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A donde nos lleve el viento

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Mensaje por Dulfary 21/08/09, 01:49 pm

Desde que tenía una conciencia activa de lo que era el mundo, la brisa, el viento, el aire en completa calma, habían sido sus aliados, sus amigos en las buenas, en las malas, en los momentos de desolación, habían estado ahí con ella, ayudándola, apoyándola, brindando una mano invisible en que más de una vez y mas de una forma se había apoyado.

Para ella, el viento, no era una herramienta, ni era un medio, era un ente vivo, con su propia voluntad, era su cómplice. Entre los suyos pocos lo entendían como ella, por eso su dominio, no, su relación de mutuo acuerdo, era tan precisa; ella lo quería, sentía afecto y por eso no lo forzaba, se complementaban, se respetaban, él era paz libertad, y ella se sentía libre en él; era el único que podría cumplir una promesa de no dejarla sola, de volver a ella y a cambio, ella siempre volvía a él.

Contrario a las sombras, podía contar con él, podía acariciarlo con la yema de sus dedos de la forma en que lo hacía en ese momento parada en el carajo de la galera, con los brazos extendidos, la frente muy en alto, los ojos cerrados. El viento la abrazaba y ella solo le hacía cosquillas con los dedos.

El viento que se estrellaba contra el velamen la llevaría allí a donde debería estar. Al lugar correcto, tal vez en el momento equivocado. Pero era mucho más seguro que viajar por las sombras, llegaría al lugar al que le habían asignado.

No había utilizado su conexión con el viento para apresurar el viaje, aunque en alguna ocasión había hecho lo contrario. Con el sol picando en su piel pálida, se sonrojó al recordarlo, al saber que se bloqueaba a sí misma en el proceso consciente de entender por qué lo hacía, no podía engañarse a sí misma: que el viaje fuera muy rápido implicaría que sus caminos de nuevo se separaran. No lograba entender el por qué lo hacía. Sabía que debía estar sola, eso facilitaría su trabajo. Pero era tan divertido estar con su compañero de viajes.

Sonrió de forma más amplia, podía ser un regalo de su amigo el viento que por coincidencia él tuviera que viajar al mismo lugar. Eso le había dado valor en más de un sentido, al menos cuando los recuerdos de su primer encuentro no la desconcertaban y confundía aun más su joven corazón.

El viento, fiel compañero, los llevaba a nuevas tierras, a aventuras desconocidas, a lugares por conquistar.
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Mensaje por Kelisay 24/08/09, 03:02 pm

Se sentía desnudo. Y no, a diferencia de aquella mañana, no era una sensación agradable. Por pedido de los guardias del barco, del maestre, del capitán y de prácticamente todo el mundo, había tenido que dejar sus armas en el camarote que le había tocado, una habitación sencilla y pequeña. Claro, la mayoría de la gente la usaba sólo para dormir, no había necesidad de que fuera mucho más ostentosa que un gran armario con cama y baño.

Pero él no dormía, motivo por el cual su camarote era poco más que un almacén. Para sus armas.

No es que le gustara pelear, o intimidar con su presencia y la de su enorme espada. Simplemente no estaba acostumbrado a desprenderse de su fiel e impía arma, y de su común y corriente ballesta.

Si, tenía su magia, pero no se le daba del todo bien, y estaba lejos de darle la sensación de seguridad que tanto necesitaba últimamente… más precisamente, desde hacía dos semanas y media.

Desde que había conocido a Arale. No, más bien desde unas horas después de conocer a Arale. Inconscientemente, se llevó la mano a la mejilla. Casi se podía decir que aun le picaba, por culpa del tremendo sopapo que la rubia le había encajado…

¿Pero qué quería de él aquella… mujer? La mano que había levantado hasta su rostro siguió camino hacia su frente, la cual masajeó en un intento de alejar la jaqueca que se avecinaba. Ya se había acostumbrado bastante al bamboleo del barco, aunque de vez en cuando el mar se picaba y sentía algo de malestar.

Paseó la vista por la cubierta, buscando algo para hacer. La rubia no estaba cerca, lo cual era en parte un alivio y en parte… ¿Dónde estaba? Bueno, siempre podía matar el tiempo con Jazmín, la única mujer en todo el barco que no había terminado aburriéndolo a las pocas horas de conocerla.

Le había tomado un día completo hacerlo.

…¿Aquella no era Sandra? Si, esa melena castaña era inconfundible. Retrocedió un par de pasos y volvió por donde había venido, ahora encaminándose a la proa del barco. Contemplar el mar era lo más interesante que le quedaba para hacer. Y aun faltaba bastante para llegar a destino…

¿Dónde se habría metido la rubia?
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Mensaje por Dulfary 05/09/09, 11:56 am

El viento era su amigo y como cómplice también le hacía algunas travesuras, como soplar en dirección contraria despeinándola atrayendo su atención hacía lo que ocurría abajo, mucho más lejos que sus pies. Ella pensaba en el rey de Roma y él que se asoma. Ahí estaba uno de sus compañeros de viaje, justamente en el que estaba pensado, vagaba como ella por el barco, sin duda a él tampoco le quedaban muchas actividades por hacer en un lugar tan pequeño como una galera.

Desde la altura lo miraba. Por un momento pensó en la primera vez que soñó con él. El rubor en sus mejillas se fue, al menos el que le provocaba sus emociones, porque el que el del sol se mantenía y se mantendría mientras estuviera en el mar. No recordaba muchas cosas de ese sueño, solo lo más importante que había sido con él y lo nítidos que permanecieron sus ojos en el recuerdo aun después de tanto tiempo.

Se preguntó con qué cosas soñaría él si pudiera hacerlo. Seguía pensando que sin dormir, las noches debían ser muy largas y aburridas. Oh inocencia.

Suspiró y se dio la vuelta, mirando en la dirección contraria. Todo había sido demasiado rápido. En alguna parte del horizonte había dejado muchas cosas y no se trataba precisamente de su hogar, había cortado con todo sin darse tiempo a pensarlo o a sentir la tristeza de la separación, más allá del impacto inicial cuando le asignaron su misión. Aun le dolía el corazón por abandonar a quien quería tanto. Su hermano había sido tajante al darle las indicaciones de su partida y se lo explicó tan bien como pudo, le juró que se cuidaría y cual vil ladrón huyó por la noche.

Era lo correcto, era lo que había que hacer, y el viento le rozaba la cara infundiéndole ánimos, hasta las sombras traicioneras la habían apoyado y la llevaron con buen resguardo hasta el kamael ese día en el puerto. Una coincidencia detrás de la otra, casi lo veía como un plan elaborado, solo que cada persona implicada no se conocía con la otra como para que tal cosa fuera cierta.

Pero por alguna razón que aun no comprendía y tampoco se atrevía a entender, cada vez que se cruzaba con Keli en el barco esa desazón pasaba, era como si tuviera un instante de paz. Aun con sus ironías y su sarcasmo, era entretenido estar con él, relajante, cada tema de alguna forma era interesante, aprendía cosas con él, la hacía cuestionarse sobre cosas del pensamiento de la misma en que lo hizo cuando se conocieron en el bar, hablaban mucho y no solo hablaba ella, lo que era un cambio notorio y le agradaba, pero no quitaba que hablara tanto como siempre y mas que él en comparación. Había conversación, cuando se cruzaban, pero la había.

Sonrió con melancolía. En ocasiones se sorprendía echándolo en falta. Bien dijo Waltari que el tiempo sana todas las heridas y para todas las heridas hay bálsamos, incluso para el corazón, aunque ella no lo supiera ni sospechara ni lo aceptara si se lo dijeran en ese instante, ya le llegaría a ella ese momento.

Tarde se le ocurrió pensar que aquello que los puso juntos en el barco podía traer consigo a Dante, una casualidad. Eran tan diferentes… el viento se arremolinó a su alrededor, con suavidad, como una caricia, como un abrazo de consuelo. Él la entendía, a él le susurró sus tristezas y luego le murmuró a media lengua pequeñas dudas que se formaban en su corazón.

Entre los dos no llegaron a ninguna conclusión. Pero tomó la decisión de pasar esa noche sin dormir. Sin pensar en lo imprudente que podría ser su proceder, se propuso buscarlo en donde estuviera y que se hicieran compañía un rato.

Mientras Dul se mantenía perdida en su conversación con el viento, la vida en el barco seguía su curso normal a excepción de dos marineros, que en el mismo lugar en que estaba Kelisay, la observaban y cuchichaban cosas sobre ella, sobre Jazmín, sobre Sandra, sobre la otra mujer que viajaba en el barco.

El viento sopló de nueva cuenta con fuerza, esta vez notorio para todo el barco. Un particular halón de orejas de parte de su amigo, que por cierto casi la hace caer desde el carajo, que le indicaba que el mejor momento era ahora. Se agarró como pudo para no caer y volviendo la vista de nuevo hacia él, con una de sus cálidas sonrisas se dispuso a obedecer. Subir había sido sencillo. La pregunta era, como se bajaba de ahí?
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Mensaje por Kelisay 05/09/09, 06:58 pm

Ahogó un suspiro de hastío y desvió la vista del mar para clavarla en la pareja que Arale había visto desde el carajo. En ningún momento se le hubiera ocurrido levantar la mirada para buscarla tan (tan) arriba, sobre todo porque su vista tampoco era la mejor, y quizá no la hubiera distinguido. Aunque su melena rubia tal vez la habría delatado.

