Lazos de sangre

[Pd. Lo siento lo siento lo siento lo siento ^^" he estado muy ajetreado con el tema de estudios y trabajo pero ya estoy libre para escribir todo cuanto me hagais escribir, señoritas jeje]

Cualquier humano normal, mataría por estar en la situación del dragón. Junto a dos preciosas damas, cada una sujeta de un brazo suyo y mejor aun, con la idea de pasar una noche con ellas, pero Hyou no era humano y por lo tanto no sentía atracción alguna por ellas. La situación en ese aspecto le era indiferente, pero por otro lado, las ganas de salir y pasar una noche acompañado, le llenaban de un extraño sentimiento de felicidad. No estaba nervioso, pero tenía un extraño sentimiento de desconfianza hacia esas dos mujeres, había algo en aquella situación que no le terminaba de encajar en su cabeza. ¿Qué podía ser? ¿El hecho de que aquellas aparentemente adineradas mujeres se alojasen en aquel “antro”, el hecho de que mostrasen tal interés hacia el, o el hecho de que le cogiesen del brazo de esa manera?

Fuera lo que fuese, la situación le parecía extraña, tal vez por el hecho de conocer tan poco a las mujeres, pero la cosa es que a pesar de su felicidad, estaba algo tenso, y esa tensión se hacía física en el sentido de que una leve aura helada comenzó a emanar de él, como si de un método de defensa se tratase.

-Un pequeña detalle señoritas, soy nuevo en la ciudad y no conozco el camino

Intentaba hablar lo más cortes que podía, o mejor dicho, imitar lo mas preciso que podía, la forma de hablar de los nobles que había conocido en sus viajes.

-¿Os importaría guiar a este fiel acompañante vuestro? Sin duda alguna, es un honor para mi poder acompañar a tan preciosas damas a palacio.

Comenzó a andar hacia la salida de la taberna mientras miraba a los allí presentes, los cuales estaban embobados mirando a aquellas dos mujeres, y se regocijaba de ellos señalándolas con la mirada, como intentando presumir de su situación. Estaba todo en silencio, todas las conversaciones, la música y el ruido cesaron en cuento aquel trío hizo acto de presencia en medio de la sala, provenientes del pasillo. Cuando alcanzaron la puerta, Hyou se paró suavemente.

-De aquí en adelante, vosotras guiáis señoritas, iré allá donde me queráis llevar.

Dijo a la par que mostró la sonrisa mas enternecedora y conquistadora en su rostro.

-¡Tan galante! -Pobrecillo, se notaba que no estaba del todo acostumbrado a hablar así, ¡pero se lo veía tan bonito intentándolo! Daban ganas de pellizcarle las mejillas, pero me contuve.

Y de repente, hacía frío. Y el frío salía del peliazul. ¡Ya sabía yo que no era un muchacho normal! Claro que decir eso sobre alguien con pelo azul y sin apellido no es una gran revelación, pero todos esos detalles no hacían más que sumarle atractivo.

Que, por cierto, era un atractivo que no sentía demasiado correspondido. ¿Qué gracia tenía, así? Tampoco quería forzarlo a que me diera su sangre, por más hambre o antojo que tuviera no iba a caer tan bajo. Arruina la imagen.

Como fuera, el muchacho emitía frío, pero con el aire fresco de afuera se disimulaba bastante. Exageré un escalofrío y me arrebujé contra él, casi casi que por coqueta costumbre.

-No se preocupe, señor Hyou. Nosotras también somos nuevas en la ciudad, pero creo que el palacio queda… -uis, no tenía idea -por donde le indicará mi querida hermana. ¿No, querida, que tú te acuerdas?

Que el chico no estaba habituado a usar el lenguaje cortesano era algo notorio aunque no demasiado extraño; muchos hombres tratan de presumir de lo que no son para lograr conquistar a una mujer, ¿por qué este iba a ser diferente? Lo que sí resultaba raro era que Hyou no estaba intentando conquistar a ninguna de nosotras, parecía que sólo quería un poco de compañía, ¿entonces para que fingir? Y encima de todo el muchachito emitía frío.

