Se busca "Héroe"

- En serio??? - un poco mas y lo grita. Así queel fantasma también venía de cascadas. - Encantada Mila - el fantasma no dijo su nombre, la mirada que le dirigía la falsa- adulta, era de expectativa por él pero aun así siguío con la conversación - parece que este lugar esta muy lejos de todas partes, a mi también me tomo mi tiempo llegar hasta aca - por supuesto, como no iba a ser así si había manipulado el viento para que retrasar el viaje todo lo que pudo, mas los piratas, mas, mas, mas, mas.

- Oh no, el viento me libre de ser de allá! - dijo al preguntar si eran de Cascadas - Yo también vengo desde allá, pasé mucho tiempo en ese Reino y luego, bueno, luego viaje, pero parece entonces que el exodo ha sido masivo y empiezo a creer que no es coincidencia, pero soy de otra parte, de un - soltó la risa por un segundo al caer en cuenta de lo que diría - un luegar tan lejano como el de ustedes - empezaba a dudar de nuevo de las razones de su asignación a Jaspia, pero mas a llá de una mirada suspicaz a la nada no hizo manifiestas sus dudas.

Como fuera, siguió hablando sin tapujos, ajena a que alguien las estaba escuchando.

- Pues si, las cosas estaban bastantes oscuras - miró a Mayo, no creyó que ella saliera del reino, se preguntó en silencio qué había pasado con la Resistencia - pero con tanto extrangero en el lugar no creo que llegue a armar una colonia de .... mmm ... cómo se diría? Cascadenses? en fin de personas de Cascadas, aquí. En fin, yo aun no sé si estoy de paso, pero creo que mi estancia será un poco más larga. Este lugar es muy bonito, al menos lo que he visto hasta el momento, y no me gustaría irme sin recorrerlo todo y como no, meterme en un par de problemas -

Los platos mas sencillos de preparar fueron los primeros en llegar. El de Dul por ser pedido por anticipado y las chuletas de cordero termino 3/4.

- Si tuvieramos la certaza que todos los emigrantes son no simpatizantes del mago ese, podríamos hacer una mega fiesta, reencontrarse con los antiguos amigos y por supuesto, invitar a los nuevos - al decir lo ultimo, miró a Mila con una gran sonrisa.

Cuando el techo dejó de ser lo suficientemente interesante como para distraerla de donde se encontraba y lo que le estaba vedado, empezó a pasear la mirada por el restaurante, buscando algo con lo que entretenerse mientras acababan las presentaciones.

Se dio cuenta entonces de dos cosas: primero que no se había presentado y segundo que sentía como si alguien la estuviera vigilando. Como no quería interrumpir una conversación que seguía avanzado se concentró en mirar a su alrededor. Después de una primera pasada, se regañó a sí misma, pensando que estaba paranoica, pero el sentimiento de que alguien la miraba seguía allí.

Volvió a mirar a su alrededor y le pareció descubrir quién era la persona que la “vigilaba”, una muchacha de piel pálida y pelo ondulado y gris. Se quedó mirándola fijamente con descaro intentado descubrir una mirada, un movimiento de ojos, una señal… Y allí la encontró.

Se levantó de golpe, olvidándose por completo de donde estaba de con quién y de quién era y se acercó flotando atravesando mesas y personas hasta plantarse delante de la joven.

- ¡JA! ¡Te pillé! ¿Qué pasa que no te gusta que haya una como yo por aquí? ¿Te hace sentir incómoda? ¿Qué es lo que tratabas de escuchar?

De pronto, cuando el restaurante se quedó en silencio, se dio cuenta de donde estaba, de con quién y el numerito que acababa de montar. Avergonzada se escabulló por entre las mensas esquivando, aunque sin necesidad todos los obstáculos hasta que se encontró fuera del local.

Hubiera salido corriente, hubiera abandonado la isla, pero dos motivos se lo impidieron. El primero Mayo, quería saber que había sido de ella, como había llegado hasta allí. Desde que se conocieron, Mayo siempre había sido amable con Lita y, a pesar de su voluble carácter, había sabido apreciarlo, por lo que la consideraba una buena amiga.

El segundo motivo, es que necesitaba ayuda. No es que pretendiera poner en peligro a su amiga, pero quizá ella pudiera guiarla o indicarla donde conseguirla. Suspiró sonoramente se metió en un callejón cercano y se dispuso a esperar que terminaran de comer y salieran del restaurante.

Al fin y al cabo no era tan malo eso de relacionarse con gente...además, se le estaba dando mejor de lo que esperaba después de tantos meses sin entablar conversación alguna; esperaba que no se notase demasiado que estaba algo nerviosa... Aquellas chicas eran simpáticas. El comentario de Dulfary le resultó extraño, aún no se había acostumbrado del todo a oir palabras como mago, fuera de contextos ficticios, pero le agradó que la incluyera en un plan.
Ya llevaba un rato sintiendo la mirada de una chica que se encontraba en la mesa de al lado; pero no la miraba a ella, sino que miraba a Lita. ¿Se conocerían ellas dos también? No, esa chica no la conocía. Su mirada lo decía, sentía curiosidad por Lita, pero no terror, como en un principio había demostrado Dul; Mila juraría que esa chica se moría de ganas de levantarse de su mesa e ir a hablar con Lita, pero algo la retenía, quizás la verguenza, pensó. Mila estaba acostumbrada a analizarlo todo, cada mirada, cada palabra, cada gesto, cada reacción. Desde pequeña había sido así, pero esto se había visto acentuado desde que había decidido no causar más problemas; desde que había decidido dejar atrás a sus amigos y más adelante a su familia, había pasado a un segundo plano en el que lo único que podía hacer era observar. A veces fallaba, pero muchas otras acertaba, además... era entretenido...
Derrepente, LIta sacó de sus pensamientos a Mila. Lita se levantó de un salto y se dirigió hacia la chica que la había estado observando, al parecer ella también lo había notado.
Mila se sorprendió de las palabras que había dicho Lita, pensaba que había sido un poco cruel con la chica, pues ella creía que la miraba con ¿añoranza?¿curiosidad?¿admiración?¿sorpresa? Bueno, en cualquier caso, sin mala intención, o al menos eso pensaba Mila. Aunque quizás Lita ya estuviera harta de que la gente la mirara extrañada... era lógico que hubiera estallado.
Instantaneamente después de hablar Lita salió del restaurante. ¿Qué debía hacer ahora?¿Debería salir y buscarla? No lo sabía... se le daba bien observar, pero no sabía como actuar con las personas. Algo le decía que debía salir y ver cómo se encontraba, pero no la conocía demasiado y quizás la rechazara o se enfadara... Decidió esperar a ver las reacciones de Mayo y Dul; sobre todo la de Mayo, pues al fin y al cabo, Lita era su amiga, seguro que sabría como actuar con Lita... o eso esperaba.

