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TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
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Mizik Ponjater
Otto Hoenheim
Rogelio Bonifante
Gonzalvus
Zeiss Ethesian
Songèrie
Chelsie
11 participantes
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Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Mizik casi botó de alegría con el gesto afirmativo de la muchacha, y se encaminaron hacia la calle que había señalado antes. Tras unos cuantos empujones, codazos y pisotones dados y recibidos, llegaron con éxito a su objetivo y empezaron a caminar. El contraste con la plaza era enorme: las calles estaban desiertas, pues casi todo el mundo se encontraba viendo los espectáculos cuando empezó el tumulto. Aunque Mizik no conocía la ciudad en absoluto, tras llegar la noche antes había encontrado cobijo en una pequeña tasca que si no recordaba mal estaba por aquella dirección. Pero justo cuando iba a preguntarle a la chica si quería ir hacia allí o si conocía algún otro sitio, empezó a sonar una grave campana a sus espaldas, en la plaza, a la par que una voz ronca gritaba unas palabras incomprensibles. Miró interrogativamente a la chica, pero ella no parecía entender más que él.
Pronto se dio cuenta de que algo ni iba bien cuando empezaron a asomarse algunas personas a las ventanas de las casas que bordeaban la calle. Una anciana, ataviada con ridículo gorro de dormir, interrogó a los jóvenes:
-¿Venís de la plaza? ¿Ha pasado algo?
-Ha habido un altercado, según parece por culpa de un carterista desaprensivo, pero... -empezó a responder Mizik
-Si es que ya lo digo yo, que estas fiestas no son seguras -lo interrumpió la anciana-. Hace siete años que cuando empiezan me encierro en mi casa y no salgo hasta que han pasado -tras esto, que hizo amago de retirarse.
-Pero, perdone, buena señora -la detuvo Mizik- No sabrá usted por casualidad si es algo habitual durante las fiestas que se taña la campana de la plaza, ¿es así?
-¿La campana? No sabría qué decirte de hoy en día. En mis tiempos, cuándo las fiestas de los baños eran las fiestas de los baños y no el circo ambulante en que se han convertido ahora -dijo con el ceño fruncido-, no se tocaba nunca más que para alertar a la población. Una fiesta es un motivo demasiado trivial para hacerla sonar. Aunque tampoco espero que estéis de acuerdo conmigo, con la pinta de saltimbanquis que tenéis.
Dicho esto, la anciana cerró de un golpe los porticones de la ventana y volvió al interior de su casa.
A Mizik no se le ocurría qué podía ser. Tal vez alguno de los trastos metálicos fuera peligroso y hubiera herido a alguien, o provocado fuego en algún tenderete. Sí, eso debía ser. En cualquiera de los dos casos, motivo más que suficiente para alejarse definitivamente de la plaza.
-¡Bah! Seguro que habrá sido alguno de los cachivaches aquellos, que ha provocado un accidente. Creo que cuanto más lejos estemos de la plaza, mejor. ¿Sabes? Conozco una pequeña tasca cerca de aquí, a la derecha. Si no te parece mal, podríamos ir allí a almorzar, ¿no? Porque por cierto, aún no te he dicho cuál es mi nom...
Entonces apareció un hombre a la carrera, que parecía venir desde la plaza. Al verlos allí parados, se les encaró y les dijo:
-¿Qué hacéis aquí, como pasmarotes? ¿No habéis oído la campana? ¡Nos invaden! ¡Es la guerra! -gritó mientras seguía su camino, corriendo como alma que lleva el diablo.
-¿La... la guerra? -se le escapó a un sorprendido Mizk, que acto seguido miró a la chica- Vamos pues a la tasca, vamos. O a donde tú quieras. Ya nos enteraremos allí de lo que ocurre... No creo que sea buena idea volver, porque ahora sí que se armará un buen alboroto en la plaza.
Pronto se dio cuenta de que algo ni iba bien cuando empezaron a asomarse algunas personas a las ventanas de las casas que bordeaban la calle. Una anciana, ataviada con ridículo gorro de dormir, interrogó a los jóvenes:
-¿Venís de la plaza? ¿Ha pasado algo?
-Ha habido un altercado, según parece por culpa de un carterista desaprensivo, pero... -empezó a responder Mizik
-Si es que ya lo digo yo, que estas fiestas no son seguras -lo interrumpió la anciana-. Hace siete años que cuando empiezan me encierro en mi casa y no salgo hasta que han pasado -tras esto, que hizo amago de retirarse.
-Pero, perdone, buena señora -la detuvo Mizik- No sabrá usted por casualidad si es algo habitual durante las fiestas que se taña la campana de la plaza, ¿es así?
-¿La campana? No sabría qué decirte de hoy en día. En mis tiempos, cuándo las fiestas de los baños eran las fiestas de los baños y no el circo ambulante en que se han convertido ahora -dijo con el ceño fruncido-, no se tocaba nunca más que para alertar a la población. Una fiesta es un motivo demasiado trivial para hacerla sonar. Aunque tampoco espero que estéis de acuerdo conmigo, con la pinta de saltimbanquis que tenéis.
Dicho esto, la anciana cerró de un golpe los porticones de la ventana y volvió al interior de su casa.
A Mizik no se le ocurría qué podía ser. Tal vez alguno de los trastos metálicos fuera peligroso y hubiera herido a alguien, o provocado fuego en algún tenderete. Sí, eso debía ser. En cualquiera de los dos casos, motivo más que suficiente para alejarse definitivamente de la plaza.
-¡Bah! Seguro que habrá sido alguno de los cachivaches aquellos, que ha provocado un accidente. Creo que cuanto más lejos estemos de la plaza, mejor. ¿Sabes? Conozco una pequeña tasca cerca de aquí, a la derecha. Si no te parece mal, podríamos ir allí a almorzar, ¿no? Porque por cierto, aún no te he dicho cuál es mi nom...
Entonces apareció un hombre a la carrera, que parecía venir desde la plaza. Al verlos allí parados, se les encaró y les dijo:
-¿Qué hacéis aquí, como pasmarotes? ¿No habéis oído la campana? ¡Nos invaden! ¡Es la guerra! -gritó mientras seguía su camino, corriendo como alma que lleva el diablo.
-¿La... la guerra? -se le escapó a un sorprendido Mizk, que acto seguido miró a la chica- Vamos pues a la tasca, vamos. O a donde tú quieras. Ya nos enteraremos allí de lo que ocurre... No creo que sea buena idea volver, porque ahora sí que se armará un buen alboroto en la plaza.
Mizik Ponjater- Cantidad de envíos : 31
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
El hombre se disculpó por haber caído sobre mí, y poco después la niña pareció calmarse. Un raspón... eso era todo.
-Es cierto -le comenté al guardia-. Las fiestas son para divertirse. Y parece que hay un pequeño espectáculo detrás. -Di media vuelta para ver aquello a lo que Raznet hacía referencia. En medio de la multitud, sólo alcanzaba a distinguir chispas que saltaban hacia todas partes. La gente parecía querer alejarse de algo. Ese fue el último momento que recuerdo en que se respiró algo remotamente parecido a la paz.
Pocos segundos después, una campana comenzó a sonar incesantemente, y se oía la misma palabra, repetida una y otra vez, primero por un guardia, y luego por la multitud que, despavorida y desesperada, comenzaba a buscar refugio: INVASIÓN.
-Deja que yo maneje esta situación - me dijo Raznet. Los recuerdos sobre los humanos cubiertos de metal y ansiosos de sangre descendiendo en mi tierra natal, Werth, comenzaron a repetirse en mi mente de manera constante. Recordé las últimas palabras de mi padre. "Busca a Daliny y huyan". Daliny... Su recuerdo me atravesó como si se tratase de una flecha que atraviesa la superficie de un lago. Una nube negra comenzó a envolver mi cuerpo mientras una expresión triste se dibujaba en mi mirada. La extrañaba demasiado...
------(Raznet controla el cuerpo)
Observé detenidamente la situación. Una invasión se aproximaba. Seguramente por mar, no había otra forma de llegar a la isla. Invasión por mar... Barcos...
-Hay barcos -murmuré con una sonrisa en mi rostro-. Lleva a la niña a un lugar seguro. Tengo algo que hacer.
Seguí a uno de los guardias para averiguar un poco más sobre la situación. Necesitaba un barco, y eso seguramente dejaba varios a mi disposición. Sólo debía... reclamarlos... Uno de los soldados que corrían a tomar sus puestos de batalla me observó. Seguramente le llamaba la atención la nube negra que me envolvía.
-¿Eres un hechicero o algo así? -me preguntó.
-Soy un aliado muy importante si pretenden resistir esta invasión. Es lo único que necesitas saber.
-Pero tú no tienes que arriesgar tu vida. Para eso estamos los soldados.
-Tengo mis propias razones para luchar. Sólo guíame al lugar del desembarco.
-Es cierto -le comenté al guardia-. Las fiestas son para divertirse. Y parece que hay un pequeño espectáculo detrás. -Di media vuelta para ver aquello a lo que Raznet hacía referencia. En medio de la multitud, sólo alcanzaba a distinguir chispas que saltaban hacia todas partes. La gente parecía querer alejarse de algo. Ese fue el último momento que recuerdo en que se respiró algo remotamente parecido a la paz.
Pocos segundos después, una campana comenzó a sonar incesantemente, y se oía la misma palabra, repetida una y otra vez, primero por un guardia, y luego por la multitud que, despavorida y desesperada, comenzaba a buscar refugio: INVASIÓN.
-Deja que yo maneje esta situación - me dijo Raznet. Los recuerdos sobre los humanos cubiertos de metal y ansiosos de sangre descendiendo en mi tierra natal, Werth, comenzaron a repetirse en mi mente de manera constante. Recordé las últimas palabras de mi padre. "Busca a Daliny y huyan". Daliny... Su recuerdo me atravesó como si se tratase de una flecha que atraviesa la superficie de un lago. Una nube negra comenzó a envolver mi cuerpo mientras una expresión triste se dibujaba en mi mirada. La extrañaba demasiado...
------(Raznet controla el cuerpo)
Observé detenidamente la situación. Una invasión se aproximaba. Seguramente por mar, no había otra forma de llegar a la isla. Invasión por mar... Barcos...
-Hay barcos -murmuré con una sonrisa en mi rostro-. Lleva a la niña a un lugar seguro. Tengo algo que hacer.
Seguí a uno de los guardias para averiguar un poco más sobre la situación. Necesitaba un barco, y eso seguramente dejaba varios a mi disposición. Sólo debía... reclamarlos... Uno de los soldados que corrían a tomar sus puestos de batalla me observó. Seguramente le llamaba la atención la nube negra que me envolvía.
-¿Eres un hechicero o algo así? -me preguntó.
-Soy un aliado muy importante si pretenden resistir esta invasión. Es lo único que necesitas saber.
-Pero tú no tienes que arriesgar tu vida. Para eso estamos los soldados.
-Tengo mis propias razones para luchar. Sólo guíame al lugar del desembarco.
Última edición por Talinthraxus el 20/07/11, 07:58 pm, editado 1 vez
Talinthraxus- Cantidad de envíos : 44
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
** Era perfecto, esa era la conquista de esa noche. Si la convencía, claro de esta, que él no era ningún ladrón.
La situación se iba haciendo más tensa y la aparición de esa cantidad de… artículos metálicos que por obra de las artes o del señor oscuro se movían por si solos, sólo le agregó un poco mas de caos, que le valió a Rogelio para acercarse aun más a la dama que ahora cortejaba.
Habría sido perfecto. Si las campanas no hubiesen sonado anunciando un ataque desde alta mar, habría sido simplemente perfecto para el inicio de las fiestas de Shamataw.
Ahora estaba en la disyuntiva. Ayudar a la pacifica gente de Shamataw, o hacerse a un lado y esperar a la posición de sus congéneres. Tampoco hubo tiempo para eso. Ya pensaría la situación, primero necesita verificar la gravedad de esta. Así que, dándole un fugaz beso en los labios a su nuevo amor, corrió a la zona portuaria a verificar que tan inminente era el ataque. Se movía con la facilidad que le daba haber corrido infinidad de veces hacia los puertos, contra el reloj y la partida de un barco a tomar (por negocios o por errores en el placer). Con llegar al puesto del vigía era más que suficiente y una vez corroboró el ataque, se alistó para salir pies polvorosa del lugar.
No iría a una guerra a la que su verdadero amor, Valeska, no lo llamara. Su vida valía demasiado, su reina pirata sufriría mucho si lo perdía y no se permitiría tal cosa….
- Eh tu!! Marino! Llegaste con la fragata, necesitamos marinos!! – ladró un soldado
- Eh… no, me confunde usted – trató de escaquearse pero lo tomó del brazo y empezó a llevarlo hacía lo que tal vez sería la defensa de la isla. **
Off Topic: no tengo la seguridad detrás de quien voy.
La situación se iba haciendo más tensa y la aparición de esa cantidad de… artículos metálicos que por obra de las artes o del señor oscuro se movían por si solos, sólo le agregó un poco mas de caos, que le valió a Rogelio para acercarse aun más a la dama que ahora cortejaba.
Habría sido perfecto. Si las campanas no hubiesen sonado anunciando un ataque desde alta mar, habría sido simplemente perfecto para el inicio de las fiestas de Shamataw.
Ahora estaba en la disyuntiva. Ayudar a la pacifica gente de Shamataw, o hacerse a un lado y esperar a la posición de sus congéneres. Tampoco hubo tiempo para eso. Ya pensaría la situación, primero necesita verificar la gravedad de esta. Así que, dándole un fugaz beso en los labios a su nuevo amor, corrió a la zona portuaria a verificar que tan inminente era el ataque. Se movía con la facilidad que le daba haber corrido infinidad de veces hacia los puertos, contra el reloj y la partida de un barco a tomar (por negocios o por errores en el placer). Con llegar al puesto del vigía era más que suficiente y una vez corroboró el ataque, se alistó para salir pies polvorosa del lugar.
No iría a una guerra a la que su verdadero amor, Valeska, no lo llamara. Su vida valía demasiado, su reina pirata sufriría mucho si lo perdía y no se permitiría tal cosa….
- Eh tu!! Marino! Llegaste con la fragata, necesitamos marinos!! – ladró un soldado
- Eh… no, me confunde usted – trató de escaquearse pero lo tomó del brazo y empezó a llevarlo hacía lo que tal vez sería la defensa de la isla. **
Off Topic: no tengo la seguridad detrás de quien voy.
Rogelio Bonifante- Cantidad de envíos : 45
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
¿Por qué en esta extraña tierra todo encargo que comenzaba se complicaba a niveles absurdos?
Esa era la pregunta que se estaba planteando Gonzalvus mientras escuchaba la campana y los gritos alertando a la población sobre una invasión inminente. Si hubiese sido en otro momento el asesino no tendría ningun problema, evitaría la batalla, escaparía por los tejados, terminaría con la vida de los que interfiriensen en su camino. Y todo esto en tiempo record.
