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TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
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Mizik Ponjater
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Gonzalvus
Zeiss Ethesian
Songèrie
Chelsie
11 participantes
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Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
La sorpresa del ataque y la superioridad numérica de los atacantes pudieron más que el valor y la determinación de los defensores de Shake. Inexorablemente, los soldados asignados a la defensa del balneario resultaron muertos, heridos o prisioneros y las autoridades que se encontraban presenciando las fiestas, incluido el propio Matokaw, fueron conducidas al cautiverio. Dejando un contingente para custodiar la plaza tomada y reducir los escasos focos de resistencia que algunos civiles aún presentaban, el grueso de las fuerzas de la Dama se pusieron en marcha hacia su principal objetivo: el puerto de Shama.
Tres naves habían sido destinadas a la protección de la bahía y el puerto, pero finalmente se decidió que una de ellas debía llevar al Duque de Cessele las noticias de la invasión. Navegaba ya, a velas desplegadas, hacia Móselec cuando los navíos bajo la enseña de Ashper llegaron al puerto. Dispuestos en semicírculo, bloquearon la entrada de la bahía y encerraron en ella a las dos embarcaciones que habían quedado para la defensa y quedaron a la espera de las tropas que avanzaban por tierra.
El comandante del puerto había tardado en organizar sus tropas mucho más de lo que hubiera deseado y esperado. Nadie se había imaginado nunca, pese a las tensiones existentes, que Shamataw pudiera ser atacado y los soldados que ahí se encontraban destacados estaban lejos de ser los mejor entrenados o los más fogueados; esos se encontraban en Móselec, protegiendo la capital de Ducado. Excepto algunos oficiales, las tropas de Shamataw estaban conformadas por soldados bisoños, reclutados en las levas que tan comunes se habían hecho por aquellos días. Había sido una tarea ardua, pero al fin, una fuerza de rescate, medianamente equipada y preparada, había partido hacia Shake.
Antes de llegar al balneario, se encontraron con las avanzadas de Ashper y el combate comenzó.
Tres naves habían sido destinadas a la protección de la bahía y el puerto, pero finalmente se decidió que una de ellas debía llevar al Duque de Cessele las noticias de la invasión. Navegaba ya, a velas desplegadas, hacia Móselec cuando los navíos bajo la enseña de Ashper llegaron al puerto. Dispuestos en semicírculo, bloquearon la entrada de la bahía y encerraron en ella a las dos embarcaciones que habían quedado para la defensa y quedaron a la espera de las tropas que avanzaban por tierra.
El comandante del puerto había tardado en organizar sus tropas mucho más de lo que hubiera deseado y esperado. Nadie se había imaginado nunca, pese a las tensiones existentes, que Shamataw pudiera ser atacado y los soldados que ahí se encontraban destacados estaban lejos de ser los mejor entrenados o los más fogueados; esos se encontraban en Móselec, protegiendo la capital de Ducado. Excepto algunos oficiales, las tropas de Shamataw estaban conformadas por soldados bisoños, reclutados en las levas que tan comunes se habían hecho por aquellos días. Había sido una tarea ardua, pero al fin, una fuerza de rescate, medianamente equipada y preparada, había partido hacia Shake.
Antes de llegar al balneario, se encontraron con las avanzadas de Ashper y el combate comenzó.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Mizik vaciló ante mi pregunta, como si pensara qué era lo más correcto hacer y yo me sentí cada vez más avergonzada, tanto que tuve que agachar la cabeza porque no me atrevía ni siquiera a mirar al gato, ¡pensando en comida en un momento así! Me volvió el alma al cuerpo cuando finalmente aceptó mi idea y dijo que él tenía hambre.
- Gracias
“A buen hambre, no hay pan duro” solía decir mi madre cuando no me gustaba una comida y ahora comprobaba que tenía toda la razón. A pesar de la pena, a pesar del miedo, a pesar de la preocupación que sentía por Gonzalvus, ese pan con chorizo me supo delicioso apenas le di el primer mordisco y creo que a todos nos pasaba a lo mismo. Al menos, Chevalier estaba tan entretenido comiendo que ni siquiera se inmutó al ver al perrito que Mizik llevaba en su zurrón. También al cachorrito pareció gustarle el chorizo…
- ¿De donde lo sacaste? – le pregunté curiosa.
Llevar provisiones era una buena idea, no sabíamos cuanto tiempo íbamos a estar en ese bosque; el asunto era donde las llevaríamos. Yo tenía un zurrón y Mizik otro, pero los dos llevábamos cosas en ellos. Yo no tenía espacio para guardar nada más y la idea de dejar mi equipo de malabarismo, aunque fuera en parte, para hacerle espacio a la comida, me provocaba una especie de mareo, aunque eso no me hacía dejar de comer. La tía Mimi decía que cuando estaba nerviosa le daba más hambre y parece que lo mismo me estaba pasando a mí. Entre mordisco y mordisco miraba alrededor en busca de algún costal en que guardar las provisiones, cuando volvió Gonzalvus y nos dijo que el camino estaba despejado y luego se nos quedó mirando con cara de sorpresa.
- Sí – respondí, sintiéndome algo avergonzada de nuevo – Hay bastante para todos, ¿quieres? – añadí con timidez.
- Gracias
“A buen hambre, no hay pan duro” solía decir mi madre cuando no me gustaba una comida y ahora comprobaba que tenía toda la razón. A pesar de la pena, a pesar del miedo, a pesar de la preocupación que sentía por Gonzalvus, ese pan con chorizo me supo delicioso apenas le di el primer mordisco y creo que a todos nos pasaba a lo mismo. Al menos, Chevalier estaba tan entretenido comiendo que ni siquiera se inmutó al ver al perrito que Mizik llevaba en su zurrón. También al cachorrito pareció gustarle el chorizo…
- ¿De donde lo sacaste? – le pregunté curiosa.
Llevar provisiones era una buena idea, no sabíamos cuanto tiempo íbamos a estar en ese bosque; el asunto era donde las llevaríamos. Yo tenía un zurrón y Mizik otro, pero los dos llevábamos cosas en ellos. Yo no tenía espacio para guardar nada más y la idea de dejar mi equipo de malabarismo, aunque fuera en parte, para hacerle espacio a la comida, me provocaba una especie de mareo, aunque eso no me hacía dejar de comer. La tía Mimi decía que cuando estaba nerviosa le daba más hambre y parece que lo mismo me estaba pasando a mí. Entre mordisco y mordisco miraba alrededor en busca de algún costal en que guardar las provisiones, cuando volvió Gonzalvus y nos dijo que el camino estaba despejado y luego se nos quedó mirando con cara de sorpresa.
- Sí – respondí, sintiéndome algo avergonzada de nuevo – Hay bastante para todos, ¿quieres? – añadí con timidez.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Mizik sonrió, intentando disimular el cansancio y la tensión que sentía ante la tardanza de Gonzalvus en volver.
-Estaba... Estaba en... -"en la planta de arriba", pensó, pero también sería dar muchas explicaciones, y no quería hacer pensar a la muchacha (que al fin de cuentas era una niña) otra vez en lo de antes-. Me lo encontré en la calle -mintió, confiando en que no percatara mucho en el embuste-. Estaba abandonado, el pobre... -siguió, mientras acariciaba al animal con el dedo índice-. Espero que tu gato no tenga muchos problemas con él -concluyó con una sonrisa.
Al cabo de unos breves instantes llegó Gonzalvus, entrando por la ventana de la despensa, fatigado. La niña que parecía estar a su cargo corrió a abrazarlo, y el pecoso los miró sorprendido.
-Sí -contestó a la vez que Songèrie, aunque calló mientras ella seguía-. Sí, creímos que nos hacía falta... templarnos.
Meditando si las palabras del asesino eran ciertas o no (muy fatigado se le veía como para que realmente no hubiera sucedido nada, pensó), se volvió hacia el asesino, miró al asesino, interrogándolo en silencio, mientras señalaba lo que quedaba de pan y embutido.
-Podéis serviros de lo que gustéis, Gonzalvus.
Luego estaba el problema de las provisiones. Desde luego, entre todos no podrían llevar mucha comida, pero la poca que pudieran sería de ayuda.
-¿Podéis llevar algo? -preguntó a la pelirroja, mientras metía un trozo de queso en su zurrón, y otro pedazo de pan.
-Estaba... Estaba en... -"en la planta de arriba", pensó, pero también sería dar muchas explicaciones, y no quería hacer pensar a la muchacha (que al fin de cuentas era una niña) otra vez en lo de antes-. Me lo encontré en la calle -mintió, confiando en que no percatara mucho en el embuste-. Estaba abandonado, el pobre... -siguió, mientras acariciaba al animal con el dedo índice-. Espero que tu gato no tenga muchos problemas con él -concluyó con una sonrisa.
Al cabo de unos breves instantes llegó Gonzalvus, entrando por la ventana de la despensa, fatigado. La niña que parecía estar a su cargo corrió a abrazarlo, y el pecoso los miró sorprendido.
-Sí -contestó a la vez que Songèrie, aunque calló mientras ella seguía-. Sí, creímos que nos hacía falta... templarnos.
Meditando si las palabras del asesino eran ciertas o no (muy fatigado se le veía como para que realmente no hubiera sucedido nada, pensó), se volvió hacia el asesino, miró al asesino, interrogándolo en silencio, mientras señalaba lo que quedaba de pan y embutido.
-Podéis serviros de lo que gustéis, Gonzalvus.
Luego estaba el problema de las provisiones. Desde luego, entre todos no podrían llevar mucha comida, pero la poca que pudieran sería de ayuda.
-¿Podéis llevar algo? -preguntó a la pelirroja, mientras metía un trozo de queso en su zurrón, y otro pedazo de pan.
Mizik Ponjater- Cantidad de envíos : 31
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
-¿Un prisionero? -respondió ese hombre a las palabras de Manos Mágicas, quien mostraba ser un actor excelente. El sujeto nos observó durante algunos segundos y luego miró detenidamente a Otto, quien parecía estar aterrorizado. -Toda persona importante puede resultar muy útil, así que creo que ha obrado bien, soldado. Puede que la turba los haya confundido, pero la bahía queda hacia aquel lado -comentó señalando hacia el lugar del que proveníamos-. En marcha, esto puede significarles una mención de honor o quizás algo mejor.
El hombre nos guió a través de las calles. Debíamos seguirlo, él nos guiaría a los barcos. O quizás por alguna razón, al observarnos, se percató de nuestras falsas identidades, y nos conducía a una trampa. Ambas eran opciones posibles, pero si queríamos llegar a los barcos debíamos seguirlo... ¿O no? "Es una trampa, Talin... Créeme, vayan por otro camino, o asesínenlo..." No precisé de mucho titubeo para decidir lo que había que hacer. Observé a mis compañeros de ocasión y susurré.
