con un leve deje de temor en su mirada, pero frunciendo el ceño determinada.

- Stregek piensa que eres un demonio. Yo no lo pienso. Yo lo sé – lo dijo contundente y a la defensiva – Y si no lo eres, el pacto que tienes con el que te sigue es tan estrecho que los hace ver como uno solo, lo que es peor. Pero… -

Bajó la guardia, dudando, pero sin quitarle la mirada de encima.

Pero había había algo muy raro en todo aquello, porque si las cosas eran de una forma u otro, el corazón de Breigal se veía lleno de lo que ella había dicho, odios y resentimientos, pero mas allá de eso no era oscuro, no había maldad en la pura expresión propia de un demonio o de alguien ligado a uno de ellos. Esta muy lejos del equilibrio, tanto como para llamarlo (de forma inadecuada) anatema, pero no era un ser oscuro y terrible.

El asunto era que no podía expresar ese detalle en voz alta, no así tan a la ligera. Aunque intuía en su interior que tarde o temprano lo haría, sino con esos términos, en unos peores.

Decidí que no tenía sentido hacer que la paladín viese aquella verdad tan evidente. Bueno, no era "ver" el verbo adecuado, sino "aceptar". Era su condición de humana la que evitaba que ella aceptara la estupidez cometida por Stregek, por alguna razón los humanos me resultaban más tercos que los ancianos de Athanexis en cuanto a tener la razón. Aquellos hombres y mujeres se consideraban dueños de la verdad por haber vivido varios siglos bajo el cuidado de la diosa de la vida, y si bien eran realmente detestables, quería estar junto a mi amigo Talinthraxus cuando él se creyera la voz absoluta de las verdades del universo. Esa conversación con Arale me servía de práctica. Lidiar con alguien que aseguraba que fui yo el que empezó con el insulto a las deidades cuando ese engendro me llamó "infernalista" sólo porque manifesté vivir bajo el cuidado de 3 diosas en lugar de aquella que llamaban "Dama", seguramente serviría para esas futuras charlas acerca de las razones de las acciones de cada ser que habitara el planeta.

Por esa razón, por esa convicción de que sería inútil discutir sobre algo que nos llevaría meses sin que llegásemos a nada, callé y escuché lo que tenía para decir. Las palabras que usé para demostrarle que su fe era ciega tuvieron su origen en la superioridad que Stregek se atribuía por seguir a la Dama. Ser un paladín de la Dama debía ser más o menos lo mismo que ser un Sabio de Athanexis, un Hechicero de Sast o un Brazo de Husge. La máxima jerarquía de cada diosa. Y si ser un paladín no era tal cosa, debía ser algo muy aproximado. Imaginaba lo que sucedería si un Sabio de Athanexis empezara a creerse la gran cosa porque había tenido semejante logro, y lo mismo pasaba con el Hechicero de Sast y el Brazo de Husge. Era sólo un mayor conocimiento espiritual. Ninguno se creía superior porque nuestras diosas eran claras al respecto, como bien se aseguraban nuestros guardianes de hacérnoslo saber: quien tuviese un complejo de superioridad, sería despojado de toda su fuerza y sometido al juicio de Ind. Recordaba haber presenciado un caso, en que un Hechicero de Sast Se consideraba a sí mismo un semidiós, y pronto sus ojos y su cabello se tornaron negros, tras lo cual desapareció y jamás se lo volvió a ver con vida. Su cadáver fue encontrado poco después, sin dar señales de haber sido escogido por una diosa en algún momento de su existencia.

-Sí, es cierto lo que dices -añadí finalmente-. Tengo mucho resentimiento. Pero no creas que estoy de acuerdo con eso de que hicieron lo que los obligaron a hacer. Uno siempre puede elegir. Incluso cuando no es uno quien maneja su destino.

Nosotros éramos el más claro ejemplo de eso. Aún cuando era nuestro guardián quien guiaba nuestros actos, nosotros teníamos el poder de decidir. Después de todo, el cuerpo era nuestro, y si bien con el paso de los años la confianza se hacía absoluta, muchas veces decidíamos omitir ciertas acciones o realizar otras, y nuestros guardianes nos obedecían. Imaginaba que los humanos, como raza superior que se creían, también tenían esa capacidad. ¿O era acaso que no la tenían y detestaban eso de nosotros? Mi especie era la prueba más contundente de que el poder del Creador no era absoluto, como todos los relatos humanos dicen. Nosotros éramos seres ajenos a su voluntad. Nacimos sin su previa aprobación, y no seguíamos sus indicaciones sobre lo que hacer y lo que no.

-Es normal que piensen eso de mi gente. Parece que ustedes no son capaces de ver más allá, como lo hacíamos hace 14 años. Es lo que sucede cuando nuestros orígenes son distintos, creo yo.

Unos, creados por un dios para gobernar el planeta. Otros, creados por una demonio, para habitar una isla. Y al pensarlo, me di cuenta de que nosotros cometimos un error aún mayor del que pensaba al confiar en los humanos. Ind sabía que algún día nos atacarían de esa manera. Por eso nos dejaba un guardián a cada uno. Lo que no entendía era su ausencia durante la invasión. Se había materializado, pero 14 años después. ¿Había procurado que sólo quedásemos tres? ¿O acaso era parte del plan que los tres terminásemos por estas islas, vagando hasta encontrarnos nuevamente para volver a casa? Y si así era, ¿qué se suponía que debía pasar durante nuestra estadía? ¿Acaso debíamos... convivir con humanos?

