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TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

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Mensaje por Zeiss Ethesian 29/07/11, 06:19 pm

Dejó de correr cuando casi hubo llegado al final de la calle, y se apoyó en un muro para coger un poco de aliento. Necesitaba estar fresco y preparado para lo que iba a hacer a continuación porque, aunque ya tenía muchísima experiencia corriendo delante de miembros de guardias de varios reinos, no dejaba de ser un acto un pelín más temerario de lo que él acostumbraba a hacer. Notablemente más que esconderse detrás de arbustos espinosos, sobretodo.

Se le pasó por la cabeza la posibilidad de que un soldado demasiado coherente le atravesara con una flecha en lugar de perseguirlo, de que le pillaran de alguna forma. Pero estos pensamientos tan absurdos sólo le duraron un segundo. O dos. O... puede que tres, pero no mucho más. Se los sacudió de la cabeza y se aclaró la garganta, preparando su voz para la entrada teatral.

Finalmente convencido de que les había dado suficiente tiempo a Tormenta y ChicoAlto como para camuflarse mínimamente, fingió una respiración acelerada, se despeinó los pelos un poco más de lo que ya estaban e inició una pequeña carrera apresurada, desembocando bruscamente en la calle en la que sus dos compañeros habían atacado a los soldados.

En cuanto llegó a ella se aseguró de toser secamente, como quien está sin aliento, para llamar la atención de cualquiera que hubiera por la zona. Lo hizo con los ojos clavados en el suelo, pero en cuanto los alzó pudo comprobar que había varios soldados de Ashper. Abrió los ojos exageradamente, imitó una no tan convincente expresión de terror y se exclamó en el más teatral de los tonos de voz:

- ¡Imposible! ¡Mi Bola Chispeante debería haberos matado a todos!

Se mantuvo inmóvil un segundo, el tiempo de que los soldados pensaran un poco aquello de la Bola Chispeante, le reconocieran como el hombre de violeta que se había escabullido de la vista solo unos minutos antes y se equivocaran sumando dos más dos para concluir que era Zeiss quien les había atacado. Inmediatamente giró sobre sus talones y comenzó a correr en dirección contraria, no demasiado rápido al principio, fingiendo agotamiento.

- ¡No, no me atraparéis - afirmó, sabiendo que el espíritu de contradicción tiende a hacer maravillas en favor de causas ajenas; por si acaso añadió una amenaza -, os mataré a todos!

- ¡Atrapadle!

- ¡Shake libre! - añadió Zeiss hacia sus espaldas para acabar de convencerlos.

Y funcionó, porque se inició detrás de él el estrépito de varias personas corriendo. Por suerte parecía que él estaba mucho más fresco que los soldados, y no tuvo dificultades en mantener la distancia necesaria mientras los guiaba calle abajo, siempre lejos como para poder escaparles y cerca como para darles esperanzas. No vio a ChicoAlto y Tormenta, lo cual era buena señal... pero esperó que salieran a sus espaldas de un momento a otro, o tendría que comenzar a correr realmente en serio si no quería acabar con la cabeza en una pica.
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. - Página 3 Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Songèrie 30/07/11, 02:22 am

Yo sólo acostumbraba hacer ilusiones pequeñitas por un par de minutos cuando mucho. Un muro que cubriera la entrada de la casa era, por lejos, la ilusión más grande que había creado y necesitaba mantenerla más de dos minutos para que sirviera de algo. Eso requería mucha concentración y, debido a eso, no le presté la menor atención a lo que Mizik y Gonzalvus estaban haciendo. Podría decirse que el pecoso, el pelinegro, la mocosa rubia y hasta el gato dejaron de existir para mí mientras creaba la ilusión de una muralla frente a la casa.

A lo que no pude dejar de prestarle atención, aunque lo intenté, fue a los ruidos que venían de la calle. Cuando oí que lo soldados se detenían frente a la puerta de la casa, “la ilusión salió mal” “no los engañé” “van a entrar y a atraparnos”, me puse tan nerviosa que casi deshago la ilusión que estaba creando, pero conseguí aguantar y cuando sentí que los soldados seguían su camino, conseguí tranquilizarme un poquito.

Estar tan concentrada y durante tanto rato me cansaba mucho y finalmente mi muralla se esfumó. No había soldados frente a la casa en qué estábamos, pero eso no me di ningún consuelo. Los solados seguían llegando por la calle, entrando a la casa, quemando árboles y apresando a la gente que estaba afuera; incluso había algunos que perseguían a alguien. Era cosa de tiempo para que entraran en esta casa y yo no estaba segura de poder crear otra ilusión así. Todo lo contrario, estaba segura de no poder hacerlo.

Tenía miedo, mucho miedo ¡Malhaya mi suerte! ¿Por qué no estaba yo en mi circo, con mi gente, dando una función en el continente como tenía que haber sido? Juro que tuve unos deseos tremendos de echarme a llorar llamando a mi mamá, pero ver a Elaine tan tranquila jugando con Chevalier me ayudó a contenerme. Bueno, también me hubiera dado mucha vergüenza que los chicos me hubiesen visto portándome como una bebita.

Traté de parecer tranquila, como la persona mayor que era, pero seguía teniendo miedo y seguía sin saber que hacer. Y parecía que Mizik y Gonzalvus tampoco lo sabían, aunque ello son se veían asustados.

- ¿Qué vamos a ha...?

Unos gritos, provenientes del piso alto, me interrumpieron antes de acabar la frase haciéndome saltar de puro susto.

- ¡Socorro, socorro! ¡Me asaltan!
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. - Página 3 Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Mizik Ponjater 30/07/11, 07:46 pm

-Mizik, tenemos dos caminos, o por la azotea, o por la puerta trasera -le respondió Gonzalvus, si bien cuando Mizik abría de nuevo la boca para responder un ruido sobresaltó a ambos. Dos soldados pasaban enfrente de la casa, pero a juzgar por su reacción parecía como si no fueran capaces de verla, aunque sí de detectar que algo extraño ocurría. Mizik se quedó quieto y muy callado, intentando no romper lo que fuera que los volvía invisibles a los ojos enemigos, pero no pudo menos que dar un respingo al ver como Gonzalvus desenvainaba dos extrañísimas armas, como unas grandes cuchillas curvas extremadamente afiladas.

Gonzalvus le miró con una cara inquisitiva, y Mizik se encogió de hombros. Se fijó entonces en que Songèrie tenía una extraña mueca de concentración en el rostro... Antes, en la plaza, había demostrado ser capaz de crear ilusiones muy realistas. ¿Tal vez estuviera escondiéndolos de los invasores?

Fuera eso o no lo que los había mantenido a salvo, no tardó en venirse abajo. Songèrie se giró hacia ellos preguntando algo, pero su voz quedó ahogada por un grito desgarrador desde el piso de arriba.

-¡Socorro! ¡Socorro! ¡Me asaltan!

Sin duda los soldados estaban entrando por la ventana. No podía dejar a la señora en la estacada, sencillamente no podía. No había sido todo lo amable que hubiera podido, pero no merecía que la dejaran a merced de los soldados invasores.

Tenían la ventaja de que los soldados no sabían que estaban allí abajo, así que en cualquier caso los podrían coger por sorpresa. Aunque tal vez la sorpresa no fuera suficiente: Gonzalvus sin duda sabía luchar, pero desde luego Songèrie no, y Elaine menos... Y él... Bueno, como todos los jóvenes del pueblo había peleado alguna vez con armas de madera, bastones, varas y cosas por el estilo, pero no tenía nada que hacer frente a un soldado profesional. Añadido al hecho de que ni siquiera tenía nada que pudiera usar como arma.

Entonces el mueble que atrancaba la puerta tembló. Se oyeron unas voces masculinas al otro lado de la puerta, y luego un fuerte golpe: el mueble salió disparado, la puerta cedió, y el soldado que había cargado contra la puerta se precipitó también, por el mismo impulso, hacia el piso de abajo rodando por las escaleras.

Mizik era el que más cerca se encontraba del soldado y antes que éste se levantara se le abalanzó al cuello, sin pensar, intentando inmovilizarlo con su peso. Mientras por las escaleras bajaban otros dos soldados con las espadas desenvainadas, el primero se irguió en toda su estatura, quedando Mizik colgando a su espalda como un saco. El hombre, corpulento, gritaba y se revolvía mientras Mizik se aferraba lo más fuerte que podía a su cuello, intentando obstaculizar sus movimientos.

