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El Vals de los Enmascarados

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Mensaje por Luthys 25/02/14, 02:21 pm

FDI: Tienes toda la razón, pero es que el señorito me deja a mí llevar toda la historia y él ya ves, poco hace >.<


DDI:

Su rostro permaneció impasibe cuando el hombre calvo penetró en la sala e hizo la pregunta. ¿Montar a caballo? Guillermo no pareció preocuparse y contestó de forma afirmativa rápidamente. El hombre miró entonces al demonio como para corroborar la afirmación dada, a lo que Luthys señaló:

- Disculpe pero, ¿es estrictamente necesario hacerlo? - dentro de su cabeza rogaba que esa pregunta tuviera respuesta negativa. - Verá, he montado a caballo toda mi vida, ¿sabe? Sin embargo, hace un tiempo tuve un... percancecon una de mis yeguas y... En fin, preferiría evitarlo un tiempo, si es posible. -Esperaba que fuera suficiente.

- Oh, sin problema, mi señor, era sólo como algo accesorio al atuendo, si puede llamarse así. Si me disculpan... - y salió de la sala cerrando la puerta tras de sí.

- No tengo nada en contra de los caballos, ni de montar sobre ellos ni de nada, pero ya me resulta bastante complicado todo este asunto para encima complicarlo más. -lo dijo todo de carrerilla, sin mirar a Guillermo y con un gesto cansado. Se dirigió a la ventana y observó lo que desde ella se veía.

Poco después, la puerta volvió a abrirse y el mismo señor de antes les ofreció un par de máscaras y una capa con un broche en dorado para cada uno. Luthys dió las gracias y empezó a ojear el material mientras el señor volvía a abandonar la estancia. La máscara para él era de color negro, con unos adornos de color rojo muy discreto en uno de los laterales. La capa, por el contrario, era simple y sencilla, de color oscuro y exactamente la misma que la que le había sido entregada a Guillermo. Empezó a colocársela y probó también cómo le quedaba la máscara. Buscó un espejo en la sala, y lo encontró en la pared derecha de la puerta. Se acercó hasta él y buscó su reflejo. Observó la imagen en el cristal y no pudo más que sonreír. Aquella máscara, junto con la capa de la cual asomaban a ambos lados un par de alas negras le daba un aspecto entre cómico e intrigante. Por suerte, las alas no las verían los demás.

Oyó pasos fuera de la sala y, momentos después, la puerta se abrió, con el señor calvo de nuevo, pidiéndoles que abandonaran la sala ya que la señora los esperaba.
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Mensaje por Beck 26/02/14, 10:25 am

Les condujeron hasta la salida y ya antes de llegar al patio podían escuchar el ruido de unos cuantos caballos impacientes. Guillermo cruzó una mirada interrogante con Luthys, porque había pedido no montar, pero la duda quedó disipada cuando encontraron un carruaje esperándoles frente al pórtico. Un par de mozos se cuidaban bien de que los caballos estuvieran a punto y tan flamantes como fuera posible mientras un conductor de aspecto malhumorado les daba órdenes con un tono semejante al de un látigo chasqueando.

Enseguida, desde dentro del carro y a través de un ventanuco una brazo pálido terminado en una mano enguantada les llamó con un gesto. Uno de los mozos corrió a abrir la puerta y les hizo una reverencia mientras les invitaba a subir. El interior era espacioso y los asientos estaban forrados en terciopelo, pero era un terciopelo que había visto mejores tiempos y estaba levemente desgastado. La figura que les había invitado a subir debía ser la señorita Revansholm, pues llevaba un vestido de fiesta y una máscara lujosos, acompañado de una tiara flamante a juego. Su asistenta vestía de verde y su disfraz, por su sencillez, casi parecía ser de duendecillo, aunque tenía ciertos detalles en dorado en las costuras.

Desde detrás de su máscara, Luthys parecía aún más lejano y misterioso que antes. Hasta Guillermo le echó un vistazo planteándose quien sería en realidad. En seguida comenzó una charla intrascendente sobre las costumbres palaciegas en Moramaille, para prepararles para el evento, supuso. Se esforzó en prestar atención mientras su mente trataba de llevarle a espacios más abiertos: al mar, al timón de un barco, con el viento salino y el sol radiante.

Se debió de abstraer porque en seguida tenían el palacio Ducal delante. Viajaban por una amplia avenida y el populacho corría de un lado para otro por las concurridas calles. El conductor del carruaje maldecía y tronaba y de vez en cuando hasta se oía su látigo restallar y alguien respondía con un grito de protesta o algún insulto. Pronto llegaron a una zona donde el tránsito estaba más despejado y la guardia del Duque patrullaba las calles, impidiendo a la plebe entrar al distrito palaciego. Guillermo se sonrió con ironía cuando unos guardias a caballo los saludaron corteses y les hicieron paso. Echó un vistazo a sus compañeros de cabina. Luthys parecía bastante tranquilo, era buena señal. La señorita Revansholm, por contra, no paraba de parlotear. Y es que la estupidez y los nervios eran una combinación capaz de lograr crear monólogos realmente anodinos.

Mientras ella hablaba de la cría de palomas mensajeras -Guillermo se preguntó sinceramente cómo había llegado a salir ese tema- giraron una esquina y encontraron el palacio de frente. El conductor paró el carruaje y bajó para ayudar a sus nobles señores a salir del mismo. En la calle se podían ver montones de carruajes, ya llegando, ya tratando de salir o de entrar a la plaza que se encontraba ante el Palacio Ducal. Nobles cortesanos se dirigían en pequeños grupos hacia la entrada de palacio. Enseguida, Lady Revansholm ofreció su brazo a Luthys mientras se dirigían hacia la entrada, convirtiéndose en parte de ese reguero humano de gentes de la baja nobleza. Por supuesto, la élite tenía su propia entrada, si no residían a tiempo completo en la corte del duque.
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Mensaje por Alma Swann 31/03/14, 08:48 pm

La fantasma los siguió durante todo el trayecto, aunque a una distancia lo suficientemente prudencial como para que, si el demonio miraba por alguno de los ventanucos del vehículo, no la pudiera distinguir o ver.  A medida que avanzaban se encontraban cada vez con más carruajes, que formaban una comitiva inmensa hacia el palacio donde iba a tener lugar el baile de máscaras. Alma no pudo evitar preguntarse de nuevo por qué estaba haciendo esto. Por qué perseguía al demonio de aquella manera, por qué no se había marchado ya. Había quedado claro que Luthys no estaba en peligro, sólo iba con una vieja emperifollada a un baile de máscaras...

Pero aún así se mantenía detrás de ellos, grabando en su memoria cada gesto y cada palabra del demonio. Se dijo que si le seguía quizás conseguiría información que le permita encontrarle más adelante...

Mientras se justificaba a si misma, la caravana de carruajes se detuvo, cambiando de rumbo, y fue sustituida por un reguero de nobles disfrazados con mayor o menor tino. De no ser por las alas de oscuridad que caían a la espalda del demonio, Alma los habría perdido de vista.