Como fuera, se entretuvo observando a la mencionada pareja, que además de intercambiar intimidades sobre Jazmín, Sandra y todas las demás mujeres del barco (intimidades falsas, por cierto… sabía perfectamente que Sandra no tenía ninguna marca de nacimiento allí, y que a Jazmín no le agradaba aquello) apostaban monedas en los dados.

Era gracioso, pues ambos hacían trampa y lo hacían mal. Y ambos lo sabían. En realidad, hacían poco más que intercambiar las mismas diez monedas (cinco de cada uno) una y otra vez.

…ni siquiera las retiraban del barril que usaban como mesa. En pocos segundos la escena pasó de “graciosa” a “triste”.

Y después le tocó la etiqueta de “suicida” cuando uno de ellos abrió la boca tras un corto silencio.

-¿Viste a la rubia de azul? -preguntó uno, mirando detrás suyo como si temiera (o esperara) verla parada detrás suyo.

-Tendrás que ser más específico, vi casi todo de ella. -respondió el otro con una sonrisa tonta y lasciva.

Tarde o temprano iban a llegar a ella. No había tantas mujeres en el barco (bien que lo sabía), y la verdad Arale era la más atractiva de todas. Raro que no la hubieran mencionado antes…

-No me refiero a anoche, sino a hoy.

Bueno, eso lo explicaba.

-¿Es un juego de dos, señores? -preguntó Keli, aun sin moverse desde su repantigada posición contra la baranda del barco.

Ambos realizaron con la mirada el exacto mismo recorrido que seguía todo mundo al verlo por primera vez: De arriba a abajo, de su única ala al espacio vació del otro lado de su cuerpo, y de arriba a abajo de nuevo. Esta secuencia se repetía más o menos veces, dependiendo del "nivel intelectual" de la otra persona. En este caso, tres uno y cuatro el otro.

-Sí, lo sé, sólo tengo una. -Replegó un poco más su ala, medio extendida hasta entonces por comodidad, como para mostrar que era real, e hizo sonar la bolsa de monedas que colgaba de su cinturón donde normalmente llevaba la ballesta. -¿Cuánto dinero quieren perder? -preguntó mientras le dedicaba una irónica sonrisa a cada uno.

A falta de armas, y sin intenciones de que lo echaran del barco por usar su magia, humillarlos en su propio juego y ganar algo de dinero en el proceso le parecía una buena opción.
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Mensaje por Dulfary 07/09/09, 09:22 pm

Por fortuna y para la buena salud de los marinos, la niña no podía escuchar su conversación. Estaba claro que se tardaría un momento en comprender a qué era lo que se referían, pero cuando lo hiciera...

- Somos los mejores jugando Constelación, pero podemos apostar suave para no perjudicarlo, si le parece - dijo uno de ellos llenándose de valor y abriéndole campo en el barril. Mientras el otro lo seguía mirando con cierta desconfianza, el primero quería tantear que tan buen era jugando, ver si podía realmente quitarle su dinero.

- Pero no puede decirle nada al capitán... que sea un pacto entre caballeros - desde la altura, la niña se agarraba de una de las cuerdas, aun temerosa de saltar al vacía, pero ahora más indecisa por lo que hacía Kelisay.

Cada uno alistó las pocas monedas con las que apostaba y esperaron a que se sentara. Estaban un poco mas tensos. Con un testigo de por medio no podía seguir hablando de lo que hacían. Pero tras batir los dados por una vez, la lengua le picaba a ambos para continuar con lo que decían.

- No, aun no la veo hoy. te debe gustar más que a mí donde la extrañas - sonrió con picardía - mis gustos son diferentes -

Desde el otro lado del barril, su compañero lo pateó con fuerza, abriéndole los ojos, amenazante y mirando de soslayo a Keli. Como fuera, era tarde y ambos lo sabían, así que simplemente carraspeó y trató de arreglar el pastel.

- Disculpe a mi compañero, a veces es demasiado idiota -

El viento sopló con fuerza en ese momento. Las velas recogidas no se vieron afectadas, pero en alguna parte chilló irritada alguna dama por lo que le hacía a su vestido. El vértigo le había ganado a la kazekage. Caminando a gatas sobre lo que para ella era "el palo que atravesaba el mástil un poco mas cerca del carajo" había tratado de acceder a la malla por la que había subido, sin mucho éxito. Se había aferrado a la cuerda como si de eso dependiera su vida y el viento temiendo lo que sería más lógico, una caiga, se alistaba para su llamado.

Por qué podía correr y brincar entre techos tan altos como estaba ahora y no podía hacerle frente a esto? Estaba asustada y lo peor, ahora que no estaba concentrada en el viento, volvía a sentir nauseas.

Se le ocurrió que podría enrollar la cuerda que sujetaba en el mástil y con el movimiento llegar hasta la malla de nuevo, así se agarraría de esta y bajaría como si nada. Si d verdad quería hablar con él, pasar tiempo con él tendría que hacerlo.

Cuando el marinero volvió a agitar los dados y puso una moneda sobre el barril, la niña se había levantado del tronco con mucha inseguridad, enrolló la cuerda en la mano y corrió sobre lo que estaba. En simultáneo, el marinero soltó los dados al aire y ella saltó al viento.

Reprimió las ganas de gritas, primero de susto, luego de júbilo y diversión. Cortaba el viento, se sentía volar y lo primero en lo que pensó fue en invitar a Keli a que hiciera lo mismo. La cuerda se tensó y describió el círculo que ella esperaba, los dos golpearon contra la madera revelando su resultado.

Mas de uno hizo cara de sorpresa, los dados no dieron lo que debían, la cuerda no dio hacia la malla.
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Mensaje por Kelisay 08/09/09, 05:49 pm

-¿Los mejores, eh? Me interesa saber qué tan bueno puede ser uno en un juego de azar. -Se podía ser muy bueno en un juego de azar, de eso no tenía duda alguna. Y sin siquiera hacer trampas, cosa que planeaba hacer de todas formas. Pero la idea no era decir verdades fundamentales sobre la vida, sino humillarlos.

Asi pues, acercó un balde a modo de improvisado asiento, y se unió a la pareja.

-Oh, no se preocupe. ¿Qué hay de malo en intercambiar… experiencias? -comentó en tono de complicidad, dejando cinco monedas sobre el barril. Si, definitivamente iba a humillarlos.

-En eso tiene razón. Después de todo, no hay damas presentes -dijo uno de ellos, tirando sus dados.

-¿Asique experiencias, eh? -preguntó el otro, aun desconfiando, haciendo rodar los suyos.

-Sí, experiencias. Por ejemplo, escuché que mencionaban a Sandra hace un momento… -Keli tiró sus dados, los cuales previamente había acomodado como él quería en el fondo del cubilete, mientras los marineros hablaban. El resultado fue una bonita escalera del uno al cinco. -¡Vean eso! No conozco bien las reglas, pero asumo que una escalera es algo bueno… ¿En qué estábamos? -Retiró quince monedas del barril, pues aun sin conocer las normas, estaba seguro de que una escalera le ganaba a un par de cuatros y a un trío de dos. -¡Ah, Sandra! Asumo que saben del…

Hizo un gesto con la mano, acompañado con una sonrisita lujuriosa y confidente. Un gesto absolutamente incoherente, cruza entre el movimiento de voltear un panqueque en su sartén tirándolo al aire, y la escritura con pluma fuente.

-…ustedes me entienden, ¿no?

Como era de esperarse, Keli no tenía la más remota idea de las andanzas de Arale por entre los travesaños (O “el palo que atravesaba el mástil un poco más cerca del carajo”) y las velas. Y de haberlo sabido, pues…

No lo sabía, y punto. De momento, se limitó a mover los dados nuevamente, esta vez acomodados para un sutil trío de seises.
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Mensaje por Dulfary 12/09/09, 08:05 pm

Por supuesto que no entendían a lo que refería. De hecho, no tenían idea de lo que estaba hablando. Pero eso no fue impedimento para asentir con la propiedad del conocimiento de causa e incluso uno de ellos le dedicó una sonrisa cómplice. Y fuera de no entender, tuvieron que subir su apuesta a lo que exponía el pasajero.

Para bien o para mal el asunto de los dados, la forma tan humillante en la empezaron a perder ahora que no tenía tanto dinero para pensar en una revancha detrás de la otra, les terminó de quitar las ideas que pudieran tener sobre qué otra cosa de la intimidad de las damas del barco podrían ventilar.

Desde el aire, viajando como un pájaro atado al mástil, Dul si se alcanzó a percatar de la seña que hacía Keli. Le pareció demasiado extraña, las sonrisas en las caras de ellos la desconcertaron un poco y perdió de vista, ella también, que no estaba llegando al punto en el que todo estaría bien y ella salvo, que no había maya a la cual agarrarse.

La mano del marinero se apresuró a detener la de Kelisay que se llevaba las monedas.

