Raij Starkad

Nombre: Raij Starkad

Raza: Alado

Edad: 25-30. No es común en su raza medir el paso exacto del tiempo.

Descripción física:
Es alto, de constitución fuerte, músculos desarrollados, buenos hombros, mandíbula poderosa, pequeños ojos de un ambarino claro. Habiéndose debatido Starkad con muchas alimañas y hombres, tiene cicatrices en la cara, el pecho, los brazos y las piernas; las lleva con orgullo, y... sobretodo, tiene alas.


Raij Starkad llamaría la atención entre los humanos aun si no tuviera esta extensión a su cuerpo, pero ella junto a sus orejas puntiagudas le definen como perteneciente a otra raza. Ellos se llaman a sí mismos Taibanr, pero los humanos que los conocen y les han visto surcar el cielo los llaman simplemente Alados.

Habilidades y armas:
Su forma es mayormente la de un humano, pero sus habilidades son las del águila; sus manos poseen la fuerza que tendrían las garras del ave. Los dedos de Starkad parecen clavarse en la piel de su presa, pudiendo hacer sangre con sus uñas muy fácilmente al clavarse éstas en la carne, de tenerlas largas; algo que no suele ser el caso de Raij.
Es más fuerte y resistente que un humano, tanto a enfermedades como a agotamiento físico, pudiendo empujar, cargar o alzar el vuelo con cargas superiores a las que podría optar un humano. Alguien como Kuranthis lo destrozaría, claro, y le arrancaría las alas como un niño a una mariposa, pero Starkad por golpes que recibiera podría quedarse agarrado, con los dedos agarrotados, al Norsvart. También puede pasar varios días sin comer ni beber y no debilitarse por ello.
Es una criatura muy “terrena”, y tiene una resistencia natural a la magia que disminuye sin eliminarlos sus efectos sobre el cuerpo de Starkad... pero los hechizos con poder físico, como una flecha de luz que le atraviese el ala o una espada de hielo de filo cortante, conservan toda su fuerza contra él. En cambio un ataque de área de fuego, un aura helada o un hechizo de sueño requerirían más esfuerzos por parte de su conjurador para producir el mismo efecto.
Su vista es aguda, no tanto como la de un águila pero cercana, y su capacidad de reacción muy rápida para lo que cabría esperar por su tamaño. Además de todo esto tiene la habilidad de volar, dado que sus alas no son meramente decorativas, a muy altas velocidades cuando cae en picado. Posee por último un grado de empatía animal con la cual “huele el miedo”.

Por contra de todo esto, Starkad, cuya piel es como la de un humano, no usa ni usaría ninguna clase de armadura, ni sabe emplear otro arma que las manos: tiene una daga pero no lo utiliza como arma. Además se defiende más cómodamente con el propio cuerpo que mediante una extensión metálica y a su vista ortopédica del mismo, y de la misma manera no sabría usar espadas, lanzas, arcos, hachas u otro arma similar. La única excepción a todo esto es la honda*, pero no cuenta con una en su poder.
Además sus alas son una zona muy fácil de acertar por el área que abarcan cuando las extiende, y una herida que le impidiera volar limitaría muchísimo las capacidades de Starkad. En espacios cerrados o atrapado en un cuerpo a cuerpo, sin armadura ni otro arma que sus puños y teniendo dos grandes alas fáciles de agarrar, se ve en serias dificultades.
*La experiencia jugando a Canción de Hielo y Fuego, juego de rol, demuestra que no debe creerse que una honda no es un arma potencialmente mortal si te acierta una buena pedrada en la cabeza...

Atributos:
Constitución física, es grande y fuerte incluso entre los suyos
Astucia, sobretodo en su atención al medio y empatía
Voluntad, de convicciones firmes
Carisma, ver descripción psicológica
Inteligencia, no tan brillante como sus otras capacidades
Habilidad, torpe con las herramientas humanas que plagan el mundo y en general confuso con el proceder de los hombres.


