Se busca "Héroe"

La sensación del abrazo, por parte de Lita, fue en extremo extraña. La sensación de frío - calido era algo que su mente no podía registrar muy bien, pero era la unica manera en la que podía definirlo. Era muy parecido a cuando el viento jugieton la acariciaba o la "abrazaba"

Fue raro, bastante raro, pero bonito. Se alegraba de poder ser de ayuda, así de momento solo fuera emocional.

Mientras Lita hablaba, Dul la iba siguiendo, como las demás, no solo en sus "pasos" si no en lo que decía, dejando salir exclamaciones acordes a cada parte del relato, haciendo preguntas que al parecer no eran escuchadas, pero que el relato se contestaban casi de inmediato y se iba haciendo una idea global de la situación. Se dio cuenta porque cuando exclamó emocionada - estas enamorada!! - no dijo nada al respecto y siguió hablando; aun así pasado un momento no pudo evitar caer en sus preguntas.

Entendía mucho la situación de Lita mientras estuvo en el barco, no tener con quien hablar era ho rrible y en mas de una ocasión tambien se había sorprendido a sí misma hablando con objetos y animales. Pero ahora... trabaja de hacerse un aidea del tiempo y la distancia a recorrer con base en lo que ella decía.

Lita decía horas y Dul preguntaba más o menos cuantas, enotnces decía que podían ser semanas, días. Lita describía lugares y cuando Dul preguntaba por detalles, ella respondía sensaciones, cosa que le dejaba más claro aquello a lo que se refería. Le daba un poco de susto, no se retractaría en su ayuda, pero ya no parecía tan sencillo, si es que alguna vez se lo pareció, como antes. Su osada frase empezaba a cobrar menos fuerza y flutuaba segun las palabras de la fantasma se acomodaban en su cabeza, siendo más fuerte cuando ella decía sentirse triste o asustada y un poco mas debil cuando narraba otras sensaciones.

Y entonces, llegó al meollo del asunto. Todo se volvía mas complejo. Tanto que el trayecto y sus peligros pasaban a ser algo de menor importancia. Un ataud de cristal, magia repele fantasmas, un sitio rodeado de ¿criaturas?

- Si tu cuerpo está herido podría ser peligroso sacarlo, como dices... yo tengo nociones de medicina, lo poco que me enseñó el lindo Doctor, quizá necesitemos a alguien más para esta travesía - al igual que Lita, iba hablando y caminando una vez que esta les comentó lo que sabía del edificio.

Por fin caía en cuenta que el viaje no podía hacer tan a la ligera, no solo por las caractieristicas de la isla, si no por tantos otros detalles. Pero primero lo primero, ver la ubicación geografica de su aventura

(FDI: Vera, Lita no sabe el nombre de la isla, no os lo ha podido decir, en la historia del diario, menciono la isla para que la gente se haga una idea, pero ni siquiera es en primera persona. Lita se va a enterar del nombre de la isla a la vez que todas)

Lita contestó a la pregunta de Dul con decisión justo antes de entrar.

- Tienes razón, pero lo primero sería sacarlo de aquella horrible cueva y dejarlo en algún lugar seguro donde pueda tener acceso y donde pueda averiguar cómo solucionar mi problema. Cada problema a su tiempo

Atravesó la pared hasta llegar a un mostrador con una señorita bastante estirada y muy seria. Justo detrás de ella un mapa del reino colgaba enorme en la pared. Sin detenerse a dar explicaciones, ni tan siquiera a leer el cartel que ponía “Se ruega silencio”, gritó mientras señalaba la isla

- ¡Esta es! Aquí es donde tenemos que ir

Acto seguido de los gritos de Lita, y con el rostro de sorpresa de la encargada de la biblioteca pidió silencio con más temor que decisión. No estaba acostumbrada a ver fantasmas flotar al lado de ella, mucho menos que estos hablaran. Pero lo que no iba a consentir es que se montara jaleo en su pequeña biblioteca.

Lita bajó, se colocó al lado de la señorita con las mejillas coloradas y se disculpó con un susurro

- Lo… siento

Desde luego, la descripción que les estaba dando Lita no era para nada tan halagüeña como Mayo había supuesto. El lugar sonaba mal. La travesía hasta la cueva de marras, peor. Iban a necesitar más que un poco de buena voluntad para lograr su objetivo. Iba... No. Iban. La chica “nueva” quizás se rajaría en cuanto supieran un poco más sobre el asunto. Diablos, a ella le estaban entrando ganas de rajarse ya. Pero a la joven y optimista Dul seguramente no habría quien le quitase su característico empuje.