Entonces el soldado se impulsó de espaldas contra la pared, aplastando a Mizik contra ella, lo que lo obligó soltarse. Liberado, desenvainó y se dispuso a avanzar contra los otros con un aullido de júbilo, pero desde el suelo Mizik lo cogió de la bota derecha, haciéndolo caer y soltar la espada. Sin darle tiempo a reaccionar, Mizik le volvió a saltar a la espalda, clavándole la rodilla en la columna, y recogió la espada antes que el soldado, tomado por sorpresa. Pudo ver que había sangre en la hoja, y fresca. Con la mente ofuscada por la adrenalina, hizo lo único que le pareció lógico en aquel momento: apoyándose con todo su peso en la empuñadura, le clavó la hoja en la espalda a la altura del corazón, atravesando la brigantina que lo protegía. El soldado profirió un grito desgarrador, que le heló el alma, y luego quedó inmóvil.

Sólo entonces levantó Mizik la vista para ver como diablos se las apañaba Gonzalvus contra los otros dos soldados.
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. - Página 3 Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Talinthraxus 31/07/11, 07:35 pm

FDI= Raznet tiene el control del cuerpo
---
DDI=

Sí, lo que Otto me había dicho estaba lleno de sentido. Seguramente los soldados eran muchos y nosotros tres no seríamos suficientes para detenerlos. Lo más lógico sería infiltrarnos y robar el barco tan pronto como fuese posible. No todos lo habían perdido todo. Pero Talin era un ser solitario desde que partió de su hogar. Cierto que nunca habíamos encontrado el cadáver de Daliny y no vimos nada que nos hiciera saber que ella estaba muerta, y era gracias a eso que Talin aún tenía motivos para seguir adelante. Ella era lo único que mantenía a Talinthraxus con vida. Por una especie de sentido de la lógica, supuse que Otto y Manos Mágicas no podían sanar sus heridas como Talin lo hacía, así que me vi en la obligación de actuar de vanguardia.

-Talin, te toca hacerte cargo. Notarán mi presencia al ver la nube entre los arbustos.

-Como quieras. Saldremos de esta.

---

La nube de tormenta desapareció, pero Raznet ya me había dejado todo lo que necesitaba: la espada y las flechas bañadas en sangre. Aguardé pacientemente a que Zeiss atravesara la calle, lo cual sucedió no mucho tiempo después.

-¡Ahora! -me gritó Raznet. Disparé una flecha que atravesó a dos soldados, pero sólo logró herirlos, a uno cerca del hombro derecho, y al otro casi le atraviesa la cabeza. Luego de eso, me abalanzé hacia adelante y caí sobre el soldado que estaba más lejos del ladrón de cabello violeta. Estuve a punto de hundir mi espada en su cabeza, pero la reacción de uno de sus cinco compañeros me obligó a apartarme rápidamente. Eran seis... Serían dos para cada uno. Tuve que convencerme de que estaba defendiendo Werth para poder usar mi espada. Ahora sabrían que fui yo quien disparaba las flechas.

Uno de mis oponentes me atacó y me defendí con la espada, mientras colocaba mi arco en mi boca para tener un mayor equilibrio al poder usar ambos brazos libremente. Un segundo soldado se unió al ataque del primero y lograron derribarme. Corrí hacia un costado para levantarme de la manera más rápida y segura posible. Uno de los invasores me atacó con su espada, ataque que logré eludir rodando a un costado. Me levanté rápidamente y empuñé mi espada con ambas manos. Concentré toda mi fuerza ofensiva en uno de mis adversarios, y logré aniquilarlo, al tiempo que me defendía de los ataques de su compañero gracias a las indicaciones que Raznet me daba para eludir sus ataques. Sin embargo, en cuanto dí la estocada final, mi otro oponente me cortó el brazo derecho. No fue una herida demasiado grave, pero me obligó a soltar el arma, que cayó en el suelo dando varios giros.

Me abalancé sobre él y comenzó un forcejeo en el que yo intentaba privarlo de su espada mientras él intentaba asesinarme. Luego de un instante que pareció eterno, el soldado decidió cambiar de táctica y me dio un cabezazo, para luego empujarme con su escudo. Mientras caía hacia atrás, intenté mantener el equilibrio para estar de pie el mayor tiempo posible. Tomé una de las flechas que guardaba en el carcaj y la arrojé como pude, usando el brazo derecho. Le hizo una muy pequeña herida en la pierna. Saqué una segunda flecha y me dispuse a dispararla desde el suelo, donde ya me encontraba. La flecha salió con una fuerza minúscula, pero alcanzó para atravesar al soldado desde el pecho hasta los pies. La espada del invasor cayó de su mano y se clavó en mi antebrazo, dejándome una herida que separaba en dos un pequeño trozo de carne. Me incorporé y me abalancé sobre otro soldado, tomando mi espada durante la carrera.

El cabezazo había logrado dejarme algo aturdido, por lo que literalmente Raznet era mis ojos. Me costaba mantener el equilibrio, mi visión era borrosa. Creo que si no hubiese seguido como pude cada indicación que Raznet me daba, esos hubiesen sido mis últimos segundos de vida, pues cualquiera podría asesinarme. La única razón para continuar luchando, habiendo derrotado a dos soldados, fue que yo fui el que reclutó al ladrón y al inventor. Usé el brazo derecho para tomar a un soldado por el mentón, desde atrás, y me disponía a atravesar su cuello con mi espada, cuando pude ver una lanza dirigiéndose a mí. Caminé hacia atrás y usé al soldado de escudo, pero la lanza lo atravesó, aunque no logró matarlo, y pasó de largo mi brazo, provocándole un agujero cerca de la herida y dejando una importante pérdida de sangre. Me alejé para buscar un lugar seguro y tapé mi herida como pude. No podía arriesgarme a entrar en combate con esa herida en el brazo. Había dejado dos soldados muertos y uno herido seriamente, tanto que parecía costarle estar de pie. Creía que había cumplido con mi parte. No... Aún me quedaban fuerzas para deshacerme de uno. Ya no podría luchar luego de eso, mi brazo derecho estaba destrozado y no tenía habilidad con el izquierdo. Con mis últimas fuerzas serias, hice un corte lateral que decapitó al soldado herido, luego de lo cual comencé a retroceder para ponerme a salvo.

-Daliny... -comencé a susurrar mientras me apoyaba en una pared con los ojos cerrados, confiando plenamente en que el ladrón y Otto podrían ocuparse de los soldados que quedaban, uno de los cuales tenía un corte en su casco provocado por la flecha que disparé al principio, y protegerme mientras sanaba mis heridas.- Daliny...

*FDI= Lo aclaro por si acaso. Mientras Talinthraxus está aturdido, sigue las indicaciones de Raznet para eludir ataques. No las escribo porque el mensaje se haría muy confuso.
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. - Página 3 Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Gonzalvus 04/08/11, 04:45 am

El asesino contempló con preocupación el combate que Mizik estaba librando y preparandose para intervenir si algo salía mal. Cuando el soldado dejó incapacitado al joven golpeandolo contra la pared y avanzando hacia ellos Gonzalvus estuvo a punto de saltar sobre él cuando Mizik, en una extraña maniobra, tomó al soldado de la bota, haciendo que se cayese al suelo y, golpeandolo en la espalda y empuñando su espada, la cuál había caido al suelo, primero, atravezó el corazón de su adversario por detras.

Gonzalvus vió como los soldados estaban bajando por la escalera, algo estrecha para los dos, hacia ellos y al ver a Mizik en el suelo supo que era su turno de actuar. Soltando las cuchillas delante suyo, rapidamente tomó dos de los ocho cuchillos arrojadizos que llevaba ocultos entre su espalda y la capa y los lanzó dirijidos a los soldados, especificamente, a sus rostros.

Uno impacto horriblemente en el ojo de un soldado haciendolo gritar y caer al suelo, en el cual se quedo inmovil. El segundo impactó en el escudo del otro, dado que por reflejo se defendió y comenzó a dar grandes zancadas para llegar a Gonzalvus mientras preparaba el brazo derecho para atacar con su espada.

El asesino arrodillandose tomó sus dos cuchillas, con el filo mirando hacia abajo, y salió disparado contra su objetivo, el cual estaba por arremetér con su espada, haciendo un movimiento horizontal de derecha a izquierda y pareció sorprenderse por ver al joven tomar esa velocidad de repente. Gonzalvus preparó sus cuchillas, con una desvió el ataque del adversario, usando la curvatura de el arma derecha para este fin y siguiendo su trayectoria por la izquierda del contrincante y girando sobre uno de sus pies cuando llegó a la retaguardia, y descargando toda la energía del movimiento, clavó la otra violentamente debajo del brazo de éste, donde no estaba protegido por su brillantina, y el filo llegó, dada nuevamente a su curvatura, pasando entre las costillas, al corazón de éste.

