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A donde nos lleve el viento
3 participantes
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Re: A donde nos lleve el viento
Keli encontraba cómico al capitán, sí. Pero no de forma burlona, sino en el sentido… ridículo. Y la gran diferencia iba en el dueño del apelativo: Capitanito no era el ridículo, la situación lo era.
Las palabras no lo alentaron especialmente, pues sus ánimos no aplicaban mucho en aquel momento. Ni le faltaban ni le sobraban, no pensaba en el futuro del barco o en los caídos o… en nada, realmente. Peleaba tan bien como sabía, lo cual no es poca cosa, y en el todo por el todo no hay lugar para pensar en un futuro más distante que el final de la pelea… fuera éste victoria o derrota.
Era esto lo que le permitía sonreír con ferocidad donde cualquiera haría una mueca de dolor, o lo que le arrancaba carcajadas cuando otros se sumirían en un cauteloso silencio. No era que quien eligiera una actitud más realista peleara peor, simplemente era la forma de ser del kamael. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Las peleas son eso, ganar o perder. Si ganaba, genial; si perdía, ya no importaría. El todo por el todo, sin futuro, sin miedos, sin esperanzas, sin distracciones…
Ah, Arale sí lo había visto. ¿Estaría bien?
…¿En qué iba?
Ah, sí, el del brazo ¿roto? ¿amputado? se tiraba sobre él. El ataque lo obligó a retroceder un paso por la inercia de un cuerpo algo más pesado que el suyo, haciéndolo chocar con alguien que peleaba detrás suyo y que le hizo de apoyo durante los tres instantes justos y necesarios para no caer.
-Date cuenta, imbécil, estás muerto -le gruño al oído, antes de enterrarle la rodilla en la entrepierna y darle un fuerte cabezazo en la nariz. Muerto, desmayado, gran diferencia…
Aunque si estaba lado a lado con los pocos guardias que quedaban, el único que podía estar detrás suyo era…
-¡Eh, tú, Ala Tuerta! -sintió que lo agarraban por el cinto y lo movían a un lado -cúbreme aquí, ¿quieres? Mi brazo torpe ya está cansado.
-Ala… ¡¿Qué?! -desvió de manera mecánica la estocada de uno de los piratas que intentaban ganar la posición que, por orden del capitán, le tocaba cubrir. -Por tu bien, deja que los piratas te maten, pedazo de suelo parlante…
-Buen espíritu, pero te falta experiencia. ¡Un buen apodo tiene que ser fácil y rápido de decir, Alatuerta! -La voz definitivamente no le sentaba, era como si viajara más lejos de lo que corresponde sin sonar especialmente fuerte, pero aún así oyéndose clara por encima del ruido ambiental. Levantaba el ánimo de los guardias y asustaba a los piratas, de eso no cabía duda, pero era raro y no había cómo negarlo.
-Ya te voy a…
- ¡¡Abandonen el barco!! -él también escuchó el grito, proveniente de… algún lado. Lo mismo los piratas y los guardias que quedaban, pero no todos parecían muy decididos a hacer caso… el barco se hundiría y de eso no cabía duda, asique la pelea perdía un poco de sentido…
-¡¡¡ABANDONEN A TU MADRE, PEJERREY IDIOTA!!! -… pero el capitán, evidentemente, no pensaba ir a ningún lado.
Las palabras no lo alentaron especialmente, pues sus ánimos no aplicaban mucho en aquel momento. Ni le faltaban ni le sobraban, no pensaba en el futuro del barco o en los caídos o… en nada, realmente. Peleaba tan bien como sabía, lo cual no es poca cosa, y en el todo por el todo no hay lugar para pensar en un futuro más distante que el final de la pelea… fuera éste victoria o derrota.
Era esto lo que le permitía sonreír con ferocidad donde cualquiera haría una mueca de dolor, o lo que le arrancaba carcajadas cuando otros se sumirían en un cauteloso silencio. No era que quien eligiera una actitud más realista peleara peor, simplemente era la forma de ser del kamael. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Las peleas son eso, ganar o perder. Si ganaba, genial; si perdía, ya no importaría. El todo por el todo, sin futuro, sin miedos, sin esperanzas, sin distracciones…
Ah, Arale sí lo había visto. ¿Estaría bien?
…¿En qué iba?
