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Nieve
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Re: Nieve
Y sin embargo, la decepción de Dulfary no le pasó desapercibida a Rose.
Pero, ¿Qué podía hacer? Tenía miedo. Fuera lo que hubiera sido en su vida pasada, tenía claro que había sido porque creía firmemente en ello. Entonces, ¿No es fácil tener miedo? Si vuelven un día a tí los recuerdos, ¿Vuelven también las convicciones? Si supieras que hay algo en tu vida que te hace maligno, un conocimiento, quizás algo que sabes y que puede desencadenar a la bestia dentro de tí...
¿No tendrías miedo de encontrártelo?
- Es que... - insistió ella misma, no queriendo que Dulfary quedara entristecida. - No se quién era, ¿Sabes? Y no se quién soy. ¿Y si quien fuí, si fui alguien maligno, lo era porque había una convicción en mí que me hacía ser así? ¿Y si vuelvo a encontrar esa convicción?
No sabía si Dulfary podía entenderlo. Era un asunto... extraño. La extraña en mí, pensó, y sonrió tristemente sin poder evitarlo, sintiéndose estúpida. Se arrodilló frente a la lechera, mirando su contenido.
- ¿Crees que se verá tanto? - preguntó. - Puede que el mismo recipiente haga de pared. Necesitamos calor. No se si las mantas serán suficiente si pretendemos... dormir.
... palabra mágica.
Estaba reventada. Se sentía destruida, por completo. No podía huir más, ni aunque la mataran. Tenían que dormir. Y aquel lugar parecía tan bueno como otro cualquiera para descansar...
Pero, ¿Qué podía hacer? Tenía miedo. Fuera lo que hubiera sido en su vida pasada, tenía claro que había sido porque creía firmemente en ello. Entonces, ¿No es fácil tener miedo? Si vuelven un día a tí los recuerdos, ¿Vuelven también las convicciones? Si supieras que hay algo en tu vida que te hace maligno, un conocimiento, quizás algo que sabes y que puede desencadenar a la bestia dentro de tí...
¿No tendrías miedo de encontrártelo?
- Es que... - insistió ella misma, no queriendo que Dulfary quedara entristecida. - No se quién era, ¿Sabes? Y no se quién soy. ¿Y si quien fuí, si fui alguien maligno, lo era porque había una convicción en mí que me hacía ser así? ¿Y si vuelvo a encontrar esa convicción?
No sabía si Dulfary podía entenderlo. Era un asunto... extraño. La extraña en mí, pensó, y sonrió tristemente sin poder evitarlo, sintiéndose estúpida. Se arrodilló frente a la lechera, mirando su contenido.
- ¿Crees que se verá tanto? - preguntó. - Puede que el mismo recipiente haga de pared. Necesitamos calor. No se si las mantas serán suficiente si pretendemos... dormir.
... palabra mágica.
Estaba reventada. Se sentía destruida, por completo. No podía huir más, ni aunque la mataran. Tenían que dormir. Y aquel lugar parecía tan bueno como otro cualquiera para descansar...
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Mantuvo la mirada gacha. Qué iba a decirle, correción, cómo iba a meterse aun más en lo que no la habían llamado? Ella misma tenía la respuesta, era triste verla así y sus ganas de que estuviera bien podían más que su prudencia. Pero parecía tan convencida que...
Ahogó un suspiro. Necesitaba controlarse y era bastante duro para ella tener la boca cerrada. Se repetía mentalmente que debía mantener el silencio, si acaso hacer gala de su tendencia a mentir y asentir con la cabeza como si todo estuviera claro
Pero no era correcto. Simplemente no podía.
- Convicción... alguien maligno - susurró dejando que por su cabeza pasaran varios rostros - Por que tiene que ser tu pasado necesariamente malgino? Qué pasa si era al contrario, si por las circunstancia tuviste que aprender un oficio pero lo mantuviste dentro de un código de conducta socialmente aceptado? - volvió a bajar la vista, ya no por Rose, sino por la forma en que dijo lo que acababa de pronunciar; lo entendía, no quería que también Rose lo catalogara como un superficial juicio de valor dentro de lo bueno y lo malo, se daba cuenta que por alguna razón le habría resultado doloroso que ella lo hiciera así, pero aun así lo dejó ir - tal vez si has matado en el pasado, pero no tienes porque ser una asesina o alguien sanguinario regocijandote en eso cuando lo hiciste, nada de lo hecho esta noche me dice que fueras alguien malo en tu vida anterior, todo lo contrario y esa convicción... esta vez tienes la opción de qué quieres hacer con ella, si desecharla, tomarla o adaptarla a una nueva para que se ajuste a cómo esperar vivir ahora - en ningun momento había levantado la voz, ni se había emocionado con lo que decía, tampoco le daba enfasis exesivos a sus pensamientos expresados en voz alta.
~callate ya Dul, callate ya.. no sigas ~
- No trato de conversete, ni de que me compres una idea tan ilusa e idealista, pero... el que te perturbe pensar que tal vez fuiste una persona mala en el pasado de verdad no te dice nada? - en su mente siguó con la lora, ~ basta del sermón, basta ~ Se abrazó a sí misma entre la lona.
- Creo que sí será llamativo, pero podríamos tratar de solucionarlo tapando un poco la ventana - la pregunta era cómo, y lo haría, porque después de expuesta la idea de dormir y mas al calor de la queña braza no pensaba dejarla ir. - o internandonos más en la bodega
Ahogó un suspiro. Necesitaba controlarse y era bastante duro para ella tener la boca cerrada. Se repetía mentalmente que debía mantener el silencio, si acaso hacer gala de su tendencia a mentir y asentir con la cabeza como si todo estuviera claro
Pero no era correcto. Simplemente no podía.
- Convicción... alguien maligno - susurró dejando que por su cabeza pasaran varios rostros - Por que tiene que ser tu pasado necesariamente malgino? Qué pasa si era al contrario, si por las circunstancia tuviste que aprender un oficio pero lo mantuviste dentro de un código de conducta socialmente aceptado? - volvió a bajar la vista, ya no por Rose, sino por la forma en que dijo lo que acababa de pronunciar; lo entendía, no quería que también Rose lo catalogara como un superficial juicio de valor dentro de lo bueno y lo malo, se daba cuenta que por alguna razón le habría resultado doloroso que ella lo hiciera así, pero aun así lo dejó ir - tal vez si has matado en el pasado, pero no tienes porque ser una asesina o alguien sanguinario regocijandote en eso cuando lo hiciste, nada de lo hecho esta noche me dice que fueras alguien malo en tu vida anterior, todo lo contrario y esa convicción... esta vez tienes la opción de qué quieres hacer con ella, si desecharla, tomarla o adaptarla a una nueva para que se ajuste a cómo esperar vivir ahora - en ningun momento había levantado la voz, ni se había emocionado con lo que decía, tampoco le daba enfasis exesivos a sus pensamientos expresados en voz alta.
~callate ya Dul, callate ya.. no sigas ~
- No trato de conversete, ni de que me compres una idea tan ilusa e idealista, pero... el que te perturbe pensar que tal vez fuiste una persona mala en el pasado de verdad no te dice nada? - en su mente siguó con la lora, ~ basta del sermón, basta ~ Se abrazó a sí misma entre la lona.
- Creo que sí será llamativo, pero podríamos tratar de solucionarlo tapando un poco la ventana - la pregunta era cómo, y lo haría, porque después de expuesta la idea de dormir y mas al calor de la queña braza no pensaba dejarla ir. - o internandonos más en la bodega
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
La suerte de Rose fue que Dulfary no pudiera verle la cara.
La lágrima que se le escapó rodó fugazmente por su mejilla, y cuando cayó, lo hizo en el interior de la lechera, donde desapareció con un tañido sordo que ni siquiera la pelirroja pudo percibir. No hacía falta que Dulfary se contuviera. No iba a hacerle más daño del que le hicieron las primeras palabras.
"No", pensó. "No lo ha entendido".
Y no se la podía culpar. ¿Lo entendía ella misma? No, la respuesta también era no. ¿Qué era, qué había sido, qué sería? Sin saber el pasado, no puedes anticipar el futuro. Pero lo que ella temía era... No, eso era lo que Dulfary no había entendido.
¿Y si había habido algo que le había hecho cambiar, un pensamiento, un conocimiento, una convicción, algo que la había hecho ser una asesina? Porque, pensó para sí misma, ¿Qué profesión iba a tener alguien que sólo sabe manejar una espada? No era panadera, no era frutera, era una guerrera. O una asesina. En cualquier caso, estaba segura de haber derramado sangre. De estar acostumbrada a ello.
Temía que lo que quiera que fuera que le había llevado a derramar sangre, la llevase de nuevo. Porque, hay pensamientos, hay conocimientos, revelaciones, que no se pueden combatir. Se limpió los ojos. No quería parecer más patética de lo que ya era, pero tampoco podía disimular que estaba llorando.
- Si - susurró.
Si. Si le decía algo; que no había sido mala.
Eso era lo que Dulfary podía concluir, pero no Rose. Las personas buenas no saben herir y rajar, no cortan brazos por instinto ni llevan espadas hechas a medida colgadas al cinto. Estaba convencida de que había algo en su cabeza que, cuando lo descubriera, le haría cambiar. Quizá no era humana. Quizá cuando recordase que era maligna por naturaleza...
Naturaleza. Si no tenía experiencias en la vida, si no tenía nada con lo que adornar su personalidad, entonces ésta era su naturaleza. Y le resultaba agradable, porque eso significaba que era... una mujer buena. Ahora solo quedaba saber por qué. Por qué en el mismo cuerpo que Rose, había un ser tan devastador como Riadh.
Rose y Riadh. Qué bonito; ya tenía nombre para las dos extrañas mitades de su ser. Se sintió idiota, apretó los dientes. Por un momento, se sintió tan sola en el mundo que le dolía.
- Vamos dentro... - susurró.
No quería que se enterase, pero era imposible que no se le notase en la voz. Apretaba los dientes con fuerza, pero las lágrimas seguían saliendo; sus mejillas eran dos ríos que goteaban en el interior de la lechera abierta.
Pero no sabía qué decir. No quería decir nada. No había nada que quisiera oir. No iba a recuperar su vida especulando sobre ella, y no quería pensar en lo que pasaría cuando descubriese quién era...
La lágrima que se le escapó rodó fugazmente por su mejilla, y cuando cayó, lo hizo en el interior de la lechera, donde desapareció con un tañido sordo que ni siquiera la pelirroja pudo percibir. No hacía falta que Dulfary se contuviera. No iba a hacerle más daño del que le hicieron las primeras palabras.
"No", pensó. "No lo ha entendido".
Y no se la podía culpar. ¿Lo entendía ella misma? No, la respuesta también era no. ¿Qué era, qué había sido, qué sería? Sin saber el pasado, no puedes anticipar el futuro. Pero lo que ella temía era... No, eso era lo que Dulfary no había entendido.
¿Y si había habido algo que le había hecho cambiar, un pensamiento, un conocimiento, una convicción, algo que la había hecho ser una asesina? Porque, pensó para sí misma, ¿Qué profesión iba a tener alguien que sólo sabe manejar una espada? No era panadera, no era frutera, era una guerrera. O una asesina. En cualquier caso, estaba segura de haber derramado sangre. De estar acostumbrada a ello.
Temía que lo que quiera que fuera que le había llevado a derramar sangre, la llevase de nuevo. Porque, hay pensamientos, hay conocimientos, revelaciones, que no se pueden combatir. Se limpió los ojos. No quería parecer más patética de lo que ya era, pero tampoco podía disimular que estaba llorando.
- Si - susurró.
Si. Si le decía algo; que no había sido mala.
Eso era lo que Dulfary podía concluir, pero no Rose. Las personas buenas no saben herir y rajar, no cortan brazos por instinto ni llevan espadas hechas a medida colgadas al cinto. Estaba convencida de que había algo en su cabeza que, cuando lo descubriera, le haría cambiar. Quizá no era humana. Quizá cuando recordase que era maligna por naturaleza...
