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Esperando una nueva vida
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Re: Esperando una nueva vida
Hannah permitió un tiempo de intimidad entre madre e hija mientras hacía los siguientes preparativos: un baño de agua caliente para la bebé y una tisana para la selkie. Cuando tuvo todo listo, decidió que ya era tiempo de cortar el cordón umbilical, lo que hizo con la eficiencia de tiempo. Ya cumplido su objetivo, le tendió una tisana a la joven y tomó a la pequeña desde su pecho.
- Bebed eso, os ayudará a recuperar energías y a producir buena leche, la niña pronto querrá alimentarse y la necesitaréis – explicó mientras bañaba y abrigaba a la nena – Por cierto, ¿cómo la llamareis?
- Álainn.
- Es un nombre muy bonito, ¿tiene algún significado?
- Quiere decir preciosa. ¿No os parece una criatura preciosa, Hanna? – preguntó con voz soñadora.
- Desde luego que sí.
La partera se sentía aliviada. Con lo tensa y triste que había estado la chica en los días previos, había temido que esta tuviera un parto difícil, complicado. Pero no había sido así. El parto había sido fácil, rápido; Muireall no había sufrido hemorragias ni desgarros y la niña estaba perfectamente sana. Momentos así hacían que valieran la pena todos los desvelos y esfuerzos de su profesión.
Con su tranquila competencia terminó de bañar y vestir al bebé y ayudó a la muchacha a bañarse; luego las llevó a ambas al dormitorio y se dirigió a la cocina a preparar algo de comer; la novel madre necesitaba alimentarse bien. Entonces, sólo entonces, se premitió un sentimiento de desazón. ¿Qué sería de aquella pobre muchacha, sola en tierra extraña con una criatura recién nacida? ¿Valdría la pena tratar de ubicar al cabeza dura que la había contratado y decirle que la niña había nacido? Con toda la gente que conocía, producto de su trabajo, estaba segura de poder seguirle la pista y encontrarlo pero, ¿debía hacerlo? Tenía la amarga sensación de que su intervención había precipitado la partida de aquel hombre.
Mientras Hannah cavilaba en la cocina, Muireall se arrobaba con su hija en el dormitorio. Se sentía feliz, pero la felicidad completa es un sentimiento efímero. Sin poder evitarlo, algunos trazos de dolor se hicieron presentes. ¿Dónde estaba Delin? ¿se encontraría bien? ¿volvería a verlo?
Suspirando, rechazó esos pensamientos y comenzó a entonar un arrullo para Álainn.
- Bebed eso, os ayudará a recuperar energías y a producir buena leche, la niña pronto querrá alimentarse y la necesitaréis – explicó mientras bañaba y abrigaba a la nena – Por cierto, ¿cómo la llamareis?
- Álainn.
- Es un nombre muy bonito, ¿tiene algún significado?
- Quiere decir preciosa. ¿No os parece una criatura preciosa, Hanna? – preguntó con voz soñadora.
- Desde luego que sí.
La partera se sentía aliviada. Con lo tensa y triste que había estado la chica en los días previos, había temido que esta tuviera un parto difícil, complicado. Pero no había sido así. El parto había sido fácil, rápido; Muireall no había sufrido hemorragias ni desgarros y la niña estaba perfectamente sana. Momentos así hacían que valieran la pena todos los desvelos y esfuerzos de su profesión.
Con su tranquila competencia terminó de bañar y vestir al bebé y ayudó a la muchacha a bañarse; luego las llevó a ambas al dormitorio y se dirigió a la cocina a preparar algo de comer; la novel madre necesitaba alimentarse bien. Entonces, sólo entonces, se premitió un sentimiento de desazón. ¿Qué sería de aquella pobre muchacha, sola en tierra extraña con una criatura recién nacida? ¿Valdría la pena tratar de ubicar al cabeza dura que la había contratado y decirle que la niña había nacido? Con toda la gente que conocía, producto de su trabajo, estaba segura de poder seguirle la pista y encontrarlo pero, ¿debía hacerlo? Tenía la amarga sensación de que su intervención había precipitado la partida de aquel hombre.
Mientras Hannah cavilaba en la cocina, Muireall se arrobaba con su hija en el dormitorio. Se sentía feliz, pero la felicidad completa es un sentimiento efímero. Sin poder evitarlo, algunos trazos de dolor se hicieron presentes. ¿Dónde estaba Delin? ¿se encontraría bien? ¿volvería a verlo?
Suspirando, rechazó esos pensamientos y comenzó a entonar un arrullo para Álainn.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Mayo observó la barandilla dañada. No dijo nada, pero lo consideró un indicativo del estado interno de su amigo. Estaba verdaderamente preocupado. Y claro, si pensaba así de la gente que lo había adiestrado, sería por algo. Pero de todos modos aislarse no le ayudaría. Quizás ella tenía razón, quizás él era lo suficientemente insignificante en el esquema de las cosas de aquellas mentes enfermas como para que lo ignorasen a partir de ahora. Quizás era él quien tenía la razón y lo buscasen para castigarlo sin compasión. No por nada eran unos seres odiosos y manipuladores temidos por su gente.
No sabía si ella tendría el poder necesario para detenerlos si aparecían por Jaspia, pero le daba igual. Encontraría la manera, no permitiría que…
El abrazo la tomó totalmente por sorpresa. El chapuzón también. Vaya…
-Como un cencerro –murmuró, observando las brazadas de Delin.
Volvió la mirada, pero no había nadie más en cubierta. No tenía nada de valor a bordo, había aprendido a viajar ligera de equipaje. Extendió sus alas y saltó hasta casi tocar el agua, elevándose luego en un arco muy cerrado. Tras la pirueta, planeó hasta situarse tras de Delin. Uno, dos, tres… sujeto.
En el preciso instante en que izaba su carga a unos metros de la superficie, un marrajo apareció en el mismo punto. Frustrado, el enorme pez dio un bocado al aire y volvió a sumergirse.
-No me has dado la dirección, mentiroso.
No sabía si ella tendría el poder necesario para detenerlos si aparecían por Jaspia, pero le daba igual. Encontraría la manera, no permitiría que…
El abrazo la tomó totalmente por sorpresa. El chapuzón también. Vaya…
-Como un cencerro –murmuró, observando las brazadas de Delin.
Volvió la mirada, pero no había nadie más en cubierta. No tenía nada de valor a bordo, había aprendido a viajar ligera de equipaje. Extendió sus alas y saltó hasta casi tocar el agua, elevándose luego en un arco muy cerrado. Tras la pirueta, planeó hasta situarse tras de Delin. Uno, dos, tres… sujeto.
En el preciso instante en que izaba su carga a unos metros de la superficie, un marrajo apareció en el mismo punto. Frustrado, el enorme pez dio un bocado al aire y volvió a sumergirse.
-No me has dado la dirección, mentiroso.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Esperando una nueva vida
Mientras Delin nadaba, notaba el cansancio acumulado en su cuerpo y empezó a dudar que saltar por la borda hubiera sido buena idea, estaba haciendo demasiados excesos y, a pesar de estar entrenado y de los experimentos que habían realizado con él cuando era niño, no tenía reservas de energía infinitas.
Al mismo tiempo que notaba como algo rozaba sus piernas sintió que algo o alguien, lo sacaba del agua. Por un momento, todas las alarmas saltaron en su mente y se preparó para atacar, pero al oír la voz de Mayo sintió un gran alivio, alivio que nunca reconocería.
- Te hubiera buscado para decírtelo
Fue casi un gruñido, estaba enfadado, pero no con la alada, si no consigo mismo por haber cometido un grave error, podía haber muerto en el intento. Suspiró interiormente y, cuando volvió a hablar, ya estaba más calmado.
- Cuando llegues a la isla bordea la costa hasta dar con una casita algo separada del pueblo y con vistas al mar.
Mientras se dejaba llevar de vuelta a tierra firme, empezó a plantearse que iba a decirle a la selkie, y si sería prudente presentarse ante ella o simplemente dejar que Mayo la visitara y el desaparecer de nuevo…
Al mismo tiempo que notaba como algo rozaba sus piernas sintió que algo o alguien, lo sacaba del agua. Por un momento, todas las alarmas saltaron en su mente y se preparó para atacar, pero al oír la voz de Mayo sintió un gran alivio, alivio que nunca reconocería.
- Te hubiera buscado para decírtelo
Fue casi un gruñido, estaba enfadado, pero no con la alada, si no consigo mismo por haber cometido un grave error, podía haber muerto en el intento. Suspiró interiormente y, cuando volvió a hablar, ya estaba más calmado.
- Cuando llegues a la isla bordea la costa hasta dar con una casita algo separada del pueblo y con vistas al mar.
Mientras se dejaba llevar de vuelta a tierra firme, empezó a plantearse que iba a decirle a la selkie, y si sería prudente presentarse ante ella o simplemente dejar que Mayo la visitara y el desaparecer de nuevo…
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
-Zí, bwaaaana –replicó ella, con un acento políticamente muy incorrecto-. Procura que la propina sea buena, o te dejaré caer en marcha.
Se elevó más para controlar mejor su vuelo y modificó su rumbo para acomodarse a la ruta que le indicaba Delin. ¿Qué debía de estar pensando la pobre Mui? Ojalá que no la encontrasen demasiado deprimida. Había leído en algún sitio que eso podía afectar el parto y al bebé, y algo que no necesitaba la jovencita eran más complicaciones. ¿Tenía Delin idea de lo difícil que resultaba ser madre soltera? Si no tenía pareja, al menos algo parecido a una familia siempre le haría las cosas más fáciles. Y, tras ver el picado sorpresa, dudaba seriamente que Delin realmente quisiera dejarla atrás. Si sólo hubieran sido remordimientos, no se habría molestado en intentar semejante hazaña, con o sin impulsos tontos.
Afortunadamente, el lugar no se encontraba demasiado remoto, al menos a vuelo de pájaro. Mayo observó el lugar e hizo una mueca. En otras circunstancias, le habría parecido un paraje románticamente íntimo. Pero se le antojó recóndito y de difícil acceso para una mujer sola con un niño. Miró la coronilla de su pasajero con el ceño fruncido. ¿Podía culparlo por no entender las necesidades de la joven Mui? ¿Por evitar las relaciones sociales con el vecindario? ¿Era la situación, al cabo, precaria o prudente? Resopló con la frustración del que no entiende una sencilla ecuación de quinto grado.
-Señores pasajeros, abróchense los cinturones, por favor –canturreó con la monotonía de una azafata-. Vamos a aterrizar en una pista llena de baches y la temperatura externa es de… hum… lo suficiente como para helarme la nariz.
Se elevó más para controlar mejor su vuelo y modificó su rumbo para acomodarse a la ruta que le indicaba Delin. ¿Qué debía de estar pensando la pobre Mui? Ojalá que no la encontrasen demasiado deprimida. Había leído en algún sitio que eso podía afectar el parto y al bebé, y algo que no necesitaba la jovencita eran más complicaciones. ¿Tenía Delin idea de lo difícil que resultaba ser madre soltera? Si no tenía pareja, al menos algo parecido a una familia siempre le haría las cosas más fáciles. Y, tras ver el picado sorpresa, dudaba seriamente que Delin realmente quisiera dejarla atrás. Si sólo hubieran sido remordimientos, no se habría molestado en intentar semejante hazaña, con o sin impulsos tontos.