Y es que había mucha gente. Demasiada gente. Más de la que la fantasma podía controlar, y eso le ponía muy nerviosa. ¿y si alguien la veía? ¿Y si le daba un susto a alguien sin quererlo, y salía gritando que había fantasmas? Era demasiado evidente que era translúcida, y si oía algo así, Luthys podía pensar que estaba persiguiéndole después de dejarle tirado. ¿Cómo se lo tomaría?

Empezaba a agobiarse, y a sentirse rara, así que Alma se alejó de la multitud, dando un rodeo para entrar en el recinto de la fiesta desde un lugar menos transitado. No le gustaba perder de vista al demonio, pero... Más valía prevenir que curar, y era fácil localizarlo con sus alas de oscuridad a la espalda, así que se arriesgó. Flotó por pasillos poco transitados, buscando un lugar desde donde ver la fiesta sin peligro de ser descubierta.

Pasó por una habitación tras la cual se oían voces, no se atrevió a asomar la cabeza y siguió andando por el pasillo, buscando una habitación vacía. Se encontraba algo mareada debido a la ansiedad que le producía estar allí,el poder ser descubierta, el perder a Luthys de vista... toda la situación. Por fin encontró un rincón más o menos escondido y alto, desde donde podía vigilar a la gente que bailaba y charlaba junto a las mesas de comida. No vio de primeras a Luthys, así que observó las puertas por donde parecían estar entrando los invitados recién llegados. AL poco rato, vio entrar en la enorme sala al demonio, que llevaba colgada del brazo a Lady Revansholm. La fantasma sintió que se mareaba otra vez mientras los observaba. Al poco, una pareja se les acercó, la mujer tenía el pelo negro y lucía un precioso vestido rojo bastante ligero, sin mangas, con una flor del mismo color en el pelo y una máscara igualmente roja, adornada con hilo de oro. Alma sintió que le costaba centrar su atención en la escena, mientras la pareja se presentaba a Luthys y su acompañante. El hombre parecía bastante reacio y tras una tiesa reverencia, dejó que la mujer hablara mientras él buscaba una ruta de escape apropiada para utilizar en el momento más conveniente de la conversación.

- Oh, querida, me alegra que hayas venido, aunque lamento mucho ver que has decidido no utilizar el vestido que te envié... una lástima, porque lo mandé confeccionar específicamente para tí...- La voz de la mujer era suave, como campanillas, y escondía un timbre algo malicioso, o eso le pareció a Alma. Notaba su percepción algo borrosa, seguramente debido a la ansiedad que le provocaba poder ser descubierta en aquel sitio, que Luthys la viera y todo lo que aquello podía conllevar.

- Veo que no mentías cuando decías que traías acompañante... Debo decir que estoy impresionada. -La mujer de rojo miró a Luthys, evaluándolo con la mirada de forma bastante descarada para una noble de su posición. Pero no con arrogancia sino más bien con curiosidad. En condiciones normales el demonio habría reparado en que aquellos ojos que le evaluaban eran marrones con ciertos tintes verdosos, como manchas en el iris, pero bajo aquellas luces y con el rojo de la seda que forraba su antifaz y la forma en la que centelleaban, parecían dos hogueras ardientes, casi rojos. Sus labios formaron una sonrisa enigmática, lo que le confería un aspecto aún más misterioso.

LAdy Revansholm hinchó el pecho con orgullo ante la curiosidad de su eterna rival por su acompañante. Con una inclinación de cabeza se apresuró a presentar a su acompañante, obviando por completo los comentarios malintencionados de la dama de rojo.

- Permitirme presentaos al Señor Lum de Baskerville. Ellos son Lady Regina Dearthy y el Duque Kevan Havensby, son viejos conocidos, y amigos cercanos del Gran Duque. El señor de Baskerville es un gran viajero y ha venido a Moramaille especialmente para conocerme, ¿no es así querido?

Julia estaba siendo sin duda demasiado familiar con Luthys, pero sin duda era debido a su orgullo, a su necesidad de superar a aquella mujer que la aventajaba en todo, al menos a simple vista. El duque hizo una ligera inclinación de cabeza y murmuró un encantado antes de disculparse para ir a saludar a otro noble que acababa de entrar. Pero su acompañante no parecía tener ganas de marcharse con él.

- Un placer Señor de Baskerville. Sin duda dice mucho de vos que hayáis venido hasta aquí con esas premisas. Decidme, ¿sabíais la gran mujer que estabais destinado a encontraros cuando emprendisteis el viaje?- pronunció la palabra "gran" con un matiz suficientemente perceptible de burla, sin llegar a ser descarada y maleducada, sin perder esa sonrisa tan extraña de labios rojos y dientes blancos.

A la fantasma le costaba seguir la conversación, empezaba a sentir que el mundo quería dar vueltas a su alrededor, aunque no acababa de decidirse a hacerlo. No le gustaba esa sensación para nada, empezaba a sentir que algo no iba bien, pero se resistía a salir de allí. Aunque todo empezaba a no tener sentido por ningún sitio para ella, decidió aguantar.
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Mensaje por Luthys 27/04/14, 08:56 am

FDI: Vale, me ha dado por entrar a leer lo nuevo de Alma y me he encontrado con la agradable pero sorprendente sorpresa de que ME TOCABA A MÍ Rolling Eyes

DDI:

El trayecto se le hizo de lo más aburrido. La condenada señora no dejaba de hablar de cosas que no le interesaban en absoluto. Odiaba eso de los humanos. Cuando están nerviosos o la situación les resulta incómoda, hablan y hablan sin cesar, aunque sean cosas banales. No se paran a pensar si a los demás les apetece escuchar palabras dichas por decir, o prefieren el silencio. Los demonios prefieren el silencio, yo prefiero el silencio y, a juzgar por lo que pudo observar a Guillermo disimuladamente, él también prefería el silencio. Pero no era el caso de la señorita Revansholm que buscaba conversaciones que comenzar de manera indiscriminada.

El demonio se limitaba a dejar asomar una sonrisa por debajo de la máscara, y dado que sus labios era lo único que ésta dejaba a la vista, nadie se percató de que sus ojos se mantenían impasibles a tanta habladuría. Decidió participar en la conversación con apenas unos cuantos monosílabos, pero sin dejar de ser cortés. Lo cierto era que quería volver a un recinto más abierto de inmediato, no le gustaban los lugares pequeños.

Cuando por fin se apearon del carro a las puertas del palacio, Luthys se enfundó de nuevo en su porte caballeroso, elegante y amable y se dejó guiar por Lady Ravensholm. Caminaron hacia el interior del palacio, con paso tranquilo pero firme, ella cogida de su brazo. Luthys observó desde detrás de su máscara la riqueza adornada que les rodeaba, hacía mucho tiempo que no había visitado un lugar como aquel, y tenía claro que iba a disfrutarlo todo lo posible.

