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Seizan

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Mensaje por Seizan 16/08/09, 10:10 pm

- Nombre del Personaje: Seizan

- Raza: Aparentemente humano

- Edad: 25

- Profesión: No tiene, se dedica a viajar por el mundo. En todo caso se podría decir que vive del pillaje.

- Descripción física: Es alto, más alto que la media de los humanos y por ello suele destacar (lo que detesta enormemente), por lo que suele ir encogido para no llamar la atención. Su cuerpo, acostumbrado a los duros entrenamientos y trabajos desde muy pequeño, es atlético y musculoso, aunque sin llegar a parecer excesivamente fortachón y musculado. Su piel surcada de cicatrices (excepto en la cara) es pálida, de esas poco acostumbradas al sol, aunque sin esa apariencia enfermiza que caracteriza a muchas de estas personas. Su aspecto es, más bien, el de una persona descuidada pero limpia. Mechones de pelo negro como la noche y suaves como el terciopelo caen desordenados sobre su rostro, a pesar del pañuelo rojo que lleva para intentar sujetarlos. Las líneas generales de su rostro son las de una persona bella. Ángulos no muy marcados, estilizados y suaves que, junto a sus ojos de un color miel, con ciertos toques malvas, hacen del conjunto una muy agradable visión. La línea de su boca suele estar inclinada hacia abajo, demasiados años sin una sola sonrisa. Sus ropas siempre son rojas y negras. El rojo de su traje, por la sangre derramada, por la suya y la de sus víctimas. El rojo de su pañuelo por la pasión y el amor que sentía (y siente) hacia Ceri. El negro de sus ropas por el luto.

- Descripción psicológica: A primera vista puede parecer una persona fría, desconfiada, seria y solitaria, incluso un poco huraña. Pero si se le llega a conocer se descubrirá la calidez de su corazón, su timidez y su gran temor al contacto físico. Miedo, por otro lado, justificado debido a su extraño poder. Por lo tanto siempre rehúye el contacto físico con cualquier ser racional, no así el de los animales. Procura hacer siempre lo correcto para no dañar a nadie, ni física ni mentalmente, pero no duda en robar cuando lo necesita si cree que con ello no perjudica a nadie. Su corazón, herido y lastimado, hace que suela estar a la defensiva con personas desconocidas. No sabe lo que es el sentido del humor, ni la ironía y no captara las frases que se digan con esas connotaciones

- Armas y/o habilidades:
- Es bastante hábil con las armas cuerpo a cuerpo, en especial con las pequeñas, tipo dagas y similar, pero básicamente sabe manejar cualquiera.
- Sabe abrir cerraduras y candados incluso aquellos más complicados.
- Es ágil, muy ágil, y rápido, la necesidad le hizo así.
- Cuando permanece en contacto físico con una persona durante un tiempo largo (no hace falta que sea continuado, pero si a menudo), las peores pesadillas de la otra persona se vuelven suyas. Y pasa mucho tiempo soñando con esas pesadillas, conociendo los peores temores de esa persona. Si el contacto se prolonga durante meses, empieza a conocer no solo las pesadillas también ciertos pensamientos y secretos de la otra persona. Las épocas en las que hace suyos otros terroríficos sueños su cuerpo suele debilitarse, y su mente roza la locura ya que no dormir hace mella en él, haciéndole revivir sus propio pasado.
-Siempre lleva encima unas cuantas ganzúas, hoquillas y similares y dos dagas.

- Historia: Su primer recuerdo fue el frío el mismo que ahora sentía, mientras leía una vez más las desgastadas páginas de un diario, quería asegurarse de que aquella noche la ira calentaría su cuerpo. Casi podía cerrar los ojos y recordar palabra por palabra lo escrito en aquellas páginas. Fue directo a la parte que le interesaba leer. El único movimiento de su cuerpo eran sus ojos recorriendo velozmente las líneas de una fina y bella escritura de mujer. Levantó la vista solo al llegar al final de aquella historia, aun era temprano podría dormir un par de horas antes de que cayera la noche. Se recostó contra la fría piedra y dejó que el sueño le invadiera. Pero esa noche sus pesadillas le trajeron unos recuerdos que no eran suyos… era parte de su don, o más bien, como el solía considerarlo, de su maldición…

Una figura de mujer corría por entre los árboles sin descanso, llevaba horas y horas huyendo de aquellos soldados, nunca se rendían y ella lo sabía muy bien y como también sabía lo que pasaría si la atrapaban.

