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El alcance de la sombra de un sauce

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El alcance de la sombra de un sauce Empty El alcance de la sombra de un sauce

Mensaje por Cyrian 12/10/10, 06:13 pm

Paso a paso se alejaba de lo que había conocido alguna vez de Lurthum. Poco a poco, el paisaje iba tornándose cada vez menos similar a la aparentemente atractiva y fértil isla y se iba convirtiendo en un páramo seco de tierra cuarteada, llano y monótono, salvo por una senda casi invisible que guiaba sus pasos, pero que él percibía con tanta claridad como si fuera el empedrado de una calle.

Hacía ya algún rato que Cyrian había advertido ese proceso; pero aún así seguía adelante sin detenerse. Cuando había abandonado su habitación, pensó que se trataba de una llamada de Ethel, aunque ya entonces una parte de él no estaba seguro. Luego comenzó aquel cambio gradual que cada vez se hacía más acentuado. Cuando entró al servicio de su Señora, una de las primeras cosas que había hecho como parte de sus deberes era conocer la isla; él era muy concienzudo con sus deberes y simplemente supo que algo iba mal cuando empezó a notarlo. Incluso se detuvo sobre sus pasos y se planteó dar la vuelta y regresar; aquello empezaba a parecerse cada vez más a una trampa, sin embargo, una leve mirada atrás le bastó para saber que, si alguna vez lo había sido, ya no era una opción. A su espalda, el paisaje era tan poco familiar como lo era hacia delante. Quien quiera que fuese quien le estaba atrayendo se había tomado la molestia de no permitirle cambiar de idea. Sin más opciones, siguió adelante.

Al cabo de un tiempo que no tenía modo de medir objetivamente, ya que el sol estaba oculto tras una capa gruesa de nubes sobre el cielo de aquel páramo, a su alrededor, todo estaba vacío, caminaba por un terreno plano y vacío hasta donde alcanzaba la vista. Lurthum había desaparecido. Sólo con una senda que seguir.

Finalmente, ante sus ojos apareció la única variación de aquel paraje; una pequeña loma se alzaba ante sus ojos con un solitario sauce en su punto más alto. Supo de inmediato que se acercaba finalmente a su destino, que finalmente sabría qué o quién había provocado aquella llamada que tiraba de él hacia aquel lugar, y a la vez despertaba un apagado desasosiego en su interior. Con familiaridad, su mano se posó en el mango de su espada, completamente seguro que con un pensamiento, la tendría lista.

El sauce era frondoso, sus ramas se alzaban poco más de dos metros con ramas firmes, que luego caían mucho más finas como un velo en rededor del árbol, casi formando un recinto cerrado con el tronco como columna central. Cyrian avanzó con precaución, apartando con la otra mano las ramas para entrar bajo el enramado.

Debajo no había nada extraordinario.

Frunció el entrecejo confuso, sin saber lo que significaba aquello. Se giró, aún cubierto por la sombra del sauce, pensando que, con lo tenue que era la ruta, quizás había pasado por alto un desvío o un giro.

Entonces escuchó una voz a su espalda. Una voz fría, arrastrada, átona. Una que había oído antes... – Has llegado antes de lo que esperaba. Supuse que iba a llevarte más tiempo llegar a este lugar, amigo.

***

Hacía rato que caminaba porque su cuerpo ya no era capaz de correr. Sabía que pronto tendría que arrastrarse si quería seguirse moviendo, pero su instinto de supervivencia era demasiado terco.

Todo había resultado falso. Todo era una gran mentira, una broma cruel. A la hora de la verdad, se había encontrado solo. Sus supuestos camaradas habían simplemente dado la vuelta y les habían dejado atrás, aunque sus compañeros en esta tragedia habían tenido la suerte de morir en el asalto inicial, antes de darse cuenta. Su hermano, “paradigma de la virtud” según todos, el intachable héroe, el “perfecto paladín”, ni siquiera había mirado atrás. La deidad a cuyo servicio había dedicado su vida desde prácticamente su infancia, teóricamente bondadosa y que cuidaba de los suyos, le había abandonado en el momento, el único que en retrospectiva la había necesitado desesperadamente. Estaba solo, absolutamente solo. Le habían dejado allí para que muriera.

Le costaba trabajo respirar. Su escudo había quedado atrás, poco más que un pedazo de metal retorcido, además su brazo izquierdo pendía inerte a su costado. Su cuerpo estaba cubierto de heridas y golpes propinados por aquellos monstruos, su armadura, rota y caída. Los únicos pedazos que quedaban sobre su cuerpo era porque se habían hundido en su piel y pese al dolor no los quitaba; no podía saber si alguno hacía de tapón en alguna vena perforada. Su librea, ensangrentada por la herida del abdomen que iba de lado a lado, era un recordatorio perenne para él de la cruel burla en la que se encontraba.

Si tan sólo aquella herida hubiera profundizado un poco más, apenas un par de milímetros, habría muerto rápidamente con sus vísceras por el suelo. Pero eso hubiera sido demasiado rápido. Ni siquiera hubiera alcanzado a escuchar a su hermano ordenar la retirada, ni visto su espalda perderse de su vista pese a sus gritos de dolor y de los otros dos que habían caído en el asalto inicial.

Le habían traicionado. Iba a morir en vano, olvidado en aquel paraje infernal. No dejaba de escuchar a su mente repetirle una y otra vez aquello, pero su instinto de supervivencia era demasiado cabezota.

Ni siquiera servía de nada que supiera de sobra que sus perseguidores estaban jugando con él, como un gato con un ratón herido o una orca con una foca a la que ya ha atrapado. Simplemente, no iba a aceptar la derrota y morir, mientras pudiera mover alguna parte de su cuerpo.

Finalmente, hincó rodilla en tierra. No iba a poder ir más allá. Intentó preparar su maza para presentar batalla hasta el amargo final, pero ésta resbaló entre sus dedos y cayó con un ruido sordo en el creciente charco que se iba formando con su propia sangre.

Cerró los ojos. Se había acabado. Esperaba en cualquier momento escuchar los gruñidos hambrientos de aquellas criaturas como preludio de su fin, pero en su lugar escuchó otra voz. Una fría, indiferente, susurrante, ominosa, la voz que uno imagina cuando personifica la muerte. – Puedo ayudarte, ¿quieres vivir?

Sus ojos se abrieron rápidamente, mirando en derredor, pero no alcanzó a ver nada. Comenzó a pensar que no era más que un truco de su mente, el último cartucho de su deseo de vivir. Pero entonces la escuchó de nuevo.

- No tienes mucho tiempo, puedo ver como se te escapa la vida por momentos. ¿Quieres vivir?
- ¿Quién eres?... - alcanzó a murmurar, confuso.
-No hay tiempo para eso, piensa en mí como un amigo, el único que puede ayudarte. ¿Aceptarás mi ayuda?- pese a sus palabras, no había sentido de urgencia en la voz.
- ¿Por qué...?
- Porque necesito un amigo, un nexo con el mundo. ¿Quieres vivir? - insistió la voz.

La mente del paladín abandonado trabajaba a toda velocidad. ¿Era posible vivir aún? ¿Era algo de aquello real? En su cabeza, poco a poco, empezó a germinar otra idea. No quería morir así. No quería morir porque su hermano y su deidad lo hubieran decretado así. No iba a seguir los designios de una deidad incapaz de permanecer con sus fieles en su necesidad...

- Qu....quiero....vivir. -contestó por fin, en un tenue murmullo mientras la vista se le nublaba poco a poco.
- Vivirás...- dijo la voz, con un deje de triunfo. Fue entonces cuando Cyrian creyó ver algo, un par de ojos oscuros, vacíos que le miraban. Luego todo fue oscuridad.

Ajena a todo aquello que había sucedido, una Flor acudía a algo que había llamado su atención por el rabillo del ojo. Y, casualmente, poseía lo necesario para mantener con vida al herido.

***

Sus ojos se abrieron como platos y su rostro palideció visiblemente, aún oculto bajo el yelmo. Se giró de nuevo lentamente, casi temeroso de lo que podía encontrar.

Durante todo el tiempo que había pasado desde su milagroso rescate, se había intentado auto-convencer de que aquello no había sido más que un delirio febril, que sólo seguía vivo por un golpe de suerte en su momento más terrible, aunque parte de su mente nunca terminó de aceptar eso.

Y ahora, desdiciendo todo aquello, los vio junto al tronco del sauce. Aquellos ojos negros y vacíos, mirándole desde la oscuridad.