Historia: [hay una nota aclarativa sobre la estructura social Taibanr al final de esta sección (marcada **)]

Entre los Taibanr el crecimiento no es exactamente como el de un humano: es más rápido a edades tempranas, alcanzándose la madurez antes, y luego reduce su ritmo. A los once años un polluelo deja de ser considerado como tal, y lo que antes eran juegos se transforma en verdadera caza. A esta edad, si el rapaz es demasiado débil su debilidad no se le permite más y acaba siendo desterrado o abandonado a su suerte. Hay dos formas de librarse de este destino: siendo fuerte o siendo rápido.
Raij tuvo un buen desarrollo en su crecimiento, y con la comida que le proveían el clan y sus padres creció sano y fuerte, dejando los juegos y comenzando a cazar seriamente antes de lo habitual. Las presas de los Taibanr son desde conejos a ciervos adultos, pasando por salmones cuando remontan río arriba, que atrapan con redes, o a presas más peligrosas cuando el hambre aprieta, y a todo esto se dedicaba él igual que el resto de los suyos. Los Taibanr gustan de cazar en pequeños grupos y luego ponen la comida en común con el resto del clan; de esta forma aquellos que consiguen llegar a la vejez y han contribuido toda su vida son mantenidos por el resto de la comunidad hasta su muerte natural, y junto a los polluelos son los que reciben las mejores presas en caso de escasez.

En las ocasiones en las que se requería organizarse en grupos, Starkad salía siempre junto al que fue su compañero de juegos cuando eran rapaces y con el que mantuvo siempre una estrecha amistad: Tejvrak, uno de los hijos del que desempeña el papel de rey de los Taibanr, el Taib, llamado Yarlh. Pocos años más tarde se unió a Yahív, una de las hermanas menores de Tejvrak**, y tuvieron tres polluelos: uno muy débil que dejaron morir y dos sanos que prometían ser fuertes.
A pesar de haber accedido de esta forma a la casta de candidatos a próximo Taib, Raij juzgaba con razón que otros serían mejores que él; pero Yarlh, cuyo carácter similar instauraba entre ellos una comprensión tácita, le miraba con buenos ojos por ser Yahív una de sus hijas predilectas, y porque la descendencia de ambos prometía ser fuerte por parte de padre y virtuosa de madre.

La costumbre era que las crías permanecieran en el hogar mientras los Taibanr salían a cazar, quedándose algunas hembras a vigilarlas, pero Starkad, en un acto temerario, se empeñó en llevar a sus dos polluelos consigo. Lo hizo muchas veces para el enfado de la madre, pero cada vez los polluelos volvían sanos, emocionados por la idea de salir a cazar algún día e imitando lo que veían en sus juegos, y Raij aplacaba a su compañera con palabras dulces.

Y fue así hasta aquel día de primavera en que mientras Starkad y Tejvrak se dedicaban a la caza, los dos polluelos se alejaron persiguiendo a una liebre. El juego les llevó hasta su madriguera, de la que intentaron sacarla sin éxito; en aquel momento se hizo el silencio y las dos crías, Snaki y Vult, se miraron intrigadas cuando escucharon sonidos que les eran desconocidos. Curiosas se alejaron aún más de su padre, quien en aquel momento comenzaba a buscarlas frenéticamente, llamándolas y sobrevolando la zona; pero no pudo hacer nada por evitar que ellas fueran las primeras en encontrarse de frente con una expedición de seres similares a ellos, pero de metal, sin alas y montados sobre caballos.
Cuando el padre escuchó los gritos de auxilio fue en picado a por sus dos polluelos, los cuales intentaban ascender para alejarse de aquellos seres brillantes que les habían avistado; Vult, el más grande y fuerte fue también el más lento, y algo invisible se cernió sobre él y le ató las alas. Mientras, la pequeña Snaki se esforzaba, remontaba vuelo, concentrando toda su energía en alejarse rápido y llegar hasta su padre; Starkad la veía avanzar al mismo tiempo que él descendía, y aquellos escasos dos segundos se hicieron eternos. Quería llegar hasta ella, quería recogerla y protegerla, ponerla a salvo y recuperar a Vult, pero sólo pudo ver cómo una flecha la atravesaba y Snaki herida caía entre los Hombres.

