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Mensaje por Samantha 31/03/11, 11:46 pm

Tal vez sería la última vez que viera el rostro de sus padres en carne y hueso, al igual que a su tan querido hermano… Pero las cosas se daban de esa forma por alguna extraña razón y nada ni nadie lograría detenerla más que nada en ese momento, las ganas reunidas de hace tiempo por simplemente irse, tomar sus decisiones y vivir su propia vida valiéndose de las pocas cosas que seguramente conseguiría, la llevaron a tomar esa gran decisión que marcaría todo su futuro.
Era la primera vez que viajaba en barco, los pasajes eran muy caros en esos tiempos y más para las familias de clases sociales intermedias o casi bajas como lo era ella… Era su primer pasaje, su primer viaje, su primera aventura; debía disfrutar cada segundo, recorrer todo el lugar y admirar el paisaje para que este nunca más se borrara de su mente. Aunque es sí, algo dentro de ella le decía que esta podría ser la primera pero no la última vez que estaría pisando aquellas maderas añejas, navegando por las agitadas aguas y cruzando de isla en isla.

El viaje estaba resultando algo largo, algunas personas comenzaban a sentirse mal e ir y venir para lograr calmar sus mareos o simplemente buscar un lugar adecuado para “largarlo”. Cerró sus ojos con fuerza por unos segundos al escuchar a un joven vomitar dentro de un cubo, era terrible verles la cara pálida y escuchar a cada rato sonidos similares. Suspiró para sus adentros y desvió su mirada hacia una pequeña ventana que daba a la cubierta… Se hacía difícil ver las olas ya que la noche estaba implantada en ese momento, tal vez alrededor de las 22:30; no tenía mucha idea al respecto ya que su reloj estaba dentro de la valija y no creía adecuado abrirla delante de tanta gente. Particularmente porque sabía que las posibilidades de cruzarse con algún ladrón eran altas.
Pasó el tiempo, la gente parecía más calma, algunos durmiendo, otros dando vueltas sin saber exactamente qué hacer… Por su parte sentada en un escalón que daba a la cabina del capitan, ¿qué más podía hacer? En verdad el viaje estaba de lo más aburrido y el lugar no presentaba ninguna actividad y menos al anochecer donde la mayoría se encontraba descansando, pero ella no dormiría… Sabía lo que pasaba cuando se conciliaba el sueño allí y lo había podido ver con sus propios ojos. No caería en esa trampa ni aunque se estuviera cayendo del sueño.
Al cabo de unos minutos, con el frío de la noche y la poca actividad, terminó prendiendo un cigarrillo… Ya fumando con tranquilidad y con casi la mitad de su cigarrillo consumido un hombre subió a lo más alto y comenzó a atar las velas del barco para que el viento dejara de impulsarlo hacia el objetivo…

[¿Llegamos?]

Así es, habían llegado luego de tan largo y agotador viaje… Aproximadamente las 12 de la noche, el mismo hombre que ató las velas tomó un cono y comenzó a gritar:

“¡HEMOS LLEGADO A DESTINO, FAVOR DE ORDENARSE EN FILAS HOMBRES Y MUJERES PARA PROCEDER AL DESCENSO!”

Naturalmente fue una de las terceras en colocarse en la fila ya que estaba a tan sólo unos pasos; aún con su cigarrillo en la mano, fumando con tranquilidad y a su vez, con su mano libre, colocándose la capucha de su abrigo comenzó a adelantarse a la vez que tanto la primera como la segunda mujer descendía… El hombre que estaba en la salida la detuvo, la observó unos segundos con seriedad y luego la dejó pasar. No entendía muy bien por qué lo había hecho, pero de todas formas lo importante era que ya había llegado… Descendió, pisó tierra y pudo notar como acaparaba ciertas miradas desde la oscuridad, era obvio, no era un lugar para estar de noche y menos por ahí, por los barrios bajos.
Con su pequeña valija en la mano comenzó a caminar por las poco iluminadas calles, mirando con tranquilidad el camino, sin mostrar paranoia pero en el fondo atenta a cualquier movimiento… Seguía fumando, jugando con el humo y en busca de algún lugar para hospedarse fijamente o aunque más no fuere quedarse una noche para al día siguiente acomodarse de verdad…
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Mensaje por Lisandot 02/04/11, 01:20 am

Medianoche en el barrio de los muelles de Trinacria.