- ¿Quién eres? - dijo sin poderse contener, aturdido.
- Por tu voz y tu cara, amigo, sé que me recuerdas, así que intuyo que preguntas por mi identidad. Me temo que ignoras la complejidad que entraña la respuesta a esa pregunta. Una vez más, no tenemos tiempo para eso.
- Te has tomado muchas molestias para traerme aquí y, esta vez, ninguno de nosotros parece moribundo, “amigo”...
- Lo sé, pero aún así, el tiempo es un bien escaso y valioso. Ninguno está donde le corresponde estar.
- ¿Qué quieres decir?
- Arena entre tus dedos, amigo, no desperdicies tiempo. Hay dos razones para que te haya traído hasta aquí, para darte una advertencia y para cobrar una deuda. La advertencia es que tengas cautela, no todo el mundo es lo que aparenta en tu entorno.
- Para no tener tiempo, sigues hablando con acertijos.
La voz le ignoró por completo y continuó.- La deuda es aquello que pedí cuando salvé tu vida, mi buen amigo.
- Tú no salvaste mi vida, “amigo”, a menos que tras tanto artificio y misterio, no seas más que una Flor.
Los ojos giraron exasperados, ¿o era quizás decepcionado?- ¿De veras crees eso? Veo que, como cuando depositaste tu confianza en una deidad, sigues siendo un ingenuo. ¿Quién crees que la atrajo hacia ti?¿Quién crees que le susurró al oído la idea de salvarte? Fui yo, como tu buen amigo. Pero no podemos detenernos a discutir esto. Cuando te salvé, aceptaste algo a cambio.
- Sí, el dejar que me llames “amigo”, aunque no sepa....
La voz le interrumpió.- No fue sólo eso, cuando aceptaste mi ayuda, aceptaste ser mi nexo con tu mundo. En aquel momento, ni tú ni yo estábamos en condiciones de poner en marcha aquello, pero ahora es diferente. - Una mano fantasmagórica apareció frente al caballero, tenue y casi inexistente, tendida hacia él. Como hipnotizado, la tomó aceptando la invitación, dejando que las ramas del sauce se cerrasen a su espalda, mientras un estremecimiento recorría su cuerpo. La mano era tibia, pero lo que le había provocado el escalofrío era que había sentido su tacto en su mano, dentro del guantelete. Fuera lo que fuera aquel ser, había pasado a través de su armadura como si no existiera.

Cuando estuvo por completo bajo el sauce, la mano le soltó. Hizo un gesto como de rasgar un pergamino y volvió a tendérsela a Cyrian. No era difícil imaginar que esta vez, su contacto no iba a ser tan inofensivo como acaba de ser.

El humano se apartó, asqueado. No tenía idea de qué podía tratarse aquel ser, pero el poderse fragmentar de aquel modo...

- No. - contestó firmemente.
- ¿Es ésa la palabra de la que tanto te vanaglorias? ¿Hasta aquí llega el honor que dices poseer? Me diste tu palabra, amigo. - El tono con el que estaba dicha la última palabra era severo, casi como si su paciencia se estuviera agotando.

Cyrian se sabía atrapado. No sólo había dado su palabra, además estaba atrapado en un lugar al que aquel ser le había traído y del que no tenía modo de regresar, al menos no por sus propios medios. No le quedaba otra opción. Tendió su mano de vuelta junto a la fantasmagórica extremidad. Cuando la tocó, sintió como si la hubiera metido en agua tibia, que se filtraba a través de su guantelete, sólo que en contra de la gravedad. Alzó la mirada hacia su interlocutor.- Si noto cualquier cambio o influencia en mí, tropezaré con mi propia espada. Espero que tengas eso claro.
Notó como si los ojos sonrieran al mirarle.- No te preocupes por eso, amigo. Serás tú mismo mientras tú no dejes de serlo. -contestó crípticamente. Finalmente, el proceso terminó. El caballero casi suspiró decepcionado, había esperado quizás algo un poco más...espectacular.

- Amigo, ahora espero que escuches lo que voy a decirte. No te sorprendas si a tu regreso, tu recibimiento no es el que esperas, sé cauto. Lo segundo, es que en tu lugar, yo guardaría esa armadura en tus sombras. - Los ojos se disolvieron en la nada cuando terminó de hablar.

Entonces, Cyrian comenzó a escuchar un rumor a su espalda. Cuando se giró, lo que vio le dejó estupefacto; una pared de agua se cerraba sobre él. El impacto le zarandeó como si se tratara de un muñeco de trapo y le golpeó contra el tronco del árbol, dejándole sin aliento un instante. Sin embargo, el agua no sólo no se retiró tras la ola, sino que otra se asomaba acercándose rápidamente. Por primera vez, fue verdaderamente consciente del peso de su armadura de metal y comenzó a apresurarse en deshacerse de ella, empezando por las grebas, para liberar las piernas. Su primera prioridad iba a tener que ser mantenerse a flote mientras ola tras ola le iba zarandeando.

A continuación, pasada la siguiente ola y con el agua por la cintura y subiendo, se deshizo de las placas pectoral y dorsal, por ser las más pesadas, pero eso hizo que cuando chocó contra el tronco, el golpe en su torso fue muchísimo más duro, aturdiéndole lo suficiente para que fuera a dar con sus huesos contra la parte alta de las ramas del árbol, en un vapuleo doloroso que consiguió retrasar aún más su liberación del lastre. Ya sin tocar fondo con los pies, se libró de las armaduras en brazos y del yelmo, quedando liberado de todo el peso adicional para su cuerpo, exceptuando aquel que sus ahora empapadas prendas añadían.

Aún así, como un espíritu de agua enfurecido, la siguiente ola le embistió con brutalidad, empujándole hacia el fondo sin misericordia. El empuje fue tan desafortunado que hizo que el caballero diera con la nuca contra una de las raíces del ahora sumergido sauce, sumiéndole en la oscuridad...
***

En un primer momento, sólo sintió. Olor y sabor salobre, frío, un movimiento oscilante a su alrededor, un dolor sordo en su brazo derecho, sed, mucha sed.

Poco a poco, su mente fue recuperando los últimos recuerdos... el despertar... la llamada... el páramo... el sauce...

¿Por qué le dolía tanto la cabeza?

Finalmente, Cyrian abrió los suyos y miró confundido a su alrededor. Lo que vio, fue un mar picado en todas direcciones hasta donde podía ver, lo que no era mucho decir, dado el sube y baja pronunciado de las olas. Giró levemente la cabeza y advirtió la razón del dolor en su brazo. Se encontraba enganchado en una posición extraña a un trozo de madera, sin duda lo que le había mantenido a flote durante la inconsciencia. Intentó cambiar de brazo para paliar el entumecimiento que la postura le había dejado en el brazo y sus ojos se abrieron aún más, sorprendido. Era una rama de sauce.

Los recuerdos de la conversación se fueron aclarando poco a poco en su cabeza.... ”Ninguno está donde le corresponde estar...” ¿Qué significaba eso? “No todos a tu alrededor son lo que aparentan” ¿Qué había querido decir? “No te sorprendas si el recibimiento a tu regreso no es el que esperas” ¿Por qué?... Aunque un ruido a su espalda le hizo apartar esas cuestiones a favor de otra: “¿Por qué esa ola está rompiendo sobre mí?”

El impulso le sumergió de nuevo. Como un detalle sin importancia, una parte de su mente advirtió que eran aguas demasiado cálidas para ser del Mar del Destino, pero su atención fue más atraída por el hecho de que sus pies tocaron algo duro al hundirse. Había fondo, y no demasiado lejos de la superficie. Tenía sentido, las olas sólo rompían cerca de la costa, cuando había poca profundidad en el agua. Con esperanzas renovadas, alzó la cabeza en cuanto resurgió de bajo el agua y oteó lo que en aquel momento le pareció la playa más maravillosa del mundo. De algún modo, tenía la impresión de que el perfil de aquella isla le resultaba familiar, como si lo hubiera visto antes, pero no se detuvo a pensar en aquello.

La costa se encontraba reconfortantemente cerca, tanto que podría ganarla a nado, si la corriente no le arrastraba lejos de ella. Esperó un poco mientras se aliviaba el dolor de su brazo entumecido, antes de dejar atrás la rama que había sido su tabla de salvación y comenzar a bracear en dirección a la orilla.

Por fortuna, el mar parecía haber cambiado de idea con respecto a él y la corriente le empujaba en dirección a la playa de rojos guijarros. Desde allí no podría ir muy lejos, puesto que tras ella se divisaba un acantilado muy pronunciado, pero al menos podría descansar y secarse. Estaba helado y tiritaba mientras sacaba fuerzas de flaqueza para llegar.

Tras un rato, sus manos tocaron el fondo de guijarros y a gatas se alejó del oleaje del mar, buscando pasar más allá de la línea de marea alta, jadeando por el esfuerzo y aún tiritando, agotado, pero no tenía caso dejarse caer allí si cuando subiera la marea, dejaba que el mar le reclamara de nuevo.

Finalmente, se dejó caer sobre la playa suspirando, con una tenue sonrisa de triunfo tras el esfuerzo al saber que, de momento, había conseguido sobrevivir. Cuando se recuperase, sería el momento de empezar a averiguar dónde se encontraba, cómo había llegado hasta allí y, lo más importante, cómo regresar junto a su Señora.
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Mensaje por Ethel 12/10/10, 06:26 pm

Un piquete, dos piquetes, tres piquetes.

La fina punta de una rama picaba de forma insistente en uno de los hombros de Cyrian. La punción, sin ser mortal, si era aguda, casi profunda y se repetía en intervalos de a tres justo en el mismo punto… con demasiada puntería.

- Oye… estas muerto? – preguntó una voz infantil, que hacía juego con los piecitos blancos, cuyos deditos se enterraban en la arena.

Un piquete, dos piquetes, tres piquetes.