Sin soltarlo del todo, me aparté un poco de él con el entrecejo fruncido por el disgusto y la sorpresa, pero no tardé en cambiar la cara. ¿Cómo iba a evitar sonreír al ver que la ladina de mi hermanita hacía todo lo contrario y aprovechaba la ocasión para apegarse al peliazul? Iba a ser muy divertido observar a la cautivante Enid intentando seducir al inmutable Hyou.

- Por supuesto, queda en la Plataforma – contesté con todo desplante a la pregunta de mi melliza. Por nada del mundo iba a decirle que no tenía idea donde quedaba la susodicha Plataforma, ya encontraría forma de averiguarlo.

En la taberna que acabábamos de dejar todo era ruido, luz y calor. La callejuela a la que habíamos salido, por el contrario, todo era silencio, oscuridad y frío. Me encantaba y, sonreí ampliamente cuando echamos a andar, una noche así me hacía recordar nuestras correrías con el clan.

Recordaba haber visto situaciones parecidas. Hombres con mujeres arrejuntadas a ellos, con una tremenda expresión de felicidad. Como si esa fuese su máxima aspiración, pero él no sentía nada. Le era indiferente simplemente, lo que sí que era cierto, es que poco a poco la fragancia de aquella mujeres, iba adormeciendo su agudo olfato, pero no resultaba molesto, era un buen olor. Ellas no eran de aquí, ¿de dónde podrían ser? Buena pregunta.

-¿Dices que no sois de aquí?¿y de dónde venís? Si puede saberse claro.

A pesar de no tener un gran dominio del habla de la clase alta, consideraba que lo estaba haciendo bastante bien.

-¿La plataforma?

No tenía ni idea de donde quedaba, y su impresión es que a pesar de todo, ellas tampoco. Era lógico, pues si no eran de allí, no tenían porque saber donde queda el palacio.

-¿Estáis seguras de que llegaremos sin problema?

Tampoco quería ofenderlas, entonces, de repente le empezó a picar el hombro. Quería rascarse pero no podía, aquellas mujeres le tenían agarrado de ambos brazos por lo que intentó rascarse con la cabeza. Cuando ladeó la cabeza hacia su hombro, sin querer la apoyó sobre el suave cabello de Enid. Ella se le había arrebujado más aún y se dio cuenta en aquel momento, cuando al ir a rascarse, la cabeza de su “compañera” estaba entre su cabeza, y su hombro.

-Oh! Discúlpeme.

Enseguida retiró su cabeza de encima de la de Enid, e intento concentrarse por todos los medios en cualquier cosa menos en el picor. Tenía oído que cuando te pica, si dejas de pensar en ello, deja de picarte, pero ¿en qué podía centrar su atención? Esa duda no perturbó demasiado su mente, una leve brisa cruzó la calle.

-Qué maravillosa noche hace hoy, y además acompañado de tan bellas mujeres, cuan afortunado me haceis sentir.

Sonrió levemente a Karanlik, y emprendió la marcha a paso lento hacia dios sabe donde. Eran dos mujeres y un dragón caminando juntos hacia un castillo que ninguno de ellos sabía donde quedaba. Resultaba irónico.....

¡Ohhhh por fin empezaba a relajarse con nosotras! Ah, no, había apoyado su cabeza en la mía sin querer. Y no era esos "sin querer" de "quiero quiero quiero", de verdad había sido un accidente. ¿Es que ninguna de las dos le movía uno solo de sus cabellos azules? Me empezaba a frustrar. Y a aburrir. Y eso me daba más antojo.

No no no, mejor controlarme, pensar en otra cosa. A ver, había preguntado algo, ¿no?

-Somos de muy lejos, de muy muy lejos. De un ducado llamado -piensa, piensa -Davür, en la nación de -piensaaaa -Revionndal.