Afortunadamente, el lugar no se encontraba demasiado remoto, al menos a vuelo de pájaro. Mayo observó el lugar e hizo una mueca. En otras circunstancias, le habría parecido un paraje románticamente íntimo. Pero se le antojó recóndito y de difícil acceso para una mujer sola con un niño. Miró la coronilla de su pasajero con el ceño fruncido. ¿Podía culparlo por no entender las necesidades de la joven Mui? ¿Por evitar las relaciones sociales con el vecindario? ¿Era la situación, al cabo, precaria o prudente? Resopló con la frustración del que no entiende una sencilla ecuación de quinto grado.
-Señores pasajeros, abróchense los cinturones, por favor –canturreó con la monotonía de una azafata-. Vamos a aterrizar en una pista llena de baches y la temperatura externa es de… hum… lo suficiente como para helarme la nariz.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Esperando una nueva vida
Ignoró por completo el comentario de Mayo y procuró “acomodarse” para el vuelo, lo cual no era fácil teniendo en cuenta que estaba colgado en el aire como un trapo. Al menos, no se encontraban muy lejos de la isla y el trayecto sería corto, porque a su modo de verlo, era bastante denigrante ser transportado de esa manera.
Desde su posición, el brujo no pudo ver la mueca de la alada al ver la casa que había buscado y no entendió el resoplido de la misma. Miró hacía arriba al oírlo, pero al ver que no había peligro, volvió la vista al frente. De haber sabido que se trataba de la casa, posiblemente la hubiera ignorado; no solo lo había hecho por la seguridad y la intimidad, lo había hecho por la selkie, sabía lo mucho que adoraba el mar y era la casa con mejores vistas, además ella tampoco parecía demasiado cómoda rodeada de multitudes.
La ironía y las palabras de su amiga pasaron desapercibidas para Delin, puesto que en el mundo donde vivían no existían los aviones, no comprendió la broma y, aunque existieran, posiblemente tampoco la habría entendido, no entendía el humor.
Una vez con los pies en el suelo, se alisó el uniforme que siempre llevaba y miró hacia la casa sin moverse ni pronunciar palabra. Había padecido mucho, había sido torturado, había matado a sangre fría, había robado y torturado pero no había conocido el miedo. Sin embargo, tener que entrar a la casa y dar explicaciones a la muchacha, decirla que posiblemente la pondría en peligro, le causaba un sentimiento de terror que no lograba entender. Ni por un momento se le ocurrió pensar en preguntarla si ella deseaba su presencia y, por supuesto no comprendía que en el fondo de su ser, lo que tenía era miedo a que ella lo rechazara y lo alejara de su lado. No era lo mismo huir con la excusa de protegerla que quedarse y ser rechazado por ella. Pero todo esto no lo entendía y simplemente se quedó de pie, con su rostro pétreo sin dar un paso ni hacia delante ni hacia atrás.
Desde su posición, el brujo no pudo ver la mueca de la alada al ver la casa que había buscado y no entendió el resoplido de la misma. Miró hacía arriba al oírlo, pero al ver que no había peligro, volvió la vista al frente. De haber sabido que se trataba de la casa, posiblemente la hubiera ignorado; no solo lo había hecho por la seguridad y la intimidad, lo había hecho por la selkie, sabía lo mucho que adoraba el mar y era la casa con mejores vistas, además ella tampoco parecía demasiado cómoda rodeada de multitudes.
La ironía y las palabras de su amiga pasaron desapercibidas para Delin, puesto que en el mundo donde vivían no existían los aviones, no comprendió la broma y, aunque existieran, posiblemente tampoco la habría entendido, no entendía el humor.
Una vez con los pies en el suelo, se alisó el uniforme que siempre llevaba y miró hacia la casa sin moverse ni pronunciar palabra. Había padecido mucho, había sido torturado, había matado a sangre fría, había robado y torturado pero no había conocido el miedo. Sin embargo, tener que entrar a la casa y dar explicaciones a la muchacha, decirla que posiblemente la pondría en peligro, le causaba un sentimiento de terror que no lograba entender. Ni por un momento se le ocurrió pensar en preguntarla si ella deseaba su presencia y, por supuesto no comprendía que en el fondo de su ser, lo que tenía era miedo a que ella lo rechazara y lo alejara de su lado. No era lo mismo huir con la excusa de protegerla que quedarse y ser rechazado por ella. Pero todo esto no lo entendía y simplemente se quedó de pie, con su rostro pétreo sin dar un paso ni hacia delante ni hacia atrás.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Cuando Hannah entró en la habitación con la comida, encontró a Muireall amamantando a la pequeña, tan absorta que apenas reparó en la presencia de la mujer. Para la partera ese era un instante tan hermoso que, pese a la costumbre de años, aún se le humedecían los ojos al contemplarlo. No quería interrumpir la intimidad de madre e hija, esa primera vez era algo sagrado, así que ilenciosamente dejó la bandeja que llevaba en la mesita de noche y volvió a salir de la habitación.
Cuando Álainn terminó de comer, la selkie la arrulló en sus brazos hasta que se durmió. Apoyada por Hannah había enfrentado su parto sin temores y, pese a la soledad en que estaba, sin familia, sin amigos, sin Delin, se había mantenido tranquila y se había sentido feliz. Pero un sentimiento de intranquilidad comenzó a manifestarse en su espíritu, algo faltaba, la jornada estaba incompleta.
Debía presentar a su hija recién nacida al mar.
El mar no podía ignorar el nacimiento de la hija de una selkie. Debía mostrarla a las olas y al viento y a las criaturas de las aguas y gritar su nombre para que todos la conocieran. Así, el mar la acogería con amabilidad cuando ella viniera a él y los peces llevarían la noticia de su llegada al mundo a su familia, allá en el lejano océano donde había nacido.
Dominada por la idea, se vistió con rapidez y abrigó a la niña y con ella en brazos, salió de la habitación y se dirigió a la puerta de salida sin siquiera mirar a la sorprendida partera.
- Pe- pero, ¿dónde vais?
No la escuchó, para cuando Hannah terminó su pregunta ella ya estaba fuera, rumbo a la playa, tan ajena a todo lo que la rodeaba que ni siquiera notó a los recién llegados. Fue la partera, que recuperada de su sorpresa inicial había corrido tras de ella, quien vio al ex capitán y la alada y se detuvo de golpe. El fugitivo había vuelto y en una compañía de lo más extraña.
- ¡Muireall! – llamó en voz alta tratando de atraer su atención y detener su marcha.
La selkie tampoco escuchó esta vez a Hannah, pero el sentimiento de Delin era tan intenso que su aura se filtró en la burbuja que rodeaba a Muireall y la hizo detenerse y mirar hacia atrás.
- Volviste – susurró.
El amor que sentía por él pintó, por un instante, sus ojos de alegría al volver a verlo, pero el mar la reclamaba en forma imperiosa. No había tiempo para preguntas ni explicaciones, debía llevar a Álainn junto al mar. Había olvidado a Hannah y ni siquiera había visto a Mayo. Sus ojos azules, en los que brillaban intensos reflejos de plata, estaban clavados en Delin. Recostó a la niña sobre su hombro, sosteniéndola con un brazo y extendió la otra mano hacia él.
- Ven, ven conmigo. Ven, vamos junto al mar.
Cuando Álainn terminó de comer, la selkie la arrulló en sus brazos hasta que se durmió. Apoyada por Hannah había enfrentado su parto sin temores y, pese a la soledad en que estaba, sin familia, sin amigos, sin Delin, se había mantenido tranquila y se había sentido feliz. Pero un sentimiento de intranquilidad comenzó a manifestarse en su espíritu, algo faltaba, la jornada estaba incompleta.
Debía presentar a su hija recién nacida al mar.
El mar no podía ignorar el nacimiento de la hija de una selkie. Debía mostrarla a las olas y al viento y a las criaturas de las aguas y gritar su nombre para que todos la conocieran. Así, el mar la acogería con amabilidad cuando ella viniera a él y los peces llevarían la noticia de su llegada al mundo a su familia, allá en el lejano océano donde había nacido.
Dominada por la idea, se vistió con rapidez y abrigó a la niña y con ella en brazos, salió de la habitación y se dirigió a la puerta de salida sin siquiera mirar a la sorprendida partera.
- Pe- pero, ¿dónde vais?
No la escuchó, para cuando Hannah terminó su pregunta ella ya estaba fuera, rumbo a la playa, tan ajena a todo lo que la rodeaba que ni siquiera notó a los recién llegados. Fue la partera, que recuperada de su sorpresa inicial había corrido tras de ella, quien vio al ex capitán y la alada y se detuvo de golpe. El fugitivo había vuelto y en una compañía de lo más extraña.
- ¡Muireall! – llamó en voz alta tratando de atraer su atención y detener su marcha.
La selkie tampoco escuchó esta vez a Hannah, pero el sentimiento de Delin era tan intenso que su aura se filtró en la burbuja que rodeaba a Muireall y la hizo detenerse y mirar hacia atrás.
- Volviste – susurró.
El amor que sentía por él pintó, por un instante, sus ojos de alegría al volver a verlo, pero el mar la reclamaba en forma imperiosa. No había tiempo para preguntas ni explicaciones, debía llevar a Álainn junto al mar. Había olvidado a Hannah y ni siquiera había visto a Mayo. Sus ojos azules, en los que brillaban intensos reflejos de plata, estaban clavados en Delin. Recostó a la niña sobre su hombro, sosteniéndola con un brazo y extendió la otra mano hacia él.
- Ven, ven conmigo. Ven, vamos junto al mar.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Y ahora que estaban allí, el tipo se quedaba petrificado. A punto estaba Mayo de sacar al capitán de su indecisión empujándolo hacia la casa, pero no hizo falta. Muireall apareció, y cargaba con algo… el bebé. En cierto modo, habían llegado tarde. Pero no demasiado. Muireall se acercó a Delin y lo invitó a caminar con ella. Mayo no pronunció palabra, absorta con la escena, contemplando a la criaturita apoyada en el hombro de su madre. Aquel momento era para ellos.
Con dificultad, apartó su mirada del bebé y miró alrededor, encontrando a Hannah. Aquella mujer debía de ser la compañía que Delin había buscado para Mui, y si había que fiarse del instinto del mago, tenía que ser alguien de toda confianza. Su primera impresión fue buena. Mayo tenía ganas de decir algo, de dar la enhorabuena y un abrazo a la madre, de hacerle cucamonas al pobre bebé que no se estaba enterando de nada, de cantar… Con un esfuerzo supremo, dio un paso hacia atrás y se separó más de la pareja, acercándose a la comadrona. Con la cara que ésta ponía en aquel momento, quizás ni la oyese, pero decidió presentarse de todos modos.
-Hola, soy Mayo, amiga de la familia. ¿Los seguimos de lejos o nos quedamos a esperar que vuelvan?
Con dificultad, apartó su mirada del bebé y miró alrededor, encontrando a Hannah. Aquella mujer debía de ser la compañía que Delin había buscado para Mui, y si había que fiarse del instinto del mago, tenía que ser alguien de toda confianza. Su primera impresión fue buena. Mayo tenía ganas de decir algo, de dar la enhorabuena y un abrazo a la madre, de hacerle cucamonas al pobre bebé que no se estaba enterando de nada, de cantar… Con un esfuerzo supremo, dio un paso hacia atrás y se separó más de la pareja, acercándose a la comadrona. Con la cara que ésta ponía en aquel momento, quizás ni la oyese, pero decidió presentarse de todos modos.