El viento salino hacía revolotear la falda del vestido amarillo que traía la vocecita que empuñaba tan ferozmente la rama. Tenía encajes en su vuelo, eso y el ser una falda, descartaba que fuera un niño.

- Deberías estar muerto – sentenció la niñita y volvió a picarlo, esta vez, cerca a su cuello – la gente que llega así a la playa esta muerta – insistía. Hablaba con seriedad, con orgullo y curiosidad.

La delicada manito que portaba la rama “compruebamuertos” se unía a un brazo en el que estaba la manga de una linda blusa de holán, bordada, de cuello redondo y lazos amarillos como la falda.

Un piquete, dos piquetes, tres piquetes.

Esta vez fueron en el cuello, menos profundos. La niña estaba parada justo a la cabeza del paladín. Parecía llegada de la nada y la suposición podía ser certera. Alguien, con la mitad de las habilidades de Cyrian habría podido sentirla llegar. Claro que si se había caído en la inconsciencia tendría sentido. Podría decirse que simplemente, estaba ahí.

- Mi primer muerto – de nuevo esa nota de orgullo en su tono infantil y ahora lo picó, una sola vez, en la mejilla – ahora te podré presumir con mis amigas – su sonrisa se sentía en el viento, no había que verla con los ojos, se escuchaba.

Y se veía adorable en esa carita llena de pecas, en la que los cabellos rojizos estaban sujetos en dos coletas.

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Mensaje por Cyrian 12/10/10, 07:07 pm

Debía haber perdido el conocimiento. No estaba seguro de cuánto tiempo llevaba en la playa, pero al menos debía haber caído inconsciente o dormido durante algún tiempo. Si no, no alcanzaba a explicarse cómo no la había oído llegar.

- Mi primer muerto – escuchaba ahora decir a una voz de niña, bastante alegre. - ahora te podré presumir con mis amigas.

- Adorable... - pensó irónicamente hacia sus adentros mientras obligaba a su agarrotado cuerpo a ponerse en funcionamiento de nuevo. Hizo un gesto con la mano para apartar el dichoso palito con el que la niña le había despertado e hizo por incorporarse.

- Siento desilusionarte, niña, pero eso aún tendrá que esperar un poco. Mis más sinceras disculpas. - le dijo en tono frío, con la voz rasposa por la sed, mientras se sentaba trabajosamente en las piedras que componían el lecho de aquella playa. Miró a su compañera allí, aquella niña inquietante, vestida como una princesa. Viendo su vestimenta, no podía venir de lejos, o al menos no podía estar a mucha distancia de un adulto. - ¿Dónde estamos?

Mientras esperaba una respuesta a su pregunta miró a su alrededor. Delante de él, había un desfiladero que parecía cincelado en la roca viva de la tierra en la que se encontraba, detrás suya, una inmensidad azul verdosa de océano que le había dejado escapar de sus fauces. Debía haber algún recodo que no alcanzaba a ver, una senda para adentrarse en tierra por la que habría venido la niña.

Se incorporó trabajosamente. - Me llamo Cyrian, ¿y tú? ¿Vienes con algún adulto o hay algún camino al pueblo cerca? - preguntó, aunque realmente lo que más necesitaba era algo de beber... la garganta le escocía, pero dudaba que llevara algo encima.
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Mensaje por Ethel 12/10/10, 07:28 pm

Al mover la mano, el desfiladero sirvió de barrera para incrementar y agudizar aun más, el grito que dio la niña. Tenía pulmones, vaya si los tenía. Había gritado con fuerza y por largo tiempo.

Al dejar de gritar, respiró agitada por la boca, una y otra vez. Para haber gritado como lo hizo, sin duda su susto debió ser grande, entonces, por qué solo dio un paso atrás? Cómo fuera, ahora escuchaba lo que le decía y su inocente expresión de espanto pasó lentamente, tiempo que se tomó para responder a todo lo que le decía.

- Entonces... entonces si te vas a morir? pero mas luego? - preguntaba realmente interesada, aun con algo de temor - pero acepto tus disculpas - Guardó silencio por un espacio de tiempo muy largo, revisó el lugar de la misma forma en que lo hacía Cyrian y y entonces dijo.

- Pues en una playa... daahh!! - dijo expresándolo tan obvio como pudo - Yo me llamo Rebeca y vengo con mi mami - la rama, esa misma con la que se aseguraba que podía hacerse a un muerto entre sus anécdotas, señaló en dirección a un costado del desfiladero, desde donde venía corriendo una mujer vestida de forma sencilla, pero agarrando la falda de tal forma que se notaba su urgencia por llegar, tal vez por el grito de la niñita.

- El camino está por allá - señaló por el costado de la mamá - oye Cyrian, como no estas muerto, eres un zombie? o solo no estas muerto? Si te vas a morir después, aun puedes ser mi muerto, cierto que no te importa? si eres un zombie, me puedo quedar contigo? Claro, si mi mami me da permiso... -

- Rebeca!!!! - gritó la mujer corriendo aun hacia ellos.

- No importa, te puedo esconder en mi cuarto como cuando escondí a Lulu. Si, tú serás mío, mío, mío, mío, mi vivo y luego mi muerto. A eso no le podrá competir la tonta de Isabel - mientras hablaba, la niña, que no debía tener mas de 7 años, lo ayudaba a levantar.
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Mensaje por Cyrian 12/10/10, 08:06 pm

El grito de la niña no le había pillado por sorpresa, era comprensible. Si tu "muerto" de repente se empieza a mover, es simplemente natural sorprenderse. Aún así, la fuerza de sus pulmones era simplemente admirable, especialmente para alguien de su edad.

A pesar de ello, parecía haberse calmado rápido después del grito. Supuso que simplemente había sido el susto por no esperarse su movimiento lo que la había alterado; no tenía tan mal aspecto, o al menos eso esperaba. Miró a la niña con curiosidad, aquella forma de comportarse estaba lejos de lo normal, o al menos no recordaba haber sido así cuando era un niño.

- Adorable... - pensó, y no por última vez.

- No, Rebeca, no tengo intención de morir, al menos a corto plazo; estoy vivo aún. - Le dijo mientras aceptaba su ayuda para ponerse de pie. No es que realmente la necesitaba, pero no las tenía todas consigo aún con respecto a su confianza en sus fuerzas.

¿Su zombie?

- Adorable...

- Sé que estamos en una playa, Rebeca. - dijo con una sonrisa amigable, sin dejar ver exasperación en su voz, aunque dado que hablaba muy ronco, no era difícil de esconder. - Pero quería saber dónde está la playa, en qué lugar.

Fue entonces cuando por fin advirtió la presencia de la mujer adulta corriendo hacia ellos. Supuso que se trataría de la madre a la que se había referido antes. - ¿Ella es tu madre, Rebeca?

La verdad es que le apetecía hablar con un adulto mejor que con aquella niña extraña. Aunque sólo fuera porque no tuviera tanto interés en su cadáver. O en enseñar su cadáver a sus amigas.

- Salud. Mi nombre es Cyrian y el mar me ha traído a este lugar. ¿Puede decirme dónde me encuentro? - saludó en el tono más amigable que pudo conseguir cuando estuvo lo suficientemente cerca. - Y si puede darme un poco de agua estaría muy agradecido...
Cyrian
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Mensaje por Ethel 12/10/10, 08:33 pm

La mujer agarró del brazo a la niña y haló de ella alejándola bruscamente de Cyrian. Una madre celosa que trata de poner a salvo a su hijita de quien la hizo gritar. La puso detrás de ella y extendió la mano, defensivamente, frente a Cyrian para alejarlo.

La niña, soltó un quejido y trató de liberarse del agarre de su mamá.

- Aléjese de mi hija!!! - advirtió tan amenazante como podría ser cualquier madre. Era una versión de Rebeca en adulto, las mismas pecas, el mismo pelo rojizo, la misma piel clara, la misma expresión de adorable amabilidad que desmentía que tan grave podría ser una agresión de parte de esta y que superaba con creces su ceño fruncido y enojado. Y otra cosa, la niña, llegaría a ser aun más hermosa que su madre.

- Mamita, no, el es bueno, es un futuro muerto y es mio, como Lulu - trató de explicar la niña.

- Lulu? - preguntó la señora y por un momento parecía estar desconcertada. Su mirada se fue a la niña y esta asintió violentamente, con una sonrisa fija y ojos grandes y brillantes. Cómo fuera, entre eso y las palabras de Cyrian, se había tranquilizado un poco.

- Usted... - su voz dulce rompió contra las olas - usted, está bien? Quiero decir... - pasado el enojo, se dejaba ver como alguien mas bien inseguro y tímido, contrario a su hijita - se encuentra en una de las costas de Kuzueth - los ojos de la mujer recorrieron la playa.

Buscaba más evidencias de naufragio.

- No pasa nada mamita. Como tu dueña es mi responsabilidad darte agua y comida, cierto que tienes hambre? - contaba sus obligaciones como propietaria con los deditos de la mano y la señora la miraba sin entender y luego miraba a Cyrian. Su dueña?