-Es una trampa. Ya sabe que no somos soldados de Ashper. Pero es probable que los barcos realmente se encuentren en la bahía. Si estuviese solo, iría hacia allí e intentaría robar un barco, pero no soy el único en peligro aquí. También podemos asesinarlo y desaparecer de aquí...
El hombre nos guió a través de las calles. Debíamos seguirlo, él nos guiaría a los barcos. O quizás por alguna razón, al observarnos, se percató de nuestras falsas identidades, y nos conducía a una trampa. Ambas eran opciones posibles, pero si queríamos llegar a los barcos debíamos seguirlo... ¿O no? "Es una trampa, Talin... Créeme, vayan por otro camino, o asesínenlo..." No precisé de mucho titubeo para decidir lo que había que hacer. Observé a mis compañeros de ocasión y susurré.
-Es una trampa. Ya sabe que no somos soldados de Ashper. Pero es probable que los barcos realmente se encuentren en la bahía. Si estuviese solo, iría hacia allí e intentaría robar un barco, pero no soy el único en peligro aquí. También podemos asesinarlo y desaparecer de aquí...
Talinthraxus- Cantidad de envíos : 44
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
- Temo que ya no hay vaqt para eso. - Respondió Gonzalvus. - Debemos irnos sari', la ciudad esta siendo ocupada rápidamente.
El asesino comenzó a salir por la ventana nuevamente y luego ayudó a Elaine. Luego de esperar a los demas los guió por los callejones, pasando luego por al lado de los soldados caídos y saliendo del callejón.
- Xub, creo que el bosque es por allí. - Dijo el joven mientras señalaba a una dirección, de la cual súbitamente aparecieron cinco soldados mas. - Olvidenlo... -
Gonzalvus subió a la niña a su espalda y haciéndole una seña a sus acompañantes para que lo imiten comenzó a correr hacia la dirección contraria.
FDI: Uf... que respuesta tan... incompleta. Pero no se que mas agregar... así que les toca a ustedes
El asesino comenzó a salir por la ventana nuevamente y luego ayudó a Elaine. Luego de esperar a los demas los guió por los callejones, pasando luego por al lado de los soldados caídos y saliendo del callejón.
- Xub, creo que el bosque es por allí. - Dijo el joven mientras señalaba a una dirección, de la cual súbitamente aparecieron cinco soldados mas. - Olvidenlo... -
Gonzalvus subió a la niña a su espalda y haciéndole una seña a sus acompañantes para que lo imiten comenzó a correr hacia la dirección contraria.
FDI: Uf... que respuesta tan... incompleta. Pero no se que mas agregar... así que les toca a ustedes
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
FDI: Tanto retraso para una respuesta como ésta... De verdad que lo siento muchísimo. Los latigazos por favor, en la espalda y con misericordia ... Pero lo cierto es que Otto lleva una mordaza y se está haciendo pasar por un prisionero, no tiene mucho que aportar a la situación, así que simplemente sigue acompañando a Zeiss y a Talin y paso turno
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
No tenía ni idea de dónde se estaba metiendo ni qué debería hacer a continuación. Dejarse llevar era una cosa que estaba muy bienl... pero debía admitir que comenzaba a temer por su vida, y la opción de saludar con un sombrero ficticio y salir huyendo sólo se veía frenada por tres cosas: la seguridad de que con la armadura que llevaba le atraparían en poco tiempo, el sacrificio de su larga cabellera, que no podía ser en vano, y la presencia de sus dos compañeros de desventura.
Era una suerte que aquel hombre fuera delante de ellos, y no al contrario. Zeiss tenía dificultades para caminar con la seguridad que correspondería a un soldado; que aquel hombre sospechara algo no sería demasiado extraño... pero tampoco podía lanzarse contra él y pretender asesinarlo. Llevaba las de perder en todos los sentidos.
Le dirigió a Tormenta una mirada preocupada, pero no despegó los labios y retomó el semblante de seriedad y leve malhumor. Francamente, aquello le ocurría pocas veces, pero debía admitir que no tenía ni idea de qué hacer. Pensándolo bien su mejor opción era matar a aquel hombre e ir ellos solos a los barcos, sólo por si acaso, o reconsiderar la estrategia a seguir... pero aquello dependía de Tormenta, él en aquel momento sólo podía seguir fingiendo.
Prefería apostar por que no les estaban llevando a una trampa.
- Señor - se permitió adelantarse un poco para colocarse al lado del militar -, con el debido respeto, permítame que le desaconseje este camino. Somos sólo tres hombres, mi compañero está herido y llevamos un rehén importante, y hemos podido comprobar antes que esta zona es más peligrosa de lo que parece.
No podía evitarlo. Le gustaba demasiado hablar, incluso cuando se hacía pasar por otra persona.
Era una suerte que aquel hombre fuera delante de ellos, y no al contrario. Zeiss tenía dificultades para caminar con la seguridad que correspondería a un soldado; que aquel hombre sospechara algo no sería demasiado extraño... pero tampoco podía lanzarse contra él y pretender asesinarlo. Llevaba las de perder en todos los sentidos.
Le dirigió a Tormenta una mirada preocupada, pero no despegó los labios y retomó el semblante de seriedad y leve malhumor. Francamente, aquello le ocurría pocas veces, pero debía admitir que no tenía ni idea de qué hacer. Pensándolo bien su mejor opción era matar a aquel hombre e ir ellos solos a los barcos, sólo por si acaso, o reconsiderar la estrategia a seguir... pero aquello dependía de Tormenta, él en aquel momento sólo podía seguir fingiendo.
Prefería apostar por que no les estaban llevando a una trampa.
- Señor - se permitió adelantarse un poco para colocarse al lado del militar -, con el debido respeto, permítame que le desaconseje este camino. Somos sólo tres hombres, mi compañero está herido y llevamos un rehén importante, y hemos podido comprobar antes que esta zona es más peligrosa de lo que parece.
No podía evitarlo. Le gustaba demasiado hablar, incluso cuando se hacía pasar por otra persona.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Me pareció raro no haberme dado cuenta antes de que Mizik llevaba un cachorrito consigo, pero no tenía razón alguna para poner en duda lo que me decía. Con todo lo que había pasado, era casi natural que no lo hubiera notado y con mayor razón si el cachorrito estaba durmiendo, seguramente eso había pasado.
- Parece que a Chevalier no le molesta, quizás se vuelvan amigos ¿Cómo lo llamarás? – respondí, sonriéndole a mi vez.
Me dio pena que Gonzalvus se negara a comer diciendo que ya no quedaba tiempo, me hizo sentir más avergonzada aún por haber comido yo y por eso decidí sacrificar parte de mi equipo para llevar comida, si teníamos que irnos rápido no podía seguir perdiendo tiempo en buscar donde llevar provisiones.
- Sí puedo – le contesté a Mizik y empecé a sacar los balones y a meter trozos de pan, queso y embutido en su lugar. Me dolió como si recibiera una cachetada cada bote que daban los balones en el piso al dejarlos caer y se me saltaron algunas lágrimas, pero traté de darme ánimo pensando en que podría comprar otros con una de las monedas de plata que un Alma Generosa me había dado.
Guardé todo tan rápido como pude, agarré a Chevalier y salí por la ventana siguiendo a Gonzalvus y Elaine; caminé tras ellos aprisa con el corazón latiéndome igual de rápido, de los puros nervios que tenía. Traté de no mirar a los soldados que estaban ahí tirados, concentrándome en la idea de que pronto estaríamos en el bosque y podríamos escondernos y buscar una manera de escapar de ahí y casi, casi había conseguido animarme cuando de repente aparecieron cinco soldados justo del lugar adonde debíamos ir. Sentí como que el corazón se me caía al suelo de la impresión y del susto y me quedé parada sin saber qué hacer, pero entonces Gonzalvus nos hizo una seña y se echó a correr y yo, patitas pa que las quiero también.
Corrimos y corrimos y los soldados corrían tras nosotros, pero como llevaban armaduras y escudos y armas eran más lentos y parecía que podíamos sacarles ventaja y escapar y la idea me hacía correr más rápido, se iban quedando atrás, lo íbamos a lograr…
¡Malhaya mi suerte! ¡Malhaya nuestra suerte! Al doblar una esquina dimos a boca de jarro con un grupo de tres soldados que llevaban a un prisionero. Asustada, traté de girar y devolverme, pero con el impulso que llevaba perdí el equilibrio y me caí con gato y todo.
- Parece que a Chevalier no le molesta, quizás se vuelvan amigos ¿Cómo lo llamarás? – respondí, sonriéndole a mi vez.
Me dio pena que Gonzalvus se negara a comer diciendo que ya no quedaba tiempo, me hizo sentir más avergonzada aún por haber comido yo y por eso decidí sacrificar parte de mi equipo para llevar comida, si teníamos que irnos rápido no podía seguir perdiendo tiempo en buscar donde llevar provisiones.
- Sí puedo – le contesté a Mizik y empecé a sacar los balones y a meter trozos de pan, queso y embutido en su lugar. Me dolió como si recibiera una cachetada cada bote que daban los balones en el piso al dejarlos caer y se me saltaron algunas lágrimas, pero traté de darme ánimo pensando en que podría comprar otros con una de las monedas de plata que un Alma Generosa me había dado.
Guardé todo tan rápido como pude, agarré a Chevalier y salí por la ventana siguiendo a Gonzalvus y Elaine; caminé tras ellos aprisa con el corazón latiéndome igual de rápido, de los puros nervios que tenía. Traté de no mirar a los soldados que estaban ahí tirados, concentrándome en la idea de que pronto estaríamos en el bosque y podríamos escondernos y buscar una manera de escapar de ahí y casi, casi había conseguido animarme cuando de repente aparecieron cinco soldados justo del lugar adonde debíamos ir. Sentí como que el corazón se me caía al suelo de la impresión y del susto y me quedé parada sin saber qué hacer, pero entonces Gonzalvus nos hizo una seña y se echó a correr y yo, patitas pa que las quiero también.
Corrimos y corrimos y los soldados corrían tras nosotros, pero como llevaban armaduras y escudos y armas eran más lentos y parecía que podíamos sacarles ventaja y escapar y la idea me hacía correr más rápido, se iban quedando atrás, lo íbamos a lograr…
¡Malhaya mi suerte! ¡Malhaya nuestra suerte! Al doblar una esquina dimos a boca de jarro con un grupo de tres soldados que llevaban a un prisionero. Asustada, traté de girar y devolverme, pero con el impulso que llevaba perdí el equilibrio y me caí con gato y todo.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
-Pues... supongo que el nombre que le pondré será... -comenzó dubitativo. No había pensado todavía, algo ciertamente comprensible dada la situación. Un nombre, un nombre... Lo llamaría igual que al perro que tenían en la granja de Moramailë-. Se llama Durpas* -mencionó, acariciando suavemente la cabecita del cachorro con una melancólica sonrisa-. Igual que se llamaba el perro que cuidaba nuestra casa, en mi pueblo...