El soldado giró a la izquierda gritando y golpeó con su escudo a Gonzalvus en la cabeza. Mientras le fallaban las piernas profirió un insulto final y cayó al suelo. Soltando las cuchillas y quedando aturdido en el suelo, el asesino se intentó levantar pero cayó de rodillas. Notó entonces que un liquido tíbio estaba recorriendo su cara y se llevó la mano a una pequeña herida en la cabeza que estaba sangrando levemente.

Estubo unos segundos sosteniendo su herida para que deje de sangrar y notó que Elaine estaba tocandole la espalda, Gonzalvus giro para quedar cara a cara con ella y esta de repente lo abrazó. Gonzalvus miró sorprendido a la pelirroja y a Mizik y con su brazo libre la abrazó.

- Pensé que no te ibas a levantar Gonzalvus. - dijo llorando la pequeña niña y lo abrazó mas fuerte.

- Elaine, si sigues abrazandome así, voy a mancharte el vestido con sangre. - Dijo el joven asesino mientras intentaba parar el sangrado de su cabeza.

Gonzalvus suavemente deshizo el abrazo y se puso de pié.

- Xub, ¿Qué podemos hacer ahora? - Preguntó Gonzalvus, dirigiendose a sus compañeros, mientras tomaba sus dos cuchillas y las enfundaba. La sangre que por el momento había parado, comenzó a caer nuevamente y el asesino al notar esto se llevó la mano otra vez a la herida.

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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. - Página 3 Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Zeiss Ethesian 12/08/11, 03:42 pm

Si hubiera dependido de la imagen que el ladrón se había formado en su mente, la cosa habría salido un poquito mejor. Lo tenía todo visualizadísimo: ChicoAlto y el Señor Tormenta surgirían de detrás de sus viles enemigos y los liquidarían antes de que pudieran alertar a cualquiera con una llamada de auxilio. Vista la situación real, debía admitir que quizás había sido demasiado optimista por su parte el dar por sentado que el Señor Tormenta se cargaría de un flechazo y un corte de su espada a todos aquellos soldados... Pero no podía quejarse, porque que sus dos improvisados compañeros hubieran salido de su escondite para atacar a los perseguidores del ladrón ya era buena noticia, al estilo de "al menos, por muy mal que vayan las cosas, no moriré solo".

Después de comprobar con un rápido vistazo que ya nadie le perseguía, Zeiss frenó en seco y comenzó a correr en dirección contraria hacia los soldados que ahora le daban la espalda. "¿Dónde está la daga?" se preguntó por una milésima de segundo mientras tanteaba su ropa, seguro de que había dejado su arma en algún lugar extraño al ir a tirarse a las pozas de Shake. Por suerte la encontró en el sitio de siempre; la desenfundó a la carrera. "No estaba planeado que yo tuviera que matar a nadie". Pero no tenia más remedio, porque no sabía inmovilizar, o dejar inconsciente, o al menos aturdido... matar era más fácil que eso. Y si querían acabar rápido con el asunto sería mejor que él también echara un cable.

Si Zeiss había pensado que el panorama lo dominaría exclusivamente Tormenta, estaba equivocado. Era cierto que el peliazul medía más de dos metros y que además de tan intimidante altura demostraba un peligroso dominio de la espada, pero Otto no se quedaba nada atrás. Al llegar hasta el primero de los soldados que le había dado la espalda, poniéndole la zancadilla para hacerle caer al suelo, Zeiss se dio cuenta de que él allí era el más normalito, además del más bajo con diferencia. ChicoAlto resultaba en aquellos momentos aún más intimidante que Señor Tormenta, envuelto como estaba en aquella energía chisporreante; mientras se lanzaba a las espaldas del soldado para cortarle la garganta, deslizando la daga por debajo del casco, Zeiss decidió que no quería ver de malhumor a su ChicoAlto.

La caída de aquel soldado al suelo no había sido especialmente silenciosa, pero por fortuna el jaleo que armaba Tormenta era mayor y ningún enemigo vino a encararse a Zeiss. El ladrón cogió unas piedras del suelo y se las lanzó al casco de los soldados que encaraban a Otto; por el rabillo del ojo vio cómo Tormenta decapitaba a otro. El ladrón no pudo si no tirar más piedras para llamar la atención de los restantes soldados, y en cuanto uno le miró le sacó la lengua y le lanzó otra piedra a los ojos.
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Mensaje por Otto Hoenheim 14/08/11, 03:28 pm

FDI: Un breve regreso... Resulta que donde hago mis paseos diarios por el pueblo hay wifi gratis Very Happy

DDI: Todo sucedió demasiado rápido para la poca experiencia de combate, por no decir nula, de Otto.

Un instante, estaban preparados para la emboscada que habían ideado para los soldados de Ashper y al siguiente, el Hombre-Tormenta había caído como un remolino sobre la media docena de soldados. Durante unos segundos, el muchacho no pudo sino observar entre maravillado y horrorizado las evoluciones de su “camarada” en acción. No pasó mucho tiempo antes de que el primer soldado mordiera el polvo y, pese a que de pronto lo vio rodeado de enemigos, Talinthraxus se movía como una auténtica tormenta entre ellos, y pronto el adoquinado del callejón estaba empapado en sangre.

Era increíble, verdaderamente Otto llegó a pensar que con una docena de luchadores así de despiadados, la ciudad podría ser defendida con éxito; pero ese pensamiento duró tanto como tardó en resultarle evidente que la sangre que empapaba a su aliado era en cada vez mayor medida propia; pese a todo, no fue antes de que al menos tres de los soldados que se habían abalanzado sobre él estuvieran muertos o moribundos en el suelo.

El joven mago se obligó a actuar; si hubiera estado solo, su acción hubiera sido salir en busca de un escondite de inmediato mientras duraba la distracción, pero no lo estaba. A pesar de ello, no consiguió obligar a sus piernas a moverse antes de que ManosMágicas regresara a toda velocidad y rematara a uno de los heridos...

Sólo quedaban dos en pie y, aunque ya no parecían tan entusiasmados con la lucha, no podían permitirse dejarles ir o no tardarían en regresar con refuerzos y entonces...entonces sí que empezarían a estar en problemas de verdad. Salió de su escondite justo detrás de los dos que quedaban en pie, su presencia revelada por el crepitar eléctrico de la energía almacenada a su alrededor. Sin embargo, antes de que pudieran alzar defensa contra su nuevo atacante, Otto se las arregló para poner sus manos entre el cuello y el hombro de cada uno.

Entonces, la energía contenida encontró dos vías de escape; a través de los desafortunados soldados que se sacudieron mientras la electricidad recorría sus cuerpos hasta que Otto recuperó su aspecto habitual.

La visión de sus rostros contorsionarse mientras el hechizo cumplía su tarea era lo más terrible que jamás había presenciado. Sí, Otto conocía la muerte hasta cierto punto; sus padres eran agricultores en Moramaile y alguna vez les había visto mientras sacrificaban un cabritillo o una gallina para comer. Del mismo modo que con los soldados que Zeiss y Talin habían eliminado, era algo cercano pero a la vez distante para él... Pero estos dos eran diferentes.

Eran las primeras vidas que Otto segaba. Y no a más distancia que la de sus brazos. Una parte de él se preguntó sus nombres, si tenían familia, una esposa o unos hijos que estuvieran esperando su regreso...

Mientras los dos caían, sus cuerpos humeando tenuemente con los ojos en blanco y casi sin duda muertos, el muchacho giró la cara con lágrimas en sus ojos; no importaba cuánto se repitiese que se había visto obligado, que si todo hubiera ido diferente, sería su sangre la que manchase el suelo y su cadáver el abandonado en un callejón...

Los restos de su desayuno y de lo poco que había probado durante el festival cayeron al suelo del callejón, cerca del rincón donde se había escondido.

-E...estoy bien- mintió cuando hubo terminado.- Sólo...démonos prisa
Otto Hoenheim
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. - Página 3 Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Songèrie 15/08/11, 10:58 pm

¡Esos gritos! Todavía se me ponen los pelos de punta al recordarlos. Alguien asaltaba a la dueña de casa y sólo podían ser soldados que habían entrado por la ventana y eso quería decir que todo mi esfuerzo por crear la ilusión de la muralla habían sido en vano. Era algo muy triste, pero ni tiempo tuve para lamentarme por eso. Tras los gritos de la mujer, alcancé a oír voces masculinas y después de eso, un golpe violento y entonces se hizo el infierno o eso me pareció a mí.