-Hola, soy Mayo, amiga de la familia. ¿Los seguimos de lejos o nos quedamos a esperar que vuelvan?
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Esperando una nueva vida
Cuando vio salir a Muireall con un bebé en brazos se quedó aún más petrificado que antes si eso era posible. El hecho de que la selkie no lo viera, lejos de preocuparle le pareció un cierto alivio, quizá podría huir en ese momento… pero entonces la mujer se giró y se acercó hasta él.
Se preparó para lo peor, para que le reprochara, le regañara, le echara de su casa, le dijera que lo odiaba… cerró los ojos, pero lo único que llegó fue la suavidad de su mano rozándole y la dulzura de su voz instándole a acompañarle.
Era imposible para Delin describir la cantidad de sentimientos confusos y en remolino que ocurrieron en su interior, era un mezcla tan abrumadora que estuvo a punto, nuevamente, de salir corriendo. Sin embargo, ver la pequeña y frágil criatura que llevaba en brazos y los extraños y cautivadores ojos de la selkie, lo hechizaron. Agarró su mano y se dejó guiar.
Aun tenía la suficiente cordura como para suponer hacia donde se dirigían, suponía que al mismo lugar donde la muchacha había ido a bañarse a horas intempestivas de la noche. La misma playa donde había tomado algunas decisiones erróneas. El mismo lugar donde había visto la delicada piel de la muchacha surcada de cicatrices…
Hannah tardó unos instantes en reaccionar, se había quedado gratamente sorprendida de la llegada del extraño hombre que la había contratado, pero escuchado la alegría en la voz de la joven también ella se alegró. Sumida en la contemplación de la extraña pareja apenas se dio cuenta de la mujer que se acercaba para presentarse.
- Oh… si, eh… yo soy la comadrona, mi nombre es Hannah – sonrió con la dulzura que la caracterizaba – Un placer conocerla señorita, más aún de saber que la pareja no está sola, aunque creo que estos momentos deben de ser de los dos…
Ciertamente se alegraba de descubrir la que muchacha contaba no solo con el extraño y arisco hombre que la había contratado, sino también con una amiga. Y ciertamente sentía curiosidad por la pareja, pero no quería parecer una entrometida y no lo era. No creía que fuera lo adecuado seguirles en un momento tan importante.
- Creo que podemos esperarles en la casa, la puedo invitar a una taza de té y contarnos un poco.
Se preparó para lo peor, para que le reprochara, le regañara, le echara de su casa, le dijera que lo odiaba… cerró los ojos, pero lo único que llegó fue la suavidad de su mano rozándole y la dulzura de su voz instándole a acompañarle.
Era imposible para Delin describir la cantidad de sentimientos confusos y en remolino que ocurrieron en su interior, era un mezcla tan abrumadora que estuvo a punto, nuevamente, de salir corriendo. Sin embargo, ver la pequeña y frágil criatura que llevaba en brazos y los extraños y cautivadores ojos de la selkie, lo hechizaron. Agarró su mano y se dejó guiar.
Aun tenía la suficiente cordura como para suponer hacia donde se dirigían, suponía que al mismo lugar donde la muchacha había ido a bañarse a horas intempestivas de la noche. La misma playa donde había tomado algunas decisiones erróneas. El mismo lugar donde había visto la delicada piel de la muchacha surcada de cicatrices…
Hannah tardó unos instantes en reaccionar, se había quedado gratamente sorprendida de la llegada del extraño hombre que la había contratado, pero escuchado la alegría en la voz de la joven también ella se alegró. Sumida en la contemplación de la extraña pareja apenas se dio cuenta de la mujer que se acercaba para presentarse.
- Oh… si, eh… yo soy la comadrona, mi nombre es Hannah – sonrió con la dulzura que la caracterizaba – Un placer conocerla señorita, más aún de saber que la pareja no está sola, aunque creo que estos momentos deben de ser de los dos…
Ciertamente se alegraba de descubrir la que muchacha contaba no solo con el extraño y arisco hombre que la había contratado, sino también con una amiga. Y ciertamente sentía curiosidad por la pareja, pero no quería parecer una entrometida y no lo era. No creía que fuera lo adecuado seguirles en un momento tan importante.
- Creo que podemos esperarles en la casa, la puedo invitar a una taza de té y contarnos un poco.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Sonrió levemente cuando Delin agarró su mano y, sin la menor vacilación, se dirigió a la playita adonde él la había llevado la noche de su llegada. Sólo lo soltó cuando llegaron al acantilado donde ésta se encontraba, necesitaba ambas manos para sostener bien a su niña y bajar con seguridad. El descenso era difícil pero, a diferencia de la primera vez, ahora había mucha luz y eso lo facilitaba todo.
Una vez abajo, pareció olvidar del todo la presencia del ex capitán. Se quedó un momento contemplando el océano en completo silencio, meciendo suavemente a la bebé. El mar de color turquesa estaba calmo, ni la menor brisa rizaba su superficie; parecía que él contemplaba a su vez a la selkie, aguardando algo. Luego, como si hubiera por fin tomado una decisión, Muireall caminó con paso tranquilo y decidido hacia la orilla, acurrucando a Álainn en sus brazos, y se metió al agua.
Avanzó hasta que el agua le llegó hasta la cintura, teniendo buen cuidado de no mojar a la pequeña, y entonces se detuvo. Alzó a su hijita en brazos, mostrándola a las olas y a todas las criaturas del mar y del aire que presenciaban la escena, y comenzó a hablar. Aunque su garganta ahora era humana, no había perdido la capacidad de articular los sonidos que conformaban el lenguaje de su gente, la gente foca.
<< Padre océano, criaturas del mar, les presento a Álainn, hija de la selkie Muireall y del humano Malcolm. Llevad la noticia a mi familia y a mis amigos que habitan en las costas de la isla Fererne y proteged a mi pequeña cuando ella se aventure entre las olas>>
A oídos de Delin, su pequeño discurso habría sonado como un conjunto de sonidos ininteligibles, a medio camino entre el ladrido de una foca común y el canto de una ballena, pero ella estaba cierta de que los habitantes del océano, y el océano mismo, habían entendido y acogido su mensaje y su petición.
Satisfecha y tranquila, se dio media vuelta y salió del mar. Sólo al volver a la orilla, salió de la especie de trance en que estaba y miró a Delin, como si recién ahora tomara conciencia plena de su presencia, de que él realmente estaba ahí y no era sólo una ilusión, una quimera. Mil preguntas se agolparon en su mente, pero el recuerdo de cómo él había reaccionado aquella vez que se había permitido interrogarlo la hizo desistir de formularlas. Le bastaba que él estuviera ahí.
Sin embargo, había una pregunta, tan solo una, que no podía dejar de hacerle.
- ¿Te quedarás? – preguntó mirándolo fijamente a los ojos.
Una vez abajo, pareció olvidar del todo la presencia del ex capitán. Se quedó un momento contemplando el océano en completo silencio, meciendo suavemente a la bebé. El mar de color turquesa estaba calmo, ni la menor brisa rizaba su superficie; parecía que él contemplaba a su vez a la selkie, aguardando algo. Luego, como si hubiera por fin tomado una decisión, Muireall caminó con paso tranquilo y decidido hacia la orilla, acurrucando a Álainn en sus brazos, y se metió al agua.
Avanzó hasta que el agua le llegó hasta la cintura, teniendo buen cuidado de no mojar a la pequeña, y entonces se detuvo. Alzó a su hijita en brazos, mostrándola a las olas y a todas las criaturas del mar y del aire que presenciaban la escena, y comenzó a hablar. Aunque su garganta ahora era humana, no había perdido la capacidad de articular los sonidos que conformaban el lenguaje de su gente, la gente foca.
<< Padre océano, criaturas del mar, les presento a Álainn, hija de la selkie Muireall y del humano Malcolm. Llevad la noticia a mi familia y a mis amigos que habitan en las costas de la isla Fererne y proteged a mi pequeña cuando ella se aventure entre las olas>>
A oídos de Delin, su pequeño discurso habría sonado como un conjunto de sonidos ininteligibles, a medio camino entre el ladrido de una foca común y el canto de una ballena, pero ella estaba cierta de que los habitantes del océano, y el océano mismo, habían entendido y acogido su mensaje y su petición.
Satisfecha y tranquila, se dio media vuelta y salió del mar. Sólo al volver a la orilla, salió de la especie de trance en que estaba y miró a Delin, como si recién ahora tomara conciencia plena de su presencia, de que él realmente estaba ahí y no era sólo una ilusión, una quimera. Mil preguntas se agolparon en su mente, pero el recuerdo de cómo él había reaccionado aquella vez que se había permitido interrogarlo la hizo desistir de formularlas. Le bastaba que él estuviera ahí.
Sin embargo, había una pregunta, tan solo una, que no podía dejar de hacerle.
- ¿Te quedarás? – preguntó mirándolo fijamente a los ojos.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Mayo siguió a Hannah hasta la casa. Contempló el lugar con curiosidad. Le pareció impersonal, aunque acogedor en general.
-Permítame ayudarla con eso -dijo, buscando un par de tazas-. ¿Vive aquí con ellos?
Si así era, Hannah se ganaba automáticamente la admiración incondicional de Mayo. Había que ser de una casta especial para aguantar a Delin todo el día. Y tener la paciencia de un santo. Cierto que ella y Delin habían trabajado juntos, pero eso no quería decir que no sintiera ganas de estrangularlo de vez en cuando.
-Los conozco de hace algún tiempo, cuando vivíamos todos en otro lugar. Me alegra ver que están bien. Me parece asombroso que me los haya encontrado de nuevo... el mundo es un pañuelo.
-Permítame ayudarla con eso -dijo, buscando un par de tazas-. ¿Vive aquí con ellos?
Si así era, Hannah se ganaba automáticamente la admiración incondicional de Mayo. Había que ser de una casta especial para aguantar a Delin todo el día. Y tener la paciencia de un santo. Cierto que ella y Delin habían trabajado juntos, pero eso no quería decir que no sintiera ganas de estrangularlo de vez en cuando.
-Los conozco de hace algún tiempo, cuando vivíamos todos en otro lugar. Me alegra ver que están bien. Me parece asombroso que me los haya encontrado de nuevo... el mundo es un pañuelo.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Esperando una nueva vida
Delin bajó por el acantilado detrás de ella, no solo atento a sus pasos, también a los de ella. Tenía los reflejos a flor de piel por si la selkie tropezaba al bajar, o por si ocurría cualquier imprevisto. Una vez sobre la arena Delin se quedó unos pasos atrás sintiéndose un poco como un intruso de algo que debía de ser muy importante para ella.
Sin embargo no quería marcharse, solo se retiró unos pasos más y observó con aparente calma, pero siempre atento a cualquier cosa que se saliera de lo normal. Le pareció realmente raro, la extrema calma del mar, pero muchas cosas alrededor de aquella mujer le habían parecido extrañas y, realmente, tampoco sabía mucho de rituales y comportamientos tan mundanos como los relacionados con traer una vida al mundo, cuando su vida había estado dedicada a quitarlas.
Las primeras palabras en el lenguaje de las focas que salieron de la garganta de Muireall, le alarmaron, pero entonces recordó las palabras de ella, su voz contándole lo que ella era, lo que había sufrido y, además de tranquilizarse, sintió de nuevo la rabia crecer en su interior contra aquellos que habían dañado a alguien como ella.