Aunque realmente el puerto nunca dormía, sólo muy ocasionalmente había desembarcos a aquellas horas y no eran precisamente viajantes los que solían ocupar las calles y callejones aledaños a los muelles. La fauna nocturna estaba constituida fundamentalmente por marineros y obreros del puerto en busca de diversión y tahúres, ladrones y prostitutas dispuestos a conseguir su sustento a costa de – o gracias a – ellos.

La menuda figura, cubierta por capa y capucha, que se desplazaba por una de aquellas calles poco iluminados no pertenecía a ninguna de las categorías mencionadas y tampoco era ya una viajera. Asentada ya hacía algún tiempo en el archipiélago, comenzaba a considerarlo poco a poco su hogar, aunque aún le faltaba mucho para estar definitivamente establecida. Y era en el empeño de lograr establecerse tan pronto como fuera posible que se encontrara transitando por aquellos rumbos a una hora en que comúnmente una mujer sola no lo haría.

Aunque su ocupación principal seguía siendo vender hierbas en el mercado, ya se estaba haciendo un nombre como sanadora y de a poco empezaban a aparecer los clientes. Eran oportunidades que no podía rechazar por más que le significara robarle horas al descanso y que se presentaran a horas poco oportunas, como en aquella ocasión.

Habían ido en su busca a la posada donde vivía a la hora del ocaso, cuando se aprestaba a tomar una merecida cena luego de una jornada de trabajo. Ni el hambre ni el cansancio la habían hecho siquiera vacilar en responder a la petición de ayuda que había recibido. No era sólo porque iban a pagarle – y necesitaba todo el dinero que pudiera reunir si quería llegar a tener una casa que pudiera llamar suya – era, principalmente, porque amaba su trabajo y no era capaz de desoír un pedido de socorro.

Su cliente era la madama de una casa de citas del barrio de los muelles que se había sentido repentinamente indispuesta. No había pensado que la consulta se prolongara tanto – aunque la duración de éstas era difícil de prever – pero la mujer había sufrido una intoxicación por alimentos y le había tomado horas estabilizarla y poder considerarla fuera de peligro. Para cuando terminó, la casa bullía de actividad y no había nadie disponible para acompañarla de vuelta. Su paciente, que retribuyó generosamente su labor, le ofreció quedarse a pasar la noche en el lugar y marcharse al amanecer, pero la idea del susto que se iba a llevar Akira cuando volviera de sus labores de guardaespaldas y no la encontrara, la hizo desistir del ofrecimiento.

Aceptó, en cambio, una capa con capucha que la ayudara a mimetizarse con el ambiente – su ahora corta cabellera plateada seguía siendo demasiado notoria en medio de las sombras de la noche – y armándose de un valor que estaba lejos de sentir, emprendió la marcha.

Había caminado con la mayor tranquilidad posible, pero una pelea en un callejón la había hecho correr en su afán de alejarse y así había desembocado en una calle que, en ese momento, tenía un único ocupante. Se detuvo de golpe al contemplar la figura encapuchada que fumaba, creyendo que era un hombre.
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Mensaje por Samantha 02/04/11, 04:13 pm

El ambiente se tornaba cada vez más denso, frío pero por suerte con ausencia de miradas “intrigantes”, o mejor dicho interesadas… Era una especie de buena señal ya que estaba intentando desviar todo el peligro que le fuera posible; con la valija y todo le sería más complicado pelear o escapar. La costumbre normal era salir armada, con los mapas necesarios y las descripciones de los objetos que debía buscar, este era un caso diferente y algo preocupante… Pero no tenía que por ello dejarse llevar, cualquier muestra de debilidad y temor alertaría a los ladrones. Por otro lado su mente divagaba en la posibilidad de cruzarse con abusadores, pero era prácticamente lo mismo o hasta inclusive menor ya que los ladrones solían portar armas y los abusadores valerse de su fuerza física superior.
Suspiró levemente mientras continuaba su camino con tranquilidad, aunque unos pasos lograron alertarla; su mirada siguió baja, continuo fumando y caminando en la dirección en la que venían los pasos… Parecía una especie de suicidio. Los pasos siguieron su ritmo hasta un determinado momento que escuchó como aquella persona se detenía a unos tantos metros de ella. Samantha plantó sus pies en un mismo sitio, elevó la vista unos minutos sin dejar que la luz golpeara en su rostro oculto, le dio la última seca a su cigarrillo, lo tiró hacia un costado en un leve movimiento con sus dedos y comenzó a analizar a aquella persona… No contaba con un aspecto grande, parecía ser una persona de contextura física delgada aunque no podía observar el resto de sus rasgos ya que, al igual que ella, llevaba una capucha y una especie de capa puesta. ¿Qué le pasaría? ¿Pretendería robarle? En verdad no podía estar tan segura, por lo que había dos claras opciones… Enfrentar o correr. La decisión de Samantha era totalmente obvia, no hacía falta ser un genio para saber que ella no correría.
Aclaró levemente su voz, ya que el estar fumando le producía de vez en cuando un leve catarro, y se aferró con fuerza a su valija para luego comenzar el dialogo, y por supuesto ir al grano...