Enfurecido, Raij se lanzó sobre ellos gritando; derribó al que se acercaba a Snaki y forzado a aterrizar recuperó a su cría; escuchaba a Vult chiar y se giró inmediatamente a por él. Pero gritos de Hombres, sonidos de metal, relinchos de caballos asustados y un movimiento general lo desconcertaban; sintió una explosión mágica en su espalda, algo por lo que nunca antes había sido atacado; en un acto reflejo abrazó a Snaki para protegerla y en aquel momento un acero le rasgó el costado y le dañó el ala. Vult chiaba desesperadamente; pero Starkad, rodeado por todas partes y con todo el fuego concentrado en él, tuvo que alzar el vuelo. Viéndole alejarse, el chiar de Vult se volvió desgarrador, hasta que la distancia entre ellos impidió que Raij pudiera escucharlo más.

De vuelta con su clan descubrió a Snaki muerta, y el odio que ello causó fue enorme. Yahív culpó la temeridad de Starkad y no quiso acercarse más a él, y Raij prometió venganza y pidió ayuda para recuperar a Vult. Su causa fue apoyada y muchos Taibanr adultos se propusieron rechazar a aquellos Enemigos que habían entrado en sus territorios.

Los Taibanr descendieron sobre aquellos hombres de metal; advertidos por Starkad de la fuerte y extraña piel que los cubría no intentaron herirles con sus uñas o derribarlos, sino alzarlos en vuelo con ellos y dejarlos caer desde gran altura; pero se enfrentaban a arcos, a magia, y a enemigos preparados cuyo peso y armadura hacía difícil agarrarlos y levantarlos con la suficiente velocidad. Los Taibanr intentaron alejarse, tirarles piedras desde tan alto que no pudieran alcanzarles, pero los Hombres consiguieron cubrirse.
Raij intentó localizar a su polluelo durante todo el enfrentamiento, llamando a Vult a gritos en el caos de aquel retumbar metálico; pero ya estaba herido de antes y su vuelo no era firme. Cuando los Taibanr se retiraron tuvo que ir con ellos.

En los días siguientes Raij hizo lo posible por extender entre los suyos el odio que él sentía, y buscó su oportunidad hasta conseguir capturar a un Humano. Descubrió que compartían idioma similar, e insistió hasta sonsacar el destino de Vult: había sido retenido como objeto de observación, pero en su desesperación no atendía a palabras; intentó huir con sus alas atadas y al hacerlo cayó de un acantilado, por el cual murió. Después de eso Raij no tuvo ninguna piedad con el desgraciado rehén y cuando hubo acabado lanzó sus restos torturados y desmembrados entre el resto de los Humanos.

Algunos desaprobaron esta acción, pero a Starkad no le importaba. Sin embargo fue la provocación por la cual los Humanos abandonaron lo que hasta entonces había sido más una defensa que una ofensiva, y dieron muerte a todo Alado que encontraron, arrancándoles las alas y dejando sus cuerpos para las alimañas. Los ataques de unos eran respondidos con represalias de otros, y la población Taibanr sufrió mucho de esta guerra. La escalada de violencia no vio su final hasta que Yarlh murió y finalmente, para sorpresa de algunos, le sucedió uno de sus hijos. Yej, que así se llamaba, se reunió en secreto con los Hombres; aclararon las intenciones y puntos de vista de uno y otro bando y llegaron a un Acuerdo. Pero para Raij la tregua acordada tenía carácter de rendición, e incluía algo que él jamás iba a acceder a aceptar: olvidar la muerte de sus polluelos y pasar a colaborar con sus asesinos.

En aquel momento en el que Yej exponía su hazaña y los Taibanr comenzaban a comentarla en cuchicheos, la voz de Starkad se alzó entre todas al negarse.