- Amor, Lulu era una ternera, no es lo mismo con el señor Cyrian -

- Es mío, es mío, ES MÍO, ES MÍO, ES MÍO, ES MÍO, ES MÍO, ES MÍO, ES MÍO - su tono era cada vez más chillón, hasta que la mujer se tapó los oídos. Entonces bajó la voz - Es mío, aquí no hay nadie que diga lo contrario o que diga es suyo, además le voy a dar comida, agua y lo voy a cuidar mucho, vas a ver!! -

La señora volteó a mirarlo con expresión apenada.

- Yo... si quiere... - no sabía que decir, cómo explicarle a su hija que una cosa era encontrar una ternera y otra una persona - podemos ir a mi casa... no está lejos... qué... qué le pasó? -
Ethel
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Mensaje por Cyrian 13/10/10, 07:26 am

El caballero no opuso ninguna resistencia a que la madre reclamara a su hija; cualquier otra acción sólo habría empeorado las cosas. Le alegró comprobar, además, que se encontraba lo suficientemente bien como para caminar, el agotamiento y los golpes contra el árbol no habían sido tan malos como le había parecido.

- Sí, creo que me encuentro bien, sólo estoy agotado... - contestó dificultosamente, empezaba a serle doloroso hablar. Sabía que los náufragos en el mar se deshidrataban rápidamente por efecto del sol y de la sal, ¿cuánto tiempo había estado flotando a la deriva para estar así? - ¿Kuzueth ha dicho? - Aunque dudaba que en aquel momento le estuviera escuchando, se había enzarzado en una discusión con Rebeca, que parecía llevar la batuta en aquel momento.

El nombre del lugar le sonaba familiar, estaba seguro de que lo había escuchado antes, pero no conseguía ubicarlo en su memoria. Podía haber sido en cualquier momento de su vida. Igual era difícil concentrarse con la niña gritando. Sin duda, tenía unos buenos pulmones.

Al parecer la niña se había encaprichado de él. O de su cadáver. O de ambas. Empezaba a comprender lo que sentían algunos animalitos cuando los niños se encaprichaban de ellos; ya lo decía una vieja maldición gitana "Pájaro seas y en manos de niños te veas". Decidió, pese a ello, no discutir con la niña a ese respecto por ahora, ya tendría tiempo más tarde de explicarle que él ya era de la propiedad de otra persona. Parecía que sus berrinches podían escaparse del control de la madre, y lo cierto era que necesitaba su ayuda en aquel momento.

- Es muy amable por ayudarme, le estoy muy agradecido. - dijo inclinando la cabeza levemente con cortesía, aceptando su invitación. Lo cierto es que la niña había dado en el clavo en otra cosa más; aunque no tan acuciante como la sed, no había comido apenas desde que dejara la mansión por lo que el hambre pronto sería también un problema.- Lo cierto es que no tengo idea de qué ha pasado para acabar aquí.- Lo cual era, de hecho, cierto.

Aún así, el nombre de Kuzueth seguía dando vueltas en su cabeza; pero lo único de lo que estaba seguro era que no se trataba de ninguna isla cercana a Lurthum. Ni al Reino de las Cascadas.
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Mensaje por Ethel 13/10/10, 01:22 pm

La señora lo miraba aun con recelo. Quizá hacía parte de su timidez, pero lo hacía. Sin embargo, también sonreía en ocasiones, sobre todo cuando Cyrian daba muestras de caballerosidad.

- Si señor – confirmó al nombre de la isla. Daba la impresión de estar confundido y desubicado, no le parecía extraño, después de todo había naufragado para caer en las manos de Rebeca.

- Yo sí sé que fue lo que pasó – dijo Rebeca con convicción y una sonrisa de triunfo y jactancia – le pedí un deseo a una estrella fugaz y me lo cumplió así que llegaste a mi – dando saltitos tomó a Cyrian de la mano y lo empezó a halar en dirección al camino que los sacaría de esa playa.

La madre sonrió. Le hizo un ademán para las siguiera, aunque la niña no dejaba más opciones.

- Quizá necesite un descanso, cuando… - sonrió con complicidad y se llevó el cabello rebelde tras las orejas – cuando Rebeca se haya hecho cargo de su cuidado, verá que se siente mejor y que podrá recordar mejor que pasó con su barco y sus compañeros – lo que no quería decir que fuera a contarle, detalle que ella parecía tener en cuenta.

La playa era un poco más extensa de lo que deja ver su primera impresión. Los pasos de ellas eran sonoros sobre los guijarros, se escuchaban sobre todo cuando las olas reculaban de vuelta al mar y en los momentos en que Rebeca guardaba silencio entre una pregunta y otra que le hacía a su naufrago para conocer que prefería comer, como prefería dormir, que tipo de ropa le gustaba (aunque en el brillo de sus ojos podía leerse que ya tenía pensadas algunas prendas para darle y vestirlo a su gusto) si le gustaba el café, los juegos.

El ascenso era lento, empinado. Descender por allí, sin cuidado sin duda era mortal. Con la falda recogida con una de sus manos, la madre de Rebeca se ofrecía a ser el soporte que ayudaba a subir tanto a la niña como a Cyrian, tomando descansos para que no le resultara tan difícil al naufrago.

Ya en la cima, esperó un momento para que todos hicieran un reconocimiento del lugar, con vista al horizonte, en el mar, donde lejos muy lejos se veía un puntito que se movía, un puntito oscuro y claro: un barco.

La brisa era fresca, menos salada y la vegetación se mostraba variopinta entre caribeña y boscosa. Los caminos parecían inexistentes, mas bien hechos por la costumbre de transitar siempre por un mismo lugar. Después del descanso lo llevaron hasta una cabaña, para lo cual debieron caminar por varios minutos, la madre callada, la niña dando brinquitos de felicidad por su nueva adquisición.

Desde lejos, la casita se veía austera. Era de madera y paja, ramas entrelazadas para las ventanas, un jardín bastante lindo y cuidado y, por la ruta que traían y la vista que se podía tener de la casa, se alcanzaba a divisar un pequeño huerto, casi listo para la cosecha.

- No… no tenemos mucho espacio – dijo con voz baja la madre, pero la niña volvió a tomar la voz líder.

- Nosotras nos acomodamos muy bien y si cabemos nostras en la casita, también cabes tú, yo te hago espacio en mi habitación, te pondré una mantita para que puedas dormir por las noches y…. –

- Y dormirá en tu cama – dijo con mas confianza la mamá – para que esté más cómodo – puso fin al asunto mientras abría la puertecita que daba acceso al jardín. Lo cruzó rápidamente y abrió la puerta de la casa, para lo cual solo había que empujarla. Una sala, dos habitaciones, una segunda puerta hacia el huerto, paredes hechas en ramas.

- Bienvenido a mi casa!!! -
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Mensaje por Cyrian 13/10/10, 07:25 pm

Cyrian negó suavemente con la cabeza, confundido por toda la situación. Si su salida de Lurthum había sido atípica, no lo estaba siendo menos su llegada a aquella otra isla.

- ¿Pediste encontrar un cadáver a una estrella fugaz? - preguntó incrédulo. ¿Qué clase de niña pedía un cadáver a una estrella fugaz?

Aquella niña cada vez le parecía más inquietante; la batería de preguntas a la que era sometido parecía augurar una estancia poco tranquila en casa de la mujer. Por fortuna, unos cuantos gestos señalando su dolorida y reseca garganta habían conseguido eximirle de responder a un amplio número de ellas, aunque en su fuero interno no podía evitar sentirse intranquilo por aquellas referidas a su vestimenta. Viendo cómo vestía la niña, temía que intentara convertirle en una de sus muñecas.

No le costó trabajo mantener el paso cuando se pusieron en marcha, en parte gracias al cuidado que ponían sus acompañantes en no estirar en demasía sus exiguas fuerzas, pese a lo duro de la ruta. Aceptó incluso la mano de la madre de Rebeca en más de una ocasión para subir algún tramo especialmente empinado. Fue entonces cuando advirtió que aún no sabía su nombre.

Alcanzaron la cima finalmente, y se detuvo a recobrar el aliento y mirar a su alrededor. Había tenido un poco de suerte, al menos. La isla era hermosa a la vista, mirando al mar. Aquel diminuto punto seguramente era un barco mercante; por un momento se preguntó de donde vendría y a dónde se dirigía. Luego observó la casita donde vivían la madre y su excéntrica hija.

- No se preocupe por eso, no necesito mucho espacio. Si os resulta más cómodo, puedo apañarme con una tienda de lona y dormir al raso. Por cierto, creo que aún no me ha dicho su nombre. - dijo cortésmente con su voz aún rasposa, aunque la caminata y un silencio algo más prolongado habían ayudado a suavizar su garganta un poco.

- Es una casa muy acogedora. - inclinando levemente la cabeza en dirección a sus anfitrionas. Aunque en su fuero interno, una parte de él miraba la calidad del vestido de la niña y aquella casa tan humilde no terminaba de encajarle. Quizás fuera simplemente una cabaña para vigilar aquel pequeño huerto.
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Mensaje por Ethel 13/10/10, 08:55 pm

La niña había respondido a la pregunta de Cyrian con una larga historia de un naufragio, en la que se argumentaban sus razones: celos. Una de sus amiguitas presumía de haber encontrado un cadáver en una de las playas y eso la había convertido en el centro de toda la atención de los demás niños, llegando casi a considerarsele una reina y ella, Rebeca, quería un poco de eso.