El aire gélido de la noche se colaba en su ardientes pulmones provocándola punzadas de dolor. La oscuridad de la noche hacía más difícil sortear los distintos obstáculos del bosque.

Los ladridos de los perros se oían cada vez más cerca, y su respiración se volvía más agitada y ruidosa. Una punzada de dolor recorrió su abultada barriga y con lágrimas en los ojos, cayó de rodillas sobre el frío suelo sin poder volverse a levantar.

Sabía lo que venía ahora y no pudo evitar que un escalofrío de terror recorriera su magullado cuerpo… “Si tan solo hubiera dicho si…

Los recuerdos volvieron a su mente, tan repentinos como indeseados, pero allí estaban de nuevo, como una pesadilla revivida, como si pudiera llegar a cambiarlos, como si eso fuera posible…

Y se vio de nuevo como la joven belleza que era, con tan solo 16 años, su piel era suave como la seda, sus ojos grandes y verdes con la profundidad del mar, sus labios rosados y carnosos, y su negra melena rizada caía sobre sus hombros con una gracia innata.

Pero se sentía sola, con toda su belleza y esplendor, no tenía nada, ninguna amiga con quien compartir pues todas se sentían celosas, ningún amigo, todos la utilizaban un tiempo y después se marchaban.

Así qué cuando aquel hombre, algo más mayor que ella, la trató como una más, ella cayó rendida a sus pies, el era amable, era apuesto y sincero… o al menos había pensado que lo era, que desgraciada se había sentido al descubrir que tan solo deseaba utilizarla.

Al principio todo fue perfecto, primero fue su amigo, después su confidente, más tarde su amante y él siempre deleitaba sus inocentes oídos con palabras y promesas de amor. Promesas que ahora sabía vacías, y a pesar de todo cuanto lo echaba de menos…

Más tarde llegaron las peticiones y sin saber muy bien como, acabó convirtiéndose en una ladrona, se decía que solo era un juego, que él lo repartía a los pobres, que era como Robin Hood… Cuantas lágrimas rodaron por sus mejillas el día que le vio matar a un mendigo solo por pedirle una moneda, su corazón trató de justificarlo, se dijo que él lo había provocado que no era solo por una simple moneda, que el mendigo trató de matarlo primero.

Pero la verdad solo permanece oculta un tiempo, siempre termina viendo la luz, siempre sale a la superficie, pero a veces golpea con demasiada fuerza. Y los hechos se sucedieron uno tras otro, y con cada uno el corazón se le partía un poquito más. Hasta que reunió el valor y las fuerzas para preguntarle.

Y la respuesta solo produjo más lágrimas, creyó que moriría de pena, sus palabras fueron duras, crueles y las únicas verdaderas que le habían salido de su boca. Y como reía el maldito sabiendo que ella jamás le abandonaría, que las cadenas que había forjado poco a poco no sabría romperlas… nunca había sido una mujer valiente, y ese hecho se demostró una vez más, sabía que el tenía razón que hiciera lo que hiciese aquel hombre, ella lo seguiría amando, que no tenía el valor de romper las invisibles cadenas que le unían a él.

El tiempo pasó, y poco a poco su vitalidad y belleza se fueron apagando, y ahora ya no recibía palabras amables, solo insultos y verdades, ella se lo había pedido siempre, que fuera sincero, y ahora por fin cumplía su promesa.

La rueda del destino dio un giro inesperado, en el mismo momento que ella supo que esperaba un hijo de él, todo el amor que sentía se transformó en odio, un odio profundo, que nacía del afán de proteger a la nueva vida que había en su vientre.