Eso serviría. Ojalá mi hermanita recordara los nombres, se vería raro que sólo yo supiera de dónde éramos. ¿Por qué oculté nuestro verdadero país de origen? Porque apenas estábamos conociendo al señor Hyou, por eso… que no cediera a los encantos combinados de Kara y los míos propios me daba mucha, mucha desconfianza.

-¡Claro que llegaremos sin problemas! Y usted nos protegerá si llegaran a surgir, ¿verdad? -Arrebujé mi cabeza contra su hombro con mimo, me quedé así unos instantes, y enderecé el cuello. Empezaba a dolerme la postura forzada, y si no sirve para seducir, no vale la pena el esfuerzo.

Ahora que lo pienso, creo que fue más o menos en este punto que empezaron a seguirnos. Igual mi hermanita se iba a dar cuenta antes que yo, siempre es así en estos casos. Mi atención va hacia otros lados, se entiende…

Ducado de Davür, nación de Revionndal… ¡Puf! Ya podrían habérsele ocurrido nombres más fáciles de recordar. Reino de Revi habría sido más que suficiente, pero no, tenía que ponerle más complicado, como si las cosas ya no le estuvieran resultando difíciles.

Nunca había visto a un varón de cualquier tipo mostrarse tan inconmovible ante los despliegues de seducción de mi hermanita, era una experiencia totalmente novedosa. Cierto era que no faltaba el que trataba de dárselas de impasible, y de ocultar el efecto que ellas le producía, y estaban los tímidos, que no se atrevían a hacer ni a decir nada. Pero el peliazul era diferente, ni era tímido ni trataba de hacerse el impasible, era realmente imperturbable. Sus palabras no correspondían a algún sentimiento, más bien eran una especie de máscara.

A esas alturas ya estaba convencida de que el chico no era humano y de que ocultaba algo, pero no podía descubrir qué y me estaba dando rabia tener un don tan limitado, ser capaz de leer los pensamientos, eso sí que hubiera sido útil.

En fin… estaba intrigada por la actitud de Hyou y frustrada por no poder averiguar más y eso me hizo bajar la guardia y dejar de prestarle atención a lo que pasaba alrededor nuestro por algunos momentos, no es que fueran muchos, pero de todos modos fueron demasiados. Sólo cuando nuestros perseguidores se habían acercado mucho a nosotros vine a darme cuenta que nos seguían, fue como si me dieran una cachetada en la cara, casi di un brinco de la impresión.

Era más de una persona y sus intenciones eran malas, es todo lo que capté… que nunca pudiera precisar nada, carajo.

- Nos siguen y no traen buenas intenciones…

Fue todo lo que alcancé a decir porque de repente alguien saltó sobre mí.

¿Qué nos siguen? Cierto era, y Hyou llevaba atentó desde que salieron de la taberna aquellos tres individuos. Uno de ellos saltó sobre Karanlik. Hyou rápidamente se deshizó de la mano de Enid con suavidad y aprovechando el giro, le golpeó en pleno mentón, con una fuerza superior a la humana puesto que no lo era, haciéndole retroceder.

-No os preocupéis señoritas, yo me encargaré de esto. Llevan siguiéndonos desde que salimos de la taberna, pero si dices que no traen buenas intenciones, peor para ellos.

No quería hacerse el héroe ni nada por el estilo, lo único que quería era pasar una divertida, tranquila y agradable noche con aquellas damas. Así pues, alzó los puños y se puso en posición defensiva, esperando que su siguiente rival, le atacase. Y así fue, los dos que había en pie, el tercero andaba aturdido por el fuerte golpe, desenfundaron unas pequeñas dagas y uno de ellos se lanzó al ataque. Se lanzó de cabeza hacia el dragón el cual se apartó e interpuso el pie haciéndole una zancadilla a su rival, el cual acabó tirado en el suelo. Hyou terminó dándole una patada en el estómago tras la cual, el individuo quedó tirado en el suelo bastante incapacitado. El primero de ellos aun no se había levantado y el único que quedaba en pie, parecía querer retractarse de sus acciones. Hyou se quedó de pie mirándole:

-Márchate si no quieres acabar como ellos.