-Y sin embargo -añadí- no maté a ninguno de ustedes. Si, efectivamente, soy un demonio, nuestras culturas pueden ser muy contrapuestas en la manera de verlos. Probablemente ustedes quieran imponer sus creencias y hacer de su religión una verdad. Y por eso nos invadieron, y por eso insultó de esa manera a mis diosas, y por eso consideran infernalista a todo aquello que sea distinto.

Si Breigal hubiese dicho muchas de las cosas que pasaron por la cabeza, Dulfary habría discutido mucho más él, es cierto, pero también habría aprendido un poco más sobre los extraños reoraf y hasta entendido muchas de las actitudes del pelirrojo que tenía frente a ella.

Entendido, no compartido, De hay que le siguiera discutiendo a pesar de eso.

Ladeó la cabeza ante la mención de decidir por sí mismos el destino

- Mamá decía que hacía bien en buscar mi propio camino - esa mención a su madre, el nombrarla, sonó como una niña sin darse cuenta siquiera - y K... un a... un conocido y yo llegamos a la conclusión que el destino era como un mapa y uno decidía si recorrerlo. Pero la fuerza de decisión radica en uno mismo, no crees? Y quienes son soldados, como nosotros, el decir no a una orden, muchas veces acarrea más dificultades que libertad... - dejó la idea en el aire y de pronto se echó a reír - será por eso que todos dicen que doy tantos problemas? - siguió riendo pero la pregunta era para sí misma más que para Breigal - lo siento, lo siento, es una conversación sería, no lo pude evitar... y sí es bien cierto que no los justifica - tras esas palabras enfocó toda su energía en controlar la risa hasta que lo logró, a tiempo para continuar con la conversación.

- Un demonio es un demonio - dijo en voz baja, pero no a modo de secreto - y como tales, mi gente los combate cuando están libres por la tierra, peligrando el equilibrio - esta vez bajó un poco la cabeza, no esperaba que lo comprendiera, después de todo para él no parecía algo malo un demonio, pero cuando le dijo que sí, que era un demonio, dio un notorio y receloso paso atrás, llevando la mano a su bolsa de armas, mirándolo entre la determinación y el miedo, perfectamente evidente que estaba en guardia, pero sin poderse determinar si para atacar o defenderse.

- A mi no me interesa imponer creencias o religión, pero si eres un demonio el asunto es muy distinto - no dio otro paso atrás, pero estaba totalmente tensa en lo que en su garganta se formaba un "Anatema" que no llegó a expresar por la fuerza de los latidos de su corazón.

Demonio o no, no vio maldad per se en su interior. Eso era lo que la hacía dudar.

K... un a... ¿Por qué se esforzaría Arale en ocultar la identidad o lo que fuese de ese conocido? ¿Moriría acaso si lo nombraba? ¿O si terminaba esa palabra empezada con A?

-Pues en ese caso, hay una grave falla en la moral. Desde mi punto de vista, alguien que piensa que está bien asesinar a un niño debe morir. Y alguien que cree que eso está mal, pero deja de lado sus ideas por miedo a las consecuencias, tampoco vale la pena. No soy de los más valientes en mi tierra, pero las convicciones que cada uno tiene son defendidas. Incluso creo que la persona más respetable es aquella que defiende sus valores, teniendo muchísimo miedo de las consecuencias. -Cuando se rió al hacer ese comentario que sonó a pensamiento en voz alta, le sonreí levemente.- Si das problemas por defender tus ideas, aunque ahora mismo estés intentando justificar una masacre, eres alguien que merece mi respeto.

Sí, un demonio era un demonio, pero eso no justificaba el trato que tenían. Había añadido la palabra "equilibrio", y no parecía que su compañero luchara por lo mismo. Inundar el mundo de luz, o al menos lo que él llamó luz, no era lograr el equilibrio. Hace falta tanto luz como oscuridad. Tanto amor como guerra. La miré mientras se resguardaba ante algún tipo de poder demoníaco que yo parecía estar a punto de utilizar. ¿Tanto recelo por la simple idea de que yo pudiese serlo?

-¿Ustedes luchan por el equilibrio? -le pregunté finalmente, inquisitivo.- Porque no daba la impresión de que Stregek persiguiera lo mismo. Él parecía tener la intención de inundar todo el mundo de algo que llamó "luz", y cubrir la tierra de luz no es buscar el equilibrio.

Frunció el ceño nuevamente, esta vez ofendida.

- Yo en ningún momento he dicho que apruebo una masacre, deja de poner palabras en mi boca, más cuando son son tan horribles - de nuevo parecía molesta - yo no te he faltado el respeto por mas anatema y demonio que seas ni me he puesto a inventarte cosas, sino que lo he hecho de otras maneras, así que déjate de esas vainas conmigo - ambas palabras las dijo como si de insultos se trataran - como se nota que en tu vida has tenido que seguir ordenes, que tenido que plantarte ante la disyuntiva de tener que cumplirlas. Qué sabes de la gente que fue hasta tu infierno personal? Nada, no sabes absolutamente nada de ellos o siendo el demonio que eres habrías ido directo a sus tierras a la estúpida tarea de cobrar venganza. Sabes tan poco de ellos como ellos sabían de ustedes, porque para tu información, obviamente no lo sabes ni te lo has planteado, algunas consecuencias no recaen sobre la vida propia sino sobre la de los demás -