Pero ahora la situación era diferente, tenía un encargo, debía proteger a la hija de una importante familia de comerciantes que además de prometerle una gran suma de dinero, les debía un favor.
No podía dejar a Elaine en otras manos, nadie era de confiar cuando el dinero estaba de por medio y el rescate por la niña les aseguraría a los implicados una fortuna tan importante que podrían vivir tranquilamente sin trabajar y con todos los lujos durante varias vidas.
Una extraña nube negra apareció alrededor del joven peliazul, sacandolo de sus cabilaciones. Éste le dijo que llevase a la niña a un lugar seguro.
- ¿Invasión? ¿Una invasión? - Pregunto Elaine intrigada - ¿Qué va a pasar ahora? -
Gonzalvus miró a todas las personas corriendo de lado a lado, los guardias movilizando a las masas de gente, e intentó tomar a la niña del brazo pero esta rapidamente se escapo y comenzó a correr. Gonzalvus la siguió y ésta, astutamente, corría entre grupos de gente para evitar que su pobre guardaespaldas la alcance. Cuando pensaba que la iba a perder de vista la encontró tomada de la mano de una chica pelirroja, la misma que estaba en el acto de malabarismo.
El asesino se acerco y notó que estaba acompañada de un chico un poco mas grande que ella y cuando estuvo cerca les pidio disculpas a los dos.
- Bebaxshid por que la niña los haya molestado - Y Elaine se escondió detras de la malabarista.
Esa era la pregunta que se estaba planteando Gonzalvus mientras escuchaba la campana y los gritos alertando a la población sobre una invasión inminente. Si hubiese sido en otro momento el asesino no tendría ningun problema, evitaría la batalla, escaparía por los tejados, terminaría con la vida de los que interfiriensen en su camino. Y todo esto en tiempo record.
Pero ahora la situación era diferente, tenía un encargo, debía proteger a la hija de una importante familia de comerciantes que además de prometerle una gran suma de dinero, les debía un favor.
No podía dejar a Elaine en otras manos, nadie era de confiar cuando el dinero estaba de por medio y el rescate por la niña les aseguraría a los implicados una fortuna tan importante que podrían vivir tranquilamente sin trabajar y con todos los lujos durante varias vidas.
Una extraña nube negra apareció alrededor del joven peliazul, sacandolo de sus cabilaciones. Éste le dijo que llevase a la niña a un lugar seguro.
- ¿Invasión? ¿Una invasión? - Pregunto Elaine intrigada - ¿Qué va a pasar ahora? -
Gonzalvus miró a todas las personas corriendo de lado a lado, los guardias movilizando a las masas de gente, e intentó tomar a la niña del brazo pero esta rapidamente se escapo y comenzó a correr. Gonzalvus la siguió y ésta, astutamente, corría entre grupos de gente para evitar que su pobre guardaespaldas la alcance. Cuando pensaba que la iba a perder de vista la encontró tomada de la mano de una chica pelirroja, la misma que estaba en el acto de malabarismo.
El asesino se acerco y notó que estaba acompañada de un chico un poco mas grande que ella y cuando estuvo cerca les pidio disculpas a los dos.
- Bebaxshid por que la niña los haya molestado - Y Elaine se escondió detras de la malabarista.
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
El ladrón estaba equivocado, alguien le había oído; de hecho el mismo al que estaba inculpando. El pobre chico se quedó lívido como un muerto.
- ¿De qué estás hablando? ¡Todo esto es culpa tuya! - contestó a la defensiva, incrédulo. ¿Es que aquel hombre estaba loco o....? Del mismo modo que su "interlocutor", el muchacho reparó en el hombre malhumorado. Hombre malhumorado que estaba seguro que también había oído la acusación del ratero. Hombre malhumorado que tenía la impresión que no le miraba a él con mejores ojos. ¿Es que había visto alguna de sus demostraciones? Su oficio no era para nada común, si le había visto manejar alguno de sus artilugios con anterioridad resultaría fácil reconocer la obra.
Las piernas de Otto se quedaron clavadas en el sitio por el miedo, mientras una vocecita en su cabeza le gritaba con insistencia una sola palabra: "corre", pero el shock le tenía aún paralizado. Esto fue hasta que una nueva desgracia se cernió sobre Otto en su ya nefasto día. El auténtico causante de todo el barullo vino a buscarle y le dijo algo que coincidía con lo que le gritaba esa vocecita interior, algo sobre que ambos iban a acabar linchados (lo cual sonaba aterradoramente posible en aquel momento). Un pequeño chorro de vapor salió como reacción al tirón de la toga, pero lo peor no fue eso. No. Lo peor fue que una AturdeBrutos se cayó de su bolsillo en aquel momento, una con una marca roja que estaba separada de las demás porque era la defectuosa que casi le causó un problema en el embarque... Sólo que esa vez, tal vez por el golpe, tal vez por la posición o tal vez porque era el día de mala suerte del aprendiz de mago, la bola estalló, lanzando la lluvia de pequeñas esferas cargadas hacia la multitud, causando algunos gritos de sorpresa y de dolor.
Zeiss se encontró con que era el altísimo chico el que tiraba de él en la carrera en pos de un lugar seguro; si antes era probable que acabara linchado junto al ladrón, en cuanto se pasara el efecto de aturdimiento de su invento era SEGURO que iba a convertirse en uno de los blancos de la ira de la turba.
- Por la Dama.... con lo bien que estaba yo esta mañana en mi cama... ¿por qué saldría de ella?- gimoteaba amargamente mientras corría en cualquier dirección que le alejara de la gente en pos de un lugar tranquilo, tirando sin apenas ser consciente del pícaro que estaba sujetando su brazo, sin escuchar el tañido de la campana que, paradójicamente, les sacaba por el momento del apuro.
Claro que podía ser salir de las brasas para caer en la sartén.
- ¿De qué estás hablando? ¡Todo esto es culpa tuya! - contestó a la defensiva, incrédulo. ¿Es que aquel hombre estaba loco o....? Del mismo modo que su "interlocutor", el muchacho reparó en el hombre malhumorado. Hombre malhumorado que estaba seguro que también había oído la acusación del ratero. Hombre malhumorado que tenía la impresión que no le miraba a él con mejores ojos. ¿Es que había visto alguna de sus demostraciones? Su oficio no era para nada común, si le había visto manejar alguno de sus artilugios con anterioridad resultaría fácil reconocer la obra.
Las piernas de Otto se quedaron clavadas en el sitio por el miedo, mientras una vocecita en su cabeza le gritaba con insistencia una sola palabra: "corre", pero el shock le tenía aún paralizado. Esto fue hasta que una nueva desgracia se cernió sobre Otto en su ya nefasto día. El auténtico causante de todo el barullo vino a buscarle y le dijo algo que coincidía con lo que le gritaba esa vocecita interior, algo sobre que ambos iban a acabar linchados (lo cual sonaba aterradoramente posible en aquel momento). Un pequeño chorro de vapor salió como reacción al tirón de la toga, pero lo peor no fue eso. No. Lo peor fue que una AturdeBrutos se cayó de su bolsillo en aquel momento, una con una marca roja que estaba separada de las demás porque era la defectuosa que casi le causó un problema en el embarque... Sólo que esa vez, tal vez por el golpe, tal vez por la posición o tal vez porque era el día de mala suerte del aprendiz de mago, la bola estalló, lanzando la lluvia de pequeñas esferas cargadas hacia la multitud, causando algunos gritos de sorpresa y de dolor.
Zeiss se encontró con que era el altísimo chico el que tiraba de él en la carrera en pos de un lugar seguro; si antes era probable que acabara linchado junto al ladrón, en cuanto se pasara el efecto de aturdimiento de su invento era SEGURO que iba a convertirse en uno de los blancos de la ira de la turba.
- Por la Dama.... con lo bien que estaba yo esta mañana en mi cama... ¿por qué saldría de ella?- gimoteaba amargamente mientras corría en cualquier dirección que le alejara de la gente en pos de un lugar tranquilo, tirando sin apenas ser consciente del pícaro que estaba sujetando su brazo, sin escuchar el tañido de la campana que, paradójicamente, les sacaba por el momento del apuro.
Claro que podía ser salir de las brasas para caer en la sartén.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Cuando se dio cuenta, era él el que era arrastrado por el muchacho, que huía a buena velocidad del lugar de los hechos. Zeiss parpadeó varias veces, bajó la vista y comprobó que sus piernas estaban obedeciendo adecuadamente para seguir el ritmo impuesto. Desplazó la mirada a su mano y vio que con el tirón y la sorpresa había dejado caer la bolsa chispeante. Por último, hizo memoria y volvió a sorprenderse por la fantástica escapada efectuada por aquel chico que tiraba de él, convencido de que todo lo que había ocurrido había sido totalmente premeditado.
- ¡Magnífico! - exclamó mientras corría, algo recuperado de lo inesperado de la situación -. No sé qué eran esas bolitas, pero tendrán a la multitud entretenida un rato. Entonces, ¿eres contrabandista? - insistió.
Pero no estaba seguro de que no le hiciera mucho caso; más ocupado parecía en gimotear, como si la situación le superase totalmente y hubiera perdido el control. Ah, eso era falta de experiencia, falta de aventuras...
Justo cuando iba a abrir la boca escuchó la campana a su espalda. Se concentró en ella, preocupado primero por si era algo que ellos habían causado... Pero no: por la forma en que tañía era una campana de alarma, no festiva, y al vibrante sonido acompañaban voces imperantes cuyas palabras no pudo distinguir. Ellos no podían causar eso. La guardia no aguaría toda una fiesta por un par de maleantes.
Fuera lo que fuera, debía ser grave.
- ¡Espera, frena! - pidió, intentando echar una mirada por encima del hombro sin por ello tropezar y caerse. Llegó a distinguir una multitud en la que cundía el caos, y vio a varios soldados unidos en grupos, como organizándose. Como preparándose para enfrentarse a algo que llegaría desde el lugar al que ellos estaban yendo.
- ¡Quieto! - insistió, y tiró del muchacho lanzándose hacia unos arbustos bajos con todo su peso .
- ¡Magnífico! - exclamó mientras corría, algo recuperado de lo inesperado de la situación -. No sé qué eran esas bolitas, pero tendrán a la multitud entretenida un rato. Entonces, ¿eres contrabandista? - insistió.
Pero no estaba seguro de que no le hiciera mucho caso; más ocupado parecía en gimotear, como si la situación le superase totalmente y hubiera perdido el control. Ah, eso era falta de experiencia, falta de aventuras...
Justo cuando iba a abrir la boca escuchó la campana a su espalda. Se concentró en ella, preocupado primero por si era algo que ellos habían causado... Pero no: por la forma en que tañía era una campana de alarma, no festiva, y al vibrante sonido acompañaban voces imperantes cuyas palabras no pudo distinguir. Ellos no podían causar eso. La guardia no aguaría toda una fiesta por un par de maleantes.
Fuera lo que fuera, debía ser grave.
- ¡Espera, frena! - pidió, intentando echar una mirada por encima del hombro sin por ello tropezar y caerse. Llegó a distinguir una multitud en la que cundía el caos, y vio a varios soldados unidos en grupos, como organizándose. Como preparándose para enfrentarse a algo que llegaría desde el lugar al que ellos estaban yendo.
- ¡Quieto! - insistió, y tiró del muchacho lanzándose hacia unos arbustos bajos con todo su peso .
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Hubo un instante, sólo un instante, de confusión entre los soldados que se encontraban en el lugar cuando el guardia comenzó a dar el toque de alarma, debido a lo súbito de su acción, pero el teniente a cargo no tardó en tomar las riendas de la situación. Sólo había un par de patrullas en Shaske, básicamente para cuidar que las fiestas se desarrollaran con orden y seguridad. El grueso de las fuerzas de defensa se encontraban en el puerto; a nadie se le había ocurrido que podía haber un desembarco por la retaguardia.
Un rápido y conciso interrogatorio a Issy convenció también al teniente de que no mentía ni imaginaba nada, por lo que enseguida decidió mandar un par de exploradores para dimensionar las fuerzas enemigas que se aproximaban al mismo tiempo que enviaba un mensajero al puerto para dar cuenta de la situación. De las tropas disponibles, un par de piquetes fueron destinados a controlar y contener a los civiles y el resto se posicionó en los puestos de defensa que, en ese lugar, eran más bien precarios. No había fortificaciones en Shake, a menos que pudieran considerarse como tales los altísimos y centenarios árboles que rodeaban el balneario.
Los exploradores volvieron muy pronto, portando noticias que eran la confirmación de todos sus temores. Docenas de soldados bajo la enseña de la Dama, bien equipados y armados, avanzaban a paso firme por el bosque y se encontraban bastante cerca del lugar de la fiesta. La única buena nueva es que parecía que los invasores no se habían dado cuenta aún de que su presencia había sido descubierta.
Un sorprendido y preocupado comandante fue el que recibió al mensajero en el puerto. Que hubiera un ataque por la retaguardia no significaba que no pudiera haber un ataque al puerto; quizás las fuerzas que se aproximaban a Shake sólo fueran una maniobra distractiva. No podía mandar todos sus efectivos al balneario y dejar el puerto desprotegido, pero tampoco podía ignorar su llamado. Rápidamente, dispuso que tres embarcaciones se hicieran a la mar para resguardar Shama y la zona portuaria, mientras el partía con los refuerzos hacia Shake.
En el pequeño balneario, la situación era bastante caótica por el pánico que había cundido entre naturales y visitantes al oír las campanadas de alarma. Alcalde y teniente habían decidido imponer el toque de queda para protección de los civiles, pero los piquetes encargados se las veían negras para siquiera comunicar la decisión. En medio de todo este descontrol, los invasores llegaban por fin a Shake.
El sonido de metales entrechocando, cuando los pocos defensores que se encontraban en el lugar en ese momento les salieron al paso, le anunció al pueblo su llegada.
Un rápido y conciso interrogatorio a Issy convenció también al teniente de que no mentía ni imaginaba nada, por lo que enseguida decidió mandar un par de exploradores para dimensionar las fuerzas enemigas que se aproximaban al mismo tiempo que enviaba un mensajero al puerto para dar cuenta de la situación. De las tropas disponibles, un par de piquetes fueron destinados a controlar y contener a los civiles y el resto se posicionó en los puestos de defensa que, en ese lugar, eran más bien precarios. No había fortificaciones en Shake, a menos que pudieran considerarse como tales los altísimos y centenarios árboles que rodeaban el balneario.
Los exploradores volvieron muy pronto, portando noticias que eran la confirmación de todos sus temores. Docenas de soldados bajo la enseña de la Dama, bien equipados y armados, avanzaban a paso firme por el bosque y se encontraban bastante cerca del lugar de la fiesta. La única buena nueva es que parecía que los invasores no se habían dado cuenta aún de que su presencia había sido descubierta.