Ah, sí, el del brazo ¿roto? ¿amputado? se tiraba sobre él. El ataque lo obligó a retroceder un paso por la inercia de un cuerpo algo más pesado que el suyo, haciéndolo chocar con alguien que peleaba detrás suyo y que le hizo de apoyo durante los tres instantes justos y necesarios para no caer.
-Date cuenta, imbécil, estás muerto -le gruño al oído, antes de enterrarle la rodilla en la entrepierna y darle un fuerte cabezazo en la nariz. Muerto, desmayado, gran diferencia…
Aunque si estaba lado a lado con los pocos guardias que quedaban, el único que podía estar detrás suyo era…
-¡Eh, tú, Ala Tuerta! -sintió que lo agarraban por el cinto y lo movían a un lado -cúbreme aquí, ¿quieres? Mi brazo torpe ya está cansado.
-Ala… ¡¿Qué?! -desvió de manera mecánica la estocada de uno de los piratas que intentaban ganar la posición que, por orden del capitán, le tocaba cubrir. -Por tu bien, deja que los piratas te maten, pedazo de suelo parlante…
-Buen espíritu, pero te falta experiencia. ¡Un buen apodo tiene que ser fácil y rápido de decir, Alatuerta! -La voz definitivamente no le sentaba, era como si viajara más lejos de lo que corresponde sin sonar especialmente fuerte, pero aún así oyéndose clara por encima del ruido ambiental. Levantaba el ánimo de los guardias y asustaba a los piratas, de eso no cabía duda, pero era raro y no había cómo negarlo.
-Ya te voy a…
- ¡¡Abandonen el barco!! -él también escuchó el grito, proveniente de… algún lado. Lo mismo los piratas y los guardias que quedaban, pero no todos parecían muy decididos a hacer caso… el barco se hundiría y de eso no cabía duda, asique la pelea perdía un poco de sentido…
-¡¡¡ABANDONEN A TU MADRE, PEJERREY IDIOTA!!! -… pero el capitán, evidentemente, no pensaba ir a ningún lado.
Kelisay- Cantidad de envíos : 65
Re: A donde nos lleve el viento
El caos era demasiado grande, para todos, no solo para la niña que se empezaba a sentir asfixiada. Había atraído la atención del que estaba ciego de ira y el movimiento de defensa fue más un reflejo que una acción consiente, bloqueó la espada del pirata y le hizo una llave que lo envió al suelo de forma estrepitosa de modo que se dio espacio para empezar a alejarse.
~quédate ahí… no te levantes o vete~
Ella si se unía a eso de “abandonen el barco”. Esta vez las palabras del Capitanito no bastaron para darle el coraje para quedarse. Se enfrentaría de mil amores a los piratas, pero no podía quedarse en un barco que iba a hundirse, que era una bomba de tiempo que acabaría con la vida de mas de uno por la terquedad del Capitán
- Rayos!! – no, no se iría, no sin el Capitán, no sin Kelisay – RAAYOS!!! – eso no tenía sentido, eso no se valía, volvió sobre sus pasos para hacerle frente a la situación. Con renovada energía, fue golpeando a traición a uno u otro pirata, pero también a marinos dispuestos a quedarse más de la cuenta. A los piratas los dejaba conscientes pero fuera de combate, a los marinos si los dejaba inconscientes para que algún alma solidaria los sacara de ahí.
Si llegaba al capitán, lograría hacerle lo mismo, con algo de suerte y entonces no moriría con su barco. Sin embargo, se topó con algo con lo que no contaba. Con que marinos y piratas vieran en ella, por fin, una amenaza más peligrosa que sus adversarios naturales o que el barco se hundiera. Fue así que, dejando de lado por un instante sus diferencias, dos que luchaban ya cansados fijaron sus ojos en ella y en la forma de dejar a Dulfary fuera del combate.
Atacaron en simultáneo, por ambos flancos. Para odiarse tanto estaban bien coordinados, uno hizo un tajo ascendente, otro por lo bajo. Dul no tuvo mas remedio que echarse hacia atrás, resbaló con algo y cayó al suelo. Se alistaba a defenderse cuando un marino, con un poco mas de sentido común, enterró la espada por la espalda del pirata, con lo que la niña le hizo una barrida con una pierna al marino que la atacaba, con la otra lo pateó en la rodilla y lo hizo caer, tomando impulso con los codos se incorporó y saltó sobre él cayéndole encima.