Tomó aire un momento y lo miró con cierta perspicacia, casi con desconfianza, si es que ese termino cabría, en ese momento, entre los dos

- O me dirás que enviarías a un futuro horrendo, de pena, seguramente de dolor a tus amigos solo por no seguir una orden? Nunca has tenido nada que te importe realmente como para detenerte un momento a pensar qué pasará con las personas que dices que quieres o que te quieren? No señor Anatema, no todo el mundo funciona por la avaricia o la falta de valores o de principios y de coraje. Y no... - ahora si alzó la voz bastante - NO LOS ESTOY JUSTIFICANDO Y NI APRUEBO LA IDIOTEZ DE IR A MATAR UNA CULTURA POR EL INTERÉS DE UNOS POCOS!!! - casi al punto de gritarle - así se trate de una enorme manada de demonios con todos los peligros que representan para el mundo y la existencia -

Apretó los dientes al terminar y de pronto, con la ultima afirmación de Breigal su expresión de indignación se esfumó radicalmente y hasta pasó saliva.

Había metido la pata hasta el fondo. Había hablado de más y se puso en evidencia. Perdió del todo su tensión y la postura en guardia, mirándolo a los ojos, respirando agitada mientras trataba de articular alguna respuesta convincente al respecto que no llegaba, lo que hacía verla aun más en evidencia de ser tomada fuera de base por cada intento de modular y la expresión sorprendida de sus ojos.

Volvió a tomar aire despacio, buscando retomar el control. Era una especie de suerte el haber errad así delante de él y no de alguien más, pero tenía que solucionarlo y de forma inmediata.

- Dentro de los dogmas... cánones... y enseñanzas de la Dama, ambas vías son válidas - trató de argumentar, justificarse - El ... equilibrio trae paz, prosperidad y luz interna a todos, es... una forma diferente de verlo - mantenía los ojos con demasiada firmeza en los de Breigal, esperando ver hasta que punto se comía o no sus palabras.

La reacción de la paladín fue inesperada para el joven reoraf. Joven, si se tiene en cuenta que aquella especie podía llegar al milenio de vida, y se habían registrado casos de personas que superaban esos años. No es que la reacción fuese inesperada, en cierta forma, él esperaba algo así. Pero toda esa agresión le parecía exagerada, e incluso su sermón sobre la obligación de obedecer órdenes. ¿Justamente él, un seguidor de Husge, iba a "no saber" lo que era obedecer una orden?

Sin embargo, el problema no fue que Breigal se indignó a su vez, al escuchar la exageradamente agresiva respuesta de la mujer. El problema fue que, por alguna extraña razón, algo de todo eso lo divirtió, y a pesar de que su guardián le advirtió (No servirá para nada, sólo traerá problemas), el reoraf sonrió, sin apartar sus ojos de Arale. Hablar durante años sólo con un demonio, que además sólo podía ser visto por él, le había quitado ciertas prudencias que deben tenerse cuando se discute con alguien. No sonreía para burlarse de la paladín, pero Breigal no parecía recordar que ese gesto, en ese momento, era bastante inadecuado e inoportuno.

-Claro que tengo a alguien -respondió sin miramientos-. Y si alguien pretende que haga algo contra ella, puede darse por muerto.

Sus palabras sonaron increíblemente serias. Contrastaban demasiado con esa sonrisa que hacía sólo un instante estaba instalada en su rostro, pero que ya había sido reemplazada por unos labios tiesos. Tal fue la rapidez, que podría pensarse que Breigal había cambiado de cara en una fracción de segundo.

Y fue con esa expresión rígida que miró a Arale mientras ella intentaba encontrar palabras para responder a la pregunta del reoraf. En otras circunstancias, el pelirrojo habría pensado que su súbita severidad habría intimidado a su compañera de velada (inusual, pero velada en fin), pero creía haber pasado el suficiente tiempo con ella como para estar seguro de que no se dejaría intimidar. Lo que le pasaba, y tanto Breigal como Phabendior estaban convencidos, era que no sabía qué decir. Algo definitivamente no cuadraba en todo eso.

-¿Luz interna? No había ningún interés en que sea interna. -Phab le había sugerido una idea que parecía muy prometedora.- Tú y Stregek tienen de "hermanos" lo que tú y yo tenemos de pareja ideal. No creo que les enseñaran lo mismo. No sé si es una religión poco sólida, o si pertenecen a mundos distintos. Y tampoco me interesa.

No importaba cuánto lo repitiera aquella joven, luchar por la luz no era buscar el equilibrio.

La sonrisa de Breigal no le pasó desapercibida, de hecho, fue una de las cosas que la impulsó a seguir con su perorata de indignación.

- Pues bien puedes ir empezando con ... - dijo totalmente decidida y desafiante, pero se detuvo a tiempo. Por fortuna, algo dentro de ella le dijo que callara y escuchó a ese algo. Decir lo que estuvo a punto de decir "empezar con nosotros, porque si es un demonio al menos yo no tendré la consideración que he tenido contigo" habría significado llevar la discusión a otro nivel, sólo por hablar mientras estaba airada y no desde su real sentir y actuar.

Provocarlo más, amenazar lo que era querido no llevaría nada, solo lastimarlo y por más demonio que fuera, no creía que lo mereciera.

- A veces me da la impresión que entiendes mi punto, pero no te importa - lo dijo con mucha más delicadeza. Además de su metida de pata que por fortuna desvió el asunto en otra dirección.