Naturaleza. Si no tenía experiencias en la vida, si no tenía nada con lo que adornar su personalidad, entonces ésta era su naturaleza. Y le resultaba agradable, porque eso significaba que era... una mujer buena. Ahora solo quedaba saber por qué. Por qué en el mismo cuerpo que Rose, había un ser tan devastador como Riadh.
Rose y Riadh. Qué bonito; ya tenía nombre para las dos extrañas mitades de su ser. Se sintió idiota, apretó los dientes. Por un momento, se sintió tan sola en el mundo que le dolía.
- Vamos dentro... - susurró.
No quería que se enterase, pero era imposible que no se le notase en la voz. Apretaba los dientes con fuerza, pero las lágrimas seguían saliendo; sus mejillas eran dos ríos que goteaban en el interior de la lechera abierta.
Pero no sabía qué decir. No quería decir nada. No había nada que quisiera oir. No iba a recuperar su vida especulando sobre ella, y no quería pensar en lo que pasaría cuando descubriese quién era...
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Silencio en la habitación. Pesado, culpable.
~estarás contenta...? ~
Al menos esta vez si se quedó callada. Y no, tal y como lo sentía Rosa, Dulfary no lo entendía, no podía entenderlo, cuando siempre veía la parte buena y positiva de todo. El silencio lo llenó todo, en lo que se acercaba a donde estaba ella sin mirarla.
Tampoco estaba contenta, mentalmente se respondía a su propia pregunta retorica. Pero el resto del mundo se le vino a bajo al darse cuenta de la voz quebrada de su nueva amiga. Se tapó la boca muy duro para no decir nada, empezando por un simple "lo siento".
Con el corazón encojido y un nudo en la garganta se puso en su camino y acomodandose la lona de la mejor forma que pudo para que no cauera, sin pedir permiso y sin pensar del todo en lo que hacía, le dio lo único que podía ofrecerle y que tal vez reparara la estupidez de sus palabras: la abrazó.
Solo cuando lo hizo, con cariño y de la forma en que recordaba en que lo hacía su mamá con ella, fue que cayó en cuenta que tal vez a la medio elfa no le agradara y hasta le molestara. No dijo nada, contuvo otro suspiro y se alistó a que la apartara con fatidio o parecido.
~estarás contenta...? ~
Al menos esta vez si se quedó callada. Y no, tal y como lo sentía Rosa, Dulfary no lo entendía, no podía entenderlo, cuando siempre veía la parte buena y positiva de todo. El silencio lo llenó todo, en lo que se acercaba a donde estaba ella sin mirarla.
Tampoco estaba contenta, mentalmente se respondía a su propia pregunta retorica. Pero el resto del mundo se le vino a bajo al darse cuenta de la voz quebrada de su nueva amiga. Se tapó la boca muy duro para no decir nada, empezando por un simple "lo siento".
Con el corazón encojido y un nudo en la garganta se puso en su camino y acomodandose la lona de la mejor forma que pudo para que no cauera, sin pedir permiso y sin pensar del todo en lo que hacía, le dio lo único que podía ofrecerle y que tal vez reparara la estupidez de sus palabras: la abrazó.
Solo cuando lo hizo, con cariño y de la forma en que recordaba en que lo hacía su mamá con ella, fue que cayó en cuenta que tal vez a la medio elfa no le agradara y hasta le molestara. No dijo nada, contuvo otro suspiro y se alistó a que la apartara con fatidio o parecido.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Silencio.
No, no se dio cuenta del silencio. Sus pensamientos eran un grito, demasiado alto, demasiado doloroso. Se hubiera tapado los oídos si con ello hubiera dejado de oirlos. Las verdaderas heridas son las que dejan cicatrices en la mente.
Tomó las asas de la lechera con cuidado, y la levantó. Era de metal, pero no pesaba mucho; sólo se cercioró de no hacer ruido. Eso incluía sollozar. No, eso no tenía nada que ver con no hacer ruido. No quería que Dulfary la viese llorar, no quería creer que era demasiado evidente. No, no, no. Ya basta de patetismo, ya basta de tristeza. Cada persona tiene su propio camino, y...
... y al volverse para avanzar hacia el interior, Dulfary le cortó el paso.
"Para", estuvo a punto de decir, estuvo dibujado en su mente, lo hubiera dicho si los labios le hubieran respondido. "No quiero una reprimenda, no quiero más ilusiones fingidas, no entiendes que me duele, no me hagas más daño". Pero no era eso lo que la chica tenía en mente. Apartó la lechera a un lado casi sin darse cuenta, y...
...
No recordaba. Por un momento, cerró los ojos, confusa. Un abrazo. Durante el primer momento, Rose se sintió todavía más sola en el mundo: Era el primer abrazo que podía recordar. El primer momento en el que...
... pero enseguida, reaccionó su mente. Era un abrazo. Se sentía débil, vulnerable, sola. Y allí estaba aquella chica, una perfecta desconocida, que la rodeaba con sus brazos como si le importara su destino. Las lágrimas se hicieron más fuertes, los sollozos dejaron de poder ser disimulados. La pelirroja se echó a llorar descontroladamente cuando sus brazos, en respuesta, rodearon a Dulfary, y sus lágrimas le mojaron el pelo.
La abrazó con fuerza. Y lloró, lloró también con fuerza, desahogándose. Lloró todo lo que sus palabras no sabían vocalizar, las preguntas que su corazón no quería hacer, las que su mente no quería contestar. Lloró como la niña que no sabía que tenía entre los brazos.
No, no se dio cuenta del silencio. Sus pensamientos eran un grito, demasiado alto, demasiado doloroso. Se hubiera tapado los oídos si con ello hubiera dejado de oirlos. Las verdaderas heridas son las que dejan cicatrices en la mente.
Tomó las asas de la lechera con cuidado, y la levantó. Era de metal, pero no pesaba mucho; sólo se cercioró de no hacer ruido. Eso incluía sollozar. No, eso no tenía nada que ver con no hacer ruido. No quería que Dulfary la viese llorar, no quería creer que era demasiado evidente. No, no, no. Ya basta de patetismo, ya basta de tristeza. Cada persona tiene su propio camino, y...
... y al volverse para avanzar hacia el interior, Dulfary le cortó el paso.
"Para", estuvo a punto de decir, estuvo dibujado en su mente, lo hubiera dicho si los labios le hubieran respondido. "No quiero una reprimenda, no quiero más ilusiones fingidas, no entiendes que me duele, no me hagas más daño". Pero no era eso lo que la chica tenía en mente. Apartó la lechera a un lado casi sin darse cuenta, y...
...
No recordaba. Por un momento, cerró los ojos, confusa. Un abrazo. Durante el primer momento, Rose se sintió todavía más sola en el mundo: Era el primer abrazo que podía recordar. El primer momento en el que...
... pero enseguida, reaccionó su mente. Era un abrazo. Se sentía débil, vulnerable, sola. Y allí estaba aquella chica, una perfecta desconocida, que la rodeaba con sus brazos como si le importara su destino. Las lágrimas se hicieron más fuertes, los sollozos dejaron de poder ser disimulados. La pelirroja se echó a llorar descontroladamente cuando sus brazos, en respuesta, rodearon a Dulfary, y sus lágrimas le mojaron el pelo.
La abrazó con fuerza. Y lloró, lloró también con fuerza, desahogándose. Lloró todo lo que sus palabras no sabían vocalizar, las preguntas que su corazón no quería hacer, las que su mente no quería contestar. Lloró como la niña que no sabía que tenía entre los brazos.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Cuando se movió contuvo la respiración. Ese era el momento en que la apartaba, en que su pensamiento de haber obrado de más se hacía una realidad y... soltó el aire, despacio, con cierto alivio extraño; por no sentirse rechazada, por poder aportar para reconfortarla. Le devolvía el abrazo y Dul, entrando en mas confianza, la abrazó con fuerza, pasando la mano con delicadeza sobre los cabellos rojos mojados.
Lo que le había costado que se le secaran las manos y ahora volvía a humedecerse. Él frío no fue suficiente ara que la quitara y pensaba que tener la mano fría de nuevo por esta vez, valía la pena.
La dejó llorar, sin frases de cajón, sin susurros insulsos que la interrumpieran. Nunca llegaría a entender esa facilidad que tenía para encariñarse con las demás personas, esa misma facilidad que la impulsaba a trasmitirle sin palabras que a pesar de lo necio de sus palabras estaba ahí, con ella, que no estaba tan sola para llorar de la forma en que lo hacía, pero que no iba a juzgarla por sacar de esa forma parte del dolor que tenía por dentro. Esperó a que desahogara con el corazón conmovido, ella misma sabía lo que se sentía querer llorar así, así que aguardó, sin soltarla, pasando de forma distraída la mano por la cabeza, de la misma forma en que, no hacía muchos años, alguien más lo hacía con ella, mas que para calmarla, para apoyarla.
La situación debía de ser horrible. Eso si lo entendía, lo demás... tal vez no. Pero escuchaba en silencio su llanto, si cerraba los ojos se veía con facilidad las lágrimas tratando de humedecer la lona y entonces apretaba el abrazo con mas cariño. No era justo que alguien tuviera que llorar de esa forma, pero las lágrimas tendrían que, aunque fuera solo por un instante, lavarle su tristeza. Nunca pensó hasta que punto estaba realmente perdida cuando decidió meterse en el altercado que se iniciaba tantas calles atrás.
Estaba segura, la iba a ayudar, no tenía idea de cómo o tan siquiera en qué, pero no quería que volviera a sentirse sola, un hongo en la mitad de la nada, ni que volviera a llorar como hacía por ideas sujetas en el vacío de no saber; aunque tampoco sabía qué era peor. Mientras tanto dejó el tiempo pasar, que las lágrimas fluyeran, que el corazón se calmara.
En cuanto la sintió más tranquila, la alejó un poco, con una sonrisa compungida en sus labios y le puso el pelo detrás de las orejas, les dedicó solo un pequeñísimo instante, ese que en el que le pareció curioso que tuviera las orejas un poco puntudas, pero lo dejó ir, había cosas mas importantes.
- Discúlpame por hablar de más - susurró, sintiendo ahora ella un nudo en la garganta y antes que darle tiempo a que replicara agregó - ahora, busquemos un sitio donde ponernos cómodas y poder secar un poco la ropa, te parece? - dio un paso atrás - nah! - levantó el dedo con una sonrisa picara - sin protestar - no quería que le dijera de nuevo que no había nada que disculpar. Tampoco sabía, raro, qué mas decir.
Lo que le había costado que se le secaran las manos y ahora volvía a humedecerse. Él frío no fue suficiente ara que la quitara y pensaba que tener la mano fría de nuevo por esta vez, valía la pena.
La dejó llorar, sin frases de cajón, sin susurros insulsos que la interrumpieran. Nunca llegaría a entender esa facilidad que tenía para encariñarse con las demás personas, esa misma facilidad que la impulsaba a trasmitirle sin palabras que a pesar de lo necio de sus palabras estaba ahí, con ella, que no estaba tan sola para llorar de la forma en que lo hacía, pero que no iba a juzgarla por sacar de esa forma parte del dolor que tenía por dentro. Esperó a que desahogara con el corazón conmovido, ella misma sabía lo que se sentía querer llorar así, así que aguardó, sin soltarla, pasando de forma distraída la mano por la cabeza, de la misma forma en que, no hacía muchos años, alguien más lo hacía con ella, mas que para calmarla, para apoyarla.
La situación debía de ser horrible. Eso si lo entendía, lo demás... tal vez no. Pero escuchaba en silencio su llanto, si cerraba los ojos se veía con facilidad las lágrimas tratando de humedecer la lona y entonces apretaba el abrazo con mas cariño. No era justo que alguien tuviera que llorar de esa forma, pero las lágrimas tendrían que, aunque fuera solo por un instante, lavarle su tristeza. Nunca pensó hasta que punto estaba realmente perdida cuando decidió meterse en el altercado que se iniciaba tantas calles atrás.