Un sorprendido y preocupado comandante fue el que recibió al mensajero en el puerto. Que hubiera un ataque por la retaguardia no significaba que no pudiera haber un ataque al puerto; quizás las fuerzas que se aproximaban a Shake sólo fueran una maniobra distractiva. No podía mandar todos sus efectivos al balneario y dejar el puerto desprotegido, pero tampoco podía ignorar su llamado. Rápidamente, dispuso que tres embarcaciones se hicieran a la mar para resguardar Shama y la zona portuaria, mientras el partía con los refuerzos hacia Shake.
En el pequeño balneario, la situación era bastante caótica por el pánico que había cundido entre naturales y visitantes al oír las campanadas de alarma. Alcalde y teniente habían decidido imponer el toque de queda para protección de los civiles, pero los piquetes encargados se las veían negras para siquiera comunicar la decisión. En medio de todo este descontrol, los invasores llegaban por fin a Shake.
El sonido de metales entrechocando, cuando los pocos defensores que se encontraban en el lugar en ese momento les salieron al paso, le anunció al pueblo su llegada.
- Spoiler:
- Como hay varios personajes participando en la trama, para evitar confusiones aclaro que los turnos de posteo en este momento van así: Songérie, Mizik Ponjater, Talinthraxus, Rogelio Bonifante, Gonzalvus, Otto Hoenheim, Zeiss Ethesian.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Por lo visto, me había equivocado y la campana que había escuchado no anunciaba ninguna ceremonia sino que estaba alertando a la gente de que pasaba algo ¿Qué cosa? No tenía la menor idea y tampoco parecía saberlo la malhumorada señora que hablaba con mi acompañante. En todo caso, tan grave no podía ser porque la anciana parecía enojada no asustada y yo seguía teniendo hambre así que la idea de ir a esa pequeña tasca me pareció de perlas, así no perdería tiempo buscando un lugar para comer en una isla que casi no conocía y, ¿quién sabe?, quizás Chevy y yo pudiéramos alojarnos ahí también.
Estaba esperando que el chico me diera su nombre para aceptar la propuesta de la tasca, cuando un hombre que venía corriendo desde la plaza nos interrumpió, gritando que nos invadían y que había guerra ¿Guerra? No, eso no podía ser ¿Cómo iba a haber una guerra en medio de una fiesta? ¡Qué cosa tan absurda! Tal vez el pobre señor se había tomado unos tragos de más ya ahora andaba por ahí delirando e inventando cosas. Como sea, mi compañero tenía razón en que no era buena idea volver a la plaza.
- Vamos a esa tasca que dices, yo no conozco otro lugar – aprobé - ¡Ah!, yo me llamó Songèrie – agregué, haciéndole una pequeña venia.
Un maullido de Chevalier, que estaba encaramado en mi hombro y un apretón en la mano que tenía libre – el chico me sujetaba aún por el otro brazo – me anunciaron que alguien más se había agregado a nuestro pequeño grupo. Sorprendida, reconocí a la niña rubia que con su berrinche había hecho que se me cayera una argolla y ahora se agarraba de mi mano con toda frescura ¿Se habría perdido? A veces los niños se acercaban a los artistas cuando se perdían.
- ¿Cómo te llamas? – le pregunté - ¿Dónde están tus papás?
A Chevalier pareció caerle en gracia la mocosa y saltando desde mis hombres, el muy tunante se puso a ronronear y a frotarse contra las piernas de la chiquilla, que pareció encantada hasta que un hombre con flequillo y pecas se acercó a nosotros. Antes de que él llegara, se había escondido detrás mío.
- No nos ha molestado – aclaré - ¿Usted es su papá?
Se veía lo bastante viejo como para serlo, pero tenía que estar segura. En el circo había escuchado muchas historias de hombres que robaban niñas con fines inconfensables (nadie había querido explicarme cuales eran esos fines, pero estaba segura de que eran muy malos)
El tumulto en la plaza, lejos de calmarse se extendía ahora a las calles que antes estaban tan tranquilas. Mucha gente asustada corría de aquí para allá y los gritos de “Nos invaden!” se multiplicaban y algunos soldados habían aparecido dando órdenes que casi nadie escuchaba. El corazón me dio un salto cuando entendí que lo de la guerra era en serio.
Estaba esperando que el chico me diera su nombre para aceptar la propuesta de la tasca, cuando un hombre que venía corriendo desde la plaza nos interrumpió, gritando que nos invadían y que había guerra ¿Guerra? No, eso no podía ser ¿Cómo iba a haber una guerra en medio de una fiesta? ¡Qué cosa tan absurda! Tal vez el pobre señor se había tomado unos tragos de más ya ahora andaba por ahí delirando e inventando cosas. Como sea, mi compañero tenía razón en que no era buena idea volver a la plaza.
- Vamos a esa tasca que dices, yo no conozco otro lugar – aprobé - ¡Ah!, yo me llamó Songèrie – agregué, haciéndole una pequeña venia.
Un maullido de Chevalier, que estaba encaramado en mi hombro y un apretón en la mano que tenía libre – el chico me sujetaba aún por el otro brazo – me anunciaron que alguien más se había agregado a nuestro pequeño grupo. Sorprendida, reconocí a la niña rubia que con su berrinche había hecho que se me cayera una argolla y ahora se agarraba de mi mano con toda frescura ¿Se habría perdido? A veces los niños se acercaban a los artistas cuando se perdían.
- ¿Cómo te llamas? – le pregunté - ¿Dónde están tus papás?
A Chevalier pareció caerle en gracia la mocosa y saltando desde mis hombres, el muy tunante se puso a ronronear y a frotarse contra las piernas de la chiquilla, que pareció encantada hasta que un hombre con flequillo y pecas se acercó a nosotros. Antes de que él llegara, se había escondido detrás mío.
- No nos ha molestado – aclaré - ¿Usted es su papá?
Se veía lo bastante viejo como para serlo, pero tenía que estar segura. En el circo había escuchado muchas historias de hombres que robaban niñas con fines inconfensables (nadie había querido explicarme cuales eran esos fines, pero estaba segura de que eran muy malos)
El tumulto en la plaza, lejos de calmarse se extendía ahora a las calles que antes estaban tan tranquilas. Mucha gente asustada corría de aquí para allá y los gritos de “Nos invaden!” se multiplicaban y algunos soldados habían aparecido dando órdenes que casi nadie escuchaba. El corazón me dio un salto cuando entendí que lo de la guerra era en serio.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Justo cuando la muchacha había asentido a la invitación de Mizik, y antes de que pudiera decirle su nombre, apareció aquella niña pequeña tomándola de la mano. A los ojos de Mizik parecía un pequeño ángel del cielo, con sus ojos muy azules y su largo cabello rubio. Además, le parecía haber visto a esa niña antes, aunque no la ubicó del todo hasta que apareció el chico con el que estaba antes, en la plaza. A Mizik le pareció que ese chico, algo mayor que él, tenía un aspecto muy curioso, con ese flequillo, esas patillas largas y la cara cubierta de pecas. Había algo diferente respecto al resto de la gente en ese chico.
Songèrie (ahora ya sabía como se llamaba), le preguntó si era su padre. A Mizik le parecía demasiado joven para que lo fuera, pero se abstuvo de comentar nada. Eso sí, le aseguró que la chiquilla no los había molestado para nada. De todos modos, fuera o no su padre, en la fiesta la niña parecía estar con el muchacho por voluntad propia, así que tal vez fuera un tutor o alguien encargado de cuidarla, pensó. Tal vez se había asustado con el ruido y la confusión y había huido.
-Pobrecilla, estará asustada por toda la vorágine que se ha desencadenado en la plaza. Aunque por lo visto no va a limitarse a la plaza -comentó al ver que el desorden se empezaba a extender por las calles-. Me llamo Mizik Ponjater, hijo de Nford Ponjater -se presentó al fin-, y, aunque la conversación parece interesante en extremo, mucho me temo que no querría que toda este caos que se nos viene encima nos engulla, y sugiero continuarla en un lugar algo más calmado.
Pero el caos ya los había engullido, y por los gritos de la gente y las órdenes de los soldados, realmente parecía que aquel individuo que había pasado anunciando la guerra a gritos tenía razón. Él no era un soldado, lo más cerca que había estado de una batalla era al leer los libros de las largas hazañas de héroes fantásticos, así que no tenía demasiado interés en unirse a la milicia. Pero por azares del destino había terminado al lado de la chica de cabellos de fuego, así que se sentía con la obligación de protegerla del mejor modo posible. Quién sabe, tal vez aquél extraño individuo pudiera ser de ayuda...
Songèrie (ahora ya sabía como se llamaba), le preguntó si era su padre. A Mizik le parecía demasiado joven para que lo fuera, pero se abstuvo de comentar nada. Eso sí, le aseguró que la chiquilla no los había molestado para nada. De todos modos, fuera o no su padre, en la fiesta la niña parecía estar con el muchacho por voluntad propia, así que tal vez fuera un tutor o alguien encargado de cuidarla, pensó. Tal vez se había asustado con el ruido y la confusión y había huido.
-Pobrecilla, estará asustada por toda la vorágine que se ha desencadenado en la plaza. Aunque por lo visto no va a limitarse a la plaza -comentó al ver que el desorden se empezaba a extender por las calles-. Me llamo Mizik Ponjater, hijo de Nford Ponjater -se presentó al fin-, y, aunque la conversación parece interesante en extremo, mucho me temo que no querría que toda este caos que se nos viene encima nos engulla, y sugiero continuarla en un lugar algo más calmado.
Pero el caos ya los había engullido, y por los gritos de la gente y las órdenes de los soldados, realmente parecía que aquel individuo que había pasado anunciando la guerra a gritos tenía razón. Él no era un soldado, lo más cerca que había estado de una batalla era al leer los libros de las largas hazañas de héroes fantásticos, así que no tenía demasiado interés en unirse a la milicia. Pero por azares del destino había terminado al lado de la chica de cabellos de fuego, así que se sentía con la obligación de protegerla del mejor modo posible. Quién sabe, tal vez aquél extraño individuo pudiera ser de ayuda...
Mizik Ponjater- Cantidad de envíos : 31
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
FDI= El cuerpo está bajo el control de Raznet
---
DDI=
Mientras acompañaba al soldado, intentaba trazar un plan para llegar hasta alguno de los barcos invasores y apoderarme de él. Sería algo demasiado dificultoso. No podría hacerlo solo, y no tenía una forma eficaz de llegar al barco sin ser descubierto. Lo más parecido era un bote, pero aún con el pequeño tamaño de ese tipo de embarcaciones, me identificarían y seguramente sería capturado. No podría usar las flechas de sangre, ya que podían causar alguna perforación en el casco del barco y así frustrar mis planes. Debía pensar en alguna otra cosa... y rápido...
Mientras corría, pude ver a un par de sujetos que actuaban de forma muy extraña. Me detuve y me acerqué a los arbustos bajo los cuales se escondieron. Reconocí a uno de ellos. Su cabello largo, sus ropas moradas me revelaron su identidad, lo había visto poco antes. Era el ladrón.
-Me parece que tú necesitas llegar a un lugar seguro, manos mágicas -le dije.
Luego observé a su acompañante. Parecía estar demasiado asustado, no por el ambiente bélico que comenzaba a respirarse en la isla, sino por alguna otra cosa. Era como si quisiera desaparecer de repente, y evitar ser encontrado. ¿Acaso serían cómplices?
-¿Qué hay de ti? ¿Están juntos en ese oficio? ¿O son sólo circunstancias especiales?
Los observé detenidamente. El ladrón era alguien bastante ágil, había logrado arrebatar una gran cantidad de cosas a la gente sin que se diera cuenta, hasta no revisar en sus bolsillos, lo que le daba a entender que era alguien muy sigiloso. El otro sujeto, en cambio, me parecía todo lo contrario. No sólo era alguien enormemente alto, sino que usaba unas prendas que no permitirían que pase inadvertido. ¿Qué lo podría haber arrastrado junto al ladrón si se habían conocido en esa fiesta? Ambos parecían estar de acuerdo en que debían esconderse. Mientras intentaba imaginar qué clase de delincuente podría ser ese sujeto, un hombre se me acercó y me habló. Parecía estar completamente enfurecido y un poco aturdido.
-¿Has visto a dos sujetos por aquí? -me preguntó.
-He visto demasiada gente hoy -le respondí, con tono burlón. ¿Cómo pretendía ese sujeto que supiera decirle si había visto a las personas que él estaba buscando?
-¡Son ellos! -gritó al ver al ladrón y su acompañante, y se dispuso a abalanzarse sobre ellos, pero yo lo detuve y desenvainé mi espada, la cual acerqué a su cuello de manera amenazante.
-No son ellos. Si eres inteligente, te marcharás y buscarás refugio. -El hombre pareció verse completamente intimidado por la nube de tormenta que envolvía mi cuerpo, además de la espada que se encontraba presta a saborear su garganta, por lo que retrocedió y salió corriendo.
Envainé mi espada y luego miré a los dos sujetos. Observé nuevamente al hombre alto. ¿Sería él el responsable de esos estallidos que invadieron la multitud poco antes de que sonara la alarma?
-Me deben un favor muy grande -les dije-. Al parecer ustedes necesitarán escapar de esta isla. ¿Qué tan aptos se consideran para robar un barco?
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DDI=
Mientras acompañaba al soldado, intentaba trazar un plan para llegar hasta alguno de los barcos invasores y apoderarme de él. Sería algo demasiado dificultoso. No podría hacerlo solo, y no tenía una forma eficaz de llegar al barco sin ser descubierto. Lo más parecido era un bote, pero aún con el pequeño tamaño de ese tipo de embarcaciones, me identificarían y seguramente sería capturado. No podría usar las flechas de sangre, ya que podían causar alguna perforación en el casco del barco y así frustrar mis planes. Debía pensar en alguna otra cosa... y rápido...
Mientras corría, pude ver a un par de sujetos que actuaban de forma muy extraña. Me detuve y me acerqué a los arbustos bajo los cuales se escondieron. Reconocí a uno de ellos. Su cabello largo, sus ropas moradas me revelaron su identidad, lo había visto poco antes. Era el ladrón.
-Me parece que tú necesitas llegar a un lugar seguro, manos mágicas -le dije.
Luego observé a su acompañante. Parecía estar demasiado asustado, no por el ambiente bélico que comenzaba a respirarse en la isla, sino por alguna otra cosa. Era como si quisiera desaparecer de repente, y evitar ser encontrado. ¿Acaso serían cómplices?
-¿Qué hay de ti? ¿Están juntos en ese oficio? ¿O son sólo circunstancias especiales?
Los observé detenidamente. El ladrón era alguien bastante ágil, había logrado arrebatar una gran cantidad de cosas a la gente sin que se diera cuenta, hasta no revisar en sus bolsillos, lo que le daba a entender que era alguien muy sigiloso. El otro sujeto, en cambio, me parecía todo lo contrario. No sólo era alguien enormemente alto, sino que usaba unas prendas que no permitirían que pase inadvertido. ¿Qué lo podría haber arrastrado junto al ladrón si se habían conocido en esa fiesta? Ambos parecían estar de acuerdo en que debían esconderse. Mientras intentaba imaginar qué clase de delincuente podría ser ese sujeto, un hombre se me acercó y me habló. Parecía estar completamente enfurecido y un poco aturdido.