-Al mago ese le metería su varita mágica por donde yo me sé –masculló Mayo muy bajito, lo suficiente como para que sólo le oyera Dul.

Para cuando llegaron los primeros platos se estaba sintiendo ya acalorada, y cayó en la cuenta de que no se había quitado la capa. No le agradaba la idea de llamar la atención, pero si empezaba a sudar se iba a sentir incómoda para el resto del día y sería peor. Se quitó la capa tan inconspicuamente como le fue posible, que ya en si era difícil, y mientras doblaba la tela con cuidado para meterse la prenda en el bolsillo notó movimiento a su lado. Lita se había levantado y… ¿a dónde iba? Mayo observó, fascinada, la escenita que le montó su espectral amiga a otra clienta, y la vio salir del local sin saber muy bien lo que hacer.

Esperó un poco. Si no regresaba en un minuto, iría a buscarla, pero le daría la oportunidad de hacerlo por su cuenta. Y cuando los minutos transcurrieron dolorosamente lentos y Lita no apareció, supo que tendría que ir a buscarla. Ni se fijó en la joven a la que le había hecho el desplante. No le apetecía tener que disculparse por algo de lo que no era responsable, y se habría sentido en la obligación moral de hacerlo si se hubiera detenido a observarla. Simplemente pasó por su lado ignorándola por el bien común y salió a la calle mientras empezaba a pensar que aquel día no comería.

Lita estaba allí mismo, esperando.

-Ahí estás. Anda, entra que no pasa nada. Seguro que esa chica no te molesta más.

Le hizo una seña para que la siguiese al interior del local e hizo ademán de volver a entrar, aunque se detuvo justo en el umbral, esperando que Lita fuera con ella.

No pensó que atreverse a dirigir una nueva y rápida mirada hacia la mesa de las desconocidas fuese a delatarla; de hecho, ni siquiera se dio cuenta de que la fantasma la había visto.

Como consecuencia de esto no la vio llegar, y su aparición la tomó completamente desprevenida, concentrada en lo que oía y, de hecho, profundamente interesada por ello. Hasta entonces apenas había oído de Cascadas; sólo rápidas explicaciones sobre que no era buen momento para levar ancla hacia allí, cuando no simplemente un "eso queda muy lejos". Cualquier información sobre aquel reino desconocido en el que debía estar (o no) su hermano era muy valiosa para ella, incluso si había partes que no acababa de entender y otras que se perdían bajo una risa estridente, cortesía de algún desconocido del restaurante. Mantenía la cuchara firmemente sujeta, y escuchaba, escuchaba, escuchaba... Hasta que aquel "¡JA!" victorioso y cortante la sobresaltó; la cuchara que seguía olvidada en su mano saltó, y el cuenco de Vera cayó hacia un lado, derramando su restante contenido sobre la mesa y su vecino.

Vera se quedó petrificada, incapaz de moverse mientras recibía la reprimenda, consciente de que había tirado su sopa de verduras sobre un desconocido pero incapaz de enfrentarse a eso y a lo que le decía la fantasma al mismo tiempo. De hecho, ni siquiera podía con esto último por separado. Cuando se dio cuenta de ello había enrojecido de forma marcada, pero para cuando consiguió comenzar a balbuciar una negación, una corrección, una disculpa, el espectro se retiraba a toda velocidad, dejándola plantada y en el centro de atención.

Vera sintió un millar de miradas sobre ella, y deseó que el suelo pudiera tragársela en aquel mismo instante. La vergüenza era tal que una parte de ella no acababa de creerse que aquello le estuviera pasando a ella, pero el resto de su persona lo sabía con demasiada seguridad, y decidió actuar en consecuencia sin reflexionar.

Se disculpó rápidamente, sintiéndolo de verdad, frente al hombre manchado que, casi tan sorprendido como ella, había seguido el camino de la fantasma con los ojos como platos; probablemente nunca se había encontrado con uno hasta la fecha, y para bien o para mal no le prestó especial atención a Vera. Comenzaba a recorrer el restaurante un murmullo inquieto, y la joven no se sintió mucho más cómoda con eso. Ya había pagado su plato al pedirlo y no esperaba a nadie; no veía por lo tanto un sólo motivo para quedarse allí un momento más. Con algo de torpeza se puso en pie, volvió a disculparse, y se dirigió a la salida intentando encogerse sobre sí misma, con ganas de empezar a correr para quitarse de encima las miradas, los comentarios, y las esporádicas risas que le pareció que se dirigían hacia ella.