Mientras narraba, había sido bastante teatral y dramática, obteniendo risas de la mamá, quien corroboró lo del naufragio. En la isla, era algo que ocurría con relativa frecuencia, pero encontrar muertos, no lo era tanto.

- Muchas gracias, me... halaga - dijo sonrojándose - Josephine, mi nombre es Josephine - cerró la boca de una forma en que era notario que iba a agregar algo a su nombre, pero que no dijo.

- Aahh no!!!! antes de dormir en un tienda dormirás en mi cama!!! - manifestó Rebeca.

- Claro que sí cielo, se quedará en la casa - volvió la vista al caballero - puede permanecer hasta que se sienta con fuerzas - sonrió por un momento, hasta que la niña rompió en alegría.

- Entonces si me lo puedo quedar!!! weeeeee!!!! - tomó de nuevo la mano de Cyrian y lo empezó a llevar a su recamara. Cómo si fuera una respuesta a las inquietudes de Cyrian, si se fijaba un poco en la habitación que carecía de muñecas, vería una rueca y bajo esta, varios rollos de hilo y una par de telas.

En lo que era secuestrado por Rebeca, la señora fue a la parte trasera de la casa y solo cuando estuvo dentro del pequeño reino de fantasía de la niña, se le volvió a ver, esta vez con una jarra de agua y una manzana partida en pedazos.

- Espero que la cama no le quede chica - aunque, era casi que imposible que fuera de otra forma.
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Mensaje por Cyrian 14/10/10, 04:56 pm

Si bien la respuesta de la niña seguía sin caer en el racional, era algo un poco más razonable, incluso comprensible como el razonamiento de un infante. Pero al menos Rebeca tenía el talento de saber cómo contar una historia.

Como esperaba, Josephine y Rebeca rechazaron cordialmente su ofrecimiento. Optó por no insistir, no era importante donde descansara, con tal de que pudiera hacerlo. Pero la niña no estaba por la labor, al menos por el momento.

Según pudo ver cuando, sin darle muchas más opciones le llevó a su cámara, o ella o su madre también poseían un gran talento con la costura.

Aquello también respondía a las preguntas que se habían planteado en su mente a ese respecto. Todo parecía comenzar a encajar en el puzzle en su cabeza, pero aún no era capaz de relajarse.

- Quizás sólo sea el agotamiento, o el encuentro con mi "amigo", o el encontrarme tan lejos de Lurthum y de Ethel - pensó para sí, intentando explicarse su desasosiego. Aunque dudaba que realmente ella le fuera a necesitar con urgencia. Además, no era como si hubiera dejado a su Señora indefensa, la cohorte de Flores que siempre había en la mansión era una defensa más que competente, sin olvidarse de las propias habilidades de su protegida.

No, Ethel estaría más que segura en su ausencia, si es que llegaba a advertirla como algo extraordinario. No siempre estaba con ella, pero nunca se alejaba demasiado. Se preguntaba a cuánta distancia estaría de Lurthum mirando distraído a través de la ventana, o simplemente em qué dirección, escuchando solo vagamente lo que Rebeca le decía, en parte porque pensaba que lo mejor era no saber lo que se le avecinaba, cuando Josephine entró con la jarra y la manzana. Inclinando la cabeza con gratitud, se sirvió un vaso de agua y lo comenzó a beber con lentitud y a pequeños sorbos; con la garganta tan seca, lo más probable era que se atragantara si bebía más rápido. Aun así, no pudo evitar toser tras los primeros tragos, pero poco a poco ésta se fue suavizando. Al cabo de unos cuantos sorbos, tomó un pedazo de la fruta.

- Os lo agradezco Josephine, de veras, estoy en deuda con... ambas - dijo con amabilidad, aunque su tono seguía siendo frío, como era habitual. - No os preocupeis, señora, será suficiente con la cama, estaré bien. Pero quería preguntaros algo que supongo que os sonará un poco extraño. ¿Dónde está Kuzueth?

Era una pregunta un poco confusa, pero sentía que era el primer hilo del que debía tirar para deshacer el nudo en el que se encontraba. El nombre de la isla le resultaba familiar y debía ubicarla. - Vengo de un lugar conocido como el Reino de las Cascadas y querría saber a cuánta distancia me encuentro de él - Sus ojos, con su tono tendiendo al marrón en aquel momento, se fijaron en los de la madre, intentando decirle sin palabras "Necesito regresar" para que Rebeca no lo escuchara. Emberrincharla en aquel momento no iba a traer nada bueno.
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Mensaje por Ethel 15/10/10, 05:37 pm

Madre e hija miraban con interés el proceso de tomar agua. Josephine esperaría a que se tomara al menos un litro de agua, antes de ofrecerle limonada, pero estaba segura que lo siguiente que le daría sería agua de coco.

- No se preocupe usted por eso en este momento - se rascó el cuello un poco azorada, pero no pareció incomodarse con la frialdad de su tono pero todo lo que dijo a continuación si trajo a su semblante un poco de confusión, en especial el deseo por regresar que vio en sus ojos.

Frunció el ceño extrañada.

- Kuzueth hace parte de Jasperia, la cual está gobernada desde Tricarnia, que tal vez le sea más conocida - el tono de ser algo obvio, era el propio de quien ha vivido toda su existencia en un mismo lugar y sería fácil pensar que tal vez no había salido siquiera de la isla - no he escuchado hablar de ese lugar antes... pero tal vez en Daosh, entre los marineros sepan algo -

- NO!!! - chilló Rebeca - no saben nada, así que no importa que tan lejos está - al decirlo su tono fue mucho mas amable y tranquilo, seguido de un puchero. La señora tomó a la niña de la mano y la atrajo a ella abrazándola contra sus piernas, mientras Rebeca miraba dolida a Cyrian.

- El señor Cyrian no ha dicho que quiera regresar, solo quiere saber en donde está, no seas malcriada - intentó Josephine de arreglar aquello que provocó - no es correcto que te adelantes a las preferencias de las personas, tú no sabes si tiene una familia que lo espera o si por el contrario le conviene estar lejos - le acarició la cabeza a la niña y se sonrojó por su mentira, pues los ojos pardos de Cyrian habían sido claros.

- Ahora yo soy su familia porque yo lo voy a cuidar - sus ojitos brillantes dijeron el resto "porque ahora es mío"

- Señor Cyrian, trate de descansar, si necesita algo no más pídalo que Rebeca se lo traerá - arrastró a la niña fuera de la habitación y la dejó en la sala mientras iba por un poco de agua, de agua de coco y poco más de fruta, que dejó junto a la cama y salió nuevamente a dedicarse a sus cosas.
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Mensaje por Cyrian 15/10/10, 07:57 pm

Su rostro no lo reflejó pero la frase de Josephine, aquella simple explicación de lo que para ella era una obviedad, le había golpeado como un mazo. Jasperia. No necesitaba saber más. Ya sabía dónde estaba y tenía una idea de la distancia aproximada a Lurthum. Y lo sabía porque ese viaje ya lo había hecho una vez, hacía poco más de tres años.

Cuando aquella Flor decidió llevarle con ella, desde Ur Shalasti a Trinacria y de allí rumbo al Reino. Y aquella travesía había durado mucho tiempo, aunque su estado de salud durante el viaje no le permitía saber cuánto. La cuestión era que estaba muy lejos de casa. Demasiado. Palideció visiblemente cuando su mente razonó hasta ese punto.

Alzó la mirada y negó con suavidad ante las últimas palabras de la madre. - No, no necesito nada ahora mismo. Os lo agradezco una vez más, todas estas atenciones... - Su mirada se desvió a Rebeca por un momento. - Tu madre tiene razón, no he dicho que me vaya a ir, no te preocupes por ello. - Agradeció con la mirada a la madre por calmarla y deseó por un momento que tuviera el mismo poder sobre él.

Su "amigo" le había traído de vuelta tan cerca del lugar donde se habían conocido... Quizás fuera que estaba confinado a aquel archipiélago... ¿pero con qué derecho le había traído allí?

Sonrió amablemente a sus anfitrionas cuando se fueron, dejándole a solas con sus pensamientos. Sentado en la cama, siguió bebiendo con tranquilidad y fue comiendo la fruta. Necesitaba recuperarse lo antes posible. Sonrió a Josephine cuando ésta volvió a entrar para dejarle más bebida y comida, pero no le dijo nada.

Se echó, encogido sobre la cama, revolviéndose buscando una posición cómoda, dándole vueltas a la cabeza. Estaba muy lejos, demasiado. ¿Cuánto tardaría Ethel en darse cuenta de su ausencia? ¿Le ayudaría a regresar? ¿Pensaría que la había traicionado e intentaba escapar? Aquella última idea hizo que un escalofrío recorriese de un lado a otro su espalda. Era el peor escenario posible en aquel momento.

- "Amigo", si puedes oírme, nos has metido en un buen lío. - murmuró mientras se sentaba de nuevo en la cama, incapaz de acomodarse sobre el pequeño lecho. Finalmente, lo dio por imposible y se levantó, sentándose en una esquina de la habitación, con la espalda en la pared y justo bajo la ventana. Era una vieja costumbre de cuando viajaba como paladín, era la manera en la que mejor descansaba cuando dormía al raso. Cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás, dejando que el cansancio desgastara poco a poco sus preocupaciones, dejándose llevar poco a poco por el sueño, un sueño en el que una idea fija estaba en su mente.