Estaba segura, la iba a ayudar, no tenía idea de cómo o tan siquiera en qué, pero no quería que volviera a sentirse sola, un hongo en la mitad de la nada, ni que volviera a llorar como hacía por ideas sujetas en el vacío de no saber; aunque tampoco sabía qué era peor. Mientras tanto dejó el tiempo pasar, que las lágrimas fluyeran, que el corazón se calmara.
En cuanto la sintió más tranquila, la alejó un poco, con una sonrisa compungida en sus labios y le puso el pelo detrás de las orejas, les dedicó solo un pequeñísimo instante, ese que en el que le pareció curioso que tuviera las orejas un poco puntudas, pero lo dejó ir, había cosas mas importantes.
- Discúlpame por hablar de más - susurró, sintiendo ahora ella un nudo en la garganta y antes que darle tiempo a que replicara agregó - ahora, busquemos un sitio donde ponernos cómodas y poder secar un poco la ropa, te parece? - dio un paso atrás - nah! - levantó el dedo con una sonrisa picara - sin protestar - no quería que le dijera de nuevo que no había nada que disculpar. Tampoco sabía, raro, qué mas decir.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
"No, no pasa nada", dijo su mente, pero sus labios los contrajo un sollozo y no lo pudo vocalizar. "En realidad, está bien. En realidad ha sido... de ayuda. No sabía que me hacía falta llorar. No sabía que me hacía tanta falta."
Se sentía mejor. No de una forma absoluta; despues de todo, sus problemas seguían ahí, y la situación no había cambiado en lo más mínimo. Pero estaba... más tranquila. A veces, el corazón ha de explotar para quedar en paz. Cuando toda la tensión sobrepasa un punto.
Pero Dulfary tenía razón. Tenían... tenían que moverse.
Rose asintió con la cabeza, y estuvo a punto de pedirle disculpas por el retraso. Dulfary se le adelantó, y con ello le arrancó una sonrisa triste. Tenía los ojos rojos, y le hizo gracia. Dul tenía rojos los iris; ella el blanco de los ojos, a fuerza de llorar.
Recogió de nuevo la lechera metálica, y la llevó hasta un rincón de la sala en la que podían mover uno de los estantes para que no se viera tanto desde la calle. Si le ponían una lona a las maderas, las cubriría, y las resguardaría. No encontró más aceite que el que había en una vieja lámpara de latón, así que cortó unos cuantos jirones de otra de las lonas y las fue echando en el interior del recipiente hasta casi llenarlo.
El fuego no duraría toda la noche, pero estaría bien mientras lo hiciera. Era todo lo que podían hacer. Vertió el aceite en el interior del cántaro, y con destreza, le arrancó unas cuantas chispas al filo de su espada valiéndose de una piedra de afilar que llevaba en la vaina de la misma. Prendió con rapidez, en silencio.
No era un fuego grande, pero despedía un calor muy agradable. La luz quedaba amortiguada por la forma del recipiente. La medio elfa puso las manos en el borde del cántaro, con alivio, e invitó a Dulfary a que se le acercara.
Se sentía mejor. No de una forma absoluta; despues de todo, sus problemas seguían ahí, y la situación no había cambiado en lo más mínimo. Pero estaba... más tranquila. A veces, el corazón ha de explotar para quedar en paz. Cuando toda la tensión sobrepasa un punto.
Pero Dulfary tenía razón. Tenían... tenían que moverse.
Rose asintió con la cabeza, y estuvo a punto de pedirle disculpas por el retraso. Dulfary se le adelantó, y con ello le arrancó una sonrisa triste. Tenía los ojos rojos, y le hizo gracia. Dul tenía rojos los iris; ella el blanco de los ojos, a fuerza de llorar.
Recogió de nuevo la lechera metálica, y la llevó hasta un rincón de la sala en la que podían mover uno de los estantes para que no se viera tanto desde la calle. Si le ponían una lona a las maderas, las cubriría, y las resguardaría. No encontró más aceite que el que había en una vieja lámpara de latón, así que cortó unos cuantos jirones de otra de las lonas y las fue echando en el interior del recipiente hasta casi llenarlo.
El fuego no duraría toda la noche, pero estaría bien mientras lo hiciera. Era todo lo que podían hacer. Vertió el aceite en el interior del cántaro, y con destreza, le arrancó unas cuantas chispas al filo de su espada valiéndose de una piedra de afilar que llevaba en la vaina de la misma. Prendió con rapidez, en silencio.
No era un fuego grande, pero despedía un calor muy agradable. La luz quedaba amortiguada por la forma del recipiente. La medio elfa puso las manos en el borde del cántaro, con alivio, e invitó a Dulfary a que se le acercara.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Parecía mas tranquila, o al menos esa era la impresión que le quedaba a la niña y eso se alguna forma la aliviaba. Su sonrisa triste le decía que aun quedaba muchísimo por hacer, pero de momento había que descansar.
Mientras Rose se hacía cargo de adecuar un cambuche, ella seguía tratando de quitarle parte de la humedad a la ropa, la cual fue a recoger del sitio en donde la había dejado tirada y durante todo el proceso hizo su mejor esfuerzo por quedarse callada.
Ya con la ropa en el lugar en que dormirían, empezó a ayudar con el asunto de la lona que taparía la poca luz que irradiaría el fuego y que tal vez las delatara. Sonrió con malicia al sentarse junto al fuego, dejando parte de la ropa mas interna de ambas pegada a la lata de modo que el calor no solo las calentara a ellas si no que las fuera secando.
Se frotó la manos con fuerza y las acercó al fuego, aun con esa sonrisa traviesa que cada vez era más grande según se iba calentando.
- Esos tipos deben estar dando vueltas todavía por toda la ciudad como tontos - no, no podía quedarse callada - no quiero tentar a la buena suerte, pero ja-ja, se siente un fresquito con eso - irremediablemente sacó la lengua; una venganza bastante infantil por lo demás, sobretodo porque cuando se cansaran de buscar, también irían a algún lugar cálido a frustrarse por su fracaso, pero de momento, se contentaba con saber que pasarían un rato mas de frío y carreras en lo que ellas si estaban en un buen lugar. Solo les faltaba algo para comer, pero las provisiones que traía en su bolsita antes que ayudar, las dejaría con hambre.
Suspiró, cansada. Necesitaba dormir y el agradable calor que emanaba del recipiente, le estaba ayudando con su deseo.
Mientras Rose se hacía cargo de adecuar un cambuche, ella seguía tratando de quitarle parte de la humedad a la ropa, la cual fue a recoger del sitio en donde la había dejado tirada y durante todo el proceso hizo su mejor esfuerzo por quedarse callada.
Ya con la ropa en el lugar en que dormirían, empezó a ayudar con el asunto de la lona que taparía la poca luz que irradiaría el fuego y que tal vez las delatara. Sonrió con malicia al sentarse junto al fuego, dejando parte de la ropa mas interna de ambas pegada a la lata de modo que el calor no solo las calentara a ellas si no que las fuera secando.
Se frotó la manos con fuerza y las acercó al fuego, aun con esa sonrisa traviesa que cada vez era más grande según se iba calentando.
- Esos tipos deben estar dando vueltas todavía por toda la ciudad como tontos - no, no podía quedarse callada - no quiero tentar a la buena suerte, pero ja-ja, se siente un fresquito con eso - irremediablemente sacó la lengua; una venganza bastante infantil por lo demás, sobretodo porque cuando se cansaran de buscar, también irían a algún lugar cálido a frustrarse por su fracaso, pero de momento, se contentaba con saber que pasarían un rato mas de frío y carreras en lo que ellas si estaban en un buen lugar. Solo les faltaba algo para comer, pero las provisiones que traía en su bolsita antes que ayudar, las dejaría con hambre.
Suspiró, cansada. Necesitaba dormir y el agradable calor que emanaba del recipiente, le estaba ayudando con su deseo.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
La semielfa pensó un momento en ello.
En el silencio, podía oírse cómo el viento aullaba a través de las calles, como si soplase a través de una flauta de hueso. El sonido era espeluznante, cuando se recordaba la magnitud del frío cortante que lo acompañaba. Era fácil imaginarse a los soldados buscándolas calle a calle, maldiciéndolas, odiándolas.
Seguía escuchando la voz de aquel soldado en su cabeza. Fría, oscura, siniestra. Aquella voz que le devolvía al mundo real y le decía que la gente puede odiar sin un motivo, puede querer causar miedo, dolor y muerte sin siquiera saber por qué. Sin que haya un por qué. No, a ella no le reconfortaba el pensamiento de Dulfary. Pero se lo guardó. El pensamiento de que otras personas podrían estar corriendo su suerte estaba ahí, y le quemaba en el cerebro, pero tenía que desterrarlo. No había nada que pudiera hacer en ése momento más que torturarse en vano.
- Espero que no empiecen a registrar casa por casa - murmuró, casi para sí misma, mientras ponía la espalda contra la pared, y se deslizó lentamente hasta quedar sentada. - Deberíamos intentar dormir un rato. No se tú, pero yo no puedo dar otro paso...
Tiritaba levemente, pero no era grave. Era todo el frío acumulado de la noche. Estaba demasiado helada como para empezar a entrar en calor, aunque el fuego lo conseguía. Sólo le preocupaba qué pasaría si se apagaba durante la noche.
Tal vez por éso, o por agradecimiento, o por la incipiente amistad que sentía emanar hacia Dul, cuando la chiquilla se sentó en el suelo, la pelirroja le dio un abrazo, rodeándola con su manta. Apoyó la cabeza en su hombro, en silencio, y cerró los ojos.
- Gracias - susurró.
En el silencio, podía oírse cómo el viento aullaba a través de las calles, como si soplase a través de una flauta de hueso. El sonido era espeluznante, cuando se recordaba la magnitud del frío cortante que lo acompañaba. Era fácil imaginarse a los soldados buscándolas calle a calle, maldiciéndolas, odiándolas.
Seguía escuchando la voz de aquel soldado en su cabeza. Fría, oscura, siniestra. Aquella voz que le devolvía al mundo real y le decía que la gente puede odiar sin un motivo, puede querer causar miedo, dolor y muerte sin siquiera saber por qué. Sin que haya un por qué. No, a ella no le reconfortaba el pensamiento de Dulfary. Pero se lo guardó. El pensamiento de que otras personas podrían estar corriendo su suerte estaba ahí, y le quemaba en el cerebro, pero tenía que desterrarlo. No había nada que pudiera hacer en ése momento más que torturarse en vano.
- Espero que no empiecen a registrar casa por casa - murmuró, casi para sí misma, mientras ponía la espalda contra la pared, y se deslizó lentamente hasta quedar sentada. - Deberíamos intentar dormir un rato. No se tú, pero yo no puedo dar otro paso...
Tiritaba levemente, pero no era grave. Era todo el frío acumulado de la noche. Estaba demasiado helada como para empezar a entrar en calor, aunque el fuego lo conseguía. Sólo le preocupaba qué pasaría si se apagaba durante la noche.
Tal vez por éso, o por agradecimiento, o por la incipiente amistad que sentía emanar hacia Dul, cuando la chiquilla se sentó en el suelo, la pelirroja le dio un abrazo, rodeándola con su manta. Apoyó la cabeza en su hombro, en silencio, y cerró los ojos.
- Gracias - susurró.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Pensó un poco en lo que decía Rose. No había caído en cuenta de eso. Que hubiera borrado las huellas en el callejon no implicaba que se despistaran por mucho tiempo. Empezó a preouparse. De cuanto tiempo dispondrían? Aun quería creer que del suficiente, que el roto en la ventana era pequeño y que asumirían que para entrar en la edificiacón lo harían por la puerta que... a saber en donde estaba, pero no era en ese callejon y eso tendría que servir.
Se mordió el labio, ahora la idea de quedarse dormida no le parecía tan buena. Peroe staba tan cansada, con tanto frío, con tantas ganas de entrar en calor y dormir hasta el cuerpo recuperar del todo su energía. No, no podía dormir y lo mejor era que alguna montara guardia. Con las palabras de Rose, en silencio, asumió ella la responsabilidad.