No hubo suerte; habría preferido olvidar el asunto, aunque sin duda volvería a su mente muchas noches antes de dormir, haciendo que enrojeciera en la oscuridad de su habitación, pero la misma mujer que preferiría evitar seguía allí delante.
¿Qué hacer? Algún instinto la impulsaba a tomar el primer camino que la alejase del lugar sin dedicarle una mirada más, pero si lo pensaba con un poco más de frialdad aquello no tenía sentido. El honor habría querido que arreglara el entuerto, y sabía que se sentiría mal durante meses si no se disculpaba... aunque, si intentaba hacerlo y la otra decidía no escucharla o si se reía en su cara, pensó que simplemente se sentiría mal para siempre.
Se cubrió de determinación (una determinación bastante insegura y asustada) y consiguió poner un pie delante del otro para dirigirse hacia la fantasma... ¡Cierto! Era un fantasma. Resultaba tonto, pero por un momento, con todo aquello, la sorpresa, lo inesperado, había olvidado que no se trataba de una humana, sino de un espectro. Aquello le infundió confianza, valor, y ganas de reconciliarse. Sabía tratar con fantasmas. Casi nunca había encontrado a uno que la hubiera odiado, y los había muy vengativos.

Y allí estaba. Procuró ignorar a la mujer que había junto a la fantasma: de haberse parado a ser consciente de su presencia probablemente no habría encontrado el valor suficiente para hablar. Se inmovilizó, inconsciente de que se estaba mordiendo imperceptiblemente el labio inferior, e inclinó la cabeza ante el espectro.

- Quería disculparme y, si me lo permitís, explicarme... Yo... siento lo ocurrido...

La niña soltó la risa ante el cometario de Mayo, pero cuando quiso decir algo Lita se "levantó" de la mesa y arremetió contra alguien.

Se quedó de una pieza, en especial por lo que le decía. Esas palabras bien que podrían ser para ella. De hecho, se sintió regañada ella también. Aun así no le apartó la vista al fantasma, parpadeando varias veces y con expresión de niña castigada.

No solo ella guardó silencio, todo el establecimiento lo hizo. Solo entonces se fijó en quien se llevó la reprimenda, todos la miraban a ella ahora que Lita se había ido. Si bien Dul también la había mirado de forma "incorrecta" sintió el impulso de ir detrás de Lita para asegurarse que estuviera bien, solo que Mayo fue mucho más rápida.

Se quedó de pie, viendolas a ambas salir, luego a la otra muchacha y no supo que hacer. Miró a Mila, a su plato, la puerta, a Mila de nuevo y torció la boca en un mueca de contrariedad. Los platos seguían humenado en la mesa.

- Ese ragaño pudo ser para mi - reconoció mientras se sentaba nuevamente - supongo que si me disculpo después de esto la haré sentir peor - suspiró - Mayo sabrá que hacer, espero, si no tocaría ir al rescate, no? Nunca me había tocado un fantasma enfadado - sonrió de nuevo, aunque no con tanta confianza. Les daria un momento, que Lita tomara aire y tal vez volverían, si no, tendría que salir también, pero mientras y como no se podía quedar callada mucho tiempo

- Qué te trajo a Jaspia Mila? - preguntó para hacer conversación y tiempo, mirando de vez en cuando hacia la puerta.

Le sorprendió ver salir a Mayo tan pronto, pero enseguida comprendió por qué lo había hecho al oir sus palabras. No pudo evitar que una sonrisa asomara a sus fantasmales labios. Después de todo, Mayo era una autentica amiga y la trataba con un respeto inusual al que no estaba acostumbrada.

Cuando iba a caminar hacia la puerta se dió cuenta de otra persona que salía, la chica a la que había gritado, y se quedó parada de la sorpresa al ver que se dirijía a ella. Eso si que no se lo esperaba. Después del numerito que había montado la chica se disculpaba cuando hubiera debido ser al revés.

Sin saber como reaccionar, se quedó en silencio unos instantes, parpadeó, miró a la chica, miró a Mayo, volvió a parpadear y volvió a mirar a la chica. Finalmente levantó la vista hacía Mayo

- Si no te importa creo que os esperaré aquí fuera... creo... creo que debo disculparme yo también

Sonrió a su amiga y luego se giró hacia la joven que se había disculpado con ella. La verdad es que parecía demasiado pálida e incluso, demasiado flaca. Pero ya se preocuparía de eso más tarde.

- Si ya has terminado de comer, me gustaría pedir disculpas a mi también

Ahora solo quedaban Dul y Mila en la mesa... al final Mayo había decidido levantarse, quitando así a Mila del dilema de salir a buscar a Lita o quedarse esperando a que volviese. Sin embargo, aún no sabía muy bien qué hacer, pues el plato de Mayo acababa de llegar, y no sabía si esta regresaría o si se quedaría con Lita. Decidió que lo mejor sería esperar unos minutos y dejar que las dos amigas hablasen, si al cabo de un rato no regresaban iría a buscarlas. Intercambió unas miradas con su ahora única acompañante, al parecer ella tampoco sabía muy bien como reaccionar ante aquella situación, pero decidieron lo mismo, esperarían a que las demás volvieran y mientras tanto... seguirían con la conversación, y... con la comida.
El comentario de Dul le hizo gracia, era cierto que esas palabras podía habérselas llevado ella, aunque Mila también podía haberlas recibido, pues, antes de conocer a Lita la había mirado varias veces, es más, eso era lo que había provocado el accidente con el puesto hacía un rato...
La pregunta de Dul dejó a Mila en blanco, ¿qué la había traído a Jaspia?¿Cómo respondería a esa pregunta? En realidad, ella... estaba huyendo. Era una historia demasiado larga, si quería contar la verdad tendría incluso que hablarle sobre su extraño... "don". Además, ni siquiera sabía si Dul en realidad querría escuchar la historia o simplemente estaba rellenando el silencio que hubiera existido sin esa conversación.

-Vaya... en realidad, es una... muy larga historia. Tampoco quiero aburrirte...- dijo sonriendo- Se podría decir que estoy viajando sin un rumbo fijo. De hecho, estoy en Jaspia de pura casualidad...

Tampoco sabía lo que haría en un futuro, no sabía si se quedaría allí, en Denke, o si seguiría viajando. Estaba bastante perdida.

- Y a ti, ¿qué te trae por aquí?