Sin embargo en una vía que no la favorecía en lo absoluto. Podía hacer muchas cosas, en especial porque no le creía cuando le decía que no le interesaba. así solo fuera mera curiosidad, él tenía dudas e interés en el extraño asunto y esa apreciación le aceleraba el corazón.

Aun así, mientras más recaía en sus palabras previas, más sencillo se planteaba todo, incluso, de forma tardía, sacudió la cabeza como si no hubiera entendido por no escuchar bien o no atender, pero tenía la base para el impase

- JA!! las ganas mijito!! Pareja tuya las pelotas del marrano, ya quisieras tú que alguien como yo te parara bolas en lo más mínimo!! - no parecía indignada, más parecía divertirle la situación y lo aprovechó para desviar la atención de la conversación en otro sentido - A llevarle tus impúdicas pretensiones a la más vieja de tu casa - hasta bufó con una casi risita, que inmediatamente sofocó no fuera a herir su susceptibilidad - Ehm... no, perdón, no es que tengas nada malo, quiero decir, además del hecho de ser un demonio o tener pactos con ellos, es solo que... ehmm... jeje - parecía avergonzada ahora - No. Stregek y yo sí, hermanos de Orden, tú y yo, no, nada de pareja, sin ofender - le brindó la mas encantadora de sus sonrisas para resarcirse.

-¿Ganas? ¿Insinúas que tengo ganas? -replicó el reoraf, evidentemente ofendido. -Pero por favor, como si fueses digna de... como si fueses algo al lado de ella. -El énfasis utilizado por Breigal podría haberse interpretado como malintencionado, pero no tenía otra motivación que el deseo de decir la verdad. No pretendía herir ni ofender con ese comentario, sólo quería ser sincero.

Pero aún sin tener intención de herirla, un profundo deseo de hacerlo iba creciendo dentro de él, poco a poco, como si una pequeña fogata la estuviese cociendo.

-¿La más vieja de mi casa? -Siguió, decidido a no mostrar el tacto que su acompañante tampoco estaba demostrando.- Sí, será muy romántico. Volveré a casa y profanaré un par de tumbas para declararme. El problema es que algunas quedaron tan desfiguradas que resulta difícil saber si estando vivas tenían o no arrugas en la frente. Incluso recuerdo a una que perdió el mentón mientras la llevaba al Cementerio de fuego. Sí, eso será precioso.

La verdad es que a Breigal no le importaba si tenía o no algo malo para esa mujer. Resopló indignado y miró en la dirección en que había enviado al búho de Sast, y cerró su ojo izquierdo. Vio, aparentemente desde las ramas superiores de un árbol, una ciudad a la distancia. El búho era inteligente, y sabría mantenerse oculto por si veía algo interesante. Las evidencias de una invasión se presentaron rápidamente en la mente del reoraf pelirrojo, pues hacía muy poco tiempo que había dejado su hogar, y gracias a eso recordaba perfectamente el aspecto de la ciudad donde vivía. No había señales de sus amigos, pero el lugar era grande. Además, las figuras armadas que podían vislumbrarse evidenciaban que al menos uno de los reoraf no estaba allí: Daliny, sin lugar a dudas, estaba en otra parte.

-¿Cuántas islas hay por aquí? -preguntó finalmente Breigal. No tenía ganas de hablar de su cultura de la forma en que la conversación había desembocado en ese tema. Él ya había demostrado su respeto a los muertos, devolviéndoles su dignidad. Dudaba mucho que la mujer que tenía frente a él hubiese hecho lo mismo. Podría haberlo hecho en menor magnitud, pero como bien sabía Breigal, una cosa es despedir a una persona o un grupo de personas y sentir que todo acabó; y otra muy distinta es saberlo. Una cosa es sentirse solo, y otra es realmente estarlo.

~Perfecto ~ pensó para sus adentros y logró contener una sonrisa. Había desviado su atención hacia lo más frívolo del comentario del reoraf y lejos de la simple asociación de hermandad entre Stregek y ella... asociación que no existía.

Pero no todo podía ser ganancia. Quién se creía para venir a pordebajearla comparándola con... ¿ella. Esta vez sí sonrió. Una sonrisa tierna e infantil de "te pilé, estás enamorado!!" y no le costaba trabajo asumir que se trataba de una de las personas a las que estaba buscando.

Seguía entendiendo muchas cosas de Breigal, pero no compartía la mitad de ellas y ni hablar de sus métodos y actitudes. Tal vez por eso, y porque se dio cuenta que su intento de desviar la atención fue mucho más de lo que esperaba, la sonría que lucía se esfumó de forma notoria y hasta abrupta.

Lo dejó hablar, lo dejó desahogarse, lo dejó poner los ejemplos más espantosos que a ella se le hubieran podido ocurrir.

- Ya. Y eres el único que ha perdido a todos sus seres queridos. Y eres el único en la faz de la tierra que ha perdido a su cultura y su gente. A mi no me ha pasado y quiera el Viento y la Sombra que jamás suceda, pero, hasta cuando vas a dejar que eso te saque de quicio? hasta cuando vas a estar llorando sobre la leche derramada? - lo miró muy seria, con expresión, tono y actitud de desaprobación por lo que Breigal estaba manifestando que incluía una lenta negación con la cabeza, esta vez lo dijo sin levantar la voz.