Tenía que regresar a Ethel, había jurado estar a su lado y protegerla. No le correspondía estar allí. Fue con ese pensamiento con el que finalmente se quedó dormido.
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Mensaje por Ethel 15/10/10, 09:12 pm

Abrió los ojos muy lentamente.

- Qué opinas? - silencio, frío, extenso, sepulcral, casi aterrador - Qué piensas? - el silencio se repitió. Y el silencio fue mas elocuente que cualquier palabra al respecto. Lo entendía, ella misma habría respondido eso si se tratara de ella. Apartó la mirada, no soportaba la forma en que sus ojos caían pesadamente sobre ella.

- Tendrás que... - pasó saliva, no eran las palabras, pero necesitaba saber - decirme - de nuevo silencio y esta vez temió que fuera contra ella, pero no sería así, no ahora.

Rebeca ingresó a hurtadillas hasta el fondo de su propia habitación. Al moverse, mantuvo la vista fija en la cama, vacía. No había huido, lo sabía. Se veía listo, no huiría de ella hasta que estuviera bien.

Ahí estaba, en la ventana. Se paró frente a él. La respiración de la niña era inquietantemente tranquila mientras lo observaba, con ojos tan brillantes como fijos, sin una sonrisa, de hecho, sin expresión alguna en su carita pecosa. Estaba dormido. No lo parecía, lo estaba.

Sus pensamientos en Ethel y su juramento le habían traído el sueño, el aire fresco y tranquilo del lugar sin duda lo ayudarían a descansar; Kuzueth no era tan paradisíaca como Shamataw, pero al menos en esa cabaña en particular todo era tan pacifico, tan ajeno a lo que podrían haber sido fácilmente los últimos 10 años del ex paladín que era casi como tomarse unas vacaciones de la vida, el lugar con el que los mas ingenuos soñaban con tener su futuro o su vejez, un lugar donde hasta el hábil sentiría que no hay razones por las cuales mantenerse en guardia. Cuando recordara algunos detalles menores de las condiciones en las que se encontraba no solo la casona de Ethel si no la misma Lurthul, tal vez no descansaría tanto. Pero eso era algo que a Rebeca no le importaba.

Le importaba el muerto que se encontró. Que lo tenía con ella y que haría con él lo que mejor le placiera. Y empezaría de inmediato.

Acercó su cara despacio, muy despacio a la de él, al punto que sus narices quedaron separadas por la distancia del filo de una hoja. Eso era llegar al límite de la expresión, eso de observar a alguien de cerca. Satisfecha su curiosidad inicial, se sentó en el regazo de Cyrian, apoyando la cabeza en su pecho y muy pronto cerró los ojos


Suspiró

- Sea -
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Mensaje por Cyrian 17/10/10, 10:43 pm

El descanso de Cyrian fue paradójico. Fue un sueño profundo y reparador, del tipo que se tiene cuando el cuerpo necesita recuperarse y descansar; pero al mismo tiempo se trataba de un sueño intranquilo y atormentado.

Su mente se había sumergido en el sopor pensando en Ethel, mecido por un fresco viento tropical al anochecer y el silencio pacífico de la noche, pero su subconsciente no había hecho lo mismo. Su descanso estaba plagado de sueños breves y fugaces, caóticos, que desaparecían sin dejar apenas recuerdo y sin llegar siquiera a despertarle. Lo único que recordaría de ellos era una imagen que se repetía en todos y cada uno de ellos, una imagen que quedaría fija en su retina durante algún tiempo al amanecer.

La imagen de la mansión de la Flor de Lis en llamas, con sus muros exteriores llenos de salpicaduras de sangre y figuras alrededor, uniformadas y no, con sus ojos estallados, como si hubieran explotado desde dentro.

Finalmente esa imagen consiguió sacarle de su descanso, con el sol aún oculto bajo el horizonte por unos cuantos minutos, aunque no lo hizo con un sobresalto. Aquella visión le había acabado sirviendo para darse cuenta de que seguía soñando, aunque no por ello le era menos inquietante. Sus ojos se abrieron lentamente y lo primero que advirtió fuera de lugar fue el pequeño peso sobre su pecho; Rebeca dormida sentada en su regazo.

Se sorprendió no tanto de que se encontrara allí, después de todo era su "cadáver" y tendría miedo de que se marchara como había dicho antes, sino de no haberse despertado cuando entró en la habitación. Desde muy joven se había entrenado para no bajar nunca la guardia ni dejar de estar alerta; lo normal hubiera sido que se hubiera despertado en cuanto la niña entró en la habitación, pero no sólo no lo había hecho entonces, sino que además Rebeca se había acurrucado sobre él y tampoco entonces se había dado cuenta.

La miraba con curiosidad mientras se preguntaba si era que la niña tenía un don para acercarse a él o que la tranquilidad que respiraba aquel pequeño rincón, casi una burbuja fuera del mundo. le había adormecido los sentidos.

Quizás sólo era que había dormido con más profundidad de lo normal por su pequeña odisea.

Con mucho cuidado, pasó sus brazos bajo el pequeño cuerpo de la niña y, con toda la delicadeza que pudo conseguir, se incorporó con ella en brazos, depositándola sobre su cama y arropándola con suavidad, antes de regresar a su rincón.

Ya se había desvelado, no conseguiría dormir más, pero aún era temprano para moverse por la casa y no quería despertar a Josephine. Se quedó mirando a través de la ventana como el lucero del alba iba apagando estrella tras estrella del firmamento, anunciando el pronto amanecer. No podía evitarlo, se sentía preocupado por lo que había visto en sus sueños. Probablemente no era más que su imaginación, alterada por el hecho de saberse tan lejos.

- Simplemente no es posible. Ningún enemigo con el suficiente poder para conseguir eso podría haberse mantenido indetectado por las Flores o por Ethel. Tengo que calmarme. Todo estaba bien cuando me fui hace solo un par de días. Eso no puede haber sucedido realmente. - pensó para sus adentros.
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Mensaje por Ethel 20/10/10, 07:11 pm

La niñita se acurrucó en aun más en él, cuando la tomó en brazos y al ser dejada en la cama, aun entre sueños, protestó. Sin embargo no fue impedimento para que volviera a acomodarse y seguir con su descanso, dando de un momento a otro un giro y meter la mano bajo su cabeza, tan plácidamente que podría dar envidia.

Seguramente entre sus sueños no habían casa en llamas, ni jardines llenos de sangre, o cabezas sin ojos que lloraban sangre; muy seguramente tampoco había la sensación de los metales al cruzarse, ya fuera portados por su mano o por la de otros, mucho menos el crujir de un espejo al ser partido.

No. Rebeca tenía sueños llenos de paz, de tranquilidad, como si su estancia en la realidad se prolongara al mundo onírico donde se perdía cada noche antes de regresar a un mundo en donde su mayor preocupación era enseñarle trucos a su recién adquirido Cyrian y era mostrarle a Isabel que su cadáver era más impresionante que el de ella, empezando porque
aun estaba vivo.

La paz de la madrugada empezó a romperse con el chillido de algún animal luego con el sonido de trastos en el patio de la casita, el arrullo de una nana tarareada por un voz casi angelical. Luego, más sonidos cotidianos, un quejido por lo bajo, madera moverse, olor a comida, el repiquetear de un metal contra otro, más de la misma nana tarareada, el mugido de
algo , la voz ronca de alguien saludando a misia Josephine , la señora respondiendo.

Al entrar en la casa, iba cargada de platos y vasos, rumbo a una de las mesitas de la sala, lo dejó, salió de nuevo y regresó con lo que sería el desayuno ese día. Tamales.

- Sea -

Y no eran tamales cualquiera, eran hechos en fogón de leña. Hacía tantos años que no los hacía, que simplemente no resistió la tentación. Uno a uno fue dejando los bultitos verdes en los platos y cuadno estuvo todolisto ingresó en el cuarto de Receba.

- Buenos días señor Cyrian - su sonrisa era radiante, pero estaba sonrojada. Fue a la cama de la niña - lo siento, se me escapó anoche y luego no tuve corazón para llevármela. Qué tal no che pasó? - preguntó con cortesía, mientras con ternura despertaba a la niña - Arriba cielo, tienes que levantarte -

Al despertar la Rebeca se sobre saltó y antes de saludar a su madre, buscó a su nueva adquisición.
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Mensaje por Cyrian 20/10/10, 09:54 pm

Era bien cierto que el sueño de la niña se podía envidiar. Cyrian no recordaba la última vez que se había dejado ir en un descanso confiado y tranquilo, sintiéndose seguro o, al menos, lo suficientemente relajado como para bajar la guardia. Era algo que él había aceptado de buena gana en su momento y poco a poco se había ido convirtiendo para él en algo tan natural como la misma respiración.

Respiración, por cierto, que le costaba mantener relajada en aquel momento, sentado en el rincón bajo la ventana. Repetía como una letanía en su mente el razonamiento que le llevaba a tachar de indudablemente irreales aquellas pesadillas, pero no servía de demasiado para calmarle. Una sensación de urgencia, el desasosiego que estaba en su interior desde que se encontrara con aquella sombra, no le permitía relajarse. Simplemente, por más que se lo repitiera a sí mismo, no iba a quedarse tranquilo hasta que pudiera encontrar el más mínimo indicio de que nada malo había sucedido.