Mayo observó en silencio a la muchacha de tez pálida. Por un momento temió que Lita le gritase que se fuera a paseo o algo parecido, pero esta vez la pobre parecía realmente afectada por su propio comportamiento. Le devolvió la sonrisa y desapareció en el interior de la tienda, dejando solas a las dos jóvenes. A lo mejor se hacían amigas. La chica blancuzca no tenía cara de mala persona precisamente. Se deslizó entre las mesas buscando la suya mientras pensaba en ello, hasta que una exclamación la hizo detenerse en seco y cerrar los ojos con disgusto.

-¡Eh, ten cuidado, mujer! ¡Me has pasado una pluma por la sopa!

-Tranquilo, hombre –dijo un acompañante del comensal afrentado-. De sopa de laurel a sopa de pollo, yo creo que te la ha subido de categoría.

Toda la mesa soltó una carcajada, y Mayo se escabulló con la levedad de una nube, encarnada hasta las cejas. Se sentó en su sitio en silencio y procuró no mirar a ningún sitio más allá de los límites de su plato. Intentó concentrarse en escuchar la conversación de sus compañeras.

La fantasma tardaba en responder, pero aquello, en sí, no era tan grave. Aunque Vera mantenía la cabeza inclinada y no veía la expresión del espectro, había estado en situaciones peores al hacer frente a espíritus descontentos, y en comparación se encontraba bastante cómoda... si no tenía en cuenta a la otra mujer, el espectador indeseado. Ni siquiera sabía cómo era, pero era consciente de su presencia, la veía de reojo a pesar de que habría preferido no hacerlo. La fantasma se tomó unos segundos para responder, y aquello bastó para que Vera fuera demasiado consciente de su situación; sintió las mejillas calientes, y se dio cuenta de que debía de seguir roja después de lo ocurrido en el local. Su rubor se intensificó.

No tenía suficiente control sobre sí misma para pensar qué quería sacar exactamente de aquello. Pero los segundos pasaron igual sin que se planteara nada, y la fantasma contestó. Vera sintió la garganta seca cuando le tocó responder... hasta que vio las piernas de la desconocida que se alejaban. Aquello resultó un alivio: no tenía nada contra aquella mujer, pero simplemente se sentía incomodada por los espectadores. Si hubiera sido un hombre directamente no habría podido ni acercarse, mucho menos comenzar a disculparse. Debía sentirse agradecida por aquello.

- No, de verdad, lo lamento... Es cierto que le dediqué unas miradas... muy indiscretas, pero no estaba pensando nada malo. Los fantasmas - continuó rápidamente antes de que pudieran detenerla, y entonces desaceleró - me recuerdan a mi reino natal... Sólo es eso. No creí que...

La verdad es que no sabía muy bien de qué estaba hablando. Debería haber repasado en la mente las palabras antes de decirlas, por mucho menos espontaneo que resultase.

- En fin, lo siento.

Mientras Mila le respondía llamó a la camarera para que trajera un plato que cubriera el de Mayo y de esta forma no se le enfriara, regresando la sonrisa que Mila le daba al hablar. Había algo en lo que la muchacha se equivocaba. Dul si estaba rellenado el silencio posterior a la partida de todas, como bien sospechaba, pero en realidad quería escuchar su historia. Para ser una persona que hablaba demasiado, también le gustaba que los demás dijeran cosas, así era como surgían las conversaciones y luego las amistades y luego las grandes amistades.

- No sé tu, pero yo tengo mucho tiempo para escucharla, si la quieres contar – lo dijo sin perder su sonrisa amistosa y transparente. Se disponía a responderle a Mila cuando regresó Mayo a quien le mantuvo la mirada articulando la primera palabra

- Pues… - la expresión de Mayo la preocupaba, pero no dirigió una segunda mirada ala puerta. No estaba segura de si seguir con su respuesta o por el contrario preguntarle a Mayo por lo sucedido.

- Yo estoy investigando un poco sobre la región. Verás en casa siempre están interesados en el… - iba a mentir, decir que era por comercio y el estar vestida como marinerito y no como ninja apoyaría su versión, pero cayó en cuenta que Mayo estaba ahí y en cualquier momento se le podía caer la mentira y no quería hacer sentir mal a Mila, que creyera que se le mentía a propósito y por ser ella – conocer el mundo y preservar el equilibrio del mundo por eso envían siempre a alguien por delante para conocer la cultura, explorar el lugar y tratar de entender los temas delicados del sitio, o sea gobierno religión no sea que se comete alguna imprudencia y no se pueda luego intervenir y no haya equilibro y esas cosas – en eso si dijo la verdad, conocer el lugar y detectar las cosas que no crearan un conflicto, claro que no para comerciar, sino un conflicto al delicado equilibrio del mundo. Se sorprendió a si misma explicando su labor y dándose cuenta que por fin la entendía. Sonrió orgullosa – Pero no te hagas una idea equivocada, soy empleado raso en busca del equilibrio, en entrenamiento mas bien – ahí si mintió, si estaba en entrenamiento, pero ser la hija del líder de a facción, no es ser empleado.

Su sonrisa de orgullo se borró.

- Mayo… esta todo bien con… - no sabía el nombre – tu amiga? –

Alzur llevaba prácticamente toda la mañana en la posada, sentado en la barra, bebiendo una cerveza tras otra. No hablaba con nadie excepto con la camarera y solamente se levantó de su asiento en un par de ocasiones para ir al servicio. Al volver la segunda vez se encontró con un hombre gordo y feo sentado en su banqueta y no tuvo más que gruñir un poco para que éste se levantara de su sitio, asustado.

No había nada que pudiera distraerlo de su bebida, no importaban las peleas, los voluminosos pechos de la posadera o el continuo griterio de los clientes. Él estaba ocupado bebiendo, como cada día después de terminar el recado de turno que algún vecino le hubiera pedido. Pensaba que aquel sería un día aburrido como todos los demás; por supuesto, Alzur se equivocaba.