Sus pensamientos quisieron elaborar mejor la idea, ir mucho más allá, pero entonces su nueva amiga la abrazó y borró cualquier idea que tuviera en mente, cualquier preocupación inmediata.
- Gracias... - respondió ella en voz muy baja, abrazandola a su vez, bajando la vista a la danza que representaban las sombras que formaba el fuego al interior de la cantina. Eran hipnóticas, relajantes. Con cuidado para no desacomodar a Rose, recogió la piernas con sus brazos mientras veía el tiempo pasar en el fuego, en su movimiento sensual y adormecedor.
Le irritaba los ojos, o al menos quizo creer que era debido a eso que los tenía vidriosos. Tenía mucho que agradecerle, empezando por lo más superficial.
- Eres la primera pelirroja que no quiere matarme - lo dijo por fin de la boca para afuera, era poco menos que un susurro, que se perdía en el ligero movimiento del viento, que estaba provocando, para hacer uso del calor que emanaba de la cantina y calentar un poco mas el reducido espacio en el que estaban y la ropa que debía secarse otro poco.
Cada vez le costaba más mantener los ojos abiertos, debía apretarlos con fuerza al pestañar o entrecerrarlos al mirar en otra dirección que no le induciera más al sueño. Debía resistir y así lo hizo, al menos hasta que se dio cuenta que había cabeceado. Era tan dificil, el cuerpo y la mente pedían descanso, pero mantenía en su firme decisión de no dormir, de montar guardia el mayor tiempo posible... que no duró otras dos minutos más.
Se mordió el labio, ahora la idea de quedarse dormida no le parecía tan buena. Peroe staba tan cansada, con tanto frío, con tantas ganas de entrar en calor y dormir hasta el cuerpo recuperar del todo su energía. No, no podía dormir y lo mejor era que alguna montara guardia. Con las palabras de Rose, en silencio, asumió ella la responsabilidad.
Sus pensamientos quisieron elaborar mejor la idea, ir mucho más allá, pero entonces su nueva amiga la abrazó y borró cualquier idea que tuviera en mente, cualquier preocupación inmediata.
- Gracias... - respondió ella en voz muy baja, abrazandola a su vez, bajando la vista a la danza que representaban las sombras que formaba el fuego al interior de la cantina. Eran hipnóticas, relajantes. Con cuidado para no desacomodar a Rose, recogió la piernas con sus brazos mientras veía el tiempo pasar en el fuego, en su movimiento sensual y adormecedor.
Le irritaba los ojos, o al menos quizo creer que era debido a eso que los tenía vidriosos. Tenía mucho que agradecerle, empezando por lo más superficial.
- Eres la primera pelirroja que no quiere matarme - lo dijo por fin de la boca para afuera, era poco menos que un susurro, que se perdía en el ligero movimiento del viento, que estaba provocando, para hacer uso del calor que emanaba de la cantina y calentar un poco mas el reducido espacio en el que estaban y la ropa que debía secarse otro poco.
Cada vez le costaba más mantener los ojos abiertos, debía apretarlos con fuerza al pestañar o entrecerrarlos al mirar en otra dirección que no le induciera más al sueño. Debía resistir y así lo hizo, al menos hasta que se dio cuenta que había cabeceado. Era tan dificil, el cuerpo y la mente pedían descanso, pero mantenía en su firme decisión de no dormir, de montar guardia el mayor tiempo posible... que no duró otras dos minutos más.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
La pelirroja, sin embargo, quedó ajena a los pensamientos de Dulfary.
De haber tenido la idea, o de haber sabido que Dul pensaba no dormir, habría sido ella la que habría montado guardia con gusto... aunque, siendo realistas, tampoco ella habría durado mucho tiempo. Estaba medio ida cuando Dulfary dijo aquello de que "era la primera pelirroja que no intentaba matarla", pero le sonrió, cansada, mientras le dirigía una mirada entre lo extrañado y lo divertido.
- ¿A qué... te refieres...?
Pero era sólo un hilo de voz; y si hubo respuesta, no se enteró. Su cabeza cayó sobre el hombro de Dul, un indicativo de que el cansancio, por fin, la había vencido. Estrechó a la joven sin darse cuenta, entre sus brazos, no porque buscase calor - que también - sino porque su alma agradecía en silencio que, en aquel momento de vulnerabilidad, estuviese a su lado.
El viento continuó soplando y aullando, y la oscuridad lo convirtió en silencio.
La muchacha abrió los ojos a medias y miró desafiante al viento que le azotaba la cara, desordenando la cascada de cabellos rojos que se agitaban al son de la brisa y azorando sus mejillas. Por un momento, le sorprendió poder ver algo. Esperaba la oscuridad de la noche.
Enseguida se dio cuenta de que se había equivocado.
Frente a sí, había un lugar que había visto muchas veces antes. De pie, sobre el borde de un acantilado, observaba el atardecer en un cielo teñido de nubes grises, que derramaba sus últimas luces sobre un mar de colinas tan amplio como lo que alcanzaba su vista. Un mar gris y esmeralda, de roca y de hierba; las tierras altas de Cruáth.
- ¿Cómo he llegado aquí? - susurró.
Su voz le sorprendió. Era chillona, más aguda que la que recordaba. Alzó la vista, y una mano que le pareció más grande de lo que debería haber sido se posó en su hombro, desde la espalda. No sintió miedo, ni se puso nerviosa, pero notó que el corazón le latía más deprisa. Alzó la mirada, pero no había un rostro. Las facciones del hombre se dibujaban lentamente a medida que su mente las reordenaba.
Un sueño, pensó.
No, no un sueño. Un recuerdo.
- Dylan - susurró de nuevo.
- Estoy aquí, pequeña - dijo el hombre, con una inconfundible voz grave y cascada. Sus ojos grises le miraron con dulzura. Sus cabellos, negros como la noche, se revolvían en el viento como los de ella. - No temas.
Rose bajó la mirada hasta sus propias manos. Eran pequeñas, y más flacas, y estaban vendadas. Se miró como si fuera la primera vez que se viese; llegó a la conclusión de que era una niña. Era un recuerdo de su infancia. Y Dylan era su... no, Dylan no era su padre.
Pero le quería como si lo fuese.
Frente a ella, había un pedazo de madera tallado delicadamente en forma de espada. La chica lo miró con delicadeza durante unos instantes antes de cogerlo, sopesarlo, y levantarlo. Dylan asintió con la cabeza mientras la joven desafiaba al acantilado con un pedazo de madera.
- Que tu arma sea tu mente - dijo - y su filo, tu corazón.
Recordaba aquellas palabras. Siempre las había tenido presentes. No pudo evitar una sonrisa. Lo siguiente que dijo el hombre, ella lo repitió en voz baja.
- No serás nunca la esclava de un arma, ni permitirás que lo sea nadie de tí. De todas las cosas que consigas en la vida, valorarás sólo tu integridad. Lo material será siempre algo transitorio. Mientras vivas, buscarás algo superior por lo que vivir.
- Si.
- Júramelo.
- Lo juro.
Dylan sonrió. Sus manos se perdieron un momento en uno de sus costados, y cuando volvieron a poder verse, llevaba un arma. La conocía bien. Era la que ella llevaba ahora al costado. Pero no fue entonces cuando Dylan le hizo entrega de aquella espada. Solo la desenvainó, y la sostuvo frente a ella de forma que pudiera admirarla.
- Esta es Rose - le dijo, ofreciéndole la empuñadura. - Tu madre quería que la tuvieras. Pronto será tuya.
Riadh sonrió, y asintió lentamente, dócil. No hizo ningún amago de tomar la espada, pero la contempló con una mezcla de orgullo y admiración. Era divina. Siempre la había considerado la espada más hermosa que había visto nunca. Dylan la envainó pasados unos instantes, y le revolvió el pelo con la mano.
- Coge tus cosas - dijo. - Tenemos que irnos.
El sueño lloró.
Pero Rose no recordó por qué su yo de entonces, la niña de ocho años que le daba la espalda al abismo mientras le decían que sería la última vez que lo vería, derramó entonces una lágrima. Su mente quiso aferrarse a aquel recuerdo con todas sus fuerzas, pero la memoria escapó silenciosamente de entre sus tentáculos. La visión se fue ennegreciendo lentamente, y de vuelta en el mundo real, Rose, con un quejido apenas audible, se revolvió sobre el hombro de Dulfary, y abrió los ojos apenas un segundo.
Se dio cuenta de que amanecía, pero no se sintió capaz de hacer nada que no fuera seguir dormida, a pesar de que tenía todo el cuerpo adormecido por la posición en la que había dormido.
De haber tenido la idea, o de haber sabido que Dul pensaba no dormir, habría sido ella la que habría montado guardia con gusto... aunque, siendo realistas, tampoco ella habría durado mucho tiempo. Estaba medio ida cuando Dulfary dijo aquello de que "era la primera pelirroja que no intentaba matarla", pero le sonrió, cansada, mientras le dirigía una mirada entre lo extrañado y lo divertido.
- ¿A qué... te refieres...?
Pero era sólo un hilo de voz; y si hubo respuesta, no se enteró. Su cabeza cayó sobre el hombro de Dul, un indicativo de que el cansancio, por fin, la había vencido. Estrechó a la joven sin darse cuenta, entre sus brazos, no porque buscase calor - que también - sino porque su alma agradecía en silencio que, en aquel momento de vulnerabilidad, estuviese a su lado.
El viento continuó soplando y aullando, y la oscuridad lo convirtió en silencio.
La muchacha abrió los ojos a medias y miró desafiante al viento que le azotaba la cara, desordenando la cascada de cabellos rojos que se agitaban al son de la brisa y azorando sus mejillas. Por un momento, le sorprendió poder ver algo. Esperaba la oscuridad de la noche.
Enseguida se dio cuenta de que se había equivocado.
Frente a sí, había un lugar que había visto muchas veces antes. De pie, sobre el borde de un acantilado, observaba el atardecer en un cielo teñido de nubes grises, que derramaba sus últimas luces sobre un mar de colinas tan amplio como lo que alcanzaba su vista. Un mar gris y esmeralda, de roca y de hierba; las tierras altas de Cruáth.
- ¿Cómo he llegado aquí? - susurró.
Su voz le sorprendió. Era chillona, más aguda que la que recordaba. Alzó la vista, y una mano que le pareció más grande de lo que debería haber sido se posó en su hombro, desde la espalda. No sintió miedo, ni se puso nerviosa, pero notó que el corazón le latía más deprisa. Alzó la mirada, pero no había un rostro. Las facciones del hombre se dibujaban lentamente a medida que su mente las reordenaba.
Un sueño, pensó.
No, no un sueño. Un recuerdo.
- Dylan - susurró de nuevo.
- Estoy aquí, pequeña - dijo el hombre, con una inconfundible voz grave y cascada. Sus ojos grises le miraron con dulzura. Sus cabellos, negros como la noche, se revolvían en el viento como los de ella. - No temas.
Rose bajó la mirada hasta sus propias manos. Eran pequeñas, y más flacas, y estaban vendadas. Se miró como si fuera la primera vez que se viese; llegó a la conclusión de que era una niña. Era un recuerdo de su infancia. Y Dylan era su... no, Dylan no era su padre.
Pero le quería como si lo fuese.
Frente a ella, había un pedazo de madera tallado delicadamente en forma de espada. La chica lo miró con delicadeza durante unos instantes antes de cogerlo, sopesarlo, y levantarlo. Dylan asintió con la cabeza mientras la joven desafiaba al acantilado con un pedazo de madera.
- Que tu arma sea tu mente - dijo - y su filo, tu corazón.
Recordaba aquellas palabras. Siempre las había tenido presentes. No pudo evitar una sonrisa. Lo siguiente que dijo el hombre, ella lo repitió en voz baja.
- No serás nunca la esclava de un arma, ni permitirás que lo sea nadie de tí. De todas las cosas que consigas en la vida, valorarás sólo tu integridad. Lo material será siempre algo transitorio. Mientras vivas, buscarás algo superior por lo que vivir.
- Si.
- Júramelo.
- Lo juro.