El dragón se dio al vuelta con una agradable sonrisa dirigida hacia las damas, las cogió amablemente del brazo y reanudo la marcha al castillo.

-No os preocupéis señoritas, esta noche no os pasara nada – Sonriendo prosiguió – Siento mucho la interrupción, espero que esto no estropee nuestra agradable velada.

Cada vez que hablaba con ella, forzaba la formalidad, y poco a poco le iba costando más encontrar palabras adecuadas sin sonar repetitivo. Lo mejor sería que ellas hablasen un poco.

-¿Y cómo es que dos bellas señoritas, han viajado desde tan lejos para venir a este reino?

Vi cómo saltaban sobre mi querida hermanita con un hueco en el estómago. No, de preocupación o miedo no, un par de ladrones de poca monta no eran nada que no supiéramos manejar, la gente tiende a juzgarnos por nuestra imagen de niñas frágiles y relativamente buenas.

Lo que sí salió de mi estómago, directo a mi cabeza, fue una sencilla palabra. Y me aseguré de pensarla lo suficientemente fuerte como para que Kara la escuchara: ¡Comida!

Pero en fin… el peliazul se robó el foco y la diversión. ¿Qué gracia tenía así? La idea de salir era calmar el apetito, no conversar sobre el Ducado de NoSéQué, en el país de NoMeAcuerdoDónde. Igual, se lo notaba fuerte al muchacho. Sobrehumanamente fuerte. Lo suficiente como para que no fuera humano, ¿se entiende? Y eso hacía que su sangre fuera bastante tentadora… ¿Y si nos alimentábamos de él y ya?

-Kara… bonita… tengo hambre.

No, no, no, me tenía que calmar. Ya con apartar el brazo de Hyou con toda la brusquedad que pude usar sin perder mi femineidad, alcanzaba. ¿Qué, nos creía indefensas y necesitadas de protección? Puf, allá él. Acababa de renunciar a una de las noches más interesantes de su vida.

-Mmm… a ver a ver, ¿a ti te gustaban pelirrojos? -Le señalé a uno de los caídos, el que había saltado sobre ella en primer lugar. -Yo me quedo con el alto, ya no me siento tan "exquisita".

Me le acerqué al otro, medio consciente de que nuestro acompañante había preguntado algo pero sin estar segura de qué. No me antojo seguido, pero cuando lo hago… mejor que se aparten de mi camino. Me arrodillé con cuidado de que mi falda no revelara más de lo que yo quería, un movimiento totalmente automático que no me robó concentración, y con todo el mimo del mundo tiré del caído para recostarlo en mi regazo.

-Hola, niño bonito… -mi voz era melosa mientras le pasaba los dedos por el pelo, el mismo tono que uso con mis amantes y "amigos cercanos". lo mismo mi sonrisa de, literalmente, "te voy a comer". -Elegiste una mala noche para salir… pobrecillo tú…

Ignoré los balbuceos del tipo que seguía confundido por el golpe, y me le acerqué muuuuy despacio, pasándome la lengua por los labios a medida que iba cerrando los ojos. El tipo se debió de pensar que iba a besarlo, porque se quedó calladito y calmado... al menos hasta que le torcí a un lado la cabeza y le clavé los colmillos en la yugular. Ahí siguió tranquilo, pero por motivos muy distintos. ¿Para qué andar con vueltas, a esas alturas?

¡Un héroe! Joder, nos habíamos encontrado con todo un héroe dispuesto a empuñar las armas para defender a dos damiselas indefensas. El problema es que ni necesitábamos un héroe ni éramos dos desvalidas doncellas; a decir verdad, ni siquiera éramos doncellas. No sentí ni gratitud ni admiración ante el salvamento del paladín de pelo azul, no no no. Lo que sentí fue frustración. Él se había llevado toda la diversión y a nosotras nos había dejado como simples espectadoras, como dos muñequitas inútiles. Ningún varón, humano o no me trata así si yo no lo quiero y ahora mismo no lo quería.