- Es que ni por que existe un ella por el cual seguir adelante dejas de hacerlo, tenaz.. - chasqueó la lengua - .y eso que pedí disculpas, porque pudieras pensar que piense que tienes algo malo, pero disculpas al fin y al cabo - seguía con ese tono de desaprobación, más parecido a una madre decepcionada con su pequeño y a quien no quiere regañar alzando la voz, incluso, negó nuevamente con la cabeza

Tomo aire despacio, de nuevo, y empezó a hablar en un tono mucho más empático.

- Mira, yo sé que parece que no te importa, pero quiero creer que sí te importa, qué le vamos a hacer si soy así de noble, pero no puedes esperar que si me botas frases que son ofensivas para mí, aunque a ti no te lo parezca, yo me quede tan boba y campante como para poner la otra mejilla y que vuelvas a golpear; si tú no estas dispuesto a ponerte un poquito en el lugar de otro por todo eso que te carcome por dentro, yo tampoco puedo estar aguantando y entendiendo y tomando aire y siendo linda y comprensiva, no te creas, yo también tengo mi límite. Trato de entenderte, de ver un poquito más allá pero entonces das otro golpe - levantó la mano para detener cualquier replica al respecto - puede que tu no lo veas o que pienses que exagero y que son solo lloriqueos de niña tonta, puede ser así, pero es así como me siento. Como sea... - tomó aire de nuevo - eso no me da ningún derecho a rendirme ante la situación y regresar el asunto con una agresión mayor... - se llevó la mano al corazón y lo miró a los ojos con sincera disculpa y algo de compasión - lo lamento... perdóname, no soy nadie para juzgarte en la forma en que expresas tu dolor, ni en nada - hice una mueca, de esas con las que admites haber cometido un error y por eso te disculpas y bajó la mirada despacio, por fin.

- Para desahogar todo ese resentimiento que tienes dentro y las cosas horribles que has vivido y que te carcomen el alma puedes seguir haciéndome enojar, si es que eso te ayuda, porque a pesar de todo, estoy dispuesta a escucharte, que a ti no te guste lo que yo tenga que decir, es otro asunto. Para información de las islas, consíguete a un guía turístico... yo no lo soy - las ultimas cuatro palabras las dijo casi sombría, tras lo cual se dio la vuelta y empezó a regresar a cubierta

-Hasta que se haga justicia -respondió de manera cortante. Breigal había pensado en eso muchas veces, esas imágenes invadían sus sueños desde la primera noche tras la invasión. Se veía a sí mismo, equilibrando la población de las partes. Era consciente de que su habilidad estaba muy por debajo de la que tenía Salket, pero siempre lo pensaba: durante la invasión humana no murieron solamente guerreros.

Le provocaba repugnancia pensar que su creadora se había basado en la figura humana para crearlos. Breigal sabía perfectamente que su gente jamás habría hecho algo como eso, pero cada día estaba más convencido de que aquello era lo correcto. De una cosa estaba seguro el último seguidor de Husge: si moría, su deshonra final sería que en la sepultura él tuviese un cuerpo humano.

-No, esto no me sirve realmente -se sinceró Breigal luego del sermón de Arale, o Dul, o quien fuese. Estaba notando algo raro en los brazos, y conocía perfectamente esa sensación, pues era con la que solía levantarse.

Las heridas se estaban abriendo de nuevo, y realmente el reoraf no podía entender cómo diablos se curaría si se estaban abriendo todos los días. ¿Qué era lo que pretendía la diosa otorgándole esas vendas? ¿Ocultar sus heridas? ¿De qué le servía hacerlo?

-Lo siento -respondió Breigal-. No tuviste nada que ver con esos desgraciados cobardes que nos invadieron. Sólo que lo olvido cada vez que intentas convencerme de que no tuvieron alternativa. Una cultura desaparecida debe pagarse con la desaparición de otra. Y si es necesario que vaya yo mismo para que eso pase, lo haré. Quizás así se den cuenta de lo que hicieron.

El reoraf calmó su respiración y notó que aquella delgada línea que recorría su brazo se detuvo. La herida estaba dejando de abrirse. Se miró el brazo, y luego lo giró como si lo estuviese analizando, como si fuese capaz de ver a través de aquellas vendas que parecían imposibles de ensuciar. ¿Cómo funcionaba aquello exactamente? Había sido demasiado súbito. La miró caminar apenas unos segundos hasta pensar lo que quizás le estuviese haciendo falta.

-¿Sabes preparar medicinas? -preguntó, como quien está dispuesto a aprender, aunque su intención fue que sonara a petición.

Justo antes que Breigal preguntara por las medicinas, se quedó pensando un poco en sus palabras, deteniendo un poco más el avance lento de sus pasos.

No iba a decirle que mientras no tuviera control sobre sus emociones jamás podría enfrentare a un enemigo que no solo era más numeroso, sino que sabía que tarde o temprano alguien, quien fuera y no necesariamente un reoraf, podía irse en su contra por su cruzada en un fe que ella misma veía errada.

Si seguía llorando sobre la leche derramada no llegaría lejos, no aprendería lo que tenía que aprender, realmente, de todo aquello (y no se refería a que no debía confiarse o que los humanos y sus creencias eran una escoria. El real aprendizaje de todo aquello). Si le seguía sacando de quicio, vencerlo, hasta para una aprendiz como ella, sería muy fácil, pues el mejor arma que se puede blandir en una batalla, es cegar con la ira.

Por supuesto, ella se daba el lujo de pensar así porque desconocía en su totalidad la finalidad y función de los guardianes, por los cuales, lo consideraba un demonio.