Dylan sonrió. Sus manos se perdieron un momento en uno de sus costados, y cuando volvieron a poder verse, llevaba un arma. La conocía bien. Era la que ella llevaba ahora al costado. Pero no fue entonces cuando Dylan le hizo entrega de aquella espada. Solo la desenvainó, y la sostuvo frente a ella de forma que pudiera admirarla.
- Esta es Rose - le dijo, ofreciéndole la empuñadura. - Tu madre quería que la tuvieras. Pronto será tuya.
Riadh sonrió, y asintió lentamente, dócil. No hizo ningún amago de tomar la espada, pero la contempló con una mezcla de orgullo y admiración. Era divina. Siempre la había considerado la espada más hermosa que había visto nunca. Dylan la envainó pasados unos instantes, y le revolvió el pelo con la mano.
- Coge tus cosas - dijo. - Tenemos que irnos.
El sueño lloró.
Pero Rose no recordó por qué su yo de entonces, la niña de ocho años que le daba la espalda al abismo mientras le decían que sería la última vez que lo vería, derramó entonces una lágrima. Su mente quiso aferrarse a aquel recuerdo con todas sus fuerzas, pero la memoria escapó silenciosamente de entre sus tentáculos. La visión se fue ennegreciendo lentamente, y de vuelta en el mundo real, Rose, con un quejido apenas audible, se revolvió sobre el hombro de Dulfary, y abrió los ojos apenas un segundo.
Se dio cuenta de que amanecía, pero no se sintió capaz de hacer nada que no fuera seguir dormida, a pesar de que tenía todo el cuerpo adormecido por la posición en la que había dormido.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
No tuvo que responder. No era un secreto y si se acordaba al despertar hasta le contaría, pero no era la clase de tema que quería tocar antes de dormir. Aunque, al quedarse dormida, todas aquellas preocupaciones pasaron a un plano muy, muy lejano.
No soñó nada que pudiera llamarse relevante, o por lo menos nada que no fuera ya un hábito en ella. Como siempre se veía a si misma en su ciudad natal, no en la todos conocían, sino en esa que estaba hecha de gama de grises y luces y brillos opacos, la forma en que ella la veía cuando estaba entre las sombras. Como siempre se topó con su sombra, como siempre dio un respingo cuando se le acercó, como siempre se enfrentaron, como siempre le huyó.
Pero en el mundo de la vigilia, nada de esto se vio reflejado; las cosas ocurrieron con tanta normalidad que en ningún momento se sobresaltó o se despertó, un sueño en apariencia tranquilo y del que, como casi siempre, no recordaría gran cosa o nada al despertar.
El que si podría estar protestando, era su cuerpo, por la posición en que durmió, aunque sería más apropiado decir, la mala posición. No era la primera, ni sería la última, vez que se dormía haciendo guardia, pero si era la primera vez que le pasaba con alguien abrasada a ella y viceversa. No le molestaba, pro ya le pasaría cuenta de cobro.
Entre el calor de la cantina y lo bien que se sentía dormir junto a alguien, permaneció profunda aun cuando Rose se despertó, sin enterarse de esto, ni del amanecer, ni nada que no fuera darle un poco de descanso a su mente. Sin embargo, cuando el día avanzó un poco y un valiente rayo de luz e coló por donde pudo a través de la ventana, lentamente volvía en sí, totalmente convencida que solo había cerrado los ojos por cinco minutos pero mucho mas descansada... hasta el cuerpo le traqueó un poco al tratar de moverse.
En un primer momento fue molesto, pero al notar a Rose a su lado y armar en su cabeza la escena en la que se encontraba, se quedó quieta para no despertarla, son una sonrisa tan somnolienta como ella misma. Lo que si hizo fue tratar de darle alcance, moviéndose tan incómodamente como podía, con el fin de no despertar a su amiga, a la ropa, al menos una punta de esta, a la espera de hallarla un poco mas seca que la noche anterior.
No soñó nada que pudiera llamarse relevante, o por lo menos nada que no fuera ya un hábito en ella. Como siempre se veía a si misma en su ciudad natal, no en la todos conocían, sino en esa que estaba hecha de gama de grises y luces y brillos opacos, la forma en que ella la veía cuando estaba entre las sombras. Como siempre se topó con su sombra, como siempre dio un respingo cuando se le acercó, como siempre se enfrentaron, como siempre le huyó.
Pero en el mundo de la vigilia, nada de esto se vio reflejado; las cosas ocurrieron con tanta normalidad que en ningún momento se sobresaltó o se despertó, un sueño en apariencia tranquilo y del que, como casi siempre, no recordaría gran cosa o nada al despertar.
El que si podría estar protestando, era su cuerpo, por la posición en que durmió, aunque sería más apropiado decir, la mala posición. No era la primera, ni sería la última, vez que se dormía haciendo guardia, pero si era la primera vez que le pasaba con alguien abrasada a ella y viceversa. No le molestaba, pro ya le pasaría cuenta de cobro.
Entre el calor de la cantina y lo bien que se sentía dormir junto a alguien, permaneció profunda aun cuando Rose se despertó, sin enterarse de esto, ni del amanecer, ni nada que no fuera darle un poco de descanso a su mente. Sin embargo, cuando el día avanzó un poco y un valiente rayo de luz e coló por donde pudo a través de la ventana, lentamente volvía en sí, totalmente convencida que solo había cerrado los ojos por cinco minutos pero mucho mas descansada... hasta el cuerpo le traqueó un poco al tratar de moverse.
En un primer momento fue molesto, pero al notar a Rose a su lado y armar en su cabeza la escena en la que se encontraba, se quedó quieta para no despertarla, son una sonrisa tan somnolienta como ella misma. Lo que si hizo fue tratar de darle alcance, moviéndose tan incómodamente como podía, con el fin de no despertar a su amiga, a la ropa, al menos una punta de esta, a la espera de hallarla un poco mas seca que la noche anterior.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Rose no estaba dormida, así que Dulfary no la despertó.
No tenía ganas de moverse, de abrir los ojos, de hacer nada. El cuerpo dolía, el cansancio del día anterior, aunque la situación todavía no había acudido a su memoria, perduraba. En su mente se mezclaban las imágenes del sueño, la sensación del viento cortante en su cara, el rostro difuso de Dylan, el agradable calorcillo de la hoguera. Todo era tan plácido que no sintió el deseo de abandonar aquel estado de semivigilia.
Cuando Dulfary se adelantó hasta la hoguera, la pelirroja abrió los ojos lentamente, con un gruñido, aunque en sus labios había una sonrisa. Sus ojos color índigo se posaron sobre la figura difusa de la rubia. El fuego se había extinguido, pero había cumplido su cometido. Un poco de sol se colaba por la ventana, no hacía tanto frío. Dejó escapar un segundo quejido mientras se incorporaba levemente.
- Hola - saludó.
Los recuerdos afloraron poco a poco a su memoria, pero la pelirroja no perdió la sonrisa. A estas alturas, pensó, ya serían fugitivas. Les esperaba, posiblemente, un día duro. Pero Dulfary seguía allí. Se dio cuenta de que le había cogido... cariño. Mucho cariño.
La persección era un recuerdo turbio. Riadh quiso aferrarse, en su lugar, a su sueño, a su memoria. No sabía muy bien qué representaba, pero era una parte de sí misma que no quería olvidar. No quería volver a sentirse completamente vacía. Aquellas montañas, aquel hombre, eran... parte de sí, y no quería dejarlas ir.
- ¿Cómo estás? ¿Cómo has dormido?
Me duele la cabeza. La joven se inclinó casi sin darse cuenta hasta tener el rostro cerca de las rodillas, donde sus cabellos le cubrieron la cabeza como una cascada, ocultando su expresión momentánea de malestar. Tardó unos instantes en sentirse bien de nuevo. Debía haber sido el hambre...
No tenía ganas de moverse, de abrir los ojos, de hacer nada. El cuerpo dolía, el cansancio del día anterior, aunque la situación todavía no había acudido a su memoria, perduraba. En su mente se mezclaban las imágenes del sueño, la sensación del viento cortante en su cara, el rostro difuso de Dylan, el agradable calorcillo de la hoguera. Todo era tan plácido que no sintió el deseo de abandonar aquel estado de semivigilia.
Cuando Dulfary se adelantó hasta la hoguera, la pelirroja abrió los ojos lentamente, con un gruñido, aunque en sus labios había una sonrisa. Sus ojos color índigo se posaron sobre la figura difusa de la rubia. El fuego se había extinguido, pero había cumplido su cometido. Un poco de sol se colaba por la ventana, no hacía tanto frío. Dejó escapar un segundo quejido mientras se incorporaba levemente.
- Hola - saludó.
Los recuerdos afloraron poco a poco a su memoria, pero la pelirroja no perdió la sonrisa. A estas alturas, pensó, ya serían fugitivas. Les esperaba, posiblemente, un día duro. Pero Dulfary seguía allí. Se dio cuenta de que le había cogido... cariño. Mucho cariño.
La persección era un recuerdo turbio. Riadh quiso aferrarse, en su lugar, a su sueño, a su memoria. No sabía muy bien qué representaba, pero era una parte de sí misma que no quería olvidar. No quería volver a sentirse completamente vacía. Aquellas montañas, aquel hombre, eran... parte de sí, y no quería dejarlas ir.
- ¿Cómo estás? ¿Cómo has dormido?
Me duele la cabeza. La joven se inclinó casi sin darse cuenta hasta tener el rostro cerca de las rodillas, donde sus cabellos le cubrieron la cabeza como una cascada, ocultando su expresión momentánea de malestar. Tardó unos instantes en sentirse bien de nuevo. Debía haber sido el hambre...
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
El gruñido de Rose hizo que la rubia se quedara de imprevisto muy, muy quieta, tensa y
con los ojos muy abiertos, al creer que la estaba desperanto. Giró la cabeza despacio,
cmo aquel que no quiere confirmar sus sospechar, su amiga tenia los ojos abiertos asi que
le sonrio avergonzadaa modo de disculpa, pero relajandose de inmediato al ver la
expresion de ella.
- Buenos dias - su sonrisa se hizo mas amplia al responder el saludo y casi como gatito se desperezo, acto seguido sus manos se movieron examinando la ropa y su humedad - mucho mejor, ya siento mis manos - sonrio haciendole gracia - y la cara. Se suponia que iba a hacer guardia, pero he dormido mucho mejor de lo que crei inicialmente - admitio sin verguenza alguna - que tal tu? - al fijar su vista de nuevo en la medio elfa, esta tenia
la cabeza escondida.
- Estas bien? - pregunto a todas luces preocupada colocandole con delicadeza una mano en el pelo ~ Claaaaro que esta bien!!! solo la gente que esta bien pone la cabeza de esa forma en las piernas!! ~ mientras pensaba, abría y cerraba la mano que se había herido la noche anterior al ingresar por la ventana. Al parecer, mas allá del dolor parecía estar bien, fataría ver si al empuñar y lanzar todo seguía en orden.
- En un momento, cuando nos cambiemos, volvermos volvamos a la ciudad, por la cantidad de sol ya debe haber gente afuera y eso nos ayudará a dos cosas: salir de la ciudad y desaparecer hasta que olviden nuestras caras y - sonrió con la ingenuidad propia de su edad - antes que nada, encontrar un lugar en el cual comer algo sabroso, no sé tú, pero yo me muero de hambre - pensaba que si tal ve le daba planes de acción en los cuales pensar, lo que fuera que la tuviera con la cabeza en las rodillas pasaría a segundo... a compartir, competir por su atención.
- Te parece? - agregó quitando la mano.
con los ojos muy abiertos, al creer que la estaba desperanto. Giró la cabeza despacio,
cmo aquel que no quiere confirmar sus sospechar, su amiga tenia los ojos abiertos asi que
le sonrio avergonzadaa modo de disculpa, pero relajandose de inmediato al ver la
expresion de ella.