Hasta el momento en que la puerta saltó, me había quedado inmóvil sin saber qué hacer, pero cuando oí que alguien venía por las escaleras entré en movimiento casi sin darme cuenta. Agarrando a Elaine y Chevy, me metí con ellos de un salto detrás de un sillón. Lo sé, lo sé, no era para nada una conducta heroica, pero ¿qué más podía hacer? Pelear ni siquiera se me ocurrió y no había donde escapar, salir a la calle no era una opción.

Tapando a la niña y al gato con mi cuerpo, saqué un poco la cabeza por un costado para ver lo que pasaba. Mejor no lo hubiera hecho. Nunca había visto una pelea a muerte, jamás había visto morir a nadie, mucho menos a una persona matar a otra... y ahora había visto a mis recientes amigos enfrascados en una lucha mortal y presenciado como mataban a tres hombres; tenía material suficiente para las pesadillas del resto de mi vida.

Cuando aquel soldado se abalanzó sobre Mizik con la espada en alto, su aullido de júbilo ahogó mi grito de terror, pero cuando el chico de pelo negro lo ensartó con su misma espada y el soldado gritó de aquella manera, la voz no me salió de puro espanto. Mis propios gritos siguieron congelados en mi garganta cuando vi a Gonzalvus matar a los otros dos atacantes. Y cuando vi que el pecoso quedaba tirado en el suelo, casi me desmayé. Eso era una pesadilla, tenía que serlo, era una pesadilla y si me pellizcaba, iba a despertar en mi cama, en mi circo, con mamá.

Por supuesto, no desperté. Ahí estaba, temblando como un flan, sin siquiera percatarme cuando Elaine había corrido llorando hasta Gonzalvus, que intentaba ponerse de pie. Me sentía mal, muy mal, tenía náuseas y no podía dejar de temblar, pero hice un esfuerzo para controlarme y tomé en brazos a Chevalier y lo agarré fuerte para no caerme.

- E- estás he -herido – le dije a Gonzalvus como si él no se hubiera dado cuenta - ¿La... la señora...? - agregué mirando a Mizik.

Quizás estuviera viva y necesitara ayuda, quería ir a ver, pero no me atrevía a hacerlo sola.
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TRAMA #1: El comienzo de la guerra. - Página 3 Empty Re: TRAMA #1: El comienzo de la guerra.

Mensaje por Mizik Ponjater 16/08/11, 09:29 am

A Mizik le había costado horrores levantarse, pues las piernas le temblaban como si tuvieran vida propia. ¡Había matado a un hombre! Y no tenía nada que ver con las gestas de los caballeros de brillante armadura contenidos entre las páginas de los libros y los versos de las baladas.

Temblaba todo él, y un sudor frío lo empapaba a pesar de la baja temperatura que había en la casa. El panorama le pareció desolador. Tres soldados muertos y ensangrentados, que le producían náuseas de sólo verlos, y Gonzalvus sangrando profusamente por la cabeza. Songèrie parecía muy afectada tras la escaramuza. Se le acercó y, como borracho, el chico la abrazó. Necesitaba apoyarse, un lugar donde sostenerse, pero luego pensó que él y Gonzalvus eran los únicos puntales para las chiquillas y no podían mostrarse débiles. O sí.

Sin decir nada y con paso dubitativo se acercó a Gonzalvus y le miró la herida. No tenía ni idea de curar, pero había visto a su padre hacerlo con los animales de la granja cuando se hacían daño. Se arrancó una tira de la manga de su camisa -no tenía a mano otra cosa- y sacó el pequeño pellejo de vino que había robado de la casa paterna. Empapó la improvisada venda en el alcohol y luego se la ató alrededor de la cabeza al pecoso.

-Supongo que algo hará -le dijo a modo de explicación.

Luego recordó las palabras de Songèrie y a la anciana, y pareció volver de golpe a la realidad. Estaban en una ciudad que estaba siendo invadida y acababan de salvar la vida con mucha suerte. Fuera, se seguía oyendo el ruido de la refriega, y en cualquier momento podían entrar más soldados a ver por qué sus camaradas no salían.

Haciéndo un esfuerzo sobrehumano para no vomitar, desclavó la espada del soldado muerto -SU soldado muerto, pensó turbado- y, sin voz, hizo una señal a la pelirroja para que se quedara donde estaba mientras subía las escaleras.

Al llegar arriba, el alma le cayó a los pies, o le hubiera caído si no estuviera ya allí. La ventana rota, cristales por doquier y la señora... degollada, con los ojos abiertos por completo. Un mastín, ya mayor, también yacía inerte. Debía haber acudido a socorrer a su ama y había encontrado la muerte igual que ésta. Cayó de rodillas, y rompió a llorar, rezando porque no lo viera nadie así.

Un pequeño aullido le hizo volver en sí. Con los nervios de punta, miró atentamente por la habitación hasta ver, aferrándose al cadáver de la madre muerta, un pequeño cachorrillo. Soltó la espada y lo cogió con las manos temblorosas, acariciándolo cuan largo era con el dedo índice. Fuera, se veía como la ciudad estaba siendo arrasada y cada vez había más fuegos entre las casas. No tenían nada que hacer allí. Puso al cachorro en el gastado zurrón y recogió la espada, para luego bajar otra vez.

-Arriba no tenemos nada que hacer -dijo lúgubre-. Ahora hay que salir de aquí antes de que vengan más.
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Mensaje por Talinthraxus 16/08/11, 11:58 am

-Has encontrado buenos compañeros en esta isla -me comentó Raznet. Eso me dio a entender que tanto Otto como Manos Mágicas estaban haciendo bien su parte.

Lo cierto es que sanar mis heridas resultaba un arma de doble filo. Recordar a Daliny me permitía sentirme tranquilo y eso curaba las heridas de mi cuerpo, pero al mismo tiempo, pensar en ella me hacía sentir que me hacía mucha falta. Varias lágrimas recorrieron mi rostro mientras mi brazo dejaba de sangrar, primero, y recomponía su piel y músculos, después.

-¿Dónde estás? -murmuré.

-No creo que esté demasiado lejos. Además está con Salket, ella sabrá protegerla. -Raznet tenía toda la razón. No quería que mi cuerpo cayera nuevamente en sus manos, pues necesitaba sanar todas mis heridas y esa era una capacidad que mi guardián no poseía.

Una vez que mis heridas alcanzaron un nivel de salud aceptable, abrí los ojos. No olvidaba que debíamos salir de allí rápidamente, quizás vinieran otros soldados para ver por qué esos seis hombres no regresaban si sólo estaban persiguiendo a un solo hombre. Me incorporé mostrando cierta fortaleza, que era lo que sentía que Otto debía ver en ese momento. Obviamente nunca había asesinado a alguien hasta ese momento. Imaginaba que él nunca pensó en asesinar a alguien algún día de su vida. En Werth, e imaginaba que era así en todas partes, si una persona decidía emprender el camino de la guerra, se le preparaba muchísimo para que la muerte le resultara lo menos impresionante posible.

Otto me daba la impresión de un pacífico seguidor de Athanexis: había buscado alcanzar la sabiduría para poder crear esos objetos, y por su aspecto, se asemejaba bastante a lo que era un hechicero. Y los seguidores de Athanexis éramos aquellos a los que más les impresionaba su primera muerte. Me acerqué a él y palmeé su espalda.

-Hay que salir de aquí. Bien hecho, equipo -comenté con una leve sonrisa. Estaba convencido de que a ellos no les resultaría tan relajante mi manera de afrontar cada asesinato que había cometido, pero por si acaso, decidí decirlo-. Si la bella Athanexis no les permitió salir con vida de este combate, es porque han desmerecido su hermoso regalo.

Envainé mi espada y acomodé mis pertenencias. Observé a los soldados que acabábamos de aniquilar. La idea de vestir sus armaduras me gustaba muchísimo. Y se me ocurría una excelente manera de ingresar a uno de los barcos.

-Tengo una idea para llegar a los barcos. Dos de nosotros podrían vestirse con las armaduras y llevar al otro a los barcos haciéndolo pasar por un prisionero. Es cierto que una vez adentro ya no habrá vuelta atrás, y es probable que el resto de los barcos nos persiga. Yo puedo encargarme de ese inconveniente sin problemas, pero alguno de ustedes deberá navegar. ¿Qué dicen?
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Mensaje por Gonzalvus 24/08/11, 02:31 am

Si su vestimenta original no hubiese desaparecido, tendría a mano, en un compartimiento, la medicina necesaria para parar la hemorragia. Gonzalvus tendría su vestimenta original si no se hubiese metido en la mansión de los Netherlight, lo cual lleva a que, si no se hubiese lastimado y quedado inconsiente en medio del bosque no habría pasado esto lo que cierra la linea del pensamiento en una simple nota mental, "No aceptar contratos de dudosa integridad".