Gonzalvus se negó a comer; no dijo nada. Él sabría lo que se hacía, pensó, sobretodo porque era él quién había ido a inspeccionar. Lo que sí le dolió como una puñalada fue el sacrificio de la muchacha, y ver sus ojos llorar. Se quedó como hipnotizado viendo como las pelotas rebotaban en el suelo y caían, hasta que alzó la mirada y pudo ver como las lágrimas resbalaban por las mejillas de Songèrie. No, no podía ser...
Finalmente la muchacha salió por la ventana, siguiendo a Gonzalvus y la niña; Al diablo, pensó él, y tras vaciar su zurrón cargó de nuevo las pelotas, dejando para ello su vieja lira allí, y guardando de nuevo algunos víveres, muchos menos de los que contenía antes el zurrón, para poder hacer espacio a las bolas.
Tras esto, guardó de nuevo el cachorro con delicadeza y salió por la ventana, alcanzando pronto al grupo. Atravesaron los enrevesados callejones, pasando por encima de los cuerpos inertes de varios soldados, lo que lo volvió a hacer pensar en la terrible escena de la casa y sentir un escalofrío recorrer su cuerpo.
Sin embargo, no hubo demasiado tiempo para que su cabeza volviera a la estancia de arriba de la casa, y a su infortunada dueña; un grupo de soldados apareció, y cuando empezaron a correr hacia el grupo, se quedó con los pies clavados en el suelo. Entonces Gonzalvus y la muchacha empezaron a correr y Mizik los siguió, tratando de no pensar en qué les podría pasar si los atrapaban, hasta que... quedaron acorralados. Fue girar una esquina, y y toparse de frente con otro grupo de soldados, que traían consigo un prisionero. Songèrie se cayó, y un impulso lo llevó a agacharse a su lado, protectoramente.
-¡No le hagáis nada! -gritó a los soldados más próximos, los que custodiaban al prisionero-. A ella no.
*off: Una basta combinación de "perro" en islandés y croata :S
Gonzalvus se negó a comer; no dijo nada. Él sabría lo que se hacía, pensó, sobretodo porque era él quién había ido a inspeccionar. Lo que sí le dolió como una puñalada fue el sacrificio de la muchacha, y ver sus ojos llorar. Se quedó como hipnotizado viendo como las pelotas rebotaban en el suelo y caían, hasta que alzó la mirada y pudo ver como las lágrimas resbalaban por las mejillas de Songèrie. No, no podía ser...
Finalmente la muchacha salió por la ventana, siguiendo a Gonzalvus y la niña; Al diablo, pensó él, y tras vaciar su zurrón cargó de nuevo las pelotas, dejando para ello su vieja lira allí, y guardando de nuevo algunos víveres, muchos menos de los que contenía antes el zurrón, para poder hacer espacio a las bolas.
Tras esto, guardó de nuevo el cachorro con delicadeza y salió por la ventana, alcanzando pronto al grupo. Atravesaron los enrevesados callejones, pasando por encima de los cuerpos inertes de varios soldados, lo que lo volvió a hacer pensar en la terrible escena de la casa y sentir un escalofrío recorrer su cuerpo.
Sin embargo, no hubo demasiado tiempo para que su cabeza volviera a la estancia de arriba de la casa, y a su infortunada dueña; un grupo de soldados apareció, y cuando empezaron a correr hacia el grupo, se quedó con los pies clavados en el suelo. Entonces Gonzalvus y la muchacha empezaron a correr y Mizik los siguió, tratando de no pensar en qué les podría pasar si los atrapaban, hasta que... quedaron acorralados. Fue girar una esquina, y y toparse de frente con otro grupo de soldados, que traían consigo un prisionero. Songèrie se cayó, y un impulso lo llevó a agacharse a su lado, protectoramente.
-¡No le hagáis nada! -gritó a los soldados más próximos, los que custodiaban al prisionero-. A ella no.
*off: Una basta combinación de "perro" en islandés y croata :S
Mizik Ponjater- Cantidad de envíos : 31
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
-Tonterías, soldado. Debería saber perfectamente que no iban a dejarme atravesar la ciudad estando solo. El resto del escuadrón está esperándome, así que... -el soldado que, por esos caprichos del destino, encontramos, se interrumpió o, mejor dicho, fue interrumpido. La interrupción fue provocada por un grito, uno que sonó a orden. Hice lo mismo que el capitán, y pude ver un pequeño grupo de niños, o al menos eso parecía a la distancia. Para la vida humana, esas personas eran casi adultas, pero no lo eran. Una niña muy pequeña... Un segundo, conocía esa niña, y también a uno de los muchachos que integraban el grupo. La niña que intentaron secuestrar, el joven que parecía ser el encargado de protegerla, y... ¿acaso la otra era la malabarista? Fue realmente extraño, sabía perfectamente lo que sucedería... creía conocer a los humanos cuando invadían un lugar de esta manera... La manera en que ese muchacho nos habló... Como alguien temeroso que por unos segundos olvida todo ese miedo que siente, para proteger a otra persona...
No precisé de mucho más para decidir lo que tenía que hacer. Corrí hacia el soldado y desenvainé mi espada para enfrentarlo, liquidarlo allí mismo. Se cubrió de mi ataque y desvió mi espada, tras lo cual los papeles cambiaron y resultó ser él el atacante. Con una velocidad que demostraba mi origen, me cubrí y lo empujé hacia atrás. Apenas lo hice tomé mi espada con ambas manos y dirigí un corte hacia arriba. Se cubrió para detener mi arma, pues la distancia entre ambos no era mucha, y la altura de la que nacía el ataque hacía muy difícil para un humano reaccionar a tiempo. De nada valió su defensa, sabía lo que sentiría ese joven si algo malo sucedía en esa calle... Mi arma hizo contacto con la hoja de su oponente, la envió hacia arriba debido a la potencia con que impactó, y luego atravesó como si de papel se tratase, la armadura de ese soldado que nada llegó a hacer. Creo que no tuvo tiempo se sentir dolor.
Sin embargo, al percatarse de que, en efecto, yo era un impostor, y por ende también Manos Mágicas y Otto también lo eran, su primera reacción fue poner un grito en el cielo. Nunca tuve dudas de que ese hombre supo, en el momento en que me acerqué con la espada en la mano, que su final había llegado. Seguramente fue por eso que su voz, liberando en dos sílabas toda la vida que le quedaba, pronunció la palabra "Traidor". Ya no había otra opción excepto la huida. Ya no podríamos llegar al barco infiltrándonos. Y ahora teníamos más compañeros de viaje. Me acerqué a Otto para ayudarlo a ponerse de pie rápidamente, y me quité el casco para arrojarlo junto al cadáver que acababa de dejar. Hice una seña al tiempo que avanzaba. Debíamos salir de allí, tan rápido como fuese posible. Saqué el arco en el transcurso de la marcha. Era probable que fuese necesario cubrirnos las espaldas desde una distancia considerable.
No precisé de mucho más para decidir lo que tenía que hacer. Corrí hacia el soldado y desenvainé mi espada para enfrentarlo, liquidarlo allí mismo. Se cubrió de mi ataque y desvió mi espada, tras lo cual los papeles cambiaron y resultó ser él el atacante. Con una velocidad que demostraba mi origen, me cubrí y lo empujé hacia atrás. Apenas lo hice tomé mi espada con ambas manos y dirigí un corte hacia arriba. Se cubrió para detener mi arma, pues la distancia entre ambos no era mucha, y la altura de la que nacía el ataque hacía muy difícil para un humano reaccionar a tiempo. De nada valió su defensa, sabía lo que sentiría ese joven si algo malo sucedía en esa calle... Mi arma hizo contacto con la hoja de su oponente, la envió hacia arriba debido a la potencia con que impactó, y luego atravesó como si de papel se tratase, la armadura de ese soldado que nada llegó a hacer. Creo que no tuvo tiempo se sentir dolor.
Sin embargo, al percatarse de que, en efecto, yo era un impostor, y por ende también Manos Mágicas y Otto también lo eran, su primera reacción fue poner un grito en el cielo. Nunca tuve dudas de que ese hombre supo, en el momento en que me acerqué con la espada en la mano, que su final había llegado. Seguramente fue por eso que su voz, liberando en dos sílabas toda la vida que le quedaba, pronunció la palabra "Traidor". Ya no había otra opción excepto la huida. Ya no podríamos llegar al barco infiltrándonos. Y ahora teníamos más compañeros de viaje. Me acerqué a Otto para ayudarlo a ponerse de pie rápidamente, y me quité el casco para arrojarlo junto al cadáver que acababa de dejar. Hice una seña al tiempo que avanzaba. Debíamos salir de allí, tan rápido como fuese posible. Saqué el arco en el transcurso de la marcha. Era probable que fuese necesario cubrirnos las espaldas desde una distancia considerable.
Talinthraxus- Cantidad de envíos : 44
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
El asesino y su grupo corrieron lo mas rápido que pudieron mientras dejaban lentamente a los soldados detrás, pero la mala suerte de Gonzalvus se hizo notar una vez mas, al doblar la esquina se encontraron con otros 3 soldados llevando un rehén.
- ¿Otto?... - Preguntó Gonzalvus, mientras se detenía en frente de lo que sería su último tramo. Lo que lo sorprendió no fue solo eso, la reacción que tuvo Mizik al proteger a Songèrie de manera tan exagerada para el poco tiempo que se conocían y la repentina lucha entre dos de los tres soldados, de los cuales solo quedaron los dos traidores por lo que entendió el pecoso. Parecía que las sorpresas en Mar de Jaspia no iban a parar nunca.
- ¿Qué-qué pasó ahí, Gonzalvus? - Preguntó Elaine a lo cual su protector respondió casi automáticamente. - Sigue con los ojos cerrados, ya llegaremos a casa Elaine.
Retomó la marcha a la seña de uno de los traidores, realmente no sabía que le esperaba pero no era una buena idea quedarse quieto en el lugar.
- ¿Otto?... - Preguntó Gonzalvus, mientras se detenía en frente de lo que sería su último tramo. Lo que lo sorprendió no fue solo eso, la reacción que tuvo Mizik al proteger a Songèrie de manera tan exagerada para el poco tiempo que se conocían y la repentina lucha entre dos de los tres soldados, de los cuales solo quedaron los dos traidores por lo que entendió el pecoso. Parecía que las sorpresas en Mar de Jaspia no iban a parar nunca.
- ¿Qué-qué pasó ahí, Gonzalvus? - Preguntó Elaine a lo cual su protector respondió casi automáticamente. - Sigue con los ojos cerrados, ya llegaremos a casa Elaine.
Retomó la marcha a la seña de uno de los traidores, realmente no sabía que le esperaba pero no era una buena idea quedarse quieto en el lugar.