-¿Has visto a dos sujetos por aquí? -me preguntó.
-He visto demasiada gente hoy -le respondí, con tono burlón. ¿Cómo pretendía ese sujeto que supiera decirle si había visto a las personas que él estaba buscando?
-¡Son ellos! -gritó al ver al ladrón y su acompañante, y se dispuso a abalanzarse sobre ellos, pero yo lo detuve y desenvainé mi espada, la cual acerqué a su cuello de manera amenazante.
-No son ellos. Si eres inteligente, te marcharás y buscarás refugio. -El hombre pareció verse completamente intimidado por la nube de tormenta que envolvía mi cuerpo, además de la espada que se encontraba presta a saborear su garganta, por lo que retrocedió y salió corriendo.
Envainé mi espada y luego miré a los dos sujetos. Observé nuevamente al hombre alto. ¿Sería él el responsable de esos estallidos que invadieron la multitud poco antes de que sonara la alarma?
-Me deben un favor muy grande -les dije-. Al parecer ustedes necesitarán escapar de esta isla. ¿Qué tan aptos se consideran para robar un barco?
Última edición por Talinthraxus el 20/07/11, 07:59 pm, editado 1 vez
Talinthraxus- Cantidad de envíos : 44
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
- Az âshnâyitun xoshbakhtam Mizik Ponjater, mi nombre es Gonzalvus y, afortunadamente, no soy el padre de esta niña. - Al oír ese comentario la pequeña se inclino hacia un costado para que Gonzalvus puediese ver su rostro y le saco la lengua.
- Yo soy Elaine y ese de ahí es mi tonto guardaespaldas - Dijo la pequeña y se paro casi en frente de la pelirroja mirandola a los ojos con su mejor carita de niña adorable. - ¿Puedo quedarme con ustedes? -
Mizik tenía razón, debían ir a un lugar mas seguro, era peligroso dejar a Elaine en el exterior. Entre todo el alboroto podía aparecer otro secuestrador.
- Como usted recomendó, debemos raftan a un lugar mas seguro, luego hablaremos mas tranquilamente - Dijo Gonzalvus, ignorando completamente lo que había dicho Elaine. Hizo un ademán de acercarse a la niña pero esta se escondió nuevamente detras de la pelirroja. Gonzalvus suspiró agotado y se preguntó nuevamente porque le pasaban esas cosas.
- Yo soy Elaine y ese de ahí es mi tonto guardaespaldas - Dijo la pequeña y se paro casi en frente de la pelirroja mirandola a los ojos con su mejor carita de niña adorable. - ¿Puedo quedarme con ustedes? -
Mizik tenía razón, debían ir a un lugar mas seguro, era peligroso dejar a Elaine en el exterior. Entre todo el alboroto podía aparecer otro secuestrador.
- Como usted recomendó, debemos raftan a un lugar mas seguro, luego hablaremos mas tranquilamente - Dijo Gonzalvus, ignorando completamente lo que había dicho Elaine. Hizo un ademán de acercarse a la niña pero esta se escondió nuevamente detras de la pelirroja. Gonzalvus suspiró agotado y se preguntó nuevamente porque le pasaban esas cosas.
Última edición por Gonzalvus el 21/07/11, 04:08 am, editado 1 vez
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
El pobre chico estaba fuera de sí. No fue consciente de que el ladrón seguía enganchado de él hasta que lo arrojó contra el suelo.
Dejó ir un grito cuando sintió que perdía el equilibrio y un quejido cuando dio con sus huesos contra el suelo. Como pobre consuelo, al menos el golpe tuvo la virtud de centrarle y devolverle a la realidad después de su ataque de pánico; aunque el panorama que se abría ante ellos no era muy tranquilizador.
Otto parpadeó varias veces para ubicarse mientras su cerebro intentaba explicarle la razón por la que ahora estaba tirado en el suelo; justo cuando lo consiguió, lo primero que advirtió fue que el hombre del que habían salido huyendo no les había perdido el rastro. Por fortuna, una cuarta persona de la que no había sido consciente hasta ese momento intervino y le "persuadió" sobre la conveniencia de dejarles en paz; y tenía que reconocer que esa nube de tormenta que parecía rodear al hombre en todo momento era más que indicativo de que llevarle la contraria no sería la mejor de las ideas.
- Gracias por su ayuda, sire. Mi nombre es Otto y no, no tengo nada que ver con este hombre...- girándose hacia Zeiss. En ese momento, otro de los engranajes de su cerebro regresó a su lugar y su expresión de desconcierto cambió en una de enfado.- De hecho.... de hecho este hombre ha causado todo este jaleo al intentar robarme mi bolsa. ¿Se puede saber en qué estabas pensando? ¡Eran artefactos delicados! - Por supuesto, el hecho de que el contenido de la bolsa pudiera ser lo último que imaginase Zeiss era algo que no entraba en consideración ahora mismo.
Comenzó a incorporarse cuan largo era, sacudiendo la tierra de su túnica... Lo último que necesitaba era que encima, un terrón bloqueara alguna de sus válvulas y provocara que estallara el depósito de su espalda, lanzándole como un cohete. Otra vez. Desde aquel día, el conjuro de ralentizar caída siempre estaba en su repertorio diario... Fue entonces cuando escuchó algo que puso de nuevo sus sentidos en alerta. Entrechocar de metales. ¿Es que el mundo a su alrededor había decidido volverse loco?
Primero, el tumulto en la plaza con el robo; después el descenso al caos con la avería de sus artefacto por culpa del ladrón; luego, el accidente con la AturdeBrutos causado una vez más por el mismo ladrón; ahora una invasión...
Oh, y que el hombre de la nube de tormenta, que hasta entonces parecía medio cuerdo, pretendía alistarle para robar un barco.
La expresión de Otto era un poema de emociones que iban desde la estupefacción más absoluta a la incredulidad más enervante. En conjunto, el ingeniero parecía a punto de echarse a llorar en cualquier momento.
- Pero... pero... ¿qué está sucediendo? - fue cuanto pudo articular, una pregunta al mundo que parecía haber perdido el juicio. Pese a todo, era una expresión afortunada; camuflaba el conato de colapso nervioso que estaba por sufrir con una pregunta sincera al recién llegado, o incluso el ladrón, para averiguar qué había acabado con el festival.
Dejó ir un grito cuando sintió que perdía el equilibrio y un quejido cuando dio con sus huesos contra el suelo. Como pobre consuelo, al menos el golpe tuvo la virtud de centrarle y devolverle a la realidad después de su ataque de pánico; aunque el panorama que se abría ante ellos no era muy tranquilizador.
Otto parpadeó varias veces para ubicarse mientras su cerebro intentaba explicarle la razón por la que ahora estaba tirado en el suelo; justo cuando lo consiguió, lo primero que advirtió fue que el hombre del que habían salido huyendo no les había perdido el rastro. Por fortuna, una cuarta persona de la que no había sido consciente hasta ese momento intervino y le "persuadió" sobre la conveniencia de dejarles en paz; y tenía que reconocer que esa nube de tormenta que parecía rodear al hombre en todo momento era más que indicativo de que llevarle la contraria no sería la mejor de las ideas.
- Gracias por su ayuda, sire. Mi nombre es Otto y no, no tengo nada que ver con este hombre...- girándose hacia Zeiss. En ese momento, otro de los engranajes de su cerebro regresó a su lugar y su expresión de desconcierto cambió en una de enfado.- De hecho.... de hecho este hombre ha causado todo este jaleo al intentar robarme mi bolsa. ¿Se puede saber en qué estabas pensando? ¡Eran artefactos delicados! - Por supuesto, el hecho de que el contenido de la bolsa pudiera ser lo último que imaginase Zeiss era algo que no entraba en consideración ahora mismo.
Comenzó a incorporarse cuan largo era, sacudiendo la tierra de su túnica... Lo último que necesitaba era que encima, un terrón bloqueara alguna de sus válvulas y provocara que estallara el depósito de su espalda, lanzándole como un cohete. Otra vez. Desde aquel día, el conjuro de ralentizar caída siempre estaba en su repertorio diario... Fue entonces cuando escuchó algo que puso de nuevo sus sentidos en alerta. Entrechocar de metales. ¿Es que el mundo a su alrededor había decidido volverse loco?
Primero, el tumulto en la plaza con el robo; después el descenso al caos con la avería de sus artefacto por culpa del ladrón; luego, el accidente con la AturdeBrutos causado una vez más por el mismo ladrón; ahora una invasión...
Oh, y que el hombre de la nube de tormenta, que hasta entonces parecía medio cuerdo, pretendía alistarle para robar un barco.
La expresión de Otto era un poema de emociones que iban desde la estupefacción más absoluta a la incredulidad más enervante. En conjunto, el ingeniero parecía a punto de echarse a llorar en cualquier momento.
- Pero... pero... ¿qué está sucediendo? - fue cuanto pudo articular, una pregunta al mundo que parecía haber perdido el juicio. Pese a todo, era una expresión afortunada; camuflaba el conato de colapso nervioso que estaba por sufrir con una pregunta sincera al recién llegado, o incluso el ladrón, para averiguar qué había acabado con el festival.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Le gustó eso de "manos mágicas"; era como si fuera un mago, un artista, y muy poca gente sabía apreciar el arte del oficio de Zeiss, con lo que el ladrón aprovechó esta oportunidad única para mirar a aquel desconocido con su mejor muestra de falsa modestia.
Lo que no esperaba era que el hombre que había visto en la multitud les hubiera seguido hasta allí. Replicó a su pregunta con un apresurado ¡Se han ido por allí!, y a sus acusaciones con un muy clásico ¿Nosotros? Noooooo. Y ya se preparaba a quitarse de en medio, cogiendo al chico alto con la ropa para llevarlo con él, cuando el desconocido decidió hacer de paladín y les protegió de la totalmente injustificada furia de su perseguidor.
- ¿Para robar un barco? Todo lo aptos que la situación lo requiera - respondió Zeiss con la mayor presteza a la propuesta que siguió-. Para manejar un barco, en cambio, me considero poco apto. Creo que necesitas a más ladrones en apuros si quieres completar tu tripulación.
¿Qué decir? A él la idea de que un desconocido llegara y medio le amenazara para robar juntos un barco le gustaba. Y en el barco sabría colarse, aunque fuera nadando y trepando por una cuerda, pero una vez allí... muy complicado.
- Si lo prefieres, podría darte las gracias humildemente y damos la deuda por saldada - ofreció como alternativa, viendo el panorama.
Pero ya había bromeado suficiente con el desconocido. Su chico alto Otto requería atención. Se giró hacia él, muy dolido por su regañina, y le puso la cara más entristecida que conocía.
- Perdón - dijo, compungido. Y hasta un punto lo sentía de verdad: el chico le caía bien y consideraba que le había un favor al meterle en más aventuras, pero casi parecía que le iba a dar un fulminante ataque cardíaco. Consideró la opción de abanicarle un poquito con la mano, pero en lugar de eso se puso en pie y evaluó los alrededores.
Es cierto: se escuchaba el entrechocar del metal y gritos no muy lejos. No estaban muy lejos de la "corriente principal" de la invasión hacia Shake, pero ya era suficiente suerte que los invasores no les hubieran caído encima mientras hablaban.
- Llegados a este punto tenemos dos opciones - reflexionó Zeiss en voz alta, actuando como si se tratara de tres miembros de un experimentado comando de tipo bélico -. Bueno, tres - rectificó mirando al desconocido-. Escabullirnos cuidadosamente a un lugar seguro, ir hacia la retaguardia enemiga para robarles un barco, o tomar parte en esta invasión que nadie esperaba que empezara, que es una completa indecencia y que me resulta totalmente ofensiva.
Hasta entonces había estado bromeando, pero lo cierto era que sí estaba ofendido. Que un acto festivo en tierra neutral fuera así interrumpido por una invasión... No sabía si tenía que culpar a Trinacria o a Ashper, aunque el segundo era más probable, pero le parecía indecente de todas formas. Las protecciones de Shake eran pocas, y era solo cuestión de tiempo que las atravesaran, llegaran a la población y... Un poco de imaginación podría completar el resto. Quemar, saquear, es lo más habitual.
Lo que no esperaba era que el hombre que había visto en la multitud les hubiera seguido hasta allí. Replicó a su pregunta con un apresurado ¡Se han ido por allí!, y a sus acusaciones con un muy clásico ¿Nosotros? Noooooo. Y ya se preparaba a quitarse de en medio, cogiendo al chico alto con la ropa para llevarlo con él, cuando el desconocido decidió hacer de paladín y les protegió de la totalmente injustificada furia de su perseguidor.
- ¿Para robar un barco? Todo lo aptos que la situación lo requiera - respondió Zeiss con la mayor presteza a la propuesta que siguió-. Para manejar un barco, en cambio, me considero poco apto. Creo que necesitas a más ladrones en apuros si quieres completar tu tripulación.
¿Qué decir? A él la idea de que un desconocido llegara y medio le amenazara para robar juntos un barco le gustaba. Y en el barco sabría colarse, aunque fuera nadando y trepando por una cuerda, pero una vez allí... muy complicado.
- Si lo prefieres, podría darte las gracias humildemente y damos la deuda por saldada - ofreció como alternativa, viendo el panorama.
Pero ya había bromeado suficiente con el desconocido. Su chico alto Otto requería atención. Se giró hacia él, muy dolido por su regañina, y le puso la cara más entristecida que conocía.
- Perdón - dijo, compungido. Y hasta un punto lo sentía de verdad: el chico le caía bien y consideraba que le había un favor al meterle en más aventuras, pero casi parecía que le iba a dar un fulminante ataque cardíaco. Consideró la opción de abanicarle un poquito con la mano, pero en lugar de eso se puso en pie y evaluó los alrededores.
Es cierto: se escuchaba el entrechocar del metal y gritos no muy lejos. No estaban muy lejos de la "corriente principal" de la invasión hacia Shake, pero ya era suficiente suerte que los invasores no les hubieran caído encima mientras hablaban.
- Llegados a este punto tenemos dos opciones - reflexionó Zeiss en voz alta, actuando como si se tratara de tres miembros de un experimentado comando de tipo bélico -. Bueno, tres - rectificó mirando al desconocido-. Escabullirnos cuidadosamente a un lugar seguro, ir hacia la retaguardia enemiga para robarles un barco, o tomar parte en esta invasión que nadie esperaba que empezara, que es una completa indecencia y que me resulta totalmente ofensiva.
Hasta entonces había estado bromeando, pero lo cierto era que sí estaba ofendido. Que un acto festivo en tierra neutral fuera así interrumpido por una invasión... No sabía si tenía que culpar a Trinacria o a Ashper, aunque el segundo era más probable, pero le parecía indecente de todas formas. Las protecciones de Shake eran pocas, y era solo cuestión de tiempo que las atravesaran, llegaran a la población y... Un poco de imaginación podría completar el resto. Quemar, saquear, es lo más habitual.