Para cuando Muireall salió del agua volvía a estar en relativa calma, la rabia se había esfumado, pero seguía sintiéndose incomodo e inseguro. Seguía sin saber si quedarse junto a ella era lo mejor, seguía sin comprender las relaciones humanas. Esperó con su rostro impenetrable, aun marcado por las ojeras y el cansancio hasta que ella decidió volver a su lado y hablar con él.
- Es peligroso que lo haga
No pensó en decir nada más, no sabía que más decir, no estaba acostumbrado a dar explicaciones, no estaba acostumbrado a tratar con la gente… dudaba que alguna vez se acostumbrara a tratar con la gente… recordó parte de sus conversaciones con Mayo y con otras personas que había conocido en Cascadas, recordó algunos momentos que le habían recriminado y supo que a tenía que darle una explicación, que ella tenía que escoger sabiendo la verdad.
- Para los que son como yo, desertar no es una opción, no perdonan, no olvidan y son vengativos y crueles, vendrán a por mí, me encontrarán y querrán matarme a mí y a quien esté a mi lado.
Durante su breve discurso, que a é se le hizo eterno, ni siquiera se atrevió a dirigir su mirada a los ojos de la muchacha. Desconcertado había dirigido su mirada hacia la pequeña criatura que portaba en sus brazos, quedándose cautivado por ella. Nunca se había parado a contemplar una nueva vida, no se había parado a mirarlo de verdad, de hecho no recordaba haber estado tan cerca de un bebé como lo estaba ahora.
La fragilidad de aquella criatura, y al mismo tiempo su fuerza, la fuerza de una nueva vida; la inocencia que irradiaba, la belleza… desataron en él alguno sentimientos que ni siquiera sabía nombrar. Inconscientemente, llevó una de sus ásperas y grandes manos hacia los uno de los puñitos de la pequeña.
Mientras Hannah sacaba una tetera de un armario y la llenaba con agua y la amiga de la familia sacaba unas tazas empezaron su conversación.
- ¡Oh no! Solo he venido unos días para ayudar a Muireall con el parto y el postparto, pero mi casa está en el pueblo.
Colocó la tetera en el agua y se sentó en una silla mientras el agua se calentaba.
- Si, realmente el mundo es muy pequeño. Además ellos llegaron hace apenas unas semanas, esta casa llevaba desocupada unos meses, hasta que ellos llegaron, ella parece encantadora, pero él… bueno la verdad es que no le conozco mucho, pero al menos se preocupa por ella
Pensó en lo extraño que había resultado todo. Que él le pagara tanto por un encargo, que no quisiera aparecer por la casa, que decidiera marcharse sin más dejando todo para ella, que ella no supiera leer y escribir…
Sin embargo no quería marcharse, solo se retiró unos pasos más y observó con aparente calma, pero siempre atento a cualquier cosa que se saliera de lo normal. Le pareció realmente raro, la extrema calma del mar, pero muchas cosas alrededor de aquella mujer le habían parecido extrañas y, realmente, tampoco sabía mucho de rituales y comportamientos tan mundanos como los relacionados con traer una vida al mundo, cuando su vida había estado dedicada a quitarlas.
Las primeras palabras en el lenguaje de las focas que salieron de la garganta de Muireall, le alarmaron, pero entonces recordó las palabras de ella, su voz contándole lo que ella era, lo que había sufrido y, además de tranquilizarse, sintió de nuevo la rabia crecer en su interior contra aquellos que habían dañado a alguien como ella.
Para cuando Muireall salió del agua volvía a estar en relativa calma, la rabia se había esfumado, pero seguía sintiéndose incomodo e inseguro. Seguía sin saber si quedarse junto a ella era lo mejor, seguía sin comprender las relaciones humanas. Esperó con su rostro impenetrable, aun marcado por las ojeras y el cansancio hasta que ella decidió volver a su lado y hablar con él.
- Es peligroso que lo haga
No pensó en decir nada más, no sabía que más decir, no estaba acostumbrado a dar explicaciones, no estaba acostumbrado a tratar con la gente… dudaba que alguna vez se acostumbrara a tratar con la gente… recordó parte de sus conversaciones con Mayo y con otras personas que había conocido en Cascadas, recordó algunos momentos que le habían recriminado y supo que a tenía que darle una explicación, que ella tenía que escoger sabiendo la verdad.
- Para los que son como yo, desertar no es una opción, no perdonan, no olvidan y son vengativos y crueles, vendrán a por mí, me encontrarán y querrán matarme a mí y a quien esté a mi lado.
Durante su breve discurso, que a é se le hizo eterno, ni siquiera se atrevió a dirigir su mirada a los ojos de la muchacha. Desconcertado había dirigido su mirada hacia la pequeña criatura que portaba en sus brazos, quedándose cautivado por ella. Nunca se había parado a contemplar una nueva vida, no se había parado a mirarlo de verdad, de hecho no recordaba haber estado tan cerca de un bebé como lo estaba ahora.
La fragilidad de aquella criatura, y al mismo tiempo su fuerza, la fuerza de una nueva vida; la inocencia que irradiaba, la belleza… desataron en él alguno sentimientos que ni siquiera sabía nombrar. Inconscientemente, llevó una de sus ásperas y grandes manos hacia los uno de los puñitos de la pequeña.
Mientras Hannah sacaba una tetera de un armario y la llenaba con agua y la amiga de la familia sacaba unas tazas empezaron su conversación.
- ¡Oh no! Solo he venido unos días para ayudar a Muireall con el parto y el postparto, pero mi casa está en el pueblo.
Colocó la tetera en el agua y se sentó en una silla mientras el agua se calentaba.
- Si, realmente el mundo es muy pequeño. Además ellos llegaron hace apenas unas semanas, esta casa llevaba desocupada unos meses, hasta que ellos llegaron, ella parece encantadora, pero él… bueno la verdad es que no le conozco mucho, pero al menos se preocupa por ella
Pensó en lo extraño que había resultado todo. Que él le pagara tanto por un encargo, que no quisiera aparecer por la casa, que decidiera marcharse sin más dejando todo para ella, que ella no supiera leer y escribir…
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Los diminutos deditos de la bebé se cerraron instintivamente sobre uno de los dedos del ex capitán cuando éste la tocó y su madre sonrió al ver el cuadro.
Álainn era su hija, su cría, y su seguridad y bienestar eran lo más importante para ella. Si hubiese creído que la amenaza que le describía Delin era un peligro que no podrían enfrentar, le hubiera pedido que se marchara, aunque su corazón se desgarrara al pronunciar cada palabra.
Pero no lo veía así. En su mundo, el mar, matar o ser muerto era inherente al hecho de vivir. En su forma de foca, ella y los suyos mataban peces para comer y podían, a su vez, ser cazados para alimentarse por orcas, tiburones y osos polares. Nadie podía saber si regresaría al salir en una expedición de caza o simplemente al ir a jugar entre las olas. Todo lo que tenían era el momento presente.
Había visto que en el mundo de los humanos las cosas no eran tan diferentes aunque, a sus ojos, era un mundo mucho más brutal y cruel que aquel del que procedía. En el océano, se mataba por alimento, por defensa, para ganar el derecho a procrearse. En el mundo humano se mataba por odio, por venganza, por codicia, por poder. Los humanos no sólo mataban, también abusaban de sus semejantes, los explotaban, los torturaban, los esclavizaban.
No se sentía segura de poder proteger a su hija en ese mundo, estando sola. Las mujeres eran presas fáciles y ella era una extranjera en todas partes, sin amigos ni familia. El peligro del que le hablaba Delin era, para ella, sólo uno de muchos posibles y ni siquiera era un peligro presente; cuando llegara, sabrían enfrentarlo. Precisaba que el brujo se quedara con ellas porque con su protección, su pequeña estaría más segura. Quería que se quedara porque lo amaba y necesitaba tenerlo cerca.
- Delin - llamó suavemente, esperando que él alzara la cabeza y la mirara – En el mar, de donde yo vengo, cada día uno mata o puede ser muerto. Esto no es diferente, aquí o allá todo lo que tenemos es el momento en el que vivimos. Yo… yo sería… quédate con nosotras…
Sus últimas palabras fueron un susurro. No quería decir demasiado, no quería que se sintiera abrumado nuevamente. Ese hombre arisco, tan fuerte, tan decidido, tan valiente, era frágil y vulnerable en lo tocante a los sentimientos. Aguardó en un silencio expectante su respuesta.
Álainn era su hija, su cría, y su seguridad y bienestar eran lo más importante para ella. Si hubiese creído que la amenaza que le describía Delin era un peligro que no podrían enfrentar, le hubiera pedido que se marchara, aunque su corazón se desgarrara al pronunciar cada palabra.
Pero no lo veía así. En su mundo, el mar, matar o ser muerto era inherente al hecho de vivir. En su forma de foca, ella y los suyos mataban peces para comer y podían, a su vez, ser cazados para alimentarse por orcas, tiburones y osos polares. Nadie podía saber si regresaría al salir en una expedición de caza o simplemente al ir a jugar entre las olas. Todo lo que tenían era el momento presente.
Había visto que en el mundo de los humanos las cosas no eran tan diferentes aunque, a sus ojos, era un mundo mucho más brutal y cruel que aquel del que procedía. En el océano, se mataba por alimento, por defensa, para ganar el derecho a procrearse. En el mundo humano se mataba por odio, por venganza, por codicia, por poder. Los humanos no sólo mataban, también abusaban de sus semejantes, los explotaban, los torturaban, los esclavizaban.
No se sentía segura de poder proteger a su hija en ese mundo, estando sola. Las mujeres eran presas fáciles y ella era una extranjera en todas partes, sin amigos ni familia. El peligro del que le hablaba Delin era, para ella, sólo uno de muchos posibles y ni siquiera era un peligro presente; cuando llegara, sabrían enfrentarlo. Precisaba que el brujo se quedara con ellas porque con su protección, su pequeña estaría más segura. Quería que se quedara porque lo amaba y necesitaba tenerlo cerca.
- Delin - llamó suavemente, esperando que él alzara la cabeza y la mirara – En el mar, de donde yo vengo, cada día uno mata o puede ser muerto. Esto no es diferente, aquí o allá todo lo que tenemos es el momento en el que vivimos. Yo… yo sería… quédate con nosotras…
Sus últimas palabras fueron un susurro. No quería decir demasiado, no quería que se sintiera abrumado nuevamente. Ese hombre arisco, tan fuerte, tan decidido, tan valiente, era frágil y vulnerable en lo tocante a los sentimientos. Aguardó en un silencio expectante su respuesta.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
No queriendo hacer un comentario sobre su amigo a una persona que le era desconocida, Mayo se abstuvo de hacer observaciones acerca del carácter de Delin. Teniendo en cuenta lo que le habia dicho el mismo, podía resultar arriesgado. No por Hannah; la buena mujer le parecía buena persona e incapaz de hacer daño. Pero un comentario por demás sin importancia, nunca se sabe quién va a escucharlo... y utilizarlo...
Se acercó a la puerta, pero desde la casa no los veía. Supuso que estaban teniendo una conversación privada. Volvió a la cocina y tomó asiento en un taburete.
-Hacen buena pareja, ¿verdad? Creo que se cuidan muy bien el uno del otro. Lástima que Shamataw caiga tan lejos... Me gustaría visitarlos a menudo.