Aprovechó todo lo que había aprendido, trazó un plan que le llevaría unos meses llevar a cabo, pero estaba decidida, una decisión que nacía a la vez del amor y del odio. Aprendió a fingir, aprendió a mentir y a sonreír cuando sentía ganas de vomitar. Sabía que andaba al borde un precipicio, tan solo un error y lo descubriría todo. Tan solo un mal paso, y echaría todo a perder.

Los cambios fueron graduales, dejó de llorar poco a poco y empezó a darle lo que quería a ser como él, a fingir que disfrutaba robando y matando, fue la mejor actriz con la que se había encontrado, la mejor amante, la más bella, la más dulce, la más cruel…

Empezó a escribir en un diario, esperaba que su hijo llegara a entender el por qué de sus actos, que aprendiera a defenderse y que supiera quién era su padre para… para que decidiera que era lo mejor, que tuviera la ocasión de elegir su destino.

El único fallo en su plan fue la fama que poco a poco se fue ganando, sabía que el día que todo su metódico plan dieran frutos tendría que desaparecer de la tierra, tanto por la justicia, como por el padre de su hijo. Ambos serían su perdición.

Pero la misma noche que su plan llegaba a la cumbre, la noche que iba por fin a desaparecer del mundo, aquel despreciable le hizo la pregunta que jamás pensó que oiría de sus labios, una pregunta que giró de nuevo la rueda del destino, haciéndola dudar… no era posible que después de todo tuviera un corazón, o era posible que se hubiera enamorado de ella ahora y aun menos que la pidiera que se casase con él.

La única palabra que jamás debería haber contestado, el momento de más necesidad de sus dotes de actriz y todo falló, de sus labios escapó en un susurro de temor un no apenas audible, seguido de un si alto y claro, alto para que el pudiera escucharlo, pareció no haberla escuchado y sonrió feliz con la perspectiva de una esposa y un hijo. Lo que supo más tarde, demasiado tarde, es que aquel leve susurro había llegado a sus oídos.

Todo siguió según lo planeado, la noche era fría, la más fría que aquellas tierras podían recordar, reunió todas sus pertenencias y huyó en la, aparente, seguridad de la noche, para desaparecer de esas tierras, para no volver nunca. No estaba sola, no salió sola de la mansión, aun así, consiguió huir y esconderse durante una semana…


Volvió al presente tan bruscamente como los recuerdos se habían colado en su memoria al sentir punzadas de dolor clavándose en su brazo, se hizo un ovillo en el suelo protegiendo su abultada tripa. No iba a permitir que acabaran con aquella vida, que la arruinaran como habían hecho con la suya.

El terror se vio reflejado en sus ojos verdes al sentir las primeras contracciones, abrió los ojos de golpe, cerrándolos de nuevo fuertemente al ver el rostro que tenían enfrente.

- ¿Acaso creías que conseguirías escapar de mí? ¿Creías que me engañarías? Eres un estúpida, hubieras vuelto rogando que volviera a acogerte entre mis brazos, jamás pudiste romper los lazos que te unen a mí y jamás podrás hacerlo.

Los segundos se convirtieron en horas y las horas en días, perdió la noción del tiempo, mientras traía al mundo a su hijo… lágrimas de dolor y desgracia resbalan por sus mejillas helándose a medio camino. Un nuevo grito, una contracción, un suspiro, y el llanto de una nueva vida. Trató de incorporarse para agarrar a su hijo, pero él fue más rápido, se lo arrebató de sus brazos y vio como se alejaba mientras sentía la vida escapándose poco a poco de su cuerpo…


Despertó de golpe con un sudor frío bañándole por completo, no esperaba rellenar los huecos del diario de su madre aquella noche, pero no importaba, ahora sabía la verdad, ahora podía hacerlo.

Su habilidad le había proporcionado no solo los motivos también los medios. A lo largo de los años había descubierto que cuanto más tiempo pasaba con el diario más recuerdos de su madre se colaban en sus sueños, haciéndolos suyos aprendiendo habilidades que ella poseía.

Por desgracia, descubrió a las malas, que el diario no era mágico, que quién tenía ese poder era él. Siempre que pasaba un tiempo en contacto con una persona, lo que ocurría en muy pocas ocasiones, las pesadillas de estos se colaban en sus sueños, los temores, las dudas… todo lo peor de aquellos a quién tocaba, al menos cuando todas las pesadillas habían pasado por sus sueños venía la parte buena, pero casi nunca tenía la oportunidad de estar en contacto con alguien.