- Eso no es del todo correcto – dijo con el ceño fruncido pero con una sonrisa. La cuerda se tensó, sus manos resbalaron un poco y dio un nuevo giro. – Gana el más bajo, así que… -

- gano yo – dijo el otro y le apartó las manos a ambos con firmeza y se llevó las monedas - va de nuevo – guardó sus dados en el potecito y los batió – Sandra tiene lo suyo, sin duda, pero entre nos, cual les ha parecido la mas…? - colocó el pote en la mesa improvisada sin destapar sus dados para mover los dedos entre sí, otra seña confusa, pero la sonrisa lasciva y perversa del otro hizo que la niña ladeara la cabeza olvidándose de nuevo que el plan no era observarlos, sino bajar del mástil. Pusieron 3 monedas y esperaron la apuesta dejando los dados al descubierto. La cuerda se deslizó por las manos de la niña, quemándola un poco, bastante y fue doloroso, pero no cedió convencida que en algún momento llegaría a la superficie si se mantenía.

Esta vez tuvieron dos pares y escalera.
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Mensaje por Kelisay 14/09/09, 08:42 pm

-El más bajo, ¿eh? -reacomodó los dados para que salieran cuatro números dos, y movió el cubilete en su mano para disimular. -¿Y si sacara cinco unos, ganaría la mano?

Por lo que había visto de reojo antes de entrar al juego, las reglas acababan de cambiar en beneficio de ellos… pero bueno, qué se le iba a hacer. Tenía suficiente dinero como para no preocuparse, al menos de momento, y la verdad era que cualquier cosa que perdiera jugando podía robarla más tarde.

-La más… -una nueva sonrisa lasciva cruzó su rostro mientras adoptaba una expresión pensativa, como si hiciera memoria, antes de responder. - Pues creo que Mónica. Sí, no hay duda, tengo que decir Mónica. -No había ninguna Mónica en el barco. A ver cómo salían de esa. -Aunque a veces exageraba un poco. Sobre todo en la bodega…

Movió un poco más el cubilete, esperando la confirmación sobre las “reglas” de aquel juego y pensando sobre su siguiente frase ambigua y carente de sentido. Por pura costumbre (llevaba todo el viaje haciéndolo) dejó que su vista vagara por el entorno. Y así, de casualidad, vio a Arale colgada del travesaño, intentando llegar a la escalera de cuerda sin demasiado éxito.

Siguió de largo, sin procesar lo que había visto hasta unos momentos después. Pero justo cuando iba a volver a mirar aquél sitio para asegurarse de que su imaginación no le hubiera jugado una mala pasada, alcanzó a ver una silueta oscura recortada en el horizonte.

Un barco. Y aun a esa distancia, pudo distinguir una bandera negra ondeando en su mástil…

Sólo entonces sus ojos rebotaron a donde había visto a Arale. Y de ahí, a sus compañeros de juego.

-¿Aquellos son piratas? -preguntó con cierto sarcasmo. Al parecer iba a ganar la mano…
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Mensaje por Dulfary 14/09/09, 09:02 pm

Las cabezas de los marineros se giraron a ver hacía el horizonte y de inmediato posaron la vista en el carajo para confirmar si el observador había visto algo. Sorpresa, el observador no estaba. De hecho, regresaba con un trozo de pan y venía caminando a paso lento.

Cuando la chica rubia le había dicho que quería subir para ver si se le pasaba el mareo y para sentir el viento, supuso, de mala forma, que ésta estaría pendiente y que haría su trabajo aunque no de la misma forma efectiva en la que lo hacía él.

Pero no era así: la chica rubia, parecía tener tendencias suicidas, se había lanzado desde la altura, tan solo sujeta de la soga, ella a la soga, no al revés como sería mucho mas seguro. Corrió en dirección al mástil y los marinos aguzaron la vista. Si, un punto negro con una bandera negra. Que la bandera fuera negra no quería decir precisamente que fueran piratas, pero era mejor asegurarse y más cuando el pasajero acaba de hacer preguntas sobre el juego que los pondrían en videncia y perderían su dinero.

- Si si, Mónica esta medio loca y eso es excelente - dijo uno de forma apresurada retomando sus monedas, sin los dados y poniéndose de pie mirando aun al horizonte.

- Pero yo le sigo yendo a la rubia, en cuanto me vuelva a dar oportunidad va pagando y le doy – su tono también era asunte pero parecía hablar en serio, e igual que su compañero tenía los ojos puestos en el mar

- Entonces ruega que no sean piratas o te vas a quedar con las ganas y ellos con lo tuyo – miró al Observador y le hizo señas – Disculpe señor, tendremos que dejar la charla para después, si sus sospechas son ciertas es mejor que busque resguardo no sea que le ocurra... – el golpe seco de algo cayendo en cubierta lo interrumpió haciéndolo girar de forma brusca hacia su origen -… algo - dijo perpelojo preguntandose de donde había salido y si los había escuchado hablar.

Justo frente a ellos, a unos pocos pasos, efectivamente había aterrizado Dulfary, había caído casi que en cuclillas y lo primero que hizo fue mirar a Kelisay. Si alguien mas se había estado fijando se daría cuenta que no se dejó caer, se había resbalado de la cuerda y que todos sus esfuerzos por mantenerse en ella habían sido en vano. Cuando ya no estuvieron si no ella y el aire, había dado una voltereta y había caído casi como un gato, de no ser porque no mas tocar el piso, aun con el ceño fruncido se puso muy verde y se llevó la mano a la boca y dando un traspiés trato de correr hacía la borda, tropezando consigo misma, cayendo y aun así retomando la carrera hasta llegar y, por tercera vez en el día, vomitar.

Mientras, los marinos se retiraron sin ponerle mayor cuidado, llamando a voces al otro para que les diera confirmación visual.
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Mensaje por Kelisay 15/09/09, 08:22 pm

-Cobardes -comentó con desdén.

Pero no iba a dejarlos ir así como así, mucho menos después de que hablaran de Arale de esa forma. Una sonrisa exageradamente sádica cruzó por su rostro al tiempo que estiraba la mano para tomar del hombro al marinero que había mencionado a la rubia. -¿De verdad quieres tocar a mi favorita?

Apretó el hombro de aquél tipo lo justo como para dejar una bonita marca morada (hubo algo de magia de por medio, a decir verdad) para luego empujarlo lo suficiente como para separarlo de él, pero no tanto como para hacerlo caer. Dirigió la mirada hacia su otro “compañero de juegos”, ahora con una sonrisa tan normal e inocente como podía serlo cualquier expresión suya.

-No se preocupe, fue entretenido mientras… -una Aralé cayó del cielo -…duró. -Cierto, la rubia estaba allí arriba. -¿Estás bien?

No hizo falta que le respondiera, evidentemente ella no había superado los mareos que el mar producía. Pobrecilla. Por respeto, esperó a que terminara con “lo suyo” antes de acercársele y poner una manos sobre su hombro. La misma que había usado para marcar al otro marinero, después de todo era diestro.

-Sé que es una pregunta tonta, pero una respuesta sería muy útil en este momento. ¿Estás bien? -Levantó la vista hasta el horizonte, donde la silueta del barco era cada vez más clara -Porque si no, diría que te recompongas pronto.

Incluso siendo optimista, que un barco de bandera negra se dirija directamente hacia otro barco no es bueno.
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Mensaje por Dulfary 15/09/09, 08:40 pm

La expresión de susto en la cara del marinero al que le había apretado el hombro no tenía precio. Tampoco fue capaz de articular palabra, pero con su mirada llena de cobardía lo decía todo.

Ambos estaban confundidos pero no había tiempo que perder.

Por su lado, Dul no había pasado de arcadas y nauseas profundas, era más bien poco lo que había botado de su organismo. Pero el paseo había sido divertido. Claro que eso no quitaba que gruesos lagrimones amenazaran con salir de sus ojos por el esfuerzo fisico de tratar de seguir vomitando.

Se sobre saltó al sentir la mano de Keli y lo miró por encima del hombro un poco sonrojada. Se apresuróa secarse los ojos antes que las lagrimas corrieran y le respondió asintiendo con la cabeza, pero de inmediato dejó caer el peso de su cuerpor sobre la borda, con los brazos por fuera y la cabeza casi colgando.

- No pensé que viajar en barco fuera tan complejo, cuando no pienso en que nos movemos como lo hacemos no hay problema, me siento bien, pero cuando siento que el barco se balancea y me fijo en eso me reboto mucho... - al menos, seguía hablando tanto como de costumbre - ... no sé como recomponerme... mientooo... si sé... sacama de aquí... - suplicó infantilmente, no pensó en las razones por la cuales le pedía tal cosa, pero si estaba segura que se sentía mucho mejor con él al lado, con su mano dandole apoyo y sobre todo, con que se interesara por como estaba.

- Por qué? - preguntó con voz cansada, un poco ronca y sonrió con picardía - a donde me vas a invitar? - pero no bastaba para levantarse de la incomoda posición en la que estaba y con la que evitaba rebotarse de nuevo.
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Mensaje por Kelisay 15/09/09, 09:02 pm

Se le escapó una sonrisa ante la súplica de Arale. Que chica tan rara… y para colmo, su pregunta daba pie a cualquier tipo de respuesta. ¿Por qué ahora, y no antes? Desgraciadamente, el barco en el horizonte sí resultó ser pirata, y el vigía ya estaba dando la alarma.