El demonio caminaba con una sonrisa bien marcada en sus labios, mostrándola a todo aquel que se cruzaba en su camino. Comprobó que su acompañante femenina hacia lo mismo que él y, a veces, soltaba una pequeña risita. Echó una ojeada alrededor para ver qué había sido de Guillermo, y comprobó que iba justo detrás de él. No quería perderle de vista, aún con todo no sabía nada de él, y dado el interés que tenía por el dichoso baile de máscaras, lo mejor sería tenerle bien visible.

De pronto una pareja se acercó a ellos, obligándoles a detenerse. Hasta el momento se habían limitado a saludar con leves movimientos de cabeza, pero esta pareja parecía que no se contentaba con eso. Supo que era una pareja excepcional cuando notó la tensión y el nerviosismo que transmitía la dama que le acompañaba a través de su brazo. Él decidió comportarse con la misma naturalidad fingida con la que llevaba haciéndolo todo el tiempo. No dejó de mostrar su sonrisa en ningun momento. Se sintió un poco nervioso cuando la tal Regina comenzó a observale de forma exagerada. No entendía el por qué de esa evaluación tan exhaustiva tratándose de una dama de alta alcurnia. Sin embargo, decidió que el problema no de él, sino de las damas que lo rodeaban. Había notado un cierto deje de ironía en la conversación mantenida por las dos mujeres, por lo que estaba claro que no era asunto suyo. Por su parte, el Duque Kevin Habensvy se mostró cortés y amable como cualquier otro, lo cual le hizo sentirse tranquilo, y luego se marchó. Entonces Regina se dirigió a él directamente y se vió obligado a abrir la boca para contestar:

- Lo cierto es que ha sido una grata sorpresa llegar hasta aquí para darme cuenta de que las ideas preconcebidas que tenía de Lady Ravensholm no le hacían honor en absoluto. - sonrió y miró un instante a la mujer que llevaba cogida del brazo. Por su ligero movimiento de cabeza y su sonrisa, pudo comprobar que había dicho lo correcto. Aunque seguía sin entender qué ocurría entre esas dos mujeres. Fue entonces cuando miró de forma más interesada a Regina, intentando encontrar algo que se le escapaba, algo que le ayudara a comprender qué pasaba entre ellas dos. Sin embargo, a pesar de que algo en su rostro medio cubierto por la máscara, le decía que todo era demasiado misterioso, decidió que se trataría de un asunto de mujeres ricas y ambiciosas.
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Mensaje por Beck 10/06/14, 07:51 pm

Guillermo procuró no reírse por lo bajo. Si algo había aprendido con la edad es que las mujeres y los hombres podían tener mil costumbres distintas, tradiciones singulares, distintos dioses e idiomas y aún así seguir respondiendo a los mismos patrones.

Dado que el Duque Habensvy se había alejado demasiado como para que pudiera hacer su entradilla - le había llevado un mes conocer anécdotas suficientes de todo aquel con un rango superior a Marqués en Moramaille y pensaba usar ese conocimiento en cuanto surgiera la ocasión - decidió esperar un momento más oportuno. El Duque Habensvy era un hombre de buen carácter, jovial y un poco tímido, pero no exento de valor, si uno hacía caso a los rumores y aún así, al lado de su acompañante, había parecido hasta apocado. Miró de manera discreta a la señora Regina y observó su pose y sus gestos. Y escuchó su voz. Aquella mujer era sin duda peligrosa, su postura le recordaba a la de un espadachín bien entrenado- aunque en vez del arte de la espada, se dedicaba al de la palabra, su lengua seguramente también tenía filo. Lamentó enseguida no haberse dedicado a investigar también a las mujeres de palacio, porque aquella mujer parecía de lo más interesante. Antes siempre intentaba entrar en las relaciones sociales a través de las mujeres, pero su encanto se había ido marchitando con la madurez y además, había aprendido que el ego de los hombres poderosos era a menudo una vía mucho más sencilla hacia sus objetivos que el de las mujeres, a menudo injustamente despreciadas.

Observó a las gentes bailar. Aquellos movimientos eran muy diferentes de los que se realizaban en bailes corteses al otro lado del mar. Siguió observando, hasta que sus ojos se cruzaron con los de la asistenta de la señorita Julia Revansholm. Desde debajo de la máscara, Guillermo apuntó:

- Señorita, me avergüenza reconocer que aún no le he preguntado su nombre.- hablaba lo bastante bajo como para que no le escucharan los "nobles", pero no era un susurro, imposible de escuchar debido a la música que tocaban unos juglares en un pasillo superior de la cámara. Ella le respondió con la mayor de las sutilezas.

- Me llamo Elena, mi señor- Elena, así, sin apellidos, porque no era de noble cuna. La chica retiró la vista para seguir esperando tras su señora. Evidentemente estaba bien educada para su puesto y además se consideraba inferior a Guillermo. Al fin y al cabo ella era sólo una muchacha de cámara y él supuestamente era el mentor académico de un noble extranjero. Mientras la conversación continuaba, Guillermo se obligó a apartar sus ideas de Elena y sus brillantes labios y su pose recatada y recordarse por qué estaba allí. Había un barco en la bahía confiscado por su culpa y él pensaba deshacer ese enredo. Y si además salía de allí con algunos contactos o algún objeto valioso que pudieran comprarle un pasaje a otra isla o una estancia más segura en Moramaille, tampoco estaría de más.

Justamente cuando el Duque de Habensvy parecía que iba a volver con Lady Regina, un ruido de campanillas anunció un cambio de tercio en la fiesta y un juglar comenzó a pregonar que aquella era una danza "de estío", y que todos debían buscar pareja y cambiar de pareja cuando sonaran campanillas. Quien no quisiera participar era invitado a abandonar la zona de baile. Y acto seguido, la música comenzó a sonar. Guillermo, al ver que todos buscaban pareja por la sala, se giró hacia Elena y le dijo con una sonrisa:

- Espero que bailéis lo suficientemente bien como para que no se note mi torpeza- aunque Beck no es que fuera torpe, Guillermo no debía parecer un atleta y además no conocía el baile. En cuanto ella le indicó como cogerle las manos y comenzó a guiarle, se permitió echar un vistazo hacia Luthys. Frunció el ceño cuando se dio cuenta de que parecía que Lady Regina estaba demasiado cerca de Luthys- ¿trataba de seducirlo sólo para humillar a Lady Revansholm o es acaso le habría pedido bailar con ella?- en cualquier caso daba igual, si Luthys cometía el error de aceptar con entusiasmo, enseguida dejaría de ser un juguete de interés para Regina y Julia Revansholm se sentiría demasiado humillada para hacerle ningún caso. Desde allí no podía ayudarle y como no podía hacer nada, se relajó, sonrió y se dejó guiar por las manos de Elena, como un barquito de vela en un mar de bailarines enmascarados.
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Mensaje por Alma Swann 15/08/15, 01:37 pm

Regina sonrióante el comentario de Luthys, como si le hiciese gracia. Su mirada parecia decir que sabía que no era más que un cumplido, sus gestos y sus maneras impecables escondían burlas abiertas a la mujer que tenía delante, aunque era muy difícil de detectar y generalmebte su encanto evitaba que la gente pudiese pensar algo así de ella.
Alma tenia una sensación rara, muy rara. Se pegó todo lo posible a la pared, pero algo tiraba de ella hacia la habitación. No sabía qué era, de hecho empezaba a agobiarse tanto que quería salir de allí, pero habiabalgo que tiraba de ella hacia Luthys y hacia awuella conversación. Mareada, hizo acopio de todas sus fuerzas para no ceder a lo que, suponía, era una necesidad irracional de proteger al demonio.

