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Nieve
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Re: Nieve
La miró expectante incitándola a que terminara lo que estaba diciendo., aun cuando sabía lo que tenía en mente. Ella misma lo había propuesto décadas atrás cuando aun, mucho menos que en ese momento al menos, no tenía en mente un plan de acción y optaron por ir a las Ruinas.
Era mas sencillo entrar en alguna casa, con personas, elegidas al azar así como la posible hospitalidad que pudieran darles, con un hogar, así fuera con una mísera lámpara que calentara.
La idea era tentadora, tanto o mas que al inicio de la jornada. Sin embargo los “peros” seguían siendo los mismos, con el mismo peso y la misma fuerza para hacerla desistir de tal cosa. ¿Qué pasaba si se les daba por darles un escarmiento a las personas que les tendieran la mano, así no fuera de forma voluntaria? O peor aun… ¿qué pasaba si entraban en un lugar que resultara ser peor el remedio que la enfermedad?
Suspiró creando una nube parecida a las que salían del interior de Rose.
- No lo sé… tratemos de llegar a lo que ocurra primero. Los almacenes o las Ruinas – si seguían por el techo lo mas rápido aun serían las Ruinas, de la misma forma que sin duda más rápido que eso sería una casa. Se mordió el labio. No creía en el azar, no creía en las casualidades, pero tendría que dejar la decisión en algo más poderoso que ella… el viento sopló alrededor de ellas, calando en los huesos… más poderoso que el viento.
- Tres calles – pidió levantando la vista de ese lugar entre sus ojos el borde del techo donde se había perdido su mirada – avancemos tres calles, ya sea por los techos por debajo y buscamos donde entrar, almacén o … - suspiró y se le helaron los pulmones – o lo que sea – no lo quiso decir.
Era mas sencillo entrar en alguna casa, con personas, elegidas al azar así como la posible hospitalidad que pudieran darles, con un hogar, así fuera con una mísera lámpara que calentara.
La idea era tentadora, tanto o mas que al inicio de la jornada. Sin embargo los “peros” seguían siendo los mismos, con el mismo peso y la misma fuerza para hacerla desistir de tal cosa. ¿Qué pasaba si se les daba por darles un escarmiento a las personas que les tendieran la mano, así no fuera de forma voluntaria? O peor aun… ¿qué pasaba si entraban en un lugar que resultara ser peor el remedio que la enfermedad?
Suspiró creando una nube parecida a las que salían del interior de Rose.
- No lo sé… tratemos de llegar a lo que ocurra primero. Los almacenes o las Ruinas – si seguían por el techo lo mas rápido aun serían las Ruinas, de la misma forma que sin duda más rápido que eso sería una casa. Se mordió el labio. No creía en el azar, no creía en las casualidades, pero tendría que dejar la decisión en algo más poderoso que ella… el viento sopló alrededor de ellas, calando en los huesos… más poderoso que el viento.
- Tres calles – pidió levantando la vista de ese lugar entre sus ojos el borde del techo donde se había perdido su mirada – avancemos tres calles, ya sea por los techos por debajo y buscamos donde entrar, almacén o … - suspiró y se le helaron los pulmones – o lo que sea – no lo quiso decir.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Tres calles.
Tres calles eran, pues, todo lo que les separaba de... de nada. No quería pensar en ello, pero nada les garantizaba que fueran a encontrar nada en particular en tres, o en seis, o en mil calles. Rose frunció el ceño, mirando en dirección a la calle. Estaba oscura, pero la poca luz que provenía de la luna hacía brillar la nieve.
Eran patos de feria. Ahí abajo, nada sería tan fácil de ver como ellas, o al menos como Rose. Pero era cierto que no tenían alternativa. La pelirroja empezaba a pensar que no vivirían para ver el amanecer, pero se cuidó mucho de no exteriorizar aquel pensamiento.
- Bajemos – murmuró. - No creo que podamos avanzar mucho más por aquí.
No muy lejos de donde se encontraban había una de ésas escalinatas de madera que a veces se usan para acceder a los tejados. Rose se asomó al suelo desde donde se encontraba, y se sintió ligeramente mareada. Había un par de pisos. El cansancio hacía sus estragos. Se agarró a la escalinata, comprobando su resistencia. La madera estaba medio rota, pero gracias a que estaba húmeda, no se clavó astillas en las manos. Las botas casi le resbalaron con la nieve. Cerró las manos con fuerza.
- Dulfary – susurró, antes de comenzar el descenso. - Siento haberte metido en éste lío.
Lo hizo por dos cosas. Uno, porque no sabía, no tenía la certeza, de que no fueran a tener que correr cuando llegaran al suelo. Estaba harta de correr. Si tenían más problemas, intentaría que Dulfary pudiera escapar, y... sí, bueno, le daría igual que la atrapasen. Dos... bueno, comenzó el descenso. Estaba segura de que Dulfary no aceptaría sus disculpas, y en cierto modo, así escapaba del reproche.
No se sentía a gusto con lo que había pasado, pero quizás no estaba examinando el asunto de la forma correcta. Claro que... no es que tuviera muchas energías para pensar. Llegó al suelo, holló ligeramente la nieve, y se dirigió rápidamente hacia la esquina que unía el callejón al que daba la escalera con la calle principal, asomándose para ver si venía alguien.
Tres calles eran, pues, todo lo que les separaba de... de nada. No quería pensar en ello, pero nada les garantizaba que fueran a encontrar nada en particular en tres, o en seis, o en mil calles. Rose frunció el ceño, mirando en dirección a la calle. Estaba oscura, pero la poca luz que provenía de la luna hacía brillar la nieve.
Eran patos de feria. Ahí abajo, nada sería tan fácil de ver como ellas, o al menos como Rose. Pero era cierto que no tenían alternativa. La pelirroja empezaba a pensar que no vivirían para ver el amanecer, pero se cuidó mucho de no exteriorizar aquel pensamiento.
- Bajemos – murmuró. - No creo que podamos avanzar mucho más por aquí.
No muy lejos de donde se encontraban había una de ésas escalinatas de madera que a veces se usan para acceder a los tejados. Rose se asomó al suelo desde donde se encontraba, y se sintió ligeramente mareada. Había un par de pisos. El cansancio hacía sus estragos. Se agarró a la escalinata, comprobando su resistencia. La madera estaba medio rota, pero gracias a que estaba húmeda, no se clavó astillas en las manos. Las botas casi le resbalaron con la nieve. Cerró las manos con fuerza.
- Dulfary – susurró, antes de comenzar el descenso. - Siento haberte metido en éste lío.
Lo hizo por dos cosas. Uno, porque no sabía, no tenía la certeza, de que no fueran a tener que correr cuando llegaran al suelo. Estaba harta de correr. Si tenían más problemas, intentaría que Dulfary pudiera escapar, y... sí, bueno, le daría igual que la atrapasen. Dos... bueno, comenzó el descenso. Estaba segura de que Dulfary no aceptaría sus disculpas, y en cierto modo, así escapaba del reproche.
No se sentía a gusto con lo que había pasado, pero quizás no estaba examinando el asunto de la forma correcta. Claro que... no es que tuviera muchas energías para pensar. Llegó al suelo, holló ligeramente la nieve, y se dirigió rápidamente hacia la esquina que unía el callejón al que daba la escalera con la calle principal, asomándose para ver si venía alguien.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Tenía su visto bueno respecto al descenso. No sabía si alegrarse o qué. El tiempo diría lo buena que había sido la decisión. Caminó despacio, le dolían las articulaciones.
~ piensa en una cobija calientita, en una abrazo tibio, en un hogar cálido, visualízalo, ve a por ello, e…. ~cerró los ojos frustrada en su intento ~en las ruinas ~
- Si algún día viajo, será a un lugar de clima templado, nada de volver a estar estaciones, no, no, no – la voz sonó ronca, fatigada a pesar del esfuerzo de animarse a si misma y quien quitaba si a Rose. Prácticamente se arrastraba, estando de pie, hacía el borde siguiendo a Rose. Se aculillo junto a ella a mirar al abismo. Se veía tan lejos, tan peligroso. En otras circunstancias se dejaría caer, en estas circunstancias estaba segura se partiría una pierna.
Veía a Rose moverse por el rabilo del ojo mientras aun estaba en medio de su ensoñación de tierras mas cálidas, saliendo de ahí cuando le llamó la atención. Giró la vista, se veía cansada, ambas se veían cansadas; esbozó con esfuerzo una sonrisa que la invitaba a continuar, ya que quería hacer entrar el aire por la boca para expresarse.
Lo que le dijo la tomó por sorpresa, no se contuvo en su expresión de extrañeza y de inmediato sonrió. Pero Rose ya estaba descendiendo, huía de se protesta. Le hacía gracia, se le antojaba muy tierna y no entendía porque se culpaba de todo eso, pero como fuera, eso le dio la energía que da la risa, sanadora del 99% de los males.
- Cobarde!! No huyas!! – en condiciones normales habría sido un grito de lo mas comprometedor para su situación, pero ahora era susurró expresado tan alto como podía, conteniendo la risa. Apoyando las manos y por ende sintiendo como el frío se le metía otro poco, se acercó a la escalinata. Descendió con mucho cuidado, evitando en lo posible de dar pasos en falso, dejándose caer al faltar poco para llegar a la calle.
Con los ojos cerrados respiró repetidas veces antes de retomar la marcha. Para cuando llegó a la esquina donde estaba Rose, esta ya vigilaba. Movía las manos, abriendo y cerrando para cuando tuviera que ponerlas sobre el metal.
- Yo me invité solita, así que nada de lo siento – le dijo al darle alcance y aguardó a que pudieran continuar. Era hora de contar calles.
~ piensa en una cobija calientita, en una abrazo tibio, en un hogar cálido, visualízalo, ve a por ello, e…. ~cerró los ojos frustrada en su intento ~en las ruinas ~
- Si algún día viajo, será a un lugar de clima templado, nada de volver a estar estaciones, no, no, no – la voz sonó ronca, fatigada a pesar del esfuerzo de animarse a si misma y quien quitaba si a Rose. Prácticamente se arrastraba, estando de pie, hacía el borde siguiendo a Rose. Se aculillo junto a ella a mirar al abismo. Se veía tan lejos, tan peligroso. En otras circunstancias se dejaría caer, en estas circunstancias estaba segura se partiría una pierna.
Veía a Rose moverse por el rabilo del ojo mientras aun estaba en medio de su ensoñación de tierras mas cálidas, saliendo de ahí cuando le llamó la atención. Giró la vista, se veía cansada, ambas se veían cansadas; esbozó con esfuerzo una sonrisa que la invitaba a continuar, ya que quería hacer entrar el aire por la boca para expresarse.
Lo que le dijo la tomó por sorpresa, no se contuvo en su expresión de extrañeza y de inmediato sonrió. Pero Rose ya estaba descendiendo, huía de se protesta. Le hacía gracia, se le antojaba muy tierna y no entendía porque se culpaba de todo eso, pero como fuera, eso le dio la energía que da la risa, sanadora del 99% de los males.
- Cobarde!! No huyas!! – en condiciones normales habría sido un grito de lo mas comprometedor para su situación, pero ahora era susurró expresado tan alto como podía, conteniendo la risa. Apoyando las manos y por ende sintiendo como el frío se le metía otro poco, se acercó a la escalinata. Descendió con mucho cuidado, evitando en lo posible de dar pasos en falso, dejándose caer al faltar poco para llegar a la calle.
Con los ojos cerrados respiró repetidas veces antes de retomar la marcha. Para cuando llegó a la esquina donde estaba Rose, esta ya vigilaba. Movía las manos, abriendo y cerrando para cuando tuviera que ponerlas sobre el metal.
- Yo me invité solita, así que nada de lo siento – le dijo al darle alcance y aguardó a que pudieran continuar. Era hora de contar calles.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Contar calles.
Bien, pues éso sería lo que acabaran haciendo; contar calles. Y desde el resquicio por el que Rose se asomaba, que daba a una avenida no particularmente ancha, la pelirroja podía contar... bueno, una. Desde donde se encontraban, hasta la siguiente bocacalle. El suelo estaba blanco, y la oscuridad y los pocos copos que todavía caían se conjuraban para evitar que viera más lejos.
Éso incluía si había alguien más allá. La joven se mordió el labio; si comenzaban el camino y resultaba haber guardias al otro lado, o peor aun, avanzando en su dirección... En fin, no estarían mejor de lo que se encontraban ahora.