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
La situación había degenerado de nuevo al caos. Primero el encuentro con el oficial que le llevó a poner su mejor voluntad en su charada como prisionero; pero no resultaron lo suficientemente convincentes, al menos en opinión de Tormenta que dijo temer una encerrona posterior...
Sin embargo eso nunca llegarían a saberlo, ya que de un callejón surgió una chica (¿la chica de los malabares? Si no era ella, era alguien muy similar) seguida de otro chico que gritó pidiendo cuartel para su compañera... y Tormenta decidió aprovechar la oportunidad para eliminar el riesgo de la emboscada.
Mientras el reoraf desenvainaba su espada, Otto tiraba de sus manos para liberarlas de las cuerdas que le retenían, mucho más firmemente de lo que había pretendido. Por ello, ni se percató ni alcanzó a apartarse cuando Hombre-Tormenta se hizo atrás durante el combate y cayó poco heroicamente sobre su trasero.
- Uff... - se quejó desde el suelo. Mirando el lado positivo, en cambio, el empujón había conseguido soltar sus manos. Pero para cuando se levantó con la mordaza quitada, la lucha ya había acabado.
- Y aquí acabó nuestro plan de ir disfrazados... - murmuró entre mareado y psíquicamente agotado por la tensión acumulada.
Entonces, una cara amiga entre el grupo de recién llegados... - ¿Gonzalvus? En el nombre de la Dama, ¿pero qué haces tú aquí?
- Venid con nosotros, estamos buscando un modo de salir de la isla, en ningún lugar estaremos a salvo aquí.
Se giró hacia Manos Rápidas, mientras se ponían en marcha. - ¿Me devuelves mi bastón por favor? Me temo que lo necesitaré antes de que acabe el día...
Sin embargo eso nunca llegarían a saberlo, ya que de un callejón surgió una chica (¿la chica de los malabares? Si no era ella, era alguien muy similar) seguida de otro chico que gritó pidiendo cuartel para su compañera... y Tormenta decidió aprovechar la oportunidad para eliminar el riesgo de la emboscada.
Mientras el reoraf desenvainaba su espada, Otto tiraba de sus manos para liberarlas de las cuerdas que le retenían, mucho más firmemente de lo que había pretendido. Por ello, ni se percató ni alcanzó a apartarse cuando Hombre-Tormenta se hizo atrás durante el combate y cayó poco heroicamente sobre su trasero.
- Uff... - se quejó desde el suelo. Mirando el lado positivo, en cambio, el empujón había conseguido soltar sus manos. Pero para cuando se levantó con la mordaza quitada, la lucha ya había acabado.
- Y aquí acabó nuestro plan de ir disfrazados... - murmuró entre mareado y psíquicamente agotado por la tensión acumulada.
Entonces, una cara amiga entre el grupo de recién llegados... - ¿Gonzalvus? En el nombre de la Dama, ¿pero qué haces tú aquí?
- Venid con nosotros, estamos buscando un modo de salir de la isla, en ningún lugar estaremos a salvo aquí.
Se giró hacia Manos Rápidas, mientras se ponían en marcha. - ¿Me devuelves mi bastón por favor? Me temo que lo necesitaré antes de que acabe el día...
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
- Aw, ¿tanto esfuerzo para nada? ¡Ni mucho menos! Aún podemos hacernos pasar por soldados y...
Le estaba tendiendo su bastón a Otto cuando al girar la cabeza vio venir a la razón por la que aquellos niños se habían chocado contra ellos. No dudó ni por un segundo que los soldados estaban lo suficientemente cerca como para haber escuchado el último grito de su comandante.
- ¡Maldito casco! - pudo llegar a gritar, quitándoselo rápidamente y dándole la espalda al mismo tiempo al grupo de soldados para que no le vieran la cara.
Volvía a tener un ángulo de visión decente, pero el peso de la armadura no era algo de lo que pudiera librarse con tanta facilidad. Cogió a Otto del brazo y comenzó a correr con aquel grupo, buscando frenéticamente con la mirada algún lugar en el que esconderse. "Ir todos juntos es mala idea" sonó en su cabeza. Si se separaban los soldados les seguirían a él y Tormenta con mayor prioridad... ¿pero quién podía asegurar que no se dividieran y al menos uno siguiera a aquellos pequeños y a Otto? Tormenta era tanto lo que les convertía en objetivo frente a aquellos soldados como su principal protección en caso de quedar acorralados, por su destreza en el combate. Ojalá no fuera necesario decidir separarse; ojalá Otto no tropezara, Tormenta fuera certero con sus disparos, y un buen escondite se presentara ante ellos. Sería tan fácil, tan fácil si alguno de ellos conociera bien la población... Tiró la espada para librarse de su peso e intentó pensar al mismo tiempo que hacía un esfuerzo sobrehumano por correr, pero no podía.
"Si conseguimos esconder a los demás y Tormenta y yo seguimos corriendo..." O quizás consiguieran perderlos. Zeiss no podía mirar hacia atrás, pero estaba seguro de que se habrían parado a identificar al comandante muerto; de momento suficiente era con comprobar que no dejaban a nadie atrás. Pero si seguían corriendo acabarían chocándose con otra patrulla, y no pasó casi tiempo cuando el ladrón se dio cuenta de que pronto se quedaría sin aliento.
Le estaba tendiendo su bastón a Otto cuando al girar la cabeza vio venir a la razón por la que aquellos niños se habían chocado contra ellos. No dudó ni por un segundo que los soldados estaban lo suficientemente cerca como para haber escuchado el último grito de su comandante.
- ¡Maldito casco! - pudo llegar a gritar, quitándoselo rápidamente y dándole la espalda al mismo tiempo al grupo de soldados para que no le vieran la cara.
Volvía a tener un ángulo de visión decente, pero el peso de la armadura no era algo de lo que pudiera librarse con tanta facilidad. Cogió a Otto del brazo y comenzó a correr con aquel grupo, buscando frenéticamente con la mirada algún lugar en el que esconderse. "Ir todos juntos es mala idea" sonó en su cabeza. Si se separaban los soldados les seguirían a él y Tormenta con mayor prioridad... ¿pero quién podía asegurar que no se dividieran y al menos uno siguiera a aquellos pequeños y a Otto? Tormenta era tanto lo que les convertía en objetivo frente a aquellos soldados como su principal protección en caso de quedar acorralados, por su destreza en el combate. Ojalá no fuera necesario decidir separarse; ojalá Otto no tropezara, Tormenta fuera certero con sus disparos, y un buen escondite se presentara ante ellos. Sería tan fácil, tan fácil si alguno de ellos conociera bien la población... Tiró la espada para librarse de su peso e intentó pensar al mismo tiempo que hacía un esfuerzo sobrehumano por correr, pero no podía.
"Si conseguimos esconder a los demás y Tormenta y yo seguimos corriendo..." O quizás consiguieran perderlos. Zeiss no podía mirar hacia atrás, pero estaba seguro de que se habrían parado a identificar al comandante muerto; de momento suficiente era con comprobar que no dejaban a nadie atrás. Pero si seguían corriendo acabarían chocándose con otra patrulla, y no pasó casi tiempo cuando el ladrón se dio cuenta de que pronto se quedaría sin aliento.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
“Porco dio”. Este también estaba muerto.
La verdad es que no tenía muy claro qué narices hacía ahí. Se había alistado como galeno. Otra vez. Suerte que por aquí no comprobaban la oficialidad de los títulos, es lógico, cuando acaba de estallar la guerra tampoco se iban a estar con papeleos… solo con ver la máscara la mandaron al frente.
Pero eso no era un frente, maldita sea, eso era un balneario donde civiles correteaban huyendo de soldados. Valeria ni siquiera sabía muy bien quién era su enemigo y a quién debía atender.
Había salido a la calle en un principio con un grupo de la guardia del puerto que se había dirigido al balneario. Entonces se habían encontrado con las tropas.
Desde su posición se podía ver un poco más allá el balneario. Estaban muy cerca, pero ahora les iba a ser muy difícil avanzar, bueno, en realidad a ella no le sería muy difícil…
Dos soldados se habían apartado a un lado del camino. Planeaban introducirse entre las tropas enemigas en un momento de desconcierto y atacar en una especie de misión suicida que solo podía habérseles ocurrido a dos niñatos sin cerebro recién y que en su vida han blandido una espada. Así que fue sencillo convencerlos de que avanzaran escondidos conmigo por el bosque hasta el balneario. Ni siquiera se plantearon la que les caería por desertar.
Y así llegó Valeria al balneario. Y evidentemente, al primer herido que vio tirado en el suelo, abandonó a los soldados y se tiró a su lado. Había algunos curanderos y médicos más. Ella se dedicó a practicar con la velocidad de acción que la caracterizaba, los primeros auxilios a los heridos. Trataba de centrarse en la ayuda a los civiles, dejando de lado a los soldados que suponía enemigos, pero a los que estaban muy graves tampoco pudo evitar ayudarlos. Le daba igual todo. La adrenalina de estar en la guerra de nuevo, la necesidad de sentirse útil, de hacer lo que mejor sabía hacer compensaba por todo lo que conllevara más tarde.
Había llegado a una calle y se había acercado a un hombre que yacía en el suelo. Era tarde, como lo era para otros tantos que había tenido que dejar atrás. Cuando levantó la cabeza vio un grupo que corría hacia ella. Eso solo significaba una cosa.
- ¡Eh! ¡Zoy galeno! Zoy médico. ¿Tenéiz algún herido? ¿De quién huíz?
La verdad es que no tenía muy claro qué narices hacía ahí. Se había alistado como galeno. Otra vez. Suerte que por aquí no comprobaban la oficialidad de los títulos, es lógico, cuando acaba de estallar la guerra tampoco se iban a estar con papeleos… solo con ver la máscara la mandaron al frente.
Pero eso no era un frente, maldita sea, eso era un balneario donde civiles correteaban huyendo de soldados. Valeria ni siquiera sabía muy bien quién era su enemigo y a quién debía atender.
Había salido a la calle en un principio con un grupo de la guardia del puerto que se había dirigido al balneario. Entonces se habían encontrado con las tropas.
Desde su posición se podía ver un poco más allá el balneario. Estaban muy cerca, pero ahora les iba a ser muy difícil avanzar, bueno, en realidad a ella no le sería muy difícil…
Dos soldados se habían apartado a un lado del camino. Planeaban introducirse entre las tropas enemigas en un momento de desconcierto y atacar en una especie de misión suicida que solo podía habérseles ocurrido a dos niñatos sin cerebro recién y que en su vida han blandido una espada. Así que fue sencillo convencerlos de que avanzaran escondidos conmigo por el bosque hasta el balneario. Ni siquiera se plantearon la que les caería por desertar.