Mientras la fantasma se preguntaba el por qué de su pensamiento de que Luthys estaba en peligro, la conversación fluía al otro extremo del salón.

- Me parece algo realmente interesante, sin duda. Quizá podría invitarme a este baile y explicarme las cualidades que tánto le han sorprendido de MiLady. Me encantaría escucharlas

La sonrisa blanca de Regina fue acompañada por un gesto de sutil desdén hacia Lady Revansholm con el que invitaba -sin posibilidad de rechazo- a que Luthys la sacase a bailar.


Lady Revnsholm iba a protestar, pero el gesto de Regina daba a entender a quien no hubiese estado en la conversación, que el señor de Baskerville le había invitado ya a bailar, y quejarse influiría muy negativamente en su imagen, porque sería como interferir en la.educada invitación hacia una persona importante. Esa invitación era algo esperable por todos los asistentes, y la mayoría lo imitaría durante yoda la velada. Lady Dearthy miró al demonio con sus penetrantes ojos chispeando alegres, sabiendo que había ganado aquella ronda, esperando a que él la sacase a bailar.

Alma sintió que se desvanecía.
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Mensaje por Luthys 23/08/15, 06:32 am

El baile dió un cambio de tercio. Luthys se puso algo tenso, pues no le gustaban los cambios repentinos cuando estaba rodeado de mucha gente. Aunque aquella gente no parecía preocuparse por nada más que le dinero, el poder y el éxito, no podía despistarse. Un despiste podía significar un error enorme. Justo entonces se percató de que Lady Regina se dirigía a él proponiéndole que la invitara a bailar. El demonio miró alrededor, donde algunas parejas, entre ellas el mismo Guillermo, comenzaban a bailar. Luthys sonrió y lanzó una mirada a su acompañante, la cual no parecía demasiado contenta con el ofrecimiento de Regina, pero le pareció ver un deje de resignación en sus ojos. Ahora el demonio dudaba, ¿debería bailar con la tal Regina dado el poco espacio para escapar que le había dejado con sus palabras? ¿O, por el contrario, debería no abandonar a su acompañante para no herir su orgullo de mujer? Intentó manener una sonrisa en sus labios mientras miraba a ambas mujeres e intentaba decidir cuál de las dos opciones era mejor.  Finalmente, se giró hacia su acompañante, la soltó del brazo, le cogió suavemente la mano derecha y se acercó a su oído para susurrarle:

- Mylady, volveré para embriagarme con su compañía y su baile en un momento. - Besó tiernamente su mano y le sonrió de la forma más dulce que pudo, teniendo en cuenta que él no dominaba el arte de las sonrisas.  La mujer pareció adoptar un gesto más tranquilo y asintió suavemente con la cabeza, a la vez que una levísma sonrisa asomaba de sus labios.

Luthys se giró hacia Regina y le dijo:

- No soy un buen bailarín, creo que será mejor dejarme llevar por el movimiento de sus pies. - Sonrió y dejó que la mujer guiara sus manos y el movimiento de sus cuerpos acompasados.


Última edición por Luthys el 15/09/15, 02:57 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Beck 08/09/15, 09:34 am

El baile era bastante curioso para él. Ágil para un baile cortés, pero con pausas breves y bien posicionadas, guiadas por una música alegre pero a la que los silencios daban un extraño contrapunte.

Guillermo aprovechaba aquellos breves momentos para mantener la localización de Luthys, Regina y Julia, así como para tratar de entrever donde estaban las personas importantes de la reunión. De vez en cuando, mantenía la mirada en Elena, pero por sus ojos sabía que pensaba que ella no le interesaba en absoluto. No era así, pero lo cierto es que a Beck le interesaba mucho más sobrevivir, y por ende, también a Guillermo.

Enseguida vio con preocupación como Julia se apartaba hacia un lado de la cámara, donde la gente que había decidido no participar en el baile charlaba tras máscaras y abanicos recargados. La próxima vez que miró, varias mujeres se le habían acercado y todas ellas hablaban mirando hacia el misterioso acompañante de Julia. Algo en la cabeza de Guillermo dio un brinco como si una ardilla huyera de un repentino fuego cuando vio el rictus amargo y envenenado en la cara de la señorita Revansholm.

La imagen le hizo trastabillar en el siguiente paso de baile, y la muchacha de cámara con la que bailaba le miró con ojos inquisitivos y extrañados. Aunque él trató de evitar que le siguiera la mirada, su gesto había sido tan evidente que Elena no tardó ni un momento en mirar por encima del hombro y atar cabos. Se acercó un poco, para hablarle sin que le oyesen, aprovechando el ritmo de la música

- La ama no se toma bien los desplantes. Por despecho, una vez difundió el rumor de que un chico del servicio era sodomita y un hereje. Cortaron la lengua al chico y lo condenaron a galeras.

Él le devolvió la mirada, con incertidumbre en los ojos.

- Pero la señorita Revansholm no haría una cosa así por un hombre al que acaba de conocer.

Y, por más sensual que fuera el contacto de su pecho, la suavidad de sus manos y su dulce tono de voz, Guillermo notó como se le helaba la sangre cuando ella le miró con escepticismo y le contestó con ojos sinceros.

- Vos no la conocéis, noble señor. Y con la guerra en ciernes, muchos están dispuestos a ver espías y traidores tras cada esquina. Y a colgarlos por ello...
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Mensaje por Alma Swann 15/09/15, 12:18 am

(fdi: EN este post he intentado separar a Alma de Regina en vez de seguir viendo lo que hace Regina a través de Alma porque les pasan cosas distintas. Así os doy juego a los dos: tenéis la magia que está en el aire para BEck y el juego de mentiras/verdades con Luthys, aunque podéis adaptarlso al gusto o pasar de ellos y dedicaros a otra cosa - LAdy revansholm sigue por ahi enfadada no? xD)

Regina sonrió y se dirigió a la pista de baile con Luthys, dejando a una Lady Revansholm bastante contrariada que aguantaba el tipo como podía.  En la pista de baile, se posicionó frente al demonio, con una sonrisa traviesa en la cara que escondía algo más si alguien se paraba a mirar. Un aura... extraña. Empezó a seguir los pasos.

Paso adelante, paso atrás, saludo.

- Bueno ... señor de Baskerville - Su tono y su demora en pronunciar el nombre estaban a medio camino entre una persona que pregunta porque no está segura de decirlo bien y alguien que sabe que ese nombre no es el correcto. La pausa que siguió a aquello acentuaba más los matices, como si le estuviese dando tiempo a Luthys a que pensara sobre ello.

La música seguía sonando. Levanta la mano, vuelta, inclinación.