- ¿Qué quieres?

Sin rodeos, no le importaba que reconociera su voz como la de una mujer, no le importaba que fuera un hombre, no le importaba si debía enfrentarlo; sólo quería continuar su camino con tranquilidad. Elevó un poco más la vista para dejar su aporcelanado y blanco rostro a la intemperie y para que la otra persona pudiera detectar mejor su género.
Tal vez ahora mismo se desataría una “batalla”, tal vez simplemente esta persona huiría, había muchas opciones pero ninguna la lograría convencer hasta que los hechos fueran irreversibles. Todo estaba en manos del destino…


Última edición por Samantha el 02/04/11, 10:14 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Lisandot 02/04/11, 06:48 pm

La noche se había tornado muy fría, pero no fue eso lo que la hizo arrebujarse más en su capa. Fue el deseo de pasar inadvertida, de fundirse entre las sombras de la calle y que su presencia no fuera notada. Por lo mismo, se quedó completamente inmóvil y silenciosa en el mismo lugar en que se había detenido. Con un poco de suerte, la persona que estaba en el callejón seguiría su camino sin detenerse y ella podría, a su vez, reanudar su marcha.

Con un poco de suerte… que no tuvo esta vez. Con un temor que le apretaba el pecho y le hacía doler el estómago, advirtió que su presencia había sido notada. Permaneció en suspenso mientras el desconocido la estudiaba durante minutos que se le hicieron eternos. Realmente, no tenía mucho más que hacer. Volver por donde había venido, escapando de la pelea callejera no era una opción y tampoco le parecía una buena alternativa intentar huir eludiendo al desconocido; no estaba muy segura de que sus piernas, que temblaban, la acompañaran si intentaba la fuga en esos momentos.

Mientras aguardaba que el encapuchado reaccionara, intentó estudiarlo a su vez. Parecía ser de su misma estatura y, como ella, de complexión delgada. Que no se tratara de una persona grande y robusta la tranquilizó un poco; si hay que intentar una defensa, siempre es mejor que el oponente no tenga ventaja física sobre uno. Claro que si era menudo, podía ser también ágil y veloz en la carrera, lo que anulaba la ventaja que pudiera tener en una huída; sin contar con que podía estar armado. Esas agoreras ideas habían desvanecido la poca tranquilidad conseguida al comprobar la contextura de su oponente cuando éste habló.

Le sobresaltó oír la voz de una mujer, cuando creía estarse enfrentando a un hombre, y durante un momento pensó que sus oídos le jugaban una mala pasada. Pero entonces la desconocida expuso su rostro a su mirada y ya no tuvo dudas acerca de su género. Comprobar que el desconocido era en realidad una desconocida le produjo cierta sensación de alivio, bastante irracional por lo demás. Sabía bien que había mujeres tanto o más peligrosas que los hombres pero, aún así, no podía evitar sentirse mucho más segura cuando estaba en presencia de una. Con todo, el tono con que la mujer le preguntó que quería, la hizo mantenerse en guardia. Quien sabe, quizás la encapuchada no tenía intenciones de atacarla, pero era posible que también estuviera asustada y alerta y, por lo mismo, tenía que actuar con cautela. Personas en el colmo del terror eran capaces de agresiones brutales en el afán de defenderse.