Pero había algo que si no se iba a quedar en su interior, como otras tantas cosas:

- Ninguna de tus diosas te dijo jamás que "ojo por ojo y todos terminaremos ciegos" ? - ya no había desafío en su tono, ni reproche, solo ese deje de decepción, con un pequeña llama de esperanza que esperaba a que el joven le dijera que sí, que lo habían hecho y al menos, esa religión, ese esquema de creencias y panteón, sí tendría algo de valor... de valor autentico. Que él lo acatara ya era otro asunto, pero una cosa son las personas y otra los entes y sus preceptos.

Suspiró y se giró por completo hacia él.

- No soy la mas hábil, sólo lo necesario para no dejarme morir y estabilizar hasta donde se pueda a las personas que me importan lo hace que sea una lista bastante larga hizo una mueca de "soy un desastre" pues estaba llena de incluso de enemigos, pero nadie tenía por qué saberlo - Lo que sé hacer es realmente básico. Qué necesitas? -

Ind fue consciente, desde el principio de los tiempos, que aquella isla que poseía tarde o temprano llevaría a una guerra contra la humanidad, y también fue consciente de que los humanos superaban en número a los reoraf, y por mucho. Por esa razón, la demonio pidió a las diosas que proporcionaran una protección extra a cada uno de sus elegidos, para cuando llegara el último día.*

Así, Athanexis, la diosa de la vida, el amor y la sabiduría, les proporcionaría un conocimiento absoluto en el último instante de la guerra. Y ese conocimiento sería crucial en el choque final, pues les permitiría saber cómo matar todo lo que tuviese vida. Y aunque a la diosa no le gustaba que así fuese, siempre las guerras se solucionan con un puñado de muertes, a veces abultado, a veces insignificante.

Sast, la diosa de la salud, el coraje y el viento, por su parte, les brindaría la bendición del viento. Literalmente, el aire se convertiría en un escudo para sus elegidos. Nada podría tocarlos si no poseía la fuerza suficiente. Y a eso se sumaba su incuestionable valor, nada los atemorizaría.

Por último, la diosa de la tierra, el poder y la guerra, Husge, les brindaría fortaleza absoluta. En Werth, era de saber común que el pelirrojo más peligroso era aquel que sabía de antemano que no ganaría un combate. Lo que Husge haría sería expandir más la ideología suicida de sus elegidos. Sus fuentes de poder serían más numerosas, pero igual de efectivas.

-Talin lo dijo siempre. La vida es un regalo hermoso que Athanexis nos ha brindado a todos, y existe gente que no lo respeta. El último día la diosa de la vida juzgará a todos, y a quienes no supieron apreciar ese regalo, los privará de él.

Aquel relato era conocido por todo aquel que conociera un reoraf peliazul. Breigal sentía, desde la invasión, que cuando ese momento llegara, él iba a morir. Mal que mal, antes de ese suceso siempre había sido alguien incapaz de matar, sea cual fuere el motivo para hacerlo. Sin embargo, la taberna que había visitado horas atrás le hizo saber que eso ya no era así, y que incluso pensaba de una manera totalmente opuesta. Sentía que había mirado a la muerte a los ojos, y que cuando le tocara marcharse con ella, se encargaría de tener tanta compañía como fuese posible. Ya no respetaba la vida como la diosa que veneraba su amigo deseaba que lo hicieran los mortales. Ahora sólo valoraba la vida de quienes conocía.

-Mi gente ya está ciega, Dul. No pagarles con la misma moneda significaría que sus ojos no sufrieron las consecuencias.

No supo qué lo llevó a llamarla así. Aquel nombre surgió solo mientras hablaba, como si la conociera de hace tiempo, y estuviesen continuando un debate comenzado semanas atrás, en lugar de minutos, como realmente ocurría. Breigal no sabía realmente si le resultaba útil lo que su interlocutora dijo que sabía hacer. Aquellas heridas no iban a matarlo, al menos no que Breigal supiese. Si su conocimiento era básico, que pudiese descubrir la funcionalidad de las vendas era aún más difícil. Quizás tuviese que esperar a encontrar a Talinthraxus para descubrir por qué las heridas se abrían a veces.

-Para ver si existe alguna manera de curar mis brazos. No es algo que duela, pero a veces molesta.

Ni siquiera molestaba, pero eso era lo más parecido a la realidad. Sentir que las heridas se abrían era idéntico a un fino hilo recorriendo su brazo. Sólo era perceptible si podía poner atención en ello, y eso lo hizo pensar... ¿Se habrían abierto durante el resto del día, sin que él lo notara? La única forma de saberlo era mirando aquellos cortes y quemaduras directamente.

Una linda sonrisa de comprensión suavizó del todo las facciones de Dulfary mientras Breigal hablaba de la importancia de la vida y lo preciosa que era y el respeto que tocaba tenerle. Sí, de alguna forma su diosa si había hablado un poco de lo que trataba muy torpemente de expresar la aprendiz de kazekage.

Debido a esa sonrisa, fue mucho más notorio la forma en que la golpeó el momento cuando le llamó por su nombre, el real. O bueno, lo habría sido, si no hubiese tardado en reaccionar al respecto, por un instante perdió, de nuevo, de vista su fachada de Iniciada dentro de la Orden y le resultó cómo y normal el que le dijera Dul. Primero en sus ojos, luego en sus labios, se forma la pregunta respecto a cómo era que sabía que el nombre era más acercado a la realidad cuando le decía Dul, que cuando le llamaba Arale. Pero la pregunta, nítida en sus ojos, no salió de su garganta.