El pequeño diario de su madre había estado tanto tiempo con ella que conservaba una parte de la misma, y por eso había podido averiguar tanto, sobre ella, sobre su vida, y sus habilidades. Tantos años abrazando aquel pedazo de papel como único consuelo… tantas noches frías con el único calor de aquel diario…

Levantó de nuevo la cabeza para asomarse por su ventanuco con barrotes, ya era casi la hora, el sol estaba a punto de ponerse. Respiró hondo y volvió a repasar mentalmente su plan, no quería que nada lo estropeara.

Buscó entre sus ropas una daga, una de las dagas caseras y un poco toscas que había creado el mismo. Una estaba hecha con una rama que había conseguido esconder en una de sus salidas de la celda. La otra estaba tallada en la roca, todavía no conseguía entender ni el mismo la suerte que había tenido al encontrar aquel trozo de granito para golpea y forjar la pequeña daga de piedra. Muchos años y mucha paciencia, pero había dado sus frutos, la daga de piedra estaba afilada.

Volvió a guardarlas en su lugar. Desperezándose se puso en pie para ejercitar los músculos, se agachó a retirar una roca y se deslizó como una culebra por el agujero. Una sonrisa lobuna apareció en sus labios, en sus ojos no brillaba nada más que la sed de venganza.

Lo sabía, llevaba muchos años planeado, muchos años esperando, muchos tiempo preparando, aprendiendo, nada podía fallar. No sentía temor, ni miedo, ni duda, solo un odio que nacía del más profundo desprecio.

Mientras reptaba por el túnel que poco a poco había creado con sus propias manos, su mente vagaba por sus propios recuerdos alimentando el odio que ya sentía, el desprecio y la sed de venganza.

Frío, siempre frío, aquel frío intenso que lo acompañó desde el mismo momento que nació, arrancado de los moribundos brazos de su madre, por un padre despiadado y cruel. El primer frío el de la nieve, después el frío abrazo de su padre, y más tarde las frías losas de piedra donde yacía tirado hora tras hora, llorando desconsolado por la falta de amor, de alimento y de calor.

El bebe no entendía nada, había llegado a la vida y no había encontrado ni un ápice de compasión o tan siquiera de responsabilidad. Solo los dioses saben por qué aquel pequeño había sobrevivido a las torturas de un padre cruel y calculador que solo veía en el pequeño una forma más de ganar dinero, un ser más sobre el que imponer su dominación.

Ni el mismo llegaría a entender como había sobrevivido sin que nadie le ayudara a comer, o a cambiarse los pañales... o quizá era incapaz de recordar aquella época, quizá porque ni siquiera había sido su progenitor el que había hecho aquello.

Su vida se desarrollo en una fría celda, en soledad, sin más compañía que su propia voz, sin saber siquiera de quien era la mano que día tras día depositaba una bandeja con algún alimento y un vaso de agua, lo justo y necesario para sobrevivir, pero nada más.

(sigue en otro post es muy largo)
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Mensaje por Seizan 16/08/09, 10:23 pm

Cuando tuvo la edad suficiente para tenerse en pie y caminar empezó el duro entrenamiento. El día se componía de 15 horas de una interminable huida, por que aprendió que si se dejaba atrapar, que si le cogían, los castigos eran duros, demasiado para un niño que acababa de aprender a caminar.

Su ingenio se agudizó, aprendió a caminar en silencio, a moverse entre las sombras, a forzar cerraduras… cualquier cosa con tal de no probar de nuevo sobre sus carnes el sabor de ese látigo de cuero, lo que fuera con tal de no tener que sentir ese hierro candente quemando su sensible piel… y por encima de todo lo que aprendió, estaba el odio intenso que crecía cada minuto que pasaba escapando de su progenitor.