Última edición por Zeiss Ethesian el 30/06/11, 08:04 pm, editado 1 vez
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
En menos de lo que canta un gallo ya conocía el nombre de todos mis acompañantes y ya sabía cual era la relación entre la rubiecita y el pecoso. Elaine parecía bastante traviesa y la verdad, su carita inocente no me engañó para nada, ya tenía bastante experiencia con El Bebé. Claro que El Bebé era mucho más pequeño que Elaine, pero seguramente cuando creciera sería igual de pícaro y engatusador, haciendo toda clase de tonterías y luego poniendo cara de santo para que no lo reprendieran. ¡Joder! Acordarme de mi hermanito me hizo sentir muy triste de repente y hasta sentí que se me humedecían un poco los ojos. Esa chiquilla era una malcriada, casi había arruinado mi acto, pero no podía estar enojada con ella.
- Puedes, si tu guardián lo permite – respondí, revolviéndole el pelo con la mano.
La situación en la calle era cada vez más confusa y desordenada. Gente corriendo de aquí para allá, soldados – cada vez menos – que, ya cansados de gritar sin ser oídos, trataban de arrear a la gente como si fuer aganado y , sobre todo eso, ruido de metal chocando contra metal y gritos airados y ayes de dolor. Sentí que se me ponían los pelos de punta del miedo; Mizik tenía razón, había que irse pronto. Agarré por la mano a Elaine, que se había escondido detrás mío y recogí a Chevalier del suelo, tendiéndoselo a la niña.
- ¿Quieres llevar a mi gato? Se llama Chevalier – mientras Chevy maúllaba su acuerdo, yo miré a Mizik con cara de pregunta - ¿Para dónde vamos?.
Había que irse de ahí, rápido, rápido, a cualquier parte, antes de que esos invasores llegaran ¡Malhaya mi suerte! Tan bien como me había ido en mi presentación y tenían que llegar unos invasores a echarlo todo a perder ¡Ojalá Pilu hubiera estado ahí para defenderme! Él era el Hombre Más Fuerte Del Mundo, Mizik y Gozalvus parecían buena gente, pero no eran muy robustos.
De repente, una imagen de soldados llegando por el otro lado de la calle apareció en mi cabeza. Sorprendida me volví a mirar en la misma dirección en que lo hacía mi gatito. Unos soldados venían por ahí y como la gente corrió asustada al verlos, me imaginé que eran los invasores.
Bueno, no toda la gente corrió. Desde los techos de algunas casas y también desde la copa de algunos árboles, empezaron a caer piedras, palos y otros objetos sobre los soldados que marchaban a paso rápido, blandiendo sus espadas.
- Puedes, si tu guardián lo permite – respondí, revolviéndole el pelo con la mano.
La situación en la calle era cada vez más confusa y desordenada. Gente corriendo de aquí para allá, soldados – cada vez menos – que, ya cansados de gritar sin ser oídos, trataban de arrear a la gente como si fuer aganado y , sobre todo eso, ruido de metal chocando contra metal y gritos airados y ayes de dolor. Sentí que se me ponían los pelos de punta del miedo; Mizik tenía razón, había que irse pronto. Agarré por la mano a Elaine, que se había escondido detrás mío y recogí a Chevalier del suelo, tendiéndoselo a la niña.
- ¿Quieres llevar a mi gato? Se llama Chevalier – mientras Chevy maúllaba su acuerdo, yo miré a Mizik con cara de pregunta - ¿Para dónde vamos?.
Había que irse de ahí, rápido, rápido, a cualquier parte, antes de que esos invasores llegaran ¡Malhaya mi suerte! Tan bien como me había ido en mi presentación y tenían que llegar unos invasores a echarlo todo a perder ¡Ojalá Pilu hubiera estado ahí para defenderme! Él era el Hombre Más Fuerte Del Mundo, Mizik y Gozalvus parecían buena gente, pero no eran muy robustos.
De repente, una imagen de soldados llegando por el otro lado de la calle apareció en mi cabeza. Sorprendida me volví a mirar en la misma dirección en que lo hacía mi gatito. Unos soldados venían por ahí y como la gente corrió asustada al verlos, me imaginé que eran los invasores.
Bueno, no toda la gente corrió. Desde los techos de algunas casas y también desde la copa de algunos árboles, empezaron a caer piedras, palos y otros objetos sobre los soldados que marchaban a paso rápido, blandiendo sus espadas.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
¿Cómo decían aquellos versos del cantar del caballero Rauban? Ah, sí:
"...Largas y argénteas espadas blandiendo,
contrarias del todo al color de su alma,
con sus negros morriones bien calados
y enfundados en sus cotas de mallas
marchan hacia Rauban sus enemigos,
dispuestos a ensuciar el agua clara
del río de corrientes de cristal
con su sangre, y con la de su amada..."
Eran unos cuantos cientos de endecasílabos más (y Mizik se los sabía todos), pero justo aquellos describían la impresión que le hicieron los soldados invasores que, por esa misma calle, parecían querer dirigirse a la plaza. ¡Ojalá fuera un Rauban! Así, como el paladín del cantar, podría defender a la muchacha de los cabellos de fuego. El otro no parecía demasiado corpulento, pero sí perfectamente capaz de protegerse, a él y a la niña. ¿No había dicho además que era su guardaespaldas? Si lo era, algunas mínimas condiciones debía tener. Además, con su habla desconocida, tenía un aire misterioso, que bien pudiera incluir también una destreza oculta a la vista... Pero en cualquier caso, él no era (todavía, pensó) un blanco caballero de leyenda, así que había que pensar algo, y rápido.
Con la invasión, el plan de ir tranquilamente a una tasca y hablar mientras pasaba el alboroto de la plaza se había desmoronado como un castillo de cartas. Si la ciudad caía, como era bastante probable, podían haber represalias, y no podían arriesgarse a sufrirlas. Los soldados podían ser terribles... Había que salir de la isla, pensó, pero lo principal era salir de la ciudad. Una vez en el campo, sería más fácil ocultarse de los invasores. Estaba intentando buscar una respuesta para la pregunta de la Songèrie, pero no había tiempo. La lucha estaba descartada, pues no llevaba armas y no sabía combatir más de lo que puede saber un muchacho de pueblo. Buscando desesperadamente un lugar en el que evitar a los soldados y toda la lluvia de improvisados proyectiles que empezaban a caer cada vez más cerca, Mizik vio la vieja puerta de una casa, la misma en cuya ventana se había asomado antes aquella anciana impertinente. Tal vez si se colaban en alguna casa, luego podrían de algún modo pasar de tejado en tejado (al fin y al cabo, en todas esas callejuelas, los edificios estaban construidos muy apretados).
Sin pensárselo dos veces, tomó impulso y golpeó la puerta con el hombro, buscando que cediera, pero a pesar de los muchos años que debía tener la madera no consiguió más que llevarse un buen golpe en el hombro.
-¡Vamos, Gonzalvus, ayúdame a tirar esto abajo, rápido! -le gritó con un deje de desesperación en la voz
"...Largas y argénteas espadas blandiendo,
contrarias del todo al color de su alma,
con sus negros morriones bien calados
y enfundados en sus cotas de mallas
marchan hacia Rauban sus enemigos,
dispuestos a ensuciar el agua clara
del río de corrientes de cristal
con su sangre, y con la de su amada..."
Eran unos cuantos cientos de endecasílabos más (y Mizik se los sabía todos), pero justo aquellos describían la impresión que le hicieron los soldados invasores que, por esa misma calle, parecían querer dirigirse a la plaza. ¡Ojalá fuera un Rauban! Así, como el paladín del cantar, podría defender a la muchacha de los cabellos de fuego. El otro no parecía demasiado corpulento, pero sí perfectamente capaz de protegerse, a él y a la niña. ¿No había dicho además que era su guardaespaldas? Si lo era, algunas mínimas condiciones debía tener. Además, con su habla desconocida, tenía un aire misterioso, que bien pudiera incluir también una destreza oculta a la vista... Pero en cualquier caso, él no era (todavía, pensó) un blanco caballero de leyenda, así que había que pensar algo, y rápido.
Con la invasión, el plan de ir tranquilamente a una tasca y hablar mientras pasaba el alboroto de la plaza se había desmoronado como un castillo de cartas. Si la ciudad caía, como era bastante probable, podían haber represalias, y no podían arriesgarse a sufrirlas. Los soldados podían ser terribles... Había que salir de la isla, pensó, pero lo principal era salir de la ciudad. Una vez en el campo, sería más fácil ocultarse de los invasores. Estaba intentando buscar una respuesta para la pregunta de la Songèrie, pero no había tiempo. La lucha estaba descartada, pues no llevaba armas y no sabía combatir más de lo que puede saber un muchacho de pueblo. Buscando desesperadamente un lugar en el que evitar a los soldados y toda la lluvia de improvisados proyectiles que empezaban a caer cada vez más cerca, Mizik vio la vieja puerta de una casa, la misma en cuya ventana se había asomado antes aquella anciana impertinente. Tal vez si se colaban en alguna casa, luego podrían de algún modo pasar de tejado en tejado (al fin y al cabo, en todas esas callejuelas, los edificios estaban construidos muy apretados).
Sin pensárselo dos veces, tomó impulso y golpeó la puerta con el hombro, buscando que cediera, pero a pesar de los muchos años que debía tener la madera no consiguió más que llevarse un buen golpe en el hombro.
-¡Vamos, Gonzalvus, ayúdame a tirar esto abajo, rápido! -le gritó con un deje de desesperación en la voz
Mizik Ponjater- Cantidad de envíos : 31
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
FDI= El cuerpo está bajo el control de Raznet
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DDI=
Tras interactuar un poco, por llamarlo de alguna manera, con los recién descubiertos sujetos, supe que el sujeto alto se llamaba Otto, y parecía muy interesado en que yo entienda que él y el ladrón no tenían absolutamente nada que ver. De todo lo que dijo, me grabé una frase: "¡Eran artefactos delicados!" El alboroto en la multitud fue producido por ciertos objetos que Otto llevaba en una bolsa que el ladrón quiso robarle.
-¿Eres un inventor o algo así? -le pregunté con una sonrisa. Si se dedicaba a inventar aparatos, era posible que tuviese algo que me ayudara a respirar bajo el agua, lo que podría ayudarme a acercarme a algún barco sin ser descubierto, y trepar por la cadena de su ancla para luego apoderarme de la nave.
El ladrón parecía tenerse mucha confianza en cuanto al robo del barco, eso era muy bueno. Era muy probable que necesitara ayuda para deshacerme de la tripulación.
-Sólo necesito ayuda para tomar el timón. Yo me ocuparé de surcar las aguas hacia un lugar seguro. Necesitaremos de tus aparatos, Otto. ¿Qué dices, te unes?
Todo parecía tener alguna especie de sentido. Perder tiempo en esas fiestas realmente había dado sus frutos. No sólo tenía barcos a mi disposición, sino que había conseguido una especie de tripulación.
La alegría comenzó a desvanecerse un poco cuando los metales se dejaron oír, cada vez más cerca. Recordaba ese sonido perfectamente. Mirando hacia la dirección de la que provenían los sonidos más cercanos, oí las opciones que el ladrón planteaba. Refugiarse, robar, combatir.
"Defiende la isla" me decía la voz de Talinthraxus. Recordaba perfectamente la invasión a Werth. En ese entonces, nuestro cuerpo aún era muy joven. No hubiese podido defender nuestro hogar ni aunque hubiese querido. A duras penas pude llegar a tierra firme. Yo sabía lo que era sufrir una invasión inesperada. No permitiría que la gente de Shamataw sufriera esa tragedia. No lo permitiría sin ofrecerles toda la ayuda que mi raza podía brindar.
-¿Qué tal -le respondí al ladrón- si primero los ayudamos a defender la isla y luego les robamos sus barcos? No nos colemos en su retaguardia, lleguemos a ella aniquilando a cualquier invasor que se nos cruce.
Saqué mi arco, clavé una de mis flechas en mi pierna derecha para empapar su punta en mi sangre, y apunté. Había mucha gente huyendo, corría hacia nuestra dirección. Un grupo de hombres con armadura corría por la calle. Varios objetos caían sobre ellos desde los costados, pero ellos sólo corrían hacia adelante. Di unos pasos para situarme en el medio de la calle, apunté cuidadosamente, y disparé la flecha, que atravesó a todos los soldados que se cruzaron en su camino.
-¿Comenzamos a marchar o establecemos aquí nuestro centro de operaciones? -pregunté a quienes podrían ser mis cómplices en el robo que pretendía llevar a cabo, mientras sacaba otra flecha y volvía a disparar, para deshacerme de más invasores.
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DDI=
Tras interactuar un poco, por llamarlo de alguna manera, con los recién descubiertos sujetos, supe que el sujeto alto se llamaba Otto, y parecía muy interesado en que yo entienda que él y el ladrón no tenían absolutamente nada que ver. De todo lo que dijo, me grabé una frase: "¡Eran artefactos delicados!" El alboroto en la multitud fue producido por ciertos objetos que Otto llevaba en una bolsa que el ladrón quiso robarle.
-¿Eres un inventor o algo así? -le pregunté con una sonrisa. Si se dedicaba a inventar aparatos, era posible que tuviese algo que me ayudara a respirar bajo el agua, lo que podría ayudarme a acercarme a algún barco sin ser descubierto, y trepar por la cadena de su ancla para luego apoderarme de la nave.
El ladrón parecía tenerse mucha confianza en cuanto al robo del barco, eso era muy bueno. Era muy probable que necesitara ayuda para deshacerme de la tripulación.
-Sólo necesito ayuda para tomar el timón. Yo me ocuparé de surcar las aguas hacia un lugar seguro. Necesitaremos de tus aparatos, Otto. ¿Qué dices, te unes?
Todo parecía tener alguna especie de sentido. Perder tiempo en esas fiestas realmente había dado sus frutos. No sólo tenía barcos a mi disposición, sino que había conseguido una especie de tripulación.
La alegría comenzó a desvanecerse un poco cuando los metales se dejaron oír, cada vez más cerca. Recordaba ese sonido perfectamente. Mirando hacia la dirección de la que provenían los sonidos más cercanos, oí las opciones que el ladrón planteaba. Refugiarse, robar, combatir.
"Defiende la isla" me decía la voz de Talinthraxus. Recordaba perfectamente la invasión a Werth. En ese entonces, nuestro cuerpo aún era muy joven. No hubiese podido defender nuestro hogar ni aunque hubiese querido. A duras penas pude llegar a tierra firme. Yo sabía lo que era sufrir una invasión inesperada. No permitiría que la gente de Shamataw sufriera esa tragedia. No lo permitiría sin ofrecerles toda la ayuda que mi raza podía brindar.
-¿Qué tal -le respondí al ladrón- si primero los ayudamos a defender la isla y luego les robamos sus barcos? No nos colemos en su retaguardia, lleguemos a ella aniquilando a cualquier invasor que se nos cruce.