Lohengrin la había llamado Dul delante de él y era obvio que no lo dejaría pasar.

Respiró una sola vez, profundo, mucho más relajada. Y fue por la familiaridad con la que había llamado que llegó ala siguiente conclusión:

- Cuando llegue ese día, si es que llega - sonrío con mucha tranquilidad - ojala que seas tú el que venga por mis ojos -hizo una pequeña pausa, en la que su sonrisa se ensanchó con la despreocupación propia de un infante; aguantó la risa, aunque era notorio que no llevaba burla alguna, sino que dejaba el asunto pasar, simplemente no se iba a preocupar de más por las acciones y venganzas de una diosa que no conocía y las pocas personas que quedaban para seguirla (hasta que su Clan no se pronunciara al respecto) si no estaban dispuestos a abrir de nuevo el corazón y brindar perdón. Para Dulfary era demasiado triste, pero ya que no podía obligar a nadie a seguir un camino que les interesaba... - para ese caso prefiero mala conocido, que bueno por conocer, esperemos que para entonces no se te haya adelantado nadie - era esa ultima parte, la que le causaba gracia.

- Busquemos una mejor luz para revisar esas heridas - propuso - No creo tenerte una respuesta, seguramente una amiga mía sí, pero no es mi oficio, eso sí, tal vez en algo te pueda ayudar para que no te molesten tanto, al menos por un rato. Algo nos habías comentado de las vendas que traes. Con tantas cosas que han pasado, en este momento no estoy segura de los detalles, pero algo dijiste, bien curioso, cuando insististe que me las pusiera -

-No me dará tiempo -comentó Breigal sonriendo. Sabía que cuando Athanexis manifestara su voluntad, no dejaría ese trabajo a terceros. El reoraf sabía que todos los seguidores de la diosa de la vida sufrían mucho cada vez que cortaban una línea vital, y no le fue difícil deducir que eso se debía a la diosa. A nadie le costaría darse cuenta de ello.

Dudaba mucho que él o cualquiera fuese más rápido, preciso, o ambos, que la deidad que juzgaría a todos. Y por lo que había podido observar entre los árboles, su interlocutora valoraba la vida tan absurdamente como el más pacífico de los seguidores de Athanexis.

-Sí, es cierto -murmuró el reoraf ante el comentario de Dul. La joven tenía razón, hacía falta un lugar más iluminado, pero la habitación en la que más luz había estaba ocupada, y no iba a correr el riesgo de que algo saliera mal al abrirla-. Creo que tengo algo por aquí que puede servir...

Buscó dentro de su camarote, revolviendo un par de ubicaciones, y encontró lo que buscaba poco después: velas. Encendió algunas y las depositó en su escritorio, para luego dirigirse a Dul.

-Creo que esto debería ser suficiente. Se supone -respondió mientras se quitaba las vendas del antebrazo izquierdo, que parecía haber sido el más afectado- que se debe sentir amor para que estas vendas funcionen, o al menos eso creo. Es lo más probable, teniendo en cuenta quién me las dio.

Su última frase, si bien fue pronunciada en voz alta, no parecía dirigida a Dulfary, sino más bien a sí mismo, o bien a Phabendior. Necesitaba consultar con alguien que pudiese darle una respuesta convincente, y a su juicio Phab era el más apto que tenía a su alcance.

- Claro que no - dijo de muy buen humor, sin tener en cuenta lo que podría estar pensando él para decir tal cosa sobre no llegar a tiempo - La fila de los que los quieren es bastante largo - sin quererlo evitar se echó a reír. Para qué amargarse con la lista de personas y cabos sueltos que dejó atrás y que al cruzarse de nuevo con ella querían venganza?

Se sentó si pedir permiso en la cama de la que lo había levantado un rato antes, mientras Breigal buscaba las velas para revisarle las heridas, pero casi de inmediato se levantó y se quitó el tabardo, la cota de mallas y quedó de vuelta solo con las prendas de simple lino. Se sentía más libre de nuevo, pero empezó a sentir el peso del cansancio, el dolor de las heridas y la fatiga emocional.

Se masajeó la nuca y en cuanto hubo luz se acercó de nuevo a Breigal.

- Para los asunto de la piel, tengo entendido que lo mejor es el aloe. Cuando me quemo con cuerdas y cosas así, yo uso una matica que no tengo idea de como se llama, no me quedan muchas, pero podemos probar, no perdemos nada por eso - observó como se quitaba, de nuevo, una de las vendas

- No te dieron más instrucciones? Lastima, bien, toca trabajar con lo que hay. Según eso, cuando sientes odio o cosas así de negativas debería dolerte más - levantó la vista de pronto y lo miró a los ojos sorprendida - Me estas odiando! y te jodiste con eso! te toca procesar más rápido lo que tienes dentro y amar a todo mundo! - parecía realmente sorprendida con su descubrimiento y aunque había rintitin en su tono, no se estaba burlando en lo absoluto.

- O te toca enamorarte rápido - recordando parte de lo que habían hablado agregó muy rápido - pero no de mí, me pondrías las cosas muy complicadas porque se supone que yo mato demonios o debería hacerlo -

Regresó la vista a la herida del brazo izquierdo y un fuerte sentimiento de compasión le atenazó el corazón.