No pudo evitar girar la cabeza hacia la entrada cuando una fantasma (acompañada de dos jóvenes, una de las cuales tenía una capa tapando una especie de enorme joroba que no se podía apreciar bien) cruzó el umbral de la puerta. No es que eso le asustara: en sus muchos años como soldado había visto prácticamente de todo, varios fantasmas incluidos, pero no era habitual encontrarse con uno en pleno Denke.

Desde ese momento Alzur estuvo ligeramente atento a los movimientos y a las conversaciones de la fantasma y sus acompañantes (a las que más tarde se unió también una joven que, por su aspecto, no parecía tener más de 20 años). Pudo escuchar algunas palabras, aunque no entendía del todo de qué hablaban.

De pronto la fantasma se levantó y se dirigió hacia otra joven que se encontraba a unas cuantas mesas de distancia. Al llegar a ella le pegó un fuerte grito incriminatorio que hizo que todo el bar guardara silencio. El hombre sentado a la derecha de Alzur, impactado y bastante asustado ante la presencia fantasmal, no pudo evitar empujar ligeramente a Alzur, quien respondió con un amenazador susurro:

-Vuelve a tocarme y será lo último que hagas.

El hombre, asustadísimo, se disculpó y se volvió a sentar lentamente, intentando no molestar en lo más mínimo al enorme Alzur, que no pudo evitar dibujar una leve sonrisa en su cara en el momento en el que el otro le dio la espalda.

Tras esto, Alzur vio como la fantasma se marchaba fuera del bar y cómo la chica de la capa y la joroba la seguia pocos minutos después, seguida esta tambíen por la jóven a la que la fantasma había increpado.

Alzur se fijó entonces en las dos chicas que aún estaban sentadas en la mesa e intentó escuchar disimuladamente lo que estas decían, hasta que más tarde, la chica con la capa (que, por lo que Alzur pudo comprobar en un segundo de despiste, tapaba un par de enormes alas) volvió y se sentó a seguir conversando con sus compañeras.

Lita se quedó extrañada ante el comentario de Vera ¿Qué los fantasmas le recordaban a su reino? ¿Acaso era un reino de muertos? ¿O había sucedido algo trágico y no había sobrevivido nadie? ¿O tal vez eran como ella, qué estaban vivos pero al tiempo…? No, no podía ser esto último ¿verdad?

- ¿En tu reino hay muchos fantasmas? ¿Cómo son? ¿Son como yo? ¿Están vivos aunque sean fantasmas? ¿Sabes cómo arreglarlo?

Las dudas la habían hecho soltar la lengua quizá demasiado rápido y seguramente con descortesía, no sabía si esto era así o si, por el contrario, el que ella le trajera recuerdos de su reino como fantasma que era podía ser algo negativo y no positivo.

- De nuevo tengo que disculparme, quizá he sido descortés con mis preguntas y los recuerdos que vienen a tu mente no son gratos precisamente

Se sintió de nuevo hundida, se había acostumbrado tanto a exagerar sus sentimientos en un vano intento de suplir las carencias de su cuerpo que ya no podía controlarlo siempre. Se sentó en la esquina del edificio y se hizo un ovillo.

- Lo siento…

Su voz era apenas un susurro, pero realmente se sentía terriblemente deprimida, algo ilógico teniendo en cuenta que era una tontería lo que había pasado.

Mila estaba realmente sorprendida por la naturalidad de aquella chica. A penas la conocía de unos minutos y, a diferencia de otras veces, no le estaba costando demasiado responder tranquila y no borde como solía hacerlo. No sabía por qué, pero Dul le inspiraba bastante confianza; parecía una chica muy inocente pero a la vez muy desenvuelta y extrovertida. Para Mila, abrirse a otras personas, expresar sus sentimientos o incluso mirar directamente a los ojos mientras hablaba con otra persona a quien no conocía demasiado, le costaba un gran esfuerzo. Sin embargo con Dul todo eso resultaba, extrañamente, más fácil. Quizá fuera porque llevaba demasiado tiempo sin contarle a nadie como se sentía y ya lo necesitaba, o porque ese día todo era muy extraño, incluso ella, pero le agradaba haber encontrado una persona con la que podía sentirse a gusto.
Mila no terminó de entender muy bien en qué consistía su trabajo ¿preservar el equilibrio del mundo? Desde que había abandonado su casa había visto y oído cosas que jamás había pensado, y eso era lo mejor de su viaje, descubrir que siempre hay un "más allá" de lo que se piensa. No le hubiera importado saber más acerca de aquel extraño trabajo, pero en ese momento Mayo volvió a unirse a la mesa y recordó lo ocurrido con Lita unos minutos antes.
Dul se adelantó a Mila y preguntó por Lita. Esperaba que todo hubiera salido bien, aunque no verlas entrar juntas no sabía si interpretarlo como una buena señal. Esperaría a que Mayo contestara y dejaría de lado sus hipótesis por un tiempo. Sin embargo no tardó en llegar a su mente una nueva paranoia... alguien más las estaba observando...

[Fdi: Siento muchísimo el retraso!! de verdad...debería haber avisado lo sé...la próxima vez lo haré, aunque espero que no tenga que haber una próxima vez (al menos no tan larga...) Lo siento...(repetiría el "lo siento" muchas veces pero el post se haría demasiado largo ^^)]

-Lita está… ampliando su círculo social –dijo Mayo, tras vacilar un instante-. Estará bien. Es que no lleva muy bien su condición actual, y bueno, es algo susceptible. Pero se está esforzando.

La conversación de Dul le había ayudado a relajarse y, aunque se seguía sintiendo observada por la mitad de la concurrencia, ya no le importaba tanto. Así que se dejó llevar por el tema de conversación mientras atacaba su plato.

-Oye, Dul, ¿nunca se te ha ocurrido pensar que, aunque no hubiera nadie que se encargase de guardar el equilibrio y todo eso, el mundo seguiría funcionando igualmente?