El frío era asesino. Hacía rato que Rose no sentía la piel. Incluso si no se moría de aquello, la pelirroja sabía que caería enferma. Necesitaban refugiarse en algún lado. No podían, simplemente, quedarse allí. Tenían que arriesgarse.
¿Adonde iba la calle...? Se volvió hacia Dulfary, pensando en hacer la pregunta. Pero luego se contradijo; ¿Qué importaba? Si tenía más o menos claro hacia dónde habían avanzado, lo que buscaban estaba por... allí. Salió a la avenida con cuidado, aunque todo el sigilo del mundo no habría podido evitar que su figura resaltase como un manchón de sangre y tinta sobre la nieve inmaculada.
Avanzó unos pasos. En realidad no sabía nada de la ciudad, era absurdo que abriese la marcha, pero como ella misma se había dicho hacía un instante, qué mas daba.
Bien, pues éso sería lo que acabaran haciendo; contar calles. Y desde el resquicio por el que Rose se asomaba, que daba a una avenida no particularmente ancha, la pelirroja podía contar... bueno, una. Desde donde se encontraban, hasta la siguiente bocacalle. El suelo estaba blanco, y la oscuridad y los pocos copos que todavía caían se conjuraban para evitar que viera más lejos.
Éso incluía si había alguien más allá. La joven se mordió el labio; si comenzaban el camino y resultaba haber guardias al otro lado, o peor aun, avanzando en su dirección... En fin, no estarían mejor de lo que se encontraban ahora.
El frío era asesino. Hacía rato que Rose no sentía la piel. Incluso si no se moría de aquello, la pelirroja sabía que caería enferma. Necesitaban refugiarse en algún lado. No podían, simplemente, quedarse allí. Tenían que arriesgarse.
¿Adonde iba la calle...? Se volvió hacia Dulfary, pensando en hacer la pregunta. Pero luego se contradijo; ¿Qué importaba? Si tenía más o menos claro hacia dónde habían avanzado, lo que buscaban estaba por... allí. Salió a la avenida con cuidado, aunque todo el sigilo del mundo no habría podido evitar que su figura resaltase como un manchón de sangre y tinta sobre la nieve inmaculada.
Avanzó unos pasos. En realidad no sabía nada de la ciudad, era absurdo que abriese la marcha, pero como ella misma se había dicho hacía un instante, qué mas daba.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Tomó aire tres veces, como siempre, cortándose la garganta con el frío, con los ojos cerrados por lo que no vio a Rose mirarla. Solo cuando la sintió alejarse los abrió y la siguió. Rose era una macha roja y detestable, Dulfary era a cambio una mancha, ya no azul, sino negra por lo húmeda que tenía la ropa. Aun así, se mantenía muy cerca de las paredes para aprovechar las sombras que pudieran darle asilo de los ojos que escrutaban la noche en busca del par de “rebeldes”.
Lo bueno, de algún modo, era que el clima es el juez más imparcial que existe y trata a todos por igual si no se toman las medidas necesarias para protegerse de él. No era las únicas que estaban padeciendo sus inclemencias, quienes peinaban la ciudad en su busca, también querían encontrar un lugar cálido donde refugiarse y si seguían en movimiento era por temor a sus superiores y por supuesto, por lo motivante que habían sido el par de gritos, de su compañero, que se habían escuchado en la inmensidad de la noche.
Los pasos de la niña, eran cada vez más rápidos, tratando de darle alcance a la siguiente esquina que se negaba a dejarse ver. La nieve no ayudaba a que la vieran, pero además, estaban en una de esas manzanas que fueran construidas sin pensar en que las calles también deberían existir. La calse de sitio, que de no ser por el soberano actual, nadie pasaría de noche, pues las casas daban a esta calle la espalda, tenían sus puertas traseras, pequeñas y muy dispersas y las ventanas eran mas bien pocas, eso hablando de las del segundo y tercer piso, ya que en el primero simplemente no había. El lugar perfecto para hacer fechorías.
~ bueno, la diferencia radica en que ahora usan uniformes, no? ~ mas de una vez se detuvo a retomar el aliento pero en una de esas escalas, por fin se le ocurrió mirar a su espalda. Sombras, como ella moviéndose entre sombras. Las miró extrañada girándose del todo y cuando quiso estirar la mano para advertirle a Rose, algo cayó junto a la elfa.
Lo bueno, de algún modo, era que el clima es el juez más imparcial que existe y trata a todos por igual si no se toman las medidas necesarias para protegerse de él. No era las únicas que estaban padeciendo sus inclemencias, quienes peinaban la ciudad en su busca, también querían encontrar un lugar cálido donde refugiarse y si seguían en movimiento era por temor a sus superiores y por supuesto, por lo motivante que habían sido el par de gritos, de su compañero, que se habían escuchado en la inmensidad de la noche.
Los pasos de la niña, eran cada vez más rápidos, tratando de darle alcance a la siguiente esquina que se negaba a dejarse ver. La nieve no ayudaba a que la vieran, pero además, estaban en una de esas manzanas que fueran construidas sin pensar en que las calles también deberían existir. La calse de sitio, que de no ser por el soberano actual, nadie pasaría de noche, pues las casas daban a esta calle la espalda, tenían sus puertas traseras, pequeñas y muy dispersas y las ventanas eran mas bien pocas, eso hablando de las del segundo y tercer piso, ya que en el primero simplemente no había. El lugar perfecto para hacer fechorías.
~ bueno, la diferencia radica en que ahora usan uniformes, no? ~ mas de una vez se detuvo a retomar el aliento pero en una de esas escalas, por fin se le ocurrió mirar a su espalda. Sombras, como ella moviéndose entre sombras. Las miró extrañada girándose del todo y cuando quiso estirar la mano para advertirle a Rose, algo cayó junto a la elfa.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Daba igual.
No había que saber mucho sobre la ciudad para ver por dónde tenía que seguir avanzando. La calle no dejaba mucho lugar a dudas, y la semielfa siguió el único camino que podía, que se atrevía: Hacia adelante. La nieve no era un impedimento, más que por cómo hacía destacar el color de sus ropas contra ella. Volvió la vista un segundo. Dulfary no estaba en mejores condiciones.
Se atrevió a correr.
En la avenida, se sentía a la vista, y aquello le daba algo de miedo. Lo mejor que podían hacer era ir de calle en calle, avanzando mientras pudieran, utilizando las sombras de los callejones para vigilar. Las manzanas no eran muy largas. Ya casi estaba junto a la primera bocacalle; miraría, y le haría a Dul una se--
- ¡Ah! - casi chilló, resbalando.
¡Una flecha!
La pelirroja miró hacia atrás, lívida, con el terror brillando en sus ojos color índigo. Mas allá de donde se encontraba Dul, que también miraba en la misma dirección que ella; sombras que se desplazaban, discretas hacía un instante, mucho menos ahora que habían sido descubiertas. Una voz recriminó a una figura, alguien había disparado antes de tiempo. Rose tragó saliva, y sintió el sordo sabor del pánico agolparse en su vientre. Dios, no. Otra vez no.
- ¡Idiotas! - gruñó la voz de un hombre que reconocía vagamente. - ¡Prendedlas o matadlas de una maldita vez!
Y según daba la orden, ya había dos personas corriendo hacia Dulfary. Rose se adelantó un par de pasos hacia ella, echando mano del escudo, que se había colgado de la espalda. Eran... no podía contarlos, pero al menos eran cinco. Y uno tenía un arco.
- ¡Al callejón! - casi lloriqueó, poniéndose delante (detrás) de Dul para cubrirla con el escudo.
No había que saber mucho sobre la ciudad para ver por dónde tenía que seguir avanzando. La calle no dejaba mucho lugar a dudas, y la semielfa siguió el único camino que podía, que se atrevía: Hacia adelante. La nieve no era un impedimento, más que por cómo hacía destacar el color de sus ropas contra ella. Volvió la vista un segundo. Dulfary no estaba en mejores condiciones.
Se atrevió a correr.
En la avenida, se sentía a la vista, y aquello le daba algo de miedo. Lo mejor que podían hacer era ir de calle en calle, avanzando mientras pudieran, utilizando las sombras de los callejones para vigilar. Las manzanas no eran muy largas. Ya casi estaba junto a la primera bocacalle; miraría, y le haría a Dul una se--
- ¡Ah! - casi chilló, resbalando.
¡Una flecha!
La pelirroja miró hacia atrás, lívida, con el terror brillando en sus ojos color índigo. Mas allá de donde se encontraba Dul, que también miraba en la misma dirección que ella; sombras que se desplazaban, discretas hacía un instante, mucho menos ahora que habían sido descubiertas. Una voz recriminó a una figura, alguien había disparado antes de tiempo. Rose tragó saliva, y sintió el sordo sabor del pánico agolparse en su vientre. Dios, no. Otra vez no.
- ¡Idiotas! - gruñó la voz de un hombre que reconocía vagamente. - ¡Prendedlas o matadlas de una maldita vez!
Y según daba la orden, ya había dos personas corriendo hacia Dulfary. Rose se adelantó un par de pasos hacia ella, echando mano del escudo, que se había colgado de la espalda. Eran... no podía contarlos, pero al menos eran cinco. Y uno tenía un arco.
- ¡Al callejón! - casi lloriqueó, poniéndose delante (detrás) de Dul para cubrirla con el escudo.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Rayos!!
Habían sido demasiado descuidadas. Por que no había mirado a su espalda en el momento en que debía hacer para evitar que las tomaran por sorpresa? No el momento para lamentarse por lo ocurrido, ni reprocharse por cómo habían hecho las cosas, para esa gracia....
Dio un torpe salto hacia atrás cuando el hombre lanzó el grito, y sus manitos sacaron un cuchillo que la quemó por lo frío del metal y por tanto lo dejó caer. Mas tardó en darse cuenta de esto que Rose en sobre pasarla.
Contó las sombras, mal contadas. Eran muchas para ellas solas. Volvió a meter la mano en la bolsita y se fue hacía el primer callejón, ese que le señalaba su amiga, pero tirando de ella; que no creyera ni por un momento que la iba a dejar ahí. No entendía muy bien de donde sacaban la fuerza sus piernas para moverse mas rápido, tampoco cómo hacía para ir moviendo la mano y con ella invocando al viento para que se levantara y les creara una pequeña cortina de nieve y polvo que las cubriera el tiempo suficiente para sacarles ventaja de nuevo.
Solo la había jalado por la manga, con la esperanza que la siguiera, que en verdad no se quedara ahí, pero debía usar ambas manos para lo que iba a hacer. Necesitaban una puerta o por lo menos llegar hasta la siguiente calle y tratar de perderlos. Empezó a correr a lo que le daban las piernas tras asegurarse que Rose venía tras ella.
El efecto de su cortina de “humo” no duraría mucho, con el nivel de cansancio en el que estaba pero los retrasó, al menos al grueso del grupo ya que un par de ellos se aventuró a cruzar y seguir detrás de su presa como si de perros se tratara.
Al llegar a la otra esquina, patinó y cayó al suelo por tomar mal la curva, con la buena suerte que al menos en esa calle a la que entraba, apoyando las manos en el fango y tomando el impulso necesario para ponerse de pie mientras resbalaba por el impulso, no había mas guardias. Pero no avanzaría mas hasta que Rose no estuviera a su alcanza. Frotó con fuerza el cuchillo contra su ropa húmeda y entonces si lo sujetó como debía.
Habían sido demasiado descuidadas. Por que no había mirado a su espalda en el momento en que debía hacer para evitar que las tomaran por sorpresa? No el momento para lamentarse por lo ocurrido, ni reprocharse por cómo habían hecho las cosas, para esa gracia....
Dio un torpe salto hacia atrás cuando el hombre lanzó el grito, y sus manitos sacaron un cuchillo que la quemó por lo frío del metal y por tanto lo dejó caer. Mas tardó en darse cuenta de esto que Rose en sobre pasarla.
Contó las sombras, mal contadas. Eran muchas para ellas solas. Volvió a meter la mano en la bolsita y se fue hacía el primer callejón, ese que le señalaba su amiga, pero tirando de ella; que no creyera ni por un momento que la iba a dejar ahí. No entendía muy bien de donde sacaban la fuerza sus piernas para moverse mas rápido, tampoco cómo hacía para ir moviendo la mano y con ella invocando al viento para que se levantara y les creara una pequeña cortina de nieve y polvo que las cubriera el tiempo suficiente para sacarles ventaja de nuevo.