Saqué mi arco, clavé una de mis flechas en mi pierna derecha para empapar su punta en mi sangre, y apunté. Había mucha gente huyendo, corría hacia nuestra dirección. Un grupo de hombres con armadura corría por la calle. Varios objetos caían sobre ellos desde los costados, pero ellos sólo corrían hacia adelante. Di unos pasos para situarme en el medio de la calle, apunté cuidadosamente, y disparé la flecha, que atravesó a todos los soldados que se cruzaron en su camino.
-¿Comenzamos a marchar o establecemos aquí nuestro centro de operaciones? -pregunté a quienes podrían ser mis cómplices en el robo que pretendía llevar a cabo, mientras sacaba otra flecha y volvía a disparar, para deshacerme de más invasores.
Última edición por Talinthraxus el 20/07/11, 08:00 pm, editado 2 veces
Talinthraxus- Cantidad de envíos : 44
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Las calles del pueblo de Shake estaban siendo invadidas. El ruido de metales chocando entre si cada vez estaba mas cercano y Gonzalvus empezaba a preocuparse, no por su vida, sino por el encargo que tenía, proteger a Elaine.
Los asesinos de Ithas estaban entrenados para no fallar en las misiones NUNCA. Era un insulto a la casa de asesinos fallar el encargo.
Mizik lo saco de sus pensamientos al golpear una puerta con su propio hombro y al gritarle nervioso que lo ayudase. Parecía demasida solida para abrirla a la fuerza, así que el asesino pensó en otro plan. Tomó una carreta que algún pobre habitante de Shake había dejado en medio de la calle y la acercó a la casa. Retrocedió para tomar carrera y luego, rapidamente, subiendo a la carreta y saltando, usó su pie para impulsarse con el dintel de la puerta, se sostuvo del marco superior de la ventana y la abrió de un golpe.
Cuando entró por ella tuvo que esquivar una sartén que iba dirijida a su cabeza, una anciana estaba arrojandole objetos contundentes desde el otro lado del dormitorio. Gonzalvus no perdio tiempo, cruzó la habitación y cerro la puerta detras suyo, la cual bloqueó con un mueble que se encontraba cerca. Entonces, bajó las escaleras y abrió la puerta de entrada dejando pasar a sus acompañantes para luego, cerrarla nuevamente.
- Xub, Mizik, ¿Cómo sigue tu plan ahora? -
Los asesinos de Ithas estaban entrenados para no fallar en las misiones NUNCA. Era un insulto a la casa de asesinos fallar el encargo.
Mizik lo saco de sus pensamientos al golpear una puerta con su propio hombro y al gritarle nervioso que lo ayudase. Parecía demasida solida para abrirla a la fuerza, así que el asesino pensó en otro plan. Tomó una carreta que algún pobre habitante de Shake había dejado en medio de la calle y la acercó a la casa. Retrocedió para tomar carrera y luego, rapidamente, subiendo a la carreta y saltando, usó su pie para impulsarse con el dintel de la puerta, se sostuvo del marco superior de la ventana y la abrió de un golpe.
Cuando entró por ella tuvo que esquivar una sartén que iba dirijida a su cabeza, una anciana estaba arrojandole objetos contundentes desde el otro lado del dormitorio. Gonzalvus no perdio tiempo, cruzó la habitación y cerro la puerta detras suyo, la cual bloqueó con un mueble que se encontraba cerca. Entonces, bajó las escaleras y abrió la puerta de entrada dejando pasar a sus acompañantes para luego, cerrarla nuevamente.
- Xub, Mizik, ¿Cómo sigue tu plan ahora? -
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
A la falta de respuesta de sus dos interlocutores, sólo podía pensar en dos posibles explicaciones que la justificaran. La primera, era que habían entendido sus palabras como lo que realmente eran, una queja contra el mundo, un intento de desahogar su incredulidad. La segunda, la que creía más probable, es que supieran lo mismo que él - es decir, prácticamente nada más allá de lo evidente.
En realidad, se le ocurría una tercera opción, pero prefería ni siquiera entrar a considerar la posibilidad de que ambos hubieran perdido por completo el contacto con la realidad.
- Sí, sire. - dijo en ausencia de otro nombre con el que dirigirse al hombre de la nube de tormenta.- Soy un inventor; pero no creo que eso vaya a ayudar demasiado a su plan.
Se volvió hacia el ladrón, en un principio con resentimiento, pero la mirada compungida de Zeiss le desarmó. ¿Realmente estaba arrepentido? - Bueno, Wolfgang siempre me decía que no me preocupara por lo que ya no tiene solución. Tal vez esas manos tan hábiles nos puedan ayudar....a....salir....del... - El progresivo pausado de sus palabras era causado por lo que veía ante sus ojos. Soldados avanzaban por la mismísima calle donde estaban hablando. Soldados, no chusma; no eran unos saqueadores ni un asalto pirata. Esos hombres lucían el emblema del ducado de Ashper. La situación era mucho más seria de lo que había temido.
Pero lo que le hizo exclamar - Por el amor de la Dama...- de nuevo en tono de incredulidad fueron los actos del hombre de la nube de tormenta. De repente, había preparado su arco y había atacado a los soldados del Duque que se abrían camino hacia ellos.
Sin embargo, esta vez su reacción fue mucho más loable que simplemente quedarse en el sitio aterrado. Se levantó y se puso junto a Talinthraxus, con una mano en uno de los bolsillos internos de su exótico abrigo; sin dudarlo ni un segundo, arrojó una esfera de metal (una de sus fieles AturdeBrutos) hacia los soldados que venían hacia ellos y, sin esperar la detonación ni sus efectos, confiando en los pocos segundos que podían ganar, intentó llevar hacia una de las calles laterales al arquero.
- ¿Está loco? - dijo poniendo especial hincapié en la segunda palabra. - No sé si es que es extranjero y no los reconoce, pero ésos son soldados del ducado de Ashper. SOLDADOS. - Sacudiéndole por los hombros muy a pesar suyo. - No son chusma de saqueadores ni piratas. Detrás de esos hay muchos más.
- Si hacemos caso a...- se giró en dirección al ladrón si es que les había seguido.- "Manos Mágicas"- dijo en ausencia de nombre.- tanto si pretendemos tomar parte, escabullirnos o tomar un barco, enfrentarnos es lo último que debemos hacer. Hay que evitarlos a toda costa o descubrirán qué intentamos hacer y acabaremos presos, o peor, muertos.
Era su propio miedo quien dictaba sus palabras y actos, pero a él le sonaba sensato. Sólo podía pedir a la Dama conseguir introducir algo de sentido común en sus compañeros; por la seguridad de los tres.
En realidad, se le ocurría una tercera opción, pero prefería ni siquiera entrar a considerar la posibilidad de que ambos hubieran perdido por completo el contacto con la realidad.
- Sí, sire. - dijo en ausencia de otro nombre con el que dirigirse al hombre de la nube de tormenta.- Soy un inventor; pero no creo que eso vaya a ayudar demasiado a su plan.
Se volvió hacia el ladrón, en un principio con resentimiento, pero la mirada compungida de Zeiss le desarmó. ¿Realmente estaba arrepentido? - Bueno, Wolfgang siempre me decía que no me preocupara por lo que ya no tiene solución. Tal vez esas manos tan hábiles nos puedan ayudar....a....salir....del... - El progresivo pausado de sus palabras era causado por lo que veía ante sus ojos. Soldados avanzaban por la mismísima calle donde estaban hablando. Soldados, no chusma; no eran unos saqueadores ni un asalto pirata. Esos hombres lucían el emblema del ducado de Ashper. La situación era mucho más seria de lo que había temido.
Pero lo que le hizo exclamar - Por el amor de la Dama...- de nuevo en tono de incredulidad fueron los actos del hombre de la nube de tormenta. De repente, había preparado su arco y había atacado a los soldados del Duque que se abrían camino hacia ellos.
Sin embargo, esta vez su reacción fue mucho más loable que simplemente quedarse en el sitio aterrado. Se levantó y se puso junto a Talinthraxus, con una mano en uno de los bolsillos internos de su exótico abrigo; sin dudarlo ni un segundo, arrojó una esfera de metal (una de sus fieles AturdeBrutos) hacia los soldados que venían hacia ellos y, sin esperar la detonación ni sus efectos, confiando en los pocos segundos que podían ganar, intentó llevar hacia una de las calles laterales al arquero.
- ¿Está loco? - dijo poniendo especial hincapié en la segunda palabra. - No sé si es que es extranjero y no los reconoce, pero ésos son soldados del ducado de Ashper. SOLDADOS. - Sacudiéndole por los hombros muy a pesar suyo. - No son chusma de saqueadores ni piratas. Detrás de esos hay muchos más.
- Si hacemos caso a...- se giró en dirección al ladrón si es que les había seguido.- "Manos Mágicas"- dijo en ausencia de nombre.- tanto si pretendemos tomar parte, escabullirnos o tomar un barco, enfrentarnos es lo último que debemos hacer. Hay que evitarlos a toda costa o descubrirán qué intentamos hacer y acabaremos presos, o peor, muertos.
Era su propio miedo quien dictaba sus palabras y actos, pero a él le sonaba sensato. Sólo podía pedir a la Dama conseguir introducir algo de sentido común en sus compañeros; por la seguridad de los tres.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
- ¡No es un inventor! - saltó inmediatamente Zeiss, como ofendido, para defender a Otto - Es un contrabandista.
Pero por el resto tuvo que admirar la seria declaración de intenciones que supuso el comenzar a atacar frontalmente a los invasores, aunque lo admiró desde una segura posición de nuevo oculto entre la vegetación - un movimiento inútil, según resultó, dado que como arquero aquel hombre se mostró muy capaz. Supuso que quedaría un poco mal que, después de dar el discurso, él fuera el único en esconderse al aparecer una verdadera amenaza, así que salió de su mal escondrijo para seguir a Otto en cuanto éste interrumpió el ataque frontal del guerrero.
Se demoró solamente un momento para verificar que loquefuera que había lanzado su buen Otto funcionaba... y comprobó con cierto placer cómo aquella bola estallaba adecuadamente, igual que lo había hecho otra similar entre la multitud poco antes. Lo que no quería era quedarse a ver lo enfadados que estarían los soldados en cuanto se recuperaran de la sorpresa. Pero, al igual que Otto, le había dado tiempo a ver el emblema de Ashper.
- ChicoAltoOtto tiene razón - dijo Manos Mágicas al llegar a la altura de los otros dos -. Al menos en parte. Hacedme caso rápido porque esos soldados vendrán pronto hacia acá y estamos a plena vista. ¡Movámonooos!
Ojalá hubiera ocurrido aquello en Trinacria. Conocía Trinacria; podría haber guiado a cualquiera por los caminos que había descubierto y los que le había enseñado Sam... Shake era mucho menos complejo a primera vista que las calles de la capital, por no decir mucho más pequeño, con casas más bajas, y eso significaba también menos probabilidades de despistar a cualquier perseguidor. Por suerte, la riqueza en vegetación era un punto positivo a considerar.
- Para que todo el mundo esté contento, propongo tomar parte Y escabullirnos Y robar un barco. ¡Lo primero es escabullirnos! Inmediatamente sigue tomar parte. De hecho...
Se quedó un momento cortado, casi como sorprendido por algo. Con afinar un poquito el oído se escuchaba una sarta de ofendidos insultos y afirmaciones e interrogantes varios que daban a entender que los soldados tenían intención de buscarlos, encontrarlos y hacer cosas divertidas con ellos; desollarlos, por ejemplo. Si los tres salían corriendo tontamente lo más probable es que los alcanzaran con relativa facilidad. Sobretodo si ChicoAltoOtto se tropezaba o algo así.
- ¡No hay nada como una buena emboscada! - afirmó alegremente por conclusión a sus pensamientos - ¡Buscad un escondite al final de la calle, yo haré de cebo! Si mientras me persiguen salís a su espalda, les lanzáis una Bola que les inmovilice un momento y les llenáis de agujeros... me salvaréis la vida, por ejemplo. ¡Vamos, Tormenta, Alto!
Ni siquiera esperó contestación de ambos, sino que comenzó a empujarles hacia el otro lado de la calle antes de dar media vuelta para volver corriendo hacia donde habían estado los soldados. "Si me dejan tirado me las tendré que apañar para escapar. Soy muy temerario. Pero con un poco de suerte nos podremos disfrazar de soldados después de esto."
Pero por el resto tuvo que admirar la seria declaración de intenciones que supuso el comenzar a atacar frontalmente a los invasores, aunque lo admiró desde una segura posición de nuevo oculto entre la vegetación - un movimiento inútil, según resultó, dado que como arquero aquel hombre se mostró muy capaz. Supuso que quedaría un poco mal que, después de dar el discurso, él fuera el único en esconderse al aparecer una verdadera amenaza, así que salió de su mal escondrijo para seguir a Otto en cuanto éste interrumpió el ataque frontal del guerrero.
Se demoró solamente un momento para verificar que loquefuera que había lanzado su buen Otto funcionaba... y comprobó con cierto placer cómo aquella bola estallaba adecuadamente, igual que lo había hecho otra similar entre la multitud poco antes. Lo que no quería era quedarse a ver lo enfadados que estarían los soldados en cuanto se recuperaran de la sorpresa. Pero, al igual que Otto, le había dado tiempo a ver el emblema de Ashper.
- ChicoAltoOtto tiene razón - dijo Manos Mágicas al llegar a la altura de los otros dos -. Al menos en parte. Hacedme caso rápido porque esos soldados vendrán pronto hacia acá y estamos a plena vista. ¡Movámonooos!
Ojalá hubiera ocurrido aquello en Trinacria. Conocía Trinacria; podría haber guiado a cualquiera por los caminos que había descubierto y los que le había enseñado Sam... Shake era mucho menos complejo a primera vista que las calles de la capital, por no decir mucho más pequeño, con casas más bajas, y eso significaba también menos probabilidades de despistar a cualquier perseguidor. Por suerte, la riqueza en vegetación era un punto positivo a considerar.
- Para que todo el mundo esté contento, propongo tomar parte Y escabullirnos Y robar un barco. ¡Lo primero es escabullirnos! Inmediatamente sigue tomar parte. De hecho...
Se quedó un momento cortado, casi como sorprendido por algo. Con afinar un poquito el oído se escuchaba una sarta de ofendidos insultos y afirmaciones e interrogantes varios que daban a entender que los soldados tenían intención de buscarlos, encontrarlos y hacer cosas divertidas con ellos; desollarlos, por ejemplo. Si los tres salían corriendo tontamente lo más probable es que los alcanzaran con relativa facilidad. Sobretodo si ChicoAltoOtto se tropezaba o algo así.
- ¡No hay nada como una buena emboscada! - afirmó alegremente por conclusión a sus pensamientos - ¡Buscad un escondite al final de la calle, yo haré de cebo! Si mientras me persiguen salís a su espalda, les lanzáis una Bola que les inmovilice un momento y les llenáis de agujeros... me salvaréis la vida, por ejemplo. ¡Vamos, Tormenta, Alto!