- ¡Han matado a muchos de nosotros, Yej! ¡Y pretendes que seamos sus mascotas! - se exclamó, repleto de incredulidad. No necesitó mirar a su alrededor: estaba convencido de que muchos debían opinar como él.
- Starkad, eres...
- No voy a ser parte de esto - interrumpió -, no voy a aliarme con Humanos, ¡con esos gusanos que deberían ser nuestra comida! Si éstas son las decisiones por las que nos vas a llevar me veo forzado a retarte, Yej, y que sea el más fuerte de ambos el que viva y reine.

Un murmullo comenzaba a alzarse a sus espaldas; Raij lo sintió una aprobación de los suyos, pero antes de que aquellos siseos pudieran transformarse en asentimientos otra voz intervino.

- ¡Escucha, Raij! - le impelió Tejvrak – Aunque fueran tus crías no eres quién para contravenir las decisiones del Taib. Mi hermana te ha retirado su confianza: no sólo no eres Taib, sino que no eres candidato, y como tal no retarás a mi hermano.

Starkad se quedó de piedra cuando su amigo avanzó de aquella manera para hacerle callar. Lo miró sorprendido, pero su espíritu se negaba a acabar de comprender lo que aquello significaba.

- Entonces hazlo tú por mi, Tejvrak – y en un susurro, casi un movimiento de labios, añadió -: Te lo imploro.

Pero Tejvrak se quedó en silencio. En la mirada de Raij estaba el ruego de toda su alma, el recuerdo de toda una vida de amistad y apoyo mutuo. Starkad quería hablar, hacerle ver que le apoyaría como Taib, que creía en su mandato; quería recordarle todo lo que se debían mutuamente y lo unidos que habían estado siempre, implorarle aquel favor, devolver a su mente la certeza de que la decisión correcta era otra... pero poco a poco comprendió la negativa en el silencio, la amenaza velada, el garrazo que acababa de quitarle todos sus posibles aliados. No tenía ninguna esperanza.

- No tengo nada más que decir entonces, ¿verdad? - murmuró, casi para si. A su alrededor se hablaba pero a los oídos de Raij no llegaba nada, su mente demasiado ocupada en aceptar lo que acababa de ocurrir-. Me exilio - y al decirlo Starkad se puso de rodillas, batiendo levemente las alas al plegarlas. Levantó la mirada hacia Tejvrak-. No voy a aceptar a Yej como Taib. Que me deje la Marca el que era amigo mío.

Se arrodilló con fría calma, pero cuando levantó la mirada y habló de su amigo pudo verse los sentimientos que se agitaban: Había una altanería, un odio velado pero profundo en sus palabras y en su mirada, que a Tejvrak no le pasó desapercibido.

- Sigo siendo amigo tuyo. No...
- Me exilio. Me marcho - repitió entonces Starkad – y solicito que sea Tejvrak, el que fuera mi amigo, el que deje la Marca.

El hermano del rey no pudo añadir nada más frente a esto. Otro Taibanr corrió y volvió con una piedra afilada y un ungüento en un recipiente; le presentó la roca y Tejvrak la aceptó. Con ella marcó una cruz en el rostro de Starkad y cubrió la herida con el ungüento. Escocía y quemaba como ninguna otra herida que le hubieran hecho, y Raij tuvo que hacer grandes esfuerzos por no gritar; pero cayó hacia delante, sosteniéndose con ambos puños sobre la tierra.
Tejvrak, entonces, dejó caer la piedra ensangrentada y le dio la espalda; desplegó las alas y alzó el vuelo dejando allí a su amigo: de esta manera simbolizó la forma en la que el clan le abandonaba.
Raij intentó mirarle, hacerle ver su odio, pero el dolor, un dolor que no había esperado no ser capaz de resistir, le algodonaba los sentidos y le obligaba a curvarse hacia delante, con las alas moviéndose, intentando plegarse para rodearlo y protegerlo, pero sin que él estuviera dispuesto a mostrar aquel signo de debilidad. No pudo compartir con Tejvrak una última mirada, porque se requería que el que deja la Marca simbolice también el abandono del clan al darle la espalda al Marcado.
Starkad aunó fuerzas y aun vacilando un poco se puso en pie, cabeza alta, caminó hasta el borde de la montaña y saltó para volar, dejando a su clan sin mirar atrás.