Sin moverse de donde estaba, se echó atrás la capucha para que su interlocutora viera con quien estaba tratando y contestó con voz que temblaba ligeramente:

- Sólo quiero seguir mi camino…
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Mensaje por Samantha 04/04/11, 08:43 pm

Efectivamente, al frente y sin vueltas… La pregunta estaba hecha, su voz había sido detectada y su rostro podía ser identificado. Reunió algo de valentía y miró con seriedad hacia la persona encapuchada que se encontraba delante de ella, ¿quién era? ¿Qué quería? Preguntas que le dieron vuelta la mente en esos pequeños minutos en los cuales aquella persona permanecía intacta, con la cabeza algo gacha y al parecer sin intenciones de atacarla; pero no podía dejarse llevar.
El ambiente era tenso, no se sabía a ciencia exacta qué sucedería, pero un simple movimiento del desconocido con su mano le dio un “relax” a sus intenciones agresivas. Era una joven, al parecer no muy grande, piel clara, cabello grisáceo, tal vez platinado, y corto, ojos en su misma tonalidad y unos rasgos muy refinados. Parecía una especie de princesa… Lo cual le resultó sumamente extraño. ¿Qué hacía una joven como ella dando vueltas sola por tan peligrosas calles? ¿Tal vez lo mismo que ella? En verdad no lo sabía y dudaba que fuera de recién llegada, pero le deba una cierta desconfianza.

“Sólo quiero seguir mi camino…”

- Deberías tener cuidado… Esta vez te cruzaste conmigo, pero si sigues deteniéndote así podrías cruzarte con tu peor pesadilla.

Advirtió con seriedad ya que en sí era verdad… Si ella no se hubiera detenido irrumpiéndole el paso tal vez Samantha ni se hubiera percatado o simplemente la hubiera obviado como ya había hecho en el trayecto recorrido hasta el momento. Que una persona se pare delante de otra en su “lenguaje” significaba que le robaría o que una pelea con o sin argumentos exactos estaba a punto de realizarse…
Aunque otro pensamiento se vino a su mente en el momento que recordó donde estaba… Allí existían jovencitas que prestaban servicios y a cambio recibían una suma importante; tal vez ella trabajaba por allí, posiblemente Sam hubiera sido confundida con un hombre y ella tan sólo pretendía ganar algo de dinero… Lo cual era posible.

- ¿Sabes de algún lugar en el cual pueda hospedarme?

No estaba de más, seguramente ella conocería el lugar… O eso esperaba. Necesitaba conseguir un lugar donde dormir, más que nada para estar aislada de tanta delincuencia y peleas callejeras que al parecer invadían el lugar a esas horas.
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Mensaje por Lisandot 08/04/11, 08:50 pm

Que la muchacha que tenía al frente le hiciera una advertencia muy cercana a la que una persona mayor podía hacerle a una jovenzuela alocada fue un verdadero anticlímax y, por lo inesperado, casi la hace reír.

Tenía razón, desde luego. Su irrupción, a plena carrera, en aquella había sido muy imprudente y muy poco discreta. Por fuerza, había de atraer la atención de cualquiera que transitara por ahí sobre su persona, especialmente si se tenía en cuenta que nadie camina por las noches en un barrio de esa catadura con ánimo relajado. Pero qué podía hacer, la violenta gresca con la que se había topado la había atemorizado en demasía y el temor nunca era prudente ni discreto.

No le comentó nada de eso a su interlocutora, sin embargo. Se limitó a asentir levemente con la cabeza, agradecida de no haberse encontrado con alguna de las ratas que solían pulular por los muelles y sus cercanías.

- Seré más cuidadosa la próxima vez.

Ahora que estaba más tranquila podía estudiar a la muchacha mejor. Se veía joven, parecía ser de la edad que ella misma aparentaba, pero cubierta como estaba por un abrigo y una capucha, no podía saber mucho más su apariencia. Aunque el hecho de que fumara, había conocido muy pocas mujeres que lo hiciera, parecía indicar que no era una mujer común y la pequeña valija que portaba, que probablemente era una viajera.

Quizás eso explicara que se encontrara en el sector de los muelles a semejantes horas, posiblemente acababa de llegar en algún barco. ¿Conocería la ciudad o sería su primera vez en Trinacria? Cualquiera que fuera la respuesta a la pregunta, la joven viajera parecía ser una persona muy dueña de sí. Le agradaban ese tipo de personas, consideraba que tenían una cualidad que ella no poseía; al menos, no la tenía en situaciones de peligro.

La pregunta que la chica le hizo despejó de inmediato su duda acerca de si ya conocía la ciudad: era evidente que no.

- Voy a la posada donde me alojo, si quieres puedes acompañarme. Es un buen lugar y tienen habitaciones disponibles.


Ya no temía que la chica fuera a agredirla y caminar juntas podía darles algo más de seguridad a ambas, lo que nunca sobraba en aquel lugar y a aquellas horas. Ojalá aceptara.
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