Lo agarró por el cuello de la camisa y lo zarandeó con rabia.
- Es que estas loco??? En que rayos estás pensando al atacarme a mi?? IDIOTA!!! – lo estrelló contra el suelo, golpe que le dolió al hombre, pero que no sirvió para noquearlo así que presionó puntos de presión cerca a su cuello que lo hicieron desmayar – gracias… - dijo al otro marino, que en un medio giró trabó su espada con la de un pirata que emprendía la huía.
- Esto es una locura – dijo por encima del hombro. Ella asintió y se puso en pie, buscando con la mirada a Kelisay, para dirigirse a donde estaba él.
~quédate ahí… no te levantes o vete~
Ella si se unía a eso de “abandonen el barco”. Esta vez las palabras del Capitanito no bastaron para darle el coraje para quedarse. Se enfrentaría de mil amores a los piratas, pero no podía quedarse en un barco que iba a hundirse, que era una bomba de tiempo que acabaría con la vida de mas de uno por la terquedad del Capitán
- Rayos!! – no, no se iría, no sin el Capitán, no sin Kelisay – RAAYOS!!! – eso no tenía sentido, eso no se valía, volvió sobre sus pasos para hacerle frente a la situación. Con renovada energía, fue golpeando a traición a uno u otro pirata, pero también a marinos dispuestos a quedarse más de la cuenta. A los piratas los dejaba conscientes pero fuera de combate, a los marinos si los dejaba inconscientes para que algún alma solidaria los sacara de ahí.
Si llegaba al capitán, lograría hacerle lo mismo, con algo de suerte y entonces no moriría con su barco. Sin embargo, se topó con algo con lo que no contaba. Con que marinos y piratas vieran en ella, por fin, una amenaza más peligrosa que sus adversarios naturales o que el barco se hundiera. Fue así que, dejando de lado por un instante sus diferencias, dos que luchaban ya cansados fijaron sus ojos en ella y en la forma de dejar a Dulfary fuera del combate.
Atacaron en simultáneo, por ambos flancos. Para odiarse tanto estaban bien coordinados, uno hizo un tajo ascendente, otro por lo bajo. Dul no tuvo mas remedio que echarse hacia atrás, resbaló con algo y cayó al suelo. Se alistaba a defenderse cuando un marino, con un poco mas de sentido común, enterró la espada por la espalda del pirata, con lo que la niña le hizo una barrida con una pierna al marino que la atacaba, con la otra lo pateó en la rodilla y lo hizo caer, tomando impulso con los codos se incorporó y saltó sobre él cayéndole encima.
Lo agarró por el cuello de la camisa y lo zarandeó con rabia.
- Es que estas loco??? En que rayos estás pensando al atacarme a mi?? IDIOTA!!! – lo estrelló contra el suelo, golpe que le dolió al hombre, pero que no sirvió para noquearlo así que presionó puntos de presión cerca a su cuello que lo hicieron desmayar – gracias… - dijo al otro marino, que en un medio giró trabó su espada con la de un pirata que emprendía la huía.
- Esto es una locura – dijo por encima del hombro. Ella asintió y se puso en pie, buscando con la mirada a Kelisay, para dirigirse a donde estaba él.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: A donde nos lleve el viento
¿Desde cuándo la cubierta estaba en diagonal? La bodega debía de estar llenándose de agua, porque la parte de atrás del barco (proa, popa… Keli no era marinero) se iba hundiendo lenta pero, por fin calmada un poco la batalla, notoriamente. La inclinación no era tanta como para hacer caer a alguien con un mínimo de equilibro o experiencia en el mar, pero el agua parecía estar entrando cada vez más rápido y pronto el lugar sería inhabitable.
Mientras tanto, el capitán seguía machacando piratas rezagados con su enorme martillo.
El kamael suspiró. Los siguientes segundos, minutos quizá, prometían durar una absurda eternidad.
Pateó en la cadera a un marinero herido, quitándolo del camino del pirata que cargaba contra él. Este último siguió de largo un par de metros antes de detenerse, volviendo la mirada hacia Kelisay. Escupió al suelo frente a él, levantó su florete y adoptó una postura de duelo, mirándolo con fiereza, buscando una última batalla antes de que el barco se hundiera y todos, ganadores o perdedores, desaparecieran en las garras de un mar inclemente…
…pero el kamael, luego de patear al marinero, había ido hacia el capitán y no vio nada de todo esto. Así como tampoco vio a otro marinero atravesar con su espada la espalda del pirata duelista.