Cuando se hizo patente que el pequeño pasaba mucho más tiempo huyendo que castigado, su vida cambió de nuevo, le obligó a ser un criminal, le puso en verdaderos callejones sin salida, primero pequeños robos, luego mayores…

Al principio intentaba escapar, escabullirse, incluso un par de veces creyó haberlo conseguido, pero siempre le encontraba, de algún extraño modo siempre lo sabía, y los castigos eran aun más terroríficos que los anteriores, tanto que tenía que pasar varios días en cama, sin poderse mover. Y la falta de alimentos tampoco ayudaba.

El tiempo pasaba, el odio crecía, pero la voluntad cada vez era menor, hasta que llegó el día que también le obligo a… su primer asesinato. Le buscó tal encerrona, que era morir o matar, no tuvo más opciones, y estuvo cerca, demasiado cerca de la muerte, finalmente nunca pudo asegurar si su víctima había tropezado con su daga o él había elevado su brazo, apenas sin fuerzas, para matarlo… no importaba el resultado fue el mismo, mucho más odio, y una voluntad férrea de acabar con la única vida que de verdad deseaba quitar…


Sacudió la cabeza, no era momento para perderse en las pesadillas, su plan, trazado con muchos años de preparación y estudio, de paciencia y dolor, solo podía dar sus frutos si era estricto, riguroso, si no tenía dudas, ni conciencia…

Tras media hora arrastrándose en silencio por aquel estrecho túnel que tanto tiempo loe había costado crear, salió al sótano de la casa. El único lugar de la mansión que su padre nunca visitaba, pero aun así era mejor ser prudente. Movió la roca que tapaba el agujero con sumo cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible. Se quedó allí parado, dejando que sus músculos se destensaran por el esfuerzo, permitiendo que sus ojos se acostumbraran a la penumbra… ya faltaba muy poco.

- Creí que no serías tan estúpido como tu madre

La voz de su padre resonó como un latigazo en sus oídos “¿Como es posible?… ¿como lo ha sabido? ¿Por qué?...” La verdad le sacudió como una bofetada, un escalofrío recorrió su cuerpo, dejándole paralizado en la misma posición que había adoptado al salir del túnel.

Los pasos de su padre acercándose lentamente resonaban en el silencio creciente de la noche taladrando no solo sus oídos, también su corazón y su decisión, su voluntad…

Ahora entendía, ahora sabía, había heredado, quizá en menor grado, de donde provenía su extraño poder, el no lo controlaba, no podía dominarlo y aparecía ante él cuando no lo requería, pero su padre era todo un maestro y su poder estaba amplificado, por eso había descubierto la huída de su madre, por eso sabía que aquella noche…

Otro escalofrío recorrió su cuerpo, muchas de las palabras de su progenitor ahora cobraban un sentido distinto, pero… ¿Por qué ahora si llevaba preparando aquello años?

Una media sonrisa de comprensión asomó a su paralizado cuerpo, le gusta ver el dolor, se alimentaba del sufrimiento, disfrutaba torturando…

Su mente volvió al presente, cuando su curso de pensamiento fue interrumpido por el repentino dolor del golpe recibido. Un puñetazo, certero y directo al centro de su estómago. Si su cuerpo no cedió y se derrumbó en el suelo fue por la parálisis que la sorpresa le había producido. Aun así, su cuerpo se negó a moverse y los golpes fueron cayendo duros, inexorables, certeros hasta que su cuerpo cedió al dolor y se dejó caer contra el frío suelo.

- Al menos me has sido útil por un tiempo, pero ahora es momento de que mueras, de hacer lo que debí hace años, el día que naciste. Tu madre estará encantada de recibirte en las puertas del infierno.

La ira se encendió dentro de su cuerpo y, a pesar de estar algo magullado, consiguió sacar una de sus toscas dagas y clavarla en el pie que volaba de nuevo hacía su lastimado cuerpo. Un grito de rabia y dolor. Unos pasos retrocediendo y, al poco, volviendo a avanzar. Pero ya se había puesto de pie y estaba totalmente en guardia, alerta, preparado. No se iba a dejar vencer sin pelear, no iba a permitir que le humillara una vez más. Cambiaría su destino, la visión de su padre…

La lucha fue cruenta, ambos eran grandes maestros, ambos estaban guiados por el odio, ambos sabían que si fallaban sería su fin… pasaron varios días y varias noches. La mansión se convirtió en un campo de batalla, cada vez más destrozado, los muebles volaban, las trampas aparecían por todos los rincones… Ninguno de los dos se atrevía a dormir si quiera unos minutos y la locura, esa locura que desequilibra, producida por el cansancio y la falta de sueño, amenazaba con invadir sus mentes.