Cuando oyó a Lita gritar dentro de la biblioteca, se quedó en blanco y sin aliento. Delante de la bibliotecaria, especie no reconocida de dragón sin escamas a la que Mayo tenía casi tanta manía como a los dragones tradicionales. Al menos, este espécimen no parecía especialmente peligroso, e incluso cumplió con sus deberes profesionales con bastante respeto. Claro que cuando viene un fantasma a chillar a tu casa, prefieres que no se enfade contigo. Por si acaso.

Miró la parte del mapa que señalaba Lita. La isla en cuestión resultaba ser la más cercana a Denkenia. También era la que se encontraba más lejos de su actual lugar de residencia, y no la había visitado nunca. Tampoco había oído gran cosa sobre ella. Sólo que no había barcos regulares de pasajeros que fueran hacia sus costas.

Y luego estaba el factor grafo-psicológico. El artista que había creado aquel mapa se había esmerado en hacer que aquella isla destacase sobre las demás; no por su tamaño, sino por la lúgubre coloración que le había dado, contrastando inequívocamente con el resto del mapa, que cubría el mar de Jaspe en su totalidad. Deseó que fuera tan sólo un capricho de artista y no un intento de representar algo tangible.

FDI. Perdon, Lita, se me fue... arreglado.

"Sacar el cuerpo de la cueva..."

Vera no pudo evitar mirar a su alrededor. Eran todo mujeres... ¿iban a poder transportar un cuerpo desde el fondo de una cueva hasta el embarcadero más cercano, o la población que se encontrara más a mano? Que no hubieran hombres le parecía en el fondo bastante bien porque le simplificaba las situaciones, pero si se paraba a pensar con un poco de lógica... aquello no sería tan fácil.

Por supuesto, no se le ocurría pensar que fuera a haber un peligro real que amenazara en algún momento sus vidas, ni mucho menos. Aunque se hablase de lo peligroso del periplo, para ella se trataba, en su mente, de un viaje más o menos normal. Seguía preocupándose casi exclusivamente por la parte de reunir cuerpo y espíritu.

El objetivo ya había sido fijado en el mapa. Desde donde estaba no llegaba a leer el nombre de la isla, aunque lo ponía junto a su representación, y al no conocer aún lo suficiente la geografía del nuevo archipiélago no pudo identificarla. Se ruborizó un poco (un poco más, en realidad, porque el grito de la fantasma ya la había sonrojado, y Vera se había sentido obligada a con la mirada disculparse temerosamente ante la bibliotecaria) y se prometió que arreglaría su ignorancia. Viajar sin conocer la geografía y un par de costumbres del lugar le parecía una descortesía, aunque sólo se tratara de conocimientos superfluos.

Dio un brinquito, sin poderse contener, cuando Lita gritó como lo hizo. No se lo esparaba y la asustó. Sin embargo, otra cosa que no esperaba era que la recepcionista no gritara si no que siendo muy profesional solo pidiera disculpas y no gritara.

- Disculpe, disculpe - lo dijo mas por costumbre que por sentirlo realmente, con la mirada fija en el mapa. Cómo si el relato de Lita no fuera suficiente para pensar un par de veces si ir o no en el viaje, el mapa parecía estar hecho para que los incautos no se acercaran a ese lugar si no era estrictamente necesario.

- valgame - susurró. Un punto "negro" entre los colores naturales del Reino. bien ya tenían el punto de destino ahora... necesitaban información al respecto, no la de Lita, sino la que manejaba el comun de los habitantes y marinos del lugar.

- No estamos lejos, pero hay que averiguar por barcos que vayan hacia allá. Disculpe señorita - dijo con la mejor de sus sonrisas - usted podría proporcionarnos información o libros o una idea de con quien hablar para saber más de ... - qué decía ahi? - esa isla? - señaló con el dedo

Ciertamente Lita no había pensado en los peligros reales de la isla, porque tampoco los conocía muy a fondo, aunque sabía que había peligro por las sensaciones que había sentido allí. Tampoco se había parado a pensar que tres mujeres no fueran capaz de transportar su cuerpo hasta un lugar seguro, ni tan siquiera se había planteado las necesidades o pormenores de un viaje así, solo sabía que había encontrado su cuerpo y que necesitaba tenerlo en un lugar accesible para poder, con tiempo y con ayuda, volver a él.

Así que cuando Dul preguntó por barcos y luego por información sobre la isla, fue cuando realmente se dio cuenta de que un viaje así iba a suponer un tiempo para preparar todo lo necesario, incluidas cosas que ella no iba a necesitar por su condición incorpórea, como por ejemplo, la comida.