-Eh, tu, ¿notaste que tu barco se hunde?
-¡Alatuerta! ¡Mi nuevo fiel compañero! ¿Te interesa el puesto de segundo al mando en lo que queda de mi barco? -el martillo giró y el enano con él, pulverizando una mandíbula pirata y haciendo bolar dientes de plomo por el aire. Y con eso, caía el último atacante cercano a ellos.
-Lo que queda de tu barco, bien dicho… -la cosa no pintaba bien. Aquél tipo era o muy valiente, o un completo… bueno, el viento trajo el apelativo perfecto enunciado con la voz de Arale.
Giró la cabeza, y notó que la rubia no estaba tan lejos, a horcajadas sobre un marinero que debía de estar pasándola o muy bien o muy mal. En fin, estando a la vista de ella, mejor dejar de lado el plan inicial de usar el pomo de su espada para noquearlo y poder llevárselo.
Plan B…
-Oye, mira, creo que se acerca otro barco -comentó Kelisay como quien no quiere la cosa, señalando con la mano torpe detrás de Capitanito.
-¡¿Más piratas?! -Imposible decir si el tono era de preocupación o alegría.
Alatuer… Keli guardó su espada y se forzó a preparar un conjuro de sueño. No debía de ser tan complicado, siendo que él personalmente se sentía terriblemente agotado…
Esa línea de pensamiento perdió sentido cuando el conjuro estuvo preparado. Bueno, casi preparado. La magia no se le daba tan bien, y estando tan cansado… bueno, habría que conformarse. Puso la mano en el cuello del capitán, descargando lo que tendría que ser llamado "hechizo de amodorramiento moderado", y casi cae de rodillas al suelo luego del leve chispazo de oscuridad que asomó entre sus dedos.
-Oh… ¿de dónde salieron todos esos colores? -preguntó Capitanito al aire, bajando su arma por primera vez desde que empezara el combate.
-Buena pregunta -respondió el kamael, con la vista bastante nublada.
Última edición por Kelisay el 24/09/12, 01:53 pm, editado 1 vez
Kelisay- Cantidad de envíos : 65
Re: A donde nos lleve el viento
Ahí estaba. Hablando con el capitán, ayudándolo seguramente, le pareció… lindo. Le dio un poco de tranquilidad en medio de todo ese caos, en medio de una lucha que ahora se inclinaba a favor de… de nadie, la situación se inclinaba porque el contexto se inclinaba.
Un poco atemorizada miró su sombra, la forma en que se ladeaba a pesar que el sol no se había movido… mucho. Levantó la vista, ese par discutían, los piratas se retiraban, como ratas huyendo de un barco que se hunde.
- El barco se hunde! – dijo, alarmada, en voz baja. Su vista hizo un barrido, todos se daban cuenta, de hecho se habían dado cuenta un eón antes que ella. Sandra, no estaba, la balsa que estaba segura haber visto en la… en un costado del barco ya no estaba, el barco de los piratas estaba cada vez más cerca. Demasiado cerca.
Todo ahí era una locura. Su kunai voló en dirección a un pirata que le cortaba la huida a un pasajero, estaba segura que lo era. Le atinó, le dio en la pierna, pero el pulso le temblaba y no era la mano del hombro herido. Se estaba asustando y que el mar los salpicara humedeciendo ropa y pelo, haciendo que las heridas escocieran, no ayudaba a su miedo. Necesitaba calma, pero el barco pirata se acercaba a ellos. Alguien gritó algo mientras ella reculaba y su vista volvía al capitán a Kelisay junto a él a… qué le estaba haciendo al capitán??
Solo dio dos pasos cuando dos cosas pasaron, la primera, alguien, pirata, la golpeó en la nuca y la envió al suelo en donde estaría de todas formas en el instante siguiente, ese en el que barco pirata embistió al de pasajeros para ayudarlo a hundirse.
