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Nieve
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Re: Nieve
Dócil es una palabra un poco ambigua.
Es cierto, el dolor había sido atroz, y las emociones cruzadas de la noche no hacían que el resto del proceso fuera fácil. Rose se había retorcido de dolor en los últimos minutos. Pero el turno ahora era de Dulfary.
Y si había algo latiendo en el corazón de Rose en aquellos momentos, por encima del dolor, del daño, de la angustia, éso era la protección, el sentimiento, aunque la chica no lo compartiese, de que le debía algo a Dulfary. Algo muy grande, algo muy pesado, algo demasiado enorme como para devolvérselo de una vez, sin más. Se lo debería toda la vida. No el haberla ayudado, que también, sino... el haber estado con ella cuando lo necesitaba.
La daga no era muy grande, pero era suficiente.
Se apoyó en el cuello de Yshara sin miramientos al mismo tiempo que la pelirroja la agarraba. Medían aproximadamente lo mismo, así que pudo hacerlo sin demasiados problemas. Se aseguró de que la elfa supiese qué es lo que tenía en contacto con su piel antes de hablar.
- Mire que lo siento mucho - dijo, quizás un poco lastimosa. - No quiero parecer desagradecida. Le agradezco mucho que nos dé cobijo y que nos ayude. Pero entienda que no puedo dejar que le haga daño a mi amiga, ¿Vale?
No sabía que se habían dado los nombres, éso no lo había oído. Había escuchado el gemido de Dul, había visto a Yshara encima de ella, éso era lo que la había hecho moverse. La elfa no parecía haberse dado cuenta.
- Por favor - agregó, y sin sarcasmo, realmente haciendo que sonase como si se lo pidiese por favor. - Limítese a ayudarla, si quiere, si puede, si pretende hacerlo. Ya hemos pasado por bastantes problemas hoy...
Es cierto, el dolor había sido atroz, y las emociones cruzadas de la noche no hacían que el resto del proceso fuera fácil. Rose se había retorcido de dolor en los últimos minutos. Pero el turno ahora era de Dulfary.
Y si había algo latiendo en el corazón de Rose en aquellos momentos, por encima del dolor, del daño, de la angustia, éso era la protección, el sentimiento, aunque la chica no lo compartiese, de que le debía algo a Dulfary. Algo muy grande, algo muy pesado, algo demasiado enorme como para devolvérselo de una vez, sin más. Se lo debería toda la vida. No el haberla ayudado, que también, sino... el haber estado con ella cuando lo necesitaba.
La daga no era muy grande, pero era suficiente.
Se apoyó en el cuello de Yshara sin miramientos al mismo tiempo que la pelirroja la agarraba. Medían aproximadamente lo mismo, así que pudo hacerlo sin demasiados problemas. Se aseguró de que la elfa supiese qué es lo que tenía en contacto con su piel antes de hablar.
- Mire que lo siento mucho - dijo, quizás un poco lastimosa. - No quiero parecer desagradecida. Le agradezco mucho que nos dé cobijo y que nos ayude. Pero entienda que no puedo dejar que le haga daño a mi amiga, ¿Vale?
No sabía que se habían dado los nombres, éso no lo había oído. Había escuchado el gemido de Dul, había visto a Yshara encima de ella, éso era lo que la había hecho moverse. La elfa no parecía haberse dado cuenta.
- Por favor - agregó, y sin sarcasmo, realmente haciendo que sonase como si se lo pidiese por favor. - Limítese a ayudarla, si quiere, si puede, si pretende hacerlo. Ya hemos pasado por bastantes problemas hoy...
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Respiró pesado, lo hizo despacio para que no fuera tan notorio.
~ Por lo que más quieras, no te vayas a caer, es lo último que necesitas para que la situación sea peor ~ se hablaba a sí misma desde su mento, pero mantenía los ojos en Yshara, en su sonrisa siniestra, en lo mucho que le parecía estar diviertiendo todo aquello y sin poderlo evitar el sentimiento de rabia fue creciendo, no por la elfa, sino por sí misma por haber permitido darle pie hasta ese punto.
Y aun así sus palabras la hacían dudar de nuevo. Qué estaba viendo? Bueno, a parte que le costaba sostenerse sobre sus pies tras hacer un movimeitno tan habitual en ella como el anterior. Estaba segura que no tenía heridas graves, que requirieran sutura pero y si.. por la adrenalina si las tenía y no las había sentido por todo cuanto había pasadoy continuaba sucediendo impidiendo que volviera su atención del todo hacia si misma?
Pasó saliva. No, no subiría a esa mesa de nuevo. Podía llamarlo cobardía, pero no lo haría. Suspiró. Qué opción tenía? Volver a cruzar toda la ciudad para ir hasta donde Andzrej?
Se pasó la manga maltrecha de su camisa por la mejilla que había lamido. No lo hizo con asco, solo por incomodidad y solo cuando iba hablando cayó en cuenta que o no debió hacerlo o debió imprimirle una expresión asquienta que la ayudara.
- Oh sí - respondió con ironía, cayendo en su provacación - ya me gustaría hacer otra cosa, pero la prudencia dicta que sea... bueno, prudente - exactamente eso era lo que le faltaba, no estaba hilando bien las ideas ni las cosas que decía, si aveces eran los demás los que no entendían, ahora ni ella misma lo hacía. El dolor de cabeza aumentaba. Basta. - Por . qué . no . me . dejas . tranquila - dijo cada palabra con pausa, molesta, bajando un poco la cara, pero sin dejar de mirarla a los ojos, molesta y desafiante.
Podía suponerse loq ue vendría después de eso, la frase hiriente, la acción dolorsa, pero no. En su lugar la niña se hechó hacia atrás sorprendida al escuchar la voz de Rose. No la había visto moverse por el cuarto, tal vez le llegó totalmente por la espalda a la elfa y por eso Yshara se interponía en su campo de visión, lo que fue una ventaja muy grande: Dul, de haberla visto antes, la haría delatado con cualquiera que fuera su reacción.
Ahora, ahora estaba preocupada, la palabra exacta sería, asustada; por Rose. Lo que estaba haciendo era en extremo peligroso. Escuchó sus palabras, su tono ~ sé firme Rose ~ Rogó. Si alguien podía entender exactamente qué podía ocurrir con su heroico intento, era Dul. Por eso se apresuró a cambiar su expresión de soprepsa y preocupación a una más determianda, en lo que su mano se movía lentamente, por sin necesidad de ser sutil, a su bolsita para apoyarla.
- Tal vez nunca será suficiente - su voz sonó apagada - pero ya te divertiste por hoy - no llevaba la confianza de quien se cree en ventaja para expresarse, sino el cansacio de quien ha pasado dos días muy largos y no tan buenos. Su vista se fue a la de Rose, no esperaba que la viera, pero en sus ojitos rojos y cansados había mucho, pero mucho agradecimento y un algo de vergüenza porque la hayara en tal situación.
- Si no es tu intención ayudar, podemos irnos por donde vinimos, solo danos la espada y zan, se acabó - volvía a ser un poco mas enfatica, un poco más la de siempre.
~ Por lo que más quieras, no te vayas a caer, es lo último que necesitas para que la situación sea peor ~ se hablaba a sí misma desde su mento, pero mantenía los ojos en Yshara, en su sonrisa siniestra, en lo mucho que le parecía estar diviertiendo todo aquello y sin poderlo evitar el sentimiento de rabia fue creciendo, no por la elfa, sino por sí misma por haber permitido darle pie hasta ese punto.
Y aun así sus palabras la hacían dudar de nuevo. Qué estaba viendo? Bueno, a parte que le costaba sostenerse sobre sus pies tras hacer un movimeitno tan habitual en ella como el anterior. Estaba segura que no tenía heridas graves, que requirieran sutura pero y si.. por la adrenalina si las tenía y no las había sentido por todo cuanto había pasadoy continuaba sucediendo impidiendo que volviera su atención del todo hacia si misma?
Pasó saliva. No, no subiría a esa mesa de nuevo. Podía llamarlo cobardía, pero no lo haría. Suspiró. Qué opción tenía? Volver a cruzar toda la ciudad para ir hasta donde Andzrej?
Se pasó la manga maltrecha de su camisa por la mejilla que había lamido. No lo hizo con asco, solo por incomodidad y solo cuando iba hablando cayó en cuenta que o no debió hacerlo o debió imprimirle una expresión asquienta que la ayudara.
- Oh sí - respondió con ironía, cayendo en su provacación - ya me gustaría hacer otra cosa, pero la prudencia dicta que sea... bueno, prudente - exactamente eso era lo que le faltaba, no estaba hilando bien las ideas ni las cosas que decía, si aveces eran los demás los que no entendían, ahora ni ella misma lo hacía. El dolor de cabeza aumentaba. Basta. - Por . qué . no . me . dejas . tranquila - dijo cada palabra con pausa, molesta, bajando un poco la cara, pero sin dejar de mirarla a los ojos, molesta y desafiante.
Podía suponerse loq ue vendría después de eso, la frase hiriente, la acción dolorsa, pero no. En su lugar la niña se hechó hacia atrás sorprendida al escuchar la voz de Rose. No la había visto moverse por el cuarto, tal vez le llegó totalmente por la espalda a la elfa y por eso Yshara se interponía en su campo de visión, lo que fue una ventaja muy grande: Dul, de haberla visto antes, la haría delatado con cualquiera que fuera su reacción.
Ahora, ahora estaba preocupada, la palabra exacta sería, asustada; por Rose. Lo que estaba haciendo era en extremo peligroso. Escuchó sus palabras, su tono ~ sé firme Rose ~ Rogó. Si alguien podía entender exactamente qué podía ocurrir con su heroico intento, era Dul. Por eso se apresuró a cambiar su expresión de soprepsa y preocupación a una más determianda, en lo que su mano se movía lentamente, por sin necesidad de ser sutil, a su bolsita para apoyarla.
- Tal vez nunca será suficiente - su voz sonó apagada - pero ya te divertiste por hoy - no llevaba la confianza de quien se cree en ventaja para expresarse, sino el cansacio de quien ha pasado dos días muy largos y no tan buenos. Su vista se fue a la de Rose, no esperaba que la viera, pero en sus ojitos rojos y cansados había mucho, pero mucho agradecimento y un algo de vergüenza porque la hayara en tal situación.
- Si no es tu intención ayudar, podemos irnos por donde vinimos, solo danos la espada y zan, se acabó - volvía a ser un poco mas enfatica, un poco más la de siempre.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Yshara sonrió.
Apenas pareció inmutarse cuando Rose la sorprendió. Porque lo hizo, no había que quitarle mérito a la joven pelirroja. No esperaba aquello, y tampoco se había dado cuenta. Un punto a favor de la chica, que, en cierto modo, se ganó algo de respeto por parte de la elfa.
No obstante la mujer no pareció reaccionar, como si no tuviera la espada en el cuello. Escuchó en silencio las palabras de Dulfary, ahora valientes, de rechazo, un desplante; dame si me vas a dar, si no, ya me se el camino.
- Bueno - dijo. - En realidad es bastante simple.
La mano, que se había movido apenas unas pulgadas para hacer un gesto - algo que, si Dulfary la hubiera conocido un poco mejor, habría notado que no era propio de ella - se movió con rapidez y se cerró en torno a la muñeca de Rose. Antes de que reaccionara, el codo de la elfa se hundió con todas sus fuerzas en el abdomen de la chica, justo por debajo del esternón, una de las zonas más vulnerables del cuerpo. La dejó sin respiración de inmediato, por supuesto.
Pero antes de que ninguna de las dos reaccionara, antes siquiera de que el movimiento de la elfa, rápida como sólo alguien con siglos de experiencia puede serlo, con movimientos quirúrgicos y precisos, ya se había girado, aprovechando la momentánea debilidad de la pelirroja para atraparle el brazo, doblándoselo a la espalda, y con la otra mano la tenía agarrada del pelo. La daga había caído al suelo; Yshara la apartó de sí con una patada, y con otra golpeó a Rose justo donde, Dulfary lo reconocería, la pequeña kazekage se llevaba todos los golpes.
- En cuanto a tu pregunta - dijo Yshara, sin un ápice de alteración en la voz - es, efectivamente, simple, no quiero. En cuanto a tí, así es como inmovilizas a alguien.
No soltó a Rose. Miró a Dulfary, y de pronto la sonrisa se había perdido, el ceño estaba fruncido y su expresión era fría y sombría.
- Vamos a dejar algo muy claro desde ahora mismo - dijo. - Éste es mi refugio, que os he ofrecido con libertad. No soy vuestra niñera ni vuestra amiga: Os he ofrecido sanación y descanso, y es lo que os he procurado.
Tiró del brazo de Rose. Se escuchó un leve crujido y la chica dejó escapar un alarido entrecortado, pero apretó los dientes rápido, demasiado orgullosa como para gimotear frente a su enemiga.
- Si no queréis mi ayuda, no estáis obligadas a recibirla - se burló. - Podemos pasar directamente a mis asuntos. Vosotras elegís si preferís hacerlo curadas y descansadas o en el estado en el que os encontráis ahora mismo. La pelota,
Y diciendo ésto, tiró bruscamente del pelo de Rose, de forma que la puso en pie delante de sí, y con un medio giro de caderas le dio una patada en la espalda que la envió en dirección a Dulfary, soltándola,
- está en vuestro tejado - terminó.
Apenas pareció inmutarse cuando Rose la sorprendió. Porque lo hizo, no había que quitarle mérito a la joven pelirroja. No esperaba aquello, y tampoco se había dado cuenta. Un punto a favor de la chica, que, en cierto modo, se ganó algo de respeto por parte de la elfa.
No obstante la mujer no pareció reaccionar, como si no tuviera la espada en el cuello. Escuchó en silencio las palabras de Dulfary, ahora valientes, de rechazo, un desplante; dame si me vas a dar, si no, ya me se el camino.
- Bueno - dijo. - En realidad es bastante simple.
La mano, que se había movido apenas unas pulgadas para hacer un gesto - algo que, si Dulfary la hubiera conocido un poco mejor, habría notado que no era propio de ella - se movió con rapidez y se cerró en torno a la muñeca de Rose. Antes de que reaccionara, el codo de la elfa se hundió con todas sus fuerzas en el abdomen de la chica, justo por debajo del esternón, una de las zonas más vulnerables del cuerpo. La dejó sin respiración de inmediato, por supuesto.
Pero antes de que ninguna de las dos reaccionara, antes siquiera de que el movimiento de la elfa, rápida como sólo alguien con siglos de experiencia puede serlo, con movimientos quirúrgicos y precisos, ya se había girado, aprovechando la momentánea debilidad de la pelirroja para atraparle el brazo, doblándoselo a la espalda, y con la otra mano la tenía agarrada del pelo. La daga había caído al suelo; Yshara la apartó de sí con una patada, y con otra golpeó a Rose justo donde, Dulfary lo reconocería, la pequeña kazekage se llevaba todos los golpes.