- Buenos dias - su sonrisa se hizo mas amplia al responder el saludo y casi como gatito se desperezo, acto seguido sus manos se movieron examinando la ropa y su humedad - mucho mejor, ya siento mis manos - sonrio haciendole gracia - y la cara. Se suponia que iba a hacer guardia, pero he dormido mucho mejor de lo que crei inicialmente - admitio sin verguenza alguna - que tal tu? - al fijar su vista de nuevo en la medio elfa, esta tenia
la cabeza escondida.
- Estas bien? - pregunto a todas luces preocupada colocandole con delicadeza una mano en el pelo ~ Claaaaro que esta bien!!! solo la gente que esta bien pone la cabeza de esa forma en las piernas!! ~ mientras pensaba, abría y cerraba la mano que se había herido la noche anterior al ingresar por la ventana. Al parecer, mas allá del dolor parecía estar bien, fataría ver si al empuñar y lanzar todo seguía en orden.
- En un momento, cuando nos cambiemos, volvermos volvamos a la ciudad, por la cantidad de sol ya debe haber gente afuera y eso nos ayudará a dos cosas: salir de la ciudad y desaparecer hasta que olviden nuestras caras y - sonrió con la ingenuidad propia de su edad - antes que nada, encontrar un lugar en el cual comer algo sabroso, no sé tú, pero yo me muero de hambre - pensaba que si tal ve le daba planes de acción en los cuales pensar, lo que fuera que la tuviera con la cabeza en las rodillas pasaría a segundo... a compartir, competir por su atención.
- Te parece? - agregó quitando la mano.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Hambre.
Palabra mágica. Si, ahora que lo mencionaba, tenía hambre. Mucha. La noche anterior había sido una pesadilla, y además de tener doloridos todos los músculos del cuerpo, especialmente los de las piernas, ahora podía ponerle nombre a la especie de mareo que la había invadido con fuerza desde que abrió los ojos. Hambre.
A medida que todo se iba despertando en su cuerpo - el dolor, el entumecimiento, las agujetas - sentía que su estado iba empeorando. El dolor de cabeza... no era solo cuestión del hambre, pero no quiso pensar demasiado en ello. Cuando hizo el primer intento por levantarse, descubrió que todo le daba vueltas, y tuvo que apoyarse en la pared para hacerlo.
- Au - gimió en voz bajita. - Me... me parece bien. Estoy... estoy bien. No te preocupes.
Al menos hasta que me desmaye, agregó mentalmente.
No, maldita sea. Ya había causado demasiados problemas a Dulfary como para que ahora tuviera que arrastrarla. Tenía que aguantar. Como fuera. Incluso si sentía que el cerebro le latía en las sienes. Incluso si pensaba que iba a desplomarse en cualquier momento. Incluso aunque todo el mundo estuviese al revés y sintiese que iba a vomitar la nada que tenía en el estómago.
- ¿Se ha... secado la ropa? - preguntó, intentando no sonar demasiado enferma.
Palabra mágica. Si, ahora que lo mencionaba, tenía hambre. Mucha. La noche anterior había sido una pesadilla, y además de tener doloridos todos los músculos del cuerpo, especialmente los de las piernas, ahora podía ponerle nombre a la especie de mareo que la había invadido con fuerza desde que abrió los ojos. Hambre.
A medida que todo se iba despertando en su cuerpo - el dolor, el entumecimiento, las agujetas - sentía que su estado iba empeorando. El dolor de cabeza... no era solo cuestión del hambre, pero no quiso pensar demasiado en ello. Cuando hizo el primer intento por levantarse, descubrió que todo le daba vueltas, y tuvo que apoyarse en la pared para hacerlo.
- Au - gimió en voz bajita. - Me... me parece bien. Estoy... estoy bien. No te preocupes.
Al menos hasta que me desmaye, agregó mentalmente.
No, maldita sea. Ya había causado demasiados problemas a Dulfary como para que ahora tuviera que arrastrarla. Tenía que aguantar. Como fuera. Incluso si sentía que el cerebro le latía en las sienes. Incluso si pensaba que iba a desplomarse en cualquier momento. Incluso aunque todo el mundo estuviese al revés y sintiese que iba a vomitar la nada que tenía en el estómago.
- ¿Se ha... secado la ropa? - preguntó, intentando no sonar demasiado enferma.
Última edición por Rose Riadh el 07/06/10, 11:31 am, editado 1 vez
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Ajá, claro. Estaba perfectamente.
Ella misma se sentía algo mal, cansada, los musculos un poco resentidos, aunque no tanto por estar tan acostumbrada al ejercicio y hambre. Se había saltado una comida y en breve eso le pasaría factura.
Amagó a tratar de atajar a Rose cuando se levantó, aun era muy pronto para forzar al cuerpo para someterse a ejercicio nuevamente, pero no fue muy convincente, en primera medida por estar aun en el suelo y segundo porque ella misma logró su equilibrio antes que Dul llegara a la mitad de su intento. No le dijo nada, sabía que lo que saldría sería un comentario sarcastico, que no era malintencionado, sobre su idea de estar bien, sin caer en cuenta que se parecía mucho a lo que ella hacía y estaba por hacer.
Entornó los ojos evaluandola, dejando un momento de silencio entre su pregunta y la respuesta, momento en que dijo a si misma que no la hiciera sentir peor al sentirse carga. Suspiró, de la misma forma en que suspira una madre cuando su hijo recién operado es descubierto trepado en un arbol haciendo monerías: se resignaba a que hiciera lo que prefiriera, pero eso no implicaba que no se preocupara por ella.
- Nop, aun no está del todo seca. Está mucho mejor que ayer, eso sí, pero aun esta húmeda. No es nada que no se pueda tolerar.. - le alcanzó una de sus prendas para que se cerciorara por si misma. Estaba casi seca, si no se hubiese dormido tal vez habría alcanzado a terminar el trabajo, robandole calor a la cantina. Sin embargo era lo que había. No sería incomoda, pero si pasaban mucho tiempo a la interperie, de nuevo, pronto estaría igual o mas mojada que en la noche.
Ella misma se sentía algo mal, cansada, los musculos un poco resentidos, aunque no tanto por estar tan acostumbrada al ejercicio y hambre. Se había saltado una comida y en breve eso le pasaría factura.
Amagó a tratar de atajar a Rose cuando se levantó, aun era muy pronto para forzar al cuerpo para someterse a ejercicio nuevamente, pero no fue muy convincente, en primera medida por estar aun en el suelo y segundo porque ella misma logró su equilibrio antes que Dul llegara a la mitad de su intento. No le dijo nada, sabía que lo que saldría sería un comentario sarcastico, que no era malintencionado, sobre su idea de estar bien, sin caer en cuenta que se parecía mucho a lo que ella hacía y estaba por hacer.
Entornó los ojos evaluandola, dejando un momento de silencio entre su pregunta y la respuesta, momento en que dijo a si misma que no la hiciera sentir peor al sentirse carga. Suspiró, de la misma forma en que suspira una madre cuando su hijo recién operado es descubierto trepado en un arbol haciendo monerías: se resignaba a que hiciera lo que prefiriera, pero eso no implicaba que no se preocupara por ella.
- Nop, aun no está del todo seca. Está mucho mejor que ayer, eso sí, pero aun esta húmeda. No es nada que no se pueda tolerar.. - le alcanzó una de sus prendas para que se cerciorara por si misma. Estaba casi seca, si no se hubiese dormido tal vez habría alcanzado a terminar el trabajo, robandole calor a la cantina. Sin embargo era lo que había. No sería incomoda, pero si pasaban mucho tiempo a la interperie, de nuevo, pronto estaría igual o mas mojada que en la noche.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Pero el plan no era pasar mucho tiempo en la intemperie...
¿... verdad?
El mero recuerdo de la noche anterior le paralizaba, le generaba... rechazo. Hiciera lo que hiciera, no quería volver a pasar por éso. La humedad de la ropa no le iba a molestar, pero le traía un recuerdo... amargo.
- Agh - se quejó. - Tendremos que aguantarnos...
Pero tenían un problema. Las ropas de ambas estaban manchadas de sangre, rajadas y hechas jirones. Si toda la guardia de la ciudad no tenía ya su retrato, el estado de sus ropas acabaría llamando la atención de alguien. Por mucho que le molestara admitirlo, tenían una necesidad muy urgente de... ropa.
No obstante, no dijo nada. Ahora mismo, era un detalle... menor. No porque no fuera grave, sino porque no podían resolverlo. A no ser que hubiera ropa en el resto de aquella casa... que, por lo demás, deberían abandonar a la mayor brevedad.
- Parecemos mendigas - susurró mientras se ponía lo que quedaba de su ropa. - ¿Pasaremos desapercibidas si nos llevamos un par de mantas como si fueran capas?
¿... verdad?
El mero recuerdo de la noche anterior le paralizaba, le generaba... rechazo. Hiciera lo que hiciera, no quería volver a pasar por éso. La humedad de la ropa no le iba a molestar, pero le traía un recuerdo... amargo.
- Agh - se quejó. - Tendremos que aguantarnos...
Pero tenían un problema. Las ropas de ambas estaban manchadas de sangre, rajadas y hechas jirones. Si toda la guardia de la ciudad no tenía ya su retrato, el estado de sus ropas acabaría llamando la atención de alguien. Por mucho que le molestara admitirlo, tenían una necesidad muy urgente de... ropa.
No obstante, no dijo nada. Ahora mismo, era un detalle... menor. No porque no fuera grave, sino porque no podían resolverlo. A no ser que hubiera ropa en el resto de aquella casa... que, por lo demás, deberían abandonar a la mayor brevedad.
- Parecemos mendigas - susurró mientras se ponía lo que quedaba de su ropa. - ¿Pasaremos desapercibidas si nos llevamos un par de mantas como si fueran capas?
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
- Bueno, tampoco están TAN húmedas... - se excusó ante la queja de Rose. Si por Dulfary fuera, ni se las pondría de vuelta en mucho tiempo, ademas que serían de más utlidad como alimento de fuego en una antorcha que como vestido, como bien había notado su amiga.
Aguantado de muy mala forma una risa inoportuna por su comentario de parecer mendigas,procedió a empezar a vestirse, primero el pantalón y luego lo demás. Solo entonces se puso de pie y los musculos protestaron arrancandole una expresión de molestia que rayaba en el dolor.
- Yo creo que nos pongamos lo que nos pongamos, llamaremos la atención en la calle - la miró por un instante. El golpe que le habían dado en la cara se veía mal; si no tuviera la espada podría pasar por violencia intrafamiliar, pero... - aun así será menos llamativo eso, creo. Además con tanto refugiado, cortesía del dichoso Rey, tal vez ni nos noten - su capa era un desastre, lo mejor que podía hacer era enviarla el fondo de su bolsita, cosa que hizo apenas terminó de vestirse.
- Lo que si no podemos hacer, me parece a mi, es salir por la misma ventanta - a medida que se cambiaba iba tanteando que tanta fuerza podía llegar a hacer con la mano herida y se dio cuenta del feo moreton que tenía en el otro antebrazo por la patada que habían dado iniciada la noche; el menos esa mano si la podía manejar con algo de soltura, solo algunos movimientos muy especificos le molestaban.
- Bien, cambio de planes: salgamos de la ciudad, tratemos de llegar a la cascada, yo ahi tengo un cambuche donde podemos ponernos... - se levantó y se midió con Rose - si, tal vez te quede algo mío y luego nos atiborramos de tallarines con manteca vegetal - su sonrisa de hizo gigante.
Aguantado de muy mala forma una risa inoportuna por su comentario de parecer mendigas,procedió a empezar a vestirse, primero el pantalón y luego lo demás. Solo entonces se puso de pie y los musculos protestaron arrancandole una expresión de molestia que rayaba en el dolor.
- Yo creo que nos pongamos lo que nos pongamos, llamaremos la atención en la calle - la miró por un instante. El golpe que le habían dado en la cara se veía mal; si no tuviera la espada podría pasar por violencia intrafamiliar, pero... - aun así será menos llamativo eso, creo. Además con tanto refugiado, cortesía del dichoso Rey, tal vez ni nos noten - su capa era un desastre, lo mejor que podía hacer era enviarla el fondo de su bolsita, cosa que hizo apenas terminó de vestirse.