Se lo perdió, todo eso se perdió en una nube oscura de dolor por un golpe mal dado, a la espera de noquearla, en donde tampoco sintió el golpe en la cabeza al chocar esta contra la madera de cubierta, se perdió la forma en que el barco se estremeció y las llamas ganaron fuerza, que el pirata esperaba cobrar su presa tomándola del tobillo para arrastrarla hacía su propio barco, pero si vio la madera deslizarse bajo ella, el borde del barco haciendo un corte transversal respecto a ese lejano horizonte, el cielo naranja que se teñía del humo de las bodegas que dejaban entrar el agua, el mástil amenazando con caer, las estrellitas cuando el agua volvía a salpicarlo todo empezando por la herida en su hombro, la áspera textura de la madera en el cráneo, la espalda, el brazo, el vapor del mareo por el mal golpe.
Un poco atemorizada miró su sombra, la forma en que se ladeaba a pesar que el sol no se había movido… mucho. Levantó la vista, ese par discutían, los piratas se retiraban, como ratas huyendo de un barco que se hunde.
- El barco se hunde! – dijo, alarmada, en voz baja. Su vista hizo un barrido, todos se daban cuenta, de hecho se habían dado cuenta un eón antes que ella. Sandra, no estaba, la balsa que estaba segura haber visto en la… en un costado del barco ya no estaba, el barco de los piratas estaba cada vez más cerca. Demasiado cerca.
Todo ahí era una locura. Su kunai voló en dirección a un pirata que le cortaba la huida a un pasajero, estaba segura que lo era. Le atinó, le dio en la pierna, pero el pulso le temblaba y no era la mano del hombro herido. Se estaba asustando y que el mar los salpicara humedeciendo ropa y pelo, haciendo que las heridas escocieran, no ayudaba a su miedo. Necesitaba calma, pero el barco pirata se acercaba a ellos. Alguien gritó algo mientras ella reculaba y su vista volvía al capitán a Kelisay junto a él a… qué le estaba haciendo al capitán??
Solo dio dos pasos cuando dos cosas pasaron, la primera, alguien, pirata, la golpeó en la nuca y la envió al suelo en donde estaría de todas formas en el instante siguiente, ese en el que barco pirata embistió al de pasajeros para ayudarlo a hundirse.
Se lo perdió, todo eso se perdió en una nube oscura de dolor por un golpe mal dado, a la espera de noquearla, en donde tampoco sintió el golpe en la cabeza al chocar esta contra la madera de cubierta, se perdió la forma en que el barco se estremeció y las llamas ganaron fuerza, que el pirata esperaba cobrar su presa tomándola del tobillo para arrastrarla hacía su propio barco, pero si vio la madera deslizarse bajo ella, el borde del barco haciendo un corte transversal respecto a ese lejano horizonte, el cielo naranja que se teñía del humo de las bodegas que dejaban entrar el agua, el mástil amenazando con caer, las estrellitas cuando el agua volvía a salpicarlo todo empezando por la herida en su hombro, la áspera textura de la madera en el cráneo, la espalda, el brazo, el vapor del mareo por el mal golpe.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: A donde nos lleve el viento
Capitanito hizo un ruido sordo de metal contra madera y soga tensándose cuando Kelisay lo dejó, con todo el cuidado que su cansancio le permitía tener, en uno de los botes salvavidas que quedaban. El capitán del barco era un tipo bastante macizo para su tamaño…
-Eh, Ataluerta… Alta… Ala… tú, que me debo hundir con mi barco -dijo el hombrecito, con un tono de voz que recordaba al de los borrachos viejos. El kamael definitivamente debía dejar de usar magia, al menos cuando trataba de ayudar.
-Por supuesto, este es su ataúd ceremonial. Fue un honor servir a su lado, mi capitán. -Puso todo su conocimiento náutico (ninguno) en la venia que le hizo con aire solemne al supuesto muerto. -Ahora cierre los ojos y descanse en paz. Si, ahora -repitió de manera amenazante, mientras levantaba el puño.
Pero una cosa había salido bien, el capitán estaba demasiado atontado como para darse cuenta de que no estaba ni muerto ni muriendo, y tan sólo se abrazaba alegremente al martillo que de alguna manera había logrado mantener aferrado entre sus manos regordetas.
En fin.
Momento de buscar a Arale, cargarla en el ataúd ceremonial con remos, y salir a vaya uno a saber dónde. No debía de ser difícil, la rubia estaba ahí hacía un momento…
…
…pero ya no.