Lo que en realidad quería decir era: ¿Crees que se quedará con ella? ¿No sería bonito que Delin aprendiera a vivir una nueva vida gracias a esa muchacha?
-Parezco la Doctora Francis -gimió con desgana. ¿Desde cuándo se dedicaba a fantasear a costa de los asuntos de sus amigos? ¿A esto la había reducido su propia soledad? Por un momento, una fracción de segundo, deseó no haberse reencontrado con Delin. Acto seguido, se maldijo por la cantidad de estupideces por minuto que podían pasar por su cabeza y se dio una palmada en la frente a la vez que resoplaba y ponía los ojos en blanco, impaciente consigo misma.
Se acercó a la puerta, pero desde la casa no los veía. Supuso que estaban teniendo una conversación privada. Volvió a la cocina y tomó asiento en un taburete.
-Hacen buena pareja, ¿verdad? Creo que se cuidan muy bien el uno del otro. Lástima que Shamataw caiga tan lejos... Me gustaría visitarlos a menudo.
Lo que en realidad quería decir era: ¿Crees que se quedará con ella? ¿No sería bonito que Delin aprendiera a vivir una nueva vida gracias a esa muchacha?
-Parezco la Doctora Francis -gimió con desgana. ¿Desde cuándo se dedicaba a fantasear a costa de los asuntos de sus amigos? ¿A esto la había reducido su propia soledad? Por un momento, una fracción de segundo, deseó no haberse reencontrado con Delin. Acto seguido, se maldijo por la cantidad de estupideces por minuto que podían pasar por su cabeza y se dio una palmada en la frente a la vez que resoplaba y ponía los ojos en blanco, impaciente consigo misma.
Última edición por Mayo el 19/07/10, 06:36 am, editado 1 vez
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Esperando una nueva vida
(FDI: Emmm… Delin y Muireall han bajado a una cala oculta a la vista de todos, por eso bajan por una especie de acantilado, desde la ventana de la casa no les puedes ver )
Delin se quedó totalmente paralizado por la sorpresa al notar los deditos de Álainn cerrarse sobre los suyos, tan grandes y ásperos… tan llenos de sangre y muerte… los de la pequeña, en cambio, eran suaves, inocentes, frágiles, pero se agarraban con tanta fuerza a la vida… nació en él, el deseo de cogerla durante unos instantes en sus brazos, pero se sintió tan torpe e incapaz que decidió no hacer ni decir nada. Sin apartar el dedo de la pequeña levantó la vista cuando Muireall lo llamó.
Escuchó todo, su agudo oído acostumbrado a ejercer de espía le había permitido escuchar incluso la petición de la joven que apenas había sido un susurró. Seguía sin entender las emociones humanas, no entendía porque ella se lo había pedido en un susurro ¿acaso lo hacía solo por quedar bien? ¿O era tal vez porque la muchacha creía necesitar un protector? Fuera como fuera, ella le pedía que se quedara y no se sentía capaz de decir que no. Sería su guardián si era lo que quería.
- De acuerdo, solo hasta que vea la menor señal de peligro, si descubro que vienen desapareceré de aquí
Posiblemente para siempre, no creía que fuera capaz de vencer a tantos de sus compañeros juntos, pero no iba a permitir que su pasado, sus pecados y sus jefes pusieran en peligro a la pequeña Álainn y su madre. Ella ya había sufrido suficiente y no podría soportar ver cómo morían, especialmente a manos de tan crueles y despiadadas manos. Se iría a la tumba para nunca descansar, ironías de la vida, porque era lo que realmente se merecía.
Hannah sonrió al ver a la amiga de la familia, parecía una buena persona, pero algo melancólica, eso la hizo pensar ¿de qué sitio vendrían todos ellos que parecían todos tan melancólicos y asustados? Aun así, por discreción no dijo nada, no era lo oportuno.
- Creo que sí, que podrían ser una magnifica pareja
No les conocía demasiado, ni desde hace mucho tiempo, pero definitivamente parecían encajar el uno con el otro y, además, parecían quererse el uno al otro, pero ambos eran demasiado tímidos, o testarudos como para dar el paso que los uniría.
- Seguro que después de unos días, cuando la pequeña y la madre se hayan hecho la una a la otra, viajaran también para veros, en realidad, las islas no están tan lejos
Sonrió a Mayo tratando de confortarla, parecía realmente triste, y parecía afectarla, quizá demasiado, el encontrar a unos amigos y no poder verlos tan a menudo como desearía. Se levantó a recoger la tetera cuando esta comenzó a silbar y sirvió el agua en las tazas.
- Y si no siempre podéis venir a vivir a esta isla, es un buen lugar. ¿Quién es la doctora que mencionáis?
Delin se quedó totalmente paralizado por la sorpresa al notar los deditos de Álainn cerrarse sobre los suyos, tan grandes y ásperos… tan llenos de sangre y muerte… los de la pequeña, en cambio, eran suaves, inocentes, frágiles, pero se agarraban con tanta fuerza a la vida… nació en él, el deseo de cogerla durante unos instantes en sus brazos, pero se sintió tan torpe e incapaz que decidió no hacer ni decir nada. Sin apartar el dedo de la pequeña levantó la vista cuando Muireall lo llamó.
Escuchó todo, su agudo oído acostumbrado a ejercer de espía le había permitido escuchar incluso la petición de la joven que apenas había sido un susurró. Seguía sin entender las emociones humanas, no entendía porque ella se lo había pedido en un susurro ¿acaso lo hacía solo por quedar bien? ¿O era tal vez porque la muchacha creía necesitar un protector? Fuera como fuera, ella le pedía que se quedara y no se sentía capaz de decir que no. Sería su guardián si era lo que quería.
- De acuerdo, solo hasta que vea la menor señal de peligro, si descubro que vienen desapareceré de aquí
Posiblemente para siempre, no creía que fuera capaz de vencer a tantos de sus compañeros juntos, pero no iba a permitir que su pasado, sus pecados y sus jefes pusieran en peligro a la pequeña Álainn y su madre. Ella ya había sufrido suficiente y no podría soportar ver cómo morían, especialmente a manos de tan crueles y despiadadas manos. Se iría a la tumba para nunca descansar, ironías de la vida, porque era lo que realmente se merecía.
Hannah sonrió al ver a la amiga de la familia, parecía una buena persona, pero algo melancólica, eso la hizo pensar ¿de qué sitio vendrían todos ellos que parecían todos tan melancólicos y asustados? Aun así, por discreción no dijo nada, no era lo oportuno.
- Creo que sí, que podrían ser una magnifica pareja
No les conocía demasiado, ni desde hace mucho tiempo, pero definitivamente parecían encajar el uno con el otro y, además, parecían quererse el uno al otro, pero ambos eran demasiado tímidos, o testarudos como para dar el paso que los uniría.
- Seguro que después de unos días, cuando la pequeña y la madre se hayan hecho la una a la otra, viajaran también para veros, en realidad, las islas no están tan lejos
Sonrió a Mayo tratando de confortarla, parecía realmente triste, y parecía afectarla, quizá demasiado, el encontrar a unos amigos y no poder verlos tan a menudo como desearía. Se levantó a recoger la tetera cuando esta comenzó a silbar y sirvió el agua en las tazas.
- Y si no siempre podéis venir a vivir a esta isla, es un buen lugar. ¿Quién es la doctora que mencionáis?
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Sabía que Delin no la entendía. Incluso sin tener la capacidad de leer en su aura sus sentimientos, se hubiera dado cuenta de eso. Para que él hubiese podido entender lo que ella sentía hubiera tenido que explicárselo en voz alta y con palabras sencillas, pero no se atrevía a hacerlo. No era sólo su timidez natural lo que le impedía dar semejante paso; recordaba demasiado bien el torrente de culpa y remordimientos que él había experimentado cuando ella le había manifestado su agradecimiento. Si tan sólo una muestra de gratitud le provocaba eso, ¿qué le podría pasar si ella le revelaba su amor? No quería, no podía, arriesgarse a que él se marchara de nuevo por decir demasiado.
El deseo que había experimentado el ex capitán por tomar a Álainn en sus brazos no le pasó desapercibido, pero contuvo el impulso de ofrecerle hacerlo en aquel mismo instante. Tenía que ser cuidadoa. Si lo hacía ahora, probablemente él se espantaría y además, la niña era aún demasiado pequeña para ser confiada a unos brazos inexpertos. Ya habría tiempo para eso, ahora que él iba a quedarse con ellas.
Aquel momento, con su pequeñita aferrada al dedo de Delin, mientras la brisa del mar los acariciaba y las olas murmuraban cerca, lejos de todos los peligros y todas las preocupaciones, solos los tres, era un momento perfecto. Pero, como todo momento, tenía que terminar. Álainn necesitaba ser cambiada, alimentada y descansar en una cómoda cama. Y Delin…
… ese cabello revuelto, esas ojeras… no recordaba haberlo visto nunca tan agotado, aunque no era sorprendente que lo estuviera. Había velado por ella durante todo el viaje, durmiendo apenas y no creía que hubiera descansado mucho pernoctando en el tejado, como lo había hecho en los últimos días. Él también necesitaba descanso y cuidados.
“Ven, vamos a casa, necesitas descansar” fueron las palabras que acudieron espontáneamente a sus labios, pero alcanzó a morderse la lengua antes de pronunciarlas; en su imaginación llegó a ver como él retrocedía, nuevamente hosco, rechazando su preocupación, sintiendo que no la merecía.
- Volvamos ya, debo atender a Álainn y Hannah estará preocupada – fue lo que dijo en cambio - Te quedarás con nosotras dentro de la casa, ¿verdad? – añadió, mirándolo fijamente.
Porque si él pretendía seguir pasando las noches sobre el tejado, ya podía irse por donde había venido. No estaba dispuesta a permitir que estuviera junto a ellas sacrificándose de esa manera.
El deseo que había experimentado el ex capitán por tomar a Álainn en sus brazos no le pasó desapercibido, pero contuvo el impulso de ofrecerle hacerlo en aquel mismo instante. Tenía que ser cuidadoa. Si lo hacía ahora, probablemente él se espantaría y además, la niña era aún demasiado pequeña para ser confiada a unos brazos inexpertos. Ya habría tiempo para eso, ahora que él iba a quedarse con ellas.
Aquel momento, con su pequeñita aferrada al dedo de Delin, mientras la brisa del mar los acariciaba y las olas murmuraban cerca, lejos de todos los peligros y todas las preocupaciones, solos los tres, era un momento perfecto. Pero, como todo momento, tenía que terminar. Álainn necesitaba ser cambiada, alimentada y descansar en una cómoda cama. Y Delin…
… ese cabello revuelto, esas ojeras… no recordaba haberlo visto nunca tan agotado, aunque no era sorprendente que lo estuviera. Había velado por ella durante todo el viaje, durmiendo apenas y no creía que hubiera descansado mucho pernoctando en el tejado, como lo había hecho en los últimos días. Él también necesitaba descanso y cuidados.
“Ven, vamos a casa, necesitas descansar” fueron las palabras que acudieron espontáneamente a sus labios, pero alcanzó a morderse la lengua antes de pronunciarlas; en su imaginación llegó a ver como él retrocedía, nuevamente hosco, rechazando su preocupación, sintiendo que no la merecía.
- Volvamos ya, debo atender a Álainn y Hannah estará preocupada – fue lo que dijo en cambio - Te quedarás con nosotras dentro de la casa, ¿verdad? – añadió, mirándolo fijamente.