No se sentía capaz de asumir que un suceso semejante hubiera acaecido y él hubiese fallado en su labor.

El sol iba echando del cielo a las últimas y rezagadas estrellas que se habían negado a ocultarse con el lucero del alba, respondiendo a su futil desafío de cada día con su despliegue de luz cegadora. Y con la victoria definitiva del sol, los últimos animales nocturnos se retiraban en el silencio en el que vivían a sus cubiles, para dejar a los diurnos comenzar su andadura. Así los alrededores de la casa pronto lucían mucho más animados con el ir y venir de los más madrugadores.

Entre los que se encontraba, si podía confiar en sus oídos, Josephine. Llevaba un rato escuchándola moverse por la casa, sin duda atendiendo su rutina matinal diaria. Pensaba que, juzgando por lo que había visto hasta entonces, Rebeca y su madre vivían solas, por razones que no conocía y que no iba a intentar averiguar, por respeto a su intimidad; pero ello causaba sin duda que la rutina de la adulta fuera aún más pesada.

Aunque, al parecer, no estaban totalmente solas, pues había escuchado retazos de conversación en el exterior.

El caballero se desperezó, finalmente, estirando su cuerpo mientras se ponía de pie. Pese a su subconsciente, quizás más alerta que él mismo, la noche le había hecho mucho bien y se sentía mucho más fuerte y recuperado, si fuera posible en él, hasta se podría decir que de mejor humor. Fue en esas circunstancias como le encontró Josephine al entrar.

- Buenos días, lady Josephine, una vez más, permitidme agradecerle su hospitalidad. - dijo inclinando la cabeza con su media sonrisa. - No os preocupeis, Rebeca no perturbó mi sueño en absoluto.

Cuando Rebeca despertó, Cyrian estaba a la vista y mirándola. - Buenos días, Rebeca. Espero que hayas descansado bien tú también. - comentó amablemente a la niña.
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Mensaje por Ethel 23/10/10, 06:59 pm

Josephine sonrió tímidamente ante las palabras de Cyrian.

- Sí, muy bien - respondió Rebeca, bostezó casi de inmediato y la madre la instó a que terminara de levantarse - pero esta noche mejor dormimos en mi cama - agregó rascándose los ojitos.

- Cómo se siente hoy? - desvió el tema Josephine - preparé algo blando para desayunar, cuando esté listo puede pasar a la sala o si lo prefiere antes, en el patio hay una jofaina para asearse un poco - sacó a la niña del cuarto, prácticamente tirando de ella, rumbo al patio en donde la desvistió para bañarla.

Hablaba con ella mientras lo hacía, le decía algo de tener que ir a la ciudad a comprar.el baño que le diera a la niña fue muy extenso, así que pronto, envuelta en una manta, la regresó a su habitación, le puso un vestidito rojo y pasaron a la sala. Por la forma de moverse, era sencillo pensar que se trataba de la rutina diaria: rápida eficiente.

El desayuno estaba servido aun en la mesita. En cada plato había una bolsita hecha con una hoja verde grande, una hoja de platano, sujeta con un hilo resistente y húmedo; junto a cada plata había cubiertos, incluyendo un cuchillo para cortar la cuerda y revelar lo que había dentro de la hoja: una masa hecha con maíz con relleno de algunas verduras finamente picadas y trozos de carne.

- Señor Cyrian, hacia donde se dirigía? - preguntó con curiosidad de forma directa mientras comía

- Cyrian, qué trucos puedes hacer? - preguntó Rebeca, ignorando la pregunta de su madre.
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Mensaje por Cyrian 24/10/10, 11:21 am

- Me encuentro mucho mejor, gracias. - contestó, inclinando de nuevo la cabeza.- Pero no era necesario que os molestárais por mí, con una pieza de fruta hubiera bastado, ya habeis hecho más por mí de lo que podía pedir. Iré al patio a asearme un poco, si no es molestia.

Esperó a que Josephine terminara de bañar a Rebeca antes de salir al patio, buscando no estorbar en la rutina madre-hija. Entonces salió al patio, tomando una profunda bocanada de aire fresco matinal antes de asearse la cara con agua fría, buscando apartar de su cabeza los últimos restos de sopor (y de inquietud) del la noche. La sensación del agua era vivificante y el caballero, aunque fuera momentáneamente, estaba relajado y se permitió admirar un poco el bucólico panorama de la costa de la isla de Kuzueth que tenían desde aquel lugar.

Pero su disciplina no le permitía alargar demasiado ese instante, pronto notaba como los jirones de intranquilidad volvían a acechar el borde de su mente consciente, por lo que no se demoró demasiado en entrar de nuevo en la sala, reuniéndose con sus anfitrionas en la mesa. El desayuno tenía un aspecto delicioso, abriéndole el apetito.

- Tiene un aspecto excelente, os felicito Josephine. - dijo refiriéndose a la comida y como un modo casual de empezar una conversación, sin embargo, como era previsible, la conversación tomó un derrotero diferente. Sonrió de medio lado, la pregunta de Josephine era bastante...compleja... En cuanto a la pregunta de Rebeca...

- Adorable...

- Josephine, siendoos sincero, no iba a ningún lado. Hace sólo un par de días estaba en mi hogar y... ayer desperté en la playa donde Rebeca me encontró. - dijo, sin ocultar la confusión en su voz. Era cierto que había omitido capítulos intermedios, obviamente, pero eso no cambiaba que a fin de cuentas era lo que había sucedido. - No es la primera vez que estoy en Jasperia, por lo que sé que estoy a mucha más distancia de la que podría haber recorrido en tan poco tiempo.

- Rebeca, no soy una mascota, no hago "trucos". - dijo condescendientemente a la pequeña, sin mostrar irritación en la voz, simplemente quería enderezar la imagen que la niña tenía sobre él. - Soy un caballero.
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El alcance de la sombra de un sauce Empty Re: El alcance de la sombra de un sauce

Mensaje por Ethel 25/10/10, 01:19 am

Josephine se sonrojó nuevamente ante el halago de su comida. Sonreía y mantenía la mirada baja mientras comía, realmente azorada. Hacía mucho tiempo nadie decía algo así de sus tamales.

O quizá se debiera a que con la cara limpia y con mejor semblante el caballero creara una nueva impresión en ella, aunque claro, no tan fuerte como la que tenía sobre su hijita.

Pero la mirada volvió a su interlocutor con lo que le estaba contando, pasando a la niña, confundida. Rebeca lo miraba sin entender. Días, hogar? Pero lo siguiente que dijo desvió la atención a otro punto.

- WOW!!!!!! - dijo emocionada la niña - un caballero!! Mamá mamá!!! eso es mejor que un cadáver!!! ya no te puedes morir Cyrian - su sonrisa era, como ya lo había dicho el caballero, adorable - serás mi caballero, yo cuidaré de ti y entonces tú me vas a cuidar a mi a mi mamá!! cierto que si? - hablaba con mucha ilusión - si eres un caballero entonces tienes que saber muchos trucos y ser muy valiente y osado y .... como se dice mamá cuando los hombres se portan bien? -

- Galante? - dijo ella sonrojándose

- Eso, galante y cierto que nos protegerás a nosotras? - sus ojitos brillaron

- No necesitamos que nos protejan, amor - contradijo su madre.

- Pero el señor Ajgo dice que dos mujeres solas necesitan de alguien que las cuide - dijo confundida - y que tal que el hombre de la taberna venga de nuevo? - ahora parecía preocupada, pero miraba a su mamá y no Cyirian.

- No... - Josephin buscó la mirada de Cyrian - no... te preocupes por eso, fue solo un incidente. Cuénteme señor Cyrian, a que se dedicaba cuando estaba en estas islas? fue hace mucho? - cambió el tema de forma intencional, si había un secreto en esa casa, tal vez fuera

- Qué importa?? ha vuelto y vino a mi y ahora tengo un caballero - impulsivamente se movió de sitio y se abrazó al brazo de Cyr - te vas a quedar con nostras, Cyrian? Si eres caballero a mi servicio prometo ser muy buena contigo y no tratarte nunca mas como una mascota o un trofeo -
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Mensaje por Cyrian 25/10/10, 12:54 pm

Cyrian sonrió de medio lado; su afirmación había tenido mucho más efecto del esperado y la niña parecía más excitada que nunca por haberle encontrado en la playa. Al menos, ahora Rebeca ya no estaba esperando su muerte, lo cual ya era por sí mismo todo un alivio.

Su mirada se encontró con la de Josephine durante la conversación que ella mantenía con su hija, en concreto cuando Rebeca dijo algo inapropiado: que tenían alguna clase de problema. No iba a presionarla para que le contara nada más, al menos no en aquel momento. Decidió seguir con la conversación y dejar que retornasen a ese tema un poco más tarde, si es que quería contarle más. Se volvió hacia la pequeña.