Estaban en un barco de pasajeros, y eso significaba que la guardia era más bien escasa. Quizá veinte o treinta soldados con bien entrenados, pero nada más. Si bien era cierto que los navíos piratas no se caracterizaban por tener una tripulación muy numerosa, se daba por sentado que estaban a la par de cualquier guardia naval… de otra forma, no seguirían existiendo.

En definitiva, tenía todo para ser una pelea difícil, y con muchas bajas inocentes. Y la pregunta daba pie para tantas cosas…

-Te invito a sobrevivir al inminente ataque pirata. ¿No te parece romántico? -le dijo con un suspiro resignado y una mueca sarcástica, mientras señalaba al dichoso barco cada vez más cercano. -¿Crees que puedas acompañarme a mi camarote? Dejé allí mis armas.

Tanto que se había preguntado dónde se había metido la rubia… bueno, al menos Jazmín y Sandra tendrían otra cosa en qué poner su atención. Le dedicó una media sonrisa y le tendió la mano para ayudarla a caminar.

-El lado positivo es que tendrás otra cosa en qué fijarte aparte del vaivén del barco.
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Mensaje por Dulfary 15/09/09, 09:19 pm

Escuchó lo que le decía y muy despacio subió la vista hasta el barco. Como si el aviso que daba el vigía no fuera cierto o no lo estuviera escuchando. Piratas.

- Piratas? - por la forma en que formulaba la preguntaba parecía que desconociera la palabra - Ay no... - se quejó - no, no, no, no, ay no... - Entonces cayó en cuenta de como concluyó la invitación. Romántico?

Romántico??

Por qué creía que era romántico? Ah vale, estaba siendo sarcástico, pero entonces porque su corazón se aceleraba así con una palabra tan simple ~sencilla... SIMPLE!!! sencilla ~

Primero lo miró sonrojada, con una sonrisa que demostraba que le hacía gracia su pregunta sarcástica, pero luego sus ojos se abrieron con cierta indignación mal infundada por aquello de ir al camarote. Cuando completó su frase ya se había puesto en evidencia sobre su mal pensamiento y se apresuró a fingir decepción para que contrastara con su expresión anterior.

- Ah, para eso... bueno, si, vamos - sonrió de nuevo con picardía, con la cara muy roja y sintiéndose muy tonta. Como se había atrevido a pensar semejante cosa de alguien que había demostrado ser un caballero que... que le había dado un beso sin su permiso... pero si apartaba eso, Keli había mostrado ser muy cortes y correcto. Como podía haber pensado que en semejante situación él se pondría con cosas así?

Sin dudarlo tomó su mano y se dejó guiar. No estaba muy segura de donde estaba su... esta bien, a quien quiere engañar el redactor, sabía en donde estaba su camarote, pero se dejó guiar como si no lo supiera.

- Es cierto y ya no estaré mareada - sonrió con mucho mejor animo, ver lo positivo en lo catastrofico - no hay forma de poder negociar con ellos, que nos... te acuerdas cuando te dije que soy un imán para los problemas? - ella misma no se acordaba de habérselo dicho, pero tan convencida estaba que seguramente así había sido.
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Mensaje por Kelisay 15/09/09, 10:06 pm

Ajeno a lo que la palabra “romántico” había causado en la muchacha, Keli se limitó a responder lo obvio.

-Sí, piratas. -Dijo en tono neutro. No estaba demasiado preocupado, no era el tipo de personas que se asustaran con facilidad.

Más allá de la situación, no fue ajeno al cambio de expresión en el rostro de Arale. Tampoco le costó demasiado darse cuenta de cuál había sido su línea de pensamiento. Frunció en el entrecejo, fingiendo extrañeza, y le sonrió con picardía.

-Claro que para eso… ¿qué otra cosa podríamos hacer tu y yo en mi camarote? -Ensanchó la sonrisa y tiró de ella. -Vamos, esta algo lejos.

Pasar entre los asustados pasajeros que se dirigían a la relativa seguridad de sus camarotes fue más complicado de lo esperado, sobre todo porque había solo dos escaleras que bajaran a la “zona residencial” (ni idea de cómo se llamaba esa parte) del barco.

Finalmente llegaron sin más inconvenientes que un fugaz encuentro con Jazmín, quien corría de la mano de uno de los guardias en dirección al camarote de ella y ni siquiera lo registró.

Un guardia menos.

-No creo que podamos negociar con ellos. Probablemente haya pelea. -La miró de reojo, un tanto preocupado por cómo reaccionaría a esto último. -A decir verdad no lo recuerdo, pero suena a algo que dirías tu.

Le dedicó una media sonrisa mientras abría la puerta de su cuarto. La cama hecha y todo ordenado y en su lugar… si, era fácil pensar en otras posibilidades. No culpaba en absoluto al guardia que se había fugado con Jazmín. Sin más, se colgó su impía espada y cargó la ballesta.

-Listo. ¿Tu cómo estas? -le preguntó, mientras enganchaba la ballesta a su cinturón.
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Mensaje por Dulfary 15/09/09, 10:30 pm

La sonrisa de él le devolvió un poco la confianza y los colores fueron pasando sin llegar de nuevo al verde, se quedó en su blanco natural. Ahora que tocaba esquivar personas, su concent5ración efectivamente estaba en otra cosa.

- Podríamos hacer caso a los marinos - sonrió con complicidad. Ambos sabían que no eran la clase de personas que se esperan a que llegue el enemigo hasta ellos. Por un momento pensó que le costaría mantener el equilibrio pero no fue así .

Uno que otro golpe en el hombro fue todo lo que trato de retrasar ese recorrido hasta el cuarto de él. Escuchó lo que le dijo, pero no rspondió a eso. Si, sin duda habría pelea y la darían, pero no sabía como era una pelea en el mar. Había leido libros y pergaminos al respecto, pero jamás... este era su primer viaje por mar.

Llegaron a la habitación. Sin saber por qué, se puso un poco nerviosa pero de inmediato pasó. Estaba... ordenada.

- Vaya!, no pensé que fueran ton ordenado. Que interesante - Sabía en donde estaba pero por supuesto nunca había entrado; estaba ligeramente impresionada, aunque bien podía acharle todo al buen servicio del barco. Se quedó quieta al a entrada, recorriendo con ojo critico (visto desde afuera, pero en realidad era con curiosidad) cada parte del lugar. Miró la cama. La suya, no es que estuviera destendida, pero no estaba tan templada como la de él. Manos a la espalda, postura recta y volvió los ojos a él cuando le habló.

Si, sabía que algo le había dicho. Si, sabía que algo tenía que responder. Pero se lo quedó mirando. Enarcó la ceja extrañada. Era tal vez la primera vez que estaban así de.. " a solas" no era eso lo que tenía en mente cuando decidió ir a buscarlo y aunque en su mente inocente solo se pasaba lo agradable que sería tener una larga charla cn él en esas condiciones de calma e intimidad que daba estar en euna habitación sindudas cabían muchas posibilidades.

Sonrió con dulzura y luego con algo de burla bajando la vista al piso.

- Disculpa, me decías? -
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Mensaje por Kelisay 16/09/09, 01:13 am

-¿Hacerle caso a los marineros? -se le vino a la cabeza la “charla” que había mantenido con ellos antes de que Arale llegara, y sonrió con sarcasmo. -¿Estás segura de eso?

Dejó escapar una risita, y le echó una ojeada al cuarto para asegurarse de que no se había olvidado de nada. No sabía si ella había oído a los marineros hablar, asique mejor dejar el tema ahí.

Estiró un poco su ala, ya convencido de que no dejaba nada que le fuera a servir en aquella situación, y más por costumbre que por otra cosa se ajustó la correa de su espada mientras dejaba la vista quieta en la rubia.

-No es que sea especialmente ordenado, tan solo paso poco tiempo aquí. La noche es aburrida, y en cubierta al menos corre el aire. -Dejaría de lado sus otras actividades nocturnas. Dudaba seriamente que a Arale le interesara. -Aunque sí, a veces me quedo aquí.

Cada vez había más gente yendo y viniendo por el pasillo, y el ruido que hacían se estaba volviendo molesto. Con una leve mueca de disgusto, se acercó a la puerta y la cerró, pasando el brazo por el costado de su acompañante y acercándosele mucho en el proceso.

-Preguntaba cómo estabas tú -repitió mirándola a los ojos, repentinamente consciente de lo cerca que estaban. Y tras unos instantes, casi volvió a escuchar el bofetón que la rubia le había propinado aquella noche, en la ciudad -Si tienes todo lo que necesitas, si estas nerviosa. -Debía de ser la primera vez en su vida que se acercaba de esa manera a una mujer sin más motivo que el evidente… cerrar la puerta, en este caso.

Por encima del bullicio provocado por los pasajeros, se pudo escuchar una voz potente y autoritaria ordenando a todo el mundo que se dirigiera de forma tranquila y calmada a sus cuartos, y asegurando que la guardia tenía todo bajo control.