Al fin y al cabo, en su opinión, hicieras lo que hicieras no servía de nada si el destino disponía otra cosa. Y, si prestaba oídos a la teoría de la familia de Dul, a cambio de lo que le había ocurrido al lugar de donde habían llegado ellas dos, debía de existir un lugar paradisíaco en aquel mundo donde la gente se lo debía de pasar en grande. Si así fuera, ya se habría corrido la voz y habría cola para emigrar a semejante lugar. Para Mayo, la ausencia de noticias de ese tipo cancelaba la teoría del equilibrio.

El bombardeo de preguntas de Lita la desconcertó, y sin quererlo Vera se echó un poco hacia atrás, pillada por sorpresa. Entreabrió los labios, dispuesta a responder alguna cosa, pero la fantasma hablaba demasiado rápido como para que pudiera reaccionar bien a la situación. Cuando quiso darse cuenta, el espectro se disculpaba ante ella y se hacia un ovillo en la esquina del edificio. Vera necesitó varios segundos para comprender más o menos qué estaba pasando.

Una cosa sí que sabía, y es que las preguntas que le había hecho la fantasma le daban mala espina. Recordándolas, Vera no pudo evitar morderse el labio. Había algo muy extraño con aquel espectro... ¿Hablaba de "arreglarlo"? ¿Era posible "arreglar" la muerte? O quizás...

La joven se acuclilló para quedar a la altura de Lita. La entristecía mucho verla así: aunque fuera una desconocida también era un fantasma... ¿en pena...? Quería arreglarlo de alguna forma... o al menos intentarlo.

- Los fantasmas de mi reino... están muertos, aunque atados a este mundo, y no hay forma de... arreglarlo - Vera se mordió el labio inferior y se preparó para hacer una pregunta que a ella misma le parecía muy extraña: -... ¿Qué tipo de fantasma eres tú...?

Fdi: Mil disculpas, estaba convencida que seguia Alzur y lo estaba esperando.

Ddi:
Sin duda le sorprendió un poco lo callada que era Mila. Lo atribuyó rápidamente a timidez y no le echó mas tierra al asunto. Además, en ese momento era más urgente lo que decía Mayo sobre Lita, que no mas importante, que saciar su curiosidad sobre la historia de Mila.

Las palabras de Mayo le daban muchas vueltas en la cabeza. Si Lita era un fanstasma y aun no se acostumbrara a su condición, quería decir que se acababa de morir?... ??? Que pena.

Dul, bajó la vista un poco compunjida al respecto. La entendía, o al menos eso creía, eso de estar muerto debería ser algo... bueno incomodo y además ser un fanstama y encima que te estén mirando como un espanto o como un bicho raro, debía ser a la mar de pasado. Se sintió bastante mal, al punto de depositar la cuchara junto al plato (que estaba muy bueno) con bastante lentitud y morderse por un momento el labio... por qué era que se generaban los fantasmas? por asuntos pendientes?

No estaba muy segura de su propia respuesta, pero sirvió para que levantara bruscamente la vista del plato. Si tenía asuntos pendientes, ella quería ayudar. Pero no logró abrir la boca al respecto, ni para ofrecerse ni para tener mas información sobre el asunto, no fuera a ser que pecara de imprudente al decirselo a ella misma.

Mayo le hizo una pregunta que puso en su carita una expresión de extrañeza como si le hubiesen (y de hecho así fue) soltado el comentario mas descabellado del mundo.

- No - respondió con franqueza aun extrañada. Nunca se lo había preguntado, ni planteado por asociación. En el pasado si había cuestionado al equilibrio, pero no a ese nivel. En parte porque sería contradictorio que siendo kazekage lo hiciera, en parte porque era una filosofía con la que había crecido, se le había repetido desde mas pequeña y jamás se había atrevido a cuestionarla. Si sus mayores lo decían así debería ser, despues de todo, ellos sabían más, no? A los 12 años, a penas estaba pensando por si misma, al menos en lo que respectaba a las doctrinas de su gente.

- No digo que sin nosotros el mundo no giraría, porque lo hizo antes de nosotros y si un día fallamos garrafalmente también lo hará, vaya uno a saber cómo, pero lo hará. Pero si a lo que te refieres es a que si el mundo seguiría su curso aun sin equilibrio, pues... la respuesta tambien es no. Cuanto crees que duraría el mundo antes de desgarrarse si estuviera super poblado de seres como los tú y yo sabemos que dejamos atrás? No funcionaría por mucho tiempo y sería tragico por no decir fatal para las personas que no son como ellos. Siempre habrá alguien que trate de equilibrar las cosas porque si no fuera así, seguramente personas como tú o como Mila no exitistirían, no crees? -

Por supuesto, estaba incluyendo a Mila de forma arbitraria en el paquete de personas denominadas por ella "buenas", que gustaban de hacer lo correcto, aunque no siempre resultada así: algo así, como de buenas intenciones.

Alzur llevaba un tiempo escuchando la conversación que mantenían las chicas que habían estado comiendo con la fantasma. Por lo que oyó, pudo averiguar dos nombres: la fantasma parecía llamarse Lita y la chica joven de, aparentemente, 20 años, Dul (Alzur supuso que esa sería una abreviatura del nombre real). Pudo escuchar cómo Dul respondía a la chica de la capa, mencionando el equilibrio que tantas luchas y batallas había originado.

Se levantó algo enfurecido y se dirigió hacia la mesa de las chicas.

-Perdonad que me meta, pequeñas, pero el famoso equilibrio no es más que una tontería inventada por los que mandan para controlar el mundo. -En realidad no estaba seguro de eso, pero Alzur tenia la tendencia de exagerar cuando algo le enfadaba. -Harías mejor en volver a tu casa, es peligroso viajar por estos lugares para una chiquilla como tú. -Dijo mirando a Dul.