- En cuanto a tu pregunta - dijo Yshara, sin un ápice de alteración en la voz - es, efectivamente, simple, no quiero. En cuanto a tí, así es como inmovilizas a alguien.
No soltó a Rose. Miró a Dulfary, y de pronto la sonrisa se había perdido, el ceño estaba fruncido y su expresión era fría y sombría.
- Vamos a dejar algo muy claro desde ahora mismo - dijo. - Éste es mi refugio, que os he ofrecido con libertad. No soy vuestra niñera ni vuestra amiga: Os he ofrecido sanación y descanso, y es lo que os he procurado.
Tiró del brazo de Rose. Se escuchó un leve crujido y la chica dejó escapar un alarido entrecortado, pero apretó los dientes rápido, demasiado orgullosa como para gimotear frente a su enemiga.
- Si no queréis mi ayuda, no estáis obligadas a recibirla - se burló. - Podemos pasar directamente a mis asuntos. Vosotras elegís si preferís hacerlo curadas y descansadas o en el estado en el que os encontráis ahora mismo. La pelota,
Y diciendo ésto, tiró bruscamente del pelo de Rose, de forma que la puso en pie delante de sí, y con un medio giro de caderas le dio una patada en la espalda que la envió en dirección a Dulfary, soltándola,
- está en vuestro tejado - terminó.
Yshara- Cantidad de envíos : 876
Re: Nieve
¡Estúpida!
El movimiento de su brazo la tomó completamente por sorpresa. Su primera reacción fue forcejear, y el codazo le dió de lleno. Resopló con fuerza, vaciando los pulmones y sintiendo que el cuerpo se le atenazaba. Le habían golpeado ahí antes. La sensación no era menos horrible ahora de lo que lo había sido otras veces, antes.
Mientras sentía que el alma se le escapaba por la boca, y que los ojos se le llenaban de lágrimas, el dolor que le invadió no fue el físico, que también. No; el dolor fue el haberle fallado a Dul. De repente, la elfa le dobló el brazo, la dejó a su merced, y entendió que iba a utilizarla contra Dulfary.
- Lo siento - dijo en voz muy bajita, no supo si para Dulfary o para la pelirroja. - No tenía otra opción...
Apenas escuchó lo que decían. Había algo entre ellas, una historia de la que no formaba parte. No sabía lo que sucedía, pero lo que Dul había dicho era cierto. Aquella mujer la ponía en peligro, aquella mujer le -
Le arrojó contra la mesa, en dirección a Dul. Sin poder detenerse, Rose cruzó los brazos por delante de la cabeza, y trató de anticiparse al golpe que sin duda se iba a llevar.
El movimiento de su brazo la tomó completamente por sorpresa. Su primera reacción fue forcejear, y el codazo le dió de lleno. Resopló con fuerza, vaciando los pulmones y sintiendo que el cuerpo se le atenazaba. Le habían golpeado ahí antes. La sensación no era menos horrible ahora de lo que lo había sido otras veces, antes.
Mientras sentía que el alma se le escapaba por la boca, y que los ojos se le llenaban de lágrimas, el dolor que le invadió no fue el físico, que también. No; el dolor fue el haberle fallado a Dul. De repente, la elfa le dobló el brazo, la dejó a su merced, y entendió que iba a utilizarla contra Dulfary.
- Lo siento - dijo en voz muy bajita, no supo si para Dulfary o para la pelirroja. - No tenía otra opción...
Apenas escuchó lo que decían. Había algo entre ellas, una historia de la que no formaba parte. No sabía lo que sucedía, pero lo que Dul había dicho era cierto. Aquella mujer la ponía en peligro, aquella mujer le -
Le arrojó contra la mesa, en dirección a Dul. Sin poder detenerse, Rose cruzó los brazos por delante de la cabeza, y trató de anticiparse al golpe que sin duda se iba a llevar.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
La realidad es bastante simple. Siempre lo es. La elfa lo decía, Dulfary lo sabía. Así que la realidad actuó como solía actuar, con coherencia y afinidad a la naturaleza de cada quien.
Y la realidad empezaba a manifestarse desde su sencillez. Cuando Yshara hizo su ademan con la mano, los dedos de Dulfary sacaron un kunai y lo estaba posicionando para que hiciera inexistente la distancia que había entre una y otra, representada por la mesa. El movimiento de la elfa era casual, el de la niña era natural, no tenía bases para haberlo sacado más que el saber que quizá podía ocurrir algo; se sintió paranoica, casi se imaginaba a la asesina diciéndole eso, burlándose por exceso de prevención, no le importaba que se burlara, pero aun así bajó un poco la guardia.
El pequeño instante en que trató de ver las cosas claridad bastó para recordarse que ella sabía lo (bastante) simple que es la realidad. Y fue en ese momento en que la elfa agarró a Rose por la muñeca. Todo lo demás pasó a un segundo plano, incluso la idea que le rondaba la cabeza anunciando que debía estar mucho peor de lo que en realidad creía y que era definitivo que debía tener heridas y dolores en otras partes, las cuales estaba pasando por alto de la misma forma en que ahora perdía de vista, al punto de ignorarlo, el dolor de su herida en el brazo todos los demás malestares que sentía pues saltó sobre la mesa, con una agilidad que igualaba a la velocidad de la elfa al moverse.
Había sido prácticamente en un solo movimiento, cuando Yshara golpeaba en el vientre con el codo, Dulfary daba ese paso, que abarcó la extensión de la mesa, para detener a la asesina en un contra ataque que quedó a la mitad, ya que Yshara fue mucho más rápida que ella al moverse.
Se detuvo justo en el borde del otro extremo de la mesa, su movimiento de ataque quedó en el aire y supo contenerse a tiempo. Era tarde, Rose era ahora su escudo y no la expondría y no podía arriesgarse a hacerle daño, ya fuera de mano de Yshara o de la propia por error.
No podía haber sido distinto, la realidad había hablado. Comprendía que las amenazas de Rose no serían tan férreas, como lo sería una por parte de Dulfary en un caso similiar o cualquier otro, como para evitar ese intercambio de papeles. Se habían tomado mutuamente por sorpresa, pero por la razón que fuera su amiga no había previsto esa posible inversión como para resistirse a esta y la suma de todos los factores, de todos los descuidos de ambas las dejaba ahora en esta posición.
Sin embargo esta vez no bajó la guardia. Las tendría de nuevo controladas, pero no se amilanó. Una cosa era que se enfocara en ella y otra lo que estaba pasando en ese momento con su amiga. No. La mirada de rabia y despreció en la niña fue mucho elocuente que cualquier insulto que le pudiera decir. Pero la realidad se había tomado la molestia de despejar cualquier duda.
- Suéltala! - fue una orden en toda regla, como respuesta a su confesión de no sentir deseo de ayudarla. Su tono fue altanero, autoritario y tajante, una exigencia más que una advertencia aunque si llevaba su dosis de amenaza; con la forma de decirlo se delató como heredera de Líder de Clan a quien otras habrán de obedecer a una sola palabra suya, si es que en algún momento pudiera llegar a heredar y gobernar. Lo hacía para provocarla, que se fijara en ella como nuevo blanco de su ira por la forma de hablarle y dejara en paz a Rose, pero no funcionó, continuó hablando.
La expresión fría y sombría de Yshara se encontró con la seriedad y determinación de los ojos de la niña
- Suéltala - repitió, esta vez era un susurro, enfático, que ignoraba todo lo que ahora les decía, evaluándola tan rápido como podía, por donde llegarle, cómo liberar a Rose de… frunció por fin el ceño, se parecían tanto, era tan desconcertante.
Pero no había tiempo para eso, en cuanto la golpeó de nuevo saltó de la mesa para aprovechar la oportunidad que le daba ese medio giro. No fue un salto espectacular, solo se dejó caer con el suficiente impulso para... recibir a Rose de frente y evitar que se golpeara de una muy fea forma con la mesa, aun cuando no había sido esa su intención. Con eso, además, la hizo perder el impulso para atacar a Yshara, aunque ahora que la medio elfa estaba libre era lo de menos.
Con torpeza, de hecho casi cayendo, tras golpearse con Rose, giró de tal forma que hizo a Rose a un lado y volvióa darle el frente a Yshara, con la cabeza en alto, desafiante, sin quitarle la mirada de los ojos con una chispa de fuego en los suyos, a la espera de lo que tenía que decir.
Y la realidad empezaba a manifestarse desde su sencillez. Cuando Yshara hizo su ademan con la mano, los dedos de Dulfary sacaron un kunai y lo estaba posicionando para que hiciera inexistente la distancia que había entre una y otra, representada por la mesa. El movimiento de la elfa era casual, el de la niña era natural, no tenía bases para haberlo sacado más que el saber que quizá podía ocurrir algo; se sintió paranoica, casi se imaginaba a la asesina diciéndole eso, burlándose por exceso de prevención, no le importaba que se burlara, pero aun así bajó un poco la guardia.
El pequeño instante en que trató de ver las cosas claridad bastó para recordarse que ella sabía lo (bastante) simple que es la realidad. Y fue en ese momento en que la elfa agarró a Rose por la muñeca. Todo lo demás pasó a un segundo plano, incluso la idea que le rondaba la cabeza anunciando que debía estar mucho peor de lo que en realidad creía y que era definitivo que debía tener heridas y dolores en otras partes, las cuales estaba pasando por alto de la misma forma en que ahora perdía de vista, al punto de ignorarlo, el dolor de su herida en el brazo todos los demás malestares que sentía pues saltó sobre la mesa, con una agilidad que igualaba a la velocidad de la elfa al moverse.
Había sido prácticamente en un solo movimiento, cuando Yshara golpeaba en el vientre con el codo, Dulfary daba ese paso, que abarcó la extensión de la mesa, para detener a la asesina en un contra ataque que quedó a la mitad, ya que Yshara fue mucho más rápida que ella al moverse.
Se detuvo justo en el borde del otro extremo de la mesa, su movimiento de ataque quedó en el aire y supo contenerse a tiempo. Era tarde, Rose era ahora su escudo y no la expondría y no podía arriesgarse a hacerle daño, ya fuera de mano de Yshara o de la propia por error.
No podía haber sido distinto, la realidad había hablado. Comprendía que las amenazas de Rose no serían tan férreas, como lo sería una por parte de Dulfary en un caso similiar o cualquier otro, como para evitar ese intercambio de papeles. Se habían tomado mutuamente por sorpresa, pero por la razón que fuera su amiga no había previsto esa posible inversión como para resistirse a esta y la suma de todos los factores, de todos los descuidos de ambas las dejaba ahora en esta posición.
Sin embargo esta vez no bajó la guardia. Las tendría de nuevo controladas, pero no se amilanó. Una cosa era que se enfocara en ella y otra lo que estaba pasando en ese momento con su amiga. No. La mirada de rabia y despreció en la niña fue mucho elocuente que cualquier insulto que le pudiera decir. Pero la realidad se había tomado la molestia de despejar cualquier duda.
- Suéltala! - fue una orden en toda regla, como respuesta a su confesión de no sentir deseo de ayudarla. Su tono fue altanero, autoritario y tajante, una exigencia más que una advertencia aunque si llevaba su dosis de amenaza; con la forma de decirlo se delató como heredera de Líder de Clan a quien otras habrán de obedecer a una sola palabra suya, si es que en algún momento pudiera llegar a heredar y gobernar. Lo hacía para provocarla, que se fijara en ella como nuevo blanco de su ira por la forma de hablarle y dejara en paz a Rose, pero no funcionó, continuó hablando.
La expresión fría y sombría de Yshara se encontró con la seriedad y determinación de los ojos de la niña
- Suéltala - repitió, esta vez era un susurro, enfático, que ignoraba todo lo que ahora les decía, evaluándola tan rápido como podía, por donde llegarle, cómo liberar a Rose de… frunció por fin el ceño, se parecían tanto, era tan desconcertante.
Pero no había tiempo para eso, en cuanto la golpeó de nuevo saltó de la mesa para aprovechar la oportunidad que le daba ese medio giro. No fue un salto espectacular, solo se dejó caer con el suficiente impulso para... recibir a Rose de frente y evitar que se golpeara de una muy fea forma con la mesa, aun cuando no había sido esa su intención. Con eso, además, la hizo perder el impulso para atacar a Yshara, aunque ahora que la medio elfa estaba libre era lo de menos.
Con torpeza, de hecho casi cayendo, tras golpearse con Rose, giró de tal forma que hizo a Rose a un lado y volvióa darle el frente a Yshara, con la cabeza en alto, desafiante, sin quitarle la mirada de los ojos con una chispa de fuego en los suyos, a la espera de lo que tenía que decir.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Difícil leer el movimiento.
Difícil saber si Dulfary iba a atacar, o si fue una respuesta tremendamente ágil, adivinando lo que iba a hacer con Rose. Difícil saber lo que habría pasado si no la hubiera atrapado, cómo habría seguido el movimiento. Para cuando la joven kazekage se volvió hacia Yshara, la pelirroja estaba mirándola.
Volvía a ser como Dulfary la recordaba, una sombra recortada frente a sí, sus ojos rojos fríos y distantes, mirándola con desafío, con apatía. En cada mano blandía un puñal que centelleaba a la luz de las velas, como diciendo, venga, veamos de qué estás hecha, ataca si te atreves. Pero no fue Yshara quien atacó.
Sus manos eran un mensaje en sí mismas. Los cuchillos giraban entre sus dedos, centelleando, dibujando sombras en el aire. Yshara dio un paso lateral, cambiando el ángulo que la separaba de Dul y Rose, internándose en las sombras de la habitación. Su mirada era oscura.
- Me parecéis invitadas enervantes y desagradecidas - murmuró. - Pero sois invitadas, después de todo. Supongo que tengo un deber de cortesía con vosotras.
No era verdad. Yshara no sentía ningún apego por la cortesía, no creía ni siquiera que aquello fuese algo útil. Parecía bastante obvio que su objetivo no era, simplemente, ser generosa.
Y sin embargo, mantenía su oferta.
Difícil saber si Dulfary iba a atacar, o si fue una respuesta tremendamente ágil, adivinando lo que iba a hacer con Rose. Difícil saber lo que habría pasado si no la hubiera atrapado, cómo habría seguido el movimiento. Para cuando la joven kazekage se volvió hacia Yshara, la pelirroja estaba mirándola.
Volvía a ser como Dulfary la recordaba, una sombra recortada frente a sí, sus ojos rojos fríos y distantes, mirándola con desafío, con apatía. En cada mano blandía un puñal que centelleaba a la luz de las velas, como diciendo, venga, veamos de qué estás hecha, ataca si te atreves. Pero no fue Yshara quien atacó.