Ya no solo era una batalla de fuerza, también de resistencia, de voluntad, de aguante… y padre e hijo sabían que si no acababan pronto con aquella locura sucumbirían en la muerte o la locura, quizá en ambas.

Seizan desesperado y al borde del agotamiento, de la inanición y la locura, trazó un último plan desesperado, sin permitir que pasaran más de unos instantes desde que la absurda idea llegó a su mente hasta que la puso en marcha. Si esperaba, su padre lo sabría.

Con todo el sigilo y la presteza de que fue capaz fue derramando las pocas botellas de alcohol que quedaban en las bodegas de la mansión, por todas las habitaciones, un reguero continuo que llevaría las llamas por toda la casa hasta convertirla en una hoguera infernal. Se aseguró de impregnar todas las salidas, de taponar incluso algunas de ellas. Ya no le importaba morir también, solo quería acabar con aquello, con el hambre, el dolor, la locura…

Finalmente se acercó a la cocina, haciendo de señuelo, la excusa perfecta, conseguir algo de comida, su padre no desperdiciaría la oportunidad de una espalda desprevenida… o eso esperaba… y, gracias a la bondad de algún dios, su deseo fue concedido, casi demasiado tarde se apartó del puñal que se dirigía certero a su corazón, clavándose en su hombro. Negándose a rendirse al dolor, encendió la única que cerilla que había logrado encontrar y la dejó caer sobre el reguero de alcohol.

Con los ojos desorbitados por la locura, y el miedo asomando en el rostro de su padre por primera vez, volvió a clavar el puñal en su hijo y trató de huir, pero las llamas fueron más rápidas, extendiéndose por la casa, una casa vieja de madera. Más rápido incluso de lo que Seizan había pensado. No hubo escapatoria, las llamas alcanzaron al padre y los alaridos de este alertaron a los ciudadanos que, no sin cierto recelo, acudieron a sofocar el incendio.

Seizan consumido por el dolor físico y mental al que había sido sometido, consumido por el odio irracional que la sed de venganza no había apagado, cayó al suelo sin sentido. El destino y los hados estuvieron de su lado. Parecía que no había llegado su hora. Los ciudadanos comenzaron apagando el incendio en aquella parte de la casa. Sin embargo, el cuerpo del muchacho quedó oculto por un montón de escombros aun calientes.

Puede que solo pasaran horas, puede que pasaran días. La noción del tiempo no es la misma cuando te encuentras paralizado por el hambre, el miedo y el dolor. Perdía el conocimiento al poco de haberlo recuperado solo para darse cuenta de que seguía atrapado bajo los escombros. Que moriría solo, que moriría en aquella casa…

El destino movió los hilos de nuevo juntando varias “casualidades”. Una muchacha ciega, llegó al pueblo el día siguiente al incendio; y, por algún extraño motivo, decidió caminar hasta la casa en ruinas. Su fino oído y olfato le guiaron hasta el joven moribundo. El olor de un cuerpo enfermo y algo quemado. Los lamentos casi apagados del chico…

Tocándolo, algo bruscamente, con el cayado que la acompañaba siempre, descubrió su posición exacta. Con manos fuertes y seguras, más de lo que cabría esperar en una jovencita ciega y flacucha. Rescató al herido de entre los escombros y se lo llevó lejos de aquel lugar de sufrimiento.

Entre dolores, pesadillas y alucinaciones, los meses pasaron para ambos. Ella se pregunta que la había impulsado a recoger y acoger a aquel muchacho, podía ser un asesino, o el dueño de aquella casa que tal mala fama tenía. Sin embargo, al tocar su rostro, al cambiarle y curar su cicatrices o cada vez que le tocaba; sentía la bondad de su corazón, aunque oculta en muchas capas de dolor y eso la conmovía.