-Creo que sería mejor si esperáramos unos minutos aquí, a que los civiles se guarden. No sería bonito si alguien me chocara y mi ballesta se disparara por accidente, o algo por el estilo…

Además de que la visión de un sujeto de ojos rojos con una espada gigante en la espalda no era la más agradable cuando se estaba bajo un ataque, pirata o de cualquier tipo. Se cruzó de brazos al tiempo que se recostaba contra la pared, sin alejarse demasiado ni de la puerta ni de Arale, pero dejándole espacio suficiente para que se moviera con libertad por su pequeño cuarto. Una muda invitación, tanto a pasar como a rechazar su idea y volver afuera juntos.

-En fin… más allá de los mareos y el inminente ataque pirata, ¿qué te parece el viaje hasta ahora? -el típico toque sarcástico se hacía ver en su sonrisa y en su tono, pero no tanto en su mirada. Por extraño que pudiera parecer(le), realmente estaba interesado en saber cómo se encontraba ella.
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Mensaje por Dulfary 16/09/09, 03:08 pm

- No - sonrió haciendo cara de nomeimportista - me cuesta obedecer a veces, pero lo que menos me apetece es esperar pacientemente a que ellos hagan todo el trabajo si nos atacan - ahí iba de nuevo su vena heroica, la muestra que, o no había escuchado nada, o no había captado el mensaje ahora que si era oportuno recurrir el doble sentido.

Era curioso que le contara sobre la cubierta y sus aburridas noches. Hizo el amago de decir algo, pero se contuvo. Especialmente cuando se acercó para… cerrar la puerta. No se movió de su posición. Estaban bastante cerca y contrario a lo que creyó, a lo contradictorio que habían sido sus pensamientos y emociones, no se azoró en lo mas mínimo, como si de nuevo retornara a esa actitud en la que simplemente era un conocido interesante con el que era divertido entablar una conversación.

Asintió a su pregunta, sin dejar de mirarlo, sin sentirse incomoda por la poca distancia

- Estoy bien, se me ha pasado un poco el mareo - guardó silencio, que por como estaban casi rayaba en lo incómodo, en el posible preámbulo de algo más. Se humedeció lo labios y retomó - mis cosas están en mi camarote, pero lo que pueda necesitar lo tengo conmigo - ay de ella donde no lo tuviera. No volvería a dejar su brújula y su bolsita siempre la llevaba aunque no tenía sus armas distribuidas de tal forma que pudiera acceder a ellas fácilmente sin tener que meter la mano en la bolsa –nerviosa? - Por fin desvió la vista pensándolo antes de subirla de nuevo para mirarlo con esa transparencia de siempre, lo estaba? – no, claro que nunca me he enfrentado a piratas, pero siento mas curiosidad que nervios – era un buen momento para jugar el papel de princesita en problemas, asustada por el posible asalto y las consecuencias de este , pero eso nunca le había gustado.

Comprendiendo l o que le decía sobre esperar a que el pánico de los otros fuera puesto bajo controlen sus cuartos claro que le hacía gracia eso de dispararse sola la ballesta, aunque lo tomaba, por contradictorio que sonara, con seriedad. Se acomodó igual que Keli, de tal forma que aun estaban muy cerca entre ellos. Desde ahí tenía una visión igual de completa de la habitación pero en realidad no le quitaba la mirada de encima al kamael. Como la niña que era estaba efectivamente a la expectativa, de los piratas, de lo que hablaran, de lo que pudiera ocurrir.

– Para mi es toda una novedad, por extraño que suene me gustaría ver si es como lo describen en los libros, claro que si es cierto, estamos en problemas y vale, debería ponerme nerviosa por el ataque. Pero es que, qué es lo peor que pueden hacer? Quitarnos nuestras posesiones y ya, cierto? Y tal vez estarán más interesados en joyas y la mercancía que en lo que traigamos puesto… mmm pobre la señorita Jazmín, ella tiene joyas muy bonitas, de todas formas no creo que le importe, el otro día creo que le regaló una al contramaestre. Lo que no quiere decir que nos vamos a dejar, no señor – sonrió de oreja a oreja, no era la mejor de las respuestas a su última pregunta. Por un momento le dio algo de vergüenza admitir que lo que iba a acompañar esa noche para que no estuviera tan aburrido. Solo que la vergüenza no era algo muy conocido para ella.

- Ha sido un poco aburrido en ocasiones. No hay mas nada que ver que el mar y sabes, no te dejan bañarte en el mar, dizque es peligroso. Al principio fue interesante, mucho, y al principio si que estaba nerviosa – rió un poco, despacio, corto – pero el viento es tan libre aquí, no hay nada que lo pare – sonrío abiertamente, con ensoñación y se separó de donde estaba acercándose a la cama. Soltó la bolsita y antes de dejarla caer sobre esta lo miró interrogante, pidiendo permiso pero aun sin esperar la respuesta, como si solo fuera necesario con la intención de solicitar autorización, se sentó con cuidado - Sabes, si los piratas no te hubieran ofrecido un mejor plan para esta noche, yo tenía ganas que pasáramos tiempo juntos y así no te aburrías, claro que eso no garantizaría que yo e quedara despierta toda la noche, peeeero algo se habría intentado – empezó a sacar cuchillos de ahí, de a tres, hasta completar los ocho de siempre – Es mi primer viaje en barco - sonrió algo apenada cambiando rápidamente el tema, tal vez así olvidaría lo que acabada de decir – Como te ha ido a ti? Como haces para no aburrirte? Digo, aparte de jugar a los dados con los marineros – de nuevo los ojitos brillantes clavados en él.
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Mensaje por Kelisay 25/09/09, 08:38 pm

-No obedeces órdenes pero quieres ayudar en la pelea. Que bueno que no seas de la guardia, entonces… a mi tampoco me agrada la idea de recibir órdenes, pero acepto cuando alguien sabe más de algo que yo.

No dijo nada acerca de proteger inocentes. Pocas personas eran “inocentes” en su libro. Pero de ahí a una matanza indiscriminada y sin más sentido que el pillaje había un largo trecho… él mataba, cierto, pero no porque sí.

-Pero seguro no tienes hambre -comentó en tono de broma. Las nauseas y mareos matutinos en una mujer daban pie a otro tipo de bromas, pero no era el momento. -Yo tampoco me enfrenté nunca a piratas. De hecho, si juntara todas mis anteriores salidas al mar, no harían ni la mitad de este viaje… prefiero otros medios de transporte. -Le medio sonrió antes de continuar. -Una vez le pagué una pequeña fortuna a un mago para que me transportara de un sitio a otro. No te lo recomiendo, sinceramente no te lo recomiendo.

Libros sobre combate en el mar. Había libros sobre todo… que pena que la biblioteca de Cascadas hubiera sido quemada. Se acomodó un poco más contra la pared, un tanto aliviado de que la rubia hubiera optado por quedarse. El barco pirata aun estaba lejos, tenían tiempo de sobra… relativamente. ¿Encontraría algo sobre la perfección en su lugar de destino? En algún lugar tenía que decir algo.

Se estaba distrayendo.

-No creo que sea muy distinto a pelear en cualquier otro sitio, la única diferencia que se me ocurre es que puedes tirar a la gente al agua. Aunque tengo que reconocer que tú eres mucho más… -en ese momento, toda su voluntad se concentró en no pasear la vista por el cuerpo de Arale - atlética que yo.

Levantó levemente la ceja ante la mención de la “señorita” Jazmín. Si mal no recordaba, una de las joyas que menos usaba era su anillo de casada. Aquel guardia sí que debía de estar pasándola bien, dándole el uso que merecen los camarotes de un barco tan lujoso como ese.

-Creo que lo peor que pueden hacer es matar a los que se resistan al robo, o tomar prisioneros para venderlos como esclavos, o… -…violar a las mujeres del barco… -no sé, tampoco es algo que quiera averiguar. ¿Por qué le prestas tanta atención a la señorita Jazmín? -preguntó de repente, en parte para avergonzarla un poco y en parte para distraerla de lo que acababa de decir. No estaba nerviosa, mejor que siguiera así.

-Pues sí, es un tanto peligroso. Ya nadarás cuando lleguemos a destino, no te preocupes.

Le sonrió y asintió levemente, dándole permiso para sentarse en su cama aunque no lo necesitara. Una formalidad, o sea. Captó el comentario sobre el viento, pero no dijo nada sobre ello. Aun no estaba del todo seguro de la relación de la rubia con las sombras y el aire, y no quería preguntar de nuevo.

Y se sorprendió mucho, pero mucho, cuando Arale le confesó sus planes para la noche. Todo en esa frase era muy malinterpretable, pero Keli ya la conocía bastante y sabía que no se refería a eso. Por desgracia.

Aun así, la idea alcanzó para que se le escapara una leve risita. Y el hecho de que estuviera sacando cuchillos de vayaunoasaberdónde ayudaba a disipar cualquier duda.

-Era cierto que traías todo encima -comentó distraídamente, acercándose a la cama y sentándose al lado de ella, ni muy cerca pero definitivamente no lejos. -¿Qué ideas tenías para pasar la noche despierta conmigo, Arale? -preguntó en tono sugerente, apoyando su peso en el brazo que había pasado detrás de ella, acercándosele mucho pero sin siquiera rozarla.

Los cuchillos seguían ahí, en medio de los dos, arruinando cualquier intento de crear el “ambiente”. Era una suerte que el kamael sólo estuviera bromeando. Aunque… ¿por qué no?