Solo la había jalado por la manga, con la esperanza que la siguiera, que en verdad no se quedara ahí, pero debía usar ambas manos para lo que iba a hacer. Necesitaban una puerta o por lo menos llegar hasta la siguiente calle y tratar de perderlos. Empezó a correr a lo que le daban las piernas tras asegurarse que Rose venía tras ella.
El efecto de su cortina de “humo” no duraría mucho, con el nivel de cansancio en el que estaba pero los retrasó, al menos al grueso del grupo ya que un par de ellos se aventuró a cruzar y seguir detrás de su presa como si de perros se tratara.
Al llegar a la otra esquina, patinó y cayó al suelo por tomar mal la curva, con la buena suerte que al menos en esa calle a la que entraba, apoyando las manos en el fango y tomando el impulso necesario para ponerse de pie mientras resbalaba por el impulso, no había mas guardias. Pero no avanzaría mas hasta que Rose no estuviera a su alcanza. Frotó con fuerza el cuchillo contra su ropa húmeda y entonces si lo sujetó como debía.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Mierda, mierda, mierda.
Por supuesto que Rose retrocedió. No era tan imbécil como para quedarse ahí, pero guardó las distancias con Dulfary. Antes de que pudieran entrar en el callejón, la punta de una flecha perforó la madera del escudo, y una segunda rebotó en el borde metálico de la rodela. Había dos arcos, no uno. Y tiraban a dar. Dejó un poco de espacio a Dul para que corriera.
Y si, retrocedió, pero no podía darse la vuelta. No hasta que se introdujo en el callejón; entonces se volvió, corrió tras Dul como un gamo, y se volvió de nuevo tan pronto como lo vio prudente, no queriendo dejar sin protección a su compañera demasiado tiempo. Efectivamente, a los pocos instantes de hacerlo una flecha pasó de nuevo silbando cerca de ella, pero sin darle. No eran buenos arqueros. Y además, algo les estaba molestando. Una... nube, extraña.
Desenvainó su espada. No la había mantenido quieta ni un solo momento aquella maldita noche, diablos. No iba a atacar con ella, pero las flechas eran molestas. Agitó la espada por delante del escudo una sola vez, rompiendo los astiles para hacer la rodela más manejable. Casi como respuesta, una flecha más vino a clavarse a su lado. La rompió igual.
Cabrones. Tarde o temprano la golpearían. No vio a Dulfary doblar la esquina, ni caerse, pero hacía lo que podía por seguirla; por suerte, pronto parecieron renegar de los arcos. No eran tiradores muy bien entrenados.
- ¡Cogedlas, inútiles!
La semielfa quiso creer que aquello significaba que alguien correría tras ella. Diablos, también asumió que éso significaba que iban a dejar de tirar. No bien lo hubo pensado, retiró el escudo y se dio la vuelta. La siguiente esquina estaba a pocos pasos, y no tardó en alcanzarla. Escuchó el golpe de una punta metálica contra la piedra, cerca de ella, y cómo unos pasos salían de la nube de polvo y nieve para seguirla. Encontró a Dulfary levantándose, maldita fuera, había caído. Dio un paso hacia ella, se detuvo. Su instinto le dijo; da un paso atrás, obedeció de inmediato, volviéndose a medias.
Sonrió. Rara vez fallaba el instinto, lo que ella llamaba “la otra Rose”; tan pronto se volvió, tan pronto extendió el brazo, el soldado que la seguía dobló la misma esquina junto a la que se encontraba. El reborde metálico de su escudo y la boca del hombre se hicieron amigos de inmediato, oyó crujir la mandíbula. Cayó al suelo con un alarido de dolor, y entonces, solo entonces, la semielfa se volvió hacia Dulfary, y corrió hacia ella.
- ¡Dul! - exclamó. - ¿Estás bien?
El soldado no era el único que venía, y la semielfa, por mucho que se preocupase por Dul, estaba atenta por si tenía que volver a poner el escudo. Pero aquello no significaba que tuvieran que quedarse quietas.
- ¡Corre! - exclamó, volviéndose mientras daba un par de casi cómicos saltitos hacia atrás, manteniéndose en guardia.
De dónde sacaban aquellas fuerzas. Dioses, si lo hubiera sabido. Estaba rendida. Prefería no pensar en ello. No lo iba a soportar mucho más.
Por supuesto que Rose retrocedió. No era tan imbécil como para quedarse ahí, pero guardó las distancias con Dulfary. Antes de que pudieran entrar en el callejón, la punta de una flecha perforó la madera del escudo, y una segunda rebotó en el borde metálico de la rodela. Había dos arcos, no uno. Y tiraban a dar. Dejó un poco de espacio a Dul para que corriera.
Y si, retrocedió, pero no podía darse la vuelta. No hasta que se introdujo en el callejón; entonces se volvió, corrió tras Dul como un gamo, y se volvió de nuevo tan pronto como lo vio prudente, no queriendo dejar sin protección a su compañera demasiado tiempo. Efectivamente, a los pocos instantes de hacerlo una flecha pasó de nuevo silbando cerca de ella, pero sin darle. No eran buenos arqueros. Y además, algo les estaba molestando. Una... nube, extraña.
Desenvainó su espada. No la había mantenido quieta ni un solo momento aquella maldita noche, diablos. No iba a atacar con ella, pero las flechas eran molestas. Agitó la espada por delante del escudo una sola vez, rompiendo los astiles para hacer la rodela más manejable. Casi como respuesta, una flecha más vino a clavarse a su lado. La rompió igual.
Cabrones. Tarde o temprano la golpearían. No vio a Dulfary doblar la esquina, ni caerse, pero hacía lo que podía por seguirla; por suerte, pronto parecieron renegar de los arcos. No eran tiradores muy bien entrenados.
- ¡Cogedlas, inútiles!
La semielfa quiso creer que aquello significaba que alguien correría tras ella. Diablos, también asumió que éso significaba que iban a dejar de tirar. No bien lo hubo pensado, retiró el escudo y se dio la vuelta. La siguiente esquina estaba a pocos pasos, y no tardó en alcanzarla. Escuchó el golpe de una punta metálica contra la piedra, cerca de ella, y cómo unos pasos salían de la nube de polvo y nieve para seguirla. Encontró a Dulfary levantándose, maldita fuera, había caído. Dio un paso hacia ella, se detuvo. Su instinto le dijo; da un paso atrás, obedeció de inmediato, volviéndose a medias.
Sonrió. Rara vez fallaba el instinto, lo que ella llamaba “la otra Rose”; tan pronto se volvió, tan pronto extendió el brazo, el soldado que la seguía dobló la misma esquina junto a la que se encontraba. El reborde metálico de su escudo y la boca del hombre se hicieron amigos de inmediato, oyó crujir la mandíbula. Cayó al suelo con un alarido de dolor, y entonces, solo entonces, la semielfa se volvió hacia Dulfary, y corrió hacia ella.
- ¡Dul! - exclamó. - ¿Estás bien?
El soldado no era el único que venía, y la semielfa, por mucho que se preocupase por Dul, estaba atenta por si tenía que volver a poner el escudo. Pero aquello no significaba que tuvieran que quedarse quietas.
- ¡Corre! - exclamó, volviéndose mientras daba un par de casi cómicos saltitos hacia atrás, manteniéndose en guardia.
De dónde sacaban aquellas fuerzas. Dioses, si lo hubiera sabido. Estaba rendida. Prefería no pensar en ello. No lo iba a soportar mucho más.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Con todo lo que le costó calentar el cuchillo que tenía ahora en la mano, dudo más tiempo del que tenía permitido el lanzarlo o no, contra el soldado que le pisaba los talones a Rose y que ella, por fortuna, supo dejar fuera de combate con el escudo.
Le pedía correr, exactamente lo mismo que le solicitaba su sentido común. Pero con el otro tan encima de ellas, algo tenía que aportar que no fuera solo correr como desaforada dejándole todo el trabajo pesado ala semielfa.
Se guardó el arma que había medio calentado dentro de la manga, y de su bolsita sacó otros dos, los cuales lanzó justo por el lado de Rose y fueron a dar, como casi siempre, a la altura del muslo y al brazo en u parte superior, donde estaba menos protegido, haciendo caer al soldado restante que se había adelantado al grupo, en parte por su propia carrera.
Después de eso, no tuvo que repetirle dos veces que corriera. Se dio la vuelta y empezó a correr de nuevo, sin estar muy segura de a donde dirigirse. En cuanto alcanzó la siguiente esquina giró por esta y lo hizo nuevamente en la siguiente esquina. Eran callejones cortos, estrechos y laberínticos que si bien las alejaban del grupo que aun las seguía de cerca, las estaba distanciando también de su objetivo de llegar a la Ciudad en Ruinas o a la zona de bodegas de la ciudad.
Hasta ahí llegaba la propuesta de las tres calles, aunque faltara poco para terminar ese plazo, no era posible de cumplir. En tal caso solo quedaba esperar que los músculos dejaran de estar entumecidos, que el aire dejara de quemar al ingresar directo a los pulmones, sin dejar de correr.
Le pedía correr, exactamente lo mismo que le solicitaba su sentido común. Pero con el otro tan encima de ellas, algo tenía que aportar que no fuera solo correr como desaforada dejándole todo el trabajo pesado ala semielfa.
Se guardó el arma que había medio calentado dentro de la manga, y de su bolsita sacó otros dos, los cuales lanzó justo por el lado de Rose y fueron a dar, como casi siempre, a la altura del muslo y al brazo en u parte superior, donde estaba menos protegido, haciendo caer al soldado restante que se había adelantado al grupo, en parte por su propia carrera.
Después de eso, no tuvo que repetirle dos veces que corriera. Se dio la vuelta y empezó a correr de nuevo, sin estar muy segura de a donde dirigirse. En cuanto alcanzó la siguiente esquina giró por esta y lo hizo nuevamente en la siguiente esquina. Eran callejones cortos, estrechos y laberínticos que si bien las alejaban del grupo que aun las seguía de cerca, las estaba distanciando también de su objetivo de llegar a la Ciudad en Ruinas o a la zona de bodegas de la ciudad.
Hasta ahí llegaba la propuesta de las tres calles, aunque faltara poco para terminar ese plazo, no era posible de cumplir. En tal caso solo quedaba esperar que los músculos dejaran de estar entumecidos, que el aire dejara de quemar al ingresar directo a los pulmones, sin dejar de correr.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Además, no importaba.
Incluso si hubieran acabado de recorrer las tres calles y hubieran descubierto que, efectivamente, la zona de almacenes comenzaba justo donde lo habían señalado, ¿Qué sentido tenía ahora? Las habían descubierto, de nuevo; si desaparecían de pronto, las buscarían exhaustivamente.
Eso no era nada esperanzador. Pero tampoco significaba que tuvieran que estar todo el resto de la noche en la calle. Morirían si lo hacían. El frío seguía pegando muy duro, por mucho que la extenuante carrera las mantuviese en el calor del cansancio. Rose sentía que el sudor le pegaba el pelo a la cara, y que le dolían las piernas, y también los brazos. Hacía rato que tenía un punzante dolor en el costado izquierdo. Y la mandíbula, donde ya se notaba el moratón, seguía molestándole. Pero no podía ceder ahora, ¿Verdad? No, no podía. Ya habían recorrido demasiado como para rendirse.
Pero se hacía difícil seguir adelante.
Corrió detrás de Dul como un gamo, confiando en que llegarían a la siguiente bocacalle antes de que los soldados las viesen hacerlo. Quizá podrían perderse entre los callejones, cosa que era muy peligrosa, ya que ellos los conocerían, mientras que ellas... bueno, esperó que Dulfary sí que lo hiciera. La pelirroja suspiró de alivio cuando Dul giró, internándose en un callejón, y luego en otro. Avanzaron un poco más, y casi le pareció un guiño del destino cuando, al pasar junto a un edificio, sus sentidos de semielfa le alertaron de algo.
- ¡Dul! - exclamó, intentando no levantar demasiado la voz. - ¡Aquí!
El hueco de la ventana no era muy grande, pero era suficiente para que pudiesen meterse a través de él. Además, seguramente un soldado con armadura no podría perseguirlas; suponiendo que lograra verlo, ya que era bastante difícil. La semielfa levantó el brazo para llamar la atención de la rubia, y tiró el escudo dentro de la casa para, primero, que no le estorbara a la hora de meterse, y dos, que Dul supiera por qué la llamaba.
Incluso si hubieran acabado de recorrer las tres calles y hubieran descubierto que, efectivamente, la zona de almacenes comenzaba justo donde lo habían señalado, ¿Qué sentido tenía ahora? Las habían descubierto, de nuevo; si desaparecían de pronto, las buscarían exhaustivamente.