De pronto se sintió terriblemente deprimida y nuevamente pensó que no era justo poner en peligro a aquellas mujeres, pero… ¿qué más podía hacer? Estaba algo indecisa. Se acercó a Mayo, le susurró un “os espero fuera” y salió del edificio, para subirse al tejado del mismo y “sentarse” sobre el borde del tejado meditando sobre qué podía hacer para evitar que les pasara algo o como ayudarlas, mientras salían la demás.

La bibliotecaria, se puso aún más pálida al ver que la muchacha señalaba “esa isla” ¿cómo alguien podía interesarse por un lugar así de sombrío? ¿Por qué alguien iba a querer información sobre aquella isla repleta de volcanes, peligros y, según se contaba, lugares malditos? A pesar de todo, trató de recobrar la compostura, cosa que consiguió mejor al ver salir al fantasma de su biblioteca, y respondió a la joven.

-Es una isla llena de volcanes y ceniza, allí apenas hay vida, no se ni como alguien querría vivir allí, ni mucho menos visitar ese horrible lugar, pero si queréis información, en aquella estantería hay un par de libros de la isla, prácticamente los únicos que existen, no es un lugar muy… acogedor

La bibliotecaria se había puesto nerviosa. Mala señal; aunque a lo mejor era una de esas personas que cuando van al pueblo de al lado creen que han visto mundo. Por lo que Mayo sabía de Denke, sus habitantes no salían mucho, así que cabía tal posibilidad. Lo que les dijo la bibliotecaria no fue muy positivo, pero al menos les dirigió a una fuente de información. Mayo fue hacia la estantería señalada y en seguida se arrepintió de no haberle pedido a Lita que se quedara. Podría haber contrastado lo que había visto con lo que describían los libros. Desde que cayera en sus manos aquella enciclopedia que aseguraba que Kirk Douglas había muerto en 1982, no se fiaba de la letra impresa tanto como antes.

Los dos tomos a los que habían sido referidas eran de buen tamaño y no parecían ser consultados muy a menudo, por lo prístino de las cubiertas y el hecho de que uno aún tenía hojas sin cortar. Eso fue lo primero que le llamó la atención a ella cuando los cogió y los puso sobre una de las mesas. Eso podía significar simplemente que no era un lugar que la gente de Denkenia encontrase interesante, pensó mientras hojeaba uno al azar.

Pobre Lita. Qué tristemente se había ido de la sala, como deprimida. Quizás malentendió las preguntas que le hizo aquella otra chica a la bibliotecaria, y pensó que significaban que ponía en duda la viabilidad de un tal viaje. Aquel pobre espectro pensaba igual que al final nadie la ayudaría, y las dejaba solas en aquel momento para que pudieran tomar una decisión final sin que la compasión que inspiraba la fantasma influyera.

Le pareció muy noble por su parte. Y ella no podía ser menos.

Aunque se tratara de una isla de volcanes y ceniza, escarpada e inhóspita. No dudo un segundo de lo que les dijo la bibliotecaria, y sintió un escalofrío de inquietud con aquella rápida descripción (que no miedo: el peligro era demasiado lejano e indefinido como para hacerse real). Su primer impulso fue ir a por los libros que habia señalado, pues la fuerza de la costumbre la llevaba a estudiarlos y buscar información en ellos, pero la mujer alada se adelantó a ella, y se sentó a la mesa con aquellos tomos delante. Vera habría querido hojear uno, pero hacerlo le pareció una falta de educaciçon, y no se atrevió a tomar uno de los dos libros para sí cuando otra los había cogido antes.

Se movió inquieta unos segundos antes de tomar una decisión. Un lugar no se conoce sólo por su historia, su geografía y relatos de aventureros, sino también por sus leyendas y cuentos. Preguntó a la bibliotecaria por alguna recopilación de leyendas tradicionales de Jaspia y se separó un momento del grupo para ir a buscarlas.

Dulfary, por su lado, se quedó con la recepcionista. No le gustaba leer, no si era permitido, así no tenía chiste, así que prefirió conversar con ella, que le contara más cosas sobre la isla, como si estaba habitada, si había ciudad, si tenía un puerto (o podrían llegar por donde mas le conviniera a ellas), cuanto tardaría la travesía en barco.

Así como Vera iba a por las leyendas, Dul quería la información popular, rumores, agüeros, nombres de personas que conocen a personas, posibles exploradores que regresaran, o un nativo que pudiera ser de utilidad para contactar.

Una vez estuvo satisfecha, se acercó a Mayo, ubicándose en la misma mesa que ella, pero son tomar los libros. Era complejo, la aventura lo era. Pero de momento la miraba a ella. Sin sonreír. Solo la miraba, interesada, con afecto, aun incrédula de verla. Finalmente apartó la mirada y se sentó atrayendo uno de los libros. Buscaba un mapa, pero no ponía atención.