-¿Sabes? -comentó en voz baja y tranquila, inclinándose un poco más hacia ella -Aun recuerdo lo que ocurrió la última vez que me acerqué tanto, pero… ¿me culparías si lo volviera a intentar?
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Mensaje por Dulfary 25/09/09, 08:55 pm

- Entonces tú crees que es mejor quedarse en los camarotes hasta que pase todo como dijeron ellos? – Era extraño que hiciera esa pregunta teniendo en cuenta que ambos se estaban alistando para hacerle frente a los piratas – se supone que son marineros y saben mejor que otros que hacer en estos casos – estaba un poco confundida, aunque lo expresaba con bastante ingenuidad, estaba segura que no se quedaría solo a esperar

No era exactamente eso lo que tenía en mente cuando decidió bajar del carajo, pero se lograba por mucho el objetivo, estaban conversando, intercambiando ideas, conociéndose mejor. Ella tampoco había viajado mucho, solo desde Söel al continente y el viaje había sido mucho más rápido de lo que sus nervios creyeron que sería. Como fuera, el kamael le sacaba sonrisas con mucha facilidad. No era que la niña necesitara de mucho para sonreír, pero era consciente que eran efecto de estar con él y no de su optimismo y alegría innatos.

Estuvo de acuerdo en que viajar por portales era un poco “incomodo”, no pensaba en portales mágicos como tal, sino en cada vez que debió cruzar por las sombras de un punto a otro; asintió dócilmente con la cabeza ante su recomendación (o mejor dicho no – recomendación) sonriendo con un poco de burla por lo que se imaginaba era el resultado de tal viaje.

- Buenísimo eso de tirar a la gente al agua. Si son marinos deben saber nadar muy bien y así no hay que hacerles tanto daño, solo botarlos del barco – lo decía emocionada, haciéndose una imagen mental de lo que sería la lucha, pasando por alto la evaluación a la que la sometió con la vista, quien sabe por qué número de vez. En parte por no ver malicia en algunas de las cosas que sucedían a su alrededor, en parte porque el asunto de vender esclavos ya le pareció un poco más grave, mucho más grave – eso nos deja dos opciones de futuro si fracasamos entonces… o nos matan o nos venden – apretó los labios al apretar los dientes en una expresión de contrariedad; ellos iban a resistirse, así que solo veía, con veras, la opción de salir airosos de ese ataque, pero nunca había leído los resultados de los enfrentamientos con piratas. Negó con la cabeza – yo tampoco lo quiero averiguar – para bien o para mal, se azoró por el comentario de Jazmín y eso desvió su atención de las preocupaciones – me gusta observar a la gente, aprendes mucho con solo mirarlos en su día a día – se sonrojó previendo que le dijera algo sobre observarlo a él, con lo cual daría en el clavo, pero no quería, no podía admitirlo, de alguna forma, y por una razón que no se detenía a pensar, la avergonzaba que se enterara de tal cosa. Pero los temas iban de un tópico a otro, lo que hacía que pudiera disimular y se apoya a sí misma al hablar tanto.

Las armas fueron desapareciendo una a una, siendo ocultadas en diversas partes de su ropa. Se sentía en confianza con Keli como para que él se enterara de en donde las iba ocultando, pero como la conversación iba ocurriendo en simultáneo tampoco le ponía mucha atención a lo que hacía.

- Una persona preparada vale por dos – dijo con orgullo y dejó una de las armas a su espalda entre el cinturón – como nunca sé en donde voy a estar o en donde terminaré mi día es bueno cargar con mis cosas siempre, además no ocupan mucho espacio.- No vio problema en que se sentara en la cama, pero sus ojos si siguieron la mano que se afirmó de tras de ella, con cierta suspicacia, aunque sin decir nada, ni hacer expresión de reproche alguna. Volvió a sonrojarse con su pregunta, no por tomarla por el doble sentido, si no por sentirse… rara, luego buscaría la palabra de cómo se sentía – solo tenía una la verdad, como te habrás dado cuenta soy algo parlanchina, así que mientras me pongan tema de conversación puedo hablar y hablar por horas, así que pensé que si hablábamos, porque mira que eres una persona interesante para conversar, podría hacerte compañía buena parte de la noche y así no te aburrías tanto pasándola solo, caminado de aquí a allá o tirado en la cama sin hacer nada – solo al guardar silencio captó la sugerencia del tono y frunció el ceño por un segundo antes de relajarlo. Lo pensó bien. Si era adecuado el tono? La estaba leyendo mejor que ella a sí misma? Tenía otras ideas y no se había dado cuenta de eso? Lo miró a los ojos, con una media sonrisa, ladeando la cabeza cuando empezó a hablar de nuevo, por fortuna porque empezaba a perderse en sus ojos.

Sonrió con cierta dulzura también inclinándose un poco hacía él, atraída como si fuera un imán y de pronto su sonrisa se volvió pícara.

- Si, lo haría – se alejó de él hasta el punto en que había estado antes, guardando las armas restantes como si nada hubiera pasado – soldado advertido no muere en guerra, dicen – sonrió con malicia, pero toda esa malicia se empezó a evaporar, de nuevo mirándolo a los ojos. Había respondido con el orgullo, no con el corazón ni el sentir. Lo culparía? O al contario? Lo vería con buenos ojos? O peor aún, quería culparlo, quería que lo intentara?

Se quedó en silencio mirándolo. Tenía esa respuesta clara y a pesar de eso se había acercado un poco a él inclinándose, imitándolo, disminuyendo la poca distancia que tenían y eso no era parte de su respuesta nacida del ego. No lo entendía, tampoco podía decir nada, no se le ocurría nada. Por qué le traía sensaciones tan contradictorias?
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Mensaje por Kelisay 26/09/09, 04:02 pm

-No tanto. No creo que ninguno de los dos caigamos en la categoría de “civiles”. Y aquí abajo no ayudamos a nadie…

Aunque si surgía otra cosa para hacer, Keli no se iba a oponer. Levantó un poco la ceja, y desvió la mirada de ella pare dejarla vagar por su cuarto.

-No creo que fracasar sea una posibilidad. Tan solo son piratas, cuando vean que los superamos en número se darán a la fuga o algo por el estilo. -Él mismo nunca había huido de una pelea, pero en ese momento cayó en la cuenta de que se encontraba sin esa opción por primera vez en su vida. Estar en un barco no deja muchas rutas de escape, y la idea lo incomodó un poco… pero muy poco. Se la sacudió como polvo y siguió con lo suyo, no iba a empezar a huir justo ahora.

Asique a Arale le gustaba observar a la gente. La respuesta a ese comentario era obvia, demasiado obvia. Pero no podía dejarla pasar, era más fuerte que él. Volvió a mirarla, inclinándose un poco hacia atrás en la cama, como si se estirara. Al menos no sería tan obvio.

-¿Y qué aprendiste de mí? Bueno, eso si es que me observas… lo que sé es que mi ala suele llamarte la atención.

Sonrió ante la perorata de Arale. Era una chica muy tierna, a su excéntrica manera. Y no terminaba de decidir si era ingenua o si sólo aparentaba serlo, pero le agradaban ambas opciones. Mientras la escuchaba, bajó la vista hasta los cuchillos que iban desapareciendo de su cama, y pasó el dedo por el mango de uno antes de que desapareciera entre los ropajes de la rubia. Eran armas interesantes, no recordaba haberlas visto nunca.

-Eso está bien, porque yo tiendo a ser callado. -Soltó una risita sarcástica, recordando la noche del bar y dejando pasar por esta vez el sonrojo de la rubia -Lo admito, el vino me suelta la lengua… ¿pero a quién no? -Le dedicó una sonrisa, volviendo a mirarla a los ojos.

Se inclinó un poco más hacia ella, correspondiendo al movimiento de la rubia, pero convirtió su sonrisa en una mueca sarcástica ante sus palabras. Giró el cuerpo, sentándose por completo en la cama con las piernas cruzadas, quedando de frente a ella. Se le acercó aun más, con una sonrisa no tan sarcástica como antes, pero quizá un poco más desafiante.

No terminaba de entenderla, y eso le encantaba. Pero tenían algo de tiempo para jugar aquel juego, y era una excelente manera de calmar los nervios previos a la pelea… que ninguno de los dos estuviera nervioso no era importante.

-¿Y precisamente de qué me culparías? Quizá la condena valga la pena.
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Mensaje por Dulfary 26/09/09, 05:21 pm

Y ahí estaba la pregunta. Justo la que no quería que hiciera, pero planteada de una forma que la hizo sentirse achantada, sin llegar a sonrojarse. La opción que le planteaba era mentirle y decirle que no lo observaba a él. Pero, sí que lo observaba.

- Aun no aprendo mucho de ti. Pero creo que con el tiempo algo avanzaré, por ahora solo cosas muy obvias, como que eres diestro, y si tu alita es llamativa, es gracioso que siempre que estas aburrido la mueves un poco como desperezándote, o que pareciera que no necesitaras - se acercó hasta él, mas propiamente dicho acercó la mano y le rozó la cara con el dorso del dedo índice - afeitarte, se te ve aun en las horas de la tarde - solo comprobaba con el tacto su punto - Lo que no he podido descifrar es qué tanto te escondes detrás de tu sarcasmo - le sacó la lengua y le quitó la mano.