Eso no era nada esperanzador. Pero tampoco significaba que tuvieran que estar todo el resto de la noche en la calle. Morirían si lo hacían. El frío seguía pegando muy duro, por mucho que la extenuante carrera las mantuviese en el calor del cansancio. Rose sentía que el sudor le pegaba el pelo a la cara, y que le dolían las piernas, y también los brazos. Hacía rato que tenía un punzante dolor en el costado izquierdo. Y la mandíbula, donde ya se notaba el moratón, seguía molestándole. Pero no podía ceder ahora, ¿Verdad? No, no podía. Ya habían recorrido demasiado como para rendirse.
Pero se hacía difícil seguir adelante.
Corrió detrás de Dul como un gamo, confiando en que llegarían a la siguiente bocacalle antes de que los soldados las viesen hacerlo. Quizá podrían perderse entre los callejones, cosa que era muy peligrosa, ya que ellos los conocerían, mientras que ellas... bueno, esperó que Dulfary sí que lo hiciera. La pelirroja suspiró de alivio cuando Dul giró, internándose en un callejón, y luego en otro. Avanzaron un poco más, y casi le pareció un guiño del destino cuando, al pasar junto a un edificio, sus sentidos de semielfa le alertaron de algo.
- ¡Dul! - exclamó, intentando no levantar demasiado la voz. - ¡Aquí!
El hueco de la ventana no era muy grande, pero era suficiente para que pudiesen meterse a través de él. Además, seguramente un soldado con armadura no podría perseguirlas; suponiendo que lograra verlo, ya que era bastante difícil. La semielfa levantó el brazo para llamar la atención de la rubia, y tiró el escudo dentro de la casa para, primero, que no le estorbara a la hora de meterse, y dos, que Dul supiera por qué la llamaba.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Siguiente esquina. Si la tomaban, llegarían a un callejón más largo que desembocaba en una calle ancha y que venía de una pequeña plazoleta; tendrían que atravesarla sin perder el impulso, o sea, sin detenerse antes a mirar si había soldados para llegar hasta el otro lado, rogar que no tuvieran armas de rango y volver a escabullirse entre los pasajes estrechos que…
A duras penas si escuchó su nombre, tan metida estaba en sus mapas mentales. Patinó sobre la mezcla de nieve, agua y lodo al girarse para ir en su ayuda y sin entender lo que sucedía regresó sobre sus pasos tan rápido como pudo.
El cansancio volvió a caer sobre ella, con fuerza abrumadora y sintió como le faltaba el aire a pesar de estar respirando, pero no le impidió llegar junto a Rose, y apoyarse en la pared en cuanto le dio alcance, para mantenerse en pie.
- Qué es lo… - sus ojos se abrieron con fascinación – es… es… - no podía decirlo, pero se obligó – un hueco – la incredulidad y falta de fuerza en el tono al mencionar el descubrimiento coincidía con el asombro de su cara – es un hueco!! – se lo mostró con el dedo a Rose aunque había sido ella quien lo encontró. Sentía volver el alma al cuerpo y, con ella, la sonrisa.
Se alejó a la pared contraria, mientras esperaba que Rose se metiera por el estrecho agujero, para valerse del viento para cubrir sus huellas. Si se daban cuenta que estas llegaban hasta cierto punto y luego regresaban y se perdían frente a… algo, volverían a dar con ellas muy rápido.
A duras penas si escuchó su nombre, tan metida estaba en sus mapas mentales. Patinó sobre la mezcla de nieve, agua y lodo al girarse para ir en su ayuda y sin entender lo que sucedía regresó sobre sus pasos tan rápido como pudo.
El cansancio volvió a caer sobre ella, con fuerza abrumadora y sintió como le faltaba el aire a pesar de estar respirando, pero no le impidió llegar junto a Rose, y apoyarse en la pared en cuanto le dio alcance, para mantenerse en pie.
- Qué es lo… - sus ojos se abrieron con fascinación – es… es… - no podía decirlo, pero se obligó – un hueco – la incredulidad y falta de fuerza en el tono al mencionar el descubrimiento coincidía con el asombro de su cara – es un hueco!! – se lo mostró con el dedo a Rose aunque había sido ella quien lo encontró. Sentía volver el alma al cuerpo y, con ella, la sonrisa.
Se alejó a la pared contraria, mientras esperaba que Rose se metiera por el estrecho agujero, para valerse del viento para cubrir sus huellas. Si se daban cuenta que estas llegaban hasta cierto punto y luego regresaban y se perdían frente a… algo, volverían a dar con ellas muy rápido.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Era más complicado de lo que parecía.
El enrejado de la ventana estaba bastante deteriorado, y roto, pero seguía siendo un enrejado. Los barrotes estaban oxidados, lo que los hacía mucho más peligrosos. Sin querer clavarse nada ni tardar demasiado, lo mejor que podía hacer Rose era... saltar dentro.
Dicho y hecho... bueno, más o menos.
Tras tirar el escudo, la pelirroja quiso saltar a continuación. Pensó en entrar con los brazos por delante, haciéndose un ovillo para rodar por el suelo, pero se le enganchó la falda en un barrote. La tela se rajó, como era lógico, y desvió la trayectoria de la chica lo suficiente para que, uno, se hiciese sangre en la pierna al arañársela con el metal; y dos, se diese un sonoro costalazo en el interior de la casa, que acompañó con un gemido ahogado. Un pedazo pequeño de su falda se quedó encajado del barrote. La muchacha pataleó en el interior, mordiéndose el labio inferior mientras se llevaba las manos a la pierna, intentando no gimotear.
Estaba demasiado cansada como para ser estoica con el dolor, pero tenía que hacerlo.
- Cu... cuidado - consiguió lloriquear. - Está un poco más alto por dentro que por fuera...
"Ay", agregó interiormente. Se despojó de la espada. Quería ponerse de pie, así fuera para no preocupar a Dulfary, pero temía hacer demasiado ruido. Tampoco sabía dónde se habían metido...
El enrejado de la ventana estaba bastante deteriorado, y roto, pero seguía siendo un enrejado. Los barrotes estaban oxidados, lo que los hacía mucho más peligrosos. Sin querer clavarse nada ni tardar demasiado, lo mejor que podía hacer Rose era... saltar dentro.
Dicho y hecho... bueno, más o menos.
Tras tirar el escudo, la pelirroja quiso saltar a continuación. Pensó en entrar con los brazos por delante, haciéndose un ovillo para rodar por el suelo, pero se le enganchó la falda en un barrote. La tela se rajó, como era lógico, y desvió la trayectoria de la chica lo suficiente para que, uno, se hiciese sangre en la pierna al arañársela con el metal; y dos, se diese un sonoro costalazo en el interior de la casa, que acompañó con un gemido ahogado. Un pedazo pequeño de su falda se quedó encajado del barrote. La muchacha pataleó en el interior, mordiéndose el labio inferior mientras se llevaba las manos a la pierna, intentando no gimotear.
Estaba demasiado cansada como para ser estoica con el dolor, pero tenía que hacerlo.
- Cu... cuidado - consiguió lloriquear. - Está un poco más alto por dentro que por fuera...
"Ay", agregó interiormente. Se despojó de la espada. Quería ponerse de pie, así fuera para no preocupar a Dulfary, pero temía hacer demasiado ruido. Tampoco sabía dónde se habían metido...
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Una vez que se borraron sus huellas, se aproximò a la ventana. Desde donde estaba no podía ver el interior en penumbra de la casa, pero lo que si oyó fue la caida de Rose. Hizo una mueca de dolor empatico y empezó a pensar como pasar ella.
Puso la mano sobre el barrote. Estaba demasiado frío, no podía agarrarlo. Lo que si podía quitar era el pedazo de falda de Rose, el cual miró con curiosidad antes de guardarselo en el bolsillo.
- Ok, lo tendre en cuenta - empezó a dar brinquitos en el mismo sitio para calentar. Apoyó un pie en la pared, se estiró hasta agarrarse del barrote horizontal mas cercano, dio un brinco impulsadose con el pie en la pared, para meter primero las piernas y luego el resto del cuerpo con la inercia del impulso.
Lo hizo con mucha fuerza, la que necesitaba para que la primera mitad del cuerpo pasara sin problema, pero demasiada para no darse tiempo a si misma para acomodar mejor los hombros y soltar las manos sin lastimarse el brazo con el tubo.
Se atragantó con el quejido y cayó como una plasta mas allá, con la sesancion de vertigo y vacío al no tocar el suelo antes de lo que creía, a pesar de la advertencia de Rose. Pero antes que los golpes en el cuerpo, le preocupaba la sangre que salía del brazo al rasgarse con el hierro.
- Au - susurró. Tenía que decirlo, todo le pedía que lo gritara y se quejara para desahogarse, pero solo dijo eso, tajante.
Pero lo que mas le llamó del lugar fue la ausencia de nieve.
Puso la mano sobre el barrote. Estaba demasiado frío, no podía agarrarlo. Lo que si podía quitar era el pedazo de falda de Rose, el cual miró con curiosidad antes de guardarselo en el bolsillo.
- Ok, lo tendre en cuenta - empezó a dar brinquitos en el mismo sitio para calentar. Apoyó un pie en la pared, se estiró hasta agarrarse del barrote horizontal mas cercano, dio un brinco impulsadose con el pie en la pared, para meter primero las piernas y luego el resto del cuerpo con la inercia del impulso.
Lo hizo con mucha fuerza, la que necesitaba para que la primera mitad del cuerpo pasara sin problema, pero demasiada para no darse tiempo a si misma para acomodar mejor los hombros y soltar las manos sin lastimarse el brazo con el tubo.
Se atragantó con el quejido y cayó como una plasta mas allá, con la sesancion de vertigo y vacío al no tocar el suelo antes de lo que creía, a pesar de la advertencia de Rose. Pero antes que los golpes en el cuerpo, le preocupaba la sangre que salía del brazo al rasgarse con el hierro.
- Au - susurró. Tenía que decirlo, todo le pedía que lo gritara y se quejara para desahogarse, pero solo dijo eso, tajante.
Pero lo que mas le llamó del lugar fue la ausencia de nieve.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Sí, au. Estaba completamente de acuerdo con eso.
Intentó levantarse. En vano; se había hecho daño. La pierna no le respondía bien, supuso que por el golpe, y tampoco tenía demasiadas fuerzas. A través del roto en la falda podía ver que la herida de su pierna no era grave, pero daba igual.
Rezó a tantos dioses como se le ocurrieron para que la patrulla pasara de largo. Habían pasado un rato intentando entrar, esperó que no las hubiesen oido, que no se figurasen... que ninguno de ellos viese la ventana medio rota, que no cayesen en la cuenta. Rezó en silencio, con toda su atención puesta en el sonido de pasos que se acercaba lentamente al callejón.
No se había dado cuenta de la falta de nieve. Pero si, aquel lugar estaba... limpio.
Bueno, no. No estaba limpio. El polvo era espeso, se le pegaba en los brazos sudorosos como una película. Pero alguien se había dedicado a quitar la nieve, y eso ya decía algo. La casa... podía estar habitada. A Rose le dio un vuelco el corazón al pensar eso, pero no podía hablar. No se lo podía decir a Dulfary. Los soldados pasaron por delante de la ventana, aparentemente sin verla. O si la vieron - alguno llevaba antorchas, maldita fuera - no le prestaron atención.
Y acabaron por pasar de largo.
De largo, maldita fuera. De largo. Los pasos continuaron dejándose escuchar un rato, el eco aún más. Las voces, las órdenes. Rose aún tuvo miedo durante muchos minutos. Todo quedó en silencio cuando se hubieron ido; arrodillada frente al hueco de la ventana, sintiéndose desfallecer, la pelirroja exhaló una sonrisa de triunfo vacío.
- Dios - gimió. - Dulfary... Dul, estás... ¿Estás... bien?
No podía con su alma. Tenía la mano derecha sobre la pierna, y se le estaba manchando de sangre. Se dio cuenta de que la herida sería grave si no se la limpiaba y vendaba de inmediato, para lo cual... necesitaba agua.
- Agua - volvió a gimotear.
Sus ojos de medio elfa se adaptaban rápidamente al medio. En una esquinita había unos cacharros de metal que parecían limpios. Se preguntó si tendrían agua. Su instinto le dijo que se abalanzara a ellos, pero primero se acercó a Dulfary, para ver cómo había terminado ella. No se molestó en levantarse, lo hizo a gatas.