Sus manos eran un mensaje en sí mismas. Los cuchillos giraban entre sus dedos, centelleando, dibujando sombras en el aire. Yshara dio un paso lateral, cambiando el ángulo que la separaba de Dul y Rose, internándose en las sombras de la habitación. Su mirada era oscura.
- Me parecéis invitadas enervantes y desagradecidas - murmuró. - Pero sois invitadas, después de todo. Supongo que tengo un deber de cortesía con vosotras.
No era verdad. Yshara no sentía ningún apego por la cortesía, no creía ni siquiera que aquello fuese algo útil. Parecía bastante obvio que su objetivo no era, simplemente, ser generosa.
Y sin embargo, mantenía su oferta.
Yshara- Cantidad de envíos : 876
Re: Nieve
De nuevo, cambio.
Después del rato de miedo, después del empujón, no hubo golpe. Dulfary se anticipó al movimiento de la elfa, e interceptó a la pelirroja en pleno 'vuelo', antes de que se hiciese daño de verdad contra la mesa. El corazón le latía deprisa, y lo seguiría haciendo.
No es que pudiese relajarse. De alguna forma, aquella mujer la... enervaba. ¿Era por lo que le había contado Dulfary? Empezaba a cobrar algo de sentido, pero...
Tan pronto como estuvo junto a Dul, se echó a un lado, dejando las manos de la chica libres con un gesto mudo de agradecimiento. Y sus manos fueron a posarse en la empuñadura de la espada que había cogido un rato antes, pero no llegó a desenvainarla. La pelirroja... la elfa no estaba atacando. Y no supo por qué, pero parecía... contrariada.
- Quizá deberíamos... - empezó a decir, pero se calló enseguida.
No podía considerar ni rechazar aquello, no le correspondía. Dulfary... había arrastrado a Dulfary hasta allí, y ahora se estaba enfrentando a la que bien podía ser su peor enemiga, por su culpa. No podía forzarla a aceptar prolongar su encuentro con aquella... aquella...
Después del rato de miedo, después del empujón, no hubo golpe. Dulfary se anticipó al movimiento de la elfa, e interceptó a la pelirroja en pleno 'vuelo', antes de que se hiciese daño de verdad contra la mesa. El corazón le latía deprisa, y lo seguiría haciendo.
No es que pudiese relajarse. De alguna forma, aquella mujer la... enervaba. ¿Era por lo que le había contado Dulfary? Empezaba a cobrar algo de sentido, pero...
Tan pronto como estuvo junto a Dul, se echó a un lado, dejando las manos de la chica libres con un gesto mudo de agradecimiento. Y sus manos fueron a posarse en la empuñadura de la espada que había cogido un rato antes, pero no llegó a desenvainarla. La pelirroja... la elfa no estaba atacando. Y no supo por qué, pero parecía... contrariada.
- Quizá deberíamos... - empezó a decir, pero se calló enseguida.
No podía considerar ni rechazar aquello, no le correspondía. Dulfary... había arrastrado a Dulfary hasta allí, y ahora se estaba enfrentando a la que bien podía ser su peor enemiga, por su culpa. No podía forzarla a aceptar prolongar su encuentro con aquella... aquella...
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Ahm... no!
Algo ahí no estaba del todo bien, en lo absoluto. Algo que se le estaba escapando. Y no, no creía en tanta hospitalidad a cambio de nada. Si no fuera porque la actitud de yshara ya le era más familiar, estaría completamente segura que algo tramaba.
Ahora bien, el que desconfiara de toda la situación no implicaba que la forma en que la miraba cambiara. Yshara se ponía mas hostial, rose dudaba y Dulfary, sin moverse seguía los movimientos de la elfa. Los puñales de ella brillaban en la oscuridad, mientras el kunai giraba en la mano de la niña en una posición netamente defensiva: tú sabes que sí me atrevo
Pero era cortes. No la atacaría sin otra provocación directa. Yshara sabía que no la atacaría si no era necesario, que no lo haría por el placer de la sangre (propia o agena) porque simplemente no llevaría un enfrentamiento con ella hasta el final, y estando en el estado en que estaba tampoco podría llevarlo al punto en que la niña suspendía sus enfrentamientos: no, en ese instante no podría.
Pero ese analisis fue antes que la situación se tornara un poco... bizarra con sus palabras. Hasta donde le había precido entender, en el pasado, poco o nada le importaba eso de la diplomacia, la cortesia y las leyes de la hospitalidad.
- Desagradecias? - casi lo gritó, indignada por que lo sugiriera si acaso - Resulta muy dificil ser cortes cuanto te estan agrediendo e... - las palabras de Rose la callaron. Ipsofacto. No la miró, solo mantuvo la mirada en los ojos de Yshara, aun entre las sombras. Desafiante, enojada por su comentario.
Tal vez Rose tenía razón, ellas deberían... deberían qué? De nuevo el dolor de cabeza. Deberían domir. Debería bajar la cabeza? No se trataba de orgullo, no le importaba ceder, menos aun si de eso dependía el bienestar de alguien más, pero...
Sin bajar la guardia giró despacio la cabeza hacia Rose
- Deberíamos... - la instó a continuar. Para todo lo que sentiía en ese momento, ni su tono fue un reproche, ni su mirada conservó el enojo ni la adrenalina que sentía. La miró a los ojos, esperando la respuesta a la oferta de tan curiosa hospitalidad por parte de la elfa. No tenía que leerle la mente, pero comprendió lo que trataba de decir: ... quedarnos, estas herida... . Se mordió el labio, no era justo preocuparla aunque estar donde estaban.
El cuchillo volvió a dar vuelta en su mano : y creeme que ganas no me faltan
- No me voy a desangrar - dijo en voz baja, y entonces, de la forma mas vil, para quedar como una mentirosa de siete zuelas, desde la herida en el brazo, despues de deslizarse por su mano, un par de gotas de sangre se escaparon hasta estrellarse contra el suelo. Aun así, Dulfary las ignoró y volvió la vista Yshara.
- ... - abrió la boca, pero las palabras no salieron, no sabía qué decir, cómo decirlo - Bien... nos quedamos. Pero basta ya de todo esto - no se escuchó tan plano como esperaba, sonó con cansancio, fisico y de la situación.
Algo ahí no estaba del todo bien, en lo absoluto. Algo que se le estaba escapando. Y no, no creía en tanta hospitalidad a cambio de nada. Si no fuera porque la actitud de yshara ya le era más familiar, estaría completamente segura que algo tramaba.
Ahora bien, el que desconfiara de toda la situación no implicaba que la forma en que la miraba cambiara. Yshara se ponía mas hostial, rose dudaba y Dulfary, sin moverse seguía los movimientos de la elfa. Los puñales de ella brillaban en la oscuridad, mientras el kunai giraba en la mano de la niña en una posición netamente defensiva: tú sabes que sí me atrevo
Pero era cortes. No la atacaría sin otra provocación directa. Yshara sabía que no la atacaría si no era necesario, que no lo haría por el placer de la sangre (propia o agena) porque simplemente no llevaría un enfrentamiento con ella hasta el final, y estando en el estado en que estaba tampoco podría llevarlo al punto en que la niña suspendía sus enfrentamientos: no, en ese instante no podría.
Pero ese analisis fue antes que la situación se tornara un poco... bizarra con sus palabras. Hasta donde le había precido entender, en el pasado, poco o nada le importaba eso de la diplomacia, la cortesia y las leyes de la hospitalidad.
- Desagradecias? - casi lo gritó, indignada por que lo sugiriera si acaso - Resulta muy dificil ser cortes cuanto te estan agrediendo e... - las palabras de Rose la callaron. Ipsofacto. No la miró, solo mantuvo la mirada en los ojos de Yshara, aun entre las sombras. Desafiante, enojada por su comentario.
Tal vez Rose tenía razón, ellas deberían... deberían qué? De nuevo el dolor de cabeza. Deberían domir. Debería bajar la cabeza? No se trataba de orgullo, no le importaba ceder, menos aun si de eso dependía el bienestar de alguien más, pero...
Sin bajar la guardia giró despacio la cabeza hacia Rose
- Deberíamos... - la instó a continuar. Para todo lo que sentiía en ese momento, ni su tono fue un reproche, ni su mirada conservó el enojo ni la adrenalina que sentía. La miró a los ojos, esperando la respuesta a la oferta de tan curiosa hospitalidad por parte de la elfa. No tenía que leerle la mente, pero comprendió lo que trataba de decir: ... quedarnos, estas herida... . Se mordió el labio, no era justo preocuparla aunque estar donde estaban.
El cuchillo volvió a dar vuelta en su mano : y creeme que ganas no me faltan
- No me voy a desangrar - dijo en voz baja, y entonces, de la forma mas vil, para quedar como una mentirosa de siete zuelas, desde la herida en el brazo, despues de deslizarse por su mano, un par de gotas de sangre se escaparon hasta estrellarse contra el suelo. Aun así, Dulfary las ignoró y volvió la vista Yshara.
- ... - abrió la boca, pero las palabras no salieron, no sabía qué decir, cómo decirlo - Bien... nos quedamos. Pero basta ya de todo esto - no se escuchó tan plano como esperaba, sonó con cansancio, fisico y de la situación.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Yshara se cruzó de brazos.
Es cierto que su hospitalidad no era, ni mucho menos, desinteresada. Nada de aquello lo era. Pero tampoco quería llevar aquello adonde se le pudiese escapar. A pesar de lo que pudiera parecer, Yshara no controlaba del todo bien aquel tipo de situaciones.
Pero, en fin, estúpido seguir dándole vueltas.
- Y atendiendo - matizó. - Hasta donde yo se, no te he herido, sino más bien al contrario.
Sonrió a medias.
- Y no creas que es cómodo.
Las dagas volvieron lentamente a sus fundas. Que se hubiera desprovisto de la garra, no dejaba a Yshara indefensa. Ella normalmente no blandía un arma con la mano izquierda, porque no tenía ningún arma que fuese mejor que su nar'yara, pero en las circunstancias excepcionales en las que no lo llevaba, siempre podía utilizar un arma.
La elfa se estiró como un gato, haciendo crujir las vértebras de su cuello mientras hacía lo propio con los dedos, entrelazados. Luego volvió a cruzar los brazos.
- Por triste que suene viniendo de mi boca - dijo - me temo que tienes mi palabra de que no vas a morir mientras estés entre éstas paredes. Intenta relajarte. Intentaré tratarte las heridas.
Extendió la mano derecha, para que Dul, de nuevo, se tendiese sobre la mesa.
Es cierto que su hospitalidad no era, ni mucho menos, desinteresada. Nada de aquello lo era. Pero tampoco quería llevar aquello adonde se le pudiese escapar. A pesar de lo que pudiera parecer, Yshara no controlaba del todo bien aquel tipo de situaciones.
Pero, en fin, estúpido seguir dándole vueltas.
- Y atendiendo - matizó. - Hasta donde yo se, no te he herido, sino más bien al contrario.
Sonrió a medias.
- Y no creas que es cómodo.
Las dagas volvieron lentamente a sus fundas. Que se hubiera desprovisto de la garra, no dejaba a Yshara indefensa. Ella normalmente no blandía un arma con la mano izquierda, porque no tenía ningún arma que fuese mejor que su nar'yara, pero en las circunstancias excepcionales en las que no lo llevaba, siempre podía utilizar un arma.
La elfa se estiró como un gato, haciendo crujir las vértebras de su cuello mientras hacía lo propio con los dedos, entrelazados. Luego volvió a cruzar los brazos.
- Por triste que suene viniendo de mi boca - dijo - me temo que tienes mi palabra de que no vas a morir mientras estés entre éstas paredes. Intenta relajarte. Intentaré tratarte las heridas.
Extendió la mano derecha, para que Dul, de nuevo, se tendiese sobre la mesa.
Yshara- Cantidad de envíos : 876
Re: Nieve
Se mordió el labio después de decirlo.
Quizás no debería haberlo hecho. Dulfary... no, no tenía derecho. Estaba herida, y éso le preocupaba, pero si iban a un lugar tranquilo - le parecía lejana la maldita última vez que se sintió en un lugar tranquilo - podía intentar atenderle ella. Estaba pidiéndole que se enfrentase un poco más a aquella mujer, y...
...
... y luego resultó que no parecía tan malo.
No sabía qué pensar. De repente... quizás fuera verdad, y habían reaccionado de forma un poco demasiado brusca. Rose se sintió contrariada. Se estaba dejando llevar. No es que no creyera a Dulfary, aquella mujer era maligna, podía verlo. Pero... también había algo en ella que no acababa de entender.
Tenía las manos sobre los hombros de Dul, como para protegerla, para hacer más patente el hecho de que eran dos contra una, que si la elfa quería pelea tendría maldita pelea. Desde ésa posición, le dió un beso en el pelo, una disculpa pobre, pero una disculpa al fin y al cabo.
- Lo siento - murmuró.
Permitió que Dulfary se moviera, pero no la incitó a hacerlo. No tenía las manos de forma que fuera a sujetarla; pero tampoco la incitó a cumplir la orden de Yshara. Eso ya no podía, no quería hacerlo.
Quizás no debería haberlo hecho. Dulfary... no, no tenía derecho. Estaba herida, y éso le preocupaba, pero si iban a un lugar tranquilo - le parecía lejana la maldita última vez que se sintió en un lugar tranquilo - podía intentar atenderle ella. Estaba pidiéndole que se enfrentase un poco más a aquella mujer, y...
...
... y luego resultó que no parecía tan malo.
No sabía qué pensar. De repente... quizás fuera verdad, y habían reaccionado de forma un poco demasiado brusca. Rose se sintió contrariada. Se estaba dejando llevar. No es que no creyera a Dulfary, aquella mujer era maligna, podía verlo. Pero... también había algo en ella que no acababa de entender.
Tenía las manos sobre los hombros de Dul, como para protegerla, para hacer más patente el hecho de que eran dos contra una, que si la elfa quería pelea tendría maldita pelea. Desde ésa posición, le dió un beso en el pelo, una disculpa pobre, pero una disculpa al fin y al cabo.
- Lo siento - murmuró.
Permitió que Dulfary se moviera, pero no la incitó a hacerlo. No tenía las manos de forma que fuera a sujetarla; pero tampoco la incitó a cumplir la orden de Yshara. Eso ya no podía, no quería hacerlo.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
- Pues nosotras tampoco te hemos herido - replicó de la forma mas infantil sin ver el verdadero significado de la frase. Se le escapó la niña, los largos 12 años de inmadurez. Pero estaba dicho y si fue consciente de lo que dijo o no... más bien no.