- Rebeca, escúchame un momento. Ya te he dicho que soy un caballero y parece que sabes mucho sobre eso. - dijo manteniendo su sonrisa, esperando que ella asintiera, y además buscando las palabras adecuadas para decir lo que pretendía. - Tu madre y tú me habeis ayudado mucho, y por tanto, estoy en deuda con vosotras. Mientras esté aquí con vosotras, - y puso énfasis en la palabra "mientras". - no voy a dejar que os pase nada malo. Os protegeré.

Dejó pasar un par de segundos más, era en aquel momento cuando tenía que medir cada palabra al milímetro. - Los caballeros tenemos que ser fieles a nuestra palabra, ¿verdad? Hace tiempo, juré proteger a otra persona y, antes o después, tendré que volver con ella. Pero no te preocupes, eso no va a suceder inmediatamente.

Claro que aquel "antes o después" podía alargarse en el tiempo más de lo que a Cyrian le gustaría, ya que no tenía prácticamente ni una moneda. Desde allí, podía ofrecerse a trabajar en un barco por el pasaje a Trinacria, pero Reino de Cascadas estaba a mucha más distancia y dudaba mucho que un capitán aceptase un pasajero tanta distancia a cambio de únicamente su servicio; así que estar allí o en Trinacria básicamente le parecía indiferente.

Alzó la mirada hacia Josephine. - No es una gran historia. Fue hace... tres años... - dijo ensimismado... " Tan poco tiempo y parece que era una vida totalmente diferente.. ".- Estuve poco tiempo en Trinacria y pronto marché hacia la isla de Lurthum. - contestó evasivamente. - Y vos, Josephine, ¿a qué os dedicais, aparte de cuidar de Rebeca?
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Mensaje por Ethel 25/10/10, 06:29 pm

Con las palabras de Cyrian el rostro de Josephine mostró cierto alivio y posteriormente gratitud. No esperaba que se quedara con ellas por siempre, en algún momento debía volverse a ir y sus palabras así lo confirmaban, servía ya a alguien.

Lo miró con suspicacia. La niña seguía mirándolo con cierta fascinación mientras, asimilando cada cosa que decía.

- Si juró proteger a alguien más, por qué... - guardó silencio. Si tenía en cuenta todo lo que había dicho anteriormente, era un poco mas claras las razones por las cuales su juramento estaba en stand
by. No, en realidad no le quedaba claro.

Por su lado Rebeca parecía satisfecha con todo el asunto y las explicaciones que les daban. Parecía haber pasado por alto el detalle del
mientras así que se lo estaba tomando bastante bien.

- Pero será mejor y mas feliz para todos que sea después, cierto que sí? - dijo tan egoistamente como sonó.

- Soy hilandera - sonrió con esa sonrisa tímida que solía usar - en ocasiones realizo trabajo de costura, según se necesite, pero básicamente hilo - daba la impresión de estar incomoda con la pregunta y que la respuesta estaba incompleta, como si faltara un detalle dentro de su profesión, un apunte en medio de lo que decía, como si apelara a la prudencia al responder la pregunta y temiera que se viniera otra.

- Y mi papá es marino!! - dijo orgullosa la niña y la mujer torció la boca, retomando la compostura de inmediato. Tal vez fuera ese el detalle que estaba dejando de lado - Y también eras caballero cuando vivías aquí? - soltó imprudentemente Rebeca, justo cuando su madre le indicó que retirara los platos, una vez terminaron todos de comer.

La niña, conocedora de los espacios de su casa, se paró de la mesa sin la respuesta con la convicción que escucharía la respuesta que le diera, pero lo que no vio fue el suspiro de Josephine.
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Mensaje por Cyrian 26/10/10, 11:57 am

Pero el suspiró no escapó a la mirada de Cyrian, igual que no se le había pasado inadvertido la mirada suspicaz que le había dedicado, junto a la pregunta sin terminar de formular.

- Si sois hilandera y sabeis coser, eso explica el precioso vestido de Rebeca cuando me encontró ayer, se os da bien. Mis felicitaciones. - comentó con amabilidad, desviando el tema que tanto incomodaba a Josephine, probablemente con respecto al padre de Rebeca, que, juzgando por su nerviosismo, o el verbo debía haber sido "era" o no era un simple marinero. En cualquier caso, no iba a presionar sobre ese punto, al menos en aquel momento.

Su rostro se ensombreció levemente cuando Rebeca le preguntó. Por suerte para él, la niña ya le había dado la espalda para recoger la mesa cuando formuló su pregunta. Los recuerdos de aquel día siempre habían sido muy vívidos en su mente, y los sucesos del día anterior sumado a la cercanía del lugar donde todo había sucedido sólo acentuaban aquel recuerdo...

Y ni que decir tiene que eso no era algo que le gustara rememorar. Apretó inconscientemente los puños mientras contestaba. - Sí, también entonces lo era.

- Uno bastante estúpido. - añadió mentalmente.

- Pero no hice gran cosa cuando estuve aquí. Mi estancia fue muy breve. - Una vez más, era sólo una media verdad. En Ur Shalasti sí que había hecho alguna cosa extraordinaria, pero dado como acabó todo, no era una historia que contar. Y menos a una niña.

Su mirada se enfocó de nuevo en el presente y su rostro se relajó suavemente. Miró significativamente a Josephine, haciéndole una pregunta silenciosa, vocalizando "¿Es?" sin llegar a pronunciarlo. No iba a insistir en aquel punto, simplemente quería saber en qué punto debía morderse la lengua para evitar ponerle en un aprieto con la niña. Una respuesta a esa pregunta podía interpretarse de muchas maneras y un sí o un no no iban a reducirlo significativamente.
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Mensaje por Ethel 31/10/10, 04:13 pm

Josephine volvió a sonrojarse con la apreciación de Cyrian, pero ante la revelación que también era Caballero en Jasperia, sus ojos se abrieron con sorpresa y su actitud fue mucho mas solemne, casi servicial. Y bueno, tenía razones para hacerlo, después de todo, el 90% de los caballeros, según creía ella, provenían de familias nobles.

En su vida había conocido un par y y todos lo eran, pero no se parecían a Cyrian, no parecía creerse más que ellas, ni superior ni dueño. A Rebeca el asunto no pareció importarle y si lo hizo tampoco se vio pues no estaba en la sala.

Con lo siguiente que dijo, la mirada de Josephine fue suspicaz. No entendía. Su pregunta se forma en la garganta, pero el interrogante de Cyrian llegó primero, haciendo que su actitud volviera a cambiar, cerró los ojos al tiempo que desviaba la mirada y solo en ese momento, negó despacio con la cabeza, pasando saliva de forma casi dolorosa. De ahí a saber exactamente que es lo que "no es" había un gran abismo. Podía no ser marinero, podía ser que fue marino, podía ser tantas cosas, pero una cosa era cierta, la niña lo creía y su madre no la sacaba de su error.

- Caballero Cyrian - susurró la señora aun sin mirarlo - sería una impertinencia de mi parte preguntar, si hace parte usted de las familias del trisquel? - su voz sonaba apenada, pero no de tristeza si no de sentirte imprudente al indagar tal cosa.

Como fuera, aun no le miraba, parecía tratar de poner orden sus emociones. Suspiró de forma pesada y le dirigió una tímida mirada.

- Si gusta, puedo confeccionarle algo sencillo para que pueda cambiarse de ropa, mientras permanece aquí. No se preocupe por los gastos, tengo telas suficientes para confeccionar algo - sonrió humildemente sin poner los ojos en los de él, con respeto.

Al fondo, en el pequeño patio, se escuchaba el ruido que producían los trastos al ser lavados por la niña, que parecía muy entretenida en sus labores.
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Mensaje por Cyrian 02/11/10, 09:30 am

Ante la respuesta de Josephine, el caballero se limitó a asentir para dejarla saber que había entendido. Las posibilidades se habían reducido lo suficiente para que él no necesitara preguntar más. El resto pertenecía a la intimidad y no era asunto suyo.

La media sonrisa de Cyrian se recuperó cuando notó el cambio de actitud de la hilandera. Nunca había sido muy dado a exigir el tratamiento que un caballero en teoría debía esperar de la gente común, pero jamás le había disgustado que le trataran con esa deferencia, quizás porque su origen no era el que se le presuponía por su rango.

- No es impertinente la pregunta, Josephine, no os preocupeis. Mi familia no es de por aquí, pertenecía a un grupo de... caballeros errantes por decirlo de algún modo, hasta que me asenté. - En Jasperia, no le parecía la mejor idea mencionar que perteneció a la orden de la Dama de la Luz. Mucho menos que renegó de ella.

- No es necesario que hagais eso por mí; no gratis, al menos. - suspiró, le resultaba incómoda la situación. Nunca le había parecido bien aceptar la caridad de alguien, mientras pudiera intentar compensar de alguna forma. - No tengo nada con lo que pagaros, pero no querría ser una molestia para vos. Ni con la ropa ni con la comida o alojamiento. Me gustaría hacer algo para... ganarme mi estancia aquí mientras reúno lo necesario para regresar junto a quien debo mi juramento.

Por primera vez, en su tono se dejaba ver alguna emoción, en concreto se le notaba avergonzado y preocupado. No podía dejar de recordar las imágenes de sus sueños, era algo que siempre estaba rondando justo bajo su mente consciente.
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