- Lo que si no podemos hacer, me parece a mi, es salir por la misma ventanta - a medida que se cambiaba iba tanteando que tanta fuerza podía llegar a hacer con la mano herida y se dio cuenta del feo moreton que tenía en el otro antebrazo por la patada que habían dado iniciada la noche; el menos esa mano si la podía manejar con algo de soltura, solo algunos movimientos muy especificos le molestaban.
- Bien, cambio de planes: salgamos de la ciudad, tratemos de llegar a la cascada, yo ahi tengo un cambuche donde podemos ponernos... - se levantó y se midió con Rose - si, tal vez te quede algo mío y luego nos atiborramos de tallarines con manteca vegetal - su sonrisa de hizo gigante.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Au.
Se había olvidado de su cara.
Inconscientemente, siguiendo la mirada de Dulfary, se llevó un dedo a la barbilla, y se encontró con la zona sensible que había dejado el puño del soldado. Le molestaba al abrir y cerrar la boca, y aunque ella no podía verlo, tenía un moratón horrible. Se pasó la lengua por entre los dientes, y le pareció que estaban un poco más separados que la noche anterior.
No era momento para quejarse.
Rose acabó de vestirse pronto. No tenía demasiada ropa. Se echó la manta bajo la que había dormido alrededor de los hombros, a modo de capa - encima de la capa que ya tenía - y esperó que la protegiese del frío. Su ropa... no lo había hecho antes, y no lo haría ahora. El manto era, de sus prendas, la que menos deteriorada estaba, y aun así sería de agradecer cambiarlo por otro.
Escuchó a Dulfary y asintió con la cabeza. Era un buen plan. Especialmente, pensó con una sonrisa, la parte de los tallarines.
Miró a la ventana. Estaba un poco más baja por fuera que por dentro, es decir, el suelo del sótano estaba más bajo que el de la calle. Resultaba más difícil acceder, pero no era imposible. Si podían acabar de doblar, quizá con su peso, uno de los barrotes con los que se habían cortado la noche anterior, todo sería más fácil. La pelirroja, ni corta ni perezosa, agarró el barrote con ambas manos y levantó las piernas, apoyándolas en la pared, como para dejar caer su peso en el barrote...
Lo que no recordaba era el dolor que tenía en los brazos y en las piernas. Aguantó un segundo, pero al siguiente se soltó, y no recuperó el equilibrio a tiempo. Se quedó sentada en el suelo, mirando la luz de la mañana a través de los barrotes.
Y en ése momento, la cerradura de la puerta de la habitación hizo 'clic'.
Se había olvidado de su cara.
Inconscientemente, siguiendo la mirada de Dulfary, se llevó un dedo a la barbilla, y se encontró con la zona sensible que había dejado el puño del soldado. Le molestaba al abrir y cerrar la boca, y aunque ella no podía verlo, tenía un moratón horrible. Se pasó la lengua por entre los dientes, y le pareció que estaban un poco más separados que la noche anterior.
No era momento para quejarse.
Rose acabó de vestirse pronto. No tenía demasiada ropa. Se echó la manta bajo la que había dormido alrededor de los hombros, a modo de capa - encima de la capa que ya tenía - y esperó que la protegiese del frío. Su ropa... no lo había hecho antes, y no lo haría ahora. El manto era, de sus prendas, la que menos deteriorada estaba, y aun así sería de agradecer cambiarlo por otro.
Escuchó a Dulfary y asintió con la cabeza. Era un buen plan. Especialmente, pensó con una sonrisa, la parte de los tallarines.
Miró a la ventana. Estaba un poco más baja por fuera que por dentro, es decir, el suelo del sótano estaba más bajo que el de la calle. Resultaba más difícil acceder, pero no era imposible. Si podían acabar de doblar, quizá con su peso, uno de los barrotes con los que se habían cortado la noche anterior, todo sería más fácil. La pelirroja, ni corta ni perezosa, agarró el barrote con ambas manos y levantó las piernas, apoyándolas en la pared, como para dejar caer su peso en el barrote...
Lo que no recordaba era el dolor que tenía en los brazos y en las piernas. Aguantó un segundo, pero al siguiente se soltó, y no recuperó el equilibrio a tiempo. Se quedó sentada en el suelo, mirando la luz de la mañana a través de los barrotes.
Y en ése momento, la cerradura de la puerta de la habitación hizo 'clic'.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Hizo una pequeña bola con la manta que le había dado abrigo en la noche. Aun luchaba con esto cuando por el rabillo del ojo vio a Rose caer al suelo. Instintivamente dio un paro al frente para que la caída no fuera tan atroz, pero para ese momento ya estaba en el suelo.
Era el peor momento del mundo, el peor lugar del mundo, la peor situación, sin embargo no pudo evitarlo: se llevó la mano violentamente a la boca y ahogó un risita que inició sutilmente pero que pronto se dejó oír aun entre sus dedos.
Cada uno de los golpes recibidos le dolieron y fue una experiencia bastante desagradable, pero no podía contenerse. Se dio cuenta que no era en lo abosuluto ridiculo, incluso no tenía nada de gracioso, pero la hizo reír, liberar parte de esa tensión que sentía desde que el sol empezó a caer el día anterior.
Se sentía horrible, no solo a nivel fisico sino moral: no quería que Rose pensara que se burlaba de ella, porque eso no era cierto, pero interpretable en ese sentido. Tampoco es que riera por mucho tiempo, fue soloun instante que duras penas si duró segundos. Con una mano tapando los resagos de su delito, una sonrisa divertida, y la otra ofreciendosela a Rose, esperaba ayudarla a levantarse.
Fue entonces que su sonrisa se borró, la mano en su boca se fue de forma muy rápida a su espalda donde estaba la bolsita con armas y su mirada se alejó de Rose para clavarse en la cerradura de la puerta de acceso a la bodega. Sujetó a su amiga del hombro y la ayudó a pararse para que buscarn refugio cuantoa ntes, pero sin dejar de mirar a la entrada, confiando en que la medioelfa sabría como localizar un escondinte en menos de 10 segundos.
Era el peor momento del mundo, el peor lugar del mundo, la peor situación, sin embargo no pudo evitarlo: se llevó la mano violentamente a la boca y ahogó un risita que inició sutilmente pero que pronto se dejó oír aun entre sus dedos.
Cada uno de los golpes recibidos le dolieron y fue una experiencia bastante desagradable, pero no podía contenerse. Se dio cuenta que no era en lo abosuluto ridiculo, incluso no tenía nada de gracioso, pero la hizo reír, liberar parte de esa tensión que sentía desde que el sol empezó a caer el día anterior.
Se sentía horrible, no solo a nivel fisico sino moral: no quería que Rose pensara que se burlaba de ella, porque eso no era cierto, pero interpretable en ese sentido. Tampoco es que riera por mucho tiempo, fue soloun instante que duras penas si duró segundos. Con una mano tapando los resagos de su delito, una sonrisa divertida, y la otra ofreciendosela a Rose, esperaba ayudarla a levantarse.
Fue entonces que su sonrisa se borró, la mano en su boca se fue de forma muy rápida a su espalda donde estaba la bolsita con armas y su mirada se alejó de Rose para clavarse en la cerradura de la puerta de acceso a la bodega. Sujetó a su amiga del hombro y la ayudó a pararse para que buscarn refugio cuantoa ntes, pero sin dejar de mirar a la entrada, confiando en que la medioelfa sabría como localizar un escondinte en menos de 10 segundos.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Ojalá pudiera.
A Rose, por un momento, se le olvidó el entumecimiento y el dolor, se le olvidó el agarrotamiento de los músculos. Agarró a Dulfary casi sin querer y se arrojó con ella en la parte trasera de una de las estanterías, en ángulo con la puerta, de forma que resultara más difícil verlas.
Había un montón de fallos en aquel razonamiento, pero fue la idea simple, primal, la cristalización del deseo de fuga que acudió a su mente. Lo hizo, y punto, y ojalá hubiera pensado un poco mejor. Enseguida se dio cuenta de algunos detalles: Habían movido una estantería. Habían cogido mantas. Habían abierto, movido o vaciado alguna de las lecheras, y olía a humo y a ceniza en todo el cuartucho.
Parecía obvio que a la persona que abrió la puerta no le pasó desapercibido.
- Jefe - murmuró una voz hosca y grave, sin entrar en la estancia. - Creo que hay alguien en el almacén.
Rose hubiera jurado que conocía aquella voz. Pero estuvo segura, o al menos lo deseó con tanta fuerza que estaba dispuesta a creérselo, de que no podía ser cierto.
A Rose, por un momento, se le olvidó el entumecimiento y el dolor, se le olvidó el agarrotamiento de los músculos. Agarró a Dulfary casi sin querer y se arrojó con ella en la parte trasera de una de las estanterías, en ángulo con la puerta, de forma que resultara más difícil verlas.
Había un montón de fallos en aquel razonamiento, pero fue la idea simple, primal, la cristalización del deseo de fuga que acudió a su mente. Lo hizo, y punto, y ojalá hubiera pensado un poco mejor. Enseguida se dio cuenta de algunos detalles: Habían movido una estantería. Habían cogido mantas. Habían abierto, movido o vaciado alguna de las lecheras, y olía a humo y a ceniza en todo el cuartucho.
Parecía obvio que a la persona que abrió la puerta no le pasó desapercibido.
- Jefe - murmuró una voz hosca y grave, sin entrar en la estancia. - Creo que hay alguien en el almacén.
Rose hubiera jurado que conocía aquella voz. Pero estuvo segura, o al menos lo deseó con tanta fuerza que estaba dispuesta a creérselo, de que no podía ser cierto.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Aun tenía la mirada en la puerta cuando Rose la aventó hacía una de las estanterías. sus pasos no fueron tan torpes como se hubiera esperado para lo sorpresivo del empuje.
Se quedó tensa, el puño firmemente cerrado en su arma, la vista al frente en dirección contraria a donde estaba la puerta. Todo estaba en contra. Las voces de ellas, por muy bajas que fueran, habrían sido la ultima prueba de su presencia en el lugar.
Al ritmo frenetico de su corazón, sus ojos hicieron lo que sabía que tenía que haber hecho desde que llegaron, lo que cualquier otro kazekage en su lugar habría hecho en su lugar: un paeno real del sitio donde estaban, qué contenía y que clase de cosas eran para saber en la bodega de qué o quien.
Alimentos, en bolsas y cajas, herramientas, provisiones, armas, pocas pero armas y... entornó los ojos, tratando de detallar el sello que tenía una de las cajas que se encontraba tapada por muchas cosas. No era un sello, era un...
~Qué?? no digas que hay alguien!!! ~ fue solo un pensamiento pero con todo el sarcasmo que habría tenido de haberlo dicho en voz alta. Había que pensar. Rápido. Tanto como la noche anterior.
Sin saber cuantas personas había por fuera, el tratar de emboscarlo en la bodega sería muy dificil. Su expresión no reflejaba miedo o preocupación, solo esa tensa seridad de quien trata de hayar posibilidades en donde no queda mucho que hacer.
Correr a la ventana y huír por ahí? No. Pesima idea.
Esperar a que entrara el hombre, su posible acompañante y su jefe y salir por la puerta por la que entraron ellos, trancandola para ellas correr por dentro del edificio rumbo a... No, demasiado fantasioso.
Cerrar la puerta, con las personas que entraran, dentro, noquearlas y salir por la ventana. Si, tal vez era una opción.
~Viento, que no sean mas de 4 por favor... ~
Se quedó tensa, el puño firmemente cerrado en su arma, la vista al frente en dirección contraria a donde estaba la puerta. Todo estaba en contra. Las voces de ellas, por muy bajas que fueran, habrían sido la ultima prueba de su presencia en el lugar.
Al ritmo frenetico de su corazón, sus ojos hicieron lo que sabía que tenía que haber hecho desde que llegaron, lo que cualquier otro kazekage en su lugar habría hecho en su lugar: un paeno real del sitio donde estaban, qué contenía y que clase de cosas eran para saber en la bodega de qué o quien.