Él, por su parte, vivía en una eterna pesadilla, los recuerdos de toda su vida, la repetición de la lucha, de sus peores momentos, la risa de su padre cuando se burlaba de él, los látigos… Todo ello amplificado por la fiebre. Deliraba, se despertaba de repente soltando alaridos de dolor, de angustia, de sufrimiento. Las alucinaciones le impedían ver la realidad. No reconocía rostros, ni lugares ni siquiera a él mismo. Cada vez que sentía el contacto humano y afectuoso de ella retrocedía como un animal maltratado y enjaulado. Temeroso, asustado, dolorido…

Cuantos meses pasaron, nunca lo supo, ni tan siquiera quiso saberlo. Lo único que importaba es que poco a poco las pesadillas de su pasado dejaron de acosarlo, en sus sueños se introducía una mujer, la mujer más bella que el nunca pudo soñar, que con su calidez hacía desaparecer todos sus malos sueños. Que le abrazaba y consolaba, le cuidaba y curaba. Pero nunca pudo escuchar su voz, o ver sus ojos… al menos en sus sueños.

Parte de esos sueños eran realidad. La muchacha ciega lo cuidaba, lo alimentaba, lo mantenía limpio y, movida por un extraño impulso, de vez en cuando, se quedaba acariciando su pelo, su rostro, sus ojos, sus cicatrices. Sentía una curiosidad por conocerle, por verle, por saber quién era como nunca antes había sentido, como jamás hubiera creído posible.

Y dos extraños que jamás habían conversado, que no sabían nada el uno del otro, se enamoraron, más profundamente de lo que una persona sencilla puede llegar a imaginar. Incluso para los dioses era algo desconocido e incomprensible.

(y sigue que no me deja ni en dos)
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Mensaje por Seizan 16/08/09, 10:24 pm

El primer día que, por fin, Seizan abrió los ojos y vio los de ella, carentes de luz y, al mismo tiempo, los más brillantes que jamás había conocido, llenos de vida y paz, supo quién era ella. La muchacha sintió los ojos del extraño clavándose en los suyos, a pesar de su cegara podía “verlos”, sentirlos, como la miraban, cálidos, enamorados…

Y se fundieron en un abrazo deseado, tierno, salvaje… pero con el beso apasionado llegó el conocimiento. Muchos meses había pasado en compañía de aquella joven, muchos meses en contacto con ella, muchos meses creyendo que todo aquello solo era producto de su imaginación… y cuando el sueño se hizo real, lo comprendió.

De su extraño poder para hacer “propias” las pesadillas ajenas, dedujo que no solo podían ser pesadillas, ella no las tenía, no había temor en ella y por eso su luz, más brillante de cuantas había conocido, se había ido introduciendo en sus sueños llenándolos de calor. Un remanso de paz en medio de la tormenta que le impidió dar el salto hacia la locura total.

La mala noticia fue que de ella pudo conocer no solo su carencia de miedo, también sus pensamientos, si fue por el extraño poder, fue por amor o a causa de ella, nunca lo supo, ni tampoco importaba. Ambos se conocían como si hubieran estado juntos desde el momento de su nacimiento. Sus vivencias, sus deseos, sus pensamientos… eran como un solo ser.

Un torrente de lágrimas recorrió el rostro del muchacho mientras la besaba. Ella era perfecta, maravillosa, dulce y, sin embargo, estaba condenada. Sus sentidos se vieron sumergidos de repente en los recuerdos de ella, saltando a través de su pasado en forma de flashes de los momentos importantes…

Con tan solo 8 añitos observó desde su escondite en el suelo, en la trampilla que sus progenitores habían creado para una emergencia, como sus padres eran asesinados a sangre fría por un extraño, un extraño que ahora sabía era el padre de aquel que había acogido en su casa.

Una niña de tan solo trece años, una criatura solitaria y callada, llevaba en aquella casa de acogida desde que aquel señor, del que solo poseía el nombre, había acabado con la vida de sus padres. Nunca sabría por qué ni tampoco importaba. La pequeña miraba con cierto temor a la directora de aquella casa, que la miraba con ojos tristes, con compasión y tristeza.