- Ahora que su carcelera no puede oírnos dígame la verdad. ¿Qué le trae a estos lares? - Sonreía y mantenía la vista fija en los ojos del demonio, como si esperara atravesarlos o incomodarle. Su tono era juguetón, parecía que quisiera desconcertar a Luthys actuando como si supiera cosas.

Paso a la izquierda, paso a la derecha, medio giro, cambio de pareja. La mirada de REgina seguía fija en Luthys, esperando que volvieran los pasos a juntarlos para escuchar su contestación.

Y a Alma no le gustó nada aquello. La sensación de desvanecimiento iba y venía por momentos. Pero  a pesar de que todo se emborronaba a su alrededor, la sonrisa de aquella mujer le causaba una sensación de inquietud, le resultaba ladina. Cada vez era capaz de reconocer menos a su alrededor. Y entonces le vio. En la base de las escaleras, junto a un guardia que impedía  a los invitados ir más allá de las zonas habilitadas para el baile de máscaras, un hombre la miraba directamente a ella. Aunque su máscara le cubría el rostro entero, su mirada ávida bastó para que la fantasma la reconociera.

El médium. Sus ojos estaban fijos en ella. La fantasma sintió más que vio la sonrisa sádica pintada en su cara mientras  se mantenía parado al pie de las escaleras. Le vio hacer un gesto con la mano, apenas perceptible., y  sintió que se ahogaba - una sensación de por más agobiante en un ser que ya se supone muerto y en el que esa sensación le dura de forma indefinida. La sensación aumentó por momentos y luego, al igual que la sensación anterior de desvanecimiento, se volvió algo menos asfixiante. Lo suficiente para no gritar, porque sabía que si no el demonio se percataría de su presencia.
El Médium parecía algo contrariado, y ALma advirtió un movimiento crispado en su mano antes de notar que se ahogaba con más fuerza, aunque otra vez la sensación remitió un poco. El Médium miró a su alrededor, contrariado.

Mientras tanto, en la pista de baile, Regina volvía a juntarse a su pareja original, con su sonrisa enigmática y extraña pitnada en la cara y sus ojos marrones centelleando como hogueras bajo la luz y el movimiento de la danza.
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Mensaje por Tinkerbeth 17/09/15, 08:10 am


Queridos papá y mamá:

¿A que nunca os habíais esperado que vuestra hija terminase en una fiesta de alto copete humana, eh? ¡Pues yo tampoco!

La verdad es que es una reunión de negocios, pero estoy segura de que todo va a salir bien.

Suspiré, apoyada contra una de las columnas de la sala de baile, con los brazos cruzados y mirando sin ver al techo. Vestía con un traje azul sencillo, con los hombros descubiertos y dos cortes laterales que permitían ver mis torneadas piernas. Los brazos estaban cubiertos por unas mangas sueltas y mis piernas por unas botas de armadura altas hasta el muslo. En mi torso, mi eterna coraza se encontraba ajustada sobre el vestido, con el emblema de mi pequeño grupo mercenario bien a la vista.

Mi rostro estaba cubierto por una máscara de plata con forma de zorro, que yo misma me había forjado por si alguna vez tenía la necesidad de llevar una. Estaba reforzada con acero, de modo que podía servir de visor para un yelmo en caso de necesidad, y la verdad es que era extremadamente cómoda de llevar.

Suspiré de nuevo, acomodándome contra el lugar. Quizás era que parecía ruda o quizás porque llevaba una armadura, pero ningún hombre se había atrevido a sacarme a bailar aún. Ni ninguna mujer, todo fuera dicho.

No me importaba, la idea era hablar con varios nobles de trabajo, pero en medio del baile sería mucho más fácil. Cerré los ojos unos segundos, y cuando los volví a abrir, di un respingo de los que hacían historia. Me froté los ojos y volví a mirar.

No podía ser, esas alas, en medio de la pista de baile...

Me separé de la columna, tensa, mientras seguía con los ojos el movimiento de la criatura. Sí, esas alas y esos ojos no dejaban lugar a dudas: Había un jodido demonio en la sala de baile.

Empecé a sudar y me relamí los labios resecos, intentando tragar saliva por una garganta demasiado seca. Ahora mismo estaba sola excepto por uno de mis hombres, un joven elfo llamado Elfrahim que no se había desprendido de mi lado en todo momento. El muchacho era demasiado delgado, demasiado alto y demasiado falto de barba como para parecer un hombre de verdad, pero vestido de paje y con sus inmejorables modales, sí daba el pego como un chambelán. Me giré hacia él, y pude ver cómo sus ojos reconocían mi tensión, poniéndose él mismo en alerta.

Buen chico.

Elfrahim, avisa al resto. Tenemos problemas, y quiero que entren en cuanto les de la señal. inspiré, espiré y asentí. Observé cómo con disimulo Elfrahim se retiraba de la sala, marchándose por la puerta delantera y centré mi mirada en el demonio. No me lo pensé dos veces, y empecé a andar en paso firme y recio hacia él, taconeando y atrayendo las miradas hacia mí.

Algunos nobles empezaron a arrugar el ceño, otros guardias empezaron a ponerse tensos. No tenía mucho tiempo, así que levanté mi mano e hice dos rápidos pases que cualquiera que supiera de magia reconocerían como un hechizo. Uno de potenciación física.

Mientras notaba la magia recorrer mi cuerpo, seguí avanzando, mis ojos clavados sólo en mi presa: El demonio que bailaba con una noble que aparentemente no tenía ni idea de con qué jugaba
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Mensaje por Luthys 19/09/15, 01:07 pm

Los pasos de baile comenzaron y Luthys se dejó llevar, A su alrededor la gente hacía lo mismo que su acompañante y él. Unos peor y otros mejor pero todos se movían al compás de la música que sonaba. No recordaba cuánto tiempo hacía que no bailaba. Echó una ojeada a Lady Ravensholm antes de colocarse frente a Regina y la vió observándoles, ya sin la sonrisa con la que la dejó hacía unos instantes. Esperaba no haber hecho algo de lo que podría arrepentirse.

Cuando Regina y él comenzaron a danzar, ésta se dirigió a él pronunciado el falso nombre con el que Guillermo le había bautizado de una forma peculiar. ¿Estaba poniendo en duda que su nombre fuera ese? Luthys carraspeó, adoptó una media sonrisa y asintió con la cabeza en señal de respuesta a Regina, invitándola a que prosiguiera con lo que quisiera decirle. No dejaban de moverse al compás de la música y el demonio se alegró de no haber perdido sus conocimientos de baile y no estar llamando la atención en aquel lugar abarrotado de gente. Reconocía que bailar no era algo que le agradara, pero no le quedaba más remedio que acceder a ello encontrándose donde se encontraba.

El rostro de Luthys cambió cuando la mujer con la que bailaba dijo su siguiente frase, en respuesta a su asentimiento anterior. Regina le miraba fijamente a los ojos, y Luthys supo que en esas palabras que acababa de pronunciar iba implícito el hecho de que no se había creído su mentira de por qué estaba allí. No entendía muy bien aquello, ¿Guillermo y ella se conocían? Al fin y al cabo, él estaba allí por él, pero no parecía que Guillermo tuviera nada que ver con Regina. Luthys empezaba a temer que ella sabía con quien estaba bailando realmente. En ese momento, cambiaron de pareja.