Lo que yo quería era diversión y comida ¡Comida! El pensamiento de Enid llegó a mi muy poco antes que sus palabras y en un movimiento perfectamente sincronizado, para algo éramos mellizas, retiré mi brazo del de Hyou al mismo tiempo que mi hermana. Por un momento, lo miré con cierto disgusto y mucha curiosidad. El muchacho estaba muy ufano y satisfecho de sí mismo, ¿esperaría loas a su hazaña?, de mi no las iba a tener. Lo que sí podía conseguir eran varias preguntas y algunos “cariñitos” para hacerlo responder, ahora estaba segura de que no era humano.

Pero todo eso tendría que esperar, en ese mismo instante había cosas más interesantes y urgentes de que ocuparse. Enid había decidido esperar para probar la sangre del peliazul, había encontrado unos buenos juguetes sustitutos, uno para cada una ¡qué suerte!

- Sabes que sí, tesoro, son mis favoritos.

Tan dulce ella, me cedía mi platillo preferido. Así que me olvidé por completo de Hyou y antes de alimentarme yo, disfruté un momento del espectáculo de mi querida hermanita “seduciendo” a su cena. Era realmente fascinante como, ni siquiera en esas circunstancias, dejaba de lado el mimo y la coquetería.

Lo que es yo, reservo las artes de seducción para la alcoba o el lugar que haya elegido para hacer el amor, según con quien esté, claro, no todos los machos ameritan el mismo trato, y con el alimento no hay razón para gastar tantos cumplidos. Así que luego de que mi hermanita clavó el diente en el moreno, me acerqué decidida al pelirrojo. El pobre sospechó algo e hizo un amago de huída, pero no le di oportunidad. Me senté a horcajadas sobre él, presionándole los brazos con mis piernas y volteándole la cabeza, enterré mis dientes en su cuello. Su sangre, tibia y salada, se deslizó por mi garganta ¡Qué delicia!

El dragón acababa de presenciar algo, como decirlo, “extraño”. Tampoco se podía quejar ya que el tambien se salía de la normalidad, pero lo de aquellas dos señoritas era bastante curioso. Desde luego, humanas no eran y desde luego, inocentes menos.Empezaba a sospechar que antes o despues, intentarían hacerle lo mismo a él. ¿Miedo? Es lo que cualquiera habría sentido, pero él desde luego no lo tenía. Sabía de sobra que sus escamas eran tan duras como cualquier armadura y que sería difícil para ellas atravesarlas. Otra cosa que tambien sabia, que para colmillos los suyos, ellas podrían clavarlos en la yugular, pero solo era cuestión de colmillos. Sus dientes podrían arrancar de cuajo cualquier brazo, pierna o con un poco de tiempo, incluso cuello, y sino sus garras harían el resto. Tanta seguridad, le hacía creer con certeza que pasase lo que pasase, estaría bien.

-Parece que tienen hambre señoritas, por mi no os corteis

Lo normal en estas situaciones era estar nervioso y huir despavorido, pero eso solo haría que el posible instinto de caza de ambas, despertase. Además, el no tenía miedo, quería ir a esa fiesta con ellas o sin ellas. Aún asi, con algo de curiosidad y tal vez temeridad, se acercó a ellas mientras miraba fijamente ambos cuerpos. ¿Estabán muertos? Pero desde luego parecían felices.

-¿Están muertos o inconscientes? Oh, lo siento no pretendo molestaros

A pesar de la “vulgaridad” que acaban de demostrar ambas señoritas, el seguía intentando hablar de etiqueta, le costaba pero poco a poco se iba habituando a tratarlas de usted, a acompañar esas palabras de cortos “piropos” y desde luego, a intentar que sonaran con total naturalidad.