Se mordió el labio. Al encontrar un mapa, algo rudimentario, con el dedo trazó una linea recta entre esa isla y la que se encontraban. Por el tamaño de ambas, aun cabía la posibilidad de varias opciones para establecer cual fue el camino que siguió Lita.

- Mayo - dijo por fin levantando la vista, bruscamente - ahm... - sonrió con timidez - cómo estas? - quiso saber, más allá de la pregunta protocolaria de un reencuentro. Le interesaba de veras, quizá no era el momento, pero todos se habían desbandado de una forma tan impredecible que quería saber más.

Subida aun en el tejado, sentada en el borde balanceando sus fantasmales piernas, Lita empezó a darse cuenta de que la gente la miraba y, algunos más atrevidos, trataban de mirar bajo su vestido. Enfadada porque no la dejaran en paz, pegó unos cuantos sustos, lo que solo empeoró la situación y empezaron a oírse gritos y carreras por la zona.

Frustrada, decidió volver dentro de la biblioteca, pero esta vez atravesó el tejado y se quedó allí arriba esperando que sus amigas salieran del lugar para bajar del lugar. Solo esperaba que a nadie le diera por mirar al techo y empezara a gritar allí dentro.

La bibliotecaria informó a la extraña muchacha pálida de en que pasillo encontrar lo que buscaba, aunque la comunicó que no se fiara de todas las leyendas que leyera, pues muchas eran inventadas por la imaginación ferviente de ciertos personajes.

Cuando vio que otro de los componentes del extraño grupo que había entrado junto con el fantasma, preguntado por la oscura isla de Ur Shalasti, se acercaba a ella, puso los ojos en blanco unos instantes y rezó interiormente porque el grupo se marchara cuanto antes de su biblioteca. Luego saludó cortésmente a la muchacha esperando sus preguntas.

FDI: Estaba esperando a que respondiera Mayo, pero creo que ya ha pasado tiempo suficiente... Oo

Varios escalofríos recorrieron su cuerpo mientras leía aquellos cuentos algo tétricos en los que por un momento se había sumido por completo. Le gustaban aquellas historias, y tenían un atractivo prohibido para Vera al tratar temas oscuros... pero cuando volvía a la realidad, le gustaba menos pensar que iba a ir al lugar que había inspirado relatos como aquellos.

Admitía que mentes de una inteligencia activa (aunque no demasiado activa: la imaginación nunca podía sobrar) habían escrito las leyendas, pero el lugar que describían debía ser real si no las historias. Y probablemente buena parte de ellas, entre la paja de los sueños y miedos humanos, tuvieran suficiente parte inspirada en acontecimientos.

Cerró con reverencia el libro que había estado leyendo, y lo colocó delicadamente en su sitio mientras reflexionaba al respecto. Estaba inquieta, pero no verdaderamente asustada ante la posibilidad de dirigirse a un lugar tan oscuro, y aquello la enorgullecía interiormente. ¿Qué podía pasarles? Que fuera oscuro no quería decir que fuera verdaderamente peligroso, y por lo que había leído la isla tenía fama en especial por su falta de vida, no por su abundancia en animales depredadores. Parecía haber algunas culturas frente a las que autores varios habían expresado su miedo, cierto, pero muy probablemente fueran exageraciones... o así lo esperaba...

Se reprehendió interiormente por haberse metido miedo a si misma con aquel último pensamiento, y recuperando el movimiento buscó a las demás por la biblioteca. "Las esperaré fuera", decidió: en algún lugar frente a la biblioteca debía de encontrarse Lita, y no quería hacer que la pobre esperara más.

fdi: ook, voy yo.

DDI:
- Ahmm... señorita... - buscó las palabras - usted podría informarme sobre esa isla? O tal vez conozca a alguien que pueda hacerlo? Yo sé... entiendo, que lo mejor sería no ir, pero no estaría demás conocer, aparte de eso, que agüeros hay con la isla, digo, no acercarse es obvio, pero quizá algo más... verá, yo no soy de por aquí y no conozco mucho, solo los rumores generales y creo que me serían de utilidad rumores más.... específicos, quizá de gente que haya vuelto después de explorar la isla, cosas así - fue la pregunta que le hizo a la recepcionista haciendo uso de la mas encantadoras de sus sonrisas, antes de dedicarse a la búsqueda del mapa.

Finalmente, cuando lo tuvo, regresó donde ella.

- Esto... me puedo llevar una copia del mapa de las islas? -

(FDI: En vista de que Mayo no aparece y yo tengo ganas de seguir con la historia, si aun os apetece voy a dar este tema por cuncluido y abrir uno nuevo en Ur, que es nuestro destino)