Y así llegó Valeria al balneario. Y evidentemente, al primer herido que vio tirado en el suelo, abandonó a los soldados y se tiró a su lado. Había algunos curanderos y médicos más. Ella se dedicó a practicar con la velocidad de acción que la caracterizaba, los primeros auxilios a los heridos. Trataba de centrarse en la ayuda a los civiles, dejando de lado a los soldados que suponía enemigos, pero a los que estaban muy graves tampoco pudo evitar ayudarlos. Le daba igual todo. La adrenalina de estar en la guerra de nuevo, la necesidad de sentirse útil, de hacer lo que mejor sabía hacer compensaba por todo lo que conllevara más tarde.
Había llegado a una calle y se había acercado a un hombre que yacía en el suelo. Era tarde, como lo era para otros tantos que había tenido que dejar atrás. Cuando levantó la cabeza vio un grupo que corría hacia ella. Eso solo significaba una cosa.
- ¡Eh! ¡Zoy galeno! Zoy médico. ¿Tenéiz algún herido? ¿De quién huíz?
Valeria Gianetti- Cantidad de envíos : 9
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Chevalier, como todo gato que se precie de tal, cayó de pie, lo que no fue mi caso, pero estaba tan asustada que ni siquiera sentí el dolor del golpe, ni tampoco vergüenza por una caída tan tonta frente a Mizik, Gonzalvus y Elaine; lo único que sentía era miedo y cuando Mizik se agachó a mi lado, me abracé a él temblando, tratando de refugiarme y de no ver nada, deseando no darme cuenta del momento en que nos atraparan o nos hirieran o quizás nos mataran… ¿Cómo sería morir? ¿Dolería mucho?
Sin embargo, nada de lo que temía ocurrió… Todo lo que sucedió después fue tan raro y pasó tan rápido que no entendí absolutamente nada. De repente uno de los soldados mató a otro (y se me revolvió el estómago al verlo y me agarré más fuerte del cuello de mi protector), y el que iba prisionero se liberó y nos invitó a ir con ellos y los dos soldados que quedaban se quitaron los cascos y empezaron a huir. Me quedé un instante con la boca abierta, sin saber qué hacer, mirando a Mizik con cara de pregunta, pero entonces me acordé de los soldados que nos perseguían y agarrando a Chevy, me levanté y de la mano del pelinegro, me eché a correr de nuevo.
Y ahí íbamos todos corriendo, corriendo, corriendo, yo no sabía ya hacia donde. Suponía que alguno de los hombres con que nos habíamos encontrado (tal vez el de pelo azul que había matado al soldado, parecía ser el jefe) sabía adonde íbamos y yo sólo esperaba que llegáramos pronto a ese lugar y que los soldados que nos perseguían no nos alcanzaran y que no encontráramos más soldados y que no me volviera a caer y mientras corría repetía en voz baja una oración a la Dama que mi madre me había enseñado, pidiéndole su protección.
Al caer me había golpeado una rodilla, y aunque al principio no había sentido el dolor, ahora cojeaba un poquito y corría un poco más lento y me estaba quedando atrás. Me solté de la mano de Mizik para no demorarlo a él, aunque igual me esforcé por ir más rápido.
Sin embargo, nada de lo que temía ocurrió… Todo lo que sucedió después fue tan raro y pasó tan rápido que no entendí absolutamente nada. De repente uno de los soldados mató a otro (y se me revolvió el estómago al verlo y me agarré más fuerte del cuello de mi protector), y el que iba prisionero se liberó y nos invitó a ir con ellos y los dos soldados que quedaban se quitaron los cascos y empezaron a huir. Me quedé un instante con la boca abierta, sin saber qué hacer, mirando a Mizik con cara de pregunta, pero entonces me acordé de los soldados que nos perseguían y agarrando a Chevy, me levanté y de la mano del pelinegro, me eché a correr de nuevo.
Y ahí íbamos todos corriendo, corriendo, corriendo, yo no sabía ya hacia donde. Suponía que alguno de los hombres con que nos habíamos encontrado (tal vez el de pelo azul que había matado al soldado, parecía ser el jefe) sabía adonde íbamos y yo sólo esperaba que llegáramos pronto a ese lugar y que los soldados que nos perseguían no nos alcanzaran y que no encontráramos más soldados y que no me volviera a caer y mientras corría repetía en voz baja una oración a la Dama que mi madre me había enseñado, pidiéndole su protección.
Al caer me había golpeado una rodilla, y aunque al principio no había sentido el dolor, ahora cojeaba un poquito y corría un poco más lento y me estaba quedando atrás. Me solté de la mano de Mizik para no demorarlo a él, aunque igual me esforcé por ir más rápido.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Mizik se quedó blanco como la cera al ver a uno de aquellos soldados atacar sorpresivamente a un superior, y matarlo tras un breve combate. Nunca había visto a nadie moverse con tanta destreza en la lucha, y se debatía entre la admiración por tal hazaña y la repugnancia que había decidido que le producía la violencia. Apenas notaba a la muchacha abrazándolo, y él la miró a su vez, con una expresión de igual desconcierto. Lamentaba no saber qué hacer, ni tener la suficiente habilidad para situarse ante sus perseguidores espada en mano y acabar con ellos, por la seguridad de la muchacha, y de todo el grupo.
Sin embargo, por mucha rapidez que manifestara aquél hombre con la espada, no fue suficiente para impedir unas últimas palabras a su víctima; unas últimas palabras que serían la sentencia de todo el grupo, si no hacían nada para impedirlo. Pronto empezó a comprender lo que ocurría realmente; Gonzalvus había reconocido al prisionero que llevaban los soldados -prisionero que no debía ser más que un ardid, como confirmaron las propias palabras del supuesto "rehén"-, y Mizik tenía también la sensación de que le era vagamente conocido, aunque no tenía muy claro de qué.
Los impostores entonces, viendo su estratagema derrumbarse, se deshicieron de los cascos y se pusieron a correr; todos los imitaron, incluida Songèrie, que empezó a correr cogida de su mano, lo que hizo que el muchacho empezara a correr a su vez. Con angustia notaba que Songèrie no podía seguir el ritmo del grupo, y que comenzaban a rezagarse. Entonces, notó como sus manos se separaban. ¡No podía ser! Se detuvo inmediatamente y se volvió a la pelirroja, preocupado.
-¡Vamos! -gritó con ansiedad, viendo como se esforzaba la muchacha por correr- ¡Puedes! Pase lo que pase, nadie quedará atrás -concluyó volviéndole a agarrar la mano fuertemente, observando con preocupación como se les acercaban los guardias-. ¡Nos van a alcanzar! -gritó-.
Sin embargo, por mucha rapidez que manifestara aquél hombre con la espada, no fue suficiente para impedir unas últimas palabras a su víctima; unas últimas palabras que serían la sentencia de todo el grupo, si no hacían nada para impedirlo. Pronto empezó a comprender lo que ocurría realmente; Gonzalvus había reconocido al prisionero que llevaban los soldados -prisionero que no debía ser más que un ardid, como confirmaron las propias palabras del supuesto "rehén"-, y Mizik tenía también la sensación de que le era vagamente conocido, aunque no tenía muy claro de qué.
Los impostores entonces, viendo su estratagema derrumbarse, se deshicieron de los cascos y se pusieron a correr; todos los imitaron, incluida Songèrie, que empezó a correr cogida de su mano, lo que hizo que el muchacho empezara a correr a su vez. Con angustia notaba que Songèrie no podía seguir el ritmo del grupo, y que comenzaban a rezagarse. Entonces, notó como sus manos se separaban. ¡No podía ser! Se detuvo inmediatamente y se volvió a la pelirroja, preocupado.
-¡Vamos! -gritó con ansiedad, viendo como se esforzaba la muchacha por correr- ¡Puedes! Pase lo que pase, nadie quedará atrás -concluyó volviéndole a agarrar la mano fuertemente, observando con preocupación como se les acercaban los guardias-. ¡Nos van a alcanzar! -gritó-.
Mizik Ponjater- Cantidad de envíos : 31
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Parecía ser que Otto y el joven que protegía a la revoltosa se conocían, y eso era algo bueno para el grupo que acabábamos de encontrar. El pecoso entendería que podía confiar en nosotros, y el resto lo seguiría. Avancé entre los árboles que estaban cerca, y nos cruzamos con una curiosa... ¿mujer?
-No hay tiempo para sanar heridas, ahora hay que huir -respondí a sus preguntas tomándola del brazo y la empujé rápidamente (pero sin brusquedad) para hacerla mirar hacia donde nos estábamos dirigiendo, y sosteniéndola un tiempo más para ayudarla a tomar algo de impulso y que huya con nosotros.
-¡Vamos! ¡Puedes! Pase lo que pase, nadie quedará atrás. ¡Nos van a alcanzar!
Esa voz era la del muchacho que había protegido a la malabarista. Me detuve y miré hacia atrás, parecía ser que a la niña le estaba costando avanzar. A lo lejos, varios hombres armados se acercaban a nosotros, lo que me hizo retroceder para ayudar al pelinegro a poner de pie a la pelirroja.
-Adelántense, les daré algo de tiempo. -Disparé una flecha a nuestros perseguidores para tomar algo de ventaja de la distancia. Usaría tantas como fuese posible, y cuando estuviesen demasiado cerca, desenvainaría para terminar de liquidarlos. -¡Apresúrense!
-No hay tiempo para sanar heridas, ahora hay que huir -respondí a sus preguntas tomándola del brazo y la empujé rápidamente (pero sin brusquedad) para hacerla mirar hacia donde nos estábamos dirigiendo, y sosteniéndola un tiempo más para ayudarla a tomar algo de impulso y que huya con nosotros.
-¡Vamos! ¡Puedes! Pase lo que pase, nadie quedará atrás. ¡Nos van a alcanzar!
Esa voz era la del muchacho que había protegido a la malabarista. Me detuve y miré hacia atrás, parecía ser que a la niña le estaba costando avanzar. A lo lejos, varios hombres armados se acercaban a nosotros, lo que me hizo retroceder para ayudar al pelinegro a poner de pie a la pelirroja.
-Adelántense, les daré algo de tiempo. -Disparé una flecha a nuestros perseguidores para tomar algo de ventaja de la distancia. Usaría tantas como fuese posible, y cuando estuviesen demasiado cerca, desenvainaría para terminar de liquidarlos. -¡Apresúrense!
Talinthraxus- Cantidad de envíos : 44
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
No había tiempo para detenerse, debían apresurar el paso para seguir teniendo ventaja de aquellos soldados que los seguían.
Escuchó la voz de Mizik alentando a Songèrie a seguir adelante, parecía que se había encariñado con ella bastante rápido, una facultad que Gonzalvus lamentablemente no poseía.
En ese momento lo mas importante era proteger la vida de Elaine, dado que esa era su engargo, y como buen hashshashiyyín debía cumplirla aún a costa de su vida.