Vió a la pequeña pelirroja temblando, hecha un desastre mientras preguntaba si él estaba bien, para luego preguntar por la dueña de la casa. Mizik estaba aproximadamente igual, era la primera vez que veían como gente moría, como se cegaba una vida. Recordó como se sintió su primera vez, estaba preparado para todo, sabía que su causa era justa, que era para el bien mayor, pero nada lo prepararía para su primer contrato, su contrato de iniciación a la hermandad.

Aún recuerda cada uno de sus objetivos, eran una familia compuesta por una mujer, su marido y el hermano de éste. El conyuge era el mas peligroso y debía pagar por sus crimenes, viendo cada muerte de sus parientes, uno cada día. Pero Gonzalvus no leyó la letra pequeña del contrato, decía que no estaban todos asegurados, que tal vez había otro manteniendose oculto, lo cual parecía dificil.


Lo sacó de sus recuerdos Mizik, colocandole en la cabeza un vendaje improvisado empapado en alcohol. Era lo mejor que podían hacer hasta ahora, así que se dejó vendar. El chico decidió ver el estado de la anciana por petición tacita de la joven.

Escuchó luego un leve ruido, como un sollozo silencioso, casi imperceptible, arriba, donde estaba Mizik. Practicamente se pudo imaginar la situación.

- Lo mas terrible de la guerra es que cada jefe de asesinos hace bendecir sus banderas e invocar solemnemente a Dios antes de lanzarse a exterminar a su prójimo. - dijo sombrío, mirando a la chica de cabello rojo y luego trato de parecer un poco menos serio y acarició a Elaine en la mejilla, la cual seguía viendolo preocupada con su pequeño ceño fruncido.

Mizik bajó, parecía como si hubiera visto un fantasma por lo palido que estaba. Les dijo que no había ya nada que hacer, que debían irse de allí. A Gonzalvus le pareció buena la idea, pero había un pequeño inconveniente y se podía resumir en una simple palabra "¿Cómo?" Los soldados estaban muy bien entrenados y si los encontraban otra vez no iban a tener la misma suerte.

- Mizik, lo mejor ahora va a ser buscar refugio en otro lugar, debemos irnos rapido de aquí, por lo menos de la ciudad. Soy extranjero en Shamataw, ¿Tienes alguna idea de donde podríamos ir? - Habló el asesino, mientras se comenzaba a preocupar por el humo que veía afuera, atravez de la ventana.
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Mensaje por Otto Hoenheim 25/08/11, 06:46 pm

El HombreTormenta tenía suerte de estar tratando con alguien como Otto en aquel momento; una persona más cínica habría podido señalarle el hecho de que esa misma diosa le habría considerado indigno de seguir vivo, de no haber sido por la intervención de ManosMágicas y suya propia en encontrar un lugar más propicio para la batalla...

Pero Otto no era así. Sus manos aún temblaban, el recuerdo de las agonizantes caras de los soldados era algo que le atormentaría durante incontables noches en el futuro; pero por el momento su cerebro se puso de nuevo a funcionar. Dedicó unos segundos a meditar la idea de Talinthraxus... Y no encontró ninguna alternativa mejor; podrían seguir huyendo, pero era cuestión de tiempo que les cazaran, rendirse no era una opción, al menos ya no, y esconderse....¿dónde podrían esconderse si ninguno conocía el pueblo?

Cerró los ojos y pasó saliva para intentar desanudar su garganta y conseguir hacer pasar su voz de nuevo a través de ella.

-M...Me parece bien. Creo que vosotros deberíais ser los soldados. - propuso con una tenue sonrisa, tanto como su tono de voz. - De los tres, soy el que menos podría pasar por soldado... Y, siendo sinceros, creo que ninguno resultaría más convincente que yo con una expresión de terror.

Miró una última vez a los dos cuerpos que él había ejecutado y cerró los ojos, dándoles la espalda, buscando apoyo en el tacto de su báculo plegado...
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Mensaje por Zeiss Ethesian 31/08/11, 07:35 am

Le dedicó una mirada a Otto, pero a diferencia de Tormenta no se acercó a él para consolarle de ninguna forma.

- Mm, en disfrazarnos con armaduras estaba pensando yo tambien, sí - respondiódespués de ChicoAlto tras una pausa. Se agachó junto a uno de los cuerpos y lo alzó con cierta dificultad para poder comenzar a desvestirlo -. Lo que no sé es si Otto está en condiciones de pasar por un peligroso enemigo que vale la pena capturar en lugar de matar directamente.

"Pero tiene razón en lo de la expresión de terror" añadió interiormente. Volvió a mirar a Otto mientras él les daba la espalda, después a Tormenta y entonces asintió con la cabeza, aún ocupado sujetando el cuerpo mientras robaba la armadura.

- Vamos a intentarlo, o al menos vamos a disfrazarnos antes de que sea demasiado tarde... Aunque sigo diciendo que para mí el problema es que yo no sé navegar, y que se necesitan más de tres personas para llevar un barco. Pero de momento cojamos lo necesario y ya discutiremos la estrategia en otro sitio.
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Mensaje por Songèrie 02/09/11, 08:10 pm

De tanto que me temblaban las piernas yo creo que igual me hubiera caído si Mizik no me abraza en ese momento. Durante un segundo me hice la ilusión de estar rodeada por los brazos de mi mamá y de que cuando me separara de ella, iba a estar de nuevo en el circo donde ella me consolaba por un problema cualquiera. Fue una ilusión chiquita, que murió cuando Mizik me soltó para atender la herida de Gonzalvus e ir a ver a la dueña de casa, era un muchacho muy valiente.

Esperé con el alma en un hilo que el pelinegro volviera, rezando por que la señora estuviera sana y salva, porque no hubiera más soldados arriba, porque no le pasara nada a Mizik. Nunca había tenido tanto miedo ni tanta pena en mi vida, nunca, ni siquiera cuando perdí el barco en el que se iba el circo y me quedé sola con el gato en el muelle de Trinacria. Gonzalvus no ayudaba aque me sintiera mejor con esa cara sombría y esas palabras tan serias que dijo; seguro que eran muy sabias, pero yo no tenía cabeza para pensar en nada.

Mizik tardó una eternidad en volver y bastaba mirarlo para ver que traía malas noticias. “Arriba no hay nada que hacer”, eso significaba que la señora estaba muerta; me mordí los labios para no gritar, pero igual las lágrimas me corrieron por las mejillas. Lloraba por ella, por los soldados muertos, por nosotros que estábamos metidos en un lío tan tremendo.

¿Habría algún lugar dónde ir cuándo saliéramos de la casa? Quizás los invasores estuvieran por todos lados, incluso en el puerto y no hubiera lugar para esconderse en ninguna parte ¿Qué iba a ser de nosotros? Me sentía muy, muy abatida, pero de repente se me ocurrió una idea.

- ¿Y si nos escondemos en el bosque? - propuse.
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Mensaje por Mizik Ponjater 03/09/11, 11:49 am

No podía evitar que se le partiera el alma al ver a la muchacha llorar silenciosamente. Él también había llorado, y tenía que hacer un gran esfuerzo por no volver a hacerlo. Se apoyó en un mueble que había, por no caerse, y luego escuchó lo que le decía Gonzalvus. Antes de que pudiera responder, la niña de cabellos de fuego lo hizo por él.

-¿El bosque...? -repitió pensativo-. Sí, creo que será una buena idea. Al fin y al cabo en el bosque no hay nada, así que será harto improbable que los guardias vayan a registrarlo, al menos por ahora.

Haciendo un último esfuerzo, volvió a acercarse al guardia muerto con el corazón encogido y le quitó el cinto, del que colgaba la vaina. Envainó la espada y se lo colocó como pudo. Aunque no tuviera prácticamente ni idea de utilizar aquella arma, pensó que era mejor llevársela.

Probablemente habría una puerta, o ni que fuera una ventana, que les permitiera salir de allí por otro lado de la casa.

-Vamos, hay que salir de aquí...

Evidentemente, la puerta principal estaba vetada, pues de hecho parecía que seguía habiendo soldados por aquella calle.

-Habrá que encontrar un modo de salir por otro sitio...

