[Trama] Tempestad (Prólogo)

La perspectiva de aprender a jugar las cartas le parecía de lo mas divertida, sobre todo si servía para matar el tiempo mientras esperaba a que Contacto se desocupara.

- Es perfecto!! - dijo emocionada de pensar que un día Nassem se mordería los dedos de la ira por no vencerla. Su sonrisa traviesa era casi de maldad (de la inocente e infantil) pero supo perderla cuando se acercó el hombre de deplorable aspecto con la jarra de sopa. Sus alegres ojos rojos se clavaron en los de él, por un momento, pareció evaluarlo, medirlo y de hecho... lo hacía, aunque no también como se hubiese esperado de ella, pues de inmediato volvió a sonreír, con genuina amabilidad.

- Adelante, donde caben dos caben tres - lo dijo tan despreocupadamente como lo sentía. No atinó a ver en él una mala intención mas allá de compartir tiempo con damas (ja!) solitarias en un bar. Aun quedaba la posibilidad que en el existiera el mismo engaño que mostraba ella, una jovencita bebiendo cerveza en un contexto que no era el suyo, o al menos así lo veía la propia Dulfary, pero fueron sus palabras las que la hizo bajar la guardia y relajarse mientras le llegaba su turno.

- Y no solo eso, se nota que te hace algo de falta, no más mira cómo estas, así que bienvenido a la mesa mas divertida de la Leona - sonrió con picardía, esperando que no se tomara a mal sus palabras, que aunque imprudentes, las decía de buena fé - Nop, no bebo mucho, prefiero el caldo - aunque no lo había probado - claro que una al año no hace daño - bebió un par de sorbos de su jarra, que aun estaba más arriba de la mitad e hizo su mejor esfuerzo para no hacer muecas por el sabor amargo.

La llegada del segundo hombre le sirvió para desviar la cara, con cabeza y todo, para otro lado, en concreto, a la mesa de su interés y con esto, pasar la cerveza y su horrendo sabor con un poco más de confianza. Al parecer su compañera de mesa conocía a mucha gente y era un imán para las personas en ese tipo de sitios. Eso le gustaba, mucho, la cosa se animaba. Aunque, al mirar a Luthys, por un segundo, sus ojos se entornaron sin que esta fuera su intención. Un palpito, demasiado pequeño para notarlo y trabajar en él.

- Y donde caben tres caben cuatro - dijo para completar la invitación de Sophitia. Ahora sí, venían las cartas. Jugar por dinero, eso sí que era un problema. Una sombra de preocupación veló por un instante sus ojos. No traía gran cosa consigo y estaba casi segura de perder ese poco antes de llegar a hablar con Contacto y luego? Luego.... esto era culpa de Sophitia, que se hiciera cargo de ella y como pasaría la noche, listo, asunto arreglado.

~ je, que lindo ~ pensó con la vista puesta en Luthys y luego la pasó, con esa sonrisa inocente que hasta podría pasar por sospechosa, hacía Beck ~ él también sería muy lindo si no estuviera tan llevado ~ la mueca que acompañaba su frase, no se quedó en su pensamiento si no que llegó a la realidad, una sonrisa torcida de compasión a la que solo le faltaba decir "pobrecito" ~ centrate niña, no estas aquí para ver niños lindos, estas aquí para... ~ dirigió una mirada a la mesa de su interés ~ ya no me acuerdo, pero hablaras con Contacto a pesar...~

- Heyyyyy!!!! - fue mas fuerte el pensamiento, al menos lo suficiente para decirlo en voz alta y con claridad para los que iban a jugar - que luego me harán trampa!! - se lo dijo a Sophitia con teatral reproche aunque en su cabeza lo que pensaba era que el dragón se le había pasado en la fila imaginaria que tenía Contacto.

- nah, ha!!, esta es mía - le dijo a la pirata, alejándole la jarra que le acaban de traer, todo dentro de su papel de habitual en bares y le sacó la lengua. Tal vez, después de todo, no tendría que acercarse ella a Contacto y el viniera a por ellos. Eso la pondría en una situación comprometedora, pues no sabría como comportarse entonces.

Y lo peor, ahora estaba encartada con dos cervezas.

La cara de Beck fue un auténtico poema cuando separó un momento la mirada de la mesa en la que estaba para tratar de buscar a su jefe con la mirada y vio a un chaval (justo el que había estado junto a él en la barra) sentarse frente a aquel. La boca se le abrió paulatinamente hasta quedarse boquiabierto y la idea que le cruzó la cabeza fue un sentido "mierda, la he cagado". Ese chico debía ser más listo de lo que parecía, le había engañado completamente con su cháchara y su aspecto despistado, Dios, de hecho, si se había acercado a él es porque seguro que sabía que él era el guardaespaldas del reclutador en la taberna.

Le acababan de humillar y ya se disponía a levantarse mientras cerraba la boca repentinamente y apretaba los dientes, dispuesto a encarar el problema (o salir corriendo si veía que las cosas se ponían muy feas) cuando vio que el jefe le ofrecía una jarra a aquel tipo. Se relajó ostensiblemente: Si le había invitado a beber es porque era un candidato para la expedición, no un enemigo. Beck casi suspiró de alivio al pensar por lo poco que se había librado de volver a la celda. Entonces, se acordó que se acababa de sentar en una mesa con dos chicas jovenes, guapas y quizás peligrosas, y para terminar un compañero de fechorías se les había unido, Luthys. Y el tío era muy muy bueno, ni siquiera se le notaba que le hubiese reconocido... de hecho... ¿y si no le había reconocido? No habría sabido si sentirse halagado, por el reconocimiento a su habilidad para cambiar de aspecto, o decepcionado, por dejar tan poca huella en Luthys.