Porque si él pretendía seguir pasando las noches sobre el tejado, ya podía irse por donde había venido. No estaba dispuesta a permitir que estuviera junto a ellas sacrificándose de esa manera.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
-La... la doctora... ah, sí. Donde yo vivía, esa señora se dedicaba a... um... dar consejos a quienes quisiseran escucharla. Ya sabes, cosas del corazón. No sé si aquí se estila eso.
Lo más probable era que sí, que hubiera sacerdotes y brujas que se dedicaban a guiar al prójimo a cambio de algo de estofado. O sacerdotisas y brujos. Oráculos. Claro.
Y entonces se le ocurrió. Si encontraba uno de esos oráculos, suponiendo que fueran de fiar, ella tenía algo que consultarle.
Se animó un poco más. Tener objetivos siempre la hacía sentirse mejor, y creía haber encontrado uno.
Lo más probable era que sí, que hubiera sacerdotes y brujas que se dedicaban a guiar al prójimo a cambio de algo de estofado. O sacerdotisas y brujos. Oráculos. Claro.
Y entonces se le ocurrió. Si encontraba uno de esos oráculos, suponiendo que fueran de fiar, ella tenía algo que consultarle.
Se animó un poco más. Tener objetivos siempre la hacía sentirse mejor, y creía haber encontrado uno.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Esperando una nueva vida
Delin se encontraba absortó con la pequeña Álainn, de haber preguntado, posiblemente no hubiera salido corriendo, aunque no hubiera sabido responderla y, eso le hubiera hecho reaccionar de nuevo, como si se sintiera acorralado. Hecha la promesa de quedarse, no saldría huyendo ante nada, excepto que viera aparecer a sus antiguos compañeros, no podía ni quería, pero se hubiera encerrado en si mismo una temporada.
No fue consciente de si pasaron unos segundos o minutos hasta que Muireall volvió a hablarle y la realidad golpeó con fuerza sobre él. Esos instantes que había permanecido absorto mirando a la pequeña habían sido unos momento de felicidad que no creía merecer y, su conciencia, no tardó en gritar con las voces de sus víctimas que estaba abusando de una felicidad que no le correspondía a semejante asesino sin escrúpulos.
Cansado, aturdido y confuso, se llevó las manos a la cabeza y cayó de rodillas sobre la arena. No tenía suficiente fuerza para resistir un envite tan inesperado como fuerte de su conciencia. Gruñó en voz alta y acabó poniendo las manos en la arena, tratando de sujetarse mientras jadeaba intentado mantener a ralla las voces de su pasado.
Era la primera vez que sus remordimientos le hacían caer de rodillas, pero también era la primera vez que el cansancio que sentía se hacía visible para los demás. Aún aturdido, pero logrando calamar su conciencia. Se sentó sobre la arena avergonzado. Miró un instante a Muireall y luego apartó la mirada, sintiéndose torpe e inútil.
Recordó la pregunta de la selkie y decidió contestar antes de que ella le recriminara su actitud o le preguntara algo.
- Me quedaré dentro de la casa si es lo que deseas
Su voz fue un murmullo, y ni siquiera la miraba mientras pronunciaba sus palabras, se sentía totalmente avergonzado por haber mostrado su debilidad. No era algo que a un humano corriente le hubiera avergonzado tanto, pero él estaba acostumbrado desde muy temprana edad a recibir castigos por semejante actitud.
(FDI: Mui, Te importa manejar a Hannah este turno? Es que ando a mil y no me da tiempo a terminar el post nunca v.v)
No fue consciente de si pasaron unos segundos o minutos hasta que Muireall volvió a hablarle y la realidad golpeó con fuerza sobre él. Esos instantes que había permanecido absorto mirando a la pequeña habían sido unos momento de felicidad que no creía merecer y, su conciencia, no tardó en gritar con las voces de sus víctimas que estaba abusando de una felicidad que no le correspondía a semejante asesino sin escrúpulos.
Cansado, aturdido y confuso, se llevó las manos a la cabeza y cayó de rodillas sobre la arena. No tenía suficiente fuerza para resistir un envite tan inesperado como fuerte de su conciencia. Gruñó en voz alta y acabó poniendo las manos en la arena, tratando de sujetarse mientras jadeaba intentado mantener a ralla las voces de su pasado.
Era la primera vez que sus remordimientos le hacían caer de rodillas, pero también era la primera vez que el cansancio que sentía se hacía visible para los demás. Aún aturdido, pero logrando calamar su conciencia. Se sentó sobre la arena avergonzado. Miró un instante a Muireall y luego apartó la mirada, sintiéndose torpe e inútil.
Recordó la pregunta de la selkie y decidió contestar antes de que ella le recriminara su actitud o le preguntara algo.
- Me quedaré dentro de la casa si es lo que deseas
Su voz fue un murmullo, y ni siquiera la miraba mientras pronunciaba sus palabras, se sentía totalmente avergonzado por haber mostrado su debilidad. No era algo que a un humano corriente le hubiera avergonzado tanto, pero él estaba acostumbrado desde muy temprana edad a recibir castigos por semejante actitud.
(FDI: Mui, Te importa manejar a Hannah este turno? Es que ando a mil y no me da tiempo a terminar el post nunca v.v)
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
(FDI: No hay problema, yo lo hago)
Sus palabras, tan sencillas, tan triviales, rompieron el momento de felicidad de Delin en mil pedazos, como una piedra que golpea una pieza de cristal. No estaba preparada para eso, ni se esperaba lo que siguió.
Estuvo a punto de soltar un grito, sacudida tanto por la intensidad de los remordimientos y la confusión que vibraban el aura de Delin como por el hecho de verlo de rodillas, cansado y abatido, a él siempre tan impávido, tan dueño de sí. Por un momento creyó que se había enfermado, que estaba a punto de desmayarse y, automáticamente, dio un paso hacia él, para brindarle ayuda, pero una voz interior la hizo detenerse.
Por razones que aún no lograba entender del todo, al ex capitán le hacía daño cualquier muestra de afecto, aún de simple agradecimiento. Arrastraba una carga de culpa tan pesada - ¿por qué? ¿qué había hecho para sentir siempre tanta culpabilidad? – que no se creía merecedor de nada de eso. Si había aprendido algo en esos días, era que con él hasta la más mínima demostración de afecto empeoraba la situación.
Con el corazón golpeando con fuerza dentro de sus costillas debido a la ansiedad que sentía, aguardó a ver como reaccionaba. Sintió un leva alivio cuando él se sentó sobre la arena y percibió que los remordimientos se habían atenuado en su aura, aunque le dolió notar como aparecía ahora la vergüenza. Evitaba mirarla, como si hubiera hecho algo inaudito, reprochable.
Se quedó un momento con la mente en blanco, sólo consciente del calor del cuerpo de su niña en brazos, del compás de su respiración. No sabía qué hacer ni qué decir. Temía que cualquier gesto o palabra, por bienintencionado que fuera, lo hiciera sentir peor. La respuesta a su pregunta fue una especie de tabla de salvación.
- Sí, es lo que deseo. Estaré más tranquila si lo haces así – contestó con un tono de voz casual, como si nada hubiera interrumpido la conversación.
Por supuesto, no iba a recriminarlo por su actitud; no le haría preguntas, tampoco le brindaría consuelo. Su opción fue pasar por alto el episodio y seguir adelante con la mayor naturalidad posible. Esperaba no equivocarse de nuevo.
Hannah sonrió cuando Mayo le explicó quien era la doctora de la que hablaba.
- ¡Ah, sí! En el pueblo hay una vieja dama que se dedica a aconsejar a los jóvenes sobre esos asuntos y también concerta compromisos y arregla matrimonios si se lo piden y le pagan bien.
Le alegró ver como la joven se animaba hablando del tema y, pese a se runa mujer discreta, no dejó de sentir cierta curiosidad por ese cambio. ¿Sería que la ponía contenta la idea de ver a alguien así? Como fuera, no era asunto suyo.
- ¿Queréis unas galletitas para acompañar vuestro té? Tengo una muy buenas, de avena y miel – ofreció con amabilidad.
Sus palabras, tan sencillas, tan triviales, rompieron el momento de felicidad de Delin en mil pedazos, como una piedra que golpea una pieza de cristal. No estaba preparada para eso, ni se esperaba lo que siguió.
Estuvo a punto de soltar un grito, sacudida tanto por la intensidad de los remordimientos y la confusión que vibraban el aura de Delin como por el hecho de verlo de rodillas, cansado y abatido, a él siempre tan impávido, tan dueño de sí. Por un momento creyó que se había enfermado, que estaba a punto de desmayarse y, automáticamente, dio un paso hacia él, para brindarle ayuda, pero una voz interior la hizo detenerse.
Por razones que aún no lograba entender del todo, al ex capitán le hacía daño cualquier muestra de afecto, aún de simple agradecimiento. Arrastraba una carga de culpa tan pesada - ¿por qué? ¿qué había hecho para sentir siempre tanta culpabilidad? – que no se creía merecedor de nada de eso. Si había aprendido algo en esos días, era que con él hasta la más mínima demostración de afecto empeoraba la situación.
Con el corazón golpeando con fuerza dentro de sus costillas debido a la ansiedad que sentía, aguardó a ver como reaccionaba. Sintió un leva alivio cuando él se sentó sobre la arena y percibió que los remordimientos se habían atenuado en su aura, aunque le dolió notar como aparecía ahora la vergüenza. Evitaba mirarla, como si hubiera hecho algo inaudito, reprochable.
Se quedó un momento con la mente en blanco, sólo consciente del calor del cuerpo de su niña en brazos, del compás de su respiración. No sabía qué hacer ni qué decir. Temía que cualquier gesto o palabra, por bienintencionado que fuera, lo hiciera sentir peor. La respuesta a su pregunta fue una especie de tabla de salvación.
- Sí, es lo que deseo. Estaré más tranquila si lo haces así – contestó con un tono de voz casual, como si nada hubiera interrumpido la conversación.
Por supuesto, no iba a recriminarlo por su actitud; no le haría preguntas, tampoco le brindaría consuelo. Su opción fue pasar por alto el episodio y seguir adelante con la mayor naturalidad posible. Esperaba no equivocarse de nuevo.
Hannah sonrió cuando Mayo le explicó quien era la doctora de la que hablaba.
- ¡Ah, sí! En el pueblo hay una vieja dama que se dedica a aconsejar a los jóvenes sobre esos asuntos y también concerta compromisos y arregla matrimonios si se lo piden y le pagan bien.
Le alegró ver como la joven se animaba hablando del tema y, pese a se runa mujer discreta, no dejó de sentir cierta curiosidad por ese cambio. ¿Sería que la ponía contenta la idea de ver a alguien así? Como fuera, no era asunto suyo.
- ¿Queréis unas galletitas para acompañar vuestro té? Tengo una muy buenas, de avena y miel – ofreció con amabilidad.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
-¿Galletas caseras? Cómo no -repuso Mayo, más animada todavía. La perspectiva de comer algo parecido a sus queridas Hobnobs le hacía moderadamente feliz. Le gustaban las cosas que le eran conocidas. ¿Qué podía serle más familiar que una buena taza de té con galletas de avena? De repente, Hannah le caía más que bien, le caía divinamente.