- ¿Dul?
Intentó levantarse. En vano; se había hecho daño. La pierna no le respondía bien, supuso que por el golpe, y tampoco tenía demasiadas fuerzas. A través del roto en la falda podía ver que la herida de su pierna no era grave, pero daba igual.
Rezó a tantos dioses como se le ocurrieron para que la patrulla pasara de largo. Habían pasado un rato intentando entrar, esperó que no las hubiesen oido, que no se figurasen... que ninguno de ellos viese la ventana medio rota, que no cayesen en la cuenta. Rezó en silencio, con toda su atención puesta en el sonido de pasos que se acercaba lentamente al callejón.
No se había dado cuenta de la falta de nieve. Pero si, aquel lugar estaba... limpio.
Bueno, no. No estaba limpio. El polvo era espeso, se le pegaba en los brazos sudorosos como una película. Pero alguien se había dedicado a quitar la nieve, y eso ya decía algo. La casa... podía estar habitada. A Rose le dio un vuelco el corazón al pensar eso, pero no podía hablar. No se lo podía decir a Dulfary. Los soldados pasaron por delante de la ventana, aparentemente sin verla. O si la vieron - alguno llevaba antorchas, maldita fuera - no le prestaron atención.
Y acabaron por pasar de largo.
De largo, maldita fuera. De largo. Los pasos continuaron dejándose escuchar un rato, el eco aún más. Las voces, las órdenes. Rose aún tuvo miedo durante muchos minutos. Todo quedó en silencio cuando se hubieron ido; arrodillada frente al hueco de la ventana, sintiéndose desfallecer, la pelirroja exhaló una sonrisa de triunfo vacío.
- Dios - gimió. - Dulfary... Dul, estás... ¿Estás... bien?
No podía con su alma. Tenía la mano derecha sobre la pierna, y se le estaba manchando de sangre. Se dio cuenta de que la herida sería grave si no se la limpiaba y vendaba de inmediato, para lo cual... necesitaba agua.
- Agua - volvió a gimotear.
Sus ojos de medio elfa se adaptaban rápidamente al medio. En una esquinita había unos cacharros de metal que parecían limpios. Se preguntó si tendrían agua. Su instinto le dijo que se abalanzara a ellos, pero primero se acercó a Dulfary, para ver cómo había terminado ella. No se molestó en levantarse, lo hizo a gatas.
- ¿Dul?
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Pasos. Pasos que se acercaban. Se quitó de la poca luz que entraba de la ventana. Si la veían y se asomaba lo ultimo que podía verse era el cuerpo de una las "rebeldes", tirado como una plasta.
Se estaba ahogando de respirar cada vez más despacio para que no las escucharan y el tiempo se elengó mas de lo que podía soportar su resistencia física. Pero se iban... se iban y las dejaban atrás. Adios, cretinos, adios!! se le pedía el cuerpo de la misma forma que le había pedido que se quejara.
Pero ahora tenía problemas mas graves. Ya no moriría de hipotermia o de neumonía si no de... del mal de la sangre con hierro, o algo así, no recordaba el termino exacto. Como fuera, dejó caer la cabeza contra el piso, son un resoplido de alivio muy parecido al de Rose.
Estar bien? Qué definiera esos términos, que ella quería preguntarle lo mismo. Sin embargo sonrió por sentirse al menos por un minuto a salvo y para quitarle parte de la preocupación a su amiga.
- No te preocupes, he sobrevivido a mí misma 12 años, puedo salir invicta de un ventana rota - suspiró - tu estas bien? me encontré la mitad de tu ropa en los barrotes, te hiciste daño? - supo guardarse agregar "como yo", pero estar tirada en el piso sin moverse, con el brazo herido agarrado, ya decía mucho mas que sus palabras.
Se estaba ahogando de respirar cada vez más despacio para que no las escucharan y el tiempo se elengó mas de lo que podía soportar su resistencia física. Pero se iban... se iban y las dejaban atrás. Adios, cretinos, adios!! se le pedía el cuerpo de la misma forma que le había pedido que se quejara.
Pero ahora tenía problemas mas graves. Ya no moriría de hipotermia o de neumonía si no de... del mal de la sangre con hierro, o algo así, no recordaba el termino exacto. Como fuera, dejó caer la cabeza contra el piso, son un resoplido de alivio muy parecido al de Rose.
Estar bien? Qué definiera esos términos, que ella quería preguntarle lo mismo. Sin embargo sonrió por sentirse al menos por un minuto a salvo y para quitarle parte de la preocupación a su amiga.
- No te preocupes, he sobrevivido a mí misma 12 años, puedo salir invicta de un ventana rota - suspiró - tu estas bien? me encontré la mitad de tu ropa en los barrotes, te hiciste daño? - supo guardarse agregar "como yo", pero estar tirada en el piso sin moverse, con el brazo herido agarrado, ya decía mucho mas que sus palabras.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
No, no estaba bien.
Era lo que Dulfary estaba pensando; estaba tendida, se agarraba un brazo, y había sangre, olía a sangre. Y no era la de Rose. Dulfary también estaba herida. La pelirroja puso los ojos en blanco por un momento, sintiéndose... débil. Demasiado débil para continuar. Pero no podía permitirse a sí misma desfallecer. No ahora.
Gateó un poco más. En aquella estancia, que parecía un almacén, había un puñado de viejos estantes de madera húmeda y carcomida, que tenían pinta de no estar muy lejos de derrumbarse. Bajo uno de los muebles, había... bien, no estaba segura de lo que eran, pero la intuición le dijo que era justo lo que buscaba. Una especie de garrafas metálicas de gran tamaño, que estaban un poco oxidadas, pero más limpias y mejor cuidadas que el resto de los objetos del almacén.
- Un poco más - bromeó, distraída. - Me he cortado. No es grave.
No mentía, no lo creía grave, aunque notaba que la sangre ya le bajaba de la rodilla. Sí era grave el dolor que sentía en el brazo, a raíz de la caída. Pero podía soportarlo. Con suerte, sólo sería una contusión. No le dolía como si se hubiera roto el brazo, desde luego. Pero Dulfary también estaba herida; no sería Rose la que permitiera que se preocupase por ella en lugar de por sí misma.
- ¿Doce?
El pensamiento la traicionó. ¿Doce años...? ¿Doce años desde qué? ¿Por qué doce? Miró a la muchacha, extrañada por el comentario. Pero no supo si darle importancia. Quizás era un comentario sobre algo de su vida privada. La pelirroja trasteó descuidadamente con una de las garrafas, volviendo a centrarse en lo que tenía entre manos. Le llevó un rato descubrir cómo se abrían, pero finalmente encontró lo que buscaba.
Se asomó al interior de la garrafa, como una desesperada. Sonrió sin darse cuenta al hacerlo, y buscó algo que introducir en el interior del recipiente. Al final, lo hizo con un pedazo de la tapa, llenándolo, y lo sacó. La olió, y luego la saboreó un momento.
- Agua - casi gimió.
No era agua limpia, pero casi. Podían beberla. Y lo más importante, podían usarlas para lavarse las heridas. Le hizo una seña a Dulfary para que se acercase.
Era lo que Dulfary estaba pensando; estaba tendida, se agarraba un brazo, y había sangre, olía a sangre. Y no era la de Rose. Dulfary también estaba herida. La pelirroja puso los ojos en blanco por un momento, sintiéndose... débil. Demasiado débil para continuar. Pero no podía permitirse a sí misma desfallecer. No ahora.
Gateó un poco más. En aquella estancia, que parecía un almacén, había un puñado de viejos estantes de madera húmeda y carcomida, que tenían pinta de no estar muy lejos de derrumbarse. Bajo uno de los muebles, había... bien, no estaba segura de lo que eran, pero la intuición le dijo que era justo lo que buscaba. Una especie de garrafas metálicas de gran tamaño, que estaban un poco oxidadas, pero más limpias y mejor cuidadas que el resto de los objetos del almacén.
- Un poco más - bromeó, distraída. - Me he cortado. No es grave.
No mentía, no lo creía grave, aunque notaba que la sangre ya le bajaba de la rodilla. Sí era grave el dolor que sentía en el brazo, a raíz de la caída. Pero podía soportarlo. Con suerte, sólo sería una contusión. No le dolía como si se hubiera roto el brazo, desde luego. Pero Dulfary también estaba herida; no sería Rose la que permitiera que se preocupase por ella en lugar de por sí misma.
- ¿Doce?
El pensamiento la traicionó. ¿Doce años...? ¿Doce años desde qué? ¿Por qué doce? Miró a la muchacha, extrañada por el comentario. Pero no supo si darle importancia. Quizás era un comentario sobre algo de su vida privada. La pelirroja trasteó descuidadamente con una de las garrafas, volviendo a centrarse en lo que tenía entre manos. Le llevó un rato descubrir cómo se abrían, pero finalmente encontró lo que buscaba.
Se asomó al interior de la garrafa, como una desesperada. Sonrió sin darse cuenta al hacerlo, y buscó algo que introducir en el interior del recipiente. Al final, lo hizo con un pedazo de la tapa, llenándolo, y lo sacó. La olió, y luego la saboreó un momento.
- Agua - casi gimió.
No era agua limpia, pero casi. Podían beberla. Y lo más importante, podían usarlas para lavarse las heridas. Le hizo una seña a Dulfary para que se acercase.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Se movió en el suelo, acomodándose mejor para seguir con la mirada a Rose por el lugar. Le había dicho que se había cortado, tenía sus dudas de si realmente era algo "no grave", tal vez no quería preocuparla, tal vez el frío no dejaba que sintiera la gravedad del asunto.
- sip, doce... - suspiro al ratificar su respuesta, pero no cayó en cuenta que no era clara la frase, ni que el comentario ganaba connotación de "Interno" - doce largos años y sigo de una pieza - sonrió con burla hacia sí misma - con muchos remiendos, pero entera - giró del todo sobre sí misma y quedó a tres patas, interesada en lo que buscaba la medio elfa, cosa que le quedó clara cuando gimió.
Perfecto, agua, apenas para sus heridas. Sonrió aliviada. Gateó muy lento por moverse con una "pata" menos, pero llegó donde ella. Le dolía horrores, apoyarla, moverla, dejarla quieta. Tal vez no debía deshacerse del pedazo de falda de Rose para hacerse un torniquete.
- Rose... de donde vienes? qué ibas a hacer esta noche? - no le cabía aun en la cabeza qué era eso tan importante que las llevó a semejante persecución y que ahora parecía quedar de lado.
- sip, doce... - suspiro al ratificar su respuesta, pero no cayó en cuenta que no era clara la frase, ni que el comentario ganaba connotación de "Interno" - doce largos años y sigo de una pieza - sonrió con burla hacia sí misma - con muchos remiendos, pero entera - giró del todo sobre sí misma y quedó a tres patas, interesada en lo que buscaba la medio elfa, cosa que le quedó clara cuando gimió.
Perfecto, agua, apenas para sus heridas. Sonrió aliviada. Gateó muy lento por moverse con una "pata" menos, pero llegó donde ella. Le dolía horrores, apoyarla, moverla, dejarla quieta. Tal vez no debía deshacerse del pedazo de falda de Rose para hacerse un torniquete.
- Rose... de donde vienes? qué ibas a hacer esta noche? - no le cabía aun en la cabeza qué era eso tan importante que las llevó a semejante persecución y que ahora parecía quedar de lado.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Rose se asomó al cántaro.
Bien, tenían agua. Ahora tenían dos problemas. El primero de ellos, el más obvio; el agua estaba helada. O la sacaban con algo o no sería demasiado agradable. El segundo era el que preocupaba a la chica: ¿Bastaría con agua?
Habría que probar. Tan pronto como Dulfary se acercó, Rose se revolvió para quedar sentada de forma que pudiera acceder a su falda, a la que le rajó otros dos pedazos. Total, ya estaba hecha jirones. En fin; Dulfary cojeaba, se arrastraba. Riadh no lo dudó ni por un momento; lo suyo era más importante.
- ¿Desde qué? - preguntó, curiosa.
No podía saberlo. No podía imaginarlo.
Mientras preguntaba, hizo una bola de tela con uno de los pedazos de la falda, y lo metió en el agua del cántaro. Como esperaba, el agua estaba helada, y sintió entumecerse su mano de inmediato. Pero no dijo nada. Empapó el paño, y luego lo llevó hasta la herida de Dulfary. Le sujetó la muñeca con fuerza, a sabiendas de que el frío del agua le haría intentar quitar la mano - cómo podía saberlo, no estaba muy segura - y luego le limpió con destreza las heridas.