Ni siquiera esperó contestación de ambos, sino que comenzó a empujarles hacia el otro lado de la calle antes de dar media vuelta para volver corriendo hacia donde habían estado los soldados. "Si me dejan tirado me las tendré que apañar para escapar. Soy muy temerario. Pero con un poco de suerte nos podremos disfrazar de soldados después de esto."
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Mientras las tropas invasoras avanzaban hacia Shake, los barcos que los habían transportado zarparon hacia el puerto principal de la isla con el propósito de bloquearlo e impedir cualquier petición de ayuda.
En tanto, en el pequeño balneario los defensores combatían con denuedo, pero muy pronto sus líneas se vieron sobrepasadas por los soldados de la Dama. Mientras algunos continuaban el combate frontal con los soldados de Sahamataw, el grueso de las tropas atacantes rodeó el pequeño poblado y entró en sus calles.
Mientras la mayoría de los visitantes que habían acudido a la isla con ocasión de la Fiesta de los Baños, sin lograr entender por qué esta se había visto interrumpido de manera tan abrupta, deambulaban en busca de algún refugio, parte de los residentes se unía al combate lanzándole a los enemigos cuanto objeto contundente tenían mano. Incluso, en algunas casas comenzaron a hervir agua en grandes ollas para llevarlas luego a los techos y verterlo sobre el invasor.
Los atacantes perseguían a la gente que huía por las calles cuando una flecha, una sola, derribó a varios soldados, matando a algunos e hiriendo a otros antes de caer en el suelo por la fuerza de ella gravedad. Los militares no habían logrado recuperarse del desconcierto que el inesperado ataque les había producido cuando una nueva flecha provocó nuevas bajas, aunque esta vez hubo quien logró esquivar la endemoniada saeta. Y luego, alguien lanzó hacia ellos un objeto que explotó haciendo caer inconscientes a buena parte de los soldados que habían sobrevivido a las flechas o no habían sido alcanzados por ella..
Pero los invasores, muy superiores en número, seguían llegando y sus oficiales, recuperados de la sorpresa provocada por la flecha y el Aturdebrutos, pronto tomaron las riendas de la situación. Mientras las defensas de los soldados de Shake eran aniquiladas, dejando un funesto saldo de muertos y heridos, los ocupantes se concentraban en anular la resistencia de la población civil.
Algunos piquetes de soldados de la Dama entraban en las casas desde donde eran atacados, para reducir y aprehender a sus ocupantes, mientras otros prendían fuego a los árboles en cuyas copas se ocultaban improvisados defensores de la ciudad. Un tercer grupo de patrullas, en tanto, arrestaba a todo aquel que se encontraba en la calle y peinaban el lugar en busca de los misteriosos atacantes de las flechas y el extraño aparato.
En tanto, en el pequeño balneario los defensores combatían con denuedo, pero muy pronto sus líneas se vieron sobrepasadas por los soldados de la Dama. Mientras algunos continuaban el combate frontal con los soldados de Sahamataw, el grueso de las tropas atacantes rodeó el pequeño poblado y entró en sus calles.
Mientras la mayoría de los visitantes que habían acudido a la isla con ocasión de la Fiesta de los Baños, sin lograr entender por qué esta se había visto interrumpido de manera tan abrupta, deambulaban en busca de algún refugio, parte de los residentes se unía al combate lanzándole a los enemigos cuanto objeto contundente tenían mano. Incluso, en algunas casas comenzaron a hervir agua en grandes ollas para llevarlas luego a los techos y verterlo sobre el invasor.
Los atacantes perseguían a la gente que huía por las calles cuando una flecha, una sola, derribó a varios soldados, matando a algunos e hiriendo a otros antes de caer en el suelo por la fuerza de ella gravedad. Los militares no habían logrado recuperarse del desconcierto que el inesperado ataque les había producido cuando una nueva flecha provocó nuevas bajas, aunque esta vez hubo quien logró esquivar la endemoniada saeta. Y luego, alguien lanzó hacia ellos un objeto que explotó haciendo caer inconscientes a buena parte de los soldados que habían sobrevivido a las flechas o no habían sido alcanzados por ella..
Pero los invasores, muy superiores en número, seguían llegando y sus oficiales, recuperados de la sorpresa provocada por la flecha y el Aturdebrutos, pronto tomaron las riendas de la situación. Mientras las defensas de los soldados de Shake eran aniquiladas, dejando un funesto saldo de muertos y heridos, los ocupantes se concentraban en anular la resistencia de la población civil.
Algunos piquetes de soldados de la Dama entraban en las casas desde donde eran atacados, para reducir y aprehender a sus ocupantes, mientras otros prendían fuego a los árboles en cuyas copas se ocultaban improvisados defensores de la ciudad. Un tercer grupo de patrullas, en tanto, arrestaba a todo aquel que se encontraba en la calle y peinaban el lugar en busca de los misteriosos atacantes de las flechas y el extraño aparato.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Yo no sabía qué hacer ni adónde ir y le pregunté a Mizik dónde iríamos pensando que él conocía un poco más el pueblo y sabría de algún escondite, pero nunca me imaginé que su respuesta sería lanzarse contra la puerta de una casa. Con la boca abierta vi como rebotaba mientras Elaine daba un pequeño brinco de sorpresa; hasta Chevalier maúllo, pero creo que eso fue porque la niña lo apretó un poco. Como yo pensaba, Mizik no era lo suficientemente robusto como para derribar la puerta, pero eso no quitaba que fuera un chico de mucho temple y decidido.
Cuando el pelinegro le pidió ayuda a Gonzalvus lo miré un poco escéptica; él no era mucho más robusto y se me ocurría que la puerta iba a poder contra ambos¡Quiero a Pilu!, clamaba por dentro. Estaba cada vez más nerviosa y asustada, los soldados llegaban como hormigas, y ya salía corriendo con Elaine suejta de mi mano cuando el pecoso agarró una carreta que había por ahí y luego la usó como trampolín para saltar y meterse por una ventana. ¡Con esa destreza, en el circo le habría ido muy bien!
- ¿Estás bien? - le pregunté a Mizik luego que vi desaparecer a Gonzalvus dentro de la casa, me preocupaba que se hubiera roto un hueso; el chico se había aporreado bastante ya.
¿Qué estaría pasando dentro de aquella casa? ¿Por qué Gonzalvus no salía? ¿Y si lo habían matado? Me dolía el estómago de miedo, las cosas tenían cada vez peor pinta en la calle. Algo había pasado y al parecer algunos de los soldados estaban heridos y sus compañeros estaban muy enojados y se estaban metiendo en algunas de las casas y estaban apresando a la gente en la calle..
Estaba segura de que nosotros íbamos a ser los siguientes cuando, ¡por fin!, la puerta se abrió y apareció el pecoso preguntándole a Mizik por su plan. No esperé la respuesta, con Elaine bien tomada de la mano me metí a la casa tan rápido como pude, empujando a Mizik adentro al hacerlo.
- ¡Cierra la puerta! - le grité a Gonzalvus y fui a mirar por la ventana.
No me sentía segura allí dentro. Los soldados estaban entrando a las casas y podían entrar también a esta, aunque nadie estuviera arrojando nada. Tenía que evitar que entraran, como fuera. Quizás... quizás lo mejor era que pensaran que no había casa ahí.
Me concentré lo mejor que pude para hacer aparecer una muralla frente a la casa, rogando poder mantener la ilusión el tiempo suficiente como para que los invasores pasaran de largo frente a ella.
Cuando el pelinegro le pidió ayuda a Gonzalvus lo miré un poco escéptica; él no era mucho más robusto y se me ocurría que la puerta iba a poder contra ambos¡Quiero a Pilu!, clamaba por dentro. Estaba cada vez más nerviosa y asustada, los soldados llegaban como hormigas, y ya salía corriendo con Elaine suejta de mi mano cuando el pecoso agarró una carreta que había por ahí y luego la usó como trampolín para saltar y meterse por una ventana. ¡Con esa destreza, en el circo le habría ido muy bien!
- ¿Estás bien? - le pregunté a Mizik luego que vi desaparecer a Gonzalvus dentro de la casa, me preocupaba que se hubiera roto un hueso; el chico se había aporreado bastante ya.
¿Qué estaría pasando dentro de aquella casa? ¿Por qué Gonzalvus no salía? ¿Y si lo habían matado? Me dolía el estómago de miedo, las cosas tenían cada vez peor pinta en la calle. Algo había pasado y al parecer algunos de los soldados estaban heridos y sus compañeros estaban muy enojados y se estaban metiendo en algunas de las casas y estaban apresando a la gente en la calle..
Estaba segura de que nosotros íbamos a ser los siguientes cuando, ¡por fin!, la puerta se abrió y apareció el pecoso preguntándole a Mizik por su plan. No esperé la respuesta, con Elaine bien tomada de la mano me metí a la casa tan rápido como pude, empujando a Mizik adentro al hacerlo.
- ¡Cierra la puerta! - le grité a Gonzalvus y fui a mirar por la ventana.
No me sentía segura allí dentro. Los soldados estaban entrando a las casas y podían entrar también a esta, aunque nadie estuviera arrojando nada. Tenía que evitar que entraran, como fuera. Quizás... quizás lo mejor era que pensaran que no había casa ahí.
Me concentré lo mejor que pude para hacer aparecer una muralla frente a la casa, rogando poder mantener la ilusión el tiempo suficiente como para que los invasores pasaran de largo frente a ella.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Mizik se sonrió por dentro al ver la destreza del otro chico, el guardaespaldas. Sin embargo, no salía. La chica le preguntó si estaba bien; sólo entonces reparó en que el golpe que se había dado contra la puerta le empezaba a doler de verdad.
-Bueno, digamos que he estado mejor otras veces -respondió con una sonrisa tranquilizadora, o que intentaba serlo-. Pero bueno, esto no es más que un golpe, no es nada.
En ese momento la dichosa puerta se abrió y apareció Gonzalvus en el umbral, indicándoles que pasaran. Una vez entraron todos dentro de la casa, se dirigió a él.
-Pues, mi plan sigue... ¡Bueno, diantres, de momento ya hemos evitado a los soldados! En cualquier caso, creo que tenemos que salir de aquí lo más rápido posible. Shamataw no deja de ser relativamente poco poblada en su interior, así que los soldados seguramente se centraran en ocupar primero Shama, el puerto y ésta zona. Si salimos de Shake, seguramente ganaremos algo de tiempo. ¿Por cierto, no había una anciana...?
Entonces se fijó que arriba de las escaleras había una puerta atrancada con un mueble. Sin esperar la contestación de Gonzalvus, subió y empezó a hablar a través de la puerta.
-¿Señora? ¿Señora? ¿Está ahí? -No recibía respuesta-. No somos atacantes, ¿sabe? Somos sólo unos visitantes que habíamos acudido a Shake por las fiestas. Nos hemos visto obligados a entrar en su casa para escondernos de los invasores, no le haremos daño, de verdad. ¿Tiene su casa alguna puerta trasera, o similar, por la que...?
Sólo tuvo como respuesta una serie de gritos y berridos bastante ininteligibles. Y no podían perder más tiempo. Los soldados los habrían visto entrar, así que no tardarían en entrar y registrar la casa. Mizik volvió a bajar, y volvió a hablar a Gonzalvus, pues la chica de los cabellos de fuego parecía muy concentrada en alguna cosa.
-Mira, creo que hay que encontrar la manera de salir de la casa por una puerta trasera o algo así. Al fin y al cabo parece que los soldados están entrando por la otra calle.
A no ser que tengáis otras ideas, claro.
-Bueno, digamos que he estado mejor otras veces -respondió con una sonrisa tranquilizadora, o que intentaba serlo-. Pero bueno, esto no es más que un golpe, no es nada.
En ese momento la dichosa puerta se abrió y apareció Gonzalvus en el umbral, indicándoles que pasaran. Una vez entraron todos dentro de la casa, se dirigió a él.
-Pues, mi plan sigue... ¡Bueno, diantres, de momento ya hemos evitado a los soldados! En cualquier caso, creo que tenemos que salir de aquí lo más rápido posible. Shamataw no deja de ser relativamente poco poblada en su interior, así que los soldados seguramente se centraran en ocupar primero Shama, el puerto y ésta zona. Si salimos de Shake, seguramente ganaremos algo de tiempo. ¿Por cierto, no había una anciana...?
Entonces se fijó que arriba de las escaleras había una puerta atrancada con un mueble. Sin esperar la contestación de Gonzalvus, subió y empezó a hablar a través de la puerta.
-¿Señora? ¿Señora? ¿Está ahí? -No recibía respuesta-. No somos atacantes, ¿sabe? Somos sólo unos visitantes que habíamos acudido a Shake por las fiestas. Nos hemos visto obligados a entrar en su casa para escondernos de los invasores, no le haremos daño, de verdad. ¿Tiene su casa alguna puerta trasera, o similar, por la que...?
Sólo tuvo como respuesta una serie de gritos y berridos bastante ininteligibles. Y no podían perder más tiempo. Los soldados los habrían visto entrar, así que no tardarían en entrar y registrar la casa. Mizik volvió a bajar, y volvió a hablar a Gonzalvus, pues la chica de los cabellos de fuego parecía muy concentrada en alguna cosa.
-Mira, creo que hay que encontrar la manera de salir de la casa por una puerta trasera o algo así. Al fin y al cabo parece que los soldados están entrando por la otra calle.
A no ser que tengáis otras ideas, claro.
Mizik Ponjater- Cantidad de envíos : 31
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
FDI= Raznet tiene el control del cuerpo.
---
DDI=
Humanos. Precisaban ser multitud para poder dominar un pueblo. De haber existido algún otro reoraf en ese lugar, un sobreviviente a la invasión a Werth, los hubiésemos hecho pedazos, sin dudas.
El chico alto confirmó que era un inventor, aunque el ladrón parecía estar convencido de que era un contrabandista.
-Se puede ser ambas cosas tranquilamente, Otto. Además, si traficas tus inventos para hacer el bien, no creo que sea un verdadero delito.
No estaba seguro de la razón, pero me pareció evidente que Otto había llevado sus inventos a esa feria para venderlos. Si había logrado pasar la bolsa a través de los quisquillosos guardias de la entrada, debía tener un poder de persuasión demasiado grande. Pensé que muy probablemente se mostraba inseguro para luego sorprenderme y quizás hasta intentaría robarme el barco. O tal vez, sólo había tenido suerte hasta ahora, y era un inventor de bien que tuvo la desgracia de cruzarse con un ladrón que ocasionó un gran tumulto y lo convirtió en el blanco de la enfurecida turba.
Sea como fuere, Otto se acercó a mí en cuanto disparé la segunda flecha. Lanzó una esfera y después me arrastró del brazo, para luego regañarme.
-¡Claro que sabía que eran soldados! ¿Pero acaso crees que eso me importa?