En fin, el caso es que Beck volvió su atención a la mesa justo a tiempo de oir:

-¡Luthys! Increíble, nunca me imaginé encontrarte en un lugar así ¡ven siéntate! Íbamos a jugar a las cartas con aquí mis nuevos amigos Dulfary y… - Se había hecho un silencio en la mesa, y durante una décima de segundo todos se habían girado para mirarle.

- Eh... Beck.- dios, ¿por qué no había escogido un pseudónimo del pseudónimo para ese día? Bah, ya no tenía tiempo de pensarlo. Además, Luthys le conocía por otro nombre, esperaba que no dijese nada.- Wilhelm Beck, para servirles, señoritas y caballero.- Hizo una leve reverencia en dirección a Luthys, igual a la que le había hecho el día en que conoció a "Wilhelmus de Maglavar", oséase, Beck disfrazado de noble.- Si no me equivoco, tú eres Dulfary, bonito nombre, y me temo que no sé tu nombre... - y se quedó mirando a la chica pendenciera y más ruidosa de las dos, a la espera de una respuesta.

Se alegró al comprobar que Sophitia no sólo le había reconocido dejando ver su emoción, sino que, además, le hacían un hueco en la mesa. Aunque también se lo hicieron a ese hombre, el que se había acercado unos instantes antes que él, ese tal Beck.

Aunque quiso observar detenidamente a ese hombre, las cartas se encontraban encima de la mesa, y su poder de atracción era mucho más fuerte que la curiosidad hacia Beck. Se dispuso a tomar asiento. Colocó sus manos en la silla que había al lado, y cuando se disponía a colocarla de buen modo para sentarse, un curioso color de pelo llamó su atención al verlo por el rabillo del ojo. Se giró y comprobó que, efectivamente, se trataba del joven Hyou. Estaba sentado en la mesa de ese hombre encapuchado y la chica con poderes de invisibilidad. ¿Qué haría ahí ese chico?

Luthys suspiró e hizo una mueca. ¿Se suponía que el chico ya conocía a sus compañeros de mesa? ¿O era tan estúpido de hablar sin más con desconocidos? Aunque, por otra parte, eso no era asunto suyo. Ese dragón era un simple conocido, ni siquiera era amigo. Los demonios no tenían amigos.

Suspiró y tomó asiento por fin. Y fue entonces cuando ese hombre encapuchado les invitó a todos a una ronda de cervezas. "¿Por qué?, se preguntó Luthys. Por un momento, su nerviosismo aumentó sobremanera, pero miró el rostro de las dos chicas y ese tal Beck. Todos parecían tranquilos y contentos con la invitación. "Está bien, calma.

Cogió con gusto los naipes que Sophitia le ofreció para cortar, y contempló el material del que estaban hechos. Tenía verdaderas ganas de jugar. Y le daba igual si era con dinero o no, pensaba ganar de todas formas. Devolvió el taco de cartas a la chica pirata, y giró levemente la cabeza. Hyou también parecía tranquilo, así como las dos personas de su misma mesa. Parecía que él era el único que veía algo raro en toda esa situación.

Sin embargo, Sophitia estaba a punto de repartir las cartas. Y ese Beck iba a jugar. Lo miró detenidamente por primera vez en todo el rato. Y se sorprendió al comprobar que su rostro le era familiar. El problema iba a ser descubrir de qué le conocía. Y, por cómo era Luthys, no iba a parar de darle vueltas al asunto hasta dar con la solución.

Parecía que iba a convertirse en un largo día.

¿Trabajo? La verdad es que él no necesitaba un trabajo, tenía dinero más que de sobra para vivir lo equivalente a unas tres o cuatro vidas humanas. Su familia le había dejado dinero, joyas y demás cosas preciosas, de sobra, pero visto de otro modo, podría ser entretenido, una aventura más. Había pasado algo más de un siglo solo en su cueva y en los últimos meses le había pasado de todo. Llevaba un montón de tiempo sin pisar su cueva y sin comprobar sus reservas... ¿monetarias? Pero eso era otro cantar, se le ofrecía una aventura y desde luego él no pensaba rechazarla.

-No busco trabajo realmente, pero si tienes alguno que ofrecer, lo aceptare con gusto.

El jovén sonrió y miró nuevamente a la chica, la cual parecía un tanto molesta. Se sentó a su lado, dio un largo trago a su jarra y la miró de nuevo.

-Disculpa si te ha molestado mi “incursión” en la mesa.

No tenía mucho mas que decir, los humanos eran realmente extraños y seguían siendo un misterio para él. No podía entender porque se enfadaban por casi cualquier cosa, y menos aun, por que siempre recurrían a la violencia o a los juegos de mesa. Tras lo que se fijo en Luthys y la mesa de al lado, donde habían empezado a jugar a las cartas.

-Dales duro Luthys

Dijo con un tono elevado para que lo escuchase, acto seguido se rió y se giró de vuelta al anfitrión de la mesa.

-¿Puedo tomar lo que quiera?

Y sin esperar a recibir una respuesta, pidió otro estofado.

-Bueno, ¿y de qué se trata?