- No se si vendarte o hacerte un torniquete - susurró. - Veamos si ésto para la hemorragia.
... y calló.
La pregunta llegó mientras extendía la venda - menos mal que no le había dado por gastar las que llevaba con el maldito bastardo de antes - alrededor del brazo de Dulfary. Estaba limpia, aunque se manchó de sangre enseguida. No importaba. Para éso estaban las vendas.
Ojalá las hubiese para tapar las heridas del alma.
- Yo... - balbuceó. - No... no tiene...
"No tiene importancia", pensó. Pero sí la tenía, ¿Verdad? Miró a los ojos de Dulfary, pero no pudo sostenerle la mirada. Tan pronto como hubo terminado de vendarle el brazo, se quedó cabizbaja un momento.
- No... no lo se - confesó.
Bien, tenían agua. Ahora tenían dos problemas. El primero de ellos, el más obvio; el agua estaba helada. O la sacaban con algo o no sería demasiado agradable. El segundo era el que preocupaba a la chica: ¿Bastaría con agua?
Habría que probar. Tan pronto como Dulfary se acercó, Rose se revolvió para quedar sentada de forma que pudiera acceder a su falda, a la que le rajó otros dos pedazos. Total, ya estaba hecha jirones. En fin; Dulfary cojeaba, se arrastraba. Riadh no lo dudó ni por un momento; lo suyo era más importante.
- ¿Desde qué? - preguntó, curiosa.
No podía saberlo. No podía imaginarlo.
Mientras preguntaba, hizo una bola de tela con uno de los pedazos de la falda, y lo metió en el agua del cántaro. Como esperaba, el agua estaba helada, y sintió entumecerse su mano de inmediato. Pero no dijo nada. Empapó el paño, y luego lo llevó hasta la herida de Dulfary. Le sujetó la muñeca con fuerza, a sabiendas de que el frío del agua le haría intentar quitar la mano - cómo podía saberlo, no estaba muy segura - y luego le limpió con destreza las heridas.
- No se si vendarte o hacerte un torniquete - susurró. - Veamos si ésto para la hemorragia.
... y calló.
La pregunta llegó mientras extendía la venda - menos mal que no le había dado por gastar las que llevaba con el maldito bastardo de antes - alrededor del brazo de Dulfary. Estaba limpia, aunque se manchó de sangre enseguida. No importaba. Para éso estaban las vendas.
Ojalá las hubiese para tapar las heridas del alma.
- Yo... - balbuceó. - No... no tiene...
"No tiene importancia", pensó. Pero sí la tenía, ¿Verdad? Miró a los ojos de Dulfary, pero no pudo sostenerle la mirada. Tan pronto como hubo terminado de vendarle el brazo, se quedó cabizbaja un momento.
- No... no lo se - confesó.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Miraba con mucha atención lo que le hacía a su falda. Debía invertir mucho en el sastre, o comerciar con textiles. Pero entendía que ya entrados en gastos, romper otro poco la falda, más ahora que ya estaban en posición de darse un respiro, no iba a hacer mucha diferencia.
Su sonrisa, diminuta dadas las circunstancias, se mantenía mientras asimilaba lo recursiva y bien preparada, intelectualmente hablando, que estaba su compñaera. Deseó en silencio llegar algun día, cuando fuera un poco mas adulta o antes si se podía, ser tan recursiva como ella, tener ideas tan prácticas para situaciones tan adversas con las que tenían en ese momento.
Y su sonrisa diminuta se borró. Habíá hablado de más. Y ahra tenía dos opciones, tener una charla muy larga sobre maldiciones y apariencias o mentirle a quien ya le tenía cariño por todo lo vivido en lo que iba de noche. Plan C
- Desde que empecé a vivir. Antes de eso, estaba a la sombra de mis padres - no mentía y se podía interpretar de cualquier forma, literal, en cuyo caso tendría que explicarle todo, metaforico, si se veía de 20 y quitaba 12, eso daba 8 y es normal que un niño no tenga mucho a lo que llamar vivir y sobrevivir. - Ahgg! - se quejó y efectivamente trató de quitar el brazo con el contacto del agua contra esa parte que aun se negaba a enfriarse al igual que el resto del cuerpo.
Apretaba los dientes, con ojos humedos, y se medio mordía el labio aguantando (mal aguantando) el procedimiento. ~ fuiste muy valiente para que la elfa psicopata te cosiera dos aberturas el doble de esto y vas a llorar por un poco de agua y limpieza de una heridita? ~ - Siii... - gimió ahora ella respondiendo a su propia pregunta, no las sugerencias de Rose.
Ya con la herida limpia, esta se veía con mas claridad. Un línea recta y no tan paralela al cúbito, burda como si fuera hecha con... un barrote roto. Una vez estuvo limpia, casi de inmediato volvió a sangrar. Tal vez lo más acertado era hacer ambas cosas: Un torniquete que parara el sangrado y un vendaje que ayudara a cerrar la herida.
- No quiero bloquear el flujo sanguineo y la movilidad del brazo, creo que será mejor un torniquete, puedes hacerlo? - preguntó con voz de niña, mimada. Su atención se desvió de inmediato a su respuesta, la cual simplemente no entendió.
¿Qué no tenía?
Sus ojos se encontraron, Dul la miraba confundida y cuando rehuyó de su mirada se preocupó. Abrió la boca para preguntar, pero ella continuó, si es que se puede llamar continuar a su balbuseo. Ya no había nada más que vendar (ya no había que hacer mas muecas de dolor y seudo sufrimiento), por qué tenía la vista gacha aun.
- No sabes qué hacías ahí? - preguntó sin entender, con tono consolador. La habían drogado?, estaba bajo algun hechizo? No entendía - o no sabes de donde... ? - se quedó callada. Rose había mostrado desconocer el toque de queda, estar contrariada con el pesimo comportamiento de un par de seres pensantes, humanos y quien sabe si alguna otra raza, parecía estarse adaptando al reino, pero de pronto se le cruzó por la cabeza que se adaptaba era al mundo en general. Sus cejas se curvaron con bastante contrariedad, preocupación y tristeza empatica.
- Rose, lo siento... no quise, no quise hacerte sentir mal. No sabía que... - no tenía forma de saberlo - no entiendo que... - se disculpó sinceramente.
Su sonrisa, diminuta dadas las circunstancias, se mantenía mientras asimilaba lo recursiva y bien preparada, intelectualmente hablando, que estaba su compñaera. Deseó en silencio llegar algun día, cuando fuera un poco mas adulta o antes si se podía, ser tan recursiva como ella, tener ideas tan prácticas para situaciones tan adversas con las que tenían en ese momento.
Y su sonrisa diminuta se borró. Habíá hablado de más. Y ahra tenía dos opciones, tener una charla muy larga sobre maldiciones y apariencias o mentirle a quien ya le tenía cariño por todo lo vivido en lo que iba de noche. Plan C
- Desde que empecé a vivir. Antes de eso, estaba a la sombra de mis padres - no mentía y se podía interpretar de cualquier forma, literal, en cuyo caso tendría que explicarle todo, metaforico, si se veía de 20 y quitaba 12, eso daba 8 y es normal que un niño no tenga mucho a lo que llamar vivir y sobrevivir. - Ahgg! - se quejó y efectivamente trató de quitar el brazo con el contacto del agua contra esa parte que aun se negaba a enfriarse al igual que el resto del cuerpo.
Apretaba los dientes, con ojos humedos, y se medio mordía el labio aguantando (mal aguantando) el procedimiento. ~ fuiste muy valiente para que la elfa psicopata te cosiera dos aberturas el doble de esto y vas a llorar por un poco de agua y limpieza de una heridita? ~ - Siii... - gimió ahora ella respondiendo a su propia pregunta, no las sugerencias de Rose.
Ya con la herida limpia, esta se veía con mas claridad. Un línea recta y no tan paralela al cúbito, burda como si fuera hecha con... un barrote roto. Una vez estuvo limpia, casi de inmediato volvió a sangrar. Tal vez lo más acertado era hacer ambas cosas: Un torniquete que parara el sangrado y un vendaje que ayudara a cerrar la herida.
- No quiero bloquear el flujo sanguineo y la movilidad del brazo, creo que será mejor un torniquete, puedes hacerlo? - preguntó con voz de niña, mimada. Su atención se desvió de inmediato a su respuesta, la cual simplemente no entendió.
¿Qué no tenía?
Sus ojos se encontraron, Dul la miraba confundida y cuando rehuyó de su mirada se preocupó. Abrió la boca para preguntar, pero ella continuó, si es que se puede llamar continuar a su balbuseo. Ya no había nada más que vendar (ya no había que hacer mas muecas de dolor y seudo sufrimiento), por qué tenía la vista gacha aun.
- No sabes qué hacías ahí? - preguntó sin entender, con tono consolador. La habían drogado?, estaba bajo algun hechizo? No entendía - o no sabes de donde... ? - se quedó callada. Rose había mostrado desconocer el toque de queda, estar contrariada con el pesimo comportamiento de un par de seres pensantes, humanos y quien sabe si alguna otra raza, parecía estarse adaptando al reino, pero de pronto se le cruzó por la cabeza que se adaptaba era al mundo en general. Sus cejas se curvaron con bastante contrariedad, preocupación y tristeza empatica.
- Rose, lo siento... no quise, no quise hacerte sentir mal. No sabía que... - no tenía forma de saberlo - no entiendo que... - se disculpó sinceramente.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Un torniquete.
Sí, podía hacerlo. Si lo había hecho con el bastardo de antes, hacía apenas un rato, podía hacerlo de nuevo. Solo que ésta vez se trataba de Dulfary... sería mejor que tuviese más cuidado. Para ésto, la venda no servía. Usó el otro pedazo de tela que aún tenía en la mano; rodeó con fuerza el brazo, por encima del corte, e hizo un nudo seco y repentino, cortando la circulación.
Tanta sangre le estaba mareando. Ya había visto mucha por una noche. Por una vida. Pero no suficiente como para apagar a su otro yo.
- Oh - respondió.
... la respuesta era un poco decepcionante, pero era correcta. Desde que empezó a vivir... no tenía por qué desconfiar de ella, pero había esperado algo diferente, y no estuvo segura de por qué tuvo la sensación de que no era todo. Pero Dul no tenía motivos para mentirle. Ni tampoco para decirle nada en particular de su vida, de modo que la pelirroja decidió no insistir más.
La suya, sin embargo, era harina de otro costal.
- No - repuso, a la disculpa de Dulfary. - No te disculpes.
No supo por qué se disculpaba, pero parecía afligida. Por un momento, Rose estuvo tentada de preguntar qué había pensado la joven. Pero ella tampoco tenía nada que ocultar. Se había apartado un poco de ella, y, para hablar, aprovechó el momento en el que se volvía hacia su propia herida. Desechó el trapo manchado de la sangre de Dulfary, y arrancó otro trozo de la falda, que afortunadamente era larga.
- No se... nada - dijo, sin querer mirarla a los ojos. - Ni donde estoy, ni... quien soy, a decir verdad. Hace varias semanas que desperté en la cabaña de alguien que me había encontrado en un bosque, al borde de la muerte. No sabía quien era. Nadie lo sabe. Ni siquiera yo...
Tragó saliva. No quería llorar, pero el estrés se sumaba a la recapitulación de su problema. Cerró los ojos mientras se lavaba la herida, con el agua fría y desagradable cayéndole por la pantorrilla y metiéndosele bajo la bota.
- Creo que soy yo quien te debe una disculpa - espetó. - Ni siquiera se si me llamo Rose.
Sí, podía hacerlo. Si lo había hecho con el bastardo de antes, hacía apenas un rato, podía hacerlo de nuevo. Solo que ésta vez se trataba de Dulfary... sería mejor que tuviese más cuidado. Para ésto, la venda no servía. Usó el otro pedazo de tela que aún tenía en la mano; rodeó con fuerza el brazo, por encima del corte, e hizo un nudo seco y repentino, cortando la circulación.
Tanta sangre le estaba mareando. Ya había visto mucha por una noche. Por una vida. Pero no suficiente como para apagar a su otro yo.
- Oh - respondió.
... la respuesta era un poco decepcionante, pero era correcta. Desde que empezó a vivir... no tenía por qué desconfiar de ella, pero había esperado algo diferente, y no estuvo segura de por qué tuvo la sensación de que no era todo. Pero Dul no tenía motivos para mentirle. Ni tampoco para decirle nada en particular de su vida, de modo que la pelirroja decidió no insistir más.