¿Cuánta adrenalina le quedaba en el cuerpo? Probablemente poca, aquel debía de ser la última dosis que recibiría hasta comer y beber algo sustancioso. Los siguientes peligros se los tomaría con una fría resignación, de seguro.
Pero de momento, se dio un buen susto al no ver por ningún lado la cabellera rubia que hacía de faro unos momentos atrás… pero bueno, siendo optimistas, al menos el pirata que la había golpeado sí se veía. Enarbolando una cimitarra para rematar a alguien que había en el suelo, cierto, pero se veía.
El arma subió lentamente, no por dramatismo escénico sino por mero cansancio del pirata, y comenzó a bajar más por su peso que por la fuerza del atacante, en dirección a… nada, porque la cimitarra voló de sus dedos ahora heridos por un virote de ballesta.
Otro mareo invadió al kamael y casi cae de rodillas al suelo, pues la ballesta había sido disparada no con un virote real, sino con uno mágico hecho de… algo. Algo mágico. Punto.
El pirata vio al tambaleante Alatuerta acercarse y decidió que su sed de sangre podía ser apagada con la jarra de ron de todos los días, por lo que salió disparado del lugar.
-Eh, rubia, despierta -balbuceó al llegar a donde estaba Arale, arrodillándose en el suelo por puro cansancio. -Vamos, el barco se hunde y no… -estuvo por decir que no creía poder cargarla, pero temió ofenderla de nuevo -…y hay un bote salvavidas cerca.
-Eh, Ataluerta… Alta… Ala… tú, que me debo hundir con mi barco -dijo el hombrecito, con un tono de voz que recordaba al de los borrachos viejos. El kamael definitivamente debía dejar de usar magia, al menos cuando trataba de ayudar.
-Por supuesto, este es su ataúd ceremonial. Fue un honor servir a su lado, mi capitán. -Puso todo su conocimiento náutico (ninguno) en la venia que le hizo con aire solemne al supuesto muerto. -Ahora cierre los ojos y descanse en paz. Si, ahora -repitió de manera amenazante, mientras levantaba el puño.
Pero una cosa había salido bien, el capitán estaba demasiado atontado como para darse cuenta de que no estaba ni muerto ni muriendo, y tan sólo se abrazaba alegremente al martillo que de alguna manera había logrado mantener aferrado entre sus manos regordetas.
En fin.
Momento de buscar a Arale, cargarla en el ataúd ceremonial con remos, y salir a vaya uno a saber dónde. No debía de ser difícil, la rubia estaba ahí hacía un momento…
…
…pero ya no.
¿Cuánta adrenalina le quedaba en el cuerpo? Probablemente poca, aquel debía de ser la última dosis que recibiría hasta comer y beber algo sustancioso. Los siguientes peligros se los tomaría con una fría resignación, de seguro.
Pero de momento, se dio un buen susto al no ver por ningún lado la cabellera rubia que hacía de faro unos momentos atrás… pero bueno, siendo optimistas, al menos el pirata que la había golpeado sí se veía. Enarbolando una cimitarra para rematar a alguien que había en el suelo, cierto, pero se veía.
El arma subió lentamente, no por dramatismo escénico sino por mero cansancio del pirata, y comenzó a bajar más por su peso que por la fuerza del atacante, en dirección a… nada, porque la cimitarra voló de sus dedos ahora heridos por un virote de ballesta.
Otro mareo invadió al kamael y casi cae de rodillas al suelo, pues la ballesta había sido disparada no con un virote real, sino con uno mágico hecho de… algo. Algo mágico. Punto.
El pirata vio al tambaleante Alatuerta acercarse y decidió que su sed de sangre podía ser apagada con la jarra de ron de todos los días, por lo que salió disparado del lugar.
-Eh, rubia, despierta -balbuceó al llegar a donde estaba Arale, arrodillándose en el suelo por puro cansancio. -Vamos, el barco se hunde y no… -estuvo por decir que no creía poder cargarla, pero temió ofenderla de nuevo -…y hay un bote salvavidas cerca.
Kelisay- Cantidad de envíos : 65
Re: A donde nos lleve el viento
A Rubia le tomó su tiempo entender eso de despierta. Su mirada, aparentemente consciente, estaba perdida en algún punto del infinito entre sus ojos y las madreas del barco y luego, en los mismos ojos y el cielo, tardando una eternidad, con la que no contaban, en llegar a los de Kelisay.