Otra mujer se colocó ante él para seguir el baile. Olía sutilmente a un perfume elegante. Sin embargo, eso fue todo lo que supo de su nueva acompañante, tenÍa que pensar una respuesta para cuando Lady Regina y él volvieran a juntarse. ¿Habría visto sus ojos rojos? ¿Sus alas? Desde un primer momento había acudido a su encuentro, practicamente nada más llegar a aquel lugar. ¿Sería algo relacionado con Lady Ravensholm? No, estaba más que claro que el problema era él, la pregunta era: ¿por qué? Miró alrededor, intentando evitar cruzarse con la mirada de Regina, buscando algún otra mirada, algún gesto de Guillermo, alguna pista que le dijera qué podría saber o querer esa mujer.

Comenzaba nuevamente el cambio de parejas, y tuvo que dejar su búsqueda sin éxito para volver con Regina. Durante ese corto instante le pareció ver algo en una esquina de la sala, pero rápidamente estuvo de nuevo ante Lady Regina y lo que creyó haber visto, dejó de tener importancia.

- No sé a qué se refiere, Lady Ravensholm no es ninguna carcelera y yo no tengo ninguna verdad más que la que ya sabe. - lo dijo en un tono tranquilo, sereno, mirando a su interlocutora fijamente a los ojos. Buscaba algo, lo que fuera, que le diera una pista de con quién se encontraba o qué sabía. Y en sus ojos empezó a encontrar la respuesta que buscaba: esos ojos no eran humanos. Sin embargo, antes de poder adentrarse en descubrirlos, notó que alguien se acercaba por detrás, hacia él, y dejando de bailar se giró para comprobar qué o quién era.
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Mensaje por Beck 29/09/15, 07:06 pm

FDI: Me queréis matar al PJ con tanta magia xD


DDI:
Beck asimiló como pudo las palabras de su compañera de baile. Seguramente por lo que le había dicho, empezó a sentir que se ahogaba. Se aflojó el cuello, cuidando de no quitarse la máscara de la cara, pero el ahogo no remitía. Tosió varias veces, mientras se apoyaba se inclinaba hacia delante y entonces la sensación comenzó a disminuir. Pero le acompañó algo mucho más preocupante. Un parpadeo rápido de las luces, una visión borrosa. ¿Magia? Recobró la compostura y volvió a buscar con la mirada a Julia Revansholm, pero su mirada se cruzó con algo más llamativo, una mujer vestida con una armadura extraña y una máscara de acero con el semblante de un zorro, que taconeaba con paso apresurado mientras se dirigía a la pista de baile, con preocupante tensión y decisión. Era claro que no iba a ponerse a bailar.

Entonces, Beck vio que la mujer hacía un gesto, convocando un hechizo de algún tipo. No es que Beck entendiera de magia, pero pudo sentirlo. Se le erizó el vello y los músculos de sus piernas sufrieron un leve tic. Lo peor es que sabía, por experiencia, que los magos que no usaban magia para llamar la atención eran los más peligrosos. O los más ladinos e insidiosos o los que se estaban preparando para una pelea. Tenía que intentar salir de ahí ya, los hechiceros comenzarían a notar que algo no iba bien en cuanto lanzaran un par de conjuros y harían preguntas. Preguntas muy peligrosas.

- No me encuentro bien, discúlpame- Dijo "Guillermo de Maglavar" a la joven Elena, que asintió comprensiva, ignorando que su indisposición no se debía solamente al problema con la señorita Revansholm. Acto seguido, comenzó a andar hacia donde creía que estaba la señorita Revansholm, con la idea de cruzar unas palabras con ella para tratar de analizar el nivel de peligro que suponía actualmente, al fin y al cabo, no quería irse de allí y encontrarse mañana que su nueva identidad estaba acusada de alta traición.

Salió de la zona de baile y distinguió sus ropajes y su máscara a menos de diez pasos, pero para su desmayo, Lady Revansholm no estaba charlando insulsamente con otras mujeres igual de agrias que ella. No, por contra, se estaba poniendo en el camino de la hechicera armada que se dirigía a la pista de baile, y a la que Wilhelm bautizó mentalmente la "Furia Metálica". Y encima, no lo estaba haciendo por descuido. No, señor. La paró con un gesto imperativo y el desmayo de Beck tornó horror cuando pudo leer en los labios de la noble mujer parte de la siguiente frase:

- Guardia, ayúdeme, hay espías del Ducado de Ashper en la sala.

Beck se dio la vuelta, automaticamente, sin esperar a la contestación. Años de fugas le habían dado los hábitos adecuados para evitar que le cogieran. No podría salir por la puerta principal ya. Rapidamente, comenzó a buscar con la mirada al alguacil, al maestre de portazgo y buques o a alguien que le pudiera ser útil, pero le costaba reconocer a nadie tras las máscaras y los ropajes ostentosos. Tenía previstas varias salidas, pero las tendría que usar rápido. Aquello iba a explotar de un momento a otro.

Y encima, lo primero que debería hacer es avisar al muchacho, al fin y al cabo, él había metido al tal Luthys en aquello y lo mínimo que merecía era un aviso antes de que le echaran el lazo al cuello. Mientras se dirigía con paso rápido hacia donde creía que estaba el muchacho en la pista de baile, comenzó a oír de nuevo ese taconeo apresurado, el paso de la Furia Metálica, a sus espaldas. Rogó para sí mismo que, dado que ella llamaba mucho más la atención que él, alguien la parara o le cuestionara por qué se entrometía en el baile de una forma tan ruda. No podría negarse a contestar ante la autoridad de nobles desconocidos, razonó para sí, pues muchos de ellos se sentirían amenazados y no lo tolerarían. Además, al fin y al cabo, un plebeyo desobedeciendo a un noble podía ser castigado.

Cuando no quedaban más de media docena de zancadas de la pista de baile que recorrer, vio a "Lum de Baskerville", mirando hacia su lado de la pista. Seguramente el taconeo metálico había llamado su atención. Como aún no estaba tan cerca como para hablarle sin que le oyeran todos, buscó su mirada y le hizo un gesto con la cabeza hacia un lado, un par de veces, como diciendo "hay que salir de aquí". Aunque Wilhelm sabía la verdad: lo tenían muy difícil.
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Mensaje por Alma Swann 15/10/15, 09:55 pm

FDI: pues aún no hemos empezado. Yo por lo menos XD
DDI:


Regina seguía con la mirada a Luthys desde la distancia, mientras bailaba con su nueva pareja. Sonreía, con un halo de picardía que denotaba que estaba disfrutando de todo aquello, como si casi pudiese saber qué se le pasaba por la cabeza al demonio. Podía ver la confusión en su rostro, justo lo que esperaba conseguir. Parecía un ratón asustado, que se ve descubierto y busca un lugar a donde huir. Pero aún así, al volver a juntarse supo recomponerse y hacer como que no sabía de qué estaba hablando. Sonrió de forma felina.