- Ay muchacho - estiró la mano para tocarlo, pero la retiró de inmediato temerosa de hacerle más daño y volvió a mirarlo, con la cejas arqueadas en genuina y profunda preocupación por lo que le deberá doler.

- Lo que yo haga será superficial... tal vez los dones de Lohengrin sean más efectivos... - reconoció cuanto dudaba en ese momento.

-En mi hogar recurría a una hierba llamada Floc -comentó Breigal mientras hablaban de soluciones- pero en un momento dejaron de existir. Me duraron 12 años, y los dos últimos fueron bastante complicados.

El reoraf recordó en ese momento la técnica que empleó por un año. Descubrió que si se lastimaba, se calmaba el dolor de las quemaduras, pero el año anterior a eso se dejaba inconsciente a propósito para poder descansar, ya que de lo contrario el dolor lo despavilaba cuando estaba a punto de conciliar el sueño. Había pasado varias noches sin dormir por ese motivo, hasta que en un arrebato de ira decidió darle a una casa el cabezazo más fuerte del que fue capaz. Lo siguiente que recordaba era que estaba despertando junto a esa misma casa. Así fue como descubrió que debía noquearse para poder descansar.

-De hecho, no me dieron ninguna. Eso de tener que sentir amor lo deduzco por la diosa que me otorgó estas vendas. -Miró fijamente a Dul cuando le dijo que la estaba odiando. Ni siquiera fue una pregunta, parecía estar convencida de eso.- A poco ya quieres un beso. Si eso es lo que pasa, temo que me pasará por mucho tiempo.

Tuvo un impulso casi irrefrenable de responderle "No podría ni aunque quisiera", para referirse al hecho de enamorarse de ella. Por suerte para él, ese "casi" tuvo nombre, Phabendior, quien le recomendó callarse porque no conseguiría mejorar sus heridas diciéndole eso, ya que seguramente cambiaría de idea respecto a ayudarlo con aquellas quemaduras.

-No es tan grave como parece -le aseguró Breigal. Quien no conociera al pelirrojo hubiese pensado que su intención era tranquilizar a su acompañante, hacer que no se sintiese tan mal por imaginar el dolor que habría pasado. Pero lo que buscaba evitar era que una humana se mostrara extremadamente compasiva. Breigal no era un demonio, y no encontraba una buena razón para que la joven quisiera asesinar a Phab.

La risa tranparente, genuina, cantarina y hasta inocente de Dulfary no se hizo esperar con su comentario. Esta vez no había reto o sarcasmo alguno en ella, tampoco un sonrojo que dijera que era por nerviosismo o sentirse atrapada en un plan. Se reía de buena gana de ese de querer un beso de él.

- Realmente no, paso. Es algo demasiado personal como para que yo vaya dejándolos por ahí, los besos, quiero decir – volvió a reírse, como si fueran alegres compadres de hace mil vidas y nunca existió todo el conflicto de hacía un momento.

El problema con Dulfary no habría sido que cambiara de idea respecto a ayudarlo de haberle respondido de esa forma. El problema, el real problema con Dulfary habría sido que lo habría bombardeado a preguntas y no la habría callado nadie mientras no le respondiera a cada una de ellas.

Sí, era mejor que se guardara ese dato para sí.

- Claaro, no es tan grave – agregó con alegre sarcasmo, tratando de quitarle tierra a su propia preocupación – te duele mucho ahora mismo? Es que se me ocurre algo inmediato, que no te va a gustar porque te dejará indefenso por un momento – no quiso decir que hasta que ella lo deshiciera – Es una lastima que esté acabado lo que usabas… qué efecto tenia? Tal vez encontremos algún sustituto que sea de este lado del mundo -

-Ayudaba a cicatrizar las heridas -respondió el reoraf-. De todas formas, fue raro que se acabaran. Solían crecer muy rápido. Y en cuanto dejé de aplicarlas, volvieron a ser como el primer día.

Ahora que lo pensaba, esas vendas tenían un efecto similar al Floc, con la excepción de que las heridas no volvían a su estado original cuando se dejaba de cubrirlas con las vendas, sino que, aparentemente, tenía que sentir odio para que eso ocurra.

-No duele. Sólo molesta -comentó mirando su brazo como si estuviese lleno de picaduras de mosquito, y sintiera el impulso de rascarse-. Es como tu hermano.

Pese a lo relajado que estaba hablando con la paladín, a Breigal no le hacía ninguna gracia estar indefenso... Bueno, indefenso. Tenía a su favor la peligrosidad del barco si él moría. El barco estaba allí cuando el pelirrojo lo necesitaba, ¿qué sucedía si él estaba muerto o decidía que no necesitaba tenerlo cerca? El barco iba donde Breigal quería, no había ninguna otra manera de dirigirlo. ¿Y si quería volver a casa?

-Lo siento, pero no tengo ningún interés en quedar indefenso. Tengo aquí a 3 personas que no conozco, y creo conveniente decir que este barco es aún más que una fortaleza para mí.

No supo qué... Mentira, sí supo lo que lo llevó a decir eso. Era exactamente lo mismo que hacía que el barco se empezara a elevar poco a poco en ese momento, como para dejar a los agresores a una buena altura si algo malo llegaba a sucederle a Breigal. Si no querían arriesgarse a morir al bajar del barco, tendrían que irse rápido si acaso le hacían algo malo al reoraf, y eso significaría que Stregek se quedaría allí.