Reparó por primera vez en una puerta situada en un rincón de la habitación. Pensando que tal vez llevaría a otra habitación, Mizik fue hacia ella y la abrió con cautela. Se trataba de una especie de despensa, con algunos embutidos, pan y algo de queso. Pero lo más importante, había una ventana que daba a un desierto callejón en la parte trasera del edificio, que parecía lo suficientemente grande para permitirles salir por allí. Les echó a los demás una mirada inquisitiva...
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Mensaje por Talinthraxus 03/09/11, 01:06 pm

Los tres parecíamos estar de acuerdo con lo que había que hacer a continuación, e incluso Otto se ofreció para hacer de prisionero. Ya estábamos casi listos, sólo debíamos cambiarnos y tratar de encontrar los barcos invasores.

-Creo que podremos arreglarnos entre nosotros. Si el destino nos sonríe podemos rescatar habitantes de la isla para que nos ayuden con el barco. Claro que será más difícil subir a él.

Manos Mágicas tenía razón. Comencé a quitarle la armadura a uno de los soldados que estaban en el suelo y luego me vestí con ella. Habría que tener cierto reparo en no usar la que estaba con el hombro atravesado por una lanza. Mientras me vestía, decidí responder a la pregunta de Zeiss.

-Podemos atribuirle la responsabilidad de todas estas bajas. Ellos seis y nosotros encontramos a Otto aquí y nos abalanzamos sobre él. Otto poseía objetos muy extraños y poderosos que acabaron con ellos seis y a nosotros nos dejaron malheridos. Logramos reducirlo y pensamos que podría resultar muy útil para mejorar nuestra tecnología. Si piden pruebas tengo un carcaj repleto de flechas que no impactan, sino que atraviesan.

Ya habiendo vestido la armadura, desenvainé mi espada y me hice un pequeño corte en la cabeza, con la intención de que caiga sangre de esa herida y me cubriese una mitad del rostro. Luego de eso me puse el casco.

-No importa si llevas la armadura más gruesa del archipiélago, este hombre es capaz de herirte a través de ella. ¿Qué dicen?
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Mensaje por Gonzalvus 05/09/11, 03:34 pm

El asesino vio como la pelirroja lloraba silenciosamente, como Mizik se apoyaba en un mueble para no caerse y luego observó a su protegida, la cual le devolvió la mirada con unas lagrimitas en los ojos.
Gonzalvus se arrodilló para quedar mas cerca de Elaine y apoyando su mano en su cabecita rubia le dijo "No te preocupes kučak, todo saldrá bien" mostrandole una sorisa y luego la abrazó.

Mizik se dirigió al cuerpo de uno de los guardias y le quito el cinto con la funda de la espada que aún tenía en mano. Se la colocó y enfundó el arma, no parecía haber usado una espada nunca en su vida pero en ese momento Gonzalvus supuso que el pobre chico no era conciente de eso, necesitaba algo que le brinde protección.
Luego se acercó a una puerta que el asesino había pasado por alto y la abrió con cautela.
Gonzalvus se levanto y mientras tenía a Elaine agarrada suavemente a su mano derecha se acercó, era una despensa. Pero lo que le pareció mas importante fue que había una ventana la cual daba a lo que parecía un solitario callejón. Mizik parece ser que se dió cuenta también y le dio una mirada inquisitiva al grupo.

- Xub, parece una via de escape, veré si es seguro - Dijo el asesino mientras se soltaba suavemente de Elaine y se acercaba a la ventana.

Abrió la ventana y pasó a travez de ella. Al tocar el suelo desenfundó sus dos cuchillas y comenzó a caminar hacia dentro del callejón. Este se dividía en dos los cuales uno parecía terminar en la puerta trasera de una casa y el otro seguía por detras de las edificaciones. Gonzalvus decidió ver que había por ese último y haciendoles una seña para que esperen, se adentró al callejón izquierdo.

Elaine se acercó a la pelirroja y le repitió lo mismo que le había dicho su guardaespaldas, "No te preocupes, todo va a estar bien".
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Mensaje por Otto Hoenheim 07/09/11, 06:03 am

- Eso no será necesario, sire. - Dijo refiriéndose al Hombre-Tormenta.- Tener flechas perforantes, pero que sea usted quien lleve arco resultaría muy... conveniente. - Alzó para mostrarles su bastón aún plegado; la vara de metal estaba partida en dos trozos del mismo tamaño (poco más de un metro cada uno) con una especie de broquel en la parte superior del izquierdo. Con un firme gesto, una de las piezas se alzó sobre la otra siguiendo el movimiento de su bisagra y el bastón recuperó su longitud normal.

A modo de comprobación, pulsó el resorte oculto bajo el broquel y, con un par de reveladores chasquidos, el bastón comenzó a girar como una hélice en torno al broquel. Pulsó de nuevo el resorte y, para su alivio, el arma se detuvo con normalidad. - Si necesitáis mostrar algo que muestre mi valía, esto sería más convincente. Busca una palanquita bajo el pequeño escudo, y se pondrá a girar, pero cuidado porque pega un tirón fuerte. Para detenerlo, usa la misma palanquita.

Con gesto dubitativo, se lo tendió a Manos Mágicas. Se sentía más seguro con su arma-escudo; pero tenía razón, su aspecto era... exótico o incluso pintoresco, pero no parecía especialmente peligroso.- Además, hay dos... muertos, con magia; deberíamos fingir una mordaza, que parezca convincente, pero no me impida lanzar un conjuro si llega el caso.

Cerró los ojos; pese a la seguridad que intentaba demostrar y con la que razonaba, seguía estando aterrado y desasosegado. Se sentía atrapado en una pesadilla de la que por algún motivo no conseguía despertarse; si tan sólo Wolfgang no hubiera desaparecido, todo estaría mejor. Hubiera bastado con encontrar dónde esconderse, mandarle un aviso vía un conjuro de Misiva y esperar que apareciera para sacarle de allí... Pero estaba solo. Y los conjuros de Teletransporte, incluso el más simple de ellos, estaban aún más allá de su formación.

Su desasosiego venía de que... aún estaba rumiando lo sucedido en el callejón. Ya no sólo meditaba sobre las consecuencias de sus actos para con las víctimas, sino también sobre sí mismo. Por ejemplo, los soldados de Ashper contaban con la bendición del culto de la Dama; y la Dama era buena... ¿Matarlos había sido entonces un acto vil? Cierto era que él no había hecho más que defenderse y que no era especialmente religioso pero... A la hora de ofender a una deidad o, más aún, a sus representantes terrenales...

Tragó saliva sacudiendo la cabeza... No tenía tiempo para dedicar pensamientos a eso, no en aquel momento. - Si estáis listos, pongámonos en marcha.


Última edición por Otto Hoenheim el 28/09/11, 12:46 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Zeiss Ethesian 12/09/11, 06:20 pm

- Con eso bastará - contestó refiriéndose a Chico Alto.

En aquel momento Zeiss estaba dedicándole una atención mínima al pobre Otto. Todo aquello le sabía un poco mal: debería haber pensado que matar a aquellos dos soldados iba a ser duro para él, pero de alguna forma se le había pasado por alto a la hora de planificar... o quizás había dado por supuesto que los dejaría inconscientes, no que los freiría, ahorrándose así un trauma durable.
En su interior el ladrón tenía ganas de lanzarse sobre Otto, darle un abrazo y dos besos y soltar algo sobre lo magnífico de sus inventos (e incluso preguntarle si se quería casar con él); se contenía porque el chico estaba de duelo, y su forma de echarle un cable superando aquello era... no hablar de ello por el momento y dejar que lo meditara. Quizás no era la mejor opción. Pero era la suya.
Si no fuera por eso, se mostraría mucho más alegre. Tenía ganas de mostrarse más alegre. Esperaba que Otto se pusiera mejor pronto.

Tardó un poco más que Tormenta en vestirse como un soldado de Ashper, y cuando lo hizo se sintió bastante incómodo. Movió los hombros, intentando que de alguna forma encajara como si se tratara de su segunda piel, pero obviamente aquel gesto sirvió de poco.

Tomó por los pies al cadáver desvestido y lo llevó hasta un arbusto que lo ocultara - la maniobra era poco efectiva y si lo buscaban no tardarían en encontrarlo... pero mientras nadie echara de menos a aquel tipo en particular, es posible que tardaran en darse cuenta que le habían robado la armadura. Cuando volvió, respirando con fuerza, observó con aprobación que Tormenta tenía media cara cubierta de sangre.

- Si te agachas un poco puedo esparcirte algo de sangre sobre el pelo para que no se vea bien el color - se ofreció -. Eres demasiado alto.

"En el fondo esto es como jugar a los peinados entre niñas pequeñas, o a soldados entre críos". De alguna forma se sentía de vuelta a la infancia.