- Oh, vamos, no intente ponerse digno ahora - susurró al demonio al oído mientras bailaban. LE devolvió la mirada, que centelleaba, alegre. Más que eso, era como un brillo anaranjado tras sus ojos marrones, quizá fruto de la luz y el antifaz que llevaba. Sólo hablaba cuando los pasos los llevaban a estar tan cerca que sólo él pudiese escucharla. - Tiene muchas verdades, y ninguna está relacionada con esa arpía creída de Lady Reansholm... Que por cierto no parece muy contenta con usted- REgina miró en la dirección en la que estaba la aludida, como si esperase algo de ella, Sonrió. Luthys seguía mirándola fijamente, y ella no había apartado la mirada en ningún momento. Como si le animase a encontrar lo que estaba buscando, pero supiera que no podría hacerlo. Le retaba con cada palabra, con cada sonrisa, a que averiguase quién era. Intentaba ponerle nervioso, y eso le divertía mucho.

Mientras tanto, en el otro lado de la sala, por una de las salidas menos vigiladas de la zona de la fiesta- si se puede llamar salida a unas escaleras que suben, por lo que no te sacan del edificio-  el médium seguía enfrentado a Alma. EStaba algo crispado debido a que sus intentos de utilizar su magia contra la fantasma parecían estar siendo saboteados. Alma seguía bastante descentrada, intentando recuperarse de los embates contra ella y del mareo que le producía aquella situación. Algo iba rematadamente mal, y podía notarlo, pero no sabía qué era. El médium, mientras tanto, empezó a acumular magia, intentando realizar un hechizo más potente.

- ESta vez no vas a escaparte, pequeña. Esta vez vas a ser mía...

Alma pudo escuchar aquellas palabras musitadas entre dientes bajo la máscara, y se asustó. Pero se sentía demasiado rara, sin fuerzas, mareada... Centró su atención en Luthys, olvidándose de todo lo demás para ver si así conseguía reunir las fuerzas para salir de allí...

Una redoma de cristal volaba por el aire, sobre las cabezas de los bailarines, en dirección a la pareja de enmascarados que parecían tener una conversación mientras danzaban. Una mujer con armadura bajo el vestido - la que había lanzado el frasco- se acercaba a la misma pareja con paso decidido. Regina sintió el peligro antes de verlo, pero no pudo reaccionar a tiempo. Tan sólo atinó a empujar a Luthys mientras giraban, en dirección opuesta a la redoma. Intentó agacharse, pero el pequeño frasco chocó contra uno de los bailarines que tenía delante justo cuando giraba con su pareja,  y una oleada de agua salió desparramada del mismo en todas direcciones antes de que pudiese hacerlo. Ella quedó empapada, como algunos de los bailarines que había a su alrededor, pero Luthys había caído en el suelo, tras Regina, y se había salvado de ser rociado con aquel agua.

Regina miró a Luthys de reojo, como asegurándose de algo, y luego se irguió para mirar a su alrededor. A pesar del vestido empapado, imponía bastante. Sus ojos serios lanzaron una mirada fría y enfadada a la mujer que seguía acercándose a ellos, que identificó como la lanzadora ya que no parecía sorprendida de lo que acababa de pasar.

- ¿Se puede saber qué demonios está pasando aquí? ¿Qué clase de broma es esta? ¡Guardias!

Al poco tiempo, un grupo de guardias se acercaba a la zona de baile, a las dos mujeres y al demonio, mientras los bailarines intentaban apartarse para evitarse problemas, y los que habían sido rociados con el agua se intentaban secar.

(fdi: perdón si alguans frases son muy reiterativas.... estoy algo espesa. Y para quien no haya caído, el agua está BENDITA! =D)
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Mensaje por Tinkerbeth 14/01/16, 07:46 am


La cosa se complicaba por momentos: Primero, una noble me paró en seco, diciendo que había espías en la sala de baile. Asentí suavemente, posando una mano en su hombro con una leve sonrisa

No se preocupe, mi señora, yo me encargo. Dígame quiénes y los retiraré de inmediato comenté, aún mirando en dirección al demonio. La redoma de cristal había estallado, pero por desgracia parecía que no le había acertado. Además, una noble parecía estar exigiendo explicaciones...

Pero entonces la noble señaló tanto al demonio como a otra persona que se acercaba a él. ¿Un cómplice? No importa, me venía bien. Empecé a correr mientras apretaba los puños en dirección directa al demonio, sonriendo levemente mientras un viento inexistente empezaba a ondear a mi espalda. Un guardia intentó pararme, pero fue demasiado lento con su alabarda, y yo lo suficientemente rápida como para cogerle de ella, levantarle por la alabarda y lanzarlo por encima del hombro como quien no quiere la cosa sobre uno de sus compañeros.

Eso bastó para que el resto reculase un poco, más sorprendidos que asustados, dándome pie a dirigirme hacia la noble.

¿Quieres una explicación? pregunté, sonriendo divertida ¡Ese hombre no es humano! ¡Y trabaja para otro reino! exclamé, entrando ya en la zona con los bailarines. Bailarines que directamente se apartaron rápidamente, dejándome un paso franco hasta mis dos presas, sólo protegidos por la otra noble

Y ahora, señoría, apártese, o la apartaré como he hecho con sus guardias planté mis dos pies en el suelo, a un par de metros de la mujer mientras mis ojos acerados se clavaban en mi presa. La magia comenzaba a arremolinarse a mi alrededor y...

... un momento...

La magia estaba actuando de forma extraña, como si... como si mi coraza no estuviese funcionando.

Eso no podía ser bueno, si no terminaba pronto con mis dos objetivos...

Afortunadamente, mis hombres (un caballero humano con armadura pesada llamado Gunther, Elfrahim y una semielfa arquera llamada Nat) entraron justo en ese momento en la sala

¡Hombres! ¡Apresad a ese hombre! Yo me encargo de la monstruosidad exclamé, señalando al cómplice del demonio, mientras mis ojos se centraban en él. Cogí una nueva redoma de agua bendita, y la levanté hasta la altura de mi cara

¿Te apetece saber lo que hace el agua bendita en tu piel?
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Mensaje por Luthys 16/01/16, 04:25 pm

Mientras intentaba fijarse en la mujer que se acercaba a ellos con paso decidido, pudo ver cómo Guillermo le hacía un gesto sutil con la cabeza para que se alejara de allí. Sin embargo, era bastante obvio que eso no iba a ser posible sin resultar más que sospechoso por ello. Además, esa mujer que se acercaba hacia él con paso decidido con algo en la mano parecía bien dispuesta a evitar que escapara.

De repente, la mujer lanzó el objeto que portaba y él, sin saber muy bien cómo, salió despedido hacia un lado mediante un empujón que lo hizo caer al suelo. El objeto chocó contra un hombre, y se rompió, salpicando el líquido de su interior en todas direcciones.