- ¡Songèrie! - gritó la vocesita de Elaine. - ¡Gonzalvus tonto, no dejes a Songérie atras! - Dijo la niña para luego comenzar a tirarle de los pelos como si fuese una especie de caballo.
- Tu protección es mas importante... - Dijo el asesino ocultando que realmente le dolía lo que le estaba haciendo Elaine en la cabeza. - ...cumpliré el encargo que me dió tu padre, aún si me cuesta la vida. -
La niña se calló un momento, para luego zafarse y correr hacia Songèrie. Gonzalvus la siguió y la detubo a mitad de camino porque Elaine era sorprendentemente rápida.
-¡Sueltame Gonzalvus tonto! ¡A ti realmente no te importo, solo me proteges porque lo único que te importa realmente es el encargo que te dió mi papá! - Dijo la niña, mientras se safaba y corría nuevamente a Songèrie.
- ...Xoda... - Fue lo único que alcanzó a decir Gonzalvus y fue con la niña a auxiliar a Mizik y a la pelirroja. Los ayudó a levantarse y poniendose en un costado de Songèrie y pidiendo a Mizik que se coloque en el otro, la ayudaron a correr, mientras de su mano estaba la pequeña protegida de Gonzalvus.
FDI: NOOOO!!! Me confundì de cuenta y luego de no se cuantos dìas me doy cuenta! Que desastre! D:
Escuchó la voz de Mizik alentando a Songèrie a seguir adelante, parecía que se había encariñado con ella bastante rápido, una facultad que Gonzalvus lamentablemente no poseía.
En ese momento lo mas importante era proteger la vida de Elaine, dado que esa era su engargo, y como buen hashshashiyyín debía cumplirla aún a costa de su vida.
- ¡Songèrie! - gritó la vocesita de Elaine. - ¡Gonzalvus tonto, no dejes a Songérie atras! - Dijo la niña para luego comenzar a tirarle de los pelos como si fuese una especie de caballo.
- Tu protección es mas importante... - Dijo el asesino ocultando que realmente le dolía lo que le estaba haciendo Elaine en la cabeza. - ...cumpliré el encargo que me dió tu padre, aún si me cuesta la vida. -
La niña se calló un momento, para luego zafarse y correr hacia Songèrie. Gonzalvus la siguió y la detubo a mitad de camino porque Elaine era sorprendentemente rápida.
-¡Sueltame Gonzalvus tonto! ¡A ti realmente no te importo, solo me proteges porque lo único que te importa realmente es el encargo que te dió mi papá! - Dijo la niña, mientras se safaba y corría nuevamente a Songèrie.
- ...Xoda... - Fue lo único que alcanzó a decir Gonzalvus y fue con la niña a auxiliar a Mizik y a la pelirroja. Los ayudó a levantarse y poniendose en un costado de Songèrie y pidiendo a Mizik que se coloque en el otro, la ayudaron a correr, mientras de su mano estaba la pequeña protegida de Gonzalvus.
FDI: NOOOO!!! Me confundì de cuenta y luego de no se cuantos dìas me doy cuenta! Que desastre! D:
Última edición por Edmund Dyrle el 10/01/12, 02:16 am, editado 2 veces
Edmund Dyrle- Cantidad de envíos : 158
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
No, no, no, no... Otra persecución, otra carrera... tal vez incluso otro callejón como el que habían dejado atrás...
A Otto la cabeza le daba vueltas; por un lado, su instinto le pedía correr, tan rápido y lejos como pudiera y sin mirar atrás. Por otro lado, su mente en estado de pánico le gritaba que aquello no servía de nada; no conocían la ciudad y aunque lo hicieran, no había lugar seguro en ella... y probablemente ese fuera el estado de toda la isla.
Y por otro lado, estaba esa parte de él que seguía lloriqueando por haber salido de su cálida camita y casita para venir a aquella feria convertida en manicomio...
Apenas miró a ninguno de los acompañantes de Gonzalvus, salvo para asegurarse que seguían con ellos, tan así que ni siquiera se percató de la mujer-gato que se había incorporado a su variopinta comitiva... Y fue entonces cuando vio a Tormenta detenerse y sacar su arco.
Entonces, alguna parte de él recordó que, además de un chico asustado, era un mago. Bueno, un aprendiz, pero para la situación, no había diferencia.
- ¡No, Tormenta! Aquí sólo eres una diana para arqueros. Déjame a mí. Esto nos dará más tiempo y no nos costará la vida a ninguno - se soltó de Zeiss un instante y comenzó a murmurar las palabras de un hechizo, dibujando a la par con sus dedos símbolos arcanos.
Cuando alcanzó la culminación del hechizo, dibujó con su brazo un arco alrededor de la bocacalle que acababan de dejar; entonces una fina película brillante, casi invisible, se puso sobre el adoquinado*.
- Ven, vamos, el suelo está engrasado; para cuando lo crucen, les habremos dado esquinazo. - halando de Talinthraxus, aprovechando que los dos eran largos como días sin pan para que sus zancadas les permitieran recuperar terreno con sus improvisados camaradas.
*Conjuro Grasa, de nivel 1 si no me falla la memoria
A Otto la cabeza le daba vueltas; por un lado, su instinto le pedía correr, tan rápido y lejos como pudiera y sin mirar atrás. Por otro lado, su mente en estado de pánico le gritaba que aquello no servía de nada; no conocían la ciudad y aunque lo hicieran, no había lugar seguro en ella... y probablemente ese fuera el estado de toda la isla.
Y por otro lado, estaba esa parte de él que seguía lloriqueando por haber salido de su cálida camita y casita para venir a aquella feria convertida en manicomio...
Apenas miró a ninguno de los acompañantes de Gonzalvus, salvo para asegurarse que seguían con ellos, tan así que ni siquiera se percató de la mujer-gato que se había incorporado a su variopinta comitiva... Y fue entonces cuando vio a Tormenta detenerse y sacar su arco.
Entonces, alguna parte de él recordó que, además de un chico asustado, era un mago. Bueno, un aprendiz, pero para la situación, no había diferencia.
- ¡No, Tormenta! Aquí sólo eres una diana para arqueros. Déjame a mí. Esto nos dará más tiempo y no nos costará la vida a ninguno - se soltó de Zeiss un instante y comenzó a murmurar las palabras de un hechizo, dibujando a la par con sus dedos símbolos arcanos.
Cuando alcanzó la culminación del hechizo, dibujó con su brazo un arco alrededor de la bocacalle que acababan de dejar; entonces una fina película brillante, casi invisible, se puso sobre el adoquinado*.
- Ven, vamos, el suelo está engrasado; para cuando lo crucen, les habremos dado esquinazo. - halando de Talinthraxus, aprovechando que los dos eran largos como días sin pan para que sus zancadas les permitieran recuperar terreno con sus improvisados camaradas.
*Conjuro Grasa, de nivel 1 si no me falla la memoria
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Tormenta poseía fuerza y rapidez como para poder alcanzar al resto del grupo más adelante, y retendría a sus perseguidores el tiempo suficiente como para asegurar o al menos reforzar la posibilidad de una huida; Zeiss no lo dudó un segundo, y muy rápido se dio cuenta de que aquella separación era quizás lo mejor que podían hacer en aquel momento. Incluso en el peor caso, incluso si muriera Tormenta pero de aquella forma salvara a los niños y a Otto, era un sacrificio a pagar y el ladrón no lo impediría. Guiado por aquel pensamiento racional, con la poca energía que le quedaba, habría seguido corriendo sin un vistazo atrás de no ser porque Otto también se detuvo, gritándole a aquel casi desconocido que no hiciera aquella locura.
El ladrón se lo habría impedido si no fuera porque estaba agotado, habría tirado de su Chico Alto y le habría hecho alejarse del peligro. Pero en aquellas circunstancias fue incapaz, y al detenerse Otto se detuvo él también para tomar aliento, aprovechando aquel instante para deshacerse de más peso: si no podía evitar la parada al menos la reinvertiría de forma provechosa. Era posible que aquella pausa les costara la vida, pero en tal caso Zeiss quería al menos morir sin sentirse atosigado y asfixiado.
Un poco más de tiempo le habría venido mejor, pero en seguida Otto y Tormenta volvieron a comenzar a correr a grandes zancadas; unas que sólo podían conseguirse con piernas tan largas como las suyas. El ladrón era buen corredor, la pausa le había permitido recuperar algo el aliento y ahora iba más ligero, pero el cansancio no desaparecería de un momento para el otro y era bastante más bajo que sus dos compañeros. Ahora iba un poco rezagado en el grupo, pero mucho más dueño de sí que pocos instantes antes, y no tardaría en alcanzar a los niños. Desde atrás veía con claridad la fácil presa que representaban si no se escondían pronto. "Tú puedes, Zeiss" pensó, mientras intentaba pensar en algo. La mayoría de las puertas de aquel pequeño lugar tenían un cerrojo simple o estaban directamente abiertas, pero aquello era en tiempos normales y dadas las circunstancias actuales el ladrón no podía evitar imaginar un mueble atrancando cada puerta junto a la que pasaba corriendo; no se atrevió por tanto a detenerse a intentar forzar una.
Pero con la ayuda de Otto la cosa pintaba mejor ahora; a la velocidad a la que iban era seguro que los soldados se resbalarían y se pegarían el golpe de sus vidas, con lo que tardarían bastante en salir tras ellos. Un poco de suerte bastaría para no acabar encontrándose de cara con otro puñado de soldados, quienes de todas formas no habrían visto nada demasiado sospechoso en un grupo formado mayoritariamente por niños corriendo...
A Zeiss se le hizo eterno, pero no tardaron mucho en dejar de correr, y al darse la vuelta los soldados no les perseguían.
El ladrón se lo habría impedido si no fuera porque estaba agotado, habría tirado de su Chico Alto y le habría hecho alejarse del peligro. Pero en aquellas circunstancias fue incapaz, y al detenerse Otto se detuvo él también para tomar aliento, aprovechando aquel instante para deshacerse de más peso: si no podía evitar la parada al menos la reinvertiría de forma provechosa. Era posible que aquella pausa les costara la vida, pero en tal caso Zeiss quería al menos morir sin sentirse atosigado y asfixiado.
Un poco más de tiempo le habría venido mejor, pero en seguida Otto y Tormenta volvieron a comenzar a correr a grandes zancadas; unas que sólo podían conseguirse con piernas tan largas como las suyas. El ladrón era buen corredor, la pausa le había permitido recuperar algo el aliento y ahora iba más ligero, pero el cansancio no desaparecería de un momento para el otro y era bastante más bajo que sus dos compañeros. Ahora iba un poco rezagado en el grupo, pero mucho más dueño de sí que pocos instantes antes, y no tardaría en alcanzar a los niños. Desde atrás veía con claridad la fácil presa que representaban si no se escondían pronto. "Tú puedes, Zeiss" pensó, mientras intentaba pensar en algo. La mayoría de las puertas de aquel pequeño lugar tenían un cerrojo simple o estaban directamente abiertas, pero aquello era en tiempos normales y dadas las circunstancias actuales el ladrón no podía evitar imaginar un mueble atrancando cada puerta junto a la que pasaba corriendo; no se atrevió por tanto a detenerse a intentar forzar una.