No estaba ahí, estaba demasiado atontada, incluso, si le hubiese dicho que no podía cargarla no habría armado un escándalo como el anterior… no le habría entendido. Se estaba evadiendo, le daba paso a lo que su mente de infante le había pedido desde el momento en que alguien gritó “Piratas”. Vio al kamael y cerró los ojos con una calma incongruente con el contexto, la paz que sintió por el momento no fue interrumpida ni por el crujido del barco cediendo finalmente al feroz ataque.
A tientas, con dolor, sobre todo en el hombro atravesado, le tomó la mano y al abrir los ojos, le sonrió con inocente ternura. No quería moverse, quería rendirse y dejarlo todo así… pero no podía ser tan simple.
- Cinco minutos mas… - pidió y volvió a cerrar los ojos, sin soltarle la mano. El barco se hundía y ella quería cinco minutos mas, necesitaba cinco minutos más – no me siento bien… - reconoció -… nadie en este barco se siente muy bien… - tomó fuerzas de donde no tenía e hizo el esfuerzo de levantarse, quejándose en el proceso hasta quedar sentada, con las piernas abierta a medio recoger, la mano apoyada entre estas - … el barco se hunde –
Por fin su mirada se enfocó en él, más despierta y desasosegada
- Me salvaste – dijo en ese hálito de ensoñación, para luego volver a la realidad – yo también trataré de salvarte cuando el barco se hunda y nos lleguen los piratas - era casi una promesa, una que cumpliría por muy cansada que estuviera.
Ahora tenía que salir de ahí, tenía que ponerse en pie y salir. Pero Kelisay se veía también tan cansado, que no podía esperar que la ayudara a levantarse. Tomó impulso y se apoyó en él cuando sintió que las fuerzas le fallaban para seguir adelante en su empeño. Se sintió mareada, el dolor recorrió su cuerpo y su mente de una forma que no sentía hacia mucho tiempo, por poco se deja caer, pero se mantuvo y mas bien se inclinó hacia Kelisay, ofreciéndole la mano.
- Vamos, un esfuerzo mas y luego… - su sonrisa dulce no dijo lo que ambos sabían: y luego a remar para no nadar o pelear.
No estaba ahí, estaba demasiado atontada, incluso, si le hubiese dicho que no podía cargarla no habría armado un escándalo como el anterior… no le habría entendido. Se estaba evadiendo, le daba paso a lo que su mente de infante le había pedido desde el momento en que alguien gritó “Piratas”. Vio al kamael y cerró los ojos con una calma incongruente con el contexto, la paz que sintió por el momento no fue interrumpida ni por el crujido del barco cediendo finalmente al feroz ataque.
A tientas, con dolor, sobre todo en el hombro atravesado, le tomó la mano y al abrir los ojos, le sonrió con inocente ternura. No quería moverse, quería rendirse y dejarlo todo así… pero no podía ser tan simple.
- Cinco minutos mas… - pidió y volvió a cerrar los ojos, sin soltarle la mano. El barco se hundía y ella quería cinco minutos mas, necesitaba cinco minutos más – no me siento bien… - reconoció -… nadie en este barco se siente muy bien… - tomó fuerzas de donde no tenía e hizo el esfuerzo de levantarse, quejándose en el proceso hasta quedar sentada, con las piernas abierta a medio recoger, la mano apoyada entre estas - … el barco se hunde –
Por fin su mirada se enfocó en él, más despierta y desasosegada
- Me salvaste – dijo en ese hálito de ensoñación, para luego volver a la realidad – yo también trataré de salvarte cuando el barco se hunda y nos lleguen los piratas - era casi una promesa, una que cumpliría por muy cansada que estuviera.
Ahora tenía que salir de ahí, tenía que ponerse en pie y salir. Pero Kelisay se veía también tan cansado, que no podía esperar que la ayudara a levantarse. Tomó impulso y se apoyó en él cuando sintió que las fuerzas le fallaban para seguir adelante en su empeño. Se sintió mareada, el dolor recorrió su cuerpo y su mente de una forma que no sentía hacia mucho tiempo, por poco se deja caer, pero se mantuvo y mas bien se inclinó hacia Kelisay, ofreciéndole la mano.