¿Se vengó de los Humanos que mataran a sus dos polluelos? No podía ponerles garra encima mientras estuvieran en el territorio del Taib del que acababa de renegar. La Marca en su rostro, aún ardiente, le impelía a abandonar rápidamente el territorio de su clan o le darían caza a él.

Pero la primera comunidad desprotegida que encontró fue la que pagó crímenes ajenos; Starkad prendió fuego a las casas por la noche y cuando los pocos habitantes de aquella granja salieron los atacó, los levantó en vuelo y dejó caer, cayó sobre sus crías y les golpeó con fuerza suficiente como para matarlas; desgarró la piel de hombres adultos y destripó a mujeres, y después se alimentó del ganado que había perecido en el incendio. Con aquella venganza satisfecha su ira menguó y su razón volvió, y Raij Starkad, en un extraño acto de civilización, comprendió que ningún otro Humano tenía por qué pagar por lo que le había ocurrido a él.

Sin atender el crepitar de las llamas, miró hacia el horizonte y alzó el vuelo.


**La estructura social de los Taibanr es muy simple: está aquel de entre ellos que ejerce de rey, considerado superior a los demás (Yarlh), los posibles sucesores de este (tanto los hijos directos del rey como los Taibanr que se hayan unido a cualquiera de sus hijas, elegidos por ellas mismas), y todo el resto del clan. De entre los posibles sucesores, el próximo rey es elegido por el actual, basándose principalmente en las capacidades físicas y de forma más secundaria en las intelectuales de los candidatos; si otro candidato pone en duda la legitimidad del elegido y lo respalda un número suficiente de Taibanr, puede retar al elegido en un duelo en el cual uno de los dos suele morir. A pesar de suponer el hacerlo el acceder a una posición de privilegio, cualquiera está en su derecho de unirse a una de las hijas del rey si ella lo acepta, sin que el Taib tenga nada que decir al respecto.