Entonces se dio cuenta de lo grosero y antipático que había sido. Meneó ligeramente la cabeza en señal de desaprobación por su propio comportamiento y volvió a hablar, esta vez de una manera más pausada y tranquila:

-Disculpadme, he sido un maleducado. Dul (me ha parecido escuchar que así te llamaban), siento lo que he dicho, es sólo que estoy desacuerdo con esa teoría del equilibrio. Espero que puedas perdonar mis palabras. Me llamo Alzur.

Tras esto, Alzur se inclinó ligeramente, como haciendo una leve reverencia ante las chicas, intentando con ello que estas lo perdonaran.

La pena que sentía se vió revitalizada por la respuesta de Vera, así que, después de todo, no había otros como ella. Suspiró sonoramente, no iba a ser nada fácil dar con una solución a su situación, ningún antecedente, ninguna pista y ni siquiera podía acercarse a su cuerpo, mucho menos tocarlo.

La pregunta de Vera pasó desapercibida al principio, la había oído, pero su cerebro se había negado a procesarla sumida en su propia pena, entonces la bombilla se encendió y la pregunta se hizo paso hasta su parte consciente, levantó la cabeza para mirar a la muchacha.

- Pues… si te refieres a si estoy muerta, la respuesta es no, no lo estoy, o al menos… no del todo… es que… bueno, es largo de contar…

¿Por dónde empezar? Y ¿merecía la pena empezar? ¿Iba ella a ser capaz de ayudarla? ¿Iba a escucharla siquiera? ¡Qué demonios! Había venido en busca de un héroe (o heroína), que la ayudara en su… ¿misión? Y quizá ella, si quería escuchar supiera de alguna manera de ayudarla o quizá de alguien que pudiera hacerlo.

Se quedó mirándola, sopesando las posibilidades que ofrecía el contar la historia… aunque, por otro lado, contar algo tan largo dos veces… es que a quién sí quería contárselo era a su amiga Mayo, no para que se embarcara en aquella loca misión suya, no quería poner en peligro la vida de su única amiga, en realidad la de nadie y eso complicaba aún más encontrar un héroe, ninguno era adecuado porque no quería poner en riesgo la vida de nadie… volvió a suspirar.

Mila se distraía demasiado... En ese momento estaba pensando en Lita y en su “condición”. Mila pensaba que ser un fantasma no tenía que ser tan malo aunque supuso que costaría acostumbrarse. Mayo había dicho que Lita no llevaba demasiado bien lo de ser fantasma… ¿ser un fantasma se podría “curar”? Mila se dio cuenta de que estaba pensando estupideces, estaba claro que Lita era un fantasma porque había muerto, la única cura sería devolverle su vida, y eso era impo… Una idea aún más disparatada llegó a la mente de Mila: si ella podía quitar vidas con solo desearlo… ¿podría devolverlas? Imposible. No sabía controlar su poder ni conocía sus límites, pero eso era totalmente improbable.

Mila estaba completamente perdida en sus pensamientos cuando de repente escuchó a Dul decir su nombre. ¿Qué habría dicho? ¿Le habría hecho una pregunta? Empezó a sentirse avergonzada por no haber estado prestando atención al tema de conversación en el que se suponía que también estaba participando. Ya iba a empezar con mal pie… ellas pensarían que no le interesaba lo que estaban diciendo, y no era así… Cuando Mila comenzaba a pensar en algo se olvidaba de todo lo demás. Ella sabía que eso no era demasiado bueno si quería comenzar a hacer amigos, pero era algo difícil de controlar.

Por suerte alguien la salvó de tener que contestar a una pregunta que no había escuchado. Un hombre enorme se acercó a la mesa y comenzó a hablar sobre el equilibrio. Hablaba en tono maleducado y con palabras que seguramente hubieran ofendido a Dul. Una cosa era opinar sobre el equilibrio y otra muy distinta era despreciarlo completamente. Sin embargo, tras ese arrebato, pareció que aquel hombre se dio cuenta de que esa no había sido la manera más acertada de meterse en la conversación y se disculpó.
Mila miró hacia Dul que era la que más ofendida podría sentirse y esperó con curiosidad su reacción.

Mayo iba a razonar que ella no hacía las cosas pensando en ningún equilibrio, y que la balanza curiosamente siempre estaba demasiado inclinada hacia el lado que no le interesaba, y otros argumentos relacionados. Pero entonces les interrumpió un tipo grandote. En principio le pareció malcarado y condescendiente, y supuso que era un misógino entrometido cansado de oír hablar a unas mujeres de temas no relacionados con bordados o chismes de barrio. Le lanzó una mirada fulminante, e iba a decirle un par de cosas acerca de meterse en conversaciones ajenas de manera insultante cuando él mismo cambió de actitud. Curioso.

¿Era teatro, estaba buscando algo de ellas? ¿O simplemente era un tipo impulsivo de lengua larga? En cualquier caso, escuchó su disculpa con escepticismo; si lo primero que les había dicho era fruto de un pronto, era también indicativo de su verdadera personalidad. Mayo prefería andarse con cautela. Así y todo, no pudo evitar hacer un comentario.

-Gracias por los consejos. No dudo de que son bien intencionados, pero hasta ahora nos las hemos arreglado sin que nadie nos diga lo que tenemos que hacer… pequeño.

Tras lo cual calló y dejó que Dul respondiera lo que quisiera.

Si Mayo lo hubiese dicho lo que pensaba, Dul habría estado de acuerdo con eso y además lo habría entendido naturalmente. Para ella, y muchos de los suyos, quienes hacian "el bien", por llamarlo de una forma, no lo hacían pensando en si era lo correcto o no y mucho menos en si eso era equilibrio o no, de la misma forma que quienes obraban de forma cruel y poco "humana" (termino extraño para un lugar en el que exisitía mas de una forma de vida por el estilo) no es que se detuvieran a pensar en cuanto daño hacian y menos aun en su eran desequilibrantes para el mundo.

Ella mima, que debería estar atenta a esa clase de cosas en su conducta, no lo hacía.