- Yo sé que no - susurró, bajando la vista molesta, sin bajar la guardia, cosa que se daría cuenta Rose, al colocarle las manos en los hombros. Estaba tensa y seguramente no se relajaría hasta que saliera de ahí... o el cuerpo sucumbiera.
Sin embargo esta vez el kunai no dio vueltas en su mano, sino que sujetándolo por el extremo más lejano, se deslizó por la gravedad quedó apuntando al suelo. Entre la disculpa de Rose y las palabras de Yshara estaba cediendo, finalmente, la elfa podía ser todo lo cruel, despiadada, hiriente (en todo sentido) y psicópata que la consideraba, pero creía en su palabra. Paradójico, pero cierto.
Se acercó a la mesa y se apoyó en ella, dejando, por fin, de mirar a Yshara para pasar a verse la herida. Sonrió con algo de vergüenza y se revisó por encima, a la luz de velas, el resto del cuerpo. Si había varios rotos en su ropa y de refilón se veían las heridas que los acompañaban y tenia raspones por todas partes, sin olvidar los golpes varios, pero era casi patético que la mas grave de todas se la hiciera ella misma en la ventana.
~no es mi vida en su conjunto lo que me preocupa... no contigo ~ fue lo que dijeron sus ojos al volver a ponerlos en los de Yshara, y es que lo que se temía era todo lo que le podía hacer dolor, en cuerpo y mente. Tomó impulso y se subió a la mesa para recostarse
- Yo sé que no - susurró, bajando la vista molesta, sin bajar la guardia, cosa que se daría cuenta Rose, al colocarle las manos en los hombros. Estaba tensa y seguramente no se relajaría hasta que saliera de ahí... o el cuerpo sucumbiera.
Sin embargo esta vez el kunai no dio vueltas en su mano, sino que sujetándolo por el extremo más lejano, se deslizó por la gravedad quedó apuntando al suelo. Entre la disculpa de Rose y las palabras de Yshara estaba cediendo, finalmente, la elfa podía ser todo lo cruel, despiadada, hiriente (en todo sentido) y psicópata que la consideraba, pero creía en su palabra. Paradójico, pero cierto.
Se acercó a la mesa y se apoyó en ella, dejando, por fin, de mirar a Yshara para pasar a verse la herida. Sonrió con algo de vergüenza y se revisó por encima, a la luz de velas, el resto del cuerpo. Si había varios rotos en su ropa y de refilón se veían las heridas que los acompañaban y tenia raspones por todas partes, sin olvidar los golpes varios, pero era casi patético que la mas grave de todas se la hiciera ella misma en la ventana.
~no es mi vida en su conjunto lo que me preocupa... no contigo ~ fue lo que dijeron sus ojos al volver a ponerlos en los de Yshara, y es que lo que se temía era todo lo que le podía hacer dolor, en cuerpo y mente. Tomó impulso y se subió a la mesa para recostarse
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Ésta vez la cosa fue más fluida.
Las heridas más graves ya estaban identificadas, el brazo y la pierna; había otras de diversa consideración, pero siendo que ninguna de ellas era mortal de necesidad, aquellas, por ser abiertas, eran las que tenían más riesgo.
El procedimiento no había cambiado, era poco lo que Yshara podía hacer, pero tampoco era mucho lo que necesitaban. Lavaba la herida con un chorro de alcohol, o de lo más parecido que tenía, que era aquel licor enano, tan fuerte que hacía las veces de antiséptico. Una vez limpia, si hacía falta, cosía, o drenaba el veneno. En general, la elfa no era una buena médica; no entendía de enfermedades o problemas de salud, pero era eficiente, y entendía de heridas de batalla.
Solo hizo falta coser la del brazo, la de la pierna era aparatosa, pero no tan grave. Yshara untó la herida con un ungüento que conocía, muy eficaz contra el mal del hierro, y vendó la herida con un pedazo de paño limpio, que si bien no se parecía mucho a una venda, hacía maravillosamente las veces. Luego se interesó por el resto de sus heridas, pero no le llevó mucho tiempo, apenas repasarlas con un trozo de paño humedecido en aguardiente para evitar que se infectasen. La pérdida de sangre estaba controlada, la infección, esperaba, también. Dulfary no se moriría aquella noche.
- Bien - dijo la pelirroja, apartándose de la muchacha. - No ha sido tan difícil, ¿Ves?
No esperó a que se levantase, ni a que contestase a aquello, que fue dicho en más o menos tono de provocación. Volviéndole la espalda, la elfa volvió a hacerse con su brazalete, ya que no iba a necesitar ambas manos; una vez lo tuvo ajustado alrededor del brazo, cosa que pareció devolverle algo de energía a sus movimientos, miró a las chicas de nuevo.
- Podéis quedaros a dormir si lo deseáis - dijo. - Si Kuranthis tiene hambre, es posible que también traiga algo de comer.
Se cruzó de brazos.
- Siempre y cuando aceptéis mi hospitalidad, claro.
Ahora la frase infantil era suya, pero no era para nada inocente; Yshara jugaba con los sentimientos de Dulfary una vez más. Sonó deliberadamente dolida, quiso arrancarle una chispa de culpa a la kazekage. Sutil, aunque no tanto como la amenaza velada en su tono: "Claro que, si no aceptáis, seguramente ella se quede sin su preciosa espada", pensó, y sonrió con malicia.
Las heridas más graves ya estaban identificadas, el brazo y la pierna; había otras de diversa consideración, pero siendo que ninguna de ellas era mortal de necesidad, aquellas, por ser abiertas, eran las que tenían más riesgo.
El procedimiento no había cambiado, era poco lo que Yshara podía hacer, pero tampoco era mucho lo que necesitaban. Lavaba la herida con un chorro de alcohol, o de lo más parecido que tenía, que era aquel licor enano, tan fuerte que hacía las veces de antiséptico. Una vez limpia, si hacía falta, cosía, o drenaba el veneno. En general, la elfa no era una buena médica; no entendía de enfermedades o problemas de salud, pero era eficiente, y entendía de heridas de batalla.
Solo hizo falta coser la del brazo, la de la pierna era aparatosa, pero no tan grave. Yshara untó la herida con un ungüento que conocía, muy eficaz contra el mal del hierro, y vendó la herida con un pedazo de paño limpio, que si bien no se parecía mucho a una venda, hacía maravillosamente las veces. Luego se interesó por el resto de sus heridas, pero no le llevó mucho tiempo, apenas repasarlas con un trozo de paño humedecido en aguardiente para evitar que se infectasen. La pérdida de sangre estaba controlada, la infección, esperaba, también. Dulfary no se moriría aquella noche.
- Bien - dijo la pelirroja, apartándose de la muchacha. - No ha sido tan difícil, ¿Ves?
No esperó a que se levantase, ni a que contestase a aquello, que fue dicho en más o menos tono de provocación. Volviéndole la espalda, la elfa volvió a hacerse con su brazalete, ya que no iba a necesitar ambas manos; una vez lo tuvo ajustado alrededor del brazo, cosa que pareció devolverle algo de energía a sus movimientos, miró a las chicas de nuevo.
- Podéis quedaros a dormir si lo deseáis - dijo. - Si Kuranthis tiene hambre, es posible que también traiga algo de comer.
Se cruzó de brazos.
- Siempre y cuando aceptéis mi hospitalidad, claro.
Ahora la frase infantil era suya, pero no era para nada inocente; Yshara jugaba con los sentimientos de Dulfary una vez más. Sonó deliberadamente dolida, quiso arrancarle una chispa de culpa a la kazekage. Sutil, aunque no tanto como la amenaza velada en su tono: "Claro que, si no aceptáis, seguramente ella se quede sin su preciosa espada", pensó, y sonrió con malicia.
Yshara- Cantidad de envíos : 876
Re: Nieve
Por alguna razón, no hubo más problemas.
No es que Rose no los esperara. Al contrario, estuvo tensa, cerca de la mesa, durante todo el rago que duró la "operación". Observaba - y aprendía - el procedimiento de la elfa, que era más meticuloso de lo que parecía, y tomaba a Dul de la mano cuando el alcohol escocía o cuando sentía que la proximidad de la mujer la...
Había algo en ella que no estaba bien. Algo extraño. Dulfary lo sabía, pero no era capaz de decir exactamente qué. Cuando se agachó para examinar una de las heridas de Dulfary, Rose la miró con detenimiento, absorta, pero no se le pasó por la cabeza.
Nunca había estado tan cerca de un elfo de pura raza. Examinando las facciones de Yshara, se sintió un tanto... extraña. Los elfos eran una raza de apariencia frágil, pero fuertes en el fondo y en la voluntad. Le sacaba un par de dedos de estatura a Yshara, y tenían una complexión parecida, lo que sorprendió a Rose, que... bueno, no recordaba por qué lo había pensado, pero sí que tenía la opinión de que su lado humano le había dado más... robustez.
Cuando la elfa acabó, le ofreció los brazos a Dulfary para ayudarla a levantarse. Se moría de sueño, y de hambre, ahora que lo pensaba. Y no podía irse de allí sin su espada, que, entendió a la perfección, era lo que pasaría si abandonaban aquello antes de que la elfa lo consintiera.
- Um... - vaciló. - Gracias... supongo.
Pensó en hacer otro comentario.
Pensó en decirle: "¿Tenemos alternativa?", pero no lo hizo. No quería soliviantar más a la pelirroja, y además, ahora mismo prefería parecer la chica tonta y confiada. Tal vez aquello llevase a la pelirroja a cometer un error del que se pudiera aprovechar, por subestimarla.
Se ofreció a ayudar a Dulfary a caminar.
No es que Rose no los esperara. Al contrario, estuvo tensa, cerca de la mesa, durante todo el rago que duró la "operación". Observaba - y aprendía - el procedimiento de la elfa, que era más meticuloso de lo que parecía, y tomaba a Dul de la mano cuando el alcohol escocía o cuando sentía que la proximidad de la mujer la...
Había algo en ella que no estaba bien. Algo extraño. Dulfary lo sabía, pero no era capaz de decir exactamente qué. Cuando se agachó para examinar una de las heridas de Dulfary, Rose la miró con detenimiento, absorta, pero no se le pasó por la cabeza.
Nunca había estado tan cerca de un elfo de pura raza. Examinando las facciones de Yshara, se sintió un tanto... extraña. Los elfos eran una raza de apariencia frágil, pero fuertes en el fondo y en la voluntad. Le sacaba un par de dedos de estatura a Yshara, y tenían una complexión parecida, lo que sorprendió a Rose, que... bueno, no recordaba por qué lo había pensado, pero sí que tenía la opinión de que su lado humano le había dado más... robustez.
Cuando la elfa acabó, le ofreció los brazos a Dulfary para ayudarla a levantarse. Se moría de sueño, y de hambre, ahora que lo pensaba. Y no podía irse de allí sin su espada, que, entendió a la perfección, era lo que pasaría si abandonaban aquello antes de que la elfa lo consintiera.
- Um... - vaciló. - Gracias... supongo.
Pensó en hacer otro comentario.
Pensó en decirle: "¿Tenemos alternativa?", pero no lo hizo. No quería soliviantar más a la pelirroja, y además, ahora mismo prefería parecer la chica tonta y confiada. Tal vez aquello llevase a la pelirroja a cometer un error del que se pudiera aprovechar, por subestimarla.
Se ofreció a ayudar a Dulfary a caminar.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Ardía, el licor enano ardía tanto como lo recordaba. Su expectativa al respecto era alta, tal vez por eso su reacción no fue tan violenta. Pero aun así ardía y mucho. En mayor o menor medida según el tamaño de cada herida.
Pero fue tan fuerte como pudo, se quejó, gruñó y se re volvió a pretendo con fuerza la mano que Rose le ofrecía. La sutura... esa sí la hizo derramar lágrimas. Pero no le dio el gusto de gritar o llorar en su totalidad, su orgullo tenía que ser más fuerte que el dolor. Y lo fue, aunque el costo de esto vino en el mareo que sentía y el poco aliento para levantarse luego.
A cada cosa que se dijo después, vinieron solo respuestas con su cabeza, destinadas al sí o al no. No, no había sido tan difícil, pero sí, había dolido y ardido. No, no te puedo aceptar los brazos pues no pienso pararme de aquí. Sí, quiero dormir al menos tres días y al cerrar los ojos tener la certeza que no voy a despertar cerca de este lugar. Sí, un poco más lento, de nuevo con los ojos cerrados, sí tenía hambre y no le dejaría la comida a Kuranthis para que se diera un banquete adicional por descortesía de ellas.
Y no, no quería aceptar su hospitalidad. Le saldría muy costosa, en el futuro, inmediato o lejano, pero sabía lo mucho que le costaría. Y aun así, por fin tuvo fuerza para sonreír: maliciosa.
Por el tono de la elfa, infantil como el de ella, una riña entre dos infantes. Eso le causaba gracia, no culpa. Si no hubiese saltado sobre ella, no la hubiese proclamado como su propiedad y no la hubiese... ¿¿¿por qué carajos la había lamido como lo hizo??? habría sentido culpa. Pero no. Sonaba dolida y, pese a todo, le creía a ese dolor, pero no sentía culpa, después de todo, ella empezó. Riña de niñas.
Algo que si le preocupaba era que Rose sí se sintiera culpable, así que volvió la vista a ella, lentamente. No se irían sin la espada, estaban de acuerdo en eso. Esta vez sí se dejó ayudar a levantar. Quizá debió esperar un momento más.
La sangre de nuevo se le vino a los pies y tuvo que cerrar los ojos; lo más seguro era que no pudiera caminar, así que se tomó un momento más antes de caminar. Se sentía fatal, y eso que aun no se relajaba del todo, la cabeza le daba vueltas, no sentía el brazo, el aire estaba raro ~ es el olor a sangre.. tranquila... ~ se tuvo que apoyar con "más" fuerza en Rose, apenas y podía mantenerse en pie.
Se detuvo, hizo que Rose se detuviera. Para donde iban? Miró a Yshara a los ojos, con recelo y desafío, pero con la misma pregunta: a donde?
Pero fue tan fuerte como pudo, se quejó, gruñó y se re volvió a pretendo con fuerza la mano que Rose le ofrecía. La sutura... esa sí la hizo derramar lágrimas. Pero no le dio el gusto de gritar o llorar en su totalidad, su orgullo tenía que ser más fuerte que el dolor. Y lo fue, aunque el costo de esto vino en el mareo que sentía y el poco aliento para levantarse luego.