- Sí, movámonos- asintió, y tras mirar a Tormenta para comprobar que estaba listo tomó la delantera para alejarse aunque fuera un par de callejones de aquel lugar -; lo de la sangre lo hacemos luego

De su cinturón había sacado un pequeño bote con una crema color carne, y mientras se movían se la esparció por la cara, el cuello y las manos hasta que pareció algo más moreno de lo que verdaderamente era; insistió sobre su cicatriz con la esperanza de disimularla todo lo posible.

- Sujétame esto.

Le impuso el casco a Otto mientras andaban y tiró el bote prácticamente vacío entre la vegetación.

- ¿Sabes? - Continuó hablando hacia el chico. - Creo que será mejor si te dedicas a ser el el sobrino del alcalde de Shamataw. Muy apreciado por las gentes del lugar a pesar de tus excentricidades. Yo te conozco porque tengo un primo de aquí; nunca me gustaste. Te encontramos liderando una pequeña rebelión; tú mismo mataste a media docena de nuestros compañeros.

Mientras decía esto, se recogió el pelo con ambas manos. Lo enrolló fuertemente alrededor de una de ellas, comprobó que lo tenía bien cogido y sacó un puñal.

- Odio hacer esto - murmuró -. Qué remedio.

Pero su forma de andar embutido en aquello ya era sospechosa como para además tener un pelo tan distintivo y carismático ondeando al viento. El puñal pasó limpiamente y aquella mata de pelo quedó suelta, aún envuelta en su mano. La miró con pena.

- Dos años hasta que vuelva a estar como antes - dijo lastimosamente -. Como poco.
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Mensaje por Songèrie 16/09/11, 03:29 am

Apenas terminé de hablar me arrepentí de haberlo hecho porque estaba segura de haber dicho una tontera, había hablado sin pensar, así que me sorprendió cuando Mizik encontró que era una buena idea; fue una sorpresa bonita que hizo que me sintiera un poquito orgullosa de mí. Pero nada parecido a lo bueno podía durar ahí.

Se me hizo un nudo en las tripas cuando vi que el chico de pelo negro le sacaba la espada al soldado muerto, parecía que lo ponía enfermo hacer eso al pobrecito; parecía tan poco acostumbrado a esas cosas como yo ¿Por qué una fiesta tan bonita tenía que terminar convertida en... esto? ¿Porque a los hombres les gustaba tanto pelear y matarse? Tenía ganas de llorar y de gritar, de romper cosas y de hacer un berrinche descomunal hasta que alguien parara toda aquella locura para que me calmara... pero sabía que no sacaría nada con todo aquello, un berrinche no puede parar una guerra y yo no era una niña, la única niña era Elaine.

Salir de aquella casa era un verdadero problema hasta que Mizik encontró aquella puerta, que daba a una habitación con una ventana, una ventana a la calle; era de buen tamaño y no estaba muy alta, se podía pasar por ella sin problemas, yo lo habría hecho de inmediato, pero el pecoso se adelantó y decidió ir a explorar primero. Eso me contrarió un poco, quería irme de allí enseguida y no me gustó nada cuando él nos hizo una seña para que esperáramos. Tenía mucho miedo, miedo de estar en una casa con tantas personas muertas y miedo de que vinieran los soldados y creo que me habría puesto a llorar si Elaine no me habla.

- Tienes razón - dije abrazándola.

Chevy se había portado muy bien y yo casi me había olvidado de él, pero en ese momento se soltó de mis brazos y corrió maullando hasta una alacena, donde se robó un embutido que comenzó a devorar enseguida. Al verlo comer me di cuenta que, pese a todo lo que había pasado, yo tenía hambre igual que el minino.

- ¿Crees... crees que podamos llevarnos algo de comida? - le pregunté a Mizik, algo avergonzada.
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Mensaje por Mizik Ponjater 16/09/11, 08:38 am

Gonzalvus decidió ir delante, y Mizik no iba a ser Mizik quien se lo impidiera. Era consciente de que si había algún peligro el otro lo detectaría y le haría frente mejor que él, que en el mejor de los casos sólo podría volver y avisar de que no era un lugar seguro. Suponiendo que no lo hicieran rodajas. Había tenido mucha suerte. "La suerte sonríe a los bardos", recordó que le dijo un músico que paró en su pueblo cuando era niño. Eso no pudo evitar, aún en aquel sitio tan inapropiado, sonreír melancólicamente.

-Aquí te esperamos -dijo mientras el pecoso saltaba por la ventana y salía al callejón

Lo vio meterse por una de las callejuelas, y se volvió a Elaine. Le conmovían, realmente, las palabras de la niña pequeña. Pobrecilla. Se les acercó y les puso una mano en el hombro a cada una.

-Claro que saldrá todo bien, sólo tenemos que mantenernos juntos y andarnos con gran cuidado -les dijo con una sonrisa lo más franca posible.

El gato entonces se escapó de los brazos de la pelirroja y fue derecho hacia uno de los embutidos que allí habían. Miró a Songèrie, y asintió lentamente.

-No es exactamente lo más honesto... -empezó a decir, indeciso- Aunque en realidad tampoco estamos robando a nadie...

¿Qué hubiera hecho su padre en esa situación? Seguramente le hubiera dicho que, si era en una situación crítica, para mantenerse él y los suyos... Y además no robaban, pues la dueña de la casa ya no... Mizik sacudió la cabeza con fuerza: no, su cabeza tenía que estar lo más fría posible, y no en la estancia superior. Ni con el recuerdo de su padre.

-Sí, supongo que sí -concluyó finalmente-. De hecho, me estoy muriendo de hambre.

Cogió un cuchillo y empezó a cortar trozos de un chorizo próximo, mientras esperaban a que volviera Gonzalvus. Cortó también un par de rebanadas de un gran pan rústico que había y se lo ofreció a las dos con una sonrisa, junto al embutido, mientras se preparaba el lo propio. Un gemido lo sobresaltó, y recordó el pequeño cachorro que llevaba en el zurrón. Sacó al pequeño animal y le ofreció un pequeño trozo de embutido -no había leche ni similares-, y lo volvió a dejar en el zurrón, de donde solo sobresalía la cabeza del cachorro.

-Habrá que coger cuantas más provisiones, mejor. No sabemos cuánto tiempo podríamos estar en el bosque.
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Mensaje por Talinthraxus 17/09/11, 03:50 am

Ya todo estaba dispuesto. Otto nos había mostrado su extraño bastón y, tras enseñarnos su funcionamiento, se lo entregó a Manos Mágicas. La idea de cubrir mi cabello con sangre para que no se notara tanto su color me pareció repleta de sentido. No había visto humanos de cabello azul, supuse que no era un color natural para ellos. Mientras avanzábamos me saqué el casco y ofrecí mi cabeza al ladrón para que desparramara mi sangre.

-Creo que cualquier idea convincente será buena. Y si tiene peso político se le podría sacar mucho provecho. Me agrada esa idea, Manos Mágicas.

Noté que nuestro compañero estaba demasiado triste por haber tenido que recurrir al corte de su cabello. Y no era algo que uno pudiese darse el lujo de no notar. Se le notaba en sus ojos, en su rostro, en su voz... Realmente parecía apreciarlo demasiado. Recordé a Daliny nuevamente, debido al inmenso cariño que ella sentía por su cabello también. Cierto que lo de Daliny era un afecto religioso y ceremonial, pero bien podría sentir Manos Mágicas algo parecido.

-A este suceso lo llamarán "Guerra". Si alguno de ustedes encuentra la guerra en esta situación, que me haga el favor de mostrármela, porque lo cierto es que yo no la veo. Sólo veo una asquerosa invasión. Cierto que una guerra de verdad puede nacer de aquí, pero esto propiamente...

Los humanos me provocaban asco con algunos de sus conceptos. La caminata nos guiaba cada vez más lejos del lugar de la emboscada, y en el camino no nos cruzamos con ningún soldado de Ashper. Era cierto que no habíamos recorrido un tramo demasiado importante como para que esa soledad resultara llamativa, y realmente esperaba que estuviésemos caminando en la dirección correcta. Yo no conocía esta isla, y no sabía si alguno de mis compañeros la había pisado antes, pero de alguna forma debíamos avanzar.

-¡Oigan! ¿Qué hacen ustedes dos aquí? Deberían estar avanzando con el resto de los soldados. -Hubo una pequeña pausa.- ¿Quién es ese?

Me detuve al oír esa voz que de repente había sonado a nuestras espaldas.
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Mensaje por Gonzalvus 22/09/11, 09:45 pm

El asesino se adentró al oscuro callejón, caminó hasta su final y se encaramó a la pared que estaba cerca a la salida a la calle. Escuchó unos gritos y personas corriendo así que se inclinó para ver que estaba pasando. Una pareja estaba escapando de un grupo de soldados, cinco contó Gonzalvus. Dos de ellos llevaban espada larga y escudo, los otros dos mandobles bastante grandes y el ultimo una hacha relativamente grande.