- Vamos, un esfuerzo mas y luego… - su sonrisa dulce no dijo lo que ambos sabían: y luego a remar para no nadar o pelear.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: A donde nos lleve el viento
Y así fue que el barco terminó por naufragar. Los piratas tomaron lo que quisieron y los sobrevivientes se hicieron a las lanchas con las que trataron de llegar a tierra en el menor tiempo posible. Tras todo el ataque, ni marinos ni piratas estaban interesados en seguir combatiendo, los segundos por no perder más del botín que ya habían perdido a no contar con que el barco de pasajeros se defendiera de esa forma aguerrida.
Buscar prisioneros, posibles esclavos para vender podría significar más esfuerzo, más heridos y menos hombres para mover su propio navío que también había sufrido algunos daños. Por lo tanto, su Capitán tomó la sabia decisión de dejar que fuera el mar quien se encargara de la elección de si vivían, morían o eran tomados prisioneros (o rescatados, vaya uno a saber) por parte de cualquier otro o de la naturaleza misma del océano.
Ni siquiera las valientes, soeces y temerarias ofensas del capitanito bastaron para que cambiara su dictamen. Tenía lo que quería, era hora de ir a por unos buenos toneles de ron. Así que se pusieron en marcha en su barco dejándolos a la deriva en los mares de Jaspia.
Los demás, iban recogiendo sobrevivientes y heridos para subirlos a las barcas. Pasado un tiempo, que a todos les pareció una eternidad, solo se escuchaba el chapoteo del mar contra la madera que los soportaban y los improperios que lanzaba el capitanito, casi como si fuera un pirata más, contra Dulfary y Kelisay por no permitirle hundirse junto con su barco.
No había forma de salvar el navío, aunque lograran apagar el fuego de las bodegas que desde hacía mucho se colaba en los camarotes y si todos los presentes hubieran trabajado en él, habría terminado por hundirse, sus daños eran graves y la madera había quedado muy quebrada tras ser embestido por los piratas.
Pero su descenso fue lento.
Cuando por fin todo fue calma, y los marinos menos heridos lograron que las barcas no se dispersaran el ancho mar, en pocos segundos, desde la percepción de cada uno pues pasaron varias horas, se hizo de noche, pero antes que el sol se ocultara del todo, la atención de todos estaba en el barco, algunos lo observaban con tristeza, otros con aprensión, otros mas con indiferencia, pero todos en silencio, sin tener más nada que hacer. Veían como el barco que iba a traerlos a un nuevo destino o un nuevo viaje se perdía bajo las aguas…
Buscar prisioneros, posibles esclavos para vender podría significar más esfuerzo, más heridos y menos hombres para mover su propio navío que también había sufrido algunos daños. Por lo tanto, su Capitán tomó la sabia decisión de dejar que fuera el mar quien se encargara de la elección de si vivían, morían o eran tomados prisioneros (o rescatados, vaya uno a saber) por parte de cualquier otro o de la naturaleza misma del océano.
Ni siquiera las valientes, soeces y temerarias ofensas del capitanito bastaron para que cambiara su dictamen. Tenía lo que quería, era hora de ir a por unos buenos toneles de ron. Así que se pusieron en marcha en su barco dejándolos a la deriva en los mares de Jaspia.
Los demás, iban recogiendo sobrevivientes y heridos para subirlos a las barcas. Pasado un tiempo, que a todos les pareció una eternidad, solo se escuchaba el chapoteo del mar contra la madera que los soportaban y los improperios que lanzaba el capitanito, casi como si fuera un pirata más, contra Dulfary y Kelisay por no permitirle hundirse junto con su barco.
No había forma de salvar el navío, aunque lograran apagar el fuego de las bodegas que desde hacía mucho se colaba en los camarotes y si todos los presentes hubieran trabajado en él, habría terminado por hundirse, sus daños eran graves y la madera había quedado muy quebrada tras ser embestido por los piratas.
Pero su descenso fue lento.
Cuando por fin todo fue calma, y los marinos menos heridos lograron que las barcas no se dispersaran el ancho mar, en pocos segundos, desde la percepción de cada uno pues pasaron varias horas, se hizo de noche, pero antes que el sol se ocultara del todo, la atención de todos estaba en el barco, algunos lo observaban con tristeza, otros con aprensión, otros mas con indiferencia, pero todos en silencio, sin tener más nada que hacer. Veían como el barco que iba a traerlos a un nuevo destino o un nuevo viaje se perdía bajo las aguas…
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