A cada cosa que se dijo después, vinieron solo respuestas con su cabeza, destinadas al sí o al no. No, no había sido tan difícil, pero sí, había dolido y ardido. No, no te puedo aceptar los brazos pues no pienso pararme de aquí. Sí, quiero dormir al menos tres días y al cerrar los ojos tener la certeza que no voy a despertar cerca de este lugar. Sí, un poco más lento, de nuevo con los ojos cerrados, sí tenía hambre y no le dejaría la comida a Kuranthis para que se diera un banquete adicional por descortesía de ellas.
Y no, no quería aceptar su hospitalidad. Le saldría muy costosa, en el futuro, inmediato o lejano, pero sabía lo mucho que le costaría. Y aun así, por fin tuvo fuerza para sonreír: maliciosa.
Por el tono de la elfa, infantil como el de ella, una riña entre dos infantes. Eso le causaba gracia, no culpa. Si no hubiese saltado sobre ella, no la hubiese proclamado como su propiedad y no la hubiese... ¿¿¿por qué carajos la había lamido como lo hizo??? habría sentido culpa. Pero no. Sonaba dolida y, pese a todo, le creía a ese dolor, pero no sentía culpa, después de todo, ella empezó. Riña de niñas.
Algo que si le preocupaba era que Rose sí se sintiera culpable, así que volvió la vista a ella, lentamente. No se irían sin la espada, estaban de acuerdo en eso. Esta vez sí se dejó ayudar a levantar. Quizá debió esperar un momento más.
La sangre de nuevo se le vino a los pies y tuvo que cerrar los ojos; lo más seguro era que no pudiera caminar, así que se tomó un momento más antes de caminar. Se sentía fatal, y eso que aun no se relajaba del todo, la cabeza le daba vueltas, no sentía el brazo, el aire estaba raro ~ es el olor a sangre.. tranquila... ~ se tuvo que apoyar con "más" fuerza en Rose, apenas y podía mantenerse en pie.
Se detuvo, hizo que Rose se detuviera. Para donde iban? Miró a Yshara a los ojos, con recelo y desafío, pero con la misma pregunta: a donde?
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
La elfa se encogió de hombros.
Todo salía correctamente, al menos por ahora. No había planes maquiavélicos en su invitación. Sanación, alimento y descanso era lo que había ofrecido, y exactamente lo que iba a dar. A cambio, las tenía localizadas.
- Bien - dijo.
Señaló a los camastros que había en el suelo, apenas esterillas de paja con cojines, cómodas para estar un rato, pero seguramente no para dormir. Su mano describió la trayectoria hacia una galería lateral envuelta en sombras.
- Dónde os quedéis me es indiferente - dijo. - En ésta cámara hay varios camastros, como véis, pero pasaréis mala noche. Si seguís por aquel pasillo encontraréis habitaciones, algunas vacías, otras en las que os podréis quedar.
Se cruzó de brazos. Tenía el ceño medio fruncido, pero no tenía cara de estar enfadada. Era una advertencia más que una amonestación.
- Si sois inteligentes no os alejaréis demasiado. Si llegáis a una cámara cerrada con una puerta de metal, no lleguéis mas allá. No os merecerá la pena.
Cierto.
... a medias.
Todo salía correctamente, al menos por ahora. No había planes maquiavélicos en su invitación. Sanación, alimento y descanso era lo que había ofrecido, y exactamente lo que iba a dar. A cambio, las tenía localizadas.
- Bien - dijo.
Señaló a los camastros que había en el suelo, apenas esterillas de paja con cojines, cómodas para estar un rato, pero seguramente no para dormir. Su mano describió la trayectoria hacia una galería lateral envuelta en sombras.
- Dónde os quedéis me es indiferente - dijo. - En ésta cámara hay varios camastros, como véis, pero pasaréis mala noche. Si seguís por aquel pasillo encontraréis habitaciones, algunas vacías, otras en las que os podréis quedar.
Se cruzó de brazos. Tenía el ceño medio fruncido, pero no tenía cara de estar enfadada. Era una advertencia más que una amonestación.
- Si sois inteligentes no os alejaréis demasiado. Si llegáis a una cámara cerrada con una puerta de metal, no lleguéis mas allá. No os merecerá la pena.
Cierto.
... a medias.
Yshara- Cantidad de envíos : 876
Re: Nieve
Rose escuchó y asintió con la cabeza.
Hacía rato que no quería seguir ahí, que ya no quería saber nada. Estaba confundida, y esperaba que dormir un rato le calmara los pensamientos. Estaba rendida.
Dulfary iba a quedarse allí, así que no importaba, de nada servía dudar sobre aquello. No expresaría sus temores en voz alta, ni sus dudas. Era su turno de ayudar a Dul, sin más.
Cuando la elfa mencionó aquella habitación con puerta metálica, la semielfa sintió una punzada malsana de curiosidad, y supo que a Dul le pasaba lo mismo. Pero ahora no podía pensar en contradecir las instrucciones de la mujer... necesitaban descansar, de veras que lo precisaban. Había sido un día horrible de carreras, heridas, cansancio y tensión.
- ¿Vamos? - le preguntó a Dul.
Tiró un poco de ella, no para forzarla a seguirla, sino porque también le preocupaba su estado. Le preocupaba más que el suyo, maldita sea.
Hacía rato que no quería seguir ahí, que ya no quería saber nada. Estaba confundida, y esperaba que dormir un rato le calmara los pensamientos. Estaba rendida.
Dulfary iba a quedarse allí, así que no importaba, de nada servía dudar sobre aquello. No expresaría sus temores en voz alta, ni sus dudas. Era su turno de ayudar a Dul, sin más.
Cuando la elfa mencionó aquella habitación con puerta metálica, la semielfa sintió una punzada malsana de curiosidad, y supo que a Dul le pasaba lo mismo. Pero ahora no podía pensar en contradecir las instrucciones de la mujer... necesitaban descansar, de veras que lo precisaban. Había sido un día horrible de carreras, heridas, cansancio y tensión.
- ¿Vamos? - le preguntó a Dul.
Tiró un poco de ella, no para forzarla a seguirla, sino porque también le preocupaba su estado. Le preocupaba más que el suyo, maldita sea.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Miró las literas. No se veían cómodas, pero le hacían ojitos. Cerrar por un momento los ojos, quizá hasta dormir. Era tan tentador sin embargo no quería creer, menos cuando ofreció habitaciones y su mente se fue hacia el pasado, hacia lo mas cercano que había conocido como habitación estando en ese lugar.
El mareo iba pasando, la sangre se distribuía en donde debía ser y retomaba el control de su equilibrio. Eso era buenisimo, tanto como la oferta de una cama para dormir.
- Sí, vamos - secundó, con la idea fija de decirle a que Rose que compartieran cuarto. No quería estar sola en ese lugar y que a Yshara se le diera por hacer visitas nocturnas. Sus ojos rojos, cansados, miraron en dirección al pasillo. Estaba siendo amable. Estaba siendo amable, eso era lo que no la dejaba creer. Su ceño fruncido le decía que no estaba inconsciente y por tanto imaginando todo eso, pero... a su forma estaba siendo amable y eso la ponía más nerviosa, sobre todo porque... había una puerta cerrada, al mejor estilo de Barba Azul, había una puerta cerrada.
Sonrió, bajó la cabeza y dejó que el cabello tapara sus ojos, el brillo en estos, e hizo su mejor esfuerzo por reprimir la sonrisa. No, no iría, fijo ahí guardaba los cuerpos de... sacudió la cabeza.
- Bien, a descansar - le dijo a Rose, su tono estaba apagado, pero aun tenía bajo esa capa de agotamiento ese tiente de ánimos y buena vibra para hacer las cosas. Solo debían ir por el camino y llegar a los cuartos y una vez se dirigieron allí, dijo en voz baja - ojala las habitaciones no sean tan pequeñas... llámame cobarde pero no quiero otra vez dormir sola aquí - sonreía divertida, viéndole el lado gracioso al asunto al ser planteado de forma tan infantil.
Su petición fue escuchada. Una puerta, una habitación. La iluminación era pésima. Al menos para un humano. La elfa debía moverse con total libertad, pero ella... no veía nada. Tuvo que esperar a que los ojos de Rose, más capaces que los propios, dieran con algo parecido a una tea y le brindara algo de luz.
No sabía que esperar de la habitación, supuso que cualquier cosa que viera no sería jamás lo que esperaba. No era una habitación, solo había sido adaptada para tal fin y era... enorme.
Una de las salas de entrenamiento, llena de tatamis bien acomodados, no sería tan grande como el lugar. Las paredes era den roca y eso no le extrañaba, los pasajes por los que también había transitado en el pasado tenían las paredes así.
Con todo ese espacio, siendo la casa de quien era, con los nervios a flor de piel, había algo que desentonaba: era acogedor. Ante la luz vacilante de la tea se veía cálido y la sola idea de calidez ya le veía muy bien, se veía limpio, cómodo, tranquilo. Un buen lugar para dormir.
- Yo creí que los elfos no dormían mucho... - susurró, extrañada. Aun así no tenía porque ser la habitación de Yshara, después de todo había dos camas, grandes, acordes para el tamaño del lugar, aunque no bastaba para llenarlo. Estaban tendidas y resultaba predecible que fueran parte de las ruinas pues, ademas de ser dispares, se veían antiguas, de madera maciza como las de antaño y una de estas, aun conservaba parte del dosel que había tenido en algún momento de su existencial, tenía los postes pero no lo que Dul llamaba "el techito".
- En esa NO - dijo con decisión Dulfary. No se expondría a que ninguna de las dos terminara atada en esa cama, en la casa de Yshara, en su mal estado físico actual. Prefería dormir en la mesa que se encontraba entre ambas camas aunque un poco mas cerca a la puerta. Tiró de la mano de Rose y la llevó a la cama sin dosel, la soltó antes de subirse, no por el costado si no por donde primero encontró.
Gateó como la niña que era y dejó caer la cola en la cama girándose a Rose.
- Rose... - susurró dulcemente y de pronto su voz se volvió severa - no vuelvas a hacer algo tan peligroso como eso, no con ella o con alguien que creas que se puede defender fácilmente. Es peligroso! qué habría hecho yo si te hubiera herido? Yo sí sé, jamás me habría perdonado que te pasara algo por tratar de auxiliarme - había sonado muy parecido a su hermano y eso le dolió un poco porque por fin entendía sus palabras, ese tono de preocupación que ella misma acababa de utilizar - Mira... no quisiera que te hagas una idea de quien es ella o cómo es solo por lo que yo te diga, no tengo ese derecho, es mejor que te formes tu propia visión de su persona, por lo que vez, por lo que sientes, por lo que conozcas por tu misma y no por mi versión que es muy sesgada - su voz se fue haciendo mas débil según hablaba, no quería influenciarla en su sentir y pensar sobre las personas, menos sobre lo que la niña veía como la contra parte de la semielfa - no te guíes por la concepción de una mocosa de 12 años porque te puedes poner en peligro... - pidió bajando la cabeza y luego agregó con otro tono de voz mas jovial - y ahora a dormir! - se echó para atrás, dejando su cabeza descansar en la almohada. Alguien debía hacer guardia, pero... si Yshara les quería hacer algo, aquello habría dado exactamente lo mismo.
Se levantó de pronto, con renovada energía. Saltó sobre la cama y corrió en dirección a la otra, de la que haló el cobertor y lo trajo consigo, saltó sobre la cama en la que dormirían y esperó a que Rose se acostara para cubrirla con este, mientras la niña se metía bajo el cobertor que estaba en esa cama. Se esperaba preguntas de su parte y cuando las respondió dijo con ternura infantil
- Descansa Rose, lo vamos a necesitar... - se quedó dormida con una sonrisa inocente de placidez, de lograr por fin estar en una cama que lentamente se ponía tibia mientras afuera, en la superficie, aun caían copos de nieve...
El mareo iba pasando, la sangre se distribuía en donde debía ser y retomaba el control de su equilibrio. Eso era buenisimo, tanto como la oferta de una cama para dormir.
- Sí, vamos - secundó, con la idea fija de decirle a que Rose que compartieran cuarto. No quería estar sola en ese lugar y que a Yshara se le diera por hacer visitas nocturnas. Sus ojos rojos, cansados, miraron en dirección al pasillo. Estaba siendo amable. Estaba siendo amable, eso era lo que no la dejaba creer. Su ceño fruncido le decía que no estaba inconsciente y por tanto imaginando todo eso, pero... a su forma estaba siendo amable y eso la ponía más nerviosa, sobre todo porque... había una puerta cerrada, al mejor estilo de Barba Azul, había una puerta cerrada.
Sonrió, bajó la cabeza y dejó que el cabello tapara sus ojos, el brillo en estos, e hizo su mejor esfuerzo por reprimir la sonrisa. No, no iría, fijo ahí guardaba los cuerpos de... sacudió la cabeza.
- Bien, a descansar - le dijo a Rose, su tono estaba apagado, pero aun tenía bajo esa capa de agotamiento ese tiente de ánimos y buena vibra para hacer las cosas. Solo debían ir por el camino y llegar a los cuartos y una vez se dirigieron allí, dijo en voz baja - ojala las habitaciones no sean tan pequeñas... llámame cobarde pero no quiero otra vez dormir sola aquí - sonreía divertida, viéndole el lado gracioso al asunto al ser planteado de forma tan infantil.
Su petición fue escuchada. Una puerta, una habitación. La iluminación era pésima. Al menos para un humano. La elfa debía moverse con total libertad, pero ella... no veía nada. Tuvo que esperar a que los ojos de Rose, más capaces que los propios, dieran con algo parecido a una tea y le brindara algo de luz.
No sabía que esperar de la habitación, supuso que cualquier cosa que viera no sería jamás lo que esperaba. No era una habitación, solo había sido adaptada para tal fin y era... enorme.
Una de las salas de entrenamiento, llena de tatamis bien acomodados, no sería tan grande como el lugar. Las paredes era den roca y eso no le extrañaba, los pasajes por los que también había transitado en el pasado tenían las paredes así.
Con todo ese espacio, siendo la casa de quien era, con los nervios a flor de piel, había algo que desentonaba: era acogedor. Ante la luz vacilante de la tea se veía cálido y la sola idea de calidez ya le veía muy bien, se veía limpio, cómodo, tranquilo. Un buen lugar para dormir.
- Yo creí que los elfos no dormían mucho... - susurró, extrañada. Aun así no tenía porque ser la habitación de Yshara, después de todo había dos camas, grandes, acordes para el tamaño del lugar, aunque no bastaba para llenarlo. Estaban tendidas y resultaba predecible que fueran parte de las ruinas pues, ademas de ser dispares, se veían antiguas, de madera maciza como las de antaño y una de estas, aun conservaba parte del dosel que había tenido en algún momento de su existencial, tenía los postes pero no lo que Dul llamaba "el techito".