Cuando Otto me sacudió los hombros, casi estuve a punto de darle un puñetazo y dejarlo tan aturdido como si una de sus esferas le hubiese estallado a dos centímetros de los ojos, pero me contuve por dos razones. La primera, era que Otto no tenía idea de lo que Talinthraxus y yo pasamos. La segunda, era que Manos Mágicas nos arrastró porque, al parecer, los soldados se acercaban.
Cuando el ladrón mencionó que haría de cebo para atraerlos hacia Otto y hacia mí, sentí que disfrutaría de una deliciosa venganza contra esa especie invasora.
-Grita algo si piensas que no llegarás, Manos Mágicas. Iremos a ayudarte. De ser posible, que lleguen sanos, quiero enseñarles a no pisar una isla si sus intenciones son hostiles.
Una vez a solas con Otto, decidí que él debía saber algo acerca de mi pasado.
-Mi hogar fue invadido hace mucho. He logrado escapar y llegar a estas islas. Lo he perdido todo. Vi morir a mis padres, y nunca más he vuelto a ver a mi amada. No dejaré que esta gente lo pierda todo sin brindarles toda la ayuda que pueda. No me importa si vienen soldados, ladronzuelos, demonios, dioses. Yo defenderé este lugar en memoria de mi hogar.
Saqué mi espada y me corté la mano izquierda con ella. La sangre se expandió a través de toda la hoja. Sujeté el mango de dicho arma con mi boca, saqué todas las flechas que tenía y las clavé en mis piernas para bañarlas de sangre, tras lo cual volví a guardarlas. Arranqué varios jirones de tela de mi ropa para vendar las heridas y así no perder demasiada sangre. Sujeté mi arco con mi mano izquierda, mi espada con la mano derecha, y esperé a que Zeiss trajera a los invasores ante nosotros.
-Athanexis, bella diosa. Te pido que permitas a Talinthraxus conservar el bello regalo que le diste. -Con esa súplica a la diosa, me encaminé para enfrentar el combate más sangriento de mi vida.
---
DDI=
Humanos. Precisaban ser multitud para poder dominar un pueblo. De haber existido algún otro reoraf en ese lugar, un sobreviviente a la invasión a Werth, los hubiésemos hecho pedazos, sin dudas.
El chico alto confirmó que era un inventor, aunque el ladrón parecía estar convencido de que era un contrabandista.
-Se puede ser ambas cosas tranquilamente, Otto. Además, si traficas tus inventos para hacer el bien, no creo que sea un verdadero delito.
No estaba seguro de la razón, pero me pareció evidente que Otto había llevado sus inventos a esa feria para venderlos. Si había logrado pasar la bolsa a través de los quisquillosos guardias de la entrada, debía tener un poder de persuasión demasiado grande. Pensé que muy probablemente se mostraba inseguro para luego sorprenderme y quizás hasta intentaría robarme el barco. O tal vez, sólo había tenido suerte hasta ahora, y era un inventor de bien que tuvo la desgracia de cruzarse con un ladrón que ocasionó un gran tumulto y lo convirtió en el blanco de la enfurecida turba.
Sea como fuere, Otto se acercó a mí en cuanto disparé la segunda flecha. Lanzó una esfera y después me arrastró del brazo, para luego regañarme.
-¡Claro que sabía que eran soldados! ¿Pero acaso crees que eso me importa?
Cuando Otto me sacudió los hombros, casi estuve a punto de darle un puñetazo y dejarlo tan aturdido como si una de sus esferas le hubiese estallado a dos centímetros de los ojos, pero me contuve por dos razones. La primera, era que Otto no tenía idea de lo que Talinthraxus y yo pasamos. La segunda, era que Manos Mágicas nos arrastró porque, al parecer, los soldados se acercaban.
Cuando el ladrón mencionó que haría de cebo para atraerlos hacia Otto y hacia mí, sentí que disfrutaría de una deliciosa venganza contra esa especie invasora.
-Grita algo si piensas que no llegarás, Manos Mágicas. Iremos a ayudarte. De ser posible, que lleguen sanos, quiero enseñarles a no pisar una isla si sus intenciones son hostiles.
Una vez a solas con Otto, decidí que él debía saber algo acerca de mi pasado.
-Mi hogar fue invadido hace mucho. He logrado escapar y llegar a estas islas. Lo he perdido todo. Vi morir a mis padres, y nunca más he vuelto a ver a mi amada. No dejaré que esta gente lo pierda todo sin brindarles toda la ayuda que pueda. No me importa si vienen soldados, ladronzuelos, demonios, dioses. Yo defenderé este lugar en memoria de mi hogar.
Saqué mi espada y me corté la mano izquierda con ella. La sangre se expandió a través de toda la hoja. Sujeté el mango de dicho arma con mi boca, saqué todas las flechas que tenía y las clavé en mis piernas para bañarlas de sangre, tras lo cual volví a guardarlas. Arranqué varios jirones de tela de mi ropa para vendar las heridas y así no perder demasiada sangre. Sujeté mi arco con mi mano izquierda, mi espada con la mano derecha, y esperé a que Zeiss trajera a los invasores ante nosotros.
-Athanexis, bella diosa. Te pido que permitas a Talinthraxus conservar el bello regalo que le diste. -Con esa súplica a la diosa, me encaminé para enfrentar el combate más sangriento de mi vida.
Talinthraxus- Cantidad de envíos : 44
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
FDI: Con permiso, dado que ando apurado con el tiempo y que la acción de Gonzalvus estoy seguro que 99,99% no va a influir en la mía, por esta ronda me adelanto a Gonzalvus.
DDI:
Para Otto, todo seguía siendo aberrante. Había venido para seguir haciéndose un nombre y, en el proceso, ganar algo de dinero y de repente, se encontraba asociado con un ladrón y un luchador entusiasta para enfrentarse a un ejército del duque de Ashper.
Se preguntó si había hecho algo para merecer todo aquello.
- Sire. - contestó visiblemente alterado Otto al Hombre-Tormenta.... o Hombre-Puercoespín.... o ¿tal vez se tratara de uno de esos "magos de sangre" de los que alguna vez había hablado Wolfgang? Eso podría explicar el poder de las flechas que había lanzado antes y el poder que se presentía en las armas de Talinthraxus en aquel momento.... En cualquier caso, continuó su contestación después de tomar posiciones en el callejón para intentar evitar que el temerario acto de Zeiss se convirtiera en algo directamente suicida.- Lamento oír esas nuevas sobre su hogar y su familia. Pero, ¿morir en una calle atestada de enemigos en una posición que no se puede defender serviría de algo a alguno de ellos?
- Esto no es un saqueo, esto es una invasión en toda regla. Aunque cada una de sus flechas matara a un centenar de soldados, quedarían suficientes para ocupar todo el pueblo, desollarnos vivos y estar lo suficientemente enfadados por que unos civiles causaran tantas bajas para cobrar venganza con el resto del pueblo. - Claro que el miedo exageraba la percepción de Otto, pero seguía estando, al menos en apariencia, en lo cierto.
- Mi familia es de Moramaile, y hasta dónde sé, están todos vivos y bien. Pero estoy en un Ducado diferente a donde he nacido, en uno famoso por tener una red de informadores que cubre el antiguo reino por completo; si me capturan, podría caer la sospecha de que sea uno de ellos y eso podría llegar a poner en peligro a mi familia, o al menos bajo sospecha de ser de lealtad dudosa. Y mi familia lleva generaciones siendo simples granjeros. - La posibilidad de que algo así sucediera eran remotas, no obstante... ¿Cómo aceptar el riesgo conociendo el precio?
La mirada de Otto se clavó en Talinthraxus. - No a todos nos queda nada que perder. Ahora es el momento de buscar un escondite y ponernos a salvo, ya habrá otro día cuando luchar sea de verdad necesario y no un malgasto de fuerza.
A continuación, su mirada regresó al ladrón, en espera de que pasara por su lado. Su mente regresando a las preocupaciones prácticas inmediatas. Sólo le quedaba una AturdeBrutos y dos CazaRatas; prefería dosificarlas a seguirlas usando irreflexivamente. No tenía materiales para reponerlas y no sabía cuánto tardaría en poder regresar a su taller o tener acceso a materiales para hacer nuevas.
No. Era el momento de recurrir a su propia magia, a su estilo. Comenzó a murmurar palabras arcanas por lo bajo, sus ojos brillaron levemente con un leve brillo azulado y sus manos empezaron a arrojar chispas según el hechizo de toque eléctrico iba cobrando intensidad. Además, por un truco calculado de su traje, el hechizo se fue propagando por los conductos y las válvulas de su abrigo, rodeándole de energía que chisporroteaba a su alrededor, de un modo intimidante, energía que tenía práctica en canalizar en varias réplicas del hechizo original sin tener que repetir el conjuro.
Ventajas de conocer las propiedades de la electricidad y cómo crear un condensador.
DDI:
Para Otto, todo seguía siendo aberrante. Había venido para seguir haciéndose un nombre y, en el proceso, ganar algo de dinero y de repente, se encontraba asociado con un ladrón y un luchador entusiasta para enfrentarse a un ejército del duque de Ashper.
Se preguntó si había hecho algo para merecer todo aquello.
- Sire. - contestó visiblemente alterado Otto al Hombre-Tormenta.... o Hombre-Puercoespín.... o ¿tal vez se tratara de uno de esos "magos de sangre" de los que alguna vez había hablado Wolfgang? Eso podría explicar el poder de las flechas que había lanzado antes y el poder que se presentía en las armas de Talinthraxus en aquel momento.... En cualquier caso, continuó su contestación después de tomar posiciones en el callejón para intentar evitar que el temerario acto de Zeiss se convirtiera en algo directamente suicida.- Lamento oír esas nuevas sobre su hogar y su familia. Pero, ¿morir en una calle atestada de enemigos en una posición que no se puede defender serviría de algo a alguno de ellos?
- Esto no es un saqueo, esto es una invasión en toda regla. Aunque cada una de sus flechas matara a un centenar de soldados, quedarían suficientes para ocupar todo el pueblo, desollarnos vivos y estar lo suficientemente enfadados por que unos civiles causaran tantas bajas para cobrar venganza con el resto del pueblo. - Claro que el miedo exageraba la percepción de Otto, pero seguía estando, al menos en apariencia, en lo cierto.
- Mi familia es de Moramaile, y hasta dónde sé, están todos vivos y bien. Pero estoy en un Ducado diferente a donde he nacido, en uno famoso por tener una red de informadores que cubre el antiguo reino por completo; si me capturan, podría caer la sospecha de que sea uno de ellos y eso podría llegar a poner en peligro a mi familia, o al menos bajo sospecha de ser de lealtad dudosa. Y mi familia lleva generaciones siendo simples granjeros. - La posibilidad de que algo así sucediera eran remotas, no obstante... ¿Cómo aceptar el riesgo conociendo el precio?
La mirada de Otto se clavó en Talinthraxus. - No a todos nos queda nada que perder. Ahora es el momento de buscar un escondite y ponernos a salvo, ya habrá otro día cuando luchar sea de verdad necesario y no un malgasto de fuerza.
A continuación, su mirada regresó al ladrón, en espera de que pasara por su lado. Su mente regresando a las preocupaciones prácticas inmediatas. Sólo le quedaba una AturdeBrutos y dos CazaRatas; prefería dosificarlas a seguirlas usando irreflexivamente. No tenía materiales para reponerlas y no sabía cuánto tardaría en poder regresar a su taller o tener acceso a materiales para hacer nuevas.
No. Era el momento de recurrir a su propia magia, a su estilo. Comenzó a murmurar palabras arcanas por lo bajo, sus ojos brillaron levemente con un leve brillo azulado y sus manos empezaron a arrojar chispas según el hechizo de toque eléctrico iba cobrando intensidad. Además, por un truco calculado de su traje, el hechizo se fue propagando por los conductos y las válvulas de su abrigo, rodeándole de energía que chisporroteaba a su alrededor, de un modo intimidante, energía que tenía práctica en canalizar en varias réplicas del hechizo original sin tener que repetir el conjuro.
Ventajas de conocer las propiedades de la electricidad y cómo crear un condensador.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
- Mira, creo que hay que encontrar la manera de salir de la casa por una puerta trasera o algo así. Al fin y al cabo parece que los soldados están entrando por la otra calle.
A no ser que tengáis otras ideas, claro. - Le respondió Mizik a Gonzalvus, el cuál, con la tranquilidad que lo caracterizaba, se puso a pensar un plan para salir de allí antes que los soldados lleguen.
Mientras pensaba, vió a Elaine, completamente ajena a la situación, o por lo menos eso parecía, jugando con el gato de la malabarista. El encapuchado pensó en dos salidas de escape:
Dado que las casas estaban pegadas entre si, salir por los tejados, lo malo de ese plan era que, si los descubrían arriba, serían un blanco facil para los arqueros.
La otra sería, como dijo Mizik, salir por la puerta trasera de la casa hacia la otra calle, lo cual sería algo peligroso porque no sabían la situación actual de allí.
- Mizik, tenemos dos caminos, o por la asotea, o por la puerta trasera. - Le contestó Gonzalvus, en el momento en el que escuchó ruidos muy cerca y por reflejo desenfundó sus dos hojas curvas.
Se acercó a la ventana y vió como los soldados se detenían en la puerta de la casa, ya era demasiado tarde. Pero algo extraño sucedió, los soldados, se miraron entre si como confusos y luego siguieron desalojando las otras casas.
El asesino se quedo atonito, no tenía ni idea que estaba sucediendo. Miró a Mizik practicamente con un signo de interrogación en el rostro y luego a la pelirroja.
FDI: Disculpen que la respuesta no sea tan elaborada, pero es que tengo que salir rapido.
A no ser que tengáis otras ideas, claro. - Le respondió Mizik a Gonzalvus, el cuál, con la tranquilidad que lo caracterizaba, se puso a pensar un plan para salir de allí antes que los soldados lleguen.
Mientras pensaba, vió a Elaine, completamente ajena a la situación, o por lo menos eso parecía, jugando con el gato de la malabarista. El encapuchado pensó en dos salidas de escape:
Dado que las casas estaban pegadas entre si, salir por los tejados, lo malo de ese plan era que, si los descubrían arriba, serían un blanco facil para los arqueros.
La otra sería, como dijo Mizik, salir por la puerta trasera de la casa hacia la otra calle, lo cual sería algo peligroso porque no sabían la situación actual de allí.
- Mizik, tenemos dos caminos, o por la asotea, o por la puerta trasera. - Le contestó Gonzalvus, en el momento en el que escuchó ruidos muy cerca y por reflejo desenfundó sus dos hojas curvas.
Se acercó a la ventana y vió como los soldados se detenían en la puerta de la casa, ya era demasiado tarde. Pero algo extraño sucedió, los soldados, se miraron entre si como confusos y luego siguieron desalojando las otras casas.
El asesino se quedo atonito, no tenía ni idea que estaba sucediendo. Miró a Mizik practicamente con un signo de interrogación en el rostro y luego a la pelirroja.
FDI: Disculpen que la respuesta no sea tan elaborada, pero es que tengo que salir rapido.
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
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