Descripción psicológica:
El modo de pensar de Raij no se puede comparar directamente con el de un humano: leer su historia, su venganza final y cómo inmediatamente después de cumplirla abandonó el profundísimo odio que le tenía a los hombres son muestra de ello.
Si bien Raij suele ser tranquilo, algunas acciones provocan un chasquido en su mente que le convierte de forma inmediata en un animal iracundo y violento; su mirada arde, sus alas baten con más fuerza y Raij no se detiene hasta huir o hacer todo el daño posible a su enemigo. De no ser por estos momentos de irracionalidad, extremadamente raros y en general sorprendentes para los que conocen a Starkad desde hace poco tiempo, el carácter del Alado es decidido pero calmado, tomándose por lo general las cosas que hace en serio, con un grado de curiosidad y sin costumbre alguna de hacer bromas. Cuando actúa parece que sabe lo que hace, y suele inspirar la sensación de que está en control de la situación. Su atención y empatía son altas, pero a él le cuesta mucho demostrar efusividad o una preocupación sincera por los Humanos, a los cuales ya no busca herir pero que no puede evitar considerar una raza extraña e indigna de confianza. ¿Cómo es posible que creen garras de metal tan afiladas, que se cubran a sí mismo con armaduras brillantes y se priven de sentir el viento, que cuiden a sus propios animales y luego las maten y coman? Su tendencia es pensar que los humanos simplemente actúan; intenta adelantarse a sus malas intenciones pero no hace un verdadero esfuerzo por comprenderlos.
Pero que no los vea a todos a través del odio no significa que éste no resurja alguna vez. Sería un error pensar que Starkad va a poder olvidar algún día el desgarrador chiar de Vult cuando su padre le abandonó a su muerte.
Su interacción con otros seres es algo paradójica. Es común que Starkad inspire cierto temor o intimide a los humanos corrientes, pero si se ven forzados a hablar con él durante un rato descubren que el Alado inspira más bien confianza por su manera de hablar y su gesto. Cuando se ha instalado cerca de algún asentamiento humano y ha interactuado algo con él, han terminado por pedirle favores, por proponerle trueques o por solicitar su ayuda como vigía... eso cuando no le han atacado directamente cuando Starkad aun no comprendía que es mala idea atacar a las reses que los humanos cuidan. Por otro lado, tiene una debilidad por las crías del lugar en el que se asienta. Vale, mató a unas a golpes en su momento, pero eso ya está olvidado. Él va a morir sin descendencia; y en lugar de amargarse y buscar que su mal sea compartido por otros, procura todo lo contrario, mostrándose amable y hasta cariñoso con las crías ajenas.
Respeta las jerarquías de otras razas, y de esta manera se inclinaría ante Rothien, sus hermanos e hijos, pues tiene entendido que son los que pueden heredar, pero en su mente está implantada la sencilla jerarquía social de los Taibanr, con lo que no logra entender que además de príncipes y reyes haya humanos con derecho a darle órdenes a otros humanos. No sabe qué es eso de la nobleza y por tanto la trata como igual a él. Y que un miembro de la sociedad actúe como si perteneciera a una casta que no es la suya le irrita.
No es que sea generoso, sino que tiene la necesidad de colaboración inculcada en su mente, con lo que donde le dejan vivir termina por ser de ayuda a la comunidad local, y para él no existe la noción de moral, ni el bien o el mal están claramente definidos. La crueldad es parte del mundo, pero muchos actos humanos no los comprende, así como la avaricia material le sorprende. No termina de adaptarse bien al concepto de remuneración. Entiende el sometimiento voluntario de un ser a otro más poderoso, pero no entiende que sea a cambio de trocitos de metal, y tampoco cuando el sometimiento es involuntario como es el caso de un esclavo.
Le gusta cómo rompe el mar y las zonas montañosas, por lo que se le ha visto descansar en las costas rocosas de Móselec.

Otros: al cuello lleva un collar con dos plumas: una de Snaki, una de Vult. Sobra decir que si alguien se lo arrancara o estropeara las plumas su ira sería enorme.

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Como un aparte, estos son cada uno a su forma dos temas para Starkad... sé que hay un tema para esto, pero he preferido incluirlas aquí.
www.youtube.com/watch?v=aL79isTPIJU
https://www.youtube.com/watch?v=MenIRxhQapM

Perdonad que la ficha esté en un orden poco habitual, pero me ha parecido el más lógico para presentar el personaje.

El orden de la ficha es un mero detalle cuando se trata de una excelente ficha como esta. Raij Starkad es un personaje interesantísimo y creo que será un gran placer leer sus andanzas por las islas. Tiene mi total aprobación.

Tras leerlo dos veces para asegurarme de comprender lo que sí está escrito y no lo que la mente le de la gana de entender así sea bizarro (por ejemplo cambiar en mi cabeza "su capacidad de reacción muy rápida para lo que cabría esperar por su tamaño" por "capacidad de reacción como una cabra")

Tienes mi visto bueno ^^

A divertirse en el foro y mucho!

Cuidado con las gaviotas, son celosas.

Por cierto, sólo tengo una anotación que hacerle al pj... yo sí creo que aun puede tener descendencia, aunque no serían puros puros

Y con el mio tienes el tercer aprobado! Ya tienes todos los que necesitas para comenzar a interpretar. Así que bienvenido y...

... broma. Como acabo de decir por el CB, la ficha es mía, así que no me lo voy a autoaprobar . Esperare a un tercero.

Me alegro de que guste ^^, ¡muchas gracias! Y pensaré lo de "capacidad de reacción como una cabra" para futuros PJs, jaja.