Tomó un sorbo y lo saboreó con tranquilidad. Después del viajecito, le sentaría bien. En cuanto a la descabellada idea que acababa de tener... nada le parecía ya absurdo. ¿Por qué no intentarlo? Y ya puesta... mejor ir al grano. Empezó a hablar despacio, con deliberación. Faltaba ver cómo se tomaba Hannah su pregunta.
-Hannah...sabes, deseo encontrar información acerca de algo, pero no sé cómo conseguirlo. Esa señora de que hablabas no me puede ayudar. Pero no sé si habrá por ahí otra gente a la que se pueda consultar. Es un asunto serio, al menos para mí. Pero temo que sólo un adivino o algo así podría darme algún dato. ¿Crees que podría encontrar a alguien así en Jaspia?
Tomó un sorbo y lo saboreó con tranquilidad. Después del viajecito, le sentaría bien. En cuanto a la descabellada idea que acababa de tener... nada le parecía ya absurdo. ¿Por qué no intentarlo? Y ya puesta... mejor ir al grano. Empezó a hablar despacio, con deliberación. Faltaba ver cómo se tomaba Hannah su pregunta.
-Hannah...sabes, deseo encontrar información acerca de algo, pero no sé cómo conseguirlo. Esa señora de que hablabas no me puede ayudar. Pero no sé si habrá por ahí otra gente a la que se pueda consultar. Es un asunto serio, al menos para mí. Pero temo que sólo un adivino o algo así podría darme algún dato. ¿Crees que podría encontrar a alguien así en Jaspia?
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Esperando una nueva vida
Delin se sintió algo sorprendido porque ella no hubiera dicho nada. Ni un reproche, ni un insulto, ni siquiera una muestra de preocupación como era tan habitual en ella. En cierto modo se sintió, al mismo tiempo aliviado y decepcionado, no sabía lo que esperaba, pero le resultó extraño que ella hubiera pasado por alto lo ocurrido, que hubiera seguido como si tal cosa. Lo único que se le ocurrió fue pensar que ella solo quería alguien que la protegiera, y él era el que estaba más a mano.
Cumpliría con su penitencia y se quedaría a su lado con sus condiciones. No es que no quisiera estar a su lado, pero no creía que fuera lo más acertado, la estaba poniendo en un peligro que no parecía entender y, además, ella solía provocar en el ciertos sentimientos que no entendía, que no controlaba, que no sabía ni tan siquiera nombrar y que solían desencadenar que sus remordimientos afloraran con fuerza.
Se levantó de la arena y se dio la vuelta en dirección a la casa. No dijo nada y empezó a caminar, miró hacia atrás para ver si ella lo seguía y dejó que pasara delante, como su guardaespaldas, era mejor que fuera por detrás, además así podría ver si ella tropezaba al subir y ayudarla a no caerse.
Hannah se sintió contenta al ver que la muchacha parecía algo más feliz al tomarse las galletas. Parecía estar pensado en algo y no quiso interrumpirla, asique guardo silencio mientras se tomaba una galleta y saboreaba su propio té.
Cuando ella decidió por fin hablar escuchó con atención y no sin cierta preocupación por lo serio del rostro de Mayo. Parecía algo realmente importante para la muchacha y ella no iba a menospreciar la importancia que tenía su asunto, por muy ridículo que pudiera parecer, para ella era importante.
- Querida, sé que hay algunos adivinos por el reino, algunos de ellos no muy fiables, pero realmente no conozco a ninguno
Como mujer sencilla y práctica, dedica a su labor como comadrona, no se había planteado siquiera ir a consultar a un adivino, y ciertamente entre sus amistades no se contaba ninguno, pero tal vez había alguien que podría ayudarla a encontrar uno de fiar.
- Aunque creo que conozco a alguien que podría ayudarte a dar con uno de fiar, no sé ni sus tarifas ni si podrá ayudarte, pero te lo presentaré si quieres probar.
Sonrió, esperaba que eso la sirviera al menos para sentirse un poquito más tranquila con el asunto que tanto la preocupaba, no era una solución universal, pero si eso la hacía sentir mejor era bueno para ella, y sabía que la persona que le iba a indicar era de fiar y no corría peligro a su lado.
Cumpliría con su penitencia y se quedaría a su lado con sus condiciones. No es que no quisiera estar a su lado, pero no creía que fuera lo más acertado, la estaba poniendo en un peligro que no parecía entender y, además, ella solía provocar en el ciertos sentimientos que no entendía, que no controlaba, que no sabía ni tan siquiera nombrar y que solían desencadenar que sus remordimientos afloraran con fuerza.
Se levantó de la arena y se dio la vuelta en dirección a la casa. No dijo nada y empezó a caminar, miró hacia atrás para ver si ella lo seguía y dejó que pasara delante, como su guardaespaldas, era mejor que fuera por detrás, además así podría ver si ella tropezaba al subir y ayudarla a no caerse.
Hannah se sintió contenta al ver que la muchacha parecía algo más feliz al tomarse las galletas. Parecía estar pensado en algo y no quiso interrumpirla, asique guardo silencio mientras se tomaba una galleta y saboreaba su propio té.
Cuando ella decidió por fin hablar escuchó con atención y no sin cierta preocupación por lo serio del rostro de Mayo. Parecía algo realmente importante para la muchacha y ella no iba a menospreciar la importancia que tenía su asunto, por muy ridículo que pudiera parecer, para ella era importante.
- Querida, sé que hay algunos adivinos por el reino, algunos de ellos no muy fiables, pero realmente no conozco a ninguno
Como mujer sencilla y práctica, dedica a su labor como comadrona, no se había planteado siquiera ir a consultar a un adivino, y ciertamente entre sus amistades no se contaba ninguno, pero tal vez había alguien que podría ayudarla a encontrar uno de fiar.
- Aunque creo que conozco a alguien que podría ayudarte a dar con uno de fiar, no sé ni sus tarifas ni si podrá ayudarte, pero te lo presentaré si quieres probar.
Sonrió, esperaba que eso la sirviera al menos para sentirse un poquito más tranquila con el asunto que tanto la preocupaba, no era una solución universal, pero si eso la hacía sentir mejor era bueno para ella, y sabía que la persona que le iba a indicar era de fiar y no corría peligro a su lado.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Estaba pendiente de él y captó de inmediato su sorpresa, su alivio y su decepción. Este último sentimiento la desconcertó ¿Por qué se sentía así? ¿Qué esperaba de ella? ¿Qué deseaba que hiciera, que dijera? No tenía respuestas para esas preguntas. En cierta medida se había vuelto a equivocar pero, al menos esta vez, las consecuencias de su error no eran tan graves. Ese sentimiento de decepción que percibía era algo mucho más fácil de sobrellevar, para ella, que la avalancha de culpa y remordimientos que sus actos y palabras a veces le provocaban. Para no dejarse dominar la esperanza, se aferró al sentimiento de alivio que también había captado; Delin se había calmado, ya no sentía vergüenza ni remordimientos y eso era lo que importaba.
Ella no lo quería como protector por que era el que estaba más a mano; quería tenerlo cerca porque se sentía bien a su lado, porque le agradaba su compañía por más retraído y hosco que se mostrara. Pero de haber sabido que Delin creía eso, posiblemente no lo hubiera sacado de su error. No sólo su timidez natural le hubiese impedido manifestarle sus sentimientos; lo hubiera hecho también la idea de que él se marchara, atormentado, si ella decía demasiado. Si pensar que sólo lo quería como guardaespaldas tranquilizaba al capitán y evitaba que sus sentimientos de culpa aparecieran, entonces que lo siguiera creyendo. Ella no haría nada por cambiarlo.
Una brisa fría sopló desde el océano haciéndolo rizarse. Normalmente era resistente al frío, pero esta vez el contacto del aire fresco con sus ropas aún mojadas la hizo temblar. Súbitamente, se sintió muy cansada. Había pasado una noche pésima y el día había sido muy largo y lleno de emociones: el parto, el nacimiento de Álainn, el regreso de Delin. La exaltación por presentarle su niña al mar y la preocupación por el ex capitán la habían sostenido, pero ahora que todo estaba en calma sus fuerzas comenzaban a fallarle.
Mordiéndose los labios, acomodó a su bebé en los brazos, acurrucándola más y se dispuso a caminar tras Delin de regreso a la casa. Cuando él se detuvo para dejarla pasar, sintió que él algo se rebelaba en su interior; no quería que él fuera tras ella, quería que fuera a su lado. Con todo, se propuso dominarse y dejar que él lo hiciera a su modo si así se sentía mejor.
Sin embargo, sus fuerzas flaqueaban cada vez más. No se sentía segura de poder seguir avanzando por sí sola y la idea de caer con Álainn en sus brazos la aterraba. Sólo había dado algunos pasos cuando se detuvo, giró y se acercó a su guardián. Estaba pálida y temblaba ligeramente.
- Delin… yo… yo… ¿puedo… puedo apoyarme en ti?
Ella no lo quería como protector por que era el que estaba más a mano; quería tenerlo cerca porque se sentía bien a su lado, porque le agradaba su compañía por más retraído y hosco que se mostrara. Pero de haber sabido que Delin creía eso, posiblemente no lo hubiera sacado de su error. No sólo su timidez natural le hubiese impedido manifestarle sus sentimientos; lo hubiera hecho también la idea de que él se marchara, atormentado, si ella decía demasiado. Si pensar que sólo lo quería como guardaespaldas tranquilizaba al capitán y evitaba que sus sentimientos de culpa aparecieran, entonces que lo siguiera creyendo. Ella no haría nada por cambiarlo.
Una brisa fría sopló desde el océano haciéndolo rizarse. Normalmente era resistente al frío, pero esta vez el contacto del aire fresco con sus ropas aún mojadas la hizo temblar. Súbitamente, se sintió muy cansada. Había pasado una noche pésima y el día había sido muy largo y lleno de emociones: el parto, el nacimiento de Álainn, el regreso de Delin. La exaltación por presentarle su niña al mar y la preocupación por el ex capitán la habían sostenido, pero ahora que todo estaba en calma sus fuerzas comenzaban a fallarle.
Mordiéndose los labios, acomodó a su bebé en los brazos, acurrucándola más y se dispuso a caminar tras Delin de regreso a la casa. Cuando él se detuvo para dejarla pasar, sintió que él algo se rebelaba en su interior; no quería que él fuera tras ella, quería que fuera a su lado. Con todo, se propuso dominarse y dejar que él lo hiciera a su modo si así se sentía mejor.
Sin embargo, sus fuerzas flaqueaban cada vez más. No se sentía segura de poder seguir avanzando por sí sola y la idea de caer con Álainn en sus brazos la aterraba. Sólo había dado algunos pasos cuando se detuvo, giró y se acercó a su guardián. Estaba pálida y temblaba ligeramente.
- Delin… yo… yo… ¿puedo… puedo apoyarme en ti?
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Mayo asintió.
-Claro, siempre puedo probar a ver qué pasa. Total, no voy a quedarme peor que estaba... creo. Oh. Espero que no tarden mucho en volver esos dos. Se ha puesto a llover -dijo, escuchando el suave repiqueteo del agua al caer. Afuera, finas gotas estaban empapando el suelo sin prisa pero sin pausa, cada vez con más afición. Seguro que no tardaban en entrar, especialmente con el bebé. Vaya día aguado.
Volvió a considerar la posición de su amigo. Le costaba creer que fuese realmente tan peligroso permanecer a su lado como él daba a entender. Delin era una gota de agua en un océano de peones. Si él desaparecía absorto por su entorno, ¿para qué se iba a molestar nadie en montar una expedición en su busca?