La suya, sin embargo, era harina de otro costal.
- No - repuso, a la disculpa de Dulfary. - No te disculpes.
No supo por qué se disculpaba, pero parecía afligida. Por un momento, Rose estuvo tentada de preguntar qué había pensado la joven. Pero ella tampoco tenía nada que ocultar. Se había apartado un poco de ella, y, para hablar, aprovechó el momento en el que se volvía hacia su propia herida. Desechó el trapo manchado de la sangre de Dulfary, y arrancó otro trozo de la falda, que afortunadamente era larga.
- No se... nada - dijo, sin querer mirarla a los ojos. - Ni donde estoy, ni... quien soy, a decir verdad. Hace varias semanas que desperté en la cabaña de alguien que me había encontrado en un bosque, al borde de la muerte. No sabía quien era. Nadie lo sabe. Ni siquiera yo...
Tragó saliva. No quería llorar, pero el estrés se sumaba a la recapitulación de su problema. Cerró los ojos mientras se lavaba la herida, con el agua fría y desagradable cayéndole por la pantorrilla y metiéndosele bajo la bota.
- Creo que soy yo quien te debe una disculpa - espetó. - Ni siquiera se si me llamo Rose.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Bien, eso no lo esperaba. Crey oque estaría confundida, desubicada pero no que no supiera absolutmente nada de ella, solo que se iba a morir y al momento siguiente no y que estaban en la cabaña de una persona que la salvó.
Era... triste.
No le quitaba los ojos de encima, sientiendo compasión por ella. No solo no tenía idea de quien era, si no que terminó arrastrada en un problema mayusculo por desconocimiento. Tantos lugares a los cuales llegar cuando pierdes noción de quien y qué eres, y tuvo que caer en el que podía ser el peor.
Se sientió un poco mal por no abrirse del todo. Pero siempre podría luego decirle que no era metoforico, sino... literal. Eso sería después. Ahora lo importante, superados, los guardis, la nieve, el frío en aumento y la sangre en las heridas, era el estado de animo de Rose.
- vaya... - susurró - Es... - no quiso decir la palabra triste - complicado, pero como todo en la vida descubrirlo nuevamente tendrá que ser un proceso, no quiero meterme, ni decirte como sentirte o qué hacer, pero... ten paciencia, aun cuando la situación sea algo agobiante - se quedó callada, mordiendose ambos labios, mirandola hacer con su herida, evaluando si tendría que darle de sus vendas o si bastaría con las ella y... muchas cosas en la noche ganaron sentido. - Rose!!!, estas bien? ya estabas herida antes? - lo preguntaba con genuina preocupación, tal vez un poco exagerada viniendo de alguien a quien acababa de conocer, pero... bueno, la niña era así.
- No tienes que pedirme disculpas, no es tu culpa, no lo elejiste... creo. Además - sonrió con cierta alegría para tratar de bajarle la carga emocional al momento y que se traquilizara un poco - Qué importa si no es tu nombre real, si lo escogiste fue por algo, a mi me parece un nombre bonito y si lo piensas bien es un nombre fuerte y si a ti te gusta, por mi esta bien -
Se revisó el brazo un momento y trató de afirmar el puño al cerrarlo, no quería quedarse con una sola mano para valerse por sí misma o defenderse.
- Necesitas ayuda con eso? No tengo idea de como colaborarte, pero puedes contar conmigo si quieres apoyo en lo que recuerdas quien eres, o en lo te buscas un nuevo camino. Además, yo tengo vendas - ya entrados en gastos, mejor ayudar con todo.
Era... triste.
No le quitaba los ojos de encima, sientiendo compasión por ella. No solo no tenía idea de quien era, si no que terminó arrastrada en un problema mayusculo por desconocimiento. Tantos lugares a los cuales llegar cuando pierdes noción de quien y qué eres, y tuvo que caer en el que podía ser el peor.
Se sientió un poco mal por no abrirse del todo. Pero siempre podría luego decirle que no era metoforico, sino... literal. Eso sería después. Ahora lo importante, superados, los guardis, la nieve, el frío en aumento y la sangre en las heridas, era el estado de animo de Rose.
- vaya... - susurró - Es... - no quiso decir la palabra triste - complicado, pero como todo en la vida descubrirlo nuevamente tendrá que ser un proceso, no quiero meterme, ni decirte como sentirte o qué hacer, pero... ten paciencia, aun cuando la situación sea algo agobiante - se quedó callada, mordiendose ambos labios, mirandola hacer con su herida, evaluando si tendría que darle de sus vendas o si bastaría con las ella y... muchas cosas en la noche ganaron sentido. - Rose!!!, estas bien? ya estabas herida antes? - lo preguntaba con genuina preocupación, tal vez un poco exagerada viniendo de alguien a quien acababa de conocer, pero... bueno, la niña era así.
- No tienes que pedirme disculpas, no es tu culpa, no lo elejiste... creo. Además - sonrió con cierta alegría para tratar de bajarle la carga emocional al momento y que se traquilizara un poco - Qué importa si no es tu nombre real, si lo escogiste fue por algo, a mi me parece un nombre bonito y si lo piensas bien es un nombre fuerte y si a ti te gusta, por mi esta bien -
Se revisó el brazo un momento y trató de afirmar el puño al cerrarlo, no quería quedarse con una sola mano para valerse por sí misma o defenderse.
- Necesitas ayuda con eso? No tengo idea de como colaborarte, pero puedes contar conmigo si quieres apoyo en lo que recuerdas quien eres, o en lo te buscas un nuevo camino. Además, yo tengo vendas - ya entrados en gastos, mejor ayudar con todo.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
No contestó.
Al menos, no al principio. Siguió mirándose la herida, una vez limpia. No era tan profunda como la de Dulfary, pero se sumaba a más cosas. No iba a necesitar un torniquete, pero estaba sangrando. Mantuvo el agua fresca en contacto con su piel. Le producía... alivio. Dios, estaba tan cansada.
- Lo se - contestó. - Pero...
Pero.
Si no le había dolido antes, le dolió ahora. Recordar. Descubrir. ¿Quién era realmente? ¿Qué era realmente...? Ahora sí, se le escapaba una lágrima. De todo lo que pasaba por su vida, éso era lo más duro, lo que más le dolía.
- Pero has visto de lo que soy capaz - susurró, triste. - ¿Quiero abrir los ojos un día y descubrir que soy... una asesina, una mercenaria? Se que he sido entrenada para la guerra. Se que he vertido sangre...
Pero no se de quién.
Imagínate...
No. El pensamiento surgió en su mente, pero no lo guardó para sí. Necesitaba soltarlo. Necesitaba desahogarse. Dulfary era la primera persona amistosa que encontraba en... las ruinas de su vida.
- Imagínate otra persona dentro de tí - dijo, muy bajo, con la cabeza muy gacha, aunque ya no se hurgaba la herida. Luchaba contra las lágrimas. - Yo no recuerdo nada, pero mi cuerpo, mi alma, saben bien para qué han sido entrenados. Si no pienso, si no dudo, si hago caso a mi subconsciente, si me entrego completamente a mis instintos, ella toma el control. La mujer que fuí es disciplinada, es mortífera. Sabe lo que hay que hacer en cada situación. Cuando tengo miedo, dejo que ella tome el control. Pero es una extraña en mi propio cuerpo.
Se frotó la pierna. Se había ido poniendo la venda, antes. Estaba un poco manchada de sangre, pero había la suficiente presión para que la herida cerrara. No necesitaba un torniquete. El dolor venía de otras fuentes. Tenía magulladuras, y le dolía mucho la boca, donde antes el soldado le había cruzado la cara. Estaba segura de que se le movían un par de dientes, y sentía el amargo sabor de la sangre en la boca, completamente seca por el cansancio.
- Ayuda - susurró. - No se. No se ni qué tipo de ayuda necesito... Pero te agradezco el ofrecimiento.
Ayuda, ¿Para qué?
Era una inútil. No había nada que supiera hacer, ni tenía ningún tipo de experiencia en ningún campo. Ella. Su otro yo, la Riadh que estaba dentro de Rose, sí sabía; estaba segura de sí misma, conocía sus capacidades. Las aprovechaba. Rose no sabía nada de éso.
Tragó saliva.
Mientras hablaba, se había puesto lentamente en pie. Cojeaba un poco, pero se sostenía. Las estanterías contenían más cosas, aparte de los cántaros de agua. Seguía habiendo frío. Tenía que haber alguna manta. Alguna lona. Algún...
- Tampoco estoy segura de haberte mentido - dijo, aún pensativa. -Rose... Es y no es mi nombre. Estoy algo... confusa.
Bingo. Sus manos tocaron algo blando, algo que parecía tela gruesa. Parecían telas de las que se usan para proteger los fardos en un almacén, pero estaban secas, y tendrían que servir. Había tres.
- Dul - llamó. - Ven.
Al menos, no al principio. Siguió mirándose la herida, una vez limpia. No era tan profunda como la de Dulfary, pero se sumaba a más cosas. No iba a necesitar un torniquete, pero estaba sangrando. Mantuvo el agua fresca en contacto con su piel. Le producía... alivio. Dios, estaba tan cansada.
- Lo se - contestó. - Pero...
Pero.
Si no le había dolido antes, le dolió ahora. Recordar. Descubrir. ¿Quién era realmente? ¿Qué era realmente...? Ahora sí, se le escapaba una lágrima. De todo lo que pasaba por su vida, éso era lo más duro, lo que más le dolía.
- Pero has visto de lo que soy capaz - susurró, triste. - ¿Quiero abrir los ojos un día y descubrir que soy... una asesina, una mercenaria? Se que he sido entrenada para la guerra. Se que he vertido sangre...
Pero no se de quién.
Imagínate...
No. El pensamiento surgió en su mente, pero no lo guardó para sí. Necesitaba soltarlo. Necesitaba desahogarse. Dulfary era la primera persona amistosa que encontraba en... las ruinas de su vida.
- Imagínate otra persona dentro de tí - dijo, muy bajo, con la cabeza muy gacha, aunque ya no se hurgaba la herida. Luchaba contra las lágrimas. - Yo no recuerdo nada, pero mi cuerpo, mi alma, saben bien para qué han sido entrenados. Si no pienso, si no dudo, si hago caso a mi subconsciente, si me entrego completamente a mis instintos, ella toma el control. La mujer que fuí es disciplinada, es mortífera. Sabe lo que hay que hacer en cada situación. Cuando tengo miedo, dejo que ella tome el control. Pero es una extraña en mi propio cuerpo.
Se frotó la pierna. Se había ido poniendo la venda, antes. Estaba un poco manchada de sangre, pero había la suficiente presión para que la herida cerrara. No necesitaba un torniquete. El dolor venía de otras fuentes. Tenía magulladuras, y le dolía mucho la boca, donde antes el soldado le había cruzado la cara. Estaba segura de que se le movían un par de dientes, y sentía el amargo sabor de la sangre en la boca, completamente seca por el cansancio.
- Ayuda - susurró. - No se. No se ni qué tipo de ayuda necesito... Pero te agradezco el ofrecimiento.
Ayuda, ¿Para qué?
Era una inútil. No había nada que supiera hacer, ni tenía ningún tipo de experiencia en ningún campo. Ella. Su otro yo, la Riadh que estaba dentro de Rose, sí sabía; estaba segura de sí misma, conocía sus capacidades. Las aprovechaba. Rose no sabía nada de éso.
Tragó saliva.
Mientras hablaba, se había puesto lentamente en pie. Cojeaba un poco, pero se sostenía. Las estanterías contenían más cosas, aparte de los cántaros de agua. Seguía habiendo frío. Tenía que haber alguna manta. Alguna lona. Algún...
- Tampoco estoy segura de haberte mentido - dijo, aún pensativa. -Rose... Es y no es mi nombre. Estoy algo... confusa.
Bingo. Sus manos tocaron algo blando, algo que parecía tela gruesa. Parecían telas de las que se usan para proteger los fardos en un almacén, pero estaban secas, y tendrían que servir. Había tres.
- Dul - llamó. - Ven.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
No le quitaba la vista de encima en lo que hablaba, callada, por increible que pareciera, mientras dudaba al expresarse. Sin embargo, aunque por su boca no saliera expresión alguna, sus ojos y su expresión facial si decía todo lo que callaba, expresaba con mayor claridad lo poco que aceptaba lo que le estaba diciendo. Correción, lo aceptaba, pero no estab de acuerdo.