- En esa NO - dijo con decisión Dulfary. No se expondría a que ninguna de las dos terminara atada en esa cama, en la casa de Yshara, en su mal estado físico actual. Prefería dormir en la mesa que se encontraba entre ambas camas aunque un poco mas cerca a la puerta. Tiró de la mano de Rose y la llevó a la cama sin dosel, la soltó antes de subirse, no por el costado si no por donde primero encontró.
Gateó como la niña que era y dejó caer la cola en la cama girándose a Rose.
- Rose... - susurró dulcemente y de pronto su voz se volvió severa - no vuelvas a hacer algo tan peligroso como eso, no con ella o con alguien que creas que se puede defender fácilmente. Es peligroso! qué habría hecho yo si te hubiera herido? Yo sí sé, jamás me habría perdonado que te pasara algo por tratar de auxiliarme - había sonado muy parecido a su hermano y eso le dolió un poco porque por fin entendía sus palabras, ese tono de preocupación que ella misma acababa de utilizar - Mira... no quisiera que te hagas una idea de quien es ella o cómo es solo por lo que yo te diga, no tengo ese derecho, es mejor que te formes tu propia visión de su persona, por lo que vez, por lo que sientes, por lo que conozcas por tu misma y no por mi versión que es muy sesgada - su voz se fue haciendo mas débil según hablaba, no quería influenciarla en su sentir y pensar sobre las personas, menos sobre lo que la niña veía como la contra parte de la semielfa - no te guíes por la concepción de una mocosa de 12 años porque te puedes poner en peligro... - pidió bajando la cabeza y luego agregó con otro tono de voz mas jovial - y ahora a dormir! - se echó para atrás, dejando su cabeza descansar en la almohada. Alguien debía hacer guardia, pero... si Yshara les quería hacer algo, aquello habría dado exactamente lo mismo.
Se levantó de pronto, con renovada energía. Saltó sobre la cama y corrió en dirección a la otra, de la que haló el cobertor y lo trajo consigo, saltó sobre la cama en la que dormirían y esperó a que Rose se acostara para cubrirla con este, mientras la niña se metía bajo el cobertor que estaba en esa cama. Se esperaba preguntas de su parte y cuando las respondió dijo con ternura infantil
- Descansa Rose, lo vamos a necesitar... - se quedó dormida con una sonrisa inocente de placidez, de lograr por fin estar en una cama que lentamente se ponía tibia mientras afuera, en la superficie, aun caían copos de nieve...
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Preguntas.
Dulfary no esperaba en vano. Había preguntas. Sin embargo... si hubiera comenzado a disparar las preguntas, no habría terminado. No habría sabido qué respuestas quería obtener primero.
No sabía qué iba primero. Se quedó allí, de pie, frente a Dulfary, sintiéndose estúpida, mirando a los ojos de la niña, apartando la mirada, buscándose los pies. Cerró los ojos, respiró fuerte. No sabía nada.
- Lo siento - susurró.
¿Cómo podría decírtelo...?
Tomó aire. Las palabras empezaron a agolparse en su boca, pero su lengua no se movió. No alzó los ojos, no podía ver a Dulfary. Se acercó a ella, y le dió un abrazo.
¿Cómo decirle que dentro de su cabeza había dos personas, que lo que hacía lo hacía porque una de ellas sabía lo que estaba haciendo? Sólo tenía que dejar de pensar y aquella otra vertiente de su alma, aquella Riadh... no hubiera fallado de no haber sido por... no, da igual, no tenía caso. Había fallado, estrepitosamente, y las consecuencias podrían haber sido severas. Lo lamentaba de veras.
Pero entonces, las palabras de Dulfary. ¿Una cría de...? ¿Qué quería decir con...? De repente otras palabras volvieron a su mente, y una teoría que no podía ser cierta sel e dibujó en el cerebro. Pero no dijo nada, no aquella noche, no en aquel lugar. Se quedó sentada en el borde de la cama hasta que Dulfary llegó con el cobertor. Permitió que se lo echara por encima, y se tendió, e incluso escuchó dormirse a Dulfary, comenzar a respirar fuerte. Pero ella no se durmió.
No estuvo muy segura de cómo A se transformó en B. Estuvo en la cama un rato, pero en un momento determinado pestañeó y se encontraba junto a la puerta. Su mano se estaba moviendo para agarrar el pestillo, pero de repente se detuvo mientras sentía helársele la sangre.
- Están en esta habitación.
La voz era inconfundible. La entonación, la cadencia. Contuvo la respiración. Yshara. Yshara estaba al otro lado de la puerta, de repente una lámina de madera que no podía protegerla.
- ¿Qué vas a hacer, Yshara? ¿Qué estás pensando?
Yshara. Curioso que, aunque era la primera vez que escuchaba su nombre - la voz de Kuranthis, estaba segura - sabía que era ése. Yshara. Lo sabía, de alguna forma. Lo sabía.
- No estoy segura, Kuranthis - La elfa tardó un poco en contestar. - La vidente me dijo muchas cosas, pero no estoy segura de nada. Necesito tiempo.
- Vas a tener que estar preparada.
- Lo se.
Silencio.
Las orejas de Rose estaban tensas, todo su cuerpo estaba tenso. Habían callado, pero no se habían ido. Estaban ahí, detrás, al otro lado, un trozo de madera les separaba. Si cerraba los ojos casi podía verlo: Yshara con una mano en el pestillo, Kuranthis con una mano sobre el hombro de Yshara. La elfa tenía los ojos cerrados, y creyó adivinar, por un momento, que la ilusión de una lágrima le caía por la mejilla.
- Vámonos - dijo Kuranthis, con suavidad.
Rose adivinó que Yshara había asentido con la cabeza. No hubo más palabras, pero sin embargo los sintió alejarse. Y de repente, pasada la tensión, comenzó a sentirse cansada. Muy cansada.
Volvió a la cama sin desear más exploraciones, más sorpresas, más aventuras. Se tendió sobre el colchón y miró fijamente a Dulfary, a quien admiraba y a quien respetaba a partes iguales. Suspiró con cierta desidia, sintiéndose... inútil. Todo el mundo a su alrededor sabía cuál era su papel en todo aquello... menos ella.
Suspiró, y bajó la mirada sin darse cuenta. Y cerró los ojos sin darse cuenta, y se durmió profundamamente, también, sin darse cuenta.
Dulfary no esperaba en vano. Había preguntas. Sin embargo... si hubiera comenzado a disparar las preguntas, no habría terminado. No habría sabido qué respuestas quería obtener primero.
No sabía qué iba primero. Se quedó allí, de pie, frente a Dulfary, sintiéndose estúpida, mirando a los ojos de la niña, apartando la mirada, buscándose los pies. Cerró los ojos, respiró fuerte. No sabía nada.
- Lo siento - susurró.
¿Cómo podría decírtelo...?
Tomó aire. Las palabras empezaron a agolparse en su boca, pero su lengua no se movió. No alzó los ojos, no podía ver a Dulfary. Se acercó a ella, y le dió un abrazo.
¿Cómo decirle que dentro de su cabeza había dos personas, que lo que hacía lo hacía porque una de ellas sabía lo que estaba haciendo? Sólo tenía que dejar de pensar y aquella otra vertiente de su alma, aquella Riadh... no hubiera fallado de no haber sido por... no, da igual, no tenía caso. Había fallado, estrepitosamente, y las consecuencias podrían haber sido severas. Lo lamentaba de veras.
Pero entonces, las palabras de Dulfary. ¿Una cría de...? ¿Qué quería decir con...? De repente otras palabras volvieron a su mente, y una teoría que no podía ser cierta sel e dibujó en el cerebro. Pero no dijo nada, no aquella noche, no en aquel lugar. Se quedó sentada en el borde de la cama hasta que Dulfary llegó con el cobertor. Permitió que se lo echara por encima, y se tendió, e incluso escuchó dormirse a Dulfary, comenzar a respirar fuerte. Pero ella no se durmió.
No estuvo muy segura de cómo A se transformó en B. Estuvo en la cama un rato, pero en un momento determinado pestañeó y se encontraba junto a la puerta. Su mano se estaba moviendo para agarrar el pestillo, pero de repente se detuvo mientras sentía helársele la sangre.
- Están en esta habitación.
La voz era inconfundible. La entonación, la cadencia. Contuvo la respiración. Yshara. Yshara estaba al otro lado de la puerta, de repente una lámina de madera que no podía protegerla.
- ¿Qué vas a hacer, Yshara? ¿Qué estás pensando?
Yshara. Curioso que, aunque era la primera vez que escuchaba su nombre - la voz de Kuranthis, estaba segura - sabía que era ése. Yshara. Lo sabía, de alguna forma. Lo sabía.
- No estoy segura, Kuranthis - La elfa tardó un poco en contestar. - La vidente me dijo muchas cosas, pero no estoy segura de nada. Necesito tiempo.
- Vas a tener que estar preparada.
- Lo se.
Silencio.
Las orejas de Rose estaban tensas, todo su cuerpo estaba tenso. Habían callado, pero no se habían ido. Estaban ahí, detrás, al otro lado, un trozo de madera les separaba. Si cerraba los ojos casi podía verlo: Yshara con una mano en el pestillo, Kuranthis con una mano sobre el hombro de Yshara. La elfa tenía los ojos cerrados, y creyó adivinar, por un momento, que la ilusión de una lágrima le caía por la mejilla.
- Vámonos - dijo Kuranthis, con suavidad.
Rose adivinó que Yshara había asentido con la cabeza. No hubo más palabras, pero sin embargo los sintió alejarse. Y de repente, pasada la tensión, comenzó a sentirse cansada. Muy cansada.
Volvió a la cama sin desear más exploraciones, más sorpresas, más aventuras. Se tendió sobre el colchón y miró fijamente a Dulfary, a quien admiraba y a quien respetaba a partes iguales. Suspiró con cierta desidia, sintiéndose... inútil. Todo el mundo a su alrededor sabía cuál era su papel en todo aquello... menos ella.
Suspiró, y bajó la mirada sin darse cuenta. Y cerró los ojos sin darse cuenta, y se durmió profundamamente, también, sin darse cuenta.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: Nieve
Un ruido sonó a lo lejos, muy lejos. El ruido se repitió, esta vez más fuerte pero no violento. Eso la despertó. Abrió los ojos despacio. Estaba oscuro y por fin, después de muchas horas, no sentía frío.
Le echó un vistazo a Rose, parecía dormir plácidamente y sonrió. Le alegraba que por fin descansara. También le agradecía. Cuando la abrazó y le regresó el abrazo empezó a entrar en calor. Le había tomado cariño, era quizá lo mas cercano que tendría, si la amistad perduraba, a una hermana mayor. Y era lindo.
Ahí estaba de nuevo el sonido, lo siguió con la vista. El cuarto ya no le parecía tan oscuro como cuando entrara la primera vez, al menos podía distinguir con facilidad el rectángulo de luz que era la puerta. Se bajó de la cama con cuidado de no despertar a Rose y se acercó a la puerta.
La abrió con cuidado y la luz, tenue de velas, le lastimó los ojos. El frío se le coló entre la ropa ahora que no estaba envuelta en la cobija. Pero eso no impidió que saliera. El sitio parecía desierto, perturbadoramente desierto. Cerró la puerta sin hacer ruido y se dijo a si misma que era muy tonto lo que estaba haciendo. ¿para qué salía? Suspiró, hora de volver a la cama, aun podía descansar otro poco.
Se giró y al hacerlo sus ojos se toparon con algo antes de quedar fijos en la madera de la puerta. Se quedó quieta. El corazón latía con fuerza y la respiración se le cortó. No era bueno lo que había visto y aun así… giró la cabeza lentamente hacia lo que captó su atención. Ahí estaba, no era fruto de su imaginación.
Una puerta de metal.
Se mordió los labios y trató de contenerse. Pero no pudo. Ella había dicho que no entraran… qué podía guardar ahí que fuera un secreto? Soltó el picaporte al que se aferraba como un salvavidas que resistía el influjo del imán que era la puerta de metal.
Volvió a suspirar y ya no era la madera lo que estaba frente a sus ojos, era el metal, no era el picaporte de la habitación a la que debía volver el que sujetaba, era la superficie de metal que estaba empujando con las manos hasta que cedió a su deseo y se abrió.
Miró por encima de su hombro. Solo sería una miradita, nadie tenía por qué enterarse, si estaba a oscuras lo dejaría así y volvería sobre sus pasos. Simple. Sencillo. Asomó la cabeza a la habitación y dio un paso al frente. El corazón se le quería salir, entre la expectativa de lo que podría encontrar y los nervios de ser sorprendida por la cruel asesina, se le iba a salir. Pero avanzó y entonces…
De nuevo el mismo ruido.
Giró sobre sí, hay estaba su sombra, tras su sombra estaba Yshara, su sombra la empujó hacía la habitación y cayó al vacío directo al mundo en negativo que era entrar en las sombras y tras ella venía su sombra armada lista para atacarla, como siempre, eso no tenía sentido pero…
Un ruido sonó a lo lejos, muy lejos. El ruido se repitió, esta vez más fuerte pero no violento. Eso la despertó. Abrió los ojos despacio. Estaba oscuro y por fin, después de muchas horas, no sentía frío.
Se sentó en la cama y le echó un vistazo a Rose, parecía dormir plácidamente y sonrió. Le alegraba que por fin descansara. También le agradecía. Cuando la abrazó y le regresó el abrazo empezó a entrar en calor. Le había tomado cariño, era quizá lo mas cercano que tendría, si la amistad perduraba, a una hermana mayor. Y era lindo. Eso si, le pareció extraño que no preguntara.
Ahí estaba de nuevo el sonido, lo siguió con la vista. El cuarto aun le parecía tan oscuro como cuando entrara la primera vez, pero al menos podía distinguir con facilidad el rectángulo de luz que era la puerta. Se bajó de la cama con cuidado de no despertar a Rose y se acercó a la puerta.
La abrió con cuidado y la luz, tenue de velas, le lastimó los ojos. El frío se le coló entre la ropa ahora que no estaba envuelta en la cobija. Pero eso no impidió que saliera. El lugar parecía desierto, perturbadoramente desierto. Cerró la puerta sin hacer ruido y se dijo a si misma que era muy tonto lo que estaba haciendo. Dájà vu. Suspiró, hora de volver a la cama, aun podía descansar otro poco.
Se giró y al hacerlo sus ojos se toparon con algo antes de quedar fijos en la madera de la puerta. Se quedó quieta. El corazón latía con fuerza y la respiración se le cortó. No era bueno lo que había visto y aun así… giró la cabeza lentamente hacia lo que captó su atención. Ahí estaba, no era fruto de su imaginación.
Una puerta de metal.
Se mordió los labios y trató de contenerse. Pero no pudo. Ella había dicho que no entraran… qué podía guardar ahí que fuera un secreto? Soltó el picaporte al que se aferraba como un salvavidas que resistía el influjo del imán que era la puerta de metal.