Pero con la ayuda de Otto la cosa pintaba mejor ahora; a la velocidad a la que iban era seguro que los soldados se resbalarían y se pegarían el golpe de sus vidas, con lo que tardarían bastante en salir tras ellos. Un poco de suerte bastaría para no acabar encontrándose de cara con otro puñado de soldados, quienes de todas formas no habrían visto nada demasiado sospechoso en un grupo formado mayoritariamente por niños corriendo...
A Zeiss se le hizo eterno, pero no tardaron mucho en dejar de correr, y al darse la vuelta los soldados no les perseguían.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
El grupo no se detuvo cuando Valeria trató de detenerles, es más prácticamente la atropellaron. Un chico la había tomado del brazo y la había empujado hacia adelante, instándola a que corriera. Así que había empezado a correr. Sin saber qué demonios ocurría, sin saber si aquellos eran de los suyos o de los contrarios. Sin saber nada, simplemente corrió. Escuchaba voces difusas a sus espaldas. No había tenido tiempo de analizar con qué personas iba, pero se distinguían entre todas algunas voces jóvenes.
-¡Vamos! ...nadie quedará atrás…van a alcanzar! Les daré algo de tiempo… ¡No, Tormenta! …costará la vida a ninguno…
“Cazzo…” Aquí había trabajo. Seguía corriendo por la calle, en dirección recta. Valeria no estaba cansada, pero el resto llevaban más tiempo corriendo y podía escuchar sus respiraciones cada vez más forzadas. El ritmo de carrera del grupo fue bajando hasta que finalmente todos dejaron de correr. Antes de nada comprobó su baúl. Todo estaba en orden. Temía haber perdido alguna cosa por el camino, pero tenía los frascos con los ungüentos, las vendas, el bisturí, los jarabes, las hierbas, y el doble fondo oculto… estaba intacto.
Valeria agitó la cola. Estaba nerviosa, no sabía por dónde empezar. Pero cuando vio a la niña de cabello rojo supo que ella estaba herida. Además de las pocas palabras que había escuchado, su ojo de médico le decía que todo el peso sobre una pierna y el hecho de que ella se encontrara por la parte de atrás del grupo significaba que el dolor la había rezagado. Era un diagnóstico rápido y muy por encima, pero Valeria intuía que ella era la que más necesitaba su ayuda. Así que simplemente se acercó decidida y se arrodilló a su lado. Ni siquiera se molestó en presentarse ni nada por el estilo. Eso era secundario. Si alguien estaba herido lo primordial era atenderlo. Las formalidades vendrían después. En la universidad siempre le habían dicho que en la guerra la máscara de galeno era suficiente identificación, pero no sabía si por aquí los médicos la utilizaban, o si era un símbolo reconocido por la gente.
-Dime dónde te duele, prima donna. – la miró a los ojos tratando de imitar a su madre, con toda la dulzura que era capaz de transmitir ella. Evidentemente, jamás podría llegar a tranquilizar a nadie como ella lo hacía con una mirada, pero trató de, al menos, dar algo de confianza.
-¡Vamos! ...nadie quedará atrás…van a alcanzar! Les daré algo de tiempo… ¡No, Tormenta! …costará la vida a ninguno…
“Cazzo…” Aquí había trabajo. Seguía corriendo por la calle, en dirección recta. Valeria no estaba cansada, pero el resto llevaban más tiempo corriendo y podía escuchar sus respiraciones cada vez más forzadas. El ritmo de carrera del grupo fue bajando hasta que finalmente todos dejaron de correr. Antes de nada comprobó su baúl. Todo estaba en orden. Temía haber perdido alguna cosa por el camino, pero tenía los frascos con los ungüentos, las vendas, el bisturí, los jarabes, las hierbas, y el doble fondo oculto… estaba intacto.
Valeria agitó la cola. Estaba nerviosa, no sabía por dónde empezar. Pero cuando vio a la niña de cabello rojo supo que ella estaba herida. Además de las pocas palabras que había escuchado, su ojo de médico le decía que todo el peso sobre una pierna y el hecho de que ella se encontrara por la parte de atrás del grupo significaba que el dolor la había rezagado. Era un diagnóstico rápido y muy por encima, pero Valeria intuía que ella era la que más necesitaba su ayuda. Así que simplemente se acercó decidida y se arrodilló a su lado. Ni siquiera se molestó en presentarse ni nada por el estilo. Eso era secundario. Si alguien estaba herido lo primordial era atenderlo. Las formalidades vendrían después. En la universidad siempre le habían dicho que en la guerra la máscara de galeno era suficiente identificación, pero no sabía si por aquí los médicos la utilizaban, o si era un símbolo reconocido por la gente.
-Dime dónde te duele, prima donna. – la miró a los ojos tratando de imitar a su madre, con toda la dulzura que era capaz de transmitir ella. Evidentemente, jamás podría llegar a tranquilizar a nadie como ella lo hacía con una mirada, pero trató de, al menos, dar algo de confianza.
Valeria Gianetti- Cantidad de envíos : 9
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Yo no quería atrasar a Mizik ni a nadie, pero sentí algo bonito en el corazón cuando él no siguió corriendo si mí y me tomó de la mano y me alentó para que siguiera corriendo... y esa sensación aumentó cuando Elaine corrió hacia mí y luego llegó Gonzalvus y, junto con Mizik, me ayudó a correr. Era la primera vez que no me sentía sola desde que el circo se fuera en aquella gira sin fin.
Me llevaban en volandas y eso me facilitaba correr, pero la rodilla me dolía más y más. Contenía el grito cada vez que apoyaba la pierna en el piso, el grito y las ganas de seguir saltando en un solo pie, y me esforzaba por tratar de correr en forma normal, para no atrasar a mis compañeros y para que no se cansaran demás por mi culpa. Mientras, Chevy se agarraba de mi hombro lo mejor que podía y me clavaba un poco las garras, pero eso no me importaba.
No sé cuanto tiempo más corrimos, pero cuando ya sentía que no daba más y estaba sin aire y hasta la rodilla sana me empezaba a fallar, por fin nos detuvimos. Jadeando, miré hacia atrás y vi que ya no había soldados persiguiéndonos y también vi que los hombres con que nos habíamos encontrado y que corrían delante de nosotros, ahora venían detrás. ¿En qué momento habíamos pasado delante? Ni cuenta me había dado…
Un maullido de Chevalier me hizo volver la cabeza y vi a la señora gato acercándose a nosotros. Nunca había visto a una señora gato antes, pero había visto mucha gente rara en todo el tiempo que había vivido en el circo, así que no podía decir que ella era la persona más extraña que había visto. Lo que sí me pareció raro fue que arrastraba un baúl y que llevaba una máscara como la que yo le había visto usar a un médico que nos atendió cuando medio circo se enfermó de gripe. Luego no vi que otros médicos la usaran, claro que no es que yo hubiera visto muchos desde entonces, pero la recordaba muy bien. ¿La señora gato era médico?
Parecía que si lo era, porque se arrodilló a mi lado y me preguntó donde me dolía. Me demoré un poquito en contestarle porque la dulzura con que me habló me hizo recordar de pronto a mamá y necesite algo de tiempo para contenerme y no echarme a llorar.
- Me duele la rodilla, señora – contesté, alzando un poco mi saya, para mostrarle mejor mi rodilla derecha. Sobre ella, mi calza se veía rota y ensangrentada.
Me llevaban en volandas y eso me facilitaba correr, pero la rodilla me dolía más y más. Contenía el grito cada vez que apoyaba la pierna en el piso, el grito y las ganas de seguir saltando en un solo pie, y me esforzaba por tratar de correr en forma normal, para no atrasar a mis compañeros y para que no se cansaran demás por mi culpa. Mientras, Chevy se agarraba de mi hombro lo mejor que podía y me clavaba un poco las garras, pero eso no me importaba.
No sé cuanto tiempo más corrimos, pero cuando ya sentía que no daba más y estaba sin aire y hasta la rodilla sana me empezaba a fallar, por fin nos detuvimos. Jadeando, miré hacia atrás y vi que ya no había soldados persiguiéndonos y también vi que los hombres con que nos habíamos encontrado y que corrían delante de nosotros, ahora venían detrás. ¿En qué momento habíamos pasado delante? Ni cuenta me había dado…
Un maullido de Chevalier me hizo volver la cabeza y vi a la señora gato acercándose a nosotros. Nunca había visto a una señora gato antes, pero había visto mucha gente rara en todo el tiempo que había vivido en el circo, así que no podía decir que ella era la persona más extraña que había visto. Lo que sí me pareció raro fue que arrastraba un baúl y que llevaba una máscara como la que yo le había visto usar a un médico que nos atendió cuando medio circo se enfermó de gripe. Luego no vi que otros médicos la usaran, claro que no es que yo hubiera visto muchos desde entonces, pero la recordaba muy bien. ¿La señora gato era médico?
Parecía que si lo era, porque se arrodilló a mi lado y me preguntó donde me dolía. Me demoré un poquito en contestarle porque la dulzura con que me habló me hizo recordar de pronto a mamá y necesite algo de tiempo para contenerme y no echarme a llorar.
- Me duele la rodilla, señora – contesté, alzando un poco mi saya, para mostrarle mejor mi rodilla derecha. Sobre ella, mi calza se veía rota y ensangrentada.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Miró a aquél hombre tan semejante a un héroe de balada, de increíble cabello azul y formidable estatura, que se volvió a la muchacha y a él para decirles que avanzaran, que él los retendría. Realmente dudó por unos instantes Mizik que no se encontrase dentro de uno de los libros que devoraba en la biblioteca, o en uno de los cantares que interpretaba acompañándose de su arpa para ganarse un par de monedas de cobre y poder cenar caliente.
Cuando volvió a la realidad, se encontró con Gonzalvus y Elaine, que habían acudido a ellos. El pecoso le pidió que se colocara al otro lado de la pelirroja y Mizik lo entendió perfectamente; tomándola y sujetándola entre ambos pronto pudieron tomar ventaja respecto a sus perseguidores. De reojo vio como el chico alto y espigado que le sonaba no sabía de qué murmuraba unas palabras y hacía movimientos extraños... ¿magia?