Entendía que no sabía quien era, que desconocía las cosas que hacíanparte de supasado y que alguna vez la hcieron ser persona pero... de qué estaba hablando? Abrió la boca un par de veces para refutar, pero volvía a cerrarla y la dejaba decir.
Dos personas en ella. Fue inconciente que mirara a su sombra proyectada en el suelo. No se movió, no hizo nada, se portó como una sombra común y corriente. Eso, de tener dos personas, no lo entendía, pero la forma en que lo refería Rose, lo hacía sonar como algo terrible, como un alguien a quen talvez un día no podría controlar y... por qué no?
- Si, he visto de lo que eres capaz y también he visto hasta donde eres capaz de llegar, Rose, puede que tengas a una sanguinaria dentro de ti, pero... piensalo un momento, a mas de uno allá afuera, pudiste matarlos, de forma limpia o cruel, pero podías hacerlo e incluso llegar a quererlo, pero no lo hiciste, así la otra tome el control y haga las cosas que crees no podrías lograr, eres tú quien esta diciendo basta - eso ultimo lo estaba aventurando, podría ser la otra la que la controlara, pero por la forma en que le asustaba lo que era capaz de hacer, estaba casi segura que ella y no la otra.
- Rose, no quiero que mal interpretes lo que voy a decirte, pero... en este momento no eres quien fuiste ni sabes quien eres - supo desviar las frasesa tiempo para no decirle "no eres nadie" lo que habría sido terrible. Oh que crueles son los niños - así que puedes empezar a ser quien tu quieras ser, y no me refiero a profesiones... te parece terrible el comportamiento de esos Soldados... eso no te dice algo sobre ti misma y sobre el que es y sería tu proceder? Si un día despiertas y descubres algo, será lo que hayas hecho para descubrir, más lo que hayas asimilado de lo que vayas recordando... - suspiró, se estaba enredando en su idea. De nuevo miró su sombra, tan inerte como la de cualquier mueble en el lugar.
Era tonto lo que intentaba, qué tanto podía saber ella sobre la vida? suspiró de nuevo, esta vez en tanto silencio como pudo. Igual lo intentaría, por muy absurdo que fuera un discurso así venido de parte de ella, hacía parte de su optimismo en la vida, en ver las ocsas rosas y solo lo mas positivo dentro de la tragedia. no, no sabía nada de la vida y tal vez estaba haciendo mas daño que bien.
Se levantó rápidamente, sin hacer palanca para apoyarse en el brazo vendado y fue a ver lo que encontró Rose.
Lonas secas. Fabuloso
- Es genial!! - exclamó de nuevo con su sonrisa y sin dar espera y sin pudor alguno se empezó a quitar la capa y la ropa mas superficial, en elcaso de ella, tenía mucha ropa encima - nos cubrimos con eso y con un truquito que tengo por ahí tratamos de secar nuestra ropa, un poco -
Entendía que no sabía quien era, que desconocía las cosas que hacíanparte de supasado y que alguna vez la hcieron ser persona pero... de qué estaba hablando? Abrió la boca un par de veces para refutar, pero volvía a cerrarla y la dejaba decir.
Dos personas en ella. Fue inconciente que mirara a su sombra proyectada en el suelo. No se movió, no hizo nada, se portó como una sombra común y corriente. Eso, de tener dos personas, no lo entendía, pero la forma en que lo refería Rose, lo hacía sonar como algo terrible, como un alguien a quen talvez un día no podría controlar y... por qué no?
- Si, he visto de lo que eres capaz y también he visto hasta donde eres capaz de llegar, Rose, puede que tengas a una sanguinaria dentro de ti, pero... piensalo un momento, a mas de uno allá afuera, pudiste matarlos, de forma limpia o cruel, pero podías hacerlo e incluso llegar a quererlo, pero no lo hiciste, así la otra tome el control y haga las cosas que crees no podrías lograr, eres tú quien esta diciendo basta - eso ultimo lo estaba aventurando, podría ser la otra la que la controlara, pero por la forma en que le asustaba lo que era capaz de hacer, estaba casi segura que ella y no la otra.
- Rose, no quiero que mal interpretes lo que voy a decirte, pero... en este momento no eres quien fuiste ni sabes quien eres - supo desviar las frasesa tiempo para no decirle "no eres nadie" lo que habría sido terrible. Oh que crueles son los niños - así que puedes empezar a ser quien tu quieras ser, y no me refiero a profesiones... te parece terrible el comportamiento de esos Soldados... eso no te dice algo sobre ti misma y sobre el que es y sería tu proceder? Si un día despiertas y descubres algo, será lo que hayas hecho para descubrir, más lo que hayas asimilado de lo que vayas recordando... - suspiró, se estaba enredando en su idea. De nuevo miró su sombra, tan inerte como la de cualquier mueble en el lugar.
Era tonto lo que intentaba, qué tanto podía saber ella sobre la vida? suspiró de nuevo, esta vez en tanto silencio como pudo. Igual lo intentaría, por muy absurdo que fuera un discurso así venido de parte de ella, hacía parte de su optimismo en la vida, en ver las ocsas rosas y solo lo mas positivo dentro de la tragedia. no, no sabía nada de la vida y tal vez estaba haciendo mas daño que bien.
Se levantó rápidamente, sin hacer palanca para apoyarse en el brazo vendado y fue a ver lo que encontró Rose.
Lonas secas. Fabuloso
- Es genial!! - exclamó de nuevo con su sonrisa y sin dar espera y sin pudor alguno se empezó a quitar la capa y la ropa mas superficial, en elcaso de ella, tenía mucha ropa encima - nos cubrimos con eso y con un truquito que tengo por ahí tratamos de secar nuestra ropa, un poco -
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Ser quien quieras ser.
Rose suspiró. Si, esa era una conclusión a la que ella misma había llegado pensando en aquel asunto. Ser quien quieras ser. El problema es que eso no dejaba de ser, en cierto sentido, una ilusión. De acuerdo, ser quien quieras ser; ¿Pero qué pasa con quien eres? Si un día te levantas y descubres que eres una asesina, que tienes las manos cubiertas de sangre, ¿Eres inocente de esos crímenes? ¿Puedes llegar a considerar que los ha hecho otra persona? ¿Puedes dormir a gusto sabiendo que dentro de tí están los instintos que han llevado a eso?
- Supongo que llevas razón... - dijo, poco convencida.
Pero no quiso hablar más en voz alta. Tenía la sensación de estar molestando a Dulfary. No era un asunto agradable, y... no había nada que pudieran hacer hablando. En cualquier caso, las lonas permitieron distraer la conversación.
Dulfary se desnudó al punto. La pelirroja no llevaba tanta ropa de abrigo como ella; a decir verdad, era comprensible el frío que tenía. La blusa no era especialmente gruesa, y la falda... estaba bastante deterioriada. No había tenido acceso a más ropa desde que llegase al reino. Volvió a sentirse como una mendiga. Como las de Dulfary, sus ropas estaban empapadas, y no sintió mucho el cambio una vez que se hubo quedado desnuda. Se envolvió en una de las mantas con rapidez, tiritando de frío, y miró en dirección a los cántaros de metal de la estantería, tras entregarle a Dulfary la capa y la ropa.
- Aceite - musitó. - Necesitamos aceite.
Podían hacer jirones con una de las lonas, llenar uno de los cántaros con aceite y prenderle fuego a todo. Al menos estarían calientes un tiempo. Se puso a buscar una lámpara o cualquier cosa parecida por la habitación.
Rose suspiró. Si, esa era una conclusión a la que ella misma había llegado pensando en aquel asunto. Ser quien quieras ser. El problema es que eso no dejaba de ser, en cierto sentido, una ilusión. De acuerdo, ser quien quieras ser; ¿Pero qué pasa con quien eres? Si un día te levantas y descubres que eres una asesina, que tienes las manos cubiertas de sangre, ¿Eres inocente de esos crímenes? ¿Puedes llegar a considerar que los ha hecho otra persona? ¿Puedes dormir a gusto sabiendo que dentro de tí están los instintos que han llevado a eso?
- Supongo que llevas razón... - dijo, poco convencida.
Pero no quiso hablar más en voz alta. Tenía la sensación de estar molestando a Dulfary. No era un asunto agradable, y... no había nada que pudieran hacer hablando. En cualquier caso, las lonas permitieron distraer la conversación.
Dulfary se desnudó al punto. La pelirroja no llevaba tanta ropa de abrigo como ella; a decir verdad, era comprensible el frío que tenía. La blusa no era especialmente gruesa, y la falda... estaba bastante deterioriada. No había tenido acceso a más ropa desde que llegase al reino. Volvió a sentirse como una mendiga. Como las de Dulfary, sus ropas estaban empapadas, y no sintió mucho el cambio una vez que se hubo quedado desnuda. Se envolvió en una de las mantas con rapidez, tiritando de frío, y miró en dirección a los cántaros de metal de la estantería, tras entregarle a Dulfary la capa y la ropa.
- Aceite - musitó. - Necesitamos aceite.
Podían hacer jirones con una de las lonas, llenar uno de los cántaros con aceite y prenderle fuego a todo. Al menos estarían calientes un tiempo. Se puso a buscar una lámpara o cualquier cosa parecida por la habitación.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
No tenía energía suficiente para continuar corriendo por la ciudad, pero si tenía energía para seguir hablando y explayarse en su punto sobre lo que ella veía como una gran ventaja en Rose, al no recordar su pasado.
Sin embargo no dijo nada más. No por ser prudente o ser considerada con Rose y su condición sino porque con su respuesta entendía que lo que dijera caía en saco roto, cosa que terminaba por ser desmoralizante y muy pocas cosas desmoralizaban a Dulfary. Tan terca como era, no iba a pelear contra la actitud de ella, pero la entristecía. Había demostrado tener la suficiente conciencia como para cuestionarse el hacer acciones reprochables y sufrir por un pasado que desconocía y que podría ser reprobable. Para Dul ella no tenía muy oscuro, con esa forma de proceder... o estaba mientiendo o estaba exagerando... pero no podía intervenir más allá, tendría que ser el tiempo y los sucesos los que le mostraran su punto.
Mientras tanto, pasaba saliva, bajaba la vista y evitaba dejar traslucir la tristeza que le causaba en lo que luchaba contra el impulso y el deseo de insistirle en el tema.
Las frasadas, secas y asperas, resultaban mucho mejor que lo que tenía puesto y aunque no estaba entrando en calor todavía, al menos se sentía un poco mejor. El truco era relativamente sencillo, con la ropa apilada y una pequeña invocación del viento alrededor de esta, hizo acelerar un remolino bajo, concentrada en su labor. Si recordaba bien sus lecciones, si lograba que tuviera cierta aceleración el aire se calentaría y con esto se secaría un poco la ropa
¿Sí era así? Ahora estaba dudando.
- Qué? - preguntó perdiendo la concentración y dejando escapar el viento - Aceite para... fuego? eso no atraerá la atención hacia aca por la luz? -
Sin embargo no dijo nada más. No por ser prudente o ser considerada con Rose y su condición sino porque con su respuesta entendía que lo que dijera caía en saco roto, cosa que terminaba por ser desmoralizante y muy pocas cosas desmoralizaban a Dulfary. Tan terca como era, no iba a pelear contra la actitud de ella, pero la entristecía. Había demostrado tener la suficiente conciencia como para cuestionarse el hacer acciones reprochables y sufrir por un pasado que desconocía y que podría ser reprobable. Para Dul ella no tenía muy oscuro, con esa forma de proceder... o estaba mientiendo o estaba exagerando... pero no podía intervenir más allá, tendría que ser el tiempo y los sucesos los que le mostraran su punto.
Mientras tanto, pasaba saliva, bajaba la vista y evitaba dejar traslucir la tristeza que le causaba en lo que luchaba contra el impulso y el deseo de insistirle en el tema.
Las frasadas, secas y asperas, resultaban mucho mejor que lo que tenía puesto y aunque no estaba entrando en calor todavía, al menos se sentía un poco mejor. El truco era relativamente sencillo, con la ropa apilada y una pequeña invocación del viento alrededor de esta, hizo acelerar un remolino bajo, concentrada en su labor. Si recordaba bien sus lecciones, si lograba que tuviera cierta aceleración el aire se calentaría y con esto se secaría un poco la ropa
¿Sí era así? Ahora estaba dudando.
- Qué? - preguntó perdiendo la concentración y dejando escapar el viento - Aceite para... fuego? eso no atraerá la atención hacia aca por la luz? -
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