Sus pasos, sigilosos y cautos se acercaron ala puerta. No se escuchaba nada en el lugar, eso podía significar muchas cosas, pero prefirió tomar la oportunidad y su pasos fueron mas largos, aunque igual de silenciosos y pronto estuvo frente a la puerta de metal. No la tocó, solo la miró, ansiosa. No era correcto, ella solo había pedido una cosa. No podía ser posible que no fuera capaz de cumplirla, pero… la mataba la curiosidad.
Apoyó ambas manos en la puerta y empujó con cuidado, rogando porque no hiciera ruido, hasta que cedió a su deseo y se abrió.
Miró por encima de su hombro. Solo sería una miradita, nadie tenía por qué enterarse, si estaba a oscuras lo dejaría así y volvería sobre sus pasos. Simple. Sencillo. Asomó la cabeza a la habitación y dio un paso al frente. El corazón se le quería salir, entre la expectativa de lo que podría encontrar y los nervios de ser sorprendida por la cruel asesina, se le iba a salir.
Dio un paso al frente y decidió que no podía haber nada ahí adentro que justificara semejante riesgo, así que se empezó a dar la vuelta para emprender la retirada.
Le echó un vistazo a Rose, parecía dormir plácidamente y sonrió. Le alegraba que por fin descansara. También le agradecía. Cuando la abrazó y le regresó el abrazo empezó a entrar en calor. Le había tomado cariño, era quizá lo mas cercano que tendría, si la amistad perduraba, a una hermana mayor. Y era lindo.
Ahí estaba de nuevo el sonido, lo siguió con la vista. El cuarto ya no le parecía tan oscuro como cuando entrara la primera vez, al menos podía distinguir con facilidad el rectángulo de luz que era la puerta. Se bajó de la cama con cuidado de no despertar a Rose y se acercó a la puerta.
La abrió con cuidado y la luz, tenue de velas, le lastimó los ojos. El frío se le coló entre la ropa ahora que no estaba envuelta en la cobija. Pero eso no impidió que saliera. El sitio parecía desierto, perturbadoramente desierto. Cerró la puerta sin hacer ruido y se dijo a si misma que era muy tonto lo que estaba haciendo. ¿para qué salía? Suspiró, hora de volver a la cama, aun podía descansar otro poco.
Se giró y al hacerlo sus ojos se toparon con algo antes de quedar fijos en la madera de la puerta. Se quedó quieta. El corazón latía con fuerza y la respiración se le cortó. No era bueno lo que había visto y aun así… giró la cabeza lentamente hacia lo que captó su atención. Ahí estaba, no era fruto de su imaginación.
Una puerta de metal.
Se mordió los labios y trató de contenerse. Pero no pudo. Ella había dicho que no entraran… qué podía guardar ahí que fuera un secreto? Soltó el picaporte al que se aferraba como un salvavidas que resistía el influjo del imán que era la puerta de metal.
Volvió a suspirar y ya no era la madera lo que estaba frente a sus ojos, era el metal, no era el picaporte de la habitación a la que debía volver el que sujetaba, era la superficie de metal que estaba empujando con las manos hasta que cedió a su deseo y se abrió.
Miró por encima de su hombro. Solo sería una miradita, nadie tenía por qué enterarse, si estaba a oscuras lo dejaría así y volvería sobre sus pasos. Simple. Sencillo. Asomó la cabeza a la habitación y dio un paso al frente. El corazón se le quería salir, entre la expectativa de lo que podría encontrar y los nervios de ser sorprendida por la cruel asesina, se le iba a salir. Pero avanzó y entonces…
De nuevo el mismo ruido.
Giró sobre sí, hay estaba su sombra, tras su sombra estaba Yshara, su sombra la empujó hacía la habitación y cayó al vacío directo al mundo en negativo que era entrar en las sombras y tras ella venía su sombra armada lista para atacarla, como siempre, eso no tenía sentido pero…
Un ruido sonó a lo lejos, muy lejos. El ruido se repitió, esta vez más fuerte pero no violento. Eso la despertó. Abrió los ojos despacio. Estaba oscuro y por fin, después de muchas horas, no sentía frío.
Se sentó en la cama y le echó un vistazo a Rose, parecía dormir plácidamente y sonrió. Le alegraba que por fin descansara. También le agradecía. Cuando la abrazó y le regresó el abrazo empezó a entrar en calor. Le había tomado cariño, era quizá lo mas cercano que tendría, si la amistad perduraba, a una hermana mayor. Y era lindo. Eso si, le pareció extraño que no preguntara.
Ahí estaba de nuevo el sonido, lo siguió con la vista. El cuarto aun le parecía tan oscuro como cuando entrara la primera vez, pero al menos podía distinguir con facilidad el rectángulo de luz que era la puerta. Se bajó de la cama con cuidado de no despertar a Rose y se acercó a la puerta.
La abrió con cuidado y la luz, tenue de velas, le lastimó los ojos. El frío se le coló entre la ropa ahora que no estaba envuelta en la cobija. Pero eso no impidió que saliera. El lugar parecía desierto, perturbadoramente desierto. Cerró la puerta sin hacer ruido y se dijo a si misma que era muy tonto lo que estaba haciendo. Dájà vu. Suspiró, hora de volver a la cama, aun podía descansar otro poco.
Se giró y al hacerlo sus ojos se toparon con algo antes de quedar fijos en la madera de la puerta. Se quedó quieta. El corazón latía con fuerza y la respiración se le cortó. No era bueno lo que había visto y aun así… giró la cabeza lentamente hacia lo que captó su atención. Ahí estaba, no era fruto de su imaginación.
Una puerta de metal.
Se mordió los labios y trató de contenerse. Pero no pudo. Ella había dicho que no entraran… qué podía guardar ahí que fuera un secreto? Soltó el picaporte al que se aferraba como un salvavidas que resistía el influjo del imán que era la puerta de metal.
Sus pasos, sigilosos y cautos se acercaron ala puerta. No se escuchaba nada en el lugar, eso podía significar muchas cosas, pero prefirió tomar la oportunidad y su pasos fueron mas largos, aunque igual de silenciosos y pronto estuvo frente a la puerta de metal. No la tocó, solo la miró, ansiosa. No era correcto, ella solo había pedido una cosa. No podía ser posible que no fuera capaz de cumplirla, pero… la mataba la curiosidad.
Apoyó ambas manos en la puerta y empujó con cuidado, rogando porque no hiciera ruido, hasta que cedió a su deseo y se abrió.
Miró por encima de su hombro. Solo sería una miradita, nadie tenía por qué enterarse, si estaba a oscuras lo dejaría así y volvería sobre sus pasos. Simple. Sencillo. Asomó la cabeza a la habitación y dio un paso al frente. El corazón se le quería salir, entre la expectativa de lo que podría encontrar y los nervios de ser sorprendida por la cruel asesina, se le iba a salir.
Dio un paso al frente y decidió que no podía haber nada ahí adentro que justificara semejante riesgo, así que se empezó a dar la vuelta para emprender la retirada.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
No había cadáveres.
No había montañas de cráneos, ni fuentes de sangre fresca, ni esclavos atados a una rueda a la que dar vueltas por toda la eternidad. No había artefactos siniestros ni altares al sufrimiento. Cualquier idea que Dulfary se hubiese hecho sobre aquella puerta no se vería colmada.
En su lugar, a la pequeña la recibió un olor fuerte, aire cargado, humedad que golpeaba como un azote, como si el clima mismo hubiese cambiado.
La habitación no estaba ni mucho menos a oscuras.
Era un cuarto enorme, más grande que el que Dulfary y Rose habían elegido para irse a dormir. Lo que la joven podía ver desde donde estaba era una cámara rectangular, salpicada aquí y allá de columnas que formaban pequeños cuadrados, coronado cada uno por un respiradero por el que se colaba la luz del exterior, en el que atardecía.
No había muebles. No había antorchas. No había objetos. Lo único que podría haber llamado la atención de Dulfary era la cantidad sobrecogedora de vegetación que aquella sala contenía. Como si se tratase de un jardín viviente, estaba plagada de acirates de los que nacían enredaderas, zarzas, parras y tallos de un sinfín de especies, enrollados en torno a las columnas hasta que el gris de las losas no podía verse entre las hojas, los tallos, el musgo.
Incluso las losas del suelo estaban salpicadas de la hierba que crecía entre piedra y piedra, y casi parecía que hubiese un césped a los pies de Dulfary, descuidado y salvaje. Descuidado y salvaje eran dos palabras que definían muy bien aquel jardín. No estaba enfermo ni había plantas que estuviesen marchitas, al contrario, el verde abundaba por donde mirases. Pero nadie había cortado el césped, nadie le había indicado a las plantas por donde crecer. Había flores y frutos, ramas gruesas cubiertas de madera que se llenaban de pequeños pétalos de colores hasta perderse mas allá del respiradero, y pequeños tallos cubiertos de espinas entre los que aguardaban pequeñas bayas rojizas que Dulfary no había visto con anterioridad.
La sorprendente frondosidad del lugar impedía que pudiese verse mas allá de una cierta distancia. Dulfary, a lo sumo, podía ver lo que había en dos 'cuadrados' a cada lado de donde se encontraba, y el resto era un enigma. Pero, en contra de lo que pudiera parecer, en contra de lo que Dulfary pudiese esperar de un cuarto en la guarida de la pérfida Yshara, en aquel lugar se podía sentir una cierta atmósfera de... sosiego.
No había montañas de cráneos, ni fuentes de sangre fresca, ni esclavos atados a una rueda a la que dar vueltas por toda la eternidad. No había artefactos siniestros ni altares al sufrimiento. Cualquier idea que Dulfary se hubiese hecho sobre aquella puerta no se vería colmada.
En su lugar, a la pequeña la recibió un olor fuerte, aire cargado, humedad que golpeaba como un azote, como si el clima mismo hubiese cambiado.
La habitación no estaba ni mucho menos a oscuras.
Era un cuarto enorme, más grande que el que Dulfary y Rose habían elegido para irse a dormir. Lo que la joven podía ver desde donde estaba era una cámara rectangular, salpicada aquí y allá de columnas que formaban pequeños cuadrados, coronado cada uno por un respiradero por el que se colaba la luz del exterior, en el que atardecía.
No había muebles. No había antorchas. No había objetos. Lo único que podría haber llamado la atención de Dulfary era la cantidad sobrecogedora de vegetación que aquella sala contenía. Como si se tratase de un jardín viviente, estaba plagada de acirates de los que nacían enredaderas, zarzas, parras y tallos de un sinfín de especies, enrollados en torno a las columnas hasta que el gris de las losas no podía verse entre las hojas, los tallos, el musgo.
Incluso las losas del suelo estaban salpicadas de la hierba que crecía entre piedra y piedra, y casi parecía que hubiese un césped a los pies de Dulfary, descuidado y salvaje. Descuidado y salvaje eran dos palabras que definían muy bien aquel jardín. No estaba enfermo ni había plantas que estuviesen marchitas, al contrario, el verde abundaba por donde mirases. Pero nadie había cortado el césped, nadie le había indicado a las plantas por donde crecer. Había flores y frutos, ramas gruesas cubiertas de madera que se llenaban de pequeños pétalos de colores hasta perderse mas allá del respiradero, y pequeños tallos cubiertos de espinas entre los que aguardaban pequeñas bayas rojizas que Dulfary no había visto con anterioridad.
La sorprendente frondosidad del lugar impedía que pudiese verse mas allá de una cierta distancia. Dulfary, a lo sumo, podía ver lo que había en dos 'cuadrados' a cada lado de donde se encontraba, y el resto era un enigma. Pero, en contra de lo que pudiera parecer, en contra de lo que Dulfary pudiese esperar de un cuarto en la guarida de la pérfida Yshara, en aquel lugar se podía sentir una cierta atmósfera de... sosiego.
Yshara- Cantidad de envíos : 876
Re: Nieve
Había tomado la decisión. Volvería sobre sus pasos, a la seguridad de la cama donde se suponía debía estar descansando y no mirar atrás de la forma en que lo estaba haciendo. Se aprovecharía del hecho que la oscuridad no le permitía otear el bonito jardín que había ahí dentro y en el que ya de entrada se le antojaba quedarse. Nadie se enteraría y cuando salieran del lugar, con la espada de Rose por supuesto, le contaría a esta y sería el fin de su pequeña aventura en el salón prohibido.
Nunca podía ser tan sencillo, al menos con Dul. Sus pasos, en lugar de sacarla del lugar, lo que hicieran fue adentrarla aun más en el jardín. Era magnifico. No tocaría nada, eso si, pero muy hermoso, un pequeño remanso que jamás creyó encontrar en los dominios de Yshara. A donde quiera que mirara había cosas muy bonitas, podría quedarse ahí por mucho tiempo, podría acostumbrarse al nuevo ritmo de sus latidos, tan calmados como cuando dormía y no soñaba
Sonreía, con esa inocencia propia de la niña, con serenidad. Más de una vez estiró la mano con timidez para tocar platas y flores que jamás había visto y ni hablar del impulso de quitarse los zapatos para sentir el césped crecido en sus pies.
Quizá era la sorpresa de algo así, quizá la sensación de cambiar de dimensión o el ambiente irreal que e daba los tonos de atardecer que se combinaban con toda la nieve que había caído, pero simplemente no quería irse. No aun.
Seguía moviéndose por la habitación, cada vez más adentro, perdiendo de vista la puerta por la que había ingresado, con una pregunta dándole vueltas en su cabeza ¿el jardín lo habían puesto ahí o había crecido realmente por si solo? ¿había algo de magia relacionado con eso?
Ahora bien, si eso era la entrada, qué había más allá? Con cautela, pero igual de maravillada continuó con su reconocimiento.
Nunca podía ser tan sencillo, al menos con Dul. Sus pasos, en lugar de sacarla del lugar, lo que hicieran fue adentrarla aun más en el jardín. Era magnifico. No tocaría nada, eso si, pero muy hermoso, un pequeño remanso que jamás creyó encontrar en los dominios de Yshara. A donde quiera que mirara había cosas muy bonitas, podría quedarse ahí por mucho tiempo, podría acostumbrarse al nuevo ritmo de sus latidos, tan calmados como cuando dormía y no soñaba
Sonreía, con esa inocencia propia de la niña, con serenidad. Más de una vez estiró la mano con timidez para tocar platas y flores que jamás había visto y ni hablar del impulso de quitarse los zapatos para sentir el césped crecido en sus pies.
Quizá era la sorpresa de algo así, quizá la sensación de cambiar de dimensión o el ambiente irreal que e daba los tonos de atardecer que se combinaban con toda la nieve que había caído, pero simplemente no quería irse. No aun.