Sobre el vino no dijo nada, no solía beber mucho vino, solo hidromiel y conocía como la ponía al ella de tonta. Lo que no se le escapó fue el detalle de tocar uno de sus cuchillos, algo que le recordó una cosa que quería hacer más tarde, si todo lo de los piratas salía bien.

- Te gustan? en casa casi todos los tienen, pero he descubierto que pocos los conocen, lo que es un ventaja a veces - Tomó el ultimo que quedaba y le mostró, de forma muy oportuna para donde iba el tema, algunas cosas - lo agarras por aquí y tiene filo por aquí - pasó el dedo con cuidado para no cortarse - y por aquí - repitió la operación

El juego, que por fin lo veía con juego, aunque no le viera mucho sentido, se estaba volviendo divertido, que yo sugiero, que tú sugieres y al final no pasa "nada". Pero era consciente que se podía volver peligroso, en especial para ella y la forma en que no quería dañar una posible buena relación que nadie aseguraba que no llegara a una gran amistad por estar con esos juegos. Eso, sumado a que no tenía idea de como llevar esos juegos de ¿seducción?

Pero si iba a desafiarla, ella aceptaría el reto, rompiendo un poco ese hechizo por el cual se perdía en sus ojos de forma tan seguida. Se acomodó de la misma forma que él, quedando frente a frente.

- De nada nuevo, de ser un atrevido abusivo aprovechado.... - iba a decir algo más pero prefirió callar y sonrió con el mismo sarcasmo que él, pero dentro de ella, el vuelco del corazón le decía que no quería decirle nada de eso, que ella quería era otra cosa, que algo la estaba atrayendo hacía él, que no quería que todo fuera mas que juego a ver quien hacía sonrojar más al otro, que algo no estaba bien con ella. De nuevo silencio, de nuevo verlo a los ojos sin borrar esa sonrisa - y de una de dos, o no tener sentido común o ser masoquista, como sea, la condena ya la pensaré después - lo ultimo lo dijo con mas suavidad.
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Mensaje por Kelisay 26/09/09, 08:48 pm

Que era diestro no era un secreto, gran cosa. Se esperaba algo más de las dotes de observación de... momento, ¿movía su ala cuando se aburría?

Eso no era cierto.

¿O lo era? Nunca lo había notado. Quizá era cierto… ¿No se habría dado cuenta si lo fuera?

-Es verdad, no necesito afeitarme. Pocos kamael lo hacen.
-Atajó la mano de ella cuando la alejó de su mejilla, y sonrió (cómo no) con ironía. -No es que me escondo, más bien lo pongo como examen preliminar. No todos entienden el sarcasmo, sirve para alejar a cierto tipo de gente. -Claro que esa frase, dicha con tono sarcástico, podía significar prácticamente cualquier cosa.

Escuchó su explicación sobre sus cuchillos sin soltar la mano de ella, jugando distraídamente con sus dedos y mirando atentamente las extrañas armas de la rubia.

-Son interesantes. No los usaría, estoy demasiado acostumbrado a mi espada y a mi ballesta… pero me gustan. -Hablaba con absoluta seriedad, sinceramente interesado en el asunto. Pero no por ello soltó la mano de Arale.

Movía sus dedos de aquí para allá, mirándola a veces a los ojos, a veces… a los ojos. Sabía bien dónde estaba su mano, no necesitaba verla para acariciarla distraídamente.

-Atrevido abusivo aprovechado. ¡Y para colmo, masoquista y falto de sentido común! Eso fue cruel, señorita… -Acercó la mano de Arale a sus labios -Es una suerte -le dio un beso en el dorso de los dedos -que no le crea.

Soltó entonces la mano de ella, dejándola con cuidado sobre la cama. Le sonrió, ahora sin muecas, y le dedicó una caricia al rostro, igual a la que ella le había dado segundos antes. O al menos, parecida.

-Entonces… ¿deberíamos ir a cubierta a enfrentar valientemente nuestra posible muerte ahora, o cree que tengamos unos pocos minutos más?
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Mensaje por Dulfary 26/09/09, 09:50 pm

Lo que le decía era, como muchas otras que le había escuchado, fasciannte. Entonces eran casi como los elfos que no se afietaban? O si lo hacían? ya no estaba segura. Pero era raro que no tuvieran que hacerlo. Por biología sabía que el pelo servía para algo pero... era bueno que él no tueviera que hacerlo, no creía quel e luciera la barba o un bigote simpatico; así como estaba estaba mejor.

Al darse cuenta de lo que pensaba el corazón le saltó con muchisima fuerza. Por la impresión, por lo particular del pensamiento, por la forma en que se anularon todas las ideas cuando él le tomó la mano. Lo dejó jugar con su mano, sus dedos se movían al compas que él le iba marcando, recorriendo los ajenos en la medida que ese juego se lo permitía, sin llevar la iniciativa, sin oponer resistencia, pero también sin estar ociosa. Su mano se sentía cálida entre las suyas, a gusto, ella misma estaba a gusto y por eso no se la retiraba. Esa calidez le subía por el brazo y le daba fuerza a los latidos del corazón.

Quíen los viera, quien lo oyera, no pensaría que estaban ad portas de un ataque pirata. A ella solo le faltaba soltar un suspiro, con la cabeza ladeada mirándolo Intentó apartar la vista pero no pudo. No importaba como lo divisara ahí estaba, de nuevo, esa sensación cálida en el corazón.

Él iba hablando y ella escuchaba con demasiada atención, aparente atención, su mente se dividía entre lo que escuchaban sus oídos y lo que trataba de procesar en su interior. Se trataba de sentires y sentimientos, todos rodeados de la pregunta por qué. Por que sentía esa necesidad de acercarse a él de esa manera. por qué a pesar de lo mucho que le había molestado se sentía atraída por él, como hipnotizada? en su interior se preguntó las razones por las que mirándolo a los ojos, se perdía en ellos y los suyos bajaban por un instante a sus labios, como si quisiera asegurarse que continuaban a ahí, como si necesitara seguir su movimiento para poder escucharlo… acaso era cierto?

Su vista solo había variado de esos dos focos, sus ojos, sus labios, cuando le soltó la mano

- Y mas o menos hasta cuando va mi examen preliminar? - lo preguntó con la misma suavidad con la que había cerrado el tema anterior, consciente que realmente lo quería saber, no era que le molestara su sarcasmo, solo que no le gustaba sentirse en periodo de prueba... por parte de él. De nuevo la pregunta "por qué", sumada a por qué se había forzado a hablar.

Su pregunta cerraba bastante con la caricia que le devolví y que le erizó la piel de forma contradictoria para sus mal manejadas emociones y casi que dio gracias a que cambiara de tema, ir a por los piratas o permancer más tiempo. Era esto lo que estaba buscando cuando quiso pasar tiempo con él... estaba segura que no, pero entonces, porque ese sentimiento...

No importaba como lo analizara no podía comprender del todo las razones; su corazón latía demasiado rápido como para que su cabeza funcionara de forma fluida, ella solo sabía del impulso de acercarse a él, que la necesidad de tocar sus labios se hacía muy fuerte y luchaba contra su razón anulándola, sobre todo porque sabía que no los quería tocar con la mano que hacia eones había liberado de una carcel de la que no quería salir, los quería tocar con los suyos, sentía que le hacía falta besarlo, así solo fuera un instante , que de alguna forma lo veía como la respuesta al nudo que sentía en el estomago.

El silencio se hizo demasiado largo, ella lo miraba fijamente, confundida. Qué era lo que estaba haciendo? No podía contradecirse a sí misma de esa forma, mucho menos podía darle falsas señales a él. No era justo… con ninguno de los dos, aunque estaba pensado más en él. No podía… como tampoco podía alejar esa calidez del corazón, ese nudo en el abdomen, ese sentimiento que no podía definir y que no tenía sentido que ella tuviera; pero el corazón no entiende de lógica, mucho menos siendo tan joven.

No se dio cuenta en que momento se había acercado tanto y había cerrado los ojos.
Solo se dio cuenta que ahora sus labios se rozaban, muy cerca, de forma superficial, sutil, produciéndole a ella cosquillitas, era solo un roce.

No podía dejar que su cabeza se dejara llevar por una confusión de emociones.
Se detuvo, a tiempo, sin besarlo.

No era el momento para perder de vista sus prioridades y dejarse llevar por un... no, no era un juego y muy al fondo suyo lo sabía, no era el momento de involucrarse.

Apartó la cara despacio. No se trataba que se hubiera arrepentido, era que se había sabido controlar. Su corazón tendría que esperar, había parado a tiempo para no cometer lo que para ella era un error, algo incorrecto.

- Lo siento… - susurró apenas audible, pero estando tan cerca fue nítido. Se lo decía a él, a ella… se lo decía a los dos. Por su atrevimiento, por su pausa. No volvería aponer el alma en manos alguien más… se engañó a si misma diciendo que si se detenía era porque en realidad no quería.
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A donde nos lleve el viento Empty Re: A donde nos lleve el viento

Mensaje por Kelisay 28/09/09, 07:23 pm

¿Por qué estaba en el barco?