El asesino guardó sus cuchillas detrás de su espalda y salió a la entrada del callejón con las manos debajo de su capa ya sosteniendo cinco cuchillos arrojadizos.

- Hey, soldados, os mataré, a todos ustedes. - Dijo Gonzalvus para provocarlos, mientras sonreía de manera siniestra.

Cuando los soldados se dieron vuelta para mirarlo, el asesino lanzó los proyectiles, los cuales tres impactaron en los rostros de los soldados, matando a dos de ellos y dejando a uno incapacitado, tirado en el suelo mientras se sacaba el casco y se tomaba el rostro*.

- Xub, mi puntería esta mejorando... - Dijo, luego desenfundó sus cuchillas y se quedo plantado en la entrada del callejón mirando a los que quedaban en pié. - Es su turno, vengan... - Luego de decir esto, sonrió retrocedió al callejón.

- ¡Basura! ¡Te voy a despellejar! - Dijo el soldado del gran mandoble y se lanzó al callejón oscuro, mientras su compañero le decía que no entre. Gonzalvus no podía borrar esa sonrisa, esa sonrisa macabra, en una parte profunda de su ser le gustaba su profesión.

El soldado se adentró el cual hizo una estocada al asesino en cuanto lo vio, este corrió hacia el soldado y en el último momento se deslizó por debajo de él y se paró inmediatamente. El soldado respondió rápido, girando con su espada, la cual, por desgracia de él, se atascó en una de las estrechas paredes del callejón. El asesino aprovechó la situación y cortó el cuello del soldado usando las dos cuchillas como tijeras.

Gonzalvus se acercó a la entrada del callejón, con cautela y encontró al soldado del escudo preparado para atacarlo a una distancia de aproximadamente 4 metros. Este soldado embistió con su escudo, preparando su espada detrás de este para, luego de golpearlo, darle una estocada rápida y mortal. El asesino corrió hacia él y en el ultimo momento, cuando el escudo iba a impactar sobre él, saltó sobre este y lo uso de trampolín, dando una vuelta en el aire, y mientras caía detrás del sorprendido soldado. Luego de esto, el asesino saltó su espalda, apuñalándolo en la nuca con la cuchilla izquierda y con el mando de la izquierda, golpeandola, para hundirla mas profunda..

Gonzalvus tomó aire, estaba algo cansado, y miró alrededor. La pareja había logrado escapar hacia donde parecía que comenzaba la selva y el soldado que estaba incapacitado, el que tenía el hacha, corrió hacia él, en un extraño intento de venganza. El asesino saltó para atrás, evitando un movimiento horizontal del hacha y cuando el dueño de esta arma intentaba hacer un giro con el hacha detrás suyo y arremeter nuevamente pero el asesino saltó sobre él con las cuchillas apuntando en forma de tijera y mientras caían al suelo, le cortó la garganta.

Gonzalvus lentamente se incorporó y luego de limpiar la sangre de sus cuchillas las guardó y tomó los cuchillos arrojadizos del suelo. Se dirigió nuevamente al callejón y entró por la ventana del refugio de sus compañeros, realmente agotado. Elaine corrió hacia él y lo abrazó.

- Xub, el camino esta despejado. - Dijo el asesino, mientras se recuperaba. - ¿Están... comiendo? -



*FDI: Antes que se queje alguien... los dados pidieron esto, ni yo me creo la suerte que tuvo Gonza O.o
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Mensaje por Otto Hoenheim 28/09/11, 02:15 pm

Otto observó a sus compañeros mientras éstos se disfrazaban. Su sugerencia de la mordaza parecía haber pasado por alto, pero no podían ser demasiado precavidos. En tanto ellos disimulaban sus llamativas cabelleras, él sacaba de uno de los bolsillos de su abrigo un pañuelo y lo mordió; a continuación, ató dos de sus esquinas tras su nuca, en un nudo pequeño, de aspecto firme pero que sólo simulaba bloquear su habla.

Se sobresaltó cuando Manos-Mágicas le puso el casco metálico, pero no dijo nada; igual que se limitó a asentir ante la nueva identidad propuesta para él y no era por su fingida mordaza. No le parecía que fuera a ser necesario; después de todo, en su historia inicial, habían capturado a un hechicero combatiente, un enemigo peligroso pero posiblemente valioso como prisionero; pero no iba a discutirlo, no en aquel momento... No en aquel lugar.

Cualquier cosa con tal de ponerse de nuevo en movimiento y alejarse de aquel malhadado callejón.

Una ventaja de su posición de prisionero era que podía mirar a su alrededor con paradójica libertad, sin resultar sospechoso (¿Qué prisionero de guerra no busca un modo de escapar?), pero aún así, se sobresaltó al escuchar la voz desconocida a sus espaldas. Sin disimular su expresión aterrorizada, parte inherente de su disfraz y que de todos modos era tan real como podía ser, dejó a sus compañeros lidiar con aquel trance, mientras su mirada buscaba una posible escapatoria.

Si encontraba alguna, tal vez tuvieran que usarla todos si no conseguían convencer de su tapadera.

Si no... Si no, tal vez sus manos tendrían que tomar alguna vida más.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 02/10/11, 06:01 pm

Todo estaba en orden, y entre cascos y mordaza podía decirse que parecían soldados y prisionero. En una pequeña pausa el ladrón extendió sangre de Tormenta por la parte de su pelo que sobresalía del casco, de forma que su color parecía más bien marrón, pero era obviamente imposible cubrirlo todo... si se quitaba el casco su llamativa cabellera quedaría al descubierto. En tal caso podía colar como humano, sí, pero sería tan llamativo y fácil de identificar...

La dirección hacia la que avanzaban parecía la adecuada, si bien Zeiss tampoco podía estar del todo seguro. Tuvieron suerte en su camino pero a pesar de todo el ladrón no podía evitar sentir una inquietud constante. Si algo ocurría llevaban las de perder... él con la armadura perdía mucho más de lo que ganaba y Otto también estaba en una posición peligrosa. Quizás estaban arriesgando demasiado... lo del barco aún no le convencía, ni entendía cómo pretendía imponerse y tripularlo Tormenta. Si fuera solo se quitaría la armadura, treparía a un árbol y esperaría: el atrevimiento inicial había dado paso a una prudencia un poco demasiado tardía.

Casi iba a solicitar una pausa para pensar todo aquello más detenidamente cuando le pareció escuchar unos pasos desde atrás, aunque con el ruido que él mismo hacía no pudo reaccionar a tiempo. Nada más escuchar la voz se detuvo, dio media vuelta y llevó su diestra a la espada que tanto le pesaba en el cinto en pose amenazadora. Pero no desenfundó: si la sacaba quedaría evidente que no sabía sujetarla como lo haría un soldado. Tardó un segundo en darse cuenta de que era un hombre de Ashper y no un resistente de Shamataw el que los llamaba, y entonces retiró el brazo y se puso firme. Ya había elegido el papel que jugaría en aquella farsa y esperó que Tormenta tuviera la prudencia de tomar el papel complementario.

- ¡Señor! - saludó Zeiss, la diligencia en persona; su voz sonó más grave y plana, abandonadas sus modulaciones habituales - Permítame que le responda. Este dirigía un ataque de estos - la voz le vibró un poco e hizo una mueca de rabia, como si le costara hablar de aquello y fuera a soltar algún terrible palabro para referirse a los lugareños, pero finalmente se contuviera -... herejes que se ha cobrado a más de media docena de los nuestros. Fue inesperado - se justificó rápidamente antes de que el hombre pudiera decir nada, intentando salvaguardar su orgullo -, si no jamás habría ocurrido, la Dama sea testigo: los suyos nos atacaron con dagas y lanzas pero él usó magia. Tiene relación con líderes de Shamataw y por eso... con su permiso, lo llevamos a los barcos.

No se permitió pensamientos en nombre de Zeiss Manos Mágicas en aquel momento. En ocasiones como aquella no bastaba con fingir sino que había que pensar... tal como lo haría un soldado de Shamataw que llevara de prisionero a un enemigo al que en realidad preferiría matar él mismo para salvaguardar su honor. Se dio un nombre y una familia y le dedicó una mirada severa a Otto, contenida, deliberadamente forzada a no demostrar un odio subyacente que sólo se transmitía por los ojos. Su mano se crispó sobre el pomo de su espada.
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