Agua bendita, pensó Luthys. Esa mujer acababa de lanzarle agua bendita para dañarle, y si eso llegaba a pasar, iba a ser descubierto. No podía creerlo. ¡Agua bendita! ¡Había ido directamente a por él porque había visto que era un demonio! Estaba perdido y lo sabía, Lo que no sabía era cómo podría intentar escapar de aquella situación. Por suerte, había alguien en la sala que parecía estar de su lado, o al menos había evitado que le descubrieran. Supo que había sido Regina quien le había empujado para evitar que el frasco con agua bendita le alcanzara. ¿Quién sería esa mujer? ¿Cómo había sido capaz de darse cuenta de que habían descubierto que era un demonio y pretendían darle caza? Se maldijo a sí mismo por no haber estado lo suficientemente atento dado que se encontraba en un lugar tan lleno de gente.

Siguió en el suelo mientras los guardias, tras haber sido llamados por Regina, iban acercándose a ellos. Tenía que pensar algo y rápido si quería tener alguna posibilidad de salir ileso de aquella situación. Pero, ¿qué?

De pronto lo supo. Hacía mucho tiempo que no lo hacía pero iba a tener que intentarlo. Aún le quedaba la baza de intentar pasar a su forma espiritual. Era una hazaña muy osada y con la que, si salía mal y no lograba salir de aquel lugar de manera fugaz, podría costarle la vida. Sin embargo, era consciente de que no tenía más opciones. O intentaba pasar a su forma espiritual o esperaba a que le mataran.

Miró alrededor y pensó que era el momento idóneo, aprovechando la discusión que mantenían hombres armados de dos bandos distintos y el bullicio que se había formado tras el "incidente". Cerró los ojos y se concentró. Intentó enfocar toda su energía en lo que intentaba conseguir, tenía que lograrlo. Cerró los puños, se colocó de rodilas y se echó hacia delante.

Pero desgraciadamente, poco le quedaba a Luthys como demonio y, junto con las características de su raza, también estaban desapareciendo todas sus facultades como tal. Y, cuando a punto estuvo de conseguir pasar a su forma espiritual, notó como un chispazo en todo su cuerpo y cayó al suelo, totalmente inconsciente.
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Mensaje por Beck 16/09/16, 08:26 am

Beck era un experto en leer masas. Llevaba un par de décadas aprovechándolas para escabullirse entre ellas y supo que podría moverse despistando a sus dos perseguidores por la sala. Con una cincuentena de nobles moviéndose erráticos por la sorpresa le bastaba, estando la mayoría disfrazados y enmascarados como él. El problema era que no le valdría de nada si no había una salida disponible. Y no veía ninguna. Saltar por la ventana no era una opción, sabía que se heriría con el vidrio y la plomada y, encima de haber cierta altura desde el salón principal al suelo, en la calle había un perímetro de guardias que lo mismo podían evitar que la turba entrara que impedir que él saliera.

Analizó la opción de combatir como durante una décima de segundo. Sinceramente, era su opción más desesperada, superado tan patentemente en número, incluso aprovechando el caos. Además, en cuanto se dio cuenta de que el objetivo de la Furia Metálica no era él, sino Luthys, supo que tenía posibilidades de salir vivo jugando bien sus cartas. Era evidente que esa mujer conocía menos el protocolo de la Corte que sus conjuros mágicos o el uso de la espada, y a veces lo primero era mucho más peligroso que lo demás. Insultar al noble inoportuno (o mojarlo) podía acabar siendo muy desafortunado. Así que decidió entregarse e inventarse un cuento... y culparla a ella.

Alzó sus manos, con las palmas hacia afuera, entregándose, mientras miraba hacia Lum de Baskerville, invitándole a hacer lo mismo. Además, puso una cara de patente hastío en su rostro, como la de quien está harto de que el carnicero le dé carne rancia, y afirmó con tanta seguridad como si aquello fuera una molestia que había vivido mil veces:

- Estáis cometiendo un grave error.

Se trataba sólo de ganar tiempo hasta que el Barón de Brandemburg reuniera a sus hombres. Era un hombre que debía su puesto sóla y unicamente a que el Gran Duque le había encomendado la custodia de la seguridad del palacete. Le había quedado más que claro que si un sólo invitado sufría aunque fuera un esguince en su dominio, él sería el responsable. Y el Barón, como castellano, se lo tomaba con un celo extraordinario. Excesivo dirían algunos, pero el caso es que le había conseguido al Gran Duque la fama de cuidar extraordinariamente de la seguridad y tranquilidad de sus huéspedes.

Y hoy la Furia Metálica lo había mandado todo al garete, organizando una pelea en mitad de lo más florido de la alta cuna de Moramaille, no ya en el palacio del Gran Duque, sino, concretamente, en medio de su salón, en un baile organizado por él.

Con suerte, el Barón los mandaría a todos a los calabozos. Esperaba que Lum le siguiera el juego y no intentara luchar. Era mejor que los metieran en una celda a que los ensartaran en una lanza. De una celda sabría salir, esperaba.  Y verdaderamente, el chico no luchó en absoluto. Para sorpresa de Beck, de golpe, sintió un chispazo y vio cómo el chaval se desmayaba, cayendo al suelo como un saco de patatas. Si no hubiera sido por el chispazo de energía tan extraño, habría pensado que estaba fingiendo. Pero con esa rara sensación, pensó en magia. Y la única hechicería que había visto era la de la Furia Metálica, así que se giró y con voz de mando le gritó:

- ¡Estúpida, deja de hacer magia ahora mismo! Si fallas de objetivo podrías herir a uno de nuestros huéspedes.

Mientras un tipo con armadura pesada y una semielfa se le acercaban para arrestarle, sin que él dejara de mostrar sus manos alzadas en ningún momento, "Guillermo de Maglavar" vio lo que había estado esperando en la puerta frontal. Ésta se abrió y, junto a una media docena de soldados entraron dos figuras llamativas; un hombre calvo, de aspecto marcial, vestido de bronce bruñido y los colores del Palacio Ducal al que reconoció como el barón y a su lado, una mole de dos metros de alto con el rostro siempre cubierto. Una auténtica máquina de matar que se había ganado su puesto al salvar al Barón de un mal lance en una partida de caza, cuando un gatosombra le había derribado del caballo. Decían los rumores que le había aplastado la cabeza con las manos al felino. Beck se había reído de aquel rumor hasta ver entrar por la puerta su figura. Ahora ya no estaba tan seguro de que fuera una broma.

Trató de ignorar la extraña debilidad que le recorría mientras esperaba atento el desenlace de aquello. Se sentía casi etéreo, como si flotara. Su mente racional le gritaba que dejara de alucinar, que tenía que concentrarse. Por un momento pensó febrilmente que cuando le encerraran podría escapar atravesando la pared. No opuso ninguna resistencia mientras el hombre de la armadura le echaba los brazos a la espalda y buscaba un cinturón con el que enlazarle las muñecas. Sólo podía mirar la cara del Barón, que se acercaba, furioso, con la cara roja como un tomate, pero claramente deseando no aumentar el despropósito y la deshonra de su posición y su casa montando un griterío en pleno salón y ante toda la Corte.
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