Por orgullo. Esa era la primer respuesta que forzaba su mente. Mientras acariciaba con su índice el dorso de la mano de Arale, se dijo firmemente que ése era el motivo por el cual seguía con ella, encarándola. Después de todo, la rubia lo había rechazado en la ciudad. Eso no podía quedarse así… sentía la imperiosa necesidad de demostrarle que rechazarlo había sido un error.

Notó entonces lo suave que era su piel, lo delicada que se sentía bajo la yema de su dedo.

No, no era orgullo. ¿Cuántas veces había sido rechazado por la cara bonita de turno? Considerablemente menos que conquistas había conseguido, cierto, pero aun así había varios rechazos en su haber. No, Kelisay aceptaba los rebotes como lo que eran, y seguía con su vida.

¿Y qué hacía allí, si no era sanar su orgullo herido?

Giró la mano que había entre las suyas, y describió pequeños círculos en la palma de Arale con el dedo medio. Definitivamente no era orgullo, que tontería. Era sólo curiosidad, su deseo de seguir el rumor sobre la Perfección. Algo que había dicho la rubia allí en la ciudad le había sonado de eso, estaba seguro.

Totalmente seguro…

¿Lo estaba? Los dedos de ella no se quedaban quietos, seguían su improvisado baile con una naturalidad… pasmosa. Más teniendo en cuenta lo contradictorio de sus acciones, sus acercamientos y sus rechazos velados, la confusión que a veces veía en su mirada y que no alcanzaba a saber si era real o actuada.

Si se detenía a pensarlo, el comentario que había hecho ella, a través de la nube de alcohol que cubría sus sentidos aquella noche, podía significar cualquier cosa.

Bueno, no era precisamente eso lo que lo había llevado allí. Claro que no. Era obvio que no encontraría nada relacionado con la perfección en un encargo aleatorio de un clan ninja. Lo había tomado como una señal del destino, una indicación en un cruce de caminos en lo que él consideraba el mapa de su vida.

Sí, eso debía ser. Por eso estaba en el barco, acompañando a una amante de una noche que no era tal ni remotamente, pero que había conocido con esas intenciones…

No, no la había conocido así. Todo había comenzado con una inesperadamente entretenida charla de bar, y luego… efecto dominó. Eso, sí. Eso era, efecto dominó… estaba en ese barco por efecto dominó.

Mientras subía un poco la mano para recorrer la muñeca de Arale, un simple truco que había aprendido hacía tiempo para sentir el pulso de la acompañante de turno y ver si estaba nerviosa o confiada, una risita sonó en su mente. No, su completa incapacidad para leer las señales más simples de la rubia no eran efecto dominó, el kamael lo sabía y no se complicaba lo suficiente como para engañarse a sí mismo.

Pero la pregunta seguía dándole vueltas en la cabeza, mezclada con frases sueltas sobre el juego de seducción, profecías, perfección, clanes ninja, piratas y continentes nuevos. Fue casi una suerte que una de esas reglas saltara de repente desde su subconsciente, avisando que era un buen momento para soltarla.

Asique lo hizo, antes de recordar que no quería hacerlo.

Casi una suerte, si… porque la respuesta que tenía preparada para su pregunta, la cual esperaba en gran medida, se le había escapado como si la hubiera dejado olvidada en la pequeña y suave mano de Arale. Por eso, mientras acariciaba su mejilla, lo hacía en silencio. Un momento perfecto para una frase perfecta, desperdiciado por no jugar.

Un punto en contra.

¿Y quién llevaba el marcador? Otra pregunta para su larga lista de dudas.

-Estamos en el mismo barco. ¿Tu qué crees? -dijo sin pensar, a modo de respuesta.

La vio acercarse. La vio cerrar los ojos, y acercarse.

Y su mente eligió ese preciso momento para dispersarse en mil cosas que nada tenían que ver con aquello. En que su pierna empezaba a entumecerse, en que había piratas a minutos de atacarlos, en que debía comprar virotes para su ballesta cuando tocaran puerto, en que tenía algo de sed, en que sólo recordaba el rostro de uno de los marineros con los que había jugado a los dados.

En que no tenía idea de por qué de repente ella estaba tan cerca, y tan quieta. En que no entendía por qué se alejaba.

En que no quería que se alejara.

¿Iba a dejar que se alejara? ¿Qué decían las reglas del Juego con respecto a eso? Malditas las reglas, podía jugar con cualquiera. Pero no quería, no iba a jugar con ella.

-¿Qué es lo que sientes, Arale? -recordó entonces que sus manos servían para algo más que para recorrer las de ella, y subió una (la derecha, estaba bastante seguro de eso) hasta su mejilla.

No, hasta su cuello. Su nuca, su pelo. No quería que se alejara, no así.

-En todo caso, el que lo siente soy yo. -¿Que qué era lo que sentía? Que ella se hubiera alejado, que él no hubiera reaccionado antes. Que las circunstancias lo hubieran llevado a aquella posición, que hacía tan probable una segunda bofetada por parte de la chica con la que quería dejar de jugar.

Eso fue lo que se pasó por la parte de atrás de su cabeza mientras terminaba lo que ella había empezado, mientras tiraba de ella para volver a tenerla tan cerca como hacía unos instantes. Mientras probaba por segunda vez los labios de Arale.

Y como el karma es una constante en la vida, y a Kelisay le gustaba tanto jugar con el sarcasmo y la ironía, la situación le devolvió eso mismo: Ironía.

-¡A las armas! ¡Nos abordan, los piratas nos abordan! ¡A LAS ARMAS! -la voz de un guardia, de muchos guardias, resonó en los pasillos del barco, primero causando y luego acallando los gritos de pánico de los pasajeros.

Oportuno. Irónicamente oportuno.
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Mensaje por Dulfary 28/09/09, 07:41 pm

El vaivén de las olas meciendo el barco permanecía en el ambiente, en algún punto de su conciencia, pero antes que ser molesto, era lo único que se mantenía del entorno, parecía un eco de la marea de sensaciones. La situación que se aproximaba era tensa, el mar se rehusaba a ser ignorado, los marineros se preparaban para un ataque, los piratas se relamían por anticipado por su botín y ellos….

Podía no haberlo besado como era su impulso inicial, pero aun se mantenía muy cerca de él, y la conversación aun seguía ahora por un rumbo no creyó tomaría, no esperó que tomara. Abrió los ojos despacio, mirando a un punto en el infinito, antes de responder a su pregunta.

- no lo sé – reconoció con humildad, sin agrandar esa poca distancia entre ellos, pero no respondía al sentido inicial de la pregunta, sido a todos los sentidos de esta, aún cuando él dijo sentirlo – tú, me confundes… mucho – seguía susurrando, sin sonrisa, confesándose sin arrepentimientos, sintiendo mas cerca que nunca el calor de su cuerpo, la tibieza de su piel, de sus caras tan juntas, de su mano tocándola que la hacía cerrar de nuevo los ojos, de la ansiedad en su interior, sentía la necesidad de alejarse, de escapar porque sabía que podía y quería quedarse así por siempre.

Apretó el puño que sostenía el kunai después de hacerlo girar y cortar el aire hasta posicionarse de forma que lo hiriera o al menos le volviera a advertir, lo apretó con tanta fuerza como tensa estaba ella, de hecho, tembló por un instante cuando sus labios se encontraron de nuevo.

¿Qué parte de ser un abusivo no le quedó clara a él cuando lo golpeó la primera vez? ¿Qué parte de no querer besarlo y volver a poner el corazón en alguien más no le quedaba clara a ella? No estaba bien, no quería, la forma en que la besaba no quitaba que era un abusivo aprovechado, el que se estuviera relajando no quería decir nada, las mariposas en su estomago no querían decir nada, la tibieza de sus labios no quería decir nada, lo a gusto que se sentía estando tan cerca de él no quería decir nada, la forma en que iba cediendo a sus sentimientos encontrados no quería decir nada, los latidos erranticos en su interior no querían decir nada, que su mano se posara sobre él con suavidad no quería decir nada… el golpe del metal contra la madera del piso del cuarto al dejar caer el arma sin siquiera acercarla a él, le decía que el que ella correspondiera por su voluntad y con tanta dulzura, significaba todo.

No podía compararse ni de lejos con aquella primera vez, tal vez fuera por el contexto, por la extraña atracción que sentía por él, pero lo percibía mucho mas cálido, más sentido, más emocional o por lo menos así lo estaba respondiendo ella, con inocencia, con sinceridad, como una respuesta para ella misma, una respuesta para él para alguna pregunta que no sabía si había hecho y ella no había captado… una respuesta muy corta para todo lo que se estaba gestando.

Detestó a los piratas. El primer grito de advertencia pasó desapercibido para ella, con el segundo volvió a la realidad. Abrió los ojos con sorpresa, como si cayera por fin en cuenta de lo que estaba haciendo. Al ser consciente que no podía retirarse ella por si misma, la voluntad no le daba para eso, apoyó la mano en su pecho y lo aparató bruscamente, mirándolo con la misma confusión que había en su corazón, sin reproches, sin arrepentimientos, solo esa duda de saber que le había gustado y que no lo entendía, mientras saltaba de la cama. Con el pie goleó el cuchillo en el suelo de tal forma que lo hizo saltar lo suficientemente alto como para atraparlo con la mano y abrió a toda carrera la puerta de la habitación.
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