- Querida niña, eres tan pequeña y ya has sufrido tanto… la vida es tan injusta… pero no puedo ocultártelo, más pronto que tarde tu misma sospecharías algo extraño…

Podía leer la bondad de los corazones desde que sus padres murieran, era como un mecanismo de defensa de su cuerpo, para que nadie pudiera engañarla. Sabía que aquella señora tenía un corazón grande y, aunque muy severa, había creado aquel orfanato con sus mejores intenciones y deseos. Quería a cada uno de “sus pequeños” (como ella los llamaba) como si fueran sus propios hijos. Sin embargo aquel día Ceri intuía que algo iba mal, que la directora la iba a hacer daño de algún modo.

Y así fue, la noticia de una terrible enfermedad que la mataría lentamente en unos años fue como un jarro de agua helada, fue como si algo se hubiera roto en su interior para siempre. Solo tenía 10, a lo sumo 12 años de vida.

- Lo peor vendrá en el último año, posiblemente pierdas la vista, quizá incluso la voz…

Sin embargo, de las peores pesadillas, del peor de los infiernos, puede surgir la luz. La luz más brillante y hermosa. Y eso fue lo que le ocurrió a ella. De repente, sin previo aviso, casi como un milagro, dejó de sentir miedo, ira, rencor o dolor.

Se convirtió en un ser que parecía caído del cielo, un ángel que a su paso dejaba sonrisas, una criatura que solo sabía sonreír… pero que sonreía tan solo a aquellos en los que leía la bondad en su corazón.

Tampoco era un ser inocente. Quería disfrutar de su tiempo, del tiempo que le habían dado y para eso necesitó del robo y el engaño, no tenía tiempo de ganarse el dinero, de labrarse un futuro, de ganar el dinero de forma “decente”. Robaba a quién no lo necesitaba y jamás quitaba una vida. Engañaba a quién pretendía engañarla. Viajaba sin descanso, deseando conocer y aprender todo cuanto fuera posible. Experimentar todo lo conocido, incluso lo desconocido.


Lágrimas de dolor salían de sus ojos sin poder evitarlo. Ella le había dado todo sin quererlo, le había devuelto la vida, le había curado y le había ensañado que la vida merece la pena, que el mundo no se reduce al odio. A través de los sueños habían llegado a un nivel de comprensión fuera de lo normal.

El lloraba porque sabía que la perdería, no estaba preparado como ella, no tenía su fortaleza y valor. Y lloraba aun más intensamente por haberla conocido. Ella sonreía por haber conocido el amor, un amor incondicional e intemporal. Era su único punto pendiente. Su vida había sido corta pero intensa, había conocido más de lo que había soñado.

Vivieron unos meses de intensa felicidad, compartieron, disfrutaron, rieron, aprendieron… y cuando llegó el momento de despedirse, ambos estaban preparados. No fue doloroso, pero si algo triste. Sin embargo de aquellos meses de vida junto a ella Seizan aprendió que la vida no solo era dolor y que el futuro puede ser interesante.

Con una promesa de hacer lo posible por disfrutar de su futuro por ella, por los dos, se alejó de la ciudad que tantas pesadillas le había causado, y emprendió viaje rumbo a lo desconocido…
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Mensaje por Anaïs 17/08/09, 08:26 pm

*_* no sé si te lo dije ayer pero me encanta la historia del pj, creo que es alguien complicado y eso de que no pueda estar en contacto con la gente le da un plus que me va a gustar mucho en ver dentro de la interpretación.

Pues nada ficha más que aprobada Smile
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Mensaje por Mayo 17/08/09, 08:37 pm

Bueno, ya sabes que este pj me gusta muchisimo, esta curradisimo, y creo que va a dar mucho juego. A ver lo que pasa...
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Mensaje por Seizan 17/08/09, 10:02 pm

Muchas gracias a las dos, me alegro de que os haya gustado Very Happy
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Mensaje por Lisandot 18/08/09, 01:01 am

Gran personaje y genial historia. Me gusta muchísimo
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