Alimentos, en bolsas y cajas, herramientas, provisiones, armas, pocas pero armas y... entornó los ojos, tratando de detallar el sello que tenía una de las cajas que se encontraba tapada por muchas cosas. No era un sello, era un...
~Qué?? no digas que hay alguien!!! ~ fue solo un pensamiento pero con todo el sarcasmo que habría tenido de haberlo dicho en voz alta. Había que pensar. Rápido. Tanto como la noche anterior.
Sin saber cuantas personas había por fuera, el tratar de emboscarlo en la bodega sería muy dificil. Su expresión no reflejaba miedo o preocupación, solo esa tensa seridad de quien trata de hayar posibilidades en donde no queda mucho que hacer.
Correr a la ventana y huír por ahí? No. Pesima idea.
Esperar a que entrara el hombre, su posible acompañante y su jefe y salir por la puerta por la que entraron ellos, trancandola para ellas correr por dentro del edificio rumbo a... No, demasiado fantasioso.
Cerrar la puerta, con las personas que entraran, dentro, noquearlas y salir por la ventana. Si, tal vez era una opción.
~Viento, que no sean mas de 4 por favor... ~
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Silencio.
Si los pensamientos de Dulfary encontraban eco en los de la pelirroja, ésta no se molestó en hacerlo notar. Los suyos también ondeaban entre las distintas posibilidades, pero había algo que atraía su atención por encima de éso: ¿De quién era ésa voz? Estaba segura de que la había oído antes.
Transcurrieron unos segundos sin que nada pareciese cambiar. Pero al cabo, una segunda voz respondió a la primera.
- ¿Qué quieres decir? - siseó una voz desagradable y desconocida.
- ¿No huele? Cosas quemadas. Y faltan lecheras. Puede que solo sea un vagabundo...
Mierda. Las lecheras se veían desde la puerta. No cabía la opción de que asumiesen que era un error. Y Rose... tuvo una idea, pero la desechó casi de inmediato. Pensó en entregarse; dar a Dulfary la oportunidad de escapar por la ventana, y tratar de ofrecer una explicación a los dueños de la casa. Pero empezaba a conocer a la joven, y sabía que no lo aceptaría.
No, estaban juntas en ésto. Lo peor es que eran dos ladronzuelas. Con suerte, llamarían a la guardia. Sin ella... Estaba pensando, "Sin ella, nos apalearán y luego llamarán a la guardia", cuando el dueño de la primera voz entró en la sala, y a Rose se le escapó un gañido de sorpresa que sólo pudo disimular llevándose las manos a la boca.
Rose siempre bromeaba con su suerte, pero en ése momento, se sintió desgraciada. Con suerte llamarán a la guardia. Sin suerte, habrá unos cuantos golpes antes. Con la suerte de Rose...
... será la guardia quien entra en la habitación.
- Tú - susurró la voz áspera. - Quédate aquí. Tú, registra ése cuarto. Te sigo.
Y claro que reconocía la voz.
No la que hablaba, la que daba las órdenes. No conocía al jefe, pero sí que conocía al tipo cuya silueta se había adentrado en la sala en primer lugar. Nunca le podría olvidar. Su voz se le había grabado a fuego en el corazón, porque había sido la primera persona, en sus recuerdos malheridos, en la que había percibido un odio visceral y asesino hacia su persona.
Era el soldado a quien había golpeado la noche anterior, el que le había hecho sentir miedo. El que había iniciado todo ése conflicto. Rose sintió cómo la ansiedad le hacía bombear sangre con más fuerza, y deseó no estar allí. Sintió ganas de llorar. De repente...
De repente volvían a la casilla uno. Y ahora estaban atrapadas...
Si los pensamientos de Dulfary encontraban eco en los de la pelirroja, ésta no se molestó en hacerlo notar. Los suyos también ondeaban entre las distintas posibilidades, pero había algo que atraía su atención por encima de éso: ¿De quién era ésa voz? Estaba segura de que la había oído antes.
Transcurrieron unos segundos sin que nada pareciese cambiar. Pero al cabo, una segunda voz respondió a la primera.
- ¿Qué quieres decir? - siseó una voz desagradable y desconocida.
- ¿No huele? Cosas quemadas. Y faltan lecheras. Puede que solo sea un vagabundo...
Mierda. Las lecheras se veían desde la puerta. No cabía la opción de que asumiesen que era un error. Y Rose... tuvo una idea, pero la desechó casi de inmediato. Pensó en entregarse; dar a Dulfary la oportunidad de escapar por la ventana, y tratar de ofrecer una explicación a los dueños de la casa. Pero empezaba a conocer a la joven, y sabía que no lo aceptaría.
No, estaban juntas en ésto. Lo peor es que eran dos ladronzuelas. Con suerte, llamarían a la guardia. Sin ella... Estaba pensando, "Sin ella, nos apalearán y luego llamarán a la guardia", cuando el dueño de la primera voz entró en la sala, y a Rose se le escapó un gañido de sorpresa que sólo pudo disimular llevándose las manos a la boca.
Rose siempre bromeaba con su suerte, pero en ése momento, se sintió desgraciada. Con suerte llamarán a la guardia. Sin suerte, habrá unos cuantos golpes antes. Con la suerte de Rose...
... será la guardia quien entra en la habitación.
- Tú - susurró la voz áspera. - Quédate aquí. Tú, registra ése cuarto. Te sigo.
Y claro que reconocía la voz.
No la que hablaba, la que daba las órdenes. No conocía al jefe, pero sí que conocía al tipo cuya silueta se había adentrado en la sala en primer lugar. Nunca le podría olvidar. Su voz se le había grabado a fuego en el corazón, porque había sido la primera persona, en sus recuerdos malheridos, en la que había percibido un odio visceral y asesino hacia su persona.
Era el soldado a quien había golpeado la noche anterior, el que le había hecho sentir miedo. El que había iniciado todo ése conflicto. Rose sintió cómo la ansiedad le hacía bombear sangre con más fuerza, y deseó no estar allí. Sintió ganas de llorar. De repente...
De repente volvían a la casilla uno. Y ahora estaban atrapadas...
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Los segundos de espera entre las voces, los pasos que se adentraban en la bodega y tener que tomar la decisión de actuar, se le hicieron eternos a pesar de no poder contar o hacer uso de esa eternidad.
Solo se le ocurrió rodear la estantería en la que estaban, cerrar la puerta con ellos dentro y sacarlos del camino rogando, por supuesto, que afuera no hubiese nadie. Cómo podían tener tan mala suerte de caer justo en la bodega de la guardia o al menos, con guardia de por sí. Debía ser un lugar importante para tenerlos.
A Dulfary sí se le escapaba el detalle que el hombre que hablaba, no el que daba ordenes, sino el otro, fuera uno de la noche anterior, y por eso no cayó en cuenta que el sello de la caja no era tal, si no uno de los escudos del Rey marcando sus posesiones.
El sujeto hablaba y ella no se daba tiempo para tener miedo. Eso tendría que venir después. Fue amoverse para poner en marcha su remedo de plan cuando cayó en cuenta que a uno de ellos se le ordenó quedarse atrás.
Frunció el ceño frustrada y miró por fin, a Rose. Estaba preocupada, no sabía que hacer, sería cuestión de tiempo que dieran con ellas, mas si eran dos revisando. Contó hasta tres. Atacarlo basando en la sorpresa, aunque sería media sorpresa pues ya sabían que podría haber alguien ahí, cerrar la puerta, jugarse el todo por el todo y luego...
Con la cabeza, tan sutilmente como pudo, señaló en dirección a la puerta y luego en dirección de donde venía la voz, solo necesitaba su consentimiento para ponerse en movimiento y dejarlas en una situación mucho peor.
Solo se le ocurrió rodear la estantería en la que estaban, cerrar la puerta con ellos dentro y sacarlos del camino rogando, por supuesto, que afuera no hubiese nadie. Cómo podían tener tan mala suerte de caer justo en la bodega de la guardia o al menos, con guardia de por sí. Debía ser un lugar importante para tenerlos.
A Dulfary sí se le escapaba el detalle que el hombre que hablaba, no el que daba ordenes, sino el otro, fuera uno de la noche anterior, y por eso no cayó en cuenta que el sello de la caja no era tal, si no uno de los escudos del Rey marcando sus posesiones.
El sujeto hablaba y ella no se daba tiempo para tener miedo. Eso tendría que venir después. Fue amoverse para poner en marcha su remedo de plan cuando cayó en cuenta que a uno de ellos se le ordenó quedarse atrás.
Frunció el ceño frustrada y miró por fin, a Rose. Estaba preocupada, no sabía que hacer, sería cuestión de tiempo que dieran con ellas, mas si eran dos revisando. Contó hasta tres. Atacarlo basando en la sorpresa, aunque sería media sorpresa pues ya sabían que podría haber alguien ahí, cerrar la puerta, jugarse el todo por el todo y luego...
Con la cabeza, tan sutilmente como pudo, señaló en dirección a la puerta y luego en dirección de donde venía la voz, solo necesitaba su consentimiento para ponerse en movimiento y dejarlas en una situación mucho peor.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Pero, por muy triste que sonara, que lo sonaba, Dulfary no necesitaba empeorar la situación.
Rose sonrió sombríamente. ¿Había algo que pudiera empeorar la situación? Lo dudaba. Escuchó que un arma salía de su vaina, y el primer paso cauteloso de un hombre adentrándose en la oscuridad. Vio lo que iba a hacer Dulfary, y puso un brazo en horizontal frente a ella, negando con la cabeza.
No, todavía no. Si lo haces ahora, estaremos... jodidas. No es que no vayamos a estarlo de todas maneras, pero veamos qué podemos hacer.
Yo también desnudo mi espada. Muy poco a poco, para que la hoja no haga sonar la vaina. La ventana le arranca un destello apagado al metal, pero lo desvío enseguida. El hombre no se da cuenta. Se acerca primero a la venana, se fija en el barrote doblado, y se da cuenta de algo. Ah, maldita sea. La sangre.
Sonríe, y Rose puede verlo. Y un escalofrío la sacude por completo. Sabe que ése hombre las odia, pero también que no hay forma humana de que sepa que la sangre es suya. Pero aun así, se alegra de que alguien haya sangrado. Ese hombre... Rose se da cuenta de que ese hombre hace que su fe en la humanidad se tambalee profundamente, y cierra un momento los ojos, sobrecogida por la sensación.
Es el momento en el que al hombre le parece ver algo. Si son ellas, o solo algo cerca de donde estan ellas, no está claro.
- Hum - refunfuña, y se acerca lentamente mientras hace una seña.
Rose sonrió sombríamente. ¿Había algo que pudiera empeorar la situación? Lo dudaba. Escuchó que un arma salía de su vaina, y el primer paso cauteloso de un hombre adentrándose en la oscuridad. Vio lo que iba a hacer Dulfary, y puso un brazo en horizontal frente a ella, negando con la cabeza.
No, todavía no. Si lo haces ahora, estaremos... jodidas. No es que no vayamos a estarlo de todas maneras, pero veamos qué podemos hacer.
Yo también desnudo mi espada. Muy poco a poco, para que la hoja no haga sonar la vaina. La ventana le arranca un destello apagado al metal, pero lo desvío enseguida. El hombre no se da cuenta. Se acerca primero a la venana, se fija en el barrote doblado, y se da cuenta de algo. Ah, maldita sea. La sangre.
Sonríe, y Rose puede verlo. Y un escalofrío la sacude por completo. Sabe que ése hombre las odia, pero también que no hay forma humana de que sepa que la sangre es suya. Pero aun así, se alegra de que alguien haya sangrado. Ese hombre... Rose se da cuenta de que ese hombre hace que su fe en la humanidad se tambalee profundamente, y cierra un momento los ojos, sobrecogida por la sensación.
Es el momento en el que al hombre le parece ver algo. Si son ellas, o solo algo cerca de donde estan ellas, no está claro.
- Hum - refunfuña, y se acerca lentamente mientras hace una seña.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
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