Seguía moviéndose por la habitación, cada vez más adentro, perdiendo de vista la puerta por la que había ingresado, con una pregunta dándole vueltas en su cabeza ¿el jardín lo habían puesto ahí o había crecido realmente por si solo? ¿había algo de magia relacionado con eso?
Ahora bien, si eso era la entrada, qué había más allá? Con cautela, pero igual de maravillada continuó con su reconocimiento.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Mas allá, difícil adivinarlo.
Mas allá de la tímida simetría que la disposición de 'casillas' le daba a la sala, el caos era patente a cada milímetro. No había dos plantas que hubiesen crecido iguales, no había dos tallos parecidos. Todas las plantas gravitaban hacia la luz de los respiraderos, pues ésa era su naturaleza, pero no parecía como si nadie hubierse intervenido en la carrera de aquella jungla en miniatura en pos de la luz.
Si Dulfary se fijaba, podría haber distinguido unos cuantos pequeños canales practicados en las columnas, complicados y diminutos, pero que explicaban la fuerte humedad de la sala, ya que distribuían el agua de lluvia, o de deshielo, por todo el atípico jardín.
El sonido del goteo constante se convertía en una armonía de fondo, y a medida que Dulfary avanzaba, dejaba de tener sentido, como un ruido del que no te das cuenta que está ahí hasta que se acaba. No era molesto, sino más bien al contrario; era una melodía rítmica, acompasada y relajante. Acompañó a Dulfary hasta que, entre las luces y sombras de la cámara, pareció dibujarse el contorno de algo diferente.
Entonces la melodía se rompió un segundo.
- Quieta.
La voz era inconfundible: Era la de Yshara. Pero su entonación no era la que Dulfary acostumbraba oír.
Por una vez, aquel "Quieta" no vino acompañado del brillo de una hija, del frío del acero sobre el cuello, de un brazo alrededor de la cabeza. Yshara estaba delante de ella, a cinco pasos escasos, sus ojos brillaban en la oscuridad, y por una vez parecía que, más que ordenárselo, se lo estuviera pidiendo. Si Dulfary hubiera sabido ver en la oscuridad, habría visto que la elfa incluso había levantado una mano en su dirección.
- Quieta - repitió, en un susurro.
Mas allá de la tímida simetría que la disposición de 'casillas' le daba a la sala, el caos era patente a cada milímetro. No había dos plantas que hubiesen crecido iguales, no había dos tallos parecidos. Todas las plantas gravitaban hacia la luz de los respiraderos, pues ésa era su naturaleza, pero no parecía como si nadie hubierse intervenido en la carrera de aquella jungla en miniatura en pos de la luz.
Si Dulfary se fijaba, podría haber distinguido unos cuantos pequeños canales practicados en las columnas, complicados y diminutos, pero que explicaban la fuerte humedad de la sala, ya que distribuían el agua de lluvia, o de deshielo, por todo el atípico jardín.
El sonido del goteo constante se convertía en una armonía de fondo, y a medida que Dulfary avanzaba, dejaba de tener sentido, como un ruido del que no te das cuenta que está ahí hasta que se acaba. No era molesto, sino más bien al contrario; era una melodía rítmica, acompasada y relajante. Acompañó a Dulfary hasta que, entre las luces y sombras de la cámara, pareció dibujarse el contorno de algo diferente.
Entonces la melodía se rompió un segundo.
- Quieta.
La voz era inconfundible: Era la de Yshara. Pero su entonación no era la que Dulfary acostumbraba oír.
Por una vez, aquel "Quieta" no vino acompañado del brillo de una hija, del frío del acero sobre el cuello, de un brazo alrededor de la cabeza. Yshara estaba delante de ella, a cinco pasos escasos, sus ojos brillaban en la oscuridad, y por una vez parecía que, más que ordenárselo, se lo estuviera pidiendo. Si Dulfary hubiera sabido ver en la oscuridad, habría visto que la elfa incluso había levantado una mano en su dirección.
- Quieta - repitió, en un susurro.
Yshara- Cantidad de envíos : 876
Re: Nieve
Se seguía moviendo, mirándolo todo, sin tocar y cuando mas cerca estuvo de hacerlo, supo contenerse. Le gustaba esa correlación orden – desorden de esa habitación, podría pasar días enteros haciendo juegos y relaciones entre los tallos sus hojas, sus flores.
Al percatarse del agua, la sensación de estar en una zona d mayor húmeda fue pasando, como si hallada la explicación todo lo demás tuviera sentido y hasta frescor. El sitio estaba hecho con inteligencia, salvaje o consciente, pero con inteligencia.
Se rascó la mano y pasó la vista por otra zona de la cuadricula, antes de soltarla y girar en redondo. Tenía que traer a Rose a ese lugar. Si iba y volvía podrían verlo antes que la elfa se diera cuenta. Sonrió con malicia y de nuevo sintió ese cosquilleo de antes, pero esta vez no se rascó. Aunque no volteó a mirar sabía que era cerca de la herida que se hizo con la ventana de la casa de guardia y no era sabio rascarse y ya que no se rascaba ahí, dejaba existir el hormigueo en el dorso de la mano.
Justo cuando iba a mirársela, la escuchó. Quieta simple, tajante, puntual. Desvió la vista hacia la fuente del sonido, dando un paso adicional, cuando repitió la ¿solicitud? No era una orden, era un pedido, casi cauteloso. Se detuvo, casi como una iedra, sus ojos rojos puestos en los de ella, confundida, casi nerviosa, no por ella, sino por su tono.
Si era una broma , era bien pesada y estaba cayendo en ella.
Abrió la boca, pero la volvió a cerrar. La pregunta sobraba.
Al percatarse del agua, la sensación de estar en una zona d mayor húmeda fue pasando, como si hallada la explicación todo lo demás tuviera sentido y hasta frescor. El sitio estaba hecho con inteligencia, salvaje o consciente, pero con inteligencia.
Se rascó la mano y pasó la vista por otra zona de la cuadricula, antes de soltarla y girar en redondo. Tenía que traer a Rose a ese lugar. Si iba y volvía podrían verlo antes que la elfa se diera cuenta. Sonrió con malicia y de nuevo sintió ese cosquilleo de antes, pero esta vez no se rascó. Aunque no volteó a mirar sabía que era cerca de la herida que se hizo con la ventana de la casa de guardia y no era sabio rascarse y ya que no se rascaba ahí, dejaba existir el hormigueo en el dorso de la mano.
Justo cuando iba a mirársela, la escuchó. Quieta simple, tajante, puntual. Desvió la vista hacia la fuente del sonido, dando un paso adicional, cuando repitió la ¿solicitud? No era una orden, era un pedido, casi cauteloso. Se detuvo, casi como una iedra, sus ojos rojos puestos en los de ella, confundida, casi nerviosa, no por ella, sino por su tono.
Si era una broma , era bien pesada y estaba cayendo en ella.
Abrió la boca, pero la volvió a cerrar. La pregunta sobraba.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Nieve
Hubo silencio durante unos instantes.
Dulfary siguió la orden, pero no sucedió nada. Yshara se quedó callada, la muchacha también. Como si se lo hubiese ordenado a sí misma, Yshara tampoco se movió. El sonido de las gotas de agua, de fondo, volvió a apoderarse de la escena lenta e inexorablemente.
Yshara tardó un minuto que pareció un siglo en dar el primer paso en dirección a Dulfary.
- Maldita seas, mocosa - susurró, pero no parecía haber acritud, ni siquiera parecía un insulto. - ¿Qué te dije sobre ésta sala?
Poco a poco, paso a paso, Yshara se fue acercando a ella. Lo hizo de forma que acabó aproximándose los últimos dos o tres pasos por un costado, el costado de la mano que había empezado a molestarle a Dulfary.
- Quieta - repitió.
Le tomó la mano y la extendió hacia sí misma. Dulfary, seguramente, pudo sentir que los dedos de la elfa tomaban algo, y el hormigueo cesaba. Si volvía la cabeza lo vería claro como la luz del día: La diminuta araña negra y roja dejó de caminar por su mano y comenzó a hacerlo por el brazo de Yshara. La elfa casi pareció dar la bienvenida al arácnido, y luego miró con severidad a Dulfary.
- No hagas movimientos bruscos - dijo. - Ni se te ocurra rascarte. Son peligrosas, pero no te atacarán. Te están juzgando.
La elfa miró los brazos de Dulfary con detenimiento. Si la jovencita se fijaba entonces en ella, descubriría que la araña que paseaba por su brazo no era la única que Yshara llevaba sobre la piel. Para alguien que no estuviese acostumbrado a aquellos bichos, podía ser muy enervante, pero a la elfa no parecía molestarle en absoluto.
- Debí suponer que todo lo que necesitabas para entrar aquí era que te lo prohibiera - murmuró mientras la miraba, y solo entonces volvió a mirar a Dulfary a los ojos. - Bienvenida, pues. Ésta es mi habitación. Espero que te guste lo que ves.
Dulfary siguió la orden, pero no sucedió nada. Yshara se quedó callada, la muchacha también. Como si se lo hubiese ordenado a sí misma, Yshara tampoco se movió. El sonido de las gotas de agua, de fondo, volvió a apoderarse de la escena lenta e inexorablemente.
Yshara tardó un minuto que pareció un siglo en dar el primer paso en dirección a Dulfary.
- Maldita seas, mocosa - susurró, pero no parecía haber acritud, ni siquiera parecía un insulto. - ¿Qué te dije sobre ésta sala?
Poco a poco, paso a paso, Yshara se fue acercando a ella. Lo hizo de forma que acabó aproximándose los últimos dos o tres pasos por un costado, el costado de la mano que había empezado a molestarle a Dulfary.
- Quieta - repitió.
Le tomó la mano y la extendió hacia sí misma. Dulfary, seguramente, pudo sentir que los dedos de la elfa tomaban algo, y el hormigueo cesaba. Si volvía la cabeza lo vería claro como la luz del día: La diminuta araña negra y roja dejó de caminar por su mano y comenzó a hacerlo por el brazo de Yshara. La elfa casi pareció dar la bienvenida al arácnido, y luego miró con severidad a Dulfary.
- No hagas movimientos bruscos - dijo. - Ni se te ocurra rascarte. Son peligrosas, pero no te atacarán. Te están juzgando.
La elfa miró los brazos de Dulfary con detenimiento. Si la jovencita se fijaba entonces en ella, descubriría que la araña que paseaba por su brazo no era la única que Yshara llevaba sobre la piel. Para alguien que no estuviese acostumbrado a aquellos bichos, podía ser muy enervante, pero a la elfa no parecía molestarle en absoluto.
- Debí suponer que todo lo que necesitabas para entrar aquí era que te lo prohibiera - murmuró mientras la miraba, y solo entonces volvió a mirar a Dulfary a los ojos. - Bienvenida, pues. Ésta es mi habitación. Espero que te guste lo que ves.
Yshara- Cantidad de envíos : 876
Re: Nieve
Sabía que estaba ahí, justo frente a ella, se lo decía el sonido, se lo decía su instinto, pero nada más ocurría. Cuando por fin avanzó hacia ella, sus ojos se encontraron. La forma en que se movía, el tono de su voz.
Se humedeció los labios pero no dijo nada, sus ojos hablaron por ella, pedían una disculpa porque tenía razón. Ella le había advertido y había desobedecido. La advertencia había venido a... no estaba segura, porque todo indicaba que la principal amenaza no venía de Yshara si no de algo más que no estaba viendo.
Otra vez le dijo que se quedara quieta y su postura no cambió en lo mas mínimo, eso incluía decir cualquier cosa, aunque le picara en la garganta. Estaba asustándose como la niña que era, muestra de eso era la docilidad con la que se dejó tomar de la mano. Solo movió los ojos en su dirección y... quiso salir corriendo.
Retuvo el aire con un respingo. Aranas negras. No solo negras, tenían manchas rojizas y... todo insecto con colores vivos es venenoso. Fue una de las lecciones que supo aprender por la vía fácil, por la teoría. Aun no lo comprobaba y no quería hacerlo ese día.
- Son... - fue solo un susurró y, aun así, su voz tembló. Los ojos bailaron por diferentes partes, de Yshara, de sí misma. Un instante antes se había rascado. Había corrido con mucha suerte entonces.
Se miraron de nuevo. La disculpa en su mirada obedecía más a aceptar que había sido pillada en una travesura, que una solicitud de perdón.
Pasó saliva y cerró los ojos, asustada, sin moverse. De nuevo abrió la boca, pero no dijo lo que iba a decir. Si la estaban juzgando, argumentar que buscaba un baño y se perdió sería como clavarse ella misma el puñal.
Así que asintió despacio, con la cabeza muy despacio pero el corazón no le dejaba seguir adelante con la respuesta. Volvió a humedecerse los labios. Tenía sentido que esa fuera su habitación. Era una elfa después de todo. Tenía sentido que las arañas la aceptaran. Era Yshara después de todo.
Se humedeció los labios pero no dijo nada, sus ojos hablaron por ella, pedían una disculpa porque tenía razón. Ella le había advertido y había desobedecido. La advertencia había venido a... no estaba segura, porque todo indicaba que la principal amenaza no venía de Yshara si no de algo más que no estaba viendo.
Otra vez le dijo que se quedara quieta y su postura no cambió en lo mas mínimo, eso incluía decir cualquier cosa, aunque le picara en la garganta. Estaba asustándose como la niña que era, muestra de eso era la docilidad con la que se dejó tomar de la mano. Solo movió los ojos en su dirección y... quiso salir corriendo.
Retuvo el aire con un respingo. Aranas negras. No solo negras, tenían manchas rojizas y... todo insecto con colores vivos es venenoso. Fue una de las lecciones que supo aprender por la vía fácil, por la teoría. Aun no lo comprobaba y no quería hacerlo ese día.
- Son... - fue solo un susurró y, aun así, su voz tembló. Los ojos bailaron por diferentes partes, de Yshara, de sí misma. Un instante antes se había rascado. Había corrido con mucha suerte entonces.
Se miraron de nuevo. La disculpa en su mirada obedecía más a aceptar que había sido pillada en una travesura, que una solicitud de perdón.
Pasó saliva y cerró los ojos, asustada, sin moverse. De nuevo abrió la boca, pero no dijo lo que iba a decir. Si la estaban juzgando, argumentar que buscaba un baño y se perdió sería como clavarse ella misma el puñal.
Así que asintió despacio, con la cabeza muy despacio pero el corazón no le dejaba seguir adelante con la respuesta. Volvió a humedecerse los labios. Tenía sentido que esa fuera su habitación. Era una elfa después de todo. Tenía sentido que las arañas la aceptaran. Era Yshara después de todo.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
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