-Claro, siempre puedo probar a ver qué pasa. Total, no voy a quedarme peor que estaba... creo. Oh. Espero que no tarden mucho en volver esos dos. Se ha puesto a llover -dijo, escuchando el suave repiqueteo del agua al caer. Afuera, finas gotas estaban empapando el suelo sin prisa pero sin pausa, cada vez con más afición. Seguro que no tardaban en entrar, especialmente con el bebé. Vaya día aguado.
Volvió a considerar la posición de su amigo. Le costaba creer que fuese realmente tan peligroso permanecer a su lado como él daba a entender. Delin era una gota de agua en un océano de peones. Si él desaparecía absorto por su entorno, ¿para qué se iba a molestar nadie en montar una expedición en su busca?
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Esperando una nueva vida
No pasó desapercibido para Delin el temblor de la selkie, pero no teniendo nada a mano para taparla, tampoco podía hacer nada salvo llevarla a la casa y que se calentara dentro, además, suponía que Mayo y la comadrona estarían esperando y eso le daría un tiempo de soledad que verdaderamente necesitaba en esos momentos.
Esperó paciente a que ella comenzara a andar y cuando pasó por su lado empezó, también, a caminar tras ella. Se sintió algo sorprendido de que ella regresara, pero al oír sus palabras y fijarse mejor en su cara se dio cuenta de su cansancio. Miró hacia el acantilado y luego hacia la joven. Sin mediar palabra se colocó a su lado y la cogió en brazos con suavidad. No quería que ella se cayera por un descuido, no podía permitir que ella o la pequeña acabaran dañadas por su culpa, y el mejor modo era llevarlas en brazos. Además, no le disgustaba la sensación de tenerlas entre sus brazos.
Empezó a caminar en dirección a la casa procurando mantener la mente centrada en el camino de vuelta, la arena, el acantilado, el terreno, la casa, las posibles amenazas… No quería centrarse en Muireall o en Álainn, no quería volver a caer en el torrente de remordimientos llevándolas consigo, sería un golpe definitivo para él si alguna de ellas acabara herida por su culpa.
Justo cuando llegaban a lo alto del acantilado, empezó a llover, apretó un poco contra sí a ambas y echo a correr hacia la casa. Cuando estuvieron en la puerta las dejó en el suelo, abrió la puerta y entró a la casa, tras saludar con un medio gruñido a Mayo y Hannah, se metió en la habitación y cerró la puerta tras de sí.
Necesitaba estar solo, necesitaba saber que ocurría en su interior, pero sobre todo necesitaba descansar. Se tumbó en la cama y al poco rato cerró los ojos de puro agotamiento, cayendo en un inquieto y profundo sueño.
A Hannah no le dio tiempo a decirle nada a Mayo, estaba terminando su taza de té cuando Delin atravesó la puerta, saludo y desapareció tras de otra. Se quedó tan sorprendida y extrañada que se quedó mirando la puerta por donde Delin había desaparecido un buen rato.
Esperó paciente a que ella comenzara a andar y cuando pasó por su lado empezó, también, a caminar tras ella. Se sintió algo sorprendido de que ella regresara, pero al oír sus palabras y fijarse mejor en su cara se dio cuenta de su cansancio. Miró hacia el acantilado y luego hacia la joven. Sin mediar palabra se colocó a su lado y la cogió en brazos con suavidad. No quería que ella se cayera por un descuido, no podía permitir que ella o la pequeña acabaran dañadas por su culpa, y el mejor modo era llevarlas en brazos. Además, no le disgustaba la sensación de tenerlas entre sus brazos.
Empezó a caminar en dirección a la casa procurando mantener la mente centrada en el camino de vuelta, la arena, el acantilado, el terreno, la casa, las posibles amenazas… No quería centrarse en Muireall o en Álainn, no quería volver a caer en el torrente de remordimientos llevándolas consigo, sería un golpe definitivo para él si alguna de ellas acabara herida por su culpa.
Justo cuando llegaban a lo alto del acantilado, empezó a llover, apretó un poco contra sí a ambas y echo a correr hacia la casa. Cuando estuvieron en la puerta las dejó en el suelo, abrió la puerta y entró a la casa, tras saludar con un medio gruñido a Mayo y Hannah, se metió en la habitación y cerró la puerta tras de sí.
Necesitaba estar solo, necesitaba saber que ocurría en su interior, pero sobre todo necesitaba descansar. Se tumbó en la cama y al poco rato cerró los ojos de puro agotamiento, cayendo en un inquieto y profundo sueño.
A Hannah no le dio tiempo a decirle nada a Mayo, estaba terminando su taza de té cuando Delin atravesó la puerta, saludo y desapareció tras de otra. Se quedó tan sorprendida y extrañada que se quedó mirando la puerta por donde Delin había desaparecido un buen rato.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Esperando una nueva vida
Sintió una leve punzada de culpa cuando Delin la tomó en brazos, él estaba tan cansado como ella o más, y de haber estado sola hubiese intentado bajarse para caminar por si misma sólo con su apoyo. Pero la presencia de Álainn la hizo desistir de intentarlo; su pequeña iba a estar más segura si él las cargaba.
Así que acomodó bien a su hijita entre sus brazos y se recostó contra el pecho de Delin, se sentía bien así. El inicio de la lluvia hizo que instintivamente se inclinara sobre el cuerpecito de Álainn para protegerla con el suyo propio de las gotas que caían, mientras sentía como el ex capitán las estrechaba más y se echaba a correr.
No la preocupó que Delin las dejara en el suelo nada más llegar a la casa y entrara sin prestarles más atención, la tranquilizaba no percibir ni enojo ni culpa en su aura. Entró de inmediatamente después que él y lo vio meterse en la habitación, cerrando la puerta tras de sí, señal clara de que quería estar solo. Se volvía para comentarle algo a Hannah cuando vio, por primera vez, a Mayo y se quedó con la boca abierta por la sorpresa.
- ¡Mayo! ¡Que sorpresa tan bonita! ¿Cuándo llegaste? – una sonrisa iluminaba su pálido rostro – Mira, ella es mi hija, Álainn.
¿Cómo supiste qué estábamos aquí?, fue otra pregunta que surgió en su mente, pero no llegó a formularla. Hubiera sido descortés y no quería que la alada sintiera que no era bienvenida, porque estaba genuinamente contenta de verla. De todos modo son tenía tiempo para la vida social en esos momentos. Debía atender a Álainn y cambiarse el vestido mojado sin más tardanza.
- Dispénsame un momento – dijo con tono de excusa – Debo cambiar y alimentar a mi pequeña. Hannah, ¿queréis cargarla un momento mientras voy por las cosas?
Dejando a la niña en brazos de la comadrona se dirigió a la habitación, golpeando suavemente antes de entrar. Al no obtener respuesta, abrió la puerta con suavidad y entró con cautela. Sonrió con ternura al ver a Delin dormido sobre la cama; tomando una de las cobijas, lo arropó con cuidado y luego recogió las cosas que necesitaba. Premunida de pañales y ropita para la niña y un vestido seco para ella regresó a la sala.
- Delin está durmiendo – informó a las presentes – Cambiaré a la niña aquí.
Así que acomodó bien a su hijita entre sus brazos y se recostó contra el pecho de Delin, se sentía bien así. El inicio de la lluvia hizo que instintivamente se inclinara sobre el cuerpecito de Álainn para protegerla con el suyo propio de las gotas que caían, mientras sentía como el ex capitán las estrechaba más y se echaba a correr.
No la preocupó que Delin las dejara en el suelo nada más llegar a la casa y entrara sin prestarles más atención, la tranquilizaba no percibir ni enojo ni culpa en su aura. Entró de inmediatamente después que él y lo vio meterse en la habitación, cerrando la puerta tras de sí, señal clara de que quería estar solo. Se volvía para comentarle algo a Hannah cuando vio, por primera vez, a Mayo y se quedó con la boca abierta por la sorpresa.
- ¡Mayo! ¡Que sorpresa tan bonita! ¿Cuándo llegaste? – una sonrisa iluminaba su pálido rostro – Mira, ella es mi hija, Álainn.
¿Cómo supiste qué estábamos aquí?, fue otra pregunta que surgió en su mente, pero no llegó a formularla. Hubiera sido descortés y no quería que la alada sintiera que no era bienvenida, porque estaba genuinamente contenta de verla. De todos modo son tenía tiempo para la vida social en esos momentos. Debía atender a Álainn y cambiarse el vestido mojado sin más tardanza.
- Dispénsame un momento – dijo con tono de excusa – Debo cambiar y alimentar a mi pequeña. Hannah, ¿queréis cargarla un momento mientras voy por las cosas?
Dejando a la niña en brazos de la comadrona se dirigió a la habitación, golpeando suavemente antes de entrar. Al no obtener respuesta, abrió la puerta con suavidad y entró con cautela. Sonrió con ternura al ver a Delin dormido sobre la cama; tomando una de las cobijas, lo arropó con cuidado y luego recogió las cosas que necesitaba. Premunida de pañales y ropita para la niña y un vestido seco para ella regresó a la sala.
- Delin está durmiendo – informó a las presentes – Cambiaré a la niña aquí.
Muireall- Cantidad de envíos : 99
Re: Esperando una nueva vida
Haciendo alarde de un enfoque típicamente deliniano, el capitán entró, miró, gruñó y se escondió. A Mayo le recordó a una ardilla “robando” la comida para los pájaros. Pero no le extrañó demasiado. Eso era lo mejor que se podía obtener de un Delin estresado. A la reacción de Muireall al verla, le faltó poco para echarse a reir.
-Oh, vine con Delin. Me encontré con él por ahí y me trajo. Pero ¡enhorabuena! Tu bebé es una preciosidad. ¡Y qué nombre tan bonito!
Con la niña en brazos no podía darle el abrazo que hubiera querido, pero se las apañó para darle un beso en la mejilla y rodearle los hombros con un brazo por unos momentos. Ella también se alegraba mucho de verla, sana y salva. Y, aunque no habría esperado menos de Delin, era un alivio comprobarlo en persona.
Cuando Mui dejó a la criatura con Hannah para seguirlo, a Mayo le faltó el tiempo para hacerle unas cuantas cucamonas, a las que el bebé no hizo caso alguno. En seguida la joven y empapada madre se reunió nuevamente con ellas.
-¿Y si cambiamos nosotras a la niña mientras tú te cambias también? Ahora no puedes resfriarte, que tienes que cuidar de Álainn.
-Oh, vine con Delin. Me encontré con él por ahí y me trajo. Pero ¡enhorabuena! Tu bebé es una preciosidad. ¡Y qué nombre tan bonito!
Con la niña en brazos no podía darle el abrazo que hubiera querido, pero se las apañó para darle un beso en la mejilla y rodearle los hombros con un brazo por unos momentos. Ella también se alegraba mucho de verla, sana y salva. Y, aunque no habría esperado menos de Delin, era un alivio comprobarlo en persona.
Cuando Mui dejó a la criatura con Hannah para seguirlo, a Mayo le faltó el tiempo para hacerle unas cuantas cucamonas, a las que el bebé no hizo caso alguno. En seguida la joven y empapada madre se reunió nuevamente con ellas.
-¿Y si cambiamos nosotras a la niña mientras tú te cambias también? Ahora no puedes resfriarte, que tienes que cuidar de Álainn.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
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