Pero claro, nada de eso se dio, ni la opción de dejar de hablar por las palabras de sus mayores porque la intervención, un poco iracunda, por parte de un extraño interrumpió su conversación. Inicialmente enarcó una ceja por la forma en que se había acercado a ella, bajando la mano con su cuchara para observalo, pero al escucharlo hablar, quien se enfadó fue ella.

- Disculpeeeee?? - dijo levantando, no solo la voz si no ella misma, indignada, en lo que bajaba violentamente las manos contra la mesa, sin se llegara a producir el estruendo del golpe ya que supo medir el moviento y las depositó suavemente sobre la madera.

Que Mayo la cuestionara, iba y venía, que Mila la cuestionara, iba y venía, que Lita o cualquier otra persona, conocida o desconocida que estuviera en su misma mesa la cuestionara, iba y venía. Pero que alguien que había estado espiando su conversación la increpara de es forma era algo totalmente distinto.

Sus ojos rojos se clavaron con furia en los del hombre que no le dio tiempo de insultarlo por entrometido ya que se disculpó con ellas. Respiró hondo un par de veces escuchandolo, de forma profunda para controlarse y que Mayo interviniera ayudó bastante.

- No sé en que clase de equilibrio estará pensando usted - le dirigió una despectiva mirada que lo recorrió de arriba a abajo - Pero su propaganda antioligarquía, como lo hace sonar se la puede guardar dondem ejor le plazca aunque le recominendo ese lugar donde no le da el... - se contuvo, roja por la ira y se dejó caer en la silla - para su inforamción, eso no es algo que se aplique a solo a quienes se encuentran bajo la autoridad de otros, se aplica de forma individual y se llama ME SU RA, alque sin duda usted no debe conocer - lo ultimo se lo dijo con un tono solemne y lo que retomaba su cuchara, aunque sabía que no podría comer.

Se sintió un poco culpable. Él se había disculpado y ella se había mantenido en su grocería pero era tarde para arreglar el pastel. Levantó la vista, mirandolo aun con enojo

- Y segun usted, Alzur, cual es su versión sobre el equilibrio -

A Alzur no le gustó nada el tono en el que le hablaba Dul. Pero, al fin y al cabo, él había empezado y no tenía nada que echarle en cara. Así que, haciendo caso omiso de la forma agresiva en la que (con razón) le había hablado la chiquilla, se dispuso a responder:

-Permíteme que te tutee, me cuesta hablar de usted a gente más joven que yo. Te diré que, desgraciadamente, tras muchos años luchando en muchos casos por mantener el equilibrio, he llegado a creer que no existe ninguno. Te lo explico: el mal y el bien son cosas relativas; lo que para uno es bueno para otro puede ser malo, y viceversa. Es por eso que no estoy de acuerdo con que la gente intente mantener ese supuesto "equilibrio". Creo que en muchos casos, el equilibrio ha sido la excusa que los que mandan han utilizado para poder empezar guerras y para ordenar asesinatos u otro tipo de acciones, buscando únicamente un beneficio para sí mismos.

Alzur intentó no sonar enfadado. Quiso dar su opinión sin dañar a Dul, que seguramente estaría totalmente en desacuerdo.

-No se, eso es lo que creo. Es probable que esté equivocado, pero he tenido mucho tiempo para pensar sobre este asunto.

Alzur se acercó un poco más a las chicas.

-Quiero disculparme de nuevo por la forma en la que me comporté. Suelo ser tozudo y algo bruto, pero lo de antes ha estado totalmente fuera de lugar. Creo que por hoy ya he tenido suficiente cerveza. Os ruego que me perdonéis y que contéis conmigo para cualquier cosa que necesitéis.

Se sentó en un hueco libre que había en la mesa, con cautela, dispuesto a levantarse si veía alguna mirada poco amigable.

-¿Puedo preguntaros qué hacéis por estos lares?

Al oír las palabras “magia negra”, sintió a la vez alivio y dolor. Alivio al descubrir que Vera entendía, al menos en parte su situación. Dolor al recordar lo que había vivido y la impotencia que sintió, no hacía tanto, cuando descubrió que ni tan siquiera se podía acercar a su cuerpo.

Así que, una vez más, su rostro fue el fiel reflejo de su sentir haciendo que su cara se retorciera en una extraña mueca de asombro y dolor. Tras unos instantes así, volvió de nuevo a suspirar.

- Sí, desde luego la magia negra fue la causante de mi situación… ¿cómo lo has sabido?

Pasado el shock inicial, sentía curiosidad por saber como aquella muchacha había sabido que su problema, la causa de su… “maldición”, era la magia negra… ¿Tal vez, a pesar de su inocente aspecto, era una aliada de su hermana? ¿Aún seguía buscándola? ¿Sabía que vivía?

Asustada ante la posibilidad retrocedió unos pasos mirándola con el terror reflejado en su cara.

- Tu… tu… te ha… te ha… enviado mi…

Las palabras no terminaban de salir de su fantasmal garganta, perecía que sus cuerdas vocales se hubieran congelado ante la posibilidad de enfrentarse de nuevo a su mayor pesadilla.

Sorprendente... fue lo único que pensó. Al final aquel hombre había acabado sentándose en su mesa. Definitivamente Mila no acababa de entender a las personas.
Aunque, después de todo, Alzur no parecía un mal hombre, simplemente se movía por impulsos, aunque estos le trajeran problemas.
Realmente no le importaba demasiado que se sentara con ellas, así no se sentiría tan extraña...

- Sinceramente, no se por qué estoy aquí... Supongo que cambiando un poco de aires- dijo pensativa- Es mi primer día en Denke así que supongo que después tendré que encontrar un sitio donde pasar la noche...

Y si no, podría matar a alguien "por accidente" para quedarse con su ca... NO. Su extraño "poder" la estaba haciendo pensar de forma cada vez más siniestra...
Se distrajo de sus pensamientos y espero la respuesta de las demás chicas...