Finalmente dejaron de correr, y aquella mujer que habían prácticamente arrollado antes en su apresurada huida se les acercó. Era extraña, pensó Mizik viendo la máscara. ¡Muy extraña!, se reafirmó al ver la cola. Sin embargo, parecía saber bien lo que se hacía, y llevaba la máscara identificativa de los doctores. Mizik volvió la vista atrás, y comprobó tranquilizado que habían logrado escapar a sus perseguidores, bien gracias a las flechas del coloso peliazul, bien gracias a los hechizos del joven mago.
Viendo que la muchacha estaba bien atendida, se volvió hacia sus nuevos compañeros, que ya habían alcanzado el punto en que se habían detenido Songèrie, Gonzalvus, su protegida y el propio Mizik. Sin saber quién era el líder de aquellos -si lo había-, si dirigió hacia el joven mago y el alto desconocido de largos cabellos.
-Hum... Y ahora, nobles gentileshombres... ¿Tienen vuecedes por ventura algún plan o estratagema para poder salir de todo aqueste infierno?
Cuando volvió a la realidad, se encontró con Gonzalvus y Elaine, que habían acudido a ellos. El pecoso le pidió que se colocara al otro lado de la pelirroja y Mizik lo entendió perfectamente; tomándola y sujetándola entre ambos pronto pudieron tomar ventaja respecto a sus perseguidores. De reojo vio como el chico alto y espigado que le sonaba no sabía de qué murmuraba unas palabras y hacía movimientos extraños... ¿magia?
Finalmente dejaron de correr, y aquella mujer que habían prácticamente arrollado antes en su apresurada huida se les acercó. Era extraña, pensó Mizik viendo la máscara. ¡Muy extraña!, se reafirmó al ver la cola. Sin embargo, parecía saber bien lo que se hacía, y llevaba la máscara identificativa de los doctores. Mizik volvió la vista atrás, y comprobó tranquilizado que habían logrado escapar a sus perseguidores, bien gracias a las flechas del coloso peliazul, bien gracias a los hechizos del joven mago.
Viendo que la muchacha estaba bien atendida, se volvió hacia sus nuevos compañeros, que ya habían alcanzado el punto en que se habían detenido Songèrie, Gonzalvus, su protegida y el propio Mizik. Sin saber quién era el líder de aquellos -si lo había-, si dirigió hacia el joven mago y el alto desconocido de largos cabellos.
-Hum... Y ahora, nobles gentileshombres... ¿Tienen vuecedes por ventura algún plan o estratagema para poder salir de todo aqueste infierno?
Mizik Ponjater- Cantidad de envíos : 31
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
En el momento en que retrocedí para cubrir a la malabarista y su protector, no estaba realmente seguro de que fuese a tener éxito en el combate que me proponía tener con aquellos soldados que venían tras nosotros. Disparé dos flechas mientras aguardaba a que los niños tomaran una distancia considerable. Una de ellas atravesó un brazo, aunque no parecía haber hecho un daño realmente importante, y la segunda directamente atravesó las estructuras del fondo. Con algo de suerte, habría asesinado un invasor que se encontrase dentro de ella, pero la flecha no tocó a quienes me interesaba herir. Sabía la causa de eso: el cansancio. Había luchado ya contra cuatro soldados, usando mi espada, y yo no era Breigal, ni tenía la elegancia de Salket cuando deslizaba el filo de su arma. No dejaba de ser un seguidor de Athanexis, seguro de que saldría con vida de ese lugar, pero agotado. La diosa no podría mantener mis energías, era demasiado ya que mantuviese mi vida intacta.
Esa conciencia de estar agotado fue lo que me hizo agradecer que Otto apareciera junto a mí y realizara ese extraño conjuro. Suelo engrasado, eso era bastante conveniente. Lo mejor sería correr, no serviría quedándome allí. Aproveché el impulso que Otto me dio para echar a correr rápidamente, y a la vez le di un pequeño impulso yo, situando mi palma en su espalda. No pasó mucho tiempo hasta que alcanzamos al resto, y Manos Mágicas nos alcanzó luego. Parecía ser que también se había detenido un instante, para, como pude notar al estar un poco más relajado, deshacerse de más peso innecesario.
La mujer que había aparecido durante nuestra carrera, se estaba ocupando de la malabarista, cuya rodilla se encontraba cubierta de sangre. Lamenté no ser capaz de curar con mi habilidad las heridas ajenas, pero inmediatamente supe que esa mujer la sanaría con efectividad. Mientras descansábamos, pensé en Daliny para sanar mis heridas, al tiempo que Raznet hacía guardia. Poco después, mis heridas se encontraban cerradas, aunque aún quedaban cicatrices en mi piel, sangre que se seca al pasar mucho tiempo en contacto con el aire. El protector de la malabarista nos dirigió la palabra mientras la joven era atendida por quien oficiaba de médico (y supuse que lo era, ya que nadie parecía desconfiar de ella).
-El plan es sobrevivir, joven. O robar un barco para marcharnos. Según lo que nos dijo el soldado, los invasores están atravesando la ciudad para marcharse de aquí... Dudo que consigamos un barco si están todos juntos, y probablemente destrocen cada embarcación que quede en el puerto. No creo que se confíen de que nadie será capaz de destrozarlos. Vine aquí a conseguir un barco...
Y presencié una masacre... otra masacre...
Esa conciencia de estar agotado fue lo que me hizo agradecer que Otto apareciera junto a mí y realizara ese extraño conjuro. Suelo engrasado, eso era bastante conveniente. Lo mejor sería correr, no serviría quedándome allí. Aproveché el impulso que Otto me dio para echar a correr rápidamente, y a la vez le di un pequeño impulso yo, situando mi palma en su espalda. No pasó mucho tiempo hasta que alcanzamos al resto, y Manos Mágicas nos alcanzó luego. Parecía ser que también se había detenido un instante, para, como pude notar al estar un poco más relajado, deshacerse de más peso innecesario.
La mujer que había aparecido durante nuestra carrera, se estaba ocupando de la malabarista, cuya rodilla se encontraba cubierta de sangre. Lamenté no ser capaz de curar con mi habilidad las heridas ajenas, pero inmediatamente supe que esa mujer la sanaría con efectividad. Mientras descansábamos, pensé en Daliny para sanar mis heridas, al tiempo que Raznet hacía guardia. Poco después, mis heridas se encontraban cerradas, aunque aún quedaban cicatrices en mi piel, sangre que se seca al pasar mucho tiempo en contacto con el aire. El protector de la malabarista nos dirigió la palabra mientras la joven era atendida por quien oficiaba de médico (y supuse que lo era, ya que nadie parecía desconfiar de ella).
-El plan es sobrevivir, joven. O robar un barco para marcharnos. Según lo que nos dijo el soldado, los invasores están atravesando la ciudad para marcharse de aquí... Dudo que consigamos un barco si están todos juntos, y probablemente destrocen cada embarcación que quede en el puerto. No creo que se confíen de que nadie será capaz de destrozarlos. Vine aquí a conseguir un barco...
Y presencié una masacre... otra masacre...
Talinthraxus- Cantidad de envíos : 44
Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.
Gonzalvus descansó sentado con las piernas cruzadas y sus brazos apoyados sobre ellas, con la espalda algo inclinada. Elaine estaba al lado de Songeriè, viendo como era atendida por la médica. Estaba sentada con Chevalier sobre las piernas, acariciándolo con una gran sonrisa, ajena a lo que realmente estaba pasando.
El asesino miró al grupo, el cual había crecido bastante. Todos los integrantes era totalmente disparejos.
Un gigante de pelo azulado y manchado con lo que parecía ser sangre, si no se equivocaba. Ahora que lo veía detenidamente, era aquel Talin... algo. Debería preguntar nuevamente su nombre.
Otto, hechicero alto con una túnica extraña y aparatosa y extraños inventos.
Un individuo con una cicatriz en el rostro y rasgos afilados.
Una mujer... gato? Gonzalvus ahora la miraba con mas detenimiento y efectivamente tenía pelaje, orejas, nariz y cola de gato, sin contar las garras.
Aquel joven, Mizik, el cual comenzó a hablar de forma realmente rara, tal vez demasiado rara para el pobre Gonzalvus, el cual no era tan bueno en aquel idioma el cual no estaba seguro cual era pero no pudo seguirlo.
La niña pelirroja, Songeriè, la cual estaba siendo atendida por aquella médica.
Finalmente, Elaine, la pequeña e insoportable protegida del asesino. Ahora parecía muy adorable con aquel gato sobre las piernas.
La carrera había sido bastante frenética y ahora que el asesino se tocaba aquella herida en la cabeza, parecía que había vuelto a sangrar. Debería ser momento de pedir asistencia médica de alguien con el material necesario para curarlo. Gonzalvus sabía primeros auxilios ademas de extensos conocimientos de anatomía, pero sin el material necesario, aquellos conocimientos eran inútiles.
El asesino se acercó a la señorita gata y luego de esperar que atendiese a la pelirroja habló.
- Salâm, señorita médica, mi nombre es Gonzalvus. Lotfan, ¿Podría atenderme? - Dijo el pecoso lo mas educado que pudo. Un asesino debía respetar a aquellos que eran su contra parte, a aquellos que, en vez de dar muerte, daban vida.
El asesino miró al grupo, el cual había crecido bastante. Todos los integrantes era totalmente disparejos.
Un gigante de pelo azulado y manchado con lo que parecía ser sangre, si no se equivocaba. Ahora que lo veía detenidamente, era aquel Talin... algo. Debería preguntar nuevamente su nombre.
Otto, hechicero alto con una túnica extraña y aparatosa y extraños inventos.
Un individuo con una cicatriz en el rostro y rasgos afilados.
Una mujer... gato? Gonzalvus ahora la miraba con mas detenimiento y efectivamente tenía pelaje, orejas, nariz y cola de gato, sin contar las garras.
Aquel joven, Mizik, el cual comenzó a hablar de forma realmente rara, tal vez demasiado rara para el pobre Gonzalvus, el cual no era tan bueno en aquel idioma el cual no estaba seguro cual era pero no pudo seguirlo.
La niña pelirroja, Songeriè, la cual estaba siendo atendida por aquella médica.
Finalmente, Elaine, la pequeña e insoportable protegida del asesino. Ahora parecía muy adorable con aquel gato sobre las piernas.
La carrera había sido bastante frenética y ahora que el asesino se tocaba aquella herida en la cabeza, parecía que había vuelto a sangrar. Debería ser momento de pedir asistencia médica de alguien con el material necesario para curarlo. Gonzalvus sabía primeros auxilios ademas de extensos conocimientos de anatomía, pero sin el material necesario, aquellos conocimientos eran inútiles.
El asesino se acercó a la señorita gata y luego de esperar que atendiese a la pelirroja habló.
- Salâm, señorita médica, mi nombre es Gonzalvus. Lotfan, ¿Podría atenderme? - Dijo el pecoso lo mas educado que pudo. Un asesino debía respetar a aquellos que eran su contra parte, a aquellos que, en vez de dar muerte, daban vida.
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
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